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Muchos de nosotros creemos entender a qué nos referimos cuando hablamos de salud

mental, de hecho, la mayoría tenemos una idea general de ella, que va a en función a
nuestras creencias, historia de vida y entorno; pero honestamente, las ideas generales no nos
llevan a entender realmente el significado de salud mental y todo lo que implica.
Entonces, ¿qué es salud mental?

La salud mental incluye una amplia gama de actividades que van a impactar directamente
sobre nuestro bienestar mental, que incluyen la prevención de trastornos mentales y el
tratamiento de los mismos; así como buscar estilos de vida que nos lleven a sentirnos plenos y
felices.

Ahora, en la infancia, la salud mental implica alcanzar los indicadores esperados de


desarrollo y de orden emocional, el aprendizaje de habilidades sociales y maneras adecuadas
de enfrentar los problemas que puedan presentarse. Los niños que son mentalmente sanos
tienen calidad de vida y pueden desempeñarse bien en el hogar, la escuela y su comunidad.

 ¿Qué son los trastornos mentales infantiles?


Son cambios serios en el performance de los niños, en su manera habitual de relacionarse,
aprender y manejar emociones, causando angustia y problemas en el día a día. A veces
muchos niños tienen temores, preocupaciones o problemas de comportamiento; cuando los
síntomas son persistentes o extremos, causando infelicidad en los niños, así como serios
problemas en la casa, el colegio, los amigos el entorno en general, puede que reciban el
diagnóstico de trastorno mental.

Los trastornos mentales son afecciones crónicas, es decir que duran mucho tiempo y
que, a menudo, nunca desaparecen por completo. Con un diagnóstico y tratamiento
temprano, los niños con trastornos mentales pueden llevar una vida esperable y sin
dificultades.

 ¿Qué características muestran los niños con trastornos mentales?


Estas características pueden ser muy variadas, van cambiando con el tiempo y están en
función a la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño o adolescente. Con los
adolescentes puede hacer un poco más complejo de analizar el caso, de “ver”, pues sabemos
que en este periodo es esperable que los chicos puedan tener conductas erráticas o
inestables porque, naturalmente atraviesan una etapa de cierto desajuste emocional. Es aquí
donde la presencia del profesional externo es vital.
Por lo general, incluyen dificultades en la manera de jugar, aprender, hablar y actuar; así
como la manera en que plasman sus emociones.

Cabe señalar que muchos de estos trastornos suelen presentarse a la llegada de la


adolescencia (debido a los cambios hormonales propios de esta etapa), pero también algunos
hacen su aparición en la infancia; incluso podría ser durante los primeros años.

Aquí compartimos una pequeña lista de algunas características, pero OJO, leyendo y
memorizando esta lista no quiere decir que  nos convertimos en “expertos en diagnóstico de
salud mental infanto- juvenil”, NO; pero si quizá nos puede dar un poco más de pautas de “qué
ver” en nuestros hijos.

 Tristeza persistente por dos o más semanas.


 Poco o nulo interés por las interacciones sociales. Se pueden iniciar incluso, para
luego  dejarlas sin motivo aparente.
 Herirse a sí mismo o hablar de hacerlo.
 Hablar de muerte o suicidio.
 Arrebatos o irritabilidad extrema. Que quede claro, la diferencia entre una pataleta y
cuándo la conducta es marcadamente oposicionista o disruptiva.
 Comportamiento fuera de control que puede ser perjudicial para los propios niños.
 Cambios drásticos de humor, comportamiento o personalidad. OJO, no confundir con
el juego imaginativo de los niños, esta característica debe ser observada en distintos
contextos, ninguno de ellos de tipo lúdico.
 Cambios en los hábitos alimenticios. Pérdida de peso.
 Dificultad para dormir, les cuesta conciliar el sueño, no lo logra o presenta pesadillas
recurrentes.
 Frecuentes dolores de cabeza o de estómago.
 Dificultad para concentrarse y cumplir con los requerimientos escolares.
Desencadenan cambios en el rendimiento académico.
 En tiempos donde la asistencia al colegio es masiva, evitan o buscan faltar a la
escuela.

Nuevamente hacemos hincapié en que el diagnóstico lo hace únicamente un profesional


certificado, en este caso, los psicólogos clínicos podemos ver indicadores claros de la
presencia de algún trastorno de este orden, los cuales serán ratificados por el
psiquiatra pediátrico y/o neuro pediatra, de ser el caso. El diagnóstico se hace a menudo
durante los primeros años escolares y, a veces antes, de acuerdo a la severidad del caso. Sin
embargo, es posible que algunos niños no sean diagnosticados, o reciban una valoración
psicológica incorrecta, lo cual valgan verdades es bastante frecuente. Esto no sólo somete a
los niños a sufrimiento innecesario, sino también a la familia, a todo el entorno de desarrollo
del niño y, penosamente, recrudece el pronóstico.

¿Cuáles son algunos de estos trastornos?

Lastimosamente, la lista de trastornos mentales que aparecen durante la niñez y/o


adolescencia no es corta. De acuerdo a la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales (DSM V), en base al cual se establecen los criterios de diagnóstico,
se aprecian algunos de ellos:

 Ansiedad.
 Depresión.
 Trastornos del neurodesarrollo.
 Trastornos del ánimo.
 Trastornos relacionados con factores de estrés.
 Trastornos del control de impulsos y conductas disruptivas.
 Trastorno oposicionista desafiante.
 Trastornos neurocognitivos.
 Trastorno obsesivo-compulsivo
 Etcétera.
Detenernos en cada trastorno, más allá de convertir a este post en interminable, correríamos
el riesgo de no abordar cada tema con la seriedad del caso; es por ello que hablaremos de
estos trastornos de manera individual en próximas entregas.

¿Se pueden tratar estos trastornos?


Claro que sí, estos pueden ser tratados y controlados. Muchas veces es necesario el uso
de psicofármacos y, de manera paralela, psicoterapia, tanto para el niño como para la
familia, pues estos últimos tienen que aprender a convivir con un niño o adolescente con
ciertas necesidades y requerimientos particulares. Insisto que es vital la participación de la
familia en el proceso de intervención, de igual manera, los demás adultos que se encuentren
cercanos al paciente, como maestros, terapeutas, etcétera,  tienen que formar parte de este
proceso.

Es importantísimo recalcar que el diagnóstico temprano, así como servicios adecuados


para los niños y sus familias, pueden lograr un cambio positivo en la vida de los
menores con trastornos mentales, así como en su entorno.

De notar en tu niño y/o adolescente alguna conducta o manera de reaccionar que te llame la
atención, o sea considera muy diferente a las reacciones de chicos de su misma edad y
grado, es necesario buscar la ayuda profesional, pues como ya lo comentamos antes, el no
acceder a intervención adecuada, no sólo genera infelicidad y sufrimiento en el niño y la
familia; sino también atenta al bienestar que, por ley, todo menor debe acceder.

Recomendaciones para fomentar la salud mental en niños y/o


adolescentes.
Tomando en cuenta que siempre será infinitamente mejor prevenir que lamentar, aquí les
comparto una lista de actividades y recomendaciones para hacer con nuestros hijos y así,
tratar de evitar dolor y padecimiento a futuro; pero también es necesario saber que en algunos
casos, la aparición de algunos trastornos será casi inminente.

En estos casos, hay que tener claro que la severidad de cada caso, estará en función a las
características particulares de cada uno, lo que incluye la salud mental de la familia, o
algún padre en particular. Además, es real también que hay entornos que enferman, como
también los hay aquellos que sanan y palían posibles dificultades. 

 Establece vínculos sólidos con tus hijos desde muy pequeños, juega con ellos, léeles
cuentos, canta canciones, etcétera. Realiza actividades que sean divertidas y les
permita compartir. Esto hará que se sientan amados y aceptados.
 Reconoce cuando tu hijo, indistintamente la edad que tenga, haya hecho una buena
acción, diciéndole lo orgulloso que te sientes de él o ella.
 Intenta eliminar el uso de cualquier medio electrónico durante la hora de comida o
momento de compartir. Es importante que aprenda a valorar desde pequeños que
esos espacios de participación con los padres, como por ejemplo la hora de la comida,
son para hablar y sentirse a gusto con la familia. Con esto conseguimos que
desarrollen sentido de pertenencia.
 Limita el tiempo de acceso a electrónicos, por ejemplo en la habitación. La televisión
no es niñera; además hay muchas investigaciones que han demostrado el impacto
negativo que tienen las pantallas en algunos procesos mentales, incluso en el sueño,
el cual tiene que ser el adecuado y reparador para la edad del niño.
 Compartir con chicos de su misma edad, siempre supervisados por un adulto.
 Escucha a tu hijo o hija y razona con él o ella; pero claro, dando explicaciones que
sabemos que están listos para entender. A veces a los pequeños les damos grandes
explicaciones de situaciones que no están aún capacitados para interiorizar, y
terminamos “mareándolos” con tantas palabras, llevándolos a mostrar frustración (y
nosotros también).
 Ayúdalo a sentirse bien acerca de sí mismo, es necesario prestar atención a lo que
dice, piensa y siente. En función a ello, no sólo será más sencillo regular su conducta,
sino también sus emociones, como la felicidad, tristeza, enojo, etcétera. En el caso del
enojo, enséñale a canalizar estos sentimientos sin comportamientos destructivos,
como romper juguetes o pegarle a alguien.
 Esfuérzate por ser ejemplo. Evita tener discusiones y reacciones que no quieras que
tus hijos copien. Sé consciente que hay un tiempo para hablar o argumentar entre
adultos y, sobre todo, no lo hagas enfrente de ellos, o hables de ellos, esto herirá sus
sentimientos.
 Asegúrale un ambiente escolar positivo y seguro. La noción de autoridad, reglas de
convivencia y regulación de conducta aprendidas en casa, se verán también
plasmadas en el ambiente escolar. Por lo general, cuando en casa estas no han sido
instauradas adecuadamente, es muy probable que ocurra lo mismo en el aula.
 Ayudarlos a que desarrollen habilidades sociales, que aprendan a solucionar
problemas y conflictos. En la medida que se sientan exitosos en estas áreas, no sólo
se sentirán más seguros de sí, sino también, reforzarán aún más comportamientos
positivos y buscarán repetirlos.
 Fomentar la salud física, la cual respalda una buena salud mental. Establecer hábitos
alimenticios saludables, hacer ejercicio regularmente y marcar pautas de descanso
adecuadas, protegen a los niños contra el estrés de las situaciones difíciles. El
ejercicio también ayuda a reducir algunas emociones negativas.

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