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E ntre utopía y política: los pueblos-hospitales de V asco de Q uiroga y la tradición

de la ciudad ideal
ÁNGELES ALPE
IDAES-UNSAM

Introducción
La historia de las utopías tuvo en el continente americano un escenario fundamental. Un
buen ejemplo de ello fueron los pueblos-hospitales fundados en México por Vasco de
Quiroga para la protección de los indios, en la primera mitad del siglo XVI. El principal
objetivo de este trabajo es comprender dicho proyecto, no de manera aislada, sino
enmarcado en un contexto socio-político y jurídico y, muy especialmente, como parte
de la tradición utópica europea. Lo que nos interesa subrayar aquí hoy es cómo mucho
más a menudo de lo que creemos, en hechos y eclosiones coyunturales, los actores van
actualizando pensamientos, hilos que se hunden siglos atrás. Esto no debe sonar a que la
historia está ya escrita, sino a lo enriquecedor que un enfoque interdisciplinar puede
resultar, añadiendo al estudio de unas determinadas coordenadas un análisis diacrónico,
que ayude a discernir lo que es coyuntura de aquello que es tradición .
Antes de proponer un nexo entre la empresa de Vasco de Quiroga en Michoacán y la
actualización humanista de la ciudad ideal, procuraremos ponerlo en relación con los
interrogantes ideológicos, políticos y jurídicos que el Nuevo Mundo y sus habitantes
plantearon a ojos europeos. Diremos en este sentido que, aun antes de su avistamiento,
la tierrDDPHULFDQDHQVXFRQMXQWRIXHVHJ~QODFRQRFLGDWHVLVGH(GPXQGR2¶*RUPDQ
una invención de la cultura europea1. Su cuestionamiento de la idea de que América
IXHUD³GHVFXELHUWD´\ODSURSXHVWDHQFDPELRGHTXHIXHHOUHVXOWDGRGHODSODVPDFLyQ
de un pensamiento preconcebido en un territorio efectiva y físicamente nuevo a los ojos
europeos significa para nosotros un punto de partida esencial.
De las cartas de Colón se desprende todo lo contrario a una actitud de descubrimiento,
es decir, la firme convicción de que aquella tierra que se pisaba era algo ya conocido;
convicción que crece, por otra parte, proporcionalmente a la aparición de pruebas
fehacientes de que aquello no era Asia tal como él defendía. /D FHUWH]D GH TXH ³WRGR
HVWi\DHVFULWR´IXHGHWHUPinante para un hombre cargado de lecturas como Colón2. Sin

1
2¶*250$1( La invención de América , México, 1995 [1958], p. 54.
2
Vio lo que esperaba ver de acuerdo con la Biblia pero también según la Historia natural de Plinio, los
relatos de viajes de Marco Polo, la I mago mundi GH 3LHUUH G¶$LOO\« DGHPiV GHO LPDJLQDULR WDQ

1
embargo, no fue el único: por más que Américo Vespucio sí afirmara estar ante un
mundus novus, al continente inventado y a sus habitantes también inventados les
HVSHUDED WRGDYtD XQ ODUJR SURFHVR SDUD VHU YHUGDGHUDPHQWH ³GHVFXELHUWRV´ R PHMRU
dicho, comprendidos3. Por otra parte, Bartolomé de Las Casas (único intermediario a
través del cual recuperamos los textos del genovés4 en su Historia de las Indias), al
enlazar el nombre de Cristóbal Colón con el hijo de Dios demuestra que no era esta una
cualidad privada del Almirante. Relacionar a Cristóbal con Cristo constituía, en verdad,
la única respuesta posible al problema teológico que suponían los habitantes de las
Indias: ¿cómo era posible que no hubiera llegado a ellos el Evangelio, tal como marcaba
el designio divino? En realidad, se dijo, sí lo llevaban dentro, pero solo gracias a la
presencia de los españoles conseguirían ser conscientes de ello.
Así pues, la vinculación necesaria entre textos y realidad existe desde el momento
mismo del descubrimiento de América, desde su invención: es parte de su historia.

V asco de Q uiroga: texto y contexto jurídico


Ya en el plano de las utopías, Pierre-Luc Abramson ha estudiado la dialéctica entre
soñador y realizador en el nuevo continente y a lo largo de los siglos 5. En el seno del
sistema de encomiendas, otro modo de pensar a los indígenas (y, en consecuencia, al
papel de la Corona española en las nuevas tierras) empezaría con el sermón de Antonio
de Montesinos un 21 de diciembre de 1511 y tendría eco en voces tan críticas con los
abusos cometidos contra los indios como las de Francisco de Vitoria y Bartolomé de
Las Casas. Las palabras del dominico hoy son ya todo un ícono: ¿No estáis obligados a
amarlos como a vosotros mismos?6 El camino abierto en el terreno jurídico fue capital:
desde ³Las ordenanzas reales para el buen regimiento y tratamiento de los indios´

generalizado de los libros de caballerías cuyo papel en la historia de la conquista puede seguirse en el
clásico estudio LEONARD, I. A. Los libros del conquistador, México, 1979.
3
De lo contrario, otro nombre se le habría dado al ³UHDOLVPRPiJLFR´del boom hispanoamericano que, en
definitiva, no hace otra cosa que narrar la verdadera esencia de su América.
4
Lo que nos hace pensar, a su vez, hasta qué punto es fruto de una construcción posterior la imagen que
de él tenemos.
5
³6LVHWRPDHQFXHQWDTXHHOVRxDGRU\HOUHDOL]DGRUQRVLHPSUHHVWiQUHXQLGRVHQODPLVPDSHUVRQDHV
toda la historia de la utopía en las Américas la que nos parece construida sobre ese juego dialéctico del
sueño y la realidad, de la teoría y la práctica, de la literatura y la tentativa, desde las ciudades-hospitales
de Vasco de Quiroga, discípulo de Tomás Moro, hasta las comunidades de base de la teología de la
OLEHUDFLyQ«´$%5$06213/ Las utopías sociales en América Latina en el siglo XIX , México, 1999
[1993], p. 335.
6
SERNA, M. (ed.) La conquista del Nuevo Mundo. Textos y documentos de la aventura a mericana ,
Barcelona, 2012 , p. 241.

2
conocidas como las Leyes de Burgos7, sancionadas bajo Fernando el Católico, y la
³ Declaración y Moderación de las Ordenanzas de 1512´RLeyes de Valladolid8, hasta
la promulgación, ya con Carlos V, de las Leyes Nuevas en 1542, que tanta polémica
traerían entre los colonos y la Metrópoli, puesto que ponían fin al Requerimiento a los
indios (1513)9, y suponían un primer intento de abolición de las encomiendas.
Pasemos de algún modo de lo general a lo particular para recordar cuál fue el papel de
Vasco de Quiroga en dicho contexto, en texto y práctica. Su historia comienza mucho
antes de la fundación de sus pueblos hospitales en Santa Fe de México. La fecha de su
nacimiento suele datarse en la década de 1470; por lo tanto, cuando llegó por primera
vez a la ciudad de México, en 1530, ya era un hombre mayor. De lo escaso, aunque no
insuficiente, que se sabe de su vida antes de arribar al continente americano,
destacaremos su formación en derecho, sus estrechas relaciones con la Corte y su
actuación como juez de residencia en Orán. No llega a México como misionero sino
como oidor de la Segunda Audiencia de Nueva España: es un jurista de experiencia10,
comparte un ideal cristiano y posee, a su vez, el pragmatismo necesario para superar
(entonces y ahora) todo trámite judicial. En ese contexto, empezó a plantearse la idea de
lo que serían luego los pueblos-hospitales; el de Santa Fe de México, fundado en 1531,

7
Estas constituyen el primer ordenamiento dedicado a las Indias y sientan las bases para unas condiciones
de trabajo dignas para los indios a manos de los encomenderos: deben tener hamaca para dormir, una
dieta determinada, cumplir como mucho nueve meses de trabajo al año, no recibir ningún tipo de castigo
y ser evangelizados.
8
Incluyen ítems como la prohibición de que trabajen mujeres embarazadas y niños menores de catorce
años. Diversos autores han señalado la importancia de este documento como parte de la historia de los
Derechos Humanos, en la que la Corona española tiende a representar solamente un papel antagónico
gracias a la leyenda negra , oportunidad genial para los competidores de la Monarquía Hispánica en
ultramar y a la que sin saberlo dio origen el propio Bartolomé de Las Casas en su Brevísima relación de
la destrucción de las Indias apenas diez años posterior (1552). García Cárcel estudia el interesante
recorrido de este texto y su relevancia (y la de las lecturas que de él se hicieron) para la leyenda negra .
Tan solo la evolución de su título en sus diferentes traducciones y las ilustraciones que al texto original se
fueron añadiendo demuestran hasta qué punto y de qué modo interesó su difusión en Europa. Así se titula
en holandés la Brevísi ma : Espejo de la tiranía española en que se trata de los actos sangrientos,
escandalosos y horribles que han cometidos los españoles en Indias GARCÍA CÁRCEL, R. Leyenda
negra. Historia y opinión, Madrid, 1992, pp. 225-228.
9
Documento de lectura obligada ante los indios y mediante el cual se les hacía saber que pasaban al
servicio de sus Majestades y por qué razones, aunque sin concebir distancia cultural alguna (comenzando
por el hecho de que se les leía en español a indígenas que desconocían la lengua), ³WHUPLQDQGRFRQXQD
DPHQD]DURWXQGD>«@µ\VLQRORKLFLHUGHV, y en ello dilación maliciosamente pusierdes, certificamos que
con la ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros y vos haremos guerra, por
todas las partes y maneras que pudiéremos, y vos subjetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus
Altezas y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hiMRV \ ORV KDUHPRV HVFODYRV >«@¶´
GARCÍA CÁRCEL, p. 224.
10
A sabiendas de que las leyes castellanas del momento estipulaban que un número mínimo de prelados
debían integrar los máximos tribunales regios, tanto las Audiencias y Chancillerías, como el Consejo
Real.

3
y el de Santa Fe de la Laguna, entre 1533y 1535.11 En 1538, se aprobó la creación del
obispado de Michoacán y se designó a Vasco de Quiroga como obispo, quien hasta ese
momento no había pertenecido al clero.
Su texto más extenso, que trata sobre la naturaleza y los derechos de los indígenas se
titula Información en derecho (1535) y ha de ser comprendido en el debate ontológico
que era la cara indisociable del derrotero jurídico recién mencionado. Se trata de la
argumentación teórica de la naturaleza mansa de los indígenas y de una apología de sus
derechos, la justificación, en definitiva, de lo que serían sus pueblos-hospitales, cuyas
disposiciones conocemos gracias a las Reglas y ordenanzas para el Gobierno de los
Hospitales de Santa Fe de México y Michoacán, que conforman su compendio de
leyes12. Como tal, es este el documento que refleja con mayor claridad la influencia de
la Utopía (1516) de Tomás Moro en el proyecto, que Vasco de Quiroga leyó en la
traducción de Erasmo de Rotterdam que le prestara el obispo de México Juan de
Zumárraga, por él anotada13. El tercer texto significativo de Quiroga, De debellandis
indis XVXDOPHQWHWUDGXFLGRFRPR³ De la guerra que se le ha de hacer a los indios´ ha
suscitado mucha polémica14 y hay que entenderlo, precisamente, en el marco de la
Controversia de Valladolid (1550-1551) en la que el obispo pretendía exponer sus
razones15.

11
Autores como Felipe Tena Ramírez han hecho referencia a un posible tercer pueblo-hospital, el de
Santa Fe del Río (Lerma), del que se tiene constancia por una real cédula que en 1539 autorizaba su
fundación. TENA RAMÍREZ, F. Vasco de Quiroga y sus pueblos de S anta F e en los siglos XVIII y XIX ,
México, 1990.
12
En su vejez, se encargó de de dejarlas con su Testa mento (datado el 4 de enero de 1565) para asegurar
la continuidad y el buen funcionamiento de los pueblos.
13
Muchos son los estudiosos que se han dedicado a cotejar pormenorizadamente ambos textos. Acaso
VLJDVLHQGRHOHVWXGLRGH6LOYLR=DYDOD³/D8WRStDGH7RPiV0RURHQOD1XHYD(VSDxD´ [en Recuerdo de
Vasco de Quiroga , México, 1987, pp. 11-34] el que mejor cuenta da de las relaciones entre los postulados
de Moro y los matices que el obispo de Michoacán tuvo que variar para poder adaptar el proyecto al suelo
DPHULFDQR (O KLVWRULDGRU PH[LFDQR QRV KDEOD GH ³OD LPSDFLencia práctica que se adueñó de Quiroga
FXDQGR PDGXUDURQ VXVLGHDV DFHUFDGHO PRGRGHRUJDQL]DUOD YLGDDPHULFDQD´  WHQLHQGRHQFXHQWD
además de que comenzó su obra experimental sin esperar la resolución del permiso que había solicitado a
España y actuando dentro de las facultades gubernamentales concernientes a su cargo de oidor (15),
hecho que, como arriba apuntábamos, es interesante destacar.
14
El manuscrito estuvo perdido durante años y habría sido, según algunos autores, confundido con el de
otro teórico con el mismo título. '(/*$'2 3e5(= 0 0 ³'H *UDQDGD D 0LFKRDFiQ 9DVFR GH
4XLURJD\ODJpQHVLVGHXQFyGLFHIURQWHUL]R´ Estudios de frontera, 9. Economía, derecho y sociedad en
la frontera , Jaén, 2014, pp. 165-186
15
Ya en Información en derecho HO DXWRU GLFH TXH ³FXDQGR IXHU]DV KXELHVH SRU MXVWD OtFLWD \ VDQWD
guardada la debida proporción, tendría yo la guerra, o, por mejor decir, la pacificación o compulsión de
DTXHVWRV µQR SDUD VX GHVWUXFFLyQ VLQR SDUD VX SDFLILFDFLyQ¶´ p. 102, resaltado en el original). En
cualquier caso, seguimos a aquellos autores que han sabido comprender la aceptación de Vasco de
Quiroga de una guerra justa en casos extremos de rebeldía de los indios porque este habría visto peligrar
toda su obrD FRQ ODV WHVLV UDGLFDOHV GH /DV &DVDV \ VH GHMD JXLDU HQ DOJ~Q SXQWR SRU XQD ³REVHVLyQ
XWySLFD´ 6(55$12 *$66(173 Vasco de Quiroga. Utopía y derecho en la conquista de América ,
Madrid, 2001, p. 389; ZAVALA, S. Ideario de Vasco de Quiroga , México, 1941, p. 24.

4
Los Hospitales de M ichoacán y la ciudad ideal del Renacimiento
En el estudio que le dedica al pensamiento utópico, Norbert Elias teje uno de sus
capítulos en torno a una pregunta que puede parecer una obviedad pero no lo es: ¿cómo
es que a menudo lo que en las utopías humanistas aparece como ³ideal´ se ha
convertido en el horror de las utopías contemporáneas? El sociólogo alemán lo
ejemplifica con una característica capital en la isla Utopía contada por Moro: el orden
férreo, el completo control sobre todos los individuos, que no se narra como algo
WHUULEOHVLQRFRPRSDUWHGHOySWLPRHVWDGRGHODUHS~EOLFDPLHQWUDVTXHHQODV³XWRStDV
LQYHUVDV´ WDPELpQ OODPDGDV distopías16) del siglo XX, la deshumanización y la
coacción constante sobre el individuo son el principal objeto de repudio. En la época de
Moro, erradicar las muertes masivas por hambre o pestes eran una utopía tal, que su
consecución justificaba todos los medios; hoy en día, al menos HQHO OODPDGR³SULPHU
PXQGR´ORVSUoblemas públicos centrales pasaron a ser otros. La alienación, el excesivo
y subliminal control de autoridades a menudo invisibles, han pasado a ser la fuente del
terror17. Según Elias OR TXH KDQ FDPELDGR VRQ QXHVWUDV QHFHVLGDGHV ³ imposibles de
satisfacer´ \ XQD FRPSUHQVLyQ GHO SDVDGR LPSOLFDUtD HQ HVWRV FDVRV DQDOL]DU
cuidadosamente a qué modificaciones prácticas apuntan las leyes de un proyecto
utópico en una época determinada. He aquí lo que nos interesa destacar: la urgencia
SUiFWLFD³política´Dla que responde toda propuesta de ideal18.
Según Francisco Fernández Buey, ³la utopía antes de la utopía ´, es decir, antes de que
Moro la nombrara como tal, tiene en la Edad Moderna dos motivos fundamentales: el
tema de la ciudad ideal y el resurgir del profetismo19. La primera, entendida como un
proyecto arquitectónico regido por la proporción y al que se ha de llegar gracias a la
razón matemática, cuaja en el pensamiento humanista del siglo XV en tanto que
³concreción, en el plano urbanístico, de una discusión más amplia, relativa al estado
ideal y al buen gobierno, una discusión en la que tomaron parte filósofos, arquitectos,
pintores, políticos, señores y mecenas con aspiraciones de cambio y deseo de

16
Piénsese en obras como La isla del Dr. Moreau, de H.G. Wells, Un mundo feliz, de Aldous Huxley,
1984, de George Orwell, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, entre muchas
otras.
17
ELIAS, N. /¶XWRSLH, París, 2014, pp. 144-155.
18
6REUH OD UHOHYDQFLD SROtWLFD GHO ³PLWR´ SXHGH UHYLVDUVH HO FOiVLFR OLEUR *,5$5'(7 5 Mythes et
mithologies politiques, Lonrai, 1986, donde el autor trabaja con motivos como la Conspiración, el
Salvador, la Edad de Oro, la Unidad.
19
En FERNÁNDEZ BUEY, F. Utopías e ilusiones naturales, España, 2007, pp. 21-72, se le dedican
sendos capítulos (I y II) a cada uno de estos tópicos.

5
novedades´20. Como las utopías, la ciudad ideal es, en apariencia, una paradoja: nace en
una época en que las urbes son ya una realidad indiscutible y, sobre todo, al mismo
tiempo una realidad perfectamente insalubre. Cuanto más trabajados los proyectos
urbanísticos, más se alejaban de lo que realmente eran, por ejemplo, las ciudades de la
península itálica. Ocurre que las planificaciones QDFtDQSUHFLVDPHQWHSDUDHYLWDU³tanta
acumulación de gentes que, a semejanza de cabras apiñadas unas junto a otras, todo lo
llenan de hedor y se hacen simiente de mortales pestes´21.
¿Dónde está entonces la conexión entre los Hospitales de Vasco de Quiroga, que tanto
se han estudiado como la empresa de un religioso, y un motivo estético como el de la
ciudad ideal? Recordemos que la concepción de la estética como permanente reflejo de
una ética es un pensamiento inmanente al neoplatonismo. La ciudad ideal es un
proyecWR HVWpWLFR WDQWR FRPR SROtWLFR \ ORV WUDWDGRV GH XUEDQtVWLFD ³ responden a la
necesidad de proceder a una racionalización de la ciudad tanto en el plano legislativo
como en el arquitectónico´22. Cuando se nos habla del estado ideal, se está pensando en
una ciudad-Estado, en la res publica TXHSDUDXVDUODVSDODEUDVGH(XJHQLR*DULQ³ en
sus formas arquitectónicas materializa objetivamente una estructura económico-
política adecuada a la imagen del hombre que ha ido delineando la cultura del
Humanismo´23. Las discusiones sobre si amurallar la ciudad o no, prepararla para
eventuales enfrentamientos provenientes del exterior y para evitar los interiores, sobre si
edifiFDUOD D RULOODV GH XQ UtR R XQ PDU SDUD DVHJXUDU VX KLJLHQH«WRGRV HVWRV DVSHFWRV
señalan el carácter político de los proyectos urbanos.
³La ciudad perfecta, la ciudad-tipo, tanto en sus edificios como en sus instituciones, no
está fuera del mundo, en el cielo o en el país de Utopía. Se halla presente, aunque no
terminada, en una ciudad ejemplar ´'HVWDFD*DULQHQWRQFHVODSUHHPLQHQFLDHQHOVLJOR
XV de las laudatios de ciudades concretas (Florencia, Venecia, Milán) frente a los
textos sobre sitios indeterminados o utópicos del XVI24. Ello nos interesa por dos
motivos: el primero, porque reforzaría la tesis en que venimos insistiendo de que el
Nuevo Mundo fue una necesidad Europea, cuyo descubrimiento (espacialmente
hablando) provocó que los proyectos urbanísticos o políticos dejaran de situarse en el
Viejo continente para pasar a hacerlo en otro lugar, en paisajes cuyos autores nunca

20
FERNÁNDEZ BUEY, F. p. 46.
21
Leonardo Da Vinci apud GARIN, E. La revolución cultural del Renacimiento, Barcelona, 1984 [1981],
p. 110.
22
FERNÁNDEZ BUEY, F. p. 54.
23
GARIN, E. p. 111.
24
GARIN, E. p. 119.

6
habían visto, pero que, de un modo casual, se parecían a América. Si nos guiamos por
representaciones pictóricas ±como la ciudad ideal representada en la tabla de Urbino,
datada de antes de la llegada de Colón a América±, vemos que Europa estaba soñando
con ciudades casi sin gente, con espacios enormes y limpios; depurados también de
historia, para que no conocieran de instituciones corruptas. Por ello, como dice Carlos
Fuentes, ³la invención de América es la invención de Utopía ´25. Ello nos interpela, en
segundo lugar, porque permite poner de relieve que Vasco de Quiroga se interesa por
las leyes propuestas por Tomás Moro tanto como se interesa por materializar en la
realidad su proyecto. Entonces bien, si las ciudades ideales no son exclusivamente u-
topías, sino que pueden tener materialidad, es que hay que señalarlas como causa
fundamental para la creación de los Hospitales de Michoacán, a la altura de la obra del
canciller inglés26.
Por razones de espacio, no podemos detenernos en las características legislativas de los
pueblos-hospitales27 fundados por Quiroga. Apuntamos sin embargo que las escasas
ocasiones en que no sigue la república pensada por Moro se deben en general a
adaptaciones al suelo americano. Los pueblos tienen una policía mixta , un Principal y
unos Regidores electos entre y por los propios indígenas que siempre deben hallar
consenso con el Rector, de origen español. Las ciudades fueron concebidas, por lo tanto,
desde el inicio como lugares donde tutelar 28 y guiar a los indios hacia una forma
autosuficiente y autogobernada de vida de acuerdo con los ideales más primitivos del

25
FUENTES, C. Valiente mundo nuevo, México, 1990, p. 58 [el resaltado es mío]
26
Esta interpretación se inscribe en una línea de trabajo en la que previamente hemos abordado el caso de
Vasco de Quiroga vinculado al concepto de heterotopía desarrollado por Michel Foucault, en tanto que
materialización de una utopía. $/3(ȳ&XDQGR\RUHLQDEDQDGLHHUDesclavo. Vasco de Quiroga para
XQDKHWHURWRStDDPHULFDQD´HQ Clásicos para un Nuevo Mundo. Estudios sobre la tradición clásica en la
América de los siglos XVI y XVII , Madrid, 2016, pp. 9-23
Se trataría, ahora, de seguir trabajando el mismo interrogante desde la perspectiva de la ciudad ideal: si
las utopías por definición no han lugar, ¿qué nombre darle a los pueblos-hospitales que existieron en
Michoacán hasta el siglo XIX?
27
Para un análisis in extenso del concepto de hospitalidad en su dimensión religiosa pueden revisarse los
Capítulos III y IV en MUNDACA MACHUCA, D. Traslado de saberes y cultura religiosa. La tradición
europea en la concepción hospitalaria de Vasco de Quiroga (1389-1565), Valparaíso, 2015.
Asimismo, se ha relacionado la hospitalidad propia del proyecto con la reestructuración que vive la
Iglesia Católica en el siglo XVI, con los postulados milenaristas (aunque Quiroga no adscribiera
directamente a ellos) y franciscanos; y es conocida la buena relación que, en su posterior viaje a Europa
con la intención de exponer sus ideas ante el Concilio de Trento, trabaría con San Ignacio de Loyola y
con Francisco de Borja. DELGADO PÉREZ, M. p. 182.
28
Tanto desde el punto de vista social como jurídico, los indígenas, al igual que las mujeres, los niños o
los dementes, eran considerados en una situación de minoridad.

7
cristianismo; por lo tanto, la experiencia dotaba de pleno sentido a la presencia
evangelizadora de la Corona española en el continente americano29.
Entre los indígenas no existe la propiedad privada, las casas se tienen en usufructo y la
austeridad y pulcritud en el vivir y el vestir es fundameQWDO ³de manera, que se
conforme todo, y parezca por defuera en el cuerpo la limpieza, que haya dentro del
alma.´30. Las jornadas laborales son de seis horas y, precisamente por ser moderadas, se
les exige a los indios su cumplimiento con buena voluntad. Las horas de reposo puede
cada cual emplearlas en lo que guste, con tal de no vagar ni embriagarse; incluso pueden
acudir a una gran sala para celebrar y comer juntos en las festividades (los gastos corren
por cuenta del común).
Propone, como Moro, que cada KDELWDQWHDSUHQGDXQRILFLR³mecánico´\DGHPiVHOGH
la agricultura, tanto hombres como mujeres, se dispone una rotación cada dos años de
los oficios, vale decir, que las familias urbanas y las rurales intercambien sus roles para
evitar el hastío (aunque pueden permanecer en el campo si así lo desean). Lo obtenido
se reparte entre todos por igual y lo sobrante se dedica a mantener a los pobres,
HQIHUPRVRQLxRVKXpUIDQRVDFRJLGRV³de manera que ninguno padezca en el Hospital
necesidad´ /RV LQGLRV QR Panipulan dinero; sin embargo, Quiroga aclara que para
prevenir en casos de necesidad, el sobrante de lo producido en los años fértiles puede
YHQGHUVH IXHUD \ ³depositar en su lugar lo que se hubiere por ello debajo de fiel
custodia´TXHYLHQHDVHUXQ³arca de tres llaves para la moneda del común´.
+DEUi ³hasta ocho o diez, o doce casados por familias, porque las hembras hanse de
FDVDUFRQORVKLMRVGHODVRWUDVIDPLOLDV>«@\FXDQGRKD\DWDQWRVTXHQRTXHSDQHQOD
familia, se ha de hacer otra de nuevo´ y la homogeneidad y el orden de lo físico son
reflejo de una armonía ética y social que responde a fines prácticos ³si es posible, os
FRQIRUPpLV WRGRVHQHO YHVWLUGHXQDPDQHUDOR PiVTXHSRGtDV>«@SRUTXHVHFDXVD
más conformidad entre vosotros, y así cese la envidia, y soberbia de querer andar
vestidos, los unos más y mejor que los otros´ ³la construcción o reparación de
edificios se hace conjuntamente y, sobre todo, con voluntad: animándoos unos a otros´

29
³No deja de sorprender la racionalidad de la propuesta quiroguiana, en que parece que la utopía se pone
al servicio de la expansión imperial, unida, tal vez, a la conciencia de superioridad que el hombre
occidental, al hilo de sus progresos técnicos y conquistas, había adquirido. Parecería que en él se unían
razón utópica y razón de Estado.´SERRANO GASSENT, p. 23.
30
Todas las citas referidas a las disposiciones de los pueblo-hospitales, salvo indicación en contrario,
están tomadas de: QUIROGA, V. Información en derecho, 1535, reproducido en SERRANO GASSENT,
P. Vasco de Quiroga. Utopía y derecho en la conquista de América , Madrid, 2001.

8
Los ejemplos siguen. Lo importante a destacar es que las disposiciones intramuros
siempre saltan a lo comunal y velan por un orden ±bello± superior.
6H DxDGH TXH ORV FRQIOLFWRV ³con el Rector, y Regidores lo averiguaréis llana y
DPLJDEOHPHQWH>«@SRUTXHQRKD\DQHFHVLGDGGHVHLUDTXHMDUDOMXH]GH otra parte´
Destacamos aquí la cualidad interna y autónoma de la justicia que Quiroga propone.
Esta, por una parte, responde a la clarísima intención de evitar las intromisiones propias
de la configuración jurisdiccional del período y, a su vez, nos permite traer a colación
un encuentro fundamental entre los Hospitales de Michoacán y la ciudad ideal
recuperada por el Humanismo y quizá uno de los más difíciles de desentrañar porque
marca no solo el pensamiento de la época sino que perdura en nuestras concepciones
más hondas: la idea de que hay algo capaz de insertar el orden humano en el orden
natural, donde siempre somos más felices, y ese algo es la justicia. Lo decíamos, la
concepción de la estética que siempre es reflejo de una ética, una belleza exterior (sea
cual fuere la forma que adopte) como reflejo de una belleza interior, en paz, marca el
pensamiento occidental desde hace siglos. Y para estos pensadores, llámense utopistas o
urbanistas, no hay nada más bello que la justicia31. Igual que ellos, Vasco de Quiroga,
oidor, cree que la ciudad más bella es la ciudad justa. Ese es el opti mo republicae statu.
Cabe aclarar a este respecto que Vasco de Quiroga se sitúa no solo en una tradición
milenaria sino también en la revivificación contemporánea sobre el ideal de justicia:
pensemos en los textos que Leonardo Bruni dedica a Florencia o, en España, en la
compilación de las Leyes de los Reinos de Castilla de Hugo de Celso (1538), donde se
aseveraba que ³Justicia es una de las virtudes por la cual mejor e mas enderesadamente
se gobierna el mundo´32. Unas décadas antes, en las Ordenanzas Reales de 1484, Díaz
de Montalvo ya sostenía que la justicia era la más perfecta de las virtudes; virtud que
consistía, esencialmente, en dar a cada quien lo que le correspondía 33. Ambos juristas
basaban sus afirmaciones en las Siete Partidas y a través de ellas en la tradición del
derecho romano34.

31
GARIN, E. p. 116.
32
DE CELSO, H. Las Leyes de todos los Reinos de Castilla: abreviadas y reducidas en forma de
Repertorio decisivo, Valladolid, 1538.
33
³3RUTXHODMXVWLFLDHVPX\DOWDYLUWXGHSRUHOODVHVRVWLHQHQWRGDVODVFRVDVHQHOHVWDGRTXHGHEHQHHV
perfecta más que todas las virtudes porque comunica e participa con todas e distribuye a todos e a cada
XQR VX GHUHFKR´ 'Ë$= '( 0217$/92 $ >2EUD original sin título, generalmente conocida como
Ordenanzas Reales de 1484; se trata de una compilación de leyes y pragmáticas que Díaz de Montalvo
realizara atendiendo un mandato de los Reyes Católicos y que terminara de escribir, según reza el
manuscrito, en Huete, durante el año 1484].
34
Partida III, Título I, Leyes I a III.

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En este sentido, es de nuestro interés enfatizar, antes de concluir el presente estudio, que
OD³UHDOLGDG ItVLFD´GHORVSXHEORV KRVSLWDOHVUHVSRQGHDXQD coyuntura , a un contexto
específico que ha sido y es ampliamente trabajado por los investigadores y del que
hemos procurado dar cuenta brevemente, al menos en su dimensión jurídica, pero se
inserta a su vez en una tradición que es también causa. Las líneas de pensamiento que
marcan a un autor van mucho más allá de sus citas textuales: son formas de razonar y,
para rastrearlas, estamos llamados a leer más allá de lo dicho. Al igual que los
tratadistas de la ciudad ideal, Quiroga pone en el centro de su preocupación temas como
la higiene y la prevención de conflictos internos a la ciudad. No obstante, entre las
tantas citas de autoridad que sustentan sus escritos, no cita particularmente a La
República de Platón, ni habla en particular de una ciudad ideal; pero, precisamente por
esta razón, ejemplifica la pervivencia de un hilo de pensamiento cuyo lector y
actualizador, en este caso Vasco de Quiroga, toma y prolonga de forma natural como
parte de su razonamiento. Ello es lo que ocurre, en verdad, con las tradiciones: se
heredan y transmiten inconscientemente. Cuanto de manera más honda marquen una
cultura, menos las veremos especificadas.

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