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I. CARL ROGERS1
a. Perfíl
Fue uno de los principales propulsores del enfoque humanista en la psicología,
y, además, inició la terapia no directiva, mejor conocida como terapia centrada
en el cliente, o terapia no directiva. Rogers parte de la hipótesis central de
que el individuo posee en sí mismo medios para la auto comprensión y para el
cambio del concepto de sí mismo, de las actitudes y del comportamiento auto
dirigido.
Para Rogers el ser humano nace con una tendencia realizadora que, si la
infancia no la estropea, puede dar como resultado una persona plena: abierta a
nuevas experiencias, reflexiva, espontánea y que valora a otros y a sí mismo. La
persona inadaptada tendría rasgos opuestos: cerrada, rígida y despreciativa de
sí mismo y de los demás. Por lo tanto, la persona está llamada a desarrollar su
personalidad al servicio de metas positivas: todo organismo nace con ciertas
capacidades, aptitudes o potencialidades innatas, que tiende a desarrollar a lo
largo de la vida convirtiéndose en lo mejor que puede llegar a ser.
Además de tratar de cumplir el potencial biológico innato, los seres humanos
tratamos de hacer realidad nuestro autoconcepto, nuestro sentido consciente de
quiénes somos y qué deseamos hacer con nuestra vida, a lo que Rogers dio el
nombre de tendencia a la autorrealización.
b. Enseñanzas significativas
1. En la relación con las personas resulta beneficioso comportarse tal como uno
es. Según Carl Rogers, en la relación con los demás «no es útil tratar de
aparentar, ni actuar exteriormente de cierta manera, cuando en lo profundo de
mí mismo siento algo diferente». Nada de esto ayuda a tener relaciones
positivas. Por lo tanto, la congruencia (todo aquello que siento interiormente es
aquello que expreso, es decir, soy el mismo interior y exteriormente) es una de
las actitudes claves para establecer una buena relación interpersonal.
2. Se logra ser más eficaz cuando uno puede escucharse con tolerancia y ser
uno mismo: Rogers clarificó que en la medida en que se permitía ser como se es
en realidad, le resultaba más fácil aceptarse a sí mismo como un individuo
decididamente imperfecto, que no siempre actúa como lo desea. «Cuando me
acepto como soy, puedo modificarme», dice Rogers, y agrega: «No podemos
cambiar, no podemos dejar de ser lo que somos, en tanto no nos aceptemos tal
como somos». La aceptación de sí mismo permite que las relaciones se tornen
reales.
3. En la relación interpersonal tienen un gran valor el permitirse comprender a
otra persona: Carl Rogers sostiene que el comprender al otro es riesgoso, ya que
podría modificarnos, y todos experimentamos temor frente al cambio. Pero la
comprensión enriquece, porque permite penetrar en el marco de referencia del
otro y conocer su propia visión de la vida.
4. Es enriquecedor abrir canales de comunicación que permitan a los demás
expresar sus sentimientos: Rogers afirma que existe una serie de recursos para
facilitar la comunicación, y algunos de estos recursos dependen de las propias
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MOUSSEAU, Jacques. «Entrevista con Carl Rogers». En: LAFARGA, J. y GÓMEZ DEL CAMPO, J.
Desarrollo del Potencial Humano, Vol. II. México, Trillas, 1981
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actitudes. En la medida en que se logra reducir el temor o la necesidad de
defensa, las personas pueden comunicar sus sentimientos libremente.
5. Es gratificante aceptar a las personas como son: Rogers insiste en que
aceptar realmente a otra persona con sus propios sentimientos no es tarea fácil,
así como tampoco es fácil comprenderla. Es difícil para nosotros permitir que
los demás difieran de nosotros o que piensen y sientan de un modo distinto a
como lo hacemos nosotros. Pero, las diferencias entre los individuos, el derecho
de cada uno a utilizar su experiencia a su manera y descubrir en ella sus propios
significados, es una de las potencialidades más valiosas de la vida y es una forma
de ayudarla a convertirse en persona.
6. Cuanta mayor apertura experimente hacia las propias realidades y hacia las
de los demás, menos se desea «arreglar las cosas»: Rogers sostiene que se puede
experimentar mayor satisfacción siendo uno mismo y permitiendo que el otro
sea él mismo. Esta actitud puede suscitar cambios: «Cuanto más deseoso está
cada uno de nosotros de ser él mismo, tantos más cambios se operan no sólo en
él, sino también en las personas que con él se relacionan».
7. Los conflictos surgen por la presión social ejercida sobre el individuo. Éste,
según Rogers, posee un yo auténtico que se debe desarrollar en libertad,
siguiendo sus genuinos intereses y expectativas si quiere autorrealizarse. Pero
en muchas ocasiones, los intereses de ese yo personal no coinciden con los de
las personas que le rodean, las cuales le fuerzan a seguir caminos diferentes a
los de sus deseos. De esa manera, las instancias socializadores (familia, colegio,
amigos, ambiente laboral...) presionan para que el individuo se adapte a los
intereses sociales dominantes.
Si el sujeto renuncia a su autenticidad por complacer a los demás, aparecen la
insatisfacción y el descontento con uno mismo. Si, por el contrario, el sujeto
desarrolla plenamente su vocación, estará en el camino correcto para poder
sentirse plenamente satisfecho y realizado.
c. Visión optimista de la persona
Es evidente la visión optimista de Rogers en relación con el ser humano.
«Simpatizo poco con el concepto de que el hombre es básicamente irracional. La
conducta del hombre es exquisitamente racional, se mueve con ordenada y
perspicaz complejidad hacia las metas que su organismo se esfuerza por
alcanzar»
El hombre tiene características inherentes a su especie y los términos que
describen estas características son:
Positivo
Tiende hacia el desarrollo personal
Constructivo
Creativo y adaptable
Realista y digno de confianza
Sociable
Rogers afirma que cuanto más aceptado y comprendido se siente un individuo,
más fácil le resulta abandonar los mecanismos de defensa con que ha encarado
la vida hasta ese momento y comenzar a avanzar hacia su propia maduración .
Por lo tanto, según Carl Rogers, la personalidad se constituye como
resultado del propio proceso de autorrealización: si un sujeto la
alcanza, su personalidad será madura y equilibrada; en caso
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contrario, se trataría de personalidades insatisfechas y, por tanto,
desequilibradas.
b. La ‘búsqueda de sentido’
El pensamiento de Victor Frankl está impregnado de esperanza y humanismo:
el hecho de dotar de sentido experiencias tales como la enfermedad o la muerte
produce consuelo en el ser humano ya que aporta razones o motivos para
sobrellevar de una manera más optimista esa carga tan difícil. Así afirma: “no
hay ninguna situación en la vida que realmente carezca de sentido. Esto
significa que los aspectos aparentemente negativos de la existencia humana, y
en especial esa triada trágica en la que se incluyen dolor, culpa y muerte,
pueden también llegar a transformarse en algo positivo cuando se afrontan
con la postura y actitud correctas”. Es decir, cuando se hace una lectura
adecuada de los hechos, una lectura fundamentada en motivos y razones
concretos que pueden ser totalmente subjetivos pero que serán validos para esa
persona.
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VÍCTOR FRANKL nació en Viena el 26 de marzo de 1905. En 1930, logró su doctorado en medicina y
fue asignado a una sala dedicada al tratamiento de mujeres con intentos de suicidio. En 1942 él y sus
padres fueron deportados a un campo de concentración cercano a Praga. Frankl sobrevivió al Holocausto,
incluso tras haber estado en cuatro campos de concentración nazis, incluyendo el de Auschwitz , desde
1942 a 1945; no ocurrió así con sus padres y otros familiares, los cuales murieron en estos campos. Debido
en parte a su sufrimiento durante su vida en los campos de concentración y mientras estaba en ellos,
Frankl desarrolló un acercamiento revolucionario a la psicoterapia conocido como logoterapia. Enseñó en
la Universidad de Viena hasta los 85 años. Murió 1997.
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LOGOTERÁPIA: de la palabra griega logos, que significa estudio, palabra, espíritu, Dios o significado,
sentido, siendo ésta última la acepción que Frankl tomó, aunque bien es cierto que las demás no se apartan
mucho de este sentido.
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La ‘búsqueda de sentido’5 es una motivación en el camino de la felicidad. Ese
reto que nadie debe perder de vista incluso en las peores circunstancias cuando
parece que todo está perdido.
Por esta razón, afirma Frankl que la labor del médico no es meramente restituir
la salud corporal del paciente sino también ayudarle a encontrar la actitud
adecuada para enfrentarse a su situación mediante la escucha y la comprensión
de su historia. Es decir, entre el médico y el paciente se establece una relación
personal. “Si se frustra la voluntad de sentido, el hombre está igualmente
inclinado a quitarse la vida a pesar de la abundancia y el bienestar que le
rodean”. El suicidio en algunas ocasiones es una consecuencia del sin sentido
que produce desesperación y tristeza en grado extremo.
Una de sus metáforas favoritas es el vacío existencial. Si el ‘sentido’ es lo que
buscamos, el ‘sin sentido’ es un agujero, un hueco, un vacío en tu vida, y en los
momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a llenarlo. Frankl sugiere
que uno de los signos más conspicuos de vacío existencial en nuestra sociedad
es el aburrimiento.
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“EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO” es la obra en la que Frankl describe la dureza de su experiencia
en el campo de concentración: falta de alimento, exceso de trabajo, malas condiciones de higiene,
conciencia de las pocas opciones de supervivencia, incomunicación con los seres queridos, soledad, trato
inhumano. En aquellas condiciones, realmente infrahumanas, Frakl cuenta que muchos de sus
compañeros en el campo se dejaron vencer por el sin sentido, sin embargo, él luchó para mantener viva la
esperanza en su vida. La esperanza de volver a abrazar a su mujer y a sus seres queridos. La esperanza de
volver a escribir un nuevo libro y continuar con otros proyectos.
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también tenemos capacidad de influir sobre nuestro propio estado de ánimo
como han mostrado las investigaciones realizadas en inteligencia emocional.
Podemos decidir afrontar el sufrimiento o añadir más dolor al sufrimiento con
nuestra actitud cuando nos negamos a aceptar la realidad o nos regodeamos en
la tragedia mediante el recuerdo. Por lo tanto, son los valores actitudinales
que hay que asumir, que incluyen virtudes como la compasión, valentía y el
sentido del humor
Un ejemplo famoso que brinda Frankl es acerca del logro del ‘sentido’ a través
del sufrimiento. A uno de sus pacientes, un doctor se le había muerto la
esposa y se sentía muy triste y desolado. Frankl le preguntó, “¿Si usted hubiera
muerto antes que ella, cómo habría sido para ella? El doctor contestó que
hubiera sido extremadamente difícil para ella. Frankl puntualizó que al haber
muerto ella primero, se había evitado ese sufrimiento, pero ahora él tenía que
pagar un precio por sobrevivirle y llorarle. En otras palabras, la pena es el precio
que pagamos por amor. Para este doctor, esto dio sentido a su muerte y su
dolor, lo que le permitió luego lidiar con ello. Su sufrimiento dio un paso
adelante: con un sentido, el sufrimiento puede soportarse con la dignidad.