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El entendimiento >>> es una sola, única y misma fuerza, que:

- si se aplica con la imaginación al sentido común, PERCIBE

- si se aplica a la phantasía en la que se conservan las diversas figuras, RECUERDA

- si se aplica a la imaginación para formar nuevas figuras (representaciones sensibles),


IMAGINA.

 Si el entendimiento se ocupa de cosas que no tienen nada de corpóreo ni de


semejanza con lo corpóreo, no puede ser ayudado por las otras facultades
(sensación, imaginación o phantasía y memoria, la cual no es distinta de la
imaginación), sino que, por el contrario, debe prescindir de los sentidos para no
dejarse influir por lo sensible y despojar a la imaginación de toda impresión distinta.

 Pero si el entendimiento se propone >>>>> examinar algo referido al cuerpo, debe


aplicarse a la imaginación para formar distintamente esa idea de un cuerpo o figura.

 Proposición: cada cosa debe ser considerada en relación a nuestro conocimiento de


modo diferente del que hablamos de ella en cuanto entidad que existe
efectivamente. Esto significa >>>>>> el orden del conocimiento de las ideas (para
nuestro entendimiento) no se corresponde con un orden natural de las cosas o es
distinto del orden ontológico.
Ejemplo: si consideramos un cuerpo con extensión y figura en cuanto a su realidad,
diremos que es uno y simple, pues en este sentido no podría decirse que está
compuesto por la naturaleza corporal, la extensión y la figura ya que éstas nunca se
dan separadas unas de otras, y en el cuerpo las reconocemos como una misma
realidad.

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Pero respecto de nuestro entendimiento lo llamamos un compuesto de esas tres
naturalezas, porque las hemos concebido cada una por separado.

Nociones de cosas simples: aquellas cuyo conocimiento es tan claro y distinto que no
admiten ser descompuestas o divisibles por la mente en otras varias (ideas) que sean
conocidas más distintamente, sino que son evidentes y conocidas suficientemente;
tales son la figura, la extensión, el movimiento, el pensamiento, etc. Pero todas las
demás las concebimos compuestas, en cierto modo, por éstas. Son átomos de
evidencia.

Se ha de tomar de un modo tan general que no se dejen afuera incluso aquellas que a veces
abstraemos de las mismas cosas simples; por ejemplo, la noción de figura si decimos que es
el límite de la substancia extensa, entendiendo por límite algo más general que por figura.
Pero ambas son igualmente simples.

- De las cosas que en relación a nuestro entendimiento son llamadas simples, éstas se
dividen en:

 puramente intelectuales: el entendimiento las conoces mediante cierta luz


connatural y sin la mediación de ninguna imagen corpórea (diferencia crucial con el
concepto de intelección en Aristóteles); esto es, son objeto de una aprehensión
intelectual inmediata, de una intuición que no se sirve de imagen sensible alguna.
Tales cosas son qué es el conocimiento y el pensamiento, qué la duda, qué la
ignorancia, qué la volición. Ninguna idea corpórea nos puede representar esas cosas.

 puramente materiales: son las que no se conocen sino como existentes en las cosas
corpóreas: tales son la figura, la extensión, el movimiento, etc.

 comunes: se atribuyen a o las podemos reconocer indistintamente como propias


tanto de las cosas corporales como de las intelectuales, como son la existencia, la
unidad, la duración y otras semejantes. A esta clase pertenecen también aquellas
nociones comunes que son una especie de vínculos que nos permiten unir nociones

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simples entre sí y en cuya evidencia se apoya cuanto concluimos razonando. Por
ejemplo: las cosas iguales a una tercera son iguales entre sí, entre otras.

Entre las naturalezas simples se encuentran también sus privaciones y negaciones, en cuanto
son entendidas por nosotros: porque el conocimiento por el cual intuyo qué es la nada, o el
instante, o el reposo, no es menos verdadero y distinto que aquél por el que entiendo qué es
la existencia, o la duración o el movimiento.
 Este modo de concebir nos permite afirmar que todas las cosas que conocemos o
podemos conocer están necesariamente compuestas (respecto de nuestro
entendimiento) de estas naturalezas simples. El conocimiento debe, por tanto, ir de
lo más simple a lo más compuesto, y partir siempre de nociones simples claras y
distintas.

Aquellas naturalezas simples son conocidas por sí mismas, son evidentes y no contienen
falsedad alguna. Se distingue entre la facultad del entendimiento puro que intuye y conoce
las cosas, de aquella otra que juzga afirmando o negando (facultad de juzgar >>
conocimiento predicativo o judicativo). Es, además, engañarse si juzgamos que no
conocemos totalmente alguna de estas naturalezas simples; pues si llegamos a conocer
incluso lo mínimo de ellas, las conocemos entera y suficientemente.

La conjugación de estas naturales simples en el entendimiento puede ser de dos clases:

 necesaria: una está de tal modo implicada en el concepto de otra debido a una razón
confusa, que no podemos concebir distintamente ni una ni la otra si las
consideramos separadas entre sí. De este modo, la noción de figura está unida a la
de extensión, el movimiento a la duración o al tiempo, etc. La noción de figura nos
remite inmediatamente a la de extensión, y al concebir la extensión derivamos la
figura como propiedad geométrica de toda cosa corporal. No es posible concebir la
figura privada de toda extensión, ni el movimiento de toda duración. Lo mismo se da
con las operaciones aritméticas.

 contingente: la unión de aquellas nociones que no están unidas por ninguna relación
inseparable, es decir, que no están lógicamente implicadas una en otra; por ejemplo,

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como cuando decimos que “un cuerpo es animado”, que “una persona está vestida”,
etc.

 Jamás podemos entender nada fuera de esas naturalezas simples y de cierta mezcla
o composición de ellas entre sí.
Con frecuencia es más fácil además considerar a la vez varias unidas entre sí, que
separar una sola de las otras.

En sexto lugar, decimos que aquellas naturalezas que llamamos compuestas nos son
conocidas:
- o porque las experimentamos,
- o porque nosotros mismos las componemos.
Experimentamos todo lo que percibimos por los sentidos, todo lo que oímos de otros, y, en
general, todo lo que llega a nuestro entendimiento, ya sea de afuera, ya sea a partir de la
contemplación reflexiva de sí mismo (encuentro en mí ciertas ideas de cosas compuestas).
El entendimiento no puede ser nunca engañado por ninguna experiencia si atiende precisa y
distintamente al objeto que se le presenta, en tanto que la tiene o en sí mismo o en la
imaginación.

- La imaginación no ofrece fielmente los objetos de los sentidos (pues los deforma o bien
compone distintos objetos),

- Los sentidos no revisten las verdaderas figuras de las cosas, es decir, no nos transmiten las
figuras reales y propiedades geométricas de las cosas. La figura se toca y se ve, pero no las
percibimos tal cual ellas son.

- Las cosas exteriores no son siempre tales como aparecen.


Nada de lo que proviene de la experiencia sensible pasa íntegro y sin mutación de las cosas
exteriores a los sentidos y de éstos a la imaginación.

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Pues componemos nosotros mismos las cosas que entendemos siempre que creemos que en
ellas se encuentra algo que nuestro entendimiento nunca percibió inmediatamente.

Esta composición puede hacerse además de tres modos: por impulso, por conjetura o por
deducción.

Todo nuestro conocimiento cierto de la verdad es posible gracias a dos acciones: la intuición
evidente y la deducción necesaria.

La deducción consiste en un encadenamiento sucesivo de proposiciones verdaderas y


evidentes, de verdades intuidas distintamente de las cuales se infiere con evidencia una
conclusión necesaria, igual de verdadera que las proposiciones simples pero no cognoscible
por sí misma. Podemos evitar siempre el error si no unimos nunca entre sí ningunas cosas, a
no ser que intuyamos que la unión de una con otra es absolutamente necesaria. Por
ejemplo, del hecho de que la figura tenga una unión necesaria con la extensión, deducimos
que nada que sea extenso puede tener una figura.

“Resulta, en segundo lugar, que no hay que emplear ningún esfuerzo en conocer estas
naturalezas simples, puesto que son suficientemente conocidas por sí mismas, sino tan sólo
en separarlas unas de otras y en intuirlas con la agudeza de la mirada de la mente cada una
por separado”.

- Todo el conocimiento humano consiste en que entendamos distintamente cómo esas


naturalezas simples se componen para formar otras ideas compuestas. De tal modo que
tenemos que separar a cada una de las demás y deben ser intuidas cada una atentamente
según la luz del espíritu.

- Ningún conocimiento de las cosas debe considerarse más oscuro que otro, puesto que
todos son de la misma naturaleza y consisten en la sola composición de cosas conocidas por
sí mismas.

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“Decimos, en octavo lugar, que sólo pueden deducirse o las cosas de las palabras, o la causa
del efecto, o el efecto de la causa, o lo semejante de lo semejante, o las partes o el todo
mismo de las partes”.

Todo lo que puede conocerse se divide en:

- proposiciones simples (cognoscibles clara y distintamente por un acto de intuición


intelectual), y

- cuestiones, que pueden ser perfectas e imperfectas. Las perfectas son abstractas en su
mayor parte y comprenden la aritmética y la geometría especulativa. Las imperfectas son
aquellas cuestiones de orden empírico que no pueden resolverse por el mero entendimiento
puro.

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