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Es preciso citar a Jean de la Bruyere que dice: “Escribir bien es gloria y mérito de algunos
hombres, de otros sería gloría y mérito no escribir nada.
Para explicar para qué sirve la lingüística lo primero que hay que hacer es definir qué es,
pues puede entenderse como el estudio de las lenguas, como el estudio del lenguaje o
como el estudio de los hablantes, tres perspectivas no exactamente iguales.
Si hablamos de las lenguas, la lingüística estudia la forma en que se estructura todo lo dicho
y lo escrito por millones de personas desde hace miles de años. Es más, como las lenguas
cambian lentamente sin dejar de ser casi lo mismo, si tomamos como punto de referencia
el español, tendríamos que anotar todo lo hablado y escrito también en latín, y reconstruir
lo que hablaron y cantaron los indoeuropeos. Puestos en esos caminos, habría que irse
bastante atrás, hasta las raíces mismas del Homo sapiens y la génesis africana (Cavalli-
Sforza), lo que ya es andar un buen rato. O podemos mirar hacia los lados, hacia la
linguodiversidad de México (Valiñas), que tiene sesenta y tantas lenguas indígenas, pero
que pueden ser muchas más si se considera que las trescientas y muchas variedades en
que se dividen son en realidad lenguas diferentes, por no hablar de la diversidad tipológica
de esas lenguas.
Las personas suelen tener diferentes percepciones acerca del lenguaje: que una lengua se
«sabe», pero muchas veces se pueden hablar dos o más; que existen diversos «acentos»
(que siempre atribuimos a los demás, claro); que se habla «bien» o «mal»; que algunas
cosas cambian; que se producen algunos cambios lingüísticos (la opinión común es que
todo cambia para peor, lo que es una manifestación del principio de la edad de oro, un
momento ideal donde cada cosa tenía su palabra y viceversa, después del cual todo es
deturpación).
Curiosamente, las ideas más comunes de la gente sobre la lingüística y los lingüistas tienen
poco que ver con esas intuiciones. Quizá no haya un solo estudiante de lingüística del que
sus amigos no hayan creído que se dedicaba a una de estas dos actividades (si no es que
a ambas): a) a ver qué está bien o mal dicho o escrito (¡con especial atención a la
ortografía!) y b) a conocer muchas lenguas, así porque sí, pues cuantas más mejor. La
consideración inmediata suele ser que estudiar «eso» no sirve para nada y que los
profesionales del ramo son: a) un lujo o unos parásitos, según el humor (en el sentido
antiguo de la voz), y ante todo b) unas personas que se dedican a actividades irrisorias e
inútiles.
Lingüística y Epistemología
Si esto podría ser cierto para principios generales de la GGT (Gramática Generativo-
Transformacional), no lo es, según Bunge, si se pretende aplicar el esquema a la
generación de oraciones, porque entre la “generación” de oraciones y la deducción lógica
de proposiciones no hay sino una similitud o analogía. En efecto, las oraciones se derivan
mediante reglas gramaticales. Pero no se deducen al modo de teoremas. (Por este motivo,
llamar axioma a la oración inicial no pasa de ser una broma) (Bunge, 1983: 41-42).
Por lo tanto, contrariamente a lo que sostienen Chomsky y sus discípulos, aunque las
gramáticas se parecen a teorías, no son teorías. Sólo describen y codifican ciertos aspectos
del lenguaje: no explican (Bunge, 1983: 42). Y, por último, tampoco predicen. En las
ciencias, sólo los hechos son objeto de predicción o posdicción. Y los hechos son estados
o cambios de estado (o sea, acontecimientos o procesos) de cosas concretas, sean átomos,
personas o sociedades. En cambio, el que una frase dada sea gramatical o aceptable no
es un hecho objetivo: no es un estado de una cosa concreta ni un cambio de estado de un
ente material. Por lo tanto, no es predictible ni impredictible (Bunge, 1983: 102).
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Reporte de Lectura
“Educación Formal, no formal e informal”
Autor: Lic. Emilio Marenales.
Elaborado por: Abraham Pedraza Aguilar
CARACTERISTICAS EDUCATIVAS
FORMAL NO FORMAL INFORMAL
Educación Escuelas Actividades Grupo de iguales
Formal graduadas extracurriculares
jerárquicamente
Educación No Certificados Enseñanza Participación
Formal sistemática no
escolar
Educación Escuelas de la Instrucción Experiencia
Informal selva paternal cotidiana
Que la educación es un fenómeno social es, a estas alturas, una idea asumida por
todos aquellos que algo tienen que decir acerca de ella. Ya en sus albores la
sociología se ocupaba de ello: Émile Durkheim lo aclaraba de la siguiente manera
“la educación común es función del estado social; pues cada sociedad busca
realizar en sus miembros, por vía de la educación, un ideal que le es propio“. De ahí
también la importancia política de la educación: la posibilidad de establecer un
determinado orden social descansa en la forma cómo los ciudadanos entienden el
rol de la sociedad, de sus organizaciones y de ellos mismos dentro de este sistema
de relaciones; y esa forma de entendimiento sólo es posible de lograr mediante la
educación de las personas. Hablamos entonces de la construcción del espacio
social (Bourdieu), es decir, de esa realidad invisible que no se puede mostrar ni
tocar con los dedos y que organiza las prácticas y las representaciones de los
agentes de una sociedad. Lo anterior sólo es posible mediante un proceso de
transmisión de conceptos de persona a persona, de un educador a un educando -
un proceso comunicativo según Habermas- a través del cual se van asimilando las
particulares maneras de entender el mundo que cada sociedad y, por ende, cada
cultura ha asumido para sí.
Ahora bien, el hombre, ser social por naturaleza, se hace -o rehace- en la mediada
en que es educado. Antes ya hacíamos mención de Hanna Arendt (1993) quien
explicaba el proceso de aprendizaje humano desde el punto de vista de su
incorporación al mundo, bajo la idea de que su naturaleza social no basta para
adaptarlo a la vida organizada con otros seres humanos, pues no hablamos de
organizaciones sencillas, sino complejas, cargadas de historia, valores e intrincadas
significaciones, “en sociedades tan vastas como las nuestras, los individuos son tan
diferentes los unos de los otros, que no hay, por así decir, nada de común entre
ellos, salvo su cualidad general de ser hombres” decía Durkheim. Pues bien, así
mirada la educación lo que propone es la construcción de un “hombre nuevo”,
distinto de cómo lo ha engendrado la naturaleza, busca crear un ser social; pues es
la sociedad la que nos enseña a dominarnos, a constreñirnos, es también, siguiendo
sus necesidades, la que decide la cantidad y naturaleza de los conocimientos que
debe recibir el niño y es la que conserva la conciencia adquirida por las
generaciones anteriores y también la que la transmite a las nuevas generaciones.
EPISTEMOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN
EDUCACIÓN
Abril 2016