LOS PUEBLOS 1. CANTO 2. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO 3. CANTO 4.ORACIÓN LECTOR 1 Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo lo invocarán si no han creído en él? ¿Cómo creerán si no han oído hablar de él? ¿Cómo oirán si nadie les anuncia? ¿Cómo anunciarán si no los envían? Como está escrito: ¡Qué hermosos son los pasos de los mensajeros de buenas noticias! Sólo que no todos responden a la Buena Noticia. Derrama Tu Espíritu Santo Señor, para que me inspiren estas palabras de las Sagradas Escrituras. Mueve en mi alma el deseo a renovar mi fe y profundizar en mi relación con tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, presente en esta hostia santa para que pueda verdaderamente creer y vivir la Buena Nueva de la Salvación. Abre mi corazón para que pueda oír el Evangelio y dame con confianza para proclamar la Buena Nueva a los demás. Derrama Tu Espíritu para que me fortalezca y así pueda ser testigo del Evangelio en mi vida diaria por medio de mis palabras y acciones. Que en los momentos de dudas recuerde: Si no yo, entonces ¿quién proclamará el Evangelio? Si no es ahora, entonces ¿cuándo se proclamará el Evangelio? Si no proclamo la verdad del Evangelio, entonces, ¿qué proclamaré? Amén 5. CANTO 6. ORACIÓN LECTOR 2 Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú lo eres para mí. Que te amé yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor. 7. CANTO 8. LECTURA EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (1, 29-34) PRESBITERO En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: “Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel”. Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Palabra del Señor. 9.CANTO 10. MEDITACION AL EVANGELIO LECTOR 3 El evangelista concede gran importancia al relato del testimonio de Juan el Bautista; en él nos presenta de manera condensada la personalidad de Jesús. En el relato escuchamos un Testimonio indirecto en los versículos 19-28 que le anteceden. Ante la autoridad judía, el Bautista confiesa que él no es el Mesías, ni Elías, ni el profeta, sino la voz que clama en el desierto; su testimonio es profético: prepara el camino del Señor. Pero también hay un Testimonio directo que hemos escuchado con prontitud en los versículos 29-31. Ante Israel, es decir, ante el pueblo elegido, el Bautista llama a Jesús «Cordero de Dios». Este título delimita la unidad teológica del evangelio e incluye los siguientes rasgos: «Cordero vencedor»: imagen apocalíptica para designar al líder soberano y mesiánico (Ap. 5,11); «Cordero expiatorio»: imagen del Siervo del Señor que redime con su muerte (Is 53,7-12); «Cordero pascual liberador»: Jesús se entrega por el pecado del mundo, como el cordero de la pascua judía (Ex 12,46). A Jesús en la cruz, igual que al Cordero pascual, no le quebrarán ningún hueso (19,36). ¿Cómo quita Jesús el pecado de la humanidad? Asumiendo la condición humana y ofreciéndose desde la cruz, en ofrenda voluntaria y servicio de amor. Desde la cruz nos da el Espíritu Santo (19,30), que purifica y perdona todos nuestros pecados (20,22s). Por otra parte, el evangelista no narra el bautismo de Jesús, sino que lo alude a través del testimonio de Juan. Éste ha tenido la revelación de la mesianidad de Jesús, ha visto en profundidad y testimonia válidamente que Jesús es el Hijo de Dios. El objeto central de la visión es el Espíritu. Se atribuye a Jesús una función precisa: bautizar en el Espíritu (33), acción propia de Dios, quien derramaría su Espíritu sobre la comunidad (Is 32,15; 44,3; Ez 36,25-29; Jl 3,1s). Merced a la permanencia perfecta del Espíritu en Él, Jesucristo es el gran artífice de la donación universal del Espíritu y gestor de un pueblo santo. 11. CANTO 12. LECTURA LECTOR 1 DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE NOTA DOCTRINAL ACERCA DE ALGUNOS ASPECTOS DE LA EVANGELIZACIÓN El término evangelización tiene un significado muy rico. En sentido amplio, resume toda la misión de la Iglesia: toda su vida, en efecto, consiste en realizar el anuncio y transmisión del Evangelio, que es «fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree» (Rom 1, 16) y que en última instancia se identifica con el mismo Cristo (1Cor. 1, 24). Por eso, la evangelización así entendida tiene como destinataria toda la humanidad. En cualquier caso evangelización no significa solamente enseñar una doctrina sino anunciar a Jesucristo con palabras y acciones, o sea, hacerse instrumento de su presencia y actuación en el mundo. «Toda persona tiene derecho a escuchar la “Buena Nueva” de Dios que se revela y se da en Cristo, para realizar en plenitud la propia vocación». Es un derecho conferido por el mismo Señor a toda persona humana, por lo cual todos los hombres y mujeres pueden decir junto con San Pablo: Jesucristo «me amó y se entregó por mí» (Gal 2, 20). A este derecho le corresponde el deber de evangelizar: «no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Hoy en día, sin embargo, hay una confusión creciente que induce a muchos a desatender y dejar inoperante el mandato misionero del Señor (Mt 28, 19). A menudo se piensa que todo intento de convencer a otros en cuestiones religiosas es limitar la libertad. Sería lícito solamente exponer las propias ideas e invitar a las personas a actuar según la conciencia, sin favorecer su conversión a Cristo y a la fe católica: se dice que basta ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a su propia religión, que basta con construir comunidades capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Además, algunos sostienen que no debería anunciar a Cristo a quienes no lo conocen, ni favorecer la adhesión a la Iglesia, pues sería posible salvarse también sin un conocimiento explícito de Cristo y sin una incorporación formal a la Iglesia. La evangelización es, además, una posibilidad de enriquecimiento no sólo para sus destinatarios sino también para quien la realiza y para toda la Iglesia. Por ejemplo, en el proceso de inculturación, «la misma Iglesia universal se enriquece con expresiones y valores en los diferentes sectores de la vida cristiana, conoce y expresa aún mejor el misterio de Cristo, a la vez que es alentada a una continua renovación». 13. CANTO 14. PRESES LECTOR 2 Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los muertos como primicia de los que se han dormido, y supliquémosle, diciendo: Quédate con nosotros, Señor. A. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta los confines del mundo: que tus bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti. B. Tú, Señor, que eres el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas, visítanos con tu amor y sálvanos. C. Tú que experimentaste los dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria, levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos. D. Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo, libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos. E. Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte y mereciste para todos los dones de la inmortalidad, concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino. Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque el día ya se acaba; sé nuestro compañero de camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra esperanza; así nosotros, junto con nuestros hermanos, podremos reconocerte en las Escrituras y en la fracción del pan. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén. 15. CANTO 16. BENDICIÓN PRESBITERO En el Santo Sacramento, adoremos la Divinidad, El Señor a quien no vemos entre nosotros está, nuestro Rey y nuestro Hermano adorémosle Con Humildad. ¡Gloria al Padre, Gloria al Hijo y al Espíritu que es Caridad con los Ángeles un Himno entone la Humanidad nuestros ríos nuestros campos las montañas y el inmenso mar.! Amén. V. Nos diste pan del cielo R. Que contiene todo consuelo Oremos: Oh Dios, que bajo este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, concédenos te pedimos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen ABANZAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO Bendito sea Dios. Bendito sea su santo nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Bendito sea el nombre de Jesús. Bendito sea su sacratísimo Corazón. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios., María Santísima. Bendita sea su santa e inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo esposo. Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.