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A lo largo del presente siglo, y hasta hace relativamente pocos años, los
dos pilares fundamentales -y muy a menudo exclusivos- en que se ha basado,
por lo que a "disciplinas" se refiere, la enseñanza de la lengua han sido, de un
lado, la descripción gramatical (de uno u otro signo, basada en una u otra
teoría, según los tiempos o los autores de las reformas educativas o de los
libros de texto) y, de otro, la gramática normativa. Sin embargo, actualmente
(desde hace ya algunas décadas en otros países occidentales), se aprecia el
interés de considerar otras perspectivas que abordan la descripción y el
análisis del hecho lingüístico de forma diferente a como lo hacen los enfoques
más inmanentistas que acabamos de citar.
Los objetivos de la enseñanza se centraban, prioritariamente, en el
dominio de la escritura y en el análisis gramatical de "preparados" de
oraciones o palabras buscadas para la ocasión. El interés se centraba, sobre
todo, en la corrección normativa de las producciones lingüísticas. Los modelos
para la elaboración de textos escritos eran de forma casi exclusiva literarios.
La comprensión, descripción y elaboración de textos orales era -y sigue
siendo en muchos casos- algo secundario o ausente en las aulas de lengua.
Era evidente que ese tipo de enseñanza no revertía en un mejor uso de la
lengua. Por ello, los cambios educativos que se han ido produciendo en
nuestra área cultural han tenido como consecuencia el establecimiento de
unos objetivos diferentes para la enseñanza y el aprendizaje de la lengua.
Este cambio sitúa las prioridades educativas en la ampliación y el desarrollo
de la competencia comunicativa -oral y escrita- de los estudiantes (véanse
en este sentido los capítulos 1 y 2 de este libro).
Desde esta perspectiva, el propósito de este capítulo es doble. En
primer lugar, se pretende presentar, de forma necesariamente somera,
algunas de las aportaciones que diferentes disciplinas (que podríamos
agrupar bajo el rótulo de ciencias del lenguaje) ofrecen para la comprensión
de los múltiples factores que constituyen la realidad comunicativa de los
usos lingüísticos orales, escritos e iconoverbales. En segundo lugar, se dará
una importancia especial en mostrar de qué manera esas aportaciones son
fundamentales para la construcción de una propuesta didáctica (a la que se
dedica el capítulo cuarto de este libro) en la que la enseñanza de la lengua
tenga como metas la ampliación de las capacidades comunicativas de los
estudiantes así como el desarrollo de su conciencia crítica respecto a esas
capacidades y a las implicaciones sociales y culturales de los usos
lingüísticos1.
1
Iremos jalonando el texto con citas literales para incluir la voz directa
de autores que hayan hecho aportaciones de interés sobre lo que se está
presentando o comentando. Esas citas podrán servir también como textos de
referencia de los que podrán partir quienes lean este libro para comentar o
discutir conceptos o ideas básicas sobre diferentes temas. En el capítulo 6 de
este libro ("Para saber [y saber hacer]") el lector encontrará una breve
descripción y comentario de algunos de estos textos.
tanto que me puedo explicar a mí misma ante mí y, sobre todo, ante los
demás, con los demás. La lengua nos permite ir dando sentido a todo lo que
sucede en nuestro entorno.
«La gramática, esa parte del estudio del lenguaje que se ocupa de
esclarecer cómo se forman -y cómo se entienden- las oraciones, es tan
antigua como la historia misma de la vida civilizada. A lo largo de su no
corta existencia, sin embargo, ha sido concebida de muy diversas
maneras. Arte, reflejo de las leyes del pensamiento, código del buen
hablar, lista más o menos sistemáticamente organizada de fenómenos
lingüísticos, o parte de la teoría general del lenguaje englobada en la
ciencia cognitiva son varias de las denominaciones que podrían reflejar
las concepciones diversas sobre las que se ha fundado el estudio
gramatical. Diversidad empero, que se atenúa en parte porque en todos
estos casos es la sustancia propia del lenguaje -aquello que no está en
él por efecto de otros fenómenos del mundo- lo que se intenta
caracterizar por medio de los enunciados de la gramática.» 2 (Demonte,
1989: 13)
2
El énfasis es de la autora.
Estas palabras de Demonte condensan de forma ejemplar las diferentes
concepciones que de la gramática se han tenido a lo largo de su historia.
Pero, como señala la propia autora, desde los enfoques más especulativos a
los más normativos, lo que todas esas concepciones han tenido y tienen- en
común es la preocupación por la descripción y el análisis de la sustancia, es
decir, de aquello que se puede considerar como la esencia de las lenguas, el
código en sí mismo, aquello que las hace manifestaciones particulares de esa
"gramática universal" que subyace a todas ellas.
Las teorías gramaticales conciben las lenguas, desde un punto de vista
teórico, corrió objetos que no han sido contaminados, afectados por factores
externos, ya sean éstos de carácter psicológico o sociocultural. A esto habría
que añadir que, hasta hace bien poco, las descripciones gramaticales se han
basado en la escritura para sus análisis, y no en cualquier tipo de escritos
sino en los de aquellos escritores que han sido "consagrados" socialmente.
D. Fríes (1989), en su libro sobre la historia de las diferentes actitudes que
ha mantenido la Real Academia Española de la Lengua respecto al uso, hace
un recuento de la procedencia de los ejemplos en las diferentes versiones de
la Gramática académica. Resulta como mínimo interesante y sorprendente
ver que, hasta el Esbozo, la mayoría de los ejemplos procedían de autores
literarios de los siglos XVI y XVII; en el Esbozo se incluyen ya autores más
recientes, pero siempre literarios. Y E. Alarcos (1994: 19), que mantiene que
la tarea del gramático es «exponer los rasgos de Ja gramática del español
que se descubren en los actos orales3 y escritos de los usuarios de la lengua
en este siglo XX», sólo utiliza en su reciente Gramática datos literarios -si
bien es justo reconocer que abundan y quizás incluso predominan autores
actuales- y algunos otros datos que provienen -se supone, porque no cita la
fuente- de su propia experiencia como hablante y oyente de la lengua que
describe.
Es evidente que los autores literarios y los gramáticos son "usuarios de
la lengua", y unos usuarios muy especiales a quienes se tiende a considerar
como aquellos que mejor dominan la lengua, pero estaremos de acuerdo en
que no representan, o sólo en parte, a la mayoría de quienes usan la lengua
y, en cualquier caso, tal como plantean R. Carter y M. McCarthy (1995), las
gramáticas basadas en ejemplos de lengua escrita «excluyen toda una serie
de rasgos que ocurren ampliamente en la conversación de los hablantes
nativos [...], en hablantes de diferentes edades, sexos, grupos dialectales y
clases sociales con una frecuencia y distribución que simplemente no puede
ser despreciada como si fuera una aberración» (Carter y McCarthy, 1995:
142 [T.A.]4).
Ciertamente, desde que Saussure (1916) proclamara la esencia oral
déla lengua -entendida como una institución social-, los estudios
gramaticales no han pütfote dejar de lado esta realidad indiscutible, si bien -
tal como el propio autor indicaba- se ha considerado que el habla está sujeta
a infinitos cambios, debidos a los múltiples factores que intervienen en cada
emisión particular de enunciados y, por lo mismo, se ha pensado que resulta
inaprehensible como objeto de reflexión científica. De este modo, el estudio
3
El énfasis es de la autora.
4La traducción de esta cita y de todas aquellas en las que aparezca
[T.A.] al final de la referencia son de la autora.
de la lengua en sí misma se ha convertido en el centro de atención de
gramáticos y lingüistas en las décadas posteriores. Los análisis de
orientación generativista, si .bien cambian de perspectiva sobre la lengua,
ya que subrayan su realidad psicológica o neurológica más que su dimensión
social, seguirán el mismo enfoque en cuanto a lo que constituye su objeto de
estudio, dejando de lado la actuación, para dedicarse al análisis de la
competencia lingüística de los hablantes con el fin de proporcionar un
"modelo" de la gramática de la lengua estudiada.
del tema y de los cambios que esa teoría ha experimentado respecto a sus
primeras formulaciones.
sobre las estrategias discursivas descortesía utilizadas, al parecer, en todas
las culturas, pero de manera específica en cada una. Podríamos decir que la
antropología pone el acento en la diferencia, en la diversidad, mientras que
hay otras disciplinas que ponen el acento en lo común y universal.
Se parte de la idea de que aprender una lengua no consiste sólo en
adquirir el código o el conjunto de formas lingüísticas sino mucho más:
implica adquirir toda una serie de habilidades que orientan sobre cómo usar
ese código en las diferentes ocasiones de comunicación que se producen en
el entorno de quienes lo hablan. De este modo, la competencia lingüística
se entiende como una parte -desde luego importantísima- del conjunto de
conocimientos y habilidades que componen la competencia comunicativa.
El concepto de «competencia comunicativa» se crea en el seno de la
antropología lingüística y más concretamente dentro de la corriente o
propuesta conocida como etnografía de la comunicación (Gumperz y
Hymes, 1964, 1972) y ha tenido un impacto incontestable en el ámbito de la
enseñanza de las lenguas, como veremos más adelante 6.
Del mismo modo que parece del todo lógico que la antropología se
interese por los patrones comunicativos de las culturas que estudia, es
completamente comprensible que la sociología se haya preocupado por
descubrir el papel que ocupa y desempeña la lengua en las sociedades que
son objeto de su atención.
«[...] la hipótesis desplegada con éxito por esta disciplina [...] dice
que las lenguas son estructuras ordenadamente heterogéneas donde las
variables intrínsecas aparecen definidas por la covariación con
elementos lingüísticos y extralingüísticos.
Supone esta hipótesis que la variación completamente libre es una
circunstancia que, al recibir análisis detenido, deja al descubierto el
cumplimiento sistemático de ciertas reglas, de donde se desprende que
la variación es parte integrante de la estructura de toda variedad
lingüística. Los factores que impulsan o determinan esta variación son,
además de los propiamente lingüísticos, de carácter social.» (López
Morales, 1989: 182-183)
7
Estas aportaciones han sido utilizadas con gran acierto desde la
enseñanza de lenguas extranjeras, especialmente por un grupo de
estudiosos suizos entre quienes destaca Bernard Py (véase, a modo de
ejemplo, su artículo de 1996).
expectativas como un esquema para la interpretación» de lo obvio, de lo que
«se ve pero no se nota» (Garfinkel, 1964: 2 [T.A.]). Las personas participan
utilizando métodos que dan sentido a las diferentes actividades que
realizan. Desde esta perspectiva, se plantea que la realidad social se
construye, se (re)crea, se mantiene y se cambia a través de las
interacciones en que las personas se involucran en el día a día.
3.5. Psicolingüística
9
Obras básicas para entender la influencia de la psicolingüística en los
enfoques comunicativos de la enseñanza de las lenguas son J.R Bronckart
(1985), J. Bruner (1984), H. Horman (1976), A.R. Luria (1979, 1980), L.S.
Vygostky (1979, 1986) J.V Wertsch (1985).
corrección y repetición del adulto en las diversas situaciones de
comunicación que sean creadas con estos fines.» (Lomas, Osoro y
Tusón, 1993: 52-53)
a. forenses o jurídicos,
b. deliberativos o políticos,
c. encomiásticos o de ocasión.
10
Sobre la retórica y su importancia en el pasado y en la actualidad se
pueden consultar los textos de Albaladejo (1989), Mortara Garavelli (1988) y
Murphy (1974), además de las obras clásicas de Aristóteles, Cicerón o
Quintiliano, de las que en las referencias de este libro citamos sus versiones
al castellano.
conseguir mejor el objetivo que se pretende serán otros dos de los aspectos
más elaborados desde esta disciplina.
En efecto, Aristóteles distingue los tres tipos siguientes de persuasión:
11
A modo de ejemplo, véanse los trabajos de Alcalde (1996), Cros y
Vilà (1995a, 1995b), Martínez, Rodríguez y Zayas (1992) o Schneuwly
(1988).
12
Existen en el mercado diferentes manuales, compilaciones y obras
introductorias que permiten un acceso a esta disciplina. Véanse, por
ejemplo, Bertuccelli (1993), Eseandell ({1993} 1996), Leech (1983),
Levinson (1983), Mey (1993), Reyes (1990, 1995) y Valdés Villanueva
(1991).
fuera de ese uso verbal público, cotidiano u ordinario. No existe, pues, un
«espacio interior» donde el significado se crea para ser luego
«materializado» a través de las palabras; toda significación se construye a
través de las enunciaciones producidas con y a través del lenguaje en los
espacios públicos de la expresión.
«El lenguaje ordinario está completamente en orden», afirmará este
autor contra aquellos que proclaman la falta de interés que presenta el
estudio de los usos lingüísticos cotidianos porque consideran que son
caóticos y, con frecuencia, sin sentido. Wittgenstein mantiene que hablar
una lengua consiste en participar activamente de una serie de formas de
vida que existen gracias al uso del lenguaje. Para él, como consecuencia,
aprender una lengua no es otra cosa que apropiarse de una serie de
conjuntos de reglas que nos permiten llevar a cabo diferentes juegos de
lenguaje. Aprendemos cómo se compra y se vende, cómo se regaña, cómo
se pide perdón, cómo se ofrece, cómo se rechaza, cómo se halaga, cómo se
muestra modestia, etc.
13
V. Escandell ({1993} 1996) dedica el capítulo 10 de su obra al estudio
de los enunciados interrogativos desde una perspectiva pragmática.
Máximas del Principio de Cooperación
A. Cantidad: No des ni más ni menos información que la necesaria
B. Calidad: Di la verdad; no digas algo sobre lo que no tienes
sufuciente evidencia.
C. Relación: Sé pertinente
D. Manera: Sé claro y ordenado
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Obras de referencia básica sobre la lingüística del texto pueden ser,
entre otras, las de Adam (1992), Beaugrande y Dressler (1981), Bernárdez
(1982, 1995) van Dijk (1977, 1978)
(el repertorio de posibilidades) y el 'sistema real' constituido por las
elecciones que realiza quien produce el texto.[...] Nuestra tarea consiste en
describir, de la forma más empírica y realista posible, los procesos por
medio de los cuales quienes participan comunicativamente pueden producir
y producen textos y pueden recibirlos y los reciben. La tarea exige
claramente una investigación interdisciplinar entre la lingüística del texto y la
psicología, la sociología, la etnografía y todas aquellas disciplinas que
trabajan con datos auténticos desde el punto de vista de las actividades
humanas.» (Beaugrande, 1995: 538)
Veamos los esquemas que este autor propone para dos tipos de texto,
el periodístico y el narrativo.
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Se pueden encontrar ejemplos de estos tres tipos de progresión
temática en Castellá (1992) y en Zayas (1993).
J-M Adam (1992) propone cinco (proto)tipos textuales, atendiendo a
su secuencia de Base:
1. Dialogal
2. Descriptivo
3. Argumentativo
4. Explicativo
5. Narrativo
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Por razones de espacio, no podemos extendernos en el tratamiento
de la teoría de la enunciación. Valga, al menos, la referencia a algunos
títulos básicos, como los de Bajtín (1979), Benveniste (1966-1974), Kerbrat-
Orecchioni (1970) o Ducrot (1984), que han influido considerablemente en
trabajos posteriores.
Actualmente, sin embargo, el sintagma análisis del discurso se utiliza
como una etiqueta de tipo general que recubre un campo de intereses y
actividades amplio que, básicamente, tienen en común el estudio de piezas
de uso comunicativo "auténticas". En cierto modo, tal como plantea J.J.
Gumperz, se trataría de la actividad pragmática que toma como objeto de
interés el discurso: el uso comunicativo que integra lo verbal y lo no verbal
en situaciones auténticas de producción e interpretación.