El don
d e p ro fecía
en las Escrituras
u en la historia
Alberto R. Timm
Dwain N. Esmond
EDITORES
mm,
El don
de profecía
en las E s c ritu ra s
y en la h is to ria
~ ■ iiw r w w iw n ii i ■ w p ** v « ■iv m u **' » iw *
C $ É ^ C ^ U h T k í m a j ^ ^ M i f ü tlm,
ISd>Hihlsdh Revieiu and Tifruid* Puhmking Aimi*ri*n, Rikw SpHngi, M tryknd 20904, UXA,
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las citas se referencian no solo con la página, sino además con el capítulo, o la sección, o la página más el
epígrafe en el caso de Consejos sobre alimentación.
ISBN: 978-1-61161-626-2 tapa dura
ISBN: 978-1-61161-634-7 rústica
Impresión y encuadernación: USAM EX, IN C .
Impreso en México / P rintedin México
Primera edición: Mayo 2016
Tabla de contenido
Prólogo.................................................................................................................................. ix
Introducción.......................................................................................................................... xi
Agradecimientos................................................................................................................ .. ii i
Colaboradores......................................................................................................................xiv
vi
S5B W
Capítulo I X ...................................................................................................................... 241
«El espíritu de la profecía» en el Apocalipsis de Juan
Ranko Stefanovic
vii
Capítulo X V III................................................................................................................. 443
Elena G. de W hite y la misión adventista
D avidJ. B. Trim
Capítulo X IX .................................................................................................................... 471
Las dedicadas manos de Elena G. de W hite
James R. N ix
Capítulo X X ..................................................................................................................... 487
Hacer a Elena G. de W hite relevante para lectores del tercer milenio
D w ight K. Nelson
Apéndices
Apéndice A .......................................................................................................................505
El don de profecía en las doctrinas fundamentales la Iglesia Adventista
del Séptimo Día. Com pilado en la sede del Patrim onio W h ite
Apéndice B ...................................................................................................................... 509
Afirmaciones de confianza en el espíritu de profecía: Pronunciamientos
oficiales de la Asociación G eneral de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Com pilado en la sede del Patrimonio W hite
Apéndice C ...................................................................................................................... 543
La inspiración y la autoridad de los escritos de Elena G . de W hite:
Declaración sobre la interpretación actual
Apéndice D ..................................................................................................................... 547
«Creed a sus profetas»: Por qué acepto el ministerio profético
de Elena G. de W hite
TedN. C. Wihon
í
Prólogo
Los adventistas del séptimo día somos un pueblo profético, que vive en
un tiempo profético y proclama un mensaje profético a un mundo que ca
rece de esperanza y de salvación. Para cumplir nuestro excepcional papel en
tiempos difíciles, debemos depender de la dirección del Espíritu Santo
como nunca antes. El don de profecía, uno de los muchos dones derrama
dos sobre el pueblo de Dios por el Espíritu Santo, representa el esfuerzo de
Dios por comunicarse con los seres humanos, y a través de los mismos,
mientras prepara a un pueblo para encontrarse con él en paz.
La auténtica profecía — la de predicción del futuro, así como sus muchas
otras facetas— es imposible de producir para los seres humanos, pero no
para Dios. Se encuentra claramente en su gama de responsabilidades divi
nas. Precisamente el profeta Amos declaró: «No hará nada Jehová, el Señor,
sin revelar su secreto a sus siervos los profetas» (Amos 3:7). Empezando ya
en el Edén con el pronunciamiento del protoevangelio (Gén. 3:15) y desde
entonces hasta la actualidad, Dios no ha dejado a su pueblo sin una palabra
profética segura. Pedro continúa el tema en su ahora famosa explicación del
nexo divino-humano del discurso profético:
El apóstol Pablo afirma con claridad que uno de los preciados dones que
Dios otorga para la edificación de su iglesia y para la unidad en la fe (Efe.
4: 13) es el don de la profecía (1 Cor. 12: 10). Pablo nos insta, además, así:
«Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que pro
feticéis» (1 Cor. 14: 1). Siglos antes de Pablo, el profeta Joel reveló que en
los últimos días Dios derramaría su «Espíritu sobre todo el género humano.
Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y
visiones los jóvenes» (Joel 2: 28, N V I). Estos mensajes deberían llenar
nuestro corazón de impaciente expectativa por ver el derramamiento del Es
píritu Santo para completar la misión de Dios y apresurar el regreso de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
IX
Sin embargo, ¿cómo hemos de determinar cuándo obra el Espíritu en la
vida de una persona llamada por Dios? En medio del alboroto del ruido
t spii ¡tual de fondo, ¿como diferenciamos al llamado de los que simplemen
te gritan? Este trascendental volumen que el lector tiene en sus manos
pretende responder estas preguntas y otras igual de vitales sobre la inaugu
ración y el ejercicio del don de profecía.
Aunque no es absolutamente exhaustivo, E l don de pro fecía en las
e sc r itu r a s y en la h ist o r ia sigue el rastro del uso por parte de Dios de
hombres y mujeres para consolar, guiar, advertir y, a veces, pronunciar juicio
sobre su pueblo y sobre las naciones circundantes. Al leer esta obra, el lector
aprenderá la marcas distintivas de los mensajeros de Dios, a la vez que se
asombrará de la disposición divina a usar a personas defectuosas en su gran
plan de redención.
También verá que Dios no dejó de llamar a profetas con la conclusión
del canon del Nuevo Testamento. De hecho, los adventistas del séptimo día
creemos que Elena G. de W hite representa una manifestación moderna del
don de profecía. Nunca se llamó profetisa a sí misma — aunque no tuvo
objeciones para los que eligieran llamarla así— ; no obstante, la percepción
que Dios le dio ha dem ostrado la autenticidad de su llamamiento. Se veía
a sí misma como una mensajera del Señor, emplazada — de forma similar a
otros profetas no canónicos— a llevar al pueblo de Dios a su Palabra como
regla de fe y práctica. Su cristocéntrico mensaje del amor de Dios hacia la
humanidad, junto con fervorosos llamamientos al arrepentimiento y la fi
delidad, sigue presentando un reto para el pueblo de Dios en la actualidad.
Son nuestra esperanza y nuestra oración que, cuando el lector considere
este texto seminal sobre el don de profecía en las Escrituras y en la historia,
vea en él mucho más que consideraciones eruditas de un tema esotérico.
Oramos para que termine la lectura con una creencia asentada en Dios, en
sus-profetas y en la segura palabra profética que dará paso al pronto regreso
de nuestro Salvador.
G .T .N g
Presidente, Junta del Patrimonio Elena G. de White
Secretario, Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
x
r
Introducción
A los niños pequeños les encanta jugar al escondite. De hecho, cuando
éramos pequeños, lo más probable es que nos entretuviéramos con ese jue
go. Nos escondíamos en sitios en los que estábamos seguros de que no nos
encontrarían, ni nuestros padres ni otros niños que estuvieran participando
del juego. Este juego term ina cuando la persona que efectúa la búsqueda
encuentra a los que están escondidos.
Desde la caída de Adán y Eva (Gén. 3), los seres humanos venimos es
condiéndonos de Dios, solo que los riesgos en este juego de escondite no
podrían ser mayores. E n el huerto del Edén Dios salió en busca de nuestros
primeros padres con la pregunta «¿Dónde estás?» (vers. 9). Esa pregunta
sigue resonando en todo el transcurso de la historia de la hum anidad. La
Biblia está llena de la historia de la incesante búsqueda por parte de Dios
de aquellos a los que creó, y hoy Dios sigue buscando a sus hijos. El deseo de
Dios es reconciliar consigo mismo a sus hijos perdidos, y uno de los medios
especiales a través de los que comunica su ofrecim iento de salvación a la
hum anidad caída son los profetas llamados divinamente.
E l don de profecía en las escrituras v en la h isto ria abre ventanas
a esta increíble historia aportando perspicaces reflexiones teológicas sobre el
don profético manifestado en momentos cruciales de la historia de la salvación.
Según sugiere el título, el libro está dividido en dos partes. La Parte I, Estudios
bíblicos, da una visión de conjunto del don profético en el Antiguo Testamen
to (JiríMoskala) y el Nuevo Testamento (Ekkehardt Mueller). Se presta especial
atención a los temas de la revelación y la inspiración proféticas {Angel M. Ro
dríguez)-, a cómo citaban los autores de la Biblia a otros escritos de la Biblia
{Clinton Wahlen); al marco histórico visto a través de escritos contemporáneos
del Próxim o O riente antiguo {Elias Brasil de Souza)', y a cómo aborda
ron y expresaron emociones diversos autores en sus escritos {ChantalJ KJingbeil
y GeraldA. Klingbeil). Esta sección también contiene un sesudo artículo que
deja al descubierto varias de las percepciones de Elena G. de W hite sobre el
significado original del texto bíblico {Richard M . Davidson)-, un capítulo que
trata de explicar el significado de la expresión «profetizan» en 1 Corintios 14
{Larry L. Lichtenwalter)-, y uno final relativo al significado de «el espíritu de la
profecía» en el Apocalipsis de Juan {Ranko Ste/anovic).
XI
Colaboradores
Merlin D. Burt, Ph.D., director del Centro de Investigación Adventista y del
Patrimonio White, profesor de Historia de la iglesia, Seminario Teológico
Adventista del Séptimo Día, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michi
gan, EE. UU.
Michael W. Campbell, Ph.D., profesor de Estudios históricos y teológicos, editor
del Journal ofAsia Adventist Seminary, Instituto Internacional Adventista de.
Estudios Avanzados (AIIAS), Silang, Cavite, Filipinas.
R ichard M . D avidson, P h .D ., profesor de la C átedra J. N. A ndrew s de
Interpretación del Antiguo Testamento, Seminario Teológico Adventista del
Séptimo Día, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU.
Elias Brasil de Souza, Ph.D., director del Instituto de Investigación Bíblica,
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring,
Maryland, EE. UU.
Denis Fortín, Ph.D., profesor de Teología, exdecano del Seminario Teológico
Adventista del Séptimo Día, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan,
EE.UU.
Rodrigo Galiza, candidato a Ph.D., Seminario Teológico Adventista del Séptimo
Día, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU.
Frank M. Hasel, Ph.D., director asociado del Instituto de Investigación Bíblica,
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring,
Maryland, EE. UU.
Chantal J. Klingbeil,M.Phil., directora asociada del Patrimonio White, Asociación
General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland,
EE. UU.
Gerald A. Klingbeil, D.Litt., editor asociado de las revistas Adventist Review y
Adventist World\ Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
Silver Spring, Maryland, EE. UU.; profesor de Investigación del Antiguo Testa
mento y de estudios del Próximo Oriente antiguo, Seminario Teológico Adventis
ta del Séptimo Día, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU.
Jud Lake,Th.D., D.Min., profesor de Homilética y Estudios adventistas, director
del Instituto para el estudio de Elena G. de White y del Patrimonio Adventis
ta, Southern Adventist University, Collegedale,1 ennessee, EE. Ul J.
Theodore N. Levtcrov, Ph.D., director de la Sede del Patrimonio White, profesor
adjunto de Historia de la iglesia, Escuela de Religión, Universidad de Loma
I /nula, I ,oma I /inda, ('alifornia, EE. I U 1.
xlv
Larry L. Lichtenwalter, Ph.D., decano de la Escuela de filosofía y teología, director
del Instituto de estudios islámicos y árabes, Middle East University, Beirut,
Líbano.
Jirí M oskala,Th.D., Ph.D., decano del Seminario Teológico Adventista del
Séptimo Día, profesor de Exégesis y teología del Antiguo Testamento, Univer
sidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU.
Ekkehardt Mueller,Th.D., D.Min., director asociado del Instituto de Investigación
Bíblica, Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver
Spring, Maryland, EE. UU.
Dwight K. Nelson, D .M in., pastor de la Iglesia Pioneer Memorial, Berrien
Springs, Michigan, EE. UU.
James R. Nix, M.Div., M.L.S.,Th.D. honoris causa, director del Patrimonio White,
cofímdador y presidente del Ministerio del Patrimonio Adventista, Asociación
General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland,
EE.UU.
John Reeve, Ph.D., profesor de Historia de la iglesia, editor de Andrews University
Seminary Studies, Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día, Universi
dad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU.
Ángel M. Rodríguez, Th.D., exdirector del Instituto de Investigación Bíblica,
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring,
Maryland, EE. UU.
Ranko Stefanovic, Ph.D., profesor de Nuevo Testamento, director del programa
de maestría en Religión, Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día,
Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU.
Alberto R.Timm, Ph.D., director asociado del Patrimonio Elena G. de W hite,
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring,
Maryland, EE. UU.
I )av¡d J. B. Trim, Ph.D ., director de la Oficina de Archivos, Estadísticas e
Investigación, Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
Silver Spring, Maryland, EE. UU.
C'limón Wahlen, Ph.D., director asociado del Instituto de Investigación Bíblica,
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring,
Maryland, EE.DIJ.
’lrd N. C\ W ilson, Ph.D., presidente de la Asociación General de la Iglesia
Adventista del Séptimo I )ía, Silver Spring, Maryland, EE. IH J.
xv
Parte I:
E l don de profecía
en las E scrituras
Capítulo I
La voz profética en el Antiguo Testamento
Jirí M oskala
Handbook on the Prophets (Grand Rapids: Baker, 2002); John Eaton, Mysterious
Messengers: A Course on Hebrew Prophecy From Amos Onwards (Grand Rapids:
Eerdmans, 1997); Donald E. Gowan, Theology o f the Prophetic Books: The Death and
Resurrection o f Israel (Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press, 1998);
Wayne Grudem, The Gift o f Prophecy in the New Testament and Today, ed. rev.
(Wheaton, Illinois: Crossway Books, 2000); J. Daniel Hays, The Message o f the
Prophets: A Survey o f the Prophetic and Apocalyptic Books o f the Oíd Testament
(Grand Rapids: Zondervan, 2010); Jack R. Lundbom, The Hebrew Prophets: An
Introduction (Minneapolis: Fortress Press, 2010); Samuel A. Meier, Themes and
Transformations in Oíd Testament Prophecy (Downers Grove, Illinois: IVP Acade-
mic, 2009); David L. Petersen, The Prophetic Literature: A n Introduction (Louisvi
lle, Kentucky: Westminster John Knox Press, 2002); Paul L. Redditt, Introduction
to the Prophets (Grand Rapids: Eerdmans, 2008); George E. Rice, «Los dones es
- pirituales», en Teología: Fundamentos bíblicos de nuestrafe, ed. Raoul Dederen (Do
ral, Florida: IADPA, 2007), 6:95-174; Palmer O. Robertson, The Christ ofthe
Prophets (Filadelfia: P&R Publishing, 2004); Alexander Rofe, The Prophetical Sto-
ries: The Narratives About the Prophets in the Hebrew Biblet Their Literary Types, and
History (Jerusalén: Magnes, 1988); H. H. Rowley, «The Nature of Prophecy in the
Light of Recent Study», Harvard Theological Review 38 (1945): 1-38; D. Brent
Sandy, Plowshares andPruning Hooks: Rethinking the Language ofBiblical Prophecy
and Apocalyptic (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 2002); Christopher
R. Seitz, Prophecy and Hermeneutics: Toward a New Introduction to the Prophets
(Grand Rapids: Baker Academic, 2007); Gary V. Smith, Interpreting the Prophetic
Books: An Exegetical Handbook (Grand Rapids: Kregel Academic, 2014); Marvin
A. Sweeney, The Prophetic Literature: Interpreting BiblicalTexts (Nashvillc: Abing-
don Press, 2005); Willem A. VanGemeren, Interpreting the Prophetic Word: An
Introduction to the Prophetic Literature ofthe Oíd 'Testament ((Irand Rapids: Z on
dervan, 1990); Michael J. Williams, ’lhe Prophet and / lis Message: Reading Oíd
Testament Prophecy Today (Phillipsburg, Nueva Jersey: P&R Publishers, 2003).
5. Hays, 22.
6. Nissinen, 5.
7. John N. Oswalt, « I n 'Hiere Anything llnujur in ihe U uelitr Propliriür'. Utblm/he
cu Sacra 172 (enero um r/ode MIS): 72.
La voz profética en el Antiguo Testamento 3
tos, y obedezcan todas las leyes que ordené a sus antepasados, y que les di
a conocer a ustedes por medio de mis siervos los profetas”» (2 Rey. 17: 13).
Kenton Sparks afirma que, «aparte de la Biblia hebrea, las profecías del
Próximo O riente antiguo son pocas».8 Los anales históricos revelan que
eran transmitidas por adivinación o consultando augures, y habitualmente
pronunciadas en estado de trance. En Egipto, los “profetas” eran empleados
como sacerdotes y usaban diferentes prácticas mágicas para proporcionar
información a los faraones. En el mundo griego las enigmáticas declaracio
nes mánticas tenían que ser interpretadas por una tercera persona. En M e-
sopotamia los profetas eran, más bien, personajes políticos al servicio del
rey, afirmando así la regia institución.9
Por otro lado, los profetas en Israel tenían papeles diferentes. Eran sier
vos de Dios (Amos 3: 7), basándose su ministerio en la palabra revelada de
Dios (Amos habla de sód, o sea, “secretos”, “consejo” o “cosas confidencia
les” expuestas por Dios), y sus anuncios estaban cargados con una autori
dad que provenía de Dios. Así, no estaban poseídos por Dios, sino inspira
dos por él (2 Tim . 3: 16,17) y proclamaban al pueblo la palabra de Dios,
llegando en ocasiones a reprender incluso a reyes y sacerdotes (1 Sam.
3: 15-18; 13:10-14; 2 Sam. 12:1-14). Se enfrentaban con los falsos profe
tas (ver, por ejemplo, Jer. 28:10-17; Eze. 13: 1-23), pero su papel más sin
gular era llamar al pueblo al arrepentimiento y a renovar una relación es
trecha con su Señor viviente (Eze. 18: 30-32; Joel 2: 12,13; Amos 5: 4, 6,
14, 15). John O sw alt subraya la excepcionalidad de los profetas de Dios
al com unicar el m ensaje que portaban: «No hay constancia de que el
m ensaje de un profeta hebreo requiriese confirm ación a través de la
adivinación».10
El fenómeno de la profecía no puede ser separado del papel y de la
función proféticos. Es indispensable ver ambos asuntos conjuntamente,
porque el don profético no se produce en un vacío y siempre se deposita en
personas (con la excepción de la burra de Balaam; ver Núm. 22:21-33). Ser
y función no pueden disecarse y separarse; van de la mano.
K, Kenton Sparks, Ancient Textsfor the Study o f the Hebrew Bible: A Guide to the Bac-
kgroumi Uterature (Peabody, Massachusetts: Hendrickson, 2005), 224.
9 . Kste arríenlo no aborda el fenómeno de la profecía fuera de Israel. Sobre profecías
en el Próximo Oriente antiguo y su evaluación, véanse Redditt, 1-4; Nissinen, con
aportaciones de C. L Seow y Robert K. Ritnes, Prophets and Prophecy in the An-
ñent Near East; O. V. Smitb, «Prophct; Prophecy», en 7be International Standard
Hible Encyelopcdia, cd. gen. ( ícoffrey W. Hromiley ((írand Rapiils: Kerdmans,
11. Dictionary of Oíd Testament Profrr Ñama {V>xM\d Kapids: Krrgrl Pnblirations,
1990), 249. Ver también Jan Hcllcr, VykluJovy daviult bihhik^h imni (Praga: CYn
truin bibliekych stuilií, 2003), 304.
12. Profeta» mayorr»: Nula»,Jeremía», !■'.ArqulrI y Daniel; prolrla» mriinie»: (Van,
Joel, Amó», Alalia»,Jniní», Mli|tiea», Nahúm, Í labacuc, Sofonla», I lagro, /.ararla»
y MultujuíuN.
La voz profética en el Antiguo Testamento 5
fetas preexílicos, o del siglo VII (Nahúm, Habacuc, Sofonías); profetas exi
líeos (Jeremías, Abdías, Ezequiel, Daniel); y profetas posexílicos (Hageo,
Zacarías, M alaquías).13
O tra categoría especial de profetas son aquellos que escribieron sus do
cumentos o sus libros sin que estos se incluyeran en el canon bíblico: Jaser,
Samuel, Natán, Gad, Semaías, Oded, Ahías J e h ú e Iddo (para los detalles,
ver Jos. 10:13; 2 Sam. 1:18; 1 Crón. 29:29; 2 Crón. 9:29; 12:15; 15: 8; 20:
34). Además, también hubo profetisas en el antiguo Israel: M aría (Exo. 15:
20); Débora (Jue. 4: 4); H uida (2 Rey. 22: 14; 2 Crón . 34: 22); y la esposa
de Isaías (Isa. 8: 3).14
I I. I,u ilu ta ció n precisa ili* algunos profetas rs c o n tro v e rtid a . V e r «L a cro n o lo g ía de
Ion profetas del A n tig u o T e stam en to » , en Onmentariu bibtiro adventista dei séptimo
día, ed. I'Vuih U I) . N ic lio l (M o im tu in V ie w , C 'alitó m ia : Pacific Press Puhlislun g
Assoi'latlon, PJHl 1W0), 4:19-26; I lays, IV ...................
14, También en rl Nuevo Testamento; An« fl l*x • 1....... ' ‘“ *
6 El don di propicia ln las Escrifuras y cn la uisioria
profeta de Moisés (nábi'), lo que significa que la tarea de Aarón sería co
municar al faraón lo que Moisés le dijera. Aarón sería el intermediario y el
presentador de la palabra de Dios. Por ello, para comunicar sus palabras,
Dios llama a los profetas: «Toma en cuenta — le dijo el Señor a Moisés—
que te pongo por Dios ante el faraón. Tu herm ano Aarón será tu profeta.
Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu herm ano
A arón,por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israe
litas» (Exo. 7 :1 ,2 ). «Tú hablarás con él y le pondrás las palabras en la boca;
yo los ayudaré a hablar, a ti y a él, y les enseñaré lo que tienen que hacer. El
hablará por ti al pueblo, como si tú mismo le hablaras, y tú le hablarás a él
por mí, como si le hablara yo mismo» (Exo. 4: 15,16).
Así, un profeta es la «boca» de Dios (Jer. 15: 19, RV95), su delegado.
Un profeta es un portavoz autorizado y cargado de autoridad llamado por
el propio Dios. Es un nábi’ (térm ino que aparece 309 veces en la Biblia
hebrea), que significa “profeta”. Los eruditos no han alcanzado un consen
so en cuanto al significado de este término. Hay dos posibilidades interpre
tativas: 1. Q ue la palabra se derive del término acadio nabu (esta lengua es
anterior a la hebrea), que significa “ser llamado”, “uno que es llamado’, o de
nabitu, que significa “uno llamado (por los dioses)”; así, nábi’ significaría
«alguien llamado a cierta tarea».17 2. Q ue el sustantivo nábi’ se derive del
verbo hebreo nába\ raíz que significa “hablar”, “profetizar”. W esterm ann
afirma que la fórmula profética “Así dice el Señor” refleja el estilo de los
mensajeros de los reyes de M ari.18 Así, los profetas hablan en lugar de
Dios. Debería entenderse que estos dos significados son complementarios,
por lo que un profeta es una persona llamada por Dios y autorizada por él
para ser su portavoz que comunica el contenido de la revelación de Dios.
El resultado es que «Dios habló a Israel a través de profetas».19
Abraham Heschel corrige acertadamente un malentendido de la opi
nión comúnmente aceptada de que el profeta es la “boca de Dios: «El profeta
no es una micrófono, sino una persona; no es un instrumento, sino un com
pañero, un socio de Dios».20 Un profeta no es un espectador, sino un actor en
el escenario de la vida; está personalmente involucrado, inmerso, comprome
tido en su misión, o sea, en la de Dios. Los profetas representan su mensaje
como actores, como en los casos de Oseas (Ose. 1; 2), Isaías (Isa. 20: 2-4),
Jcr. 1: 4 10; Iv/.c. 1: 28; l);m. 7: 9,10, 13,14; Amos 9: 1). Son sus porta
voces; hablan en nombre de Dios a su pueblo y, a veces, incluso a otras
naciones (ver los oráculos de los profetas contra naciones extranjeras en
Isaías 13-23; Jeremías 46-51; Ezequiel 25-32; Amos 1; 2; o la misión de
Jonás a los ninivitas: Jonás 4; ver tam bién en Jeremías 51: 59-64 el viaje
de Seraías a Babilonia con el mensaje de Jeremías). Eran ministros de la
palabra de Dios.27
A través de los profetas, el Dios invisible se vuelve audible. Los profetas
hacen más real la presencia de Dios; declaran que estuvieron en presencia
de Dios. Samuel M eier afirma que «solo el profeta reivindicó alguna vez
haber estado en presencia de Dios».28 Abraham Heschel observa que la
tarea del profeta era llevar a la gente a la presencia de Dios. «No podían
usar el lenguaje de la esencia; tenían que usar el lenguaje de la presencia.
No intentaban representar [a Dios]; intentaban presentarlo, hacerlo pre
sente. En tal empeño, solo pueden servir de algo las palabras de grandiosi
dad y de intensidad, no las abstracciones».29
La autoridad de un profeta deriva de D ios, de su revelación y de su
palabra. El oficio profético no se compra ni se hereda, sino que viene dado
de lo alto. Si un profeta es llamado por Dios, tiene la autoridad — como
Moisés— y pronuncia la palabra misma de Dios que es preciso obedecer.
Cuando habla un profeta es como si Dios hablara, porque el profeta comu
nica la palabra del Señor, y no la propia (ver 2 Ped. 1: 19-21). Deuterono-
mio 18:17-19 da razones por las que un profeta tiene autoridad y debe ser
sumamente respetado: «Y me dijo el Señor: “Está bien lo que ellos dicen.
Por eso levantaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis pa
labras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. Si alguien no pres
ta oído a las palabras que el profeta proclame en mi nombre, yo mismo le
pediré cuentas”». Grudem afirma acertadamente que las palabras de un
profeta tienen la más alta autoridad: «Podríamos confiar plenamente en las
palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento, y (siempre que sus m an
datos sean hoy de aplicación para nosotros) deberíamos obedecer sus manda
tos por completo, porque son mandatos de Dios».30
La proclamación de la palabra de Dios es crucial, porque proporciona
un control del don profético. La ortodoxia y la autenticidad del profeta
27. Las palabras de un profeta pueden ir acompañadas de una acción gráfica (2 Rey.
13:15-17; Eze. 4: 1 - 5: 4), ainujue sean suficientes (Isa. 55: 10, 11; Jer. 23: 29). A
veces también la música estaba presente ( 1 Sam. 10: 5 , 6 ,10; 2 Rey. 3: 15).
28. Meier, 19.
29. Abraham J. Heschel, Ihc l'ropbt'fs, tomo 2 (Nueva York: 1 larper and Row, 1962), 55.
30. Grudem, 26.
La voz profética en el Antiguo Testamento 11
.31. W illia m s , 1 h.
32. \bitl.M .
33. ibuL IH.
12 El don de profecía en las E scrituras y en la historia
37. Véase mi artículo «The Nature and Definition of Sin: A Practical Study of Gene-
sis 3:1-6», en The Word o f Godfor the People o f God:A Tribute to the Ministry of Jack
J. Blanco, ed. Ron du Preez, Philip Samaan y Ron Clouzet (Collegedale, Tennes-
see: School of Religión, Southern Adventist University, 2004), 289-306.
38. Oswalt, 84.
39. Para un resumen del mensaje profético del Antiguo Testamento, así como de las
diez características básicas de la revelación de Dios a su pueblo, véase mi artículo
«The Message of God s People in the Oíd Testament», Journal o f the Adventist
Theological Society 19 (2008): 18-39.
40. Los ministerios de Elias y Eliseo ocupan el centro de 1-2 Reyes, desde 1 Reyes 17
hasta 2 Reyes 8. Los obras portentosas que realizaron fueron por la gracia y por la
indicación de Dios, y no fueron invenciones propias ni signo de un comporta
miento presuntuoso o arrogante. El profeta Elias confiesa que lo que hizo en el
monte Carmelo se realizó según la voluntad y las instrucciones de Dios: ««[Y]o
soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra»» (1 Rey. 18: 36).
14 El DON DI PMOrrclA IN i as E schihihas y ín i a hisio m ia
profe tico era doble: proclamar juicio o condenación, pero, por otro lado,
también esperanza, restauración y salvación.41 El mensaje profético es in
tensamente monoteísta y es contrario a todas las formas de idolatría. Es un
mensaje ético de auténtica moralidad con respeto por Dios, por los demás
seres hum anos y por uno mismo. D em andan un com portam iento moral
responsable. La justicia es otro com ponente clave de su mensaje que se
destacaba a menudo y en el que se hacía hincapié. Sin embargo, su princi
pal mensaje siempre era de arrepentimiento y de regreso al Señor (Eze. 14:
6; 18: 30-32; 33:11; Ose. 6:1; 14:1,2; Joel 2: 12-14; Amos 5: 4-6,14,15).
Son «guardianes de la teocracia»42 que quieren que Dios gobierne en la
vida de todos y que estos le perm itan ser su Dios y Señor.
Los profetas hablaban específicamente del día del Señor (por ejemplo,
Joel 1: 15; 2: 1,11,31; 3: 14; Amos 5:18; Sof. 1: 14 - 3: 1), que era el tipo
para la segunda venida de Cristo. Zim merli señala acertadamente el hecho
de que, en muchas ocasiones, la palabra profética relativa a «un día de
Yahveh [...] es interpretada como un fenómeno que es relevante para el
mundo entero».43
Los verdaderos profetas tenían que desenmascarar el falso sistema de
culto, como hicieron Elias y Daniel (1 Rey. 18: 18-39; Dan. 3: 1-30; 7: 8,
24-27; 8: 9-26), y denunciar a los falsos profetas con sus erradas prácticas
(Eze. 13). Resulta significativo señalar que en las Escrituras hebreas no
existe ningún término específico para los falsos profetas. La Septuaginta
usa la palabra pseudoprophétés (ver Jer. 28: 1 [= LXX 35: 1]; Jer. 29: 1, 8 =
[LXX 36: 1, 8]; Zac. 13: 2), pero en hebreo falta esta terminología; se usa
la palabra nábi’ para designar a un profeta, sea verdadero o falso. Su siste
ma de creencias y su praxis los identifica como verdaderos o falsos. Por eso,
en Israel, resultaba muy difícil distinguir entre el profeta verdadero y el
falso. Abraham Heschel explica acertadamente: «El Dios de los filósofos es
un concepto derivado de ideas abstractas; el Dios de los profetas se deriva
41. Los profetas son poetas, dado que la mayor parte de sus escritos fueron escritos
como poesía. Comunican sus mensajes con belleza y expresan sus pensamientos
con un lenguaje colorido, que en ocasiones puede resultar difícil de entender. Este
lenguaje poético lleva al lector a usar todas sus facultades para entender los men
sajes que están encapsulados en unas palabras y desvelar los enigmas que contie
nen. Por otro lado, el lenguaje poético ayudaba a la gente a memorizar las ideas
con mayor facilidad, y señalaba a un Dios de belleza literaria. Dios valora el len
guaje y, a través de los profetas, enseña a usarlo de manera precisa y bella.
42. Edward J. Young, M y Servants the Prophets (Grand Rapids: Eerdmans, 1952), 82.
43. W alther Zimmerli, The Fiery Throne: The Prophets and Oíd Testament Theology
(Minneapolis: Fortress Press, 2003), 42.
La voz profética en el Antiguo Testamento 15
44. Abraham J. Heschel, God in Search of Man: A Philosophy o f Judaism (Nueva York:
Farrar, Staraus and Giroux, 1955), 213.
45. Petersen, 2 .
46. Redditt, xiii; Seitz, 248.
16 E l don de profecía en las E scrituras y en l a historia
I lab. 1: 6). A veces pueden predecir incluso el futuro distante (Isa. 24-27;
Eze. 38; 39; Dan. 2; 7; 8; 9: 24 27), aunque los falsos profetas carecen de la
capacidad de ver más allá de su propia época.
Lo que los profetas ven realmente es la significación de lo que Dios
presenta y el significado de ello. Son capaces de distinguir la relevancia del
asunto presentado (Amos 7: 7, 8; 8: 1, 2). Esta capacidad de percibir las
implicaciones demuestra que están llenos del Espíritu. Pueden ver el au
téntico meollo de la visión y lo que Dios se propone hacer.48 La intención
suprema de Dios es la salvación del género humano; así, un verdadero pro
feta apunta a Cristo. Isaías habla de Emanuel (Isa. 7: 14), el Hijo divino
que nacerá (Isa. 9: 6), el Rey davídico (Isa. 11:1-16), y el Siervo del Señor
(Isa. 42:1-9; 49:1-7; 50:4-9; 52:13 - 53:12; 61:1-3). Ezequiel proyecta cinco
predicciones mesiánicas (Eze. 17: 22; 21: 27; 29: 21; 34: 23; 37: 24,25).49
W illiam s afirma: «Todo el A ntiguo Testam ento apunta hacia el futuro,
hacia él [Jesucristo], y todo el Nuevo Testamento vuelve a reflejar la signi
ficación del evento de Cristo».50 Además, un profeta habla del futuro reino
de Dios (Isa. 24-27; Dan. 2 y 7).
Otra parte integral de sus mensajes eran los anuncios de juicio sobre nacio
nes como Babilonia y Egipto, y Daniel habló incluso sobre las actividades del
cuerno pequeño. También predicaron sobre el juicio de Dios sobre su pueblo
(Joel 3:14-16; Amos 5:18-24). Un profeta es una persona de tres tiempos — pa
sado, presente y futuro— , lo que le permite contribuir a que la gente logre una
orientación, una perspectiva o un conocimiento correctos, y motivarla para que
adopte decisiones acertadas. Los profetas ejercen presión para la realización de
acciones y alientan al pueblo de Dios para que actúe ahora.51
52. Se usó esta expresión para Moisés, Samuel, David, Semaías, Elias, Eliseo y profe
tas anónimos.
53. Eaton, 2 .
54. Hays, 26. La expresión «hombre de Dios» también es usada para Moisés (1 Crón
23:14; Esd. 3: 2) y David (Neh. 12: 24, 36).
55. Para un estudio detallado sobre el Espíritu Santo y sus siete funciones en el A nti
guo Testamento, véase mi artículo: «The Holy Spirit in the Hebrew Scriptures»,
JournalofAdventist Iheological Society 24, n° 2 (2013): 18-58.
La voz profética en el Antiguo Testamento 19
chara a su casa y que orara. Si tenía el mismo sueño por tercera vez, enton-
CCS había que hacer algo al respecto. Cuando el hombre volvió al tercer día
ele Moisés (Éxo. 32: 30,31). Los profetas oraban por y con la gente. Daniel
oraba con sus tres amigos (Dan. 2:20-23) y por toda la nación (Dan. 9:4-19),
Abraham oró por Abimelec (Gén. 20: 17,18), y Moisés oró por los peca
dores (Éxo. 32: 31,32). Elias invitó y apeló a toda la nación a servir al Se
ñor y no a Baal. Luego oró a Dios, y Dios respondió de manera espectacu
lar y tangible (1 Rey. 18). Los profetas no solo oraban por los pecadores,
sino que, simbólicamente, hasta llevaban sus pecados (Eze. 4:4-6). Este era
su papel sacerdotal. También resulta de interés observar que al menos tres
profetas pertenecían a la familia sacerdotal: Jeremías, Ezequiel y Zacarías.
Se aproximaban a Dios en nombre del pueblo.
65. Véase Víctor H. Matthews, Social World o f the Hebrew Prophets (Peabody, Mass.:
Hendrickson, 2001).
2 2 E l L)()N L)L P K O ftC lA LN l AS E S C R IIU H A S Y IN I A M ISIO HIA
66. Véase Reinhold Niebuhr, «The Test of True Prophecy», en su Beyond Tragedy:
Essays on the Cbristian Interpretation o f History (Nueva York: Charles Scribners
Sons, 1937), 93-110.
La voz profética en el Antiguo Testamento 23
observancia del sábado (Isa. 56: 3-8; 58: 12-14; Eze. 20: 12-20), de la au
téntica ética del amor y la justicia (Zac. 7; 8), y muchos otros asuntos im
portantes (Mal. 2:10-16; 3: 8-12).67
Rolf R endtorff subraya que la profecía no debería desligarse de la tora,68
porque un profeta debe ser guardián de la ley de Dios (Isa. 8: 20). Los
profetas enseñan a la gente lo que es correcto y justo, presentan la verdad
de Dios y enseñan las instrucciones (tora) de Dios. Este papel de enseñan
za resume muchos otros aspectos de su ministerio. El aspecto de enseñanza
fue formalizado bajo el profeta Samuel, que fundó las escuelas de los pro
fetas, que prosperaron mucho en la época de Elias y Elíseo.69
Los profetas también tienen muchas otras funciones. Desempeñan un
papel de pastor/consolador, como Ezequiel en el exilio babilónico tras la
caída de Jerusalén en 587/586 a. C., cuando llevó esperanza a los exiliados
(ver Eze. 36; 37). Alentaban al pueblo de Dios, como hicieron Isaías (Isa.
40: 1, 2), Sofonías (Sof. 2: 3; 3: 11-17) o Habacuc (Hab. 3: 13-19). Un
profeta puede ser un evangelizador o un misionero, como el profeta Jonás,
que fue enviado por Dios a predicar a los ninivitas (Jon. 1-4).
Primer principio
U na profecía o una afirmación bíblica es condicional cuando contiene
una fórmula de ‘si'o cuando’: «Si ustedes escuchan, prosperarán, pero si no
lo hacen, les sucederá esto» (por ejemplo, Lev. 26 y Deut. 28-30).
67. El uso de la música por parte de los profetas es un tema de estudio pasado por alto.
Considérense los siguientes pasajes relevantes: Exo. 15: 1-18, 20, 21; Deut. 32:
1-43; Jue. 5: 1; 1 Sam. 10: 5, 6; 2 Sam. 23: 12; 2 Rey. 3: 15,16; 1 Crón. 25: 1-3;
2 Crón. 29: 25,30; 35:15; Isa. 5: 1; Eze. 33: 32.
68. Rendtorff, 57-65.
69. William F. Albright, Samuel and the Beginning o f the Prophetic Movement, Golden-
son Lectures (Cincinnati: Hebrew Union College Press, 1961).
24 El UON l)F PROFECIA EN i as E scriiuras y ln la MISIOMIA
Segundo principio
C ada vez que se prevé una respuesta hum ana a la profecía o al m en
saje profético, ¡esa profecía es condicional! Dios envía un mensaje con un
propósito específico en m ente, para llam ar al pueblo para que vuelva a él
(Joel 2:12-15). Dios no quiere que la gente perezca como pecadores bien
informados.
A. Esto se demuestra con la frase incondicional” de Jonás: «Jonás se
fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba:
“¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!”». Esta profecía era con
dicional aunque no hubiera ninguna fórmula de si’ o cuando’, y la senten
cia se entendiera con claridad m eridiana. Sin embargo, era condicional
porque se preveía una respuesta humana, y los ninivitas respondieron posi
tivamente al llamamiento de Dios, por lo que no fueron destruidos. El
propio hecho de que Jonás les hubiera sido enviado por Dios ya era un acto
de su gracia.
Esto está en perfecta armonía con la explicación de Dios:
Tercer principio
La profecía es condicional si el mismo profeta/autor bíblico o uno pos
terior explica que la anterior profecía era condicional, porque la situación
había cam biado o por actitudes de obstinación o indiferencia por parte
del pueblo.
Por ejemplo, fijémonos en cómo habló Dios sobre el ataque de Nabu-
codonosor contra Tiro: «Así dice el S e ñ o r omnipotente: “Desde el norte
voy a traer contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes.
Vendrá con un gran ejército de caballos, y con carros de guerra y jinetes”»
(Eze. 26: 7; ver también los vers. 8-11). Dios predice un espléndido botín
para Nabucodonosor:
Cuarto principio
La profecía es condicional cuando es objeto de declaración en el contexto
de un pacto. Un pacto contiene el elemento de la condicionalidad. Ejemplos
adecuados de tales profecías condicionales contractuales son las relativas a la
restauración de Israel, como la creación de la nueva Jerusalén en el marco de
los nuevos cielos y la tierra nueva (Isa. 65:17-25); la profecía de Gog y M a-
gog (Eze. 38; 39); la reconstrucción del templo de Ezequiel (Eze. 40-48) y el
establecimiento del reino de Dios según Zacarías 14.
71. Josefo cita los archivos fenicios (=tirios) {Contra Apión 1.156) y también la historia
de Filóstrato {Antigüedades 10.228).
28 El DON DE PROFECIA EN CAS ESCRIIURAS Y EN IA HIMDMIA
En su vida personal
Los profetas pueden equivocarse, pecar o errar en su conducta personal.
Desgraciadamente, la Biblia da muchos ejemplos. Consideremos a los si
guientes profetas:
A. Abraham (Gén. 12-25), que no siempre confió en Dios, mintió sobre su
esposa y le pidió a ella (dos veces) que mintiese, y se casó con Agar. Sin
embargo, creció en el Señor y este, tras el fallecimiento de aquel, realizó
una pasm osa declaración sobre él: «Abraham me obedeció y cumplió
mis preceptos y mis m andam ientos, mis norm as y mis enseñanzas»
(Gén. 26: 5).
B. Moisés (Éxo. 2: 14; Núm. 20: 11,12; D eut. 32: 51) asesinó a un capataz
egipcio y golpeó dos veces la roca (en vez de hablarle). Sin embargo,
La voz profética en el Antiguo Testamento 29
En su consejo personal
¿Puede errar un profeta dando consejos personales? Pueden producirse
errores en las afirmaciones personales de un profeta. Sin embargo, en estas
circunstancias, no han usado la fórmula «Así dice el Señor». Un ejemplo
modélico de esta categoría de error está consignado en 2 Samuel 7, cuando
David se encuentra con el profeta Natán y expresa su deseo de edificar el
templo del Señor.
Ante el profundo y sincero deseo de David, Natán respondió: «Haga Su
M ajestad lo que su corazón le dicte, pues el Señor está con usted» (2 Sam.
7: 3). Este consejo parecía razonable, pero fijémonos cuidadosamente en
que Natán no dijo a David que esta fuera la declaración de Dios. Esta re
comendación era el consejo personal del profeta Natán al rey David; sin
embargo, como era una grave equivocación, Dios la corrigió de inmediato:
«Pero aquella misma noche la palabra del Señor vino a Natán y le dijo: “Ve
y dile a mi siervo David que así dice el Señor: ‘¿Serás tú acaso quien me
construya una casa para que yo la habite?”’» (vers. 4,5).
30 El don de profecía en las E scrituras y en i a historia
En gramática y ortografía
Los profetas pueden incurrir en errores gramaticales (a no ser que que
ramos echar la culpa a los copistas de todos los errores, pero esto es suma
mente improbable) y escribir palabras mal. Cuando nos enfrentamos a un
problema gramatical, el principio es estudiar el propósito, la intención, el
mensaje en su conjunto y la teología de tales declaraciones proféticas.
Hoy vivimos a gran distancia de los autores bíblicos, lo que dificulta
entender su lengua, su geografía, sus costumbres, sus hábitos y su cultura
plenamente. También sabemos que algunos profetas contaron con asisten
cia literaria. El ejemplo modélico es Jeremías, que trabajó estrecham ente
con Baruc. Ver todo el relato en Jeremías 36, especialmente los versículos
4-10 y 28.
A l citar de memoria
Los autores bíblicos pueden citar de memoria otros libros del Antiguo
Testamento y pueden no mencionar a todas las fuentes. ¿Podrían habérse
les olvidado algunos detalles? Bastan dos ejemplos para apoyar esta obser
vación: 1) Marcos 1: 2, 3 contiene citas de Malaquías 3: 1 e Isaías 40: 3,
pero no son únicamente de Isaías, como afirma el Evangelio según Marcos.
Sin embargo, la llamada Versión M oderna de 1929 tiene la traducción al
ternativa, basada en el Textus Receptus: «De la manera que está escrito en
los profetas: He aquí,yo envío mi mensajero [...]» (Mar. 1 :2 ).2 .M ateo 27:
9 es una cita clara de Zacarías 11: 12,13 (con algunas alusiones escurridi
zas a Jeremías 19: 113 o 18: 2-12 o 32: 6-9), pero no de Jeremías, como
afirma Mateo.
En detalles históricos
¿Pueden los profetas o los autores bíblicos hablar de acontecimientos y
no consignar todos los detalles con precisión? ¿Puede un profeta errar al
docum entar historias y escribir relatos? P ueden encontrarse dos tipos
de errores:
A. Se pueden detectar simples errores numéricos y se puede hablar de dis
crepancias incidentales. Son reconocibles los tres ejemplos siguientes:
La voz protética en el Antiguo Testamento 31
a. Según 2 Samuel 10: 18, David derrotó a los árameos, matando a 700
aurigas y 40.000 jinetes. En 1 Crónicas 19: 18 los números dados son
7.000 aurigas y 40.000 soldados de infantería.
b. En 1 Reyes 4: 26, LBA, se nos dice que Salomón tenía 40.000 esta
blos para caballos, m ientras que en 2 Crónicas 9: 25, LBA, leemos
que tenía 4.000 establos.
c. Joaquín tenía 18 años de edad cuando subió al trono según 2 Reyes
24: 8, pero en 2 Crónicas 36: 9 la edad dada son 8 años.
Es muy obvio que estas discrepancias numéricas pueden ser explicadas
como errores de los escribanos.
B. Se pueden ver inexactitudes históricas específicas en detalles:
a. La inscripción puesta sobre la cruz, con la acusación presentada con
tra Jesús.
«Este es Jesús, el Rey de los judíos» (Mat. 27: 37).
«El Rey de los judíos» (Mar. 15: 26).
«Este es el Rey de los judíos» (Luc. 23: 38).
«Jesús de Nazaret, Rey de los judíos» (Juan 19: 19).
No obstante, aunque se puedan observar discrepancias en detalles espe
cíficos, se conserva lo esencial. Cada Evangelio menciona la inscripción
desde una perspectiva teológica. Además, estaba escrita en tres idiomas:
arameo, latín y griego.
A veces, los evangelistas no están interesados en proporcionar detalles
históricos específicos. Para ellos, la historia es importante como telón de
fondo; por lo tanto, algunas discrepancias entre los Evangelios pueden ser
explicadas desde la perspectiva teológica y el énfasis del autor.
b. ¿A cuántos endemoniados sanó Jesús? ¿Fue una persona o hubo dos?
M ateo 8: 28-34: Se mencionan dos endemoniados.
Marcos 5: 1-20: Se describe a un hombre con un espíritu maligno.
Lucas 8: 26-37: Se presenta un endemoniado.
c. ¿Una o dos personas ciegas sanadas cerca de Jericó?
Dos personas ciegas fueron sanadas cuando Jesús salía de Jericó (Mat.
20: 29-34).
Una persona ciega fue sanada cuando Jesús salía de la ciudad, y se da su
nombre: Bartimeo (Mar. 10: 46-52; ver también Luc. 18: 35-43), pero
Marcos menciona que sucedió cuando Jesús se aproximaba a Jericó.
32 El don de protecia en i .as E scrituras y ln i a historia
AI predecir el futuro
Una de las muchas características de los profetas de Dios es que sus
profecías han de cumplirse: «Si lo que el profeta proclame en nombre del
Señor no se cumple ni se realiza, será señal de que su mensaje no proviene
del Señor. Ese profeta habrá hablado con presunción. No le temas» (Deut.
18: 22).
El cumplimiento de la profecía es importante. Es una de las caracterís
ticas para saber que la profecía es genuina. El profeta es reivindicado por el
acontecimiento. Sin embargo, considérese el texto siguiente:
Si uno hubiera vivido en aquellos tiempos, ¿cómo podía saber que Dios
hablaba a través de Jeremías y no de Hananías? Se podía aguardar y ver el
resultado: «El profeta Hananías murió en el mes séptimo de ese mismo año»
(vers. 17). ¿Cuál sería la decisión de Sedequías? Sedequías se rebeló contra
La voz profética en el Antiguo Testamento 35
En cuestiones doctrinales
Obsérvese juiciosamente que las anteriores seis categorías de ejemplos
no tienen nada que ver con enseñanzas doctrinales ni con mandatos éticos
de los autores bíblicos. El quid del asunto es la pregunta relativa al error
36 El don de profecía en las E scrituras y en la hisioria
«A uno de los hijos de Joyadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, lo eché
de mi lado porque era yerno de Sambalat el horonita» (vers. 28). Esto no es
lo que los maestros de hebreo o los pastores deberían hacer. Tiene un valor
descriptivo, no preceptivo. O tro ejemplo podría ser el profeta Elias en el
m onte Carmelo. Tras la espectacular intervención y demostración de Dios
en el sentido de que él es el verdadero Señor viviente, el tisbita arremetió
contra todos los falsos profetas y los mató (1 Rey. 18: 16-40). Tam bién
leemos que pidió que descendiera fuego del cielo para destruir a un grupo
de soldados (2 Rey. 1; compárese con Luc. 9: 51-56).
¿Puede un profeta crecer en su comprensión? ¡Desde luego! Moisés
(Éxo. 19-34); Daniel (Dan. 7: 28; 8: 27; 9: 2); Pedro (Hech. 10; 11; Gál.
2: 11-16; 2 Ped. 3: 15); Pablo (la revelación de Dios; tres años en Arabia;
ver Gál. 1: 11-24) y los discípulos de Jesús (Hech. 1: 6-8) tuvieron todos
una curva de aprendizaje. Sin embargo, crecer en comprensión no significa
que los profetas dijeran anteriorm ente cosas erróneas relativas a la creación,
el pecado y la salvación, sino únicamente que podrían explicar las cosas
más plenamente. Pedro explica:
las palabras de Dios? Tras estas preguntas subyace una cuestión concreta:
¿el uso de escritos no inspirados por el autor bíblico niega la inspiración?
El modelo bíblico de inspiración es un modelo de ideas (también deno
minado teoría de encarnación de la inspiración), en el que lo divino es ex
presado en forma humana; la verdad divina es expresada en nuestro len
guaje hum ano bajo la dirección del E spíritu Santo. Así, lo divino y lo
hum ano se unen, pero de tal modo que el resultado es la firme Palabra de
Dios. Esta es una postura de fe que dem anda una explicación adicional.75
Los profetas fueron hijos de su tiempo, de su lugar y de su cultura.76 El
mensaje de Dios fue dado en diferentes géneros literarios (incluyendo la no
verbal, por medio de actos simbólicos), como la narrativa, prosa, poesía,
historias, cánticos, genealogías, oraciones, parábolas, profecías, diálogos,
leyes y alabanzas, y todo fue formulado en lenguaje humano. E n otras pa
labras, lo que tenemos en la Biblia no cayó directamente del cielo, y ¡no está
expresado en un lenguaje divino ni angélico! Atravesó un proceso.
No hay ninguna dificultad en aceptar que los profetas usaran ideas de
otros profetas inspirados. H ay muchos ejemplos de cómo autores posterio
res citan, parafrasean, conceptualizan o aluden a la obra de los autores an
teriores (compárense, por ejemplo, Miqueas 4: 1-3 con Isaías 2: 1-4; Sal
mos 96, 105 y 106 con 1 C rónicas 16; Oseas 11: 1 con Éxodo 4: 22;
Ezequiel 38: 2 con Apocalipsis 20: 8). El autor de Crónicas usó varias
fuentes, y menciona varias de ellas en el texto. Se hace referencia, por ejem
plo, a «las crónicas del rey David» (1 Crón. 27: 24) y al «libro de los reyes
de Judá y de Israel» (2 Crón. 25: 26). Lo más probable es que se tratara de
75. Para los detalles, Elena G. de W hite, Mensajes selectos (Mountain View, Califor
nia: Pacific Press Publishing Association, 1966), 1:21-24; Peter M. van Bemme-
len, Issues in BiblicalInspiration: Sanday and Warfield (tesis doctoral, Andrews Uni-
versity, 1987); ídem, «Revelación e inspiración», en Teología: Fundamentos bíblicos
de nuestra f e , ed. Raoul Dederen (Doral, Florida: IADPA, 2005), 1:95-152;
Fernando Canale, «Revelación e inspiración», en Entender las Sagradas Escrituras:
E l enfoque adventista, ed. George W. Reid (Doral, Florida: IADPA, 2009), 59-94;
ídem, Understanding Revelation-Inspiration in a Postmodern World (Berrien Springs,
Michigan: por el autor). Véase también la creencia fundamental 1 en Creencias de
los adventistas, 11-23; Alberto R.Tim m , «Understanding Inspiration: The Sym-
phonic and Wholistic Nature of Scripture», Ministry, agosto de 1999, 12-15; Jo
Ann Davidson, «The Word Made Flesh: The Inspiration of Scripture», Journal o f
the Adventist Theological Society 15 (primavera de 2004): 21-33; Ekkehardt Mue-
11er, «The Revelation, Inspiration, and Authority of the Scripture», Ministry, abril
de 2000,21-25.
76. Para detalles adicionales, véase el capítulo 3 de este volumen: Ángel M. Rodrí
guez, «La revelación, la inspiración y el testimonio de las Escrituras».
La voz profética en el Antiguo Testamento 39
crónicas de palacio a las que tuvo acceso el autor bíblico y de las que obtu
vo información para la composición del libro bíblico. El autor habla de
otros libros: «Todos los hechos del rey David, desde el primero hasta el
último, y lo que tiene que ver con su reinado y su poder, y lo que les sucedió
a él, a Israel y a los pueblos vecinos, están escritos en las crónicas del viden
te [ró’eh] Samuel, del profeta \náb%\ N atán y del vidente [hóz¿b] Gad»
(1 C rón. 29: 29).
El meollo del asunto está en si un profeta puede tom ar prestadas algu
nas ideas de fuentes no inspiradas. ¿Puede el autor bíblico citar o usar
material escrito no bíblico?77 No debería suponer ningún sobresalto para el
estudioso de la Biblia constatar que los autores bíblicos usaron fuentes
extrabíblicas en sus libros.78 Tom aron prestado vocabulario clave, usaron
conceptos literarios similares y estructuras como quiasmos o pactos bíbli
cos, im plementaron algunas características provenientes de leyes comunes
o de literatura conocida, y realizaron ceremonias similares, tales como el
diezmo, la oración y la circuncisión (ver Luc. 1: 1-3; Hech. 17: 28; Jud. 14,
15; Apoc. 1: 1 7 ,18).79
¿Son humanos los profetas? Claro que sí. Nunca he oído hablar de un
profeta divino (salvo el Profeta Jesucristo). ¿Niega la fragilidad humana del
profeta su mensaje, que va más allá de sus circunstancias y su cultura? Los
principios que presentan son relevantes para todos los tiempos. M uchos de
los que hacen hincapié en la humanidad de los profetas suelen tener sus
propias prioridades. A menudo, tras tal razonamiento, se encuentra la su
posición de que no hay ningún absoluto. Suelen afirmar que la verdad re
velada es relativa y que es preciso interpretar el mensaje de la Biblia según
la comprensión cultural contemporánea.
¿Está culturalmente condicionado el mensaje bíblico? ¡Sí y no! Los au
tores bíblicos son hijos de su tiempo y de su cultura; y aunque expresan su
mensaje a través de m edios culturales como el lenguaje, la gram ática, la
sintaxis, formas de pensar, metáforas, símbolos e imágenes, su mensaje es
transcultural, porque proviene de lo alto, y no del contexto o la perspectiva
77. Las muestras de estudios anteriores sobre el asunto: Tim Crosby, «Does Inspi
raron Mean Original?» Ministry, febrero de 1986,4-7; George E. Rice, Luke, a
Plagiarist? (Mountain View, California: Pacific Press, 1983); Juan Carlos Viera,
La voz del Espíritu (Nampa, Idaho: Pacific Press, 1998).
78. Para un estudio detallado, véase el capítulo 5 de esta publicación: Elias Brasil de
Souza, «Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo».
79. Para un estudio en profundidad de estos diferentes asuntos, véase mi artículo
«Can a Biblical Inspired Writer Use Literary Sources?», en Ellen Whitelssues Sym-
posium 8 (2012): 70-102.
40 E l don de profecía fn i as E scriiuras y i n i a hisioria
Conclusión
El oficio profético es polifacético. D escubrim os que los profetas son
personas llamadas por Dios al ministerio profético; son sus mensajeros y
portavoces suyos, guardianes de la teocracia de Dios y de la moralidad de
los fieles, siervos de su pacto e intérpretes genuinos del pasado, el presente
y el futuro. Son vigilantes de la verdad de Dios y no sus inventores. Son los
proclamadores de la palabra divina, y representan a Dios, porque la palabra
del Señor vino a ellos. Las profecías nunca fueron comunicadas mediante
magia ni por un proceso de adivinación (Núm. 24: 1). El contenido de su
mensaje siempre fue lo más importante, y el hincapié se ponía en la palabra
La voz profética en el Antiguo Testamento 41
72a), y, de ahí, de forma derivada para los poetas como tales (cf.Tito
1: 2, de Epiménides), y luego metafóricamente para los pregoneros
en general, incluyendo el anunciador en los juegos.4
14. Cf. Paul D. Hanson, Oíd Testament Apocalyptic (Nashville: Abingdon, 1987), 26,
33; Klaus Koch, Ratlos vor der Apokalyptik: Eine Streitschrift über ein vernachlássigtes
Gebiet der Bibelwissenschaft und die schádlichen Auswirkungen a uf Iheologie und
Philosopbie (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus Gerd Mohn, 1970), 43-44; Peter
von der O sten-Sacken, Die Apokalyptik in ihrem Verháltnis zur Prophetie und
Weisheit (Munich: Chr. Kaiser Verlag, 1969), 9-12, 28-31; Christopher Rowland,
The Open Heaven:A Study o f Apocalyptic in Judaism andEarly Christianity (Nueva
York: Crossroad, 1982), 203-208. Por otro lado, véase Ferdinand Hahn, Theologie
des Neuen Testaments, Band 1. Zweite Auflage (Tubinga: M ohr Siebeck, 2005),
471, que reconoce claramente y demuestra el carácter profético del Apocalipsis.
Véase especialmente Boring, «Early Christian Prophecy», en The Anchor Bible
Dictionary, 5:500.
15. Cf. John J. Collins, The Apocalyptic Imagination: A n Introduction to the Jewish
M atrix of Christianity (Nueva York: Crossroad, 1989), 21-28; Hanson, 26, 33,34;
Von der Osten-Sacken, 13,28.
16. Este «testimonio de Jesús» es lo que Juan y «sus hermanos» ya tenían en el siglo I
d.C. La misma frase que aparece en Apocalipsis 12: 17 en conexión con el
remanente escatológico es usada aquí por el ángel que dijo a Juan que no lo
adorara porque era solo un consiervo suyo y de otros cristianos primitivos que
«mantienen el testimonio de Jesús», o sea, «el espíritu de la profecía». Estas
personas son llamadas «profetas» en el texto paralelo de Apocalipsis 22: 9. Ellas
«guardan [«cumplen», NVI] las palabras de este libro», el libro de Apocalipsis.
17. Apocalipsis 1: 2, 9; 12: 17; 19: 10 (dos veces); 20: 4. En Apocalipsis 1: 2, 9 y 20: 4
el «testimonio de Jesús» aparece con la «palabra de Dios». Kenneth Strand, «The
Two Witnesses of Rev 11: 3-12», Andrews University Seminary Studies 19 (1981):
134, entiende que la frase ‘la palabra de Dios y el testimonio de Jesús’significa «el
mensaje profético del AT y el testimonio apostólico del NT».
18. Véase Apocalipsis 22: 9, que es paralelo a 19: 10.
19. Véase el paralelo entre Apocalipsis 19: 10 y 22: 9. En el texto paralelo de
Apocalipsis 22: 9, la palabra ‘profetas’reemplaza a la frase ‘testimonio de Jesús’. El
remanente ensalza la palabra de Dios y las manifestaciones genuinas del don de
La voz profética en el Nuevo Testamento 51
profecía (1 Cor. 12: 7-11; Efe. 4: 11), incluyendo el libro de Apocalipsis, que
proviene de Jesús y en el que Jesús testifica de sí mismo. Véase también Angel
Manuel Rodríguez, «El “testimono de Jesús” en los escritos de Elena G. White»,
en E l remanente: el enfoque adventista, ed. Angel M anuel Rodríguez (Doral,
Florida: IADPA, 2013), 227-245.
20. Cf. Hahn, 1:472.
21. Véanse las referencias facilitadas en las notas 11 y 17.
52 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
de Juan, que describe la tarea de los creyentes de los últimos días (Apoc. 10:
11) y el ministerio de los dos testigos (Apoc. 11: 3). Hechos 19:5,6, con su
ceremonia de nuevo bautismo y la recepción del Espíritu Santo, acompa
ñada por la manifestación de los dones de lenguas y de profecía, nos re
cuerda Pentecostés.
La mayor concentración del término “profetizar” aparece en 1 C orin
tios, donde describe el don espiritual y la función de la profetización (1 Cor.
11: 4,5; 13: 9; 14: 1 ,3 -5 ,2 4 ,3 1 ,3 9 ).
Así,proféteuó en el Nuevo Testamento reconoce el fenómeno veterotes-
tamentario, pero se centra casi exclusivamente en lo que ocurre en el N ue
vo Testamento. El don de profecía estuvo activo en los tiempos del Nuevo
Testamento; según afirma Schnelle: «El discurso profético es un ingre
diente normal de la vida de la iglesia cristiana primitiva».22
22. IM n Scluidlc, '/tu'o/fjxv nf tht Nno Itshwtmt ( ( ¡rutul UupitU: llukcr A iiiiln nic,
2()<)t>), 117. '
La voz profética en el Nuevo Testamento 53
puede haberse referido a una revelación especial que recibió del Señor. El
término déloó puede traducirse “aclarar”, “revelar”, “m ostrar” e “informar”.
En la LXX, en Exodo 6:3 y Daniel 2:28-30, así como en otros lugares, este
verbo apunta a una revelación. «Dado que el contexto es sobre la predicción
de la muerte de alguien, deberíamos entender el térm ino en el marco de la
comunicación reveladora divina».27 Estos indicios pueden poner a Pedro
en la categoría de profeta.
Sumario
L os resu ltad os de nuestro estudio h asta ah o ra p u ed en resum irse
com o sigue:
1. La profecía es un tema significativo en el Nuevo Testamento. Tiene que
ver con Dios y con la revelación de la Divinidad sobre sí misma, y el
intento por parte del Señor de comunicarse con la humanidad, en espe
cial con sus hijos, por medio de los profetas.
2. Los profetas mencionados y descritos en el Nuevo Testamento son pro
fetas del Antiguo Testamento, profetas del Nuevo Testamento, y Jesús
como profeta por excelencia. E n Cristo el oficio de profeta alcanzó su
máxima expresión.
3. E n los escritos paulinos, los profetas son relacionados con la eclesiología.
El ministerio de los profetas es uno de los dones espirituales. «La profe
cía, de hecho, es la única constante en las “listas” de dones de Pablo
(1 Corintios 12: 8-11,28-30; 13:1-2; Romanos 12: 6-8)».28 La profecía
se encuentra entre los dones del liderazgo. La iglesia está edificada «so
bre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra
del ángulo Jesucristo mismo» (Efe. 2: 20). Por lo tanto, los profetas tie
nen un ministerio fundacional.
4. Los profetas pueden ser hombres o mujeres. «Su presencia y su actividad
eran generalizadas (cf. Hech. 20: 23 con 21: 10,11). [...] Trabajaban en
el marco de la iglesia».29
5. Los mensajes de los profetas genuinos se presentaban tanto en forma
oral (considérese a Agabo) como en forma escrita (considérese a Juan y
27. Gene L. GreenyJude and 2 Peter, Baker Exegetical Commentary on the New
Testament (Grand Rapids: Baker Academic, 2008), 212. En las páginas 212,213
se presentan varios argumentos en apoyo de esta afirmación.
28. Boring, 498.
29. A. Lamorte y G. F. Hawthorne, «Prophecy, Prophet», en EvangelicalDictionary of
Theology, ed. Walter A. Elwell (Grand Rapids: Baker, 1984), 887.
56 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
30. Aunque se debate si Pablo escribió la carta o lo hizo otra persona, la idea de que
Pablo fuera su autor tiene amplio apoyo entre los eruditos. Véanse, por ejemplo,
James D. G. D unn, The Epistles to the Colossians and to Philemon, The New
International Greek Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1996), 286-287;
Eduard Lohse, Colossians and Philemon, Hermeneia - A Critical and Historical
Com m entary on the Bible (Filadelfía: Fortress Press, 1971), 174-175; Petr
Pokorny, Der Brief des Paulus an die Kolosser, Theologischer Handkommentar zum
Neuen Testament 5 (Berlín: Evangelische Verlagsanstalt, 1990), 164; Charles H.
Talbert, Ephesians and Colossians, Paideia Commentary on the New Testament
(Grand Rapids: Baker Academic,2007), 242; Marianne Meye Thompson, Colossians
and Philemon, The Two Horizons New Testament Commentary (Grand Rapids:
Eerdmans, 2005), 107. Además, la correspondencia corintia parece indicar que
Pablo escribió al menos una carta más a los creyentes de Corinto (1 Cor. 5 : 9;
2 Cor. 2 : 3,4) que no se ha conservado en el canon.
La voz profética en el Nuevo Testamento 57
Elementos de discontinuidad
Una de las diferencias entre la profecía en el Antiguo Testamento y la
profecía en el Nuevo Testamento es que, con la venida del Mesías, también
llegó una nueva era. El reino de Dios, según dijo Jesús, se encontraba aho
ra en medio de la humanidad (Luc. 17: 21). Esto acabó produciendo cam
bios significativos en la sociedad, en el pueblo de Dios y en el culto.
Jesús era la culminación de la sucesión de los profetas. «El impacto que
causó, ya fuera en las multitudes (M at. 21:11; Mar. 6:15; 8: 28; Luc. 7:16)
o en los individuos (Luc. 7: 39; M at. 26: 68; Juan 4: 19; 9: 17), fue tal que
los hacía sentir que estaban en presencia de una de las figuras clásicas de la
profecía».4041Fisichella sugiere cinco puntos que pueden haber calificado a
Jesús de profeta: «a) Jesús interpretó las Sagradas Escrituras [.. b) Jesús
pronunció profecías [...]. c)Jesús realizó acciones proféticas [...]. d) Predicciones
de su pasión y su glorificación [ .. J. e) Jesús como visionario [.. .7».41 No obstan
te, superó a todos los profetas. Aunque Jesús no tenía falta de sintonía con
los profetas del Antiguo Testamento, sigue sin poder ser comparado por
completo con ellos. Jesucristo fue excepcional, y su ministerio fue excep
cional. «Jesús actuó siempre y únicamente en primera persona, y esto, para
un profeta, era impensable».42 Cuando se habla de profecía, hay que pre
guntarse cómo “redefinen” el don de profecía el mensaje y la vida del que
fiie Profeta por antonomasia. Es preciso explorar esto con mayor detalle.
Pero en este capítulo puede que baste aportar algunos indicios:
• El don de profecía halló su máxima manifestación en Jesús, el hombre del
Espíritu, como en nadie antes ni después de él.
• Su llam am iento al arrepentim iento incluyó una urgencia y una radica-
lidad excepcionales, según se ve, por ejemplo, en el sin igual Sermón del
M onte. Lo mismo ocurrió con su llamamiento a amar.
• Jesús no solo comunicó un mensaje divino, sino que era la encarnación
de su mensaje, el perfecto representante de su Padre y m iem bro de la
D ivinidad.
• Quería que todos sus oyentes se convirtieran en seguidores, en discípulos
suyos. Esto cambiaría sus vidas completamente.
• Jesús no solo anunció la posibilidad de la salvación: él es el Salvador.
43. Robert M. Johnston, «Leadership in the Early Church During Its First Hundred
Years»Journalof the Aventist TheologicalSociety 17, n° 2 (2006): 6 , usa este término
cuando habla de dones espirituales. «Al poner el apostolado entre los dones, Pablo
completa su “democratización”, poniéndolo a disposición de cualquiera a quien el
Espíritu eligiera dispensarlo».
44. Fisichella, 794, sugiere: «Solo por esta razón, el N T ya es sustancialmente distinto
del profeta del AT». Y añade, 794: «La profecía es “el testimonio de Jesús” (Apoc.
19: 10); su propósito es hacer la palabra del Señor presente, viva e inmediata para
la comunidad».
La voz profética en el Nuevo Testamento 61
Continuidad básica
No obstante, a pesar de cierta discontinuidad, el Nuevo Testamento
destaca la continuidad básica entre la profecía del Antiguo Testamento y la
del Nuevo Testamento. H e aquí algunos ejemplos.
Figuras proféticas
Con Juan el Bautista continuó la sucesión de los profetas del Antiguo
Testamento de renombre, interrum pida por el período intertestamentario.
No solo su aspecto, su indum entaria y su estilo de vida evocaron en sus
contemporáneos el recuerdo de algunos de los profetas del Antiguo Testa
mento, sino también su mensaje. Viéndolo, la gente se acordaba de Elias y,
con todo, fue más que Elias. Preparó el camino para el Mesías. John W.
H ilber m antiene que
Agabo realizó un acto simbólico (Hech. 21: 10-11),46 igual que hicie
ron, por ejemplo, Jeremías y Ezequiel (Jer. 13; Eze. 12; 25), y Juan el reve
lador (Apoc. 10: 8-11: 11:1). Sus predicciones de acontecimientos futuros
se convirtieron en realidad, cumpliendo el criterio veterotestamentario de
un profeta genuino.
Testam ento, lodos los temas teológicos principales del A ntiguo Testa
mento están contenidos en el Nuevo Testamento, empezando con la reve
lación de la Divinidad, la creación, el pecado, la antropología, y pasando a
la salvación, el pacto, la ley, el juicio y la escatología, por nombrar solo al
gunos. El Nuevo Testam ento está saturado de citas, alusiones y ecos del
Antiguo Testamento. «Profétés y sus términos afines son usados en las fór
mulas de cumplimiento en las citas neotestamentarias de los profetas del
Antiguo Testamento».47
El enfoque tipológico de interpretación de las Escrituras, empleado por
vez primera en el Antiguo Testamento, es continuado en el Nuevo Testa
m ento, y ambas partes de las Escrituras están muy vinculadas por este
enfoque.48
Efesios 2:20 expresa la naturaleza fundacional de los profetas en el Nuevo
Testamento.49 En este caso, no debería entenderse que se hable de los profetas
del Antiguo Testamento, sino de los del Nuevo. En toda la Carta a los Efesios,
Pablo entiende sistemáticamente que los profetas son profetas del Nuevo Tes
tamento, en cada caso asociados con los apóstoles, sin identificarse con ellos, y
refiriéndose al siglo I d.C. (Efe. 2: 20; 3: 5; 4: l l ) . 50
Las predicciones del Antiguo Testamento se cumplen, por ejemplo, en
las predicciones mesiánicas del Nuevo Testamento o en el derramamiento
del Espíritu Santo sobre toda carne, incluyendo el don profético (Joel 2:28
y Hechos 2, especialmente el versículo 17). «Se vuelve a prom eter que re
gresará el mismo espíritu que capacitó a los profetas del Antiguo Testa
mento».51 H ubo una restauración del don profético como se conoció en el
Antiguo Testamento. Farnell concluye:
una voz (finé): Isa. 6 : 8; Eze. 1: 28; 3: 12; Dan. 8:16; 10: 19; y Apoc. 1: 10; 4 : 1; 5 :
11; 6: 1 , 6, 7; 8: 13; 9:13; 10: 4, 8; 12: 10; 14: 2 (dos veces), 13; 16: 1; 18: 4; 19: 1,
6; 21: 3. Los textos antes mencionados de Hechos también vinculan la audición
con una voz. Pero incluso ver (eidon) y oír (ékousa) aparecen juntos en Ezequiel 1:
28 y Apocalipsis 4: 1; 5: 11; 6 : 1, 5; 8 : 13. Frecuentemente, parece como si el
Apocalipsis de Juan superara al Antiguo Testamento en el uso de la terminología
de visión y audición.
56. Esta frase aparece unas cuatrocientas veces en el Antiguo Testamento y ocho
veces en el Nuevo Testamento (Hech. 21: 11; Apoc. 2 : 1, 8,12,18; 3 : 1, 7,14). En
caso todos los casos, el que habla al pueblo a través de sus agentes humanos es
Dios. El término aparece Isaías unas 34 veces (por ejemplo, 19: 4 ), en Jeremías
unas 65 times (por ejemplo, Jer. 2 : 3); en Ezequiel unas 130 times (por ejemplo,
Eze. 11: 7). Aparece en los libros históricos (por ejemplo, Éxo. 4 : 22; Jue. 6 : 8;
1 Sam. 2:27; 2 Sam. 7: 8; 1 Rey. 11:31; 2 Rey. 7 : 1) y en los Profetas Menores (por
ejemplo, Amos 1: 6 ; Miq. 2: 3; Hag. 1: 2 ; y unas 25 veces en Zacarías —por
ejemplo, 1: 3— ).
57. Las traducciones griegas del Antiguo Testamento usan horama,, horasis y optasia
para describir las visiones. El término horama aparece frecuentemente en el
Antiguo Testamento, especialmente en Daniel (por ejemplo, 1: 17; 7: 1; 8: 2 ; 10:
1), pero no en Apocalipsis; en conexión con las experiencias de Ananías (Hech. 9:
10,12), Pedro (Hech. 10: 3,17,19; 11: 5) y Pablo (Hech. 16: 9,10; 18: 9). Horasis
tiene el significado de «aspecto» y «visiones». Este artículo solo está interesado en
el segundo uso. El término se encuentra con frecuencia en el Antiguo Testamento.
Se mencionan visiones de Dios, por ejemplo, en Eze. 1: 1; 8: 4; 40: 2; Dan. 4 : 10,
19; 8: 1,15; 10: 7, 8,14,16; Ose. 12: 4; Joel 2: 28; Abd. 1; Nah. 1 : 1; Hab. 2 : 2 ,3.
El homólogo neotestamentario es Apocalipsis 9: 17. Las falsas visiones también
son compartidas (Eze. 13: 7; Jer. 14:14). El término optasia aparece en Daniel 10:
7, 8 (Teodoción) y en Hechos 26: 19; 2 Corintios 12: 1, donde describe la expe
riencia y las visiones de Pablo en Damasco.
58. El Nuevo Testamento no menciona con frecuencia sueños provenientes de Dios. El
término onar es usado únicamente en el relato de Mateo sobre la natividad (Mat.
1: 20; 2: 12,13, 19, 22) y en el caso de la esposa de Pilato (Mat. 27: 19). Los
términos enypnion («sueño») y enypniazomai («soñar») aparecen frecuentemente
en el Antiguo Testamento. Deuteronomio 13: 1, 3 , 5 ; Daniel 4 : 5; 8: 2 y Joel 2 : 28
(numeración española) son textos importantes. Joel 2 apunta a su cumplimiento
en Hechos 2: 17, donde vuelve a usarse el término. El sueño puede ser una
alternativa peligrosa al mensaje y la voluntad del Señor. En Jeremías, el sueño
parece ser sistemáticamente una invención del propio corazón y estar en oposición
a la revelación del Señor (Jer. 23: 28; 29: 8).
59. Aparecen guías angélicos en Zac. 1: 9,13,14,19; 2: 3; 4 : 1, 4 , 5 ; 5: 5 ,10; 6 : 4, 5;
Hech. 27: 23 y Apoc. 1: 1; 10: 9-11; 17: 1-3, 7; 19: 9,10 (véase el contexto); 21 : 9,
10; 22: 1, 2 , 6,8,16.
La voz profética en el Nuevo Testamento 65
60. Cf. Abraham J. Heschel, The Prophets, / / ( Nueva York: H arper& R ow , 1962), 136,
137.
61. Véanse Oseas 1:1; Joel 1: 1; Jonás 1 : 1; Miqueas 1:1; Habacuc 1:1; Sofonías 1:1;
Zacarías 1:1; y Malaquías 1:1.
66 El don de profecía en las E scrituras y en i a hisioria
6 2 .1. Howard Marshall, 7he Gospel ofLuke, The New International Greek Testament
Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), 58, habla de «la santificación
prenatal de Juan», y sigue diciendo: «Así se recalca de la forma más intensa posible
la elección divina de Juan para su crucial tarea».
63. El versículo 16, con la frase «de lo que has visto y de lo que te mostraré aún» (NC),
puede apuntar a una dimensión profética en el ministerio de Pablo. David G.
Peterson, TheActs o f the Apostles,The Pillar New Testament Commentary (Grand
Rapids: Eerdmans, 2009), 667, afirma que «las palabras adicionales «y te mostraré
aún» prevén revelaciones adicionales de la voluntad del Señor [...]».
64. Estos criterios incluyen: ( 1) ausencia de actitud materialista: Miqueas 3: 9-12
(Hech. 8:18-21), es decir, profetizar por dinero; (2) pleno acuerdo con las Sagradas
Escrituras: Isaías 8: 19, 20 ; Deuteronomio 13: 1-4; Apocalipsis 22: 18, 19; (3)
reconocimiento de Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador que se había hecho
completamente humano: 1 Juan 4: 1-3 (1 Ped. 1: 10, 11); (4) buenos frutos, es
decir, una vida de conducta ejemplar y un ministerio efectivo: (Daniel 1-6); Mateo
7: 15-21; (5) no proclamar únicamente los mensajes que a la gente le guste oír:
1 Reyes 22 : 4-8; 2 Tim oteo 4: 2 , 3; y (6 ) cumplimiento de las predicciones:
Deuteronomio 18: 22 . Este último criterio debe incluir la posibilidad de que las
declaraciones del profeta sean de naturaleza condicional o contengan elementos
condicionales. Véase Jon K. Newton, «Holding Prophets Accountable», The Jour
nal o f the European Pentecostal Theological Association 30, n° 1 (2010): 70-72.
65. Newton, 65-67.
66. I b a , 64.
La voz profética en el Nuevo Testamento 67
La vida de un profeta
El llamamiento divino convierte a una persona en profeta. Profundiza
y ensancha la relación que esa persona ya tiene con Dios. En otras palabras,
Dios establece una relación especial con el profeta. La vida de este se va
transformando (1 Sam. 10: 6; Gal. 2: 20). Ello no quiere decir que Dios
obligue a una persona a ser profeta contra su voluntad. Jonás seguía pu-
diendo intentar escapar de la misión profética, y Balaam podía ir contra el
mensaje de Dios y convertirse en la causa de la apostasía en Israel.
El ministerio profético puede ser una carga y un gozo a la vez. El pro
feta tiene que sobrellevar el conflicto y los retos, según señala A. Heschel:
Sin embargo, tal enfoque suscita, por ejemplo, graves preguntas sobre el
mensaje de Cristo a las siete iglesias del libro de Apocalipsis. Se presentan
amenazas de juicio (Apoc. 2; 5 ,1 6 ,2 1 ,2 2 ; 3:16; 14: 6-12), juicios por m e
dio de las trompetas y las plagas, la destrucción de Babilonia — que es una
a lanza religiosa m u n d ia l-, la condena de los que se aferran a vicios (Apoc.
21: 8; 22: 15) y la destrucción de los poderes del mal y de los no creyentes
en el lago de fúego (Apoc. 19:20; 20:11-15). E n Gálatas 1: 8 Pablo asigna
a los enemigos de su evangelio una condenación eterna. En 2 Tesalonicen-
ses 2:10-12 Pablo afirma que los que no aman la verdad perecerán. 2 Pedro
2 y Judas describen a los falsos maestros que hay en la iglesia y el destino
que les aguarda.81
que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras». En
Romanos 1: 2 , los profetas parecen ser los profetas del Antiguo Testamento, y las
santas Escrituras el Antiguo Testamento. Asimismo, las «Escrituras proféticas» de
Romanos 16: 26 parecen representar al Antiguo Testamento. En su carta a los Ro
manos, Pablo había usado citas del Pentateuco, 1 Reyes, Job, Salmos, Proverbios y
los profetas clásicos. La declaración resumen de Romanos 16: 26 los liga entre sí
con la expresiva expresión «Escrituras proféticas». Hay poca duda de que Pablo
tenga en mente todo el Antiguo Testamento. Cf. Nichol, ed., 6:648; E. Kásemann,
An die Rómer, Handbuch zum Neuen Testament (Tubinga: J.C.B. M ohr [Paul
Siebeck], 1974), 410. La «palabra profética» de 2 Pedro 1: 19 parece ser un
sinónimo de la expresión «Escrituras proféticas» usada por Pablo. El centro de
Romanos 16: 25, 26, así como de 2 Pedro 1: 19, es Cristo, representado como
misterio en Romanos y como estrella matutina en 2 Pedro. Si esto es verdad, la
palabra profética se referiría al Antiguo Testamento, igual que las expresiones
paralelas de 2 Pedro 1: 20,21.
85. Firth y Wegner, 184.
86. Green, 340. Peter H. Davids, The Letters o f 2 Peter and Jude, The Pillar New
Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2006), 307, afirma: «Con
independencia de las delimitaciones exactas de las Escrituras de nuestro autor, está
claro que incluye a Pablo entre ellas. No hay realmente ninguna otra manera de
interpretar el término otras’». Véase también Duane E Watson y Terrance Callan,
First and Second Peter, Paideia Commentaries on the New Testament (Grand
Rapids: Baker Academic, 2012), 216: «Aquí se considera que las Cartas de Pablo
se encuentran en la misma categoría que la Biblia judía [...]».
La voz profética en el Nuevo Testamento 73
Sumario
Aunque hay cierto tipo de discontinuidad entre el Antiguo Testamento
y el Nuevo Testamento que afecta también a la profecía, hay aún más evi
dencia de continuidad entre el don de profecía en el Antiguo Testamento
y el Nuevo Testamento. El argumento en pro de la continuidad básica está
apoyado en las figuras proféticas similares que aparecen y en las experien
cias vitales similares de los profetas que acontecen en ambos Testamentos;
en que la profecía del A ntiguo Testam ento esté integrada en el Nuevo
Testamento; en que se use el mismo vocabulario para el ministerio profé
tico en ambos Testamentos; y en que el llamamiento divino del profeta y el
papel de la comunidad de creyentes son similares. Tanto en el Antiguo
Testamento como en el Nuevo Testamento, los profetas experimentan re
velaciones y la inspiración divinas. Transmiten sus mensajes a la audiencia
prevista. Existe similitud en los mensajes del profeta. Tanto los mensajes
escritos de varios profetas del Antiguo Testamento como de varios autores
del Nuevo Testamento se convirtieron en el canon de las Escrituras.
Dado que Jesús no abrogó la ley, como puede verse en el Sermón del
M onte, y aumentó la conciencia de los creyentes de su pleno significado,
por lo que el don de profecía prosigue en los tiempos del Nuevo Testam en
to con un planteamiento más amplio, un mayor hincapié en la vida, la
muerte, la resurrección y la enseñanza de Jesús, el Mesías.
90. F. David Farnell, «When W ill the Gift of Prophecy Cease?» Bibliotheca Sacra 150,
n° 2 (1993): 179, mantiene que la «profecía, reducida a su función básica, es un
pronunciamiento inspirado por el Espíritu basado en la recepción directa y mi
lagrosa de la revelación divina». Craig S. Keener, 1-2 Corintkians^The New Cam
bridge Bible Commentary (Cambridge: Cambridge University Press, 2005), 113,
mantiene: «Al parecer, Pablo define la profecía como un pronunciamiento inspi
rado inteligible (normalmente distinto de la exposición de las Escrituras, aunque
la profecía a menudo se hacía eco de las Escrituras), el sentido más común en el
AT y en el cristianismo primitivo». Thomas R. Schreiner, New Testament Theology:
Magnifying God in Christ (Grand Rapids: Baker Academic, 2008), 721, define la
profecía «como la comunicación de revelaciones procedentes de Dios en un pro
nunciamiento espontáneo». La requerida «espontaneidad» de la reacción puede
estrechar innecesariamente el concepto de profecía y puede no tener suficiente
apoyo bíblico.
La voz profética en el Nuevo Testamento 75
ban historia, por ejemplo Lucas, también obraban bajo inspiración; es de
cir, eran guiados por el Espíritu Santo. A través de los profetas, Dios se
dirigía a su pueblo en un momento y un lugar dados con un mensaje para
esa situación, y, no obstante, ese mensaje trascendería a la situación original
y seguiría siendo relevante para tiempos posteriores.91 Norm alm ente, el
mensaje de los profetas al pueblo contenía un llam am iento al arrepenti
miento, a la reforma y a una vida santa en estrecha relación con el Señor,
así como palabras de aliento y esperanza.92 Lo dicho por Heschel sobre los
profetas del Antiguo Testamento también puede ser aplicado a los profetas
del Nuevo Testamento:
91. Hvidt, 154, afirma: «Lo más íntimo de la profecía así concebida es una actualización
siempre inspirada de la revelación, adaptada a cada momento particular de la
historia».
92. Heschel, 1: 10, lo expresa de forma precisa cuando dice: «El profeta es un icono
clasta que desafía lo aparentemente santo, lo reverenciado, lo imponente. Las creencias
tenidas por certezas, las instituciones dotadas de suprema santidad, las deja al
descubierto como presunciones escandalosas».
93. Ibid> 17.
94. Ibíd., 19.
95. Ibtd., 20,21.
96. Ib td , 10.
97. Véase Thomas, 94.
76 E l don de profecía en las E scrituras y en i a uisioria
Además, «casi todos los profetas se han centrado en la venida del reino
de Cristo».102 Puede que H vidt tenga razón en general en el sentido de que
el mensaje profético — con independencia de que aborde acontecimientos
pasados, presentes o futuros— es significativo y crucial para la audiencia a
la que se dirige. Hay algunas excepciones, como partes del libro de Daniel.
Se suponía que el profeta comunicaría el mensaje profético aunque no fue
ra entendido por la generación entonces existente. Fue sellado (Dan. 12: 4).
No obstante, aun en este caso, la intención de Dios era hablar a la genera
ción entonces existente y dar a estas personas vislumbres generales de su
plan, de su soberanía y de su poder.
98. Farnell, «When Will the Gift of Prophecy Cease?» 175. En la página 176 afirma:
«En Juan 4:19 la mujer junto al pozo percibió que Jesús era profeta no en función
de predicciones, sino por su conocimiento milagroso de su historial marital».
Véase también Leonhard Goppelt, Theology of the New Testament (Grand Rapids:
Eerdmans, 1982), 2:180.
99. Véase George Eldon Ladd, A Theology o f the New Testament (Grand Rapids:
Eerdmans, 1974), 353.
100. Hvidt, 150.
101. Ibíd., 151.
102. Ibíd., 151.
La voz profética en el Nuevo Testamento 77
103. Akin, 199, habla de una «misión vertical y una horizontal» de los profetas.
104. Richard Rice, Reign o f God:An Introduction to ChristianTheology From a Seventb-
dayAdventist Perspective, 2a ed. (Berrien Springs, Michigan: Andrews University
Press, 1997), 217, señala: «En un sentido, los dones son dados a la iglesia en su
conjunto, no a los individuos dentro de ella [...]. D eberíam os considerar
su capacidad como don de Dios a toda la congregación. El propósito de los
dones espirituales es para el beneficio de la iglesia, no para glorificar al miembro
individual».
105. Garland, 651. Para un análisis del difícil pasaje de 1 Corintios 14: 22-25, véanse
las páginas 648-654.
106. Fisichella, 794, escribe sobre el papel de la iglesia: «El profeta, además, es re
conocido como tal por la iglesia [...]. No es que la iglesia otorgue el don profético
o suscite al profeta. No, la iglesia da la bienvenida tanto a la profecía como al pro
feta como don y ministerio».
107. Fisichella, 789, señala: «A diferencia de los pueblos circundantes, que a menudo
confundían la profecía con la magia y la posesión extática, Israel tenía una clara
idea religiosa del profeta».
78 E l don de profecía en las E scrituras y en la misiokia
108. Véase Jon Paulien, «La hermenéutica de la apocalíptica bíblica», en Entender las
Sagradas Escrituras: E l enfoque adventista, ed. George W. Reid (Doral, Florida:
IADPA, 2009), 299-330.
La voz profética en el Nuevo Testamento 79
109. David E. Garland, 1 Corinthiansy Baker Exegetical Com mentary on the New
Testament (Grand Rapids: Baker, 2003), 662, parece seguir a Grudem cuando
dice: «La premisa es que los profetas no hablan con autoridad incuestionable».
110. Siegfried Schatzmann,yí Pauline Theology of Charismata (Peabody, Massachusetts:
Hendrickson, 1989), 39,40, se opone a la opinión de que la profecía en los escritos
de Pablo sea una continuación de la profecía del Antiguo Testamento. Lo hace
basándose en la ausencia de una fórmula de mensajero y en el sometimiento de la
profecía a evaluación.
111. Rice, 127.
80 E l don de profecía en las E scriiuhas y en i a hisiomia
112. Véanse George W. Knight III, The Pastoral Epistles: A Commentary on the Greek
Text, The New International Greek Testament Com mentary (Grand Rapids:
Éerdmans, 1992), 298; Donald G uthrie, The Pastoral Epistles, Tyndale New
Testament Commentaries, ed. rev. (Grand Rapids: Eerdmans, 1990), 200.
113. Romanos 12: 6; 1 Corintios 12: 10; 13: 2 , 8; 14: 6, 22; 1 Tesalonicenses 5 : 20;
1 Timoteo 1: 18; 4: 14.
114. 1 Corintios 11: 4,5; 13: 9; 14: 1, 3,4, 5 (dos veces), 24,31,39.
115. Por otro lado, Fisichella, 793, afirma: «Una lectura más cuidadosa de estos textos
muestra que esta no es ninguna mera interpretación «carismática» de la iglesia,
sino más bien una descripción institucional real de la comunidad tal cual [...]. Por
lo tanto, leídos sin prejuicio ni ideas preconcebidas, los textos del N T nos llevan a
reconocer a los profetas como una «institución» (1 Cor. 14: 29, 32; 12: 28; Rom.
12: 6; Efe. 4: 11; Hech. 11: 27; 21: 9) y a la profecía como una actividad litúrgica
[...] normal otorgada a ciertos creyentes (1 Tes. 5: 20; 1 Cor. 14: 1,5,24,31,39)».
Hvidt, 157, menciona la autoridad carismática e institucional.
La voz profética en el Nuevo Testamento 81
continuidad básica con el del Antiguo Testam ento.116 Por lo tanto, suena
artificial introducir otro tipo de profecía en 1 Corintios 12-14.
Q ue los profetas de 1 C orintios 14: 29 hubieran de ser som etidos a
prueba no es ningún argumento que apoye un rango secundario de su m i
nisterio profético, porque «se verificaban con regularidad las palabras de
hasta los profetas del Antiguo Testamento más acreditados».117 Aunque la
profecía de 1 Corintios 14: 3 es descrita como aliento y consuelo, la limita
ción de la profecía a estos y similares elementos malinterpretaría a Pablo y
usaría un argum ento del silencio. Lo que no se m enciona no se excluye
necesariamente. «Pablo no estaba definiendo profecía, sino que, en el con
texto, “meramente usa el hecho de que la profecía sea inteligible y que, por
lo tanto, dé como resultado la edificación, la exhortación y el aliento”».118
Farnell señala que interpretar profecía en 1 Corintios 14 como profecía
congregacional contrapuesta a la profecía apostólica ignora Efesios 4:11 y
diferencia indebidamente entre Efesios 2: 20; 3: 5; y 1 Corintios 12-14.119
Profecía y éxtasis
M uchas publicaciones abordan la cuestión de si la profecía está relacio
nada con el éxtasis. En su artículo sobre la profecía en el Nuevo Testamen
to, G . Friedrich tiene una sección titulada “Extasis y profecía”. A unque
afirma: «En el N T no hay exclusión alguna del yo individual, ninguna sus
titución del yo humano por un rapto profético divino», seguía dando cabi
da a que ocurriera un éxtasis en el caso de los profetas del Nuevo Testa
mento, dando por sentado que «la profecía de Juan el teólogo tam bién
tiene características extáticas». Sin embargo, pasando a Pablo, afirma:
116. Véase Farnell, «The Gift of Prophecy», 410. Hilber, 258, concluye: «En resumidas
cuentas, los fenómenos proféticos del AT proporcionan un antecedente adecuado
para entender los fenómenos de Corinto en continuidad con la escena profética
del AT».
117. Hilber, 257. Ferdinand H ahn, Theologie des Neuen Testaments, Band 2 , zweite
Auflage (Tubinga: M ohr Siebeck, 2005), 2:277, sugiere que, para Pablo, hay tres
criterios importantes para decir si la profecía es o no genuina: ( 1) la analogía de la
fe (Rom. 12: 6); (2) la edificación de la iglesia (1 Cor. 14:26); y (3) el amor (1 Cor.
12:31).
118. Farnell, «When Will the Gift of Prophecy Cease?» 176. También afirma (182)
que la «edificación se entiende mejor como el efecto de la profecía en el oyente que
como su contenido». Hahn, 2:277, sostiene que la proclamación para la iglesia no
descarta las promesas relativas al futuro.
119. Farnell, «Fallible NewTestament Prophecy/Prophets?» 168,169.
82 E l don de profecía en las E scrituras y e.n i a misiohia
Friedrich establece una distinción entre Juan como profeta y los profe
tas de 1 Corintios. Aunque no aporta directamente una definición de éxta
sis, su descripción de la situación en Corinto, que él parece contraponer
con la experiencia de Juan, sugiere que puede que siga una definición co
rriente de éxtasis, concretamente, de estar en un estado «la suspensión del
ejercicio de los sentidos».121 El éxtasis es, entre otros, un fenómeno religio
so y se encuentra entre los místicos de muchas religiones. El éxtasis
religioso puede ser autoinducido.122 A. Schimmel describe el éxtasis como
un monoideísmo absoluto, lo vincula con el misticismo, que se encuentra
en todas las religiones, y declara que el misterio de una experiencia extática
no puede ser comunicado.123 Heschel añade: «El acto profético deja tras de
120. Friedrich, 851. También afirma: «No siempre es posible establecer una distinción
marcada entre éxtasis, inspiración por posesión por parte del Espíritu y revelación
profética [...]».
121. http://dle.rae.es/?id=HLuOex9 (consultado el 16 de febrero de 2016).
122. http://en.wikipedia.org/wiki/Religious_ecstasy (consultado el 29 de agosto de
2014): «Estados de trance que son interpretados a menudo como éxtasis religioso
pueden ser inducidos deliberadamente con técnicas o acciones extáticas, que
incluyen la oración, rituales religiosos, la meditación, ejercicios de respiración,
ejercicio físico, sexo, música, danza, sudoración, ayuno, ansias de beber y fármacos
psicotrópicos».
123. A. Schimmel, «Ekstase», en Die Religión in Geschichte und Gegenwart, ed. Kurt
Galling (Tubinga: J.C.B. M ohr [Paul Siebeck], 1958), 2:410-412. Heschel, 2:140,
141 coincide con el último punto: «El éxtasis es una experiencia que es
incomunicable [...]. Si examinamos los relatos y los informes presentados por los
extáticos, observamos que su aportación al conocimiento positivo es escasa. Se ha
expresado asombro por el hecho de que los extáticos, en realidad, no documenten
nada nuevo sobre el Ser divino y sus atributos. Las aportaciones del extático tienen
La voz profétlca en el Nuevo Testamento 83
129. Gordon D.Fee, The First Epistle to the Corinthians, New International Commentary
on the New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1991), 696, recalca: «Con estas
palabras Pablo eleva el «discurso inspirado» de la categoría de «éxtasis» como tal y
lo ofrece como algo radicalmente diferente de la paranoia de los cultos gentiles.
Aquí no hay convulsión alguna, ni ninguna pérdida de control; el orador no está
enardecido ni es un charlatán». León Morris, 1 Corinthians, Tyndale New Testa
ment Commentaries, ed. rev. (Grand Rapids: Eerdmans, 1993), 196, señala: «Lo
que viene sobre el profeta no es una compulsión irresistible». Véanse también Roy
E. Ciampa y Brian S. Rosner, The First Letter to the Corinthians, The Pillar New
Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2010), 717; y Mairon L.
Soards, 1 Corinthians, New International Biblical Commentary (Peabody, Massa-
chusetts: Hendrickson, 1999), 299.
130. Heschel, 2:131.
La voz profética en el Nuevo Testamento 85
mundo venidero141 o de como quiera que se describa el fin del tiempo his
tórico. Al erudito A. Thiselton le preocupa que, en el debate sobre la per
manencia y el cese de los dones espirituales, se pase por alto lo fundam en
tal de lo que quiere decir Pablo. Parece intentar enfriar el debate señalando
que el texto no debería ser sobreinterpretado.142
Los que argumentan a favor de la permanencia del don profético (o de
todos los dones espirituales) pueden seguir dos planteamientos diferentes.
Uno de estos parece ser más pragmático y el otro más bíblico.
Basándose en la historia de la Iglesia Católica y en personas que se con
sidera que tuvieron el don profético como Juliana de Norwich e Ignacio de
Loyola, Fisichella afirma que «los profetas y el carisma profético no pueden
ser relegados apresuradamente solo al período de la iglesia primitiva; siem
pre son parte fundamental de la iglesia y siempre poseen una significación
permanente e irremplazable para la iglesia».143
H vidt enfoca el asunto teológicamente:
referencia a conocer como Dios nos conoce, apuntan todas al tiempo del fin [...].
Lo «perfecto» es una forma abreviada de referirse a la consumación de todas las
cosas».
141. Hans Conzelmann, 1 Corinthians, Hermeneia—A Critical and Historical
Commentary on the Bible (Minneapolis: Fortress, 1975), 226.
142. Anthony C. Thiselton, The First Epistle to the Corinthians, The New International
Greek Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2000), insta: «Estos
versículos no deberían ser usados como una invectiva para ninguno de los dos lados de
este debate. Todo lo que está claro es que los dones cesan en el escatón. Puede que
resulte natural suponer que continúan hasta el escatón [...]. Pero la suposición no
se convierte en una declaración explícita [...]» (1064).
143. Fisichella, 795.
144. Hvidt, 154. También habla del «carácter cairológico de la profecía», que significa
que «la profecía es siempre una palabra para el kairos, para la época específica del
profeta» (156).
88 El don de profecía en las E scriiuras y en i a hisiohia
Acto seguido, muestra que los teólogos católicos «usaron las revelacio
nes profeticas como prueba de ciertas explicaciones de las Escrituras cuan
do cierto pasaje de las Escrituras podía ser entendido de diferentes m ane
ras». Teólogos tan conocidos como Buenaventura de Fidanza y Tomás de
Aquino «usaron los mensajes de místicos proféticos conocidos para zanjar
disputas teológicas sobre la procedencia del Espíritu del Padre y del Hijo,
sobre la veneración de cuadros religiosos y sobre la teología de ios
sacram entos».145
Normalmente, los evangélicos, y especialmente los adventistas, argu
m entan directamente con las Escrituras. Analizando 1 Corintios 13: 8-12,
Garland recalca que «Pablo no insinúa que los dones espirituales no per
duren también hasta la parusía. También ellos permanecen en el tiempo
presente, aunque no continuarán después del fin».146 En su obra A Pauline
Theology ofCharhmata [Teología paulina de los dones], Schatzmann dedi
ca una sección entera a la “Permanencia o temporalidad de los carismas”.147
M uestra que la base exegética para la suposición de que los dones espiri
tuales desaparecieron con el final de la época apostólica y la finalización del
canon es muy débil.148
G. Rice argumenta a favor de la permanencia de los dones espirituales
usando dos textos de 1 Corintios (1: 6,7; 13: 9,10) y uno de Efesios (4:13).
La unidad en la fe, en el conocimiento de Jesús y la madurez se alcanzarán
con la segunda venida de Cristo y la primera resurrección (1 Cor. 15:53).149
150. Johannes Mager, Flamme und Wind: Gabe und Wirken des Heiligen Geistes (Ham-
burgo: Saatkorn-Verlag, 1977).
151. Wilhelm Mueller, Der Heilige Geist und diegeistlichen Gaben (Hamburgo: Advent-
Verlag, 1970).
152. O ’Brien, 308. Véanse también 305-308.
90 E l don de profecía en las E scrituras y en i a historia
Sin embargo, el gran día del Señor, mencionado en Joel, está relaciona
do de forma especial con la segunda venida de Cristo. Por lo tanto,
debería haber otro cum plim iento de la profecía de Joel antes del regre
so de C risto.153
5. Jesús predijo la venida de falsos profetas tras su ascensión y antes de su
segunda venida (Mat. 24:11,24). Sin embargo, no advirtió contra los pro
fetas en general. Obviamente, el problema estaría en distinguir los profetas
falsos de los verdaderos, no en la situación de que Dios ya no fúera a
enviar profetas verdaderos. E n el capítulo anterior había prometido en
viar profetas (M at. 23: 34). Aquí advierte contra los falsos profetas. Esto
refleja bien la situación del siglo I,154 y esto ocurriría nuevamente en el
tiempo anterior a su regreso. Dado que existe una confrontación real entre
Jesucristo y los falsos cristos y una im itación de C risto por los falsos
cristos, puede suponerse que los creyentes pueden tener que elegir entre
los profetas verdaderos y los falsos. El peligro está en que incluso los
creyentes sean engañados, lo cual tiene sentido si tienen que elegir y no
pueden simplemente rechazar a cualquier profeta. R. T. France sugiere
que «después de todo, la razón por la que los falsos profetas pueden ha
cerse pasar por ovejas es, presumiblemente, que la profecía genuina es
un fenómeno conocido y bienvenido en la iglesia».155
Sumario
Esta sección, que aborda la naturaleza, el papel y las funciones de la
profecía o los profetas, ha llegado a los resultados siguientes:
153. John B. Polhill, Acts, The New American Commentary (Nashville: Broadman,
1992), 110, analizando Hechos 2: 19, escribe: «En cualquier caso, las señales del
vers. 19 son lenguaje apocalíptico estándar y se refieren casi con certeza a los
acontecimientos cósmicos finales que preceden a la parusía».
154. Cf. León Morris, The Gospel According to M atthew, The Pillar New Testament
Com m entary (G rand Rapids: Eerdmans, 1992), 600; Charles H . Talbert,
Matthew,, Paideia Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Baker
Academic, 2010), 266,267; Craig A. Evans, Matthew, The New Cambridge Bible
Commentary (Cambridge: Cambridge University Press, 2011), 404.
155. R.T. France, The Gospel of Matthew, The New International Commentary on the
New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 2007), 290. En la página 298 observa:
«La reivindicación de autoridad añadida implicada en lo que pretendía ser profecía
(y, por ende, recibido directamente de Dios) hacía a los falsos profetas aún más
peligrosos». Véanse también 916,917.
La voz profética en el Nuevo Testamento 91
Conclusión
Aquí termina por ahora el viaje a la voz profética en el Nuevo Testa
mento. La profecía se halla de forma generalizada en el Nuevo Testamento.
En realidad, todo el Nuevo Testam ento tiene que ver con la profecía. Su
Autor tras los autores humanos es el Espíritu Santo, que usa a estos medios
humanos de forma sobrenatural para comunicarles la verdad sobre la Divi
nidad, verdad que tiene que ver con el conocimiento del plan de salvación,
y verdad relativa a la vida cristiana práctica. La profecía no es dada única
mente para mejorar la propia capacidad racional y ampliar los propios ho
rizontes, aunque esto sea importante. H a sido dada para permitir que la
gente viva con Dios de forma cotidiana.
El prólogo del Apocalipsis resume bien lo que, a través de la palabra
profética, D ios ha revelado y nos ha dado en C risto (Apoc. 1: 4-7):
(1) somos amados; (2) hemos sido librados de nuestros pecados, redimi
dos, salvados; (3) se nos ha hecho representantes de Dios; y (4) esperamos
la pronta venida de Jesús con gran gozo.
Merece más que la pena; realmente cambia la vida por entero escuchar
la voz profética del Espíritu Santo hablándonos a través de las Escrituras y
del m inisterio profético de auténticos profetas genuinos no canónicos
como E lena G. de W hite.
Capítulo III
L a revelación, la inspiración
y el testimonio de las Escrituras
Angel M . Rodríguez
Evidencia bíblica
La evidencia bíblica en apoyo de la naturaleza inspirada de la Biblia es
abundante y ha sido estudiada por otros eruditos adventistas.3 Por lo tanto,
10. Para argumentos más detallados, véanse, por ejemplo J. N. D. Kelly, The Pastoral
Epistles: 1 Timothy, 2 Timothy and Titus (Peabody, Massachusetts: Hendrickson,
1963), 203; Gordon D. Fee, 1 and 2 Timothy, Titus (Peabody, Massachusetts:
Hendrickson, 1984), 279; Knight III, Pastoral Epistles, 446,447; Marshall, Pastoral
Epistles, 792, 793; Mounce, Pastoral Epistles, 566.
11. Mounce, Pastoral Epistles, 566.
12. Ceslas Spicq y James D. Ernest, TheologicalLexicón o f the New Testament (Peabody,
Massachusetts: Hendrickson, 1994), 2:193.
La revelación, la inspiración y el testimonio de las Escrituras 99
supuestamente nos ayudan a entender qué relación tuvo Dios con el ins
trum ento humano. En la Biblia, revelación e inspiración son partes de un
único proceso.
13. Peter H. Davids, The Letters o f 2 Peter and Jude (Grand Rapids: Eerdmans,
2006), 210.
14. Ruth Anne Reese, 2 Peter and Jude (Grand Rapids: Eerdmans, 2007), 145,146.
15. Véase Richard J. Bauckham,/w¿&tfw¿/2P^r (Waco,Texas: Word, 1983), 229-232.
100 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
tío de un deseo humano; que sea de origen humano. El verbo griego tradu
cido «ha venido» es feró, y significa «llevar, traer, conducir».21 En este caso,
indica que «ninguna profecía surgió jamás del impulso humano».22
En cuarto lugar, es preciso que establezcamos la conexión entre la per
sona y el Espíritu. La frase «de parte de Dios» indica que el habla de los
profetas no estaba motivada en ellos mismos, sino que se originaba en la
acción divina (elalésan apo theou, “hablaron de parte de Dios”)- Aquí el én
fasis radica en la comunicación del mensaje recibido de Dios o en el m o
mento en que era transmitido a otros a través de la palabra humana. E n ese
proceso los profetas eran «movidos por el Espíritu Santo». El verbo usado
aquí es el mismo usado en la primera parte del versículo, feró. La idea ex
presada es la de “ser movido/llevado” por el poder del Espíritu y no por la
voluntad humana.
Los dos pasajes que hemos estudiado brevemente revelan varias ideas
importantes relativas al tema de la revelación y la inspiración. En primer
lugar, ambos indican que en el proceso de revelación o inspiración toman
parte activa tanto Dios como los seres humanos. Sin embargo, se afirma
claramente que la voluntad hum ana no participó en la creación del mensa
je ni en su origen. El papel del profeta es limitado cuidadosamente. Aparte
de recibir el mensaje, los profetas simplemente «hablaron (elalésan), procla
maron y comunicaron las explicaciones, las exposiciones e interpretaciones
que se originaban en Dios como autor».23 Obviamente, hablaban con el
idioma que conocían. En segundo lugar, deberíamos observar que, salvo
con la frase «movidos por el Espíritu», nada se dice en esos pasajes sobre la
manera en que obró la interacción divina y humana en el proceso de reve
lación o inspiración.
Es misión de la teología estudiar las Escrituras para intentar compren
der su naturaleza divino-humana. Los pasajes no apoyan la opinión de que
la revelación o la inspiración sea el medio a través del cual Dios dicte al
profeta qué escribir. E n tercer lugar, los pasajes en consideración no hacen
distinción alguna entre revelación e inspiración. Desde la perspectiva de
Dios, la recepción y la comunicación del mensaje son inseparables. Cual
quier intento radical de separarlos va más allá de la evidencia bíblica y crea
una falsa dicotomía.
21. M. Wolters, «Pheró carry, bring, bear; endure; uphold», en Exegetical Dictionary o f
theNew Testamenta ed. Horst Balz y Gerhard Schneider (Grand Rapids: Eerdmans,
1993), 3:418.
22. Ibtd.} 419. Aquí el verbo también podría ser traducido «fue pronunciada».
23. Canale, 61.
102 E l don de profecía ln las E scrituras y en i a historia
los profetas no term inaba con la revelación que les hacía de su mensaje.
Estaba con ellos durante el proceso de la comunicación, garantizando que
el mensaje se expresase y llegase a sus destinatarios debidamente. Esto se
ilustra en una experiencia de Jeremías. Dios le dio una visión y luego entró
en conversación con el profeta:
Tales diálogos indican que, entre otras cosas, incluso después de dar la
visión, el Señor estaba interesado en comprobar que el profeta podía co
municar el mensaje. La descripción oral de la revelación dada por los pro
fetas tenía que corresponderse con la imagen o el mensaje que recibían del
Señor. La palabra y la idea eran inseparables. Dios participaba en el proce
so de revelación o inspiración desde el comienzo hasta el fin.
No son las palabras de la Biblia las inspiradas, sino los hombres son
los que fueron inspirados. La inspiración no obra en las palabras del
hombre ni en sus expresiones, sino en el hom bre mismo, que está
im buido con pensamientos bajo la influencia del Espíritu Santo.
24. Sobre este tema, podrían consultarse, entre otros, Leslie Hardinge, «Philosophy of
Inspiration in the Writings of Ellen G. White», serie en tres partes aparecida en
M inistry, enero de 1969, 5-7; febrero de 1969, 32-35; marzo de 1969, 28-30; y
P. Gerard Damsteegt, «The Inspiration of the Scripture in the Writings of Ellen
G. White», Journal of the Adventist Theological Society 5, n° 1 (1994): 155-179.
25. Para un útil análisis del modelo de encarnación de la revelación o la inspiración,
véase Jo Ann Davidson, «The Word Made Flesh: The Inspiration of Scripture»,
Journal of the Adventist Theological Society 15, n° 1 (primavera de 2004): 21-33.
104 E l don de profecía en las E scriujras y en i a misiomia
Ella está intentando describir qué ocurre cuando Dios se allega a los
seres humanos y los toca para usarlos como profetas; el misterio de la reve
lación o la inspiración. La declaración hace aportaciones significativas. En
primer lugar; Dios se dirige a la persona en conjunto y no solo a un aspecto
de la personalidad del individuo; por ejemplo a sus aptitudes orales o escri
tas. Dios establece una relación interpersonal con un ser humano en una
dimensión especial. Por lo tanto, la inspiración no debería ser restringida al
uso divino de una aptitud específica de los profetas. La mente, el cuerpo, el
espíritu, las emociones, toda la persona, están presentes en esta experiencia.
Esto se basa, por supuesto, en la interpretación bíblica de la naturaleza
humana como una unidad viva indivisible.
E n segundo lugar, ella describe el misterioso proceso a través del cual el
mensaje o la palabra divina se encarna en la condición humana. Dice que
la mente divina «es difundida». Y con eso quiere decir que la mente y la
voluntad divinas interactúan o se com binan con la m ente y la voluntad
humanas — lo divino y lo humano— de una forma tan excepcional que lo
que expresa el instrum ento humano («las declaraciones del hombre») es «la
palabra de Dios». Obviamente, subsiste el misterio, pero ahora está claro
que en el proceso de revelación o inspiración toda la persona es un instru
mento de Dios mientras pasa por una experiencia excepcional. Esto dijo
Pedro cuando afirmó que algunos hombres «hablaron de parte de Dios,
impulsados por el Espíritu Santo» (2 Ped. 1: 21, NVI).
En tercer lugar, Elena G. de W hite describe un modelo de encarnación
de la revelación o la inspiración. Desarrolla esa idea en otro lugar con estas
palabras:
26. Elena G. de W hite, Mensajes selectos (Mountain View, California: Pacific Press
Publishing Association, 1966), 1:24.
27. Elena G. de W hite, E l conflicto de los siglos (Doral, Florida: IADPA, 2007), 10.
La revelación, la inspiración y el testimonio de las Escrituras 1 0 5
lación o inspiración. Indica que las palabras usadas por los profetas no les
fueron dadas o dictadas partiendo de un lenguaje o un vocabulario divi
nos.31 Distingue dos momentos dentro del proceso de revelación o inspira
ción; concretamente, la recepción y la puesta de la revelación por escrito.
E n la primera, Dios está directamente relacionado de forma excepcional en
la transmisión del mensaje al profeta. E n la segunda, el profeta actúa para
comunicar el mensaje a las personas. En ese momento, ella dice: «las pala
bras que empleo para describir lo que he visto son mías, a menos que sean
las que me habló un ángel, las que siempre incluyo entre comillas».32 O b
viamente, eso no quiere decir que los profetas fueran dejados a su suerte
cuando comunicaban el mensaje de forma oral o escrita. Ella describe su
propia experiencia diciendo: «Dependo tanto del Espíritu del Señor para
relatar o escribir una visión como para tenerla».33 Esta dependencia del
Espíritu desde el comienzo de la experiencia hasta su fin indica claramen
te que la comunicación del mensaje a los demás forma parte del proceso de
revelación e inspiración.34 Las palabras usadas por los profetas no están
inspiradas en el sentido de que no son las palabras de Dios per se, sino pa
labras humanas dentro de las cuales se ha encarnado la palabra divina. Esto
31. «La Biblia está escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento
y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado
como escritor. Con frecuencia los hombres dicen que cierta expresión no parece
de Dios. Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia por medio de
palabras, de lógica, de retórica. Los escritores de la Biblia eran los escribientes
de Dios, no su pluma. Considerad a los diferentes escritores» (Elena G. de W hite,
Mensajes selectos, 1:24).
'32. Ibíd., 41-42. En la Biblia también encontramos ocasiones en las que Dios habló
directamente con sus siervos; por ejemplo, los Diez Mandamientos (Exo. 20). En
muchas de las audiciones reveladoras que encontramos en el Antiguo Testamento
el Señor habló directamente a los profetas. Dicho esto, deberíamos aclarar que
Elena G. de W hite no dice en ningún sitio que los autores bíblicos utilizados
fueran objeto de dictado por el Espíritu. Usa la frase «lo que les dictaba el Espíritu
Santo» en conexión con las Escrituras (Elena G. de W hite, Testimonios para la
iglesia [Doral, Florida: IADPA, 2007], 4:13; ídem, Spiritual Gifts [Battle Creek,
Michigan: James W hite, 1858], 1:176), pero en tales casos no se refiere a las
palabras usadas por los autores bíblicos. Lo usa para indicar que escribieron
mensajes de verdad, lo que ella llama «la verdad literal», bajo el mandato, la orden
y el poder del Espíritu. Como auténticos profetas, no controlaban el contenido de
la revelación que recibían. En otras palabras, la frase es usada para señalar «el
origen divino de la Biblia» {ídem, Spiritual Gifts, 1:176), y no una teoría de la
inspiración al dictado.
33. Elena G. de W hite, Mensajes selectos, 1:41.
34. Canale, 75.
La revelación, la inspiración y el testimonio de las Escrituras 1 0 7
quiere decir, como mínimo, que el Espíritu guio a los profetas en el proce
so de la escritura, en el sentido de que garantizó que usaran su propio vo
cabulario hasta el máximo de su capacidad para expresar de forma fidedig
na y fiable el mensaje que recibieron.35 En tal búsqueda de precisión, los
profetas, bajo la dirección del Espíritu, pueden haber revisado o editado sus
propios escritos para aclarar, ampliar o adaptar a nuevas situaciones el con
tenido del mensaje recibido.36
35. Elena G. de W hite sugiere esa posibilidad cuando comenta que hubo ocasiones en
que su pluma vaciló por un instante en cuanto a cómo expresarse y luego «las
palabras apropiadas» acudían a su mente (Elena G. de W hite, Mente, carácter y
personalidad [Coral Gables, Florida: IADPA, 1977], 1:325). El Señor la ayudaba
a usar su propio vocabulario de la mejor manera posible. Ella era plenamente
consciente de este fenómeno: «Aunque dependo tanto del Espíritu del Señor para
escribir mis visiones como para recibirlas, sin embargo las palabras que empleo
para describir lo que he visto son mías, a menos que sean las que me habló un
ángel, las que siempre incluyo entre comillas» (ídem, Mensajes selectos, 1:41-42).
36. Quizá uno de los mejores ejemplos bíblicos de esta práctica se encuentre en los
dos pasajes que contienen el mandamiento del sábado, o sea, Exodo 20: 8-11 y
Deuteronomio 5: 12-14. Una comparación de los dos revela algunos cambios
secundarios, aunque también significativos, que enriquecen la significación teo
lógica del mandamiento (véase Ekkehardt Mueller, «Sabbath Commandment in
Deuteronomy 5: \2-\5 » ,Journalof the Adventist TheologicalSociety 14, n° 1 (2003):
141-149).
37. Sobre este tema, véase Ekkehardt Mueller, «The Revelation, Inspiration, and
Authority of the Scripture», Ministry, abril de 2000, 21-25.
108 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
I .ticun, por usar el lenguaje de 2 Pedro 1: 21, fue movido «por el Espíritu
Santo» (JER) al examinar la evidencia, seleccionarla y organizaría.
En Proverbios se encuentra otro buen ejemplo de este fenómeno. Ese
libro rs una colección de dichos escritos por diferentes autores (Prov. 1:1;
10: 1; 25: 1; 30: 1; 31:1). Dos de las colecciones pueden haber sido escritos
por no israelitas (Agur, Prov. 30; la madre del rey Lemuel, Prov. 31; cf. Prov.
10: 9), listas dos colecciones contienen dichos útiles plenamente com pati
bles con el propósito ideológico del autor bíblico. D ado que no dispone
mos de las composiciones originales, es imposible determ inar si el autor
Inspirado editó los segmentos de alguna manera antes de incorporarlos en
el libro. Afortunadamente, poseemos varios casos bíblicos en los que están
a nuestra disposición los documentos originales usados por el autor bíblico.
41. Por ejemplo, David H. Hubbard, The Communicators Commentary: Proverbs (Dallas:
Word, 1989), 29,30; Paul E. Koptak, Proverbs (Grand Rapids: Zondervan, 2003),
532, 533; Bruce K. Waltke, The Book o f Proverbs Chapters 1-15 (Grand Rapids:
Eerdmans, 2004), 21-24; Ruffle, «Teaching», 62; John H. ^NAton^Ancient Israelite
Literature in Its Cultural Context (Grand Rapids: Zondervan, 1989), 197; y Andrew
E. Steinmann, Proverbs (San Luis: Concordia, 2009), 448.
42. Hans-W. Fischer-Elfert, «Instructions of Amenemope», en The Oxford Encyclopedia
ofAncient Egypt, ed. Donald B. Redford (Nueva York: Oxford, 2001), 2:171.
1 1 O E l DON DE PROFECIA EN LAS ESCRITURAS Y EN LA HISTORIA
“Amenemope” Proverbios
Hay muchas otras similitudes, pero esta muestra es suficiente para que
quede claro. Probablemente podrían ser explicadas de varias formas, pero
el hecho de que estén concentradas en una sección concreta de Prover
bios sugiere que hay una conexión literaria entre ambos.45 Si aceptamos
que Proverbios fue influido por “Am enem ope”, según me parece a mí, son
pertinentes los comentarios siguientes. En primer lugar, el autor bíblico no
copió simplemente del documento egipcio, sino que seleccionó pasajes de
diferentes partes del original y los puso donde estimó oportuno. E n otras
palabras, «ejerció plena autonomía sobre la presentación del material forá
neo que estimó digno de transmisión».46 En segundo lugar, adaptó el m a
terial a su propio marco cultural israelita. Por ejemplo, en vez de mantener
la referencia a los gansos, encontrada en “Am enem ope”, usó el águila, que
era mucho más común en Israel.47 E n tercer lugar, también eliminó cual
quier referencia al dios egipcio Tot y, en su lugar, usó el nombre del Señor.
En cuarto lugar, en algunos casos expandió los dichos o los acortó, y en
otros casos casi los citó palabra por palabra o usó las mismas ilustraciones.
En otras palabras, remodeló los materiales según sus propios fines y guiado
por el Espíritu.48
Por último, no parece que haya ningún cambio ideológico significativo
de significado entre el dicho original y la forma en que lo usó Proverbios.
No obstante, hay dos cambios im portantes que deberíamos observar. El
más significativo es la eliminación del nombre de las deidades egipcias del
texto bíblico.49 Por ejemplo, en lugar del dios lunar egipcio encontramos,
como cabía esperar una referencia al Señor. El segundo cambio consiste en
poner el contenido del material en el marco de fe del pacto israelita. Por
Pablo y Arato
Los eruditos coinciden en que, en su discurso en el Areópago de A te
nas, Pablo cita al poeta estoico Arato de Cilicia (c. 315-240 a.C.).52 Proba
blemente su poem a más conocido sea Fenómenos> que es el citado en el
sermón. El poema cobró fama y alcanzó una «popularidad duradera más
allá del círculo de los poetas cultos; llegó a ser el poema más leído del m un
do antiguo, después de la Ilíada y la Odisea».53 La sección citada del poema
dice: «Linaje suyo somos» (Hech. 17: 28).54 Para tender puentes entre él y
sus oyentes, Pablo aclara que está citando a uno de sus poetas. En el poema
de Arato, el pronombre ‘suyo’ se refiere al dios griego Zeus, entendido de
forma panteísta.55 Por lo tanto, la idea expresada por el poeta es básicamen
te panteísta:56 Todos poseemos lo divino en nosotros. E n el sermón, Pablo
imbuye la cita de un significado cristiano. En ese marco, «Dios» se refiere
57. Darrell L. Bock,^c¿í (Grand Rapids: Baker, 2007), 568. Véase también F. F. Bruce,
Commentary on the Book ofActs (Grand Rapids: Eerdmans, 1954), que escribe:
«Somos, entonces, linaje de Dios, dice Pablo: no, por supuesto, en el sentido
panteísta deseado por los poetas estoicos, sino en el sentido de la doctrina bíblica
del hombre, de un ser creado por Dios a su imagen y conforme a su semejanza»
(360). Véanse también M arshall,^f/í, 306; y B a rre tt,^ * 15-28, 848.
58. Simón J. Kistemaker, NewTestament Commentary: Exposition of the Acts of the
Apostles (Grand Rapids: Baker, 1990), 636.
59. El uso de fuentes por partes de los autores bíblicos también se encuentra en la
experiencia profética de Elena G. de White.
60. Algunos autores del Nuevo Testamento usaron ocasionalmente fuentes extraca
nónicas. Véanse Michael Green, 66, 67; Gene G reen,Jude, 26-33. No deja de
tener su interés que Elena G. de W hite hiciera lo mismo. Véanse Denis Fortin,
«Apocrypha, Ellen G. W hites Use of the», The Ellen G. White Encyclopedia, ed.
Denis Fortin y Jerry Moon (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 2013),
605, 606; y Tim Crosby, «Does Inspiration Mean Original?» Ministry, febrero de
1986, 4-7, para más ejemplos encontrados en la Biblia y en los escritos de Elena
G. de W hite. Un caso bíblico interesante, mencionado por Crosby, es el paralelo
entre Apocalipsis 6: 9-11 y 2 Esdras 4: 35-37. Juan describe una visión que tuvo y,
no obstante, el lenguaje es muy similar al que encontramos en 2 Esdras: «¿No han
preguntado las almas de los justos sobre estas cosas diciendo: «¿Cuánto tiempo
debemos quedarnos aquí? ¿Y cuándo vendrá la cosecha de nuestra recompensa
sobre la era de trillar?»? Entonces el arcángel Jeremiel les contestó como sigue:
«Cuando se complete el número de los que son como vosotros»» (Jacob M. Myers,
La revelación, la inspiración y el testimonio de las Escrituras 1 1 5
1 Enoc 1: 962
«Y he aquí que viene con decenas de miles de sus santos para ejecu
tar juicio sobre todos, y para destruir a todos los impíos: y para
condenar a toda carne por las obras de su impiedad que han come
tido impíamente, y por todas las duras palabras que han hablado
contra él».
Judas cita el pasaje para demostrar que el Señor vendrá a juzgar las ac
ciones y las palabras de los falsos maestros. Hace hincapié en sus malas
acciones (vers. 16). Hay varias cosas que deberíamos decir sobre la cita. En
primer lugar, su contenido es bíblico. El texto describe una aparición de
Dios (una teofanía) en la que es acompañado por una m iríada de santos
(ángeles). E sta idea deriva de D euteronom io 33: 2 y, en el contexto de
juicio, tam bién se encuentra en D aniel 7: 1 0 ,1 8 ,2 2 ,2 5 . La fraseología
usada para denotar la universalidad del juicio es similar a lo que encontra
mos en Jeremías 25: 30,31 e Isaías 66: 15,16. Lo que dice sobre la corrup
ción de toda carne parece repetir el vocabulario usado en Génesis 6 -9 .63
I & IIEsdras: New Translation with Introduction and Commentary [Garden City,
Nueva York: Doubleday, 1974], 165). A diferencia de Esdras, Juan no habla de las
almas de los justos en sus cámaras, sino de las almas bajo el altar, dando así al
término ‘alma un significado simbólico que descarta la idea de la inmortalidad del
alma. Para un estudio adicional sobre posibles paralelos con Apocalipsis 6: 9-11,
véase David E. Auné, Revelation 6-16 (Dallas: Word, 1998), 406-409.
61. Véase George W. Nickelsburg, «Enoch, First Book of», en Anchor Bible Dictionary,
ed. David Noel Freedman (Nueva York: Doubleday, 1992), 2:508.
62. Usaré la traducción de la versión etíope proporcionada por R. H. Charles, TheApo-
crypha and the Pseudepigrapha of the Oíd Testament in English (Oxford: Clarendon
Press, 1913), 2:189.
63. Estos paralelos bíblicos han sido tomados de George W. Nickelsburg, 1 Enoch 1:
A Commentary ofthe Book o fl Enoch, Chapters 1-36; 81-108 (Minneapolis: Augsburg
Fortress, 2001), 149.
11 6 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
rey, pero en 2 Crónicas 36: 9 la edad dada es de ocho años.67 Hay varias
formas de abordar estas discrepancias para armonizarlas. La manera más
común, ofrecida por teólogos conservadores, es tratar estos como errores
de transcripción cometidos por los escribas.68
También podemos postular que algunos de los números, simplemente,
fueron tomados de las fuentes usadas por el autor bíblico. Sí sabemos que
el autor de Crónicas usó varias fuentes, y varias de ellas son mencionadas
en el texto. Por ejemplo, se hace referencia a «los Anales del rey David»
(1 Crón. 27: 24, PER) y al «libro de los reyes de Judá y de Israel» (2 Crón.
25: 26). Lo más probable es que se tratase de crónicas palaciegas a las que
tuvo acceso el autor bíblico y de las que obtuvo información para la com
posición del libro bíblico. Q uizá sería apropiado concluir que en algunos
de los casos relativos a cifras y al uso de nombres diferentes para la misma
persona el autor bíblico siguiera las fuentes usadas. En un sentido, esto es
similar a los casos en los que, debido a lo que parece ser un fallo de m em o
ria, un autor bíblico asigna una cita particular a la persona indebida (Mateo
27: 9; la cita no es de Jeremías, sino de Zacarías 11:12,13).69 Estas discre
pancias intrascendentes no son incompatibles con la interpretación bíblica
de la revelación y la inspiración, porque no socavan la fiabilidad y la inte
gridad de las Escrituras. Quizá lo más que podamos decir es que, dado que
en el proceso de revelación o inspiración
67. Para una lista completa de discrepancias aparentes en 1, 2 Crónicas, véase John
Barton, «1,2 Chronicles», en Expositor s Bible Commentary, ed. Frank E. Gaebelein
(Grand Rapids: Zondervan, 1988), 4:561.
68. El mejor análisis de los materiales bíblicos sigue encontrándose en J. Barton
Payne, «The Validity of the Numbers in Chronicles», Bibliotheca Sacra 136 (1979):
109-128,206-220.
69. Se ha sugerido que Mateo tenía en mente tanto Jeremías como Zacarías y las ideas
combinadas encontradas en ambos libros (así, Walter Kaiser,Jr., Peter H. Davis, F.
F. Bruce y Manfred T. Brauch, Hará Sayings of the Bible [Downers Grove, Illinois:
InterVarsity, 1996], 399,400), pero subsiste el hecho de que atribuyó la declaración
a Jeremías.
70. Canale, 67.
1 1 8 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
del flujo de la historia. Dos días después, Pedro llegó al hogar del gentil
Cornclio, charló con él y luego habló sobre la visión al grupo que estaba
reunido en su casa: «Dios me ha hecho ver que a nadie debo llamar im pu
ro o inmundo» (vers. 28, NVI). A esas alturas ya estaba claro el mensaje
divino que le fue transmitido mediante una visión que había malinterpre-
tado inicialmente por completo. El Espíritu lo había llevado poco a poco a
una comprensión acertada y más plena de la revelación divina. Los actos
providenciales de Dios por el bien de un grupo de creyentes fueron usados
por él para aclarar al profeta el significado de la visión.
Abraham pensó que la promesa divina del hijo había de ser cumplida a
través de Ismael, pero años después el Señor se la aclaró (Gén. 21: 11,12).
Samuel pensó que el Señor lo había enviado a ungir rey al hijo mayor de
Isaí, y el Señor lo corrigió (1 Sam. 16: 6, 7). Parece que Jeremías había
concluido que su llamamiento al oficio profético lo apartaría de una vida
de sufrimiento constante y de rechazo por parte del pueblo (Jer. 1: 4-19).
Cuando su interpretación del llamamiento resultó ser equivocada, quedó
sumamente decepcionado, y llegó a la conclusión de que el Señor era para
él como «un torrente engañoso» (Jer. 15:15-18, NVI). El lenguaje que usó
fue tan directo que el Señor tuvo que reprenderlo (vers. 19).
Hubo ocasiones en que el Señor tuvo que aportar más información a
los profetas para ayudarlos a entender el mensaje que les confiaba o a co
rregir su mala interpretación del mismo. En todos estos casos, somos testi
gos de una inquietud divina por garantizar que el mensaje era entendido
claramente. La dimensión hum ana no debilitó el proceso de revelación o
inspiración, sino que lo reforzó. Dios siguió actuando con el profeta hasta
que el mensaje fue transm itido con claridad y precisión.
Sumario y conclusiones
La distinción teológica entre revelación e inspiración resulta útil para el
estudio y el análisis del tema, pero no refleja con total fidelidad el texto
bíblico. No parece que los autores bíblicos hayan hecho tal distinción. Afir
maron que el Espíritu Santo dirigió/guio a los profetas en todo el proceso
de lo que llamamos revelación o inspiración. Una doctrina de la revelación
o la inspiración que distinga radicalmente entre ambas separa lo que la
Biblia mantiene unido.
En el proceso de revelación o inspiración, Dios condescendió y adaptó
sus pensamientos infinitos a la mente, a los patrones de pensamiento y al
lenguaje de los profetas. Ocurrió algo maravilloso y misterioso en la m en
te de los profetas cuando la mente divina entró en contacto con la mente
122 El don de profecía en las E scrituras y en la historia
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos conlleva asun
tos hermenéuticos más extensos, tales como la naturaleza de la inspiración,
la relación entre los Testamentos, el papel de Israel en la profecía y el cum
plimiento profético en general, y si los autores inspirados tuvieron acceso a
herramientas hermenéuticas inaccesibles a otros intérpretes, incluidos los
lectores m odernos.1 Los intérpretes evangélicos, por no hablar de sus ho
mólogos más liberales, sostienen posiciones muy diferentes en todos estos
asuntos.2 Afortunadamente, hay un gran consenso entre muchos intérpre
tes adventistas del séptimo día en cuanto a algunos de los principios her
menéuticos más significativos.3 Para nuestros fines, el más pertinente de
estos principios es la admisión de que «la Biblia es su mejor intérprete y,
cuando se la estudia como un todo, representa una verdad coherente y ar
moniosa (2 Tim . 3:16; Heb. 1:1 ,2 ; cf. Mensajes selectos, 1:21-23; E l conflic
to de los siglos, 9 , 10)».4
1. Según se usa aquí, con ‘Escrituras’ nos referimos a los 66 libros canónicos acepta
dos por los protestantes.
2. Ver los resúmenes de Darrell L. Bock, «Evangelicals and the Use of the Oíd Tes-
tament in the New. Part 1»yBibliotheca Sacra 142 (julio-septiembre de 1985): 209
223, y Robert L. Thomas, «The New Testament Use o f the Oíd Testament»,
Masters Seminary Journal 13, n° 1 (primavera de 2002): 88-98. Véanse también
Walter C. Kaiser, Jr., Darrell L. Bock y Peter Enns, Three Views on the New Testa
ment Use o f the Oíd Testament (Grand Rapids: Zondervan, 2008) y, en especial, la
útilísima introducción de Jonathan Lunde, «An Introduction to Central Ques-
tions in the New Testament Use of the Oíd Testament», 7-41.
3. Richard M . Davidson, «Interpretación bíblica», en Teología', fundamentos bíblicos
de nuestra fe , ed. Raoul Dederen (Doral, Florida: IADPA, 2005), 1:153-239. Ver
también ídem, «New Testament Use of the Oíd Testament», Journal o f the Adven-
tist Theological Society 5, n° 1 (1994): 14-39.
4. «Métodos de estudio de la Biblia», aprobado por el Comité de la Asociación G e
neral en el Congreso Anual de Río de Janeiro del 12 de octubre de 1986, publica
do en Declaraciones, orientaciones y otros documentos (Doral, Florida: IADPA, 2011),
265-276.
124 E l don de profecía en las E scrituras y en la misio na
5. Las citas directas del Antiguo Testamento por parte de los autores del Nuevo
Testamento suman unas trescientas; las alusiones son sustancialmente más, alcan
zando, quizá, varios miles. Véase Walter C. Kaiser, Jr., The Uses o f the Oíd Testament
in the New (Chicago: Moody, 1985), 2,3.
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 2 5
Históricas
D entro del canon bíblico hay una aceptación generalizada de la histo
ricidad de los acontecimientos registrados en las Escrituras, empezando
con los relatos fundacionales de la creación, la caída y el diluvio. Las refe
rencias al relato de la creación de Génesis 1 y 2 como hecho histórico
abundan en todas las Escrituras. Se dice de Dios que hizo el cielo y la tierra
(por ejemplo, 2 Rey. 19:15; Neh. 9: 6; Isa. 37:16; Hech. 4:24). Numerosos
salmos afirman que el sol, la luna y las estrellas, así como toda la vida de la
tierra, son obra de las manos de Dios (por ejemplo, Sal. 19:1-4; 2 4:1,2; 33:
6-9; 90: 2; 95: 3-6; 102: 25; 104; 136: 5-9; 146: 6; 148), y que los seres
humanos, en un sentido especial, son creación suya (por ejemplo, Sal. 8:
3-6; 100: 3; 139:13-16). Esta convicción subyace a toda la ética bíblica, del
trato justo de los pobres (Prov. 14: 31; 17: 5) y de los jornaleros (Deut. 24:
14) a las relaciones entre naciones y pueblos (Hech. 17:26), así como den
tro de la iglesia (1 Cor. 11: 7-12; Gál. 3: 28) y el hogar (Efe. 5: 22-33). Las
dos instituciones establecidas en la creación — el sábado y el m atrimonio
(Gén. 2: 1-3, 24)— se ven reforzadas en las enseñanzas de Jesús (Mar.
2: 27; M at. 19: 4-6) y en todo el Nuevo Testamento.
Asimismo, los autores bíblicos se refieren a la caída de Adán como una
realidad histórica que necesita la redención obrada por el segundo “Adán”
(Rom. 5: 12-19), lo que garantiza la restauración final de los creyentes a
imagen de Dios y su recepción de la inmortalidad (Rom. 5: 20,21; 1 Cor.
15: 45-54). La destrucción global de la época del diluvio y el pacto que
Dios hizo con todos los seres vivos terrestres inm ediatam ente después
(Gén. 7: 17-23; 9: 8-17) son objeto de referencia como base de esperanza
por una parte (Isa. 54: 7-10; Heb. 11: 7) y del juicio final del mundo por
fuego por otra (Mat. 24: 37-39; 2 Ped. 2: 5; 3: 6,7).
Un tema casi igual de dom inante en el Antiguo Testamento es el éxodo
de Israel de Egipto, que marca su liberación de la esclavitud y su nacimien
to como nación. La narración del éxodo ya está encerrada en el ritual de la
Pascua (Exo. 12: 25-27) y en el prólogo de los Diez M andamientos (Exo.
20: 2; Deut. 5: 6). Los muchos resúmenes históricos encontrados en todas
las Escrituras (por ejemplo, Deut. 29: 1-9; Jos. 24: 1-15; Neh. 9; Sal. 78;
105; 106; 136; Hech. 7; 1 Cor. 10: 1-10) incluyen frecuentes referencias a
la creación y al éxodo, subrayando tanto la confianza de los autores bíblicos
126 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
Exegético
Se puede reconocer un uso exegético de las Escrituras cuando son em
pleadas en una cita directa e interpretadas en armonía con el propósito 6
6. Mateo da el linaje real de Jesús a través de Salomón (Mat. 1: 6), mientras que la
genealogía de Lucas puede que dé su línea materna a través de Natán (Luc. 3: 31),
explicación que se remonta al menos hasta el siglo IV o el V,con insinuaciones de
esta tradición ya en el siglo II (véase Christoph Ochs, Matthaeus Adversas C r is
tianos: The Use o f the Gospel ofM atthew in Jewish Polemics Against the D ivinity o f
Jesúsf Wissenschaftliche Untersuchungen zutn Neuen Testament 2, n° 350 [Tubinga:
M ohr Siebeck, 2013], 75, nota 186).
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 2 7
original del pasaje.7 Así, autores posteriores dentro de la Biblia hebrea in
terpretan escritos inspirados anteriores.8 Los autores del Nuevo Testam en
to interpretan el Antiguo Testamento, frecuentemente preceden las citas
directas con una fórmula introductoria tal como «Escrito está». Las alusio
nes son más difíciles de reconocer, pero pueden ser convincentemente es
tablecidas reconociendo en un pasaje posterior la aparición simultánea de
palabras clave de uso infrecuente que apunten a un contexto inspirado
anterior. Las siguientes definiciones de cita directa y alusión y de cómo
difieren de los “ecos” bíblicos resultarán útiles antes de seguir adelante:
11. Así, en esencia, Jesús aboga por una interpretación que es aún más estricta que la
posición de Samai. Así lo expresa Richard M. Davidson, «Divorce and Remarria-
ge in the Oíd Testament: A Fresh Look at Deuteronomy 24: 1-4»,_Journal o f the
Adventist Iheological Society 10, n° 1-2 (1999): 8. Según Hilel, Deuteronomio 24: 1
permitía el divorcio casi por cualquier motivo, incluso si una esposa «echaba a
perder el plato [de comida]» del marido {ibíd., 5), posición que los discípulos pa
recen haber preferido (Mat. 19: 10).
12. Sobre los problemas textuales relacionados con el versículo 27 y la constancia de
que el rabí Simeón ben Menasya hizo una declaración similar en conexión con
Exodo 31: 14, véase William L. Lañe, 7he Gospel according to Mark: The English
Text with Introduction, Exposition, and Notes, N IC N T (Grand Rapids: Eerdmans,
1974), 119 y la nota 99.
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 2 9
13. Por ejemplo, Romanos 9: 7,8; 2 Corintios 11:22, y especialmente Romanos 4:18,
que cita Génesis 15: 5 con referencia a la «multitud de naciones» (NVI) que surgió
de Abraham según la promesa de Génesis 17: 5.
14. A no ser que se indique algo distinto, todas las citas de la Biblia están tomadas de
la versión Reina-Valera de 1995.
15. Véase Davidson, «New Testament Use of the Oíd Testament», 30, 31, citando
también a Dale M. Wheeler, «Paul’s Use of the Oíd Testament in Gal. 3: 15»
(tesis doctoral, Dallas Theological Seminary, 1987).
16. Véase Kaiser, Uses o f the Oíd Testament, 68, que llama a este fenómeno bíblico una
«predicción genérica» (230); cf. Davidson, «New Testament Use of the Oíd Testa
ment», 30,31.
1 3 0 E l uon ue profecía en las E scrituras y en la misioria
Teológico
Puede reconocerse un uso teológico de las Escrituras por parte de los
autores bíblicos cuando se hace alusión a temas bíblicos vitales sin una cita
explícita. Ya hemos observado el grado con el que los autores bíblicos afir
man el registro histórico de la creación. Por ello, no es de extrañar que sus
reflexiones teológicas empleen frecuentemente este motivo. Por ejemplo, el
origen de Israel se describe en térm inos reminiscentes de la creación de
17. El término griego es explicado en BDAG, 45, como «usar una analogía o una se
mejanza para expresar algo».
18. Se presenta un resumen conciso de la representación metafórica de Isaías 54 de la
rebelde Israel en el exilio (Isa. 1-39) mediante una mujer estéril (la «vieja» Jerusa
lén) y de la Israel redimida (Isa. 40-66) mediante una mujer fértil (la «nueva» Je
rusalén) en Joel Willitts, «Isa. 54:1 in Gal. 4: 24b-27: Reading Génesis in Light
of Isaiah», Zeitschrift fur die neutestamentliche Wissenschaft unddie Kunde der alteren
Kirche 96 (2005): 193-195.
19. La palabra 'áqárál* («estéril») se encuentra en ambos versículos, y el verbo yálad de
Isaías 54:1 es un eco de wálád («niño») de Génesis 11: 30.
20. Davidson, «NewTestament Use of the Oíd Testament», 31.
21. Ver la nota 7, supra.
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 31
Adán (Isa. 43:1; cf. Gén. 2: 7). Se predica el evangelio partiendo del poder
de Dios de volver a crear (o restaurar) a los seres humanos a imagen de su
I lacedor (2 Cor. 4: 6; 5: 17; Efe. 2:10; Col. 3:10) y, en último término, de
volver a crear los cielos y la tierra para restaurarlos a su estado de perfección
impoluta (2 Ped. 3: 11-13; Apoc. 21: 1-5).
O tro concepto teológico crucial omnipresente en las Escrituras es el
éxodo. Fue objeto de presagio en el llamamiento de Abraham a salir de Ur
(Gén. 11: 31-12: 1; Neh. 9: 7-12; cf. Isa. 51: 2)22 e incluso le fue predicho
en un sueño (Gén. 15: 12-16). En todo el Antiguo Testamento, el éxodo,
como acto divino de liberación de Israel de la esclavitud egipcia (Exo. 15:22),
se convierte en un paradigma para describir los futuros actos salvíficos de
Dios — en particular en relación con el éxodo de Israel del exilio babilóni
co y del regreso a la tierra prom etida (Eze. 20: 33; Isa. 43: 16-19; 52:
12)23— . «Si en el éxodo Yahveh salvó a su pueblo haciendo “camino en el
mar y senda en las aguas impetuosas” [Isa. 43:16], igual promete a los hijos
del exilio que, cuando atraviesen las aguas, estará con ellos: abrirá camino
en el desierto y ríos en la tierra estéril [Isa. 43: 19]».24
Los evangelistas, al describir la vida y el ministerio de Jesús en estos
términos, m uestran su familiaridad con este tem a profético. Marcos 1: 3
cita Isaías 40, vinculando la obra preparatoria de Juan el Bautista con el
nuevo éxodo de Isaías.25 M ateo ve el éxodo de Israel «recapitulado en la expe
riencia personal de Cristo».26 Su cita de Oseas 11:1, «De Egipto llamé a mi
hijo» muestra sensibilidad al contexto general de ese libro y de otros profetas
del siglo V III, que describen el regreso de Israel del exilio en térm inos
22. F. F. Bruce, 7he New Testament Development o f Oíd Testament Themes (Grand
Rapids: Eerdmans, 1968), 32, 33, señala la presentación de la ejemplaridad de
Abraham por parte del Nuevo Testamento (Hech. 7:2-7; Heb. 11: 8-10; cf Gál.
3 :8 ,9 ). f
23. Véase Bernard W. Anderson, «Exodus Typology in Second Isaiah», en IsraeVsPro-
phetic Heritage: Essays in Honor o f James Muilenburg, ed. B. Anderson y W. Harrel-
son (Nueva York: Harper, 1962), 177-195; Bruce, New Testament Development, 33.
24. Ibíd.
25. Véase, además, Rikki E. Watts, Isaiabs New Exodus and Markt W U N T 2, n° 88
(Tubinga: M ohr Siebeck, 1997).
26. Bruce, New Testament Development, 34. Davidson, «New Testament Use of the
Oíd Testament», 20, encuentra esta conexión ya presente en los oráculos de Bala-
am; cf. su observación adicional de la página 21: «Jesús indica su propia conciencia
de su papel de Nuevo Israel en el nuevo éxodo enfrentándose sistemáticamente a
las tentaciones del diablo con citas tomadas de Deuteronomio 6—8 (donde se re
sumen las tentaciones de Israel en el desierto)».
132 E l don de profecía en las E scrituras y en la hisioria
27. Ibíd., 20 (citando Ose. 2:14,15; 12: 9,13; 13: 4,5; Isa. 11:15,16; 35; 40: 3-5; 41:
17-20; 42: 14-16; 43: 1-3,14-21; 48: 20,21; 49: 3-5, 8-12; 51: 9-11; 52: 3-6,11,
12; 55: 12, 13; Amos 9: 7-15; Miq. 7: 8-20; cf. Jer. 23: 4-8; 16: 14, 15; 31: 32).
Véase ya Jindrich Mánek, «The New Exodus in the Books o f Luke», Novum Tes-
tamentum 2 (1957): 8-23; también David Daube, The Exodus Pattern in the Bible
(Londres: Faber &c Faber, 1963).
28. Joachim Jeremias, The Eucharistic Words o f Jesús (Londres: SCM, 1966).
29. Bruce, New Testament Development,25> 72-75.
30. Ver ahora The Great Controversy and the EmJofEvil: Biblicaland Iheological Studies
in Honor o f Angel Manuel Rodríguez in Celebration ofH is Seventieth Birthday,, ed.
Gerhard Pfandl (Silver Spring, Maryland: Biblical Research Institute, 2015)
3-116.
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 3 3
Tipológico
O tra forma en la que los autores bíblicos usan las Escrituras sugiera que
com partían una interpretación particular de la relación entre los Testa
mentos que puede ser descrita de forma óptima como tipológica.31 Es de-
eir, que ciertas personas, ciertos acontecimientos y ciertas instituciones es
tán «específicamente designadas» por Dios «para prefigurar predictivamente
su cumplimiento antitípico escatológico en Cristo y en las realidades del
evangelio orignadas por Cristo».32
Hay varios casos en que aparece la palabra typos (“tipo”) que son ilustrati
vos de esta interpretación tipológica de las Escrituras por parte de los autores
del Nuevo Testamento.33 Un tipo es una prefiguración divinamente ordenada
de una realidad futura (una persona, un acontecimiento o una institución) que
será aún mayor y más completa (el “antitipo ). Un caso de este uso de typos se
encuentra en la descripción que hace Pablo de Adán como «figura del que
había de venir», refiriéndose a Jesús (Rom. 5: 14). Los versículos inmediatos
(12-21) presentan un elaborado conjunto de contrastes entre Adán, como
cabeza original de la raza humana que trajo el pecado, la muerte y la perdición
al mundo, y Cristo, cabeza de una nueva humanidad, que trajo la justicia, la
vida y la justificación para los que reciben el «don de la justicia» (vers. 17).
Apariciones adicionales de typos extraen correlaciones entre los Testamentos
en términos de un acontecimiento (la rebelión de Israel en el desierto es una
advertencia para la iglesia 1 Cor. 10: 6,11) y de una institución (el santuario
terrenal refleja el original celestial, Heb. 8: 5).
Además del uso de este indicador lingüístico, hay otras formas en las
que se extraen relaciones tipológicas en el Nuevo Testamento. E n el Evan
gelio de M ateo, por ejemplo, Jesús señala a los tres días y tres noches de
Jonás en el vientre del gran pez como una «señal» (sémeion) que tipificaba
su muerte y su resurrección próximas, y que su obra es mayor (Mat. 12:38-41;
cf. Luc. 11: 2 9 ,3 0 ,32).34 M ás que im poner una interpretación tipológica
35. Véase R. T. France, Matthew: Evangelist and Teacher (Exeter, Reino Unido: Pa
ternóster, 1989), 190; cf. Robert H orton Gundry, The Use ofthe OldTestament in
St. Matthew's Gospel with Special Reference to the Messianic Hope (Leiden* Brill
1975), 210.
36. Gundry (ibíd,\y 228) sugiere plausiblemente un contexto histórico para el Salmo
110 como una legitimización del reinado de Salomón en la vejez de David en
medio de una lucha por el poder entre los hijos de este. El viejo rey se referiría a
Salomón como su «Señor» igual que antes había indicado respeto por Saúl como
gobernante elegido por Dios.
37. Nótese Davidson, «New Testament Use of the Oíd Testament», 24: El Salmo 2
pasa del rey davídico local como «hijo» de Yhwh «al ámbito cósmico del Hijo di
vino, el Mesías» (señalando al versículo 12, que usa lenguaje que en otros pasajes
de Salmos «siempre está reservado para la deidad»). «Este indicador tipológico
interno del Salmo 2 marca la tónica para el resto del salterio davídico: el mast% o
«ungido» davídico es un tipo del Mesías escatológico divino».
38. Ibtd., 24: «Lo que es implícito en los Salmos se vuelve explícito en los profetas.
[...] Los autores del N T y el propio Jesús [...] anuncian simplemente el cumpli
miento de lo que ya se indicaba en el AT». Esta hermenéutica es evidente, por
ejemplo, en la proclamación de Pedro (Hech. 2: 25-28, citando Sal. 16: 8-11) y
Pablo (Hech. 13:32-37, citando Sal. 2: 7, Isa. 55: 3,y Sal. 16:10, respectivamente).
Ver, además, Bruce, New Testament Development, 69-75.
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 3 5
Las alusiones hechas por los autores bíblicos también sugieren una re
lación tipológica. Por ejemplo, varias referencias al juicio final por fuego
(Sal. 50: 3 ,4 ; 97: 2-5; M iq. 1: 3,4; 1 Cor. 3: 13; 2 Tes. 1: 8; 2 Ped. 3: 12), y,
en particular, al «lago de fuego» (Apoc. 20: 9,14; cf. Sal. 46: 6; Nah. 1:5,6),
parecen identificar al diluvio de N oé con un tipo de la destrucción final
del mundo en el escatón. Incluso parece haber al menos un ejemplo de un
acontecimiento futuro que se usa como tipo que prevé y se correlaciona con
un acontecimiento aún mayor en el futuro. En el discurso en el M onte de
los Olivos, Jesús describe la inminente destrucción de Jerusalén (M at. 24:
15; Mar. 13:14; Luc. 21:20; cf. D an 9: 26, 27)39 y luego pasa a usar este
acontecimiento futuro como un tipo de la destrucción que ocurrirá en el fin
del mundo (M at. 24: 2 7 ,28/Luc. 21: 25,26).
Retórico
E n raras ocasiones, puede haber casos en los que los autores bíblicos
aluden al lenguaje de las Escrituras, o lo citan, pero parecen aplicarlo de
forma diferente a lo que se podría concluir de un estudio de su marco o
su contexto original. Un posible ejemplo de esto es la referencia de Pablo
en 1 C orintios 9: 8-11 al m andam iento mosaico: «No pondrás bozal al
buey cuando trille» (Deut. 25: 4). El apóstol parece estar usando el len
guaje del pasaje del A ntiguo Testam ento, pero lo aplica de forma distin
ta de su marco veterotestam entario.40 Sin embargo, Pablo defiende su
derecho (y de Bernabé) al apoyo económico de las iglesias para la labor
evangélica citando no solo a una “autoridad hum ana”, sino a «la ley de
Moisés» (vers. 8, 9). A cto seguido, Pablo pregunta: «¿Se preocupa Dios
por los bueyes o lo dice enteram ente por nosotros? Sí, por nosotros se
escribió esto, porque con esperanza debe arar el que ara y el que trilla,
con esperanza de recibir del fruto» (vers. 9, 10). Aunque algunos, para
am inorar la evidente tensión entre ella y la aplicación de Pablo de la
misma, se sienten obligados a postular la obviedad de que la ley deutero-
39. Sobre la terminología daniélica, véase PaulJ. Rayjr., «The Abomination ofDesola-
tion in Daniel 9: 27 and Related Texts: Theology of Retributive Judgment», en To
Understand the Scriptures: Essays in Honor o f William H. Shea, ed. David Merling
(Berrien Springs, Michigan: The Institute of Archaeology/Siegfried H. Horn Ar-
chaeological Museum, 1997), 205-213.
40. Las interpretaciones ofrecidas de este versículo aparecen resumidas en Kaiser, Uses
of the Oíd Testamenta 219.
136 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
Cumplimiento profético
Por ultimo, con respecto a la forma en que los autores bíblicos se refi
rieron al cumplimiento de la profecía y lo reconocieron, deberían tenerse
41. Es poco convincente la sugerencia de que Pablo «ha sacado con pericia de su en
voltura temporal un principio permanente, tal como Moisés quiso» (ibíd. 217* de
Í “ SÍ " ' í • ^ Barre" ’ Commentary tbe First Epistle to the Corintbians,
üiN 1C [reabody, Massachusetts: Hendrickson, 1993], 206).
42. Ver David Wenham, Paul: Follower o f Jesús or Founder o f Christianity? (Grand
Rapids: Eerdmans, 1995), 191-193. / l o
43. D. Instone-Brewer, «1 Corinthians 9: 9-11: A Literal Interpretation o f ‘Do not
Muzzle the Ox », NewTestament Studies 38, n° 4 (1992): 564, basa su conclusión
en como parece haber sido entendido comúnmente este texto legal en el Israel del
siglo I, juzgando por los escritos judíos del período del segundo templo, así como
por una evaluación minuciosa de las tradiciones tanaítica y rabínica relevantes
Anade: «Esta equivalencia entre «buey» y todos los obreros no es solo una sutileza
legal sino que se encuentra en la médula misma de la interpretación judía de su
Ley. Incluso cuando Josefo [Antigüedades 4.233 (8.21)] habla de la importancia
literal de la norma «No pongas bozal» para los bueyes, llama a los bueyes «nuestros
colaboradores» [syneirgasmenous]».
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 3 7
44. Las cuestiones relevantes para este estudio se han extraído de entre las menciona
das en Davidson, «Interpretación de la profecía del Antiguo Testamento», en E n
tender las Sagradas Escrituras: E l enfoque adventista, ed. George W. Reid (Doral,
Florida, 2009), 221-246.
45. Además de las numerosas citas del Antiguo Testamento en Mateo introducidas
por frases como «para que se cumpliera lo que fue dicho» (1: 22,23; 2: 14,15,17,
18,23; 4: 14-16; 8: 16,17; 12: 17-21; 13: 14,15; 13: 34,35; 21: 4,5; 27: 9,10; cf.
2:5,6) y de la afirmación de Jesús de que las Escrituras se deben cumplir (Mat. 26:
54; Luc. 24: 44), véanse Deuteronomio 18: 22; Isaías 46: 9-10; 1 Pedro 1:10-12.
46. Hay 6.641 de 23.210 versículos del Antiguo Testamento (28,6%) que contienen
material predictivo, según J. Barton Payne, Encyclopedia o f Biblical Prophecy: The
Complete Guide to Scriptural Predictions and Their Fulfillment (Grand Rapids:
Baker, 1973), 13,674,675, citado en Davidson, «Interpreting OldTestament Pro
phecy», 183.
47. Sobre que la expresión apocalíptica bíblica sea separable de escritos apocalípticos
gentiles tales como los Oráculos sibilinos e obras judías no inspiradas como 1 y
2 Esdras y 1,2 y 3 Enoc, que tienden a tener una estrecha perspectiva nacionalis
ta, véase Joel N. Musvosvi, «The Issue of Genre and Apocalyptic Prophecy», Asia
Adventist Seminary Studies 5 (2002): 45. La apocalíptica bíblica «contempla a un
Dios cósmico que se dirige al mundo entero con un mensaje eterno» (ibíd.).
48. Para una comparación conveniente de estos dos géneros de profecía bíblica, ver
Davidson, «Interpreting Oíd Testament Prophecy», 184,185.
49. También se saca material de forma significativa de Zacarías y del discurso en el
Monte de los Olivos (denominado a veces «el apocalipsis sinóptico»). Sobre aquel,
ver Marko Jauhiainen, «‘Behold, I am Corning’: The Use of Zechariah in Revela-
tion» (tesis doctoral, University of Cambridge, 2003), resumido en ídem, «“Be
hold, I am Corning”: The Use of Zechariah in Revelation», Tyndale Bulletin 56
(2005): 157-160. Sobre el segundo, ver Clinton Wahlen, «Mateo 24: 29: ¿Ya han
ocurrido las señales en el sol, la luna y las estrellas? En Textos bíblicos controversia-
les, ed. Gerhard Pfandl, (Doral, Florida: IADPA, 2013), 272-275.
138 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
Profecías mesiánicas
Los autores del Nuevo Testamento son categóricos en el sentido de que
las expectativas mesiánicas del Antiguo Testamento se cumplieron en Jesús
(por ejemplo, Luc. 24: 27; Juan 1: 45; 2 Cor. 1: 20).50 No obstante, algunas
profecías veterotestamentarias que parecen hechas a medida para una apli
cación mesiánica en el Nuevo Testamento (por ejemplo, Gén. 3: 15; Núm.
24: 17) no encuentran confirmación directa o explícita alguna de su cum
plimiento en la vida de Cristo.51 Otras profecías mesiánicas citadas por los
autores bíblicos son o bien difíciles de identificar (por ejemplo, M at. 2: 23)
o parecen no tener ningún apuntalamiento dentro del pasaje veterotesta-
mentario al que se hace referencia (vers. 15,18). Sin embargo, sometidas a
un escrutinio minucioso, estas profecías fueron citadas inteligiblemente
por los autores bíblicos en armonía con su contexto inmediato y con la
intención de conjunto del Antiguo Testamento.52
De los muchos pasajes que podríamos abordar, solo podemos conside
rar algunos ejemplos. Apoyándonos en la base tipológica de la que ya se ha
hablado, se afirma que el Salmo 2 (atribuido a David en Hech. 4: 25) se
cumplió en Jesús como Cristo (Hech. 4: 26; cf. Sal. 2: 2) e Hijo de Dios
(1 leeh. 13: 33; Heb. 1: 5; cf. Sal. 2: 7). Este salmo se extiende profética-
mente más allá del ámbito de la historia del Antiguo Testamento, porque
incluye un anuncio de que el Rey recibirá todas las naciones por herencia y
«los confines de la tierra» serían el límite de sus dominios (Sal. 2: 8,9; cf.
Apoc. 12: 5; 1 9 :15).53 E n una tónica similar, el propio Jesús sugiere que la
referencia de David al Mesías como su «Señor» (Sal. 110: 1) indica algo
más que el mero restablecimiento del linaje davídico (Mar. 12: 35-37; c f
1lech. 2: 34-36). Más específicamente, que este gobernante futuro fuera
“pastor” del “rebaño” de Dios hubiera de venir de Belén (Miq. 5 :2 -4 [T M
1-3]), la «ciudad de David», se cumple con el nacimiento de Jesús allí y
también lo afirman los autores del Nuevo Testam ento (M at. 2:4-6; Luc. 2:
4,11; c f Juan 7: 42).
Resulta sum am ente significativo que se anuncie que los Cánticos del
Siervo de Isaías 42-53 se cumplieron en Cristo (Mat. 8: 17; 12: 15-21;
Juan 12: 38; 1 Ped. 2:21,22; c f Mar. 10:45). E n el contexto de Isaías, estos
cánticos alternan entre referencias a una entidad colectiva (Israel, siervo de
Dios) y a un individuo (el Mesías), «lo que indica que el Siervo mesiánico
representará y recapitulará la experiencia del Israel del AT».54 Este Siervo
no puede ser sinónimo de Israel, porque hace volver a sus integrantes a
Dios (Isa. 49: 5,6) y, en último término, es herido por las transgresiones de
estos (Isa. 53: 8). Este cántico final «también representa la resurrección del
Mesías, su ministerio intercesor sumo sacerdotal y su exaltación real (Isa.
52: 13; 53: 1 1 ,12)».55
nación santa (Éxo. 19: 4-6). Según Pablo, aunque el llamamiento de Israel
fue incondicional (Rom. 11: 1,29), la continuidad de su identificación con
el pueblo de Dios estaba condicionada a su respuesta a Jesús (vers. 22,23;
cf. Ose. 1: 9, 10).56 Según pone de manifiesto el Antiguo Testamento, la
tierra nunca fue la posesión exclusiva de Israel; era la tierra de Dios (Ose.
9: 3; Jer. 2: 7), una tierra santa (Sal. 78:54), y, por lo tanto, había de guardar
un sábado cada siete años y no podía ser perm anentem ente vendida (Lev.
25: 2, 23). La permanencia de Israel en la tierra estaba condicionada a la
obediencia. E n caso contrario, la perdería (y la perdió) cuando la nación
fuese dispersada (Isa. 1: 19,20; Jer. 7: 3-15).57
Así, el regreso de Israel a la tierra también conllevaba un regreso espiri
tual & Señor (Isa. 10: 20,21; Jer. 23: 5-8; cf. Eze. 37). Según hemos visto,
un aspecto sustancial de la misión del Siervo en Isaías era ocasionar este
regreso a Dios. Tal regreso lo logró Jesús juntando un «pequeño rebaño»
(Luc. 12: 32, PER) o remanente (Rom. 9:27; 11:5) de Israel en función de
la respuesta que recibió de sus integrantes.58 Según los profetas, este Israel
nuevamente reconstituido enseñaría a todas las naciones (Isa. 2: 2-4; Mal.
1:11) e incluiría a todas las naciones (Isa. 66: 19,20; Zac. 8: 20-23).
Los autores del Nuevo Testamento dan testimonio de este Israel más
incluyente, en el que «no hay judío ni griego [...], porque todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descen
dientes de Abraham sois, y herederos según la promesa» (Gál. 3:28,29; cf.
Rom. 9: 6). Así, Pablo puede hablar del «Israel de Dios» (Gál. 6: 16) y de
la circuncisión como un asunto «del corazón» (Rom. 2: 29), perteneciente
a los que se glorían «en Cristo Jesús» (Fil. 3: 3); Pedro puede describir a los
cristianos como «real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios»
(1 Ped. 2: 9; cf. Exo. 19: 6); y Juan puede escribir de aquellos en cuya fren
te figura el nombre del Padre y del Cordero (Apoc. 14: 1) en contraposi
ción evidente con «los que dicen ser judíos y no lo son» (Apoc. 2: 9; 3: 9).
E n todo el Nuevo Testam ento aparecen claras imágenes que describen a
56. Ver también Clinton Wahlen, «Romanos 11:26: ¿Todos los judíos serán salvos?»,
En Textos bíblicos controversiales, ed. Gerhard Pfandl, (Doral, Florida: IADPA,
2013), 336-340.
57. Un estudio de este tema y de otros afines que sigue siendo valioso es Hans K.
LaRondelle, The Israel o f God in Prophecy: Principies ofProphetic Interpretation (Be-
rrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 1983), 135-146.
58. Sobre el concepto de remanente en las proclamaciones de Juan el Bautista y Jesús
en el contexto del judaismo del segundo templo, véase Clinton Wahlen, «El rema
nente en los Evangelios», en E l remanente: el enfoque adventista (Doral, Florida
2013), 43-62.
El uso de las Escrituras por parte de los autores bíblicos 1 4 1
Conclusión
Los autores bíblicos usan las escrituras de maneras diversas, pero nun
ca se cuestiona la historicidad de ningún acontecimiento consignado. Al
contrario, se acepta la realidad de todo el relato de la historia bíblica, in
cluyendo los relatos de la creación, la caída y el diluvio. D e modo similar,
se acepta sin cuestionamiento que ocurrirán los acontecimientos futuros
profetizados, como el juicio y la segunda venida. La confianza en la uni
dad, la claridad y la veracidad histórica de las Escrituras subyace a su cita
ción por los autores bíblicos. U n estudio m inucioso de estas citas y de
cómo las aplican los autores bíblicos muestra su interpretación de la inten
ción original (exegética), así como su conciencia de los versículos circun
dantes y de cómo se relacionan los pasajes que citan con el contexto gene
ral de las Escrituras.
Los relatos de la actividad divina, tanto pasada como futura, constitu
yen fuentes para la reflexión teológica profunda, utilizándose imágenes
clave para describir la actividad divina de maneras un tanto diferentes pero
relacionadas. La creación y el éxodo se convierten en motivos de esperanza
y salvación futuras, porque la actividad pasada de Dios ilumina cómo actúa
en tiempos posteriores. Los autores bíblicos también indican que ciertas
personas, ciertos acontecimientos y ciertas instituciones del pasado tienen
una relación tipológica con una realidad futura que cumple el propósito
divino de manera más perfecta. E n un caso (1 Cor. 9: 8-11), parece que las
Escrituras son citadas retóricam ente: usando el lenguaje del texto, pero
aplicándolo de m anera diferente de su propósito original. Sin embargo,
tras una inspección más detallada, tam bién es posible percibir este caso
como un uso exegético con una aplicación en armonía con normas del siglo
I para una interpretación literal de las Escrituras.
E n cuanto a profecía, los autores bíblicos no muestran vacilación alguna
en la aceptación del elem ento predictivo, que es más om nipresente de lo
que a veces se ha reconocido. También está presente en los libros apocalíp
ticos de Daniel y Apocalipsis, distinguibles de la profecía general que ca
racteriza a la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento. Los autores
del Nuevo T estam ento prestan especial atención a las profecías (y a los
142 E l don de proeecIa en las E scrituras y en la historia
tipos) del M esías, incluyendo los Cánticos del Siervo de Isaías, que en su
contexto original parecen alternar entre significados colectivos e indivi
duales. Las profecías del A ntiguo T estam ento relativas a Israel recibir
atención particular de los autores del Nuevo Testamento, que parecen ha
ber discernido en las Escrituras la intención divina general: que Israel llegó
a la existencia como nación para adorar a Dios y que se trata, en prim er
lugar y sobre todo, de una entidad espiritual.
E n ningún lugar de las Escrituras se sugiere jamás que Dios reconsti
tuiría a Israel como una nación secular. AI contrario, los israelitas fueron
instados reiteradamente a responder en obediencia a la palabra de Dios; así
serían una bendición para las naciones y estarían dotados para enseñar a
esas naciones sobre el Dios verdadero. Este principio general pasa al perío
do del Nuevo Testamento, porque la respuesta de Israel a Jesucristo, que
cumplió las esperanzas mesiánicas de los profetas, determina el futuro de
la nación y la salvación del individuo. Las más brillantes esperanzas previs
tas en el Antiguo Testam ento se cumplen a una escala que transciende a
esta vida y a este mundo presente. Encontramos estas esperanzas, que antes
no habían pasado de vislumbres, especialmente en el libro de Apocalipsis,
presentadas de nuevo de forma más plena y grandiosa y a una escala uni
versal, cósmica incluso. Así se pone de manifiesto que las anteriores pro
mesas de Dios registradas en su Palabra, lejos de estar anuladas o cancela
das, se recogen y se aplican de tal m odo que «todo Israel» — el Israel de
Dios— será salvo y que un cielo nuevo y una tierra nueva en los que mora
la justicia han sido preparados especialmente para él.
Por último, teniendo en cuenta la coherencia y la confianza implícita
con la que manejan las Escrituras los diversos autores bíblicos, tanto del
A ntiguo como del Nuevo Testam ento, sería razonable esperar que cual
quier autor inspirado posterior emplee un método interpretativo similar.
Capítulo V
1. Véanse, por ejemplo, John Day, Yahweh and the Gods and Goddesses o f Canaan,
Journal for the Study of the Oíd Testament Supplement Series 265, ed. David J.
A. Clines y Philip R. Davies (Sheffield: Shefíield Academic Press, 2000); Israel
Finkelstein y Neil Asher Silberman, The Bible Unearthed: Archaeologys New Vision
o f Ancient Israel and the Origin o f Its Sacred Texts (Nueva York: Free Press, 200);
Mark S. Smith, The Origins of Biblical Monotheism: IsraeVs Polytheistic Background
and the Ugaritic Texts (Nueva York: Oxford University Press, 2001).
2. Véanse, por ejemplo, Jeffrey J. Niehaus, Ancient Near Eastern Themes in Biblical
Theology (Grand Rapids: Kregel,2008 [Kindle]); John N. Oswalt, The Bible Among
the Myths (Grand Rapids: Zondervan, 2009); John D. Currid,Against the Gods: The
Polemical Theology o f the Oíd Testament (Wheaton, Illinois: Crossway, 2013).
3. Según una obra estándar, alusión es la «incorporación deliberada, por parte de un
poeta, de elementos identificables de otras fuentes, precedentes o contemporá
neas, textuales o extratextuales» (Alex Preminger y T. V. F. Brogan, eds., The New
Princeton Encyclopedia o f Poetry and Poetics [Princeton, Nueva Jersey: Princeton
University Press, 1993], 38,39). Este estudio adopta esta definición, con la obser
vación de que una «alusión» puede no siempre ser tan «deliberada» como la de
scripción puede implicar.
144 E l don de profecía en las E scrituras y ln la historia
4. Varias referencias indican familiaridad con las culturas y los sistemas políticos del Próxi
mo Oriente antiguo: Isaías 10: 8, JER («¿No son [los] jefes [de Asiria] todos ellos re
yes?»), y Amos 1:5, NVI (el «que empuña el cetro en Bet Edén»), por ejemplo, indican
familiaridad con el sistema asirio de virreyes nombrados con el pleno apoyo del rey
asirio (véase Stephanie Dalley, «Assyrian Court Narratives in Aramaic and Egyptian:
Historical Fiction», en Proceedings of the X IV Rencontre Assyriologique Internationale:
Historiography in the Cuneiform World’ ed. Tzvi Abusch, Paul-Alain Beaulieu, John
Huehnergard, Peter Machinist y Piotr Steinkeller [Bethesda, Maryland: CDL Press,
2001], 151). Aparece una familiaridad similar en los profetas que ejercieron su ministe
rio en las épocas babilónica y persa. Pueden sugerirse algunas razones de tal familiari
dad: En primer lugar, deberíamos considerar la presencia militar y administrativa de las
grandes potencias del Próximo Oriente en Canaán durante gran parte de su historia
(por ejemplo, Isa. 36; 37 (par. 2 Rey. 18: 17-19: 37). En segundo lugar, las relaciones
comerciales y diplomáticas pueden haber facilitado el acceso a textos literarios y a otros
documentos que, aunque fueran accesibles únicamente a la elite, acabaron alcanzando a
segmentos más amplios de la población local. Se ha señalado que se enviaron embajadas
desde Judá a las capitales neoasirias para entregar tributo, como muy tarde, ya en 734 a.
C. (véase Shawn Zelig Aster, «The Image of Assyria in Isaiah 2:5-22: The Campaign
M otif Reversed»,/<9wrrctf/of the American Oriental Society 127, n° 3 [2007]: 249). Estas
legaciones fueron guiadas por los palacios asirios y adoctrinadas mediante su exposición
al arte asirio (véase J. N. Postgate, Taxation and Conscription in the Assyrian Empire
[Roma: Pontifical Biblical Institute, 1974], 119-130). En tercer lugar, los asirios crearon
relieves en roca y estelas reales en las tierras adyacentes y circundantes de Judá. En cu
arto lugar, algunos profetas, como Ezequiel, pueden haber tenido una exposición di
recta a una cultura extranjera. En quinto lugar, según atestiguan algunos descubrimien
tos arqueológicos, parece que circularon documentos cuneiformes por la tierra de Israel
(véase Wayne Horowitz, Takayoshi Oshima y Seth L. Sanders, Cuneiform in Canaan:
Cuneiform Sourcesfrom theLand of Israel inAncient Times [Jerusalén: Israel Exploration
Society, Hebrew University of Jerusalem, 2006]). Así, ya fuera mediante contacto di
recto con documentos escritos o a través de la exposición oral a la propaganda de las
potencias dominantes, puede darse por sentado que grandes segmentos de la población
israelita y judía estaban familiarizados con los motivos culturales y con textos del en
torno general de Próximo Oriente antiguo.
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 4 5
Alusiones literarias
Esta sección muestra cómo algunas frases y algunos temas usados en
los oráculos proféticos evocan la dicción de la propaganda regia, de los
tratados de vasallaje del Próximo Oriente antiguo y de los textos ugaríticos.
Propaganda regia
Isaías 1: 7 anunció la devastación de la tierra usando una fraseología
que se parece mucho a los antiguos anales reales del Próximo Oriente:
«Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra
tierra delante de vosotros comida por extranjeros».5 Aunque tales anuncios
de destrucción aparecen en otras partes del A ntiguo Testam ento, la se
cuencia de lemas — desolar; quemar;fuego, ella— es exclusiva de este pasaje.
Curiosamente, aparece fraseología similar en las inscripciones reales asi
rias6 de Tiglat-pileser I (1114-1076 a.C.) a Sargón II (721-705 a.C.). M e
rece atención un ejemplo particular, encontrado en los Anales de Asur-
nasirpal II (883-859 a.C.), en los que el rey se jacta de la destrucción de
Kaprabi: «La ciudad arrasé, destruí, quemé con fuego. La consumí».7 D e
beríamos observar que el significado y la secuencia léxica arrasé/destruí/
quemé/la consumí se parece mucho a Isaías 1: 7.8
En la misma tónica, Isaías cita al rey asirio para expresar los fines de su
conquista: «Quité los territorios de los pueblos, saqueé sus tesoros» (Isa. 10:
13). Ciertamente, esta frase aparece en varios lugares más del Antiguo
Testamento. Sin embargo, se ha observado que en todos los demás casos
alude a Deuteronomio 19:14 (cf. Isa. 27:17), que prohíbe la ampliación de
la propia parcela a base de trasladar los postes de los vecinos. Solo en Isaías
10: 13 se refiere la frase a la extensión territorial de un imperio. Así, puede
que sea razonable suponer que Isaías estuviera familiarizado con expresio
nes tales como el siguiente fragmento de una inscripción de Tiglat-pileser
III (745—727 a.C.): «Sarrabani (y) B it-S a’alli arrasé (///., destrocé) has
ta sus fronteras más lejanas. [...] Esas tierras las incorporé a las fron
teras asirias».9
O tro pasaje digno de consideración usa las metáforas de aguas torren
ciales y de una gloria abrumadora para representar al rey de Asiria en su
marcha contra Judá: «He aquí que el Señor hace subir contra ellos las aguas
del Río embravecidas y copiosas. Desbordará por todos sus cauces, (el rey
de Asur y todo su esplendor) invadirá todas sus riberas. Seguirá por Judá
anegando a su paso, hasta llegar al cuello. Y la envergadura de sus alas abar
cará la anchura de tu tierra, Emmanuel» (Isa. 8: 7, 8,JER). La metáfora del
agua para representar a un ejército invasor y el motivo de la gloria del rey
extranjero pueden aludir a conceptos similares de las inscripciones asirias.
En cuanto a la imagen de las aguas, bastará señalar que Salmanasar III
(858-824 a.C.) se jactó de esta manera: «Descargué sobre ellos una inun
dación devastadora. Los amontoné en zanjas y llené la amplia llanura de
los cadáveres de sus guerreros».10 Isaías hizo el motivo aún más explícito
ligándolo al Río, referencia al Éufrates, el río más significativo de Asiria.
En cuanto al concepto de gloria, varios documentos se refieren a la gloria y
la majestad del monarca asirio. Asurnasirpal II (883-859 a.C.) se refería a
sí mismo como «el rey de gloria». Y Salmanasar III (858-824 a.C.) afirmó
que escribió en el risco de una m ontaña «la gloria de mi poder, los triunfos
(/zV., caminos, resultados) de mi poderío».11 Así, al referirse a las aguas y a
la gloria para representar el poderío abrumador del rey asirio, el profeta
puede haber tenido presente el lenguaje y la iconografía de las inscripcio
nes asirias.
Isaías describió cómo se percibía el rey asirio usando como imagen la
marcha del monarca hacia occidente ascendiendo a las montañas para cor
tar la preciada madera del Líbano. Tal representación transmite más que la
culminación con éxito de los proyectos arquitectónicos. De hecho, el m oti
vo de tan «heroico viaje»12 transmite el gran alcance del poderío militar del
rey, al que Isaías cita así*. «Con la multitud de mis carros subiré a las alturas
de los montes, a las laderas del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses
escogidos; llegaré hasta sus más elevadas cumbres, a su bosque más fron
doso» (Isa. 37: 24). Resulta llamativo que una inscripción neoasiria atribui
da a Salmanasar III (858-824 a.C.) se parezca muchísimo a las palabras
recién documentadas: «Ascendí al monte Amanus (y) corté vigas de cedro
(y) enebro. M arché hasta el monte Atalur, donde se alza la imagen de
Anum-Kirbe. (Y) erigí mi imagen con su imagen».13
En otro ejemplo de este motivo, el profeta predijo de Yahveh lo que el
rey asirio afirmaba de sí mismo. E n Isaías 41: 19 el Señor promete: «Haré
crecer en la estepa cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la tierra
árida cipreses, olmos y bojes juntamente». Así, mientras que el rey asirio,
como mucho, podía afirmar que tenía el poder de alcanzar los montes del
Líbano y cortar su madera, la afirmación del Señor superaba con mucho la
del monarca gentil. El Señor, como Dios creador, haría que crecieran en el
desierto cedros y otros árboles para que las naciones entendieran que «vean
y conozcan, y adviertan y entiendan todos que la mano de Jehová hace esto,
que el Santo de Israel lo ha creado» (vers. 20).
Así, aunque el motivo del viaje heroico forma parte de la tradición me-
sopotámica en su conjunto y aparece en otro lugar de la colección de los
profetas (Hab. 2: 17), la bien formada evocación de este motivo en Isaías,
que parece ser el primer caso dentro del Antiguo Testamento, puede indi
car que Isaías debe de haber «sabido de él por canales neoasirios».1415A de
más, según hemos señalado, también aparece en Isaías el mismo motivo
para subrayar el sin par poderío de Dios, que lograría infinitamente más de
lo que jamás podría conseguir un rey gentil.
Isaías también anunció que las naciones traerían a los exiliados esparci
dos «como una ofrenda \minháh\ para Jehová, en caballos, en carros, en li
teras, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén» (Isa. 66: 20).
Esta lista de caballos, carros, literas, mulos y camellos, a la que se hace re
ferencia como una ofrenda o un tributo al Señor, se hace eco de algunas
listas en las que un monarca deja constancia del tributo recibido de nacio
nes extranjeras. M uchas de tales listas provienen de los asirios, según
ejemplifica una inscripción que menciona «caballos, muías, camellos bac-
trianos, ganado (y) ovejas» llevados a Tiglat-pileser III (745—727 a.C.)
22. Martti Nissinen, Robert Kriech Ritner, C. L. Seow y Peter Machinist, Prophets
andProphecy in theAncientNearEast,Wútings from the Ancient World, tomo 12
(Atlanta: Society of Biblical Literature, 2003), 139.
23. Maximilian Streck, Assurbanipal und die letzten assyrischen Kónige bis zum Unter-
gange Ninivebs (Lipsia: J. C. Hinrichs, 1916), 37.
24. Gordon H. Johnston, «Nahum’s Rhetorical Allusions to the Neo-Assyrian Lion
Motif», Bibliotheca Sacra 158, n° 631 (2001): 286-307.
25. Ibid., 295.
26. Ibíd.
150 El. DON Dt PROFECIA f N LAS ESCRITURAS Y EN IA MIS10NIA
27. Veanse Robert B. Chisholm.Jr., Handbook on tbe Propbets: Isaiah, Jeremiah, Lam-
entat'ons, Ezekiel, Daniel, Minar Propbets (Grand Rapids: Baker Academic, 2002),
Sl*™ y ^ er" U ChaPln Tenney, eds., The Zondervan Encyclopedia o f
tbe Bible (Grand Rapids: Zondervan, 2009), H -L , 822.
28. Vease Grant Frame y A. Kirk Grayson, «An Inscription of Ashurbanipal M en-
tiomng the Kidinnu of Sippar», State Archives of Assyria Bulletin 8, n° 2 (1994):
29. Véanse Maximilian Streck,AssurbanipaI und die letzten assyriscben Kónige bis zum
Untergange Ntntvefo’s (Lipsia: J. C. Hinrichs, 1916), 51-54; A. Kirk Grayson, «As-
synan Roya1 Inscnptions: Literary Characteristics», en Assyrian RoyalInscriptions:
New Honzons, ed. F. M. Fales (Roma: Istituto per 1’Oriente, 1981), 45.
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 51
cu los mares; pues secabas tus ríos, enturbiabas las aguas con tus pies y pi
soteabas sus riberas”. Así ha dicho Jehová, el Señor: “Yo extenderé sobre ti
mi red con la reunión de muchos pueblos, y te harán subir con mi red »
(vers. 2, 3). Por lo tanto, la esperanza de Judá de que Egipto pudiera apo
yarlo contra los babilonios carecía de fundamento firme. A pesar de su
afirmación de ser un león, al faraón se le daría caza como a un cocodrilo.
Tratados de vasallaje
Aparecen otras conexiones entre la literatura profética los textos del
Próximo O riente antiguo en los paralelos entre las maldiciones en los tra
tados asirios y los anuncios de juicio en los profetas. Algunos estudios han
concluido que los profetas se valieron de los antiguos tratados de maldicio
nes para manifestar sus sentencias judiciales.30 En particular, las maldiciones
contra Asiria anunciadas por Nahúm muestran paralelos significativos con
las maldiciones registradas en los tratados neoasirios. Estos documentos
difieren de otras fuentes extrabíblicas, ya que contienen maldiciones que
son exhaustivas, concretas, gráficas y distintivas.31 D ado que los reyes asi
rios transmitían sus mensajes diplomáticos no solo a los reyes extranjeros,
sino tam bién a la población (cf. 2 Rey. 18: 26-36),32 cabe suponer que el
profeta haya conocido tales documentos o tradiciones y que haya echado
mano de ellos intencionalmente para formular sus invectivas contra el ene
migo asirio. En este sentido, merecen atención los siguientes paralelos en
tre Nahúm y los tratados de vasallaje de Esarhadón (VTE):33, 34 (1) la m aldi
ción de oscuridad (Nah. 1: 8 y V T E 422-424); (2) la destrucción de la
descendencia y del nombre (Nah. 1:14 y V T E 543,544); (3) la destrucción
35 S brKl0S f Ue.rrer0* q.Ue se comPortan como mujeres temerosas, véase Hillers, 66-
o fS e tr^ C P g langostas, véase Joseph A. F.tzmyer, The Aramaic Inscriptions
ojSefire. Commentary (Roma: Pontificio Istituto Bíblico, 1995), 45 (IA 27-32)
C ursesí°434t0 n ’ <<NahUm’S R hetorical A llusions to N eo-A ssyrian Treaty
37. Ibid. ’
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 5 3
La literatura ugarítica
En Isaías 27: 1, perícopa que representa el juicio escatológico y la vic
toria decisiva de Dios sobre las fuerzas del mal, se encuentra un llamativo
paralelo verbal con un texto extrabíblico: «En aquel día Jehová castigará
con su espada dura, grande y fuerte a Leviatán [liwyátán\, la serpiente ve
loz \bárfh\, a Leviatán [liwyátán]yla serpiente tortuosa [ 'aqallátón\\ y m a
tará al dragón que está en el mar». Las restricciones de espacio no permiten
un análisis detallado de este versículo, pero para el fin de este estudio seña
laremos sus paralelos verbales con un texto ugarítico en el que M ot m en
ciona una victoria anterior de Baal sobre Lotan (=Leviatán).38 El pasaje
ugarítico dice lo siguiente: «Cuando mataste a Lotan (Itn), la Serpiente
huidiza {brti), aniquilaste a la Serpiente tortuosa ( qltn)y la Potentada de
siete cabezas [...]».39
Ambos textos comparten un vocabulario tan específico que se ha su
puesto que el pasaje de Isaías es “casi una cita” del texto ugarítico. Sin em
bargo, debería descartarse el préstamo literario, dada la distancia cronoló
gica entre el texto ugarítico (c. 1400-1200 a.C.) y el pasaje de Isaías (c. 750
a.C.). Pero las evidentes similitudes requieren alguna explicación, que se
expondrá con más detalle en la última sección de este capítulo. Por ahora,
cabe sugerir que el profeta tal vez haya estado familiarizado con la icono
grafía o con la noción compartida de que la serpiente (o Leviatán, si a eso
vamos) acabaría siendo destruida. Así, aunque el texto ugarítico expresó
esta idea en términos míticos o politeístas, Isaías elaboró el mismo tema
dentro del marco de la religión monoteísta verdadera.
U n ejemplo final proviene de Oseas, donde parece que el profeta utiliza
iconografía y expresiones encontradas en la literatura ugarítica para dar el
máximo realce a su advertencia contra la apostasía del pueblo de Dios
cuando ese pueblo, entre otros pecados, se entregó al culto a Baal (véase
Ose. 2: 8; 13: 1). En este sentido observamos que Oseas se refiere a la
muerte y la resurrección de Israel de formas que se parecen a lo que se sabe
de Baal por los textos ugaríticos. Examinemos un par de pasajes. «Después de
dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos delante
38. Véase James Todd Hibbard, «Intertextuality in Isaiah 24-27: The Reuse and Evo-
cation of Earlier Texts and Traditions» (tesis doctoral, University of Notre Dame,
2003), 237.
39. Mark S. Smith y Simón B. Parker, Ugaritic Narrative Poetry, Writings from the
Ancient World, tomo 9 (Atlanta: Scholars Press, 1997), 141 (KTU 1.5 1 1-4).
154 Ei ijon dí pRorrciA i n i as E scriiuras y i n la hisioria
de él» (Ose. 6: 2).4(1 Después, Oseas documenta que Dios dice: «De manos
del seol los redimiré, los libraré de la muerte. M uerte, yo seré tu muerte; yo
seré tu destrucción, seol» (Ose. 13: 14). Y el versículo siguiente presenta el
secamiento de los manantiales y de las fuentes de agua (vers. 15).
Resulta llamativo que la iconografía de la muerte, la resurrección y la
sequía evoque la representación de Baal en los textos ugaríticos: Baal moría
lo que traía la sequía y resucitaba todos los años en primavera. Tal
iconografía parece estar reflejada en la form a en que Oseas describe la
suerte de Israel. Tales paralelos pueden indicar que el profeta haya usado
tal fraseología a m odo de invectiva contra el culto a Baal. D ado que el
pueblo se había vuelto a Baal, compartiría la suerte que se suponía que le
correspondía a Baal mismo. Es decir, que la gente se pasase al culto a la
fertilidad de Baal dio como resultado la m uerte, no la vida; la sequía, no
la fertilidad. Sin embargo, a pesar del pecado del pueblo, Dios tenía un
mensaje de esperanza. Si se producía el arrepentimiento, Dios era capaz de
lograr por su pueblo lo que Baal nunca podría hacer: los levantaría de la
muerte y les daría vida nueva.
Alusiones teológicas
Los paralelos entre los profetas hebreos y la literatura del Próximo
Oriente no están confinados a simples frases y motivos, sino que pueden
incluir temas teológicos significativos, tales como el día del Señor, el fin del
mal, la resurrección y la esperanza mesiánica, el fin de la muerte y el ban
quete escatológico. Esta sección intenta explorar con atención las similitu
des y las diferencias.
40. Para un estudio detallado de este pasaje, véase John Day, «Resurrection Imagery
from Baal to the Book of Daniel», en Congress Volume, ed. J. A. Emerton (Leiden*
Brill, 1997), 125-133. ‘
41. Según Richard H. Hiers, «Day of the Lord», en David Noel Freedman, ed ..Anchor
Bible Dictionary (Nueva York: Doubleday, 1992), 2:82.
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 5 5
Abel. 15,16), mientras que otros esperan ese día como un nuevo éxodo (por
ejemplo, Joel 2: 20)42 o un día en que Dios restauraría la prosperidad de su
pueblo y daría paso a una era de felicidad y de bendiciones abundantes bajo
su propio gobierno (Isa. 2: 2-4; 29: 18,19; 11:10; M iq. 4: 6,7). En cuanto
a los orígenes del día del Señor, los eruditos han planteado como hipótesis
diversas explicaciones, tales como la teofanía, la promulgación de maldicio
nes contractuales y festividades de entronización, la guerra santa o diferen
tes combinaciones de estas.43 A pesar de los empeños eruditos, no ha sur
gido ningún consenso, lo que hace de la cuestión del origen un punto en
tela de juicio en este estudio.
No obstante, deberíamos acudir a algunos textos extrabíblicos en los
que aparece un tema similar. Varios textos sumerios, hititas, egipcios y se
míticos de diversos lugares y momentos presentan la idea de que un gran
rey o soberano podía emprender con éxito una campaña militar o toda una
guerra de conquista en un solo día.44Tal empresa militar daría como resul
tado una expansión territorial, pero tam bién podía implicar la venganza
contra naciones enemigas.45 Algunas referencias deberían bastar para de
mostrar cómo se representaba esta idea en la literatura no bíblica.
E n la Autobiografía de Idrim i (siglo XV a.C.), el rey de Alalakh afirma
que «un día, se volvieron a mí, a una, Niya, Amae, M ukis y Alala/?, mi ciu
dad. M is aliados lo oyeron y se presentaron ante mí. Cuando hicieron un
tratado conmigo, los afirmé como aliados míos».46 Un texto hitita denom i
nado «Los hechos de Suppiluliuma» (siglo X3V a.C.) pone: «La había si
tiado durante siete días. Después, al octavo día libró una batalla contra ella
durante un día y la [tomó (?)] al octavo día, en [un solo] día».47 E n una
carta al faraón, encontrada en Amarna, Rib-Addi de Biblos solicita: «Envía
42. Véanse Duane A. Garrett, Hosea, Joel> The New American Commentary, tomo
19A (Nashville: Broadman & Holman, 1997), 370; Richard D. Patterson, «Won-
ders in the Heavens and on the Earth: Apocalyptic Imagery in the Oíd Testa-
m e n t Journal o f the Evangelical Theological Society 43, n° 3 (2000): 390; William
J. Dumbrell, The Faith o f Israel: A Theological Survey o f the Oíd Testamenta 2a ed.
(Grand Rapids: Baker Academic, 2002), 123.
43. J. D. Barker, «Day of the Lord», Mark J. Boda y Gordon J. McConville, eds., Dic-
tionary o f the Oíd Testament: Prophets (Downers Grove, Illinois: IVP Academic;
Inter-Varsity Press, 2012), 134-136.
44. Véase Douglas Stuart, «The Sovereigns Day of Conquest», Bulletin ofthe American
Schools of Oriental Research 221 (1976): 159-164.
45. Véase ibtd.
46. CS, 1:479.
47. Ibíd, 190.
156 El don de profecía en las E scrituras y en la historia
48. William L. Moran, The Amarna Letters, edición en inglés (Baltimore: Johns Hop-
kins University Press, 1992), EA 132.
49. James Bennett Pritchard, ed., TheAncient Near East an Anthology ofTexts and Pu
tares, 3a ed. con suplemento (Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press
1969), 253,254.
50. CS, 2:138.
51. F. W. Dobbs-Allsopp, J. J. M. Roberts, C. L. Seow y R. E. Whitaker, eds., Hebrew
lnscriptions: Textsfrom the Biblical Period with Concórdame (New Haven, Con-
necticut: Yale Press, 2005), 234 (KAjr 15 [yeso], Eneas 5,6).
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 5 7
La resurrección
La resurrección de los muertos constituye uno de los temas culminan
tes de la escatología profética.54 Aunque no se trate de un tema om nipre
sente en el Antiguo Testamento, pasajes tales como Isaías 26: 19; Oseas 6:
2; Ezequiel 37: 1-14; y Daniel 12: 2, 13 muestran con claridad que la
creencia en una resurrección formaba parte del mensaje profético.55 A un
que en algunos casos la resurrección indica restauración nacional más que
levantar a un individuo de entre los muertos, lo cierto es que los profetas
afirmaron que Dios tenía poder para levantar a las personas de entre los
muertos y, por lo tanto, que la muerte podía ser vencida. Por esta razón
podían concebir la resurrección tanto en términos nacionales como indivi
duales. Aunque algunos episodios que entrañan una resurrección en los pri
meros profetas (ver 1 Rey. 17: 17-24; 2 Rey. 4: 31-37; 13: 20, 21) propor
cionan un antecedente canónico de la fe en la resurrección en los profetas,
es preciso que reconozcamos la presencia de este concepto en textos no
bíblicos del Próximo O riente antiguo para situar el mensaje profético de
lante de un telón de fondo mayor.56
Según atestigua la literatura ugarítica (1400-1200 a.C.), en la antigua
Canaán existía la creencia de la muerte y el resurgimiento del dios Baal.
Según los textos del ciclo baálico, Baal experimentaba una resurrección
54. Véase Gerhard F. Hasel, «Resurrection in the Theology of Oíd Testament Apoca-
lyptic», Zeitschriftfür die alttestamentliche Wissenschaft 92, n° 2 (1980): 267-284.
55. Para una reseña reciente de este tema en el Antiguo Testamento en su conjunto,
véase Jon Paulien, «The Resurrection and the Oíd Testament: A Fresh Look in
Light of Recent Research», Journal o f the Adventist Theological Society 24 n° 1
(2013): 3-24.
56. Véase Tryggve N. D. Mettinger, The Riddle o f Resurrection: «Dying and Rising
Gods» in the Ancient Near East, Coniectanea Biblica, tomo 50, ed. Tryggve N. D.
M ettinger y Stig I. L. Norin (Estocolmo: Almqvist & Wiksell International,
2001 ).
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 5 9
57. Day, «Resurrection Imagery from Baal to the Book of Daniel», 125-133.
58. Véase Mettinger, 213.
59. CS, 1:486.
60. Ernst F. Weidner, Politische Dokumente aus Kleinasien (Boghazkói-Studien. Hil-
desheim: G. Olms, 1970), 42,43 (vers. 28); 128,129 (vers. 24), citado en Niehaus,
Kindle, loe. 1727.
61. Véanse E. A. Wallis Budge, Osiris and the Egyptian Religión of Resurrection, (Lon
dres: Philip Lee Warner, 1911), 1:1-23; M. Heerma van Voss, «Osiris», en Karel
van der Toom, Bob Becking y Pieter W. van der Horst, eds., Dictionary ofDeities
andDemons in the Bible (Leiden, Brill, 1999), 650.
62. Oswalt, 59.
63. Aunque esto puede ser consecuencia de la naturaleza fragmentaria de la evidencia
conservada en los registros epigráficos. Además, puede ser que la gente común
pueda haber tenido algún indicio de esta esperanza, pero, dada la naturaleza de la
transmisión de los procesos culturales antiguos, no dejara constancia alguna de sus
creencias.
160 El don de profecía en las E scrituras v en la historia
la nación (por ejemplo, Eze. 37) y también para los individuos (por ejem
plo, Dan. 12:2). Según el testimonio profético, la resurrección y la vida más
allá del sepulcro no es un privilegio que se otorgue a divinidades y reyes,
sino una esperanza ofrecida a todos.
La esperanza mesiánica
Entre los mensajes de juicio, los profetas presentaron mensajes de esperan
za sobre un rey futuro que traería justicia y paz al país. Basándose en el pacto
davídico,64 tales oráculos proféticos anunciaban la venida de un rey justo que
gobernaría según la voluntad de Dios. De varios oráculos mesiánicos (por
ejemplo, Isa. 7:10-16; Miq. 5:1-5; Amos 9:11-15; Jer. 33:14-18; Eze. 37:24-28;
Hag. 2: 20-23), pueden destacarse dos en aras de la ejemplificación: «Saldrá
una vara del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces» (Isa. 11:1); «Vie
nen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como
Rey, el cual será dichoso y actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra.
En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con
el cual lo llamarán: “Jehová, justicia nuestra”» (Jer. 23: 5,6).
Tales anuncios de esperanza en la venida de un gobernante ideal tienen
algunos paralelos interesantes en la literatura no bíblica. Textos de Egipto
y M esopotamia predicen la llegada al poder de reyes que lograrán traer la
paz, la justicia y la prosperidad, aunque estos oráculos solían escribirse,
como medio de legitimar su gobierno, después de que el rey se sentara en
el trono.65 Algunos fragmentos bastarán para ejemplificar el tenor de estos
mensajes. La profecía de M arduk66 dice así:
64. Véase Martin Tennison Akins, «The Theological Influence of the Davidic Cove-
nant on the Biblical Understanding of the Messiah» (tesis doctoral, Southwestern
Baptist Theological Seminary, 1995), 211-221.
65. Victor Harold Matthews, Mark W. Chavalas y John H. Walton, The IVP Bible
Background Commentary; Oíd. Testament, ed. electrónica (Downers Grove, Illinois:
InterVarsity Press, 2000), sobre Isaías 11:1.
66. Esto se refiere a acontecimientos del siglo XII a.C. Matthew Neujahr, Predicting
the Past in the Ancient Near East: Mantic Historiography in Ancient Mesopotamia,
Judah, and the Mediterranean World, Brown Judaic Studies (Providence, Rhode
Island: Brown Judaic Studies, 2012), 26.
67. Ibíd., 31.
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 61
El fin de la muerte
La representación gráfica del fin de la muerte en Isaías y Oseas muestra
ciertos paralelos fascinantes con la representación de M ot (la muerte) en el
ciclo ugarítico de Baal. Según Isaías, el Señor «destruirá en este monte la
cubierta tendida sobre todos los pueblos, el velo que envuelve a todas las nacio
nes. Destruirá a la muerte para siempre, y enjugará Jehová el Señor las lá
grimas de todos los rostros y quitará la afrenta de su pueblo de toda la
tierra; porque Jehová lo ha dicho» (Isa. 25: 7, 8). Oseas usa una fraseología
similar y habla de la «destrucción» de la muerte: «De manos del seol los
redim iré, los libraré de la m uerte. M uerte, yo seré tu m uerte; yo seré tu
destrucción, seol. La compasión se ocultará de mi vista» (Ose. 13: 14).
El banquete escatológico
O tro tema que merece cierta consideración es el banquete escatológico
descrito en Isaías. Tras establecer su gobierno sobre Sion, «Jehová de los
ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares su
culentos, banquete de vinos refinados, de sustanciosos tuétanos y vinos ge
nerosos» (Isa. 25: 6). U na comida dispuesta sobre un monte, junto con una
referencia a ancianos (Isa. 24: 23), parece reminiscente de la comida de
pacto entre Dios y los setenta ancianos de Israel en el monte Sinaí (Éxo.
24: 9-11). Jeremías 51: 39 y Sofonías 1: 7-9 también representan al Señor
como anfitrión de un banquete, aunque en el contexto del juicio contra
los impíos.
E n esta coyuntura deberíamos señalar que, en el mundo del Próximo
Oriente antiguo, compartir una comida era una metáfora religiosa muy
conocida, especialmente en el contexto de la guerra divina. Normalmente,
«cuando se ha ganado la batalla, los dioses se congregan y celebran la vic-
Experiencia común
Parece lógico que algunos paralelos pertenezcan a un acervo de expre
siones e iconografía que los profetas compartían con el contexto del Próxi
mo O riente antiguo en su conjunto. E n esos casos, los profetas pueden
74. Dennis E. Smith, «Messianic Banquet», David Noel Freedman, ed., The Anchor
Bible Dictionary (Nueva York: Doubleday, 1992), 4:789.
75. CS, 1:401.
76. Mark S. Smith, The Ugaritic Baal Cycle (Leiden: BriU, 1994), 595 (CAT 1.4 vi 53-59).
164 El don de profecía en las E scrituras y en la historia
Intención retórica
E n otros casos, el profeta puede haber aludido a lenguaje e iconografía
de la propaganda regia asiria para retratar los efectos devastadores de la
invasión asiria sobre Judá. Dado que la audiencia contemporánea debe de
haber conocido tal lenguaje, el efecto retórico contribuiría a dar mayor
impacto al mensaje. En otros casos, los profetas pueden haber aludido a tal
lenguaje con intención de lanzar invectivas, concretamente para aplicar al
Señor lo que el rey extranjero afirmaba de sí mismo. Es patente para el
profeta que el poder y la gloria que los reyes gentiles reivindicaban para sí
mismos solo podían ser ciertos en el Señor. Por lo tanto, Isaías podía usar
el lenguaje y la iconografía de los anales reales asirios, que hablan de la
gloria del rey asirio, para poner de relieve la gloria de Dios. Dado que aque
llos reyes se representaban a sí mismos como leones o como cazadores de
leones, algunos profetas aludieron magistralmente a esta iconografía para
enmarcar su mensaje. Así, Oseas se refiere al Señor como un león que m ar
cha contra su pueblo, lo cual, en el contexto, constituye una referencia iró
nica al rey asirio, que actuaría como un instrum ento del juicio de Dios
contra el pueblo. Aunque el rey asirio se creyera el león que se precipitaba
sobre la presa, el profeta usó ese mismo lenguaje para representar al Señor
como el león supremo.
77. Véase Loren R. Fisher, Duane E. Smith y Stan Rummel, eds., Ras Shamra Paral-
lels: The Textsfrom UgaritandtheHebrew Bible, tomo 2, Analecta Orientalia,50 (Roma:
Pontiíidum Institutum Biblicum, 1975), 401-422.
Los profetas hebreos y la literatura del Próximo Oriente antiguo 1 6 5
Revelación general
Puede que algunas similitudes no se expliquen satisfactoriamente si
nada más tomamos en cuanta la función de una experiencia común o de un
uso retórico. De hecho, puede haber algunos paralelos en el ámbito de los
temas y los conceptos teológicos, tales como el pacto, el templo y la realeza,
que subyacen a segm entos significativos de la literatura profética (y de
la Biblia). Conceptos teológicos tales como la lucha entre el bien y el mal y la
guerra en el cielo también aparecen en algunos textos del Próximo Oriente
antiguo.80 M ás específicamente, según se ha destacado más arriba, algunos
textos expresan la esperanza de un rey y un mundo ideales de formas que
Sumario y conclusiones
Como se ha señalado más arriba, un estudio comparativo de la literatu
ra profética y de los textos no bíblicos del Próximo O riente antiguo de
muestra una cantidad significativa de frases, motivos y conceptos teológi
cos paralelos. Aunque no sean exhaustivas, las observaciones presentadas
con respecto a los textos que hemos analizados pueden ser aplicadas a otros
paralelos no abordados en este estudio. Por ello, los siguientes comentarios
resumen y concluyen este estudio:
sr
reñidas con la revelación de Dios.
- **-—
4. En el caso de temas paralelos como
ranza mesiámea, se señaló que gunos vehículo para la revela-
surgido bajo la supervisión dtvrn, para serv de «o rn a rse a la
1. A no ser que se indique algo distinto, todas las citas de las Escrituras están toma
das de la versión Reina-Valera de 1995.
2. Paul A. Kruger, «Depression in the Hebrew Bible: An Update», Journal ofNear
Eastern Studies 64 (2005): 187.
172 El don de profecía en las E scrituras y en la historia
3. Véanse, por ejemplo, Hans Walter Wolff, Anthropology ofthe OldTestament (Lon
dres: SCM, 1974); John W. Rógerson, Anthropology and the Oíd Testament, Ih e
Biblical Seminar (Sheflield: JSOT, 1984); Bernard Lang, ed., Anthropological Ap-
proaches to the Oíd Testament, Issues in Religión and Theology (Filadelfia: Fortress,
1985); Antonio Carmona Rodríguez, «El hombre en el judaismo», Estudios bíblicos 57
(1999): 589-611; Robert A. di Vito, «Oíd Testament Anthropology and the Con-
struction of Personal Identity», Catholic Biblical Quarterly 61 (2000): 217-238;
Bernd Janowski, «Der Mensch im alten Israel. Grundfragen alttestamentlicher
Anthropologie», Zeitschriftfúr Theologie undKirche 102 (2005): 143-175; Gerald
A. Klingbeil, «Between T and ‘We’: The Anthropology o fth e Hebrew Bible and
Its Importance for a 21st-Century Ecclesiology», Bulletin fo r Biblical Research 19
(2009): 319-339; Annette Schellenberg, Der Mensch, das Bild Gottes? Zum Cedan-
ken einer Sonderstellung des Menschen im Alten Testament und in den weiteren altori-
entalischen Quellen, Abhandlungen zur Theologie des Alten und Neuen Testa-
ments 101 (Zúrich:TVZ, 2011).
4. Véase Norman R. Gulley, Systematic Theology: Creation, Christ, Salvation (Berrien
Springs, Michigan: Andrews University Press, 2012), 109-116.
5. Aecio E. Cairus, «La doctrina del hombre», en Teología,fundamentos bíblicos de
nuestrafe, ed. Raoul Dederen (Doral, Florida: IADPA, 2005), 2: 233-287.
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 7 3
ocurre algo que desencadena una emoción en una persona. A veces otra
emoción es suscitada o amplificada por nuestra evaluación de la circuns
tancia con posterioridad. Elizabeth Phelps, psicóloga de la Universidad de
Nueva York, nos recuerda el estrecho vínculo entre la mente y las emocio
nes.15 Las emociones son generadas por los pensamientos y los recuerdos,
y estos reaccionan entonces en los procesos mentales y refuerzan o inhiben
ciertos procesos mentales. Es incluso posible generar una emoción m e
diante representaciones imaginadas.16
Las emociones sirven, en cierto sentido, como detectores de la relevan
cia. Por lo general, reaccionamos emocionalmente por personas y cosas
que nos importan. Se ha sugerido que las emociones tam bién son la mayor
influencia en el com portamiento y que pueden interrum pir una secuencia
conductual y hacer de desencadenante para la fijación de m etas y p la
nes nuevos.17
Las emociones tienen un im pacto en la comunicación y en la interac
ción social. El aspecto físico, aunque a menudo involuntario, de las expre
siones faciales lleva a una reacción en el interlocutor en una conversación.
Los sutiles cambios en las expresiones no verbales pueden indicar disonan
cia con respecto a las expresiones verbales y a la comunicación.18
Considerando el uso terminológico actual, es im portante distinguir en
tre un estado de ánimo y una emoción. En general, se concibe a las emocio
nes como respuestas de alta intensidad a circunstancias que actúan como
estímulos, mientras que los estados de ánimo están «caracterizados por una
relativa predominancia duradera de ciertos tipos de sensaciones subjetivas
que afectan a la experiencia y al comportamiento de una persona».19 N or
malmente resulta difícil identificar un desencadenante particular de un
estado de ánimo.20 A m enudo hay combinaciones de factores fisiológicos y
ambientales que llevan a cierto estado de ánimo.
21. Scherer, «What Are Emotions? And How Can They Be Measured?», 709.
22. Obsérvense en especial la importante aportación de Fernando C ande, «Revela
ción e inspiración, en Entender las Sagradas Escrituras: E l enfoque adventista ed
George W. Reid (Doral, Florida: IADPA, 2009), 59-94; así como el capítulo de
este volumen escrito por Ángel Manuel Rodríguez. Canale ha recordado a los
adventistas que los modelos teológicos de inspiración verbal o inspiración de
ideas conllevan deficiencias metodológicas inherentes y que, por ello, deberían
ser sustituidos por un «modelo bíblico de inspiración».
23. FrankM . Hasel, «Revelation and Inspiration», en TheEllen G. WhiteEnciclopedia
ed. Dems Fortín y Jerry Moon (Hagerstown, Maryland: Review and Herald,’
2013), 1088.
24. Peter M . van Bemmelen, Revelación e Inspiración, en Teología: Fundamen
tos bíblicos de nuestra fe, ed. Raoul D ederen (Doral, Florida: IA D PA , 2005),
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 7 7
»
La inspiración no obra en las palabras del hombre ni en sus expre
siones, sino en el hombre mismo, que está imbuido con pensamien
tos bajo la influencia del Espíritu Santo. Pero las palabras reciben la
impresión de la mente individual. [...] La mente y voluntad divinas
se combinan con la mente y voluntad humanas.25
25. Elena G. de W hite, Mensajes selectos (Mountain View, California: Pacific Press
Publishing Association, 1966), 1:24.
26. Ibíd., 1:29.
27. Debido a limitaciones de espacio y al diseño general de este estudio, no nos esfor
zaremos en presentar una crítica exhaustiva de la base filosófica que sustenta los
diversos enfoques. La inclusión en esta reseña no denota respaldo.
28. Gary A. A nderson,^ Time to Mourn, A Time to Dance. The Expression o f Grief and
Joy in Israelite Religión (University Park, Pensilvania: Pennsylvania State Univer-
sity Press, 1991). La primera publicación modélica que relacionó las emociones
con iconografía corporal fue publicada por E. Dhorme en 1923. Cf. E. Dhorme,
Lemploi métaphorique des noms de parties du corps en hébreu et en akkadien (París:
Librairie Orientaliste Paul Geuthner, 1963 [reimpresión]).
178 El oon de profecía in las E scrituras y en la historia
29. Nils S. Fox, «Clapping Hands as a Gesture of Anguish and Anger in Mesopota
mia and in Israel», Journal o f the Ancient Near Eastern Society 23 (1995): 49-60.
30. Mark S. Smith, «The Heart and Innards in Israelite Emotional Expressions:
/iono\ Anthropology and Psycholog y», Journal o f Bíblica! Literature 117
(1998): 427-436.
31. Ibt'd, 436.
32. Kruger hizo de Doktorvater para la tesis de Gerald A. Klingbeil en 1995. Sus
publicaciones, organizadas en una secuencia temporal, incluyen Kruger, «A Cog-
mtive Interpretation of the Emotion of Anger in the Hebrew Bible», 181-193-
iden,'.«TheObscureCombination3ñv7a>.K,iinIsaiah30:27:AnotherE>escription
íor Anger?», Journal o f Northwest Semitic Languages 26 (2000): 155-162; ídem. «A
Cogmtive Interpretation of the Emotion of Fear in the Hebrew Bible», Journal o f
Northwest Semitic Languages 21 (2001): 77-89; ídem. «Ahab’s ‘Slowly’ Walking
Vobn o ^ n0ther L° ° k At 1 KíngS 2 h 27», Journal o f Northwest Semitic Languages
29 (2003): 133-142; ídem, «On Emotions and the Expression of Emotions in the
ü ld Testament: A Few Introductory Remarks», Bihlische Zeitschrift 48 (2004):
213-228; ídem, «Depression in the Hebrew Bible: An Update», 187-192; ídem
«The Face and Emotions in the Hebrew Bible», 651-662. ’ ’
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 7 9
40. Esther Grushkin, «Emotions and Their Effect on the Human Body as Depicted
ín the Hebrew Bible» (tesis doctoral, New York University, 2000). Grushkin cu
brió las siguientes emociones: pena, temor, ira, compasión, gozo y felicidad.
41. David Nathaniel Phinney, «The Prophetic Persona in the Book of Ezekiel: Auto-
biography and Portrayal» (tesis doctoral, Yale University, 2004).
42. Cf. Angela Thomas, Anatomical Idiom and Emotional Expression: A Comparison of
the Hebrew Bible and the Septuagint (Sheffield: Sheffield Phoenix, 2014).
43. Phinney, «The Prophetic Persona in the Book of Ezekiel: Autobio’graphy and Por-
trayal», resumen.
44. Las emociones intensas pueden ser medidas fisiológicamente. La presión san
guínea elevada, la sudoración, una mayor frecuencia cardiaca y los espasmos
musculares, entre otros fenómenos físicos, pueden indicar respuestas emotivas
corporales.
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 81
ron las piernas”, o que la declaración hecha por una persona hizo que nos
hirviera la sangre”. Kruger ha incluido una útil lista de 19 cambios fisioló
gicos que denotan tem or en la Biblia hebrea.45 Incluyen la agitación física
(que implica el “estremecimiento” [Éxo. 19: 16; 15: 15, 18]; el temblor
[Hab. 3: 16; Hag. 2: 7]; un mayor ritmo cardiaco (Sal. 38: 10,11); que la
sangre deje el rostro (el hebreo qiblfsúpá rür en Nahúm 2 :1 0 ,1 1 significa
literalm ente “hicieron acopio de palidez”); el erizam iento del pelo (Job
4: 14,15); la incapacidad de moverse (Éxo. 15: 16); la incapacidad de res
pirar (Dan. 10: 17); etcétera. D e modo similar, Kruger enumera muchas
expresiones metafóricas que implican ira, incluyendo el cuerpo como reci
piente de la ira (Isa. 30: 27; Eze. 38:18); el aumento de la ira que produce
vapor (2 Sam. 22: 9; Job 4: 9); la ira como fuego (Isa. 30: 27; Jer. 4: 4; etc.);
o la ira como un adversario (Sal. 69: 24-26) o un anim al peligroso (Eze.
43: 8).46 La emoción positiva del gozo a menudo implica dominios semán
ticos de cánticos y proclamaciones. Además, el gozo puede verse en distin
tas partes del cuerpo. El gozo alegra el semblante (Prov. 15: 13) e ilumina
los ojos (vers. 30). El gozo también está marcado por una boca llena de
risas (Job 8: 21; Sal. 126: 2).47
45. Kruger, «A Cognitive Interpretation of the Emotion of Fear m the Hebrew Bi-
ble», 79-87. .. T . f ,
46. Pueden encontrarse más ejemplos en Kruger, «A Cognitive Interpretation of the
Emotion of Anger in the Hebrew Bible», 187-191.
47. Los Salmos son un hervidero emocional que expresa toda la gama de emociones
humanas y divinas. El problema de los salmos imprecatorios (por ejemplo, Sal. 5;
17; 28; 35; 40; 55; 59; 70; 71; 79; 80; 94; 129; 137; 139; 140) y su relación con la
teología y la ética bíblicas ha engendrado numerosos estudios que han ocupado
monografías enteras. Véanse, por ejemplo, muy recientemente John N. Day, «The
Imprecatory Psalms and Christian Ethics», Bibliotheca Sacra 159 (2002): 166-186;
Nancy L. DeClaissé-Walford, «The Theology of the Imprecatory Psalms», en
Soundings in the Theology of Psalms: Perspectmes andMethods in Contemporary Schol-
arship, ed. Rolf Jacobson (Minneapolis: Fortress, 2011), 77-92,176-178; Brent A.
Strawn, «Sanctified and Commercially Successful Curses: O n Gangsta Rap and
the Canonization of the Imprecatory Psalms», Theology Today 69, n° 4 (2013):
403-417. Las limitaciones no permitirán un análisis apropiado de estas provoca
doras expresiones de emociones de venganza dirigidas hacia enemigos y adversa
rios. Considerando la naturaleza integrada de la teología y la inspiración bíblicas,
el argumento evangélico de que estas emociones son coherentes con un pacto
veterotestamentario, pero incoherentes con el nuevo pacto deben ser desechadas.
La existencia de una gama completa de emociones humanas en los Salmos es un
buen recordatorio del hecho de que todas las emociones pueden ser llevadas a
Dios y pueden expresársele a él. Además, uno de los motivos clave de los salmos
imprecatorios implica la justicia divina. Su existencia en el Salterio señala al día
182 E l don de profecía en l a s E s c r i e u n a s y en i a
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(1 Rey 3 7) aunqu d Z T eVOC‘ h P " ° « P « * S n de Salomón
Las emociones y los escntos proféticos en la Biblia 1 8 3
51. Aquí, el texto hebreo dice, literalmente, «y yo fui con amargura y con el calor [o la
ira] de mi espíritu» (Eze. 3: 14). Leslie C. Alien, Ezekiel 1-19, Word Biblical
Commentary 28 (Dallas: Word, 1994), 43, señala que «el lenguaje usado evoca
experiencias proféticas preclásicas y caracteriza a Ezequiel con las credenciales
cargadas de autoridad de un profeta a la vieja usanza de la talla de Elias [...]. El
fenómeno sobrenatural tuvo un efecto en [la] mente [de Ezequiel], así como en su
cuerpo, una excitación emocional que lo asió como efecto subjetivo de la fuerte
mano de Yahveh sobre él».
52. Lamar Eugene Cooper, Ezekiel\ New American Commentary 17 (Nashville:
Broadman 8c Holman, 1994), 83. Véase también Daniel I. Block, «Text and Emo-
tion: A Study in the ‘Corruptions’in Ezekiels Inaugural Vision (Ezekiel 1:4-28)»,
Catholic Biblical Quarterly 50 (1988): 439.
184 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
empeño por mitigar el tem or de Moisés («Yo estaré contigo» [Éxo. 3: 12];
«yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar» [Éxo. 4: 12])!
Moisés está en ascuas emocionalmente durante todo el encuentro, como
dem uestra su huida cuando su vara se transform ó en una serpiente y en
una señal (vers. 3). Por fin, Moisés se queda sin excusas, pero sigue tenien
do demasiado miedo de aceptar el llamamiento. Sus últimas palabras que
pronunció en este encuentro con Dios son: «¡Ay, Señor! envía, te ruego, a
cualquier otra persona» (vers. 13). Parecería que, dado que Dios no tuvo
éxito en lograr que Moisés renunciase a sus temores, lo hace escoger entre
dos temores. Exodo 4 :1 4 nos dice literalmente que «se calentó la nariz de
H W H », lo cual es traducido por la RV95 como «Jehová se enojó contra
Moisés». Algunos intérpretes han subrayado la naturaleza concesiva de la
lra * 10S’ ^UC Poc^n a traducirse: «aunque el Señor se enojó con M oi
sés...».’3 Parece que este fue el empujón emocional que Moisés necesitó
para iniciar su viaje de vuelta a Egipto y a un ministerio pleno y confiado
por el Señor.
53. Cf. Douglas K. Stuart, Exodus, New American Commentary 2 (Nashville: Broad-
man Se Holman, 2006), 137.
54. G. K. Beale, The Book o f Revelation, New International Greek Testament Com-
mentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1999), 213, destaca el cuádruple patrón que
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 8 5
implica la observación de una visión, darse de bruces por el temor, ser fortalecido
por un ser celestial y luego recibir una revelación ulterior por parte de ese ser.
55. Véase Robert G. Bratcher y Howard Hatton,v4 Handbook on the Revelatwn tojohn,
UBS Handbook Series (New York: United Bible Societies, 1993), 246. David E.
Auné, Revelation 17-22, Word Biblical Commentary 52c (Dallas: Word, 1998),
938, interpreta el término más como perplejidad y desconcierto.
56. Beale, 860, 861, llama la atención del lector sobre el texto de la LXX de Daniel 4:
17 y 19, donde se utiliza el mismo verbo griego, thaumazó. El texto arameo de la
(vers. 16 de la versión masorética) expresa la idea de estar horrorizado. «La perple
jidad v el pasmo pueden ser una buena traducción de los términos griegos en
consonancia con el uso de la palabra en otros lugares del N T (Mat. 27: 14; Mar.
12: 17; 15: 5; etc.)».
186 E l don u i phoficia ln las E scnifunas y in la misionia
61. El tema de la idolatría, tratándose de una de las razones clave del juicio divino y
del exilio, está muy extendido en Jeremías. Véanse, por ejemplo, las referencias de
Jeremías 2: 8,23; 9:13 [TE 9: 14]; 19: 5; 23: 13; 32: 29,35; etc. Cf. John Arthur
Thompson, The Book ofjeremiah, The New International Commentary on the Oíd
Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1980), 674.
62. La sección no es introducida con un divino «Así dice Jehová», sino con «Habló
Jeremías a todo el pueblo» (Jer. 44:20). El profeta reitera el mensaje divino por su
implicación con su originador divino.
63. El libro de Jeremías contiene varias confesiones importantes, incluyendo 11: 18
- 12: 6; 15: 10-21; 17: 14-18; 18:18-23; 20: 7-18, que a menudo tienen la forma
de lamentos. C f Robert C. Culley, «The Confessions ofjeremiah and Traditional
Discourse», en A Wise andDiscerning M in d 'Essays in Honor ofBurke O . Long, ed.
Saúl M. Olyan y Robert C. Culley, Brown Judaic Studies 325 (Providence, Rhode
Island: Brown Judaic Studies, 2000), 69-81.
64. Jack R. Lundbom,Jeremiah 1-20. A New Translation with lntroduction and Com
mentary, Anchor Bible 2 1 a (Nueva York: Doubleday, 1999), 637, 638, nos recu
erda el hecho de que las referencias al «riñón», el «corazón» y a «probar» se hacen
eco del lenguaje de los Salmos (cf. Sal. 7:10 [TE 7: 9]; 17:3; 26:2; Prov. 17:3; 21:2).
«Yahveh prueba los pensamientos humanos y los sentimientos humanos, pudien-
do representar cualquiera de ellos a toda la persona».
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 8 9
A modo de conclusión
El breve repaso de la vinculación emocional de los profetas bíblicos en
su m inisterio profético sugiere que los profetas no eran simplemente un
conducto para las palabras de Dios. Las emociones formaban parte de la
experiencia de la visión y son parte integrante del proceso de inspiración.
Reconocer perspectivas de la investigación de las ciencias cognitivas y
la psicología puede ayudarnos a entender diferentes maneras en las que las
emociones contribuyeron a la experiencia profética.
E n vista del hecho de que las emociones son desencadenadas normal
mente por circunstancias que actúan como estímulos, experimentar a Dios
en visión desencadenaba emociones en los profetas bíblicos durante la vi
sión y con posterioridad a la misma. Estas emociones habrían sido reforza
das con cada recuerdo posterior y cada narración del incidente. Esto actua
ba como un recurso mnemotécnico y contribuía a mantener la visión
fresca en la mente del profeta, así como en su audiencia.
Las emociones hacen de detectores de la relevancia. Así, las expresiones
emocionales en los libros proféticos pueden servir para destacar ciertos
temas o secciones de una visión. La reacción de Daniel a la profecía de las
2,300 tardes y mañanas sirve para realzar la importancia, eleva la tensión y
subraya la posterior explicación de esta profecía (cf. Dan. 8: 27).68
En un m omento sumamente emotivo las personas recuerdan detalles
que normalmente no son capaces de recordar. Por ejemplo, la mayor parte
de la gente puede acordarse de dónde estaba y qué hacía cuando se ente
ró de los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas de M an
hattan. La emoción, en este caso, hacía de instantánea y ayudaba al profeta
67. O. Palmer Robertson, The Books ofNahum, Habakkuk, and Zephaniah, New Inter
national Commentary on the Oíd Testament (Grand Rapids: Eerdmans 19901
242,243. ’ h
68. Obsérvese también el llanto de Juan en Apocalipsis 5, que aumenta la importancia
de la ruprura final de los sellos y subraya la centralidad y la importancia del Cor
dero, que es el único digno de romper los sellos.
Las emociones y los escritos proféticos en la Biblia 1 9 1
69. Para más información, véase Block, 418-442, y su análisis de las supuestas inco
herencias y «corrupciones» de la visión inaugural de Ezequiel. Compárese tam
bién Phelps, 30-33, para más sobre la memoria y la emoción.
70. La elección del lenguaje también está estrechamente asociada con el género. Por
ejemplo, los profetas usaban lamentos a menudo (cf. Lamentaciones, Amos 5) o
incluso una canción de amor (Isa. 5), que desencadenaría más emoción. Algunos
recibieron incluso instrucciones para que fueran más allá con lecciones prácticas
escenificadas (Eze. 4:1-12; Jer. 13:1-11; 27:1-22; 28:10; 44: 8-13; etc.).
i
Capítulo VII
1. Hay varios estudios excelentes de este tema. Ver en especial Herbert E. Douglas,
Mensajera del Señor: E l ministerio profético de Elena G. de White (Nampa, Idaho:
Pacific Press, 1998).
2. Obtuve mi doctorado en teología (T h.D ., que pasó a denom inarse después
Ph.D.) en estudios bíblicos de la Universidad Andrews, con especialización en
Antiguo Testamento, subespecialización en Nuevo Testamento y un campo de
afinidad de teología sistemática. M i tesis fue un estudio hermenéutico interdis
ciplinar que implicaba el uso neotestamentario del Antiguo Testamento (rela
ciones tipológicas).
194 E l don de. profecía en las E sckiiukas y en la mis loria
una lectura minuciosa del texto bíblico en las lenguas originales. Estas ex
periencias me han recordado reiteradamente declaraciones que hizo Elena
G. de W hite en el sentido de que, dado que se presta poca atención a la
Biblia, el Señor nos ha dado sus escritos como una luz m enor que nos lleva
a la luz mayor (es decir, las Escrituras).3
A ntes de co m partir ejem plos concretos, tengam os en cuenta lo si
guiente:
E n prim er lugar, no me propongo dar a entender que si uno sim ple
mente estudia los escritos de Elena G. de W hite ya no es necesario estu
diar las Escrituras. De hecho, creo precisamente lo contrario. H e procura
do demostrar que el don divino de la inspiración profética resulta evidente
en los escritos de Elena G. de W hite porque (entre otras razones) su pro
funda percepción de los pasajes bíblicos parece estar más allá de su capaci
dad humana, dada su propia falta de familiaridad con las lenguas bíblicas
originales. Pero estas y otras percepciones inspiradas del texto bíblico de
berían motivarnos a volver a las Escrituras, y comprobar si las percepciones
de ella están, de hecho, apoyadas por la exégesis bíblica, y luego a compar
tir las verdades distintivas del movimiento adventista, especialmente con
otras personas que no son de nuestra fe, únicamente con las Escrituras, no
con los escritos de ella.
E n segundo lugar, Elena G. de W hite, ciertam ente no ha agotado el
significado de estos y otros pasajes bíblicos. Su muestreo de tesoros en
terrados que se encuentran en la Biblia debería empujarnos a ahondar en
las E scrituras por nosotros m ism os, utilizando todas las herram ientas
exegéticas disponibles para encontrar la riqueza adicional contenida en
las mismas.
E n tercer lugar, Elena G. de W hite usa a menudo fraseología bíblica en
sus escritos en los que está claro por el contexto que no está buscando dar
perspectivas exegéticas específicas en cuanto a un pasaje bíblico dado. Po
demos comparar esto con la común expresión española «He escapado por
los pelos»: está claro que los que usamos esta expresión, transmutada de
una alusión bíblica, en una conversación ordinaria no estamos intentando
hacer exégesis de Job 19:20 («he escapado con solo la piel de mis dientes»),
fuente original de esta cita. ’
3. «Poco caso se hace de la Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los
hombres y mujeres a la luz mayor» (Elena G. de W hite, «Dear Brethren and Sis-
ters», Review andHerald, 20 de enero de 1903,15; también en Ídem, Mensajes se
lectos [Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1984],
3:32; ídem, E l colportor evangélico [Buenos Aires: Asociación Casa Editora Su
damericana, 1967], 174).
Percepciones de Elena G. de White sobre las Escrituras 1 9 5
En cuarto lugar, no sugiero que sea necesario saber griego y hebreo para
contar con una comprensión sólida de la Biblia o de los escritos de Elena
G. de W hite. El mensaje principal de las Escrituras es manifiesto en cual
quier versión a un idioma moderno que uno pueda leer. Pero el conocimien
to de las lenguas originales es útil para los especialistas en estudios bíblicos,
cuando los eruditos sondean las profundidades del significado de un pasa
je bíblico dado en toda su belleza y su riqueza.
En quinto lugar, no defiendo una teoría de inspiración verbal, ni para
los autores bíblicos ni para Elena G. de W hite. Tanto la Biblia como Elena
G. de W h ite ponen de manifiesto que Dios inspiró pensamientos a sus
profetas y que no les dictó el mensaje verbalmente. A la vez, tanto los au
tores bíblicos como Elena G. de W h ite expresan tanta dependencia del
Espíritu Santo al comunicar el mensaje inspirado como al recibirlo, lo cual
conlleva en ocasiones la dirección divina en la selección de las palabras
apropiadas para expresar la verdad. El Espíritu Santo imbuyo a los instru
mentos humanos de la verdad divina en ideas y, así, los ayudo a escribir
para que expresaran fielmente en palabras apropiadas las cosas que les fue
ron divinamente reveladas.4
Por último, no afirmo haber resuelto todas las dificultades relativas a las
alusiones de Elena G. de W hite a los textos bíblicos, o en áreas en las que
Elena G. de W hite presenta vislumbres de las Escrituras que no he podido
verificar mediante una exhaustiva exégesis bíblica. E n algunos casos, puede
que Elena G . de W h ite haya visto en visión detalles de la historia bíbli
ca que no estén consignados en el registro bíblico. En otros casos, ciertos inves
tigadores modernos han señalado discrepancias aparentes entre algunas
de las descripciones de acontecimientos históricos por parte de Elena G. de
W h ite y el registro bíblico de esos acontecimientos. E n una ocasión tuve
4 1 Cor 2: 10-13; 2 Tim. 3: 16, 17; 2 Ped. 1: 19-21. Elena G. de W hite escribe:
«Dependo tanto del Espíritu del Señor para relatar o escribir una visión como
para tenerla. Es imposible que yo recuerde cosas que me han sido mostradas a
menos que el Señor las haga surgir delante de mí en el momento que a él le place
que yo las relate o escriba» {Spiritua! Gifts [Battle Creek, Michigan: James W hite,
1860] 2-292 293; republicado en ídem, Mensajes selectos [Mountain View, Cali
fornia’: Pacific Press Publishing Association, 1966], 1:41). «Aunque dependo
tanto del Espíritu del Señor para escribir mis visiones como para recibirlas, sin
embargo las palabras que empleo para describir lo que he visto son mías, a menos
que sean las que me habló un ángel, las cuales siempre incluyo entre comillas»
(ídem, en «Questions and Answers», Review and Herald, 8 de octubre de 1867,
260; republicado en ídem, Mensajes selectos, 1:41,42]). «El Espíritu de Dios obra
sobre mi mente y me da palabras apropiadas con las cuales expresar la verdad»
(ídem, carta 325,1905; publicado en ídem, Mensajes selectos, 3:56,57).
196 E l üon de profecía en las E scrituras y en la historia
una larga lista de estas discrepancias aparentes, pero la lista ha ido m en
guando continuamente ante la luz de un estudio adicional. Tengo en mi
mente un estante en el que aguardan problemas sin resolver como estos
asta que brille sobre ellos luz adicional. Para algunos problemas, sin duda
¡tendré que esperar hasta que el mismísimo Cristo me los explique en el
más allá! n
Pero docenas de veces — más bien veintenas— he encontrado la verdad
en la «luz menor» y, posteriormente, me di cuenta de que ya forma parte de
la «luz mayor», si se la estudia con profundidad. M uchas otras veces he
encontrado algún rico tesoro en las Escrituras revelado solo en el idioma
original, y después descubrí que Elena G. de W hite también había captado
esta perspectiva, aparentemente sin ningún conocimiento de las lenguas
originales (ni de fuentes secundarias que señalaran esta perspectiva) En
estas ocasiones me ha ardido el corazón de gozo (como a los discípulos
camino de Emaús, Lucas 24: 32), ya que las Escrituras han recibido ilumi
nación y se ha confirmado el don profético de Elena G. de W hite. En lo
que sigue com parto algunas de estas experiencias personales, particular
m ente en relación con el Antiguo Testamento.
10 Véase por ejemplo, liona N. Rashkow, Taboo orNotTaboo: Sexuahty and Family in
the Hebrew Bible (Minneapolis: Fortress, 2000), 61, que presenta este resumen en
cuanto al término dm üt «[dmút] se usa generalmente para significar el «aspecto»,
la «similitud» o la «analogía» de características no físicas [...]».
11 Rashkow {ibíd., 61) resume: «Dios dice que su intención es hacer a Adan tanto «a
nuestra imagen» (es decir, físicamente similar, con independencia de lo que sig
nifique) y «conforme a nuestra semejanza» (dotado de las mismas características
abstractas)». , c
12 David Carr resume esta noción común que aún es sostenida actualmente de forma
general por los eruditos bíblicos: «Génesis 1 debe de estar hablando de otra cosa
— de cualquier otra cosa— distinta de la semejanza física en si en treD l° s >' ^
seres humanos» {The Erotic Word- Sexuality, Spirituality, and the Bible [Oxford:
Oxford University Press, 2003], 18). Carr {ibíd, 17-26) se opone a esta nocion
con datos bíblicos sólidos tomados de todas las Escrituras. Vease mi análisis de
esto en Davidson, «Oíd Testament Anthropology», 4,5.
198 E l DON DE PROFECIA EN LAS ESCRITURAS Y EN LA HISTORIA
22. A no ser que se adopte una reciente lectura crítica del texto que defiende que «los
textos bíblicos comparten una visión aristotélica de cómo ocurre la concepción,
pero la adaptan de forma peculiar para que haya tres partes implicadas — Dios, el
macho con su simiente y la hembra con la sangre o los fluidos de su matriz y se
entiende que las tres partes están activamente implicadas en la producción e un
feto humano». Dado que «la fuerza vital que genera y desarrolla el feto en el vien
tre de la madre es divina», en los relatos bíblicos «cualquier mención a la simiente
del varón desaparece» finalmente y lleva a la posibilidad de un nacimiento «virgi
nal» de Jesús, en el que la simiente del varón humano es totalmente suplantada por
la referencia al Espíritu Santo, en paralelo con el género de la biografía grecorro
mana en la que las grandes figuras son concebidas por «unión entre uno de los
dioses y una madre humana, sin que haya un varón humano implicado en el pro
ceso» (Andrew Lincoln, «How Babies Were Made in Jesus’Time», Bíblica!Ar-
chaeology Review 40, n° 6 [2014]: 46, 47). En último término, tal lectura va a
contrapelo del texto bíblico al buscar explicar el nacimiento virginal de Cristo en
términos humanísticos, y no cuadra con la cosmovisión bíblica.
23. Para esta misma construcción gramatical con un segundo objeto directo, vease, por
ejemplo, Gén. 26: 34.
2 0 2 E l don de profecía en las E scrhuras y en la hisioria
24. Walter C. Kaiser, Jr., Toward an Oíd Testament Uoeology (Grand Rapids: Zonder-
van, 1978), 37.
25. Para ejemplos de esta interpretación de Génesis 3: 16, basada en la interpretación
de Génesis 4: 7, véase especialmente Susan T. Foh, «What Is the Woman’s De-
sire?», Westminster TheologicalJournal 37 (1975): 376-383 (cf. ídem, Women and the
Word o f God [Phillipsburg, Nueva Jersey: Presbyterian and Reformed, 1979],
68,69).Toman una posición similar, por ejemplo, Samuele Bacchiocchi, Women in
the Church: A Biblical Study on the Role o f Women in the Church (Berrien Springs,
Percepciones de Elena G. de White sobre las Escrituras 2 0 3
29. Elena G. de W hite, «Abéis ‘Excellent Sacrifice’», Signs o f the Times (Australia),
8 de abril de 1912,230.
30. Elena G. de W hite, «Cain and Abel Tested», Signs o f the Times, 16 de diciembre
de 1886, 753.
31. Elena G. de W hite, The Spirit o f Prophecy (Battle Creek, Michigan: Steam Press
of the Seventh-day Adventist Publishing Association, 1870), 1:56; véase también
Percepciones de Elena G. de White sobre las Escrituras 2 0 5
ídem,, Spiritual Gifts (Battle Creek, Michigan: Steam Press of the Seventh-day
Adventist Publishing Association, 1864), 3:49; ídem, La historia de la redención
(Doral, Florida: IADPA, 2013), 46.
32. Elena G. de W hite, «The Great Controversy Between Christ and His Angels and
Satan and His Angels. Chapter Five, Cain and Abel», Signs o f the Times, 6 de fe
brero de 1879,42.
33. W hite, Patriarcas y profetas, 38: «A Eva se le habló de la tristeza y los dolores que
sufriría. Y el Señor dijo: «tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti»
(Gén. 3:16). En la creación Dios la había hecho igual a Adán. Si hubieran perma
necido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre hu
bieran estado en mutua armonía; pero el pecado había traído discordia, y ahora la
unión y la armonía podían mantenerse sólo mediante la sumisión del uno o del
otro. Eva había sido la primera en pecar, había caído en tentación por haberse se
parado de su compañero, contrariando la instrucción divina. Adán pecó a sus ins
tancias^ ahora ella fue puesta en sujeción a su marido. Si los principios prescritos
por la ley de Dios hubieran sido apreciados por la humanidad caída, esta sentencia,
aunque era consecuencia del pecado, hubiera resultado en bendición para ellos;
pero el abuso de parte del hombre de la supremacía que se le dio, a menudo ha
hecho muy amarga la suerte de la mujer y ha convertido su vida en una carga». En
cuanto a pruebas de que este punto de vista era muy excepcional en el siglo XIX,
véase Davidson, Fíame ofYahweh, 60-65.
34. Elena G. de W hite, manuscrito 41, 1896; ídem, carta 89, 1898; publicado en el
Comentario bíblico adventista del séptimo día, ed. Francis D. Nichol (M ountain
View, California: Pacific Press Publishing Association, 1978), 1:1119.
206 E l don oe profecía ln las E scriujras y en la historia
35. Elena G. de W hite, Palabras de vida delgran Maestro (Mountain View, California:
Pacific Press Publishing Association, 1971), 268.
36. Para un estudio y una sustanciación adicionales, ver Richard M. Davidson,
Lovesongfor the Sabbath (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 1988), 35
37, cf. la gramática hebrea estándar: E. Kautzsch, ed., Gesenius’Hebrew Gramtnar
(Oxford: Clarendon, 1910), §§ 113bb y 113ee.
Percepciones de Elena G. de White sobre las Escrituras 2 0 7
38. Elena G. de W hite, Spiritual Gifts (Battle Creek, Michigan: Steam Press of the
Seventh-day Adventist Publishing Association, 1864), 4a:5. La cursiva no está en
el original.
39. Ver, por ejemplo, Elena G. de W hite, E l conflicto de los siglos (Doral, Florida:
IADPA 2007), 483-494. El capítulo «El origen del mal y del dolor» cita reitera
damente ambos pasajes.
Percepciones de Elena G. de White sobre las Escrituras 2 0 9
40. José Bertoluci, «The Son of the Morning and the Guardian Cherub in the Con
text of the Controversy Between Good and Evil» (tesis doctoral, Andrews Uni-
versity Seventh-day Adventist Theological Seminary, 1985).
41. Richard M. Davidson, «Revelation/Inspiration in the Oíd Testament», Issues in
Revelation and Inspiration, Adventist Theological Society Occasional Papers,
tomo 1, ed. Frank Holbrook and Leo Van Dolson (Berrien Springs, Michigan:
Adventist Theological Society Publications, 1992), 118,119; ídem, «The Chiastic
Literary Structure of the Book of Ezekiel», en To Understand the Scriptures: Essays
in Honor ofWilliam H. Shea, ed. David Merling (Berrien Springs, Michigan: The
Institute of Archaeology/Siegfried H . H orn Archaeological Museum, 1997),
71-93, especialmente 87-89. Véase también el capítulo que aporto a una antología
editada por Gerhard Pfandl titulado «Ezekiel 28: 11-19 and the Rise of the Cos-
mic Conflict», XXX.
42. W hite, Patriarcas y profetas, 13-21; E l conflicto de los siglos, 484-491.
2 1 0 El don d í « oficia fn las Escrituras y en la historia
E n el mejor de los casos, esta im portante escena del relato del gran conflic
to únicamente puede ser inferida de afirmaciones bíblicas en el sentido de
que Satanas es «homicida desde el principio y [...] mentiroso» (Juan 8:44)
y «acusador de nuestros hermanos» «expulsado» del cielo (Apoc. 12: 10).
Sin embargo, ¿hay una base bíblica más explícita de la insidiosa actividad
de calumnia celestial aun antes de la creación de este mundo según lo des
crito por Elena G. de W hite?
Por casualidad estaba yo examinando una afirmación de un erudito en
el sentido de que gran parte de la descripción de Satanás en Ezequiel 28 es
únicamente simbólica y no literal, dado que — se afirmaba— se lo describe
ocupado en un «intenso trato comercial» (vers. 16) y, obviamente, Lucifer
no era literalmente un mercader celestial.
Decidí estudiar la palabra hebrea traducida “comercio” y descubrí algo
sorprendente y emocionante (al menos para mí). El verbo rákal, del que
deriva este sustantivo, significa, literalmente, «ir de un sitio a otro (por co
mercio o ^chismorreo)».43 El sustantivo afín rákil significa “calumniador,
chismoso”, y aparece seis veces en el Antiguo Testamento, una vez en E ze
quiel (22: 9). El otro sustantivo afín, fk u llé , que es la palabra de “comercio”
encontrada en Ezequiel 28:16, aparece únicamente en el libro de Ezequiel,
y las cuatro apariciones provienen de la sección en consideración referida a
Tiro (26:12; 2 8:5,16,18). La mayoría de las versiones modernas traducen
esta palabra todas las veces como “tráfico, comercio” o “m ercancía”, pero,
dado que la palabra aparece únicamente en esta sección de la Biblia, el
contexto debe ser el determ inante final de significado. '
a En descripciones de la ciudad mercantil de Tiro, el significado “tráfico”
o “com ercio” encaja bien en el contexto (Eze. 26: 12; 28: 5). Pero con
referencia a las representaciones del querubín protector de Ezequiel 28:16,
18, la noción de “comercio” no parece cuadrar naturalmente en el contexto.
Esto lo reconoce el célebre exégeta crítico W alther Eichrodt, que, sobre
este pasaje, comenta: «La descripción del pecado es algo inesperada, dado
que el comercio es presentado aquí, de repente, como el origen de la
iniquidad».44
Dado que este sustantivo deriva del verbo que significa «ir de un sitio a
otro (por comercio o chismorreo)», parece muy probable que Ezequiel eli
giera deliberadamente esta infrecuente palabra hebrea (en lugar del térmi-
45. Apocalipsis 18 parece captar este doble matiz del pasaje de Ezequiel. En un pasa
je que alude claramente a Ezequiel 28, el ángel habla de la «mercadería» de diver
sas cosas materiales en los versículos 12, 13, pero la lista concluye pasando a la
esfera espiritual: «mercadería de [...] almas de hombres».
2 1 2 El don de profecía en las E scrituras y en la historia
46. W hite, Patriarcas y profetas, 15,16. Cf. ibíd., 18: «Declaró que la preferencia otor
gada a Cristo era un acto de injusticia tanto hacia él como hacia toda la hueste
celestial». De nuevo, W hite, E l conflicto de los siglos, 486: Lucifer «[pjrocuró ganar
se la simpatía de ellos haciéndoles creer que Dios había obrado injustamente con
él, concediendo a Cristo honor supremo».
47. BDB 732. -
48. Incluso aquí en Ezequiel 28, el versículo 17 habla del orgullo del querubín por su
belleza; Isa. 14:14 expresa el deseo de Lucifer de ser semejante al Altísimo; otros
pasajes bíblicos representan al Cristo preencarnado como «el ángel de Jehová»
(por ejemplo, Gén. 16: 7,13; 22:11,16; É xo.3:2; 13:21; 14:19; Jue. 6:11,14,22)
y el arcángel Miguel (Dan. 10:13,21; 12: 1; 1 Tes. 4: 16; Jud. 9; Apoc. 12: 7), to
mando, aparentemente, la forma de un ángel. Al parecer, Lucifer tuvo celos de
Cristo, que era Dios, pero parecía un ángel, y creyó que era injusto que no se lo
incluyera en los concilios celestiales entre el Padre y el Hijo. Tales descripciones de
la injusticia de Satanás encajan en la representación general del conflicto cósmico
en las Escrituras, igual que la revelación de la justicia de Dios será la exclamación
culminante del universo cuando el gran conflicto llegue a su fin: ««Justos y verda
deros son tus caminos, Rey de los santos». [...] «Sus juicios son verdaderos y jus
tos»» (Apoc. 15: 3; 19: 2).
49. Para un estudio adicional de la calumniosa actividad de Satanás procurando difa
mar la justicia de Dios, tal como es presentada en este pasaje, véase Richard M.
Davidson, «Satan’s Celestial Slander», Perspective Digest 1, n° 1 (1996): 31-34.
Percepciones de Elena G. de White sobre las Escrituras 21 3
Conclusión
No he realizado una investigación exhaustiva en la biblioteca personal
de Elena G. de W hite (cosa que espero acometer en el futuro cercano) para
realizar cuántas de las percepciones bíblicas que he explorado más arriba se
encuentran en libros a los que ella tenía acceso. En mi limitada investiga
ción no he encontrado ningún apoyo en eruditos bíblicos ni en traduccio
nes de la Biblia del siglo XIX para la mayoría de las conclusiones que he
resumido en lo que antecede. Pero aunque se descubra que algunas ideas
han sido extraídas de esas fuentes, ello no cambiará mi tesis básica. Aún
habría que explicar cómo fue guiada a seleccionar estas percepciones bíbli
cas particulares y a desechar las conclusiones sostenidas más comúnmente
en su época que no soportan la prueba de un estudio exegético posterior y
más minucioso.
Esta monografía presenta únicam ente una muestra de muchas expe
riencias similares de “corazón ardiente” que he tenido como exégeta de
hebreo, casos en los que Elena G. de W hite ha captado matices de signifi
cado en pasajes bíblicos que se han hecho evidentes en el hebreo y el grie
go originales, pero que no están representados en las traducciones moder
nas; o, al contrario, casos en los que Elena G. de W hite ha aportado detalles
sobre los relatos bíblicos que yo siempre había supuesto que eran exclusivos
de ella y no consignados en las Escrituras, pero que después he sabido que
están apoyados por una lectura atenta del texto bíblico en los idiomas ori
ginales. Podría darse un tipo similar de testimonio en cuanto a detalles de
geografía histórica, en los que las expresivas descripciones de Elena G .
de W hite de las localidades en las que tuvieron lugar los acontecimientos
bíblicos — basadas, sin duda, en haber visto estos acontecimientos en vi
sión— son llamativamente confirmadas por la reciente investigación de
geógrafos y arqueólogos del Antiguo Testamento, cuando tal información
no estaba disponible (hasta donde he podido determinar) en las geografías
históricas de la época de Elena G. de W hite.
En los últimos meses he compartido algunos de los detalles presenta
dos en esta monografía con varios de mis colegas del Departamento de A n
tiguo Testamento en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día
de la Universidad Andrews, y me he alegrado al saber que también ellos
han tenido una experiencia similar con los escritos de Elena G. de W hite
cuando comparan sus percepciones con su propia investigación de las Es
crituras en las lenguas originales. H an compilado sus propias listas de casos
en los que las detalladas percepciones de Elena G. de W hite relativas a
214 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
El significado de «profetizar»
en 1 Corintios 14
Larry L. Lichtenwalter
1. 1 Cor. 14: 26. Véanse E. Earle Ellis, Propbecy andHermeneutic in Early Christian-
ity (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), 24-30; Gordon D. Fee, The First Epistle to
the Corinthians, The New International Commentary on the New Testament
(Grand Rapids: Eerdmans, 1987), 590,591.
2. H e c h .2 :17,18; 11:27,28; 13:1-3; 15: 32; 19: 6; 21:4,9-11; Rom. 12:4-6; 1 Cor.
11: 4,5; 12:10,28,29; 13: 2 ,8 ,9 ; 14:1 ,3 -6 ,2 2 ,2 4 ,2 6 ,2 9 , 31,32,37,39; Efe. 3:
5; 4:11; 1 Tes. 5:20; 1 Tim. 1:18; 4:14; Apoc. 1: 3; 10:11; 11: 6,10,18; 16: 6; 18.
20,24; 19:10; 22: 6 ,7 ,9 ,1 8 ,1 9 . El derramamiento pentecostal del Espíritu de la
profecía prometido por Joel 2: 28-30 significó no solo la continuación o la reno
vación de la profecía del antiguo Israel, sino también que la profecía estaba poten
cialmente disponible para todos los que fueran llenos por el Espíritu (cf. Hech.
2: 17-18). Véanse Fee, 595; Charles H. Talbert, Reading Corinthians: A Literary
and Theological Commentary on 1 & 2 Corinthians, rev. ed. (Macón, Georgia. Smyth
&Helwys, 2002), 112.
3. 1 Cor. 12: 8-11,28-30; 13:1,2; Rom. 12: 6-8. Véase F. David Farnell, «The Gift of
Prophecy in the Oíd and NewTestaments», Bibliotheca Sacra 149, n° 4 (1992): 397.
4. Efe. 3: 4-6; cf. 1 Tim. 4:14; Hech. 13: 1-3; 15: 32-34; Efe. 4: 11,12. Estos cola
boradores proféticos aparecen muy gráficamente en asociación con el apóstol Pa
blo, según el libro de H echos y los escritos paulinos. Véanse Ellis, 3-44; Fee,
620,621.
216 E l üon ue worcciA en las E scrituras y en la hisioria
16. Fee, The First Epistie to the Corinthians, 652; Robeck, 758
17. 1 Cor. 12: 4 -1 1 ,2 8 -3 0 .
18. La frase preposicional locativa «por el Espíritu» expresa la realidad en la que todos
los creyentes corintios fueron sumergidos: el Espíritu Santo. Pablo tiene presente
la experiencia de conversión común de todos ellos y lo hace en términos de su
ingrediente más crucial: la recepción del Espíritu. A sí, los creyentes (m uchos
miembros con diversos dones espirituales) experimentan el contexto y la natura
leza m ism os del cuerpo: «por el Espíritu». Véanse Fee, The First Epistie to the Cor-
inthians, 605, 606; K enneth E. Bailey, Paul Through Mediterranean Eyes: Cultural
Studies in 1 Corinthians (Dow ners Grove, Illinois: IV P A cadem ic, 2011), 325-348.
N o hay implicada ninguna «segunda experiencia de algún tipo».
19. D . A . Carson, Showing the Spirit. A Theological Exposition o f l Corinthians 12-14
(Grand Rapids: Baker Academ ic, 1987), 15-50; Talbert, 103-108.
20. Existe la motivación del amor (1 Cor. 1 3 :1 -3 ), el cam ino del amor (vers. 4 -7 ), la
realidad imperecedera del amor (vers. 8), la supremacía del amor (vers. 13). Esta
superioridad del amor y de su caracterización sigue un patrón aba': (a) la superio
ridad del amor: versículos 1-3; (b) la caracterización del amor: versículos 4-7; (a)
la superioridad del amor: versículos 8-13 (véase Talbert, 109).
El significado de «profetizar» en 1 Corintios 14 Z 1 9
con autoridad divina (vers. 36);34 (5) que la profetización en Corinto, como
hablar en lenguas, se había convertido en algo desordenado (vers. 31); (6)
que en la comunidad corintia había profetas tímidos, inexpertos o aspiran
tes (vers. 37); y (7) que los profetas corintios, obviamente, tenían menos
autoridad que el apóstol (vers. 37, 38).35 Descubriremos, sin embargo, que
ninguna de estas posibilidades son correctas.
Con independencia de cómo entienda uno estas posibilidades de un uso
indebido de la profecía en Corinto, el centro de interés de Pablo está clara
mente en un habla inteligible, ordenada y edificante engendrada por el amor
—ya sea mediante el uso de lenguas o profetizando— . Procurar lo mejor
significa dar prioridad a la profecía sobre las lenguas no interpretadas.
Sin embargo, ¿por qué se consideraba que la profecía era el mejor cami
no? ¿Era lo mejor la profecía en sí? ¿O lo era lo que la profecía representa
ba de manera óptima, o sea, un don espiritual de habla inspirada que, sin
duda, siempre edificaba? En este caso, la profecía representaría entonces,
de forma óptima, las características deseadas de todo don espiritual rela
cionado con el habla.
El capítulo 14 se divide en dos secciones: (1) una tesis paulina en dos
partes con argumentos de apoyo (vers. 1-19); y (2) dos afirmaciones corin
tias seguidas por sus respuestas paulinas (vers. 20-36). El capítulo termina
con un resumen final (vers. 37-40). Hay tres argumentos a favor de la pro
fecía en el culto público (vers. 6-12) y hay tres argumentos a favor de las
lenguas interpretadas en el culto público (vers. 13-19).36 El capítulo refleja
el análisis más explícito y extenso de la profecía por parte de Pablo.37
Una visión de conjunto de la inclusio estructural y del esquema afín fa
cilita la comprensión del papel que desempeña la profecía en los argumen
tos de Pablo:
• Procuren profetizar (vers. 1, subjuntivo: xéloute [...] hiñaproféteuéte)
° La profecía es superior a las lenguas no interpretadas (vers. 2-5)
° Las lenguas no interpretadas no edifican (vers. 6-19)
° Las lenguas no interpretadas no convierten a los incrédulos ni a los
creyentes (vers. 20-23)
° La profecía convertirá a los incrédulos y a los creyentes (vers. 22,24,25)
° La profecía y las lenguas en el culto deben tener orden (vers. 26-35)
38. Por ejemplo,1 Tes. 5: 20; 1 Cor. 11: 4,5; 12-14; Rom. 12: 6; Efe. 2: 20; 3: 5; 4: 11;
1 Tim. 1:18; 4:14; y probablemente «por espíritu» en 2 Tes. 2:2. Véase Fee, «Gifts'
of the Spirit», 346. ’
39. Robeck, 755.
40. 1 Cor. 12: 10; 13: 2, 8; 14: 6,22.
41. 1 Cor. 13: 9; 14: 1,3-5,24, 31,39.
42. 1 Cor. 12: 28,29; 14: 29, 32,37; también 14: 3-5. Pablo alterna con fluidez entre
el uso del sustantivo traducido «profeta» (hoprofétés) y un participio sustantivo, «el
que profetiza» (hoprofiteuón). Robeck, 757.
43. Wayne A. Grudem, The Gift ofProphecy in 1 Corinthians (Washington, D C • Uni-
versity Press of America, 1982), 115,139-143. Véase también Carson, 93,94
44. Fee, The First Epistle to the Corinthians, 655, note 13.
45. Robeck, 758.
46. 1 Cor. 12: 7-31; cf. Rom. 12: 3-8; Efe. 4: 7-16.
Et significado de «profetizar» en 1 Corintios 14 2 2 3
poseen dotes proféticas y los que entienden todos los misterios y tienen
todo el conocimiento son la misma persona.67 Conocer “misterios” y tener
“conocimiento”, entonces, aunque sea solo en parte, es visto como un com
ponente normal del don de profecía.
Estos matices (la profecía, junto con el Espíritu Santo, la revelación, el
conocimiento, los misterios, la doctrina) realzan la naturaleza escatológica
de la profecía del Nuevo T estam ento como una divulgación divina del
evangelio y sus implicaciones para la vida contemporánea.68 Este abanico
léxico afirma, asimismo, cómo la naturaleza de la profecía del Nuevo Tes
tamento, en su esencia, es igual que el del A ntiguo Testam ento. Tam bién
significa cómo el fenómeno profético contemplado en 1 Corintios refleja
un fenómeno parecido a los temas evidentes en la profecía apocalíptica, es
decir, misterios,69 sabiduría, revelación y conocimiento (según se encuentra
en los libros de Daniel y el Apocalipsis).70 Así, la profecía se relaciona con
los grandes temas de la salvación y el propósito soberano de Dios en la
historia de la salvación.
La profecía fue «un fenómeno especialmente generalizado en las religio
nes de la antigüedad»71 y a menudo extático.72 E n cambio, la comprensión
67. 1 Cor. 13: 2; cf. 1 Cor. 2: 1,7,10; 4: 1. Aunque no debería usarse como evidencia
una frase condicional en griego, tal vinculación entre profecía y misterio es tácita
mente evidente en otros pasajes. Si conectamos el uso por parte de Pablo aquí del
misterio con sus otros usos de 1 Corintios, así como en otros lugares del Nuevo
Testamento, observaremos que esto incluye grandes temas proféticos, incluyendo
la paradójica obra de Cristo en la cruz, la resurrección, la sabiduría apocalíptica,
etc. (véase G. K. Beale, Hidden but Now Revealed: A Biblical Theology ofMystery
(Downers Grove, Illinois: IVP Academic, 2014), 125. Véanse también Robeck, 759;
Carson, 59,60.
68. 1 Cor. 2:1,7; 4:1; cf. Hech. 2:16-36; Rom. 16:25; Efe. 1:9; 3:3,9; 6:19; Col. 1:26,
27; Apoc. 10: 7; 1 Ped. 1:10,11.
69. Véase la exposición sobre las implicaciones apocalípticas proféticas de «misterio»
en Daniel, 1 Corintios y Apocalipsis en Beale, 29-46,109-146,260-287.
70. Misterios (Dan. 2:18,19,27-30,46; Apoc. 1:20; 10:7; 17:5; 17:7); sabiduría (Dan.
2: 20,21,23,30; 5:11; Apoc. 13:18; 17:9); conocimiento/comprensión (Dan. 2:21,
30; 5:12,23; 8:15-17; 9:23; 10:11; 11:23; 12:10; Apoc. 13:18); revelación/mostrar
(Dan. 2: 22,28- 30,47; 10:1; Apoc. 1:1; 4:1; 17:1; 21: 9; 22: 6, 8). Aunque estos
temas de la literatura apocalíptica bíblica puedan ser similares al de 1 Corintios, el
vocabulario hebreo y griego varía, así como el contexto general.
71. Beale, 29-46,109-146,260-287. Véase D. E. Auné, Prophecy in Early Cbristianity
and the Ancient Mediterranean World (Grand Rapids: Eerdmans, 1983), 23-88.
72. Los profetas del Nuevo Testamento no tenían experiencias extáticas mientras
profetizaban, sino que tenían un pleno autocontrol, con un habla muy comprensi
ble (1 Cor. 14: 24,25,30,32). Véase Fee, The First Epistle to the Corinthians, 595.
226 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
Limitaciones de la profecía
A pesar de la im portancia de la profecía del Nuevo Testamento y de su
conexmn inequívoca con la tradición profética del Antiguo Testamento,
a o ejo igualmente claro que la misma tenía sus limitaciones:81
7A
76. 1i Cor.
n ° r 14:
i f ' 3,24,25,29-33,37,38.
o2; 13,27; 14: 3’24,2S; cf- 1 Cor-4: 4>5>Efe-3:
. 3-6; 4:13-16 '
77. Grudem afirma que esta es la posición incorrecta. Véanse Fee, The First Epist/e to
the Connthians, 595; Robeck, 755. P
78. 1 Cor. 13: 9-12; cf. 2 Ped. 3:15,16; 1 Ped. 1:10,11.
82. La expresión aparece solamente aquí y, en la LXX, en Números 12: 6-8: «Escu
chen lo que voy a decirles: “Cuando un profeta del Señor se levanta entre ustedes,
yo le hablo en visiones y me revelo a él en sueños. Pero esto no ocurre así con mi
siervo Moisés, porque en toda mi casa él es mi hombre de confianza. Con él hablo
cara a cara, claramente y sin enigmas [dia ainigmatón]. El contempla la imagen del
Señor. ¿Cómo se atreven a murmurar contra mi siervo Moisés?”».
83. «Cara a cara», «boca a boca» y «ojo a ojo» son modismos del AT (véanse Gén. 32:
30; Éxo. 33:11; Núm. 14:14; Deut. 5: 4; 34:10; Jue. 6:22; Isa. 52: 8; Eze. 20: 35)
que simplemente significan que algo viene directamente, no a través de un inter
mediario o un mediador, tal como una visión o un sueño» (David E. Garland,
1 Corinthians, Baker Exegetical Commentary on the New Testament [Grand
Rapids, Michigan: Baker Academic, 2003], 625).
84. 1 Ped. 1:10,11; cf. Dan. 8: 27.
85. Dan. 9:1-19; cf. 2 Ped. 3:14-16.
86. Juan 14:17; 15:26; 16:13; cf. 1 Cor. 2:10-13; 12: 3,10; 2 Ped. 1:19-21.
228 E l don de profecía en las E scrituras y en la historia
90. Deut. 13:1-3; 1 Rey, 22:19-28; Jer. 28:1-17; Mat. 24:24; 1 Tes. 5: 20,21- 2 Tes
2; 1 ,T “ -4: 2 Ped-2: 1.2; 1 Juan 4: 1. J. D. G. Dunn, The Theology ofPaul
theApostle (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), 556.
91. Pablo usa aquí una palabra de mayor intensidad, dokimazete: averiguar la autenti
cidad de algo mediante el examen y la verificación.
92. Garland, 583.
93. Mat. 7:15; 24:11,24; 2 Ped. 2:1; 1 Juan 4:1; Hech. 20:29,30; 2 Cor. 11-13 26-
cf. 1 Cor. 12:10; 1 Tes. 5:19-21. ’ ’
94. 1 Cor. 12: 3,10; cf. 1 Juan 4:1-3,6; 2:18,19. David Prior, The Message of1 Corin-
thians, The Bible Speaks Today (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press,
1985), 208, 1
El significado de «profetizar» en 1 Corintios 14 2 2 9
102. Juan 14:17; 15: 26; 16: 13; cf. 1 Cor. 2: 10-13; 12: 3 ,1 0 ; 2 Ped. 1: 19-21.
103. Garland, 662.
104. Prior, 253.
105. Garland, 662.
El significado de «profetizar» en 1 Corintios 14 2 3 1
106. Col. 1: 25-27; Efe. 3:2-10; Rom. 3: 2; 15: 4; 16: 26; 1 Cor. 15: 3,4; Heb. 5:12-6:2;
lT im .3 : 16,17.
107. Véase Fee, The First Epistle to the Corinthians, 710.
108. Tanto Grudem como Carson defienden incorrectamente dos tipos de profecía en
términos de autoridad e infalibilidad (ibid., 618-620,711,712).
109. Según Efe. 2: 20; 3: 5; 2 Ped. 3: 2; Apoc. 18: 20.
232 E l don de profecía en las E scrituras y en la hisioria
disfrazan de apóstoles de Cristo» (2 Cor. 11: 13; cf. Apoc. 2: 2). Ser profe
ta no bastaba si Pablo m antenía el centro de interés en el mandato del
Señor (1 Cor. 14: 37, NVI). D e nuevo, el texto no está claro sobre tal poli-
ble limitación de la profecía.
Por último, aunque el don de profecía está potencialmente disponible
para todos — porque todo creyente recibe el Espíritu Santo110— , realmen
te solo serán usados así algunos. Esta es la naturaleza de los dones espiri
tuales. No todos reciben el don de profecía (1 Cor. 12: 29). ¿Qué significa,
entonces, «Podéis profetizar todos, uno por uno»?11112Aquí, “todos” no sig
nifica que todo el m undo tenga este don. M ás bien se refiere ya sea a (1) loi
que sí tienen el don y a cómo han de conducirse en un contexto de culto
comunitario (es decir, a los colaboradores apostólicos); o a (2) una situación
hipotética en la que Pablo simplemente muestra cómo, aunque todos hu
bieran de tener el don — a cuya búsqueda ferviente los invita a todos,u— ,
es preciso que todo se haga de manera ordenada y para la edificación del
cuerpo. El hecho de que algunos pensaran erróneamente que tenían el don
profético sugiere que no todo el mundo lo tenía realmente, incluidos los
que pensaban que podrían tenerlo (1 Cor. 14: 36-38).
119. 1 Cor. 12: 7-31; cf. Rom. 12: 3-8; Efe. 4: 7-16. C. H. Peisker y C. Brown, «Proph-
et», en New International Dictionary of New Testament Iheology (Grand Rapids:
Zondervan, 1986), 88.
120. Aunque la exposición de la profecía más explícita y desarrollada por parte de Pablo
tiene lugar en el contexto de la comunidad local de culto corintia, está claro que su
centro de interés se ocupa de la naturaleza de la profecía en relación con todas las
iglesias más que de la profecía en el propio culto congregacional local (1 Cor.
14: 33,36,37; cf. 1 Cor. 1: 2; 7:17; 2 Cor. 8:18; 11:28). La situación local propor
ciona el contexto para proyectar una imagen de conjunto del fenómeno profético
en la iglesia del siglo I.
121. Efe. 3: 4-6; cf. 1 Tim. 4: 14; Hech. 13: 1-3; 15: 32-34; Efe. 4: 11,12. Estos cola
boradores proféticos aparecen muy gráficamente en asociación con el apóstol Pa
blo, según el libro de Hechos y los escritos paulinos. Véase Robeck.
122. Rom. 12: 6; 1 Cor. 12:10,28; Efe. 4: 11,12.
123. Apoc. 12:17; 19:10; cf. Apoc. 10:11.
124. 1 Cor. 12: 3,5-7; cf. 1 Cor. 1:18 - 2: 16.
125. 1 Cor. 12:12,13,27; 14: 3,24,25; cf. 1 Cor. 4: 4,5; Efe. 3: 3-6; 4:13-16..
126 Beale, 125.
£1 significado de «profetizar» en 1 Corintios 14 2 3 5
127. Se ha dicho y puede decirse mucho sobre el significado de la expresió