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Los relatos iniciales del Genesis, presentan el pecado como una ruptura relacional
entre Dios y el hombre – humanidad. Como lo propone X. Thevenot en su artículo seria una
“trasgresión del hombre a la alianza que Dios había pactado con la humanidad”. El mismo
va enumerando las concepciones de ciertas religiones sobre el pecado, desde una
coexistencia con el origen primordial hasta un principio dualista de la misma divinidad.
Todo el relato del Genesis permite ir descubriendo la bondad de Dios en el acto creacional
y la ruptura ocasionada por el hombre al mancillar la relación de amistad con Dios.
Los escritos neotestamentarios, sobre todo los Evangelios presentan la doctrina del
pecado como un hecho universal pero asumido desde la óptica teológica de la revelación
soteriológica de Dios en Cristo. L. Liger en su artículo nos plantea una serie de
características o clasificaciones sobre como la enseñanza de Jesús va perfilando el pecado.
El autor del artículo nos permite comprender la primacía del mal en la doctrina del pecado,
es Satán el artífice de la iniquidad en el mundo, así se va gestando como una pandemia este
virus, que inicia con faltas personales, creando estructuras de hipocresía que llevan incluso
al rechazo de la gracia, hasta el punto de asesinar al mismo Hijo de Dios.
La literatura paulina aludirá al pecado como una condición de la humanidad,
hundida en sus propias pasiones y gustos. Será Pablo quien coloque de manifiesto con
mayor fuerza a la luz del mensaje del Evangelio que la Muerte es consecuencia de la opción
libre del hombre por abrazar el pecado, rechazando la relación amorosa con Dios. De esta
forma la doctrina sobre el pecado queda establecida como el opuesto a la vida en Cristo. En
esto podemos ver a groso modo el camino de maduración sobre el pecado en la literatura
bíblica.