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PARÁSITOS EN HECES
INTRODUCCIÓN
Las parasitosis constituyen una causa importante de morbi-mortalidad en todo el mundo.
Si bien gran parte de las especies parasitarias que afectan al ser humano son endémicas
de regiones tropicales y subtropicales, otras muchas se encuentran en regiones templadas
y son causantes de enfermedad en países desarrollados. El continuo movimiento de per-
sonas, animales y mercancías entre las distintas regiones geográficas del planeta ha pro-
piciado la propagación de especies parasitarias antiguamente restringidas a determinadas
áreas, lo cual ha originado que, cada vez más frecuentemente, encontremos en nuestro
medio parasitosis propias de otras regiones. Por este motivo, tanto clínicos como analistas
deben estar preparados para reconocer y tratar las infecciones parasitarias en los pacientes
a los que dan asistencia.
Se han descrito casi 400 especies de protozoos, helmintos y artrópodos capaces de parasitar
al ser humano. Según el informe de estimación de salud global de 2012 de la OMS, la dia-
rrea causó cerca de 100 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), cons-
tituyendo la quinta causa más frecuente de AVAD en todo el mundo, principalmente en
niños de entre 1 y 5 años. Los protozoos entéricos fueron responsables de casi 350 millones
de casos de diarrea, lo que revela la importancia de este grupo como causa de enferme-
dad en los seres humanos. Asimismo, los helmintos intestinales son otra causa importante
de diarrea, llegando a ocasionar en algunos casos manifestaciones extraintestinales. En
la figura 1 se resumen las principales especies de parásitos intestinales capaces de causar
infección en el ser humano.
Parásitos en heces Susana García Mayo, María de Fátima Fouce Fernández
RIZÓPODOS
Entamoeba coli
Se considera no patógeno. Su distribución es mundial y se localiza en la luz del colon y
el ciego. Se transmite por ingestión directa de quistes. El diagnóstico se realiza por ob-
servación de trofozoítos o quistes en heces y puede resultar complicado diferenciarla de
E. histolytica. Los trofozoítos miden entre 20-25 µm. A menudo el núcleo único es visible
en preparaciones sin teñir. Los quistes son esféricos u ovalados y miden entre 15-25 µm.
Cuando están maduros presentan 8 núcleos. El cariosoma puede ser compacto o difuso,
de localización central o excéntrica y se pueden observar los cuerpos cromatoides (menos
frecuentes que en E. histolytica), irregulares y de extremos puntiformes.
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Entamoeba histolytica
Se trata de un protozoo patógeno con capacidad invasiva y de diseminación extraintes-
tinal. Se transmite por vía fecal-oral, por ingestión de alimentos o bebidas contaminadas
con los quistes. El diagnóstico se realiza por observación de trofozoítos o quistes en las
heces. Otros métodos diagnósticos empleados son la detección de antígeno en heces, el
coprocultivo en medios especiales, la serología, el examen anatomo-patológico de biopsia
intestinal y las pruebas de imagen. Para diferenciar E. histolytica de E. dispar es necesario
realizar una PCR-RT. Si no se dispone de esta técnica y ante la imposibilidad de identificar
la especie, esta debe ser tratada como E. histolytica.
Los trofozoítos presentan un núcleo con cariosoma central y poco diferenciado y un cito-
plasma homogéneo que puede contener glóbulos rojos y raramente bacterias. Presenta
dos formas: una forma minuta no patógena, de entre 12-15 µm, responsable de la dise-
minación de la enfermedad debido a su capacidad de formar quistes; y una forma magna
tisular, de hasta 30 µm, que se nutre fagocitando hematíes, responsable de la invasión de
los tejidos y de la disentería. Los quistes maduros son esféricos, de 8-20 µm, tetranuclea-
dos, con cubierta gruesa, citoplasma hialino, vacuolas de glucógeno y cuerpos cromatoides
alargados con extremos romos.
Es el agente causal de la disentería amebiana en sus tres formas: aguda, crónica y asinto-
mática. Los trofozoítos se implantan en el intestino grueso provocando una lesión necró-
tica del epitelio, con rotura de vasos sanguíneos. El cuadro típico es diarrea acompañada
de dolores cólicos, tenesmo rectal, febrícula y heces sanguinolentas. Estos trofozoítos pue-
den diseminarse también a otros órganos provocando abscesos hepáticos, cerebrales o
pulmonares.
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Endolimax nana
Su distribución es mundial. Se transmite por ingestión de quistes y se diagnostica mediante
la observación de trofozoítos o quistes en las heces. Los trofozoítos miden entre 8 -10 µm y
presentan un núcleo vesicular muy típico con cariosoma excéntrico y un citoplasma granu-
lar, grueso y muy vacuolado, rodeado de un anillo de ectoplasma claro. Los quistes miden
entre 6-8 µm, son esféricos o elípticos y poseen cuatro núcleos agrupados en un extremo.
En preparaciones teñidas, los núcleos muestran cariosomas definidos, más grandes que en
Entamoeba. En preparaciones sin teñir, los núcleos no son visibles, pero los cariosomas se
ven en preparaciones en fresco con tinción de yodo. El citoplasma puede contener glucó-
geno difuso y carece de cuerpos cromatoides. E. nana suele encontrarse en las heces con
relativa frecuencia, pero su poder patógeno es muy discutible.
CILIADOS
Balantidium coli
Su distribución geográfica es extensa, encontrándose en climas templados y cálidos. Su
transmisión es directa por ingestión de quistes y su diagnóstico se realiza mediante la
observación de trofozoítos o quistes en las heces. Los trofozoítos miden entre 50-100 µm
y presentan forma ovoide y alargada. El citoplasma posee varias vacuolas digestivas y dos
núcleos desiguales: uno grande reniforme y otro pequeño vesiculoso alojado en su con-
cavidad. Los quistes son redondeados u ovalados, miden entre 50-70 µm, son ciliados, con
doble pared, citoplasma vacuolado y dos núcleos atípicos. La balantidiasis es una enferme-
dad similar a la disentería amebiana.
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FLAGELADOS
Giardia duodenalis
Es la parasitosis intestinal más frecuente a nivel mundial, con distribución universal. El
parásito habita en el duodeno y la parte alta del yeyuno y la infección se adquiere por la
ingestión de quistes o trofozoítos en agua o alimentos contaminados o por contacto direc-
to en guarderías e instituciones cerradas (brotes epidémicos). Se diagnostica mediante la
observación en heces de trofozoítos o quistes.
Los quistes ingeridos atraviesan el estómago y llegan al duodeno, donde cada quiste da
lugar a dos trofozoítos. Los trofozoítos miden 12-15 µm y presentan cuerpo piriforme.
Poseen una depresión ventral ocupada por el “disco suctorio” que les permite adherirse
al epitelio, dos núcleos a ambos lados del eje longitudinal y cuatro cuerpos parabasales
que se continúan en dos flagelos cada uno, emergiendo un par por la extremidad caudal
y el resto por la parte media y anterior del cuerpo. Los quistes miden entre 11-14 µm y en
su forma madura presentan cuatro núcleos. Son muy infectantes y pueden permanecer
viables por largos períodos de tiempo en suelos y aguas. La giardiasis puede cursar de tres
formas: asintomática; aguda, con diarrea acuosa, distensión y dolor abdominal y pérdida
de peso; o crónica, con malabsorción, desnutrición y anemia.
La eliminación del parásito en heces es irregular, por lo que se han de recoger muestras
de heces seriadas en días alternos para aumentar la rentabilidad diagnóstica Se puede
diagnosticar también en material de aspirado duodenal o por la técnica de la “cápsula
duodenal” (Entero-test). En el caso de pacientes que presentan sintomatología persistente
y estudio de heces negativo, se recomienda la realización de un ELISA en heces para la de-
tección del antígeno de G. duodenalis.
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COCCIDIOS
Cryptosporidium
Coccidio de distribución universal. Puede producir infección en animales y humanos. El
yeyuno es la zona más afectada. La transmisión es fecal-oral, por ingestión de agua o ali-
mentos contaminados con ooquistes. Tras la ingesta, cada ooquiste libera 4 esporozoítos,
que se unen al borde en cepillo de las células epiteliales intestinales y se reproducen for-
mando ooquistes que se eliminan con las heces. Es frecuente su transmisión en guarderías.
Se diagnostica mediante la observación de ooquistes en heces. Los ooquistes son redondos
de entre 4,2-5,4 µm. En ocasiones es posible visualizar los esporozoítos en el interior de los
ooquistes.
Isospora belli
Es un coccidio relativamente raro en el ser humano. Predomina en los trópicos y climas
cálidos. Su transmisión es fecal-oral, por ingestión de agua o alimentos contaminados con
ooquistes. Estos son elípticos y miden entre 25-30 µm. Presentan autofluorescencia al mi-
croscopio de luz UV. La infección suele ser asintomática y autolimitada, pero en inmunode-
primidos puede dar lugar a diarrea, flatulencia, cefalea, fiebre moderada, cólico abdomi-
nal y, a veces, esteatorrea con avitaminosis y pérdida de peso.
HELMINTOS
NEMATODOS: comúnmente denominados gusanos redondos, presentan morfología cilín-
drica, son alargados, no segmentados, con sexos separados y un aparato digestivo com-
pleto. Las principales especies de este grupo son: Ascaris lumbricoides, Enterobius vermi-
cularis, Trichuris trichiura, Necator americanus, Ancylostoma duodenale y Strongyloides
stercoralis.
Ascaris lumbricoides
Es la helmintiasis más frecuente. Su distribución es mundial, con mayor prevalencia en re-
giones cálidas y húmedas. La transmisión es fecal-oral. El adulto se localiza en el intestino
delgado y produce huevos que se eliminan por las heces. Los huevos fecundados miden
55-75 µm por 35-50 µm, son de color pardo amarillento, con cubierta gruesa mamelonada,
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en algunos casos ausente (huevos decorticados). Los huevos no fecundados son alargados,
miden 85-95 µm por 43-47 µm y presentan una cubierta delgada que puede presentar o no
mamelones irregulares. Las larvas eclosionan en el intestino y migran atravesando la pared
intestinal hasta el sistema portal y pulmonar, siendo expulsadas con la tos y posteriormente
deglutidas, llegando así, de nuevo, al intestino. El diagnóstico se realiza por observación
de huevos en heces o larvas en esputo o vómito. La clínica digestiva consiste en dolor ab-
dominal difuso por irritación mecánica, meteorismo, vómitos y diarrea.
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Trichuris trichiura
Su distribución es mundial, pero más prevalente en regiones cálidas y húmedas. La trans-
misión se produce por la ingestión de los huevos embrionados presentes en la tierra, los
alimentos o las aguas contaminadas. Los huevos eclosionan en el intestino delgado y las
larvas maduran y se transforman en adultos en el ciego y colon ascendente. Los adultos
permanecen enclavados a la mucosa, originando lesión mecánica y traumática con infla-
mación local, y produciendo huevos no embrionados que son eliminados por las heces. Los
parásitos adultos pueden vivir hasta 10 años. Los huevos miden 50-55 µm por 22-24 µm,
tienen forma de barril, una cubierta gruesa de color pardo amarillento y “tapones” mu-
cosos claros en los extremos. La infección puede ser asintomática, cursar con dolor cólico y
deposiciones diarreicas ocasionales o incluso cuadros de disentería con deposiciones muco-
sanguinolentas (más común en pacientes inmunodeprimidos). Puede ocasionar prolapso
rectal en situaciones de gran carga parasitaria. Se diagnostica mediante la observación de
huevos en heces.
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Strongyloides stercoralis
El ciclo vital de S. stercoralis es complejo y alterna fases de vida libre y fases parasitarias.
En el ciclo de vida libre, la larva rabditiforme es expulsada con las heces y se transforma en
larva filariforme (forma infectiva) o bien en adulto de vida libre. La larva filariforme, que
se encuentra en el suelo, penetra a través de la piel del hospedador y entra en el torrente
circulatorio. Alcanza la circulación pulmonar, asciende por las vías respiratorias hasta ser
deglutida y llega al intestino delgado, donde se transforma en adulto. Cuando la hembra
deposita los huevos en la mucosa intestinal del duodeno, las larvas rabditiformes que de
ellos nacen, pueden convertirse en filariformes e iniciar la autoinfestación o bien salir con
las heces al exterior. La importancia de la autoinfestación reside en que los casos no trata-
dos pueden desarrollar infección persistente incluso décadas después de que el hospedador
haya abandonado las regiones endémicas del parásito, pudiendo contribuir al desarrollo
del síndrome de hiperinfestación en inmunodeprimidos. Este fenómeno explica que pueda
haber parasitosis persistente sin necesidad de reinfecciones externas. La clínica depende del
estado inmunitario del hospedador y del recorrido de la larva por los tejidos. En la piel ori-
gina el síndrome de “larva currens”, dermatitis pruriginosa originada por el paso cutáneo
de la larva hasta alcanzar la circulación sistémica. En cuanto a la clínica respiratoria, puede
aparecer tos, expectoración, neumonitis o síndrome de Löffler. Como síntomas digestivos
aparecen dolor epigástrico, vómitos, anorexia y periodos alternos de diarrea-estreñimiento.
El diagnóstico se realiza por observación de larvas en heces. Su visualización se complica
debido a la eliminación discontinua del parásito. Para mejorar su visualización se puede
emplear la técnica de sedimentación de Baermann, el método de cultivo en placa de agar o
la técnica de papel de filtro de Harada-Mori. El enzimoinmunoensayo presenta una sensibi-
lidad > 90%, pero existe reactividad cruzada con filarias y otros nematodos.
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Taenia saginata
Es la tenia del ganado vacuno. Los adultos son hermafroditas y pueden llegar a medir
hasta 12 metros. La cabeza o escólex presenta 4 ventosas apicales y carece de ganchos. Su
cuerpo o estróbilo está dividido en proglótides. Las proglótides grávidas poseen un útero
lleno de huevos formado por una rama central de la que parten 15-20 ramas laterales di-
cotómicas y se desprenden de forma espontánea. Presentan movilidad propia, por lo que
atraviesan el esfínter anal sin necesidad de ser eliminadas con las heces. Estas proglótides
son ingeridas por el ganado, en cuyo estómago quedan libres los huevos. Los huevos son
redondos o ligeramente ovalados, miden alrededor de 40 µm de diámetro, presentan una
coloración marrón más o menos oscura, una cápsula o membrana gruesa de estructura
estriada radialmente, una membrana hialina y un embrión u oncosfera que contiene tres
pares de ganchos (hexacanto). Los embriones atraviesan la mucosa intestinal y llegan al
hígado y al corazón, distribuyéndose por todo el organismo, fundamentalmente por el
músculo esquelético, donde se enquistan en forma de cisticercos. La teniasis se adquiere al
comer carne poco cocinada procedente de animales infectados. La carne contiene cisticer-
cos resistentes al jugo gástrico, que, una vez en el intestino, liberan la larva. Ésta se fija a la
pared intestinal y se transforma en adulto, ingiriendo por ósmosis los alimentos que llegan
al intestino del hospedador. El ser humano suele albergar un solo ejemplar (solitaria) el
cual puede sobrevivir hasta 25 años. El parasitismo es frecuente. Puede cursar sin sintoma-
tología o producir trastornos digestivos con diarrea, sensación de hambre, pérdida de peso
y, en niños, síntomas neurológicos. La infección se diagnostica mediante la observación de
los huevos o las proglótides en heces.
Taenia solium
Es la tenia del ganado porcino. El adulto puede medir hasta 8 metros y presenta un escó-
lex con rostelo armado con una doble corona de ganchos y 4 ventosas laterales. Las pro-
glótides grávidas contienen un útero con 8-13 ramas laterales, se desprenden de forma
periódica y son eliminadas con la defecación por carecer de movilidad. La morfología de
los huevos es idéntica en T. solium y T. saginata, por lo que no permite diferenciar ambas
especies. Para esto es necesaria la observación microscópica de las proglótides grávidas o
el escólex. En el caso de T solium existen dos cuadros clínicos bien diferenciados: teniasis
y cisticercosis. La teniasis se produce por ingestión accidental de cisticercos en carne de
cerdo cruda o poco cocinada. De forma similar a lo que ocurre en el caso de T. saginata,
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Diphyllobothrium latum
Se encuentra en regiones templadas donde abundan los lagos de agua fría y limpia. La
infección se adquiere por el consumo de pescado crudo o poco cocinado contaminado con
plerocercoides. Estos se transforman en adultos en el intestino y se anclan a la mucosa,
donde producen huevos que se eliminan por las heces. Los huevos miden 58-75 µm por
40-50 µm, son ovoides y operculados, con una cubierta pardo amarillenta y una protu-
berancia en el extremo opuesto al opérculo. El adulto puede vivir 25 años y medir hasta
10 metros. El diagnóstico se realiza mediante la observación de huevos en heces. La infec-
ción suele ser asintomática, aunque puede aparecer anemia megaloblástica debido a la
gran afinidad de este parásito por la vitamina B12.
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Hymenolepis nana
Su distribución es mundial. Las tenias adultas miden 2,5-5 cm de largo. El escólex es di-
minuto con cuatro ventosas y un rostelo que posee entre 20-30 ganchos. Los huevos son
esféricos a subesféricos y tienen una cubierta hialina delgada. Miden entre 30-47 µm de
diámetro. La oncosfera con seis ganchos está rodeada por una membrana que presenta
dos engrosamientos polares, a partir de los cuales surgen cuatro a ocho filamentos que se
extienden hacia el espacio entre el embrión y la cubierta externa. Los huevos se eliminan
con las heces y son ingeridos por diversos artrópodos que actúan como huéspedes interme-
diarios, donde la oncosfera da lugar al estadio larvario infectante, llamado cisticercoide.
Los seres humanos pueden infectarse por ingestión de artrópodos con cisticercoides o bien
por ingestión directa de los huevos en agua o alimentos contaminados. Los huevos, una
vez ingeridos, liberan las oncosferas, que alcanzan el duodeno, penetran en la mucosa y
se convierten en larvas cisticercoides. Éstas se transforman, a continuación, en adultos con
capacidad productora de huevos. La autoinfección ocurre cuando los huevos producidos
liberan las oncosferas dentro del intestino, las cuales atraviesan la barrera intestinal, con-
tinuando el ciclo. Los síntomas son digestivos, generalmente leves. Puede aparecer dolor
abdominal, meteorismo, diarrea o pérdida de peso. El diagnóstico se realiza mediante la
observación de huevos en heces. Estos pueden confundirse con los de H. diminuta, pero
estos últimos son mucho más grandes y carecen de filamentos polares.
TREMATODOS: también denominados duelas, son gusanos planos, presentan una vento-
sa bucal y otra ventral que emplean para adherirse al tejido, son hermafroditas excepto
Schistosoma. Las principales especies de este grupo son: Fasciola hepática, Schistosoma
mansoni, Schistosoma mekongi y Schistosoma japonicum.
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Fasciola hepática
Se encuentra en todos los continentes. La infección se adquiere por el consumo de vege-
tales contaminados con metacercarias (p.ej. berros crudos). Las metacercarias ingeridas
se desenquistan en el intestino y migran a través de la pared intestinal hasta alcanzar los
conductos biliares donde se transforman en adultos y comienzan a producir huevos no em-
brionados, que se eliminan por las heces. El diagnóstico se realiza mediante la observación
de huevos en heces. Estos son elípticos y operculados y miden 130-150 µm por 60-90 µm.
Los test serológicos también pueden ser útiles para realizar un diagnóstico precoz, ya que
los huevos no aparecen en heces hasta 3-4 meses post-infección. También son útiles en
casos de infección ectópica y en la pseudofascioliasis por consumo de hígado contaminado
con huevos, donde la observación de huevos en heces no es indicativa de infección, ya que
estos no son infectivos para los seres humanos. La infección crónica puede ser asintomática
o provocar dolor abdominal intermitente, colelitiasis, colangitis, ictericia o pancreatitis.
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MÉTODOS DIAGNÓSTICOS
Clásicamente, los métodos de identificación de parásitos en muestras biológicas se han
basado en la observación de las características morfológicas de las diferentes especies para-
sitaras. Actualmente, existen numerosos métodos de laboratorio disponibles para el diag-
nóstico de infecciones parasitarias, pero la microscopía continua siendo el “gold standard”
para la identificación de la mayoría de los parásitos, aunque otras técnicas como la detec-
ción de ácidos nucleicos, los test serológicos o los métodos basados en el cultivo también
pueden ser útiles en ciertos casos.
Asimismo, el tiempo de demora hasta el análisis es de vital importancia para evitar la de-
gradación de las formas parasitarias. Las heces de consistencia blanda y las heces líquidas
deben ser procesadas en los primeros 30 min para evitar la degradación de los trofozoitos,
mientras que las heces formes deben ser procesadas en los primeros 60 min. Si las muestras
no pueden ser procesadas antes de este tiempo, deben ser trasvasadas a un recipiente con
conservante. El conservante convencional en dos viales consiste en un vial de formalina
tamponada al 5% o al 10% y un vial de alcohol polivinílico (PVA). Recientemente se ha ido
popularizando el empleo de diferentes fijadores libres de formalina y mercurio debido a
su menor toxicidad y su facilidad de utilización. Algunos de estos son el SAF, que carece de
mercurio y PVA pero contiene formalina, el ECOFIX, que carece de formalina y mercurio
pero presenta PVA, o el TOTAL-FIX, que no contiene ni formalina, ni mercurio ni PVA.
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Métodos inmunológicos
La mayoría de los métodos comerciales de detección de antígenos están diseñados para
la detección de protozoos entéricos como E. histolytica, G. duodenalis o Cryptosporidium.
Los más empleados son el enzimoinmunoanálisis (EIA) y el ensayo inmunocromatográfi-
co de flujo lateral (LFICA, Lateral-Flow Immunochromatographic Assay). Los EIA ofrecen
una buena sensibilidad y especificidad, pero requieren de unas 2-3 h para completarse.
Los LFICA son pruebas rápidas que se emplean generalmente a la cabecera del paciente y
permiten obtener resultados en 15-20 min, sin embargo su sensibilidad y especificidad son
menores que las de los EIA.
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RECUERDA
1. El diagnóstico de infección por Entamoeba coli, Entamoeba histolytica, Endolimax
nana, Balantidium coli y Giardia duodenalis se realiza por observación de trofozoítos o
quistes en heces. Para diferenciar Entamoeba coli de Entamoeba histolytica es preciso
realizar una PCR.
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9. Los métodos de diagnóstico molecular ofrecen una sensibilidad y especificidad muy ele-
vadas (90-100%) en comparación con la microscopía o los métodos inmunológicos. La
mayoría de estos están basados en la amplificación del ADN del parásito mediante PCR.
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BIBLIOGRAFÍA
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