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TEMPRANA
Trastornos del DSM-V
En el DSM-V aparece una gran variedad de trastornos, sin embargo la Intervención Temprana se centra en aquellos
que suelen aparecer ya en edades tempranas, sobre todo aquellos que tienen que ver con el neurodesarrollo
(espectro autista, TDAH, trastornos motores, dificultades del aprendizaje, trastornos del lenguaje…)
En este tema, vamos a prestar atención a aquellos trastornos del desarrollo a los que la Atención Temprana no
presta demasiada atención por el hecho de que no se presentan en las edades comprendidas entre 0 y 6 años,
aunque sí que pueden presentar cierta sintomatología Ej. No aparece el abuso de sustancias en un niño; no aparece
la esquizofrenia en un niño; disfunciones sexuales en niños; trastornos de la personalidad…
Las dificultades emotivo-relacionales en la infancia y adolescencia han sido clasificadas en dos patrones básicos:
externalizantes o internalizantes:
- Exteriorización: que suele incluir problemas relacionados con hiperactividad, agresividad, delincuencia u otros
problemas.
- Interiorización: que incluye problemas relacionados con depresión, incomunicación, obsesión-compulsión,
quejas somáticas, aislamiento social o esquizofrenia.
Definición y conceptualización
Un trastorno de conducta o comportamiento son aquellas conductas que conllevan la alteración de las normas
establecidas (peleas, hurtos, agresiones, mentiras…) y que se dirigen contra los demás. Incluyen típicamente:
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros,
las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia en los doce últimos
meses de por lo menos tres de los quince criterios siguientes en cualquiera de las categorías siguiente,
existiendo por lo menos uno en los últimos seis meses:
o Agresión a personas y animales
A menudo acosa, amenaza intimida a otros.
A menudo inicia peleas.
Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros. Ej. un bastón, un ladrillo, una
botella rota, un cuchillo, un arma…
Ha ejercido la crueldad física contra personas.
Ha ejercido la crueldad física contra animales.
Ha robado enfrentándose a una víctima. Ej. atraco, robo de un monedero, extorsión…
Ha violado sexualmente a alguien
o Destrucción de la propiedad
Ha prendido fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.
Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio del fuego).
o Engaño o robo
Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.
A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones. Ej. “engaña” a
otras personas.
Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentarse a la víctima. Ej. hurto en una tienda sin
violencia ni invasión, falsificación…
o Inclumplimiento grave de las normas
A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando antes de
los 13 años.
Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar
de acogida, por lo menos dos veces o una vez si estuvo ausente durante un tiempo
prolongado.
A menudo falta a la escuela, empezando antes de los 13 años.
B. El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas del
funcionamiento social, académico o laboral.
C. Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios del trastorno de la personalidad
antisocial.
La delimitación del trastorno de conducta como problema se da según la frecuencia, intensidad y edad o por
consecuencias incontrolables para los padres y contactos con sistemas judiciales. Por ello, se debe especificar si:
- Tipo de inicio infantil: los individuos muestran por lo menos un síntoma característico del trastorno de
conducta antes de los 10 años.
- Tipo de inicio adolescente: los individuos no muestran ningún síntoma característico del trastorno de
conducta antes de cumplir los 10 años.
- Tipo de inicio no especificado: se cumplen los criterios el trastorno de conducta, pero no existe suficiente
información disponible para determinar si la aparición del primer síntoma fue anterior a los 10 años de edad.
Además, también aparecen evolutivamente diferencias por sexos. Hay una cierta estabilidad en la posición respecto
al grupo. También son problemáticas en función de características de frecuencia, intensidad y consecuencias.
Además, la búsqueda de ayuda profesional es un indicador más del trastorno. Depende del nivel de ansiedad y
estrés de los padres, de la falta de ayuda externa, de sobrecarga familiar y de situaciones de estrés.
Los Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y la conducta, que conllevan problemas de autocontrol,
comportamiento y de las emociones son:
La presentación en que se da el trastorno también puede influir en su desarrollo, esta puede ser individual o grupal.
Además, según las conductas predominantes el paciente se puede clasificar como: agresor-ladrón; y sus conductas
como: manifiestas o encubiertas.
Los datos de prevalencia indican que entre un 2 y un 6% de la población presenta un trastorno de la conducta.
Apuntan que son más frecuentes en chicos y en el inicio de la adolescencia. También se dan diferencias por sexos
en cuanto a la edad de inicio y por el tipo de problemas que aparecen: en los chicos suele aparecer entre los 8 y 10
años mostrando conductas externas; mientras que en las chicas se suele presentar entre los 13-16 años, mostrando
conductas internas y sexuales.
Factores de riesgo
Algunos factores de riesgo personales que pueden conllevar a un trastorno de la conducta son:
- Genético: buenos predictores de conducta antisocial son el nivel previo de los padres a la misma edad o
incluso conducta antisocial de los abuelos (masculinos)
- Prácticas disciplinarias duras e inconsistentes: faltan reglas de relación, modelos agresivos y autoritarios,
falta de supervisión, baja calidad de la interacción padres-hijos o familias rotas o separadas…
- Patología psiquiátrica e los padres y conducta delictiva: alcoholismo
- Orden en el nacimiento: no hay tantas evidencias sobre esto, pero algunos estudios avalan que los hermanos
intermedios son los que tienen más probabilidad de presentarlos, sin embargo, esto también depende de
factores familiares y económicos.
En cuanto al ámbito escolar, también abarca ciertos factores de riesgo, ya que algunos factores relacionados con la
escuela también predicen este tipo de conductas: ratio de interacción maestro-alumno, condiciones físicas… Éstas
varían con la edad del niño y con el sexo.
Por otro lado, existen factores de riesgo que tienen que ver con los factores de protección: primogénitos, afectuosos,
nivel de autocontrol y autoestima, apoyos fuera de la familia…
Las teorías activas ponen el énfasis en los impulsos internos. Entre ellas encontramos las teorías psicoanalíticas y
etológicas. Las teorías psicoanalíticas hablan de la agresión como fruto del instinto de la muerte, que se basa en un
modelo hidráulico, el cual llega un momento que no aguanta la presión y surge hacia fuera. En cambio, las teorías
etológicas (Lorenz, Tinbergen, Storr, Hinde) parten de la idea de que la agresión es un mecanismo adaptativo innato
y puede aparecer en cualquier momento. Mantienen también un modelo hidráulico.
A diferencia de las teorías activas, las teorías reactivas ponen el papel de la agresión en el entorno, ante el que el
sujeto reacciona de alguna manera. La Teoría del Impulso propone explicar la agresión como una respuesta a la
frustración experimentada. Ésta encaja bien con los datos de niños agresivos en los que se encuentran conductas
punitivas de castigo. Mientras, la Teoría del Aprendizaje Social parte de la base de que las conductas agresivas
pueden aprender por modelado o imitación. Albert Bandura considera que la conducta agresiva se puede mantener
por reforzamiento, además afirma que la frustración (obstrucción, omisión o demora del refuerzo, retirada de
recompensas o estímulos punitivos) pueden facilitar la aparición de conductas agresivas, no obstante, únicamente
aparecen cuando previamente han sido aprendidas. Este autor también afirma que la frustración genera el
desencadenante, pero el resultado depende del aprendizaje.
La respuesta agresiva surge como respuesta a una situación conflictiva en la que el niño se encuentra:
- Problemas de relación social con otros niños o con los adultos (acceso al refuerzo).
- Problemas con los adultos por no cumplir las órdenes que ellos le dan.
- Problemas con los adultos cuando estos les castigan por no haber satisfecho sus órdenes.
- Modelamiento: el niño está expuesto a multitud de modelos que logran sus objetivos mediante conductas
agresivas. Ej. Si cada vez que un padre discute con su jefe, éste le pega una paliza, el niño que lo observa
aprende esas conductas de su modelo.
- Reforzamiento: positivo, negativo, directo o vicario, para modificar su conducta. Ej. premiar a su hijo por
haber insultado a otro niño.
Por otro lado la conducta agresiva se mantiene, sobre todo se puede mantener por medio de procesos de
reforzamiento: cambio de normas, recursos materiales, control y sometimiento de los demás, terminar con la
provocación, eliminar barreras físicas que retrasan la consecución de algo, todo ello con aprobación y admiración de
los demás. La conducta agresiva se podría mantener también por medio del refuerzo positivo de la conducta agresiva
prestando atención por parte de los adultos. A veces, hay ciertos factores situacionales como la familia o el ambiente
sociocultural amplio (el barrio) que favorecen la conducta agresiva.
Diagnóstico y evaluación
Los principales métodos utilizados para el diagnóstico y la evaluación de un Trastorno de Conducta son:
Los procedimientos operantes en las intervenciones de Trastorno de Conducta se basan sobre todo en:
Existen algunos problemas asociados al castigo: genera un mal estilo interactivo con el profesor, dificulta el
aprendizaje, cuando el niño se acostumbra pierde efectividad, solo funciona cuando el castigador está presente y
puede actuar como un modelado negativo.
- Entrenamiento de la resolución de problemas, basadas en los déficits cognitivos que pueden presentar estos
niños:
o En búsqueda de soluciones alternativas.
o En medios fines.
o En pensar consecuencias.
o Pensar causas.
o Sensibilidad a los problemas interpersonales.
- Entrenamiento conductual a padres, junto con los que se establecen los objetivos del programa:
o Plantear normas claras.
o Reforzar las conductas positivas.
o Poner castigos suaves.
o Negociar acuerdos.
- Tratamientos basados en la comunidad:
o Enfoques amplios y mezclando numerosas técnicas.
o Intentan implementar conductas prosociales en el mismo contexto comunitario en que se producen.
o Resultados iniciales por evaluar.
Se entiende por trastorno negativista desafiante aquel patrón de conducta estable que va más allá de lo esperado
para el grupo de edad al que pertenece el niño y que suele implicar conductas como:
- No iniciar las conductas solicitadas por un adulto en un periodo de tiempo razonable tras su petición.
- Cuando responden dentro del plano de tiempo adecuado, no persisten en la conducta solicitada.
- No responden a las reglas de conducta previamente señaladas.
Se entiende también que puede adoptar formas “pasivas”, cuando el niño únicamente no responde, o formas
“desafiantes” cuando estas conductas van acompañadas de verbalizaciones negativas, hostilidad, resistencia física,
etc.
Representan un problema porque se asocian a otros problemas en la adolescencia y en la vida adulta (trastorno
disocial y trastorno antisocial de la personalidad).
Estas conductas aparecen en varios entornos (casa, escuela, lugares públicos…, dependiendo de la gravedad del
trastorno) y se manifiestan preferentemente ante personas conocidas.
A. Un patrón de enfado/irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis
meses, que se manifiesta por lo menos con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que
se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea su hermano.
a. Enfado/irritabilidad
i. A menudo pierde la calma.
ii. A menudo está susceptible o se molesta con facilidad.
iii. A menudo está enfadado y resentido.
b. Discusiones/actitud desafiante:
i. Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los
adolescentes.
ii. A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de
autoridad o normas.
iii. A menudo molesta a los demás deliberadamente.
iv. A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento.
c. Vengativo
i. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
Se debe considerar la persistencia y la frecuencia de estos comportamientos para distinguir los que se
consideren dentro de los límites normales, de los sintomáticos. En los niños menores de 5 años, el
comportamiento debe aparecer casi todos los días durante un periodo de seis meses por lo menos, a menos
que se observe otra cosa. Mientras que en los niños mayores o de 5 años, el comportamiento debe aparecer
por lo menos una vez por semana durante al menos seis meses, a menos que se observe otra cosa.
- Leve: los síntomas se limitan a un entorno. Ej. en casa, en la escuela, en el trabajo, con los compañeros…
- Moderado: algunos síntomas aparecen en dos entornos por lo menos.
- Grave: algunos síntomas aparecen en tres o más entornos.
En resumen, la característica principal del trastorno negativista desafiante es un patrón frecuente y persistente de
enfado/irritabilidad y discusiones/actitudes desafiantes o vengativas, que pueden estar unidas a un único entorno y en
los casos más graves, a varios. El umbral diagnóstico es de 4 o más síntomas dentro de los 6 meses precedentes. La
persistencia y frecuencia de los síntomas debe exceder aquello que es normativo para el individuo según su edad,
género y cultura. Se debe dar un patrón de interacciones problemáticas con otros. Por último, los individuos con este
trastorno no suelen considerarse ellos mismos como enfadados, negativistas o desafiantes.
Prevalencia y curso
Los datos de prevalencia nos indican que el Trastorno negativista desafiante aparecen entre un 1 y un 11% de la
población, suele estar presente antes de los 8 años y nunca se inicia después de la adolescencia. Antes de los 8
años es más frecuente en varones, quienes además manifiestan más conductas externalizantes. En la adolescencia,
se equiparan las cifras entre sexos.
En los años preescolares son frecuentes las conductas desafiantes y oposicionistas, pero la mayor parte de ellas
pueden remitir en la edad escolar. No obstante, los niños con este problema frecuentemente muestran un exceso de
actividad, muestran reactividad externa y dificultad para calmarse.
En cuanto a la Comorbilidad, el trastorno aparece asociado con una alta frecuencia al trastorno por déficit de atención
e hiperactividad. En ocasiones evoluciona a trastorno disocial en la adolescencia (el 80% de los adolescentes con
trastorno disocial presentan este problema en la infancia. No obstante, es un trastorno menos grave que el disocial y
no suele incluir agresión hacia personas, robos, engaños o destrucción de la propiedad.
Las teorías explicativas indican que los factores de riesgo, unidos a conductas de modelado pueden explicar
inicialmente el inicio de las conductas de oposición.
Evaluación
- Diagnóstico.
- Determinar la gravedad del problema.
- Establecer una línea base pretratamiento.
- Determinar los factores ambientales responsables del mantenimiento de la misma.
Tratamiento
El tratamiento del trastorno negativista desafiante responde a principios similares a los de la conducta antisocial,
sobre todo en lo relativo al manejo de consecuentes y al entrenamiento de padres por medio de programas que
parten de principios similares.
A. Arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta de control de los impulsos de agresividad,
manifestada por una de las siguientes:
a. Agresión verbal: berrinches, diatribas, disputas verbales o peleas, o agresión física contra la
propiedad, los animales u otros individuos, en promedio dos veces por semana, durante un periodo
de tres meses. La agresión física no provoca daños ni destrucción de la propiedad, ni provoca
lesiones físicas a los animales ni otros individuos.
b. Tres arrebatos en el comportamiento que provoquen daños o destrucción de la propiedad o agresión
física con lesiones a animales u otros individuos, sucedidas en los últimos doce meses.
B. La magnitud de la agresividad expresada durante los arrebatos recurrentes es bastante desproporcionada
con respecto a la provocación o cualquier factor estresante psicosocial desencadenante.
C. Los arrebatos agresivos recurrentes no son premeditados (es decir, son impulsivos, o provocaos por la ira) ni
persiguen ningún objetivo tangible (ej. dinero, poder, intimidación…)
D. Los arrebatos agresivos recurrentes provocan un marcado malestar en el individuo, alteran su rendimiento
laboral o sus relaciones interpersonales, o tienen consecuencias económicas o legales.
E. El individuo tiene una edad cronológica de seis años por lo menos (o un grado de desarrollo equivalente).
F. Los arrebatos agresivos recurrentes no se explican mejor por otro trastorno mental (ej. trastorno depresivo
mayor, trastorno bipolar, trastorno de desregularización disruptiva del estado de ánimo, trastorno psicótico,
trastorno de la personalidad antisocial, trastorno de la personalidad límite), ni se pueden atribuir a otra
afección médica (traumatismo craneoencefálico, Alzheimer…), ni a los efectos fisiológicos de alguna
sustancia (ej. drogadicción, medicación…). En los niños de edades comprendidas entre los 6 y 18 años, a un
comportamiento agresivo que forme parte de un trastorno de adaptación no se le debe asignar este
diagnóstico.
Los arrebatos agresivos impulsivos (o basados en la ira) del trastorno explosivo intermitente presentan un inicio
rápido. Los arrebatos suelen durar menos de 30 minutos y se producen frecuentemente como respuesta a una
pequeña provocación por parte de un amigo íntimo o una persona cercana. En este trastorno, los arrebatos son
desproporcionados.
Prevalencia
Los datos de prevalencia indican que, en Estados Unidos este trastorno se presenta en cerca de un 2.7% de la
población. El trastorno explosivo intermitente es más prevalente en las personas más jóvenes ( ej. menores de 35-40
años) que en los individuos de más edad. Además, suele aparecer, en su mayoría, en individuos con estudios no
superiores. Es frecuente en la infancia tardía o la adolescencia y raramente se da por primera vez después de los 40
años.
Problemas internalizantes
Los problemas internalizantes son aquellos relacionados con la ansiedad, la angustia, el miedo que suelen aparecer
normalmente en trastornos como: la ansiedad patológica (intensa, interfiere en el individuo y crónica), trastornos
fóbicos (fobias específicas, fobia escolar, trastorno de evitación), trastornos de ansiedad sin evitación fóbica
(ansiedad por separación, ansiedad generalizada…) y otros trastornos de ansiedad (TOC).
Miedo
El miedo es un mecanismo adaptativo ya que éste es una señal de que existe cierto peligro. Éste aparece en todos
los niños y no implican un retraso en el desarrollo, además desaparecen a una edad determinada. Lo que resalta la
importancia de la dimensión cognitiva que permite generar y anticipar.
Desde su enfoque etiológico, Bowlby (1993) mencionó los principales miedos que existen a diferentes edades:
Fobia
Según Marks (1991) la fobia implica la existencia de un miedo excesivo, un miedo irracional. El miedo es
desproporcionado respecto a la situación del peligro que lo genera, por ello, se acepta como irracional. Es resistente
a argumentos. Estos miedos son involuntarios, pues no están sujetos al control de la persona temida. Todo esto, lleva
a que el paciente evite la situación que teme. Además, no se corresponden con el periodo evolutivo. Por otro lado, en
este caso, el miedo es desadaptativo y puede persistir durante largos periodos de tiempo.
- Motor-conductual:
o Lloros, rabietas, paralización, agarrándose a alguien que le de seguridad…
o Fobias sociales: lloros, tartamudeo, parálisis de brazos, aferramiento a familiares cercanos…
mutismo y evitación de contactos.
o Conductas de escape y evitación.
Existen diferentes tipos de fobias: las fobias específicas (a algo en concreto, animales, escuela, plumas…), las fobias
sociales (evaluación, hablar en público, acudir a reuniones…), agorafobia (miedo al exterior) y el trastorno de
ansiedad por separación (que se remiten en un periodo de 1-4 años por medio de la maduración y exposición).
A. Miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (ej. volar, alturas, animales, administración de
una inyección, ver sangre…).
En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados o aterrarse.
A. Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible
examen por parte de otras personas. Algunos ejemplos de las interacciones sociales son: mantener una
conversación, reunirse con personas extrañas…), ser observado (ej. comiendo o bebiendo) y actuar delante
de otras personas (ej. dar una charla).
En los niños, la ansiedad se puede producir en la reuniones con individuos de su misma edad y no solamente
en la interacción con adultos.
B. El individuo tiene miedo a actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad que se valoren
negativamente (es decir, que lo humillen o avergüencen, que se traduzca un rechazo o que ofenda a otras
personas).
C. Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad.
En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados, aferrarse,
encogerse o el fracaso de hablar en situaciones sociales.
Se debe especificar si: es sólo cuando se da una actuación, es decir, que el miedo se limita a hablar o actuar en
público o hacen referencia a casi todas las situaciones sociales.
A. Miedo o ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del individuo concerniente a su
separación de aquellas por las que siente apego, puesta de manifiesto por al menos tres de las siguientes
circunstancias:
a. Malestar excesivo y recurrente cuando se prevé o se vive una separación del hogar o de las figuras
de mayor apego.
b. Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las figuras de mayor apego o de que
puedan sufrir un posible daño, como una enfermedad, daño, calamidades o muerte.
c. Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso (ej.
perderse, ser raptado, tener un accidente, enfermar) cause la separación de una figura de gran
apego.
d. Resistencia o rechazo persistente a salir, lejos de casa, a la escuela, al trabajo o a otro lugar por
miedo a la separación.
e. Miedo excesivo y persistente a resistencia a estar solo o sin las figuras de mayor apego en casa o en
otros lugares.
f. Resistencia o rechazo persistente a dormir fuera de casa o dormir sin estar cerca de una figura de
gran apego.
g. Pesadillas repetidas sobre el tema de la separación.
h. Quejas repetidas de síntomas físicos (ej. dolor de cabeza, dolor de estómago, náuseas, vómitos…)
cuando se produce o se prevé la separación de las figuras de mayor apego.
B. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, dura al menos cuatro semana en niños y adolescentes y
típicamente seis o más en adultos.
C. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, académico, laboral u otras
áreas importantes del funcionamiento.
D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como rechazo a irse de casa por resistencia
excesiva al cambio en trastorno del espectro autista, delirios o situaciones concernientes a la separación en
trastornos psicóticos, rechazo a salir sin alguien de confianza en la agorafobia, preocupación por una salud
enfermiza u otro daño que pueda suceder a los allegados u otros significativos en el trastorno de ansiedad
generalizada, o preocupación por padecer una enfermedad en el trastorno de ansiedad por enfermedad.
a. Comportamientos (ej. lavarse las manos, ordenar, comprobar las cosas) o actos mentales (ej. rezar,
contar, repetir palabras en silencio…) repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión
o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de una manera rígida.
b. El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o disminuir la ansiedad o el
malestar, o evitar algún suceso o situación temida; sin embargo, estos comportamientos o actos
mentales no están conectados de una manera realista con los destinados a neutralizar o prevenir, o
bien resultan claramente excesivos.
Los niños de corta edad pueden no ser capaces de articular los objetivos de estos comportamientos o actos
mentales.
B. Las obsesiones o compulsiones requieren mucho tiempo (ej. ocupan más de una hora diaria) o causan
malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del
funcionamiento.
C. Los síntomas obsesivo-compulsivos no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia ( ej.
droga o medicamento) o a otra afección médica.
D. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental (ej. preocupaciones excesivas,
como el trastorno de la ansiedad generalizada; preocupación por el aspecto, como en el trastorno dismórfico
corporal; dificultad de deshacerse o renunciar a las posesiones, como en el trastorno de acumulación;
arrancarse el pelo, como en la tricotilomanía; rascarse la piel, como en el trastorno de la excoriación;
esterotipias, como en el trastorno de movimientos estereotipados; comportamiento alimentario ritualizado,
como en los trastornos de la conducta alimentaria; problemas con sustancias o con el juego, como en los
trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos; preocupación por padecer una enfermedad,
como en el trastorno de ansiedad por enfermedad; impulsos o fantasías sexuales, como en los trastornos
parafílicos; impulsos como en los trastornos disruptivos del control de los impulsos y de la conducta;
rumiaciones de culpa, como en el trastorno de depresión mayor; inserción de pensamientos o delirios, como
en la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos; o patrones de comportamiento repetitivo, como en los
trastornos del espectro autista).
- Con introspección buena o aceptable: el sujeto reconoce que las creencias del TOC son claramente o
probablemente no ciertas, o que pueden ser ciertas o no.
- Con poca introspección: el sujeto piensa que las creencias del TOC son probablemente ciertas.
- Con ausencia de introspección o con creencias delirantes: el sujeto está completamente convencido de que
las creencias del TOC son ciertas.
También se debe especificar si el sujeto tiene una historia reciente o antigua de un trastorno de tics.
A. Fracaso constante para hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar
(ej. en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.
B. La alteración interfiere en los logros educativos o laborales, o en la comunicación social.
C. La duración de la alteración es como mínimo de un mes (no limitada al primer mes de escuela).
D. El fracaso para hablar no se puede atribuir a la falta de conocimientos o a la Comorbilidad con el lenguaje
hablado necesario en la situación social.
E. La alteración no se explica mejor por un trastorno de comunicación (ej. trastorno de fluidez de inicio en la
infancia (tartamudeo)) y no se produce exclusivamente durante el curso de un trastorno del espectro autista,
la esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
Estos trastornos son más frecuentes en niñas que en niños, salvo el TOC que es más común en niños. Los datos de
prevalencia indican que:
Las fobias simples y el trastorno de ansiedad por separación suele aparecer en niños, mientras que la fobia social y
el trastorno de ansiedad generalizada aparece más en la adolescencia.
Curso
Las fobias específicas se pueden remitir de manera natural o incrementarse por factores ambientales. Por otro lado,
el Trastorno de Ansiedad por Separación suele aparecer en la edad preescolar, pero puede aparecer a los 18-20
años, relacionado con los acontecimientos vitales o cambios en el desarrollo. El trastorno de ansiedad generalizada
puede estar presente toda la vida, pero se puede iniciar en la segunda infancia y reactivarse en la vida adulta. Por
último, el TOC aparece en chicos de 6-15 años y en mujeres entre los 20-29 años.
Tratamiento
Wolpe (1995) propone introducir respuestas incompatibles con la de ansiedad: relajación, comer o jugar.
La implosión, inundación o explosión son útiles para algunos miedos y se pueden administrar también por imágenes.
- Fármacos: benzodiacepinas.
- Tratamientos cognitivo-conductuales: solución de problemas, terapia cognitiva, autoinstrucciones…
- Técnicas de prevención de respuesta.