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Como ya se ha mencionado, la delincuencia juvenil queda más definida por las características
propias y diferenciadoras de los elementos que la integran o la rodean, que por la mera
existencia de ellos, y –por supuesto- que las simples consideraciones legales sobre la edad de
quien las lleva a cabo. En el aspecto individual, si alguna de las características ya
mencionadas puede mostrarse más paradigmática en relación con la delincuencia juvenil
observable en mayor medida, esa sería el del joven afectado de trastorno antisocial de la
personalidad.
Incluso, puede llegar a parecer que trastorno antisocial y conducta delictiva son elementos
inseparables o que –al menos- coinciden parcialmente. Sin embargo, y aunque están muy
relacionados, no son exactamente lo mismo: es posible encontrarse con jóvenes delincuentes
que no sufren este trastorno y otros (aunque ciertamente pocos) que, sufriéndolo, no llevan a
cabo conductas desviadas y –menos- delictivas. En todo caso, el número de los que lo sufren
y sí las cometen es suficientemente importante.
Los criterios diagnósticos de investigación de la CIE-10 y los del DSM-IV1 son diferentes,
pero definen en líneas generales el mismo trastorno. A diferencia del DSM-IV, la CIE-10 no
requiere la presencia de síntomas de trastorno comportamental en la infancia. En la CIE-10,
este trastorno está recogido con el nombre de trastorno disocial de la personalidad.
Por ello, y dado que el DSM-IV es mucho más ampliamente utilizado que el CIE-10,
trataremos el trastorno disocial, como el necesario precedente en el individuo de hasta 15
años, para pasar al estudio del trastorno antisocial en el joven de 15 a 18 años.
El trastorno disocial
1
El DSM-IV es el Manual de diagnóstico de alteraciones mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría,
mientras que el CIE-10 es su equivalente europeo.
CRIMINOLOGÍA II - Tema 5
años sólo se realiza el diagnóstico de trastorno disocial si no se cumplen los criterios para el
trastorno antisocial de la personalidad.
Criterios de diagnóstico.
Los criterios de diagnóstico del trastorno disocial de la personalidad son los que se
especifican a continuación:
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos
básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad, manifestándose
por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios durante los últimos 12 meses y por
lo menos de un criterio durante los últimos 6 meses:
Destrucción de la propiedad
(8) ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves
(9) ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de provocar
incendios)
Fraudulencia o robo
(10) ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona
(11) a menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones (esto es,
«tima» a otros)
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(12) ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (por ejemplo,
robos en tiendas, pero sin allanamientos o destrozos; falsificaciones)
Los sujetos con trastorno disocial pueden tener escasa empatía y poca preocupación por los
sentimientos, los deseos y el bienestar de los otros. Especialmente en situaciones ambiguas,
los sujetos agresivos afectos de este trastorno frecuentemente perciben mal las intenciones de
los otros, interpretándolas como más hostiles y amenazadoras de lo que lo son en realidad,
respondiendo con agresiones que en tal caso consideran razonables y justificadas. Pueden ser
insensibles, careciendo de sentimientos apropiados de culpa o remordimiento.
La autoestima es usualmente baja, aunque el sujeto puede proyectar una imagen de «dureza».
Escasa tolerancia a la frustración, irritabilidad, arrebatos emocionales e imprudencia son
características frecuentemente asociadas.
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El trastorno disocial suele asociarse a un inicio temprano de la actividad sexual, beber, fumar,
consumir sustancias ilegales e incurrir en actos temerarios y peligrosos. El consumo de
sustancias ilegales puede incrementar el riesgo de persistencia del trastorno disocial.
Los comportamientos propios del trastorno disocial pueden dar lugar a suspensiones o
expulsiones escolares, problemas en la adaptación laboral, conflictos legales, enfermedades de
transmisión sexual, embarazos no deseados y lesiones físicas producidas en accidentes o
peleas.
Los síntomas del trastorno varían con la edad a medida que el individuo desarrolla más fuerza
física, aptitudes cognoscitivas y madurez sexual. Los comportamientos menos graves (por
ejemplo, mentir, robar en tiendas, peleas físicas) tienden a aparecer en primer lugar, mientras
que otros trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia (por ejemplo, robo con
escalo) lo hacen con posterioridad. Típicamente, los problemas de comportamiento más
graves (por ejemplo, violación, robo con enfrentamiento con la víctima) tienden a
manifestarse en última instancia.
Mientras que la agresión que implica un enfrentamiento pasional suele ser más desplegada
por varones, las mujeres tienden a practicar más comportamientos que no entrañan
confrontación.
Prevalencia
La prevalencia de trastorno disocial parece haberse incrementado durante las últimas décadas,
pudiendo ser más elevada en los núcleos urbanos que en las zonas rurales. Las tasas varían
ampliamente en función de la naturaleza de la población estudiada y los métodos de análisis:
en los varones de edad inferior a 18 años las tasas oscilan entre el 6 y el 16 %; en las mujeres
las tasas se mueven entre el 2 y el 9 %.
El trastorno disocial es uno de los más frecuentemente diagnosticados en los centros de salud
mental para niños tanto en régimen ambulatorio como en hospitalización.
Curso
El inicio del trastorno disocial puede producirse hacia los 5 o 6 años de edad, pero usualmente
se observa al final de la infancia o al inicio de la adolescencia. Es muy raro que comience
después de los 16 años de edad. El curso del trastorno disocial es variable. En una mayoría de
sujetos el trastorno remite en la vida adulta. Sin embargo, una proporción sustancial continúa
manifestando en la etapa adulta comportamientos que cumplen criterios de trastorno
antisocial de la personalidad.
Muchos sujetos con trastorno disocial, particularmente los del tipo de inicio adolescente y
quienes presentan síntomas leves y escasos, alcanzan en la vida adulta una adaptación social y
laboral adecuada. Un inicio precoz predice un pronóstico peor y un riesgo creciente en la vida
adulta de sufrirlo y trastornos por consumo de sustancias.
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Criterios de diagnóstico.
1º) Comportamientos agresivos que causan daño físico o amenazan con ellos a él mismo u
otras personas.
A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta
desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:
(1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento
legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención.
Pueden mostrar labia y encanto superficial y ser muy volubles y de verbo fácil (por ejemplo,
utilizan términos técnicos o una jerga que puede impresionar a alguien que no esté
familiarizado con el tema).
Pueden tener una historia de muchos acompañantes sexuales y no haber tenido nunca una
relación monógama duradera. Pueden ser irresponsables como padres, como lo demuestra la
malnutrición de un hijo, una enfermedad de un hijo a consecuencia de una falta de higiene
mínima, el que la alimentación o el amparo de un hijo dependa de vecinos o familiares, el no
procurar que alguna persona cuide del niño pequeño cuando el sujeto está fuera de casa o el
derroche reiterado del dinero que se requiere para las necesidades domésticas.
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Al evaluar los rasgos antisociales, al clínico le será útil tener en cuenta el contexto social y
económico en el que ocurren estos comportamientos. El trastorno antisocial de la
personalidad es mucho más frecuente en los varones que en las mujeres.
Prevalencia
Curso
El trastorno antisocial de la personalidad tiene un curso crónico, pero puede hacerse menos
manifiesto o remitir a medida que el sujeto se va haciendo mayor, especialmente hacia la
cuarta década de la vida. Si bien esta remisión suele ser más clara por lo que respecta a
involucrarse en comportamientos delictivos, es probable que se produzca un descenso en el
espectro completo de comportamientos antisociales y de consumo de sustancias.
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