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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Maestría en Educación
Facultad de Ciencias Humanas
Lenguajes y Literaturas en Educación
Seminario: Lenguajes I
Profesora: Yeimy Johanna Romero Gómez

ESTUDIANTE: Marisol Enciso Orjuela


ACTIVIDAD III: COMENTARIO CRÍTICO

DE LA IMPOSIBILIDAD DE CONCEPTUALIZAR EL LENGUAJE


AL RETO DE ENSEÑARLO

“De todo lo escrito, sólo aprecio lo que uno ha escrito con su


sangre. Escribe con sangre y sabrás que la sangre es espíritu.”
(Friedrich Nietzsche)

INTRODUCCIÓN

De todas las palabras que he escuchado desde mi niñez, la única que me ha dejado perpleja es la
del “universo”, no precisamente por las someras grafías que le componen, sino por las
representaciones y significados que emergen allí, tal vez mis vivencias familiares y escolares, me
pusieron en relación con el cielo desde niña; la palabra universo, emerge entonces como una
posibilidad de recrear y repensarse otros mundos, de ser y de existir, es claro que todos vibramos
frente a lo que nos otorga significado, no importa si es amor u odio, después de todo, como lo
manifiesta la filosofía del Tao, “somos unidad a partir de los contrarios”.

La palabra vista de este modo es constitutiva del lenguaje, aparece como una singular y misteriosa
forma de nombrar lo que la mente desea conceptualizar, hacer racional e inteligible. En ese sutil
deseo de comprender, el ser humano pone de manifiesto la necesidad de otorgar nuevos
significados y sentidos, y se inmortaliza cuando crea el lenguaje. El lenguaje, desde esta línea, será
el principal puente de comunicación y dación de sentido.
Ahora bien, si al lenguaje se le ha otorgado cultural y académicamente un papel cumbre en el
desarrollo humano y en la formalización del pensamiento, resulta muy importante ahondar en su
conceptualización, generar nuevos posicionamientos y en consecuencia nuevos retos y
perspectivas frente a la práctica pedagógica y el rol del maestro. A continuación, se hará referencia
a cada uno de estos.

Conceptualizando el lenguaje

En primera instancia, debe reconocerse que existe teóricamente una polifonía de discursos frente
a la conceptualización del lenguaje, no hay unicidad en ello, por el contrario, un sinnúmero de
críticas y posicionamientos al respecto. Es precisamente, a partir de esas polifonías y contrastes,
desde donde se pretende generar una postura respecto a la concepción del lenguaje en el plano
educativo.

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Por un lado, el reconocimiento de los diferentes enfoques lingüísticos y las posturas
paradigmáticas que emergen allí. En ese orden, se reconoce una lingüística general que debe
proporcionar los elementos de análisis de las lenguas, y una lingüística particular que usará los
acervos discursivos de la primera. Otra diferenciación, es la que se establece entre la lingüística
teórica y aplicada, en la que se hace una clara diferenciación entre el estudio de los modelos
teóricos del funcionamiento del lenguaje y el uso de dichos modelos a prácticas en las que
interviene la lengua. Una última dicotomía existe entre la “lingüística sincrónica e histórica”, en
donde pueden considerarse los modelos lingüísticos en los diferentes períodos de tiempo (Celdrán
1998). Si bien es cierto, no son los enfoques o tendencias lingüísticas el objeto de reflexión de
este análisis, es importante mencionar estos, en tanto que esclarecerán el panorama bajo el cual los
maestros se posicionan cuando crean concepciones y prácticas de lenguaje en el aula.

En lo que respecta a los anteriores enfoques, podría afirmarse que “no son posturas teóricas
erróneas”, justamente porque emergieron en un campo disciplinar y de corte científico de la lengua,
nadie pondría en duda la cientificidad del estudio del lenguaje y el carácter formal y riguroso en
cuanto a los mecanismos de producción de conocimiento refiere. Es muy común hablar
superficialmente de tradicionalismos y reduccionismos en los enfoques lingüísticos, de pretender
desterrarlos de las prácticas y de las nuevas conceptualizaciones que han emergido. En atención a
ello, son justamente los procesos de investigación los que empoderan al que valida o critica dichas
posturas, precisamente porque debe haber un reconocimiento ético a los seres humanos que han
dedicado una vida entera a la construcción de conocimiento, de no ser por el pasado, no existe
posibilidad alguna de que el hombre logre pensar por sí mismo “sapere aude”. En otras palabras,
se trata de entender que la historicidad en el campo disciplinar de la lingüística, es el único puente
para que los que están otorgando nuevos sentidos al lenguaje, puedan reconocer limitaciones y
rupturas epistemológicas en las concepciones de lenguaje.

Ahora bien, los enfoques de corte estructural, prescriptivo y formalista a los que se está haciendo
alusión de manera tácita, no son reduccionistas y tradicionales en sí mismos, al contrario debería
afirmarse que más bien esos acervos teóricos son “capital simbólico” en palabras de Bourdieu, y
por tanto es a partir de allí de donde se sustraen los elementos que le están permitiendo a los nuevos
investigadores reconocer que hay fisuras epistémicas, metodológicas y ontológicas en la
concepciones y prácticas de lenguaje en la escuela.

En referencia a lo anterior, la reflexión ha estado relacionada en un primer plano con los enfoques
lingüísticos, en particular los que han sido etiquetados como tradicionales y reduccionistas, pese a
ello, no es la lingüística, ni la lengua los conceptos que se pretenden clarificar, sino más bien el
uso de estos como marcos generales que permitirán ir resignificando el concepto de lenguaje.
En las diferentes disciplinas de conocimiento, el lenguaje aparece como una herramienta
fundamental para la construcción de este, y es justamente sobre la comprensión y apropiación del
lenguaje que el investigador genera nuevo saber. No solo podría hablarse de conocimiento en
términos de rigor científico y su relación con el lenguaje, sino que paradójicamente la base de
nuestras relaciones humanas, la apropiación de los valores culturales y la dación de sentido,
parecieran estar intrínsicamente vinculados al lenguaje. El lenguaje visto desde esa óptica no es
clarificado, no es en un objeto en sí mismo, sino que existe en relación con algo o alguien. En esa
línea, según Saussure citado por Celdrán (1998) manifestó la imposibilidad de dar un “concepto
del lenguaje”. Al respecto, dice:

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Saussure no pudo dar una definición de lenguaje, explicando que el lenguaje es multiforme
y heteróclito; a caballo en diferentes dominios. A la vez, físico, fisiológico y psíquico,
pertenece además al dominio individual y al dominio social; no se deja clasificar en
ninguna de las categorías de los hechos humanos, porque no se sabe cómo desembrollar su
unidad. (p.5)

Esto significa que preguntarse, ¿qué es el lenguaje?, deviene en una complejidad enorme,
demasiado filosófica y ética; sería más práctico preguntarse por el carácter utilitario del mismo.
Pese a esa complejidad, resulta un tanto suntuoso aventurarse a conceptualizarlo. En primer lugar,
debe reconocerse que en concordancia con Saussure, no se podrá dar un concepto ortodoxo del
lenguaje, y que por más que se hagan esfuerzos en hacerlo, únicamente podrá conceptualizarse a
partir de sus atributos o condiciones de posibilidad. Ahora bien, surgen entonces otras preguntas:
¿cuáles son esos atributos y condiciones de posibilidad del lenguaje?, ¿cuáles son los elementos o
conceptos con los que el lenguaje logra integrarse?
En referencia a estos cuestionamientos, el “concepto de lenguaje” irá tomando forma en la medida
en que se vayan abordando sus relaciones. Por ello, en primera instancia ha de reconocerse el
carácter híbrido del lenguaje. Un primer vínculo estará asociado al lenguaje y la comunicación; un
segundo vínculo al lenguaje y el arte; un tercer vínculo, al lenguaje y la imagen; y un cuarto vínculo
al lenguaje y la corporalidad. En adelante, se hará alusión de manera sucinta a estas relaciones.

El lenguaje y la comunicación

El lenguaje adquiere sentido en los sujetos, en la medida que tiene una valía social y cultural, en
tanto le confiere el instrumento para generar los puentes de relación consigo mismo, con el otro y
con el cosmos. Es imposible imaginar un colectivo humano, sin establecer puentes relacionales
entre ellos, justamente porque es en la necesidad comunicativa en donde muy probablemente el
ser humano da el salto de la prehistoria a lo histórico, ahí en ese hito, aparece la escritura, como
principal herramienta para comunicarse y poder transmitir la cultura en todo su esplendor. La
mayor invención es entonces el código escrito, sin embargo, debe precisarse que el lenguaje, no se
restringe al código escrito y oral, en lo que a la comunicación se refiere. En adelante, se ahondará
en otras manifestaciones del lenguaje que si bien es cierto, no son códigos verbales y escritos, son
posibilidades comunicativas.

Ahora bien, la dimensión comunicativa del lenguaje, abarca el grueso de su conceptualización,


precisamente porque comunicar implica relación, y toda relación es por naturaleza una dación de
sentido, (Montes, 1999), una construcción subjetiva de la manera de ser y existir en el mundo, el
humano es entonces lo que pueda hacer en el marco de las infinitas posibilidades del lenguaje, no
en vano, varios filósofos y epistemólogos de las ciencia, reconocieron en las ciencias puras una
carga de subjetividad mediada por el lenguaje, desarraigando la idea perenne de siglos de una
ciencia objetiva y positivista. En esa línea, Tomas Kuhn (20004) acuña la idea de matriz
disciplinaria, precisamente para brindar un marco de análisis a las revoluciones científicas y
entenderlas desde la noción de quiebre de paradigma, justamente porque un paradigma desde la

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disciplina que sea, es ante todo una construcción colectiva e intencionada de sentidos, que
responden a problemáticas específicas. Bourdieu (2003) de manera análoga, en la noción de campo
reconoce la idea de territorios disciplinares y que la lucha al interior de estos es una pugna de poder
en términos de dominio y monopolio, en donde el capital simbólico, -el lenguaje- es un elemento
base para la comprensión de las disciplinas de conocimiento y las pugnas que emergen allí.
Gadamer (1992), distante por formación del contexto científico, pero crítico de la manera
convencional de la hermenéutica, reformula toda una teoría basada en la historicidad y la tradición
como herramienta para llegar a la comprensión, -comprender será entonces atribuir sentido desde
el lenguaje, - una actitud dialógica como lo denomina. Su trabajo arduo en investigación, le
permitió posicionar el lenguaje como hilo conductor en el giro ontológico de la hermenéutica.

Por otra parte, reconocer la dimensión comunicativa y constitutiva del lenguaje, deberá rebasar las
nociones cotidianas de necesidad comunicativa, y empezar a entenderse desde las lógicas en las
que se construye conocimiento al interior de las disciplinas académicas, y las formas particulares
en las que se produce el contexto de significación. Hacer un reconocimiento meta disciplinar al
lenguaje, es entender que el lenguaje es una velación, no es un instrumento prístino, y en tanto que
el ser humano es limitado para conocer la verdad en su totalidad, el instrumento llamado lenguaje
que ha creado para conocer la otredad y el sí mismo, es también limitado, desafortunadamente y
con asombro, asistimos a un universo velado, inexistente para los que no son buscadores de la
verdad y emergente para los que han entendido que su papel estriba en la comprensión y el
significado, pero que paradójicamente debe morir, siendo consciente que nunca experimentó la
realidad tal como es, simplemente su verdad no fue más que una somera cosificación de las cosas
y los fenómenos a través del lenguaje. Acá, es fundamental referir la idea de la imposibilidad del
lenguaje para abstraer la esencia del ser y el sometimiento de este a la manera corpórea de los
humanos. El lenguaje acá emerge en el cuerpo, aspecto que se tratará en adelante.

Otro aspecto, a considerar en la dimensión comunicativa del lenguaje, son las relaciones de poder
mediadas por el lenguaje, se debe ser muy ingenuo para pensar que una herramienta tan poderosa,
no sea usada al servicio de los poderosos, justamente porque la sociedad se organiza a partir de las
clases sociales de una manera piramidal, y el lenguaje se convierte ahí en un arma de doble filo:
por un lado, “el lenguaje es opresión y por otro liberación”, porque es haciendo uso del lenguaje
que se pueden oprimir los pueblos; los que están en el poder, entienden que son ellos quienes deben
adelantarse a dar sentido a los menos desfavorecidos, pues al permitírseles que lo hagan por si
mismos, empiezan a generar procesos emancipatorios y en consecuencia de libertad y sentido
democrático. A un mundo cada vez más injusto e inequitativo, dominado por unos pocos, le
resultará atractivo que la clase popular, sea consumidora de sentido y no constructora de sentido.

La pedagogía y la escuela sin reflexión sentida, seguirá siendo un saber sometido y un aparato
ideológico del Estado, asistimos a una lucha de poderes, y paradójicamente se enraízan desde el
lenguaje (Foucault, 2003).

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El lenguaje y el arte

El arte de manera símil al lenguaje, pone de manifiesto la imposibilidad de definirlo, por tanto se
asume desde el contexto de sus posibilidades y singularidades. Si me preguntasen: ¿qué es el arte?,
es muy probable que respondiese que es tan vasto que no podría limitarlo a un concepto ortodoxo.
En este punto, no es la conceptualización por el arte, el centro de interés, sino la pregunta por las
relaciones existentes entre el lenguaje y el arte. El arte en su dimensión estética y las posibilidades
de otorgar sensibilidad al sujeto frente a la realidad, asiste de manera directa al desarrollo integral
del ser humano, es más profundo en tanto rebasa la dimensión intelectual y se enraíza en el plano
emocional, dotando al ser humano de una razón sensible en palabras de Maffesoli, y lo eleva a una
categoría de “hombre sentipensante” en términos de Ortega y Gasset. “Elevar al ser humano”, es
la meta en últimas del hombre y uno de los fines de la escuela, pero esta condición no es propia
del lenguaje, el lenguaje por sí solo como se veía en el apartado anterior, es velación y un
instrumento que contradictoriamente emancipa pero también oprime; el arte es expresión máxima
de la realidad subjetiva e intersubjetiva, es la máxima de dación de sentido, y trasmutación del
dolor y las sombras humanas, es una suerte de crisol para la penosa vivencia del hombre, que
esclavizado por sus deseos y con una naturaleza sufriente, sale al encuentro del arte, cuando no
puede crearlo, se contenta al menos con la contemplación, porque sabe que allí encuentra
presencia, y la presencia es una máxima humana, es expresión de consciencia de la existencia
c misma. Esto puede resultar demasiado idílico, pero es que el arte es una verdad manifiesta, y tal
vez la verdad humana es de otro plano, y en tanto estriba en horizontes nuevos de complejidad, se
reafirma como una aspiración, un devenir que da campo al super hombre.” Os enseño el super
hombre: ¡el este rayo y esta locura! Lo que tiene de grande el hombre es el ser puente y no fin; lo
que puede amarse en el hombre es ser tránsito y hundimiento” (Nietzsche, 1994, p.121).

El arte, como puente para la emancipación del sujeto, es superior en tanto rebasa la lógica y abre
campo en la divergencia y la creatividad desde el plano sensible, no significa que el lenguaje visto
desde las disciplinas de conocimiento no pueda posibilitar en parte, lo que el arte puede hacer en
sí mismo, mientras el arte goza de cierta independencia, el lenguaje coexiste solo en relación con
otros planos, su posibilidad es temporal, mientras que las posibilidades del arte son atemporales,
así hablemos de historia en el arte, el tiempo es otra categoría para la dimensión artística y estética.
Reconocer lo anterior, es importante en tanto descoloca la mirada positivista de la escuela frente a
las áreas de conocimiento, considerando que nuestros niños y jóvenes deben preponderantemente
“saber de lenguaje, ciencias y matemáticas”, el problema no es asumir esta falacia, sino en primer
lugar no establecer puentes entre las disciplinas y el arte, sin caer en el error de instrumentalizarlo,
tal como aconteció con el juego. El juego perdió valor formativo, cuando la escuela lo volvió
utilitario para la enseñanza de saberes, desconociendo que el ser humano en verdad juega porque
allí ocurren unas condiciones de presencia, consciencia y autorregulación del sujeto.

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De este modo, la poesía, el teatro y la literatura, son la forma que adopta el arte en cuanto al
lenguaje refiere; la riqueza del drama en el teatro, las posibilidades estéticas de la literatura y el
texto poético, no pueden convocar únicamente a una experiencia placentera del sujeto, a un gusto
somero por leer, sino que como lo afirma Romero (2018) la experiencia estética en el sujeto, debe
empoderarlo y posibilitarle la generación de nuevas narrativas.

La estética del lenguaje, o más bien la actividad estética, pone de manifiesto la idea de vivenciar,
ampliar la mirada desde la vivencia propia y del otro, es decir esos sujetos con los que me relaciono
me complementan en tanto me ayudan a construir horizontes de sentido propios. La mirada del
otro es fundamental, en tanto que en sí mismo no puedo hacer contemplación plena, pero el otro
sí lo puede hacer, de ahí que existo en relación con otros, en las posibilidades de hacer sentido y
construir identidades (Bajtín, 2000).

Relacionar arte y lenguaje, debe hacerse real en la escuela y llevarlo a cabo supone finura, pues no
se trata de hacer perder identidad ni al lenguaje ni al arte, tampoco pretender la conmensurabilidad
de ambos conceptos, pero sí de hilvanar desde la práctica pedagógica, las latentes relaciones que
subyacen allí en la construcción de sentidos e identidades, entendiendo que dichas relaciones se
concatenan desde la dimensión estética y la sensibilidad creativa del sujeto.

El lenguaje y la imagen

Hasta el momento se han ahondado en aspectos relacionados con el lenguaje, la comunicación y


el arte. Preguntarse, por el lugar de la imagen en el lenguaje, ha de merecer un espacio singular en
su reinterpretación, precisamente porque de manera tácita se cree que la imagen debería haber sido
analizada en el apartado anterior del lenguaje y el arte. No es que la imagen no pueda ser contenida
en el arte, de hecho en gran parte lo es, pues la pintura, la fotografía, el video, el dibujo y el diseño
son constitutivos del arte. El panorama en cuestión, es entender que la imagen ha dado lugar a la
teoría de la imagen, y de llegar a ese punto, es porque los investigadores y eruditos al respecto,
han creado todo un campo discursivo como referente para problematizar la imagen.
Llama la atención que se afirme que el análisis de la imagen haya tenido que superar los modelos
y metodologías desde lo verbal, así como las prescripciones impuestas desde lo artístico, tomando
un rumbo bastante complejo cuando de analizar la imagen se trate (Boehm, citado por García,
2011).

Si en algún momento se habló del giro lingüístico, con la imagen aparece la idea del giro icónico,
llegando incluso a pensarse que es a partir de las imágenes que el ser humano imagina y no por el
lenguaje de la palabra, como se ha venido entendiendo. Resulta en toda una revolución asumir que
nuestras representaciones son ante todo imágenes mentales, y que la recreación de la imagen es
también dadora de sentido, que se puede hacer comprensión e intertextualidad en la imagen, que
hay una lógica en la imagen y su correspondencia con la manera en que interpretamos el mundo,

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después de todo, el universo y las cosas que nos rodean, no son más que imágenes, pero la
necesidad de verbalizarlas crea un puente con el lenguaje.
La imagen es representación por excelencia, la imagen es a la representación, como el lenguaje a
las narrativas, sin embargo, la imagen está constituida por los dos atributos, “representación-
narración”.
La imagen vista de este modo, no puede seguir pasando desapercibida por el lector y mucho menos
por el maestro, justamente porque parte de su labor es enseñar a pensar y generar sentido crítico.
En un mundo mediado por la tecnología y la virtualidad, la imagen es primordial, incluso se está
convirtiendo en sustituto del lo verbal y escrito, envía mensajes con mayor poder de lo que podría
hacer toda una retórica; de ahí que es una necesidad imperiosa enseñar a pensar desde la imagen y
a ser críticos con ella.

El lenguaje y la corporalidad

Se ha llegado al último aspecto del leguaje, tal vez al más emotivo de todos, la noción de
corporalidad aparece como la cumbre de las relaciones existentes entre el lenguaje y el ser
humano. La riqueza de esta relación, aparece cuando se empieza a entender que no sería posible
el lenguaje sin un cuerpo físico, el cuerpo es por excelencia la identificación y representación más
arraigada del ser humano, no en vano, los eruditos de la filosofía vedanta, asumen que el
sufrimiento del ser humano surge de la identificación con el cuerpo y en consecuencia con la
mente, la tarea espiritual, sería entonces liberarse de esa identificación primigenia.

Tiene bastante sentido dicha apreciación, las posturas orientales han sido deslegitimadas en la
cultura occidental, en gran parte por la colonización de los saberes. Las filosofías orientales tienen
siglos de conocimiento acumulado, en cuanto al cuerpo y al lenguaje refiere, en primer lugar
porque son la cumbre de la meditación y el yoga, ambas prácticas muy ligadas al cuerpo y la mente.
En oriente, se entiende el cuerpo y la respiración desde el plano consciente, desde la presencia y
la aquietación de los pensamientos. Estos elementos de manera verosímil, están ligados con la idea
de hacer espacio para el sujeto, de contemplarse, y de hacer significaciones con y desde el cuerpo.
El cuerpo, será el instrumento por excelencia para encarnar el lenguaje, el cuerpo comunica la
verdad, no puede ocultar las emociones, a menos que juegue al drama. En la corporalidad hay más
verdad que en la palabra hablada y escrita, precisamente porque en la palabra puede haber
máscaras, pero el cuerpo es indefenso, incapaz de mentir, tiene su propia sabiduría para
comunicarse.
En esa línea, González (2016) plantea una lectura desde el cuerpo, no porque tenga
posicionamiento desde lo oriental, sino porque entiende que en la lectura confluye lo sensible y lo
corporal, por tanto hay todo un trabajo sensoriomotriz en el acto de leer. Esto resulta en un
elemento muy valioso para la escuela, pues tradicionalmente se ha creído que la lectura y la
escritura se restringen a espacios exteriores del sujeto, desligados de su corporalidad y
emocionalidad.

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En el marco de lo expuesto anteriormente, puede afirmarse que el lenguaje no puede
conceptualizarse sino a partir de las relaciones que emergen a través de este, en ese orden, la
comunicación, el arte, la imagen, la estética y la corporalidad, son elementos constitutivos del
lenguaje que brindan elementos de reflexión para poder asumir posturas al respecto. Se reduce el
lenguaje al definirlo, por ello, a lo largo de esta reflexión se ha argumentado la imposibilidad de
una concepción única del lenguaje y que su basteza de significado solo puede atenderse desde sus
relaciones.

En relación con la anterior postura, se desligan una serie de retos y perspectivas para abordar las
prácticas de lenguaje en la escuela, así como la emergencia de nuevos roles del docente. A
continuación se hará alusión a ello de manera breve.

Retos y perspectivas docentes en el marco de una nueva concepción de lenguaje

Toda vez que un sujeto recibe conocimiento, su responsabilidad se amplía en relación con el que
lo ignora, lo anterior porque reflexionar a partir de discursos diferentes a los que tradicionalmente
la escuela ha estado convocada, no solo desde su praxis sino desde los discursos prescriptivos del
Estado para la enseñanza “estándares curriculares, derechos básicos de aprendizaje, lineamientos”
ha de generar nuevos sentidos para el maestro, y por tanto visiones críticas a sus prácticas.
Entender que el lenguaje no se restringe a la palabra hablada y escrita, al aspecto formal de la
lengua, y al desarrollo de unas competencias textuales, serán elementos pilares a la hora de
reconfigurar las prácticas. Es importante superar didácticas y pedagogías reduccionistas del
lenguaje e ir afianzando a posturas de índole comunicativo, en donde el contexto de significación,
la construcción de identidad de los sujetos, el juicio crítico y la argumentación sean elementos
claves para direccionar el hacer. Por otra parte, iniciar procesos de articulación del lenguaje con
las artes, retomando el papel de la estética, la sensibilidad creativa y la corporalidad, elementos
cada vez más en decadencia en términos de la enseñanza.

El rol del maestro, frente a estos nuevos retos y perspectivas, estará vinculado con la necesidad
formativa en investigación, entendiéndola como un proceso de formación continua, sistemática y
rigurosa, que le permite al docente comprender la naturaleza de su praxis y por tanto asumir
posturas reflexivas y críticas. (Stenhouse,1998). Lo anterior le posibilita hacerse partícipe de
verdaderas transformaciones sociales y culturales, en tanto que está formando ciudadanos más
críticos, con sentido e identidad y por tanto capaces de ejercer la democracia y la libertad. En ese
sentido, el reto de formarse en investigación pone de manifiesto comprender la apuesta por la
descolonización de currículo y las prácticas, una mirada holística de la dimensión humana, y la
construcción y uso del conocimiento con una perspectiva ética. Esto solo podrá lograrse a partir
del reconocimiento del lenguaje y sus dimensiones como puente para generar nuevas
significaciones y transformaciones en el sujeto.

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REFERENCIAS

• Bajtín, M. (2000) Yo también soy. México: Alfaguara.


• Bourdieu, P. (2003). El oficio del científico. Ciencia de la ciencia y la reflexividad.
Barcelona: Editorial Anagrama
• Celdrán, E. (1998). Lingüística: Teoría y aplicaciones. Elsevier España.

• Foucault, M. (2003). Hay que defender la sociedad (Vol. 229). Ediciones Akal.
• Gadamer G. (1991) El lenguaje como hilo conductor del giro ontológico de la
hermenéutica. En Verdad y Método 1. Ed Sígueme. Salamanca.
• García, A. (2011). Filosofía de la imagen. Ediciones Universidad Salamanca
• González, M. (2016). Leer desde el cuerpo, una semiótica fenomenológica de la lectura.
En UNED Revista Signa 25, p.gs. 631-650
• Kuhn, T. (2004) La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de cultura
económica
• Montes, G. (1999). De lo que sucedió cuando la lengua emigró de la boca. Lectura y Vida,
Revista Latinoamericana de Lectura, 20.
• Moreno, J. (2016). La lingüística cognitiva: una aproximación al abordaje del lenguaje
como fenómeno cognitivo integrado. Análisis.
• Nietzsche, F. (1994). Así hablaba Zaratustra. Colombia: Editorial panamericana
• Romero, Y. (2018), Universos ocultos: memorias del cuerpo. En Uaque el arte de con-
vivir. Bogotá: IDEP p.gs. 61-75
• Salcedo, Amanda Cortés, y Jorge Arcila Gallego. uaque: el arte de con-vivir
• Stenhouse, L. (1998). La investigación como base de la enseñanza. Ediciones Morata.

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