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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
Salmo responsorial
Sal 26,1.4.13-14
Estribillo: “El Señor es mi luz y mi salvación
2ª Lectura
1 Co,1,10-13.17: Tengan todos un mismo hablar
y no haya división entre ustedes
Antífona de la comunión
Cfr. Sal 33,6: Acudan al Señor y no quedarán defraudados
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Contexto celebrativo
Después de tiempo de Navidad y Epifanía, que concluyen con la
fiesta del Bautismo de Jesús, que marca el inicio de su ministerio, y que
es, litúrgicamente el principio del tiempo durante el año, que viviremos
con los textos del Ciclo A, y que nos llevarán a experimentar la obra
salvadora de Jesús, con el testimonio del Evangelio de San Mateo.
Juan el Bautista da testimonio de que Jesús es el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo, y de cómo, al bautizarlo en el Jordán, ha
sido testigo de la manifestación trinitaria: la voz del Padre, sobre Jesús:
“Este es el Hijo mío, el Amado, Escuchadlo”, y con la manifestación del
Espíritu Santo en forma de paloma, sobre Jesús.
Jesús asume su misión con fidelidad a la voluntad y los designios de
su Padre, con la luz, la fortaleza y la gracia del Espíritu Santo.
En este tercer Domingo del tiempo durante el año, experimentamos
el inicio del ministerio de Jesús, marcado por el llamado a la conversión:
reorientación de la vida en la escucha, fidelidad y seguimiento de Jesús.
No podemos ignorar que en estos días del 18 al 25 de enero, fiesta
de la conversión de San Pablo, todas la Iglesias cristianas nos
hermanamos en la oración, para pedir al Señor la unidad de los cristianos,
en la concordia y fidelidad al Evangelio, y asumiendo la súplica de Jesús:
“Que todos sean uno, como tu Padre estás en mí, y yo en ti, que también
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ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado. Yo en ellos y Tú en mí para que sean perfectamente uno, y el
mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado a ellos como
me has amado a mí”. Jn 17,21-23.
Evangelio
Jesús después de su Bautismo, y de las tentaciones del maligno en
el desierto, enterado del encarcelamiento de Juan el Bautista, regresa a
Galilea, deja Nazareth y se va a Cafarnaúm, junto al lago en la frontera
entre Zabulón y Neftalí, cumpliendo lo anunciado por el profeta Isaías: la
Galilea de los paganos, donde un pueblo en las tinieblas vio una gran luz.
Para los que habitaban en una región de sombra y de muerte, una luz
brilló sobre ellos, cfr. Is 8,23-9,1.
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1ª Lectura
Para la Primera Lectura la liturgia nos propone nuevamente el texto
del profeta Isaías, ahora del c. 8,23 al 9,3.
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Salmo responsorial
Dóciles a la Palabra que hemos escuchado, y que hemos dejado
actuar en nosotros, respondemos al Señor que nos habla con el Salmo
26, que es un salmo de confianza y súplica individual, en el que podemos
reconocer tres partes: a) un cántico de confianza, vv. 1-6; b) una súplica
en medio del acoso, vv. 7-12; y c) concluye reafirmando su confianza, con
los vv. 13-14.
Hoy tomamos los vv. 1. 4. y 13-14, para manifestar nuestra
respuesta a la Palabra escuchada, y asumimos las actitudes que
demostrarán con los hechos de nuestra vida, nuestra correspondencia a
la Palabra escuchada.
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2ª Lectura
Continuaremos escuchando en la Segunda Lectura, la Primera carta
del Apóstol Pablo a los Corintios, hoy con lo vv. 10-13.17, del c. 1.
Pablo afronta en primer lugar uno de los varios problemas que se
dan entre los cristianos de Corinto, y es el de las divisiones dentro de la
comunidad. Han surgido varios grupos, en los que cada uno se identifica
con alguno de los evangelizadores de esa comunidad: Pablo, Apolo,
Pedro, Cristo. Frente a esto el apóstol les hace ver que Cristo no está
dividido. Entre los seguidores de Jesús no hay mas que un guía, un
maestro, una sola fuente de sabiduría, y sobre todo un solo, y único
Señor: Jesucristo. Todos los demás son servidores de Cristo, y
administradores de los misterios de Dios.
En el v. 12 se manifiesta como algunos están contra Pablo, y se
apoyan en Apolo, cfr. Hch 18,24; o en Pedro, o en Cristo mismo.
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Antífona de la comunión
De la Liturgia de la Palabra pasamos a la Liturgia Eucarística, que nos
hace experimentar en el pan y el vino, la presencia sacramental de Jesús
en su Cuerpo y su Sangre, que se nos ofrece como alimento de salvación
y vida eterna.
Valoramos este encuentro con la Antífona de la Comunión, tomada
del Sal 33, que es un salmo alfabético, de acción de gracias, y con el estilo
sapiencial de los Proverbios. Tiene dos partes: a) vv. 2-11, alabanza y
agradecimiento, y b) vv. 12-23, reflexión sapiencial.
La Antífona de la Comunión está tomada del v. 6: “Acudan al Señor,
y no quedarán defraudados”.
El don del Reinado de los Cielos que Jesús hace realidad en nuestro
mundo, con sus retos y exigencias, nos hace tomar conciencia de la
necesidad de su Palabra y de su Eucaristía, como verdadero alimento que
nos nutre y fortalece, para asumir nuestra tarea en el seguimiento y
testimonio de Jesús, en este mundo que nos toca vivir.
Los retos son significativos, pero tenemos que dejarnos fortalecer
por el Señor, para enfrentar en nosotros mismos, en nuestras familias y
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Respuesta en tu vida
Escuchada la Palabra y nutridos con la Eucaristía, nuestra
celebración litúrgica se continúa con nuestra respuesta en la vida
cotidiana. En este sentido, nuestras actividades cotidianas, vividas en
armonía con lo que hemos celebrado, son ofrenda y continuidad de
nuestra celebración Eucarística.
No podemos conformarnos con cumplir mandamientos, pues lo que
el Señor espera de nosotros es una forma de vivir coherente con lo que
vivimos en la celebración, haciendo vida su Palabra con la gracia y
fortaleza de su alimento Eucarístico.
Valorar esta realidad, y no quedarnos simplemente con un cumplir
por cumplir, o reducir nuestra vida cristiana a ciertas prácticas, no es lo
que el Señor nos pide y espera de nosotros, Él quiere de nosotros una
vida auténtica de hijos de Dios, con la manifestación de nuestra identidad
en las situaciones y realidades de nuestra vida cotidiana.
+ Jesús nos llama a la conversión: reordenamiento de nuestra vida
para cumplir su Palabra, no como esclavos, sino como hijos de Dios. ¿En
qué actitudes o comportamientos tendrías que renovarte, para crecer en
el seguimiento de Jesús?
+ ¿Cómo demuestras, en tu vida diaria, que eres testigo del
Evangelio de Jesús? ¿Qué tendrás que reformar y mejorar en tus
comportamientos familiares y sociales, para manifestarte como hijo de
Dios, fiel al Evangelio?
+ ¿Consideras que tu vida está iluminada y regida por la Luz que es
Cristo Jesús? ¿Cómo lo demuestras?
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Oración colecta:
Dios todopoderoso y eterno, dirige nuestras acciones según tu
voluntad, para que, invocando el nombre de tu Hijo, abundemos en
buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quien vive y reina
contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
A. M. D. G. Mq.