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El remanente:
el enrocjue
adventista
Angel M. Rodriguez
EDITOR
Dedicado con gratitud
in memoriam
N eal C. W ilson
(1920-2010)
© Ü
APIA G E M A ED ITO RES
Título de la obra original en inglés: Toward a Theology o f the Remnant
© 2009 by Biblical Research Institute, Silver Spring, M D 20904, USA.
A ll rights reserved. Spanish language edition published with permission o f the copyright owner.
E l r e m a n e n te : El e n f o q u e a d v e n t i s t a
es una coproducción de
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APIA
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Traducción
Cantábriga, SC
Edición
J. Vladimir Polanco
Diseño de la portada
Kathy Polanco
Diagramación
Elias Peiró
Copyright O 2013
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reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación), su tratamiento infor
mático y su transmisión, ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia o por cualquier otro medio,
sin permiso previo y por escrito de los editores.
En las citas bíblicas, salvo indicación en contra, todos los destacados (cursivas, negritas) siempre
son del autor o el editor.
ISBN: 978-1-61161-181-6
Impresión y encuademación
Panamericana Formas e Impresos S A
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
I a edición: junio de 2013
V
C ontenido
Prefacio......................................................................................................................... vii
Nota sobre esta edición en español................................................................................ix
Abreviaturas................................................................................................................... xv
Introducción general....................................................................................................xix
Capítulo 1........................................................................................................................ 1
El remanente en el Antiguo Testamento Tarsee L i
Capítulo II.....................................................................................................................21
El remanente en las obras apocalípticas judías
no canónicas y en Qumrán L eslie N . P ollard
Capítulo III...................................................................................................................43
El remanente en los Evangelios C linton Wahlen
Capítulo IV ...................................................................................................................63
El remanente en el pensamiento paulino Leslie N . P ollard
Capítulo V ..................................................................................................................... 73
El remanente en el libro de Apocalipsis R ich ard P.Lehm ann
Capítulo V I .................................................................................................................103
El remanente y los mandamientos de Dios: Apocalipsis 12:17
Johannes K ovar
VI
Prefacio
Este tomo está dedicado a la exploración del concepto del remanen
te y su aportación a una interpretación adventista de la naturaleza de la
iglesia. Los capítulos intentan desentrañar las raíces bíblicas del concepto,
su riqueza, su papel dentro de la historia de la salvación y su relevancia
para el mundo cristiano contemporáneo. Se presta atención particular a la
apropiación adventista del concepto. Este libro proporciona una introduc
ción a la interpretación y el significado del remanente escatológico como
una autodefinición teológica adventista. Aborda la identidad de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día, identidad que es preciso examinar y reafirmar
ocasionalmente.
En un sentido, el libro sigue una trayectoria histórica en el estudio del
concepto del remanente, pero el hincapié principal se hace en su significa
ción. Comienza con un estudio del remanente en el Antiguo Testamento,
escrito por Tarsee Li, seguido por tres artículos que examinan los concep
tos del remanente en escritos judíos (Dr. Leslie Pollard), en los Evange
lios (Dr. Clinton Wahlen) y en Pablo (Dr. Leslie Pollard). Varios artículos
abordan aspectos del concepto en el libro de Apocalipsis. En uno de ellos,
escrito por el Dr. Richard Lehmann, se exploran la presencia y el signi
ficado del concepto. También encontramos un estudio de la teología del
sábado en el Apocalipsis (Dra. Mathilde Frey) y otro sobre el papel de los
mandamientos de Dios en el Apocalipsis (Dr. Johannes Kovar). El Dr.
Gerhard Pfandl examina las marcas o características distintivas del rema
nente escatológico en el Apocalipsis. De los dos estudios restantes, uno
explora el remanente en los escritos de Elena G. de White (Dr. Ángel M.
Rodríguez); el otro considera los debates contemporáneos sobre el rema
nente entre adventistas (Dr. Frank Hasel). El ensayo final intenta sintetizar
los aspectos teológicos principales de los diversos colaboradores a la vez
que promueve el debate al presentar la naturaleza fundamental del con
cepto bíblico del remanente para la interpretación que la Iglesia Adventista
tiene de sí misma. Se incluye un apéndice que explora el uso de la expresión
«testimonio de Jesús» en los escritos de Elena G. de White (Dr. Ángel
M. Rodríguez). El lector encontrará algunas repeticiones en todo el tomo.
Han sido inevitables para que cada autor desarrollase su argumentación
con claridad. En todo el tomo, se emplea el término «eclesiología» para
referirse al estudio de la doctrina bíblica de la iglesia. Dado que planeamos
publicar otros tomos sobre el tema de la eclesiología, en este tomo hemos
incluido una introducción general a la colección.
Me gustaría dar las gracias a los autores por sus aportaciones a este libro
y por su dedicación a este proyecto. También reconozco la dirección y la
aportación valiosas proporcionadas por los miembros de la Comisión del
Instituto de Investigación Bíblica durante el estudio de cada una de las
monografías ahora incluidas en este tomo. Expreso en particular mi deuda
con mis colegas del Instituto de Investigación Bíblica —Kwabena Donkor,
Ekkehardt Mueller, Gerhard Pfandl y Clinton Wahlen— que presentaron
observaciones y sugerencias significativas en el proceso de edición del libro.
Se aprecian enormemente las aportaciones editoriales y técnicas de Brenda
Flemmer, mi auxiliar administrativa, y de Marlene Bacchus, nuestra espe
cialista en autoedición. Esperamos que lo que se ha logrado sea útil para la
iglesia en su cumplimiento de la misión que Dios le encomendó y oramos
para que así sea.
IX
Cuando el lector vea tales tipografías especializadas, debe saber que
representan un añadido, o una sustitución, de lo que en la versión ori
ginal se representaba mediante una transcripción menos completa. A
continuación se explican las equivalencias entre los signos originales y
los transcritos, y se presenta también una equivalencia fonética aproxi
mada de los mismos.
El alefato hebreo.
Transcripción y pronunciación aproximada
Conso Nom Trans
nante bre cripción Pronunciación aproximada
D Más o menos equivalente a una hache muda, como
X álef
en honesto
3 b B, como en burro
bet
3 b V francesa o inglesa, como en very
3 8 G, como en gato
X
Conso Nom Trans
nante bre cripción Pronunciación aproximada
0 sámej s S sin vibración de las cuerdas vocales, como en sal
c Hache fuertemente aspirada. En realidad, es un soni
'J áyin
do gutural áspero sin equivalencia en español
s p P, como en pan
pe
a p F, como enfuego
Una especie de ese silbante, como la onomatopeya
3 tsade s para imitar el sonido bucal de una serpiente que se
defiende
qof <¡ QjComo en queso
P
1 resh r R no inicial, como en tara
Observaciones básicas:
1. En hebreo no hay distinción entre mayúsculas y minúsculas.
2. Como indica la tabla anterior, el puntito central, denominado daghes
lene, encontrado en el seno de las consonantes 2 ,3 ,rl , 2 ,S y n , confiere *
un sonido suave a las consonantes 2,3, *1,2, 2 y n , respectivamente.
3. Normalmente, un puntito puesto dentro de cualquier otra consonante
recibe el nombre de daghesforte. Dicho signo no altera el sonido de la
consonante, pero sí la dobla. Así, 2 se transcribe tt.
4. Un puntito puesto dentro de la consonante P! recibe el nombre de map-
piq. Se da al final del posesivo femenino y otorga a las palabras que
acaban en H una pronunciación final de j castellana, transcrita, depen
diendo de la vocal que anteceda, por los grupos áb, ab, é*, eb, y ó*.
5. Si se dan al final de una palabra, las consonantes 2,72,3, S y U, se escri
ben "],C ,] y respectivamente.
6. Debe prestarse especial cuidado de no confundir los pares de letras 2 y
2,3 y3,T y "l,n yFI,tD y?3,D yD ,2 y 2 , É7y2?,“j y 8]. Lo mismo ocurre
con 1, T,n y ]. Los parecidos entre todas esas letras son pura coincidencia.
xt
7. Con la única excepción de ciertos valores semivocales que se atribuían a
n,T y \ e l alefato carece de vocales. La forma correcta de articular las con
sonantes escritas se aprendía de manera consuetudinaria. En época tardía,
los masoretas, expertos en la conservación y transmisión de los textos sa
grados, añadieron encima, dentro o debajo de las consonantes un conjunto
de puntos y rayas que venían a representar, entre otras cosas, las vocales con
las que se pronunciaban las palabras. Los correspondientes valores vocáli
cos se sintetizan en la tabla siguiente, en la que se usa Tcomo consonante
convencional.
Trans
Tipo Vocal Nombre cripción Ejemplo
"I tsere malé é ÍIT2 [bétó], la casa de él
Extralargas
Observaciones básicas:
1. Obsérvese que aunque la vocal jíreq se escriba siempre igual en hebreo,
puede ser larga o corta dependiendo del contexto en el que aparezca, y
que se transcribe de dos maneras distintas.
2. El sonido teórico á (denominado en algunas gramáticas qamets gadol
maléy resultado de una qamets seguida por una álej) es muy raro en he
breo, y no suele considerárselo una vocal propia. Así, la primera palabra
de Ose. 10:14, DX¡21 («y se levantará») se transcribe woqá3m.
El alfabeto griego.
Transcripción y pronunciación aproximada
Mayús M inús Transcripción Pronunciación
cula cula Nombre hispánica aproximada
A a alfa a A, como en ave
B p beta b B, como en burro
r Y gamma & G, como en pato
A 6 delta d D, como en dátil
E € épsilon e E breve
Z C zeta z El sonido ds, como en adscripción
H n eta é E larga
El sonido consonante inicial de la
0 e teta th palabra inglesa thing, como una
zeta castellana
I t iota i I, como en ir
K K cappa k K, como en kilo
A X lambda i L, como en león
M V- mi m M, como en mesa
N V ni n N, como en novia
s z xi X X , como en xilófono
x iii
Mayús M inús Transcripción Pronunciación
cula cula Nombre hispánica aproximada
0 0 ómicron 0 O breve
n IT p' p P, como en pan
p p ro r R, como en ratón o como en cara
s O sigma s S, como en sal
T T tau t T, como en taza
Como la ü alemana o la u francesa,
Y l) ípsilon y se articula como una i disponiendo
u en diptongos
los labios para decir u
$ <J> fi / F, como en fuego
X X P j J castellana, como en juicio
La pronunciación culta al princi
¥ * psi Ps pio de psicología
Q 0) omega Ó O larga
Observaciones básicas:
1. Aparte del alfabeto, hay otros signos en la escritura griega que conviene
conocer. Entre ellos, destacan los llamados espíritus suave y rudo (’ y ‘,
respectivamente). Ambos se aplican a vocales o diptongos iniciales. El
segundo puede aplicarse también a una p inicial. El primero equivale
a una pausa en la pronunciación y no se pronuncia ni se transcribe; el
segundo representa una aspiración de la letra afectada y, salvo en el caso
de la p, se transcribe por h.
2. La sigma final se representa con q. Su transcripción es la misma en cual
quier caso.
3. En el griego arcaico había otras letras que no aparecen reflejadas en la
tabla anterior.
4. La letra u, como último componente de los diptongos au, eu y T)i), se
pronuncia como la u. El diptongo ou se pronuncia u.
5. La y delante de las guturales Y>K>X y í se pronuncia como si fuese una
v. Así, ayytkoQ [aggelos] se pronuncia “ánguelos”. De ahí viene la palabra
española ‘ángel’.
XIV
Abreviaturas
Traducciones/versiones de la Biblia
ASV American Standard Version
AV Authorized Version
BJ Biblia de Jerusalen
DHH Dios Habla Hoy
KJV King James Version
LBA La Biblia de las Américas
NASB New American Standard Bible
NEB New Engüsh Bible
NIV New International Version
NKJV New King James Version
NRSV New Revised Standard Version
XVII
NVI Nueva Versión Internacional
REB Revised English Bible
PER La Biblia del Peregrino
RSV Revised Standard Version
RV60 Reina-Valera de 1960
RV95 Reina-Valera de 1995
XIX
del movimiento adventista. También sugeriré que, en nuestros estudios
sobre eclesiología, debiéramos identificar algunos de los elementos más
importantes de la fe bíblica que deberían ser tomados en consideración y
que deberían formar parte de nuestro viaje teológico.
xx
los elementos clave están situados en nuestra eclesiología. Es preciso
que reafirmemos casi constantemente la importancia y la necesidad de esa
unidad por medio del análisis y la reflexión dentro del contexto de nues
tra diversidad. Los adventistas somos un pueblo con un cuerpo distintivo
de creencias, un estilo de vida particular y una cosmovisión bíblica. Estos
elementos, junto con la organización mundial de la iglesia, caracterizan al
adventismo alrededor del mundo y contribuyen directamente a su unidad.
Una eclesiología adventista explorará la significación de esa unión en un
mundo crecientemente caracterizado por la fragmentación.
1. Creencias de los adventistas delséptimo día (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2006), p. 161.
2. Ibid.
XXI
iglesia se encuentran y se cimientan en Cristo, según la revelación que ha
dado de sí mismo en las Escrituras. La iglesia es el cuerpo de Cristo, «una
comunidad de fe, de la cual Cristo mismo es la cabeza».3 Este ha confe
rido autoridad a la iglesia, que reside en la comunidad de creyentes en su
conjunto. Es tarea de la eclesiología explorar la naturaleza y el grado de
esa autoridad y la forma en que actúa dentro de la iglesia. Basándonos en
el Nuevo Testamento, los adventistas hemos entendido que la comunidad
de fe delega parte de su autoridad en personas elegidas —por ejemplo,
el cuerpo pastoral dentro de la iglesia— para facilitar la obra del cuerpo
de Cristo.
En nuestra tarea debiéramos tener en cuenta nuestra historia como igle
sia y nuestra misión y nuestro mensaje. Esto quiere decir que deberíamos
asumir ciertos aspectos no negociables de teología bíblica según los entien
de el movimiento adventista. Mencionaré algunos.
Perspectiva escatológica
Se ha dicho con acierto que el adventismo es un movimiento apocalípti
co y que, como tal, desempeñará un papel particular en los capítulos finales
del conflicto cósmico. Esto quiere decir que la percepción que tenemos de
nosotros mismos está muy relacionada con nuestras expectativas escato-
lógicas. Cualquier tentativa de liberar nuestra eclesiología de sus amarras
escatológicas tendrá que redefinir la primera o ignorar las segundas. Tal
desplazamiento no será capaz de producir una eclesiología que sea adven
tista en pensamiento, orientación ni cosmovisión. Me parece que el papel
de la iglesia dentro del conflicto cósmico y su papel particular en la con
frontación final son de importancia capital en nuestra eclesiología.
Perspectiva soteriológica
Nuestra eclesiología debería estar firmemente asentada en la convicción
de que la iglesia es consecuencia de la encamación, el ministerio, la muerte, la
resurrección, la ascensión y la mediación de Cristo. Esta convicción teológica
influirá en la manera en que desarrollemos nuestra comprensión de la iglesia,
de su identidad, de su mensaje y de su función. Esta será una de las áreas en
la que podríamos realizar una contribución a la teología cristiana. También
sostenemos que hay una conexión profundamente arraigada entre la igle-
3. Ibid.
x x ii
sia y el papel de Cristo como Mediador nuestro en el templo celestial.
De hecho, la iglesia recibió de Dios, por así decirlo, su «aliento de vida»
como consecuencia de la mediación de Cristo ante el Padre (Juan 14:16;
Hech. 2: 33). Nuestra eclesiología debería examinar el testimonio bíblico
de esa conexión y dejar sitio para la obra sumo sacerdotal de Cristo y el
papel del Espíritu dentro de la iglesia. Esto tendrá un impacto en nuestra
teología pastoral e incluso en nuestra interpretación de los ritos.
Perspectiva evangélica
El evangelio es la verdad proclamada por la iglesia. Pablo dice de «la igle
sia del Dios viviente» que es «columna y defensa de la verdad» (1 Tim. 3:15).
En el pensamiento adventista, así como en las Escrituras, la verdad desem
peña un papel fundamental en el conflicto cósmico y está directamente rela
cionada con este tema central. La búsqueda de la verdad y su proclamación
son una aportación directa a nuestra interpretación de nosotros mismos, es
decir, a nuestra eclesiología. Con respecto a la verdad bíblica, los adventistas
entendemos que restauramos verdades que han sido echadas «por tierra»
(Dan. 8: 12; cf. Isa. 58: 12), verdades que han sido rechazadas o ignora
das por otras comunidades cristianas. Desde esa perspectiva, el adventismo
es un movimiento de reforma dentro del mundo cristiano. Dado que el
mensaje que se proclama presenta una continuidad directa con la verdad
apostólica (apostolicidad), es indispensable restablecerla antes del regreso
de Cristo. De hecho, nuestra misión es impulsada por la seriedad con la
que hemos asumido la verdad bíblica y su relevancia para los últimos días.
Dado que el mensaje y la responsabilidad de la iglesia son de significación
universal, estamos convencidos de que la iglesia es también universal (ca
tólica). Esta preocupación por la verdad bíblica está en el centro mismo de
nuestra eclesiología y no deberíamos separarlas entre sí.
Perspectiva misiológica
A nuestros pioneros les llevó algún tiempo darse cuenta de que el movi
miento adventista tenía una misión para el mundo entero. Esto tuvo un im
pacto significativo para la comprensión de la naturaleza de la iglesia adven
tista. Una comunidad unificada de creyentes había de proclamar un mensaje
claro a todo pueblo, a toda nación y a toda lengua. Ese mensaje trasciende
a la etnia, al sexo, a la raza y a las distinciones nacionales. La perspectiva
misiológica ha contribuido de forma directa a la unidad de la iglesia y al
desarrollo de una organización eclesiástica de proporciones mundiales. Una
x x iii
eclesiología adventista debería incorporar en su formulación esa inquietud
misiológica central al final del conflicto cósmico. Por lo tanto, la iglesia no
ha de ser definida simplemente a través del concepto de xoivcovía [koinónia\
(«comunión»), por importante que sea, sino también por el cumplimiento
del encargo evangélico como comunidad que da testimonio.
Perspectiva de remanente
La eclesiología adventista no puede ignorar el hecho de que, desde sus
comienzos, el movimiento adventista se vio a sí mismo como el remanente
mencionado en Apocalipsis 12:17. Se demostró que este concepto era va
lioso, por cuanto situaba al movimiento en el flujo de la historia profética,
servía para definir su naturaleza con respecto al resto del mundo cristiano
y determinaba su misiología. En otras palabras, abordamos aquí un aspecto
esencial de la naturaleza de la fe y la existencia adventistas que no puede
ser ignorado en una eclesiología adventista. Me parece que una eclesiología
adventista es, fundamentalmente, una eclesiología de remanente. Precisa
mente este aspecto la convierte en un reto y hace de ella algo interesante,
bíblico y excepcional. Nuestra labor teológica es desarrollarla, integrando
debidamente el material bíblico y tener presente que formamos parte de la
comunidad cristiana en su conjunto.
III. Conclusión
Siempre será preciso que la iglesia reflexione sobre sí misma y sobre su
conexión con el Señor viviente. Esto no puede separarse del dinamismo de
su misión, sino que debiera ser considerado un componente esencial de ella.
La iglesia es una entidad activa al servicio de su Señor y de la humanidad. Es
preciso que siga siendo relevante en la cultura en la que existe, pero, al hacer
lo, la iglesia no debería abandonar ni modificar su identidad, su mensaje o su
misión. Si no, se transformaría en poco más que un movimiento social que
procura la mejora de la sociedad humana y del individuo, apenas interesada
en su redención de la esclavitud del pecado y la culpa a través de Cristo o
en su dedicación a él como Señor en el conflicto cósmico. La iglesia siempre
seguirá siendo un misterio debido al misterio de su unión con el Señor, un
misterio en el que todos participamos como parte de su cuerpo.
Á ngel M anuel R odríguez
E d ito r
x x iv
Capítulo I
I. El origen y el significado
del tema del remanente
Origen del concepto
Puede que la definición más simple del remanente sea «lo que queda de
una comunidad después de que esta sufre una catástrofe».2 Sin embargo,
como veremos, una definición simple como esta no abarca todo el abanico
de su relevancia y significado teológico. Aunque no hay ningún consenso
erudito sobre el origen del tema del remanente, me parece que la mejor
posibilidad fue presentada por Gerhard F. Hasel. Hasel sigue la pista de
la presencia del tema del remanente en el antiguo cercano oriente comen
zando con los textos sumerios y terminando con material de la época de
Isaías. Según Hasel, el origen del tema es anterior al material bíblico. El
«común denominador» de todos los usos del tema es «el problema de la
vida y la muerte, es decir, la inquietud existencial del hombre».3 Las ame
nazas mortales «suscitan la pregunta inmediata de si la vida será aniquilada
o si sobrevivirá un remanente para conservar la existencia humana».4 Por
ello, el tema del remanente no surgió como parte de un contexto bíblico
particular y «en origen, no era escatológico».5
De aquí que el uso del tema del remanente en materiales extrabíblicos y
bíblicos indique que surgió de la inquietud existencial humana por la conser
vación de la vida humana.6 En la Biblia hebrea el tema del remanente fue
incorporado desde el inicio en la historia de la salvación y, gradualmente,
llegó a ser empleado para expresar las expectativas futuras de la fe yahvista.
El remanente y la posibilidad de un futuro están tan profundamente conec
tados que «donde no hay “remanente”, ya no hay futuro».7 El tema recibió
por vez primera un énfasis claramente escatológico en Amos pero Isaías de
Jerusalén solidificó el uso escatológico. El remanente escatológico o santo,
purificado por una purga divina, era para Isaías un objeto de fe y una realidad
futura. Se demostró que este elemento del tema del remanente en Isaías re
sultó de gran importancia para la profecía posterior y el desarrollo ulterior de
la escatología israelita.8
El tema del remanente puede encontrarse en todo el Antiguo Testamen
to, ya sea explícita o implícitamente,9 pero es más prominente en los libros
Tipos de remanente
Según Hasel, se aplica el tema del remanente a tres tipos de grupos,
denominados histórico,fie l y escatológico.19 El remanente histórico consiste
en cualquier grupo que escapase a una catástrofe que amenazara su super
vivencia. Este aspecto del tema del remanente es aplicable con indepen
dencia de la fe o el compromiso con Dios por parte del grupo. Un ejemplo
del remanente histórico se encuentra en la primera referencia implícita a un
remanente en la Biblia, concretamente Génesis 4: 1-15: «que dejó solo a
Caín como progenitor de toda la raza humana».20 Asimismo el remanente
de los cananeos, que después se convertiría en una fuente de problemas
para Israel, es también un remanente histórico (Núm. 33: 55; Jue. 3: l).21
El segundo tipo de remanente, el remanentefiel, puede ser caracterizado
como una comunidad que manifiesta una espiritualidad genuina y una re
lación con Dios de fe verdadera; las promesas divinas de futuro descansan
en este remanente. Puede encontrarse un ejemplo de remanente fiel en la
primera referencia explícita al remanente, registrada en Génesis 7: 23, pa-
[Srd como término para remanente en el contexto del juicio en el libro de Jeremías],
AASS 7 [2004]: 39-58).
16. V. Hemtrich y G. Schrenk,«Leimma», TD NT, t. 4, pp. 194-198.
17. Otro posible caso en el que se usa una palabra para «remanente» sin referencia alguna
al tema teológico se encuentra en Nehemías 7:72 (JT'TNSp [áa^érf/]; 7:71TM).
18. Traducción mía.
19. Hasel, «Remnant», ISBE, t. 4, p. 130. Véase también Hans K. LaRondelle, «El
remanente y el mensaje de los tres ángeles», en Teología: Fundamentos de nuestrafe,
Raoul Dederen, ed. (Doral, FL: APIA, 2008), t. 8, pp. 177-242.
20. Hasel, «Remnant», ISBE, t. 4, p. 132.
21. Ibid.
El rem anente en el Antiguo Testam ento 5
22. Ibíd.
23. Como puede verse por la explicación, aunque el término «escatología» tiene un
amplio abanico de aplicaciones, se usa aquí en un sentido puramente cronológico,
es decir, el fin de una era.
24. Las citas de la Biblia son de la RV95, a no ser que se indique otra cosa.
25. King, «Remnant», p. 427.
6 El remanente
de la manada. Pisotearéis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las
plantas de vuestros pies en el día en que yo actúe, dice Jehová de los
ejércitos. (Mal. 3: 16 - 4: 3 [3: 16-21 TM])
El contexto del pasaje indica que la gente consideraba que Dios trataba
a los fieles y a los infieles por igual (3: 13-15). En el pasaje citado, Dios
respondió prometiendo que iba a separar a los dos grupos (visiblemente,
3: 18) en el día del Señor, es decir, «el día en que yo actúe» (3: 17), el día
«ardiente como un horno» (4: l).28
Por otra parte, en el Antiguo Testamento las comunidades remanentes
fieles incluían a menudo miembros que no eran completamente fieles. Por
ejemplo, aunque Noé y su familia eran un remanente fiel que sobrevivió al
diluvio (Gén. 6: 9; 7:23), Cam vio más tarde la «desnudez» de Noé (9:20-
27). Asimismo, en Génesis 19, la intercesión de Abraham para que Dios
preservara a Sodoma por amor de los «justos» y la hospitalidad de Lot
hacia los forasteros indican que Lot y su familia eran un remanente fiel
que escapó de Sodoma.29 No obstante, la esposa de Lot miró atrás y quedó
convertida en una estatua de sal (vers. 26) y las hijas de Lot dieron a luz
hijos engendrados por Lot (vers. 30-38).
Por lo tanto, dado que una comunidad remanente fiel puede incluir ele
mentos de infidelidad, hay que ir más allá del estrecho contexto del pasaje
particular en el que se usa la terminología de remanente, llegando al contexto
global del libro, o incluso a la totalidad del canon, para determinar si una
comunidad superviviente en la Biblia es un remanente fiel o simplemente
un remanente histórico. Por ejemplo, aunque la preservación de la familia de
Jacob en Egipto por medio de José no fue atribuida ni a su fe ni a su grado de
compromiso (Gén. 45: 7), el contexto proporcionado por el libro de Génesis
pone de manifiesto que fueron receptores de las promesas divinas hechas
al fiel Abraham. Es decir, los descendientes de Abraham a través de Jacob
constituyen un remanente fiel, aunque los miembros de la familia no siempre
fueran fieles a Dios. El ciclo de José demuestra una «conexión entre el tema
del remanente y la tradición de la elección».30
Un remanente de gracia
La etiqueta «remanente fiel» no apunta a los logros propios. Antes bien,
según demuestra Hasel, el remanente fiel es un remanente de gracia. Por ejem
plo, aunque Noé y Lot eran justos (Gén. 6: 9; 18: 23-32), su justicia no era
meritoria, sino que eran receptores de la «gracia» y la «misericordia» de Dios
(Gén. 6:8; 19:16,19). Así, «la salvación de un remanente no se debe al mérito
por parte de los supervivientes que quedan, sino a la gracia de Dios».31Aunque
una comunidad pueda ser catalogada de fiel, no se le garantiza su condición de
remanente por su fidelidad, sino por la gracia de Dios. De modo similar, la ex
presión «tal vez» en Amos 5:15 (NVI) sugiere que la salvación del remanente
no está garantizada por su cumplimiento de condiciones específicas, sino por la
gracia de Dios:32 «¡Odien el mal y amen el bien! Hagan que impere la justicia
en los tribunales; tal vez así el Señor, el Dios Todopoderoso, tenga compasión
del remanente de José» (Amós 5:15, NVI). Aunque se invita al pueblo a volver
a Dios, su arrepentimiento y su conversión no lo hace merecedor de la gracia
divina. La liberación del remanente es un acto de gracia divina. No obstante,
según señala King, «una comunidad remanente fiel está caracterizada por cier
tas cualidades. Por ejemplo, el pueblo remanente en Sofonías está plenamente
comprometido con el Señor y es justo y ético en su interacción social».33
Además, aunque una comunidad remanente fiel deba su situación a la
recepción de la gracia y la misericordia de Dios, no se trata de una situa
ción incondicional. La acción humana no puede ser sustituto de la acción
divina, ni la gracia divina ser sustituto de la fidelidad humana.34 La gracia
de Dios no excluye el llamamiento a la fidelidad por parte de todos sus
receptores.
Necesidad de un remanente
Hasel defiende que la expresión «remanente de Jacob» se originó en una
creencia generalizada de que Israel, en conjunto y como entidad terrenal,
sería el «remanente de José» que sobrevive al día de Yahveh y a la destruc
ción de las naciones circundantes, y que Amos tomó esta expresión y le dio
un nuevo significado, aplicándola a una entidad escatológica futura (Amos
5: 14-15; cf. Gén. 45: 7).35 Es decir, la «masa de israelitas que se negara a
volver a Dios perecería en el juicio venidero sobre la nación, pero “quizá” se
salvaría un remanente: los que volvieran a Jehová».36También se hizo eco
de esta perspectiva E. Merrill en la observación siguiente:
Era un hecho que el pueblo del Señor siempre tendía a alejarse de
él, salvo una exigua minoría, el remanente, que permanecía fiel a sus
responsabilidades contractuales. En otras palabras, siempre había un
Israel dentro de Israel, el auténtico grano rodeado por la cascarilla de
una entidad nacional externa. Por lo tanto, las promesas y los propósi
tos salvíficos de Dios no podían encontrar cumplimiento en la nación
como tal, sino únicamente en el núcleo devoto que preservó a lo largo
de los siglos.37
De hecho, hay un patrón histórico en el tema veterotestamentario del re
manente fiel. Encontramos que, una vez que el Señor escoge un remanente
fiel entre un grupo mayor, este remanente fiel tiende después a apartarse del
Señor hasta tal punto que el Señor escoge un nuevo remanente fiel de ese
grupo, volviendo así a iniciar el ciclo.38 En origen, la simiente de Abraham,
Isaac y Jacob, es decir, las doce tribus, fue receptora de las promesas divinas
y, por ende, el remanente fiel. No obstante, «Jehová se enfureció tanto contra
Israel, que los quitó de delante de su rostro, y solo quedó [ íJr] la tribu de Judá»
(2 Rey. 17:18). Sin embargo, el versículo 19 pone de manifiesto que Judá no
fue del todo fiel al Señor. Al final, debido a la infidelidad de Judá, también
por k promesa de que sobrevivirán siete mil.41Antes de esto, los que ni ha
bían doblado la rodilla ante Baal ni lo habían besado pueden haber estado
dispersos y haber sido «invisibles». Sin embargo, al final del juicio, se con
virtieron en una comunidad «remanente» porque sobreviven a la catástrofe;
en este caso, al juicio de Dios. Son una comunidad de fieles que escapan al
juicio divino y pueden ser identificados como tales por los demás.
Puede resultar útil otra ilustración. En Isaías 65 Dios promete preservar
un remanente de una nación rebelde: «Edificarán casas y morarán en ellas;
plantarán viñas y comerán el fruto de ellas» (vers. 21). Pese a la posibilidad
de que el grupo mencionado en el pasaje pueda (o no) haber consistido
en individuos dispersos antes del juicio de Dios, está claro que son una
comunidad claramente identificable cuando surgen del juicio. Por lo tanto,
en Isaías 65, el remanente esparcido (en este caso, el remanente escatoló-
gico) consiste en una comunidad visible, no en un remanente «invisible»
esparcido.
41. Aunque algunas traducciones como la KJV inglesa lo expresan en pasado («I have
left* [He dejado]), la construcción hebrea (denominada a menudo «consecutivo
perfecto») se traduce mejor como futuro («Dejaré»). Aunque la mención de su
fidelidad (por ejemplo, no doblarse ante Baal) pueda contener una referencia al pasado,
el cumplimiento de la promesa de que sobrevivirían a la espada estaba aún por llegar.
42. Kenneth D. Mulzac, «The Remnant and the New Covenant in the Book of
Jeremiah» [El remanente y el Nuevo pacto en el libro de Jeremías], AUSS 34
(1996): 239-248. Por supuesto, esto no excluye la aplicación del tema del
remanente negativamente para los que permanecieron en la tierra (véase Eze. 14:
21-22). Sin embargo, el remanente llevado al cautiverio recibió las promesas de
restauración (Eze. 6: 8-10; 11:14-21).
43. Hasel, «Remnant», ISBE, t. 4, p. 133.
El rem anente en el Antiguo Testam ento 13
44. Aunque la tónica escatológica de las profecías preexüicas del remanente se debe
en parte a la naturaleza condicional de la profecía (según se defiende en «El
papel de Israel en la profecía del Antiguo Testamento», en CBA, t. 4, pp. 27-40;
véase también Richard M. Davidson, «Interpretación de la profecía del Antiguo
Testamento», en Entender las Sagradas Escrituras: E l enfoque adventista, George
W. Reid, ed. [Doral, Florida: APIA, 2009], pp. 221-246), la teología del Antiguo
Testamento permite esta revelación progresiva.
14 El remanente
45. También se aplica el término a los que sobrevivieron a la invasión asiria (2 Crón.
30: 6 [p3¡étáh, Pr}, véase también Isa. 10:20-23; 11:11,16).
46. El hecho de que aquellos cuyo linaje sacerdotal no pudiera ser demostrado fueran
excluidos de servir como sacerdotes (Esd. 2:26) demuestra también el interés que
tenían en cuanto al mantenimiento de la pureza espiritual.
El rem anente en el Antiguo Testam ento 15
el aprecio por parte de Esdras del tema del remanente en 9: 13 (Isa. 10:
20-21) y 9: 14 (Jer. 31: 7).55 Se ha extraído la conclusión de que Esdras
interpreta que las promesas no están cumplidas en su totalidad, sino en
proceso de cumplimiento.
Tal evaluación de los datos es, ciertamente, correcta, pero me parece que
podría ser afinada adicionalmente distinguiendo el remanente fiel del re
manente escatológico. Es decir, aunque la comunidad postexüica no se veía
como el remanente escatológico, ciertamente se veía como el remanente
fiel. Además de la distinción temporal entre los dos tipos de remanente,
hay también una distinción cualitativa entre ellos. Es decir, una comunidad
remanente fiel podría contener individuos infieles, mientras que el rema
nente escatológico estaría constituido únicamente por individuos fieles; es
un remanente purificado:
Después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas
obras y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, D ios nuestro, no nos has
castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un resto [pa leta 11]
como este, ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos y a emparentar
con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra
nosotros hasta consumimos, sin que quedara resto [so^erít] ni quien escape
[poIétah]} (Esd. 9:13-14)
En el pasaje anterior, Esdras se refiere a la comunidad postexílica como
un «resto» cuyo persistente problema de matrimonios mixtos ponía en pe
ligro su condición de remanente y suscitaba la amenaza de la extinción.
Por otra parte, la necesidad de luchar por mantener su fidelidad sería una
cuestión discutible si la comunidad no hubiese sido el «remanente fiel». En
cuanto a Crónicas, se daba la bienvenida a las personas provenientes del
reino del norte que estuviesen dispuestas a volver al Señor y acudieran a
adorar en el santuario (2 Orón. 30: 7-8). Personas de Aser, Manasés y Za
bulón aceptaron la invitación de Ezequías (vers. II).56 De hecho, se ha de
fendido que esta actitud de bienvenida se extendió a todos los extranjeros,57
lo que revelaría adicionalmente la naturaleza incluyente del remanente.
Crónicas no niega que hubiera personas fieles entre los israelitas del norte
(por ejemplo, 2 Crón. 34: 9). Sin embargo, el linaje del remanente fiel
59. La distinción entre el remanente fiel del tiempo del fin y el remanente escatológico
es análoga a la distinción entre el «tiempo del fin» (la última era o el último
período del tiempo en la historia) y el «fin del tiempo» (el final mismo del tiempo
histórico).
60. LaRondelle ha aplicado con acierto el término «remanente» a los fieles antepasados
del adventismo: «A lo largo de la era cristiana han suigido diferentes grupos, en un
sentido grupos remanentes, con una preocupación por volver a llevar a los cristianos
de su época a una fe más bíblica. Aunque algunos han insistido en que su fe no
era nueva del todo, tenían a la Biblia como su autoridad fundamental y anhelaban
extender un llamamiento a los creyentes para que volvieran a ella. Aunque los
adventistas del séptimo día diferimos de esos grupos en diversos aspectos referentes
20 El remanente
Israel está bajo un juicio divino por la apostasía (cf. 4 Esd. 1: 4-9; 2:1-14;
7: 72-74; 2 Bar. 1:4,5; 62:4-5; 77:2-10; Jub. 1: 7-14, etc.). Dentro de este
contexto de juicio está presente la perspectiva de salvación de un remanen
te. Sin embargo, en esta literatura, el concepto de remanente experimen
ta una transformación con respecto al patrimonio veterotestamentario. A
diferencia de lo que ocurre en el Antiguo Testamento, la composición de
la comunidad remanente queda restringida por varias reivindicaciones li
mitadas y exclusivas. A diferencia del universalismo previsto en el Antiguo
Testamento, el concepto de remanente en las fuentes apocalípticas judías
revela ocasionalmente elementos contrarios a los gentiles (por ejemplo,
1 Enoc 5:1-9; Apoc. Abr. 29:1 -32:6; Sab. 3:9; 4 :15).2 Solo el remanente
«justo» de Israel disfrutará de las bendiciones de la vida después del terror
final (por ejemplo, 1 Enoc 45: 5-6).3
Los libros de los que se vale esta investigación del concepto de rema
nente en la literatura apocalíptica judía son 1 Enoc, Jubileos, 4 Esdras y
2 Apocalipsis de Baruc. Cuando sea necesario se citarán otras obras del cor
pus de materiales apocalípticos judíos como evidencias adicionales de la
interpretación del remanente.
El remanente en 1 Enoc
El libro de 1 Enoc4 ofrece al menos las seis perspectivas siguientes sobre
el concepto de remanente que reflejan tanto continuidad como disconti
nuidad con el concepto veterotestamentario de remanente.
£1 remanente en Jubileos
Jubileos presenta una visión triunfalista de un remanente nacionalista11 se
gún la cual todo aquel que no pertenezca al pacto a través de la circuncisión
9. 1 Enoc diferencia en claros términos a los justos de los malvados: (1) los justos son
los «elegidos» (1: 3, 8; 5: 8; 25: 5; )3: 1,5,10); (2) los malvados serán destruidos,
mientras que los justos prosperarán (1: 8-9); (3) los justos son considerados los
elegidos escatológicos (93:10); (4) el remanente justo es la simiente de Noé que
escapará a la catástrofe (10: 3,7; 67:1-8).
10. Esta noción de los santos ángeles como vigilantes que velan por los justos es remi-
niscente del Antiguo Testamento. Véanse Sal. 91:10; Dan. 4:13,17,23.
11. Jubileos es un midrás sobre la historia de la salvación desde la creación del mundo
hasta el éxodo de Egipto y los sucesos del Sinaí. Es un supuesto relato de cuestio
nes reveladas a Moisés mientras estuvo en el monte Sinaí durante cuarenta días.
Aunque el autor se vale en gran medida de otras secciones del Antiguo Testa-
26 El remanente
El remanente en 4 Esdras15
El consenso erudito mantiene que 4 Esdras se escribió tras la fallida
revuelta judía contra los romanos y la destrucción del segundo templo en
el 70 d. C. Desde el punto de vista literario, su autor responde a un acon
tecimiento catastrófico: la invasión babilónica (es decir, la destrucción de
Jerusalén). A través de una serie de diálogos entre el pseudonímico Esdras
y el ángel podemos detectar una lucha que oscila entre la teodicea y la esca-
tología.16Aunque Dios eligió a Israel, no eliminó su malvado corazón, por
lo que la ley [tora] no podía salvar la condición de Israel. Curiosamente,
Dios escogió castigar a Israel con los igualmente malvados babilonios (3:
26-36). El principal problema de Esdras es con los gentiles. Aquí precisa
mente la escatología (4: 22-25) proporciona las respuestas al dilema que
afronta Esdras.
En 4 Esdras, el tema del remanente se enmarca en el trasfondo esca-
tológico del concepto de las dos eras, en el que hay una esquematización
bipartita de la historia: la era actual será destruida, siendo seguida por la
era mesiánica (por ejemplo, 6: 7-10,34; 7:12-13,29-31; 8:1,46). El rema
nente está constituido tanto por los históricamente fieles que, como Noé,
sobrevivieron a una catástrofe (3: 8-11) como por la generación escatológi-
ca final de los «pocos» fieles que vivan y atraviesen las tribulaciones mesiá-
nicas del tiempo del fin (6:25; 7:27; 9: 7-8; 13:16,19). Podría decirse que
en 4 Esdras «la salvación se encuentra no solo en el futuro del pueblo del
£1 remanente en 2 Baruc
2 Baruc es tan parecido a 4 Esdras que algunos eruditos han llegado a
preguntarse si 2 Baruc depende de 4 Esdras.21 Probablemente se escribiera
19. Phillip F. Esler, «The Social Function o f 4 Ezra» [La función social de 4 Esdras],
JS N T 53 (1994): 118.
20. Véase Bruce Metzger, «The Fourth Book of Ezra: A New Translation and Intro
duction» [El cuarto libro de Esdras: Una nueva traducción e introducción], en
OTP, 1.1, p. 522.
21. Gwendolyn B. Sayler, Have the Promises Failed? A Literary Analysis o f 2 Baruch
[¿Han fallado las promesas? Un análisis literario de 2 Baruc] (Chico, California:
Scholars Press, 1984), pp. 103-118; A. F. J. Klijn, «2 (Syriac Apocalypse of) Ba
ruch» [2 [Apicalipsis siríaco de] Baruc], en OTP, 1.1, pp. 616-617; George W. E.
N ic k e ls b u r g ,Literature Between the Bible and the Mishnah [Literatura judía
entre la Biblia y la Misná] (Filadelfia, Pensilvania: Fortress, 1981), p. 287; Collins,
Apocalyptic Imagination [Imaginación apoclíptica], pp. 213,222-224.
El rem anente en las obras apocalípticas judías no canónicas y en Qumrán 31
22. La idea de que haya almacenes celestiales es una noción común en la literatura
apocalíptica de este período. 1 Enoc 17: 3 afirma que Dios tiene municiones al
macenadas para la guerra escatológica. Por otra parte, existe una noción paralela
de que los seres humanos pueden escapar al castigo que emana del almacén de
Dios acumulando buenas obras con Dios. Salmos de Salomón 9: 5 afirma: «El
que hace lo que es bueno guarda vida para sí mismo con el Señor y el que hace
lo que es malo hace que su propia vida sea destruida». La idea aquí es que quien
obra justicia salva su vida para el reino futuro. Así, las obras de justicia en esta vida
funcionan como una garantía contra la destrucción. 4 Esdras 7: 76-77 dice: «Me
respondió y dijo: “Te mostraré eso también, pero no te asocies con los que han
demostrado desdén, ni te cuentes entre aquellos que son atormentados. Porque
tienes un tesoro de obras almacenado con el Altísimo; pero no se te mostrará hasta
los últimos tiempos”».
32 El remanente
Resumen
En la literatura apocalíptica judía no canónica examinada el concepto de
remanente ha sido apropiado, primafacte, del Antiguo Testamento. Los au
tores apocalípticos judíos usaron un lenguaje similar al de los profetas del
Antiguo Testamento. Sin embargo, sus conceptos del remanente difieren en
aspectos significativos. En el Antiguo Testamento, la doctrina del remanente
promete que el remanente sobrevive para cumplir el propósito universalista
de su elección: extender el conocimiento del Dios de Israel en todo el mundo
gentil (por ejemplo, Isa. 19: 25; 45: 20,22; 51: 5; 56: 7; 66: 19; Zac. 8: 23;
14:16). El tema del remanente examinado en las obras apocalípticas judías
es básicamente nacionalista (es decir, Israel, no los demás), sectario (es decir,
nuestro grupo, no los suyos), restrictivo (es decir, nuestros partidarios, no los
23. Véase Sayler, Have the Promises Failed? [¿Han fallado las promesas?], p. 117.
El rem anente en las obras apocalípticas judías no canónicas y en Qumrán 33
24. Véase Geza Vermes, The Complete Dead Sea Scrolls in English [Los rollos del Mar
Muerto completos en inglés] (Nueva York; Penguin Books, 1998), pp. 12-14. To
das las citas directas están tomadas de sus traducciones.
25. La raíz 11® [íY] se traduce «remanente» o «permanecer». En la literatura de
Qumrán, ¿Y aparece 39 veces en formas sustantivas y 15 veces como verbos. Pue
den encontrarse ejemplos de las formas sustantivas de s5r en CD 1: 4; 2: 6; 1QS
4:14; 5:13; lQ Sb 1: 7; 1QM 4:2; 13: 8; 14: 5,9-8, etcétera. Pueden encontrarse
formas verbales de la raíz P r en CD 1: 4; 19:10,13; 4QFlor l-3ii2; 4Q368 6: 2;
RQ390 1:10 y 11Q19 60:1.
La raíz P r también aparece en arameo en los RMM un total de 37 veces, aun
que cuatro ejemplos parecen ser reconstrucciones. Los casos de la presencia de
la raíz como sustantivo son 32. Ejemplos de usos nominales pueden encontrarse
en 4Q208 1: 3; 7: 2; 15: 5; 17: 5; 19+21: 2; 20: 1; 23: 3; 25: 4; 4Q209 5: 5; 6:
8 y 9. Pueden verse formas verbales de P r en 4Q537 1+2+3: 1; 4Q556 14: 7 y
4Q561 3: 5. Pueden verse formas adjetivas de P r en 4Q196 13: 1; 18: 6. Estos
pasajes reflejan una conciencia definida de la condición de remanente que tenían
los juramentados. Para más ejemplos, véase Martin G. Abegg, The Dead Sea Scrolls
Concordance [La concordancia de los rollos del Mar Muerto], 1.1, parte 2 (Boston,
Massachusetts: Brill, 2003), pp. 706,929.
El término hebreo n’~lDIÜ¡ [■’a/iáríí] aparece 44 veces, pero con un énfasis más en
los tiempos o los días del «fin» o «últimos», etcétera. Se pueden encontrar ejem
plos en CD 4: 4; 6:11; lQ Sa 1:1; lQpHab 2: 5; 9: 6; 1Q14 6:2; 4Q161 5-6:10;
4Q162 2:1; etcétera. Pueden verse formas preposicionales, adjetivas y adverbiales
en Abegg, ibid., 1.1, pp. 26-28. Aparecen formas arameas dos veces en 4Q563 1:
4 y 11Q10 38:9. Abegg, ibid., 1. 1, p. 781.
La raíz hebrea "in’ [ytr] aparece en formas sustantivas diez veces, en las que puede
ser traducida «resto» o «exceso». Pueden encontrarse ejemplos en lQpHab 7: 7; 8:
15; 9:4,7; 4Q163 12:4 y 4Q252 4:4. Aparecen formas verbales de y tr 18 veces y
pueden ser traducidas «sobrevivir» o «permanecer». Pueden encontrarse ejemplos
en CD 2: 11; 3: 13; 1QM 2: 6,10,14; 4Q163 12: 4; 4Q252 4: 4; 4Q424 1: 11,
34 El remanente
de los rollos del Mar Muerto: Su importancia para entender la Biblia, el judaismo,
Jesús, y el cristianismo] (San Francisco, California: Harper, 2002), pp. 362-363.
30. Schubert, Dead Sea Community [Comunidad del Mar Muerto], p. 82.
31. La erudición de Qumrán ha visto el importante papel que desempeña el mesianis-
mo en las creencias de Qumrán. Pueden encontrarse breves resúmenes del papel
del mesianismo en los rollos en Lawrence H. Schif&nan, Reclaiming the Dead Sea
Scrolls: Their True M eaningforJudaism and Christianity [Reclamando los rollos del
Mar Muerto: Su verdadero significado para el judaismo y el cristianismo] (Nueva
York: Doubleday, 1994), pp. 323-327; Elliot, Survivors o f Israel [Sobrevivientes de
Israel], pp. 472-473; y Collins, Apocalyptic Imagination [Imaginación apocalípti
ca], pp. 157-166.
32. Tal comprensión escatológica de sí mismos se desvela en los pesherim de Habacuc
de la comunidad de Qumrán. Los juramentados pueden hablar de los últimos días
en dos sentidos: de manera amplia y de manera técnica. Por ejemplo, lQpHab
usa la expresión «fin de los días» en 2: 5-9 cuando describe a los apóstatas que no
están dispuestos a aceptar el mensaje del Maestro de Justicia. Estos apóstatas son
contemporáneos del comentarista. Este es el uso general de la expresión. Después,
el comentarista parece hablar de los últimos días como una época del futuro (9:6).
Para un estudio adicional, véanse Helmer Ringgren, The Faith o f Qumrán: Theology
o f the Dead Sea Scrolls [Teología de los rollos del Mar Muerto] (Filadelfia, Pensil-
vania: Fortress Press, 1963), pp. 152-166; y Schubert, Dead Sea Community [Co
munidad del Mar Muerto], pp. 98-106. Contra el requisito o la definición a priori
del remanente escatológico como «aquellos que queden después del juicio final
de los malvados» (cf. James Watts, «A Critique o f Remnant Theme in the New
Testament» [Una crítica del tema del remanente en el Nuevo Testamento] [tesis
de licenciatura, Southern Baptist Theological Seminary, 1986], pp. 11-12), todas
las actividades de la comunidad de Qumrán, incluyendo la apropiación del título
diferendador de por sí de remanente, se daban con una conciencia de pertenencia
a una comunidad escatológica. Por lo tanto, no era necesario que los juramentados
se etiquetaran a sí mismos como «un remanente escatológico». Se estableció con
scientemente la identidad de remanente contra una percepción de trasfondo de
la disputa de la comunidad con la sociedad israelita general. Este hecho también
contradice a Huebsch, quien intentó «un análisis exhaustivo del uso de remanente
en la literatura sectaria de Qumrán». Usó el criterio de «amenaza, supervivencia»
36 & - («MAMENTE
Hay que coincidir con Vermes cuando dice que los sectarios «no solo
consideraban que eran el “remanente” de su época, sino el “remanente” de
todos los tiempos, el “remanente” final*.36 Sin embargo, según 1QS 1:16-
20, otros judíos también podían unirse a la comunidad y, con ello, alcanzar
la salvación.37 Esta conciencia propia de remanente dio como resultado la
creación de una distancia social y física con respecto a la sociedad judía
mayoritaria.
(2) Qumrán representó una separación sectaria y geográfica con respecto a
Israel. Como hemos visto previamente, la literatura apocalíptica judía re
presenta una protesta intrasocial contra lo que se percibía como la apos-
tasía de Israel. Sin embargo, Qumrán llevó esa protesta contra la secu
larización de Israel un paso más allá: exigía la disociación del grueso de
la sociedad judía. Los documentos de Qumrán presentan la condición
de remanente y la pureza ritual como inseparables. Así, el concepto de
remanente en la literatura de Qumrán funciona como una intensificación
del sectarismo judío.38 Los adeptos de Qumrán practicaban una teología
segregacionista del remanente que los aislaba y, a su juicio, los protegía de
la maldad imperante de su época.39
La retirada de los integrantes de Qumrán al desierto fixe elegida por
su conexión con las profecías del Antiguo Testamento.40 Los juramenta
dos se veían a sí mismos como «hijos de la luz» (1QS 4: 22; 8: 1-5) que
estaban obligados a odiar a los «hijos de las tinieblas» (1QS 1: 3-4,9-10).
Resultaba vital la separación física de los mismos. Esta perspectiva de su
propia dedicación ascética surgió de la creencia en que Dios había elegido
a su comunidad y les había confiado secretos especiales (lQ pH ab 7: 4-5).
Solo ellos eran «los elegidos» (lQ Sa 2: 7), o sea, el remanente. Tan confiada
autoevaluación resulta evidente en el Salmo del Regreso del Rollo de la
Guerra: «Entre los pobres de espíritu [hay poder] sobre los duros de corazón,
y por lo perfecto del camino todas las naciones de maldad han llegado a su
fin: ni uno de sus poderosos se tiene en pie, pero nosotros somos el rema
nente [de tu pueblo]» (1QM 14: 7-8).
La interpretación como remanente también resulta evidente en el Do
cumento de Damasco: «Porque cuando fueron infieles y lo abandonaron,
ocultó de Israel y de su santuario su rostro y los entregó a la espada. Dejó
un remanente [ITHNCp {¿o^ér/í}] a Israel y no lo entregó para que fuera
destruido» (CD 1:3-5). Los adeptos de Qumrán creían que constituían un
remanente separado que Dios había dejado a Israel (CD 1: 7; 6: 2-3). De
hecho, si Israel se veía a sí mismo como el remanente de Dios, los adeptos
de Qumrán consideraban que eran lo que podríamos llamar «el remanen
te» del remanente (CD 1: 4). Podría concluirse que la «identificación pro
pia de las comunidades de Damasco como remanente supone una brecha
decisiva con el cuerpo del pueblo judío en su conjunto».41 Los adeptos
de Qumrán se veían a sí mismos como los portadores exclusivos de las
promesas del pacto (lQ pH ab 2: 3; CD 6:19; 8: 21; 19: 33-34).42 Eran los
que observaban los mandamientos de Dios a la expectativa de sus mesías
(1QS 5: 5-6; 8: 5-9; 9: 5; CD 3: 19). Su exclusiva forma de acatamiento
del pacto los llevaba a enjuiciar a sus compatriotas, tal como se señala en
el punto siguiente.
(3) Losjudíos ajenos a la secta de Qumrán estaban destinados a la destmcción.
El Documento de Damasco expresa la destrucción total que aguardaba a las
personas ajenas a su comunidad que no fueran miembros de la secta: «En él
hay paciencia y mucho perdón hacia los que se apartan de la transgresión;
pero [hay] fuerza, poder y mucha ira ardiente por mano de todos los ángeles
de destrucción hacia los que se apartan del camino y aborrecen el precep
to. No tendrán remanente ni sobreviviente alguno» (CD 2: 4-7). No tener
«remanente» alguno significaba que los violadores del pacto quedarían sin
posteridad y, a su vez, sin continuidad. Los juramentados de Qumrán veían
a todos los que estuvieran fuera de su comunidad como «hijos de las tinie
blas» que habían abandonado el pacto (CD 5: 11). Los ajenos al pacto (o
sea, israelitas apóstatas) serían aniquilados (1QS 3:20-21; cf. 1QM 3:9-19).
Entonces, lógicamente, si los judíos ajenos a su comunidad estaban perdidos,
a los gentiles les iría mucho peor.
41. Alex Deasley, The Shape o f Qumrán Theology [La forma de la teología de Qumrán]
(Carlisle, Cumbria: Paternoster Press, 2000), p. 89.
42. La lealtad al pacto significaba pertenencia al remanente fiel de Dios. Véase tam
bién E. P. Sanders, Paul and Palestinian Judaism [Pablo y el judaismo palestino]
(Filadelfia, Pensilvania: Fortress, 1977), pp. 245-257.
El rem anente en las obras apocalípticas judías no canónicas y en Qumrán 39
Resumen
El concepto de remanente en la comunidad del Mar Muerto operaba
siguiendo líneas sectarias exclusivistas. Los miembros de la comunidad de
Qumrán se veían como el remanente de Israel. Afirmaban reiteradamente
que gozaban de una condición especial ante Dios por su lealtad al pacto.
Los ajenos a su secta eran considerados apóstatas del pacto o gentiles. Los
apóstatas podían comprometerse con la comunidad del pacto, adoptar la
vida ascética de un juramentado y, con ello, convertirse en participantes de
la comunidad remanente. Los gentiles no podían unirse a la comunidad re
manente de Qumrán. Resulta muy llamativo que, en Qumrán, los ángeles
se unen a los «hijos de la luz» para entablar un combate que contribuye a
la derrota de los «hijos de las tinieblas» (1QM 1: 10; 7: 6; 19:1). En cam
bio, el Combatiente divino del libro de Apocalipsis es el Jinete del caballo
blanco (Apoc. 19: 11-21), que libra la batalla final contra el mal. Nunca
se presenta al remanente piadoso del Apocalipsis portando armas físicas.
Se enzarzan en la derrota del mal con medios no militares: con «la sangre
del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos» (Apoc. 12: 11). En
Qumrán, la victoria sobre los enemigos de Dios es lograda; en el Apocalip
sis, la victoria es recibida porque Dios libra la batalla contra sus enemigos.
III. Conclusión
Tras el período del Antiguo Testamento siguieron desarrollándose ideas
específicas relativas al remanente. Como puede observarse en la literatura
intertestamentaria aquí muestreada, aunque la conciencia propia de rema
nente conllevó numerosas repeticiones, las ideas formadas presentan un
retrato sustancialmente diferente del retrato presentado en las Escrituras.
La naturaleza incluyente del remanente fue sustituida en la literatura in
tertestamentaria con un sectarismo muy apasionado (CD 1: 4; 1QM 14:
8). En esta literatura se truncó la visión de un remanente incluyente por
un estrecho nacionalismo (Jub. 15: 26; 24: 28). De hecho, en la literatura
aparecen elementos definidamente contrarios a los gentiles, mientras que
en el Nuevo Testamento y, en particular, en el Apocalipsis, somos testigos
de la interacción de la fe cristiana con entornos gentiles y en el seno de los
mismos. Aunque la literatura intertestamentaria analizada contiene ele
mentos de una teología de la simiente, su idea es que la simiente garantiza
la supervivencia. El libro de Apocalipsis señala a «la descendencia de» la
mujer y a cuanto está relacionado con él como garante de la victoria sobre
el enemigo (Apoc. 12:17; 2:27-29; 12:11; 14:1-3; 15:1-4). En el período
El rem anente en las obras apocalípticas judas no canónicas y en Qumrán 41
1. Para una breve visión general sobre Jesús y el remanente, véase M. A. Elliott, «Is
rael», DJG, pp. 356-363; obsérvese también su sucinta referencia a «la persistente
cuestión de si Jesús se propuso, llamó o reunió un remanente, o de si este reman
ente era el resultado no intencional de su misión divisiva» (p. 362).
2. Rudolf Bultmann, «Die Frage nach der Echtheit von Mt 16, 17-19», ThBl 20
(1941): 265-279; Joachim Jeremías, The Parables o f Jesus [Las parábolas de Jesús]
(Londres: SCM, 1972), p. 223; Günther y Krienke, «Remnant, Leave» [Remanente,
dejar], N ID N TTE, t. 3, p. 253: «No puede hallarse en los Evangelios ni el concepto
veterotestamentario del remanente ni su homólogo judaico más restrictivo».
3. Elliott, «Israel», p. 361; véanse también Ben F. Meyer, «Jesus and the Remnant of
Israel», [Jesús y el remanente de Israel] JBL 84 (1955): 123-130; ídem, The Aims
o fJesús [Los objetivos de Jesús] (Londres: SCM, 1979); Hasel, «Remnant», ISBE,
t. 4, p. 134: «Aunque el sustantivo “remanente”está ausente de los Evangelios, el
concepto tiene un lugar prominente».
4. Se reconoce de forma generalizada la importancia de la Septuaginta [LXX] en la
conceptualization cristiana primitiva, por cuanto representa «el primer comentario
44 E l remanente
10. Así también Günther y Krienke, «Remnant», p. 248); por ejemplo, leimma se en
cuentra únicamente en 2 Sam. 21: 2 y 2 Rey. 19: 4, y solo el segundo versículo se
refiere a Israel.
11. Los adjetivos loipos y kataloipos aparecen más de 120 y 90 veces, respectivamente,
mientras que la forma verbal kataleipó es la más frecuente de todas: casi trescientas
veces (ibíd.).
12. G. F. Hasel, «Remnant», p. 130. Asimismo, en relación con Sofonías, George W.
Anderson, «The Idea of the Remnant in the Book of Zephaniah» [La idea del
remanente en el libro de Sofonías], A S T I11 (1977—1978): 12; Greg King, «The
Remnant in Zephaniah» [El remanente en Sofonías], BSac 151 (1994): 415.
13. Ya en Isa. 54: 9-11, se aplica a Jerusalén (e implícitamente a sus habitantes) la
«afianza de paz» (PER) con miras a su futuro glorioso.
14. David Winston, The Wisdom o f Solomon: A New Translation with Introduction and
Commentary [Sabiduría de Salomón: Una nueva traducción con Introducción y
comentario] (Garden City, Nueva York: Doubleday, 1979), p. 267, observa un
paralelo del Próximo Oriente antiguo: «El homólogo sumerio de Noé, Ziusudra,
es denominado, asimismo, “preservador de la simiente de la humanidad” {ANET,
p. 44)». Véase también Gerhard F. Hasel, The Remnant: The History and Theology
o f the Remnant Idea from Genesis to Isaiah [El remanente: La historia y teología
de la idea del remanente desde Génesis hasta Isaías] (Berrien Springs, Michigan:
Andrews University Press, 1972), pp. 135-147.
46 El remanente
Filón compara a Noé con un árbol que da tres «frutos» de Israel, es decir,
Abraham, Isaac y Jacob.15 Dado que su casa se mostró «digna de la gracia
divina», se convirtió en «una simiente y una chispa de una nueva raza de
la humanidad ».16 Este énfasis moralista continúa en los targumim, que
describen a Noé como uno que «anduvo en la reverencia del Señor»17 y
«perfecto en buenas obras».18
Como contrapunto a esta buena «simiente», la traducción de la Septua-
ginta introduce ocasionalmente la idea de la mala «simiente», no encontra
da en el texto hebreo.19 Al relatar la derrota de Og, rey de Basán, Moisés
dice: «Le batimos hasta no dejarle ni un superviviente [T"1Í¡J? [sSrid]]»
(Deut. 3: 3).20 La Septuaginta traduce la última parte del versículo «hasta
que no quedó ninguno de su simiente \sperma\», recalcando el total exter
minio de los enemigos de Israel, idea que también aparece en la interpreta
ción del Rollo de la Guerra sobre Números 24:17-19. El cetro mesiánico
«hará añicos los templos de Moab, [...] destruirá a todos los hijos de Set
[... y] exterminará al remanente [sSrid] de la ciudad» (1QM 11: 6-7).
También es interesante la versión de la LXX sobre los oráculos de Balaam,
en los que «el polvo de Jacob» se convierte en «la simiente de Jacob» y el
profeta ora: «Sea mi simiente como su simiente» (Núm. 23: 10). En otro
pasaje del Antiguo Testamento, Isaías 1 : 9, referido a la supervivencia de
Jerusalén de la invasión asiria, traduce «residuo» (sSrid) como «simiente»
(sperma): «De no habernos dejado el Señor de los ejércitos una simiente
[.. .]».21 Tal como ilustran estos ejemplos, el concepto de remanente llegó a
incluir la idea de conservar una «simiente santa».22
(2006): 25. Véase, en este volumen, Leslie Pollard, «El remanente en las obras
apocalípticas judías no canónicas y en Qumrán».
29. E. P. Sanders, Jesus and Judaism (Londres: SCM, 1985); James W. Watts, «The
Remnant Theme: A Survey of New Testament Research, 1921-1987» [El tema
del remanente: Un vistazo a la investigación del Nuevo Testamento], en Perspec
tives in Religious Studies [Perspectivas en estudios religiosos] 15 (1988): 109-129.
30. Véanse Bryan,Judgement [Juicio], pp. 114-128; pese a E. P. Sanders, Jesus, p. 226;
Richard A. Horsley, Jesus and the Spiral o f Violence: Popular Jewish Resistance in
Roman Palestine [Jesús y el espiral de violencia: Resistencia popular judía en la
Palestina romana] (San Francisco, California: Harper & Row, 1987), p. 211; Mar
tin Hengel, The Charismatic Leader and His Followers [El líder carismático y sus
seguidores] (Edimburgo: T. &T. Clark, 1981), pp. 59-60; Marius Reiser, Jesus and
Judgment: The Eschatological Proclamation in Its Jewish Context [Jesús y el juicio:
La proclamación escatológica en su contexto judío] (Mineápolis, Minnesota: For
tress, 1997), p. 313.
El rem anente en los Evangelios 49
31. Mateo 3: 1-12; Marcos 1: 2-8; Lucas 3: 1-18; Juan 1: 19-28. Darryl L. Bock,
Jesus According to Scripture: Restoring the Portraitfrom the Gospels [Jesús según la
Escritura: Restaurando el retrato de los Evangelios] (Grand Rapids, Michigan:
Baker Academic, 2002), p. 78: «Que el relato del ministerio de Jesús comenzó con
Juan era el punto de vista común de la iglesia (Hech. 1: 21-22; 10: 37)». Sobre las
diversas perspectivas, véase John R Meier, «John the Baptist in Matthew’s Gospel*
[Juan el Bautista en el Evangelio de Mateo],JBL 99 (1980): 384-386.
32. A diferencia de los rituales de purificación judíos, que eran autoadministrados (así,
la forma media (3a7rrío'WVTOi [baptisóntai] de Mar. 7: 4; cf. Luc. 11: 38), parece que
Juan era el agente activo en la inmersión de la gente (indicado por upo? [hymas\,
objeto directo del verbo activo de Mar. 1: 8a y paralelos), también implicado por
Juan 4:1-2, que no tendría que aclarar tal cosa si las inmersiones fueran autoadmi-
nistradas con la autoridad de Juan o Jesús; cf. Josefo, A nt. 18.116. Véanse también
Joan E. Taylor, The Immerser: John the Baptist within Second Temple Judaism [El
inmersor: Juan el Bautista en el judaismo del segundo templo] (Grand Rapids,
Michigan: Eerdmans, 1997), pp. 49-50; John P. Meier, A MarginalJew, Volume 2:
Mentor, Message, and Miracles [Un judío marginal, t. 2: Mentor, mensaje y mila
gros] (Nueva York: Doubleday, 1994), p. 51.
33. Motivo judío común, como resulta evidente, por ejemplo, en Eclesiástico 5: 6-7:
«No digas: “Su compasión es grande, él me perdonará la multitud de mis pecados”.
Porque en él hay misericordia, pero también hay cólera, y en los pecadores se de
sahoga su furor. No te tardes en volver al Señor, no lo difieras de un día para otro,
pues de pronto salta la ira del Señor, y perecerás al tiempo del castigo»; también
CD 19: 15-26, en el que resultan necesarias no solo la entrada en el «pacto de
conversión/arrepentimiento» (¡"DlEín IV“III [bryt tsbh], línea 16), sino también
separación del pecado para sobrevivir a la visitación de la ira de Dios.
34. Meyer, «Jesus and the Remnant», pp. 128-129, entiende que el mensaje de Juan
implica un «remanente abierto», a diferencia del concepto «cerrado» de los «grupos
50 El remanente
40. Por ejemplo, E. P. Sanders (véase la n. 24), N. T. Wright, Jesus and the Victory o f
God [Jesús y la victoria de Dios] (Mineápolis, Minnesota: Fortress, 1996), et al.
41. Puede encontrarse mucha bibliografía relativa a estudios eruditos sobre el Jesús
histórico (2045 entradas que abarcan el período de 1768 a 1996) en Craig A.
Evans, Life o f Jesus Research: An Annotated Bibliography [Investigación de la vida
de Jesús: Una bibliografía anotada] (Leiden: E.J. Brill, 1996).
42. La noción de «restauración» requiere una definición adicional. En la época de
Jesús había interpretaciones rivales de las tradiciones proféticas sobre este tema:
«Podría concebirse la restauración ya fuese como una vuelta a la fidelidad al pacto
o como el restablecimiento de las doce tribus y el dominio nacional» (Bryan, Jud
gement and Restoration, p. 107). Estos no son mutuamente excluyentes, tal como
señala el propio Bryan. También depende de cómo se conciba a «Israel».
43. Graham N. Stanton, «Aspects of Early Christian-Jewish Polemic and Apolo
getic», N T S 31 (1985): 377-392; Sanders, Jesus andJudaism, pp. 98-106.
44. Según parece, Watts, «Remnant Themes», pp. 118-119, considera que las expecta
tivas de remanente y restauración son mutuamente excluyentes, pero esto no es ne
cesariamente así. Véase, por ejemplo, BryanJudgement and Restoration, pp. 120-123,
quien, basándose en Marcos 9:12-13, defiende que Jesús consideraba la restauración
de Israel ya cumplida en cierto sentido a través de la predicación de Juan el Bautista.
45. Sanders, Jesus and Judaism, pp. 98-106; idem, The Historical Figure o f Jesus [La
figura histórica de Jesús] (Nueva York: Penguin, 1993), pp. 184-187.
46. Sanders, Jesus andJudaism, p. 98.
52 El remanente
47. John P. Meier, «The Circle of the Twelve: Did It Exist During Jesus’ Public
Ministry?» [El círculo de los Doce: ¿Existió durante el miniserio público de
Jesús?], JBL 116 (1997): 657. Véase también Joachim Jeremias, New Testament
Theology [Teología del Nuevo testamento] (Londres: SCM, 1971), pp. 233-234.
48. Meier, «The Circle of the Twelve», p. 657, n. 55, que también hace referencia a
ídem, A M arginalJew, t. 2, pp. 237-506. Tal como señala Meier en su artículo
(pp. 655-658), ambas formas del dicho conservan una referencia a «doce» («doce
tronos [...] doce tribus», Mat. 19: 28; «doce tribus», Luc. 22: 30), poniendo de
manifiesto que, en la visión escatológica de Jesús de un Israel restaurado, los Doce
habían de tener posiciones de autoridad.
49. Véase, además, Clinton Wahlen, Jesus and the Impurity o f Spirits in the Synoptic
Gospels [Jesús y la impureza de los espíritus en los Evangelios sinópticos] (Tubin-
ga: Mohr, 2004), p. 136.
50. Véanse Mateo 26:52 y Marcos 14:48, citados como prueba por Markus Bockmuehl,
ThisJesus: Martyr, Lord, Messiah [Este Jesús: Mártir, Señor, Mesías] (Downers Grove,
Illinois: Intervarsity, 1993), p. 118 (cf.211 n. 36).
El rem anente en los Evangelios 53
Jesús y el remanente
Jesús e Israel
Como en el caso de Juan el Bautista, la proclamación de Jesús se diri
gió a todo Israel. Si juzgásemos únicamente por los Evangelios sinópticos,
parecería que el ministerio de Jesús estuvo confinado fundamentalmente a
Galilea. Sin embargo, el Evangelio de Juan da testimonio de un ministerio
en Judea en una fase anterior de la labor de Jesús y muestra que esta labor
tuvo un marco temporal mayor de lo que podría inferirse de las tradicio
nes sinópticas por sí solas.sl Además, Lucas y Juan muestran que Jesús se
preocupó también por la inclusión de los samaritanos (Luc. 9: 52; Juan; 4:
4; (f. 8 : 48, pero también Mat. 10:5). Tomada en su conjunto, la evidencia
apunta a una inquietud por todo Israel, al menos en sentido geográfico.5152
De hecho, los viajes de Jesús a zonas cercanas a Tiro y Sidón y a Decápolis,
al otro lado del Mar de Galilea, pueden sugerir una noción expansiva de
los límites de Israel; también, posiblemente, la reconstitución de Israel para
que incluyera a los gentiles.53
Además, como ocurrió con el Bautista, Jesús habló abiertamente con
grupos grandes y diversos de personas que incluían las categorías de los
51. Véase D. Moody Smith, «John: A Source for Jesus Research?» [Juan: Una fuente
parala investigación sobre Jesús], en John, Jesus, and History, Volume 1: CriticalAp
praisals o f Critical Views [Juan, Jesús, e historia, volumen 1: Evaluaciones críticas
de puntos de vista críticos], Paul N. Anderson, Felix Just y Tom Thatcher, eds.
(Atlanta, Georgia: SBL, 2007), p. 171.
52. Aunque a menudo se ha cuestionado el Evangelio de Juan como fuente de tradi
ciones históricas de Jesús, la erudición más reciente ha encontrado cada vez más
razones para considerar que surgió de antiguos recuerdos de Jesús independientes
de los conservados en los Sinópticos. Véanse, por ejemplo, John P. Meier, A Mar
ginal Jew: Rethinking the Historical Jesus, Volume 1: The Roots o f the Problem and
the Person [Un judío marginal: Repensando el Jesús histórico, volumen 1: Las
raíces del problema y la persona] (Nueva York: Doubleday, 1991), pp. 44-45; F. J.
Moloney, «The Fourth Gospel and the Jesus of History* [El cuarto Evangelio y el
Jesús de la historia], N T S 46 (2000): 42-58; James D. G. Dunn,Jesus Remembered
[Jesús recordado] (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 2003), pp. 165-167; Paul
N. Anderson, The Fourth Gospel and the Questfo r Jesus [El cuarto Evangelio y la
búsqueda de Jesús] (Nueva York: T. &.T. Clark, 2006); y, ahora, los estudios pro
ducidos por el grupo de la SBL del mismo nombre, John, Jesus, and History (véase
la n. 51, supra, para una información bibliográfica completa).
53. Wahlen, Jesus and the Impurity o f Spirits, pp. 130-131 y n. 119; Dunn, Jesus Re
membered, pp. 322-323.
54 El remanente
privilegiados, las mujeres como seguidoras y los marginados.54 Por una parte,
la proclamación del evangelio de Jesús era un llamamiento generalizado al
arrepentimiento (Mar. 1:15; cf. Mat. 3: 8 y paralelos).55 Sin embargo, como
en la respuesta al llamamiento de Juan,56 los cuatro Evangelios también dan
testimonio del rechazo a la proclamación de Jesús por parte de la mayoría de
Israel.57 Esto plantea un problema si entendemos que la proclamación del reino
de Jesús es escatológica: ¿Por qué no culminó en un Israel nacional restaurado?58
Tal como hemos mencionado en relación con la promesa de sentarse en
doce tronos,59 existe evidencia de que la proclamación de Jesús preveía más
que un mero avivamiento de la nación basado en la ética del reino: habría
un juicio y una separación, usando un lenguaje similar a lo que encontra
mos en labios de Juan el Bautista.60 La similitud entre los mensajes de Juan
y Jesús con respecto al juicio salta a la palestra con claridad máxima en la
54. Algunos de los discípulos de Jesús parecen haber tenido un acceso privilegiado a
los sacerdotes gobernantes (concretamenteJudas Iscariote; el discípulo amado, so
bre el cual véanse Oscar Cullmann, Derjohanneische Kreis [Tubinga: Mohr, 1975],
pp. 67-88, quien lo considera el testigo fundamental que está detrás del cuarto
Evangelio; Richard Bauckham, Jesus and the Eye-witnesses: The Gospels as Eyewit
ness Testimony [Jesús y los testigos oculares: Los Evangehos como testimonios de
testigos oculares] (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 2003), pp. 82-115, quien
entiende que este discípulo es antiguo, pero ajeno al círculo de los Doce; Craig S.
Keener, The Gospel o f John:A Commentary [El Evangelio de Juan: Un comentario]
(Peabody, Massachusetts: Hendrickson, 2003), pp. 82-115, quien defiende con de
talle el punto de vista tradicional de que este discípulo es Juan el hijo de Zebedeo).
Otros seguidores bien situados incluyen al propietario del aposento alto (Mar.
14: 12-16), a José de Arimatea (Mar. 15: 43; Juan 19: 38), a las mujeres capaces
de proporcionar apoyo económico, incluyendo a Juana, esposa del intendente de
Herodes (Luc. 8:2-3; 24:10, sobre la cual véase Dunn,Jesus Remembered, pp. 322,
534-537); y, según lo expresa Dunn (p. 540), «fariseos comprensivos» (Luc. 7: 36;
11: 37; 14:1). Incluso un recaudador de impuestos aparece en la lista de los Doce
dada por Mateo (10: 3; cf. 9: 9; Mar. 2: 14), igual que un zelote llamado Simón
(Mat. 10:4; cf. Mar. 3 :18/Luc. 6:15).
55. Jeremías, New Testament Theology, pp. 152-156; Dunn, Jesus Remembered, p. 499);
pese a Sanders, Historical Figure o f Jesus, p. 233, quien afirma que Jesús «no fue un
reformador que tuviera el arrepentimiento en su punto de mira».
56. Mateo 21: 42; Lucas 7: 32-35. Véase Dunn,/««r Remembered, pp. 722-723,797.
57. Meier, A MarginalJew, 1.1, p. 177.
58. Una solución, por supuesto, es la de Albert Schweitzer: Jesús no logró precipitar
el escatón, sobre lo cual véase el capítulo titulado «Did Jesus Fail? [¿Falló Jesús?]»
en Bockmuehl, ThisJesus [Este Jesús], pp. 77-102.
59. Véase la n. 43, supra.
60. Este juicio escatológico incluye la noción de «inversión escatológica» descrita por
Dunn,/«¡¿í Remembered, pp. 412-417, pero va más allá; tampoco es una autorre-
El rem anente en los Evangelios 55
letanía de dichos que sigue a la controversia sobre Beelzebú (Mat. 12: 30-
45 y paralelos), empezando por la afirmación de que «el que no está con
migo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama» (12: 30; cf.
3: 12). Sigue con advertencias sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo
(12: 31-32; cf. 3: 11), un árbol y su fruto (12: 33-37; cf. 3: 8 ,10), la señal
de Jonás (12: 38-42) y el regreso del espíritu inmundo (12: 43-45). Como
resulta evidente por las referencias citadas, la mayor parte de estos dichos
tienen su paralelo ya en la proclamación de juicio por parte de Juan el
Bautista.61 Según lo presentan los relatos de los Evangelios, esta separación
comienza ya en un sentido muy real con la reunión de los que eligen seguir
a Jesús, la «familia» espiritual de este (Mar. 3: 31-35) y las revelaciones
exclusivas a los Doce en reconocimiento de que muchos no aceptaban su
evangelio del reino (4 :11-12).62
Las implicaciones de la exclusividad y el carácter definitivo de la proclama
ción de Jesús, centradas no en tomo al templo, sino a él mismo, constituían la
causa de oposición más probable.63 La entrada triunfal de Jesús y la asunción
de autoridad en el templo pusieron a los dirigentes religiosos frente a frente
con esta cuestión de la autoridad. Vemos la extrapolación de su rechazo de él
en las parábolas de juicio (por ejemplo, Mat. 22: 11-14; 25: 1-13),64 pero la
perspectiva de muchos no dispuestos a aceptar su proclamación se sugiere ya
ferencia a la muerte del propio Jesús ni ha de ser relegado al juicio final al término
de la historia (como también defiende Dunn, pp. 808,420-425).
61. Además, véase Wahlen,/erztf and the Impurity o f Spirits, p. 128. Algunos de estos
paralelos podrían ser explicables por la tendencia de Mateo a poner en paralelo
a Jesús y Juan el Bautista (véase Meier, «John the Baptist in Matthew», pp. 383-
405), pero no todos (según reconoce el propio Meier, ibid., p. 398, n. 50).
62. Según el relato de Marcos, parece que la oposición lleva directamente a que Jesús
enseñe en parábolas (3: 23; 4: 2). No podemos entrar aquí a discutir el papel de las
expectativas isaianas de rechazo (Isa. 53:1; cf. Juan 12:38), pero, en vista de la carac
terización de su ministerio por parte de Jesús en términos completamente isaianos
(por ejemplo, Luc. 7: 22-23 y paralelos), sería sorprendente que no lo encontrase
significativo cuando se intensificó la oposición a su proclamación (así, por ejemplo,
Bockmuehl, This Jesus, pp. 90-91, pero cf. Dunn, Jesus Remembered, pp. 809-818).
Según nos recuerda Horst Dietrich Preuss (Old Testament Theology, [Teología del
Aniguo Testamento] 1.1 [Louisville, Kentucky: Knox, 1995], p. 56), Isaías de Jeru-
salén respondió a la incredulidad generalizada de su mensaje profético reuniendo en
torno a sí discípulos fieles (Isa. 8:16,18).
63. Véase Sanders, Historical Figure o f Jesus, pp. 236-237.
64. En el contexto del episodio del templo, las parábolas contienen un juicio implí
cito sobre los dirigentes de Israel (especialmente Mar. 12: 1-12); véase, además,
Clinton Wahlen, «The Temple in Mark and Contested Authority» [El templo en
Marcos y la autoridad impugnada], Bibint 15 (2007): 248-267.
56 El remanente
65. Así Meyer, «Jesus and the Remnant», p. 127, y, en fecha muy reciente, Bryan,
quien distingue entre Jesús y Juan a base de la distinción hecha por Hasel entre un
remanente fiel y el remanente escatológico, extendiendo Juan un llamamiento al
primero para que saliese, y comprendiendo el segundo a aquellos que respondier
on al mensaje del reino proclamado por Jesús (Judgement and Restoration, pp. 117,
239). La crítica de Watts («Remnant Themes», especialmente p. 112) se tambalea
al no considerar la noción de un remanente fiel en su estudio de los remanentes
histórico y escatológico.
66. Para la distinción entre los remanentes histórico, fiel y escatológico y una consi
deración más detallada del concepto de remanente en el AT, véase Hasel, «Rem
nant», pp. 130-134 y Tarsee Li, «El remanente en el Antiguo Testamento», en este
volumen. Según señala Meyer («Jesus and the Remnant», p. 127), «en la literatura
bíblica y en la extrabíblica, en todas partes, siempre y sin excepción, el remanente
está definido por el juicio». Aunque Meyer también considera la verdad inversa
(es decir, que la mención de juicio presupone la existencia de un remanente), esto
no es necesariamente así, sino que debería estar señalado por la presencia de ter
minología relevante.
El rem anente en los Evangelios 57
Jesús.67 Lucas 12:51 sugiere que Jesús no solo preveía, sino que se proponía
que su ministerio causase división: «¿Creéis que estoy aquí para dar paz a
la tierra? No, os lo aseguro, sino división» (cf. Mat. 10: 34). Pasando a una
consideración de posibles imágenes y terminología de remanente en los
Evangelios, veremos indicaciones de que así es realmente.68
En la primera parte de este estudio, que abordaba el material relevan
te de antecedentes judíos del concepto de remanente, descubrimos que la
terminología de la Septuaginta se centra más en torno a diversas formas
de loipos («otro», «el resto»), a indicaciones de pequeñez y a la teología de
la «simiente», además de la terminología esperada de leimma («remanen
te»). Esto es significativo porque, como también hemos observado, la Sep
tuaginta da testimonio de reflexiones judías en desarrollo sobre la Biblia
hebrea de tipo similar a los visibles en la literatura de Qumrán y de los tár-
gumes árameos, indisputable y genuinamente judía. Ahora sabemos que la
antigua distinción erudita entre judaismo helenístico y palestino es insos
tenible.69 Por lo tanto, no debería causar sorpresa encontrar ideas similares
sobre el remanente en varios escritos judíos, ya se originasen en la tierra de
Israel o en la diáspora, ya estén escritos en hebreo, arameo o griego.70
1 . El término loipos («otro», «el resto») se encuentra trece veces en los
Evangelios, normalmente con un sentido negativo.71 Hay al menos una
excepción notable en Lucas.72 En la parábola del fariseo y el publicano,
ellos en Galilea. Pero el versículo 11 indica que los que oyeron este relato lo con
sideraron «desatinos».
73. «Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos» (Mat. 22: 14; cf. 19: 30;
20:16); Dios envía a sus ángeles a juntar «a sus elegidos» (Mat. 24: 31).
74. Cf. la referencia a los «hijos de la luz» y los «hijos de las tinieblas» en los escritos
de Qumrán (por ejemplo, 1QS 1: 9-10).
El rem anente en los Evangelios 59
75. Sobre que los antecedentes judíos de ekklésia provengan del uso hebreo de
7tf¡?[yátá/|, véase K. E. Stendahl, «Kirche im Urchristentum», en Religion in Ge-
schichte und Gegenwart, t. 3, K. Galling, ed. (Tubinga: Mohr, 1959), cois. 1297-1304.
76. Kenneth Mulzac, «The Remnant and the New Covenant in the Book of Jere
miah» [El remanente y el Nuevo pacto en el libro de Jeremías], AUSS 34 (1996):
242, vincula estos versículos con la mención de un remanente en 23: 4 con la re
presentación de la iniciativa divina en una nueva obra de conservación y salvación.
77. Véase Kenneth D. Mulzac, «The Remnant of My Sheep: A Study of Jeremiah 23:
1-8 in its Biblical and Theological Contexts* [El remanente de mis ovejas: Un
studio de Jeremías 23:1-9 en su contexto bíblico y teológico], JATS 13/1 (2002):
138-141.
78. Cf. King, «Remnant», p. 415, sobre el «concepto» de remanente en estos versículos.
60 El remanente
Conclusión
Este estudio de los Evangelios ha examinado hasta qué punto puede atri
buirse a Jesús el concepto de un remanente. Una comparación de la termino
logía del remanente usada en la literatura judía con los Evangelios muestra
que puede hallarse un uso similar en los dichos de Jesús. Además, hemos
observado que las proclamaciones de Juan el Bautista y Jesús comparten al
gunos rasgos comunes relevantes para este estudio. En particular, ambos se
dirigieron a Israel en su conjunto y, no obstante, precipitaron también una
mayor división dentro de Israel por las respuestas individuales a sus mensa
jes. También hicimos notar una similitud en sus respectivas proclamaciones
de juicio, incluyendo el uso de la misma iconografía: reunión y esparcimien
to, árboles y fruto, separación del trigo de la paja, etcétera. Tanto Juan como
Jesús emplearon esta iconografía en el contexto de la oposición a sus procla
maciones. Estas consideraciones sugieren que en ambos casos operaba una
teología de remanente. Resulta intrigante que sus proclamaciones también
aporten un elemento de inclusión al concepto de remanente fiel.
La diferencia fundamental entre ellos es que, mientras que el horizonte
de la proclamación de Juan el Bautista era futuro, Jesús relacionó el juicio
con su proclamación del reino como una realidad presente, así como futura,
y que la respuesta presente que le diera Israel sería un factor decisivo en el
juicio. A la vez, la proclamación de Jesús también estaba relacionada con la
esperanza profética de la restauración de Israel. La teología de remanente
y las esperanzas de restauración se combinan de forma paradójica en las
actividades y los dichos de Jesús. Por una parte, el envío de los apóstoles en
una misión ante Israel sugiere la restauración, aunque incluso esto depende
de la respuesta de la gente. Por otra parte, el llamamiento y la misión de
los Doce parecen representar los inicios de un remanente sacado de Israel
fundamentado en la respuesta de cada cual a Jesús. La elección de un re
manente parecería implicar un juicio negativo sobre Israel. No obstante,
El remanente en los Evangelios 61
1. Véase un estudio excelente de la forma en que Pablo aborda el tema del tropiezo
de Israel en Krister Stendahl, PaulAmong Jews and Gentiles [Pablo entre judíos y
gentiles] (Rladelfia: Fortress Press, 1976), pp. 78-96.
64 E l remanente
Israel de fe:
Israel biológico
«Un remanente escogido por gracia»
o l í oí [ou boi] (no los) [ex] (de) Israel, es decir, [sino] o ü t o i [boutoi] (los de) Israel
el Israel biológico (9: 6b) es decir, según la promesa (9: 6b)
[no] cnrépfza [sperm a] (simiente) de Abraham [sino] r é x v a [tekna] (hijos) de Abraham (hijos en 9: 7a)
(simiente = descendientes en 9: 7a) ’Ev '\a a a x [en Isa a k ] está la sperma (simiente) (9: 7b)
no los réxva aapx.bc; [te k n a tés sarkos] (hijos [sino los] TÉxva roü 0eou [tek n a to u tbeou] (hijos de
de la carne) 9: 8a Dios) (9: 8b) = r é x v a rrfc £7rayyeAías [tek n a tés epagge-
lias] (hijos de la promesa) (9: 8c) = sperma (simiente) [de
Abraham] (9: 8c)
no Epywv [ex ergón\ (por obras) (9: 12a) s in o e x r o u x aA ouvros [ek to u kalountos] ( p o r el q u e lla m a )
(9 : 1 2b)
por la (ráp! [sarx\ (carne), el Spyov \ergon] (la obra), el déXovrag [thelontas]
(el dispuesto) y el Tpéxpvrag [trejontas\ (el que corre). Sin embargo, en la
reconstrucción paulina de Israel, los hijos de Dios son aquellos que, por
la gracia, fueron más allá de cualquier dependencia de una elección histó
rica colectiva como medio de salvación (Rom. 9: 8 ,11; cf. 9: 32; 11: 6 ). En
Romanos 9: 6-9, cmép\m [sperma] («simiente») denota fundamentalmente
a los descendientes de Abraham a través de Isaac, el hijo de la promesa.
A la vez, el evangelio de Pablo afirma que Dios, en cumplimiento de las
promesas del Antiguo Testamento, amplió el remanente de los judíos fieles
del pacto llamando también a los gentiles (Rom. 3:29-30; 9:24; 10:10-13;
Gál. 3:28-29).10 Esta comunidad ampliada es posible por la existencia del
remanente fiel de Israel.
Pablo cita Génesis 21: 12 para validar su argumento. El pasaje está
extraído textualmente de la LXX para afirmar que solo en Isaac está la
llamada «simiente».11 Isaac representa al hijo de la promesa del pacto.12
Sintácticamente, como se usa en este versículo, la preposición áv [en] es
restrictiva: «solo en Isaac». Isaac hace de símbolo de los nacidos por la
«promesa» dentro del Israel de fe.
El segundo texto del que Pablo se adueña en Romanos 9: 13 es Mala-
quías 1 : 2-3. Las palabras áycwráw [agapaó] y picíco [miseá] («amar» y
«odiar») forman una antítesis encontrada con frecuencia en los escritos
hebreos (Deut. 21: 15; 22:13; 24: 3; Jue. 14:16; Prov. 13: 24; 15: 32; Mal.
1: 2-3) y no debe interpretarse como odio literal. «Amé a Jacob» (es decir,
lo escogí) y «odié a Esaú» (JER, es decir, no lo escogí) demuestra «que
la elección depende de la acción divina, no de la humana».13 Este pasaje
demuestra la libertad y la soberanía de Dios en la elección de Israel. Igual
que Jacob fue objeto de preferencia antes de su nacimiento y con inde
pendencia de su conducta posterior, también Israel había sido escogido de
forma similar. De ahí que la libertad de Dios de mantener su pacto por su
propia prerrogativa con independencia del empeño (es decir, la observancia
14. Véase también Jerome H. Neyrey, Paul in Other Words:A Cultural Reading o f His
Letters [Pablo en otras palabras: Una lectura cultural de sus Epístolas] (Louisville,
Kentucky: Westminster/John Knox, 1990), pp. 69-63. Escribe: «Pese a lo mucho
que defiende la fidelidad de Dios a sus promesas [...] Pablo también defiende la
libertad de Dios de ser misericordioso hacia un nuevo pueblo: los gentiles».
15. Véase Ronald E. Clements, Abraham and David: Genesis X V and Its Meaningfor
Israelite Tradition [Abraham y David: Génesis 15 y su significado para la tradición
israelita] (Naperville, Illinois: Alec R. Allenson, 1967), pp. 47-60. Clements seña
la la preferencia por Abel en detrimento de Caín, la de Isaac con respecto a Ismael,
la de José con respecto a sus hermanos, la de David con respecto a los suyos, y la
de Salomón sobre sus hermanos en la línea sucesoria al trono.
16. George E. Ladd, Theology o f the N T [Teología del Nuevo Testamento] (Grand
Rapids, Michigan: Eerdmans, 1974), p. 108.
17. Véanse Kásemann, Romans, p. 274; Aageson, «Typology», pp. 56-57; Christopher
D. Stanley, Paul and the Language o f Scripture: Citation Technique in the Pauline
Epistles and Contemporary Literature [Pablo y el lenguaje de la Escritura: Técnica
de citación en las Epístolas paulinas y literatura contemporánea] (Cambridge:
Cambridge University Press, 1992), p. 110.
18. Douglas Stuart, Hosea-Jonah [Oseas-Jonás] (Waco,Texas: Word Books, 1987), p. 37.
68 E l remanente
19. Tras añadir detalles sobre la libertad que Dios tiene de mostrar misericordia (Rom.
9:19-26) de una forma que le permite salvar a los gentiles, Pablo invoca una pa
labra del léxico de remanente de la LXX (TM ”il$Cp [5aJar], LXX xaTÓXeippa
[kataleimma\, UTréXsippa [hypo/eimma]) en 9:27. Cita Isaías 10: 22-23. «También
Isaías proclama acerca de Israel: “Aunque el número de los hijos de Israel fuera
como la arena del mar, tan solo to xaxáXeififia auTwv ercodrioerai [to kataleimma
autón sothésetai\ (el remanente será salvo)”».
20. 31271 [yasüb] puede designar un regreso físico o un cambio de postura medi
ante arrepentimiento. Véase Jacob Milgrom, «Repentance in the Old Testament»
[Arrepentimiento en el Antiguo Testamento], IDBSup, pp. 736-738. Sin embar
go, esto podría ser un juego de palabras con el nombre del hijo de Isaías en Isaías
7:3. Véase John D. W. Watts, Isaiah 1—33 (Waco, Texas: Word, 1985), pp. 90-91.
21. Dunn, Romans, p. 572, observa que «krazei no es meramente estilístico, sino que
probablemente indique un grado de intensidad o de urgencia».
22. Cranfield, Romans, t. 2, p. 501.
23. Schrenk,«Letmma», p. 213: «El novedoso giro de Pablo es que el remanente ahora
está relacionado únicamente con el Cristo que ha aparecido. El remanente tiene
su existencia solo en él. Consiste no solo en los que son fíeles a Yahveh, sino más
bien en los que creen en la justicia de Dios en Cristo».
24. Aageson, «Typology», p. 57.
El rem anente en el pensamiento paulino 69
25. Joseph A. Fitzmeyer, Romans: A New Translation with Introduction and Commen
tary [Romanos: Una nueva traducción con introducción y comentario] (Nueva
York: Doubleday, 1993), p. 574, señala que Israel merecía la misma suerte que
Sodoma y Gomorra, pero Dios dejó un «remanente» y, así, fue preservado.
26. Véanse también Charles K. Barrett, A Commentary on the Epistle to the Romans
[Un comentario sobre la Epístola a los Romanos] (Londres: Black, 1991), p. 178;
Dunn, Romans, p. 574; Cranfield, Romans, t. 2, p. 503.
27. En Apocahpsis 12:17, observamos que las teologías de la «simiente» y el «rema
nente» se unen en la guerra escatológica del Apocalipsis.
28. Thomas R. Schreiner, Romans (Grand Rapids, Michigan: Baker, 1998), p. 529:
«Como vimos en la exposición de Rom. 9:6-9, el término sperma se refiere a israe
litas que son realmente hijos de Abraham, hijos genuinos de Dios. Es meramente
otra manera de describir al remanente del versículo 27». Véase también John Paul
Heil, «From Remnant to Seed of Hope for Israel» [Del remanente a simiente de
esperanza para Israel], CBQ 64 (2002): 718-720.
29. Schreiner, Romans, p. 529. Cf. Barrett, Romans, p. 178. También Dunn, Romans,
p. 574. En Gálatas 3: 29 encontramos la argumentación de Pablo en pro de la
clasificación de los creyentes gentiles como «descendencia de Abraham y he
rederos según la promesa» (NVI).
70 E l remanente
versículos 8-10, Pablo usa pasajes tomados de las tres secciones del Anti
guo Testamento: la Ley (cf. Deut. 29: 4), los Profetas (cf. Isa. 29:10) y los
Escritos (cf. Sal. 69: 22-23). Suscita la pregunta esencial —«¿Ha desecha
do Dios a su pueblo?»— , y la responde Su primera prueba es pro hominem\
«También soy israelita [...]».3° Como judío mesiánico, Pablo apela a su
propio linaje para demostrar que Dios no ha rechazado a Israel.3031
En su siguiente afirmación, Pablo echa mano de un episodio del Antiguo
Testamento: la súplica de Elias contra Israel. La alusión a Elias en Romanos
11:4 simplemente ilustra dos cosas. En primer lugar, Pablo mantenía que par
te de Israel era apóstata y, en segundo lugar, que Dios había escogido un rema
nente.32 En Qumrán, el concepto de remanente se basa en la obediencia a la ley.
En cambio, Pablo afirma que por la «gracia» se ha preservado un remanente
auténtico. La correlación establecida por Pablo entre Israel (y, por implicación,
su propio ministerio33) y Elias esclarece su concepción de que los creyentes
en Cristo son similares a los fieles de la época de Elias. De forma análoga a
la época de Elias, cuando Dios no desechó a su pueblo, tampoco lo ha hecho
év tu vOv xaipco [en tó nun kairó\ («en este tiempo», 11 : 5). Así, Home tiene
razón cuando escribe que «la salvación de un remanente pequeño de entre la
masa total es pmeba abundante de que el verdadero pueblo de Dios no ha sido
desechado, no está desechado ahora ni lo será nunca».34
30. Cranfield, Romans, t. 2, p. 543, escribe que Pablo argumenta como sigue: «Es muy
poco probable que Dios hubiese escogido a un judío para que fuese su apóstol es
pecial a los gentiles si hubiese desechado a su pueblo, los judíos». Véanse también
Hendriksen, Exposition o f Paul’s Epistle to the Romans [Exposición de la Epístola
de Pablo a los Romanos] (Grand Rapids, Michigan: Baker, 1980), p. 361; Káse-
mann, Romans, p. 299.
31. Véase James D. G. Dunn, Theology o f the Apostle Paul [Teología del apóstol Pablo]
(Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1998), pp. 520-521.
32. Kasemann, Romans, p. 301.
33. Véase Johannes Munck, Christ and Israel:A n Interpretation o f Romans 9-11 [Cristo
e Israel: Una interpretación de Romanos 9-11] (Filadelfia, Pensilvania: Fortress,
1967), p. 13, donde muestra que la analogía con Elias es llamativamente homologa
al ministerio del apóstol Pablo en su relación con Israel y los gentiles. Dice: «Y
así como Elias volvió de su estancia entre los gentiles para ajustar cuentas entre
Baal yjehová, [...] Pablo recorre ahora su camino,procedente de los gentiles, para
que pueda mostrarse al obstinado Israel la obediencia de fe tal como se encuentra
entre los creyentes gentiles».
34. Charles Home, «The Meaning o f the Phrase “And Thus All Israel Will Be Saved”»
[El significado de la frase «todo Israel sera salvo»], JE TS 21 (1978): 330.
El rem anente en el pensamiento paulino 71
III. Conclusión
En los escritos de Pablo se explicita la doctrina del remanente abierto
cuando Pablo se enfrenta a la cuestión de la relación entre la fidelidad de
Dios y el rechazo del Mesías por parte de Israel. En Pablo encontramos la
doctrina explícita de un remanente fiel consistente en judíos creyentes a los
que se han unido gentiles creyentes. Se les otorgaron los títulos contractua
les del Israel nacional y, por ello, fueron colocados de lleno en la corriente
de la actividad soteriológica de Dios. En Romanos, Pablo usó sin reservas
un lenguaje explícito de remanente, dado que los lectores que tenía por
destinatarios en Romanos estaban fuera de la tierra de Israel. Además, tal
lenguaje aseguraba con claridad a los lectores judíos de Pablo en Roma que
la salvación prometida a Israel era posible, pero a través de Cristo. Pablo
hizo esto en Romanos 9-11 usando el lenguaje del remanente.
35. Paul Achtemeier, Romans (Atlanta, Georgia: John Knox, 1985), p. 180, comenta:
«¿Cuál fue el propósito del endurecimiento de Israel? ¿Se endureció para que Dios
pudiera tener una excusa para condenarlo? Según lo enmarca Pablo, “¿Será que
los israelitas, al tropezar, cayeron definitivamente?” (vers. 11). La respuesta a esa
pregunta está clara, y es terminante: ¡No! Si así fuera, el propósito final de Dios no
sería la gracia, y su elección serviría a fines distintos de la redención. Antes bien, el
tropiezo de Israel fue la ocasión para que la redención se abriera a los gentiles».
36. Schrenk,«Leimma», p. 212.
37. D. G. Johnson, «The Structure and Meaning of Romans 11» [La estructura y el
significado de Romanos 11], CBQ 46 (1984): 99, afirma con mucha perspicacia
que «el remanente no servía de testimonio de la fidelidad de ciertos individuos (y,
así, por implicación, del rechazo de otros), sino de testimonio de la fidelidad de
Dios y de sus fines electivos para Israel».
Capítulo V
1. Ver Tarsee Li, «El remanente en el Antiguo Testamento», en este tomo; y F. Drey
fus, «Reste d’Israél», DBS, 1.10, cois. 414-437.
2. Ver Leslie Pollard, «El remanente en las obras apocalípticas judías no canónicas y
en Qumrán», en este tomo; y Richard Lehmann, «L’Église du reste», en L ’Eglise
de Jésus-Christ: Sa mission et son ministére dans le monde (Dammarie-lés-Lys: Vie
et Santé, 1995), p. 83.
3. Ver los capítulos 3 y 4 de este tomo.
74 El remanente
4. Pablo usa otras dos palabras griegas: Xsigga \leimma\ en Romanos 11: 5, e
U7ráAei(¿|xa \hypoleimma\ en Romanos 9: 27.
5. Con Ekkehardt Mueller, «The End Time Remnant in Revelation* [El remanente
del tiempo del fin en Apocalipsis], JATS 11 (2000): 189.
6. Véanse Li, «El remanente en el Antiguo Testamento», en este tomo; y Dreyfus,
«Reste», DBS, 1.10, cois. 414-437.
7. Véase Hasel, Remnant, p. 386.
8. Dreyfus lo llama remanente de elite. Se centra en el vocabulario de remanente
(«Reste» col. 433).
El rem anente en el libro de Apocalipsis 75
te de elite coexiste con los otros miembros del pueblo, que parecen
muertos espiritual, aunque no físicamente, igual que el remanente su
perviviente.9
El concepto de un remanente escatológico es muy común en el libro de Apo
calipsis. Reúne aspectos de los dos puntos de vista precedentes y es, de hecho,*14
9. Ibíd., col. 432. Para reforzar el concepto, nos gustaría referirnos al uso del término
«generación», común en el Antiguo Testamento. No solo designa a un pueblo de
un período particular, sino que tipifica a un grupo transgeneracional, normalmen
te de manera peyorativa. Por ejemplo, Salmos 78: 8 se refiere a la «generación terca
y rebelde», implicando múltiples generaciones. Asimismo, en Proverbios 30: 11-
14 la «generación» abarca siglos. La literatura rabínica habla de la generación de
infieles, que abarca todos los tiempos. Incluye la de Caín, la de los antediluvianos,
la de los desaparecidos en el desierto. De aquí que se considere que el justo Noé no
perteneció a la generación del diluvio (Gen. Rab.XXX l/62a). Es un supervivien
te, en otros lugares, Moisés, Josué y Caleb son rescatados de la generación malvada
del desierto. Las numerosas referencias pueden encontrarse en Evald Lóvestam,
«The hé genea auté\ Eschatology in Mk 13, 30 par.», en L'Apocalypse johannique
et l ’apocalyptique dans le Nouveau Testament, J. Lambrecht, ed. (Lovaina: Leuven
University Press, 1980), pp. 403-413.
En cambio, la generación fiel se establece en la obediencia (Jub. 20: 3). Una «ge
neración de luz» se sentará en un trono de luz (1 Enoc 108: 11). Ese mismo libro
divide la historia en siete semanas. La séptima semana produce una generación
perversa de la que «surgirán los justos como testigos de la verdad» (1 Enoc 93:
4-10). Así, encontramos en esa literatura ambos conceptos de «generaciones» en
tremezclados en todas las épocas: la generación adúltera y malvada, y el «remanen
te» fiel.
Los esenios de Qumrán constituían una comunidad angustiada por inquietudes
escatológicas. Estaban convencidos de que eran el auténtico remanente, poseedores
de la verdad vital que Dios había ordenado para «el tiempo del fin». Se conside
raban un «remanente» privilegiado, deseado por Dios para proclamar la «verdad»
(Regla de la Guerra XIIL8-9). Este «remanente» pretendía ser distintivo por la
pureza y la santidad en medio de una generación perversa (Himnos VI.8-9). Se
dedicaban al estudio de la profecía, a la proclamación del Mesías venidero, del fin
de este mundo malvado y del establecimiento de un nuevo sistema de culto.
Eran reconocibles por su fidelidad a los mandamientos de Dios y por ser particu
larmente meticulosos en la observancia de las grandes solemnidades y otras nor
mas de verdades que se esperaba que produjeran longevidad y felicidad. De alguna
manera, les fueron reveladas las verdades perdidas y olvidadas de Israel para vivir
por ellas y dar testimonio de ellas (CD 12-16). Aunque consideraban que otros
creyentes eran infieles y estaban malditos por pertenecer a una religión impura y
mancillada, se consideraban a sí mismos los gloriosos representantes de la gracia
divina (CD XIII.2-9). El marco escatológico que abrazaron los llevó a ordenar
una separación total de los «irreligiosos», incluso de su vida material y económica
(IQS IX.8-9). Sería sorprendente que Juan el Bautista hubiera ignorado esta ten
dencia y puntos de vista afines con ciertas raíces en el Antiguo Testamento.
76 EL REMANENTE
expresión del grupo histórico y fiel que afronta y soporta retos angustiosos.
Este es el «remanente» considerado en Apocalipsis 12, un remanente comple
tamente envuelto en conflictos espirituales y dispuesto a testificar en medio de
un desastre religioso de gran magnitud. Exploraremos con detalle este punto
de vista particular del remanente escatológico en el Apocalipsis.
Terminología de remanente
El sustantivo loipos, que se encuentra en Apocalipsis 12: 17, se usa ocho
veces en el Apocalipsis.10En todos los casos se emplea en plural y podría tra
ducirse como plural o singular.11El uso más común del sustantivo se refiere a
«los otros», pero podría usarse para transmitir la idea de un remanente.12 La
palabra puede estar ligada a objetos (las trompetas, 8:13) o personas. Puede
designar a un grupo perdido (19:21; 20: 5), posiblemente uno que es resca
tado (9:20; 11:13), a una porción de la iglesia (2:24; 3:2) o a toda la iglesia
(12: 17). En nuestro caso, Apocalipsis 12: 17 «es de especial importancia,
dado que el remanente no está confinado a un marco local (3: 2; 2:24), sino
que se trata más bien del remanente universal, concretamente al remanente
de la iglesia en su conjunto».13 Solo el contexto hace posible distinguir un
remanente escatológico de la iglesia de la que forma parte.
Otro término, oligos, se usa cuatro veces. En dos casos, la referencia es al
tiempo (12: 12; 17: 10), y en un caso a acusaciones (2: 14). Apocalipsis 3:
4 es el único lugar en el que se usa para designar a un grupito dentro de la
iglesia de Sardis, cuya promesa de vestiduras blancas es muy comparable
con las promesas dadas a los mártires (6:11) y a la incontable multitud de
los redimidos (7: 9,13). En Apocalipsis 3: 4, se usa el término óAíya \oliga\
(una forma plural de oligos), y significa «algunos», «pocos». Dado que el
término no tiene ningún significado teológico necesario por sí mismo, es
Juan y el remanente
Desde el inicio, se representa a Juan, exiliado en la isla de Patmos por
causa de la Palabra de Dios y del testimonio deJestís, compartiendo la tribula
ción y la paciencia de Jesús (1: 9). Es identificado implícitamente como un
superviviente de las tribulaciones soportadas por la iglesia. La tabla siguiente
indica que los términos que usa para describir su experiencia forman parte
del lenguaje de remanente usados en partes diversas del Apocalipsis.
18. Doce es el número de las tribus del antiguo Israel y del nuevo Israel, basado en
los doce apóstoles. Este tema vuelve a ser presentado en Apocalipsis 21: 12-14,
con las doce puertas con los nombres de los doce patriarcas y los doce cimientos
con los nombres de los doce apóstoles, recalcando así la relación directa entre
Israel y la comunidad mesiánica. Véase también A. Vanhoye, «L’utilisation du livre
d’Ezechiel dans l’Apocalypse», Bib 43 (1962): 436-476.
19. Compárense:
Apoc. 7:15-17 Apoc. 21:3-4
7:15 Por eso están delante del trono de Dios y lo 21: 3 Y oí una gran voz del cielo, que decía: «El
sirven día y noche en su templo. El que está sentado tabernáculo de Dios está ahora con los hombres.
sobre el trono extenderá su tienda junto a ellos. El morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios
7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá mismo estará con ellos como su Dios.
más sobre ellos, ni calor alguno,
7:17 porque el Cordero que está en medio del trono 21: 4 ^Enjugará Dios toda lágrima de los ojos
los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas. Y de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más
Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras
cosas ya pasaron».
20. Cf. Beatrice S. Neal, «Los santos sellados y la tribulación», en Simposio sobreApoca
lipsis—i, Frank B. Holbrook, ed. (Miami, Florida: APIA, 2010), pp. 313-314.
21. Véase Hans K. LaRondelle, The Israel of God in Prophecy: Principles of Prophetic
Interpretation [El Israel de Dios en la profecía: Principios de interpretación pro-
fética] (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 1983), pp. 98-114.
82 El remanente
22. También Hans K. LaRondelle, «El remanente y el mensaje de los tres ángeles», en
Teología: Fundamentos de nuestrafe , R. Dederen, ed. (Doral, Florida: APIA, 2008),
t. 8 p. 177.
23. Seguir a Cristo es un tema recurrente en todo el Nuevo Testamento. Es explícito
en Mateo 16:24-25 y está ilustrado en el himno cristológico de Rlipenses 2:6-11.
Es el modelo que se invita a seguir a todos los creyentes.
El rem anente en el libro de Apocalipsis 83
27. Cf. Elena G. de White, E l conflicto ele los siglos (Miami, Florida: APIA, 2007), p. 271.
28. Kenneth Strand, «The Two Witnesses of Revelation 11: 3-12» [Los dos testigos
de Apocalipsis 11: 3-12],AU SS 19 (1981): 135; ídem, «The Two Olives Trees of
Zechariah 4 and Revelation 11» [Los dos olivos de Zacarías 4 y Apocalipsis 11],
AUSS 2Q (1982): 257-261.
El rem anente en el libro de Apocalipsis 85
32. Véase Richard Lehmann, «Las dos cenas», en Simposio sobre Apocalipsis—II,
pp. 261-272.
El rem anente en el libro de Apocalipsis 87
constituyó a los salvos «sacerdotes para Dios» (1: 5-6). En otro himno, se
alaba al Cordero porque «nos has redimido» y «nos has hechopara nuestro Dios
un reino y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra» (5: 9-10). Al final, los que
hayan resistido a la bestia y su imagen por amor del testimonio de Jesús y
de la palabra de Dios son declarados bienaventurados. Se les promete que
«serán sacerdotes de Diosy de Cristo y reinarán con él» (20:6; la cursiva es mía).
Tal como se ha indicado anteriormente, los 144,000 representan a la
totalidad del pueblo escatológico de Dios. Siguiendo el tema de Éxodo 19,
el pueblo de Dios está constituido totalmente por sacerdotes (lo que ha
dado en llamarse sacerdocio de todos los creyentes). La primera epístola de
Pedro lo presenta así: «Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de
aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Ped. 2: 9).
La adoración y el culto debidos a Dios son el tema del Apocalipsis. Se
contraponen a la voluntad de la bestia y su imagen. Esto nos lleva a Éxodo
19, donde encontramos el origen de este pueblo sacerdotal. Los sacerdotes
son los guardianes de la ley. Es su deber enseñarla al pueblo.33 Los sacer
dotes son también mediadores entre los seres humanos y Dios. Estable
cen una unión entre ambos mediante sacrificios. La ley dada al pueblo de
Dios no está concebida para convertirlos en legisladores, sino, más bien,
para nombrar defensores cuyo cometido es interceder en nombre de los
transgresores. Así, el remanente debe hacer de mediador, no por su propio
sacrificio, sino por la sangre del Cordero que fue inmolado.34
Este es un concepto vital. Cuando nos centramos exclusivamente en la
capacidad que el remanente tiene de guardar los mandamientos de Dios,
tendemos a olvidar que su papel y su misión son, fundamentalmente, implo
rar por los culpables e interceder por los pecadores. Son un testimonio de la
misión de Jesús, quien no vino «a llamar a justos, sino a pecadores» (Mat. 9:
13). Vestidos de ropa blanca, como los sacerdotes de la antigüedad, los nue
vos sacerdotes son el remanente cuya ropa ha sido blanqueada en la sangre
del Cordero. Así, declaran para siempre que Dios es amor y que la salvación
es obra de la gracia de Dios. Las tres bestias, por el contrario, se apartan de la
gracia de Dios y provocan su ira por la actividad perseguidora que realizan.
Organizan un culto de orgullo y violencia.
Conclusión
Estos diversos enfoques al estudio del remanente nos proporcionan un
amplio aprecio de su excepcionalidad. El Apocalipsis presenta un rema
nente que sobrevive a lo largo de la historia. Sin este remanente, sostenido
por la gracia de Dios, la redención prometida fracasaría. Cristo, la poste
ridad de la mujer según la promesa de Génesis 3:15, asume un significado
mayor cuando consideramos que su iglesia se convierte en su cuerpo. Este
cuerpo adopta la forma de un remanente beneficiario de su gracia (cf.
Rom. 11:5). Es un remanente único y multifacético, cuyos rasgos incluyen
a Juan, a los vencedores, a los 144,000, al reino de sacerdotes y a los sier
vos cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida del Cordero. Este
remanente es identificado con un remante tanto superviviente o histórico
como santo, dependiendo de las circunstancias. Sin embargo, en los días
finales de la historia, habrá un remanente escatológico cuya naturaleza
absorba la de sus predecesores pero viva en circunstancias particularmente
exigentes.
Estudiar el remanente en el Apocalipsis ha hecho posible que reconozca
mos su riqueza y su complejidad. El remanente está constituido por vence
dores que se han mantenido firmes ante las persecuciones del dragón y sus
seguidores. Es un remanente cuyo sufrimiento es un tanto comparable con
el de Cristo. Es un remanente fiel, constituido por completo por los que
guardan los mandamientos de Dios como Jesús guardó los mandamientos
de su Padre.38Todo el libro de Apocalipsis gira en torno a la diferencia
entre la adoración del único Dios verdadero y otras formas de adoración
que traicionan al decálogo.
35. «Yo soyjehová, vuestro Dios. Vosotros por tanto os santificaréis y seréis santos,
porque yo soy santo» (Lev. 11: 44; 20: 7). Véase también 1 Pedro 1:16.
36. Paul Beauchamp, La loi de Dieu: D ’une montagne a l ’autre (París: Seuil, 1999), p. 84.
37. André Bouart, «Sacré», DEB, p. 1146.
38. Un tema favorito de Juan (Juan 15:10; 1 Juan 2: 3-4; 3:22,24; 5:2-3; 2 Juan 1: 6).
El rem anente en el libro de Apocalipsis 89
39. Roberto Badenas,«Vraie et fausse adoration dans les messages des trois anges: Apoc.
14:6-13», en Etudes sur ¡’Apocalypse: Signification des messages des trois anges aujourd’hui
(Collonges-sous-Saléve: Institut adventiste du Saléve, 1988), pp. 152-153.
90 El remanente
40. Véanse Mathilde Frey, «La teología sabática en el libro de Apocalipsis» y Johannes
Kovar, «El remanente y los mandamientos de Dios», en este tomo.
41. Badenas, «Vraie et fausse», p. 156.
42. Cf. E. H. Riesenfeld,«Tereó», TD NT, t. 7, p. 144.
B rem anente en el libro de Apocalipsis 91
43. Para un estudio de las cuestiones, véase Pfandl, «La iglesia remanente»373-422,
ídem, «Las marcas identificativas del remanente escatológico en el libro de
Apocalipsis», en este tomo.
44. Ibíd., p. 321.
45. Cf. E. Corsini, L'Apocalypse maintenant (París: Le Seuil, 1984), p. 123.
92 El remanente
46. Para más detalles, véase Richard Lehmann, «Le faux prophéte et l’image de la
béte», en Etudes sur ¡'Apocalypse, pp. 168-186.
47. La palabra OTjpfiov [semeion] se emplea siete veces en el Apocalipsis; tres veces en
singular, referida a una señal bajo el control de Dios (12:1,3; 15:1), y cuatro veces
en plural para calificar la acción del falso profeta (13:13-14; 16:14; 19: 20).
48. De los treinta usos del verbo noiéco [poieo] («hacer») en el Apocalipsis, once se
refieren al falso profeta, y ocho de ellos se encuentran en Apocalipsis 13:12-16.
49. En el versículo 5, se equilibra un tiempo perfecto activo (0¿Xei [thelei]) mediante
el uso de un aoristo de subjuntivo con significado condicional (0eXij<rc \thelés¿\).
50. Apocalipsis 16:19; 17:18; 18:10,16,18-19,21.
51. 1 Reyes 18:18-21.
El rem anente en el libro de Apocalipsis 93
La mujer y el remanente
En el Apocalipsis el pueblo remanente está directamente relacionado con
la mujer del capítulo 12. Se han dado diferentes interpretaciones para la mu
jer (por ejemplo, María la madre de Jesús o el culto a Artemisa54). Daremos
por sentado que la mujer representa al pueblo de Dios55 sin distinción entre
el Antiguo y el Nuevo Testamento. En Apocalipsis 12: 6, huye al desierto.
Esto parece apuntar al éxodo de Israel, al desierto y también a la huida del
profeta Elias cuando se vio amenazado por la ira de Jezabel (1 Rey. 17:1-7).
Esta última posibilidad puede ser apoyada por el hecho de que hay otros
pasajes del Apocalipsis que parecen aludir al ministerio de Elias (11: 5-6;
guerra contra los santos. Si una mujer es símbolo de la iglesia, es obvio que
la realidad de la «iglesia» existe en dos niveles diferentes. La mujer/iglesia
perseguida durante los mil doscientos sesenta días representa al remanente
perseguido por otra entidad que es también una «mujer/iglesia», pero esta
ha de identificarse con Babilonia.
La referencia a la mujer nos ayuda a aclarar la noción teológica de «rema
nente» como una iglesia. Podemos hablar de un remanente que se identifica
con la iglesia militante. Es heredera de las promesas de Dios y objeto de la ira
del dragón a lo largo de la historia. Aquí precisamente asume una dimensión
diacrónica. Sin embargo, este remanente no está solo en el mundo como si
fuese toda la iglesia por sí solo. También existe otro componente de la iglesia:
una mujer sombría llamada Babilonia. Por lo tanto, el remanente representa
tanto un concepto «secuencial» (encontrado a lo largo de la historia) como
un concepto «central» (localizado particularmente al final de la historia). Sin
embargo, a diferencia del exclusivismo encontrado en el discurso de Qumrán
que condena a los que no son suyos,59 el Apocalipsis es sistemáticamente in
cluyente. Es verdad que divide a la humanidad en solo dos grupos, concreta
mente los redimidos y los perdidos, pero el mensaje subyacente es que aún es
posible que los no redimidos elijan. El remanente proclama el llamamiento
final para que el «pueblo mío» (de Dios) salga de Babilonia (18: 4). Lejos
de ser la iglesia por sí mismo, el remanente es su rostro resplandeciente, su
principal atractivo y el símbolo de su peculiaridad. Es la mano divina que se
extiende para rescatar a sus hijos, que experimentan la seducción de las tres
bestias.
59. Véase Pollard, «El remanente en las obras apocalípticas judías no canónicas y en
Qumrán», en este tomo.
96 El remanente
Una afirmación
La Iglesia Adventista del Séptimo Día siempre ha pretendido ser la
«iglesia remanente», aunque esa frase exacta no se encuentra en la declara
ción oficial de doctrinas fundamentales de la iglesia. Sin embargo, el asun
to se expone en la preparación de los candidatos para el bautismo.62 Desde
61. Véase el estudio de William Shea, «The Parallel Literary Structure of Revelation
12 and 20 [Las estructura literaria paralela de Apocalipsis 12 y 20]», AUSS 23
(1985): 37-54.
62. La creencia número 12, formulada en 1980, se limita a mencionar la existencia
de un remanente. La palabra «iglesia» se reserva para la iglesia universal. Sin em
bargo, el Manual de la Iglesia, en la sección que aborda el voto bautismal, afirma
«que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la iglesia remanente de la profecía
bíbhca» (Manual de la Iglesia, p. 36).
98 El remanente
63. Ibíd.
64. «The Perth Declaration» [La declaración de Perth], AdvR, 7 de noviembre de
1991, p. 7.
65. Cf. Hans K. LaRondelle, «Interpretation of Prophetic and Apocalyptic
Prophecy»[Interpretación profética y de profecía apocalíptica], en Symposium on
Biblical Hermeneutics [Simposio de hermenéutica bíblica], Gordon H. Hyde, ed.
(Washington, DC: Review and Herald, 1974, pp. 225-249; Kenneth A. Strand,
Interpreting the Book of Revelation: Hermeneutical Guidelines, with BriefIntroduc
tion to the Literary Analysis [Interpretando el libro de Apocalipsis: Guía herme
néutica con breve introducción al análisis literario] (Naples, Florida: Ann Arbor
Publishers, 1979), pp. 11-16; Richard Lehmann, «Relaciones entre Daniel y el
Apocalipsis», en Simposio sobreApocalipsis—•/, pp. 157-172; y LaRondelle, Prophe
cies, pp. 6-12.
El rem anente en el libro de Apocalipsis 99
70. Cf. Elena G. de White, E l conflicto de los siglos (Miami, Florida: APIA, 2007), p. 272.
71. En el esquema de LaRondelle sobre la historia del remanente, habla de «grupos
remanentes», luego menciona «iglesias», optando a menudo por la palabra «movi
miento» («Remnant», pp. 880-882).
72. Ibíd. Véase también Clifford Goldstein, The Remnant [El remanente] (Boise,
Idaho: Pacific Press, 1994), pp. 78-79.
El rem anente en el libro de Apocalipsis 1 0 1
73. Compárese 1 Corintios 1: 2 («A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier
lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro»)
con 1 Corintios 14: 36 («¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a
vosotros ha llegado?»).
74. Para un análisis adicional, véase Rodríguez, «Ensayo final», en este tomo.
102 El remanente
V. Conclusión
Un pueblo no puede ser la iglesia remanente sin tener la humildad de
aceptar esto como un don de la gracia de Dios. La identidad del remanente
debería considerarse sobre una base teológica. Sus implicaciones son las
siguientes:
1. La Iglesia Adventista del Séptimo Día puede ser identificada con el re
manente de Apocalipsis en el grado en el que el libro presenta y proclama
el fin de la historia y la existencia de un remanente fiel que guarda los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús, que posee el espíritu de la profecía
y que da testimonio en beneficio de otros y obra a favor de los mismos.
Por lo tanto, la iglesia debe responder a su divino llamamiento, según se
revela en las Escrituras.
1. Este capítulo es una versión revisada y abreviada de un artículo publicado por vez
primera en alemán en «.For You H ave Strengthened Me»: Biblical and Theological
Studies in Honor o f Gerhard Pfandl in Celebration ofH is S ixty-F ifth Birthday [«Por
que me has fortalecido»: Estudios bíblicos y teológicos en honor a Gerhard Pfandl
en celebración de su cumpleaños número 65], Martin Próbstle, ed. (St. Peter am
Hart, Austria: Seminar Schloss Bogenhofen, 2007), pp. 241-263. Doy gracias a
Rachel Brupbacher por la traducción al inglés y a Stella Bradley por la revisión del
texto.
2. Véase Gerhard Pfandl, «Las marcas identificativas del remanente escatológico en
el libro de Apocalipsis»; también ídem, «La iglesia remanente y el espíritu de
profecía», en Simposio sobre Apocalipsis: Estudios exegéticos y generales— II, Frank B.
Holbrook, ed. (Miami, Florida: APIA, 2011), pp. 373-422.
3. Véase Frederick W. Danker y Walter Bauer, A Greek-English Lexicon o f the N ew
Testament and Other Early Christian Literature [Léxico griego-inglés del Nuevo
1 0 4 El remanente
7 re p i7 raT ¿ a» andar 2 Juan 6 i v a 7T £pi7raT ¿jp.£v x a r a que andemos según sus man
lp e r i p a t e ó ] T ag é v ro X á ? aÚ T ou [ h iñ a damientos (RV95)
p e rip a tó m e n k a ta tas
entolas autou]
11. Ver Exodo 24: 12: «Voy a darte las tablas con la ley y los mandamientos que he
escrito para guiarlos en la vida» (NVI).
12. William H. Shea, «The Parallel Literary Structure of Revelation 12 and 20» [La
estructura literaria paralela de Apocalipsis 12 y 20 ],A U S S 23 (1985): 37-54, es
pecialmente las pp. 45 y 49. Véanse también David E. Auné, Revelation 6-1 6
[Apocalipsis 6-16] (Nashville, Tennessee: Thomas Nelson, 1998), pp. 709, 712;
Simon J. Kistemaker, N ew Testament Commentary: Exposition o f the Book o f R eve
lation [Comentario del Nuevo testamento: Exposición del libro de Apocalipsis]
(Grand Rapids, Michigan: Baker, 2002), p. 370; Grant R. Osborne, Revelation
(Grand Rapids, Michigan: Baker, 2002), pp. 452,486. Mientras que G. K. Beale,
The Book o f Revelation: A Commentary on the Greek Text [El libro de Apocalip
sis: Un comentario al texto griego] (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1999),
pp. 678-680, parece estar inseguro.
13. Un tercer lugar sería Apocalipsis 22: 14, pero se excluye del análisis por algunos
problemas textuales.
El rem anente y los mandamientos de Dios: Apocalipsis 1 2 : 1 7 107
dos por el genitivo «de Dios», un genitivo subjetivo, que significa que los
mandamientos provienen de Dios.
Los eruditos discrepan en cuanto al significado de la frase «manda
mientos de Dios» en Apocalipsis 12: 17. Muchos ni siquiera abordan el
asunto, dejando la cuestión abierta,14 mientras que otros la interpretan en
un sentido general (similar a 1 Cor. 7: 19).15 También encontramos co
mentaristas que encuentran en ella una referencia a todos los mandamien
tos de la Palabra de Dios, especialmente a las demandas éticas16 o a toda
la revelación tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo.17 Los que
favorecen una referencia a mandamientos específicos abogan por el man
damiento del amor18 o por la segunda parte de los Diez Mandamientos y
el mandamiento del amor.19 Los adventistas siempre hemos considerado
que «los mandamientos de Dios» son los Diez Mandamientos. Hay varios
argumentos que apoyan esta postura.
Contexto y estructura
El texto de Apocalipsis 12:17 está integrado en el contexto de los capí
tulos 12-14. Esta sección del Apocalipsis se introduce con la visión inicial
encontrada en Apocalipsis 11: 15-19 y concluye con otra visión celestial
en Apocalipsis 15: 1-8, relacionadas ambas con el templo celestial.20 La
primera hace referencia al arca del pacto situada dentro del lugar santísimo
(Apoc. 11:19). La segunda es sobre «el templo de la tienda del testimonio
14. Charles, Revelation , 1 .1, pp. 331-332; León Morris, The Book o f Revelation: A n I n
troduction and Commentary [El libro de Apocalipsis: Introducción y comentario]
(Leicester, Illinois: InterVarsity, 1996), p. 160; Ben Witherington III, Revelation
(Cambridge: Cambridge University Press, 2003), pp. 171-172.
15. Robert H. Mounce, The Book o f Revelation [El libro de Apocalipsis] (Grand Ra
pids, Michigan: Eerdmans, 1998), p. 242.
16. Así, Osborne, Revelation , pp. 486,543.
17. Beale, Revelation , p. 766; Kistemaker, Revelation , p. 370.
18. Vos, Apocalypse, p. 203.
19. Aune, Revelation 6—16, pp. 709-712.
20. La cuestión de hasta qué punto esta sección se extiende en las dos direcciones
(hacia atrás y hacia delante) es abordada por Anthony MacPherson, «The Mark of
the Beast as a “Sign Commandment” and “Anti-Sabbath” in the Worship Crisis
of Revelation 12-14» [La marca de la bestia como un “mandamiento clave”y “anti
sábado”en la crisis de adoración en Apocalipsi 12-14],A U S S 43 (2005): 272-273.
En cuanto a ll: 19, los intérpretes adventistas coinciden en que anuncia la sección
de los capítulos 12-22; véase, por ejemplo, Ekkehardt Mueller, «Recapitulation in
Revelation 4—11» [Recapitulación en Apocalipsis 4-11], J A T S 9 (1998): 275.
1 0 8 El remanente
26. Jon Paulien, «Revisiting the Sabbath in the Book of Revelation» [Revisitando el
sábado en el libro de Apocakpsis],/-^7S 9 (1998): 182.
27. Apocalipsis 13: 4, 8, 12, 15; 14: 9, 11. La enumeración es según Paulien, ibid.,
p. 182. La frecuente mención del verbo «adorar» muestra que este es un tema
fundamental de la sección.
28. Para detalles, véase Paulien, «Sabbath», pp. 183-185.
29. Skip MacCarty, In Granite or Ingrained? What the Old and N ew Covenants Reveal
About the Gospel, the Law , and the Sabbath [;En granito o arraigado? Qué revelan
el Antiguo y Nuevo Pacto sobre el evangeho, la ley y el sábado] (Berrien Springs,
Michigan: Andrews University, 2007), pp. 199-200, sugiere las siguientes alusiones
1 1 0 El remanente
Apocalipsis 5:3
Contenido Apoc. 5:3 (RV95) Éxo. 20: 4 = Deut. 5:8 (LXX) (RV95)
alusión al sábado Pero ninguno, ni en el cielo ni en la No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo
tierra ni debajo de la tierra, podía que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra,
abrir el libro, ni siquiera mirarlo ni en las aguas debajo de la tierra
Los eruditos también han encontrado aquí una conexión con los Diez
Mandamientos.33
Apocalipsis 13-14
Contenido Apoc. 13-14 Éxo. 20 (LXX)
confección de que le hagan una imagen a la bestia (13:14) No te harás imagen (vers. 4)
una imagen1 Se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia,
para que la imagen hablara e hiciera matar a todo el
que no la adorara (13:15)
Si alguno adora a la bestia y a su imagen (14: 9)
los que adoran a la bestia y a su imagen (14: 11)
adoración de y adoraron al dragón que había dado autoridad a la No los adorarás ni los ser
ídolos2 bestia, y adoraron a la bestia (13: 4) (RV95) virás (vers. 5) (LBLA)
La adorarán todos los habitantes de la tierra (13:8) (PER)
hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera
bestia (13:12) (RV95)
que la imagen hablara e hiciera matar a todo el que no
la adorara (13: 15) (RV95)
Si alguno adora a la bestia y a su imagen (14:9) (RV95)
los que adoran a la bestia y a su imagen (14:11) (RV95)
uso indebido en cada cabeza un nombreblasfemocontra Dios (13:1) (NVI) No tomarás el nombre de
del nombre de hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Jehová, tu Dios, en vano
Dios3 Dios (13: 5) (NVI) (vers. 7) (RV95)
Y abrió su boca para blasfemar contra Dios, para
blasfemar de su nombre (13: 6) (RV95)
no trabajar y que ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que pero el séptimo día es de
tuviera la marca (13:17) (RV95) reposo para Jehová, tu Dios;
no hagas en él obra alguna
(vers. 10) (RV95)
larga enumera Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni
ción de personas pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la tu siervo, ni tu criada, ni tu
mano derecha o en la frente (13: 16) (RV95) bestia, ni el extranjero que
está dentro de tus puertas
(vers. 10) (RV95)
homicidio Si alguno mata a espada, a espada será muerto No matarás (vers. 13 [LXX
(13: 10) (RV95) 15]) (RV95)
e hiciera matar a todo el que no la adorara (13:15) (RV95)
comisión de Estos son los que no se han contaminado con mujeres, No cometerás adulterio
adulterio pues son vírgenes (14: 4) (RV95) (vers. 14 [LXX 13]) (RV95)
beber del vino del furor de su fornicación (14: 8) (NC)
mentir No se encontró mentira alguna en su boca No darás falso testimonio
(14: 5) (NVI) contra tu prójimo (vers. 16)
(LBA)
1. J. Massyngberde Ford, Revelation: Introduction, Translation and Commentary [Apocalipsis: Introducción, traducción y comentario] (Garden City, Nueva
York: Doubieday, 1975), p. 224, comenta: «La confección propiamente dicha de una imagen para el monstruo es una violación directa de Éxo. 20:3-4». Dice
algo similar Alan F. Johnson, «Revelation *, en The Expositor 's Bible Commentary [Comentario a la Biblia de! expositor], Frank E. Gaebelein, ed (Grand Rapids,
Michigan: Zondervan, 1981), 1. 12, p. 531.
2. Osborne, Revelation, p. 497, cita Éxodo 20: 3 como paralelo.
3. Ibid., p. 500.
33. Véanse los márgenes en Nestle-Aland27, así como las ediciones más antiguas (co
menzando con Nestle1, 1898), la totalidad de las cuales hace referencia a Exodo
20:11. Se encuentra lo mismo en Mounce, Revelation, p. 206; Charles, Revelation,
1.1, p. 263; Auné, Revelation 6-16, p. 565.
112 El remanente
Los eruditos han identificado paralelos para la primera mitad del Decálogo,34
pero, como podemos ver, las referencias no debería limitarse a los cuatro pri
meros mandamientos. El interés de Juan está en el propio Decálogo.
Apocalipsis 14:7
34. Paulien, «Sabbath», pp. 184-185; MacPherson, «Sign Commandment», pp. 276-278.
35. Paulien, «Sabbath», pp. 179-186; Ranko Stefanovic, Revelation o f Jesus Christ:
Commentary on the Book o f Revelation [La revelación de Jesucristo: Comentario
al libro de Apocalipsis] (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press,
2002), p. 416. Se menciona Exodo 20: 11 en The Greek N ew Testament [El Nuevo
Testamento griego], K. Aland, Matthew Black, C. M. Martini, B. M. Metzger y
A. Wikgren, eds. (Alemania: United Bible Societies, '1966 a 41993). Sin embargo,
esta referencia ya se encontraba antes en los márgenes y como referencia al An
tiguo Testamento en el texto (en negrita) de las ediciones de Eberhard y Erwin
Nestle, N ovum Testamentum Graece ('1898 a 251963). La actual edición del N ovum
Testamentum Graece et Latine (31994) de la Sociedad Bíblica Alemana menciona
Exodo 20:11 junto al texto latino, el cual, sin embargo, no está presente en la sec
ción griega, todas las ediciones de Augustinus Merk, N ovum Testamentum Graece
et Latine (Roma: Pontificio Instituto Biblico, ”1992), incluyen una referencia a
Exodo 20: 11. La referencia al mandamiento del sábado en Apocalipsis 12: 17
falta por vez primera en Nestle-Aland26, aunque ha permanecido en Apocalipsis
10: 6 hasta la edición actual.
El rem anente y los mandamientos de Dios: Apocalipsis 1 2 : 1 7 113
Daniel Apocalipsis
7:2 7: 1 cuatro vientos
7:3 11:7; 13:1 surge la bestia
7: 4-6 13:2 descripción de las bestias
7:7 12: 3; 13:1 diez cuernos
7:8 13: 5,7 boca que pronuncia insolencias
7:9 1:14; 20: 4,11 cabello blanco, tronos
7: 10 5: 11; 20: 12 millares, millones, libros abiertos
7:11 13: 5; 19: 20 blasfemia, castigo por fuego
7:13 1:7,13; 14: 14 nubes, hijo de hombre
7: 14 11:15 dominio eterno
7:18 22:5 dominio eterno
7:20 13: 5; 17:12 boca que pronuncia insolencias, diez cuernos
7:21 11:7; 13:7 guerra contra los santos, son derrotados
7:22 20:4 Juicio
7:24 12: 3; 13:1; 17:12 diez cuernos
7: 25 12:14; 13: 6,7 3V i tiempos, blasfemia, guerra contra los santos
7: 27 11: 15; 20: 4; 22:5 reino eterno
36. Ian Paul, «The Use of the Old Testament in Revelation 12» [El uso del Antiguo
Testamento en Apocalipsis 12], en The Old Testament in the N ew Testament [El
Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento], Steve Moyise, ed. (Sheffield: She
ffield Academic Press, 2000), pp. 256-274. Concluye: «En el capítulo se dan los
cuatro tipos de alusión (alusión verbal a palabras, alusión verbal a temas, alusión
temática a palabras, alusión temática a temas)» (p. 269).
37. Stephen Pattermore, The People o f God in the Apocalypse: Discourse, Structure and
Exegeses [El pueblo de Dios en el Apocalipsis: Discurso, estructura, exegesis]
(Cambridge: Cambridge University Press, 2004), p. 120. Ve una conexión entre
Daniel 7: 21,25 y Apocalipsis 12: 7,17; 13; 7, así como entre Daniel 7: 25 y Apo
calipsis 13: 5, 7.
38. Los comentaristas interpretan «ley» en Daniel 7:25 casi siempre en el contexto de
Antíoco IV y se refieren a textos como 1 Mac. 1: 45 y 2 Mac. 6: 6, que también se
1 1 4 El remanente
Daniel Apocalipsis
7: 3,7,19 diferentes bestias 13:4 ¿quién es como la bestia?
7:4 león con alas de águila 12: 14 mujer con alas de águila
7:18,22,27 los santos reciben el poder y el reino 13: 5,7 la bestia recibe autoridad
7:21,25 el cuerno derrota y quebranta a los santos 12: 6,14-17 la mujer es protegida
7: 25 el cuerno cambia la ley 12:17 el remanente guarda los
mandamientos
8:10 el cuerno crece hasta el cielo 12:9,13 el dragón es arrojado a la
tierra
V. Resumen
Esta investigación ha examinado el uso y el significado de la expresión
«guardan los mandamientos de Dios» en el libro de ApocaÜpsis y ha lle
gado a la conclusión de que hay razones válidas para creer que se refiere
fundamentalmente a los Diez Mandamientos. Esto está apoyado por el
contexto inmediato, con su referencia al lugar santísimo del templo celes
tial y, específicamente, al arca del pacto, dentro de la cual estaban colocadas
las tablas de piedra de los Diez Mandamientos. Además, los Diez Man
damientos son un tema central de inquietud en el libro de Apocalipsis.
El libro está interesado no solo en la primera tabla —con su énfasis en la
adoración de Dios—, sino también en el resto de los mandamientos como
guía ética y religiosa indispensable para el pueblo de Dios de los últimos
días. Casi todos son mencionados de una u otra forma en el ApocaÜpsis.
El papel de la ley de Dios en el conflicto cósmico es mencionado por Da
niel. Las potencias del mal alteraron la ley divina. El Nuevo Testamento
también da testimonio del hecho de que la ley se convertirá en tema de
contienda en el tiempo del fin. En ese contexto precisamente, el Apoca
lipsis pone de manifiesto que, al final, hay un grupo de personas, el pueblo
remanente de Dios, que guarda los mandamientos de Dios.
42. Véase, por ejemplo, G. K. Beale, The Use o f D aniel in Jewish Apocalyptic Literature
and in the Revelation o f St.John [El uso de Daniel en la literatura judía apocalíptica
y en el Apocalipsis de san Juan] (Lanham, Maryland: University of America Press,
1984), p. 247.
Capítulo VII
La teología sabática
en el libro de A pocalipsis1
Mathilde Frey
I. Indicadores estructurales
para el concepto del sábado
El número siete desempeña un papel central en el libro de Apocalipsis,
no solo porque es mencionado explícitamente muchas veces, sino también
porque proporciona un marco estructural para la organización del material
encontrado en el libro. Analizaremos estos elementos a continuación.
4. Moisés 1.37; 2.39; Las leyes especiales 2.15,16,48; Interpretación alegórica 1.2-6; Sobre
la creación 30,31,33-42; Sobre los querubines 26. Véase Sakae Kubo, «Sabbath», p. 67.
5. Newsom, «Songs of the Sabbath Sacrifice», p. 1139. Véase también William H.
Shea, «Himnos sabáticos para el santuario celestial (Qumrán)», en Simposio so
bre Apocalipsis: Estudios exegéticos y generales—II, Frank B. Holbrook, ed. (Miami,
Florida: APIA, 2011), pp. 491-510.
6. Adela Y. Collins, The Combat Myth in the Book ofRevelation [El mito del combate
en el libro de Apocalipsis] (Missoula, Montana: Scholars, 1976), p. 8.
7. Gilbert Desrosiers.yí» Introduction to Revelation:A Pathway to Interpretation [Una
introducción al Apocalipsis: Un camino a la interpretación] (Nueva York: Con
tinuum, 2000), p. 57.
8. Véanse Phyllis Trible, Rhetorical Criticism: Context, Method, and the Book of Jonah
[Criticismo retórico: Contexto, método, y el libro de Jonás] (Mineápolis, Minne
sota: Fortress, 1994), pp. 101-106; Felise Tavo, «The Structure of the Apocalypse:
Reexamining a Perennial Problem» [La estructura del Apocalipsis: Reexaminando
un problema perenne], N ovT 47 (2005): pp. 47-63.
La teología sabática en el libro de Apocalipsis 1 1 9
9. Collins, Combat Myth, pp. 13-55; Elisabeth Schüssler Fiorenza, The Book of Rev
elation:Justice andJudgment [El libro de Apocalipsis: Justicia y juicio] (Filadelfia,
Pensilvania: Fortress, 1985), pp. 159-180; Kenneth A. Strand, Interpreting the
Book o f Revelation [Interpretando el libro de Apocalipsis] (Worthington, Michi
gan: Ann Arbor, 1976), pp. 43-49; Jon Paulien, The Deep Things of God [Las cosas
profundas de Dios] (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 2004), p. 126;
Jacques B. Doukhan, Secretos delApocalipsis: Un vistazo judío alApocaipsis (Miami,
Florida: APIA, 2008), pp. 13-14.
10. Paulien, Deep things, p. 126; Doukhan, Secretos delApocalipsis, pp. 13-14.
11. Tavo, «Structure», pp. 47-68,
120 El remanente
12. Peter J. Kearney, «Creation and Liturgy: The P Redaction of Ex 25—40 [Creación
y liturgia: La redacción P de Éxo. 25-40]», Z A W 89 (1977): 375-386.
13. Moshe Weinfeld, «Sabbath, Temple and the Enthronement of the Lord: The
Problem of the Sitz im Leben of Genesis 1:1 - 2: 3» [Sábado, templo y la entroni
zación del Señor: El problema del sitz im leben de Génesis 1:1-2: 3], en Mélanges
bibliqucs et orientaux en l'honneur de M. Henri Cazelles, A. Caquot y M. Delcor, eds.
(Neukirchen-Vluyn: Neukirchener Verlagsgesellschaft, 1981), pp. 501-512.
14. «En seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó»
(Éxo. 31:17; cf. Gén. 2:2).
15. Jacob Milgrom, Leviticus 23-27: A New Translation with Introduction [Levítico
23-27: Una nueva traducción con introducción] (Nueva York: Doubleday, 2001),
p. 2285. Cf. Gerald J. Janzen, Exodus (Louisville, Kentucky: Westminster John
Knox, 1997), p. 224. El sábado como culminación de Éxodo 25—31 significa que se
representa al santuario como un microcosmos de toda la creación. Igual que los seis
días de la creación alcanzan su culminación en el séptimo día, el nuevo mundo, re
presentado arquitectónicamente por el santuario, tiene su culminación en el sábado.
16. Abraham J. Herschel, The Sabbath: Its Meaningfo r Modem Man [El sábado: Su
significado para el hombre moderno] (Nueva York: Wolff, 1951), p. 29.
17. Duane A. Garrett, Rethinking Genesis [Repensando el Génesis] (Grand Rapids,
Michigan: Baker, 1991), p. 192.
18. Ibid.
La teología sabática en el libro de Apocalipsis 1 2 1
bos dan el punto de vista divino de los límites más lejanos de la historia
universal, el comienzo y el fin, con miras a su culminación. El comienzo
de la historia del mundo es la plasmación del sábado de la creación (Gén.
2:1-3), y la culminación del fin de la historia del mundo es la plasmación
de la nueva Jerusalén (Apoc. 21: 9 - 22: 5).
Rara vez se reconoce el carácter culminante de la visión de la nueva
Jerusalén en la interpretación moderna.19 Sin embargo, el mensaje de una
sola palabra de la séptima copa, «Hecho está» (Apoc. 16: 17, LBLA),
sugiere la total erradicación de cuantos se interpongan en los planes de
Dios. En Apocalipsis 21: 6 se reitera desde el trono el mismo mensaje de
una sola palabra, formando así una inclusio que delinea los acontecimien
tos que se producen en medio.20Además, la reaparición de uno de los án
geles de las copas en Apocalipsis 21: 9 implica que lo que el ángel mostró
al apóstol Juan en Apocalipsis 17: 1 ha seguido su curso en la historia,
y Apocalipsis 21: 9 marca un nuevo punto de partida. Esto se confor
ma por el paralelismo antitético entre Babilonia, representada como una
ramera (Apoc. 17: 1-6) y la nueva Jerusalén, retratada como una novia
(Apoc. 21: 9-11). Así, no es posible ver que la visión final de la nueva
Jerusalén forme parte de las siete copas, como defiende J. Lambrecht,21
sino que debe entenderse que es el destino previsto de un mundo que
es limpiado por fin de todo mal. Un oyente del libro de Apocalipsis en
el siglo I, que fuera consciente del carácter culminante del sábado en el
relato de la creación (Gén. 1: 1 - 2: 3) y de la séptima alocución relativa
al sábado en las instrucciones dadas para la construcción del santuario en
el desierto (Éxo. 25—31), probablemente detectaría en la visión final del
libro de Apocalipsis relativa a la nueva Jerusalén la culminación de todo
el libro.
19. Tavo, «Structure», pp. 54-55; Jan Lambrecht, «A Structuration of Revelation 4,1
- 22,5» [Una estructuración de Apocalipsis 4,1-22,5], en L’Apocalypsejohannique
et lApocalyptique dans le Nouveau TestamentJ. Lambrecht, ed. (Lovaina: University
Press, 1980), pp. 77-104.
20. Tavo, «Structure», p. 59.
21. Lambrecht, «Structuration», p. 103.
22. Schüssler Fiorenza, Book ofRevelation, p. 175.
1 2 2 El remanente
libro de Apocalipsis un relato para ser oído, no un texto para ser estudiado,
demuestra que en el libro, para ser entendido por una audiencia del si
glo I, hay una estructura concéntrica inherente.23 Siguiendo la estructura
quiástica del libro de Apocalipsis según K. A. Strand,24Paulien sugiere que
el centro del quiasmo sea Apocalipsis 12-14 y observa que «esta sección,
con el mensaje de los tres ángeles, es el punto hacia el cual se encamina
y desde el cual se aleja toda la estructura. Es la clave para entender todo
el libro. Y el centro del centro son los mensajes de los tres ángeles (Apoc.
14: 6-12)».25 Precisamente ese pasaje, que llama a la gente a temer a Dios
y a adorar al Creador, contiene, como defenderemos en un momento, una
alusión directa al mandamiento del sábado del libro de Éxodo (Exo. 20:
8-11; 31:12-17).
Así, tanto la división séptuple como la estructura quiástica del libro de
Apocalipsis sugieren que el concepto teológico del sábado parece ser un ele
mento subyacente en su estructura y un principio temático central. Como
principio para el núcleo del libro, señala a los Diez Mandamientos y, en par
ticular, al mandamiento del sábado. La séptuple división del libro de Apoca
lipsis parece valerse de la estructura del relato de la creación y del esquema de
las siete alocuciones del Señor que culmina en el mandamiento del sábado
de Exodo 31:12-17, que, a su vez, apunta a la plasmación real de la construc
ción del santuario en Éxodo 40, capítulo que claramente emplea lenguaje de
la creación y el sábado.26
23. David L. Barr, Tales ofthe End: A Narrative Commentary on the Book ofRevelation
[Historias del fin: Un comentario narrativo del libro de Apocalipsis] (Santa Rosa,
California: Polebridge, 1998), p. 149. Barr identifica un marco epistolar, un marco
con el informe de una visión, un rollo epistolar, un rollo de adoración y un rollo de
guerra. El rollo de adoración (4:1-11:18) forma el núcleo y el centro de la obra.
24. Kenneth A. Strand, «Principios fundacionales de interpretación», en Simposio sobre
Apocalipsis—I, Frank B. Holbrook, ed. (Miami, Florida: APIA, 2010), pp. 3-42.
25. Paulien, Deep Things, 122; véase también Jon Paulien, «Sellos y trompetas: Debates
actuales», en Simposio sobre Apocalipsis—I, pp. 217-235.
26. Obsérvense los paralelos: «Y”vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran
manera. Y fue la tarde y la mañana del sexto día. Fueron, pues, acabados los cielos
y la tierra, y todo lo que hay en ellos. E l séptimo día concluyó Dios la obra que hizo, y
reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho. Entonces bendijo Dios el séptimo día
y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación»
(Gén. 1: 31 - 2: 3). «Y Moisés examinó toda la obra, y he aquí, la habían llevado a
cabo; tal como el Señor había ordenado, así la habían hecho. Y Moisés los bendijo»
(Éxo. 39: 43, LBLA). «Así acabó Moisés la obra» (Éxo. 40: 33).
La teología sabática en el libro de Apocalipsis 1 2 3
El número siete
Se ha observado que, desde los tiempos más remotos, el número siete ha
tenido un valor simbólico.27 Los sumerios, los babilonios, los cananeos y los
israelitas consideraban el número siete símbolo de totalidad y perfección.28
Durante el período intertestamentario el simbolismo numérico, especial
mente del número siete, fue muy popular.29 Tal como se ha indicado ya,
Carol Newsom ha atestiguado las similitudes entre los Cantos del sacrificio del
sábado y el libro de Apocalipsis basándose en el uso del número siete. Explica
que su prominencia se deriva del número del día del sábado.30 En el Nuevo
Testamento, el número siete aparece un total de 88 veces, 55 de las cuales se
encuentran en el libro de Apocalipsis. Hay siete candelabros, siete estrellas,
siete sellos, siete espíritus, siete ángeles, siete plagas, siete cuernos, siete mon
tes, etcétera. Juan moldeó el libro de Apocalipsis en tomo al número siete.
Aún más intrigantes son: La séptuple aparición de la designación Cristo,31
las catorce veces que aparece Jesús, las veintiocho apariciones de la palabra
Cordero aplicada a Cristo, el séptuple uso de la declaración vengo,32 las siete
apariciones de títulos divinos significativos33 y las siete bienaventuranzas
repartidas por todo el libro de Apocalipsis.34
Richard Bauckham demuestra que Juan usó deliberadamente ciertas
palabras y frases ya sea cuatro veces, siete veces, catorce veces o veintiocho
veces para transmitir verdades teológicas.35 Gregory Beale apoya esta ob
servación, afirmando que «estos patrones implican los términos teológicos
y antropológicos más cruciales del Apocalipsis».36 En el contexto de las
Escrituras, este frecuente uso del número siete como número de totalidad y
plenitud justifica la sugerencia de que, a través de él, el autor de Apocalipsis
pueda estar aludiendo al séptimo día de la semana, el sábado.
37. Beate Kowalski, «Das Verhaltnis von Iheologie und Zeitgeschichte in den
Sendschreiben der Johannes-Offenbarung», en Iheologie ais Vision: Studien zu r
Johannes-Offenbarung, K. Backhaus, ed. (Stuttgart: Katholisches Bibelwerk, 2001),
pp. 54-76; Heinz Giesen, D ie Offenbarung des Johannes (Regensburg: Pustet,
1997), p. 85.
38. «The Gospel o f Peter* [El Evangelio de Pedro], en N eto Testament Apocrypha
[Apócrifos del Nuevo Testamento], 1 .1, Wilhelm Schneemelcher, ed. (Filadelfia,
Pensilvania: Westminster, 1963-1964), p. 224.
La teología sabática en el toro de Apocalipsis 1 2 5
2. E l día del emperador. Una segunda interpretación sostiene que «el día
del Señor» se refiere al día del emperador romano.40 Hay inscripciones
que confirman que el emperador romano se arrogaba el título jcúpios
[kyrios] («señor») y tenía un día dedicado al honor imperial. Sin em
bargo, la cuestión es si Juan se referiría al día del emperador como «día
del señor» en una época en la que los cristianos eran perseguidos por
negarse a llamar al emperador kyrios y adorarlo.41 Una interpretación
que podría justificar que «día del señor» se refiriese al día del emperador
romano sería ver características literarias como la ironía y la parodia
utilizadas en el libro de Apocalipsis para desestabilizar y desmitificar
el opresivo orden social y religioso del antiguo Imperio romano.42 Sin
embargo, esta interpretación implica que la frase «el día del señor» apa
recería entonces en el libro de Apocalipsis para desviar la atención del
culto al emperador, cuyo día era el domingo, y apuntar deliberadamente
al sábado como «el día del Señor», dedicado al culto, instituido en la
creación y promovido por la ley de Dios (Éxo. 20: 8-11).
39. Mateo 28:1; Marcos 16:2; Lucas 24:1; Juan 20:1,19; Hechos 20: 7; 1 Corintios
16: 2.
40. James Moffat, «The Revelation of St.John the Divine» [La revelación de san Juan
el divino], en The Expositor’s Greek Testament [El testamento griego del expositor],
t. 5 (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1961), p. 342; Robert H. Charles, The
Revelation of St. John [La revelación de san Juan], 1. 1 (Edimburgo: Clark, 1920),
p. 23; George R. Beasley-Murray, The Book ofRevelation [El libro de Apocalipsis]
(Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1981), p. 65.
41. Ranko Stefanovic, Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revela
tion [La revelación de Jesucristo: Comentario del libro de Apocalipsis] (Berrien
Springs, Michigan: Andrews University Press, 2002), p. 90.
42. Harry O. Maier, Apocalypse Recalled: The Book of Revelation after Christendom [El
Apocalipsis recordado: El libro de Apocalipsis después de la cristiandad] (Mineá-
polis, Minnesota: Fortress, 2002), pp. 166,181.
43. Para un análisis de esta posibilidad, véanse Lawrence T. Geraty, «The Pascha and
the Origin of Sunday Observance* [La pascua y el origen de la observancia del
domingo], AUSS 3 (1965): 85-96; y Kenneth A. Strand, «Another Look at “Lord’s
126 El remanente
Day”in the Early Church and in Rev. 1.10» [Otro vistazo al «día del Señor» en la
iglesia primitiva y en Apocalipsis 1:10], N T S 13 (1966-1967): 174-181.
44. William Milligan, The Book o f Revelation [El libro de Apocalipsis] (Cincinnati, Ohio:
Jennings Sc Graham, 1889), p. 13; Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday: A
Historical Investigation ofthe Rise c f Sunday in Early Christianity [Del sábado al do
mingo: Una investigación histórica del surgimiento del domingo en el cristianismo
primitivo] (Roma: Pontifical Gregorian University, 1977), pp. 123-131.
45. Stefanovic, Revelation o f Jesus Christ, p. 91.
46. David E. Aune, Revelation 1 -5 [Apocalipsis 1-5] (Waco,Texas: Nelson, 1997), p. 84.
47. Josephine Massyngberde Ford, Revelation [Apocalipsis] (Nueva York: Doubleday,
1975), p.384.
La teología sabática en el libro de Apocalipsis 1 2 7
48. Jon Paulien, «Revisiting the Sabbath in the Book of Revelation* [Revisitando el
sábado en el libro de Apocalipsis], JATS 9 (1998), p. 183.
49. Ibt'd.,pp. 183-185.
50. Ibtd.,p. 185.
128 E l Remanente
con la obediencia a sus mandamientos. En otras palabras, los que temen a Dios
son aquellos que guardan sus mandamientos (por ejemplo, Deut. 10: 12-13,
20; 11:1,13,22; 30: 6,16). De hecho, en el Antiguo Testamento, «el temor
como obediencia y reverencia envuelta en adoración es indivisible».9Así, temer
a Dios es tomarlo en serio, cambiar radicalmente de dirección en la vida, enta
blar una relación con él y entregarse por completo. Dios es glorificado entonces
a través de una vida caracterizada por la obediencia a sus mandamientos.10
El Decálogo, «como resumen de la Torah, definía las características de
una vida santificada ante Dios. El mandamiento del sábado, a su vez, es la
señal de una debida conciencia de santificación».11 Así, la primera marca
distintiva del remanente escatológico es su lealtad a los mandamientos de
Dios. En la época de los apóstoles (la iglesia primitiva), la observancia
del sábado no habría sido una marca especial, porque todos guardaban el
sábado;12hoy, cuando la mayoría de los cristianos guarda el domingo, guar
dar el mandamiento del sábado se ha convertido verdaderamente en una
marca distintiva. Simon Kistemaker ha dicho con acierto:
Los mandamientos divinos se resumen en el Decálogo y son plena
mente revelados en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento.
Cuando el mundo se aparta cada vez más de los mandamientos divi
nos y los considera obsoletos, se dice a los cristianos que los guarden.
Saben que en observarlos hay gran recompensa (Sal. 19: 11). La ley
de Dios perdura por los siglos, no necesita enmiendas, es relevante en
todas las culturas y nunca será derogada.13
£1 testimonio de Jesús
La segunda marca distintiva del remanente de Dios en el tiempo
del fin es el testimonio de Jesús. La frase «el testimonio de Jesús» ( tíjv
tas cristianos17 o como «las verdades que enseñó y que son reveladas en el
Nuevo Testamento».18 Comentando Apocalipsis 1:2, A. A. Trites afirma:
17. James Moffatt, «Revelation of St.John the Divine», en Expositor's Greek Testament [Tes
tamento griego del expositor], t. 5, W. Robertson Nicoll, ed. (Grand Rapids, Michigan:
Eerdmans, 1980), p. 465. Véase también Stefanovic, Revelation, pp. 392-393.
18. John MacArthur, Revelation 12-22 (Chicago, Illinois: Moody, 2000), p. 34.
19. Trites, «Martyrdom» [Martirio], p. 75.
20. J. Massyngberde Ford, «For the Testimony of Jesus Is the Spirit of Prophecy»
[Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía], ITQ 42 (1975): 285;
Albert Barnes, Revelation (Grand Rapids, Michigan: Baker, 2001), pp. 37, 316,
411; R. H. Charles, Revelation o f St.John, t.2 (Edimburgo: T. andT. Clark, 1920),
p. 7; G. E. Ladd, A Commentary on the Revelation o f John [Comentario sobre el
Apocalipsis de Juan] (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1972), p. 265; Beas-
ley-Murray, Revelation, pp. 206,276.
21. Louis A. Brighton, Revelation (St. Louis, Misuri: Concordia, 1999), pp. 502-503;
M. Eugene Boring, Revelation (Louisville, Kentucky: John Knox, 1989), p. 194; G.
K. Beale, The Book o fRevelation (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1999), p. 679.
22. El término martyria se encuentra en los pasajes siguientes: Juan 1: 7,19; 3:11,32-
33; 5: 31-32, 34, 36; 8:13-14,17; 19: 35; 21: 24; 1 Juan 5: 9 [tres veces], 10 [dos
veces], 11; 3 Juan 12.
1 3 4 El remanente
23. Una construcción genitiva similar es la frase «la palabra de Dios» (ó Aáyo; toíí
deov [ho logos tou theou]) (Juan 10: 35; 1 Juan 2: 14), que siempre significa lo que
el propio Dios dice, no lo que los hombres dicen sobre él.
24. Otros textos que usan peri («sobre, concerniente a») son Juan 1: 8, 15; 2: 25; 5:
36-37, 37 y 1 Juan 5: 9-10.
25. Las diferencias lingüísticas entre el Evangelio y las Cartas de Juan por una parte
y el Apocalipsis por otra han llevado a muchos eruditos a plantear un Juan dife
rente como autor del Apocalipsis. El griego de los Evangelios y de las epístolas es
relativamente simple y normalmente correcto, mientras que en el Apocalipsis la
ley de la concordancia es ignorada a menudo. Encontramos géneros, números y
casos mezclados, así como varias construcciones inusuales. Para ejemplos exhaus
tivos, véase Charles, Revelation, 1.1, pp. XXLX-XXXVII. No obstante, pese a estas
diferencias, el Apocalipsis tiene una afinidad más estrecha con el griego de otros
libros joaninos que con cualquier otro libro del Nuevo Testamento. Las diferen
cias lingüísticas pueden deberse al hecho de que el Apocalipsis probablemente se
escribiera cuando Juan estaba solo en Patmos, mientras que los Evangelios y las
cartas se escribieron con la ayuda de uno o más correligionarios en Éfeso. Véase
Donald Guthrie, New Testament Introduction [Introducción al Nuevo Testamen
to] (Leicester, Inglaterra: InterVarsity, 1976), pp. 934-942.
Las marcas cistintivas dei rem anente escatotógico en d libro de Apocalipsis 1 3 5
1 9 :1 0 22:8-9
Yo m e p o s tré a su s p ie s p a ra a d o ra rlo , p e ro él m e d ijo : Me postré a los pies del ángel que me mostraba estas
cosas, para adorarlo.
«¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus
hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. Pero él me dijo:
¡Adora a Dios!». «¡Mira, no lo hagas!, pues yo soy consiervo tuyo, de
tus hermanos los profetas y de los que guardan las
(El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía) palabras de este libro. ¡Adora a Dios!».1
1. P u e d e q u e h a y a q u i e n d e f ie n d a q u e « lo s q u e g u a r d a n la s p a la b ra s d e e s te lib ro » d e b e n e s ta r i n d u i d o s e n el g r u p o d e lo s q u e
t i e n e n e l t e s t i m o n i o d e J e s ú s . E n o t r a s p a la b r a s , to d o s lo s c r e y e n te s tie n e n e l te s t i m o n i o d e J e s ú s . A lg u n o s m a n u s c r ito s ta rd ío s
in c lu s o o m i t e n e l x a í [x a i] (« y ») y lig a n a lo s p r o f e ta s c o n lo s q u e g u a r d a n la s p a la b ra s d e e s te lib ro . E n re s p u e s ta , es p re c is o
d e c i r q u e a u n q u e lo s d o s p a s a je s s o n p a r a le lo s , n o s o n i d é n tic o s . E n 1 9: 1 0 , e l á n g e l d ic e a J u a n q u e es c o n s ie r v o s u y o y d e lo s
h e r m a n o s q u e t i e n e n e l t e s t i m o n i o d e J e s ú s , e s d e c ir, lo s p r o f e ta s c o m o e l p r o p i o J u a n . E n 2 2 : 9 , e l á n g e l r e p ite lo q u e d ijo e n
1 9 : 1 0 , p e r o a ñ a d e q u e t a m b i é n é l e s u n c o n s ie r v o d e lo s q u e g u a r d a n la s p a la b ra s d e e s te lib ro . A u n q u e la s c o n s tr u c c io n e s
g e n i t i v a s s o n la s m i s m a s p a r a lo s « h e r m a n o s » (rw v [tón adelfort]) y p a r a «los q u e g u a r d a n la s p a la b ra s d e e s te lib ro »
(Ttüv TTjpoúvrcüv. . . [ton térountón. . . ] ) , n o h a y n e c e s id a d g r a m a tic a l a lg u n a d e lig a r a e s te g r u p o c o n « el te s t i m o n i o d e J e s ú s » e n
1 9 : 1 0 . E n 2 2 : 8 - 9 se m e n c io n a n d o s g r u p o s : lo s p r o f e ta s , q u ie n e s , s e g ú n 1 9 : 1 0 , t i e n e n « el te s t i m o n i o d e J e s ú s » , y e l re s to d e lo s
c r e y e n te s « q u e g u a r d a n la s p a l a b r a s d e e s t e lib ro » . L o s d o s g r u p o s , lo s p r o f e ta s y e l r e s to d e lo s s a n to s , ta m b i é n s o n m e n c io n a d o s
e n A p o c a lip s is 1 1 : 1 8 : « T u s s ie rv o s lo s p r o f e ta s , [y ] lo s s a n to s » , y e n 16 : 6 y 1 8 : 2 4 , « la s a n g r e d e lo s p r o f e ta s y d e lo s s a n to s »
(v é a se H e r m a n n S t r a t h m a n n , « Martus », T D N T ,t. 4 , p . 5 0 1 ).
La situación en ambos pasajes es la misma. Juan se postra a los pies del ángel
para adorar. Las palabras de la respuesta del ángel son casi idénticas, aunque
la diferencia es significativa. En 19:10, los hermanos son identificados con la
26. Massyngberde Ford, «Testimony of Jesús», p. 285. Véase también Isabelle Do-
negani, «A Cause de la parole de Dieu et du témoignage de Jésus... •: Le témoignage
selon ¡'Apocalypse deJean (París: J. Gabalda, 1997), pp. 360-364,377-378.
136 Ei. REMANENTE
El testimonio de los ta rg u m im 28
Los lectores judíos de la época de Juan sabían qué se quería decir con la ex
presión «el espíritu de la profería». Habrían entendido la expresión como una
referencia al Espíritu Santo, que imparte el don profético a seres humanos. El
judaismo rabínico equiparaba las expresiones veterotestamentarias «santo espí
ritu», «espíritu de Dios» y «espíritu de Yahveh» con «el espíritu de la profecía».29
Esto puede verse en la frecuente aparición de esta frase en los targumim:
27. Algunos eruditos no adventistas sostienen esta interpretación. Por ejemplo, el eru
dito luterano Hermann Strathmann afirma: «Según el paralelo de 22: 9 los herma
nos a los que se hace referencia no son los creyentes en general, sino los profetas.
También aquí son calificados de tales. Este es el argumento del versículo 10c. Si
tienen el marturia Iésou, tienen el espíritu de la profería, es decir, son profetas,
como el ángel, que simplemente está al servicio del marturia Iésou» (*Martus»,
p. 501; véase también Richard Bauckham, The Climax o f Prophecy (Edimbur
go: T. and T. Clark, 1993], p. 162). Asimismo, James Moffat explica: «Porque
el testimonio de (o sea, dado por) Jesús es (es decir, constituye) el espíritu de
la profecía». Este comentario marginal en prosa define específicamente a los
hermanos que mantienen el testimonio de Jesús como poseedores de la inspira
ción profética. El testimonio de Jesús es, en la práctica, equivalente a que Jesús
testifique (xxii.20). Los profetas cristianos son impulsados precisamente por la
revelación de Jesús de sí mismo (según 1: 1, debida en último término a Dios)
(Moffat, «Revelation», t. 5, p. 465). Donegani, Témoignage de Jésus, p. 380, llega
a la conclusión de que la frase «espíritu de la profecía» se refiere al Espíritu que
inspiró a los profetas (p. 360), pero amplía su significado para que incluya no
solo a los profetas cristianos, sino también al testimonio colectivo de la iglesia
cristiana (p. 380). Como demostraremos, su interpretación eclesiológica no pue
de apoyarse con el uso del verbo «tener» ni por el uso de la frase «el espíritu de
la profecía» en otros escritos extrabíblicos.
28. Targumim es el plural de táigum, término hebreo que significa «traducción, in
terpretación». Se refiere específicamente a las traducciones arameas del Antiguo
Testamento que empezaron a usarse después del exilio babilónico, cuando muchos
judíos ya no entendían hebreo.
29. E. Sjóberg, «Rúaj in Palestinian Judaism» [Rúa; en el judaismo palestino], TD NT,
t. 6, p. 382.
Las marcas distintivas del rem anente escatotógíco en el Kbro de Apocalipsis 1 3 7
El significado de \ejó \
32. J. P. Schafer, «Die Termini “Heiliger Geist”und “Geist der Prophetie”in den Tar-
gumim und das Verhaltnis der Targumim zueinander», V T 20 (1970): 310 (tra
ducción mía).
33. F. F. Bruce, The Time is Fulfilled [El tiempo se ha cumplido] (Grand Rapids,
Michigan: Eerdmans, 1978), pp. 105-106.
34. Elena G. de White también interpreta la frase «el testimonio de Jesús» en términos
del «espíritu de la profecía», pero hace hincapié en su contexto; véase Rodríguez, «El
“testimonio de Jesús”en los escritos de Elena G. de White», en este tomo.
35. Wilhelm Bousset, Die Offenbarung desJohannes (Gotinga: Vandenhoeck und Ru-
precht, 1906), p. 270; Friedrich Düsterdieck, Critical and Exegetical Handbook to
the Revelation o f John [Manual crítico y exegético del Apocalipsis de Juan] (Nueva
York: Funk and Wagnalls, 1887), p. 229; I. T. Beckwith, TheApocalypse o f John [El
Las marcas distintivas del rem anente escatológico en el libro de Apocalipsis 1 3 9
Apocalipsis de Juan] (Eugene, Oregon: W ipf and Stock, 2001), p. 526; Robert H.
Mounce, 2he Book of Revelation [El libro de Apocalipsis] (Grand Rapids, Michi
gan: Eerdmans, 1977), p. 158; Charles, Revelation, 1.1, p. 174; Simcox, Revelation,
p. 44; Ladd, Revelation, p. 104.
36. En inglés, la NEB, la versión de Berkeley, la REB y la Jerusalem Bible lo traducen
así, y varios comentaristas adoptan esta lectura; por ejemplo, Barnes, Revelation,
p. 316; A. Plummer, Revelation (Londres: Funk and Wagnalls, s.£), p. 188; Martin
Kiddle, The Revelation of St.John (Londres: Hodder and Stoughton, 1940), p. 118;
Beasley-Murray, Revelation, p. 135; Massyngberde Ford, Revelation, p. 96.
37. Walter Bauer, Wm. F. Arndt, F. Wilbur Gingrich y William Danker, A Greek-
English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature [Un
léxico griego-ingés del Nuevo Testamento y literatura Cristiana temprana] (Chi
cago, Illinois: University of Chicago, 2000), pp. 420-422.
38. Ibid.
39. Ibid., p. 422.
40. Henry G .,A Greek-English Lexicon [Léxico griego-inglés], ed. rev. (Oxford: Uni
versity Press, 1958), pp. 749-750, dan centenares de referencias para la forma tran
sitiva activa de ejó con el mismo significado dado por Bauer, Arndt, Gingrich y
Danker, A Greek-English Lexicon. En la forma media dan cuatro referencias en las
que ejó significa «portar» o «llevar sobre sí» algo concreto; por ejemplo, un escudo
(pp. 749-750). Liddell y Scott (pp. 750-751) también citan una segunda palabra
ejó que se encuentra en una inscripción chipriota que menciona una ofrenda que
es «traída» (ejó). En ningún sitio encontramos ejó con el significado abstracto de
«dar testimonio». Datad Hill comenta: «Si he martyria Iésou significa «dar testi
monio de Jesús», el verbo ejó es bastante inusual (incluso en el griego de este libro)
para denotar el porte de ese testimonio por parte de los cristianos» («Prophecy and
Prophets in the Revelation of St. John» [Profecía y profetas en el Apocalipsis de
san Juan], NT'S 18 (1971-1972): 411).
140 El remanente
Un pueblo perseverante
La tercera característica de la iglesia remanente es que tiene «la perseve
rancia [Ú7to(íov)Í {hypomoné}] de los santos [twv ¿yícdv {ton bagión}]» (Apoc.
14:12). Apocalipsis 14 puede dividirse en cuatro secciones:
1. El pueblo redimido de Dios (14:1-5)
2. Los mensajes de los tres ángeles (14: 6-12)
3. La voz del cielo y una bienaventuranza (14:13)
4. La cosecha de la tierra y la segunda venida (14:14-20)
Apocalipsis 14 comienza con la visión donde Juan ve el remanente de
pie en el monte Sion. Siguen al Cordero dondequiera que va (vers. 4). Lue
go Juan es llevado atrás en el tiempo hasta los acontecimientos que condu
cen a lo que ha visto (vers. 1-5): la proclamación de los mensajes de los tres
ángeles (vers. 6-12) y la segunda venida (vers. 14-20). En el versículo 12
presenta otra característica destacada del remanente: concretamente: tiene
la «paciencia» (JER) (hypomoné) de los santos.
En griego clásico, la palabra hypomoné («paciencia») describía una de las
virtudes griegas y significaba «resistir» o mostrar «un valiente aguante que
desafia el mal varonilmente».44 Sin embargo, en el Antiguo Testamento el
centro de interés de la resistencia no está tanto en los poderes malignos
como en Dios. Por lo tanto, en la LXX, en la que el sustantivo hypomoné
aparece veinticinco veces y el verbo vno^iévcü [hypomenó] unas ochenta
veces,45la palabra se usa fundamentalmente para expresar la idea de esperar
en Dios. Los justos esperan en el Señor (Sal. 37: 9 [LXX 36: 9]; Isa. 8:17;
40: 31; Miq. 7: 7); es «la esperanza [heb. ¡TlpO {miqweh}] de Israel» (Esd.
10: 2; Jer. 14: 8; 17: 13), «la esperanza [heb. ni¡?FI {tiqwñh}\ del hombre»
(Job 14:19; Sal. 9:18 [LXX 19]; Jer. 31:17 [LXX 38:17]). «Rodeados por
la injusticia y con mucha angustia interna, los justos saben que son protegidos
por Dios y que solo tienen que aguardar su acción liberadora, que supondrá
un alivio de su situación».46Así, por ejemplo, Miqueas dice que aunque «han
desaparecido del país los hombres leales, no queda un hombre honrado
[...,] yo estoy alerta aguardando al Señor, mi Dios y salvador: mi Dios me
escuchará» (7: 2,7, PER).
50. El Textus Receptas pone ínropovrjv év XpiOTOÜ ’bjtroC [hypomoné enjristó Iésou], pero
el texto de Nestle-Aland tiene ÚTropovrjv év 1r¡oov [hypomoné en Iésou].
51. Osborne, Revelation, p. 81.
52. Ibid., p. 80.
53. Aunque algunas traducciones ven en pou [mou] el «mandato» o el «encargo» regi
dor de Cristo (NVI, PER), la mayoría de las traducciones entiende que mou rige a
hypomoné, no Xóyo? [logos].
144 El remanente
Guardar la fe de Jesús
La cuarta marca del pueblo remanente de Dios abordada en este capítu
lo es la que guardan la fe de Jesús OnjpotivTes... tt)v 7tío tiv ’Ijjctou [térountes...
ten pistin Iésou\). De nuevo, el genitivo «fe de Jesús» de Apocalipsis 14: 12
puede ser interpretado de dos maneras. Si se entiende que es un genitivo
objetivo, como parece hacer la mayoría de los comentaristas,56 el significa
do es que los santos «se mantienen fieles a Jesús».57 Es interesante observar
que la primera parte de este texto aparece también en 13: 10: «Aquí está
la perseverancia y la fe de los santos». Si «la fe de Jesús» de 14: 12 es un
genitivo objetivo (con el significado de «fe en Jesús»), entonces 13:10 y 14:
12 están diciendo básicamente lo mismo.
54. William G. Johnsson, «La victoria escatológica de los santos sobre las fuerzas del
mal», en Simposio sobre Apocalipsis: Estudios exegéticos y generales—II, pp. 3-51
55. Ibid., p. 48.
56. Véanse Auné, Revelation 6 -1 6 , p. 838; Charles, Revelation, 1.1, p. 369; MacArthur
Jr., R evelation 1 2 -2 2 , p. 103; Moffat, «Revelation», p. 439; Mounce, R evelation,
p. 277; Osborne, Revelation, p. 544; Pierre Prigent, Commentary on the Apocalypse
o f St.John (Tubinga: Mohr, 2004), p. 445; Smalley, R evelation, p. 369; Stefanovic,
R evelation, p. 454; Beckwith, Apocalypse, p. 659; Philip E. Hughes, The Book o f
R evelation (Leicester, Inglaterra: InterVarsity, 1990), p. 164; Margaret Barker,
The Revelation o f Jesus C hrist (Londres: T. and T. Clark, 2000), p. 250; Robert
W. Wall, Revelation (Peabody, Massachusetts: Hendrickson, 1991), p. 186; Alan
Johnson, «Revelation», en Expositor’s Bible Commentary [Comentario la Biblia del
expositor], 1 .12, Frank E. Gaebelein, ed. (Grand Rapids, Michigan: Zondervan,
1981), p. 542.
57. Así, precisamente, lo vierten la NVI y la PER.
Las marcas dstintivas del rem anente escatológico en el libro de Apocalipsis 1 4 5
70. Polibio, Historias 10.37.9. Asimismo, los empleados del gobierno en Grecia no
«mantienen la fe» en su gobierno, mientras que los romanos sí (Historias 6.56.13).
71. Véase el análisis en Rodríguez, «El “testimonio de Jesús” en los escritos de Elena
G. de White», en este tomo.
72. Marcos 1:15; Juan 1:12.
73. Mateo 18: 6; Marcos 9: 42; Juan 3:18.
74. Asociación Miniterial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo
Día, Creencias de los adventistas del séptimo día (Nampa, Idaho: Pacific Press Pu
blishing Asociation, 2006), p. 190.
148 El rem anente
£1 remanente
en la teología adventista contemporánea
Frank M. Hasel
1. Según Ángel Manuel Rodríguez, hay una sensación casi inconsciente entre los
adventistas del séptimo día de «que si perdemos la idea del remanente, perdería
mos, como iglesia, nuestro propósito, nuestra razón de existir» («The Remnant
and the Adventist Church» [El remanente y la Iglesia Adventista] [Silver Spring,
Maryland: Biblical Research Institute, manuscrito inédito, octubre de 2002], p. 1).
2. Alberto Timm, The sanctuary and the Three Angels’Messages, 1844-1863: Integrating
Factors in the Development o f Seven-day Adventist Doctrines (Berrien Springs, Michi
gan: Adventist Theological Society, 1995), pp. 240-242; Cf. Gerard Damsteegt,
Foundations o f the Seventh-day Adventist Message and Mission [Fundamentos del
mensaje y la misión adventista del séptimo día] (Grand Rapids, Michigan: Eerd-
mans, 1977), pp. 146,168,185,191,244; y C. Mervyn Maxwell, «The Remnant in
SDA Thought» [El remanente en el pensamiento ASD ],AdvA 2/2 (1988): 13-20.
3. Clifford Goldstein, E l remanente: ¿Realidad bíblica o ilusión sin base? (Miami,
Florida: APIA, 1995), p. 11.
4. Cf. Manual elela Iglesia, p. 31 y «El remanente y su misión», en Creencias de los adven
tistas del séptimo día (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Asodation, 2006), p. 180.
5. «Remnant Church» [Iglesia remanente], en AdvEnc, t. M-Z, pp. 434-435; y Com-
BibAdv, t. 7, pp. 827-830.
6. Creencias de los cuiventistas del séptimo día, pp. 180, 190-197; y Hans K. LaRon-
delle, «El remanente y el mensaje de los tres ángeles», en Teología-. Fundamentos de
nuestrafe, Raoul Dederen, ed. (Doral, Florida: APTA, 2008), t. 8. pp. 177-248.
152 El rem anente
9. Timm, E l santuario, p. 241, con fuentes primarias adicionales. Entre los primeros
adventistas, «el concepto del remanente se aplicaba exclusivamente a aquellos cuya
vida había sido dedicada a Dios» (ibíd.).
10. Aunque, en su proclamación, los primeros adventistas se centraron en verdades
bíblicas distintivas que los diferenciaban de otras denominaciones y que eran signifi
cativas para su nueva identidad teológica, su proclamación y su convicción bíblica se
basaban, no obstante, en un amor sincero y genuino por la Palabra de Dios, por cada
miembro de su grupo y por un mundo que pereda. Esto lo indica Jaime White en la
siguiente declaradón: «Como pueblo, provenimos de las divisiones del movimiento
adventista [los milleritas] y de las diversas denominaciones, que sostienen puntos de
vista diferentes sobre algunos temas; no obstante, gradas al Cielo, el sábado es un só
lido estrado en el que todos podemos estar en pie unidos. Y mientras estamos aquí,
sin la ayuda de ningún otro credo que no sea la Palabra de Dios, y unidospor los lazos
del amor — amorpor la verdad, amor mutuo y amorpor un mundo queperece— “que es
más fuerte que la muerte”, se pierden todos los afectos partidistas. Estamos unidos
en estos grandes temas: el inmediato segundo advenimiento personal de Cristo y la
observancia de todos los mandamientos de Dios, y en la fe de su Hijo Jesucristo, por
ser necesaria para una preparation para su advenimiento» (Jaime White, RH, 11 de
agosto de 1853, p. 53; la cursiva no está en el original).
11. Joseph Bates, A Sealofthe Living God. A Hundred Forty Four Thousand ofthe Servants
o f God Being Sealed [Un sello del Dios viviente. Ciento cuarenta y cuatro mil siervos
de Dios sellados] (New Bradford, Massachusetts: por el autor, 1849), pp. 45-56.
12. Maxwell, «Remnant», p. 14.
1 54 El remanente
Por lo tanto, sépase que los adventistas del séptimo día reivindica
mos ser aquellos a los que Juan vio en visión y a quienes denominó «el
remanente que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio
de Jesucristo». En lo que respecta a los dos puntos prominentes de
la fe de la iglesia remanente de los que habla Juan, es perfectamente
conocido que los adventistas del séptimo día reivindicamos sostener y
practicar am bos.14
Puede encontrarse la misma identificación del remanente con la Iglesia
Adventista del Séptimo Día en los escritos de Elena G. de White,15 de mu
chos pioneros16 y de líderes intelectuales a lo largo de la historia adventista
13. George I. Buder, «Visions and Prophecy» [Visiones y profecía], en RH, 2 de junio
de 1874, p. 193.
14. W. H. Littlejohn, «Seventh-day Adventists and the Testimony of Jesus Christ»
[Los adventistas del séptimo día y el testimonio de Jesucristo], RH, 14 de agosto
de 1883, p. 14. Cuando los pioneros adventistas consideraban la elección de un
nombre para su nueva iglesia, se consideró el nombre «El Remanente» (RH, 25 de
septiembre de 1860, p. 148).
15. Véase Rodríguez, «El “testimonio de Jesús”en los escritos de Elena G. de White»,
en este tomo.
16. Cf. Urías Smith y Jaime White, que publicaron artículos que señalaban a Apocalip
sis 12:17 y Joel 2:28-32 en los que hadan notar que los adventistas del séptimo día
cumplen las condidones esbozadas en estos textos: guardan los mandamientos de
Dios y tienen la fe de Jesús (Urías Smith, RH, 28 de febrero de 1856; Jaime White,
RH, 8 de enero de 1857). Urías Smith, Synopsis o f the Present Truth [Sinopsis de la
verdad presente] (Battle Creek, Michigan: Seventh-day Adventist Publishing Assoda-
tion, 1884), pp. 302-302, se refiere a Apocalipsis 12: 17 y luego comenta sobre él:
«Por la mujer hemos de entender la iglesia; por su descendencia, los miembros de
la iglesia en toda esta dispensadón. Por lo tanto, el remanente de su descendenda
puede referirse únicamente a una organizadón de personas: a la última generación
de cristianos sobre la tierra. Estos se caracterizan por guardar los mandamientos de
Dios y tener el testimonio de Jesucristo. En Apoc. 19:10 tenemos la definidón de lo
que aquí se denomina “el testimonio de Jesucristo”. Dijo el ángel a Juan: “el testimo
nio de Jesús es el espíritu de la profecía”. En esto el lector reconocerá de inmediato
uno de los dones de la iglesia. [...] Sobre que el don de profeda se manifieste, según
las Escrituras, en conexión con el mensaje del tercer ángel, remitimos al lector a las
obras publicadas en la sede de la Review and Herald, tituladas “Espíritu de Profeda”
y el “Testimonio para la Iglesia”». Para otras referencias a los pioneros, véanse Max
well, «Remnant», pp. 13-20, y Gerhard Pfandl, «La iglesia remanente y el espíritu
de profeda», en Simposio sobreApocalipsis: Estudios exegéticosy generales—U, Frank B.
Holbrook, ed. (Miami, Florida: APIA, 2011), pp. 373-422.
El rem anente en la teología adventista contemporánea 15 5
17. Cf. Goldstein, Remanente-, Gerhard F. Hasel, «The Remnant in Scripture and the
End Time» [El remanente en la Escritura y el tiempo del ñn\,A dvA 2/2 (1988):
5-12, 62; ídem, «Who are the Remnant?» [¿Quiénes son el remanente?], AdvA
7/2 (1993): 5-13, 31; Maxwell, «Remnant», pp. 13-20. Véase también «Remnant
Church», zn AdvEnc, t. M-Z, pp. 434-435; Creencias de los adventistas delséptimo día,
pp. 153-169,190-197; LaRondelle, «Remnant», pp. 857-892.
18. «Remnant Church», en AdvEnc, t. M-Z, p. 435.
19. LaRondelle, «Remnant», pp. 887.
20. «Remnant» en AdvEnc, t. M-Z, p. 434.
21. Ibid.
22. Ibid.
23. Obsérvese que la profesión de fe que los candidatos para el bautismo afirman cu
ando entran a formar parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día identifica a la
iglesia adventista con el remanente. El voto bautismal número 13 dice: «¿Aceptan
y creen que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la iglesia remanente de la
profecía bíblica, y que se invita a personas de todas las naciones, razas y lenguas a
formar parte de esta comunión y a ser aceptadas en su feligresía? ¿Desean ustedes
ser aceptados como miembros de esta congregación local de la iglesia mundial?»
(Manual de la Iglesia, p. 66).
156 El remanente
24. Véase la exposición en Richard Lehmann, «Die Ubrigen und ihr Auftrag», en
Die Gemeinde und ihrAuftrag, Johannes Mager, ed. (Luneburgo: Saatkorn-Verlag,
1994), p. 73.
25. Walter R. Martin, The Truth About Seventh-day Adventism [La verdad sobre el
adventismo del séptimo día] (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1960), p. 212.
26. Ibíd., p. 213. Para una buena respuesta a algunos retos lanzados contra un con
cepto exclusivo del remanente, véase Goldstein, E l remanente.
27. Puede encontrarse una visión de conjunto muy útil de diferentes enfoques en Ro
dríguez, «Remnant», y en Samuel Garbi, «The Seventh-day Adventist Church as
the Remnant Church: Various Views over 150 Years of Denominational History*
[La Iglesia Adventista del Sépimo Día como la iglesia remanente: Varios puntos
de vista en 150 años de historia denominational] (proyecto inédito de posgrado,
Andrews University Theological Seminary, 1994). EHanálisis más completo del de
bate teológico entre adventistas se encuentra en Carmelo L. Martínez, «El concepto
del remanente en la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Razones subyacentes en
el debate contemporáneo» (tesis doctoral de teología. Universidad Adventista del
Plata, Argentina, 2002), pp. 153-372. Esta tesis doctoral es muy útil y contiene la
bibliografía adventista más completa sobre el asunto.
El rem anente en la teología adventista contemporánea 157
34. Walter Martin, «The Truth about Seventh-day Adventism: Adventist Theology
vs. Historic Orthodoxy» [La verdad sobre el adventismo del séptimo día: teología
adventista vs. ortodoxia histórica], Eternity, enero de 1957, pp. 12-13.
35. Preguntas sobre doctrina, p. 173.
36. Cf. Maxwell, «Remnant», p. 13; y Rodríguez «Remnant», p. 5. Elena G. de White
admite el hecho de que «hay muchos cristianos verdaderos que no son de nuestra
fe, con quienes nos relacionamos, que viven según toda la luz que tienen; ellos
cuentan más con el favor de Dios que los que han tenido mayor luz y no la han
aprovechado mostrando obras correspondientes» (Consejos sobre la obra de la Es
cuela Sabática [Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1954], p. 93).También
añrma: «No todos los que viven en el mundo desprecian la ley y son pecadores.
Dios tiene a muchos miles que no han doblado su rodilla ante Baal. En las iglesias
caídas hay hombres que temen a Dios. Si no fuera así, no estaríamos dando el
mensaje que dice: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia... Salid de ella pueblo
mío”» (E l cvangelismo [Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1975], p. 407;
cf. también Profetasy reyes [Miami, Florida: APIA,2008], pp. 125-126). Esas per
sonas temerosas de Dios son invitadas a unirse a la iglesia remanente. De hecho,
Elena G. de White es muy sensible a esos cristianos «que han salido de otras
iglesias por amor a la verdad» (E l evangelismo, p. 258). Dado que estos cristianos
genuinos viven auténticamente su fe según su mejor saber, el concepto de rema
nente no excluye automáticamente la salvación de nadie, ni siquiera de todos los
que no formen parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
El rem anente en la teóloga adventista contemporánea 159
37. Así, Garbi «Remnant Church», p. 39, refiriéndose a Gottfried Oosterwal, Mission
Possible: The Challenge o f Mission Today [Misión posible: El reto de la misión hoy]
(Nashville, Tennessee: Southern Publishing Association, 1972). Por alguna razón,
Martínez, «Concepto del remanente», no incluyó un estudio de las razones teo
lógicas subyacentes al debate sobre el remanente entre los interesados en alcanzar
a las religiones no cristianas.
38. Una premisa básica de esta posición es «que Dios ha obrado en todas las culturas
para preservar una medida de auténtica espiritualidad» (Jerald Whitehouse, «Con
textual Adventist Mission to Islam: A Working Model» [Misión adventista contex
tual al islam: Un modelo de trabajo], en The Three Angels and the Crescent:A Reader
[Los tres ángeles y el creciente: Un lector], Jonquil Hole y Borge Schantz, eds.
[Newbold College: Global Centre for Islamic Studies, 1993], p. 257; asimismo, Pe
ter Roennfeldt, «Faith Development in Context —An Overview» [Desarrollo de la
fe en contexto —Una vista de conjunto], en Faith Development in Context: Present
ing Christ in Creative Ways [Desarrollo de la fe en contexto: Presentando a Cristo en
formas creativas], Bruce L. Bauer, ed. [Berrien Springs, Michigan: Department of
World Mission, 2005], p. 41) y que el propósito inicial del islam ha contribuido, en
el propósito de Dios, a la restauración de ciertas verdades importantes. Esto suscita
preguntas importantes tales como: ¿Es el Corán igual de inspirado que la Biblia?
¿Es Mahoma un profeta enviado por Dios y usado divinamente? ¿Está la enseñanza
del Corán en armonía con la voluntad de Dios revelada en las Escrituras? ¿Deja
lugar el Corán para la autoridad de la Biblia? ¿De verdad usa Dios a las diferentes
religiones para restaurar ciertas verdades importantes? ¿No dan la verdadera con
versión y la aceptación de la verdad bíblica como resultado necesario un cambio de
identidad espiritual? (Sobre la última pregunta, véase John Kent, «Issues of Identity»
[Temas de identidad], en Faith Development in Context, p. 131). Se ha señalado que
«esta premisa también proporciona el fundamento de un remanente dentro del hin-
duismo, del budismo y dentro de casi cualquier movimiento religioso o secular en el
que puedan encontrarse “semillas de verdad”» (Carlos Martin, «C-5 Muslims, C-5
Missionaries, or C-5 Strategies?»,JATS 17/2 [2006]: 131).
39. Stefan Hóschele, From the End o fthe World to the Ends o f the Earth: The Development
o f Seventh-day Adventist Missiology [Desde el fin del mundo hasta los confines de
la tierra: El desarrollo de la misiología adventista del séptimo día] (Nuremberg:
Verlag fiir Theologie und Religionswissenschaft, 2004), p. 36. Para una respuesta
crítica a este nuevo enfoque en las misiones entre musulmanes, véase el artículo de
Borge Schantz, «"Political Correctness” in Muslim Evangelism?» [¿«Políticamente
correcto» en el evangelismo musulmán?], Ministry 76/6 (junio de 2004): 12-13;
ídem, «What do Adventists and Muslims Really Share?» [¿Qué comparten real
mente los adventistas y los musulmanes?], Spectrum, 24 de mayo de 2006; y Kent,
«Issues in Identity», pp. 128-133; así como Robert M. Johnston, «Kingdom and
Church» [Reino e iglesia], en Faith Development in Context, pp. 135-146, esp. p. 144.
160 El rem anente
«fiesta del sacrificio» musulmana, siguen vivas en los nuevos creyentes, está claro
que afrontamos el desafio del sincretismo religioso (cf. Carlos Martin, «Questions
on C-5»,JAMS 1/2 [2005]: 36-38). Algunos creen que «el sincretismo siempre es
la consecuencia imprevista de un sano deseo por hacer al evangelio relevante» (Jon
Paulien, «Dealing with Syncretism in Insider Movements», en Faith Development in
Context, p. 219). Esto ha sido controvertido en el mundo evangélico en su conjunto
(cf. Phil Parshall, «Danger! New Directions in Contextualization» [¡Peligro! Nuevas
direcciones en contextualizadón], EvMisQ 34/4 [1998]: 404-410).
46. Hóschele, Missiology, p. 37. Borge Schantz señala algunas dificultades en tal enfoque
contextualizado cuando escribe: «Se han hecho tentativas de equiparar al Alá del Co
rán con el Dios de la Biblia. Pese a algunas cosas superficiales en común, la compa
ración es inválida. Cuando los cristianos hablamos de Dios, hablamos de la Trinidad:
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Para el musulmán, eso es blasfemia y politeísmo». Ade
más, hay «tres atributos muy significativos que los cristianos asignamos a Dios [que]
están ausentes en el islam. Alá nunca es llamado Padre, nunca es llamado Amor, nunca
es llamado Espíritu» (Schantz, «Political Correctness», p. 12.
47. Véanse Jerald Whitehouse, «Adventist Christians, Cultural Muslims» [Cristianos
adventistas, musulmanes culturales], Spectrum 22/4 (1992): 23-52; y Hóschele,
Missiology, p. 36. En ocasiones, estos creyentes remanentes musulmanes son bau
tizados sin que tengan conocimiento alguno de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día o sin entender tan siquiera que se están haciendo cristianos (cf. Carlos Mar
tin, «Questions on C-5», JAM S 1/2 [2005]: 37). Los defensores de este nuevo
enfoque admiten que «institucionalizar el proyecto en la estructura tradicional de
la iglesia pondría en peligro muchos de los principios y de las estrategias clave del
proyecto. También amenazaría la seguridad de la iglesia existente» (Whitehouse,
«Adventist Mission», pp. 258-259). Esto suscita la pertinente pregunta: «¿Cuáles
deberían ser las relaciones administrativas? [...] ¿Debemos trabajar siempre a
través de la iglesia local existente? O ¿hay lugar para que una organización misio
nera funcionalmente separada asuma y aborde estos retos especules de la misión?
[...] ¿Qué estructura debería desarrollar este ministerio contextual?» {ibid., 259).
Lowell C. Cooper ha señalado con acierto que «para los adventistas del séptimo
día, la misiología y la eclesiología no pueden estar separadas por completo. [...]
Es preciso que la misión abrace una perspectiva particular de la iglesia. Para los
adventistas del séptimo día, la persecución de la misión no puede ir acompañada
por un punto de vista fluctuante de una organización remanente de creyentes»
(«Response: Maintaining Unity with Parallel Structures», en Faith Development
in Context, p. 276). Se ha dicho que «con la existencia de creyentes bautizados que
no han alcanzado una consciencia completa de la fe adventista y que no han de-
El rem anente en la teología adventista contemporánea 163
sarrollado una comunión completa con otras comunidades hermanas del mundo,
se ha preparado el camino para una iglesia mundial fragmentada» (Carlos Martin,
«Questions on C-5»,JAMS 1/2 [2005]: 38-39).
48. Hay oficios religiosos contextualizados en la Iglesia Adventista Budista de Ran
gún, Birmania, en la que se distribuyen hojas con un mantra del Salmo 23, y se
está construyendo una «casa de meditación» en Birmania. Se usan dibujos birma
nos sobre el evangelio para explicar el evangelio cristiano a los budistas (Hóschele,
Missiology, pp. 37-38).
49. Whitehouse, «Mission to Islam», p. 257.
50. Ibid., p. 258. Más recientemente se ha afirmado que la misión de la Iglesia Ad
ventista del Séptimo Día «es mayor que ella misma. Es un papel profético dentro
de todos los pueblos. Es un papely una misión que tiene precedencia sobre la erección
de instituciones o las agendas confesionales. Ha de llevar un mensaje de advertencia
para preparar a un pueblo de entre todos los pueblos para la venida de Jesús. Se
basa en la interpretación de que Dios está usando el movimiento adventista para
preparar un remanente mayor del que, ciertamente, formamos parte, pero no somos la
totalidad. E l remanentefin a l es mayor que los adventistas del séptimo día solos. Esta
interpretación forma la base de mi relación con los musulmanes» (Jerald White
house, «New Directions in Adventist-Muslim Relations», Spectrum 34/3 [2006]:
56; la cursiva no está en el original).
51. Steve Daily, Adventism for a New Generation [Adventismo para una nueva genera
ción] (Portland, Oregon: Better Living Publishers, 1994),p.312.
164 El rem anente
tener cierto impacto social y condenar el mal en todas sus formas, este nuevo
enfoque redefine radicalmente el concepto siguiendo líneas sociológicas y
descuida el hecho de que el remanente bíblico es fundamentalmente una en
tidad religiosa.64 Según se describe en la literatura apocalíptica de la Biblia, el
conflicto final es un conflicto religioso cuyo tema central es la lealtad a Dios
y la auténtica adoración.
La anterior exposición ha demostrado que, entre algunos adventistas,
existe una tendencia a modificar o incluso a redefinir el concepto y la teo
logía asociada con la visión adventista del remanente escatológico. Aunque
sigue usándose el término, «las maneras en las que se presenta el contenido
suscita cuestiones de si se está comunicando en un nuevo contexto el mis
mo mensaje bíblico según se ha entendido previamente o si hay dejación
de reafirmarlo o incluso un deseo consciente de tener tan poco que ver con
él como sea posible».65 En otras palabras, se usa la terminología tradicional
del remanente, pero se le infunde un nuevo significado que, en algunos
casos, la contradice o es incompatible con ella. Pese a esas tentativas por
introducir un cambio, la iglesia ha conservado oficialmente, en el mundo
entero, la interpretación bíblica que tiene de sí misma como remanente
escatológico de Dios. Esto obliga a suscitar la cuestión de la relación de
la Iglesia Adventista con otras iglesias cristianas y con lo que ha dado en
llamarse la iglesia invisible.
ética social y personal], Charles W. Teel, ed. (Loma Linda, California: Center for
Christian Bioethics, 1995), pp. 1-35.
64. Cf. Rodriguez, «Remnant», p. 7. Se trata de una cuestión de premisas y de un
punto de inicio hermenéutico acertado: ¿Tiene también el remanente, debido a
su carácter básicamente religioso, una inquietud legítima por la reforma y la jus
ticia sociales, o es la interpretación básica del remanente un movimiento social y
político que en su actividad sodopolítica adquiere una cualidad cuasirreligiosa?
65. Garbi, «Remnant Church», p. 28. Garbi suscita la pregunta de «si el “adventismo
para una nueva generación” sigue siendo adventismo en algún sentido» (p. 37).
El rem anente en la teología adventista contemporánea 167
pero siempre hemos mantenido que Dios tiene un pueblo verdadero don
dequiera que haya hombres que obedezcan la luz que tienen».74
Esta posición ha hallado entrada en las directrices del Working Policy
[Reglamento operativo] oficial que regulan la relación de la Iglesia Adven
tista con otras iglesias y organizaciones religiosas cristianas. Entre otras
cosas, afirman lo siguiente:
Para evitar crear m alentendidos o roces en nuestras relaciones con
otras iglesias y organizaciones religiosas cristianas, se presentan las si
guientes directrices:
triunfante, «presentará para sí mismo una iglesia gloriosa, los fieles de to
das las edades, adquiridos por su sangre».76Una vez más, existe continuidad
con el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y con los fieles de todos
los tiempos. En la Creencia Fundamental número 13, sobre el remanente y
su misión, se afirma explícitamente que «la iglesia universal está compuesta
de todos los que creen verdaderamente en Cristo; pero en los últimos días,
una época de apostasía generalizada, ha sido llamado un remanente para
que guarde los mandamientos de Dios y la fe de Jesús».77Comentando esta
creencia fundamental, el libro Creencias de los adventistas del séptimo día
afirma: «Dios tiene a sus hijos en todas las iglesias, pero proclama un men
saje a través de la iglesia remanente para restaurar su auténtica adoración,
llamando a su pueblo a salir de la apostasía y prepararlo para el regreso de
Cristo».78 Esto suscita la cuestión de la relación entre esos creyentes de
todas las iglesias y el remanente.
76. Seventh-day Adventist Yearbook [Anuario adventista del séptimo día] (Silver Spring,
Maryland: General Conference of Seventh-day Adventists, 2008), p. 6.
77. Ibid.
78. Creencias de los adventistas del séptimo día, p. 197.
79. Véase Rodríguez, «Ensayo final», en este tomo.
80. LaRondelle, «Remnant», p. 880. «Remnant», en AdvEnc, t. M-Z, afirma, de mane
ra más explícita: «Puede considerarse que las iglesias protestantes de la era de la
Reforma fueron el fiel remanente de Dios después de más de un milenio de apos
tasía papal» (p. 434).
81. LaRondelle, «Remnant», p. 880.
170 El remanente
ellos a los valdenses, los anabaptistas, los puritanos, los pietistas alemanes,
los metodistas y a los milleritas.82Todas estas eran entidades visibles.
El concepto de una iglesia invisible fue un artificio apologético de los
Reformadores, especialmente de Lutero,83para acatar las declaraciones de los
credos referentes a una «iglesia católica» y se basaba en una concepción par
ticular de elección incondicional.84 Se ha dicho que, a veces, Lutero repetía
«la idea agustina tradicional de una “iglesia de los predestinados”, conocidos
solo por Dios».85Aunque los luteranos consideran a la iglesia como «la asam
blea de todos los creyentes, entre los que se predica el evangelio en su pureza
y se administran los santos sacramentos según el evangelio»,86parece que en
tienden que la propia iglesia es, más bien, la comunión espiritual de cuantos
creen en Cristo y que, por ende, esta es esencialmente invisible.87Asimismo,
la teología reformada, con su «doctrina de la libre elecciónf,] tenía como
corolario que hay que dejar el conocimiento de su iglesia solo a Dios, porque
el fundamento de ella era la elección secreta del Señor».88
«La insistencia [de Lutero] en la invisibilidad de la iglesia tenía el pro
pósito de negar que la iglesia sea esencialmente una sociedad externa con una
cabeza visible y de afirmar que la esencia de la iglesia ha de hallarse en la
82. Ibid, pp. 880-883; quizá podría añadirse también a las antiguas iglesias etíope y
abisinia en África, así como algunas iglesias antiguas de África y Asia; cf. Elena G.
de White, E l conflicto ele los siglos (Miami, Florida: APIA, 2007), pp. 563-564; cf.
también Werner Vyhmeister, «The Sabbath in Egypt and Ethiopia* [El sábado en
Egipto y Etiopía], en The Sabbath in Scripture and History [El sábado en la Escritura
e historia], Kenneth A. Strand, ed. (Washington, DC: Review and Herald, 1982),
pp. 169-189, e idem, «The Sabbath in Asia», en The Sabbath in Scripture, pp. 151-168.
83. Según R. Seeberg, Martin Lutero fue el primero en distinguir entre la iglesia visible
y la invisible (citado en Louis Berkhof, The History o f Christian Doctrines [La historia
de las doctrinas cristianas] [Grand Rapids, Michigan: Barker, 1937], p. 236).
84. Así Randall Otto, «The Remnant Church* [La iglesia remanente], JCThR 7
(2002), pp. 15,16.
85. Jaroslav Pelikan, The Christian Tradition: A History o f the Development o f Doctrine,
Vol. 4: Reformation o f Church and Dogma (1300-1700) [La tradición cristiana: Una
historia del desarrollo de la doctrina, t. 4: Reforma de la iglesia y dogma (1300-
1700)] (Chicago, Illinois: University of Chicago Press, 1984), p. 173.
86. Ibtd.
87. Sobre Lutero y su interpretación del remanente, véase el perspicaz análisis de Rico
Javien, «The Remnant Theology of Martin Luther» [La teología del remanente de
Martín Latero], AASS 7 (2004): 113-124.
88. Pelikan, Christian Tradition, p. 174, escribe: «Por lo tanto, la iglesia era, cierta
mente, la comunión de los santos, pero se oculta la importante cláusula de que “la
iglesia está oculta, y los santos están escondidos”».
0 rem anente en la teología adventista contemporánea 171
97. Elena G. de White apoya la idea de una iglesia visible cuando escribe: «Todos los
que crean integrarán una iglesia» (Los hechos de los apóstoles, p. 23). Aquí reconoce la
existencia de creyentes que aún no pertenecen a la iglesia y que han de integrarse
en la misma.
98. Para más sobre esto, véase Rodríguez, «Ensayo final», en este tomo.
174 El REMANENTE
hay «otras ovejas» (Juan 10: 16) que verdaderamente creen en Cristo"
según la luz que han recibido (la iglesia universal), habrá un remanente
de la profecía bíblica en los últimos días. Este remanente tiene una tarea
profética específica que cumplir: predicar el evangelio eterno a todos los
pueblos y preparar al mundo entero para la pronta venida de Jesucristo.
Además, este remanente escatológico está conectado con la iglesia cris
tiana, que está edificada sobre el Israel de la fe según se describe en el An
tiguo y Nuevo Testamento. Tiene una misión global cuyo objetivo es toda
nación, tribu y pueblo. Tal encargo universal no puede ser cumplido por
una o dos personas. Una eclesiología adventista genuina asignará una prio
ridad elevada al cumplimiento de su misión profética y mantendrá estruc
turas organizativas adecuadas para poder cumplir su mandato misionero
mundial. La misión de la iglesia está estrechamente ligada al contenido de
lo que se proclama y gana credibilidad si se vive con autenticidad.
Aunque nuestra proclamación del evangelio eterno se adapte al contex
to y a al auditorio al que nos dirijamos, la teología de nuestra proclamación
debe estar firmemente asentada en la Palabra de Dios escrita, la totalidad
de las Escrituras (tota Scriptura), cargadas de autoridad para la fe y la praxis.
Ahí precisamente encontramos la base de la unidad de la iglesia. Por ende,
la eclesiología y la misiología adventistas deben ser fieles a la Palabra de
Dios y deberían informar, dirigir y guiar la actividad misionera de la iglesia.
Casi por necesidad, la interpretación bíblico-profética del concepto de
remanente implica una minoría, aunque sea una gran multitud de todos
los rincones de la tierra. Esta minoría permanece políticamente impotente,
pero sí se apoya en Dios y en su intervención. Por lo tanto, la separación
de Iglesia y Estado y el principio de la libertad de conciencia son aspectos
integrales de la iglesia remanente. La idea de la iglesia remanente no va
bien con un modelo de iglesia estatal. Cualquier modelo eclesiológico que
recurra al concepto de remanente precisa reflexionar sobre estos aspectos
en su estructura y su organización. Los adventistas respetamos la libertad
religiosa y las convicciones religiosas de los demás. El propio concepto
de remanente contrasta vivamente con cualquier forma de coacción o de
sentimiento de superioridad.
El concepto bíblico de un remanente escatológico visible proporciona a los
adventistas del séptimo día una comprensión más diferenciada de la naturaleza9
99. Véase la Creencia Fundamental número 12. Cf. también el resumen de las creen
cias doctrinales números 21,22 y 28 en el M anual de la Iglesia pp. 37-49.
El rem anente en la teología adventista contemporánea 17 5
100. La palabra «católico» deriva de la palabra griega )ca0oAocós [katholikos], que sig
nifica «general» o «universal».
Capítulo X
piadoso»17y otros. De ellos, los usos más comunes son «pueblo remanente»
e «iglesia remanente».18Todo ello sugiere que abordamos un tema impor
tante en el pensamiento de Elena G. de White.
En este capítulo estudiaremos el uso religioso, particularmente la in
terpretación de Elena G. de W hite sobre el pueblo remanente de Dios en
el tiempo del fin. Deberíamos aclarar que este es un estudio del uso y la
presencia del término «remanente» en los escritos de Elena G. de White.
El concepto del remanente está presente en muchos lugares en que Elena
G. de White no usa explícitamente el propio término, pero nos hemos abs
tenido de explorar esos casos. Tal estudio habría requerido una exploración
exhaustiva de su escatología más que un único aspecto de la misma. Otra
limitación es que este no es un estudio histórico, sino teológico. Nuestro
enfoque es sincrónico, no diacrónico. No pudimos encontrar una evolu
ción significativa en el uso del término «remanente» por parte de Elena G.
de White. Admitimos que, en algunos de los casos, abordaba situaciones
históricas específicas, pero hemos descubierto que, en la mayoría de esos
casos, estaba extrayendo implicaciones de una naturaleza más general que
nos ayudan a crear un perfil de su interpretación del remanente. Esas limi
taciones proporcionan un marco de referencia para nuestro estudio.
Nunca iba a ser dejado el reino de Israel sin nobles testigos del
gran poder de Dios para salvar a los hombres del pecado. Aun en las
horas más sombrías, algunos iban a permanecer fieles a su Gobernante
divino, y en medio de la idolatría vivirían sin mancha a la vista de un
Dios santo. Esos fieles se contaron entre el remanente de los buenos
por medio de quienes iba a cumplirse finalmente el eterno propósito
de Jehová.21
Ese propósito eterno había de cumplirse a través de ellos no solo en el
sentido de que el Mesías vendría de entre ellos, sino también porque eran
los beneficiarios del designio salvador divino.
Estrechamente relacionado con lo que acabamos de decir, Elena G. de
White sugiere que el remanente está directamente relacionado con la con
servación de la raza humana. Ese es el fin último y central del amante y
salvador plan de Dios. El conflicto cósmico amenazaba la existencia de la
raza humana. La importancia del remanente estriba en el hecho de que si
Satanás «pudiera borrarlos de la faz de la tierra, su triunfo sería completo».22
Esto explica la oposición de Satanás al remanente de Dios a lo largo de la
historia. En ese conflicto, hasta cuando pueda parecer que el enemigo lleva
ventaja, Dios siempre ha preservado un pueblo remanente a través del cual
protegerá a la raza humana de la extinción espiritual. Su preservación ocu
rrió a través de Cristo, quien tomó su lugar para perdonar sus pecados.23 Sus
componentes aceptaron el ofrecimiento de salvación hecho por Cristo.24 El
remanente es un grupo incluyente, formado por personas reunidas de toda
nación, pueblo y lengua.25
El remanente también es el instrumento de Dios para la preservación de
la revelación de Dios. Precisamente gracias a ese remanente «la verdadera
«muchos del remanente que regresó a Judea habían caído en una condición
apóstata»45y habían dejado de construir el templo. Con la dirección de Zo-
robabel y Josué y las exhortaciones de Hageo y Zacarías, se arrepintieron y
terminaron el templo.
Elena G. de White también encontró un remanente escatológico en
varios pasajes del Antiguo Testamento (por ejemplo, Ose. 2: 18-23; Isa.
10: 20).46 Este remanente escatológico incluirá a no israelitas de todas las
naciones.47 Estas profecías que se dirigen al pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento encontrarán cumplimiento en el remanente escatológico de la
iglesia cristiana.48
fe por sus obras, habrá un remanente que resistirá hasta el fin».57 Esta con
vicción se basa en las profecías apocalípticas del último libro de la Biblia,
particularmente Apocalipsis 12:17 y 14:12.58
65. Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática (Buenos Aires: Casa Editora
Sudamericana, 1954), p. 36.
66. «The Return of the Exiles» [El regreso de los exiliados], RH, 27 de febrero de
1908.
67. Manuscript Releases, t. 5, p. 51. Elena G. de White recalca el hecho de que «Dios
tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra
de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de
los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concüios
tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz
de las mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado
como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe reUgiosa. Antes de
aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cercioramos de si los autoriza un
categórico “Así dice Jehová”» {El conflicto de los siglos, p. 580).
68. Testimonies to Ministers and Gospel Workers (Mountain View, Cahfornia: Pacific
Press, 1923), p. 58. [Lamentablemente, la versión española de esta obra, Testimonios
para los ministros (Mountain View, California: Pacific Press, 1977), en la misma
página, traduce incorrectamente «have faith in Jesús» como «tiene la fe de Jesús»
—. Nota del traductor].
69. Ibid.
70. Testimonios para la iglesia, t. 2 (Miami, Florida: APIA, 1996), p. 96.
71. «God’s Standard of Character» [El estándar de Dios para el carácter], RH, 3 de
mayo de 1898.
72. Véanse, por ejemplo, Testimonios para los ministros, p. 133; Testimonios para la
iglesia, t. 8 (Miami, Florida: APIA, 1998), p. 128; t. 5, p. 425.
186 El remanente
73. PH086— Special Testimony to Battle Creek Church [Testimonio especial a la iglesia
de Battle Creek] (1898), p. 6.
74. Los hechos de los apóstoles, pp. 397-398; Primeros escritos, pp. 94-95.
75. Escribió específicamente: «Siempre se revelará nueva luz de la Palabra de Dios
a aquel que mantiene una relación viva con el Sol de Justicia. Nadie llegue a la
conclusión de que no hay más verdad para ser revelada. El que busca la verdad con
diligencia y oración hallará preciosos rayos de luz que aún han de resplandecer
de la Palabra de Dios. Muchas preseas están todavía esparcidas, que han de ser
juntadas para venir a ser propiedad del pueblo de Dios. Pero la luz no es dada
simplemente para ser una fortaleza para la iglesia, sino para ser derramada sobre
los que están en tinieblas» (Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 36).
Luego añade: «Grandes verdades, descuidadas y despreciadas durante siglos, serán
reveladas por el Espíritu de Dios, y nuevo significado brillará repentinamente de
textos familiares. Cada página será iluminada por el Espíritu de verdad» (p. 37).
76. Profetas y reyes, p. 201.
77. Ibid.
78. Testimoniospara la iglesia, 1.1, pp. 293-294.
79. Ibid.,p. 294.
El pueblo rem anente de Dios en los escritos de Elena G. de W hite 187
80. «The Great Commission: A Call to Service» [La gran comisión: Un llamado al
servicio], RH, 24 de marzo de 1910.
81. El Deseado de todas las gentes, p. 368.
82. Para una exposición más detallada de estos asuntos, véase El conflicto de los siglos,
pp. 47-57. Sus puntos de vista se basan en las profecías de Daniel y Apocalipsis
interpretadas desde una perspectiva historicista.
83. Profetas y reyes, p. 460.
84. Ibíd.,p. 461.
85. Ibid.
188 El rem anente
86. Ibid.
87. Esta obra de reforma también se aplica a la vida privada de los creyentes e incluye,
entre otras cosas, la reforma prosalud. Elena G. de White promovió un regreso a la
alimentación que Dios dio a Adán y Eva (vegetarianismo) y alentó al remanente a
abstenerse de alimentos dañinos. Menciona específicamente la came, el té y el café.
Véase Consejos sobre alimentación (Doral: APIA, 2010), pp. 359-361.
88. «A Present Help in Every Time of Trouble» [Una ayuda presente en cada
tiempo de problemas], RH, 16 de julio de 1901; y Ellen G. White: 1888 Materials
[Materiales de 1888] (Washington, DC: Ellen G. White Estate, 1987), p. 724.
89. Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 165.
90. «The Need of Love» [La necesidad de amor], RH, 28 de agosto de 1888. Elena G.
de White exhorta a todo creyente con estas palabras: «Como soldados humildes y
fieles de Jesucristo, habéis de erguiros en el mundo, arrostrando su oposición: un
remanente pequeño para allanar el camino del Rey. Queréis ejercer una influencia
tal que los hombres se sientan atraídos a dar los afectos de su corazón a Dios y a
dar los pasos requeridos en fe, arrepentimiento, conversión y bautismo».
91. Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 124.
92. PH086— Special Testimony to Battle Creek Church (1898), p. 31.
93. Manuscrito 16,1884, «Satan’s Last Deception» [El último engaño de Satanás].
El pueblo rem anente de Dios en los escritos de Elena G. de W hite 189
Oposición al remanente
Las profecías apocalípticas indican que los poderes satánicos se enfurecerán
con el remanente escatológico y se opondrán a él (Apoc. 12:17). Elena G. de
White alerta a menudo a los creyentes sobre la ira del dragón contra ellos y les
revela elementos del plan de engaño de este. Obrará con astucia para arreba
tarle a Cristo «el residuo \remnant\ de los hijos de los hombres que han acepta
do su salvación».94En ese empeño, Satanás intentará introducir falsas doctrinas
entre el pueblo remanente de Dios para desestabilizar su fe en «los antiguos
hitos».95 Elena G. de White comenta que Satanás sugerirá «dudas en cuanto
a si de verdad somos el pueblo al que Dios está dirigiendo, aquellos a los que,
mediante pruebas y aflicciones prepara para estar de pie en el gran día», pero
que deberíamos «estar listos a enfrentamos a sus insinuaciones presentando la
clara evidencia de la Palabra de Dios de que este es el pueblo remanente que
guarda los mandamientos de Dios y la fe de Jesús».96
El dragón también intentará provocar división entre el pueblo remanen
te de Dios. «A medida que nos aproximamos al tiempo final, Satanás des
ciende con gran poder, sabiendo que tiene poco tiempo. Su poder se ejer
cerá especialmente contra el pueblo remanente. Dará batalla contra ellos y
tratará de dividirlos y esparcirlos para que se debiliten y sean derrotados».97
Elena G. de White exhorta al pueblo de Dios a «tener un mismo propósito
y discernimiento».98 Pero el engaño satánico fracasará. Luego dirigirá su
empeño a borrarlos de la faz de la tierra para que su victoria sea completa.99
En ese empeño logrará el apoyo de los poderes públicos y de la cristiandad
apóstata.100
115. Primeros escritos, p. 313; El conflicto de los siglos, p. 593. Elena G. de White interpreta
que Apocalipsis 18:4 —«Salid de ella [Babilonia], pueblo mío»— significa que en
la cristiandad apóstata se encontrarán muchos integrantes del pueblo de Dios.
116. Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 242.
117. Carta 60,1893, Wellington, Nueva Zelanda, 20 de julio de 1893, al pastor I. D.
Van Horn, Charlotte, Michigan.
118. Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 494. Escribió: «Los dignatarios de la iglesia y del
estado se unirán para hacer que todos honren el domingo, y para ello apelarán al
cohecho, a la persuasión o a la fuerza. La falta de autoridad divina se suplirá con
ordenanzas abrumadoras. La corrupción política está destruyendo el amor a lajusticia
y el respeto a la verdad; y hasta en los Estados Unidos de la libre América, se verá a
los representantes del pueblo y a los legisladores tratar de asegurarse el favor público
doblegándose a las exigencias populares por una ley que imponga la observancia
del domingo. La libertad de conciencia que tantos sacrificios ha costado no será ya
respetada. En el conflicto que está por estallar veremos realizarse las palabras del
profeta: “Airóse el dragón contra la mujer, y se fiie para hacer guerra contra el residuo
de su simiente, los que guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de
Jesús”(Apocalipsis 12:17, VM)» (El conflicto de los siglos, p. 578).
119. «Preparation for the Testing Time» [Preparación para el tiempo de prueba], ST,
22 de abril de 1889.
120. Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 186.
121. «Our Present Position» [Nuestra posición presente], RH, 28 de agosto de 1883.
122. Profetas y reyes, pp. 404-405. Esto se basa en el decreto de muerte predicho en
Apocalipsis 13:15.
192 El remanente
115. Primeros escritos, p. 313; E l conflicto de los siglos, p. 593. Elena G. de White interpreta
que Apocalipsis 18:4 —«Salid de ella [Babilonia], pueblo mío»— significa que en
la cristiandad apóstata se encontrarán muchos integrantes del pueblo de Dios.
116. Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 242.
117. Carta 60,1893, Wellington, Nueva Zelanda, 20 de julio de 1893, al pastor I. D.
Van Horn, Charlotte, Michigan.
118. Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 494. Escribió: «Los dignatarios de la iglesia y del
estado se unirán para hacer que todos honren el domingo, y para ello apelarán al
cohecho, a la persuasión o a la fuerza. La falta de autoridad divina se suplirá con
ordenanzas abrumadoras. La corrupción política está destruyendo el amor a lajusticia
y el respeto a la verdad; y hasta en los Estados Unidos de la libre América, se verá a
los representantes del pueblo y a los legisladores tratar de asegurarse el favor público
doblegándose a las exigencias populares por una ley que imponga la observancia
del domingo. La libertad de conciencia que tantos sacrificios ha costado no será ya
respetada. En el conflicto que está por estallar veremos realizarse las palabras del
profeta: “Airóse el dragón contra la mujer, y se fue para hacer guerra contra el residuo
de su simiente, los que guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de
Jesús”(Apocalipsis 12:17, VM)» (Elconflicto de los siglos, p. 578).
119. «Preparation for the Testing Time» [Preparación para el tiempo de prueba], ST,
22 de abril de 1889.
120. Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 186.
121. «Our Present Position* [Nuestra posición presente], RH, 28 de agosto de 1883.
122. Profetas y reyes, pp. 404-405. Esto se basa en el decreto de muerte predicho en
Apocalipsis 13:15.
0 pueblo rem anente de Dios en los escritos de Elena G. de W hite 193
132. «"They Shall Be Mine”, Saith the Lord of Hosts» [Serán míos, dice el Señor de los
ejércitos], ST, 23 de noviembre de 1904.
133. Elena G. de White comentó sobre la idea de que hasta los no cristianos que viven
según la luz que tienen con aceptados por Dios. Por ejemplo, escribe: «Nuestra
situación delante de Dios depende, no de la cantidad de luz que hemos recibido,
sino del empleo que damos a la que tenemos. Así, aun los paganos que eligen
lo recto en la medida en que lo pueden distinguir, están en una condición más
favorable que aquellos que tienen gran luz y profesan servir a Dios, pero desprecian
la luz y por su vida diaria contradicen su profesión de fe» (E l Deseado de todas las
gentes, p. 212). Aún más directa es la siguiente declaración: «Aquellos a quienes
Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabido poca teología, pero albergaron sus
principios. Por la influencia del Espíritu divino, fueron una bendición para los
que los rodeaban. Aun entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de
bondad; antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron amistad
para con los misioneros, hasta el punto de servirles con peligro de su propia vida.
Entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente, quienes no han
recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin embargo no perecerán.
Aunque ignorantes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la
El pueblo rem anente de Dios en los escritos de Elena G. de W hite 195
V. Conclusión
El concepto del remanente en los escritos de Elena G. de White está fir
memente basado en las Escrituras y puesto por ella en el marco de referencia
del conflicto cósmico. Ella define al remanente como aquellos a través de los
cuales Dios cumple su designio salvífico para la raza humana y en los cuales
se cumplen las promesas del pacto. Aceptaron la salvación obrada para ellos
por el Hijo de Dios. Precisamente a través de ellos Dios conserva la revela
ción de sí mismo, dada a los seres humanos por medio de sus profetas.
naturaleza e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de
que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de Dios»
{ibíd., p. 608). Eso es posible únicamente por la obra de Cristo: «Así como por
Cristo todo ser humano tiene vida, así por su medio toda alma recibe algún rayo
de luz divina. En todo corazón existe no solo poder intelectual, sino también
espiritual, una facultad de discernir lo justo, un deseo de ser bueno» {La educación
[Miami, Florida: APIA, 2009], p. 28). Ella nunca definió al adventismo como un
movimiento religioso exclusivista.
134. Profetas y reyes, p. 126.
196 El rem anente
2002), pp. 377-465; Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis: Un vistazo judío al
Apocalipsis (Miami, Florida: APIA, 2008) pp. 107-139; Jon Paulien, What the Bible
Says About the End-Time [Qué dice la Biblia sobre el tiempo del fin] (Hagerstown,
Maryland: Review and Herald, 1994), pp. 105-129; William G. Johnsson, «La
victoria escatológica de los santos sobre las fuerzas del mal», en Simposio sobre
Apocalipsis: Estudios exegéticosy generales—II, Frank B. Holbrook, ed. (Miami, Florida:
APIA, 2011), pp. 3-51; Herbert Kiesler, «Étude exégetique d’Apocalypse 14», en
Etudes sur TApocalypse: Signification des messages des trois anges aujourdhui, t. 1
(Francia: Instituí Adventiste du Saléve, 1988), pp. 76-103; C. Mervyn Maxwell, Dios
revela elfuturo, t. 2 (Miami, Florida: APIA, 1993), pp. 309-419. Sobre la relación
entre Apocalipsis 12 y 13 sugerida en lo que antecede, véase Kenneth A. Strand,
«¿Representan las siete cabezas emperadores romanos?», en Simposio, p. 183, y Jon
Paulien, «Eschatology and Adventist Self-Understanding» [Éscatología y auto
comprensión adventista], en Lutherans and Adventists in Conversations: Report and
Papers Presented 1994-1998 [Luteranos y Adventistas en conversaciones: Reporte y
monografías presentadas 1994-1998] (Silver Spring, Maryland: General Conference
of Seventh-day Adventists, 2000; y Ginebra, Suiza: Lutheran World Federation,
2000), pp. 237-253.
7. Esta parece que es también la posición adoptada por Grant R. Osborne, Revelation
(Grand Rapids, Michigan: Baker, 2002), p. 453. Elisabeth Schiissler Fiorenza ha
sugerido que 12: 18 —14: 5 «expande el anuncio de 12: 17 de que el dragón hace
guerra con el resto de la descendencia de la mujer» (Revelation: Vision of a Just
World [Apocalipsis: Visión de un mundo justo] [Mineápolis: Minnesota: Fortress,
1991], p. 82). Pero el hecho de que el período profético mencionado en 12: 6,14
también sea mencionado en 13: 5 (42 meses x 30 = 1260) sugiere que 13: 1-8 es
fundamentalmente una recapitulación y un desarrollo de 12: 6,13-16. De aquí que
13: 9 - 14: 5 sea una expansión de 12: 17. Sin embargo, podría argumentarse
que el capítulo 13 es fundamentalmente sobre la guerra escatológica. Una lectura
meticulosa del texto revela que, en algunos casos, los verbos se usan en el tiempo
pasado para describir acciones de las dos bestias de la historia. Esta idea ha sido
sugerida y desarrollada por Jon Paulien, «Eschatology», pp. 237-253. Escribe: «En
cada escena, el griego de Apocalipsis 13 pasa entonces de la descripción en tiempo
aoristo a una mezcla de los tiempos presente y futuro (Apoc. 13: 8-10; 13: 12-
18), describiendo las acciones de las dos bestias en el contexto del ataque final de
Apocalipsis 12:17. Por ello, las dos fases de la historia están claramente delimitadas
por los tiempos griegos que señalan acontecimientos previos a la guerra del dragón
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la Iglesia cristiana 2 0 1
tierra, su herida es sanada. Por influencia del dragón, forman una colación
contra el remanente (cf. 16: 12-14). Apocalipsis 14: 1-5 es una descripción
del remanente reunido con el Cordero en el monte Sion, protegido del ata
que del dragón y sus instrumentos.8El remanente coexiste con las dos bestias
mientras la primera está sanando. Durante ese tiempo, el remanente pro
clama los mensajes de los tres ángeles a toda nación, tribu, lengua y pueblo
(14: 6-12) en preparación para el regreso del Señor descrito en el resto del
capítulo (14:14-20).
Ahora deberíamos examinar más estrechamente el movimiento históri
co de Apocalipsis 12 y las personalidades implicadas en ese conflicto.9 Por
lo general, los eruditos coinciden en que la mujer vestida del sol en 12: 1
representa al pueblo de Dios.10También se admite que el nacimiento del
celestial del verdadero Israel»); y Roloff, Revelation, p. 145, quien limita el símbolo
de la mujer a «la comunidad escatológica de salvación, un símbolo de la iglesia».
11. El hijo es normalmente identificado con el Mesías; véanse Osborne, Revelation,
p. 457; Smalley, Revelation, pp. 319-320.
12. Se ha sugerido que, según Apocalipsis 12:4, el primer objeto del ataque del dragón
fue la hueste del cielo, a algunos de cuyos miembros derrotó (Osborne, Revelation,
pp. 460-463; Smalley, Revelation, p. 318; Edmondo F. Lupieri, A Commentary on
the Apocalypse of John [Un comentario al Apocalipsis de Juan] [Grand Rapids,
Michigan: Eerdmans, 1999], p. 192). Si ello es así, entonces la referencia sería a la
guerra primordial en el cielo, explícitamente mencionada en 12: 7.
13. Los emditos discrepan en cuanto a la identidad de «la descendencia de ella». Para
algunos, son el remanente creyente de Israel; los 144,000 —el remanente—; la
iglesia en la tierra a través de los siglos (para una lista, véanse Osborne, Revelation,
pp. 484-485; Smalley, Revelation, p. 333). Dado que los versículos 13-16 describen
la persecución de la mujer y la protección de Dios sobre ella, el ataque del dragón
contra la descendencia de la mujer es el ataque contra la iglesia del tiempo del fin,
llamada el remanente (G. K. Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the
Greek Text [El libro de Apocalipsis: Un comentario al texto griego] [Grand Rapids,
Michigan: Eerdmans, 1999], p. 678; Paulien, «Eschatology», p. 243; Stefanovic,
Revelation, p. 394; Doukhan, Secrets, p. 112; David L. Barr, «Choosing Between
Readings: Questions and Criteria» [Escogiendo entre lecturas: Preguntas y criterios],
en Reading the Book of Revelation: A Resourcefor Students [Leyendo el libro de
Apocalipsis: Un recurso para estudiantes], David L. Barr, ed. [Atlanta, Georgia:
Society of Biblical Literature, 2003], p. 164; cf. Lupieri, Commentary, p. 188).
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 0 3
17. J. Terence Forestell, «The Letter to the Thessalonians» [La carta a los Tesalonicenses],
en TheJerome Biblical Commentary [El comentario bíblico Jerónimo], t. 2, Raymond E.
Brown, Joseph A. Fitzmycr y Roland E. Murphy, eds. (Englewood Cliffs, Nueva Jersey:
Prentice-Hall, 1968), p. 234.
18. El principio día-año usado por estos autores para interpretar que los períodos
proféticos indican años en lugar de días se basa en el hecho de que, en las Escrituras,
puede usarse «día» para designar un año. Ernst Jenni indica que en el Antiguo
Testamento se usa «día» en lugar de «año» 876 veces (*Yóm Day», TLOT, t. 2,
pp. 536-537). Esto ha sido confirmado por M. Saebo, «Yóm», TDOT, t. 6, p. 21. Por
ejemplo, un sacrificio anual recibe en la Biblia hebrea la denominación de «un
sacrificio de días» (1 Sam. 20: 6); un período de «un año y cuatro meses» se expresa
como «días y cuatro meses» (27: 7); de un anciano se dice que es «avanzado en días»
(1 Rey. 1:1), lo que, obviamente, quiere decir «entrado en años» (NVI). En los libros
poéticos encontramos «días» y «años» usados en paralelismo sinonímico (por ejemplo,
Job 10:5; 15:20; Sal. 90: 9-10).
En la ley sabática se encuentra un caso interesante en el que se usa «días» por «años».
El Señor dijo: «Contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que
los días de las siete semanas de años vendrán a sumar cuarenta y nueve años» (Lev.
25: 8). Aquí Dios está diciendo a los israelitas que interpreten 49 días como 49 años.
También encontramos que un día ocupa el lugar de un año en el contexto de las
profecías de juicio. Este principio está establecido en Números 14: 34 y Ezequiel 4:
6. En Números, cuarenta días se convirtieron en cuarenta años, mientras que en
Ezequiel cuarenta años se ven reducidos a cuarenta días. Sin embargo, en ambos casos
encontramos la misma fraseología relativa al principio implícito: «Día por año, día
por año te lo he dado». Hay otro ejemplo en la primera profecía de juicio encontrada
en las Escrituras. Dios anunció al mundo antediluviano que sus «días ciento veinte
años» (Gén. 6:3, LBA). Hay una clara conexión entre «día» y «año», lo que indica que
el uno equivale al otro. Para la mentalidad hebrea era natural usar «día» y «año» de
forma intercambiable. Dios usó este fenómeno en las visiones apocalípticas de Daniel
para designar largos períodos proféticos. El principio día-año también fue usado por
autores judíos en el período intertestamentario, por lo que vivieron en la comunidad
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 0 5
los años que se extienden entre 538 y 1798.19 Este es un período caracteri
zado por la apostasía y la persecución. Hacia el final de este período profé-
tico Dios suscitó la Reforma para devolver a su iglesia a la verdad bíblica.
La Reforma fue, en muchos sentidos, un gran éxito. Era necesario el pro
ceso de restauración porque muchas falsas enseñanzas habían entrado en la
iglesia sigilosamente.20 Dios suscitó a individuos como Wiclef, Hus, Jeróni
mo de Praga y Lutero, «la personalidad más poderosa de la Reforma».21
La Reforma destapó verdades olvidadas por largo tiempo. Se redes
cubrió la justificación por la fe, el gran principio del evangelio, como
lo fueron el nuevo aprecio del sacrificio expiatorio de Jesucristo, hecho
de Qumrán, posiblemente por Josefo y por algunos autores rabínicos (para una
sustanciosa presentación del principio día-año, véase William H. Shea, SelectedStudies
on Prophetic Interpretation [Estudios selectos de interpretación profética] [Silver
Spring, Maryland: Biblical Research Institute, 1992], pp. 106-110). Véase también
Roger T. Beckwith, «The Significance of the Calendar for Interpreting Essene
Chronology and Eschatology* [El significado del calendario para la interpretación de
la cronología y la escatología esenia], RevQ 10 (1980): 172-181; ídem, «Daniel 9 and
the Date of the Messiahs Corning in Essene, Hellenistic, Pharisaic, Zealot and Early
Christian Computation» [Daniel 9 y la fecha de la venida del Mesías en los calculas
esenios, helenísticos, fariseos, zelotes y cristianos tempranos], RevQ 10 (1980): 523,
524. Véase también Brempong Owesu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24-26 [La
cronología de Daniel 9:24-26] (Berrien Springs, Michigan: ATS Publications, 1995),
pp. 225-226.
19. Véase Froom, Prophetic, t. 2, pp. 765-782; t. 3, pp. 743-744. Algunos han preferido
533-1793. Solía escogerse el año 538 porque ese fue el año en que los ostrogodos
abandonaron el sitio de Roma y el obispo de Roma, librado del control arriano,
quedó en libertad de ejercer las prerrogativas del decreto del emperador Justiniano,
promulgado en 533, que establecía la supremacía del obispo de Roma sobre las
iglesias de Oriente y Occidente. Así, el emperadór aumentó tremendamente la
influencia, el poder y la autoridad del obispo. Exactamente 1260 años después,
en 1798, los ejércitos de Napoleón pusieron al papa bajo el control del gobierno
revolucionario francés. De hecho, el ejército francés entró en Roma, proclamó el
final del gobierno político del papado y llevó al papa prisionero a Francia, donde
murió (véase CEA, t. 4, pp. 86T864). Los católicos reconocen que la Revolución
francesa trajo consigo «violentos ataques contra el poder espiritual y temporal papal
que amenazaron seriamente la existencia misma del cargo» (J. F. Broderick, «Papacy:
Modem Period (1789-1965)» [Papado: Periodo moderno (1798-1965)], en New
Catholic Encyclopedia [Nueva enciclopedia católica], 1. 10 [Nueva York: McGraw-
Hill, 1967], p. 965).
20. Véase Creencias de los adventistas del séptimo día: Una exposición bíblica de las
doctrinas fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Nampa, Idaho:
Pacific Press, 2006), p. 188.
21. Ibíd., p. 188.
206 El remanente
Apropiaciónbasadaenlascaracterísticasbíblicasdelremanente
La apropiación adventista del concepto de remanente escatológico se
basa en las características distintivas del pueblo remanente encontradas en
24. Estas marcas se analizan en Gerhard Pfandl, «Las marcas distintivas del remanente
escatológico en el libro de Apocalipsis», en este tomo.
25. Véase Johannes Kovar, «El remanente y los mandamientos de Dios: Apocalipsis
12:17», en este tomo.
26. Véase Gerhard Pfandl, «Las marcas distintivas del remanente escatológico en el
libro de Apocalipsis», en este tomo. Véanse también Pfandl, «La iglesia remanente y
el espíritu de profecía», en Simposio sobre Apocalipsis: Estudios exegéticosy generales—
Ií, y Jean Zurcher, «Le témoignage de Jésus est lésprit de la prophétie», en Etudes
sur ¡Apocalypse, 1.1, pp. 230-250.
27. Véanse Rodríguez, «El “testimonio de Jesús”en los escritos de Elena G. de White*
y Lehmann, «El remanente en el libro de Apocalipsis», en este tomo.
208 El remanente
28. Los mensajes de cada iglesia son aplicables en todas las épocas; véase Lehmann,
«El remanente en el libro de Apocalipsis», en este tomo.
29. Sobre la conexión entre el sellamiento del pueblo de Dios descrito en Apocalipsis
7 y Ezequiel, consúltese LaRondelle, «Remnant», pp. 870,871.
30. Esta es la definición básica del remanente que da Clifford Goldstein en E l remanente:
Realidad bíblica o ilusión sin base? (Miami, Florida: APIA, 1995), pp. 78-79.
Ensayo final: El remanente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 0 9
los tres ángeles tiene lugar antes de la segunda venida de Cristo (14:13-20)
y tiene un ámbito universal. El contenido básico es el evangelio eterno e
incluye un llamamiento a la entrega a Cristo que se expresa en la adoración
exclusiva de Dios y en el sometimiento a su voluntad.31 Dado que el men
saje es global, habría que llegar a la conclusión que el remanente también
es un movimiento global.
El mensaje delprimer ángel comienza con la proclamación del «evange
lio eterno» en el contexto de los acontecimientos escatológicos. Esta es la
buena nueva de salvación a través de Jesús exclusivamente determinada por
la gracia de Dios. Se describe como «eterno» para recalcar su relevancia e
inalterabilidad permanentes.32 En la iglesia apostólica, la aceptación del
evangelio incluía no solo creer en Cristo, sino también adorar al Dios ver
dadero y rechazar la idolatría (cf. Hech. 14: 15; 20: 24). El llamamiento a
temer a Dios y darle gloria tiene lugar en el marco del evangelio e implica
el juicio divino. Cuando estamos ante Dios, los seres humanos hemos de
humillarnos y reconocer su soberanía y señorío sobre nosotros. Glorificar
a Dios es exaltarlo. El dragón y sus instrumentos no han de ser temidos ni
glorificados por la humanidad.
Una de las motivaciones de este llamamiento es que «la hora de su juicio
ha llegado». La realidad del juicio implica que la historia de la salvación
está llegando a su fin y que el juicio escatológico de Dios está alcanzando
su consumación. Por lo tanto, la raza humana no debería someterse a la
autoridad del dragón, porque el propio dragón y sus instrumentos experi
mentarán el juicio ejecutivo de Dios. La debida respuesta de quienes acep
tan el evangelio es adorar únicamente al Creador del cielo y de la tierra.
La alusión al sábado en este llamamiento merece ser recalcada, porque el
propio sábado es un recordatorio semanal de la verdad bíblica medular de
que, verdaderamente, Dios es el Creador.33
El mensaje del segundo ángel anuncia la caída de Babilonia34y las razones
de su caída. Aquí encontramos una conexión tipológica entre la antigua
una designación de Roma. Emst Lohmeyer sugirió una interpretación idealista que
encontraba en ella un símbolo del poder satánico y no una entidad histórica (Die
OffenbarungdesJohannes [Tubinga, 1953],pp. 138-147); algunos dispensacionalistas
han sugerido una interpretación literal, al creer que la antigua ciudad de Babilonia
será reconstruida (véase Charles H. Dyer, «The Identity of Babylon in Rev. 17-
18» [La identidad de Babilonia en Apoc. 17-18], BSac 144 [1987]: 305-316, 434-
449); también ha sido identificada con Jerusalén (Josephine Massyngberde Ford,
Revelation [Garden City, Nueva York: Doubleday, 1978], pp. 3-4); varios eruditos
han propuesto un enfoque simbólico universal, entre ellos Paul Althaus (Die Letzten
Dinge [Gütersloh, 1957], pp. 264-285). Según él, el símbolo de Babilonia en el
Apocalipsis se refiere a Roma, pero el conflicto entre Babilonia y la iglesia toma
formas diferentes en el curso de la historia, haciendo del anticristo todo aquello que
se oponga a Cristo. Comenta que hasta la iglesia podría llegar a ser anticristiana.
Añade que la identificación del papado con el anticristo por parte de los reformadores
estuvo condicionada históricamente y que no debería hacerse de ello un dogma.
35. Para una exposición adventista sobre la conexiones tipológicas entre la Babilonia
del Antiguo Testamento y la Babilonia mística, véanse CEA, t. 7, pp. 879-882;
y LaRondelle, «Babilonia», en Simposio sobre Apocalipsis: Estudios exegiticos y
generales—II.
36. Véase Pául B. Duff, Who Rides the Beast? Prophetic Rivalry and the Rhetoric of Crisis in
the Churches cftheApocalypse [¿Quién monta la bestia? Rivalidad profética y la retórica
de la crisis en las Iglesias del Apocalipsis] (Nueva Yode Oxford, 2001), pp. 89-92.
Ensayo final: El remanente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 1 1
37. Véase Froom, Prophetic Faith of Our Fathers, t. 2, pp. 531, 787. La primera
aplicación del símbolo de Babilonia a la Iglesia Católica Romana se encuentra
en los escritos de valdenses y albigenses del siglo XII. Esto también fue enseñado
por Lutero, William Tyndale, el obispo Ridley, John Knox y otros. Hombres de
tiempos posteriores a la Reforma, como el rey Jacobo I, Joseph Mede, Sir Isaac
Newton, John Wesley y muchos otros, también adoptaron la misma posición
(véase Los adventistas del séptimo día responden preguntas sobre doctrina: Edición
anotada [Miami, Florida: APIA, 2008], pp. 175-177).
38. Elena G. de White resume esta idea: «El capítulo 18 del Apocalipsis indica el
tiempo en que, por haber rechazado la triple amonestación de Apocalipsis 14:16-
12, la iglesia alcanzará el estado predicho por el segundo ángel, y el pueblo de Dios
que se encontrare aún en Babilonia, será llamado a separarse de la comunión de
esta» (El conflicto de los siglos [Miami, Florida: APIA, 2007], p. 387).
39. La exposición adventista más reciente sobre la marca de la bestia es la de C.
Mervyn Maxwell, «La marca de la bestia», en Simposio sobre Apocalipsis: Estudios
212 El remanente
exegéticos y generales—II, pp. 52-76; pero véase también Richard Lehmann, «Le
sceau de Dieu et la marque de la béte», en Études sur ¡’Apocalypse, 1.1, pp. 187-
198. Véase también Anthony MacPherson, «The Mark of the Beast as a “Sign
Commandment”and “Anti-Sabbath”in the Worship Crisis of Revelation 12-14»
[La marca de la bestia como “señal de mandamiento”y “anti sábado”en la crisis de
adoración en Apocalipsis 12-14], AUSS 43 (2005): 267-283.
40. Los adventistas creemos que «la observancia del domingo no es aún la marca de la
bestia» (Elena G. de White, «Comentarios sobre Apocalipsis», en CEA, t. 7 p. 988)
y que «nadie hasta ahora ha recibido la marca de la bestia» (Elena G. de White,
E l evangelismo [Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association,
1975], p. 174).
41. Lehmann escribió: «Recibir la marca de la bestia es adherirse a ciertos valores,
adorar de una manera que es totalmente opuesta a la propuesta por Dios, llevar
el nombre de ella, es decir, estar totalmente identificado con ella. Es más que una
cuestión de descanso; tiene que ver con la recepción de la ley de ella, con honrar su
voluntad. El tema del sábado o el domingo es solo el punto visible de un inmenso
témpano de valores demoníacos completamente opuestos a los de Dios» («Le
sceau», p. 198; traducción mía).
42. Los primeros adventistas encontraron apoyo para esta posición en el hecho de que
en la Biblia se dice que el sábado es una señal del poder creador y santificador de
Dios (Éxo. 31:13,17; Eze. 20:12,20). El propio mandamiento «aparece una señal
o un sello de posesión y autoridad. Dios es identificado como el Creador (Éxo. 20:
11; 31:17), lo que lo distingue de otros dioses; y la esfera de posesión y autoridad
se identifica con «los cielos y la tierra» (caps. 31:17; 20:11; Gén. 2:1-3). Estos son
los antiguos constituyentes del sello: concretamente, la identidad del propietario
y la esfera de posesión y autoridad» (Gerhard F. Hasel, «The Sabbath in the
Pentateuch» [El sábado en el Pentateuco], en The Sabbath in Scripture and History
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 1 3
reconociendo a la vez que incluye mucho más. Tener el nombre del Cor
dero y del Padre no significa simplemente que el remanente pertenezca a
Dios, sino que sus miembros reflejan en su vida el poder salvador de Dios y
están firmemente asentados en su lealtad a él. La profesión de fe en Cristo
se expresaría en una completa lealtad y una entrega a Cristo y su ley en
medio de la gran oposición de los poderes malignos.
La misión del remanente contribuirá a la polarización de la raza hu
mana. Habrá solo dos grupos: los «llamados, elegidos y fieles» seguidores
del Cordero (17:14) y los moradores de la tierra que adoran al dragón y la
bestia (13: 4). El primer grupo podría ser denominado remanente escatoló
gico, al que también se hace referencia como «los santos», es decir, los que
pertenecen al Señor (13: 10; 14:12), y «los que no adoran la imagen de la
bestia» (13: 15). Este remanente no solo será una entidad histórica fiel al
Cordero, sino también un remanente escatológico plenamente visible.
Podemos concluir que el remanente del Apocalipsis es fundamental
mente una entidad escatológica que aparece en escena en la historia huma
na en algún momento posterior a 1798. Los adventistas hemos encontrado
en ese remanente nuestra propia identidad y nuestra misión. Defendemos
que el momento histórico indicado en Apocalipsis 12 coincide con el mo
mento en que el movimiento adventista fue suscitado. También defende
mos que las características del remanente mencionadas en Apocalipsis se
apÜcan de forma particular a la vida y el mensaje del movimiento adventis
ta, y creemos que la misión del remanente descrita en el Apocalipsis la es
tamos cumpÜendo. Admitimos la imperfección del remanente y confiamos
en el poder de Dios para refinarnos mientras cumplimos nuestra misión.
Este remanente no tiene naturaleza excluyente, sino que está abierto a to
dos. Está controlado fundamentalmente por un sentido de la misión que
no debería dejar lugar para el exclusivismo.43
En tercer lugar, la existencia del remanente no significa que la salvación sea exclu
sivamente suya. Es verdad que la historia del concepto de remanente demuestra
que ha sido usado indebidamente siguiendo líneas exclusivistas (véase Leslie Po
llard, «El remanente en las obras apocalípticas judías no canónicas y en Qumrán»,
en este tomo). Pero la verdad es que el pueblo de Dios se encuentra en todas
partes. Defenderemos más abajo que una eclesiología adventista de remanente
presupone que Dios está activamente implicado en la salvación de personas fuera
del remanente. Su pueblo es mayor que el remanente. Esto debería zanjar cual
quier acusación de exclusivismo de la eclesiología y la soteriología adventistas.
En cuarto lugar, el remanente bíblico siempre ha tenido un mensaje que era
de relevancia e importancia para el pueblo de Dios en un momento históri
co particular. A menudo contenía elementos de juicio contra la comunidad
religiosa en su conjunto, pero su propósito fundamental era proclamar la
salvación. El auténtico propósito del mensaje del remanente siempre ha
sido salvífico y puede haber incluido la restauración de la verdad y el recha
zo de la apostasía. Esto lo encontramos en los profetas bíblicos, en Jesús y
en la iglesia apostólica.
En quinto lugar, deberíamos tener presente que el exclusivismo y el triun-
falismo no son solo peligros para la iglesia adventista: son también un pe
ligro para cualquier comunidad cristiana que pretenda poseer un mensaje
de valor universal y relevancia o que requiera de quienes se conviertan en
miembros la aceptación de creencias y prácticas específicas, consideradas
no negociables para la vida de esa comunidad religiosa particular. Cual
quier comunidad religiosa que pretenda tener una identidad y una misión
particulares (¡¿y cuál no las tiene?!) podría estar expuesta a acusaciones de
arrogancia, triunfalismo y exclusivismo. Sin embargo, esas reivindicaciones
por sí mismas no las hacen así. Para una breve exposición de esta inquietud
en el contexto del ecumenismo, véase G. Bloesch, The Church: Sacrament,
Worship, M inistry, M ission [La iglesia: Sacramento, adoración, ministerio,
misión] (Downers Grove, Illinois: InterVarsity, 2002), pp. 255-256.
Como adventistas, deberíamos hacer cuanto podamos por no dar impresio
nes equivocadas que puedan suponer razón, en la opinión de algunos, para
suscitar esas acusaciones contra nosotros. Pero no deberíamos permitir que
esas acusaciones socaven nuestra identidad y nuestra misión como pueblo
remanente de Dios.
216 El remanente
46. Para una lista de las creencias adventistas del séptimo día, véase Manual de la iglesia,
edición 2010, pp. 37-51 Las dos declaraciones que tratan sobre la eclesiología son
las numeradas 12 y 13 p. 42.
47. Ibid.
48. Ibid.
49. Ibid
50. Ibid. La distinción se expresa así: «La iglesia universal está compuesta de todos los
que creen verdaderamente en Cristo; pero en los últimos días, una época de apostasía
generalizada, ha sido llamado un remanente para que guarde los mandamientos de
Dios y la fe de Jesús».
51. Elena G. de White comentó: «A pesar de las tinieblas espirituales y del alejamiento
de Dios que se observan en las iglesias que constituyen Babilonia, la mayoría de
los verdaderos discípulos de Cristo se encuentran aún en el seno de ellas» (El
conflicto de los siglos, p. 386).
2 1 8 El remanente
El remanente y la iglesia
Una vez que definimos que la iglesia universal está «compuesta de to
dos los que creen verdaderamente en Cristo», básicamente estamos afir
mando que es invisible. En el presente, sus miembros están dispersos
en las diferentes comunidades cristianas e incluso no cristianas, lo que
hace casi imposible diferenciarlos de otras personas de esas comunidades.
Existe en circunstancias inusuales, bajo la dirección directa y exclusiva
del Espíritu. La «iglesia universal», tal como la definimos aquí, es a lo
que se refería Jesús cuando dijo: «Tengo, además, otras ovejas que no
son de este redil; a esas también debo atraer» (Juan 10: 16). En el libro
de Apocalipsis es designada como el «pueblo mío» (referido a Dios) que
sigue en Babilonia.
La cuestión de la iglesia invisible ha sido debatida por católicos y pro
testantes.52 Fue analizada con profundidad durante la Reforma, cuan
do Lutero rechazó la estructura eclesiástica católica como expresión
de la iglesia de Cristo. Precisamente entonces se suscitó la importante
cuestión de la presencia o la identidad de la «iglesia verdadera» (latín,
vera ecclesia). Si ya no era la Iglesia Católica, ¿dónde estaba entonces
la vera ecclesia? Los protestantes defendieron que la verdadera iglesia
era invisible.53 Según se ha defendido ya en este tomo, la iglesia no es,
52. Para una exposición adventista de la iglesia visible o invisible,véase Raoul Dederen, «La
iglesia», en Teología: Fundamentos de nuestrafe, Raoul Dederen, ed. (Colombia: APIA,
2007), pp. 195-278. Defiende que «una iglesia invisible sería igual de sorprendente
para el pensamiento bíblico que un Mesías sin una comunidad. La iglesia es corpórea,
visible, tangible. Tiene una estructura definida con partes o “miembros”diferenciados.
Es real, tanto en el ámbito local como en el universal. A la vez, puede decirse que la
iglesia tiene una dimensión invisible que no es medible por los pecadores ni siquiera
cuando están redimidos» (pp. 212,213). Véase también Creencias de los adventistas del
séptimo día, p. 171.
53. Para un estudio de esta controversia entre protestantes y católicos, véase Scott H.
Hendrix, «In Quest of die Vera Ecclesia: The Crisis of Late Medieval Ecclesiology»
[En búsqueda de la vera ecclesia. La crisis de la eclesiología medieval tardía], Viator 7
(1976): 347-378. Según él, las tentativas de reforma y renovación de la iglesia antes
del año 1300 se basaron normalmente en el modelo del ideal apostólico o «iglesia
primitiva» (ecclesia p rim itiva ). En la Edad Media posterior, el énfasis principal
estuvo en la propia iglesia. ¿Dónde estaba la iglesia verdadera? Los franciscanos
espirituales y los valdenses llegaron a la conclusión de que ellos eran la verdadera
iglesia espiritual. «Dado que esta creencia situaba a ambos grupos en posiciones
minoritarias, se vieron forzados a desarrollar eclesiologías de remanente que
situaban la vera ecclesia en los pocos fieles opuestos a la mayoría apóstata» (p. 354).
La ecclesia p rim itiva fue definida entonces como un remanente (la vera ecclesia). La
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 1 9
espiritual. Si los dos forman parte del pueblo de Dios, deben de tener ele
mentos en común.
57. Esta es, de hecho, una premisa de la comisión evangélica registrada en Mateo
28: 18-20. La proclamación del evangelio va precedida por la obra del Espíritu
en el corazón humano que intenta preparar a los seres humanos para que den
una respuesta positiva al mensaje de salvación. En cuanto al compromiso con
la verdad del pueblo de Dios en el exilio, Elena G. de White escribió: «Muchos
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 2 1
a la altura de la luz que han recibido y que tras escuchar la verdad bíblica
que está siendo restaurada, la abrazan de buena gana.38
en hogares apartados son los protegidos de Dios, que lo sirven según la luz que
han recibido. Estos protegidos se deleitan enormemente en la Palabra de Dios.
Aprecian y atesoran sus preceptos, y muchas son las obras de amor que hacen por
causa de Cristo» («"They Shall Be Mine”, Saith the Lord of Hosts», S T 30 [23 de
noviembre de 1904]: p. 1).
58. La idea de la verdad bíblica estuvo en el centro de la Reforma, pero hoy parece
haber desaparecido del foro del diálogo ecuménico. Existe una tendencia a
considerar que la actual desunión del cristianismo es una expresión de la divina
providencia y, en consecuencia, la cuestión de la verdad se ha vuelto irrelevante.
Para una presentación de este punto de vista, véase Ephraim Radner, Hope Among
the Fragments: The Broken Church and Its Engagement of Scripture [Esperanza
entre los fragmentos: La iglesia rota y sus compromisos de Escritura] (Grand
Rapids, Michigan: Brazos, 2004), pp. 55-75. Este enfoque hace irrelevante la
búsqueda de un remanente (p. 73). El énfasis está ahora en una eclesiología definida
por la comunión que está cobrando popularidad entre las iglesias cristianas y se está
convirtiendo en un elemento definitorio en los diálogos ecuménicos. Para una estudio
de la eclesiología de la comunión en las relaciones ecuménicas, véase Lorelei F. Fuchs,
Koinonia and the Questfor an Ecumenical Ecclesiology [Koinonia y la búsqueda de una
eclesiología ecuménica] (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 2007); para una
presentación adventista de la eclesiología de la comunión y las premisas subyacentes,
véase Tihomir Lazic, «Koinonia: A Critical Analysis and Comparison of the
Concept of Koinonia within Joseph Ratzinger’s,John Zizioulas’s and Miroslav Volf’s
Version of “Communion Ecclesiology”» [Koinonia: Un análisis crítico y comparativo
del concepto de koinonia entre el de Joseph Ratzinger, John Zizioulas y la versión
de «Eclesiología de comunión» de Miroslav Volf] (tesis de licenciatura, Newbold
College, en asociación con la Universidad de Gales, Lampeter, Gales, 2008). Para una
exposición de la significación de la Reforma en los debates ecuménicos actuales, véase
Mark A. Noll y Carolyn Nystrom, Is the Reformation Over?An EvangelicalAssessment
of Contemporary Roman Catholicism [¿Ha terminado la reforma? Una evaluación
evangélica del catolicismo romano contemporáneo] (Grand Rapids, Michigan:
Baker, 2005).
59. Elena G. de White escribió: «Entre los habitantes de la tierra, hay, dispersos en
todo país, quienes no han doblado la rodilla ante Baal. Como las estrellas del cielo,
que solo se ven de noche, estos fieles brillarán cuando las tinieblas cubran la tierra y
222 El remanente
densa obscuridad los pueblos. En la pagana África, en las tierras católicas de Europa
y de Sudamérica, en la China, en la India, en las islas del mar y en todos los rincones
oscuros de la tierra, Dios tiene en reserva un firmamento de escogidos que brillarán
en medio de las tinieblas para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder
transformador que tiene la obediencia a su ley. Ahora mismo se están revelando en
toda nación, entre toda lengua y pueblo; y en la hora de la más profunda apostasía,
cuando se esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás para que “todos, [...]
pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos” (Apoc. 13; 16), reciban, so pena
de muerte, la señal de lealtad a un falso día de reposo, estos fieles, “irreprochables y
sencillos, hijos de Dios sin mancha”, resplandecerán “como lumbreras en el mundo.»
(Filip. 2: 15.) Cuanto más obscura sea la noche, mayor será el esplendor con que
brillarán» (Profetasy reyes [Miami, Florida: APIA, 2008, p. 126).
60. Véanse el análisis en Hasel,«El remanente en la teología adventista contemporánea»,
en este tomo, y Preguntas sobre doctrina: Edición anotada, pp. 171-172.
61. Véase Tarsee Li, «El remanente en el Antiguo Testamento», en este tomo. Un buen
ejemplo se encuentra en Zacarías. El profeta describe un intento escatológico de
destruir al pueblo de Dios que acabará en fracaso. Pero hay un remanente de las
naciones que se unirá al pueblo de Dios: «Todos los que sobrevivan [TT [yátarj]
de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al
Rey, a Jehová de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos» (14:16).
El verbo ya lar se usa aquí en la forma nifal, con el sig n ific ad o «lo que queda», «los
supervivientes»,y pertenece al lenguaje y la ideología del «remanente». Este remanente
de las naciones no se confundía en el Antiguo Testamento con el remanente de
los israelitas que salieron de Babilonia y regresaron a Jerusalén. En Isaías 66: 19-
20, leemos que era intención de Dios usar al remanente de Israel para proclamar su
«gloria entre las naciones» para devolver a sus hermanos del exilio aJerusalén. Al final,
el remanente del pueblo de Dios en el exilio y de las naciones se unirá al remanente de
Dios en Israel.
Ensayo final: El rem anente escatológico de Dios y la iglesia cristiana 2 2 3
IGLESIA DE CRISTO
62. Véase Rodríguez, «El pueblo remanente de Dios en los escritos de Elena G. de
White», en este tomo.
63. Por supuesto, Apocalipsis 12: 17 no es el único sitio en el que se menciona al
remanente escatológico. El concepto impregna el libro de Apocalipsis; véase
Lehmann, «El remanente en el libro de Apocalipsis», en este tomo.
224 El remanente
VI. Conclusión
La existencia del remanente es un acto de la gracia divina basado en el he
cho de que Jesús es la expresión última del remanente como el auténtico Fiel
a través de quien Dios salvó y preservó a la humanidad. Esta interpretación
cristológica del remanente demuestra que su identidad se deriva, está apoya
da y es preservada a través de Cristo. La victoria de este es, verdaderamente,
la victoria de aquel. La larga trayectoria histórica del concepto de remanente
como una designación de aquellos a través de los cuales Dios cumple de
manera especial su designio para la raza humana implica que podemos pre
ver la existencia de un remanente escatológico. Esto es precisamente lo que
encontramos en el libro de Apocalipsis. Esta designación del adventismo de
sí mismo como pueblo remanente de Dios se basa en una lectura historicista
del Apocalipsis, en las características de ese remanente consignadas en el
Apocalipsis y en la misión de ese remanente.
La eclesiología adventista, desarrollada a partir de una perspectiva de
remanente, reconoce que la iglesia de Cristo es mayor que su expresión
en el remanente. Hay una «iglesia universal» «compuesta de todos los que
creen verdaderamente en Cristo»67 (las «otras ovejas que no son de este
redil» [Juan 10:16]). La iglesia está esparcida a lo largo y ancho del mundo
religioso y no puede ser identificada con ninguna organización eclesiástica
particular. En ese sentido, es la iglesia invisible en el exilio, en Babilonia.
Pero la iglesia, por naturaleza, no es invisible. El pueblo remanente de los
últimos días es la expresión visible de la iglesia de Cristo y posee ciertas ca
racterísticas específicas y una misión particular en el mundo. A través de él,
Dios restaura verdades bíblicas fundamentales que desempeñarán un papel
significativo en la confrontación final entre las fuerzas del mal y Dios. En
el cumplimiento de su misión, el Señor usará al remanente para sacar a
la iglesia universal de su invisibilidad en preparación para la venida del
Señor en gloria. En ese momento, la plenitud del remanente escatológico
de Dios será una realidad y la unicidad de la iglesia alcanzará su expresión
más profunda.
El «testimonio de Jesús»
en los escritos de Elena G. de White
Ángel Manuel Rodríguez
11. Véase Spiritual Gifts [Dones espirituales], t. 4b (Battle Creek, Michigan: Steam Press,
1864), p. 90, donde afirma: «La única seguridad consiste ahora en buscar como a un
tesoro escondido la verdad revelada en la Palabra de Dios. Los temas del sábado,
la naturaleza del hombre y el testimonio de Jesús, son las grandes e importantes
verdades que se han de comprender. Resultarán como un ancla que sostendrá al
pueblo de Dios en estos tiempos peligrosos. Pero la masa de la humanidad desprecia
las verdades de la Palabra de Dios y prefiere escuchar las fábulas».
12. «Ye Are the Light of the World» [Vosotros sois la luz del mundo], PT, 4 de
noviembre de 1886. Escribiendo sobre la editorial adventista de California, afirma
que «ha de alzarse como un testigo [del Señor] en medio de la oscuridad moral
del error, emitiendo sus brillantes rayos en la publicación de la verdad que ha de
enviarse a todas partes del mundo, anunciando el mensaje del tercer ángel, los
mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús» (Manuscrito 6,1878, «Testimony
to the Oakland Church» [Testimonio a la iglesia de Oakland]).
13. «Genuine Faith Leads to Obedience» [La fe genuina lleva a la obediencia], ST, 31
de marzo de 1890. En 1894 escribió: «Los mandamientos de Dios y el testimonio
de Jesús constituyen el mensaje que debemos proclamar ante el mundo» (Mensajes
selectos, t. 2 [Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association,
1967], p. 101). Una vez preguntó: «¿Cuál es nuestro mensaje al mundo? Los
mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo» (Manuscrito 231, 1902,
San Diego, California, 25 de septiembre de 1902, «Remarks/City Restaurants»
[Observaciones/Restaurantes en las ciudades]).
14. Mensajes selectos, t. 2, p. 133. Cf. Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 360. «El tercer
ángel, volando por en medio del cielo y pregonando los mandamientos de Dios y el
testimonio de Jesús, es una representación de nuestra obra» (1889).
15. «Si alguna vez hubo un tiempo en que deberíamos elevar el estandarte de la verdad
presente, es ahora. Nuestro santo y seña debería ser: “Los mandamientos de Dios
y el testimonio de Jesucristo”» (Carta 13,1990, Sunnyside, Cooranbong, Nueva
Gales del Sur, Australia, 1 de febrero de 1900, a H. W. Kellogg, Battle Creek,
Michigan).
16. Testimonios para la iglesia, t. 3 (Miami, Florida: APIA, 2004), p. 491.
17. Elcolportor evangélico (Buenos Aires: ACES, 1967), p. 191. Véase también PH087:
Special Testimony to the Oakland and Battle Creek Churches [Testimonio especial
a las iglesias de Battle Creek y Oakland] (1897), p. 22. En 1904 Elena G. de
White escribió: «Debido a las oportunidades siempre mayores y más numerosas
230 El remanente
20. Alza tus ojos (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1982), p. 99.
21. Spiritual Gifts, 1.1 (Battle Creek, Michigan: Adventist Publishing House, 1858),
p. 130. La declaración dice que, una vez que Juan fue librado de la muerte, «muchos
se convencieron de que Dios estaba con él y que era verdadero el testimonio que
daba de Jesús». En la página siguiente (131), cita Apocalipsis 19: 10 y 22: 2, lo
que indica que era consciente del hecho de que, en el Apocalipsis, el «testimonio
de Jesús» es identificado con el don profético. No obstante, no hace ningún
comentario específico del don ni de su manifestación en su propio ministerio.
Véase también «Thoughts on the First Epistle of John» [Reflexiones sobre la
primera Epístola de Juan], 57) 23 de mayo de 1895. Al año siguiente (1896),
escribió que Juan fue desterrado a la isla de Patmos por hombres inspirados por
Satanás a «perseguir a aquellos que daban un fiel testimonio de Dios» («Letter to
Believers on the Pitcairn Island» [Carta a los creyentes de la Isla Pitcairn], RH, 4
de agosto de 1896). El discípulo dio testimonio de la muerte y la resurrección de
Jesús, que era la Palabra eterna y el Rey de reyes («Not by Might, nor by Power»
[No con fuerza ni con poder], RH, 16 de mayo de 1899).
22. Manuscrito 106, 22 de septiembre de 1897, «Christ and the Law» [Cristo y la
Ley].
23. «Bible Examples of True Courtesy» [Ejemplos bíblicos de verdadera cortesía],
RH, 8 de septiembre de 1895.
24. Ibid.
25. Los hechos de los apóstoles (Miami, Florida: APIA, 2008), p. 382.
232 El remanente
26. E l conflicto de los siglos (Miami, Florida: APIA, 2007), p. 274; también p. 74.
27. «Christian Privileges and Duties» [Privilegios y deberes cristianos], ST, 4 de enero
de 1883.
28. Ibíd., p .l.
29. Manuscript Releases, 1.12, p. 225.
30. Ibíd.,t. 20, p. 221.
Apéndice 2 3 3
cuando nos acostamos y cuando nos levantamos».35 Quizá sea más clara
aún la declaración siguiente: «Es esencial que cuantos hayan invocado
el nombre de Cristo tengan un conocimiento personal de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo. Deberían entender las Escrituras por
sí mismos».36 Se tiene la impresión, en este caso, de que «la palabra de
Dios» se refiere al Antiguo Testamento, mientras que «el testimonio de Je
sucristo» se refiere al Nuevo Testamento. Los dos juntos constituyen «las
Escrituras».37 Deberíamos tener presente que, para ella, la Biblia era «la
infalible palabra profética»,38 es decir, la recibimos como una revelación
de Dios a través de sus profetas.
41. Testimoniospara la iglesia, t. 3, p. 490. Obsérvese que se refiere a los dos elementos
como «verdades».
42. Ibid., p.491.
43. «An Appeal to our Ministers» [Una apelación a nuestros ministros], General Conference
Bulletin [Boletín de la Asociación General], 16 de abril de 1902, párr. 8. Cf. £ /evangelismo
(Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1975), pp. 147-148.
44. Manuscript Releases, t. 5, p. 290.
45. Diríamos que interpretó la «fe de Jesús» no solo como un genitivo subjetivo (las
enseñanzas de Jesús), sino también como un genitivo objetivo (la fe que ponemos
en Jesús como nuestro Salvador). Estos usos se encuentran hasta cierto punto en
la frase «el testimonio de Jesús» en los escritos de Elena G. de White. Junto con
los mandamientos de Dios, nuestro mensaje consiste en «el testimonio de Jesús/la
fe de Jesús».
236 El remanente
designa a las Escrituras, porque todas ellas dan testimonio sobre el poder
de Cristo para salvar.
Carta 20,1860
La primera declaración se encuentra en una carta que escribió a cre
yentes de Mansville. Entre 1859 y 1862 algunos miembros de iglesia de
Mansville cuestionaron la manifestación del don de profecía en el ministe
rio de Elena G. de White. Esta les envió una carta animándolos a retener
su fe en el don. En cuanto al origen de las visiones, comentó que solo había
dos posibilidades; concretamente, procedían de Dios o de Satanás. Luego
defendió que, basándose en que las visiones siempre habían ejercido una
influencia positiva en la iglesia y en la vida de los creyentes, tenían que
provenir del Señor. Además, argumentó, el hecho de que quienes las recha
zaban se apartaban tarde o temprano de otras verdades bíblicas indicaba
que, en su rechazo de las visiones, no estaban siendo dirigidos por el Señor.
Luego añadió:
Tan pronto como empezáis a aplastar o ahogar los dones de la igle
sia o a menospreciarlos, la bendición de Dios abandona esa iglesia.
Aquí precisamente llega la guerra contra el remanente, porque guarda
los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesús. Lamento que
esta guerra empiece a menudo entre hermanos. No aguardan a que la
52. Véase Gerhard Pfandl, «Las marcas distintivas del remanente escatológico en el
libro de Apocalipsis», en este tomo.
238 E l remanente
hueste del dragón emprenda esta guerra, sino que caen bajo las tenta
ciones de Satanás y comienzan la guerra ellos mismos.53
Este es uno de los primeros usos de la frase «el testimonio de Jesús» en
los escritos de Elena G. de W hite, y merece algún comentario. En primer
lugar, el contexto pone de manifiesto que no intentaba hacer exégesis de
Apocalipsis 12: 17 ni establecer el significado de toda la frase «guardan
los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús». En segundo
lugar, en ninguna parte la carta equipara explícitamente la manifestación
del don de profecía en su ministerio con el cumplimiento histórico de
la frase «el testimonio de Jesús» en Apocalipsis 12: 17. Podría argüirse
que, dado que defendía su llamamiento profético, hay una identificación
implícita de ambos. No obstante, la implicación no es obvia. En tercer
lugar, en la carta identificó el ataque contra la manifestación del don de
profecía en su ministerio como un ataque contra la verdad bíblica de la
permanencia de los dones espirituales en la iglesia. Esta es una enseñanza
bíblica que, según ella, los adventistas nunca deberíamos abandonar.
En la misma carta dijo explícitamente: «Ha habido mucho trabajo,
mucha perseverancia y un firme avance en medio de conflictos e incon
tables pruebas por mantener la posición que ahora ocupamos al dar un
testimonio decidido en pro de los dones que el Señor ha puesto en la
iglesia, ¿y ha de abandonarse esta posición sin más? No, no».54 Parecería
que defendía no simplemente su propio papel profético, sino una ense
ñanza bíblica que estaba siendo gravemente atacada. Por último, según
parece, Elena G. de W hite consideraba que un ataque contra cualquier
enseñanza bíblica era una manifestación de la ira del dragón contra el
pueblo escatológico de Dios, identificado por ella como «los que guardan
los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús». Obsérve
se que no solo menciona «el testimonio de Jesús», sino que también se
refiere a «los mandamientos de Dios». Ambos constituyen a la vez las
características fundamentales del remanente escatológico. Esa parece ser
la razón por la que citó la frase.
53. «Dear Friends in Mansville and Vicinity» [Queridos amigos en MansviUe y sus
alrededores]. Carta 20,1860.
54. Ibtd., p. 2.
Apéndice 2 3 9
Manuscrito 22,1885
La segunda declaración que examinaremos se encuentra en un manus
crito datado el 30 de noviembre de 1885.” Describe su experiencia con
Miles Grant, pastor adventista del primer día que la difamaba pública
mente mediante ataques personales que socavaban su don profético y que
atacaba a la ley de Dios. En el manuscrito indica que había decidido no
contestar a sus ataques, sino que había elegido, en vez de ello, dejar la situa
ción en manos del Señor. Según ella, no ha de confiarse en una persona que
haya rechazado la ley de Dios, el fundamento mismo de la moralidad. Cita
Apocalipsis 12: 17 para demostrar que «esta incursión realizada contra los
que guardan los mandamientos de Dios no cesará hasta el fin del tiempo
de gracia».5
56 En otras palabras, interpretaba aquel incidente a la luz del
conflicto cósmico y de la oposición de Satanás a Dios y a su verdad.
Tras citar Apocalipsis 12:17, escribe: «El testimonio de Jesús es el espí
ritu de la profecía. ¿A quién se aplica esto?».57 Cabría esperar que lo hubie
se aplicado a su propio ministerio profético, pero no lo hizo. De hecho, ¡no
contestó la pregunta con claridad! Podría suponerse que la autora espera
que el lector la conteste diciendo: «Se aplica a Elena G. de White». Pero
hemos de cuidar no dar por sentado algo que no está indicado con claridad
por el contexto. Lo cierto es que no lo deja claro, lo que dificulta que demos
una respuesta definitiva a su pregunta. Quizá lo que importe en nuestro
análisis sea que se trataba de una oportunidad excelente para que indicase
con claridad que «el testimonio de Jesús» había de identificarse con su
don profético y que, no obstante, no llegó a extraer esa conclusión. Sería
inapropiado que nosotros extrajésemos esa conclusión por nuestra cuenta,
particularmente teniendo en cuenta la interpretación de la frase por parte
de Elena G. de White en el resto de sus escritos.
Basándome en el contexto de su declaración, me aventuraré en una
posibilidad de interpretar lo que Elena G. de W hite intentaba comuni
car. Inmediatamente después de citar Apocalipsis 12: 17, escribió: «Los
hombres serán probados a propósito de la verdad. Satanás no permiti
rá que nadie abandone sus filas sin oponer una resistencia desesperada
[...]. Si estas almas huyen refugiándose en Jesús y elevan a Dios una
ferviente oración para conocer la verdad, si acuden a Dios y a su Biblia,
55. Manuscrito 22, cir. 30 de noviembre de 1885, «Regarding Miles Grant in Italy»
[Con respecto a Miles Grant en Italia].
56. Ibid.
57. Ibid.
240 El rem anente
Carta 17,1887
La tercera declaración que deberíamos examinar se encuentra en una car
ta que Elena G. de White escribió el 6 de septiembre de 1887.58Fue dirigida
a un pastor a quien había comunicado un mensaje del Señor, un testimonio.
Él cuestionaba el testimonio, pero en particular fue su esposa quien sembró
dudas en la mente de otras personas en ocasión de un congreso al aire libre.
Elena G. de White escribió que, al obrar así, la esposa estaba anulando el
mensaje de Dios a su pueblo. Tras describir brevemente lo que hada aquella
persona, comentó: «La obra de Satanás es hacer la guerra contra los manda
mientos de Dios y el testimonio de Jesucristo; y si las tentadones no fuesen
abrigadas y expresadas, no se sembraría la semilla de la duda».59
Dado que esta dedaración se realiza en el contexto de una defensa de su
ministerio profético, sería lógico llegar a la conclusión de que, al atacar los
testimonios de Elena G. de White, aquella mujer cumplía la profecía según
la cual Satanás había de hacer la guerra contra «el testimonio de Jesús». En
ese caso, Apocalipsis 12: 17 se estaría refiriendo al ministerio profético de
Elena G. de White. Sin embargo, el contexto parece apuntar en una direc
ción diferente. Si simplemente leemos la declaration de la forma en que
la escribió, todo lo que parece que dice es que Satanás está en guerra con
el pueblo de Dios, identificado por ella con las personas que guardan los
mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús. En esa guerra usa medios
humanos para lograr sus fines. Una de las formas en que lo hace es tentarlos
a sembrar las semillas de la duda. Si caen en la tentadón, los usará para atacar
58. Carta 17, Battle Creek, Michigan, 6 de septiembre de 1887, a los Hermanos Andrews.
59. Ibid.
Apéndice 2 4 1
Manuscrito 40,1887
La última declaración que examinaremos se encuentra en un manuscrito de
1887.“ En él, Elena G. de White aborda los peligros de la duda, la crítica y la
búsqueda de defectos. Afirma de forma inequívoca que «es labor de Satanás
fomentar la duda y la incredulidad»6061 y añade: «Quienes buscan continua
mente algo que criticar, algo para intensificar la incredulidad en el testimonio,
ya sea del Espíritu de Dios o de su palabra, no tardarán en encontrarse tan
completamente bajo el poder de la duda y la incredulidad que nada les pare
cerá seguro».62Ilustra su propio mensaje con referencias al rechazo de Jesús en
Nazaret, donde los que lo escuchaban rechazaron su reivindicación de ser el
Mesías. Lo criticaron y hasta intentaron matarlo. En el Antiguo Testamento
los israelitas criticaron a Elias y rechazaron su mensaje. La reprobación del mal
protagonizada por Jesús y Elias dio como resultado la oposición de muchos.
Remacha la lección afirmando: «El espíritu de enemistad que se ha manifes
tado en todas las épocas contra el reprensor del mal se ve en mayor grado a
medida que nos acercamos al fin del tiempo».63 Según ella, tales individuos
se oponen a la obra de Dios. Entonces encontramos la declaración que nos
resulta de interés particular:
El profeta registra con su mirada la última iglesia cuando declara
que el dragón hace la guerra al remanente que guarda los mandamien
tos de Dios y tiene el testimonio de Jesucristo. El testimonio de Jesús
es el Espíritu de la profecía. El mismo odio que se manifestó contra la
obra de Cristo se ha manifestado contra la obra de reprobación que
los siervos de Dios han sido llamados a realizar por parte de aquellos
cuyos pecados han sido objeto de reprobación.64
En este caso, «el testimonio de Jesús» es el mensaje que este dio a través
de los profetas y por sí mismo. Este mensaje suscitó oposición y odio hacia
Jesús por parte de aquellos objeto de su reprobación. Elena G. de White se
60. Manuscrito 40,1887, «Peril of Doubt and Unbelief* [El peligro de la duda e
incredulidad].
61. Ibid.
62. Ibid.
63. Ibid.
64. Ibid.
242 El rem anente
situó entre los siervos de Dios que experimentaron el odio de las personas
reprendidas por sus pecados. Ella había sido llamada a reprobar el pecado y, en
consecuencia, junto con el remanente, será objeto del odio del dragón.65 Este
remanente vuelve a ser identificado como los que guardan los mandamientos
de Dios y el testimonio de Jesús.
Esas cuatro declaraciones no son todo lo claras que nos gustaría que
fueran, pero, desde luego, en ellas llegó muy cerca de aplicar a su ministe
rio profético la frase «el testimonio de Jesús». Lo que sorprende es que en
ninguna de ellas establezca la conexión explícita. Por alguna razón, rehuyó
decirlo. Aunque las declaraciones son difíciles de interpretar, parecería que
indicaba simplemente que Apocalipsis 12:17 describía la identidad del re
manente escatológico de Dios y el mensaje bíblico que había de proclamar.
Entendía que los ataques contra los mensajes que ella dio eran expresiones
de la ira del dragón contra el remanente y el mensaje de este.
65. En una de sus declaraciones citada más arriba, Elena G. de White se refiere a su
testimonio como «el testimonio del Espíritu de Dios». Pero también menciona
«el testimonio de la palabra de Dios», con lo que ella designaba a las Escrituras.
Hay personas, afirmó, que critican ambos. No estaba equiparando «el testimonio
de Jesús», mencionado en Apocalipsis 12: 17, con su propio don profético. De
hecho, jamás se refiere a los testimonios que ella comunicó como «el testimonio de
Jesús», sino como «el testimonio del Espíritu de Dios». Sabía que su don profético,
el testimonio del Espíritu a través de ella, iba a ser objeto particular de ataque
por parte del enemigo: «El último engaño de Satanás consistirá en convertir
el testimonio del Espíritu de Dios en algo ineficaz. “Sin profecía el pueblo
se desenfrena” (Prov. 29: 18). Satanás trabajará ingeniosamente, con métodos
distintos e instrumentos diferentes, para desarraigar la confianza del pueblo
remanente de Dios en el testimonio verdadero. Introducirá visiones engañosas
para descarriar, mezclará lo falso con lo verdadero, y con esto fastidiará de tal
modo a la gente que esta tildará de fanático todo aquello que tenga que ver con
las visiones; pero las almas sinceras, al establecer un contraste entre lo falso y lo
verdadero, estarán capacitadas para distinguir entre estos términos» (Mensajes
selectos, t. 2, p. 89). Véanse también Mensajes selectos, t. 3, pp. 90-92; Testimonios
para la iglesia, t. 3, pp. 279-281,284-285; ibíd., t. 5, p. 632; Manuscript Releases,
1.10, p. 81; e ibíd., t. 21, p. 101.
Apéndice 2 4 3
frase se refería al don profético. Habla de los mensajes que daba como
«directivas que nos han sido dadas por el espíritu de profecía».66 Este es
el mismo don de profecía que los autores bíblicos recibieron y a través del
cual predijeron la venida del Salvador.67 En 1907 escribió:
Una riqueza de influencia moral nos ha sido presentada en el úl
timo medio siglo. Mediante su Espíritu Santo, la voz de Dios nos ha
venido continuamente en forma de amonestación e instrucción, para
confirmar la fe de los creyentes en el espíritu de profecía. El mensaje ha
venido repetidas veces: Escribe las cosas que te he dado.68
Elena G. de White escribe sobre individuos que rechazaban los testi
monios que les entregaba y que «confían más en ellos mismos que en el
espíritu de profecía».69 Es interesante que considerase que su ministerio era
una manifestación del «espíritu de la profecía», que se refiriese a los men
sajes que escribía como «testimonios»70y que, no obstante, evitase aplicarse
la frase «el testimonio de Jesús», que, según Apocalipsis 19: 10, se define
como «el espíritu de la profecía». El uso de la frase «el testimonio de Jesús»
por parte de Elena G. de White contribuye a explicar por qué lo hizo.
VI. Conclusión
Nuestro estudio ha revelado que, en los escritos de Elena G. de White,
la frase «testimonio de Jesús» se refiere al don de profecía. Su uso de esa
frase presupone la definición de la misma encontrada en Apocalipsis 19:
10. Sin embargo, hemos demostrado que usa la frase fundamentalmente
para designar al producto final de ese don, concretamente las Escrituras, al
mensaje que contiene y al mensaje del libro de Apocalipsis.71 Aunque «el
testimonio de Jesús» se refiere a toda la verdad bíblica, designa de forma
El r e m a n e n t e : e l e n f o q u e a d v e n t is t a
ofrece respuestas bíblicas a todas estas interrogantes.
ISBN 978-161161181-6
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