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La depresión es un trastorno de la salud mental, que puede quitarle la alegría a la vida de un niño

y adolescente. Si bien mayoritariamente hacía aparición a partir de la adolescencia, actualmente lo


hace desde edades más tempranas, cada vez hay más niños diagnosticados con trastornos
depresivos.

Primero es importante diferenciar la tristeza de la depresión. La tristeza es una emoción universal,


todos la hemos experimentado y nos ayuda, muchas veces, a adaptarnos a diferentes situaciones,
por lo tanto es pasajera. En cambio, la depresión es una alteración grave del estado de ánimo,
diferente a la tristeza y, por lo tanto, requiere tratamiento específico; a diferencia de la tristeza, la
depresión no es pasajera.

La depresión en niños puede ser severa y de larga duración, impactando directamente en todos
los aspectos de la vida diaria, desde el rendimiento escolar, vida familiar, relaciones con amigos,
etcétera.

A nivel de estadísticas, la incidencia de la depresión es del 5% en niños menores de 12 años, sin


haber mayor diferenciación entre niños o niñas.

No obstante, muchos niños no reciben el tratamiento que necesitan, en parte porque puede ser
difícil distinguir entre depresión y un cambio normal de estado de ánimo o, también, por
confundirse con otras psicopatologías.

Síntomas de depresión en niños


Estos pueden variar según la personalidad del niño y etapa de desarrollo en la que se encuentra; a
pesar de ello, los síntomas más recurrentes son:

1. Irritabilidad o tristeza constante.


2. Pérdida de interés o de placer (anhedonia). Pasan menos tiempo en actividades que antes
les producían felicidad o placer. A veces presentan aislamiento social producto de esta
falta de disfrute.

Otros síntomas habituales:


 
 Cambios en el apetito y el peso (pérdida o ganancia).
 Cambios en el patrón de sueño (dificultades para dormir o sueño excesivo).
 Cambios psicomotores (dificultad para mantenerse quieto o marcada lentitud en las
respuestas y movimientos).
 Pensamientos de inutilidad o culpa.
 Fatiga, pérdida de energía.
 Dificultades para concentrarse (por ejemplo, se puede observar una bajada brusca del
rendimiento académico, distracción constante o “mala memoria”).
 Pensamientos de muerte, intentos de suicidio.
La depresión en adolescentes, puede ser más usual, alcanzando una frecuencia del 10% al 12%,
incluso; sobre todo más en chicas que en chicos.

Síntomas de depresión en adolescentes

Entre los síntomas más frecuentes, se encuentran

1. Tristeza.
2. Inquietud y/ tensión excesiva por asuntos que antes no representaban preocupación.
3. Irritabilidad y suspicacia, llevando los conflictos al plano personal.
4. Anhedonia (poca capacidad de disfrute).
5. Afectación en todos los procesos cognitivos, como la atención, concentración, memoria,
velocidad de procesamiento de ideas, comprensión, etc. Esto impacta directamente sobre
el rendimiento académico.

Estas características afectan de manera directa la vida de los adolescentes, llevándolos muchas
veces a aislarse, a no querer disfrutar de la compañía de amigos, a tener problemas con el sueño
(sea porque les cuesta conciliarlo o duermen mucho más que antes) y alteración en el apetito
(comen muy poco o presentan necesidad de hacerlo a cada momento). En estos dos últimos casos,
hay que tener en cuenta que durante la adolescencia es esperable que la necesidad de ingesta de
alimentos sea mayor, como también hipersomnia (periodos de somnolencia durante el día,
indistintamente hayan descansado por la noche).

La depresión, tanto en niños como adolescentes, puede variar de leve a grave. Un niño o joven
que se siente un poco decaído la mayor parte del tiempo por un año o más tiempo, podría
presentar una forma más leve de depresión llamada distimia; en cambio, en su forma más grave, a
nivel de sintomatología podría indicar depresión mayor, desencadenando la pérdida de la
esperanza y las ganas de vivir. Cabe mencionar que la depresión es la primera causa de suicidio, y
el suicidio, es la tercera causa de muerte en niños y adolescentes, por detrás de los accidentes y el
cáncer.

En tal medida, los padres debemos estar muy pendientes de nuestros hijos, tanto de su conducta,
su sentir, pensar y desempeño en general, indistintamente la edad que tenga. Aquello que
podríamos considerar “pasajero” podría convertirse en un trastorno que ubicaría la salud mental
de nuestros hijos en grave riesgo.

Hay que tomar en cuenta que muchos de estos síntomas descritos, no son exclusivos de la
depresión, también son característicos de otros tipos de dificultades o trastornos. Es por ello que
la única persona llamada a hacer un diagnóstico real y certero somos los psicólogos, como
también los médicos psiquiatras, siendo estos últimos los encargados de recomendar el
tratamiento psicofarmacológico correspondiente.

Para finalizar, es importante saber que, indistintamente estemos frente a un diagnóstico de


depresión leve o mayor, este debe tener el correcto tratamiento, es decir, que el niño o
adolescente lleve un proceso psicoterapéutico, a la par del tratamiento médico. De no ser así, la
probabilidad de mejora sería mucho menor, poniendo en peligro la salud del niño o adolescente.

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