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Actividad 4 - Ideas principales (Tomás de Aquino/ de Soto)

Lee de Tomás de Aquino: Suma Teológica II-II, cuestiones: 57-58, 61-63, 77-79, 120-122, y de
Domingo de Soto: Tratado sobre la justicia y el derecho del Libro I, la cuestión 1 y la cuestión 6.

Extrae al menos 10 ideas principales entre las 2 lecturas. Resalta similitudes y diferencias entre los
autores sobre el concepto de justicia. (100 palabras por idea).

Definición de Ley

Domingo de Soto pondera distintas concepciones de la ley, inclinándose por la opinión de Cicerón,
que dice que la ley es la regla o norma de elegir. A esta premisa, de Soto agrega que la ley se
origina necesariamente de la razón pues, si la ley promulga un mandato, éste debe tener su origen
primario en el entendimiento. Esta concepción se refuerza con la opinión de Santo Tomás cuando
dice que el derecho es el objeto de la justicia: siendo ésta una medida de equilibrio originada en la
razón, implica el contraste entre dos objetos que establecen este equilibrio, sea proporcional o
absoluto.

La ley se ordena al bien común

Para Domingo de Soto, esta noción es convincentemente argumentada por los clásicos, en el
sentido de que “La parte, naturalmente, se ordena a su todo, como lo imperfecto a lo perfecto…” 1
En la organización social, el bien individual se logra a través del bien común. A esta argumentación
podemos añadir la de Aquino respecto del derecho natural y el derecho positivo, en la que dice
que el natural se da una relación directa y equivalente entre los involucrados, y esto se da en
cualquier ente de la naturaleza. El derecho positivo es el que se acuerda entre las partes, en las
que se puede establecer una relación indirecta y proporcional.

La ley como reguladora de los vicios

De Soto considera que la ley, como reguladora de las acciones humanas, no debe ser tan rígida en
cuanto a juzgar actos humanos viciosos. Debe considerarse la fragilidad del temperamento
humano y hasta pensar en la manera en que algunos vicios sirven de paliativo a situaciones más
graves: “…la prostitución para evitar los adulterios; las usuras para precaver los hurtos.” 2 Ante esta
postura práctica, se opone la opinión teológica de Aquino quien, en la cuestión 78 de la Suma
Teológica, considera la usura como un pecado injustificable: “Recibir interés por un préstamo
monetario es injusto en sí mismo, porque implica la venta de lo que no existe, con lo que
manifiestamente se produce una desigualdad que es contraria a la justicia.” 3

La ley como promotora de las virtudes

De Soto considera que la ley en ciertas ocasiones prescribe ciertos actos de virtud, mas no la virtud
en general. Esto viene a ser congruente con la opinión anterior en la que pondera ciertos vicios
humanos. Para De Soto, existe un equilibrio entre el vicio y la virtud que es conveniente a la

1
De Soto, D. Tratado de la justicia y el derecho. Trad. Jaime Torrubiano Ripoll. Ed. Reus. Madrid, 1922. P. 25.
2
Ibid. P. 141.
3
Aquino, T. Suma Teológica II – II ae, cuestión 78, Art. 1 Respuesta.
naturaleza humana y al bien común. Esta concepción no sería extensible a la justicia, que Aquino
entiende como virtud general. La justicia es una virtud que promueve el bien común, y a través de
ésta, se entiende que todas las virtudes están enfiladas hacia el bien: “…el bien de cada virtud, ora
ordene al hombre hacia sí mismo, ora lo ordene hacia otras personas singulares, es susceptible de
ser referido al bien común, al que ordena la justicia.” 4

Definición de Justicia

Aquino defiende la definición que dan los jurisperitos romanos, que dicen que es “…la constante y
perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho”. 5 Resalta el empleo de la voluntad, pues a través
de ésta la justicia se constituye en un acto virtuoso; el término constante también se refiere a la
virtud, pues a través del hábito es que ésta surge; y lo perpetuo se hace presente en relación con
el derecho.

Asimismo, Aquino acota que, siendo la justicia una noción de equilibrio, ésta se articula en función
de dos o más sujetos de justicia, o, en otras palabras, la justicia se refiere siempre a otro, pues “…
nada es igual a sí mismo, sino a otro.”6

Justicia distributiva y conmutativa

Aquino establece dos maneras en las que el individuo establece sus relaciones sociales: la primera,
con sus iguales individuales, es decir, de individuo a individuo; la segunda, como individuo con su
comunidad. Ante estas dos categorías, se contemplan dos formas de justicia: la conmutativa, que
se refiere a los equilibrios que se establecen entre los individuos; y la distributiva, que establece
una relación de equilibrio en el sentido del orden entre el todo y las partes, es decir, entre el bien
común y el interés individual. Esta categorización de la justicia contempla las posibilidades en que
se ejerce de manera particular.

El bien y el mal en la justicia y el derecho

Aquino establece que la justicia entendida como virtud debe de tender al bien y evitar el mal: “…la
justicia así entendida mira al bien bajo un aspecto especial, esto es, en cuanto que es debido en
orden a la ley divina o humana.” 7 Domingo de Soto coincide en esto en su opinión sobre las leyes
en cuanto a que es su facultad hacer buenos a los hombres:

…El efecto de la ley, que principalmente debe mirar el legislador, es hacer


buenos a sus súbditos, por medio de la cual bondad consigan el fin humano,
que es nuestra felicidad. Esta conclusión se deduce fácilmente de la decisión
de la cuestión superior. Porque el fin de la ley es el bien común… 8

Los preceptos del Decálogo

Para Santo Tomás, los diez mandamientos son la primera manifestación de ley universal y natural.
Al mismo tiempo, los entiende como la primera manifestación de justicia, en el sentido de su

4
Ibid. Cuestión 58, art. 5, respuesta.
5
Ibid. Cuestión 58, art. 1, objeciones.
6
Ibid. Cuestión 58, art. 2, respuesta.
7
Ibid. Cuestión 79, art. 1, respuesta.
8
De Soto, D. Tratado de la justicia y el derecho. Trad. Jaime Torrubiano Ripoll. Ed. Reus. Madrid, 1922. P. 44.
prescriptiva hacia el otro: “…en lo que respecta a uno mismo, parece a primera vista que el
hombre es dueño de sí y libre de hacer lo que le plazca; pero tratándose de los demás, es
manifiesto que el hombre está obligado a darles lo que les es debido.” 9

La ley como conciencia

Respecto de este tema, De Soto hace distinción entre las leyes que son justas y las leyes injustas.
Las leyes justas tienen su origen y fundamento en la ley natural y, por lo tanto, poseen un
fundamento divino, por lo que tienen la facultad de apelar a nuestra conciencia. Por su parte, las
leyes injustas lo son en el sentido de que van en contra del bien común: “…la ley injusta, como no
es recta, no puede ser regla, y por tanto, ni ley; y la que no es ley no obliga a nadie.” 10 De aquí se
concluye que una ley injusta no puede apelar al fuero de la conciencia.

La obligatoriedad de la ley

En este tema, De Soto tiene una perspectiva social de su tiempo, mediante la cual establece que
la figura del príncipe se encuentra fuera del alcance de la fuerza coercitiva de la ley, debido a que
como autoridad, sólo se encuentra por debajo de la divina; igualmente considera los individuos
protegidos por privilegios, así como separa la legislación correspondiente a los seglares de la de
los eclesiásticos. Asimismo, los súbditos de un reino deben ser considerados bajo las leyes propias
de su reino; finalmente, establece que “…en cuanto a la fuerza coercitiva los justos, que se guían
por los hábitos de las virtudes, no están sujetos a la ley: porque nada de lo que pertenece a la
virtud lo hacen coaccionados, sino de su propia voluntad.” 11

Bobliografía:

- De Soto, D. Tratado de la justicia y el derecho. Trad. Jaime Torrubiano Ripoll. Ed. Reus.
Madrid, 1922
- Aquino, Suma Teológica II – II ae, en el sitio: hjg.com.ar/sumat/c/c122.html

9
Aquino, T. Suma Teológica II – II ae, cuestión 122, art. 1, respuesta.
10
De Soto, D. Tratado de la justicia y el derecho. Trad. Jaime Torrubiano Ripoll. Ed. Reus. Madrid, 1922. P.
150.
11
Ibid. Pp. 207 – 208.

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