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Causas y consecuencias del problema:
Una de las mayores dificultades para las y los docentes tiene relación con
fomentar el aprendizaje colaborativo a distancia, ya que de acuerdo con Iborra e
Izquierdo (2010) este tipo de aprendizaje se incluye dentro del constructivismo,
donde cada estudiante constuye su propio conocimiento y elabora sus contenidos
a partir de la interacción con otros. En un grupo colaborativo existe una autoridad
compartida y una aceptación por parte de los miembros del grupo de la
responsabilidad de las acciones y decisiones del grupo.
Desafortunadamente, el cambio del escenario de una sala de clases a los
hogares de los actores educativos (docentes y estudiantes), modificó el proceso
de enseñanza-aprendizaje a formas que no eran habituales. Los hallazgos de un
estudio realizado en Indonesia por Mustakim, Trisnaningsih y Mona Adha (2020)
constataron que el aprendizaje en línea es menos efectivo para fomentar el
aprendizaje colaborativo en comparación con la presencialidad, ya que hay
diversas dificultades que se interponen en este proceso como la red de Internet
inestable, los estudiantes que viven en áreas rurales, la dificultad para aplicar
varios modelos de aprendizaje colaborativo, la dificultad para utilizar herramientas
tecnológicas, entre otros. En nuestro país, estas dificultades han sido la causa
para un desigual acceso al proceso de aprendizaje.
La realidad chilena no dista mucho de la internacional, porque se requiere
de un cambio de paradigma tanto para docentes como para estudiantes en esta
nueva “sala de clases” en que se transformaron los hogares. Es así que ante la
falta de recursos y apoyo por parte de los establecimientos educacionales y del
Ministerio de Educación para el desarrollo profesional en el uso de TICs, las y los
profesores “se han visto en la necesidad de buscar instancias de formación y de
colaboración entre pares, de manera autogestionada, para compartir recursos y
experiencias formando comunidad” (ARPA, 2021). Estas nuevas instancias de
colaboración entre pares, ha sido una consecuencia del contexto de emergencia
sanitaria, donde el aprendizaje colaborativo en este contexto ha sido clave para
generar instancias de reflexión, de crear, resolver y debatir ideas de la mano de
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las herramientas tecnológicas que pueden enriquecer y generar aprendizajes
significativos.
Las posibilidades de desarrollar actividades que promuevan un aprendizaje
colaborativo también se ve condicionado por el tipo de interacción pedagógica
que predomina en las salas de clases de nuestro país, ya que son las y los
docente quienes tienen un mayor protagonismo respecto a los procesos
comunicativos en el aula (ACE, 2017), lo cual, se traduce en un monopolio del
habla por parte del docente (Martinic y Vergara, 2007), en clases menos
dinámicas y desafiantes en términos cognitivos (Godoy, 2016) y en actividades
orientadas al trabajo individual de los estudiantes (Preiss, 2010). Al respecto, la
Agencia de la Calidad señala que la implementación de interacciones
colaborativas entre estudiantes se ve limitada, en gran medida, al poco tiempo
para la preparación y ejecución de este tipo de actividades, como también a la
falta de recursos y material pedagógico que dinamice la interacción docente-
estudiante (ACE,2017). Son bajo estas condiciones que la irrupción de clases en
modalidad remota se tuvieron que desarrollar, propiciando, con ello, una nueva
cultura de aprendizaje en la que se vieron involucrados otros actores, como la
familia o los compañeros (vecinos, o grupos de trabajo).
Tanto el involucramiento de la familia como la colaboración entre pares es
fundamental para el trabajo colaborativo y el aprendizaje eficaz a través de las
tecnologías ya que como se señaló inicialmente, en el aprendizaje colaborativo
existen autoridades compartidas, en las que cada miembro es responsable de su
aprendizaje, pero a la vez del aprendizaje de los demás, este sentido colaborativo
de la experiencia de aprendizaje, es una oportunidad tanto para enfrentar el
escenario de la enseñanza a distancia producto de la emergencia sanitaria, así
como para pensar en el devenir de la educación a partir de la relación entre TICs
y aprendizaje colaborativo.
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activa, el trabajo autónomo y sobre todo el aprendizaje colaborativo que requiere
de la interacción entre pares.
Para llevar esto a cabo se requiere formación docente y equipamiento
adecuado, pero actualmente la estructura escolar no siempre es lo
suficientemente flexible ante la idea de adaptarse a las posibilidades y
necesidades individuales y grupales de los estudiantes y docentes. Sigue
existiendo una brecha en torno a la alfabetización digital docente, específicamente
en su formación instrumental y didáctica para lograr que encuentre buenas
prácticas que pueda trasladar fácilmente a su contexto.
Es necesario facilitar a los docentes un banco de recursos y experiencias
digitales extrapolables a su realidad, donde no sólo sea importante el dominio de
una herramienta con la que crear materiales, sino también el diseño de
situaciones de aprendizaje que promuevan, por ejemplo, el aprendizaje
colaborativo.
Los actores involucrados en este problema son los docentes y estudiantes
de comunidades educativas que han sido parte de la modalidad de educación a
distancia, incorporando nuevas tecnologías a su proceso de enseñanza y
aprendizaje y desarrollando nuevas habilidades para llevarlo a cabo.
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usando las tecnologías de la información y la comunicación en forma reflexiva y
eficaz” (p.17). Esta definición alude a un uso que permita tanto el acceso a la
información como a la comunicación a través de las tecnologías. En este sentido,
el trabajo educativo no consiste en delegar a las tecnologías la labor formativa,
sino que incorporarlas como herramientas para la enseñanza, tal como se
destaca.
“El propósito general del trabajo educativo en esta dimensión es proveer
(..) las herramientas que les permitirán manejar el mundo digital y desarrollarse en
él, utilizando de manera competente y responsable estas tecnologías (Ministerio
de Educación, 2018, p.31). Esta última definición pone énfasis en la idea de que
las tecnologías por sí solas no son suficientes para lograr el objetivo planteado,
sino que deben ser abordadas como una dimensión educativa que defina
enfoques y lineamientos claros para los estudiantes, además de educar en torno a
la comunicación a través la tecnología, ya que si bien, los estudiantes están
acostumbrados a relacionarse por redes digitales, esto no es sinónimo de que
esas sean las plataformas más idóneas para la comunicación, y mucho menos
que el ejercicio comunicativo resulte eficaz para indagar y compartir la
información.
Al respecto Brown y Duguid (2000) citados en Anderson (2008)
argumentan que el aprendizaje es la adquisición del conocimiento y se establece
que el aprendizaje es social y requiere el desarrollo de la disposición,
comportamiento y actitud de los practicantes (p.20), esta cita remarca la
importancia de que el aprendizaje además de ser eminentemente social requiere
de una disposición y actitud que debe ser formada y trabajada en en el espacio
educativo. Anderson (2008) también define la colaboración como parte de las
habilidades del S.XXI como un intenso conocimiento organizacional que requiere
trabajo en equipo y también coordinación (p.10). Hay que aprender a
relacionarnos y ser críticos en esta nueva manera de operar y/o ejecutar todo lo
aprendido utilizando las nuevas tecnologías. En consecuencia, el desarrollo de
habilidades y del aprendizaje colaborativo es imprescindible para las nuevas y
futuras generaciones, y por ende, es necesario tener docentes capacitados para
este cambio.
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Infografía
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Bibliografía
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Activando la Resolución de Problemas en las Aulas. (2021). ¿Es posible el
aprendizaje colaborativo en contextos virtuales?. Recuperado el 10 de
octubre de 2021, de https://arpa.uchile.cl/blog/2021/04/12/columna-es-
posible-el-aprendizaje-colaborativo-en-contextos-virtuales/
Godoy, F.; Varas, L.; Martínez, N.; Treviño, E.; y Meyerde, A. (2016).
Interacciones pedagógicas y percepción de los estudiantes en escuelas
chilenas que mejoran: una aproximación exploratoria. Estudios
Pedagógicos, 42.
Martinic, S., & Vergara, C. (2007). Gestión del tiempo e interacción del profesor-
alumno en la sala de clases de establecimientos de jornada escolar
completa en Chile. Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad,
Eficacia y Cambio en Educación, 5(5), 3-20.
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Mustakim, T., Trisnaningsih, T., & Mona Adha, M. (2020). The Effectiveness of
Online Learning Using Online Media During Covid-19 Pandemic at
Vocational High School. Advances In Social Science, Education And
Humanities Research, 513, 256-262.
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Anexo: Diagrama de causas y consecuencias del problema