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Liderar a otros. Competencias interpersonales (2021)

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La Curva del Cambio


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El impacto que tiene un cambio en las personas ocasiona un proceso que ha sido identificado, estudiado y muy analizado
por diversas corrientes psicológicas durante el s. XX. especialmente a partir de las situaciones de duelo por muerte[1], ya que,
en definitiva, el proceso de cambio también va ligado a un proceso de duelo por lo que dejamos atrás. Dicho análisis se ha
ido trasladando a las diversas situaciones de cambio personal y también organizacional.

En general todos los enfoques coinciden en que el proceso que provoca un cambio se traduce en fases que entrañan
una evolución de cómo se va procesando el mismo en las personas, si bien ese desarrollo podrá variar dependiendo del
contexto y oportunidad del cambio, así como de la motivación del mismo y naturaleza de la persona que lo vive.

Dicho de otra manera, dichas fases representan los diversos estados emocionales por lo que se pasa ante una situación de
cambio. Habitualmente se representan en una curva, llamada “Curva del Cambio”:

La Curva del Cambio es un instrumento diseñado para ayudar y guiar a las personas, grupos y organizaciones a
entender, aceptar y administrar el proceso de cambio. Se emplea principalmente en las etapas tempranas de la
transformación, sobre todo cuando se prevé que la resistencia a ésta será significativa y podrá por tanto ayudar a
“racionalizar” en forma anticipada los estados emocionales que sobrevendrán. 

Tal como se señaló previamente, las etapas de la Curva del Cambio no son iguales para todas las personas: no
necesariamente suceden en el orden descrito, ni todas las fases son experimentadas por todas las personas. A menudo, las
personas atravesarán varias de estas etapas en un “efecto montaña rusa”, pasando entre dos o más de ellas y volviendo a
hacerlo una o varias veces antes de finalizar.

De todas maneras sí que existe un consenso generalizado en que hay fases básicas por las que las personas pasarán dentro
de un proceso de cambio:
1.- Negación. Esta etapa se caracteriza por una sensación de incredulidad: “¿Cómo puede estar pasando?” “Esto no me puede
pasar a mí.” “No es posible”. La negación es un mecanismo de defensa que enmascara la confusión interna. El inconveniente
es que negando la realidad y posponiendo el problema, con frecuencia, hace que éste se convierta en algo peor.

2.- Resistencia. “¿Por qué a mí?” “Esto no es justo”. “No lo quiero”. “Hablaré con..”. Es el momento en que la realidad ya no puede
seguir siendo negada; se empieza a comprender que algo está pasando y que el cambio es inminente. Aparece la ira como
una actitud defensiva por temor a lo desconocido, la persona siente que la vida no es justa (¿cómo ha sucedido?) y
probablemente se llegue a culpar a otras personas/circunstancias de lo que está ocurriendo.

3.- Exploración / Aceptación. “¿Qué opciones tengo?” “¿Qué es lo que podría hacer?” “¿Quién puede ayudarme?” “¿Cómo podría
aprovecharlo?” La persona comienza a reconocer y aceptar que el cambio es inevitable; incluso puede empezar a percibirlo
como necesario y positivo. A pesar de ser una etapa de mucha incertidumbre, es en este momento cuando se empiezan a
buscar soluciones, y si es necesario, a desarrollar nuevas habilidades; la persona comienza a enfocarse en objetivos
concretos y a darse cuenta de que existen oportunidades para manejar el cambio.

4.- Compromiso/Integración. “Sé lo que tengo que hacer”. “Puedo ver un camino”. “Aquí hay una oportunidad”. Esta etapa se
alcanza cuando se decide aceptar el cambio y adoptar nuevas actitudes. Con el aprendizaje que se ha ido adquiriendo, se
empieza a crear una nueva realidad y a experimentar con ella. La persona entrará con renovadas fuerzas en un nuevo
escenario, un proyecto o un concepto de sí misma en donde integrará el cambio a su vida.

El conocimiento de estas fases tiene una gran relevancia al permitirnos saber que necesariamente, en mayor o menor
medida, todas las personas pasaremos por ellas ante un acontecimiento de cambio.

Podemos decir en definitiva, que el cambio –que en general suele ser provocado por un factor externo- suele ir seguido de
un proceso de asimilación y gestión interno que abarca diversos estados y momentos que tienen un carácter de
“obligatorio” y los que cada persona asimila, interioriza y evoluciona de diferente modo y velocidad.
Claves para gestionar el cambio

Lo importante será por tanto pasar por ese camino de la mejor manera: no forzar el proceso, permitirnos sentir y
expresar lo que necesitemos en cada fase, a la vez que no anclarnos y poder avanzar por las diversas etapas para
poder llegar a la aceptación auténtica, que será la que marque el punto de inflexión en la travesía.

El objetivo es lograr que el tiempo de duración será el mínimo posible y el impacto negativo se reduzca considerablemente.
En términos gráficos: lograr que la curva sea menos profunda, más plana y más corta.

La autora española Pilar Jericó, nos proporciona algunas claves para poder superar el proceso en menor tiempo, una vez que
seamos conscientes de las etapas que recorreremos antes de lograrlo:

Soñar, escoger: imaginar cómo puede ser el futuro siempre en positivo. Es necesario comenzar a alimentar las palabras y los
sentimientos que nos den energía y nos alejen del victimismo.

Pasión y placer: no cejar en buscar la pasión en todo aquello que hacemos porque está relacionado con lo que nos
enamora, en amplio sentido, y el amor es el gran antídoto contra el miedo.

Aprender y crear hábitos: si se tienen miedos como por ejemplo a hablar en público, obligarse a hacerlo repetidamente
hasta que se convierta en un hábito.

Trabajar en equipo: si hay algo que nos cueste, encontrar a alguien que la sepa hacer, que tenga experiencia y aprender de
él o de ella.

Argumentos de fuerza y valores: comprometerse con lo que se hace, ya que el compromiso genera una energía que nos da
fuerza para seguir.
En definitiva, la autora nos refuerza la idea de que cuando nos encontramos ante el desafío de un cambio, también se nos
presenta una buena oportunidad para aprovecharlo e ir hacia ese propósito, esa aspiración que por algún motivo teníamos
‘almacenada’ o diferida en la situación previa al cambio. Si surge el miedo no permitir que nos bloquee y para ello adoptar
una actitud proactiva y buscar los recursos necesarios que nos permitan vivir el cambio desde el papel de protagonista.

Los cambios inevitablemente surgen en nuestra vida: ignorarlos o evitarlos, además de ser la mayoría de las veces imposible,
solo empeora la situación.

"No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo”. Nelson Mandela.

[1] Una de las psicólogas que destacan es Elisabeth Kübler-Ross, creadora del modelo que lleva su nombre y que refiere a las
cinco etapas del duelo: Negación, Ira, Negociación, Depresión, Aceptación.

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