Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Entonces, para nosotros, un grupo armado irregular y sus integrantes, por el solo hecho
de que sus conductas hayan sido contempladas por un determinado sistema jurídico, los
convierte en sujetos de éste, así como sucede con el derecho internacional humanitario
(DIH) cuando establece, ya sea de forma explícita o implícita, quiénes son sus destinatarios
o los titulares de derechos y obligaciones dentro de dicho régimen.
Un ejemplo el artículo 3 común de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949: “En caso de
conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de una de
las Altas Partes Contratantes cada una de las Partes en conflicto tendrá la obligación de
aplicar” (las cursivas son del autor). O el mismo Protocolo II de 1977, al definir el ámbito
de aplicación personal (art. 2):
1. El presente Protocolo se aplicará sin ninguna distinción de carácter desfavorable (…) a todas las
personas afectadas por un conflicto armado en el sentido del artículo 1 [“en el territorio de una
Alta Parte contratante entre sus fuerzas armadas y fuerzas armadas disidentes o grupos armados
organizados”].
2. Al fin del conflicto armado, todas las personas que hayan sido objeto de una privación o de una
restricción de libertad por motivos relacionados con aquél, así como las que fuesen objeto de tales
medidas después del conflicto por los mismos motivos, gozarán de la protección prevista. (Las
cursivas son del autor)
Se infiere entonces que tanto el grupo o movimiento armado como los combatientes,
individualmente considerados, y aun irregulares o ilegales, se encuentran vinculados o
beneficiados por la norma, según sea el caso y en la medida en que su condición y sus
actos son regulados por ella. No obstante, cabe resaltar que de acuerdo con la teoría pura,
la persona es, y no simplemente posee, un estatuto jurídico, es decir, un conjunto de
derechos y deberes, incluso cuando se refiere a la persona de naturaleza colectiva, pues
para Kelsen el derecho sólo regula conductas humanas; otra cosa es que lo haga de
manera directa o indirecta, como sucede con el DI, a través del Estado o las
organizaciones internacionales.
Teoría de la responsabilidad
Los profesores Constantin Th. Eustasiades y Wilhem Wengler son los principales
expositores de esta teoría, la que a nuestro juicio resulta de mayor actualidad, con la
tendencia de judicialización internacional de los autores de crímenes de guerra y lesa
humanidad. Así, de acuerdo con el primero, para ser considerado sujeto de derecho
internacional, es esencial ser titular de un derecho o también ser titular de una obligación
jurídica estas dos situaciones tienen en común el elemento de responsabilidad
internacional:
la primera, en función de la capacidad del sujeto para invocar y hacer valer un derecho en
el plano internacional mientras que la segunda situación consiste en la capacidad para
asumir dicha responsabilidad para determinar la capacidad de cometer un delito se debe
establecer quién puede ser responsable, esto es, quién sufre las consecuencias del ilícito o
asume las consecuencias del incumplimiento del deber jurídico.
En tal sentido, es claro que si un grupo armado (sea estatal o ilegal) o un individuo tienen
la capacidad de cometer un crimen y responder por él ante una jurisdicción internacional
es necesario admitir que dicha persona o entidad es sujeto del DI.6 En otras palabras, la
capacidad delictiva en el plano internacional convierte a sus autores en sujetos de un
ordenamiento especial, a saber, el derecho penal internacional, ya que regula no
solamente derechos y obligaciones, sino también los aspectos relativos a la represión.
Wengler desarrolla más ampliamente esta teoría, al diferenciar de manera clara entre
delito o acto antijurídico, y la responsabilidad en sí. El primero es el antecedente de la
sanción, mientras que la responsabilidad consiste en ser su destinatario. Es decir,
independientemente de la autoría del delito, otro puede ser quien finalmente sufra las
consecuencias; o sea, el autor del acto antijurídico y el destinatario de la sanción no
guardan necesariamente la misma identidad en la teoría de la responsabilidad ser
responsable internacionalmente implica ser sujeto de DI, y no lo contrario, como lo
sostuvo la teoría pura del derecho, esto es, por el hecho de que la conducta sea regulada
directamente por el orden jurídico correspondiente. Ahora bien, frente a estas teorías, la
jurisprudencia internacional ha desarrollado su propia concepción que merece ser traída a
colación.
El aporte de la jurisprudencia internacional -
primera mitad del siglo XX
trata básicamente de lo que la jurisdicción internacional realizó en el siglo pasado, Bien
importante para nuestra reflexión son las opiniones consultivas No. 15 (Tribunales de
Dantzig, 1928) de la Corte Permanente de Justicia Internacional (CPIJ) y de su sucesora, la
Corte Internacional de Justicia (CIJ), a propósito de las reparaciones al servicio de las
Naciones Unidas, en 1949.
Así, según el dictamen de la CPJI, el acuerdo entre las dos entidades antes mencionadas sí
podía crear directamente derechos en cabeza de los empleados de la ciudad de Dantzig,
que trabajaban para los ferrocarriles de Polonia, que efectivamente podían hacer valer
ante los tribunales de dicha ciudad.
De esta manera, se abre paso a la pérdida del monopolio de la personalidad internacional
de los Estados y las organizaciones internacionales, y aunque su capacidad para actuar
internacionalmente depende todavía en una buena medida del Estado del que son
nacionales o de la organización internacional de la cual son funcionarios, las personas
físicas aparecen en adelante como otro sujeto de derecho internacional; En efecto, en la
Opinión Consultiva sobre Reparación de los daños sufridos al servicio de las Naciones
Unidas, al afirmar que las Naciones Unidas son un sujeto de derecho internacional, la CIJ
precisó con extraordinaria claridad que sujeto “significa (...) que tiene una capacidad de
ser titular de derechos y deberes internacionales y que tiene la capacidad de prevalerse de
sus derechos por vía de reclamación internacional”. Son entonces, al menos, dos los
elementos que definen la subjetividad internacional según el alto tribunal la capacidad
para ser titular de derechos y obligaciones, es decir, la aptitud para hacer valer o ejercer
ciertos derechos, o sea, la capacidad para asumir los deberes y obligaciones que les
corresponden a los sujetos que revindican una personalidad internacional.
la capacidad para prevalerse de manera directa de los derechos por vía de reclamación
internacional; en otras palabras, la capacidad de instaurar demandas ante una jurisdicción
internacional y de actuar dentro de un proceso de dicha índole. Estos criterios son
cumulativos, y no alternativos; es decir, para ser sujeto de derecho internacional se
requiere capacidad para ser titular de derechos y obligaciones, y la posibilidad de hacer
valer los primeros en dicho orden la Corte en esa ocasión: “Los sujetos de derecho, en un
sistema jurídico, no son necesariamente idénticos en cuanto a la naturaleza o a la
extensión de sus derechos
[La Corte] estima que los contras siguen siendo responsables de sus actos y que los
Estados Unidos no tienen por qué responder por los actos de éstos sino por su conducta en
relación con Nicaragua, tiene que establecer si de hecho cometieron violaciones de
derecho humanitario que les son atribuidas.
El segundo fallo a llamar nuestra atención, a partir del cual se abre paso a la consolidación
de la responsabilidad penal internacional de los individuos, es el pronunciado por el
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) a propósito del asunto Tadic.
A nuestro juicio, es la jurisprudencia fundadora del derecho penal internacional
contemporáneo. Esto, en razón del aporte trascendental del TPIY sobre la competencia
para conocer crímenes internacionales cometidos con ocasión de un conflicto armado
interno también por su aporte en el plano de la responsabilidad penal individual por
infracciones graves al derecho humanitario, crímenes de lesa humanidad y violaciones de
las leyes o usos de la guerra terrestre, lo que nos interesa del fallo y la apelación en este
caso es el ejercicio de imputación que realiza el TPIY en relación con las infracciones sobre
personas protegidas por el DIH, en la medida en que era necesario determinar si los actos
adoptados por una de las partes en el conflicto armado podían vincular efectivamente su
responsabilidad internacional, la capacidad delictiva internacional de las milicias serbias
(que combatían en el conflicto interno de Bosnia-Herzegovina) a las que pertenecía el
acusado, no podría imputársele las infracciones graves a los Convenios de Ginebra
previstos para los conflictos armados internacionales.
Formas de reconocimiento
Por estos motivos los terceros Estados y las OI tienden hacia la prudencia antes de
pronunciarse de manera expresa, formal o hasta solemne, respecto de la nueva situación,
por lo que a veces prefieren proceder a un reconocimiento implícito o tácito. Primera
forma, por medio de una declaración presidencial, el canje de notas diplomáticas, la
adopción de una ley por el correspondiente órgano legislativo, la manera como se puede
inferir la posición del Estado de ciertos comportamientos oficiales, por ejemplo, el
establecimiento de relaciones bilaterales entre la entidad que aspira al reconocimiento y
aquella (Estado u OI) que tiene la capacidad de producir efectos jurídicos con éste.
A través del establecimiento de delegaciones diplomáticas o la admisión de la nueva
entidad, con voz y voto, en el seno de una OI, o la suscripción de instrumentos
convencionales.
Con estas breves precisiones conceptuales, podemos entrar a estudiar lo que ha sido el
tercer tipo de reconocimiento y que se relaciona directamente con las situaciones de
conflicto armado interno.
Reconocimiento de beligerancia
el reconocimiento de beligerancia permite atribuirle a la oposición armada la personalidad
internacional que podría tener un gobierno de facto y asimilar el poder que ejerce sobre
una porción o todo el territorio al de una potencia ocupante.
El reconocimiento de la oposición armada por el gobierno establecido se fundó, por una
parte, en el hecho de que el conflicto hubiera desbordado la eficacia de las leyes internas,
haciendo necesaria la aplicación de una normativa especial para conducir las acciones
armadas. Y, por otra parte, como explicación a la pretensión del gobierno de asegurar su
irresponsabilidad respecto de situaciones que escapan de su control territorial.
El ejemplo más citado es el del conflicto secesionista estadounidense, cuando el estado de
guerra fue jurídicamente reconocido por la Corte Suprema de Estados Unidos en
diciembre de 1862, después de que el Ejecutivo, con ocasión de la declaración del blocus,
hubiera reconocido implícitamente la beligerancia, y en el mismo sentido, el Congreso de
la Confederación, Así, el ejercicio de la guerra, el bloqueo de un puerto en poder de los
insurgentes, la aceptación de una mediación o la celebración de un armisticio pueden ser
apreciados como formas de reconocimiento implícito.
Sin embargo, conviene insistir en que las consecuencias jurídicas en las relaciones entre el
Estado presa del conflicto y la facción insurgente no depende del tercero, ya que el
reconocimiento efectuado por éste sólo lo vincula o le es oponible a él mismo.
… [l]as leyes, los derechos y los deberes de la guerra no se refieren solamente al ejército
sino también a las milicias y a los Cuerpos de voluntarios que reúnan las condiciones
siguientes:
Reconocimiento de insurrección
Para evitar las acusaciones de ingerencia, los Estados optaron por reconocer más bien la
insurrección que el estado de guerra. Así lo podemos constatar en las insurrecciones
cubanas y diversas revoluciones latinoamericanas, desde 1869, como término intermedio
entre el reconocimiento de beligerancia y una ausencia total de reconocimiento.
En fin, resulta curioso de todas maneras que el Segundo Protocolo de 1977 Adicional a los
Convenios de Ginebra haya retomado los índices del reconocimiento de beligerancia para
definir su ámbito de aplicación material a los conflictos armados que: entre sus fuerzas
armadas y fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados, bajo la dirección de
un mando responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un control operaciones
militares sostenidas y concertadas.
el Protocolo II tiene un ámbito más reducido que el Art. 3 común, en la medida en que
limita su aplicación a los conflictos entre fuerzas estatales y oposición armada y excluye
los motivos, actos esporádicos y aislados de violencia, que no son conflictos armados.
este tipo de disposiciones sólo busca evitar, el recelo del los Estados respecto de incurrir
en un eventual reconocimiento de beligerancia, ya que con o sin éste, el DIH admite la
titularidad de derechos y obligaciones de las personas que participan directamente en las
hostilidades, la aprehensión por el DI corresponde a circunstancias objetivas, así como la
atribución de determinadas consecuencias que le hacen sujeto de este ordenamiento.
Demostrado a nuestro juicio el anacronismo de la situación de beligerancia, es Importante
señalar la vigencia del DIH.
el artículo primero común de los cuatro Convenios de 1949 dispone las Altas Partes
Contratantes se comprometen a respetar y a hacer respetar el presente Convenio en
todas las circunstancias”. Esta doble obligación tiene varias aristas, que comprenden
aspectos como el de incorporar los instrumentos internacionales en el ordenamiento
interno, adoptando la legislación y las normas complementarias necesarias para la
implementación del correspondiente instrumento.
1. (…) todas las fuerzas, grupos y unidades armados y organizados, colocados bajo un mando
responsable de la conducta de sus subordinados ante esa Parte, aun cuando ésta esté
representada por un gobierno o por una autoridad no reconocidos por una Parte adversa. Tales
fuerzas armadas deberán estar sometidas a un régimen de disciplina interna que haga cumplir,
inter alia, las normas de derecho internacional aplicables en los conflictos armados.
2. Los miembros de las fuerzas armadas de una Parte en conflicto (salvo aquellos que formen parte
del personal sanitario y religioso a que se refiere el artículo 33 del III Convenio) son combatientes,
es decir, tienen derecho a participar directamente en las hostilidades.
A manera de conclusión
Definitivamente la figura del reconocimiento es una institución del DI que no ha perdido
su vigencia, Lo que importa es analizar la manera como se vienen dando otras formas de
reconocimiento, normativo, antes que nada, en la medida en que el ordenamiento
internacional integra sujetos con una determinada capacidad jurídica, tanto en el plano de
los derechos como de las obligaciones, a las consecuencias del ilícito, es decir, la
responsabilidad
internacional, la que nos permite ir más allá de la simple retórica, para identificar
claramente quién es sujeto de un determinado ordenamiento.
éste nació como expresión moderna del antiguo iuris gentium, con una vocación universal,
atendiendo las necesidades de la guerra y de las comunicaciones (derecho del mar), La
situación privilegiada del Estado en DI no ha cambiado ni podemos esperar que cambié
mucho; es más, Aquello sobre lo cual no nos cabe duda es que el DI requiere un
fortalecimiento de sus instituciones para que sus nobles ideales no se conviertan en
quimera, y se logre eliminar así su dependencia del factor potencia, determinante hasta el
presente en las relaciones internacionales.