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Pero respecto de nuestro entendimiento lo llamamos un compuesto de esas tres
naturalezas, porque las hemos concebido cada una por separado.
Nociones de cosas simples: aquellas cuyo conocimiento es tan claro y distinto que no
admiten ser descompuestas o divisibles por la mente en otras varias (ideas) que sean
conocidas más distintamente, sino que son evidentes y conocidas suficientemente;
tales son la figura, la extensión, el movimiento, el pensamiento, etc. Pero todas las
demás las concebimos compuestas, en cierto modo, por éstas. Son átomos de
evidencia.
Se ha de tomar de un modo tan general que no se dejen afuera incluso aquellas que a veces
abstraemos de las mismas cosas simples; por ejemplo, la noción de figura si decimos que es
el límite de la substancia extensa, entendiendo por límite algo más general que por figura.
Pero ambas son igualmente simples.
- De las cosas que en relación a nuestro entendimiento son llamadas simples, éstas se
dividen en:
puramente materiales: son las que no se conocen sino como existentes en las cosas
corpóreas: tales son la figura, la extensión, el movimiento, etc.
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simples entre sí y en cuya evidencia se apoya cuanto concluimos razonando. Por
ejemplo: las cosas iguales a una tercera son iguales entre sí, entre otras.
Entre las naturalezas simples se encuentran también sus privaciones y negaciones, en cuanto
son entendidas por nosotros: porque el conocimiento por el cual intuyo qué es la nada, o el
instante, o el reposo, no es menos verdadero y distinto que aquél por el que entiendo qué es
la existencia, o la duración o el movimiento.
Este modo de concebir nos permite afirmar que todas las cosas que conocemos o
podemos conocer están necesariamente compuestas (respecto de nuestro
entendimiento) de estas naturalezas simples. El conocimiento debe, por tanto, ir de
lo más simple a lo más compuesto, y partir siempre de nociones simples claras y
distintas.
Aquellas naturalezas simples son conocidas por sí mismas, son evidentes y no contienen
falsedad alguna. Se distingue entre la facultad del entendimiento puro que intuye y conoce
las cosas, de aquella otra que juzga afirmando o negando (facultad de juzgar >>
conocimiento predicativo o judicativo). Es, además, engañarse si juzgamos que no
conocemos totalmente alguna de estas naturalezas simples; pues si llegamos a conocer
incluso lo mínimo de ellas, las conocemos entera y suficientemente.
necesaria: una está de tal modo implicada en el concepto de otra debido a una razón
confusa, que no podemos concebir distintamente ni una ni la otra si las
consideramos separadas entre sí. De este modo, la noción de figura está unida a la
de extensión, el movimiento a la duración o al tiempo, etc. La noción de figura nos
remite inmediatamente a la de extensión, y al concebir la extensión derivamos la
figura como propiedad geométrica de toda cosa corporal. No es posible concebir la
figura privada de toda extensión, ni el movimiento de toda duración. Lo mismo se da
con las operaciones aritméticas.
contingente: la unión de aquellas nociones que no están unidas por ninguna relación
inseparable, es decir, que no están lógicamente implicadas una en otra; por ejemplo,
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como cuando decimos que “un cuerpo es animado”, que “una persona está vestida”,
etc.
Jamás podemos entender nada fuera de esas naturalezas simples y de cierta mezcla
o composición de ellas entre sí.
Con frecuencia es más fácil además considerar a la vez varias unidas entre sí, que
separar una sola de las otras.
En sexto lugar, decimos que aquellas naturalezas que llamamos compuestas nos son
conocidas:
- o porque las experimentamos,
- o porque nosotros mismos las componemos.
Experimentamos todo lo que percibimos por los sentidos, todo lo que oímos de otros, y, en
general, todo lo que llega a nuestro entendimiento, ya sea de afuera, ya sea a partir de la
contemplación reflexiva de sí mismo (encuentro en mí ciertas ideas de cosas compuestas).
El entendimiento no puede ser nunca engañado por ninguna experiencia si atiende precisa y
distintamente al objeto que se le presenta, en tanto que la tiene o en sí mismo o en la
imaginación.
- La imaginación no ofrece fielmente los objetos de los sentidos (pues los deforma o bien
compone distintos objetos),
- Los sentidos no revisten las verdaderas figuras de las cosas, es decir, no nos transmiten las
figuras reales y propiedades geométricas de las cosas. La figura se toca y se ve, pero no las
percibimos tal cual ellas son.
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Pues componemos nosotros mismos las cosas que entendemos siempre que creemos que en
ellas se encuentra algo que nuestro entendimiento nunca percibió inmediatamente.
Esta composición puede hacerse además de tres modos: por impulso, por conjetura o por
deducción.
Todo nuestro conocimiento cierto de la verdad es posible gracias a dos acciones: la intuición
evidente y la deducción necesaria.
“Resulta, en segundo lugar, que no hay que emplear ningún esfuerzo en conocer estas
naturalezas simples, puesto que son suficientemente conocidas por sí mismas, sino tan sólo
en separarlas unas de otras y en intuirlas con la agudeza de la mirada de la mente cada una
por separado”.
- Ningún conocimiento de las cosas debe considerarse más oscuro que otro, puesto que
todos son de la misma naturaleza y consisten en la sola composición de cosas conocidas por
sí mismas.
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“Decimos, en octavo lugar, que sólo pueden deducirse o las cosas de las palabras, o la causa
del efecto, o el efecto de la causa, o lo semejante de lo semejante, o las partes o el todo
mismo de las partes”.
- cuestiones, que pueden ser perfectas e imperfectas. Las perfectas son abstractas en su
mayor parte y comprenden la aritmética y la geometría especulativa. Las imperfectas son
aquellas cuestiones de orden empírico que no pueden resolverse por el mero entendimiento
puro.