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La entropía energética y la transición hacia renovables

Por: Luis Renato Amórtegui Rodríguez (1º de marzo de 2021)

Doctorando en Ciencias Políticas y Administración y Relaciones Internacionales de la


Universidad Complutense de Madrid. Magister en Estrategia y Geopolítica de la Escuela
Superior de Guerra, Magister en Administración de Negocios – MBA de la Universidad
de los Andes. Magister en Planificación y Administración del Desarrollo Regional de la
Universidad de los Andes. Economista de la Pontificia Universidad Javeriana. Experiencia
laboral en la Empresa Colombiana de Petróleos (ECOPETROL S.A.) y el Departamento
Nacional de Planeación (DNP). luis.amortegui@hotmail.com

Rifkin (1990), nos recuerda como el futuro energético del planeta se relaciona con
las leyes de la termodinámica; la primera, la “ley de la conservación”, postula que la
cantidad de energía en el universo es constante: no se crea, ni se destruye, sino cambia
su forma o su lugar en el medio ambiente; y la segunda, la “ley de la entropía”, dice que
la transformación de la energía conlleva al cambio de estado: de utilizable a no utilizable,
de disponible a no disponible y de ordenada a desordenada. Lo cual implica, una menor
disponibilidad energética para trabajos futuros y una disipación de energía en el medio
ambiente convertida en contaminación, generadora del efecto invernadero y a su vez, del
calentamiento global.

Así mismo, por efecto de la “entropía”, el universo tiende hacia el caos y el


desecho, y la recuperación de parte del orden se realiza mediante procesos de reciclaje,
implicando un gasto adicional de energía para convertir y reutilizar parcialmente los
desechos orgánicos, energéticos y minerales y también, una mayor entropía; sin dejar de
lado, la falta de tiempo para restaurar el equilibrio ecológico.

La cantidad finita de recursos energéticos y minerales no renovables entonces,


nos lleva a revisar la definición de economía; según Samuelson y Nordhaus (2010), es el
estudio de la forma como los países hacen un uso eficiente de sus recursos escasos para
atender las necesidades ilimitadas de la sociedad, mediante la combinación de productos
y servicios en cantidad y calidad según la tecnología y la disponibilidad de factores de
producción: tierra o recursos naturales, mano de obra y capital o bienes durables; siendo

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la acumulación de estos últimos, la base del desarrollo económico; el incremento en la
investigación y desarrollo por su parte, ha permitido fomentar el progreso técnico y el
crecimiento de la productividad en los diferentes sectores productivos.

En relación con la ciencia y la tecnología, Rifkin (1990), las define como el medio
para promover el orden del mundo y el bienestar, asociando el progreso con la
abundancia material según el paradigma mecánico; en este sentido, la tecnología al
transformar los recursos naturales permite acelerar la extracción de energía y sus flujos
a través de herramientas y máquinas. Y en la medida que se van agotando las reservas
de algún recurso, se generan nuevos ambientes energéticos, y nuevas instituciones
económicas, sociales y políticas, haciendo más costoso y complejo buscar las nuevas
fuentes y las tecnologías de soporte.

Dentro de este contexto, la madera sustentó energéticamente el período medieval


y cuando se hizo más escasa por los procesos de deforestación, fue sustituida por el
carbón a pesar de ser más contaminante, y compleja su extracción y utilización; este
recurso por su parte, soportó la revolución industrial a través de adelantos tecnológicos
como la máquina de vapor, la cual permitió la ventilación y el bombeo del agua de las
minas, al igual que la movilización del carbón a la superficie y su transporte a través de
la locomotora y embarcaciones a vapor, permitiendo además, la producción de acero y
la construcción de máquinas.

Por otra parte, dos avances tecnológicos fueron la clave del surgimiento de la
industria del petróleo en 1859 en Titusville (Pensilvania): la perforación de un pozo
utilizando el sistema de percusión y la técnica de refinación por destilación mediante
separación física; este último, permitió obtener keroseno para la iluminación urbana
tendiente a sustituir el aceite de ballena, otro energético escaso con la extinción
progresiva de este cetáceo, como lo señala Yergin (2008); el cual a su vez, fue siendo
reemplazado por la bombilla eléctrica en la iluminación de los hogares y las ciudades a
finales del siglo XIX, según McNally (2017).

Posteriormente, el despegue de la industria petrolera se presenta en 1901 en


Beaumont (Texas), con la perforación del primer pozo utilizando una broca giratoria
impulsada por una máquina de vapor alimentada con carbón, generando eficiencias en

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tiempo y menores costos de perforación; además, los avances en la geología permitieron
la búsqueda de yacimientos a más profundidad y con mayores acumulaciones del recurso
como lo menciona, Sampson (1975). Estos hitos incrementaron la producción de
petróleo, disminuyeron sus precios y aseguraron la sostenibilidad de su suministro al
mercado; siendo un factor decisivo para el desarrollo de la industria automotriz a partir
del motor de combustión interna alimentado con gasolina, que logró superar además a
las máquinas de vapor y los motores eléctricos, por su mayor potencia y autonomía, de
acuerdo con Roberts (2004).

Un siglo después se revive la rivalidad entre los vehículos de motor a combustión


y los eléctricos dentro de un entorno de transición energética; en este sentido Híbridos y
Eléctricos (2019), afirma que los vehículos con motor eléctrico igualarán en 2037, las
ventas de los vehículos con motor de combustión interna (gasolina y diésel) y en 2040
los superará. Lo cual se interpreta, a partir de la transformación esperada del sector
energético global de fósiles a cero carbonos para la segunda mitad de este siglo, ante la
necesidad de reducir las emisiones de CO2 tendiente a limitar el cambio climático; este
proceso de descarbonización del sector energético, por tanto, requiere de una acción a
escala global, según la International Renewable Energy Agency (2021).

Finalmente, después de trescientos años de haber sido inventada la máquina de


vapor en 1712 por Thomas Newcomen, “padre de la revolución industrial”, las energías
fósiles aportaron en 2019, el 62,8% de la generación eléctrica mundial: carbón (36,4%),
gas natural (23,3%) y petróleo (3,1%); así mismo, de acuerdo con Rifkin (1990) se está
llegando a una divisoria entrópica ante el agotamiento de las reservas de energías no
renovables, a acuerdo con British Petroleum (2020), se tenían 132 años de carbón y 50
años de gas natural y petróleo a 2019. En este sentido la transición energética hacia
renovables está generando un nuevo ambiente energético, e instituciones y tecnologías;
además, la velocidad del cambio dependerá del desarrollo de las nuevas fuentes, de la
infraestructura energética, y de los recursos económicos para su financiación.

REFERENCIAS

British Petroleum (2020). Statistical Review of World Energy.

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https://www.bp.com/content/dam/bp/business-sites/en/global/corporate/pdfs/energy-
economics/statistical-review/bp-stats-review-2020-full-report.pdf
Híbridos y Eléctricos (2019). Los coches eléctricos dominarán el mercado antes de 2040.
13 de agosto de 2019.
https://www.hibridosyelectricos.com/articulo/sector/coches-electricos-dominaran-mercado-
antes-2040/20190812194913029572.html
International Renewable Energy Agency (2021). Energy transition. IRENA.
https://www.irena.org/energytransition
Rifkin, Jeremy (1990). Entropía: Hacia el mundo invernadero. Urano, Barcelona.
Roberts, Paul (2004). El fin del petróleo. Ediciones B., Barcelona. Grupo de Energía,
Economía y Dinámica de Sistemas.
Sampson, Anthony (1975). Las siete hermanas. Las grandes compañías petroleras y el
mundo que han creado. Grijalbo, Barcelona.
Samuelson, Paul A. y Nardhaus, William D. (2010). Economía con aplicaciones a
Latinoamérica. Edición 19. Mc Graw Hill, México.
Yergin, Daniel (1990). The Prize: The Epic Quest for Oil, Money, and Power. Simon &
Schuster. New York.

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