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Liderar a otros. Competencias interpersonales (2021)

Curso  11. Gestión del cambio  Gestión del cambio  La Escalera de la Responsabilidad

La Escalera de la Responsabilidad
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Como líderes docentes, lo expuesto en el apartado anterior es primordial: frente al cambio, podemos modelar en nuestro
entorno de influencia esta gran capacidad que tenemos de poder elegir entre reaccionar o responder en la forma más
adecuada.

Nuestro rol como líderes transformadores se plasma en aportar valor ciertamente en situaciones de elección frente al
cambio constante y permanente del S XXI, de modo que a través de nuestro modo de actuar los alumnos puedan
asimilar y cultivar un principio básico para afrontar su vida: la asunción de responsabilidad.

La palabra responsabilidad deriva de responsum que es una forma latina del verbo responder y viene a significar
precisamente lo que estamos resaltando: “la habilidad de responder”. Asumir la responsabilidad es sobre todo hacer
frente, en forma consciente, a la circunstancia que se tiene delante.

Gestionar el cambio es, en consecuencia, asumir una determinada responsabilidad, es dar respuesta ante una
situación que modifica el statu-quo.

De acuerdo a todo lo que hemos visto en este Módulo, la asunción de responsabilidad exige un esfuerzo, una cierta
determinación, una actitud que se desarrolla tal como se describe en la “Escalera de la Responsabilidad”, un modelo derivado
del visto en el Módulo 1[1]

El primer peldaño de la escañera, el nivel más bajo, es cuando la persona ni siquiera es consciente de que hay una situación
que requiere atención, vive ‘de espaldas’ a la realidad que demanda un cambio. Esta situación pude darse en forma
absolutamente inconsciente, o bien porque la persona niega lo que sucede, tal cual lo vimos en la Curva del Cambio.

El segundo peldaño es culpar a otros, la atención se centra en señalar, buscar culpables, reprochar y recriminar, en
definitiva: apuntar hacia fuera, en lugar de analizar cómo poder hacer algo para afrontar el cambio.
El tercero, es el nivel de las excusas, el buscar argumentos, pretextos y justificaciones para no asumir lo que sea
necesario hacer. De alguna manera, es una versión adulta de "el perro se comió mi tarea", en donde las personas se
convencen a sí mismas que por una serie de razones y circunstancias no pueden afrontar el cambio.

A continuación tenemos el nivel de esperar y tener esperanza, en donde si bien ya no se culpa o se ponen excusas, no se hace
nada en forma personal para gestionar el cambio, esto es, se mantiene ajeno a la situación de cambio, con la
expectativa de que “alguien haga algo”. En definitiva, se traslada la acción y la responsabilidad hacia otras personas.

A partir del siguiente nivel, tenemos ya una toma de consciencia de la situación y sobre todo de que es necesario hacer algo.
Representa el momento en que se comprende que no se puede seguir estando a merced de la circunstancia de cambio
y para ello se debe alcanzar un grado de responsabilidad.

El peldaño siguiente en la escalera, constituye el hacer del cambio algo propio: ya no es solo reconocerlo y comprenderlo, sino
que incorpora un grado de implicación de la persona, lo hace suyo, asume involucrarse y comprometerse en la
gestión del mismo.

El nivel por encima de hacer propio el cambio es que haya una participación activa en la búsqueda de soluciones: hay un
compromiso plasmado en acción en donde la persona se vuelca hacia encontrar alternativas, cursos de acción,
explorar posibilidades en aras de conseguir el mejor resultado posible en la gestión del cambio.

El último peldaño de esta escalera simboliza la obtención de resultados, el lograr que el cambio suceda en buena medida
gracias a las actitudes, compromisos y acciones que la persona ha asumido y realizado. Un empeño incesante y firme
que se traduce en haber contraído un nivel de responsabilidad adecuado y constante frente a la circunstancia de cambio. En
definitiva: gracias al haberse ocupado del cambio.
Como se puede apreciar, los peldaños inferiores representan conductas asociadas a la posición de “víctimas” del cambio, en
donde las las cosas nos suceden a nosotros. Sin embargo las posiciones superiores de la escalera se caracterizan por ser
comportamientos y actitudes “protagonistas” del cambio: las cosas suceden gracias a nosotros.

En suma, la gestión del cambio apela a poder tomar las riendas de las situaciones de cambio a las que nos enfrentamos,
asumir un protagonismo que nos permita no dejarnos ‘arrastrar por las corrientes de las circunstancias’. Aceptar el
cambio cuando la realidad nos interpela y ocuparse del mismo para aprovechar las oportunidades que se puedan presentar,
aún cuando pareciera que no las hay.

Recordemos que el líder es líder sobre todo porque genera oportunidades, especialmente cuando el resto de personas no las
ven.

“Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”
Víctor Frankl

[1] Escalera de la Inferencia (ideada por Chris Argyris y desarrollada por Peter Senge)

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