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Ensayo

Hacer un ensayo comparando los argumentos de Clavijero y Cornelius de Pauw, desarrollando un


juicio personal sobre el tema. Máximo 5 páginas.

Introducción

Si existe un tema que ha sido recurrente en la historia de la intelectualidad mexicana –novohispana,


independiente o moderna– es la búsqueda de identidad nacional. La controversia que tuvo lugar
entre Cornelius de Pauw y Francisco Javier Clavijero puede entenderse en el marco de esta
búsqueda. De Pauw, intelectual de la corte de Federico el Grande, reconocido por sus aportaciones
en filosofía, geografía e historia, tuvo a bien escribir un tratado sobre el continente americano, sus
Recherches philosophiques sur les Américains (1768-1769). El texto, si bien se adscribe al tono
enciclopédico que trajo consigo la Ilustración, sostiene una serie de consideraciones sobre América
–en todos los ámbitos posibles– que, más allá de las limitaciones metodológicas que en la actualidad
podemos identificar sin mayor escrúpulo en su investigación, expresa un espíritu peyorativo,
condescendiente y ofensivo sobre la vida social, natural y esencial del continente americano.

En oposición al reconocimiento que de Pauw pudo obtener por este trabajo –reconocimiento que,
en buena medida, se sustentaba en el prestigio que lo antecedía– hubo voces que expresaron su
disgusto e indignación ante la supuesta “ciencia historiográfica” que de Pauw desarrolló sobre
América; algunas de ellas sustentaban su oposición desde la experiencia propia de vivir en el
continente americano. Si bien esta circunstancia podría significar la invalidez de dichas objeciones,
al no estar fundamentadas en el sustrato científico-filosófico que de Pauw ejercía, éste no era el
caso de Francisco Javier Clavijero, originariamente sacerdote jesuita de una excelente formación
académica, cuyo trabajo le significó ser considerado uno de los pioneros de la historiografía
mexicana. En el capítulo “La cultura de los mexicanos” de su tratado Historia antigua de México,
Clavijero lleva a cabo una serie de cuestionamientos y desmentidos de algunos dichos del tratado
de de Pauw, dando lugar a una controversia que refleja, además de la ya referida necesidad de
conformar una identidad mexicana, la inercia científico-filosófica que impregnaba en esta época, en
que las nuevas metodologías investigativas se aunaban al afán explorador y colonizador, la
observación directa de los eventos naturales en virtud de la conformación de un conocimiento más
preciso, que era expresado en los diversos tratados que gran cantidad de naturalistas e
investigadores tuvieron a bien conformar en este periodo.

Cornelius de Pauw

Como ya hemos mencionado, el Tratado de de Pauw se inscribe en el género de documentos


científicos que, en esta época, eran elaborados profusamente dentro del paradigma ilustrado del
siglo XVIII. En este siglo hubo un desarrollo exponencial de la investigación biológica, lo cual fue la
base de los estímulos para la exploración geográfica. Entre los grandes científicos de la época que
fundamentaron su actividad tratadista en su capacidad de explorar, ver y conocer directamente la
naturaleza podemos citar a Joseph Pitton Tournefort, Carlos Linneo, Alexander Von Humboldt,
Georges Leclerc, Lamarck, entre muchos otros (Velázquez Fernández, 2007). Resulta entonces
interesante preguntarnos cómo es que un tratado de esta naturaleza pudo ser tomado con cierta
validez bajo la circunstancia de ser escrito por un científico que nunca estuvo en América.1 De Pauw
trata “mal” a América; el entrecomillado puede entenderse desde distintas perspectivas, pues el
discurso de su tratado podría calificarse como una mezcla de ignorancia, mala fe, pobreza
metodológica y cientificismo grandilocuente. Debemos dejar que el texto se explique por sí mismo,
pues las citas que podemos hacer no tienen desperdicio:

- …América, donde los hombres son infinitamente menos trabajadores e inventivos que los
habitantes de nuestro hemisferio; su indolencia y pereza fueron lo que más impresionaron
a los observadores más cuidadosos e iluminados (de Pauw, 1993, pág. 4).
- Se ha evaluado la temperatura en los dos hemisferios bajo los mismos paralelos, en doce
grados, y se podría también con un cálculo riguroso, evaluarla en una mayor cantidad de
grados… estas causas… tuvieron que influir en la constitución de los indígenas y producir
alguna alteración en sus facultades… (de Pauw, 1993, pág. 6)
- Nada es más sorprendente que las observaciones encontradas en las memorias de muchos
viajeros referentes a la estupidez de los niños americanos a quienes trataron de instruir… a
medida que se acercaban al término de la adolescencia, los límites de su espíritu parecían
retroceder (de Pauw, 1993, págs. 21-22).
- …es imposible conocer la edad de los salvajes porque a unos les faltan totalmente los signos
numéricos y los otros estos símbolos llegan a tres cifras, no tienen memoria ni nada
semejante para conocer su edad, faltan calendarios, ignoran no solamente el día de su
nacimiento sino también el año (de Pauw, 1993, pág. 20).
- Se sabe que aun los peruanos, aunque tenían una especie de sociedad política, no habían
inventado todavía términos para explicar los seres metafísicos ni las cualidades morales que
debían distinguir al hombre del animal… la escasez de palabras era aún más grande al punto
de que era imposible toda clase de explicación sobre asuntos de moral y metafísica (de
Pauw, 1993, pág. 25).

En resumen, de Pauw consideraba a América como una tierra inhóspita, grotesca, y de naturaleza y
esencia “defectuosa”. Esta esencia degradada explicaba las condiciones y circunstancias de
subdesarrollo e inferioridad que se observaban en todos los aspectos, tanto de la naturaleza como
de la organización y desarrollo de las sociedades. Su texto expresa no sólo una sospechosa opinión
negativa de todo lo americano, sino también cierta animadversión hacia el reino español; de Pauw
considera que España no sólo actuó de manera criminal hacia las sociedades americanas, sino que
la manera en que se integró un cierto sector de la comunidad española a las sociedades americanas
contribuyó al debilitamiento del imperio español: si bien algunos cronistas “…exageraron en sus
relatos acerca de la imbecilidad o más bien de la brutalidad de los españoles nacidos en las Indias
occidentales… no queda sino suponer la sospecha que estos criollos han sufrido alguna alteración
debido a la naturaleza del clima…” (de Pauw, 1993, pág. 22)

Francisco Javier Clavijero

1
Esta circunstancia nos refiere, curiosamente, al caso del escritor Jules Verne, quien escribió un gran número
de novelas de aventuras, sumamente gráficas y descriptivas, sin ningún conocimiento directo de los lugares
que describía, únicamente fundado en su conocimiento de la geografía universal obtenido a través de libros
y enciclopedias, y su capacidad creativa y fantástica; lo cual, irónicamente, nos permite entonces emparentar
el discurso de de Pauw con el género de la ficción.
En el texto “La cultura de los mexicanos” de su tratado Historia antigua de México, Clavijero realiza
una contraargumentación del tratado de de Pauw, en donde enlista una serie de objeciones que
constituyen la estructura de este texto en particular. Una a una, Clavijero desmiente las
enunciaciones de de Pauw sobre la cultura, la vida, las leyes, la religión y la naturaleza de los pueblos
de América, particularmente el pueblo mexicano, del cual fue pionero en la constitución de su
acervo histórico. Clavijero da testimonio de la sensibilidad e inteligencia de los pobladores, su
habilidad artesanal y tecnológica, el refinamiento y complejidad de sus comunidades e instituciones
políticas y sociales, sus capacidades científicas, astronómicas y matemáticas; las posibilidades de sus
distintos idiomas que dan pie a todo un acervo filosófico y poético autóctono.

La argumentación de Clavijero no sólo destruye la falsa concepción de una realidad desconocida por
de Pauw, sino que señala a su vez la irracionalidad de ciertos postulados que se asumen bajo un
pobre criterio historiográfico por parte de su autor. Podemos incluir en esta categoría la suposición
del estado de barbarie por el no uso de moneda como sistema de comercio, la falta de dominio en
el uso del hierro, y la ausencia de una cultura naval más sofisticada. Asimismo, Clavijero reivindica
la racionalidad de los fundamentos religiosos de algunos pueblos americanos, su avanzada
legislación, su refinado lenguaje y su arquitectura eficiente y original. Clavijero expresa una evidente
aversión a la injusta postura del tratado de de Pauw; al hablar de éste afirma que “…Parece que Paw
[sic] no sabía escribir sin errar” (Clavijero, 2002). Resulta a su vez sumamente revelador cómo es
que Clavijero, en virtud de desmentir los enunciados de de Pauw sobre la historia de México, hace
una reconstrucción de los hechos históricos durante la Conquista, dejando ver la endémica
deformación y maliciosa descontextualización que durante siglos ha sufrido esta crónica de hechos,
y que hasta el día de hoy nos persigue en nuestra búsqueda de la identidad nacional.

La argumentación de Clavijero da señales de una nueva perspectiva historiográfica que preludia las
nociones hermenéuticas de la Modernidad. Por ejemplo, la superioridad y refinamiento de ciertos
conceptos, procesos y técnicas no son necesariamente fruto de una proclividad a la racionalidad,
sino un producto de la necesidad originada en ciertas condiciones, en mayor o menor medida,
naturales:

…es indudable que las invenciones y progresos de las artes, en la mayor parte,
se deben más bien a la suerte, la necesidad y la avaricia que al ingenio. Los
hombres más industriosos en las artes, no son siempre los más ingeniosos sino,
por lo común, los más necesitados o los más inclinados al oro… Los chinos no
serían ciertamente tan industriosos si la excesiva población de su país no les
hiciese difícil su propio sustento; ni en Europa se hubieran hecho tantos
progresos en las artes, si hubiera faltado el aliciente de los premios o la
esperanza en los artesanos de mejorar su fortuna (Clavijero, 2002).

Igual perspectiva argumentativa puede leerse respecto de la manera en que Clavijero explica el
devenir del lenguaje filosófico:

Ninguna de aquellas lenguas que hablan los filósofos de Europa, tenía palabras
significativas de la materia, la sustancia, el accidente y otros semejantes
conceptos, y por lo tanto fue necesario que los que filosofaban adoptasen las
voces latinas o las griegas. Los mexicanos antiguos, porque no se ocupaban en
el estudio de la metafísica, son excusables por no haber inventado voces para
explicar aquellas ideas; pero no por esto es tan escasa su lengua en términos
significativos de cosas metafísicas y morales… (Clavijero, 2002)

Conclusión

Bien vale la pena, en virtud de las modernas consideraciones historiográficas de Clavijero, tratar de
entender y explicar el origen del tratado de de Pauw con una perspectiva más contextualizada. Muy
probablemente, la condición de erudito de la corte, así como el competitivo medio científico que
caracterizaba a la Europa del siglo XVIII obligaban a de Pauw no sólo a escribir diversos tratados,
sino a abordar un tema novedoso en donde la rapidez y disponibilidad podría representar una
distinción de validez. De Pauw mezcla la naciente tendencia empírica de considerar los datos físicos
con las derivaciones especulativo-racionales; como ejemplo, podemos citar el argumento –
desarticulado por Clavijero– de la irracionalidad de los pueblos americanos por la carencia de
moneda y falta de una “cultura del hierro”. Clavijero, por su parte, logra llegar a un estrato más
avanzado que de Pauw, al poder sostener sus consideraciones especulativas con la perspectiva del
explorador, quien da testimonio in situ de lo que se reseña: Clavijero conocía distintas lenguas
mexicanas, el territorio, las costumbres y sociedades del México novohispano con una proximidad
que le permitía, gracias a su entendimiento académico y profundidad historiográfica, establecer su
relación con la racionalidad de una manera más progresista, moderna y, en cierto sentido, más
válida. De Pauw realiza una derivación causal superficial, pues se basa en observaciones
evidentemente superficiales de otros individuos, las cuales se impregnan de un sesgo de prejuicio
y conveniencia; Clavijero posee una perspectiva más profunda pues se basa no sólo en la historia
de México –la cual estudia y conoce con autoridad– sino también en el devenir histórico universal
que, una y otra vez, nos enseña que la razón obedece no sólo a la lógica, sino también a dinámicas
históricas.

Por otra parte, es innegable el sesgo político que de Pauw expresa en su tratado en forma de un
cierto desprecio por el imperio español. Indudablemente, América fue, además de botín, una
especie de “creación” española. La casi fantasiosa animadversión hacia América por parte de de
Pauw bien podría explicarse como una necesidad de rebajar el mérito de la conformación de
América como un territorio significativo para el orden mundial que diera relevancia a la corona
española. En síntesis, más allá de una intención negativa, podemos ponderar la vocación
enciclopedista de de Pauw, la cual es, sin embargo, fruto de su tiempo, resultado del empirismo
inglés que moldeó el paradigma científico de la época modernista. Clavijero, no obstante,
representa una visión científica más evolucionada, en donde el valor de la historia ocupa una
posición más importante. Esta perspectiva se convertiría en una forma de pensamiento que será el
paradigma de los siguientes siglos, en donde el ser de las cosas y de las entidades es un ser dentro
de un mundo a través de un devenir temporal, es decir, un ser en la historia.

Bibliografía
Clavijero, F. J. (2002). La cultura de los mexicanos. En F. J. Clavijero, Historia antigua de México
(págs. 239-315). México: Planeta.
de Pauw, C. (1993). América. En C. de Pauw, Europa y Amerindia: el indio americano en los textos
del siglo XVIII (págs. 1-31). Quito: Abya-Yala.

Velázquez Fernández, H. (2007). ¿Qué es la naturaleza? México: Porrúa.

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