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HORA SANTA 12 DE ENERO DE 2023

HORA SANTA POR LA EVANGELIZACIÓN DE


LOS PUEBLOS
1. CANTO
2. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO
3. CANTO
4.ORACIÓN LECTOR 1
Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿cómo lo invocarán si no han creído en él? ¿Cómo
creerán si no han oído hablar de él? ¿Cómo oirán si nadie
les anuncia? ¿Cómo anunciarán si no los envían? Como
está escrito: ¡Qué hermosos son los pasos de los
mensajeros de buenas noticias! Sólo que no todos
responden a la Buena Noticia.
Derrama Tu Espíritu Santo Señor, para que me
inspiren estas palabras de las Sagradas Escrituras.
Mueve en mi alma el deseo a renovar mi fe y profundizar
en mi relación con tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
presente en esta hostia santa para que pueda
verdaderamente creer y vivir la Buena Nueva de la
Salvación.
Abre mi corazón para que pueda oír el Evangelio y
dame con confianza para proclamar la Buena Nueva a
los demás.
Derrama Tu Espíritu para que me fortalezca y así
pueda ser testigo del Evangelio en mi vida diaria por
medio de mis palabras y acciones. Que en los momentos
de dudas recuerde: Si no yo, entonces ¿quién proclamará
el Evangelio? Si no es ahora, entonces ¿cuándo se
proclamará el Evangelio? Si no proclamo la verdad del
Evangelio, entonces, ¿qué proclamaré? Amén
5. CANTO
6. ORACIÓN LECTOR 2
Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y
regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me
das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado
de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío,
imperfecto y limitado.
Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú
lo eres para mí. Que te amé yo siempre, como te amaron
los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies,
como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha
los extravíos de mi corazón arrepentido, como
escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana.
Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como
a tu discípulo amado. Deseo vivir contigo, porque eres
vida y amor.
7. CANTO
8. LECTURA EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN (1, 29-34) PRESBITERO
En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que
venía hacia él, y exclamó: “Este es el Cordero de Dios,
el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de
quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene
precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua,
para que él sea dado a conocer a Israel”.
Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu
descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre
él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar
con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y
se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar
con el Espíritu Santo’.
Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el
Hijo de Dios”. Palabra del Señor.
9.CANTO
10. MEDITACION AL EVANGELIO LECTOR
3
El evangelista concede gran importancia al relato del
testimonio de Juan el Bautista; en él nos presenta de
manera condensada la personalidad de Jesús.
En el relato escuchamos un Testimonio indirecto en los
versículos 19-28 que le anteceden. Ante la autoridad
judía, el Bautista confiesa que él no es el Mesías, ni
Elías, ni el profeta, sino la voz que clama en el desierto;
su testimonio es profético: prepara el camino del Señor.
Pero también hay un Testimonio directo que hemos
escuchado con prontitud en los versículos 29-31. Ante
Israel, es decir, ante el pueblo elegido, el Bautista llama
a Jesús «Cordero de Dios». Este título delimita la unidad
teológica del evangelio e incluye los siguientes rasgos:
«Cordero vencedor»: imagen apocalíptica para designar
al líder soberano y mesiánico (Ap. 5,11); «Cordero
expiatorio»: imagen del Siervo del Señor que redime
con su muerte (Is 53,7-12); «Cordero pascual
liberador»: Jesús se entrega por el pecado del mundo,
como el cordero de la pascua judía (Ex 12,46). A Jesús
en la cruz, igual que al Cordero pascual, no le quebrarán
ningún hueso (19,36). ¿Cómo quita Jesús el pecado de
la humanidad? Asumiendo la condición humana y
ofreciéndose desde la cruz, en ofrenda voluntaria y
servicio de amor. Desde la cruz nos da el Espíritu Santo
(19,30), que purifica y perdona todos nuestros pecados
(20,22s).
Por otra parte, el evangelista no narra el bautismo de
Jesús, sino que lo alude a través del testimonio de Juan.
Éste ha tenido la revelación de la mesianidad de Jesús,
ha visto en profundidad y testimonia válidamente que
Jesús es el Hijo de Dios. El objeto central de la visión es
el Espíritu. Se atribuye a Jesús una función precisa:
bautizar en el Espíritu (33), acción propia de Dios, quien
derramaría su Espíritu sobre la comunidad (Is 32,15;
44,3; Ez 36,25-29; Jl 3,1s). Merced a la permanencia
perfecta del Espíritu en Él, Jesucristo es el gran artífice
de la donación universal del Espíritu y gestor de un
pueblo santo.
11. CANTO
12. LECTURA LECTOR 1
DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NOTA DOCTRINAL ACERCA DE ALGUNOS
ASPECTOS DE LA EVANGELIZACIÓN
El término evangelización tiene un significado muy
rico. En sentido amplio, resume toda la misión de la
Iglesia: toda su vida, en efecto, consiste en realizar el
anuncio y transmisión del Evangelio, que es «fuerza de
Dios para la salvación de todo el que cree» (Rom 1, 16)
y que en última instancia se identifica con el mismo
Cristo (1Cor. 1, 24).
Por eso, la evangelización así entendida tiene como
destinataria toda la humanidad. En cualquier
caso evangelización no significa solamente enseñar una
doctrina sino anunciar a Jesucristo con palabras y
acciones, o sea, hacerse instrumento de su presencia y
actuación en el mundo.
«Toda persona tiene derecho a escuchar la “Buena
Nueva” de Dios que se revela y se da en Cristo, para
realizar en plenitud la propia vocación». Es un derecho
conferido por el mismo Señor a toda persona humana,
por lo cual todos los hombres y mujeres pueden decir
junto con San Pablo: Jesucristo «me amó y se entregó
por mí» (Gal 2, 20). A este derecho le corresponde el
deber de evangelizar: «no es para mí ningún motivo de
gloria; es más bien un deber que me incumbe.
Hoy en día, sin embargo, hay una confusión creciente
que induce a muchos a desatender y dejar inoperante el
mandato misionero del Señor (Mt 28, 19).
A menudo se piensa que todo intento de convencer a
otros en cuestiones religiosas es limitar la libertad. Sería
lícito solamente exponer las propias ideas e invitar a las
personas a actuar según la conciencia, sin favorecer su
conversión a Cristo y a la fe católica: se dice que basta
ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a
su propia religión, que basta con construir comunidades
capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la
solidaridad. Además, algunos sostienen que no debería
anunciar a Cristo a quienes no lo conocen, ni favorecer
la adhesión a la Iglesia, pues sería posible salvarse
también sin un conocimiento explícito de Cristo y sin
una incorporación formal a la Iglesia.
La evangelización es, además, una posibilidad de
enriquecimiento no sólo para sus destinatarios sino
también para quien la realiza y para toda la Iglesia. Por
ejemplo, en el proceso de inculturación, «la misma
Iglesia universal se enriquece con expresiones y valores
en los diferentes sectores de la vida cristiana, conoce y
expresa aún mejor el misterio de Cristo, a la vez que es
alentada a una continua renovación».
13. CANTO
14. PRESES LECTOR 2
Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los
muertos como primicia de los que se han dormido, y
supliquémosle, diciendo:
Quédate con nosotros, Señor.
A. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada
sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta
los confines del mundo: que tus bendiciones
abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.
B. Tú, Señor, que eres el médico de nuestros
cuerpos y de nuestras almas, visítanos con tu amor
y sálvanos.
C. Tú que experimentaste los dolores de la cruz y
ahora estás lleno de gloria, levanta y consuela a los
enfermos y líbralos de sus sufrimientos.
D. Tú que anunciaste la resurrección a los que
yacían en las tinieblas del abismo, libra a los
prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.
E. Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra
muerte y mereciste para todos los dones de la
inmortalidad, concede a nuestros hermanos
difuntos la vida nueva de tu reino.
Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque el día ya
se acaba; sé nuestro compañero de camino, levanta
nuestros corazones, reanima nuestra esperanza; así
nosotros, junto con nuestros hermanos, podremos
reconocerte en las Escrituras y en la fracción del pan. Tú
que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu
Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
15. CANTO
16. BENDICIÓN PRESBITERO
En el Santo Sacramento, adoremos la Divinidad, El
Señor a quien no vemos entre nosotros está, nuestro Rey
y nuestro Hermano adorémosle Con Humildad. ¡Gloria
al Padre, Gloria al Hijo y al Espíritu que es Caridad con
los Ángeles un Himno entone la Humanidad nuestros
ríos nuestros campos las montañas y el inmenso mar.!
Amén.
V. Nos diste pan del cielo
R. Que contiene todo consuelo
Oremos: Oh Dios, que bajo este admirable
sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión,
concédenos te pedimos, venerar de tal modo los
sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que
experimentemos constantemente en nosotros el fruto
de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amen
ABANZAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero
hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios., María Santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

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