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I. GUIA DE ESTUDIO.
Así pues, nosotros, para poder afrontar la explicación y estudio del tema 1 de
Derecho Administrativo, procederemos a organizarlo en cinco partes claramente
diferenciadas que son:
• 1ª.- Las Fuentes del Derecho (Artículo 1 del Código Civil) jerarquía de las
fuentes, la Constitución, leyes orgánicas y ordinarias.
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Ana Rosa Marín Blesa. Febrero 2019.
Dentro de esta unidad que es el ordenamiento, existen una serie de “fuentes del
Derecho”. Así se puede distinguir entre fuentes materiales y formales. El poder de
establecer normas jurídicas obligatorias lo pueden tener diversos organismos o
fuerzas sociales. El que lo tenga es fuente material de Derecho, en cuanto que, al
establecerlas, da origen a Derecho. Pero como tales normas se pueden establecer de
diferentes formas, por ejemplo mediante leyes o costumbres, se llaman fuentes
formales del Derecho a los medios o maneras que lo componen. Así es fuente formal,
la ley o la costumbre. La distinción responde a diferentes preguntas:
1º. ¿Quién establece el Derecho? ¿Quién crea el Derecho? Los poderes públicos
(Cortes Generales Administraciones Públicas), el pueblo.
• La ley
• La costumbre, y
• Los principios generales del Derecho.
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Estas fuentes del Derecho se pueden clasificar utilizando distintos criterios. Así por
ejemplo, podemos hablar de fuentes primarias (la ley) o supletorias (la costumbre y
los principios generales del derecho), según se apliquen con carácter preferente o en
defecto de una anterior. La costumbre se aplica en defecto de ley y los principios son
supletorios respecto de la costumbre y de la ley porque se aplican en defecto de
aquellos.
Otra clasificación podría ser la que distingue entre fuentes que se plasman de
manera escrita (la ley) y fuentes que no se encuentran escritas (la costumbre y los
principios generales del derecho).
El artículo 1 del Código Civil señalado, no sólo se limita a enunciar las fuentes,
sino que además las jerarquiza, plasmando así, el que es probablemente el principio
de relación internormativa más importante: la Jerarquía normativa (art. 9.3 de la
Constitución).Este criterio permite ordenar las distintas fuentes en función de su mayor
o menor importancia dentro del sistema jurídico. La importancia y, por lo tanto el rango
de la fuente, se determina en función de la posición que en el sistema constitucional
ocupe el órgano del cual emana esa fuente. Así las leyes, al emanar de las Cortes
Generales (órgano constitucional de especial relevancia al representar al pueblo) se
encuentran por encima de la costumbre y de los principios generales del Derecho.
Sin embargo, este principio se manifiesta insuficiente para explicar las relaciones
entre normas de diferentes subsistemas (Estado, Comunidades Autónomas, por
ejemplo) por lo que se hace necesario acudir a otro principio, que es el de
competencia.
La pregunta sería ¿Es más importante y por lo tanto de mayor jerarquía una ley
emanada de las Cortes Generales que una ley emanada de la Asamblea de una
Comunidad Autónoma? La respuesta es que no. Por ello, no se puede responder a
esta pregunta con el principio de jerarquía y necesitamos el principio de competencia
ya señalado.
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Utilizando este principio podemos decir, que las leyes de las Cortes Generales no
son más importantes que las de las Comunidades Autónomas, porque aquellas sólo
pueden ser dictadas en las materias, que la Constitución, ha reservado al Estado.
Mientras que las Comunidades Autónomas, a través de sus Asambleas Legislativas,
sólo podrán dictar leyes en aquellas materias que la Constitución permita asumir a las
mismas. Es decir, cada ente (Estado, Comunidades Autónomas y entes locales) sólo
podrán dictar normas en aquellas materias que son de su competencia.
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• Uno de carácter material, ya que este tipo de leyes sólo sirven para regular
determinado tipo de materias (desarrollo de los derechos fundamentales y
libertades públicas, artículos 15 a 29, las que aprueban Estatutos de
Autonomía, las que regulan el régimen electoral general y el resto que diga la
Constitución) y
Ejemplo:
Si el Congreso de los Diputados cuenta con 350 diputados, una ley orgánica saldrá
adelante si se han obtenido 176 votos afirmativos como mínimo, es decir, la mitad más
uno de los 350 diputados. En el Senado la ley orgánica será aprobada por una mayoría
simple.
Se debe reseñar que también para modificar o para derogar una ley orgánica se hace
necesario aprobar otra ley orgánica y no una ley ordinaria.
Ejemplo:
Para que una ley ordinaria se apruebe en el Congreso de los Diputados serían
necesarios más votos positivos que negativos de los miembros presentes (sin
contabilizar las abstenciones) teniendo en cuenta que presentes tienen que estar la
mayoría.
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tiene cifrado en la mayoría (mitad + 1 de 350= 176). Pues bien constatado, que como
mínimo han asistido 176 diputados, ahora una ley ordinaria se deberá aprobar si hay
más votos positivos que negativos de los presentes. Así una ley ordinaria saldría
adelante con, por ejemplo ,80 votos positivos, 70 votos negativos y 26 abstenciones
de los 176 que han asistido.
Una vez analizada la primera parte en la que dividíamos el estudio del tema nos
corresponde estudiar, en esta segunda parte del tema el siguiente epígrafe:
Así pues, una vez vistas las leyes, vamos a proceder a estudiar, lo que se
denominan, las disposiciones del ejecutivo con rango o fuerza de ley, es decir,
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normas que dicta el Gobierno, que no son simples reglamentos y que al tener rango de
ley van a poder modificar y derogar leyes ordinarias.
Debe señalarse de este tipo de normas, que su primera característica es que son
dictadas, no por las Cortes Generales o Asambleas de las Comunidades Autónomas,
sino por el Gobierno(es por ello que no se pueden denominar leyes) sin embargo
tienen rango o fuerza de ley, lo cual supone en la práctica, que van a poder modificar
y derogar leyes ordinarias (recuérdese que las leyes orgánicas solo pueden ser
modificadas o derogadas por otras leyes orgánicas).
Como se verá a lo largo del tema, este tipo de normas no pueden ser dictadas por
el Gobierno sobre cualquier materia, ni en cualquier momento, ni con los mismos
efectos que una ley formal. Pues bien, las dos normas del Gobierno con fuerza de ley
son:
Así pues, dos son las circunstancias que justifican la existencia del Decreto –Ley:
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Ahora bien, hay que mencionar que, aunque en principio y con un mencionado
margen de discrecionalidad, es competencia del Gobierno el determinar cuándo la
situación es de extraordinaria y urgente necesidad, tal competencia no le autoriza,
para poder regular en el Decreto-ley cualquier materia, ni aquellas que por su
contenido y de manera evidente, no guarden relación alguna, con la situación que se
trata de afrontar con la publicación del Decreto-ley. Es por ello que tiene expresamente
vedado el acceso a determinados ámbitos materiales. Es decir hay materias
prohibidas a las que no puede afectar. Estas son las siguientes:
Una vez que la norma ha sido dictada por el Gobierno y publicada en el Boletín
Oficial del Estado (debe señalarse que, dado que la situación es de extraordinaria y
urgente, el Decreto –Ley suele entrar en vigor el mismo día o al día siguiente de su
publicación) procede la intervención del Congreso de los Diputados, que no del
Senado. Así se establecen dos procedimientos diferentes de revisión parlamentaria del
Decreto-Ley:
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La otra modalidad de normas con rango de ley que puede adoptar el Gobierno lo
constituyen los Decretos- Legislativos.
En este caso, la circunstancia que hace que el Gobierno esté habilitado para
dictar este tipo de normas, es la propia voluntad de las Cortes Generales (destinatarias
por la Constitución de la potestad legislativa), ya que es necesario que éstas dicten,
bien una ley ordinaria o bien una ley de bases, para que el Gobierno pueda aprobar,
bien un texto refundido o bien un texto articulado respectivamente. Es a través de las
mencionadas leyes de delegación, donde las Cortes autorizan al Gobierno a dictar
dichas normas. No obstante, la Constitución fija uno límites precisos, que son:
Como vemos, en este caso no hay una verdadera creación normativa del
Gobierno, sino que por el contrario, se limita a refundir normas que ya
existen.
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Por último, recordar en relación a todas las normas con rango de ley, que según el
artículo 127 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo
Común de las AAPP, también los órganos de gobierno de las CCAA podrán aprobar
normas equivalentes a los Decretos-leyes y a los Decretos Legislativos en su ámbito
territorial, de conformidad con los establecido en la CE y en sus respectivos Estatutos
de Autonomía.
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Una vez vistos los reglamentos y su control, el tema de las fuentes del Derecho
Administrativo y por lo tanto el punto cuatro de este tema, concluye con la costumbre
y los principios generales del derecho.
En cuanto a los principios generales del Derecho, importa saber, de modo muy
especial su significado. Éstos expresan los valores básicos de un ordenamiento
jurídico, aquéllos sobre los cuales se constituye como tal, las convicciones ético-
jurídicas fundamentales de una comunidad. Estos principios “se aplicarán en defecto
de ley y de costumbre sin perjuicio de su carácter informador de todo el ordenamiento
jurídico” según el artículo 1 del Código Civil. Como ejemplo de ellos, podemos señalar
los que se enuncian en el artículo 9.3 de la Constitución diciendo que “ésta garantiza
el principio de legalidad, jerarquía normativa, publicidad de las normas, la
irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de
derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la
arbitrariedad de los poderes públicos”.
Comenzaremos con:
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Otra de las novedades que incluye esta ley es la “consulta pública” que, con
el objetivo de incrementar la participación de los ciudadanos en el procedimiento de
elaboración de normas, se establece en el artículo 133, la necesidad de recabar, con
carácter previo a la elaboración del proyecto o anteproyecto de ley o reglamento, la
opinión de ciudadanos y empresas acerca de:
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2. Se sustanciará una consulta pública, a través del portal web del departamento
competente, con carácter previo a la elaboración del texto, en la que se recabará
opinión de los sujetos potencialmente afectados por la futura norma y de las
organizaciones más representativas acerca de:
a) Los problemas que se pretenden solucionar con la nueva norma.
b) La necesidad y oportunidad de su aprobación.
c) Los objetivos de la norma.
d) Las posibles soluciones alternativas regulatorias y no regulatorias.
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En todo caso, los anteproyectos de ley, los proyectos de real decreto legislativo y
los proyectos de disposiciones reglamentarias, deberán ser informados por la
Secretaría General Técnica del Ministerio o Ministerios proponentes.
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• Sin perjuicio de lo establecido en el artículo 2.1 del Código Civil (que establece
que Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en
el «Boletín Oficial del Estado», si en ellas no se dispone otra cosa) las
disposiciones de entrada en vigor de las leyes o reglamentos, cuya aprobación
o propuesta corresponda al Gobierno o a sus miembros, y que impongan
nuevas obligaciones a las personas físicas o jurídicas que desempeñen una
actividad económica o profesional como consecuencia del ejercicio de ésta,
preverán el comienzo de su vigencia el 2 de enero o el 1 de julio siguientes a
su aprobación.
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A) Principio de autonomía.
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siendo por tanto independiente de éstos y eliminándose los peligros que se derivarían
de las diferentes interpretaciones y del diferente nivel de aceptación que de las normas
de la Unión efectuaran los Estados miembros en caso de que se integrara en el
ordenamiento interno de los Estados miembros.
B) Principio de cooperación.
• Las disposiciones del Consejo, de la Comisión o del Banco Central Europeo que
impongan obligaciones pecuniarias son títulos ejecutivos, pero la ejecución
forzosa de los mismos se regirá por las normas de Derecho interno.
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caso de conflicto entre una norma de la Unión y una norma de Derecho interno, el
Juez nacional ha de aplicar la de la Unión y dejar inaplicada la nacional.
La aplicabilidad directa del Derecho de la Unión supone que las normas que lo
integran no necesitan de ninguna medida europea o nacional para su aplicación, de
modo que se trata de normas «autosuficientes». En consecuencia, las normas
directamente aplicables generan por sí mismas derechos y obligaciones que sus
destinatarios pueden invocar como propios ante los Estados miembros (ante sus
Administraciones y ante sus órganos judiciales), los cuales tienen la obligación de
salvaguardar esos derechos y obligaciones.
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Dado que las Directivas únicamente pueden producir efectos directos verticales,
en aquellos casos en que un particular sufra un perjuicio por la no transposición o por
la transposición incorrecta de una Directiva en plazo, que afecte a las relaciones entre
particulares, en ningún caso podrá alegar ante el particular correspondiente el
contenido de la Directiva, pero sí podrá reclamar al Estado incumplidor el abono de la
correspondiente indemnización como consecuencia de la responsabilidad en que ha
incurrido por su actuación deficiente (Sentencia Francovich).
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