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Profesor de Legislación sanitaria y gestión de Servicios de Enfermería: César Lama
Pretendemos proporcionar, por tanto, unos conceptos jurídicos básicos que nos permitan
manejar y profundizar en los problemas de nuestro actual sector sanitario y, a la vez, conocer el
alcance de sus actos y decisiones desde el prisma de la responsabilidad.
En una situación dinámica donde el Sistema Nacional de Salud experimenta cambios
importantes es fundamental que como profesionales sanitarios conozcamos la normativa variada y
amplia que estructura y determina nuestra actividad profesional.
Podemos definir, desde esta perspectiva, la Legislación sanitaria como: “el conjunto de
normas que van dirigidas a sentar y ordenar las bases de la organización de la sanidad, la
regulación de los trabajadores a su servicio y las relaciones de los usuarios de la sanidad con el
conjunto de todo el sistema sanitario”.
Por tanto, parte de lo que vamos a estudiar en esta asignatura es nuestro ordenamiento
jurídico concebido, como ya hemos señalado, como el conjunto de normas jurídicas que rigen en
un lugar determinado en una época concreta, aunque en nuestro caso sólo atenderemos a las
normas que rigen el ámbito sanitario.
Las actuales y vigentes normas que constituyen el ordenamiento jurídico en España, es lo
que podemos conocer como: Derecho español y por eso tenemos que detenernos antes de
comenzar en algunos aspectos básicos del mismo:
Entendemos por Fuente del derecho a aquello que hace referencia a “de donde procede el
derecho”, “origen efectivo de las normas”, “los medios por los cuales se expresa el derecho”.
El art. 1.1 del Código Civil español señala. ”Las fuentes del ordenamiento jurídico Español
son la Ley, la costumbre y los principios generales del Derecho”.
Dentro de esas fuentes diferenciamos entre fuentes primarias (contienen y nos dan un
derecho directamente aplicable) como son la Constitución, las leyes aprobadas por el poder
legislativo o los reglamentos que dicta el poder ejecutivo y entre fuentes complementarias (su
vigencia deriva del contenido de la fuente primaria); nos encontramos con la costumbre y los
principios generales del derecho (por ejemplo, la igualdad ante la ley).
Además de lo referido a las fuentes del derecho formales, señala el art. 1.6 del CC “La
jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, de modo reiterado
establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la Ley, la Costumbre y los principios
generales del derecho”.
Es decir, aunque no sea fuente directa si es fuente aclaratoria; en rigor es la doctrina
contenida en las sentencias del Tribunal Supremo aunque en sentido más general hace referencia
a las decisiones adoptadas por jueces y magistrados.
En el ámbito normativo sanitario cabe destacar su complejidad. Como veremos, además,
claro está, de los convenios internacionales sobre la materia, hay normas de la Comunidad
Europea (hoy Unión Europea) y, ya en el ámbito del Derecho español, nos encontramos con la
Constitución, las leyes del Parlamento Español y de las instituciones análogas de las comunidades
autónomas (según, como veremos más adelante, su diferente competencia) y, por último, las
diferentes disposiciones administrativas de la Administración estatal o de las Administraciones de
las Comunidades Autónomas, también según sus posibilidades competenciales.
Por ello es necesario que hagamos referencia a estos tres criterios de ordenación
racional, que, con sencillez, nos permiten sistematizar toda esta materia:
El primero de ellos consiste en afirmar la superioridad de cualquier norma comunitaria sobre
cualquier norma nacional. Tal criterio deriva, como es lógico, de la cesión parcial de la soberanía
que han hecho los Estados. Un buen ejemplo es la modificación de nuestra Constitución, con la
finalidad de adaptarla al Tratado de la Unión Europea, permitiendo a los ciudadanos de tal Unión,
que no sean nacionales españoles, el derecho de sufragio pasivo en las elecciones municipales
(ser elegido). Más adelante tendremos ocasión de ver muchas aplicaciones de tal principio en el
ámbito específicamente sanitario.
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Una vez que conocemos de forma general la tipología normativa existente, y lo que antes
hemos sintetizado en referencia a los criterios básicos de ordenación, es necesario que sepamos
cuáles son los principios que rigen la relación entre las mismas:
Principio de jerarquía normativa.
Principio de competencia.
Principio de que la Ley posterior deroga la anterior.
Principio de que la ley especial deroga la general.
Principio de seguridad jurídica.
Mediante el principio de jerarquía normativa se establece el distinto rango de una norma
sobre otra. Por este principio una norma que contradiga a una superior no solo no tiene eficacia
sino que tiene vicio de invalidez.
Como ya hemos mencionado la Constitución Española establece el principio de autonomía
de gestión de sus respectivos intereses de las CC.AA. que se constituyan. De forma que si existe
una contradicción entre una norma estatal o de una CC.AA. debemos recurrir al principio de
competencia para dirimir quién tiene capacidad para regular dicha materia. En nuestro caso,
hablamos, concretamente, de la competencia en materia sanitaria.
Otros de los principios mencionados son el de que la Ley posterior deroga la anterior
siempre que las normas sean de igual rango. Cabe, en este sentido, mencionar que no
obligatoriamente debe derogarse de forma plena, sino que caben derogaciones parciales como
sucede con la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud que como veremos
actualiza a la Ley General de Sanidad modificando sólo parte de su articulado.
Como vemos, el profesional sanitario debe conocer, por cuanto le afecta directamente, esta
relación entre las diversas normas y mas cuanto este conjunto normativo es:
Dinámico: en el ámbito sanitario el cambio normativo es rapidísimo y no
permite un cuerpo normativo cerrado.
Múltiple: Las normas que rigen el ordenamiento jurídico sanitario son
múltiples y variadas, así, frente a la tranquilidad que ofrecen ciertos sectores
del ordenamiento general que se sustentan en una norma básica codificada,
como por ejemplo el Código Civil , en materia sanitaria deberemos acudir a
una multiplicidad de normas, dando lugar a normas estatales y normas
autonómicas referidas a todos los rangos normativos, es decir, Ley del
Estado y de las Comunidades Autónomas, Reglamentos del Estado y de las
Comunidades Autónomas.
Variable, también, en cuanto al conjunto de disciplinas jurídicas o diversidad
de ordenamientos: El conjunto de normas de variado rango que se aplican a
la organización sanitaria y sus diversos entes, a las relaciones de los
usuarios con el sistema y a los agentes del mismo no pueden ser
considerado como el derecho propio y específico de la función sanitaria;
supondrá la aplicación de normas de Derecho Administrativo, Civil, Penal y
del trabajo, fundamentalmente.
Cabe resumir que nadie puede eludir el cumplimiento de una obligación legal excusándose
en su real o pretendida ignorancia, porque todos estamos obligados a conocer el contenido de las
Leyes que les pueden afectar.
Así un enfermero no podrá oponerse frente a una sanción por la supuesta infracción de una
norma que le era desconocida, porque su conocimiento le resulta inexcusablemente obligado.
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SISTEMA SANITARIO ESPAÑOL
Marco normativo
El punto de partida de nuestro marco normativo en materia sanitaria es el ya mencionado
artículo 43 de la Constitución que “reconoce el derecho a la protección de la salud”.
Ahora bien, ¿en qué consiste ese derecho?:
Realmente, el constituyente, al sólo enunciar este derecho y establecer la reserva de rango
de ley en la obligación de su desarrollo estaba pensando en que este derecho no sea estático sino
dinámico y que fuera el legislador quién en cada contexto histórico y social dotara de sentido al
mismo.
La salud se encuentra dentro de los derechos sociales que en la CE de 1978 están
recogidos en su mayoría dentro del Capítulo III “Principios rectores de la política social y
económica”.
Concretamente el artículo refiere:
“1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud.
2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de
medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos
y deberes de todos al respecto.
…”
Esta acción tutelar del Estado se realiza:
Bien mediante el desarrollo de medidas y actuaciones preventivas que eviten la
enfermedad, que luchen contra deterioro del estado de salud y que mantengan la
calidad de vida de los ciudadanos.
Bien mediante actuaciones directamente prestadoras de servicios, mediante la
organización de los recursos necesarios, para que cuando surja la enfermedad
pueda y deba ser combatida con todos los medios disponibles conforme a la
evidencia científica.
En cumplimiento con ese mandato constitucional se aprobó la Ley 14/1986 de 25 de abril,
General de Sanidad (LGS), que dice en su artículo 1º ”la presente Ley tiene por objeto la
regulación general de todas las acciones que permitan hacer efectivo el derecho a la protección de
la salud reconocido en el artículo 43 y concordantes de la Constitución Española”.
Como hemos referido este derecho, constitucionalmente establecido, se inserta dentro de
los principios rectores de la política social y económica, es decir, forma parte de los derechos que
definen nuestro modelo político y social.
Esta norma, LGS, viene a regular el Sistema de Salud, pero también las competencias de
las Administraciones Públicas, la estructura del Sistema Sanitario Público, las actividades sanitarias
privadas, etc. Constituye la legislación básica por disposición de su artículo 2, por lo que será de
aplicación en todo el Estado español, con independencia de las diferentes competencias que
asumen las distintas Comunidades Autónomas en materia de sanidad, las cuales tan sólo podrán
dictar normas de desarrollo y complementarias de la Ley General de Sanidad, tal como veremos a
lo largo del tema.
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La LGS posibilitó el tránsito del modelo anterior de Seguridad Social al actual modelo; el
Sistema Nacional de Salud (SNS), que lo diferencian del modelo anterior en, fundamentalmente
dos aspectos (en los que se profundizará en temas posteriores):
Financiación del sistema sanitario (que garantizan las normas que vamos a estudiar)
con cargo a impuestos lo que supone desvincularlo del sistema de Seguridad Social
(cotizaciones sociales), aunque como veremos no se trata de una desvinculación
absoluta ya que sigue existiendo una prestación de asistencia sanitaria relacionada
con la Seguridad Social del trabajador.
Cobertura universal (con los matices que también estudiaremos).
Comenzamos, por tanto, por definir sistema sanitario y lo hacemos como: “aquel conjunto
de estructuras organizativas, centros de servicio y actividades pertenecientes al sector público y
privado, que tienen como finalidad atender las necesidades de la población en materia de salud”.
Cada país, como consecuencia de sus particularidades propias (el modelo sociopolítico, la
propiedad de los recursos o la financiación del sistema), determina el modelo de sistema que
desean para sí.
El nuestro, que es el que nos interesa, el Sistema Nacional de Salud (SNS), viene definido
por la Ley General de Sanidad como “el conjunto de los servicios de salud de la Administración del
Estado y de los servicios de salud de las Comunidades Autónomas en los términos establecidos en
la presente Ley”.
Y sigue en sus artículos 44 y 45 para determinar que:
El SNS se configura como el conjunto coordinado de los servicios de salud de la
Administración del Estado y los servicios de salud de las Comunidades Autónomas que integra
todas las funciones y prestaciones sanitarias que, de acuerdo con la ley, son responsabilidad de los
poderes públicos.
Los principios y criterios sustantivos que permiten el ejercicio de este derecho, según la ley
(art. 46) se concretan en:
Financiación pública, universalidad y gratuidad de los servicios sanitarios, es decir, los
servicios se extienden a toda la población, independientemente de su situación
económica y de afiliación a la seguridad social. La financiación es fundamentalmente a
través de los impuestos.
Derechos y deberes definidos para los ciudadanos y los poderes públicos.
Descentralización política de la sanidad.
Prestación de una atención integral de la salud procurando altos niveles de calidad
debidamente evaluados y controlados. Incluye tanto la promoción de la salud, la
prevención de la enfermedad, como la curación y rehabilitación.
Integración de las diferentes estructuras y servicios públicos al servicio de la salud en el
Sistema Nacional de Salud.
“El Servicio Nacional de salud se basa en el principio de que toda persona tiene derecho a
la salud, independientemente de su situación económica y laboral. El Estado se responsabiliza
plenamente de garantizar este derecho gestionando, financiando, a través de los presupuestos
generales, un servicio sanitario que integra, ordena y normaliza todas las funciones sanitarias, lo
cual debe permitir el paso de una concepción presidida por la enfermedad a una práctica sanitaria
basada en la salud igual para todos.”
Las principales características de este modelo son:
1. Universalización de la atención.
2. Accesibilidad y desconcentración.
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3. Descentralización.
4. Atención Primaria.
5. Participación de la comunidad.
Además de ser único, nuestro sistema, pese a estar descentralizado presta una atención
integral en todo el territorio nacional.
El SNS, por tanto, va a utilizar unos recursos para proporcionar unas prestaciones en forma
de asistencia sanitaria.
Las prestaciones sanitarias son las acciones y actividades de atención y asistencia sanitaria
proporcionadas a las personas.
El catálogo de prestaciones del SNS tiene por objeto garantizar las condiciones básicas y
comunes para una atención integral y en el correspondiente nivel de atención.
Se consideran prestaciones de atención sanitaria del SNS los servicios preventivos,
diagnósticos, terapéuticos, rehabilitadores y de promoción y de mantenimiento de la salud dirigidos
a los ciudadanos. En el anexo último se desarrollan las prestaciones que nuestra norma recoge
actualmente.
Resumen: El Sistema Nacional de Salud (SNS) se configura como el conjunto coordinado
de los servicios de salud de la Administración del Estado y los servicios de salud de las
comunidades autónomas que integra todas las funciones y prestaciones sanitarias que, de acuerdo
con la ley, son responsabilidad de los poderes públicos.
Otro aspecto importante que tenemos que tener en cuenta es que las administraciones
intervendrán en el ámbito de sus competencias controlando el buen hacer de los distintos servicios
donde se presten las actuaciones necesarias en el ámbito de la salud. Como haremos referencia
en otros temas.
Desde la entrada en vigor de la Ley han transcurrido unos cuantos años en los que se han
producido profundos cambios.
Se plantean, por ello, nuevos retos para la organización del SNS, como son la orientación a
resultados de salud, la potenciación del papel de los usuarios como decisores, la implicación de los
profesionales en las reformas administrativas, las actuaciones clínicas y la toma de decisiones
basada en la evidencia científica, así como la búsqueda de mecanismos de integración en la
atención sanitaria y socio-sanitaria.
Retos que han puesto de manifiesto la necesidad del funcionamiento cohesionado del
Estado y las CC.AA. para completar algunos elementos esenciales del SNS.
De ahí la necesidad de una nueva Ley que avance, modernice y complemente la Ley
General.
Con este ánimo nace la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema
Nacional de Salud que establece acciones de coordinación y cooperación de las Administraciones
Públicas sanitarias como medio para asegurar a los ciudadanos el derecho a la protección de la
salud, con el objetivo común de garantizar:
La equidad: en la línea de desarrollo constitucional de igualdad, que garantice el acceso a
las prestaciones y, de esta manera, el derecho a la protección de la salud en condiciones de
igualdad efectiva en todo el territorio y posibilite la libre circulación de todos los ciudadanos.
La calidad: que conjugue la incorporación de innovaciones con la seguridad y efectividad
de estas, que oriente los esfuerzos del sistema hacia la anticipación de los problemas de salud o
hacia soluciones eficaces cuando éstos aparecen; calidad que evalúe el beneficio de las
actuaciones clínicas incorporando sólo aquello que aporte un valor añadido a la mejora de la salud,
e implicando a todos los actores del sistema.
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1. Son titulares del derecho a la protección de la salud y a la atención sanitaria todas las
personas con nacionalidad española y las personas extranjeras que tengan establecida su residencia
en el territorio español.
Sin perjuicio de lo anterior, las personas con derecho a la asistencia sanitaria en España en
aplicación de los reglamentos comunitarios de coordinación de sistemas de Seguridad Social o de los
convenios bilaterales que comprendan la prestación de asistencia sanitaria, tendrán acceso a la
misma, siempre que residan en territorio español o durante sus desplazamientos temporales a
España, en la forma, extensión y condiciones establecidos en las disposiciones comunitarias o
bilaterales indicadas.
2. Para hacer efectivo el derecho al que se refiere el apartado 1 con cargo a los fondos públicos
de las administraciones competentes, las personas titulares de los citados derechos deberán
encontrarse en alguno de los siguientes supuestos:
b) Tener reconocido su derecho a la asistencia sanitaria en España por cualquier otro título
jurídico, aun no teniendo su residencia habitual en territorio español, siempre que no exista un
tercero obligado al pago de dicha asistencia.
c) Ser persona extranjera y con residencia legal y habitual en el territorio español y no tener la
obligación de acreditar la cobertura obligatoria de la prestación sanitaria por otra vía.
Artículo 3 ter. Protección de la salud y atención sanitaria a las personas extranjeras que
encontrándose en España no tengan su residencia legal en el territorio español.
En resumen:
El RDL reconoce la titularidad del derecho a la protección a la salud y a la atención
sanitaria a las personas con nacionalidad española y las personas extranjeras que
tengan residencia en España
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Ámbito Organizativo
Dentro del sistema español, se ha de hablar de dos grupos: el público y el privado.
La sanidad pública coexiste con otras instituciones sanitarias de carácter privado.
Entre ellas están las mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, las
mutualidades de funcionarios, consultas médicas, clínicas privadas, etc.
Con el fin de proteger a los usuarios y prestarles una asistencia sanitaria con garantías,
todas ellas están obligadas a cumplir una serie de requisitos para poder ejercer su actividad.
La sanidad privada es un complemento al sistema sanitario público. Adquiere carácter oficial
a través del artículo 88 de la LGS, en el que se reconoce el derecho al ejercicio libre de las
profesiones sanitarias. Asimismo, en el art. 89 se reconoce la libertad de empresa en el sector
sanitario. En consecuencia, coexisten dos ofertas de servicios asistenciales: públicos y privados.
Dos situaciones especiales:
• Las Mutuas de trabajo: “El sistema de la Seguridad Social dispensa la protección pública
contemplada en el artículo 41 de la Constitución Española a través de entidades con
naturaleza de Entidades de Derecho Público dotadas de capacidad jurídica, pero también a
través de entidades privadas a las que el Estado autoriza para colaborar en el ejercicio de
determinadas funciones del sector administrativo.”
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Son, por tanto, asociaciones empresariales sin ánimo de lucro autorizadas por el Ministerio
de Trabajo y asuntos sociales. Se constituyen para colaborar en la gestión de la SS, sin
perjuicio de la realización de otras prestaciones, servicios y actividades que les sean
legalmente atribuidas.
• Mutualidades Públicas de Funcionarios: son organismos públicos dependiente del Ministerio
de Hacienda y Administraciones Públicas; aparte del Régimen General de la SS existen otros
regímenes especiales, estos regímenes garantizan a sus asegurados la prestación de
servicios asistenciales a través de unas entidades aseguradoras privadas que proporcionan
protección y cobertura propia. Éstas organismos públicos que compran cobertura asistencial
privada son: MUFACE (Mutualidad General de Funcionarios del Estado), ISFAS (Instituto
Social de las Fuerzas Armadas), MUGEJU (Mutua General judicial).
Otra característica importante de la organización del sistema español es que se encuentra
descentralizado a todas las CC.AA.
EL SNS que como hemos referido es el garante de la cobertura sanitaria en España
(artículo 43 de la CE) y se configura como el conjunto coordinado de los servicios de salud dela
Administración del Estado y de los servicios de salud de las CCAA, integrando todas las funciones
y prestaciones sanitarias.
Ahora bien, como también hemos referido se trata de un sistema descentralizado donde el
Estado asume determinadas competencias exclusivas y las CCAA en base a esas previsiones de
la CE y del desarrollo de sus respectivos estatutos asume la principal competencia en materia
sanitaria prestando la misma a través de un servicio de salud.
Hay que tener en cuenta las competencias legislativas en materia de Sanidad que
corresponden en exclusiva al Estado de acuerdo con el artículo 149 y aquellas que pueden asumir
las Comunidades Autónomas en virtud de sus respectivos Estatutos y de acuerdo con el artículo
148.
Desde el año 2002 la descentralización de la gestión sanitaria es efectiva en todo el
territorio nacional, salvo en el caso de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla cuya gestión la
mantiene la Administración del Estado a través del INGESA.
Decimos, por ello, que, en el sistema sanitario español, en la actualidad, pueden
identificarse tres niveles organizativos: central, autonómico y áreas de salud.
ORGANIZACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN CENTRAL:
El órgano fundamental de la administración central del Estado es el Ministerio de Sanidad y
Consumo, encargado de la propuesta y ejecución de las directrices generales del gobierno sobre la
política de salud, planificación y asistencia sanitaria y consumo.
La Constitución Española de 1978 establece las competencias asumibles por las
Comunidades Autónomas (CC.AA.) y las exclusivas del Estado.
Las competencias exclusivas del Estado en el ámbito sanitario son las siguientes: Sanidad
Exterior; Bases y coordinación general de la sanidad y Legislación sobre productos farmacéuticos:
En materia de Sanidad Exterior, la necesaria colaboración entre la Administración Estatal y
las Administraciones Autonómicas está prevista en la Ley General de Sanidad y disposiciones de
desarrollo. No obstante, corresponde a la Administración central la vigilancia y control de los
posibles riesgos para la salud derivados de la importación, exportación o tránsito de mercancías y
del tráfico internacional de viajeros. Igualmente, es competencia estatal la colaboración con otros
países u organismos internacionales, por ejemplo, en materias como la conservación del medio
ambiente saludable o la lucha contra enfermedades transmisibles.
En relación con la legislación sobre productos farmacéuticos, éstas competencias del
Estado versan sobre: evaluación, autorización y registro de medicamentos de uso humano,
decisión sobre la financiación pública y fijación del precio de los mismos, o garantizar el depósito
de sustancias estupefacientes.
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Los principios y criterios sustantivos para fomentar el uso racional del medicamento, se
encuentran en el Real Decreto Legislativo 1/2015, de 24 de julio, por el que se aprueba el
texto refundido de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos
sanitarios, con la que asegurar la calidad de la prestación en todo el Sistema Nacional de Salud
en un marco descentralizado, de tal manera que se cumpla el objetivo central de que todos los
ciudadanos sigan teniendo acceso al medicamento que necesiten, cuando y donde lo necesiten, en
condiciones de efectividad y seguridad.
Este RD tiene por objeto, como se señala en el art. 1 regular:
“a) Los medicamentos de uso humano y productos sanitarios, su investigación clínica, su
evaluación, autorización, registro, fabricación, elaboración, control de calidad, almacenamiento,
distribución, circulación, trazabilidad, comercialización, información y publicidad, importación y
exportación, prescripción y dispensación, seguimiento de la relación beneficio-riesgo, así como la
ordenación de su uso racional y el procedimiento para, en su caso, la financiación con fondos
públicos. La regulación también se extiende a las sustancias, excipientes y materiales utilizados
para su fabricación, preparación o envasado.
b) La actuación de las personas físicas o jurídicas en cuanto intervienen en la circulación
industrial o comercial y en la prescripción o dispensación de los medicamentos y productos
sanitarios.
c) Los criterios y exigencias generales aplicables a los medicamentos veterinarios y, en
particular, a los especiales, como las fórmulas magistrales, y los relativos a los elaborados
industrialmente, incluidas las premezclas para piensos medicamentosos.
d) Los cosméticos y productos de cuidado personal y, en particular, las medidas cautelares
y el régimen de infracciones y sanciones aplicables a estos.”
Respecto a las Bases de la Sanidad, es competencia del Estado el establecimiento de
normas que fijen las condiciones y requisitos mínimos, persiguiendo una igualación básica de
condiciones en el funcionamiento de los servicios públicos.
La LGS relaciona las actuaciones que corresponden al Estado, sin menoscabo de las
competencias de las CC.AA.
En lo referente a la Coordinación de la Sanidad, debe ser entendida como la fijación de
medios y de sistemas de relación que hagan posible la información recíproca, la homogeneidad
técnica en determinados aspectos y la acción conjunta de las autoridades sanitarias estatales y
comunitarias en el ejercicio de sus respectivas competencias, de tal modo que se logre la
integración de actos parciales en la globalidad del sistema sanitario.
La Administración del Estado, sin menoscabo de las competencias de las comunidades
autónomas, y en coordinación con éstas, en su caso, desarrolla, igualmente, actuaciones en
materia de:
• Control sanitario del medio ambiente y de alimentos, servicios o productos directa o
indirectamente relacionados con el uso y consumo humanos.
• Determinación, con carácter general, de las condiciones y requisitos técnicos mínimos para la
aprobación y homologación de las instalaciones y equipos de los centros y servicios.
• Fomento de la calidad en el Sistema Nacional de Salud.
• Formación sanitaria especializada en centros y unidades docentes acreditados al efecto.
• Establecimiento del Sistema de Información del Sistema Nacional de Salud.
La Administración Central del Estado mantiene, a través de Instituto Nacional de Gestión
Sanitaria - INGESA -, la gestión de la sanidad en las ciudades con estatuto de autonomía de Ceuta
y Melilla.
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ORGANIZACIÓN AUTONOMICA:
Al amparo de las previsiones constitucionales y de los respectivos estatutos de autonomía,
todas las comunidades autónomas han asumido competencias en materia sanitaria.
La ordenación territorial de los servicios sanitarios es competencia de las Comunidades
Autónomas y debe basarse en la aplicación de un concepto integrado de atención a la salud.
En cada Comunidad Autónoma debe constituirse un Servicio de Salud integrado por todos
los centros, servicios y establecimientos de la propia comunidad, diputaciones, ayuntamientos y
otras organizaciones territoriales intracomunitarias, respetando las distintas titularidades que
existan, aunque a nivel funcional dichos servicios estén adscritos al servicio de salud de cada
Comunidad Autónoma.
Dentro de esta parte de la organización cabe hacer la siguiente puntualización:
Las normas de las CC.AA., al disponer sobre la organización de sus respectivos servicios
de salud, deberán tener en cuenta las responsabilidades y competencias de las provincias y
municipios, como vemos más adelante.
Con motivo de la descentralización de la competencia en materia sanitaria, surgen dos
instrumentos esenciales para la coordinación de nuestro SNS son el Consejo Interterritorial y el
Plan Integrado de Salud.
El órgano de coordinación, cooperación y encuentro entre administraciones públicas
sanitarias central y autonómica es el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud; es el
órgano permanente de coordinación, cooperación, comunicación e información de los servicios de
salud entre ellos y con la Administración del Estado, tiene como finalidad promover la cohesión del
Sistema Nacional de Salud a través de la garantía efectiva y equitativa de los derechos de los
ciudadanos en todo el territorio del Estado.
Preside el Consejo Interterritorial el Ministro de Sanidad y Política Social. La Vicepresidencia
es desempeñada por uno de los consejeros de sanidad de las comunidades autónomas, elegido
por y entre los consejeros que lo integran.
El CISNS funciona en Pleno, en Comisión Delegada, comisiones técnicas y grupos de
trabajo.
El Pleno se reúne al menos cuatro veces al año. Es el órgano de más alto nivel, ya que sus
miembros son los máximos responsables de la Sanidad de nuestro país.
Los acuerdos del CISNS se plasman a través de recomendaciones que se aprueban, en su
caso, por consenso.
Las comisiones técnicas y grupos de trabajo que sean creados, tienen en su funcionamiento
una dinámica propia, relacionada con las tareas que se les hayan asignado y celebran sus
reuniones, periódicas o no, en función de sus propias peculiaridades.
La Comisión Delegada, órgano de segundo nivel, está integrada por el Secretario General
de Sanidad, que la preside, un representante de cada comunidad autónoma con rango de
viceconsejero o equivalente y un representante del Ministerio de Sanidad y Política Social, que
actúa de secretario. El Vicepresidente es designado por los representantes de las comunidades
autónomas.
La Comisión Delegada actúa como órgano de apoyo en la preparación de las sesiones del
Consejo Interterritorial y ejercerá las funciones que él mismo le delegue.
El Comité Consultivo es el órgano dependiente del Consejo Interterritorial mediante el cual
se hace efectiva, de manera permanente, la participación social en el Sistema Nacional de Salud, y
en él se ejerce la participación institucional de las organizaciones sindicales y empresariales en el
Sistema Nacional de Salud.
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como espontánea, cubriendo la necesidad de asistencia cuando hay alguna incapacidad para
desplazarse al centro de salud.
La atención primaria se regula por el Real Decreto de Estructuras Básicas de Salud 137 /
1984 que define junto con las zonas básicas de salud y los centros de salud los equipos de
atención primaria, dentro de estos equipos establece la figura del coordinador médico como el
director de una estructura jerarquizada. Se encarga de coordinar las actividades del equipo y de la
relación con otros servicios e instituciones.
Concretamente señala:
……
El Equipo de Atención Primaria debe realizar todas las funciones destinadas a garantizar y a
mejorar el nivel de la salud individual y colectivo de la población. Es un término amplio que abarca
múltiples facetas.
En el Real Decreto 137/1984 se establecen las siguientes funciones del Equipo de Atención
Primaria:
a. Asistencia sanitaria: ambulatoria, domiciliaria y de urgencia.
b. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
c. Rehabilitación y reinserción social.
d. Educación sanitaria de la población.
e. Diagnóstico de salud de la población.
f. Docencia e investigación.
El desarrollo de las distintas funciones debe realizarse de una forma integral, de acuerdo con las
necesidades y las demandas de la comunidad a la que se atiende.
• Asistencia:
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Está dirigida a la población que demanda los servicios. Se basa en el diagnóstico precoz de la
enfermedad, en el tratamiento adecuado y en el control posterior. Es importante la
protocolización de algunas patologías, ya que aumenta la calidad de la asistencia prestada.
La actividad se desarrollará:
a. Ambulatoria o a demanda:
Puede ser sin cita previa o espontánea, o con cita previa o programada. De esta forma se puede
equilibrar la demanda y mejorar la asistencia profundizando en los casos que sea preciso.
b. Domiciliaria:
Es un tipo de asistencia programada, dedicando ese tiempo a la población que por diferentes
circunstancias no pueden acceder a la ambulatoria.
c. Urgente:
El equipo debe estar programado para garantizar la presencia del personal adecuado durante
todo el día y, durante todos los días.
• Promoción de la salud:
Está dirigida a toda la población sana y enferma. Se basa en la educación sanitaria, el control
del medioambiente y en la participación de la comunidad en los problemas de salud.
Su objetivo es la adquisición de hábitos y actitudes favorables a la salud, necesitando la
participación consciente de la población.
• Prevención de la enfermedad:
Está dirigida a identificar y atender grupos de riesgo, inmunizaciones, etc.
• Rehabilitación:
La rehabilitación debe alcanzar los tres niveles: física, psíquica y social. Es en este aspecto
donde se pone de manifiesto en toda su magnitud la ventaja de los grupos interdisciplinares, al
intervenir no sólo médicos, sino también psicólogos, trabajadores sociales, etc.
• Funcionamiento Interno:
Docencia e investigación, gestión de recursos, sesiones clínicas, control de calidad, entre otras,
son las tareas que se desarrollan a nivel interno. Lógicamente con la limitación que la atención
primaria supone para la investigación biomédica que, en este caso, se centra fundamentalmente
en la elaboración de estudios estadísticos de morbilidad, sin perjuicio de otros trabajos de
investigación.
En el ámbito que nos ocupa debemos referir que la fisioterapia queda integrada en atención
primaria desde un punto de vista normativo. Esta normativa opta por integrar a los fisioterapeutas
como profesionales de apoyo a uno o varios centros de salud, y recoge las instrucciones que
regulan los cometidos y funciones de estos profesionales.
El documento “Cartera de servicios de atención primaria” de mayo de 2010 redactado por el
Instituto de información Sanitaria refiere con respecto a Atención primaria y Fisioterapia:
“Además de los servicios o unidades de rehabilitación situados en los hospitales, la mayor
parte de las CCAA disponen y ofertan servicios de fisioterapia a través de Unidades de
Fisioterapia dependientes de Atención Primaria y ubicadas en algunos centros de salud, dando
servicio a una o más Zonas Básicas de Salud. Los pacientes proceden de las consultas de AP,
aunque en algunos casos también admiten derivaciones desde la AE.
La plantilla básica incluye fisioterapeuta(s) y, con frecuencia, auxiliares de clínica. Asimismo
se dispone de salas de fisioterapia habilitadas con los útiles y aparatos necesarios para la
realización de ejercicios y la aplicación de tratamientos básicos.”
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Tras analizar el primer nivel en que se divide la atención en nuestro SNS −Atención
Primaria− nos toca analizar en profundidad el segundo nivel:
La Atención Especializada cuenta con los medios diagnósticos y/o terapéuticos de mayor
complejidad y coste dentro del sistema, a los que se accede, en primera instancia, por indicación
de los facultativos de Atención Primaria.
En este nivel de atención trabaja un personal especializado que se ocupa de los motivos de
consulta más graves o complejos que sobrepasan las competencias de la atención primaria,
recoge la LGS en su art. 56:
“En el nivel de asistencia especializada, a realizar en los hospitales y centros de especialidades
dependientes funcionalmente de aquellos se prestará la atención de mayor complejidad a los
problemas de salud y se desarrollarán las demás funciones propias de los hospitales”.
La atención especializada garantizará la continuidad de la atención integral al paciente, una
vez superadas las posibilidades de la atención primaria y hasta que aquel pueda reintegrarse en
dicho nivel.
La atención sanitaria especializada comprenderá:
La asistencia especializada en consultas (exámenes y pruebas diagnósticas,
tratamientos y procedimientos terapéuticos)
La asistencia especializada en hospital de día, médico y quirúrgico (exámenes y pruebas
diagnósticas, tratamientos, procedimientos terapéuticos e intervenciones quirúrgicas).
La hospitalización en régimen de internamiento (exámenes y pruebas diagnósticas,
tratamientos, procedimientos terapéuticos e intervenciones quirúrgicas).
El apoyo a la atención primaria en el alta hospitalaria precoz y, en su caso, la
hospitalización a domicilio.
La atención paliativa a enfermos terminales.
La atención a la salud mental y atención psiquiátrica.
La rehabilitación en pacientes con déficit funcional recuperable.
Todo ello añadiendo las siguientes prestaciones:
Prótesis
Medicación, curas, oxigenoterapia y otras terapias respiratorias y productos sanitarios
Alimentación y servicios hosteleros básicos
Nutrición enteral y parenteral y tratamientos de productos dietoterápicos complejos
Otros servicios como hemoterapia, diagnóstico y tratamiento de la infertilidad, diagnóstico
prenatal
Diagnóstico por la imagen, laboratorio, litotricia renal, planificación familiar, radiología
intervencionista, radioterapia, trasplantes, transporte sanitario
Prestación farmacéutica
Información y documentación sanitaria
La Atención Especializada se presta en Centros de Especialidades y hospitales, de manera
ambulatoria o en régimen de ingreso. Ésta puede ser programada o urgente, desarrollando
además funciones de promoción de la salud, prevención de enfermedades, asistencia curativa y
rehabilitación, así como docencia e investigación.
Tras el proceso asistencial, el paciente y la información clínica correspondiente retornan
nuevamente al médico de Atención Primaria quien, por disponer del conjunto de los datos de su
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biografía sanitaria, garantiza la visión clínica y terapéutica global. Ello permite que la continuidad
de los cuidados siga caracterizada por la equidad, independientemente del lugar de residencia y
de las circunstancias individuales de autonomía, dado que la atención llega hasta el propio
domicilio del paciente. Dentro de esta organización, la ubicación de los recursos asistenciales
responde, básicamente, como ya hemos visto a una planificación sobre demarcaciones demo-
geográficas delimitadas, las Áreas de Salud, que establece cada comunidad autónoma teniendo
en cuenta factores de diversa índole, pero, sobre todo, respondiendo a la idea de proximidad de
los servicios a los usuarios.
Como ya hemos señalado, la atención especializada se presta en función de las
características del paciente y su proceso, en consultas externas, en hospital de día y en régimen
de internamiento hospitalario. El acceso del paciente a la atención de urgencia hospitalaria -que
se presta durante las veinticuatro horas del día a pacientes que sufran una situación clínica aguda
que obligue a una atención inmediata de los servicios del hospital- se realiza por remisión del
médico de atención primaria o especializada o por razones de urgencia o riesgo vital que puedan
requerir medidas terapéuticas exclusivas del medio hospitalario.
La atención especializada comprende: la asistencia especializada en consultas, en hospital
de día médico y quirúrgico, la hospitalización en régimen de internamiento, el apoyo a la atención
primaria en el alta precoz, hospitalización en el propio domicilio / atención paliativa a enfermos
terminales, la atención a la salud mental y la rehabilitación en pacientes con déficit funcional.
Incluye también los servicios de: cuidados intensivos, anestesia y reanimación,
hemoterapia, rehabilitación, nutrición y dietética, seguimiento del embarazo, planificación familiar
y reproducción humana asistida. Asimismo, proporciona la indicación, prescripción y realización
de procedimientos diagnósticos y terapéuticos, especialmente los relacionados con:
Diagnóstico prenatal en grupos de riesgo
Diagnóstico por imagen
Radiología intervencionista
Hemodinamia
Medicina Nuclear
Neurofisiología
Endoscopias
Pruebas funcionales y de laboratorio
Biopsias y punciones
Radioterapia
Radiocirugía
Litotricia renal
Diálisis
Técnicas de terapia respiratoria
Trasplantes de órganos, tejidos y células de origen humano.
De lo dicho hasta ahora, cabe resumir que las principales características de la atención
especializada son:
Cuenta con los medios diagnósticos y terapéuticos de mayor complejidad y coste cuya
eficiencia aumenta si se concentran.
El acceso es por indicación de los facultativos de atención primaria.
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1. General
2. Quirúrgico
3. Maternal
4. Infantil
5. Materno-infantil
6. Psiquiátrico
7. Enfermedades del tórax
8. Oncológico
9. Oftálmico u O.R.L.
10. Traumatológico y/o Rehabilitación
11. Rehabilitación psico-física
12. Médico-quirúrgico
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La Ley establece que el catálogo prestaciones del Sistema Nacional de Salud tiene por
objeto garantizar las condiciones básicas y comunes para una atención integral, continuada y en
el nivel adecuado de atención (los ya estudiados nivel de atención primaria y especializada) y
señala, por último, las prestaciones que comprenderá el catálogo.
“1. El catálogo de prestaciones del Sistema Nacional de Salud tiene por objeto garantizar las condiciones
básicas y comunes para una atención integral, continuada y en el nivel adecuado de atención. Se consideran
prestaciones de atención sanitaria del Sistema Nacional de Salud los servicios o conjunto de servicios
preventivos, diagnósticos, terapéuticos, rehabilitadores y de promoción y mantenimiento de la salud dirigidos
a los ciudadanos.
El catálogo comprenderá las prestaciones correspondientes a salud pública, atención primaria, atención
especializada, atención sociosanitaria, atención de urgencias, la prestación farmacéutica, la ortoprotésica, de
productos dietéticos y de transporte sanitario.
2. Las personas que reciban estas prestaciones tendrán derecho a la información y documentación sanitaria
y asistencial de acuerdo con la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del
paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.”
En el artículo 8 de la citada ley contempla que las prestaciones sanitarias del catálogo se
harán efectivas mediante la cartera de servicios comunes que se acordará en el seno del
Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y se aprobará mediante real decreto,
teniendo en cuenta en su elaboración la eficacia, eficiencia, efectividad, seguridad y utilidad
terapéuticas, así como las ventajas y alternativas asistenciales, el cuidado de grupos menos
protegidos o de riesgo, las necesidades sociales, y su impacto económico y organizativo.
Va a ser, precisamente, el Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, el que establece
la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud y el procedimiento para su
actualización.
La importancia de esta norma radica en que, recogiendo los principios establecidos en la
Constitución Española y las citadas leyes que desarrollan el cumplimiento del art. 43 de la misma,
pretende garantizar la protección de la salud, la equidad y la accesibilidad a una adecuada
atención sanitaria, a la que tienen derecho todos los ciudadanos independientemente de su lugar
de residencia, haciendo efectivas las prestaciones a través de la cartera de servicios comunes del
Sistema Nacional de Salud, en la que se recogen las técnicas, tecnologías o procedimientos que
en estos momentos cubre el citado Sistema.
Esta norma pretende definir las prestaciones que el sistema sanitario público actualmente
está ofertando a los ciudadanos y garantizar estas prestaciones comunes. Además, tiene también
como objetivo fijar las bases para la actualización de la cartera de servicios.
El Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, establece, por tanto, las prestaciones
sanitarias del Sistema Nacional de Salud, garantizando la igualdad del contenido para todos los
ciudadanos y la equidad en el acceso.
Es el Ministerio de Sanidad quien tiene las competencias para la ordenación básica de las
prestaciones sanitarias. Los Servicios de Salud de las Comunidades Autónomas, a través de su
representante en la Comisión de Ordenación de Prestaciones del Consejo Interterritorial del
Sistema Nacional de Salud, pueden realizar propuestas de incorporar nuevas prestaciones y
tecnologías.
Según esta norma son prestaciones sanitarias básicas del Sistema Nacional de Salud y, por
tanto, garantizadas en todo el territorio del Estado, aquéllas que están facilitadas directamente a
las personas por el Sistema Nacional de Salud y financiadas por las comunidades autónomas, de
conformidad con los acuerdos de transferencias y el sistema de financiación autonómica vigente,
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sin perjuicio de que aquellas cuya provisión sea competencia exclusiva del Estado sigan siendo
financiadas con cargo a los presupuestos del Estado.
Como hemos referido, la cartera de servicios contenida en este real decreto cuenta con el
acuerdo previo del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
La cartera común de servicios del Sistema Nacional de Salud, que como hemos dicho
recoge la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud, es
el conjunto actividades y recursos mediante los que se hacen efectivas las prestaciones
sanitarias.
La cartera común de servicios del Sistema Nacional de Salud se articulará en torno a las
siguientes modalidades:
La cartera común suplementaria del Sistema Nacional de Salud incluye todas aquellas
prestaciones cuya provisión se realiza mediante dispensación ambulatoria y están sujetas a
aportación del usuario.
Esta cartera común suplementaria del Sistema Nacional de Salud incluirá las siguientes
prestaciones:
Prestación farmacéutica.
Prestación ortoprotésica.
Prestación con productos dietéticos.
La cartera común de servicios accesorios del Sistema Nacional de Salud incluye todas
aquellas actividades, servicios o técnicas, sin carácter de prestación, que no se consideran
esenciales y/o que son coadyuvantes o de apoyo para la mejora de una patología de
carácter crónico, estando sujetas a aportación y/o reembolso por parte del usuario.
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Las comunidades autónomas podrán incorporar en sus carteras de servicios una técnica,
tecnología o procedimiento no contemplado en la cartera común de servicios del Sistema
Nacional de Salud, para lo cual establecerán los recursos adicionales necesarios.
ANEXO:
Las prestaciones sanitarias, hemos mencionado, son las acciones y actividades de atención
y asistencia sanitaria proporcionadas a las personas. Nuestra norma recoge las siguientes
prestaciones:
Prestaciones de salud pública: La prestación de salud pública es el conjunto de iniciativas
organizadas por las Administraciones públicas para preservar, proteger y promover la salud
de la población.
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Siempre que las condiciones del paciente lo permitan, la atención especializada se prestará
en consultas externas y en hospital de día.
Se llevará a cabo en los niveles de atención que cada comunidad autónoma determine y en
cualquier caso comprenderá:
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Política y Economía de la Salud:
INTRODUCCIÓN. Economía de la salud:
Es posible señalar tres elementos básicos de la actividad económica:
Los recursos: Son todos los medios que se emplean para la producción de bienes y
servicios. Entre las distintas características de los recursos está el que éstos son
escasos.
Las necesidades que suponen:
o Algo de lo que no se puede prescindir
o Un estado de carencia de algo
Entre las características de éstas están que a veces son ilimitadas.
Los bienes; un bien es todo aquello que sirve para satisfacer las necesidades.
Dicho lo cual, definimos el problema económico por la siguiente premisa:
¿CÓMO EMPLEAR RECURSOS ESCASOS PARA PRODUCIR BIENES Y SERVICIOS
SUFICIENTES PARA SATISFACER NECESIDADES ILIMITADAS?
La escasez implica un problema de elección, es decir, tomar decisiones que respondan al
qué, cómo y para quién producir.
Al tomar en esas decisiones se incurre en un costo de oportunidad: El costo de oportunidad
se define como el valor de la mejor alternativa que se desecha al tomar una decisión:
En ese sentido, la Ciencia económica se basa en decidir, en un primer nivel de decisión se
plantea si la producción del bien salud debe ser desde el ámbito público o el privado:
Producción pública.
Los bienes públicos poseen dos características básicas:
No existe rivalidad en su consumo.
No existe la posibilidad de excluir a nadie de su consumo.
La no rivalidad supone que el consumo del bien por parte de un individuo no reduce el
consumo de ese bien por parte de los demás (los costes de provisión son invariantes ante
incrementos de la cantidad consumida), la no exclusión que no hay posibilidades de excluir a nadie
de su consumo.
La sanidad no es un bien que posea estas características y, por tanto, desde un estricto
sentido del concepto de bien público no justificaría su producción de forma pública.
¿Debemos optar, entonces por la producción privada del bien?
Desde el punto de vista de la producción privada, la teoría económica afirma que, en un
entorno perfectamente competitivo, el mercado es eficiente, es decir, la asignación de los recursos
basada en la soberanía del consumidor y en el sistema de libre empresa es eficiente.
¿En qué se basa un mercado perfectamente competitivo?
Información perfecta
Las personas maximizan su utilidad o satisfacción
Hay muchos oferentes y muchos demandantes
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Regulación
La función de regulación la ejerce la autoridad sanitaria en su intervención sobre los
sistemas sanitarios, está en relación con la definición de las normas y criterios que regulan los
intereses de los distintos agentes que intervienen, recorre un amplio espectro que va desde
aspectos de alto nivel estratégico, como es la financiación, aseguramiento, prestaciones de los
servicios, el grado de descentralización organizativa permitido para la toma de decisiones, los
métodos de pago a los proveedores y profesionales sanitarios, a la propia organización de la
práctica profesional, todas estas medidas con efectos distintos sobre la calidad de la asistencia, el
esfuerzo en la reducción de costes sanitarios.
Financiación y aseguramiento
La función de financiación supone elegir de dónde obtener los recursos para prestar dicha
atención, si analizamos los distintos tipos de financiación podemos pensar en cuatro grandes
modelos de sistemas:
Sistema del estado de bienestar (modelo Beverige y Shemasko):
o Servicios financiados por impuestos.
o Control estatal.
Seguridad Social (modelo Bismarck):
o Cotizaciones.
o Participación obligatoria de los trabajadores.
Aseguramiento voluntario (privado):
o Participación depende de la decisión individual.
Pago directo de los servicios.
En el primer modelo, donde se encuentra incluido el sistema sanitario español, aunque
como veremos tenemos que matizar dicha categorización y hablar de un modelo donde coexisten
todos esos elementos, bajo el modelo Beverige englobados en lo que se conoce como SNS, que
son financiados vía impuestos, donde nadie puede evitar estar exento de la financiación y, por lo
tanto, tampoco pueden ser excluidos en su utilización lo que aporta un acceso universal y
habitualmente gratuito, aunque puede haber prestaciones que requieren un pago adicional por el
uso de determinadas prestaciones (copago).
Están bajo el control estatal que es el que determina el volumen de impuestos que se
destinarán al sistema, a la financiación de las distintas prestaciones y a regular los procesos de
gestión de los centros sanitarios y el acceso de los ciudadanos.
Son conocidos bajo el modelo Beveridge en la sociedad occidental y también el modelo
Shemasko en el antiguo entorno de los países soviéticos.
Una de sus fortalezas es la universalidad que facilita tanto la cohesión social como la
efectividad en la atención sanitaria al disminuir las barreras en la accesibilidad. Dentro de sus
debilidades se encuentra la sensibilidad hacia las interferencias políticas y la competencia de
fondos económicos, con la financiación de otros servicios públicos.
El segundo tipo de aseguramiento está asociado a la retención de parte de los ingresos de
los trabajadores, estas cuotas constituyen un fondo específico sólo para la prestación asistencial,
de aquellos colectivos que cotizan –trabajadores y sus familias–. Por lo tanto, tiene una vinculación
concreta entre cotización y beneficios y es independiente de otros ingresos gubernamentales. Son
sistemas implantados en muchos países de Centro Europa y de Latinoamérica y son conocidos
como modelo Bismarck o de Seguridad Social.
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En este contexto las reformas más significativas que vienen sufriendo los modelos
sanitarios de nuestro entorno las podemos resumir en:
Reformas en sus sistemas sanitarios para controlar el crecimiento del gasto sanitario
público, mejorar su eficiencia y la satisfacción de los ciudadanos.
Podríamos considerar que estas reformas sanitarias comparten los siguientes principios:
La división entre la financiación y la provisión, donde el Estado mantiene su papel de
financiador pero la provisión de los servicios está garantizada por medio de un abanico de
proveedores públicos, privados y voluntarios.
Introducción de cambios en la financiación a los proveedores. Los recursos públicos no son
asignados por medio de un proceso burocrático, sino distribuidos por la oferta y demanda de
los servicios al mejor centro sanitario en función de la calidad y precio que oferta.
Mejorar la posición de los ciudadanos frente a los servicios sanitarios por medio del aumento
de su capacidad de elección.
Cómo se concretan estas reformas en el caso español:
Como venimos refiriendo la LGS, que desarrolla el art. 43 de la CE en el ámbito de los
derechos a la protección de la salud y a la asistencia sanitaria no establece de manera expresa un
modelo de gestión de los servicios sanitarios, en buena medida debido a que, conforme a lo
establecido constitucionalmente, redistribuye las competencias sanitarias entre el Estado y las
Comunidades Autónomas, desplazando el centro del sistema a estas últimas, quedando reducido
el Estado a la dirección en los aspectos considerados básicos y a la coordinación.
No obstante, el criterio de la LGS es que en los centros públicos las prestaciones sanitarias
sean objeto de gestión directa, mientras que la colaboración de los centros privados se instrumente
a través de los convenios de vinculación y los conciertos (como veremos más adelante).
Esta predisposición a la prestación de los servicios sanitarios de forma directa obedece a
razones históricas (asunción por la Seguridad Social de la prestación directa mediante la creación
de una red propia), ideológicas (el rechazo a hacer dinero con la salud) y derivadas del carácter de
obligación de medios de las prestaciones sanitarias, aunque como hemos referido la LGS no
excluye la participación privada a través de la gestión indirecta, al admitir la vinculación de los
hospitales generales de carácter privado mediante convenios singulares y conciertos para la
prestación de servicios sanitarios con medios ajenos.
En este contexto cabe destacar el punto de inflexión que supuso el conocido como
Informe Abril Martorell; en nuestro país, algunas de las reformas vienen asociadas a propuestas
con bastante recorrido, habiéndose iniciado en la década de los noventa, las principales reformas
que se formulan en el caso español en la gestión de los servicios públicos, surgen debido a
importantes problemas de gestión (un hito importante en todo ello es este Informe Abril Martorell, al
que vamos a hacer referencia en el estudio de este apartado):
No hay una separación clara entre financiadores y proveedores de las prestaciones
sanitarias.
El presupuesto como herramienta de gestión no funciona, siendo prácticamente imposible
saber cuál era el gasto real de cada centro.
El presupuesto no está relacionado con la cartera de servicios que ofrece cada centro
sanitario.
Los procesos de toma de decisiones están muy formalizados y sujetos a una gran restricción
administrativa
No existe ningún tipo de incentivo al cumplimiento de los objetivos.
El ámbito de la gestión contiene una escasa formación económico-empresarial en los equipos
de dirección.
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Hecha esa aclaración, los Convenios tienen por objeto la prestación de servicios sanitarios
públicos que se regulan con carácter general en los artículos 66 y 67 de la LGS. Este mecanismo
de gestión indirecta se articula sobre dos títulos: la vinculación y el convenio singular. La
vinculación está sujeta a una condición previa que es la homologación técnica del centro sanitario
de acuerdo con un protocolo definido. Se trata, por tanto, de una resolución administrativa que
constata el cumplimiento de los requisitos técnicos establecidos para contratar con la
Administración la prestación de servicios asistenciales. La homologación equivale a la inclusión del
centro hospitalario en la red de hospitales del sector público. No obstante, esta inclusión de entrada
no supone ni la delimitación de las funciones asistenciales que han de desarrollarse, ni sus
condiciones, ni su prestación efectiva.
Por su parte lo más característico del convenio es que, en virtud del mismo, el centro
sanitario privado se somete al mismo régimen sanitario, administrativo y económico de los
hospitales públicos. El régimen de organización y funcionamiento del hospital vinculado es como si
fuera público excepción hecha de lo que se refiere a la titularidad del centro, que continúa siendo
privada, así como la relación laboral con el personal.
En relación a los usuarios, las normas que rigen en su acceso y atención a un hospital
privado vinculado no se diferencian de las que rigen en los hospitales públicos. La sujeción a las
mismas normas de organización y funcionamiento alcanza también los derechos, deberes y
garantías de los usuarios.
Por su parte los Conciertos consisten en una modalidad de gestión indirecta puramente
contractual, donde la LGS refiere que:
Concierto sanitario cuyo objeto es la prestación de servicios sanitarios con medios ajenos a
los que cuenta la Administración sanitaria
El régimen normativo, al igual que el convenio, también se construye sobre la concurrencia
de dos títulos jurídicos: la homologación y el concierto. Los centros susceptibles de ser concertados
deben ser previamente homologados según el procedimiento enunciado en la LGS. Al igual que en
los convenios singulares, el legislador establece un trámite de clasificación que culmina en una
resolución administrativa. La homologación es, por tanto, una condición previa para la
concertación, y viene a ser una suerte de clasificación exigida a los contratistas en la legislación de
contratos.
El contenido concreto de los conciertos se articula en un doble plano, primero se elabora
por parte de la Administración el Pliego de Condiciones Generales de los contratos, y en segundo
lugar, se lleva a cabo el contrato propiamente dicho.
En cuanto al usuario del servicio concertado, la LGS formula dos principios: el concierto
debe asegurar el trato igual de todos los usuarios afectados por su aplicación y la Administración
cuenta con los poderes de policía necesarios para garantizar el trato al paciente en las condiciones
pactadas.
Por último, la Concesión administrativa se ha convertido en la forma de colaboración por
excelencia entre el sector privado y el público para la prestación de servicios públicos.
Reserva a la Administración la titularidad del servicio, lo que le permite a la Administración
un control exhaustivo, pero sin tener que participar en la gestión. Por otro lado, se produce la
gestión “empresarial” de la entidad, pero sin la titularidad de la misma, lo que garantiza el disfrute
del derecho constitucional de la protección de la salud. Por lo tanto, se garantiza la equidad a
través de la titularidad pública y el logro de la eficiencia a través de la gestión privada (ver Anexo
modelo Alzira).
Como vimos en el tema anterior el modelo de descentralización sanitaria adoptado en
España aparece diseñado en la CE y en los Estatutos de Autonomía que posteriormente fueron
aprobados para las respectivas Comunidades Autónomas.
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desde el nivel central. Permite usar mejor la información local y adaptar más fácilmente las
decisiones a la situación particular de un centro. Dotar a los profesionales de la capacidad de
responsabilidad y autoridad para decidir cómo organizar su trabajo, ha demostrado reportar
grandes beneficios en términos de mayor productividad, disminución de los costes,
perfeccionamiento del servicio al cliente e incremento de la satisfacción de los profesionales.
Permite clarificar las responsabilidades de cada uno de los centros y sentar un procedimiento
de dirección participativa por objetivos que facilita producir actividades sanitarias asociadas a
las necesidades y problemas de salud de la población.
Introduce un cambio en el sistema de incentivos organizativos e individuales basado en la
obtención de resultados, en vez de la linealidad y homogeneidad retributiva independiente del
rendimiento.
Para que el CP/CG sea una herramienta de gestión útil debería orientar la actitud de los
gestores de las instituciones sanitarias y que les ayude a responder a las tres preguntas que
se plantean en cualquier otra empresa:
o La gestión de mercado (¿qué hacer?).
o La gestión de producto (¿cómo hacerlo?).
o La gestión económico-financiera (¿con qué recursos?).
La primera de ellas, gestión de mercado, se refiere a un concepto amplio de evaluación de
las necesidades de los clientes y la posibilidad de poder segmentar la población en diferentes
grupos en función de sus distintas necesidades y preferencias (programas infantiles,
rehabilitación, etc.) con el detenido análisis de qué áreas no están suficientemente cubiertas y
la anticipación de cómo evolucionará la demanda en los próximos años. Es una orientación
de los servicios mucho más evolucionada que el ¿qué sabemos hacer? o ¿qué nos gustaría
hacer?
El proceso de producción de las organizaciones sanitarias es complejo, en las que
prácticamente cada paciente es un proceso asistencial diferente que va requiriendo la
utilización de diversos recursos del propio o de otro centro sanitario, que son decididos por el
profesional responsable de su cuidado. Este proceso de atención personal, coordinada y
multiprofesional, requiere que cada paciente consiga el número óptimo de recursos para
recuperar o mantener su salud. Desde esta perspectiva, son tremendamente importantes los
aspectos de coordinación de los cuidados, pero sobre todo los aspectos de protocolización y
práctica asistencial que permitan una disminución de la variabilidad de la práctica asistencial.
De forma que la gestión del producto va íntimamente ligada a los aspectos de gestión clínica.
Por último, la gestión financiera no debe ser considerada sólo como los procedimientos de
administración y ejecución adecuada del presupuesto, sino garantizar que se cuentan con los
recursos financieros necesarios y que se gestionan de un modo que permiten obtener la
máxima rentabilidad de los mismos.
De este modo, el CP/CG debe recoger la suma de los acuerdos de actividad pactados
dentro de cada centro con los diferentes servicios o unidades sanitarias, con sus criterios de
calidad, así como por los recursos necesarios para conseguirlos. Simultáneamente se debe
disponer de un sistema de información y evaluación que nos permite conocer el cumplimiento de
objetivos tanto en el aspecto asistencial como en el consumo de recursos.
Con respecto a la gestión económica, el seguimiento longitudinal de la gestión
presupuestaria de los centros y la comparación entre centros de distintas comunidades autónomas
que trabajaban con y sin CG, resalta que aunque los objetivos de contención de gasto eran
excesivamente optimistas, sí se ha conseguido una mayor disciplina financiera y un incremento
significativo de la eficiencia relativa, lo que sin duda tiene efectos beneficiosos tanto para la
contención del endeudamiento público como para la ganancia de credibilidad del sector sanitario en
la gestión de los recursos que los ciudadanos depositan en él.
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Es importante que el clínico sea consciente que está administrando recursos que son finitos,
y que la forma que los asigne contribuirá o no a una mejor salud de sus pacientes y de la
comunidad.
Como veremos más adelante a la hora de estudiar las competencias propias de los
profesionales sanitarios, uno de los ámbitos en los que el profesional sanitario desempeña su
trabajo es el de la gestión.
Entre las competencias que debe ejercer el profesional sanitario, y por tanto el enfermero,
se incluye la gestión. Así lo expresa claramente la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación
de las profesiones sanitarias, en su artículo 4.3: “Los profesionales sanitarios desarrollan, entre
otras, funciones en los ámbitos asistencial, investigador, docente, de gestión clínica, de
prevención y de información y educación sanitarias”.
Asimismo, en el artículo 10.2 dice “A los efectos de esta ley tienen la consideración de
funciones de gestión clínica las relativas a la jefatura o coordinación de unidades y equipos
sanitarios y asistenciales, las de tutorías y organización de formación especializada, continuada y
de investigación y las de participación en comités internos o proyectos institucionales de los centros
sanitarios dirigidos, entre otros, a asegurar la calidad, seguridad, eficacia, eficiencia y ética
asistencial, la continuidad y coordinación entre niveles o el acogimiento, cuidados y bienestar de
los pacientes”.
Para finalizar, y aunque ha quedado en proceso de aprobación, mencionar el:
Real Decreto por el que se fijan las bases para la implantación de las Unidades de
Gestión Clínica en el ámbito de los Servicios de Salud (no está aprobado es solo proyecto)
Que tiene por objeto regular la creación, estructura y funcionamiento de las Unidades de
Gestión Clínica en el Sistema Nacional de Salud. Estas Unidades, dotadas de autonomía suficiente
para el cumplimiento de sus funciones, actuarán según los acuerdos establecidos con la gerencia
correspondiente y contarán con sistemas que permitan su seguimiento y evaluación,
concretamente quedan definidas como:
“1. Las Unidades de Gestión Clínica son unidades orgánicas sin personalidad jurídica
propia, con autonomía para la organización y gestión de los recursos humanos y materiales que se
les asignen y a las que corresponde prestar la asistencia sanitaria propia de su ámbito y nivel
asistencial. Estas unidades podrán constituirse en los centros e instituciones Sanitarias
dependientes de cada Servicio de salud en el ámbito del Sistema Nacional de Salud.”
Como conclusión podemos subrayar que la gestión no puede ser algo ajeno a la
totalidad de los profesionales sanitarios, algo reservado a los jefes o supervisores. Todos
somos gestionados y todos hacemos gestión. Desde la utilización correcta o el mantenimiento de
las instalaciones o equipos a la participación en la dirección de unidades o instituciones o a la
participación en proyectos de investigación y docencia. Además, los estudiantes deben adquirir
competencias en gestión por lo que, inevitablemente, donde haya estudiantes se debería abordar
la misma.
Clásicamente, las actividades de la gestión se describían en las cuatro funciones básicas de
planificación, organización, ejecución y control, que encadenadas en un proceso continuo
constituyen el ciclo de gestión (que analizaremos en el siguiente tema).
El conjunto de actividades y funciones que los directivos sanitarios deben ejercer recorre un
amplio abanico que va desde la elaboración, ejecución y seguimiento del presupuesto, la gestión
de los recursos humanos, la contratación de personal, la mediación en conflictos de distinto origen
(sindical, interprofesional, departamentos clínicos, proveedores…), la atención y resolución de
reclamaciones de usuarios, la ejecución de los programas docentes y de investigación, la
asignación de recursos, la elección de tecnología, el seguimiento de los contratos y los fallos de los
proveedores, y un largo etcétera, que se podría resumir en dos acciones concretas: tomar
decisiones adecuadas y resolver problemas.
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Gestión sanitaria:
Como ya mencionamos en el tema anterior la gestión en el ámbito sanitario engloba a todas
aquellas acciones dirigidas a conseguir los objetivos de los sistemas sanitarios.
Gestionar supone coordinar y motivar a las personas de una organización económica para
conseguir las finalidades de ésta.
Sin embargo, nos tenemos que trasladar a los comienzos del siglo XX en que surge la
moderna teoría de la administración:
Taylor desarrolló la administración como una ciencia similar a las física o las matemáticas,
su modelo se basaba en la decisión y especialización del trabajo, de modo que la dirección
planea, establece los requisitos a cumplir y estandariza procesos, que posteriormente el
trabajador ejecuta; trabajos diferentes para lograr un objetivo común.
Estos modelos tienen su plenitud en la producción de productos, sin embargo, los servicios
(como resultan los sanitarios) tienen un componente humano y una intangibilidad que los diferencia
de los anteriores de forma que el profesional sanitario provee directamente cada servicio, de forma
que sus actos científicos o técnicos tienen una importancia relevante en el resultado del mismo y
en la satisfacción del usuario.
En todo caso, deberemos aprender a gestionar adecuadamente esos procesos para dar una
atención adecuada a las necesidades de nuestros clientes; los profesionales de las ciencias de
la salud deben liderar e implicarse en el cambio de modelo asistencial y gestionarlo
eficazmente, los enfermeros como parte de eso profesionales deben aportar soluciones a los
problemas de pacientes y usuarios innovando en modelos de gestión del cuidado (buscar fórmulas
de mejora de la eficacia y eficiencia del cuidado, la seguridad de los pacientes y el fomento de la
autonomía de los mismos).
La teoría y los principios inherentes a estas disciplinas son, pues, necesarios para la
práctica de los cuidados enfermeros.
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Profesor: César Lama
“el proceso continuado en el que partiendo de un análisis actual y retrospectivo del contexto
donde se pretende llevar a cabo la actividad, define las políticas a seguir, los objetivos a alcanzar y
las actividades que habrán de realizarse en un futuro, estableciendo un orden de prioridad
determinado, así como la previsión de recursos y los responsables del programa, con una
delimitación del tiempo y el lugar donde deberán intervenir los equipos de salud”.
A través del análisis de las necesidades de salud podemos conocer los patrones y perfiles
de salud y enfermedad de la población, así como la percepción de las personas sobre su salud y
los requerimientos sociales para afrontar estas necesidades.
Organización: Desde un punto de vista general organizar significa coordinar los recursos
individuales y grupales para una acción colectiva, claramente especificada, de manera que, riesgos
o errores de dichas acciones se minimicen, pero también que se utilicen los medios de forma
efectiva:
Se determinan los niveles jerárquicos, la necesidad de RRHH, las funciones y tareas de ese
recurso en cada momento y lugar (división del trabajo / niveles de especialización).
Se delimita la autoridad y responsabilidades de individuos y grupos.
Se definen y describen los recursos en equipamiento, tecnología, instalaciones necesarias
para que el RRHH cumpla sus funciones.
Se concretan las relaciones que deben guardar los individuos entre sí, como se crean
unidades organizativas con fines concretos y como, a su vez, se relacionan con otras
unidades (estructura); estas relaciones se representan por medio de organigramas
(verticales, horizontales, circulares, etc.).
De acuerdo con todo ello podemos identificar las siguientes finalidades de la organización:
• Integración de las personas, actividades y resultados; los aspectos tan peculiares de las
organizaciones sanitarias hace, aún mayor, la necesidad de procurar un trabajo
coordinado, con normas y reglas claramente establecidas, seguras y adecuadas a cada
situación. Ello se consigue con un adecuado proceso organizativo, en el que cada grupo
de trabajadores encuentra su lugar, conoce la forma correcta de actuar y los medios
disponibles, contando con la información adecuada de todo lo que se realiza y
haciéndose consciente de su aportación personal al logro de objetivos.
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Profesor: César Lama
Como hemos referido, las organizaciones ordenan sus elementos de acuerdo a sus
necesidades, en lo que se denomina estructura organizativa, que trata de dar forma coherente
tanto a las diferentes divisiones en las que se conforma la organización, como a las relaciones de
poder, colegialidad, dependencia y delegación que se dan en la organización.
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Profesor: César Lama
En los últimos tiempos, en las instituciones sanitarias se ha venido introduciendo una cultura
empresarial que plantea alcanzar una mayor eficacia y eficiencia, vinculada a la mayor
participación de los profesionales y un protagonismo progresivo de los pacientes, en contraposición
con las tradicionales modelos de administración, caracterizados por un marcado funcionamiento
normativo y jerarquizado. Ya nos hemos referido a esos cambios, al menos lo más significativos, en
los niveles macro y de mesogestión.
“Los cuidados prestados a los clientes en relación con sus necesidades acreditadas”.
“Nivel de salud alcanzado por un usuario, como resultado de la aplicación de los cuidados
de enfermería”.
La gestión clínica es una aproximación de las culturas clínicas y de gestión, que pretende
que el modelo de gestión y organización esté orientado al paciente, inspirándose en sus
necesidades, detectando con claridad los procesos asistenciales con relación a su prevalencia y
requerimientos de atención y fomentando y promoviendo, a partir de ello, un cambio hacia una
organización con unidades orientadas a procesos asistenciales que agrupen a aquel conjunto
multiprofesional que sea determinante para ofrecer un mejor resultado.
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Profesor: César Lama
Entre los objetivos de la gestión clínica se encontraría el detectar las necesidades del
paciente y los procesos con mayor prevalencia, de tal modo que los esfuerzos en estandarizar la
práctica asistencial se centren en ellos. Por tanto, el modelo exige un cambio organizativo,
orientado a procesos asistenciales, con un enfoque multidisciplinar, analizando el flujo de
actuaciones que se realizan para que el paciente sea atendido de la forma más eficiente y óptima.
• Garantizar que los servicios y técnicas que realiza enfermería estén respaldados por los
resultados de la investigación y de la experiencia.
• Conseguir que los servicios que prestan y la idoneidad de los procedimientos que
utilizan, sean los que generen el máximo beneficio para el paciente o la comunidad.
• Asegurar que todos los cuidados se prestan con la mayor calidad posible y con los
mínimos recursos.
En este sentido, desde el momento que enfermería decide una intervención en la aplicación
de un cuidado enfermero, para obtener unos resultados concretos en el paciente, está realizando
gestión clínica; en su decisión está presente el considerar que es lo mejor, valorando el coste de la
intervención, los resultados a conseguir y que además resulte lo más inocua posible para el
paciente.
Pero como sabemos que una mayoría de las intervenciones enfermeras no son inocuas,
sino que también pueden tener efectos adversos; la seguridad del paciente se beneficia muchísimo
de una práctica clínica prudente y ponderada, y que tenga siempre en cuenta el balance
beneficio/riesgo de sus intervenciones.
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Profesor: César Lama
Conseguir que la actuación del profesional sea la más eficiente y con el menor riesgo es a
lo que debe aspirar ese profesional, siendo necesario para ello medir (que muchas veces nos
resulta más complicado que el propio hacer), esto obliga al profesional, a ser lo más objetivo
posible, y requiere una formación e información continua, conocer el coste - eficacia de cada
intervención, evaluar tanto los beneficios extraídos cómo los riesgos, midiendo los resultados, y
todo ello dentro del respeto a lo que el paciente quiere y desea conseguir.
La gestión de cuidados abarca tres niveles de decisiones que competen a la gestión clínica.
• Terapia individual:
• Gestión asistencial:
Este segundo nivel incluye las decisiones destinadas a facilitar la efectividad de los
cuidados y la adecuada utilización de los recursos. El trabajo entre el personal de
enfermería puede distribuirse asignando a cada enfermero la máxima responsabilidad
sobre un pequeño grupo de pacientes o los pacientes pueden asignarse a equipos de
trabajo que se distribuyen en diferentes turnos, el enfermero es el responsable en lo
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Profesor: César Lama
El proceso de gestión de cuidados está fuertemente influido por las decisiones que se
toman a este nivel ya que no todas las alternativas son igualmente costo-efectivas.
• Gestión de la unidad:
A esta tendencia no es ajeno el sector sanitario. Es más, algunos de los marcos de trabajo,
para el desarrollo de sistemas de medición de desempeño, se muestran particularmente aptos para
la inclusión de aspectos relacionados con la información que proporciona la información clínica.
Además, su enfoque hace que permitan ser considerados como instrumentos de particular valor,
para el manejo de este tipo de información, precisamente por los responsables máximos de la toma
de decisiones en el ámbito de las microgestión: los profesionales sanitarios.
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Profesor: César Lama
La última fase que definimos al principio del tema a la hora de hablar de la gestión:
El control:
Por ello señalamos la dificultad que existe para las empresas de servicios sanitarios en la
asignación presupuestaria relacionada con la definición de costes de sus productos finales.
Los productos intermedios del sistema sanitario se agrupan en “paquetes” específicos para
cada paciente en función de la decisión de los médicos que les tratan, de modo que podríamos
encontrar tantos productos distintos como pacientes. Pero, en realidad, las enfermedades tienen un
conjunto específico de maneras de presentarse que permite clasificar a los pacientes en grupos
similares de necesidades de diagnóstico y tratamiento. Como resultado de esta agrupación se
pueden entender los productos finales de los servicios sanitarios como las tipologías de los
pacientes tratados, que constituyen lo que se ha llamado casuística o case mix.
Se pasa, por tanto, a herramientas que agrupan a las personas sanas o enfermas de
acuerdo a criterios relacionados con el objetivo para el que se diseñó el clasificador.
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Profesor: César Lama
Constituyen, por tanto, un sistema de clasificación de pacientes que permite relacionar los
distintos tipos de pacientes tratados en un hospital con el coste que representa su asistencia. Hay
distintas versiones, pero no vamos a hablar genéricamente de ellos.
El sistema de información hace que desde el ingreso hasta el alta se recoja la información
relacionada con el consumo de productos de los pacientes durante la estancia hospitalaria a través
de los sistemas de información internos. El resultado del proceso asistencial y lo procesos
intermedios y su tratamiento aparecen resumidos en el informe de alta, que incluye
obligatoriamente los datos necesarios para la clasificación del proceso. Estos datos constituyen el
conjunto mínimo básico de datos (CMBD), que regula la propia normativa española:
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4. Cada subclase así formada se subclasifica según la edad, el motivo del alta o la
presencia o ausencia de comorbilidad o complicaciones, siempre que estas variables hayan
mostrado que reducen la variabilidad en el consumo de recursos.
Una vez que se dispone del sistema de clasificación de pacientes se puede calcular una
norma o estándar de consumo de recursos para cada grupo. El procedimiento es considerar que el
total de la casuística atendida por el conjunto de centros equivale a la unidad y, a partir de ahí, y en
función del consumo de recursos de cada GRD, se asigna un peso relativo a cada uno de ellos,
Tras conocer estos pesos relativos, podemos percibir la complejidad de la casuística que
atiende un hospital, calculando la media de los pesos ponderada por el número de casos de cada
GRD. Este índice de casuística o case mix del centro permite compararlo con cualquier otro en
cuanto al tipo de pacientes que atiende.
El case-mix tendrá que ver con el volumen y la tipología de los pacientes tratados y eso está
ligado directamente con la cartera de servicios que presta cada organización sanitaria en particular.
Entre las variables que recoge el CMBD que luego nos permite hacer una asignación por
GRDs están:
• La edad
• El sexo
• La tipología del alta
• El diagnóstico principal
• Los diagnósticos secundarios
• Los procedimientos
Los AP –GRD (versión ampliada de los GRDs básicos que permite describir a grupos de
paciente más amplios que los incluidos en Medicare) se utilizan actualmente para:
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Profesor: César Lama
Como ya hemos referido para las políticas sanitarias, éstas se rigen por criterios
empresariales, y los objetivos que antes eran de los servicios, ahora son los objetivos que plantean
cada uno de los programas, y hablamos de cartera de servicios. Podemos preguntarnos entonces:
¿Qué ofertamos o vendemos, la enfermería?, ¿Cuánto vale ese producto? ¿Cómo medimos el
resultado que obtenemos con la aplicación de nuestros cuidados?
Algunos de los sistemas usados para medir las cargas de trabajo de los cuidados de
enfermería son:
• Cuidados directos.
• Cuidados indirectos.
• Enseñanza.
• Soporte emocional.
SISTEMA MEDICUS:
Cada día, las necesidades de cada paciente son evaluadas con la ayuda de los 37
indicadores, que se agrupan en 3 grandes categorías:
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Profesor: César Lama
Entre 1974 y 1976, en la Universidad de Montreal el Dr. Charles Tilquin y su equipo crearon
un listado de las actividades de cuidados necesarias según diferentes categorías de
pacientes. Ha sido revisado y modificado en distintas ocasiones la más reciente en el año 2000.
El PRN es una herramienta que mide el tiempo de cuidados requeridos para cada
paciente a partir de las actividades de cuidados enfermeros, planificadas para las próximas 24
horas. Este sistema mide cuidados directos e indirectos, así como la comunicación con el paciente
y las actividades administrativas, de desplazamiento y de mantenimiento.
En España han tenido mayor predicamento el proyecto Signo, basado en los modelos de
cuidados de V. Henderson y D. Orem, pretende elaborar la cartera de prestaciones de enfermería
(listado de acciones cuidadoras) y su peso relativo en el centro asistencial, normalizando la
práctica, a través de la consulta a los enfermeros, como punto de partida, para asignar costes.
Tras el proyecto llamado SIGNO (1990 desarrollado por el INSALUD), con el objetivo de
crear herramientas de gestión que contribuyan a mejorar la eficiencia de los servicios sanitarios. El
denominado SIGNO II, constituye una segunda etapa de este programa. El modelo consiste
en crear instrumentos que permitieran la imputación de costes por paciente.
1. Respiración
2. Alimentación e hidratación
3. Eliminación
4. Actividad-movilidad y reposo-sueño
5. Higiene
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6. Seguridad y confort
7. Comunicación- relación
8. Enseñanza
9. Observación
Por estancias ponderadas, es decir; coste total (personal + materiales) /Nº total de
estancias = Coste de una estancia
Pero este criterio no es válido por el hecho de que mide los costes por estancias (lo que
cuesta un día de hospital de un paciente) y no cuesta lo mismo un día de hospitalización de un
enfermo con neumonía que un paciente que se opera de apendicitis.
Nivel II o cuidados medios: enfermos crónicos con síntomas sub-agudos que precisan
ayuda para las actividades de la vida diaria (AVD) con tratamiento moderado y actividad
disminuida.
Nivel III o cuidados amplios: gran dependencia de enfermería, con observación frecuente,
incontinentes y/o inmóviles con tratamiento amplio, necesidades emocionales o desconexión del
medio.
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PROYECTO NIPE:
Los planes de cuidados estandarizados se definen como pautas que se formulan para
orientar los cuidados y guiar la intervención de la enfermera en una situación determinada.
También permite la inclusión de datos que se repiten en las mismas situaciones una y otra
vez, permitiendo asimismo no omitir aquellas acciones y decisiones que debieran formar parte de
un buen plan de cuidados, tanto si los profesionales son expertos como noveles.
Por otro lado, también ayudan a unificar un lenguaje común del que está necesitada la
profesión.
En conclusión, los recursos materiales, junto con los de personal, constituyen la principal
preocupación de la gestión sanitaria, todo ello tiene una traslación en costes:
Los costes sanitarios son el resultado de los gastos y del trabajo de los profesionales
vinculados a la asistencia sanitaria, para la producción del servicio sanitario; los centros sanitarios,
para cumplir con su objetivo de prestar un servicio que mejore y transforme la salud del usuario,
emplean una serie factores de producción (ya sean materiales, horas de trabajo, capacitación del
personal, etc.) que generalmente tienen una valoración económica denominada coste.
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• Directos: derivados del servicio que se presta a los pacientes, en ellos se incluye el
precio de los recursos humanos y los costes fijos (instalaciones, limpieza,
mantenimiento, luz, etc.).
• Indirectos: transporte sanitario, días de trabajo perdido, pago de medicación
adicional etc.
Son muy difíciles de medir, por lo que no suelen incluirse en las evaluaciones
económicas.
Una de las aplicaciones, como ya hemos referido, de la evaluación económica que cada vez
tiene mayor predicamento en la gestión clínica es la evaluación tecnológica de las tecnologías
sanitarias (EETS), que supone llevar a cabo un proceso que permite saber si un determinado
aspecto de la práctica o la organización clínica, bien sea de nueva aparición o tradicional, resulta
una solución sostenible o la mejor alternativa en un determinado contexto asistencial y social.
Se hace necesario evaluar los costes, siendo el nombre genérico que se da a un conjunto
de procedimientos o técnicas de análisis dirigidos a evaluar el impacto de opciones alternativas
sobre el bienestar de la sociedad.
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Enfermera gestora de recursos materiales: realiza tareas que tienen que ver con la
compra; qué y por qué comprar, a quién, cómo y a qué precio.
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Control y Gestión de la calidad en Enfermería. La calidad de la
atención
INTRODUCCIÓN:
La Ley general de sanidad de 1986, establece las bases para trabajar bajo marcos
de calidad asistencial y configura un sistema de acreditación para la atención primaria y
especializada.
Además, en su art. 40 señala que “la Administración del Estado, sin menoscabo de
las competencias de las Comunidades Autónomas, desarrollará, entre otros, las siguientes
actuaciones:
……
La determinación con carácter general de las condiciones y requisitos técnicos
mínimos para la aprobación y homologación de las instalaciones y equipos de
los centros y servicios.”
Además, el enfermero obtiene, actualmente, la titulación de grado en Enfermería que
le permite acceder a la práctica de la profesión y le capacita para desempeñar diferentes
competencias profesionales tanto en el ámbito de la sanidad pública como privada, para
entender mejor cuáles son esas competencias vamos a pararnos en el análisis normativo
que regulan las mismas.
El R.D. 1277/2003, de 10 de octubre, por el que se establecen las bases generales
sobre autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios (sobre el que
volveremos a hablar) define y relaciona los centros, servicios y establecimientos sanitarios
que deben ser objeto de establecimiento de los requisitos que garanticen su calidad y
seguridad, y relaciona un conjunto de unidades asistenciales, entre las que figura el
siguiente recurso específico:
U.2 Enfermería: unidad asistencial en la que personal de Enfermería es responsable
de desarrollar funciones y actividades propias de su titulación.
Y también una especialidad:
U.3 Enfermería obstétrico-ginecológica (matrona): unidad asistencial en la que una
matrona es responsable de desarrollar funciones y actividades destinadas a prestar atención
a las mujeres en el embarazo, parto y puerperio, y al recién nacido.
También es importante reseñar, en este momento, aunque abundemos más sobre
ello en temas posteriores lo que refiere el Anexo III: Real Decreto 1231/2001, de 8 de
noviembre, por el que se aprueban los Estatutos generales de la Organización Colegial de
Enfermería de España, del Consejo General y de Ordenación de la actividad profesional de
enfermería.
1. Los servicios de enfermería tienen como misión prestar atención de salud a los individuos,
las familias y las comunidades en todas las etapas del ciclo vital y en sus procesos de
desarrollo.
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….
a. Normas de calidad y seguridad, que contendrán los requerimientos que deben guiar
los centros y servicios sanitarios para poder realizar una actividad sanitaria de forma
segura.
b. Indicadores, que son elementos estadísticos que permitirán comparar la calidad de
diversos centros y servicios sanitarios de forma homologada, ajustada al riesgo y
fiable.
c. Guías de práctica clínica y guías de práctica asistencial, que son descripciones de
los procesos por los cuales se diagnóstica, trata o cuida un problema de salud.
d. El registro de buenas prácticas, que recogerá información sobre aquellas prácticas
que ofrezcan una innovación o una forma de prestar un servicio mejor a la actual.
e. El registro de acontecimientos adversos, que recogerá información sobre aquellas
prácticas que hayan resultado un problema potencial de seguridad para el paciente.
….
Pretendemos en esta parte del tema reseñar que una buena calidad asistencial
consiste en conseguir hacer bien lo que se debe de hacer en cada caso, en cada proceso
que es atendido, (según las necesidades concretas del usuario del sistema) hacerlo con el
menor coste posible y de forma que queden satisfechos quienes reciben esa asistencia. Es
decir, cumplir con los objetivos propios de los sistemas sanitarios de los que hablábamos al
referirnos a la gestión de los mismos.
La calidad asistencial requiere conseguir la adecuación de la práctica clínica, la
excelencia de ésta y la satisfacción de quien la recibe.
No obstante, antes de entrar de lleno en el ámbito que nos ocupa es importante tener
unas nociones previas sobre ciertos conceptos:
EL CONCEPTO DE LA CALIDAD:
El punto de partida va a ser la definición de la palabra calidad:
La calidad es una cualidad y propiedad inherente de las cosas, que permite que
éstas sean comparadas con otras de su misma especie. La definición de calidad nunca
puede ser precisa, ya que se trata de una apreciación subjetiva.
Hay múltiples definiciones de este concepto:
El concepto de calidad ha sufrido una constante evolución en el tiempo, pasando de
ser un requisito o cualidad del producto (como acabamos de mencionar), a ser una técnica
de gestión o incluso uno de los objetivos estratégicos de la empresa.
Según la norma ISO 29004-2: GESTION DE LA CALIDAD Y ELEMENTOS DEL
SISTEMA DE LA CALIDAD. PARTE 2: GUÍA PARA LOS SERVICIOS. “la calidad es el
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DEBERES Y OBLIGACIONES DEL PROFESIONAL SANITARIO
Los deberes profesionales están formados por las obligaciones de diligencia común,
diligencia profesional y diligencia deontológica.
Sin embargo, no existe una norma legal expresa que recoja o delimite todos los
deberes del profesional sanitario, estableciendo claramente la responsabilidad por su
incumplimiento.
Así, decimos que este conjunto de deberes se recoge, por una parte, en la Ley
(existen leyes que regulan deberes y obligaciones concretas sobre los actos que realiza el
profesional sanitario) y por otra en los Códigos de Deontología profesional (éstos se
promulgan por los colegios profesionales y son, por tanto, en esencia, una serie de
preceptos de cuyo incumplimiento habrá que responder de manera interna colegial).
I. Deber Objetivo de cuidado:
Ante todo, el profesional sanitario se encuentra con el deber de cuidado, recogido,
en parte, en el art. 5.1.a) de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las
profesiones sanitarias que dispone:
“los profesionales tienen el deber de una atención sanitaria técnica y
profesional adecuada a las necesidades de salud de las personas que atienden, de
acuerdo con el desarrollo de los conocimientos científicos de cada momento y el
resto de normas legales y deontológicas aplicables”.
Por otro lado, en su apartado b) refiere:
“Los profesionales tienen el deber de hacer un uso racional de los recursos
diagnósticos y terapéuticos a su cargo, tomando en consideración, entre otros, los
costes de sus decisiones, y evitando la sobreutilización, la infrautilización y la
inadecuada utilización de los mismos”.
Ese mismo artículo 5º continua en su apartado c) mencionando que:
“Los profesionales tienen el deber de respetar la personalidad, dignidad e
intimidad de las personas a su cuidado y deben respetar la participación de los
mismos en las tomas de decisiones que les afecten. En todo caso, deben ofrecer una
información suficiente y adecuada para que aquéllos puedan ejercer su derecho al
consentimiento sobre dichas decisiones”.
El enfermero obtiene, actualmente, la titulación de grado en Enfermería que le
permite acceder a la práctica de la profesión y le capacita para desempeñar diferentes
competencias profesionales tanto en el ámbito de la sanidad pública como privada, para
entender mejor cuáles son esas competencias vamos a pararnos en el análisis normativo
que regulan las mismas.
Ya hemos referido que el R.D. 1277/2003, de 10 de octubre, establece las bases
generales sobre autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios y define y
relaciona los centros, servicios y establecimientos sanitarios que deben ser objeto de
establecimiento de los requisitos que garanticen su calidad y seguridad, esto lo relaciona
con un conjunto de unidades asistenciales, entre las que figura el siguiente recurso
específico:
U.2 Enfermería: unidad asistencial en la que personal de Enfermería es responsable
de desarrollar funciones y actividades propias de su titulación.
U.3 Enfermería obstétrico-ginecológica (matrona): unidad asistencial en la que una
matrona es responsable de desarrollar funciones y actividades destinadas a prestar atención
a las mujeres en el embarazo, parto y puerperio, y al recién nacido.
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Para entender cuáles son las funciones propias de su titulación volvemos a la norma
que recoge, con carácter general, la regulación de la profesión sanitaria; así además de lo
dispuesto en ese artículo 5º Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las
profesiones sanitarias, en su artículo 7 se señala:
“1. Corresponde, en general, a los Diplomados sanitarios, dentro del ámbito de
actuación para que les faculta su correspondiente título, la prestación personal de los
cuidados o los servicios propios de su competencia profesional en las distintas fases
del proceso de atención de salud, sin menoscabo de la competencia, responsabilidad y
autonomía propias de los distintos profesionales que intervienen en tal proceso.
Y continúa en su apartado a:
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del proceso y saber actuar para corregirlas, esto implica preocuparse y seguir de cerca la
evolución del paciente.
Debemos de emplear el tiempo necesario para cada paciente y solicitar cuantas
aclaraciones deba realizarnos el especialista o médico responsable del mismo, no debemos
perder de vista que en la mayoría de los casos se trata de un paciente compartido lo que
nos exige tener la certeza de que nuestro compañero actúa, como nosotros, con el cuidado
y diligencia profesional debida y exigida. El profesional que comparte paciente con otro
profesional no queda exento de su deber de cuidado, ni puede dejar a su paciente sin la
debida asistencia o atención, ni tampoco sin el seguimiento debido de su enfermedad. Tal
como estudiaremos en el tema de la Responsabilidad dentro del equipo de trabajo.
Además de tales funciones, habrá que tener en cuenta las concretas distribuciones
de quehaceres que rijan en los distintos centros médicos y quirúrgicos, dentro de los
equipos, tanto en sentido jerárquico vertical -superiores e inferiores- como en sentido
horizontal -entre iguales- y lo dispuesto en otras normativas que desarrollen, expresamente,
otro tipo de tareas o competencias cómo sucede con la llamada prescripción enfermera
(VER ANEXO II).
Tras haber analizado la obligación fundamental de todo profesional sanitario,
desarrollamos otros deberes básicos del profesional de enfermería:
II. Deber de secreto profesional y reserva debida:
La confidencialidad es un derecho del paciente; lo que el paciente hace o dice a un
profesional sanitario es en la confianza o con la seguridad de que lo guardará para sí, esto
está íntimamente relacionado con la reserva debida que todo profesional sanitario debe
guardar sobre cualquier aspecto asistencial que conociere en el trato con los pacientes. Por
tanto, su respeto y protección constituye un elemento esencial de la calidad asistencial y su
vulneración podrá dar lugar a responsabilidad penal, civil administrativa o
deontológica.
La intimidad del ser humano constituye uno de sus valores más preciados, la
naturaleza del secreto profesional, trata de salvaguardar este bien, obligando al profesional
a mantener ocultas todas aquellas confidencias que reciba en el ejercicio de su profesión.
El secreto profesional es el deber de reserva y sigilo exigible al profesional sanitario
por todo aquello de lo que tenga conocimiento, bien directo o derivado, en el ejercicio de su
profesión, es decir, abarca tanto lo que el paciente confía directamente al profesional como
lo que el propio profesional ha podido conocer amparado en su condición durante la
atención sanitaria a dicho paciente.
El secreto profesional tiene una condición moral y otra jurídica, en el ámbito legal,
que es el que nos ocupa, debemos afirmar que no existe una única legislación al
respecto, así que tenemos referencias al secreto profesional y la preservación del derecho a
la intimidad del paciente en diversas normas:
Nuestra Constitución de 1978 califica como un derecho fundamental, con las
inherentes garantías de protección que ello implica, el derecho a la intimidad personal y
familiar, así como a la propia imagen (artículo 18.1). Se une así nuestra Constitución a una
corriente universal de protección de la intimidad o privacidad de las personas que, como
determina expresamente su artículo 10.1, supone un reconocimiento explícito a la dignidad
de la persona y de los derechos inviolables que le son inherentes, condición necesaria para
el desarrollo de la personalidad de todos los ciudadanos.
En este sentido, la Ley Orgánica 1/1982 de protección civil del derecho al honor, la
intimidad personal y familiar y de la propia imagen considera en su art. 7 como “intromisión
ilegítima la revelación de datos privados de una persona o familia conocidos a través de la
actividad profesional u oficial de quien los revela”.
En el ámbito específicamente sanitario, cabe inferir el carácter legal del deber de
sigilo de varios cuerpos legislativos: Así, la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad,
en su art. 10, alude al derecho de todos los ciudadanos al respeto de su personalidad,
dignidad e intimidad en el ámbito de las diferentes Administraciones públicas sanitarias y, en
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DEBERES Y OBLIGACIONES DEL PROFESIONAL SANITARIO
ANEXO I NORMATIVA SOBRE LAS COMPETENCIAS ENFERMERAS:
Artículo 5. Principios generales de la relación entre los profesionales sanitarios y las personas
atendidas por ellos.
1. La relación entre los profesionales sanitarios y de las personas atendidas por ellos, se rige por los
siguientes principios generales:
a. Los profesionales tienen el deber de prestar una atención sanitaria técnica y profesional
adecuada a las necesidades de salud de las personas que atienden, de acuerdo con el
estado de desarrollo de los conocimientos científicos de cada momento y con los niveles de
calidad y seguridad que se establecen en esta Ley y el resto de normas legales y
deontológicas aplicables.
b. Los profesionales tienen el deber de hacer un uso racional de los recursos diagnósticos y
terapéuticos a su cargo, tomando en consideración, entre otros, los costes de sus decisiones,
y evitando la sobreutilización, la infrautilización y la inadecuada utilización de los mismos.
c. Los profesionales tienen el deber de respetar la personalidad, dignidad e intimidad de las
personas a su cuidado y deben respetar la participación de los mismos en las tomas de
decisiones que les afecten. En todo caso, deben ofrecer una información suficiente y
adecuada para que aquéllos puedan ejercer su derecho al consentimiento sobre dichas
decisiones.
d. Los pacientes tienen derecho a la libre elección del médico que debe atenderles. Tanto si el
ejercicio profesional se desarrolla en el sistema público como en el ámbito privado por cuenta
ajena, este derecho se ejercitará de acuerdo con una normativa explícita que debe ser
públicamente conocida y accesible. En esta situación el profesional puede ejercer el derecho
de renunciar a prestar atenciones sanitarias a dicha persona sólo si ello no conlleva
desatención. En el ejercicio en el sistema público o privado, dicha renuncia se ejercerá de
acuerdo con procedimientos regulares, establecidos y explícitos, y de ella deberá quedar
constancia formal.
e. Los profesionales y los responsables de los centros sanitarios facilitarán a sus pacientes el
ejercicio del derecho a conocer el nombre, la titulación y la especialidad de los profesionales
sanitarios que les atienden, así como a conocer la categoría y función de éstos, si así
estuvieran definidas en su centro o institución.
f. Los pacientes tienen derecho a recibir información de acuerdo con lo establecido en la Ley
41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de los
derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.
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1. Corresponde, en general, a los Diplomados sanitarios, dentro del ámbito de actuación para que les
faculta su correspondiente título, la prestación personal de los cuidados o los servicios propios de su
competencia profesional en las distintas fases del proceso de atención de salud, sin menoscabo de la
competencia, responsabilidad y autonomía propias de los distintos profesionales que intervienen en
tal proceso.
2. Sin perjuicio de las funciones que, de acuerdo con su titulación y competencia específica
corresponda desarrollar a cada profesional sanitario, ni de las que puedan desarrollar otros
profesionales, son funciones de cada una de las profesiones sanitarias de nivel Diplomado las
siguientes:
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1. Los servicios de enfermería tienen como misión prestar atención de salud a los individuos, las
familias y las comunidades en todas las etapas del ciclo vital y en sus procesos de desarrollo.
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Art. 58. Las funciones correspondientes a las Enfermeras y Ayudantes Técnicos Sanitarios en las
Instituciones abiertas serán:
1. Ejercer las funciones de auxiliar del Médico, cumplimentando las instrucciones que reciban del
mismo en relación con el servicio.
2. Tener a su cargo el control de los archivos de historias clínicas, ficheros y demás antecedentes
necesarios para el buen orden del servicio o consulta.
3. Vigilar la conservación y el buen estado del material sanitario, instrumental y, en general, cuantos
aparatos clínicos se utilicen en la Institución, manteniéndolos limpios, ordenados y en condiciones de
perfecta utilización.
4. Atender al paciente y realizar los cometidos asistenciales específicos y generales necesarios para
el mejor desarrollo de la exploración del enfermo o de las maniobras que el facultativo precise
ejecutar, en relación con la atención inmediata en la consulta o servicio.
Art. 59. Las funciones a desarrollar por las Enfermeras y Ayudantes Técnicos Sanitarios en las
Instituciones cerradas serán:
1. Ejercer las funciones de auxiliar del Médico, cumplimentando las instrucciones que por escrito o
verbalmente reciban de aquél.
2. Cumplimentar la terapéutica prescrita por los facultativos encargados de la asistencia, así como
aplicar la medicación correspondiente.
3. Auxiliar al personal médico en las intervenciones quirúrgicas, practicar las curas de los operados y
prestar los servicios de asistencia inmediata en casos de urgencia hasta la llegada del Médico.
4. Observar y recoger los datos clínicos necesarios para la correcta vigilancia de los pacientes.
5. Procurar que se proporcione a los pacientes un ambiente confortable, ordenado, limpio y seguro.
6. Tomar las medidas para un buen cuidado de los pacientes y contribuir en todo lo posible a la ayuda
requerida por los facultativos o por otro personal sanitario y cooperar con ellos en beneficio de la
mejor asistencia del enfermo.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
9. Realizar una atenta observación de cada paciente, recogiendo por escrito todas aquellas
alteraciones que el Médico deba conocer para la mejor asistencia del enfermo.
10. Anotar cuidadosamente todo lo relacionado con la dieta y alimentación de los enfermos.
11. Realizar sondajes, disponer los equipos de todo tipo para intubaciones, punciones, drenajes
continuos y vendajes, etc., así como preparar lo necesario para una asistencia urgente.
12. Custodiar las historias clínicas y demás antecedentes necesarios para una correcta asistencia,
cuidando en todo momento de la actualización y exactitud de los datos anotados en dichos
documentos.
13. Vigilar la conservación y el buen estado del material sanitario, instrumental y, en general, de
cuantos aparatos clínicos se utilicen en la Institución, manteniéndolos ordenados y en condiciones de
perfecta utilización, así como efectuar la preparación adecuada del carro de curas e instrumental, y
del cuarto de trabajo.
14. Poner en conocimiento de sus superiores cualquier anomalía o deficiencia que observe en el
desarrollo de la asistencia o en la dotación del servicio encomendado.
15. Mantener informados a sus superiores inmediatos de las necesidades de las Unidades de
enfermería o cualquier otro problema que haga referencia a las mismas.
16. Orientar las actividades del personal de limpieza, en cuanto se refiere a su actuación en el área
de Enfermería.
17. Llevar los libros de órdenes y registro de Enfermería, anotando en ellos correctamente todas las
indicaciones.
18. Cumplimentar igualmente aquellas otras funciones que se señalen en los Reglamentos de
Instituciones Sanitarias y las instrucciones propias de cada Centro, en cuanto no se opongan a lo
establecido en el presente Estatuto.
Art. 60. La Jefatura de Enfermería dependerá de la Dirección de la Institución y tendrá las siguientes
funciones:
1. Proponer la organización y distribución del personal Auxiliar Sanitario, con atención preferente a su
especialización.
4. Analizar las actividades del personal de Enfermería en orden a la uniformidad del trabajo, elevación
del nivel profesional y rendimiento del mismo.
6. Organizar y dirigir las reuniones del personal cualificado de Enfermería y señalar directrices al
mismo.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
10. Cuantas misiones se le encomienden directamente por la Dirección, compatibles con su misión
específica, y aquellas que se determinen en los Reglamentos de Régimen Interior, en cuanto no se
opongan a lo establecido en el presente Estatuto.
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DEBERES Y OBLIGACIONES DEL PROFESIONAL SANITARIO
ANEXO II: La Prescripción enfermera.
Mediante Ley 28/2009, de 30 de diciembre, de modificación de la Ley 29/2006, de 26
de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios se introdujo,
por primera vez , en su artículo 77, la regulación de la participación de los enfermeros en el
ámbito de los medicamentos sujetos a prescripción médica, aspecto que se ha mantenido
en la actual normativa, el Real Decreto Legislativo 1/2015, de 24 de julio, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos
y productos sanitarios que ha venido a derogar todas aquellas disposiciones, de igual o
inferior rango, que se opongan a lo establecido a esta norma y, en particular, la Ley 29/2006,
de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, a
excepción de sus disposiciones finales segunda, tercera y cuarta.
El nuevo articulado quedas recogido en el artículo 79 de la siguiente forma:
Artículo 79. La receta médica y la prescripción hospitalaria.
“1. La receta médica, pública o privada, y la orden de dispensación hospitalaria son los
documentos que aseguran la instauración de un tratamiento con medicamentos por
instrucción de un médico, un odontólogo o un podólogo, en el ámbito de sus competencias
respectivas, únicos profesionales con facultad para recetar medicamentos sujetos a
prescripción médica.
Sin perjuicio de lo anterior, los enfermeros de forma autónoma, podrán indicar, usar y
autorizar la dispensación de todos aquellos medicamentos no sujetos a prescripción
médica y los productos sanitarios relacionados con su ejercicio profesional, mediante
la correspondiente orden de dispensación. Los fisioterapeutas también podrán indicar,
usar y autorizar, de forma autónoma, la dispensación de medicamentos no sujetos a
prescripción médica y de productos sanitarios relacionados con el ejercicio de su profesión,
mediante orden de dispensación.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
6. El Gobierno podrá regular con carácter básico lo dispuesto en los apartados anteriores y
establecer la exigencia de otros requisitos que por afectar a la salud pública o al sistema
sanitario hayan de ser de general aplicación en las recetas médicas u órdenes hospitalarias.
…”
“1. La receta médica, pública o privada, y la orden de dispensación hospitalaria son los
documentos que aseguran la instauración de un tratamiento con medicamentos por
instrucción de un médico, un odontólogo o un podólogo, en el ámbito de sus competencias
respectivas, únicos profesionales con facultad para recetar medicamentos sujetos a
prescripción médica.
Sin perjuicio de lo anterior, los enfermeros de forma autónoma, podrán indicar, usar y
autorizar la dispensación de todos aquellos medicamentos no sujetos a prescripción médica
y los productos sanitarios relacionados con su ejercicio profesional, mediante la
correspondiente orden de dispensación. Los fisioterapeutas también podrán indicar, usar y
autorizar, de forma autónoma, la dispensación de medicamentos no sujetos a prescripción
médica y de productos sanitarios relacionados con el ejercicio de su profesión, mediante
orden de dispensación.
El Gobierno regulará la indicación, uso y autorización de dispensación de determinados
medicamentos sujetos a prescripción médica por los enfermeros, en el marco de los
principios de la atención integral de salud y para la continuidad asistencial, mediante la
aplicación de protocolos y guías de práctica clínica y asistencial, de elaboración conjunta,
acordados con las organizaciones colegiales de médicos y enfermeros y validados por la
Dirección General de Salud Pública, Calidad e Innovación del Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad.
Igualmente el Gobierno regulará la indicación, uso y autorización de dispensación de
determinados medicamentos sujetos a prescripción médica por los enfermeros, en el ámbito
de los cuidados tanto generales como especializados, y fijará, con la participación de las
organizaciones colegiales de enfermeros y de médicos, los criterios generales, requisitos
específicos y procedimientos para la acreditación de dichos profesionales, con efectos en
todo el territorio del Estado, en las actuaciones previstas en este apartado.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, con la participación de las
organizaciones colegiales correspondientes, acreditará con efectos en todo el Estado
a los enfermeros y a los fisioterapeutas para las actuaciones previstas en este
artículo. (Declarado inconstitucional y por tanto nulo por Sentencia del TC 76/2018, de 5 de
julio).
En desarrollo de esta Ley se aprobó el Real Decreto 954/2015, de 23 de octubre,
por el que se regula la indicación, uso y autorización de dispensación de
medicamentos y productos sanitarios de uso humano por parte de los enfermeros
modificado por Decreto 1302/2018, de 22 de octubre, de cuya modificación queda
definitivamente el siguiente texto:
Artículo 1. Objeto y ámbito de aplicación.
1. Es objeto de este real decreto regular, en el marco de los principios de la atención
integral de salud y para la continuidad asistencial, y de conformidad con lo previsto en el
artículo 79 del texto refundido de la Ley de garantías y uso racional de los
medicamentos y productos sanitarios, aprobado por el Real Decreto Legislativo
1/2015, de 24 de julio, en relación con los artículos 7 y 9.1 de la Ley 44/2003, de 21 de
noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias:
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DEBERES Y OBLIGACIONES DEL PROFESIONAL SANITARIO
ANEXO III: Nueva normativa en materia de protección de
datos.
Como ya hemos señalado la confidencialidad es un derecho del paciente; lo que el
paciente hace o dice a un profesional sanitario es en la confianza o con la seguridad de que
lo guardará para sí, pero este derecho tiene su amparo en que se constituye en un derecho
fundamental con las inherentes garantías de protección que ello implica, el derecho a la
intimidad personal y familiar, así como a la propia imagen (artículo 18.1).
Pero también hemos referido que España se encuentra integrada en una unión
supranacional; la Unión Europea que ha venido a establecer un nuevo marco normativo que
tiene como objetivo fortalecer y unificar la protección de datos en todos los países de la
Unión.
El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) es ese nuevo marco al que,
desde el pasado 25 de mayo de 2018 nos tenemos que referir, la norma REGLAMENTO
(UE) 2016/679 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 27 de abril de 2016
relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de
datos personales y a la libre circulación de estos datos deroga la Directiva 95/46/CE y
nuestra normativa interna Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de
Datos de carácter personal (BOE 14-12-1999).
El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) entró en vigor en mayo de
2016 y es aplicable desde de mayo de 2018. El RGPD es una norma directamente
aplicable, que no requiere de normas internas de trasposición ni tampoco, en la mayoría de
los casos, de normas de desarrollo o aplicación, aunque nuestro país ha optado por
completar esta norma con la aprobación de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de
Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, así en su art. 1
nos encontramos con el objeto de la misma:
“Objeto de la ley.
La presente ley orgánica tiene por objeto:
a) Adaptar el ordenamiento jurídico español al Reglamento (UE) 2016/679 del
Parlamento Europeo y el Consejo, de 27 de abril de 2016, relativo a la protección de las
personas físicas en lo que respecta al tratamiento de sus datos personales y a la libre
circulación de estos datos, y completar sus disposiciones.
El derecho fundamental de las personas físicas a la protección de datos personales,
amparado por el artículo 18.4 de la Constitución, se ejercerá con arreglo a lo establecido en
el Reglamento (UE) 2016/679 y en esta ley orgánica.
b) Garantizar los derechos digitales de la ciudadanía conforme al mandato
establecido en el artículo 18.4 de la Constitución.”
Por ello, ante todo, debemos asumir que la norma de referencia es el RGPD y no
las normas nacionales, como venía sucediendo hasta ahora con la Directiva 95/46.
El RGPD contiene muchos conceptos, principios y mecanismos similares a los
establecidos por la Directiva 95/46 y por las normas nacionales que la aplican. Sin embargo,
el RGPD modifica algunos aspectos del régimen anterior y contiene nuevas obligaciones
que deben ser analizadas y aplicadas por cada organización teniendo en cuenta sus propias
circunstancias.
Dos elementos de carácter general constituyen la mayor innovación del RGPD para
los responsables y se proyectan sobre todas las obligaciones de las organizaciones:
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En el primer caso hay que entender que las personas vinculadas al paciente por
razones familiares (cónyuge, ascendientes y descendientes y hermanos) o de hecho,
pueden acceder a la historia clínica salvo que el fallecido se hubiera opuesto y así se
acredite.
Los deberes de confidencialidad y secreto profesional.
La nueva Ley también establece que el tratamiento de los datos personales, incluidos
los datos de carácter sanitario, están sometidos al deber de confidencialidad por parte
tanto de los responsables y encargados del tratamiento, como de todas las personas que
intervengan en cualquier fase de éste.
Estamos ante un deber que se complementa, a su vez, con los deberes de
secreto profesional que deberán interpretarse de conformidad con su normativa vigente.
En el ámbito sanitario la relevancia del deber de secreto profesional resulta más que
evidente; y ya hemos hablado de ello.
El Reglamento, cuando alude al tratamiento de datos para fines de medicina
preventiva o laboral, diagnóstico médico, prestación de asistencia o tratamiento de tipo
sanitario, o gestión de sistemas y servicios de asistencia sanitaria, establece claramente la
obligación de que dicho tratamiento sea realizado por un profesional sujeto a la obligación
de secreto profesional o bajo su responsabilidad, o por cualquier otra persona sujeta
también a la obligación de secreto de acuerdo con el Derecho de la Unión o de los Estados
miembros.
Delimitación de bases jurídicas para el tratamiento de datos de salud por las
Administraciones Públicas.
Por lo que respecta a la delimitación de las bases jurídicas necesarias para legitimar
el tratamiento de los datos sanitarios, cabría destacar la regulación recogida en los
artículos 8 y 9 de la Ley; en concreto: a) el tratamiento de datos para el cumplimiento de una
misión realizada en interés público, y b) el ejercicio de poderes públicos conferidos al
responsable del tratamiento.
En ambos casos la Ley deja bien claro que podremos estar ante un tratamiento de
datos fundado en cualquiera de los supuestos anteriormente citados, siempre que “derive de
una competencia atribuida por una norma con rango de ley”.
Consentimiento de los menores de edad.
Otro aspecto especialmente delicado en el ámbito sanitario, y sobre el que se
pronuncia la Ley objeto de comentario, es el relativo al tratamiento de datos personales de
los menores de edad.
La Ley fija en 14 años la mayoría de edad en relación con la protección de datos de
carácter personal, de modo que el tratamiento de los datos personales de un menor de edad
únicamente podrá fundarse en su consentimiento cuando sea mayor de 14 años, a su vez
se establece que “en cualquier caso los titulares de la patria potestad podrán ejercitar en
nombre y representación de los menores de 14 años, los derechos de acceso, rectificación,
cancelación, oposición o cualesquiera otros que pudieran corresponderles”.
Con esta nueva normativa el conflicto que pudiera plantearse es que si un paciente
menor de edad con 14 o más años cumplidos, podría oponerse a que sus padres puedan
acceder al contenido de su historia clínica sin su consentimiento, teniendo en cuenta la
existencia en la legislación sanitaria de la figura conocida como “menor maduro”. Sobre este
respecto, el Informe 339/2015 de la Agencia Española de Protección de Datos, sobre
acceso a la historia clínica de los menores, concluye afirmando que si bien el menor de edad
mayor de catorce años podrá, en general, ejercitar por sí solo el derecho de acceso a la
historia clínica, en cambio no podría oponerse a que sus padres, titulares de la patria
potestad, pueden acceder igualmente a los datos del menor de edad para el cumplimiento
de las obligaciones previstas en el Código Civil.
Ejercicio de derechos.
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La Ley establece que todas las actuaciones que se hayan de llevar a cabo por el
responsable del tratamiento para atender las solicitudes de ejercicio de derechos serán
gratuitas, con las salvedades previstas, a saber:
a) peticiones repetitivas reiteradas en el plazo de 6 meses sin causa legítima para
ello, y
b) elección por el interesado de un medio distinto al ofrecido que suponga un coste
desproporcionado.
La traslación al ámbito sanitario de esta previsión legal, supondrá la imposibilidad de
exigir al paciente contraprestación económica alguna por la obtención de copia de su
historia clínica, más allá de las excepciones a las que me he referido anteriormente.
Por lo que respecta a los restantes derechos, el Reglamento establece el “derecho
de supresión”, que éste no podrá ser ejercido cuando el tratamiento sea necesario, entre
otros casos, por razones de interés público en el ámbito de la salud. Queda clara, por tanto,
la inexistencia del derecho de cancelación de los datos sanitarios.
Estrechamente relacionado con el derecho de supresión, el Reglamento regula el
“derecho de oposición” al tratamiento de datos personales sobre la base del interés público
o el ejercicio de potestades públicas, salvo que acredite motivos legítimos imperiosos para el
tratamiento que prevalezcan sobre los intereses los derechos y las libertades del interesado.
De ahí la confusión con respecto a el “derecho a la portabilidad” (art. 20) de los datos
en el ámbito sanitario. Hay que tener en cuenta que conforme al Reglamento comunitario
este derecho está ligado a la concurrencia de alguno de los siguientes requisitos: a) que el
tratamiento esté basado en el consentimiento o en un contrato, y b) que el tratamiento se
efectúe por medios automatizados. Téngase en cuenta que el tratamiento de datos
sanitarios en el ámbito de la sanidad pública, no pivota sobre la base jurídica del
consentimiento del interesado, sino que se apoyaría sobre el cumplimiento de una
misión realizada en interés público o en el ejercicio de poderes públicos, bases
jurídicas que como ya ha quedado expuesto, hunden sus raíces en la Ley.
Relaciones entre el responsable del tratamiento y el encargado del tratamiento.
A diferencia de la derogada Ley Orgánica del año 1999, la nueva Ley no aborda en
profundidad las relaciones entre el responsable y el encargado del tratamiento, por lo que
habrá que acudir nuevamente al Reglamento comunitario para conocer los términos en los
que se han de articular las comunicaciones de datos entre ambas figuras.
En el ámbito sanitario suele ser relativamente frecuente el recurso a la figura de la
“externalización” para la prestación de servicios sanitarios, ya sea a través de la
formalización de contratos en el marco de la Ley de Contratos del Sector Público, o bien a
través de figuras afines como los convenios singulares de vinculación.
En todo caso la Ley establece que “En los casos en los que un tercero preste un
servicio en régimen de concesión, encomienda de gestión o contrato, las medidas de
seguridad se corresponderán con las de la Administración pública de origen y se ajustarán al
Esquema Nacional de Seguridad”.
Responsabilidad proactiva y la creación de la figura del delegado de protección de datos
(DPD).
La Ley incorpora dos nuevas obligaciones que deben asumir tanto los responsables
como los encargados del tratamiento también en el ámbito sanitario:
La adopción de medidas técnicas y organizativas apropiadas para garantizar y
acreditar que el tratamiento de los datos personales se efectúa conforme al
Reglamento comunitario y la propia Ley Orgánica.
Estamos ante una obligación de gran importancia en el entorno sanitario por cuánto
uno de los supuestos que mayores riesgos presenta para el tratamiento de la información,
son todas aquellas situaciones de pérdida de confidencialidad de datos sujetos al secreto
profesional, supuestos en los que se lleva a cabo el tratamiento de datos de grupos de
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DERECHOS DEL PACIENTE
Con respecto a los derechos del paciente cabe referir que:
Organizaciones como las Naciones Unidas, UNESCO, Organización Mundial de la Salud,
han desarrollado y aprovechado múltiples declaraciones o documentos normativos sobre diversos
aspectos para enunciar Derechos relacionados con la salud, así podemos mencionar: La
Declaración Universal de los Derechos Humanos, Declaración sobre la Promoción de los Derechos
de los pacientes en Europa, Convención para la Protección de los Derechos Humanos y la
Dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la Biología y Medicina Convenio de
Oviedo de 1997) o la más reciente Carta Europea de los Derechos de los Pacientes, cuyo objetivo
es el reforzamiento de los derechos de los pacientes en los diferentes contextos nacionales
europeos.
En nuestro ordenamiento interno, sabemos que la Constitución española recoge en su
artículo 43 el derecho a la protección de la salud y que, fundamentalmente, la Ley 14/1986, de 25
de abril, General de Sanidad (LGS) , junto a las más recientes Ley 16/2003, de cohesión y calidad
del Sistema Nacional de Salud, y Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud Pública
desarrollan este artículo señalando el derecho universal a la prestación de los servicios sanitarios y
ordenando a que la ley establezca los derechos y deberes de profesionales y pacientes.
Concretamente, el artículo 10 (parcialmente derogado por disposiciones posteriores) de la
LGS expresa:
Artículo diez
Todos tienen los siguientes derechos con respecto a las distintas administraciones públicas
sanitarias:
1. Todos tienen los siguientes derechos con respecto a las distintas administraciones públicas
sanitarias:
Al respeto a su personalidad, dignidad humana e intimidad, sin que pueda ser
discriminado por su origen racial o étnico, por razón de género y orientación sexual, de
discapacidad o de cualquier otra circunstancia personal o social.
2. A la información sobre los servicios sanitarios a que puede acceder y sobre los
requisitos necesarios para su uso. La información deberá efectuarse en formatos adecuados,
siguiendo las reglas marcadas por el principio de diseño para todos, de manera que resulten
accesibles y comprensibles a las personas con discapacidad.
3. A la confidencialidad de toda la información relacionada con su proceso y con su estancia
en instituciones sanitarias públicas y privadas que colaboren con el sistema público.
4. A ser advertido de si los procedimientos de pronóstico, diagnóstico y terapéuticos que se le
apliquen pueden ser utilizados en función de un proyecto docente o de investigación, que, en
ningún caso, podrá comportar peligro adicional para su salud. En todo caso será imprescindible la
previa autorización y por escrito del paciente y la aceptación por parte del médico y de la Dirección
del correspondiente Centro Sanitario.
5. (Derogado)
6. (Derogado)
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a) A disponer de una segunda opinión facultativa sobre su proceso, en los términos previstos en
el artículo 28.1.
b) A recibir asistencia sanitaria en su comunidad autónoma de residencia en un tiempo máximo,
en los términos del artículo 25.
c) A recibir, por parte del servicio de salud de la comunidad autónoma en la que se encuentre
desplazado, la asistencia sanitaria del catálogo de prestaciones del Sistema Nacional de Salud que
pudiera requerir, en las mismas condiciones e idénticas garantías que los ciudadanos residentes en
esa comunidad autónoma.
Además, la participación ciudadana queda garantiza a través de:
a) El Comité Consultivo.
b) El Foro Abierto de Salud.
c) El Foro Virtual.
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Del análisis de estas normas podemos afirmar que los principios rectores de la
regulación de los derechos de los pacientes son:
Dignidad de la persona humana y respeto a su intimidad:
Regulados por la propia normativa sanitaria, ya referida, y otras normas que regulan la
protección de datos de carácter personal, normativa orientada a la gestión, utilización,
transmisión, guarda u custodia de la información y la documentación clínica obtenida como
consecuencia de la asistencia prestada, preservándose la intimidad y la dignidad del paciente,
mediante la implantación de medidas técnicas y organizativas necesarias que garanticen la
inviolabilidad de la información y documentación sanitaria recabada.
No discriminación:
La discriminación sanitaria consistiría en un trato desfavorable a causa de prejuicios,
generalmente, por pertenecer a una categoría social distinta (raza, orientación sexual, religión,
etc.), ningún paciente podrá ser discriminado por estas razones.
Autonomía del paciente:
Todo paciente tiene derecho a consentir, libre, voluntaria y conscientemente, o en su caso a
oponerse después de recibir la información adecuada y pertinente sobre su diagnóstico,
opciones de tratamientos, exploración y riesgos que comportan dicha actividad. Cabe como
excepción a ese derecho, las situaciones de urgencia por implicar un riesgo a la salud pública
o bien cuando por la urgencia del caso no se pueda disponer de autorización ni del paciente ni
de ninguno de sus familiares. Por tanto, de este derecho se desprenden los derechos a:
Al consentimiento voluntario, libre y previo:
Estrechamente relacionado a lo ya dicho de autonomía del paciente, éste estará facultado
para otorgar o no, el consentimiento para el sometimiento a las pruebas de intervención o
investigación, previa información adecuada sobre su diagnóstico, opciones de tratamiento,
exploración y riesgos que comportará dicha actividad, dicho consentimiento será posterior
al deber de información, de otro modo podríamos hablar de vicio de consentimiento, al no
conocer todos los extremos a los que se enfrenta.
La responsabilidad de informar incumbe al médico responsable del paciente, si bien dicha
responsabilidad recaerá sobre toda la cadena de profesionales que atiendan al paciente
durante cada una de las fases del proceso asistencial, pero será el médico responsable el
garante del cumplimiento de este deber.
A la negativa al tratamiento:
Todo paciente tendrá derecho a negarse al tratamiento previo cumplimiento del deber de
información, con excepción de los supuestos legalmente aceptados, por ejemplo, señala el
art. 5.4 de la Ley 41/2002 “se entenderá por necesidad terapéutica la facultad del médico
para actuar profesionalmente sin informar antes al paciente, cuando por razones objetivas
el conocimiento de su propia situación pueda perjudicar su salud de manera grave...” Dicha
negativa deberá constar por escrito.
En caso de negativa por parte del paciente a la firma del “alta voluntaria”, la Dirección del
Centro deberá poner en conocimiento, en los casos que lo estime conveniente, de la
Autoridad judicial competente estos por menores.
Para desarrollar el estudio de estos derechos hacemos, en este apartado, especial
referencia a la Ley 41/2002, reguladora de la autonomía del paciente y de los derechos y
obligaciones en materia de información y documentación sanitaria, de los que ya hemos
resumido lo fundamental:
Esta ley supone un avance importante en la regulación de unos derechos y obligaciones
que ya venían enunciados, aunque brevemente, en los derogados artículos 10, 11 y 61 de la Ley
14/1986 de 25 de abril General de Sanidad.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
Esta normativa regula, por tanto, aspectos ya mencionados, pero sobre los que reincidimos:
- Derecho a la información: recoge el derecho de los pacientes a ser informados sobre cualquier
actuación sanitaria que se les vaya a aplicar. Por lo general ésta será verbal, dejando
constancia en la HC sobre la naturaleza de la intervención y los riegos, y será escrita cuando la
complejidad de la actividad, así lo aconseje o las instrucciones que se den al paciente lo
precisen.
Aunque es el médico responsable del paciente quien debe garantizar el cumplimiento de este
derecho, todos los profesionales que le atiendan durante el proceso asistencial o le apliquen
una técnica o un procedimiento concreto son igualmente responsables de proporcionar dicha
información.
Por otro lado, debemos entender por médico responsable, tal como señala el art. 3 de la
presente ley, “el profesional que tiene a su cargo coordinar la información y la asistencia
sanitaria del paciente o del usuario, con el carácter de interlocutor principal del mismo en todo
lo referente a su atención e información durante el proceso asistencial, sin perjuicio de las
obligaciones de otros profesionales que participan en las actuaciones asistenciales.”, pero que
de éste no depende todo el contenido de la información.
Diagnóstico.
Técnica o tratamiento terapéutico que se va a practicar al paciente; ventajas,
inconvenientes, etc.
Posibilidades de fracaso de la técnica o tratamiento.
Pronóstico sobre las consecuencias; secuelas, contraindicaciones, complicaciones,
resultados adversos, etc.
Alternativas.
Al igual que veremos para el consentimiento, por regla general, la información será verbal
dejando constancia en la HC.
Sobre el derecho a ser informado primará para el profesional el derecho a respetar la voluntad
de una persona a no saber o no ser informada; en estos casos se debe exigir que dicha
renuncia figure por escrito.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
La finalidad última de la información es que el paciente pueda decidir libremente, hacer uso o
no de los procedimientos que la técnica ofrece en cada momento.
El deber de ofrecer esta información, adecuada, veraz y suficiente, corresponde al médico
responsable del paciente.
La Jurisprudencia del Tribunal Supremo exige unos mínimos a esta información, y destaca la
necesidad de que sea una información comprensible y apropiada al paciente, que no incurra en
excesos que puedan resultar perjudiciales para el paciente dificultando, a la postre, una toma
de decisiones.
El derecho a la información corresponde al paciente, pero también deben ser informadas las
personas vinculadas a él por razones familiares o de hecho, en la medida que el paciente lo
permita de manera expresa o tácita. Quiere ello decir, que puede el paciente negarse a una
divulgación de la información sanitaria que le atañe en el ámbito familiar.
La información al paciente se extiende incluso a los supuestos de incapacidad, en cuyo caso la
Ley expresamente prevé que la información se preste al incapaz de modo adecuado a sus
posibilidades de comprensión y que se informe también a su representante legal.
No obstante, la Ley 41/2002 prevé la posibilidad de limitar la información sanitaria en caso de
existencia acreditada de un "estado de necesidad terapéutica"; y define tal estado, como "la
facultad del médico para actuar profesionalmente sin informar antes al paciente, cuando por
razones objetivas el conocimiento de su propia situación pueda perjudicar su salud de manera
grave". En tal caso, el médico dejará constancia razonada de las circunstancias en la historia
clínica y comunicará su decisión a las personas vinculadas al paciente por razón de vínculo
familiar o de hecho.
- Derecho a la intimidad: se debe garantizar que nadie, no autorizado, tenga acceso a los datos
sanitarios y personales del paciente (ya se ha tratado suficientemente este aspecto).
- Derecho a la autonomía del paciente: en este sentido, la actividad asistencial ejercida sobre un
paciente precisa del consentimiento libre y voluntario de éste, después de recibir la información
necesaria sobre su diagnóstico, opciones de tratamiento o exploración y riesgos que comporta
dicha actividad.
Exige, por tanto, una efectiva capacidad de querer (inteligencia y voluntad, o lo que es lo
mismo, conocimiento y deseo de realizar la acción), y eso implica que no se dé en todas las
personas físicas.
No obstante, cuando falta la capacidad de obrar subsiste la jurídica y el sujeto podrá intervenir
en el mundo jurídico mediante otra persona que obre por él, adquiriendo y trasmitiendo sus
derechos. Es la figura de la representación.
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El artículo 9 recoge:
1. La renuncia del paciente a recibir información está limitada por el interés de la salud del
propio paciente, de terceros, de la colectividad y por las exigencias terapéuticas del caso.
Cuando el paciente manifieste expresamente su deseo de no ser informado, se respetará su
voluntad haciendo constar su renuncia documentalmente, sin perjuicio de la obtención de su
consentimiento previo para la intervención.
2. Los facultativos podrán llevar a cabo las intervenciones clínicas indispensables en favor de
la salud del paciente, sin necesidad de contar con su consentimiento, en los siguientes casos:
a) Cuando existe riesgo para la salud pública a causa de razones sanitarias establecidas por la
Ley. En todo caso, una vez adoptadas las medidas pertinentes, de conformidad con lo
establecido en la Ley Orgánica 3/1986, se comunicarán a la autoridad judicial en el plazo
máximo de 24 horas siempre que dispongan el internamiento obligatorio de personas.
b) Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo y no
es posible conseguir su autorización, consultando, cuando las circunstancias lo permitan, a sus
familiares o a las personas vinculadas de hecho a él.
a) Cuando el paciente no sea capaz de tomar decisiones, a criterio del médico responsable de
la asistencia, o su estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de su situación. Si el
paciente carece de representante legal, el consentimiento lo prestarán las personas vinculadas
a él por razones familiares o de hecho.
Para la interrupción voluntaria del embarazo de menores de edad o personas con capacidad
modificada judicialmente será preciso, además de su manifestación de voluntad, el
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consentimiento expreso de sus representantes legales. En este caso, los conflictos que surjan
en cuanto a la prestación del consentimiento por parte de los representantes legales, se
resolverán de conformidad con lo dispuesto en el Código Civil.
6. En los casos en los que el consentimiento haya de otorgarlo el representante legal o las
personas vinculadas por razones familiares o de hecho en cualquiera de los supuestos
descritos en los apartados 3 a 5, la decisión deberá adoptarse atendiendo siempre al mayor
beneficio para la vida o salud del paciente. Aquellas decisiones que sean contrarias a dichos
intereses deberán ponerse en conocimiento de la autoridad judicial, directamente o a través del
Ministerio Fiscal, para que adopte la resolución correspondiente, salvo que, por razones de
urgencia, no fuera posible recabar la autorización judicial, en cuyo caso los profesionales
sanitarios adoptarán las medidas necesarias en salvaguarda de la vida o salud del paciente,
amparados por las causas de justificación de cumplimiento de un deber y de estado de
necesidad.
En conclusión:
Por su parte la emancipación habilita al menor para regir su persona y bienes como si fuera
mayor, de forma que tienen aptitud para prestar el consentimiento o no a todo acto médico, sin
la necesidad de ratificación por parte de sus padres o tutores.
Así, se considera menor de edad a toda persona que tiene menos de 18 años, sin embargo, no
es lo mismo tener o no tener uso de razón; en lo que a nosotros nos interesa, cabe decir que el
mayor de 16 o emancipado toma las decisiones de forma automática, entramos en la
consideración del concepto de menor maduro.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
Este concepto legal se emplea para denominar al menor con autonomía sanitaria. Por tanto,
tiene plena capacidad para aceptar o rechazar la información clínica adecuada, compartirla u
ocultarla a sus padres o representantes legales, aceptar o rehusar los tratamientos médicos,
elegir libremente entre las diversas opciones clínicas disponibles y otorgar o revocar el
consentimiento informado.
El consentimiento será verbal por regla general. Sin embargo, se prestará por escrito en los
casos siguientes: intervención quirúrgica, procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores
y, en general, aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y
previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente.
En este sentido:
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
expresados anteriormente con respecto a una intervención médica por un paciente que, en el
momento de la intervención, no se encuentra en situación de expresar su voluntad”.
Instrucciones previas.
1. Por el documento de instrucciones previas, una persona mayor de edad, capaz y libre,
manifiesta anticipadamente su voluntad, con objeto de que ésta se cumpla en el momento en
que llegue a situaciones en cuyas circunstancias no sea capaz de expresarlos personalmente,
sobre los cuidados y el tratamiento de su salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el
destino de su cuerpo o de los órganos del mismo. El otorgante del documento puede designar,
además, un representante para que, llegado el caso, sirva como interlocutor suyo con el
médico o el equipo sanitario para procurar el cumplimiento de las instrucciones previas.
2. Cada servicio de salud regulará el procedimiento adecuado para que, llegado el caso, se
garantice el cumplimiento de las instrucciones previas de cada persona, que deberán constar
siempre por escrito.
5. Con el fin de asegurar la eficacia en todo el territorio nacional de las instrucciones previas
manifestadas por los pacientes y formalizadas de acuerdo con lo dispuesto en la legislación de
las respectivas Comunidades Autónomas, se creará en el Ministerio de Sanidad y Consumo el
Registro nacional de instrucciones previas que se regirá por las normas que
reglamentariamente se determinen, previo acuerdo del Consejo Interterritorial del Sistema
Nacional de Salud.
Se trata, pues, de un documento que se realiza ante notario o bien previamente ante testigos,
en el cual se manifiesta que llegada una situación de enfermedad terminal y el suscribiente no
estuviere consciente para manifestar su consentimiento o no a las actividades sanitarias
aplicables a su caso, se entiende que su deseo es que no se le prolongue innecesariamente la
vida y reciba únicamente tratamientos paliativos. Es interesante nombrar a un familiar o
persona de confianza para interpretar cualquier duda que se presente en los términos del
documento. Este documento puede servir a su vez para expresar si el suscribiente a su
fallecimiento es o no donador de órganos.
Tanto las Comunidades Autónomas como la Administración Central, deben contar con sus
respectivos registros donde dirigirse para el caso que se precise verificar la existencia del
documento. Lógicamente este documento puede modificarse o anularse con posterioridad.
(VER ANEXO II)
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Historia Clínica
Introducción:
Todas las definiciones que podamos hacer de Historia Clínica tienen conexión directa con
los principios básicos recogidos en la Ley 41/2002 (DIGNIDAD a la persona humana, RESPETO a
la AUTONOMIA de voluntad y a su INTIMIDAD).
El enfermero se encontrará con dos obligaciones fundamentales de cara a cumplir con
estos principios en el desarrollo de su trabajo:
- No sólo cumplir correctamente con la prestación de unas determinadas técnicas sino también
con el deber de informar y documentar esa asistencia.
- Guardar la reserva debida sobre la misma.
ALGUNAS CONSIDERACIONES GENERALES QUE PROCEDE REALIZAR SOBRE LA
HC:
Confidencialidad: El secreto profesional es uno de los deberes principales del ejercicio de
las profesiones sanitarias cuyo origen se remonta a los tiempos más remotos de la historia y
que hoy mantiene toda su vigencia. La obligación de secreto es uno de los temas del
derecho sanitario que más preocupa dada la creciente dificultad de su mantenimiento, el
secreto no es absoluto, y en la práctica asistencial pueden surgir situaciones de conflicto
entre el deber de secreto y otras obligaciones para con otros derechos del paciente
Seguridad: En la HC siempre debe constar la identificación del paciente.
Disponibilidad: Aunque debe preservarse la confidencialidad y la intimidad de los datos en
ella reflejada, debe ser así mismo un documento disponible, facilitándose en los casos
legalmente contemplados, su acceso y disponibilidad.
Única: La HC debe ser única para cada paciente por la importancia de cara a los beneficios
que ocasiona al paciente la labor asistencial y la gestión y economía sanitaria.
Legible: Una HC difícilmente inteligible perjudica a todos, a los profesionales, porque
dificulta su labor asistencial y administrativa y a los pacientes por los errores que pueden
derivarse de una inadecuada interpretación de los datos contenidos en la historia clínica.
Veracidad y Exactitud: La HC debe caracterizarse por ser un documento veraz
constituyendo un derecho del usuario. El no cumplir tal requisito puede incurrirse en un
delito tipificado en el actual Código Penal como un delito de falsedad documental.
Rigor de los registros: Los datos en ella contenida deben ser realizados con criterios
objetivos y científicos, debiendo ser respetuosa y sin afirmaciones hirientes para el propio
enfermo, otros profesionales o bien hacia la institución.
Coetaneidad de registros: La HC debe realizarse de forma simultánea y coetánea con la
asistencia prestada al paciente.
Completa: La HC debe contener datos suficientes y sintéticos sobre la patología del
paciente, debiéndose reflejar en ella todas las fases que comprenden todo acto clínico-
asistencial.
Así mismo, debe contener todos los documentos integrantes de la historia clínica, desde los
datos administrativos, documento de consentimiento, informe de asistencia, protocolos
especiales, etc.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
- La autorización de ingreso.
- El informe de urgencia
- La evolución.
- La hoja de interconsulta
- El consentimiento informado
- El informe de anestesia
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
- El gráfico de constantes
Dispone la Ley que todos los profesionales que asistan directamente al paciente serán
responsables de confeccionar la HC en aquellos aspectos en los que han participado, es decir, la
confección global de la HC es una responsabilidad compartida por los distintos profesionales
(médicos, enfermeros, etc.) en la medida en que realizan cualquier tipo de asistencia. En ese
sentido, todos ellos quedan obligados a respetar los principios de veracidad, actualidad e integridad
de los contenidos que se refleja en la HC, y que sólo será exigible en lo referente a su asistencia.
Registros de enfermería:
El contenido de la Historia clínica de Enfermería según la Ley 41/ 2002 y otras
consideraciones al respecto.
En la práctica la documentación propia de la enfermería es muy variada y heterogénea
aunque la que señala expresamente la Ley Básica es:
- Hoja de evolución y de planificación de cuidados de enfermería, tras la valoración enfermera
(y en cualquier momento de la estancia del paciente) se enunciarán en este documento los
diagnósticos de enfermería que presenta el paciente, así como las intervenciones que se han
de ejecutar durante la estancia y los objetivos a conseguir o resultados esperados. Este
documento permitirá registrar como día a día y turno a turno van evolucionando los
diagnósticos enfermeros y los cuidados así como cualquier comentario que la enfermera
considere relevante de hacer constar. Este documento deberá ir fechado y firmado.
- Hoja de aplicación terapéutica de enfermería, donde queda registrada la dispensación
medicamentosa en base a las órdenes médicas y deberá contener de forma general la
medicación, la vía, la dosis, las unidades, la fecha y hora además de la firma del responsable
que la dispensa. (En algunas legislaciones y creo que es importante se puede señalar la
ALERGÍA que pudiera tener el paciente, sobre todo medicamentosa e incluso las pruebas
solicitadas y realizadas).
- Gráfica de constantes donde se registran las constantes vitales del paciente reflejando día de
hospitalización, fecha, hora y las constantes de rutina como pulso, temperatura, presión
arterial, diuresis, peso, frecuencia cardiaca, saturación de oxígeno, etc…
- Valoración inicial de enfermería que recoge los datos que permiten evaluar los problemas de
salud del paciente en última instancia dar un diagnóstico de enfermería distinto del
diagnóstico médico.
- Controles y cuidados específicos cuando el área así lo requiere, por ejemplo, hoja de
despertar, circulante, de la instrumentista, todas ellas del Bloque Quirúrgico.
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- Informe de enfermería al alta que contendría un resumen de los problemas del enfermo
durante su ingreso y de los que mantiene al alta, así como los cuidados generales pautados
para su tratamiento. (Ver ANEXO III)
El registro de los cuidados de enfermería deberá ser pertinente y conciso, debiendo reflejar
las necesidades, problemas y capacidades y limitaciones del paciente. El registro será objetivo y
completo, debiendo registrar con exactitud el estado del paciente y lo que le ha pasado,
mencionando los hechos como los observa y nunca haciendo conjeturas.
Algunas consideraciones sobre la decisión de qué anotar y cómo son (con el HIS muchas de
estas recomendaciones dejan de estar en vigor pero dado que todavía nos podemos
encontrar con HC papel):
- Siempre que la información es lo suficientemente importante como para informar de ella, con
toda probabilidad lo será también como para anotarla. De hecho, una regla de oro es anotar
todo aquello de lo que se informa.
- Completar los datos de la valoración tan pronto como le sea posible. La tardanza en anotar los
datos puede llevar a omisiones y errores que más tarde pueden ser interpretados como de baja
calidad. Si por alguna razón tiene que dejar la unidad antes de completar la valoración, es
bueno asegurarse de anotar los datos más importantes. Así como no fiarse de la memoria y
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Para finalizar esta parte de la documentación clínica señalamos otros aspectos importantes
de lo que menciona la Ley:
2. Cada centro establecerá los métodos que posibiliten en todo momento el acceso a la
historia clínica de cada paciente por los profesionales que le asisten.
Cuando ello sea necesario para la prevención de un riesgo o peligro grave para la salud de la
población, las Administraciones sanitarias a las que se refiere la Ley 33/2011, de 4 de octubre,
General de Salud Pública, podrán acceder a los datos identificativos de los pacientes por
razones epidemiológicas o de protección de la salud pública. El acceso habrá de realizarse, en
todo caso, por un profesional sanitario sujeto al secreto profesional o por otra persona sujeta,
asimismo, a una obligación equivalente de secreto, previa motivación por parte de la
Administración que solicitase el acceso a los datos.
7. Las Comunidades Autónomas regularán el procedimiento para que quede constancia del
acceso a la historia clínica y de su uso.
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No obstante, los datos de la historia clínica relacionados con el nacimiento del paciente,
incluidos los resultados de las pruebas biométricas, médicas o analíticas que en su
caso resulten necesarias para determinar el vínculo de filiación con la madre, no se
destruirán, trasladándose una vez conocido el fallecimiento del paciente, a los archivos
definitivos de la Administración correspondiente, donde se conservarán con las debidas
medidas de seguridad a los efectos de la legislación de protección de datos.
Sin perjuicio del derecho al que se refiere el artículo siguiente, los datos de la historia clínica
relacionados con las pruebas biométricas, médicas o analíticas que resulten necesarias para
determinar el vínculo de filiación con la madre del recién nacido, sólo podrán ser comunicados
a petición judicial, dentro del correspondiente proceso penal o en caso de reclamación o
impugnación judicial de la filiación materna.
4. La gestión de la historia clínica por los centros con pacientes hospitalizados, o por los
que atiendan a un número suficiente de pacientes bajo cualquier otra modalidad asistencial,
según el criterio de los servicios de salud, se realizará a través de la unidad de admisión y
documentación clínica, encargada de integrar en un solo archivo las historias clínicas. La
custodia de dichas historias clínicas estará bajo la responsabilidad de la dirección del centro
sanitario.
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2. El derecho de acceso del paciente a la historia clínica puede ejercerse también por
representación debidamente acreditada.
4. Los centros sanitarios y los facultativos de ejercicio individual sólo facilitarán el acceso a la
historia clínica de los pacientes fallecidos a las personas vinculadas a él, por razones familiares
o de hecho, salvo que el fallecido lo hubiese prohibido expresamente y así se acredite. En
cualquier caso el acceso de un tercero a la historia clínica motivado por un riesgo para su salud
se limitará a los datos pertinentes. No se facilitará información que afecte a la intimidad del
fallecido ni a las anotaciones subjetivas de los profesionales, ni que perjudique a terceros.
El paciente tiene derecho a que los centros sanitarios establezcan un mecanismo de custodia
activa y diligente de las historias clínicas. Dicha custodia permitirá la recogida, la integración, la
recuperación y la comunicación de la información sometida al principio de confidencialidad con
arreglo a lo establecido por el artículo 16 de la presente Ley.
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¿QUÉ ES LA TUTELA?
La tutela es una institución concebida para la guarda y protección de aquellas personas que
han perdido total o parcialmente su capacidad de autogobierno.
La tutela puede tener por objeto a la propia persona, su patrimonio o ambas cosas.
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¿QUÉ ES LA CURATELA?
La curatela es otra institución de guarda y protección de la persona, que al igual que la
tutela se constituye por resolución judicial para proteger a la persona que hubiera perdido su
capacidad de autogobierno.
La diferencia entre tutor y curador viene dada por la amplitud de esa pérdida de
autogobierno, de tal forma que el tutor es el representante de la persona en el ejercicio de todos
sus derechos y en el cumplimiento de sus obligaciones. Al contrario, el curador sólo le asiste,
complementa su capacidad, sólo en aquellos actos que en la sentencia expresamente se hubiere
señalado que no puede realizar por sí sólo.
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o Traslado de servicio
o Traslado a otro centro hospitalario
o Traslado a un centro sociosanitario
o Alta voluntaria
o Fallecimiento
o Otros
Motivo de ingreso
Tipo de ingreso:
o Urgente
o Programado
Antecedentes:
o Enfermedades familiares hereditarias
o Enfermedades previas
o Antecedentes neonatales, obstétricos y quirúrgicos
o Alergias
o Hábitos tóxicos
o Actuaciones preventivas
o Medicación previa
o Situación funcional
o Antecedentes sociales y profesionales
o Etc.
Historial actual
Exploración física
Resumen pruebas complementarias
Evolución y comentarios
Diagnostico principal
Otros diagnósticos
Procedimientos
Tratamiento:
o Recomendaciones
o Fármacos
o Otras recomendaciones
El informe de cuidados de enfermería:
Motivo de Alta/Derivación Enfermera:
o Ingreso
o Traslado a domicilio
o Traslado de Servicio
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La modificación efectuada por esta Ley hace recaer sobre el personal sanitario que asista al
nacimiento la comprobación de la identificación del recién nacido, así como la relación de filiación
materna de la madre. Refiriendo que
“el médico, el enfermero especialista en enfermería obstétrico-ginecológica o el enfermero
(sin especialidad) que asista al nacimiento, ya sea dentro o fuera del establecimiento sanitario, el
deber de comprobar la identidad de la madre del recién nacido”.
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
La dirección del centro, el personal médico o sanitario (es decir, también enfermería) pero
solo cuando el parto se haya producido fuera del centro sanitario, los progenitores y el pariente
más próximo, o en su defecto, cualquier persona mayor de edad presente en el alumbramiento
deberán llevar a cabo dicha comunicación
Hay que diferenciar según si el nacimiento ha tenido lugar en el establecimiento sanitario o
fuera de él.
Así, el nacimiento en establecimiento sanitario se lleva a cabo mediante la remisión de:
El formulario oficial de declaración debidamente cumplimentado por el centro sanitario y
firmado por la persona o personas que tengan la obligación de comunicar el nacimiento.
Y el parte acreditativo del nacimiento firmado por el facultativo. Pese a que según la Ley
este último parte se debe remitir junto con el formulario oficial, la propia norma contempla la
posibilidad de que exista discordancia entre ambos documentos, en cuyo caso prevalecerá el parte
facultativo.
Para las Defunciones
La comunicación de la defunción por parte del centro sanitario se efectúa por medios
electrónicos remitiendo el formulario oficial acompañado del certificado médico, en el que en todo
caso, se debe indicar la existencia o no de indicios de muerte violenta y, en su caso, la incoación
de diligencias judiciales por el fallecimiento si le fueran conocidas o cualquier motivo por el que, a
juicio del facultativo, no deba expedirse la licencia de enterramiento.
En los casos de fallecimiento con posterioridad a los 6 meses de gestación y antes del
nacimiento y el fallecimiento del recién nacido antes del alta médica:
El certificado debe ir firmado por dos facultativos que deben afirmar bajo su responsabilidad,
que del parto, y en su caso de las pruebas realizadas con el material genético de la madre y el hijo,
no se desprenden dudas razonables sobre la relación materno-filial. Este es el único caso en el que
la Ley contempla la posibilidad de efectuar pruebas médicas con el material genético; conviene
tener en cuenta que el art. 46 hace alusión a pruebas biométricas, médicas y analíticas.
Por último, se modifica la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, de modo que todos los datos
asociados al parte de nacimiento – incluidos los resultados de las pruebas biométricas, médicas o
analíticas que, en su caso, resulten necesarias para determinar el vínculo de filiación con la madre-
deben quedar reflejados en la HC y no son susceptibles de cancelación.
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DERECHOS DEL PERSONAL SANITARIO y OBLIGACIONES DE
LOS USUARIOS DEL SISTEMA
Nuestra Constitución de 1978 garantiza en su art. 35 el derecho al trabajo y la libre elección
de profesión y en su art. 36 reconoce que una Ley regulará las peculiaridades propias de los
Colegios Profesiones.
Por otro lado, todo profesional sanitario tiene derecho al libre ejercicio de la profesión
sanitaria, tal como se determina en la Ley General de Sanidad.
Y en la también mencionada Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco del
personal estatutario de los Servicios de Salud, que recogerá los derechos del personal sanitario en
su condición de funcionario o personal sanitario laboral que presta sus servicios en el ámbito del
SNS.
Entre los derechos que se derivan de éstas y otras leyes, cabe destacar:
Derecho a recibir información veraz por parte de los pacientes: los pacientes o usuarios
tienen el deber legal de facilitar los datos sobre su estado físico o sobre su salud de
manera leal y verdadera, así como colaborar en su obtención (art. 2.5 de la Ley 41/2002).
Derecho a la continuidad asistencial del paciente, tal como recoge el art. 4.7. apartado d)
de la Ley 44/2003 (y de lo que se hablará más adelante), dentro del contexto en que se
habla de que “El ejercicio de las profesiones sanitarias se llevará a cabo con plena
autonomía técnica y científica, sin más limitaciones que las establecidas en esta ley y por
los demás principios y valores contenidos en el ordenamiento jurídico y deontológico, y
de acuerdo con los siguientes principios.”
Es decir, esta autonomía supone actuar dentro del marco que establecen por un
lado los criterios de titulación y capacitación profesional y de otro por la
delimitación que determina el concepto de lex artis.
Derecho de reserva de las anotaciones subjetivas en la HC: las anotaciones subjetivas
son hipótesis e impresiones personales de los profesionales sanitarios, basadas en sus
exclusivas percepciones, comentarios realizados por terceros, etc., que en todo caso
carecen de trascendencia para el conocimiento veraz y actualizado del estado de salud
del paciente pero que ayudan para el correcto tratamiento de aquél. El derecho de
acceso del paciente a la documentación de la HC no puede ejecutarse en perjuicio del
derecho de terceras personas a la confidencialidad de los datos que constan en ellos
recogidos en interés terapéutico del paciente en perjuicio del derecho de los
profesionales participantes en su elaboración, los cuales pueden oponer al derecho de
acceso la reserva de sus anotaciones subjetivas (art. 18.3 de la Ley de autonomía del
paciente).
No obstante, conocemos los problemas que la inmediatez unas veces, el hecho de que
en los mismos documentos asistenciales haya datos objetivos y anotaciones subjetivas,
otras, etc. por todo ello, cabe recomendar que el profesional sanitario autor de las
anotaciones haga constar su oposición a que sean desveladas dichas anotaciones y a
pedir que se entregue copia del documento clínico sin que figuren en ellas las
anotaciones subjetivas.
Derecho a la renuncia a la prestación de atención sanitaria relacionada con la libre
elección del paciente, art. 5.1. apartado d) de la Ley 44/2003, la única limitación de que
dicha renuncia pueda suponer desatención del mismo. En todo caso deberá quedar
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Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
constancia formal de tal ejercicio y se deberá actual conforme a los procedimientos que
establezca, en su caso, la Administración o Centro Sanitario.
Derecho de utilización de los mejores medios; la doctrina jurídica y la jurisprudencia
actual entiende que la obligación del profesional sanitario es de medios y no de
resultado, por tanto, no respondemos de la curación del paciente a no ser que se trate de
motivos imputables a nosotros, sino a la aplicación de aquellos medios y a la prestación
de cuantos cuidados requiera el padecimiento del enfermo al estado de la ciencia y a la
lex artis ad hoc.
Derecho a la formación continuada: este es proceso de enseñanza y aprendizaje activo y
permanente al que tienen derecho y obligación los profesionales sanitarios, se inicia al
finalizar los estudios de pregrado o especialización y están destinados a actualizar y
mejorar los conocimientos, habilidades y actitudes de los profesionales sanitarios ante la
evolución científica y tecnológica y las demandas y necesidades del sistema sanitario.
Derecho a la carrera profesional: es el derecho a progresar de forma individualizada
como reconocimiento a su desarrollo profesional en cuanto a conocimientos, experiencia
en las tareas profesionales, etc. Se recoge en la Ley 44/2002 que señala que incluso que
en centros privados sanitarios donde existan profesionales sanitarios se establecerá, en
la medida que lo permita la capacidad de cada centro los procedimientos para el
desarrollo profesional y la carrera de los mismos.
Según el art.41 de la Ley 44/2003: “Los profesionales sanitarios que presten su actividad
en centros o servicios sanitarios privados por cuenta ajena tienen derecho a ser
informados de sus funciones, tareas y cometidos, así como de los objetivos asignados a
su unidad y centro sanitario y de los sistemas establecidos para la evaluación del
cumplimiento de los mismos.”
Derecho a la objeción de conciencia: entendemos por tal la negativa de un individuo a
cumplir lo mandado por la una concreta norma del ordenamiento jurídico, por entender
que su cumplimiento es incompatible con el respeto debido a un determinado valor moral
percibido por la propia conciencia. La objeción de conciencia sanitaria no estaba
expresamente recogida en ninguna norma legal ni tampoco en la Constitución, no
obstante, la Jurisprudencia entiende que forma parte de los arts. 14 y 16 de la
Constitución y por ello así lo ha reconocido el Tribunal Constitucional y ahora se ha
venido a reconocer en la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y
reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo donde a los únicos efectos de la
“interrupción voluntaria del embarazo” la objeción se eleva a la categoría de derecho del
profesional sanitario directamente implicado; Art 19.2 de la mencionada Ley: “Los
profesionales sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del
embarazo tendrán el derecho de ejercer la objeción de conciencia sin que el acceso y la
calidad asistencial de la prestación puedan resultar menoscabadas por el ejercicio de la
objeción de conciencia”.
A participar en la gestión, de conformidad con lo que reglamentariamente se establezca
Por último, cabe señalar que tienen otros derechos como el resto de profesiones, pero que
por sus peculiaridades cabe mencionar, así, por ejemplo,
Al respeto a su honor y prestigio profesional en el desempeño de sus funciones.
A su seguridad e integridad física y moral.
A la autonomía científica y técnica en el ejercicio de sus funciones, sin más
limitaciones que las establecidas por la ley y por los principios y valores contenidos en el
ordenamiento jurídico y deontológico.
A una adecuada protección de su salud frente a los riesgos derivados de su trabajo
según lo previsto en la normativa sobre prevención de riesgos laborales y, en particular,
2
Profesor de Legislación y administración sanitaria: César Lama
que adquiere especial relevancia en todo lo que tiene que ver con la contaminación por
agentes biológicos o microorganismos; Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo, sobre la
protección de los trabajadores que por su trabajo están o puedan estar expuestos a
agentes biológicos que tiene por objeto la protección de los trabajadores contra los
riesgos para su salud y su seguridad derivados de la exposición a agentes biológicos
durante el trabajo, así como la prevención de dichos riesgos, o el derecho a la
protección, en el ejercicio profesional, ante amenazas, insultos y agresiones y es que en
los últimos años se viene constatando un progresivo incremento de agresiones a
personal de Centros e Instituciones sanitarias, así como una mayor tensión en el trato de
algunos ciudadanos hacia el personal sanitario. El Código Penal despliega su protección
en el ejercicio de los derechos del personal sanitario y que se puedan iniciar los
procedimientos penales correspondientes.
En general, podemos afirmar que los derechos y las obligaciones de profesionales
sanitarios y usuarios del sistema están íntimamente relacionados, de forma que lo que es derecho
para uno es obligación para el otro y viceversa, no obstante, cabe recoger como obligaciones de
los usuarios del sistema:
En cuanto a las obligaciones cabe hacer referencia al art. 11 de la Ley General de Sanidad:
“Serán obligaciones de los ciudadanos con las Instituciones y organismos del sistema sanitario:
1. Cumplir las prescripciones generales de naturaleza sanitaria comunes a toda la
población, así como las específicas determinadas por los servicios sanitarios.
2. Cuidar las instalaciones y colaborar en el mantenimiento de la habitabilidad de las
Instituciones Sanitarias.
3. Responsabilizarse del uso adecuado de las prestaciones ofrecidas por el sistema
sanitario, fundamentalmente en lo que se refiere a la utilización de servicios,
procedimientos de baja laboral o incapacidad permanente y prestaciones
terapéuticas y sociales.
4. (Derogado por la Ley 41/2002) que pasa en su art. 2.5. a referir “los pacientes o
usuarios tienen el deber de facilitar los datos sobre su estado físico o sobre su salud
de manera leal y verdadera, así como la de colaborar en su atención, especialmente
cuando sean necesarios por razones de interés público o con motivo de asistencia
sanitaria”.
Como sabemos es competencia de cada Comunidad ordenar, organizar y gestionar la
sanidad dentro de su territorio, por lo que es normal que nos encontremos con
disposiciones propias en cada comunidad así la Ley 12/2001 de Ordenación Sanitaria
de la Comunidad de Madrid señala al respecto en su art. 30: “Los ciudadanos, respecto
a la utilización del Sistema Sanitario de la Comunidad de Madrid tienen los siguientes
deberes individuales (similares a los referenciados en el punto anterior salvo):.........
5. “Mantener el debido respeto a las normas establecidas en cada centro, así como al
personal que preste los servicios en los mismos.
6. Firmar, en caso de negarse a las actuaciones sanitarias el documento pertinente, en
el que quedará expresado con claridad que el paciente ha quedado suficientemente
informado y rechaza el procedimiento sugerido.”
3
LA RESPONSABILIDAD DEL PROFESIONAL SANITARIO
En el ámbito sanitario tanto los profesionales de la salud, como las distintas clases de
instituciones sanitarias e incluso organismos y administraciones públicas pueden incurrir en
responsabilidad; en este sentido deberemos analizar las especificidades para cada tipo de
responsabilidad ya sea profesional (donde a su vez podremos diferenciar la responsabilidad penal,
civil, disciplinaria, deontológica, etc.) administrativa, la patrimonial de las administraciones públicas.
A nosotros nos interesa especialmente la responsabilidad en la que puede incurrir un
profesional de la salud, pero antes de entrar en su análisis, es necesario hacer la siguiente
consideración: existe una gran preocupación, por todos los temas relacionados con la
responsabilidad profesional del personal sanitario, dicha preocupación viene derivada, entre otras
causas, del fuerte aumento de reclamaciones judiciales por mala praxis (mala práctica).
Cada día es más frecuente leer en la prensa o encontrar en cualquier medio de
comunicación noticias relacionadas con procedimientos seguidos contra profesionales sanitarios
por mala praxis o por negligencia, en los que además de las penas correspondientes expiden por el
Ministerio fiscal o por las respectivas acusaciones particulares, en concepto de indemnización
grandes sumas de dinero.
Se plantea una problemática en torno al riesgo sanitario que podemos resumir en:
Ha evolucionado la relación personal sanitario – usuarios, de forma que pasa de una
relación personal, individual y de confianza, a una relación de tipo social, es decir, basada
en la socialización del acto de atención a la salud, en un proceso de salud – enfermedad.
En este marco surge la idea de la culpabilidad del profesional sanitario, en el contexto de los
avances científicos de la medicina y la lex artis.
Su actividad no sólo está expuesta a estar reclamada por un error de tratamiento sino por
un defecto de información, más vulnerable y ambiguo que el anterior.
Se judicializan los incidentes sanitarios a ritmo creciente.
Se provoca una preocupación, expectación y alarma socio – profesional, por las
indemnizaciones que se reclaman e incluso se fallan por los Tribunales de Justicia.
Cada vez mayor número de sanitarios buscan cobertura para el riesgo, especialmente de
responsabilidad civil, en pólizas individuales de seguro.
Al personalizarse los errores, los profesionales sanitarios que prestan servicios por cuenta
ajena, exigen de este respaldo y protección.
Emerge un nuevo fenómeno: la responsabilidad objetiva de la Administración, que provoca
un deslizamiento de la responsabilidad personal de los errores hacia la responsabilidad
institucional.
Las consecuencias que parecen únicas para el profesional sanitario, se extienden, con
repercusiones sociales muy grandes que hacen acuciantes que los poderes públicos tomen buena
nota del problema para darle un tratamiento legal adecuado, en definitiva, la vulneración de los
derechos del paciente, o, desde otra perspectiva, el incumplimiento de las obligaciones o deberes
del profesional sanitario, constituyen la base para la existencia de responsabilidad profesional, la
jurisdicción o ámbito, que proceda, y lo analizaremos específicamente (civil, penal,
administrativa, etc).
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Sin duda de las responsabilidades jurídicas las que más inquieta a los profesionales
sanitarios es la responsabilidad penal, especialmente por la propia configuración legal, dogmática y
jurídica de la misma: la pena siempre es personal con la accesoria de inhabilitación
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profesional. Sin duda las consecuencias personales, familiares y sociales son importantes, más si
cabe en el contexto de la judicialización de la asistencia sanitaria con una consecuencia no
deseable como es la medicina defensiva.
El Código Penal aprobado por Ley Orgánica, 10/1995, de 23 de noviembre, establece en su
artículo 4 que:
“Las leyes penales no se aplicarán a casos distintos de los comprendidos expresamente en
ellas”, lo que supone que los hechos sancionados deben estar claramente identificados, en ese
sentido, el artículo 10 concreta:
“Son delitos las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la ley”.
No obstante, la jurisprudencia penal ha sido sensible (la medicina no es una ciencia
exacta) a tal situación y ha elaborado un cuerpo de doctrina sobre la imprudencia médica que se
puede resumir en:
Como hemos referido, desde el punto de vista penal, se puede incurrir en:
Ocurre cuando se aprovecha de sus conocimientos para cometer un delito, por ejemplo un
enfermero que realiza un envenenamiento, o bien, realiza algún acto dentro del ejercicio
profesional pero prohibido por las leyes, como participar en abortos, falsificación de
informes de los que es responsable, no comunicar el conocimiento de alguna acción
delictiva, acceder a drogas para uso propio, etc.
El concepto y estructura del delito culposo, según alguna sentencia del Tribunal Supremo,
se encuentra en el reproche efectuado a un sujeto por haber realizado voluntariamente un
hecho que supone la infracción de una norma objetiva de cuidados, destinada a proteger
un bien jurídico que, en definitiva, resultó lesionado, por lo que sus elementos constitutivos
pueden resumirse en dos vertientes:
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“1. El funcionario público que, requerido por autoridad competente, no prestare el auxilio
debido para la Administración de Justicia u otro servicio público, incurrirá en las penas de multa de
tres a doce meses, y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años.”
VIOLACIÓN DEL SECRETO PROFESIONAL
Ya estudiado.
DELITOS CONTRA LA SALUD PÚBLICA
Se trata de cuestiones que tienen que ver, fundamentalmente, con el tratamiento de
sustancias o productos que puedan ser nocivos y su articulado va del 359 al 362.
FALSEDAD DOCUMENTAL
Una práctica dolosa en la que se puede incurrir y que recogen, los artículos:
Artículo 397.
“El facultativo que librare certificado falso será castigado con la pena de multa de tres a
doce meses.”
Artículo 390.
“Será castigado con las penas de prisión de tres a seis años, multa de seis a veinticuatro
meses e inhabilitación especial por tiempo de dos a seis años, la autoridad o funcionario público
que, en el ejercicio de sus funciones, cometa falsedad:
1º Alterando un documento en alguno de sus elementos o requisitos de carácter esencial.
2º Simulando un documento en todo o en parte, de manera que induzca a error sobre su
autenticidad.
3º Suponiendo en un acto la intervención de personas que no la han tenido, o atribuyendo a
las que han intervenido en él declaraciones o manifestaciones diferentes de las que hubieran
hecho.
4º Faltando a la verdad en la narración de los hechos.”
Artículo 391.
“La autoridad o funcionario público que por imprudencia grave incurriere en alguna de las
falsedades previstas en el artículo anterior o diere lugar a que otro las cometa, será castigado con
la pena de multa de seis a doce meses y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis
meses a un año.”
LESIONES AL FETO
Deberemos tener en cuenta los siguientes artículos:
Artículo 157.
“El que, por cualquier medio o procedimiento, causare en un feto una lesión o enfermedad
que perjudique gravemente su normal desarrollo, o provoque en el mismo una grave tara física o
psíquica, será castigado con pena de prisión de uno a cuatro años e inhabilitación especial para
ejercer cualquier profesión sanitaria, o para prestar servicios de toda índole en clínicas,
establecimientos o consultorios ginecológicos, públicos o privados, por tiempo de dos a ocho años.”
Artículo 158.
“El que, por imprudencia grave, cometiere los hechos descritos en el artículo anterior, será
castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses.
Cuando los hechos descritos en el artículo anterior fueren cometidos por imprudencia
profesional se impondrá asimismo la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la
profesión, oficio o cargo por un período de seis meses a dos años.
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Cosa distinta es que, siendo titulado, pero suspendido o inhabilitado, se ejerza la profesión,
en este caso no se comete un delito de intrusismo sino de quebrantamiento de condena.
Además, el que estando en posesión de un título y conociendo que con quién actúa
conjuntamente no lo posee, es condenado también.
EUTANASIA (recordad que actualmente hay un proyecto de ley para modificar esta
circunstancia).
Podemos definirla como la muerte que ocasiona un tercero a una persona que padece una
enfermedad incurable o muy penosa, y la que tiende a truncar la agonía demasiado cruel o
prolongada.
Por eso, la eutanasia a petición será castigada con una pena menor, que oscila entre
dieciocho meses y tres años de prisión.
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Artículo 143.
“1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho
años.
2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios
al suicidio de una persona.
3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta
el punto de ejecutar la muerte.
4. El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de
otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una
enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves
padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos
grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este artículo.”
MANIPULACION GENETICA Y REPRODUCCION
Artículo 159.
“1. Serán castigados con la pena de prisión de dos a seis años e inhabilitación especial para
empleo o cargo público, profesión u oficio de siete a diez años los que, con finalidad distinta a la
eliminación o disminución de taras o enfermedades graves, manipulen genes humanos de manera
que se altere el genotipo*.
2. Si la alteración del genotipo fuere realizada por imprudencia grave, la pena será de multa
de seis a quince meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio de
uno a tres años.”
Artículo 161.
“1. Quien practicare reproducción asistida en una mujer, sin su consentimiento, será
castigado con la pena de prisión de dos a seis años, e inhabilitación especial para empleo o cargo
público, profesión u oficio por tiempo de uno a cuatro años.
2. Para proceder por este delito será precisa denuncia de la persona agraviada o de su
representante legal. Cuando aquélla sea menor de edad, incapaz, o una persona desvalida,
también podrá denunciar el Ministerio Fiscal.”
Artículo 162.
“En los delitos contemplados en este título, la autoridad judicial podrá imponer alguna o
algunas de las consecuencias previstas en el artículo 129 de este Código cuando el culpable
perteneciere a una sociedad, organización o asociación, incluso de carácter transitorio, que se
dedicare a la realización de tales actividades.”
ABORTO
Tras la publicación de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y
reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo se vio modificada la redacción del Código
Penal, que ha sido nuevamente actualizada:
Artículo 145
“1. El que produzca el aborto de una mujer, con su consentimiento, fuera de los casos
permitidos por la ley será castigado con la pena de prisión de uno a tres años e inhabilitación
especial para ejercer cualquier profesión sanitaria, o para prestar servicios de toda índole en
clínicas, establecimientos o consultorios ginecológicos, públicos o privados, por tiempo de uno a
seis años. El juez podrá imponer la pena en su mitad superior cuando los actos descritos en este
apartado se realicen fuera de un centro o establecimiento público o privado acreditado.
2. La mujer que produjere su aborto o consintiere que otra persona se lo cause, fuera de los
casos permitidos por la ley, será castigada con la pena de multa de seis a veinticuatro meses.
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3. En todo caso, el juez o tribunal impondrá las penas respectivamente previstas en este
artículo en su mitad superior cuando la conducta se llevare a cabo a partir de la vigésimo segunda
semana de gestación.”
Dos. Se añade un nuevo artículo 145 bis del Código Penal, que tendrá la siguiente
redacción:
Artículo 145 bis
“1. Será castigado con la pena de multa de seis a doce meses e inhabilitación especial para
prestar servicios de toda índole en clínicas, establecimientos o consultorios ginecológicos, públicos
o privados, por tiempo de seis meses a dos años, el que dentro de los casos contemplados en la
ley, practique un aborto:
a) sin haber comprobado que la mujer haya recibido la información previa relativa a los
derechos, prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la maternidad;
b) sin haber transcurrido el período de espera contemplado en la legislación;
c) sin contar con los dictámenes previos preceptivos;
d) fuera de un centro o establecimiento público o privado acreditado. En este caso, el juez
podrá imponer la pena en su mitad superior.
2. En todo caso, el juez o tribunal impondrá las penas previstas en este artículo en su mitad
superior cuando el aborto se haya practicado a partir de la vigésimo segunda semana de gestación.
3. La embarazada no será penada a tenor de este precepto.”
Ya de la anterior redacción añadir:
Artículo 146.
“El que por imprudencia grave ocasionare un aborto será castigado con la pena de prisión
de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses.
Cuando el aborto fuere cometido por imprudencia profesional se impondrá asimismo la pena
de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un período de uno a
tres años.
La embarazada no será penada a tenor de este precepto.”
SUPOSICION DE PARTO Y ALTERACION DE LA PATERNIDAD
Artículo 220.
“1. La suposición de un parto será castigada con las penas de prisión de seis meses a dos
años.
2. La misma pena se impondrá al que ocultare o entregare a terceros un hijo para alterar o
modificar su filiación.
3. La sustitución de un niño por otro será castigada con las penas de prisión de uno a cinco
años. (...)
5. Las sustituciones de un niño por otro que se produjeren en centros sanitarios o socio-
sanitarios por imprudencia grave de los responsables de su identificación y custodia, serán
castigadas con la pena de prisión de seis meses a un año.”
Artículo 221.
“1. Los que, mediando compensación económica, entreguen a otra persona un hijo,
descendiente o cualquier menor aunque no concurra relación de filiación o parentesco, eludiendo
los procedimientos legales de la guarda, acogimiento o adopción, con la finalidad de establecer una
relación análoga a la de filiación, serán castigados con las penas de prisión de uno a cinco años y
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de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de la patria potestad, tutela, curatela o
guarda por tiempo de cuatro a 10 años.”
Artículo 222.
“El educador, facultativo, autoridad o funcionario público que, en el ejercicio de su profesión
o cargo, realice las conductas descritas en los dos artículos anteriores, incurrirá en la pena en ellos
señalada y, además, en la de inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u
oficio, de dos a seis años.
A los efectos de este artículo, el término facultativo comprende los médicos, matronas,
personal de enfermería y cualquier otra persona que realice una actividad sanitaria o socio-
sanitaria.”
Cabe concluir a modo de resumen:
a. Las reclamaciones que pueden dar lugar a responsabilidad penal son aquellas que se
refieren a las conductas expresamente tipificadas en el Código Penal (es decir,
aquellas calificadas como delito).
b. Podemos diferenciar la responsabilidad civil y penal porque la primera genera la
obligación de resarcir el daño causado por el incumplimiento o ilícito, mientras la penal
genera la obligación de cumplir una pena: prisión, multa, inhabilitación, aunque
también obligue a reparar los daños causados. Ya que toda persona criminalmente
responsable de un delito lo es también civilmente si del hecho se derivasen daños o
perjuicios.
c. La mayoría de conductas sancionadas en el ámbito de las profesiones sanitarias son
las imprudentes, es decir, son realizadas sin el propósito de causar un daño, pero se
obra sin la diligencia debida. En este sentido, decimos que la diferencia teórica entre la
responsabilidad penal y civil se encuentra en la cuantificación de la culpa o de la imprudencia,
de forma que sólo las conductas más graves pueden dar lugar a la responsabilidad
penal
d. La comisión de un delito de imprudencia exige una acción u omisión voluntaria, la
creación con ella de una situación de riesgo previsible y evitable, la infracción de una
norma de cuidado y la producción de una resultado dañoso derivado de aquella
conducta descuidada de forma que se establece una relación de causalidad entre una y
otra.
En el ámbito de la responsabilidad en ocasiones es difícil determinar el grado de
imprudencia (grave o leve) en la cual incurre un profesional sanitario; es por ello, que se deba
analizar con detenimiento el comportamiento del mismo en la asistencia profesional que se enjuicia
y analizarlo en relación con la lex artis ad hoc o diligencia profesional exigible en ese momento.
En nuestra especialidad, para incurrir en responsabilidad penal debemos incurrir,
básicamente en alguno de los siguientes casos:
Actuar sin el consentimiento del paciente, en especial, cuando se requiera específicamente
por Ley. Aunque los meros defectos de información no dan por si mismos lugar a responsabilidad
penal, una falta absoluta de consentimiento informado del paciente si puede originarla.
Y sobre todo saltarse las reglas propias de la profesión, la llamada lex artis, que recordamos
nos habla de la forma de actuar correcta teniendo en cuenta las circunstancias específicas de cada
caso y, en concreto, aquellas en las que se encuentra el profesional en un momento dado, que en
hipótesis pueden ser muy variables; abundancia o escasez de medios, presencia o ausencia de
responsable facultativo, premura de actuación, etc.
Cuando se declara la responsabilidad penal, la pena es siempre personal para el culpable
directo, aunque la indemnización civil asociada al delito cometida pueda afectar subsidiariamente al
centro establecimiento para el que trabaja. Y es que el Código Penal regula en los artículos 109 a
126 la responsabilidad civil derivada de los delitos y de las costas procesales; “1. La ejecución de
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un hecho descrito por la ley como delito obliga a reparar, en los términos previstos en las leyes, los
daños y perjuicios por él causados. 2. El perjudicado podrá optar, en todo caso, por exigir la
responsabilidad civil ante la Jurisdicción Civil.”
El Código Penal establece el contenido de la responsabilidad civil que comprenderá: la
restitución, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios materiales y morales. La cuantía
de la responsabilidad civil se fijará por los Tribunales o Jueces, estableciendo razonadamente las
bases por las que se llega a la misma.
Responsabilidad Subsidiaria de la Administración:
El art. 121 de Código Penal, establece una especial responsabilidad civil subsidiaria del
Estado, Comunidades Autónomas, Municipios y demás entes públicos cuando el responsable sea
autoridad, agente, contratado o funcionario público en el ejercicio de sus cargos y, siempre que sea
consecuencia directa del funcionamiento de los servicios públicos que tuvieran encomendados.
Cuando se exija en un proceso penal la responsabilidad penal de estas personas, deberá dirigirse
simultáneamente contra la Administración o ente público presunto responsable civil.
Esto se resume en que cuando un profesional sanitario es condenado en un proceso penal,
la Administración Pública Sanitaria para la que “trabaja” sólo responderá de la indemnización
cuando el profesional condenado no pueda hacerse cargo de la responsabilidad (insolvencia).
Responsabilidad Patrimonial de la Administración:
Por otra parte, la responsabilidad patrimonial derivada del funcionamiento normal o anormal
de los servicios públicos, exigibles conforme a las normas de procedimiento administrativo, sin que
pueda, en ningún caso, darse una duplicidad indemnizatoria (con respecto al punto anterior) es el
tipo de responsabilidad propia de las Administraciones Públicas; se regula en nueva Ley 39/2015,
de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas; que
como la anterior (Ley 30/1992 del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común) contempla entre otros los requisitos de validez y eficacia de
los actos administrativos, el procedimiento administrativo común a todas las Administraciones
Públicas, incluyendo el sancionador y el de reclamación de responsabilidad de las
Administraciones Públicas..
Ejemplo: “La Audiencia Nacional ha declarado la responsabilidad patrimonial del Estado por
un contagio de VHC acaecido durante una transfusión con gammaglobulina a un niño de 4 años
con una enfermedad hereditaria que le obligaba a una delicada hemoterapia con ingreso
hospitalario.
Queda probado por las distintas investigaciones epidemiológicas realizadas por la Agencia
Española del Medicamento, por el laboratorio del Hospital La Paz, y por el Servicio de
Microbiología del Instituto de Salud Carlos III que se trata de una infección nosocomial debido a
que en el mismo día de la transfusión se rea-izó una extracción de sangre a un paciente con VIH.
Esta es la fuente de infección detectada por la investigación, dado que el paciente con VIH
comparte cepas de VHC 3a relacionadas con idéntica cepa viral que la diagnosticada al niño. El
abogado del Estado aceptó la responsabilidad de la Administración determinando el caso como
fortuito, pero solicitando una indemnización de 120.200 euros, casi la mitad de lo solicitado en la
demanda y concedido por el tribunal, 210.354,23 euros (34.999.998 pesetas). Para determinarla, el
tribunal ha valorado las expectativas de vida actual y futura, y que el paciente precisa de un intensa
hemoterapia con graves efectos secundarios.”
Responsabilidad disciplinaria o empresarial:
Se genera cuando un trabajador realiza hechos o conductas leves o graves que así se
insertan en los Convenios Colectivos o normas funcionariales o estatutarias. Es decir, surge
cuando el profesional sanitario no actúa de forma independiente, sino para alguna Administración o
para alguna empresa.
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Artículos 13 (párrafos primero, segundo e inciso del tercero), 22 (inciso del apdo. 4), 24
(incisos de los apdos. 7 y 19), 26 (incisos de los apdos. 1, 2.b y 2.e), 27 (inciso del apdo. 1.B), 28
(apdo. 4), 29 (incisos de los apdos. 1 y 3), 45 (incisos de los párrafos primero y segundo), 47
(incisos), 49 (inciso del párrafo segundo) y 50 (inciso del apdo. 2).
Responsabilidad Administrativa:
Es aquella exigible por las autoridades sanitarias de las respectivas Comunidades
Autónomas, y que deriva del incumplimiento de la normativa administrativa en vigor, que afecta, por
ejemplo, a las clínicas privadas en cuanto establecimientos sanitarios sujetos a la intervención
pública (aunque también es una responsabilidad que puede afectar al enfermero a título
individual).
LA RESPONSABILIDAD DEL PROFESIONAL SANITARIO DENTRO DEL
EQUIPO DE TRABAJO
La práctica asistencial en el ámbito hospitalario, de atención primaria, urgencias, etc. con
nuevas técnicas, avances científicos… imponen, cada vez más, la necesidad de trabajar en
equipo con división de funciones entre los diferentes profesionales que lo componen.
Esta división del trabajo se asume hoy como una necesidad ineludible del ejercicio de la
práctica asistencial, es necesario, por tanto, hablar, como planteamiento previo, de la división
horizontal del trabajo (profesionales de igual categoría y diversas especialidades) y división vertical
del trabajo (alude a las relaciones de subordinación entre el personal asistencial de diferente
cualificación).
Con las relaciones interprofesionales y el trabajo en equipo, es decir, con la obligada
presencia de diversos profesionales, cada vez en mayor número, para el logro del acto asistencial,
bien mediante una actuación simultánea o bien mediante una actuación sucesiva cambia nuestra
forma de entender algunos aspectos que tienen que ver con el deber objetivo de cuidado y la
responsabilidad por infringir tal deber.
Cuando hemos hablado de la Ley de Ordenación de las profesiones sanitarias hemos visto
que se señala que la atención sanitaria integral supone la cooperación multidisciplinaria, la
integración de los procesos y la continuidad asistencial, además de evitar el fraccionamiento y la
simple superposición entre procesos asistenciales atendidos por distintos titulados o especialistas.
Es decir, el equipo profesional pasa a ser la unidad básica en que se estructuran de forma uni o
multiprofesional e interdisciplinar los profesionales y demás personal de las organizaciones
asistenciales para realizar efectiva y eficientemente los servicios propios de la profesión.
Concretamente refiere en su artículo 9, las siguientes conclusiones:
Debemos entender que cuando una actuación sanitaria se realice por un equipo de
profesionales, se articulará de forma jerarquizada o colegiada, en su caso, atendiendo a los
criterios de conocimiento y competencia, y en su caso al de titulación, de los profesionales que
integran el equipo en función de la actividad concreta que se vaya a desarrollar, de la confianza y
reconocimiento recíproco de las capacidades de sus miembros y de los principios de accesibilidad
y continuidad asistencial de las personas atendidas. Se dan pautas muy concretas respecto a la
delegación de actuaciones dentro del equipo, permitiendo tal posibilidad siempre y cuando estén
previamente establecidas dentro del equipo las condiciones conforme a las cuales dicha delegación
o distribución de actuaciones puede producirse (deberá existir siempre la capacidad para realizar
dicha actividad y en lo posible estará acreditada).
En el ámbito de nuestra materia, estas relaciones complejas han llevado a la jurisprudencia
a delimitar las diferentes responsabilidades a través de lo que se conoce como principio de
confianza que supone que cualquier profesional que actúa de forma correcta puede confiar en que
los demás miembros del equipo actúen también de forma correcta, salvo que se den circunstancias
especiales que hagan pensar lo contrario, esto va a implicar que cada uno es responsable de lo
que hace y por tanto el ámbito de su responsabilidad se delimita por razón de las funciones que le
son propias y por la forma de ejercerlas.
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Este principio se quiebra cuando uno de los miembros del equipo actúa incorrectamente y
de manera que pueda ser percibida por los demás, pues a partir de tal momento no rige la
confianza y hay que actuar en defensa del paciente para no incurrir en responsabilidad.
Dentro de lo que hemos llamado la organización del trabajo vertical el personal
dependiente si bien ejecuta órdenes médicas lo hace con arreglo a sus conocimientos y con
plena autonomía.
Por eso la jurisprudencia determina que la dependencia jerárquica no comporta la
subordinación en el quehacer profesional.
En la delegación ya hemos dicho que las funciones propias de una determinada profesión
son indelegables y si efectivamente las delega puede incurrir en una infracción clara del deber de
cuidado, como por ejemplo en la sentencia del Tribunal Supremo de 12 de enero de 1976 que
condena a un médico que deja al cuidado del personal de enfermería, durante todo un fin de
semana, a un enfermo que tenía un fuerte traumatismo craneal.
Además de lo dicho, las actuaciones deben estar presididas por el principio ya mencionado
de confianza, cada miembro del equipo sabe lo que tiene que hacer y lo hace confiando en que el
resto hará lo propio.
El médico responde por los hechos cometidos por sus colaboradores dependientes sólo en
los casos en los que tenga obligación de vigilancia concreta y específica y cuando el daño
producido por el colaborador sea consecuencia de un orden que constituye una infracción clara del
deber de cuidado del superior.
Hablamos por tanto de la división del trabajo y a la confianza en que cada miembro del
equipo cumpla sus funciones /tareas.
En este sentido: el personal de enfermería asume en solitario las responsabilidades que se
deriven de las acciones u omisiones relativas a sus quehaceres propios, para los cuales actúa con
autonomía (conviene destacar que la delegación indebida de funciones, por parte de médicos o
cualquier otro profesional sanitario que deberían asumir tales funciones delegadas por serles
propias, no eximen a éstos de posibles responsabilidades).
Además, debemos referir que las fuentes de peligro que debieran ser conocidas y
neutralizadas por esos médicos y profesionales sanitarios, que relativizan el principio general de la
división vertical del trabajo e inclusive de la horizontal. Se trata de supuestos en los que la falta de
cualificación del inferior, los fallos de comunicación en sentido ascendente descendente u
horizontal o, en fin, de coordinación, podrían reprocharse por imprudencia a acciones u omisiones
de los superiores al personal de enfermería, supuestos en los que dichos superiores no resultarían
exentos de responsabilidad, por el hecho de ser misión del inferior el deber infringido. Se trata de
responsabilidad por actos ajenos, si bien por "culpa in vigilando" o "in eligendo".
Resumiendo, decimos que cada uno es responsable de sus actos, pero está obligado a
hacer algo cuando se rompe el principio de la confianza, porque se hace evidente que las
cosas ya no van bien y, en consecuencia, si se sigue por ese camino ambos serán
responsables del daño causado al paciente. Además de lo mencionado, cabe la
responsabilidad de todos aquellos que actúan como jefes de un equipo y llevan a cabo
tareas de dirección, coordinación o supervisión.
Así en la división del trabajo sanitario de carácter horizontal el principio de confianza juega
en toda su intensidad y sólo deja de ser aplicable en supuestos excepcionales, existe un fallo grave
o hay dudas fundadas sobre la cualificación de un compañero. En cambio, en la división del trabajo
vertical, el anestesista, por ejemplo, es el único responsable de los errores o fallos que puedan
darse en el marco de los cometidos que sobre la narcosis son de su exclusiva y personal
incumbencia (elección del procedimiento, medios de control, o elección del tipo de anestesia) y no
podrá delegarlo en personal sanitario no médico.
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El ejercicio profesional:
Los requisitos generales para la práctica de la profesión sanitaria se refieren en el
artículo 4 de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones
sanitarias:
2. El ejercicio de una profesión sanitaria, por cuenta propia o ajena, requerirá la posesión del
correspondiente título oficial que habilite expresamente para ello ….
3. Los profesionales sanitarios desarrollan, entre otras, funciones en los ámbitos asistencial,
investigador, docente, de gestión clínica, de prevención y de información y educación
sanitarias.
7. El ejercicio de las profesiones sanitarias se llevará a cabo con plena autonomía técnica y
científica, sin más limitaciones que las establecidas en esta ley y por los demás principios y
valores contenidos en el ordenamiento jurídico y deontológico, y de acuerdo con los siguientes
principios:
a) Existirá formalización escrita de su trabajo reflejada en una historia clínica que deberá ser
común para cada centro y única para cada paciente atendido en él. La historia clínica tenderá
a ser soportada en medios electrónicos y a ser compartida entre profesionales, centros y niveles
asistenciales.
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específicas para cada miembro del mismo, así como la cumplimentación por parte de los
profesionales de la documentación asistencial, informativa o estadística que determine el centro.
d) La continuidad asistencial de los pacientes, tanto la de aquellos que sean atendidos por distintos
profesionales y especialistas dentro del mismo centro como la de quienes lo sean en diferentes
niveles, requerirá en cada ámbito asistencial la existencia de procedimientos, protocolos de
elaboración conjunta e indicadores para asegurar esta finalidad.”
8. Para el ejercicio de una profesión sanitaria será necesario cumplir las obligaciones y
requisitos previstos en el ordenamiento jurídico vigente. En todo caso, para ejercer una
profesión sanitaria, serán requisitos imprescindibles:
a) Estar colegiado, cuando una ley estatal establezca esta obligación para el ejercicio de una
profesión titulada o algunas actividades propias de ésta.
«Artículo 3. Colegiación.
1. Quien ostente la titulación requerida y reúna las condiciones señaladas estatutariamente tendrá
derecho a ser admitido en el Colegio Profesional que corresponda.
2. Será requisito indispensable para el ejercicio de las profesiones hallarse incorporado al Colegio
Profesional correspondiente cuando así lo establezca una ley estatal. La cuota de inscripción o
colegiación no podrá superar en ningún caso los costes asociados a la tramitación de la inscripción.
Los Colegios dispondrán los medios necesarios para que los solicitantes puedan tramitar su
colegiación por vía telemática, de acuerdo con lo previsto en el artículo 10 de esta Ley.
3. Cuando una profesión se organice por colegios territoriales, bastará la incorporación a uno solo
de ellos, que será el del domicilio profesional único o principal, para ejercer en todo el territorio
español. A estos efectos, cuando en una profesión sólo existan colegios profesionales en algunas
Comunidades Autónomas, los profesionales se regirán por la legislación del lugar donde tengan
establecido su domicilio profesional único o principal, lo que bastará para ejercer en todo el
territorio español.
Los Colegios no podrán exigir a los profesionales que ejerzan en un territorio diferente al de
colegiación comunicación ni habilitación alguna ni el pago de contraprestaciones económicas
distintas de aquellas que exijan habitualmente a sus colegiados por la prestación de los servicios
de los que sean beneficiarios y que no se encuentren cubiertos por la cuota colegial.
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noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio. Las sanciones
impuestas, en su caso, por el Colegio del territorio en el que se ejerza la actividad profesional
surtirán efectos en todo el territorio español.
Esta exigencia constituye norma básica que debe ser tenida en cuenta siempre por la
regulación autonómica.
Por su parte, los Estatutos de la Organización Colegial de Enfermería, aprobados por Real
Decreto 1231/2001, de 8 de noviembre, en aplicación de dicha normativa básica, imponen la
obligatoriedad de colegiación como garantía de una correcta práctica profesional a favor de una
mejor atención a los usuarios de los sistemas de salud.
Lo que determina la obligación de colegiarse es el ejercicio profesional, no el tipo de
contrato laboral que uno tenga.
Ahora bien, NO ES DELITO no estar colegiado, allí donde la Ley no establece su
obligatoriedad, lógicamente.
a) Los juzgados y tribunales deberán remitir aquellos datos necesarios referentes a las sentencias
firmes de inhabilitación o suspensión para el ejercicio profesional al Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad en la forma que reglamentariamente se establezca.
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10. El órgano encargado del Registro Estatal de Profesionales Sanitarios podrá consultar los datos
de carácter personal de los profesionales sanitarios contenidos en los archivos y ficheros del
Documento Nacional de Identidad (DNI) y del Número de Identidad del Extranjero (NIE)
competencia del Ministerio del Interior, para contrastar la veracidad de la información que consta en
el registro. Para esta consulta no será necesario el consentimiento del titular de los datos de
carácter personal.