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El ateísmo del mundo ético para Hegel es la postura que considera que lo universalmente

reconocido y válido, en otros términos, LA VERDAD DE LA REALIDAD ÉTICA Y LA RACIONALIDAD


DEL ESTADO, SUPONE LA DIFICULTAD DE QUE SE TIENE QUE BUSCAR Y ENCONTRAR EN EL
ÁMBITO DE LA OPINIÓN, entre las opiniones infinitamente divergentes, es decir, en el ámbito
de lo pasajero y contingente. Hegel dice que “el árbol les impide ver el bosque”. En esta
postura, a primera vista, se puede advertir una correcta preocupación formal por la cosa
misma, pero el filósofo alemán dice que NO HAY ALLÍ TAL DIFICULTAD REAL, SINO QUE LA
DIFICULTAD LA GENERAN QUIENES SOSTIENEN ESTO, dado que, dice Hegel, en realidad
revelan con esa pretensión teórica que NO TIENEN UN VERDADERO INTERÉS POR CONOCER Y
EXPONER lo universalmente reconocido y válido, la sustancia del derecho y de lo ético, puesto
que NO se ocupan de ADECUARSE RACIONALMENTE A LOS MANDAMIENTOS DE LA ETICIDAD
Y DEL ESTADO y abrazar lo racional que hay en ellos, sino que buscan su objeto en la
particularidad de la opinión y en la contingencia subjetiva. Pero esta postura CHOCA
PRÁCTICAMENTE CON OTRA DIFICULTAD que es la de que EL HOMBRE ES UN ESPÍRITU LIBRE
que piensa y busca la libertad y el fundamento de la eticidad EN EL PENSAMIENTO, lo que
para Hegel implica necesariamente que, en filosofía, el SABER ESPECULATIVO parte de
concebir el concepto necesario por sí para exponer demostrativamente todos sus momentos
esenciales hasta conocer en el resultado lo universal en su integridad realizada, pero a esta
actitud NO LE INTERESA ELEVARSE A LO UNIVERSAL Y NO PROCEDE POR EL SABER
ESPECULATIVO sino que considera al pensamiento como ‘PENSAMIENTO LIBRE’ en tanto SE
ALEJA de lo universalmente reconocido y válido y se da a sí mismo conforme a su gusto un
objeto particular. Esta postura cree, por ende, que el hombre puede encontrar su libertad en
la subjetividad contingente y no en la realidad presente del universo ético que es el Estado.

Para Hegel esta representación que considera la libertad del pensamiento a partir de su
alejamiento e incluso HOSTILIDAD a lo universal y públicamente reconocido en el mundo ético,
se expresa sobre todo en relación con el Estado. Este tipo de representación, según Hegel –
autodenominada filosofía pero que expresa una visión errónea y arbitraria de lo que es la
filosofía–, considera, POR UN LADO, que lo verdadero mismo no puede ser reconocido como
tal, sino que esto emerge a partir de lo que cada uno deja surgir de su corazón, de su
sentimiento y entusiasmo respecto de los objetos éticos, particularmente del Estado. POR
OTRO LADO, como filosofía del Estado que no procede según el método científico, lo propio de
ella es que pareciera que tiene que PRODUCIR E INVENTAR OTRA TEORÍA del ESTADO, nueva y
particular, que piense al Estado AL MARGEN DE SU REALIDAD ACTUAL Y DE SU RACIONALIDAD
CONCRETA. Para Hegel, esta representación, que verdaderamente no es filosofía, omite el que
hayan existido históricamente un Estado y una constitución, como si tampoco los hubiera
actualmente, y que hay que comenzar ahora desde un principio a teorizar sobre el mismo y
habrá que hacerlo indefinidamente, y que el mundo ético tuvo que esperar hasta el momento
actual para ser pensado, investigado y fundamentado.

En este sentido, el mundo ético, LA RAZÓN DE SER DEL ESTADO Y DE SUS FUERZAS ÉTICAS
REALES no se realizan en LA AUTOCONCIENCIA DE SU UNIVERSALIDAD PARA PERMANECER
CON ELLA, sino que esta postura deja así que el universo espiritual del mundo ético quede
ABANDONADO DE DIOS, esto es, <<desprovisto de la conciencia de su debida racionalidad y
universalidad>>, al ser relegado a la contingencia subjetiva y a la arbitrariedad de los
individuos; esto quiere decir, para Hegel, que para este ateísmo del mundo ético lo verdadero
se encontraría por fuera del mundo ético, pero como se trata también de una razón, se queda
en un estado problemático y no puede avanzar hacia lo universal.

Esta representación, para Hegel, que tiene como fuente la vanidad, lleva a la filosofía en el
ámbito de la ciencia a un descrédito y desprecio general, y produce en todo el mundo el vago
convencimiento de que SABE QUÉ ES FILOSOFÍA Y ESTÁ EN CONDICIONES DE JUZGARLA EN LO
QUE TOCA A LA REALIDAD DEL ESTADO. El problema en la filosofía moderna es que, al haber
tantas reflexiones y pretensiones sobre el Estado, eso pareciera justificar que cualquiera
pueda tomarse la tarea de pensar acerca del Estado por su propia cuenta siguiendo su propio
pensamiento y sus sentimientos y demuestre con ello que está en posesión efectiva de la
filosofía. En definitiva, el hecho de que haya múltiples opiniones y maneras de pensar respecto
de lo ético y del Estado produce la falsa idea de que ESTOS OBJETOS PUEDEN SER ABORDADOS
Y PENSADOS POR CUALQUIERA sin atenerse a lo ético y al concepto mismo razonado de
derecho tal como éste debe concebirse y demostrarse.

Hegel menciona como ejemplo de esta superficialidad a Fries, para quien los asuntos del
interés público, lo que para Hegel pertenece al espíritu objetivo y a la sustancia ética, recibirían
su vida desde abajo, desde el pueblo y no desde el Estado, lo que para Hegel es un punto de
partida inaceptable ya que el pueblo o la sociedad como conjunto de individuos que satisfacen
sus intereses en interdependencia sólo pueden satisfacer sus necesidades y alcanzar una
autoconciencia de su universalidad concreta en el Estado y por medio de sus instituciones y
leyes. “El sentido central de esta superficialidad es basar la ciencia no ya en el desarrollo del
pensamiento y del concepto sino en la percepción inmediata y la imaginación contingente ”. De
esta manera, la fuerte articulación de lo en sí mismo ético que es el Estado, cuya racionalidad
está exteriorizada en la armonía de todas sus partes de la que resulta la fortaleza del todo en
lo público (por la diferenciación de sus ámbitos), es disuelta en el torbellino de sentimientos
subjetivos y contingentes como la amistad y el entusiasmo. “De acuerdo con esta
representación, el mundo ético debería ser abandonado a la contingencia subjetiva de la
opinión y del arbitrio”, aunque de hecho no puede ser así. Esta representación lo que hace es
tergiversar el nombre de filosofía y se presenta como filosofía para el gran público.

Esta posición, además, adopta la forma de la religiosidad, y se aprovecha de la devoción y la


Biblia para despreciar el orden ético y la objetividad de las leyes existentes. “Pues, en efecto, la
religiosidad envuelve en una simple intuición del sentimiento lo que en el mundo se presenta
como un reino orgánico de verdades diferenciadas”.

Lo característico de esta superficialidad es el odio a la ley como tal.

Para Hegel, los equívocos de este ateísmo del mundo ético que se presenta como filosofía
refieren a la posición que la filosofía como ciencia asume frente a la realidad, puesto que
tiene por objeto captar y asimismo exponer lo real en los pensamientos, en cuyo saber
científicamente demostrativo el contenido de la cosa misma, necesaria por sí, está unido con el
conocimiento conceptual de su forma misma, y así la razón en la autoconciencia se une con la
verdad de la Idea en ella. La filosofía, dado que es la investigación de lo racional, consiste en la
captación de lo presente y de lo real tal como se da en ello, y no en apuntar hacia un más allá
de lo presente que, como dice Hegel, vaya a saber Dios dónde está. Ello implica desconocer lo
real y lo racional tal como se da en lo presente y lo inmanente que le es propio en su forma
racional.

La ciencia del derecho tiene que poder concebir y mostrar el Estado como una realidad que es
racional en sí misma. No se trata de buscar y teorizar cómo debe ser el Estado, sino cómo debe
conocerse la realidad ética.

* * *

La proposición “Lo que es racional es real, y lo que es real es racional” es la convicción que la
filosofía toma al considerar tanto el universo natural como el espiritual (el del ámbito de lo
ético en el Espíritu Objetivo).

“Si la reflexión, el sentimiento, o cualquier otra forma que adopte la conciencia subjetiva,
considera el presente como algo vano, va más allá y sabe más que él, entonces se encuentra en
un elemento vano y, puesto que sólo tiene realidad en el presente, es ella misma vanidad”.
La reflexión no puede ir más allá del presente para saber más que él. El error está en
considerar a la idea meramente como idea, como UNA REPRESENTACIÓN SUBJETIVS
ATRIBUIBLE A UNA OPINIÓN. A ello la filosofía le opone el conocimiento de que lo único
efectivamente real y que vive desplegando todos sus momentos en la conciencia y en lo
presente es la Idea. Lo que tiene que hacer la filosofía es reconocer que en la apariencia de lo
temporal y sucesivo <<subyace la sustancia>>, es decir, la cosa misma que es inmanente y se
desarrolla a través de lo temporal, y que lo eterno se expresa en que es presente y por eso
real. Lo racional, que investiga la filosofía, es la idea puesto que su realidad, en sí misma
necesaria, sale y entra al mismo tiempo en la existencia exterior (en el universo natural y
espiritual), desplegándose en una riqueza infinita de formas, fenómenos y configuraciones.

Concepto >> contenido y forma

Lo propio de la ciencia y del método científico, que expone demostrativamente todos los
momentos esenciales concatenados lógicamente del concepto, es que la forma es inescindible
del contenido, que está esencialmente ligada a él, y no es exterior o ajena al contenido de la
cosa misma. Para ello la filosofía describir el desarrollo inmanente de la cosa en todos sus
momentos, y exponerlo en su reunión y ordenación lógicamente necesaria.

El concepto del derecho en su contenido es objetivamente conocido y admitido de antiguo, es


decir, es públicamente reconocido, pero el conocimiento científico en la filosofía de la cosa
misma descansa en reconocer que el concepto de ella (el derecho) es necesario en y por sí
mismo, que el concepto se da a sí mismo la realidad; se tiene que reconocer que es necesario
y racional en sí mismo. El espíritu pensante no puede conformarse con poseer la verdad sobre
el derecho en su existencia públicamente reconocida (en las leyes públicas, en la moral
públicas y la religión), sino que es necesario que esa verdad (del derecho) la conciba como
racional en sí, y se le dé en el pensamiento (por medio del saber especulativo) una forma que
es también racional, que conoce y expone la universalidad y determinación de su sustancia
interior. Si el concepto de la cosa no fuese en su contenido necesario en y por sí mismo, no
podría poner por sí mismo todas sus determinaciones en los momentos de la conciencia y de
las formas que adopta en cada presente.

El contenido es la razón (inherente) de su ser en cuanto esencia sustancial inmanente, tanto


de la realidad ética (universo espiritual) como de la realidad natural. Es necesario por sí.
La forma del concepto es la razón en cuanto conocimiento conceptual de la esencia sustancial
en su universalidad y determinación. Es la naturaleza del concepto tal como éste realiza. Esto
quiere decir la configuración que se da el concepto en su realización, que es el momento
esencial de la Idea en cada uno de esos momentos.

La Idea del Derecho >>> el concepto del derecho y su realización (todas las determinaciones
esenciales que pone, cada una de las cuales es una forma de su existencia).

El sentido de la Idea filosófica, en su unidad consciente, es la unidad de la forma y el contenido.

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La sociedad civil tiene dos principios:

- Persona concreta (fin particular para sí misma)

- Forma de la universalidad

Pero la persona particular está necesaria y esencialmente en relación


con otra persona particular, y sólo puede hacerse valer como tal y
satisfacer sus necesidades por medio de la otra, y esto sólo puede
hacerlo a la vez por la mediación de la forma de la universalidad, que
es la condición universal (inconsciente todavía) de satisfacción de la
particularidad en interdependencia recíproca con otras, que hace
posible, a su vez, en este momento, que su VOLUNTAD Y PERSONALIDAD
SUBJETIVA adquieran OBJETIVIDAD en la sociedad civil.

Es una universalidad todavía baja, no concreta, que por sí misma no


constituye la autoconciencia de la sustancia ética en la conciencia subjetiva, ni realiza
la libertad subjetiva verdaderamente existente en su infinitud de acuerdo con lo ético.

El fin particular de la persona sólo puede satisfacerse en relación con otros fines
particulares y en esa relación se da la Forma de la Universalidad, que constituye
esa
mediación inexorable de la necesidad en que cada uno se satisface al
satisfacer al mismo tiempo el bienestar de los demás. Esto se hace en el mercado,
que es constitutivo del sistema de dependencia multilateral de la sociedad civil que los
individuos crean.

Hay dos aspectos que priman en la sociedad civil:

- El egoísmo racional y natural de cada uno.

- La contingencia en la satisfacción de las necesidades y fines que es propia del


sistema de necesidades.

La sociedad civil se divide en tres momentos:

- Sistema de las necesidades

- Administración de justicia

- Poder de Policía y la corporación

El patrimonio

El entendimiento finito y vacío, que considera de manera abstracta la


cuestión de la desigualdad del patrimonio inherente al sistema de
dependencia multilateral, abstrae el deber ser tomándolo como lo racional y real, y
OPONE LA NECESIDAD DE IGUALDAD DE PATRIMONIO al derecho objetivo de la
PARTICULARIDAD del espíritu objetivo, considerándolos contrapuestos e
incompatibles.

Pero el derecho de los individuos a su particularidad (por sí misma subjetiva) y a


desarrollarla, está incluido en la sustancialidad ética, pertenece a
la Idea de Derecho, porque el Espíritu Ético, para tener realidad
efectiva, tiene que escindirse, y para ello necesita de la particularidad subjetiva y
penetrar en las necesidades naturales, cultivarse en los individuos, superar las
necesidades y conquistarlas para obtener existencia objetiva y elevar la particularidad
(su subjetividad) a la universalidad del intelecto. El hombre, al
desarrollar su particularidad, cultiva su subjetividad, se
espiritualiza, saliendo de su subjetividad natural y contingente, y se
integra a la universalidad en su dependencia recíproca de los otros.
Por otra parte, Hegel considera que hay una desigualdad en los hombres
respecto de las habilidades corporales y espirituales que es puesta
por la naturaleza, e influye en la sociedad civil. El capital de que
se dispone como base material influye en el desarrollo de habilidades
diversas. El derecho objetivo de la PARTICULARIDAD, por su parte, NO
PUEDE ELIMINAR esa desigualdad, y produce extensivamente esa
desigualdad al desarrollarla a partir del espíritu (el pensamiento) y eleva esa
desigualdad, a la desigualdad de patrimonio y a la cultura moral e
intelectual.

Poder de Policía

Frente a la libertad de la industria y de comercio en la sociedad


civil, la cual no puede ser eliminada porque pertenece al derecho de
la particularidad en la SC, el Poder de Policía, EN EL OTRO EXTREMO,
tiene la función de PROVEER los medios de producción (herramientas y
máquinas) y la reglamentación universal del trabajo (obligar al
trabajo a los ciudadanos y formarlos en un rubro para el estamento
industrial o la administración pública). El interés particular del individuo, naturalmente,
invoca su libertad contra la regulación superior, pero cuánto más se hunde en el fin
egoísta de hecho, más necesita de esa regulación para ser elevado a lo universal, sin
lo cual no puede satisfacer su propio interés y queda librado a una contingencia
peligrosa.

El CONTROL Y LA PREVISIÓN del Poder de Policía


tienen la finalidad de MEDIAR ENTRE EL INDIVIDUO (arrojado a la
contingencia de la sociedad civil y al modo que le impone de producir
y ganar su sustento) y la POSIBILIDAD GENERAL EXISTENTE de alcanzar
sus fines individuales y satisfacer, maximizar su bienestar. El Poder de Policía
actúa sobre ese GAP, ese bache entre el individuo y la posibilidad de realización
efectiva de sus fines y maximización de su bienestar.

Algunas de sus funciones son:

- Regulación de los precios de los artículos de primera necesidad y


control de calidad de los productos

- Iluminación pública

- La construcción de puentes
- La salud

El individuo, al ser una voluntad libre que debe darse una existencia
efectiva, tiene el derecho y la obligación de ganarse el pan de esta u
otra manera y de actuar su voluntad de trabajo a los modos útiles y
vigentes en el mercado y el sistema de las necesidades, pero el
interés público de la sociedad tiene el derecho de reclamar QUE LO
NECESARIO SEA PROVISTO DE MODO CONVENIENTE. La libertad de comercio no
debe poner en peligro el bien general, el interés público, que depende
del Estado en última instancia.

"Por el contrario, hay que considerar que el


Estado público es tanto más perfecto cuanto menos queda librado al
individuo que actúa por sí guiado por su opinión particular, respecto
de su organización general".

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