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El futuro del carro eléctrico

Por: Luis Renato Amórtegui Rodríguez (09 de noviembre de 2020)

Economista de la Pontificia Universidad Javeriana con Maestría en Estrategia y


Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra, Maestría en Administración de Negocios
de la Universidad de los Andes, Maestría en Planificación y Administración del
Desarrollo Regional de la Universidad de los Andes y Doctorando de primer año en
Ciencias Políticas y Administración y Relaciones Internacionales de la Universidad
Complutense de Madrid. luis.amortegui@hotmail.com

Según Híbridos y Eléctricos (2019), a partir de un informe de BloombergNEF, los


vehículos con motor eléctrico igualarán en 2037 las ventas de los vehículos con motor
de combustión interna (gasolina y diésel) y en 2040 los superará. Igualmente, como los
carros eléctricos vendidos en 2018 ascendieron a 2,0 millones de unidades con la
expectativa de un crecimiento exponencial en las ventas, esperándose llegar en 2025 a
los 10,0 millones, en 2030 a los 28,0 millones y en 2040 a 56,0 millones; a pesar, de un
crecimiento relativamente lento hasta 2024 y más rápido de 2025 en adelante.

Esta rivalidad entre los vehículos eléctricos y de combustión se remontan hacia


finales del siglo XIX dentro de la aparición de la industria automotriz y referidos por
McNally (2017), con el lanzamiento del primer prototipo de vehículo eléctrico en 1884, a
partir de los avances del uso de la electricidad en los tranvías y trenes, siendo el
principal limitante del momento, la autonomía para cubrir largas distancias, al depender
de la construcción de generadores y el tendido de líneas de transmisión y distribución;
tal como ocurrió, con la incursión en el mercado de la bombilla eléctrica en la
iluminación de los hogares y las ciudades, la cual fue desplazando paulatinamente al
keroseno y al gas natural en este propósito.

Paralelamente, otros avances tecnológicos en el mundo impulsaron la industria


automotriz: los alemanes Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach, patentan el primer
prototipo de un motor de combustión interna con gasolina en 1885; estos mismos
inventores alemanes patentan el primer carro de cuatro ruedas en 1886; Francia inicia
la manufactura a escala comercial de automóviles en 1890; el francés Rudolf Diesel

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construye el primer motor con diésel en 1897; y los Estados Unidos inician su
producción de automóviles en 1901.

La supremacía del vehículo de combustión se consolida con ocasión del impulso


de la industria petrolera y sus sinergias con la industria automotriz, lo cual es narrado
de la siguiente manera:

Fue el motor de combustión interna alimentado con gasolina lo que selló la supremacía
del petróleo. Aunque los primeros fabricantes de automóviles habían probado máquinas
de vapor y motores eléctricos, cuando Henry Ford presentó su modelo A en 1903 el
motor de gasolina ya había demostrado su mayor potencia y autonomía. En 1913, más
de un millón de coches y camiones circulaban por Estados Unidos y Europa, y la
mayoría de ellos funcionaban con gasolina o gasoil. Con la llegada de los automóviles, el
petróleo adquirió un verdadero monopolio (Roberts, 2004, p. 53).

Este autor también describe el impulso del automóvil de combustión a gasolina


en la transformación de la sociedad con nuevos estilos de vida, al poderse realizar
desplazamientos más rápidos, cubriendo mayores distancias de manera confiable y a
menores costos, permitiendo la conectividad interna y el crecimiento y el desarrollo de
los países.

La industria automotriz por su parte se caracteriza por ser intensiva en capital,


tener una estructura oligopólica de mercado, desarrollar e incorporar tecnología de
forma permanente, generar beneficios en costos por las economías de escala y tener
un carácter globalizado, permitiendo la fabricación y ensamble en cualquier país del
mundo. Además, esta industria ha impulsado el crecimiento económico de los países
por la alta generación de ingresos, empleo y encadenamiento industrial;
adicionalmente, las automotrices han sido parte del top de las empresas más grandes
del mundo en el ranking del Fortune 500 Global List.

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Así como las innovaciones tecnológicas han sido la clave del éxito de la industria
automotriz, la autonomía en las distancias y la potencia serán determinantes en el
proceso de masificación de los vehículos eléctricos. De acuerdo con Elmotor, (2018), en
los últimos diez años se ha logrado aumentar su autonomía de 160 a 500 kilómetros y
en la próxima década por los adelantos en la tecnología de las baterías, se espera
alcanzar un rango de uso de 1.000 kilómetros; adicionalmente, será decisiva la
disminución de los precios tendiente a aumentar la adquisición de vehículos por parte
de los consumidores, al igual, disponer de suficientes puntos de recarga en las
carreteras.

En este sentido, Híbridos y Eléctricos (2019), argumenta que la demanda de


baterías de iones de litio aumentará en términos de capacidad de energía en 7,5 veces:
de 0,2 TWh (gigavatio-hora) a 2020 a 1.7 TWh en 2040; además, el precio por kWh en
2019 de 176 USD había bajado en una décima parte frente a 2011 y en 2030 se espera
sea de 62 USD. Con respecto al consumo de electricidad en vehículos eléctricos, se
espera un aumento de 30,5 veces: de 74 TWh de 2019 a 2.333 TWh en 2040.

En relación con la evolución esperada de la participación de los carros eléctricos


dentro de los parques automotores en los países, éstas serán disímiles: 15% en 2023
de la China; 50% en 2030 y un 65% en 2040 de Europa; 50% en 2040 de Estados
Unidos y 30% en 2040 de la India.

Al ser 2037, el año que los vehículos eléctricos igualarán las ventas de los
vehículos de combustión, éstos últimos tendrán el desafío de mejorar su eficiencia en la
disminución de las emisiones a la atmósfera y hacerlos más amigables ambientalmente.
Esto implica, la existencia dual de estas dos clases de vehículos en los parques
automotores, cuyo ritmo de conversión y participación de los eléctricos será desigual en
función al desarrollo y crecimiento económico y a la disponibilidad de divisas de los
países para la importación de los vehículos y los componentes de la expansión de la
infraestructura eléctrica, en caso de no disponerse de una industria nacional que
soporte este cambio, de lo contrario será una oportunidad de los países con estos
potenciales.

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Desde lo ambiental, este proceso de conversión de los vehículos de combustión
a eléctricos es parte de las acciones en la transición energética mundial, siendo
decisivo que las economías cuenten con suficientes fuentes de renovables para la
sustitución de las fósiles, con el fin de suministrar la electricidad requerida por los
parques automotores eléctricos en su expansión; de lo contrario, en el corto y mediano
plazo habrá una relocalización geográfica de las emisiones a la atmósfera de las
ciudades a las áreas rurales principalmente, donde se encuentran ubicadas las térmicas
a partir de energías fósiles, las cuales generaron el 62,8% de la energía eléctrica
mundial en 2019: carbón (36,4%), gas natural (23,3%) y petróleo (3,1%), según British
Petroleum (2020).

REFERENCIAS

British Petroleum (2020). Statistical Review of World Energy.


https://www.bp.com/en/global/corporate/energy-economics/statistical-review-of-world-
energy.html
Elmotor (2018). La evolución de los eléctricos hacia los 1.000 kilómetros de autonomía.
El País Cinco Días. 19 de diciembre de 2018.
https://motor.elpais.com/electricos/evolucion-coches-electricos/
Híbridos y Eléctricos (2019). Los coches eléctricos dominarán el mercado antes de
2040. 13 de agosto de 2019.
https://www.hibridosyelectricos.com/articulo/sector/coches-electricos-dominaran-mercado-
antes-2040/20190812194913029572.html
McNally, Robert (2017). Crude volatility: the history and the future of boom-bust oil
prices. Columbia, New York.
Roberts, Paul (2004). El fin del petróleo. Ediciones B., Barcelona. Grupo de Energía,
Economía y Dinámica de Sistemas.

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