Está en la página 1de 31

Encuentros de PEQUEÑAS COMUNIDADES para los meses de

noviembre y diciembre de 2020.

ENCUENTRO CON LA PALABRA


“LA SANTIDAD”

A. ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


Señor Jesús, tú nos dijiste: “sean perfectos como el Padre celestial es
perfecto”, invitándonos así́ a vivir nuestro camino de santificación, Te
damos gracias por el modelo y compromiso de fe de tantos hermanos
nuestros que,
con la fuerza de la gracia divina, eligieron y consiguieron vivir a largo
de los siglos una vida evangélica ejemplar en la Iglesia.

Te pedimos a ti, Maestro y guía de nuestras almas, que vivamos


siempre como hijos de la luz, sintiendo y mostrando a todos el gozo de
la santidad como fruto visible de la acción del Espíritu Santo.

B. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO


Mt 5,1-12 ¿QUÉ DICE LA PALABRA?
“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus
discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó
a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de
Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a
ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando
se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una
gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a
los profetas que los precedieron. 

A continuación encontrarán algunas pistas para la lectura y


comprensión del texto:
 El texto de las Bienaventuranzas es la introducción, no sólo al
Sermón de la Montaña sino a toda la enseñanza de Jesús. No
en vano es su primer pronunciamiento como Maestro después
del bautismo (3,13-17), de la prueba en el desierto por parte del
diablo (4,1-11) y del llamado que hace a cuatro de quienes serán
sus discípulos (4,18-21).
 Por su posición en el libro, el texto de las Bienaventuranzas
señala el sentido del Evangelio y el mensaje central de la
predicación de Jesús: “el Reino de los Cielos”, así como los
requerimientos para que ese Reino se haga realidad en medio
de los hombres. La ubicación geográfica señalada por Mateo es
también muy importante: la montaña, que recuerda a Moisés y la
alianza en el monte Sinaí. El lugar por excelencia del encuentro
con Dios.

 Lo que introducen las Bienaventuranzas es nada menos que el


cumpli- miento de las promesas de las Escrituras, la renovación
de la alianza con en el Señor, la carta fundacional del nuevo
pueblo de Dios. Jesús es el nuevo Moisés que en la nueva
montaña da a conocer el contenido de la nueva alianza con Dios;
Jesús renueva la ley, ya no una como la israelita, sino como un
camino de felicidad, realización y santificación, para hacer
realidad el Reino de los Cielos entre los hombres.

 Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen


su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la
gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones
y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas
paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones;
anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya
puestas en el corazón de Dios; quedan inauguradas en la vida
de la Virgen María y de todos los santos [Catecismo de la Iglesia
Nº 1717].

 Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad.


Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón
del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único que lo puede
satisfacer: «sólo Dios sacia». La bienaventuranza prometida nos
coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar
nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de
Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no
reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el
poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las
ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino sólo
en Dios, fuente de todo bien y de todo amor.

Se invita a la Pequeña Comunidad que comparta los detalles que la


Palabra de Dios ofrece; las frases que más le impactaron y quedaron
grabadas en la memoria y el corazón. Recordemos que en este primer
momento se busca que la Palabra de Dios resuene, se entienda y
conserve en el corazón; luego se compartirá lo que a cada uno “dice la
Palabra” (meditación).

C. MEDITACIÓN ¿QUÉ NOS DICE LA PALABRA?


Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes
explicaciones y distinciones. Esa reflexión podría ser útil, pero nada es
más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo
de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser
santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-
12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si
alguno de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para
llegar a ser un buen cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario
hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las
bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que
estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas.
Estas palabras de Jesús son la propuesta del camino de todo cristiano
hacia la santificación. El Papa Francisco menciona “La palabra «feliz»
o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa
que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la
entrega de sí, la verdadera dicha” [Gaudete et Exultate Nº 64].

Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin


embargo van muy a contracorriente con respecto a lo que es
costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de
Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de
vida. Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o
superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu
Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del
egoísmo, de la comodidad, del orgullo. [Gaudete et Exultate Nº 65].

Jesús mismo remarca que este camino va a contracorriente hasta el


punto de convertirnos en seres que cuestionan a la sociedad con su
vida, personas que molestan. Jesús recuerda cuánta gente es
perseguida y ha sido perseguida sencillamente por haber luchado por
la justicia, por haber vivido sus compromisos con Dios y con los
demás. Si no queremos sumergirnos en una oscura mediocridad no
pretendamos una vida cómoda, porque «quien quiera salvar su vida la
perderá» (Mt 16,25). No se puede esperar, para vivir el Evangelio,
que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque muchas veces las
ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan en contra
nuestra. San Juan Pablo II decía que «está alienada una sociedad
que, en sus formas de organización social, de producción y consumo,
hace más difícil la realización de esta donación [de sí] y la formación
de esa solidaridad interhumana». En una sociedad así, alienada,
atrapada en una trama política, mediática, económica, cultural e
incluso religiosa que impide un auténtico desarrollo humano y social,
se vuelve difícil vivir las bienaventuranzas, llegando incluso a ser algo
mal visto, sospechado, ridiculizado.

La cruz, sobre todo los cansancios y los dolores que soportamos por
vivir el mandamiento del amor y el camino de la justicia, es fuente de
maduración y de santificación. Aceptar cada día el camino del
Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad.

A la luz de la Palabra de Dios, y la meditación de ella, compartamos:


 ¿Somos conscientes que nuestro llamado cristiano es la
santidad?
 ¿Qué pasos estamos dando para vivir la santidad?
 ¿Qué podemos hacer como Pequeña Comunidad en el camino
de la santidad del Pueblo de Dios?

D. LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO ¿QUÉ DICE LA IGLESIA?


Como complemento al compartir la Palabra, se lee el texto del Papa
Francisco del Ángelus pronunciado el 1 de noviembre de 2020, en la
solemnidad de Todos los Santos.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En esta solemne fiesta de Todos los Santos, la Iglesia nos invita
a reflexionar sobre la gran esperanza, la gran esperanza que se
funda en la Resurrección de Cristo: Cristo ha resucitado y
también nosotros estaremos con Él. Los santos y los beatos son
los testigos más autorizados de la esperanza cristiana, porque la
han vivido plenamente en su existencia, entre alegrías y
sufrimientos, poniendo en práctica las Bienaventuranzas que
Jesús predicó y que hoy resuenan en la liturgia (cf. Mt 5,1-12a).
Las Bienaventuranzas evangélicas son, en efecto, el camino de
la santidad. Me refiero ahora a dos Bienaventuranzas, la
segunda y la tercera.

La segunda es esta: "Bienaventurados los que lloran, porque


ellos serán consolados" (v. 4). Parecen palabras contradictorias,
porque el llanto no es un signo de alegría y felicidad. Motivos de
llanto y de sufrimiento son la muerte, la enfermedad, las
adversidades morales, el pecado y los errores: simplemente la
vida cotidiana, frágil, débil y marcada por las dificultades. Una
vida a veces herida y probada por la ingratitud y la
incomprensión. Jesús proclama bienaventurados a los que lloran
por estas situaciones  y, a pesar de todo, confían en el Señor y
se ponen a su sombra. No son indiferentes ni tampoco
endurecen sus corazones en el dolor, sino que esperan con
paciencia en el consuelo de Dios. Y ese consuelo lo
experimentan ya en esta vida.

En la tercera Bienaventuranza Jesús afirma: "Bienaventurados


los mansos, porque ellos heredarán la tierra" (v. 5). Hermanos y
hermanas ¡la mansedumbre! La mansedumbre es característica
de Jesús, que dice de sí mismo: «Aprended de mí que soy
manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29). Mansos son aquellos
que tienen dominio de sí, que dejan sitio al otro, que lo escuchan
y lo respetan en su forma de vivir, en sus necesidades y en sus
demandas. No pretenden someterlo ni menospreciarlo, no
quieren sobresalir y dominarlo todo, ni imponer sus ideas e
intereses en detrimento de los demás. Estas personas, que la
mentalidad mundana no aprecia, son en cambio preciosas a los
ojos de Dios, que les da en herencia la tierra prometida, es decir,
la vida eterna. También esta bienaventuranza  comienza aquí
abajo y se cumplirá en el Cielo, en  Cristo. La mansedumbre. En
este momento de la vida, también mundial, donde hay tanta
agresividad...Y también en la vida cotidiana, lo primero que sale
de nosotros es la agresión, la defensa. Necesitamos
mansedumbre para avanzar en el camino de la santidad.
Escuchar, respetar, no agredir: mansedumbre.

Queridos hermanos y hermanas, elegir la pureza, la


mansedumbre y la misericordia; elegir confiarse al Señor en la
pobreza de espíritu y en la aflicción; esforzarse por la justicia y la
paz, todo esto significa ir a contracorriente de la mentalidad de
este mundo, de la cultura de la posesión, de la diversión sin
sentido, de la arrogancia hacia los más débiles. Los santos y los
beatos han seguido este camino evangélico. La solemnidad de
hoy, que celebra a Todos los Santos, nos recuerda la vocación
personal y universal a la santidad, y nos propone los modelos
seguros de este camino, que cada uno recorre de manera única,
de manera irrepetible. Basta pensar en la inagotable variedad de
dones e historias concretas que se dan entre los santos y las
santas: no son iguales, cada uno tiene su personalidad y ha
desarrollado su vida en la santidad según su propia personalidad
y cada uno de nosotros puede hacerlo, ir por ese camino.
Mansedumbre, mansedumbre por favor e iremos a la santidad.  

Esta inmensa familia de fieles discípulos de Cristo tiene una


madre, la Virgen María. Nosotros la veneramos con el título de
Reina de todos los Santos, pero es sobre todo la Madre, que
enseña a cada uno a acoger y seguir a su Hijo. Que nos ayude a
alimentar el deseo de santidad recorriendo el camino de las
Bienaventuranzas.

E. ORACIÓN ¿QUÉ NOS HACE DECIR LA PALABRA A DIOS?


Después de un tiempo prudente dedicado a compartir la Palabra, se
invita a colocarse en actitud de oración.

En este momento partimos de la pregunta: ¿Qué decimos nosotros al


Señor como respuesta a su Palabra? La oración como petición,
intercesión, agradecimiento y alabanza, es el primer modo con el que
la Palabra nos cambia. 

Se puede hacer la siguiente del beato Charles Foucauld:

Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,


estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.


Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
Amén.

Se concluye el Encuentro con un Padrenuestro, un Avemaría y un


gloria.

ROSARIO DE LA SANTIDAD

“la santidad no es sino la caridad plenamente vivida. «“Dios es amor y


el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”
(1 Jn 4, 16)”
SANTO ROSARIO
La Santidad

Preparación:

 Con anticipación se dispone el lugar que favorezca el encuentro


y la oración en familia. En lo posible, se recomienda organizar un
altar con una imagen de la Virgen y un cirio.

 La asignación de cada uno de los misterios se hace en


conformidad con la organización que el párroco le haya dado al
Rosario.

 Juntos, en familia, pueden entonar los cantos o prepararlos por


medio de un dispositivo electrónico.

DESARROLLO DEL ROSARIO

CANTO INICIAL A MARÍA

Reunidos en el lugar dispuesto para la oración, el miembro de la


familia que va dirigir el rosario inicia:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

Sigue la monición:

El Papa Benedicto XVI nos dice: “La santidad, la plenitud de la vida


cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en
unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes,
sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la
estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la
fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya.
Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: «Porque a los que
había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de
su Hijo» (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: «Viva será mi vida llena
de ti» (Confesiones, 10, 28).

El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con


claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie
está excluido de ella: «En los diversos géneros de vida y ocupación,
todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del
Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a
cuestas para merecer tener parte en su gloria» (Lumen gentium, n.
41). una vida santa no es fruto principalmente de nuestro esfuerzo, de
nuestras acciones, porque es Dios, el tres veces santo (cf. Is 6, 3),
quien nos hace santos; es la acción del Espíritu Santo la que nos
anima desde nuestro interior; es la vida misma de Cristo resucitado la
que se nos comunica y la que nos transforma.

El catecismo de la Iglesia católica en el # 2015 nos dice: “El


camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia
y sin combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la
ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz
y el gozo de las bienaventuranzas: «El que asciende no termina nunca
de subir; y va paso a paso; no se alcanza nunca el final de lo que es
siempre susceptible de perfección. El deseo de quien asciende no se
detiene nunca en lo que ya le es conocido» (San Gregorio de Nisa, In
Canticum homilia 8).

ORACIÓN A MARÍA

Virgen Madre, toma mi mano y llévame a Jesús. Quiero seguir tus


huellas, pronunciar tus palabras, tener tus mismas actitudes, amar con
tu corazón. Condúceme por el camino que ya has recorrido. Jesús te
ha querido hacer mi Madre para que me enseñes a ir a Él. Tu
presencia tierna de Madre me sostiene en esta constante lucha por
amar a Dios y a los hombres como los amaste tu. Intercede ante Dios
por mí y nunca dejes de ser la Madre que en lo oculto busca mi bien y
lo alcanza de su Hijo. Quédate conmigo, Madre mía, que en ti me
siento seguro.
Amén
A continuación, se enciende el cirio y se reza el Credo.

CREDO

El animador prosigue con las siguientes palabras:

Queridos hermanos, encendida esta luz abramos las puertas de


nuestro corazón de par en par a Dios, para que, con la ayuda del
credo apostólico, podamos comprender, asimilar y vivir los misterios
que nuestra fe profesa. Consideremos cada uno de los artículos de la
fe, para que sigamos acogiendo la nueva vida que el Señor quiere
transmitirnos.

Todos de pie, con la mirada fija en el cirio, profesan la fe:

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

MISTERIOS GLORIOSOS

PRIMER MISTERIO GLORIOSO: LA RESURRECCIÓN DE


NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (Juan 20,1-9)

Intenció
n

Por todas las familias, especialmente la nuestra (mentalmente pensar


en cada uno de los miembros y todas sus necesidades –económicas,
espirituales, de salud, etc.) y todas aquellas que han perdido un ser
querido y sufren por su ausencia, para que con Cristo experimentemos
siempre la victoria de la vida sobre la muerte.

Del Evangelio según San Juan (20, 1 – 9)


“El primer día de la semana, fue María Magdalena de madrugada al
sepulcro cuándo todavía estaba oscuro, y vio que la piedra estaba
retirada del sepulcro. Echó a correr y llegó donde Simón Pedro y el
otro discípulo a quien Jesús quería y les dijo: «Se han llevado del
sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron
Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los
dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que
Pedro, y llegó primero al sepulcro. Al asomarse, vio los lienzos en el
suelo; pero no entró. Detrás llegó también Simón Pedro. Entró en el
sepulcro y vio los lienzos en el suelo, pero el sudario que había
cubierto su cabeza, no estaba junto a los lienzos, sino plegado en un
lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había
llegado el primero al sepulcro; vio y creyó”.

Palabra del Señor

Oración
Señor, sé mi luz y mi dirección para alcanzar la salvación y la vida en
santidad. Amén.

Padrenuestro, diez Avemaría, Gloria y Jaculatoria.

Canto

SEGUNDO MISTERIO GLORIOSO: LA ASCENCIÓN DE JESÚS AL


CIELO (Mc16,19)
Intención

Por todas las familias de nuestra arquidiócesis para que en Jesucristo


amor pleno del Padre, sean permeadas de la gracia y del amor de
nuestro señor para que puedan alcanzar la santidad en la plenitud del
amor.

Del Libro de los Hechos de los Apóstoles (1, 1 – 11)

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue


haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los
apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y
ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles
numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante
cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó: «No se alejen de


Jerusalén; aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que
yo les he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días
ustedes serán bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon
preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de
Israel?» Jesús contestó: «No les toca a ustedes conocer los tiempos y
las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el
Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines
del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la
vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron
dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: - «Galileos, ¿qué
hacen ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que los ha
dejado para subir al cielo volverá como le han visto marcharse.»

Palabra de Dios

Oración

Señor, quiero cambiar mi vida y vivirla diferente, siempre hay tiempo


para intentar cambiar y ser mejor. Saber de ti y conocerte mucho más,
es lo que deseo este día y el resto de mis días. Amén.

Padrenuestro, diez Avemaría, Gloria y Jaculatoria.

Canto

TERCER MISTERIO GLORIOSO: LA VENIDA DEL ESPÍRITU


SANTO SOBRE LA VIRGEN MARIA Y LOS APÓSTOLES

(HCH 2, 1-13)

Intención
Por todos los trabajadores de la Salud, aquellos que trabajan en
hospitales y centros de salud; encomendemos, también, a los
gobernadores, especialmente a las autoridades sanitarias y por toda la
comunidad científica; que, iluminados por el Espíritu Santo, trabajen
con amor y entrega al prójimo y puedan en su vocación alcanzar la
santidad en medio de su cotidianidad.

Del Libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 1 – 11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo


lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga
de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban.
Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que
descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas,
según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos
piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este
ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno
los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor
decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos?
¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua?

Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en


la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia
y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma,
judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en
nuestras lenguas las maravillas de Dios.»

Palabra de Dios

ORACIÓN
Ayúdanos, Oh Virgen María. Ruega para que tu Hijo nos conceda la
gracia de acoger la vida del Espíritu Santo dentro de nosotros, para
que, así como tú, nosotros podamos encarnar la Palabra de Dios en
todo lo que hacemos. Con los dones del Espíritu Santo, haz que
nuestro sí, a semejanza del tuyo, ¡pueda proclamar la grandeza del
Señor; nuestro espíritu pueda regocijarse en Dios, nuestro Salvador.
Amén.

Padrenuestro, diez Avemaría, Gloria y Jaculatoria.

Canto

CUARTO MISTERIO: CUARTO MISTERIO GLORIOSO: LA


ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA AL CIELO.

Intención

Por todos los que experimentan en este momento la soledad, tristeza,


depresión o se encuentran confundidos; por todos aquellos que están
faltos de amor y caridad. Por todos los que viven alejados del
encuentro de Dios para que deseen y anhelen llegar a la santidad.
Qué María guíe sus pasos, para que puedan, en medio de las diversas
situaciones, contemplar el amor misericordioso del Señor y sean
transfigurados sus corazones para llegar a la intimidad del Padre

Del Evangelio según San Lucas (1, 46 – 55)


«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el


Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo


había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

Palabra de Dios

Oración

Virgen María, tú que buscaste la ayuda de Jesús en las bodas de


Caná, ayúdanos a confiar en tu poderosa intercesión ante quien está
sentado a la diestra del Padre. Virgen María, en Ti confiamos las
necesidades de los pobres, los desplazados, los indígenas, las
necesidades de todas las personas y de la Tierra misma, que nos
ofrece la vida de acuerdo a las leyes de Dios. Amén.

Canto
QUINTO MISTERIO: LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN MARIA,
COMO REINA UNIVERSAL DE TODO LO CREADO (Ap. 12, 1-17)

Intención
Por todos los sacerdotes y religiosos del mundo entero y por el
descanso de las benditas almas del purgatorio.

Del libro del Apocalipsis (12, 1)

«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la
luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza»

Palabra de Dios

Oración

Padre, siempre bendecido, glorificado y alabado en mi vida pobre y


sencilla, no siempre recta ni perfecta, tantas veces incoherente y tibia,
pero que trata bajo el manto protector de María, con la fuerza de los
dones del Espíritu Santo y de la compañía de Jesucristo
aspirar a la santidad.
Amén.

Padrenuestro, diez Avemaría, Gloria y Jaculatoria.


VEN, ESPÍRITU SANTO

Pidamos al Señor que su Espíritu intensifique su Presencia y acción


en nosotros y en toda la Iglesia, y nos llene de sus dones.

Respondamos: VEN, ESPÍRITU SANTO.

1. Espíritu de santidad, transforma nuestra vida para que nuestras


actividades estén consagradas al Padre y dedicadas al bien de los
demás.

2. Espíritu de vida, ayúdanos a crecer en la vida de Dios y en la fe


recibidas en el Bautismo, para que vivamos nuestro cristianismo de
forma más consciente, personal, libre y responsable.

3. Espíritu de la Verdad, ilumina nuestra mente y corazón, para poder


descubrir la verdad profunda de Jesús y su Evangelio, y la verdad
oculta que hay en la Creación, en las ciencias y artes, en nosotros
mismos, en cada persona, en todo acontecimiento.

4. Espíritu de alegría, danos entusiasmo y gozo para seguir a Jesús, y


vivir como ÉL nos enseñó y vivió.

5. Espíritu de fortaleza, infunde vigor a nuestro espíritu, para poder


superar la tentación, y ser fuertes en la fe frente a las dificultades de la
vida.

6. Espíritu del testimonio, danos valentía, para ser testigos de Jesús


resucitado, sin cobardías, y para dar razón de nuestra fe, con nuestras
buenas obras y palabras.
7. Espíritu que ora desde nuestro interior, enséñanos a acudir al Padre
con la confianza de un hijo, y auméntanos la amistad con Jesús,
nuestro hermano.

8. Espíritu de amor, llena de ternura nuestro corazón para saber amar a


Dios por encima de todo, y para amar a los demás como a nosotros
mismos.

9. Espíritu de paz, alienta nuestro compromiso de construir, ya desde


ahora, una sociedad más pacífica, justa y fraterna. Derrama, Señor,
sobre nosotros, la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos
cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de Ti con nuestras
obras.

Fieles a la recomendación del Señor digamos:

Padrenuestro…….,

Salve

Oración final

Dios todopoderoso y eterno,


que nos concedes experimentar la “comunión de los Santos”
te rogamos que, por las súplicas de tantos intercesores,
derrames sobre nosotros la ansiada plenitud de tu misericordia y los
dones en orden a la santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Para finalizar, quien preside dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

HORA SANTA

1. Canto y Exposición del Santísimo Sacramento


Me llamaste Jesucristo.

2. Invocación inicial y oración al Espíritu Santo


Canto: Espíritu Santo, yo te necesito.

3. Primer momento: llamados a la Santidad en la Familia

Nos dice el Papa Francisco: “cuiden su vida espiritual, su


relación con dios, porque esa es la base de todo lo que hacemos
y de todo lo que somos”.
“Descansar en la oración es muy importante para las familias.
Cuando aprendemos a rezar, lo hacemos en familia. No olviden
que cuando la familia reza unida, permanece unida. Esto es
importante”.
“Siento mucho amor por San José́ , porque es un hombre de
silencio y fortaleza. en mi mesa tengo una imagen de San José
durmiendo. incluso cuando está dormido, está cuidando la
iglesia. ¡Sí! Sabemos que puede hacerlo. así que, cuando tengo
un problema, una dificultad, escribo una pequeña nota y la
coloco debajo de San José, para que pueda soñar con eso. en
otras palabras, le pido que rece por eso.”
Como cristianos, ustedes también reciben el llamado, al igual
que José, de ofrecerle un hogar a Jesús. Deben ofrecerle un
hogar en sus corazones, sus familias, sus parroquias y sus
comunidades.

o Oración por las familias (la hace una persona de la


comunidad)
Canto: Bendecid, Oh Señor, las familias, amén.

4. Segundo Momento: llamados a la Santidad en el Trabajo

“El trabajo, está en el corazón de la misma vocación dada por


Dios al hombre… para prolongar su acción creativa y realizar, a
través de su libre iniciativa y su juicio, un dominio sobre otras
criaturas”. Dominio “que no se traduce en una esclavitud
despótica, sino en armonía y respeto”.
Si bien el Señor nos habla de modos muy variados en medio de
nuestro trabajo, a través de los demás, y en todo momento, no
es posible prescindir del silencio de la oración detenida para
percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de
las inspiraciones que creímos recibir, para calmar las ansiedades
y recomponer el conjunto de la propia existencia a la luz de Dios.
Así podemos dejar nacer esa nueva síntesis que brota de la vida
iluminada por el Espíritu.

o Oración de acción de gracias por el propio trabajo y de


petición por aquellos que no lo tienen. (la hace una
persona de la comunidad)
Canto: Danos un corazón (hombres nuevos)

5. Tercer momento: la Santidad en la Comunidad


La comunidad está llamada a crear ese «espacio teologal en el
que se puede experimentar la presencia mística del Señor
resucitado». Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía
nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad
santa y misionera. Esto da lugar también a verdaderas
experiencias místicas vividas en comunidad, como fue el caso de
san Benito y santa Escolástica, o aquel sublime encuentro
espiritual que vivieron juntos san Agustín y su madre santa
Mónica: «Cuando ya se acercaba el día de su muerte ―día por ti
conocido, y que nosotros ignorábamos―, sucedió, por tus
ocultos designios, como lo creo firmemente, que nos
encontramos ella y yo solos, apoyados en una ventana que daba
al jardín interior de la casa donde nos hospedábamos [...]. Y
abríamos la boca de nuestro corazón, ávidos de las corrientes de
tu fuente, la fuente de vida que hay en ti [...]. Y mientras estamos
hablando y suspirando por ella [la sabiduría], llegamos a tocarla
un poco con todo el ímpetu de nuestro corazón [...] de modo que
fuese la vida sempiterna cual fue este momento de intuición por
el cual suspiramos»
o Oración por las Pequeñas Comunidades y por la
Comunidad Parroquial (la hace una persona de la
comunidad)
Canto: Hasta la locura

6. Cuarto momento: por la Santificación de los Sacerdotes


Llevar a Dios a los hombres es la misión esencial del sacerdote,
misión que el ministro sagrado ha sido capacitado para realizar porque
él, que ha sido elegido por Dios, vive con él y para él.
"Los primeros promotores del discipulado y de la misión son aquellos
que han sido llamados "para estar con Jesús y ser enviados a
predicar" (Mc 3, 14)... El sacerdote debe ser ante todo un "hombre de
Dios" (1 Tm 6, 11) que conoce a Dios directamente, que tiene una
profunda amistad personal con Jesús, que comparte con los demás
los mismos sentimientos de Cristo (cf. Flp 2, 5). Sólo así el sacerdote
será capaz de llevar a los hombres a Dios, encarnado en Jesucristo, y
de ser representante de su amor"
o Oración por los sacerdotes (la hace una persona de la
comunidad)
Canto: Qué detalle, Señor, has tenido conmigo.

6. Letanías finales y bendición con el Santísimo.


Canto final: Cantemos al amor de los amores.

ENCUENTRO LÚDICO FAMILIAR (AGAPE)

PEQUEÑAS COMUNIDADES DE PAREJA

SANTIDAD

1. ORACION
Ala hora indicada y, privilegiando que la mayoría de los
miembros de la familia estén presente, se busca un lugar
adecuado y se inicia con un momento de oración:
- Invocación del Espíritu Santo, con esta u otra oración:
“Ven Espíritu Santo, llena los corazones de nosotros, tus
fieles, y enciende en ellos la llama de tu amor. Envía tu
Espíritu y se hará una nueva creación. Y renovarás la faz de
la tierra”.
- Lectura bíblica: Filipenses 4,4-7
¿A qué nos invita la Palabra?
-subrayemos el hecho de que esta exhortación del apóstol
Pablo nos invita a no entristecernos frente a la adversidad,
sino a colocar todo en las manos de Dios con súplicas y
también dando gracias.
Démosle gracias a Dios por las bendiciones que hemos
recibido de Él.
- Cada uno expresa su gratitud a Dios y todos se unen
diciendo: Gracias, Señor, Gracias!!
- Se culmina este momento rezando un Padre Nuestro
-

2. DINAMICA DEL RECUERDO


LA vida humana es dramática, en el sentido de que pasa por
muchos altos y bajos y está llena de diferentes emociones. Así,
en nuestra historia familiar, hemos pasado por momentos muy
significativos y de gratos recuerdos. Pero también por
dificultades que no queremos recordar o que al recordarlas
agradecemos el hecho de haberlas superado. Muchos de esos
momentos vividos han quedado plasmados en videos o
fotografías contenidas en álbumes. A continuación les
proponemos desempolvar esos álbumes y detenernos en
algunas de esas fotografías que consideremos más
significativas. Tratemos de recordar todo lo que hay detrás de
ciertas fotografías claves: ¿Que día fue? ¿Quién estuvo allí?
¿Quién me llevó a ese sitio? ¿Quién tomo la foto? ¿Como me
sentía? ¿Como me siento ahora?
La idea es que cada uno ubique al menos tres o cuatro
fotografías y luego se van turnando y comparten. Es un buen
momento para que los hijos o nietos se enteren de cosas que
ignoraban o para recordar anécdotas.
3. MERIENDA:
Se culmina este momento compartiendo una merienda fría, ojalá
preparada de antemano. Puede estar acompañada de un fondo
musical que a todos agrade.

También podría gustarte