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En las clases que realizo en la en la universidad Católica relacionadas con la gestión del
cambio, les pido a los participantes que visualicen un proceso de cambio que estén
viviendo dentro de sus organizaciones, o en su vida personal y les pregunto ¿Qué hizo que
este cambio comenzara a producirse? En general aparecen dos tipos de personas, las que
mencionan que son ellos como sistema o personas las que han ido promoviendo el
proceso de transformación, y a pesar de no encontrarse en un estado de comodidad lo
perciben como un fenómeno necesario para seguir creciendo y adaptándose. Y están
aquellas personas que sienten que los cambios en general son impuesto, donde no han
tenido la capacidad de elegir porque no depende de ellos, sino de otros. El clásico ejemplo
que escucho en los procesos de coaching; “Tengo el trabajo que tengo porque no puedo
optar, aunque si fuera por mi estaría en otra parte”. Estos dos tipos de comportamientos
fluctúan en cada persona durante su vida, y así nos vemos enfrentados a la eterna
elección de ser protagonistas de nuestras elecciones o ser víctima de ellas. Esto no quiere
decir que una vez que hayamos escogido una, será así para siempre, ya que es una
elección diaria, minuto a minuto que a lo largo del tiempo, donde se van generando
patrones de comportamiento que se instauran como un “chip” de funcionamiento que
conduce al empoderamiento o a una pérdida del sentido que conlleva a comportamientos
disfuncionales.
Llevar el “poder hacer” en nuestro interior es una tarea primordial, quizás previo a otras
tareas humanas tales como que aprender a leer o escribir. Define nuestra existencia, y
nuestra toma de decisiones en todo momento. No podemos desconocer que nuestro libre
albedrío se ve supeditado a un contexto, a una situación que viene determinada, sin
embargo, a pesar de contar con diferentes realidades, como contextos familiares,
socioeconómicos, religiosos y capacidades entre otras, podemos tomar las riendas de
nuestra existencia y darle la dirección que queramos, siempre.
A partir de lo descrito anteriormente,
desarrollé un modelo que permite
comprender y visualizar las diferencias que
existen en la toma de decisiones cuando el
poder hacer se ha delegado a otro o cuando
se ha enfocado en el interior, y de acuerdo a
esto se pueden identificar 4 tipos de
comportamientos observables;
Este modelo busca ayudar a que las personas y/o equipos tomen conciencia del
poder hacer y así poder trabajarlo diariamente, hacia el desafío de reconocernos
como gestores y protagonistas de nuestros cambios, por más difíciles que
parezcan. Y así mismo comprender que somos una gota más en el mar y por más
queramos transformarnos en el mar hay que dejar que cada gota tome la forma
que necesite y quiera.
Un abrazo!
Josefina