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Guerra de la Independencia Española

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Guerra de la Independencia Española
Guerra de la Quinta Coalición
Guerra de la Sexta Coalición
Parte de Guerras napoleónicas
El dos de mayo de 1808 en Madrid.jpg
El dos de mayo de 1808 en Madrid, pintura de Francisco de Goya que ilustra uno de
los episodios del levantamiento popular que desembocaría en la guerra.
Fecha 2 de mayo de 1808-17 de abril de 1814
Lugar Península ibérica
Casus belli
Aprehensión del rey Fernando VII de España.
Levantamiento del 2 de mayo.
Abdicaciones de Bayona.
Intento de los franceses de conquistar toda la península ibérica y de apoderarse de
los tronos español y portugués.
Resultado Victoria hispano-anglo-portuguesa
Consecuencias
Tratado de Valençay.
Restauración del trono de Fernando VII.
Retirada de las fuerzas de ocupación francesas.
Promulgación y derogatoria de la Constitución de Cádiz.
Comienzo de las Guerras de independencia hispanoamericanas.
Beligerantes
Bandera de España Regencia de España e Indias
Bandera de Reino Unido Imperio Británico
Bandera de Portugal Reino de Portugal
Bandera de Francia Imperio francés
•Bandera de España 1808-1813.svg España napoleónica
• Reino de Italia
•Flag of Poland.svg Ducado de Varsovia
Comandantes
Bandera de España Francisco Castaños
Bandera de España «El Empecinado»
Bandera de España «El Cura Merino»
Bandera de España José de Palafox
Bandera de España Gregorio de la Cuesta
Bandera de España Álava y Esquivel
Bandera de España Joaquín Blake
Bandera de España Andrade y Armijo
Bandera de España Espoz y Mina
Bandera de España Gabriel de Mendizábal
Bandera de España Teodoro Reding
Bandera de España Diego de Alvear
Bandera de España José María de la Cueva y de la Cerda
Bandera de España Pedro Velarde †
Bandera de España Luis Daoiz †
Bandera de España Francisco Solano Ortiz de Rozas †
Bandera de Reino Unido Arthur Wellesleya
Bandera de Reino UnidoBandera de Portugal William Beresford
Bandera de Reino Unido John Moore †
Bandera de Portugal Bernardino Freire
Bandera de Portugal Miguel Pereira y Forjaz
Bandera de Portugal Francisco da Silveira Bandera de Francia Napoleón I
Bandera de España 1808-1813.svgBandera de Francia José I
Bandera de Francia Joaquín Murat
Bandera de Francia Jean-Andoche Junot
Bandera de Francia Jean de Dieu Soult
Bandera de Francia André Masséna
Bandera de Francia Michel Ney
Bandera de Francia Louis Gabriel Suchet
Bandera de Francia Joseph Mortier
Bandera de Francia Auguste de Marmont
Bandera de Francia Bessières
Bandera de Francia Jean-Baptiste Jourdan
Bandera de Francia Claude-Victor Perrin
Bandera de Francia Dupont de l'Étang
Bandera de Francia Colbert-Chabanais †
Bandera de Francia Louis Henri Loison
Bandera de España 1808-1813.svg Mariano Luis de Urquijo
Fuerzas en combate
Bandera de España 140 000 al inicio2 600 0002
Bajas
Bandera de España 300 000-500 000 muertos3
Bandera de España 25 000 guerrilleros muertos4
Bandera de Portugal 150 000 muertos3 180 000 muertos en combate contra
guerrilleros5
300 000 muertos2
237 000 heridos4
1 000 000 muertos4
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Guerra Peninsular
1808-1814
[mostrar]
Guerras franco-españolas
La guerra de la Independencia Española fue un conflicto bélico que se dio entre
1808 y 1814 dentro del contexto de las guerras napoleónicas, que enfrentó a las
potencias aliadas de España, Reino Unido y Portugal contra el Primer Imperio
francés, cuya pretensión era la de instalar en el trono español al hermano de
Napoleón, José Bonaparte, tras las abdicaciones de Bayona.

La guerra de la Independencia, también conocida en español como la francesada,b


Guerra Peninsular,6 Guerra de España,6 Guerra del Francés,6 Guerra de los Seis
Años6 o «levantamiento y revolución de los españoles»,6 se solapa y confunde con lo
que la historiografía anglosajona llama Peninsular War (Guerra Peninsular),
iniciada en 1807 al declarar Francia y España la guerra a Portugal, tradicional
aliado del Reino Unido. También tuvo un importante componente de guerra civil a
nivel nacional entre afrancesados y patriotas. El conflicto se desarrolló en plena
crisis del Antiguo Régimen y sobre un complejo trasfondo de profundos cambios
sociales y políticos impulsados por el surgimiento de la identidad nacional
española y la influencia en el campo de los «patriotas» de algunos de los ideales
nacidos de la Ilustración y la Revolución francesa, paradójicamente difundidos por
la élite de los afrancesados. Con motivo del bicentenario de la Guerra de la
Independencia, Frigdiano Álvaro Durántez Prados puso en tela de juicio dicho
nombre, ya que no se trata de un conflicto de carácter independentista, según el
carácter que se le ha ido dando a estas conflagraciones, y propuso la denominación
Guerra de 1808 o Guerra Peninsular.7

Según el Tratado de Fontainebleau de 27 de octubre de 1807, el primer ministro


Manuel Godoy preveía, de cara a una nueva invasión hispanofrancesa de Portugal, el
apoyo logístico necesario al tránsito de las tropas imperiales. Bajo el mando del
general Junot, las tropas francesas entraron en España el 18 de octubre de 1807,
cruzando su territorio a toda marcha en otoño, y llegaron a la frontera con
Portugal el 20 de noviembre. Sin embargo, los planes de Napoleón iban más allá, y
sus tropas fueron tomando posiciones en importantes ciudades y plazas fuertes con
objeto de derrocar a la dinastía de los Borbones y suplantarla por su propia
dinastía, convencido de contar con el apoyo popular.

El resentimiento de la población por las exigencias de manutención y los desmanes


de las tropas extranjeras, que dio lugar a numerosos incidentes y episodios de
violencia, junto con la fuerte inestabilidad política surgida por la querella entre
Carlos IV y su hijo y heredero Fernando VII, orquestada por los franceses, que se
inició con el Proceso de El Escorial y culminó con el Motín de Aranjuez y el
ascenso al poder de Fernando VII, precipitó los acontecimientos que desembocaron en
los primeros levantamientos en el norte de España y el Dos de Mayo en la capital
del Reino. La difusión de las noticias de la brutal represión, inmortalizada en las
obras de Francisco de Goya, y de las abdicaciones de Bayona del 5 y 9 de mayo, que
extendieron por la geografía española el llamamiento, iniciado en Móstoles, a
enfrentarse a las tropas imperiales, decidieron la guerra por la vía de la presión
popular a pesar de la actitud contraria de la Junta de Gobierno designada por
Fernando VII.

La guerra se desarrolló en varias fases en las que ambos bandos tomaron


sucesivamente la iniciativa, y se destacó por el surgimiento del fenómeno
guerrillero, que, junto con los ejércitos regulares aliados dirigidos por el duque
de Wellington, provocó el desgaste progresivo de las fuerzas bonapartistas. La
población civil, que padeció los efectos de una guerra total, en la que tanto
franceses como aliados se cebaron con la población y objetivos civiles, saqueando y
pillajeando a gran escala y devastando, por ejemplo, la industria española,
considerada una amenaza para sus respectivos intereses.c Los primeros éxitos de las
fuerzas españolas en la primavera y el verano de 1808, con la batalla del Bruch, la
resistencia de Zaragoza y Valencia y, en particular, la sonada victoria de Bailén,
lograda por un ejército exclusivamente español, provocaron la evacuación de
Portugal y retirada francesa al norte del Ebro, seguida en el otoño de 1808 por la
entrada de la Grande Armée, encabezada por el propio Napoleón, que culminó el
máximo despliegue francés hasta mediados de 1812. La retirada de efectivos con
destino a la campaña de Rusia fue aprovechada por los aliados para retomar la
iniciativa a partir de su victoria en los Arapiles (22 de julio de 1812) y,
contrarrestando la ofensiva francesa, avanzar a lo largo de 1813 hasta los
Pirineos, derrotando a los franceses en las batallas de Vitoria (21 de junio) y San
Marcial (31 de agosto). El Tratado de Valençay de 11 de diciembre de 1813 restauró
a Fernando VII y dejaba a España libre de la presencia extranjera, pero no evitó la
invasión del territorio francés, siendo la batalla de Toulouse (10 de abril de
1814) el último enfrentamiento de la guerra. Refiriéndose a la guerra, Napoleón, en
su exilio, declaró:

Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de
Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo
fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una
escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido.
Fraser, Ronald: La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la
Independencia, 1808-1814.8
En el terreno socioeconómico, la guerra costó en España una pérdida neta de
población de 215 000 a 375 000 habitantes,d por causa directa de la violencia y las
hambrunas de 1812, y que se añadió a la crisis arrastrada desde las epidemias de
enfermedades y la hambruna de 1808, resultando en un balance de descenso
demográfico de 560 000 a 885 000 personas,e que afectó especialmente a Cataluña,
Extremadura y Andalucía. A la alteración social y la destrucción de
infraestructuras, industria y agricultura se sumó la bancarrota del Estado y la
pérdida de una parte importante del patrimonio cultural.
A la devastación humana y material se sumó la debilidad internacional del país,
privado de su poderío naval y excluido de los grandes temas tratados en el Congreso
de Viena, donde se dibujó el posterior panorama geopolítico de Europa. Al otro lado
del Atlántico, las colonias americanas obtendrían su independencia tras la guerras
de independencia hispanoamericanas. En el plano político interno, el conflicto
fraguó la identidad nacional española y abrió las puertas al constitucionalismo,
concretado en las primeras constituciones del país, el Estatuto de Bayona y la
Constitución de Cádiz. Sin embargo, también dio inicio a una era de guerras civiles
entre los partidarios del absolutismo y los del liberalismo, llamadas Guerras
Carlistas, que se extenderían a todo el siglo XIX y que marcarían el devenir del
país.

Índice
1 Antecedentes: política exterior y crisis de la monarquía española (1800-1808)
1.1 Alianza hispanofrancesa y guerras contra Gran Bretaña
1.2 El Bloqueo Continental
1.3 Desprestigio político de la Monarquía española: sucesos de El Escorial y
Aranjuez
1.4 Levantamiento contra los franceses
2 Desarrollo de la guerra
2.1 Sublevaciones y la declaración de guerra
2.2 Repliegue del ejército imperial (junio-noviembre 1808)
2.3 Intervención de la Grande Armée: dominación y resistencia (diciembre 1808-
abril 1812)
2.4 De Arapiles a San Marcial: retirada y derrota (1812-1813)
2.5 Invasión del sur de Francia (1813-1814)
3 Aspectos de la guerra
3.1 El fenómeno de la guerra de «guerrillas» o la petite guerre
4 Consecuencias
5 Conmemoración
6 Véase también
7 Notas
8 Referencias
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
Antecedentes: política exterior y crisis de la monarquía española (1800-1808)
Alianza hispanofrancesa y guerras contra Gran Bretaña

Napoleón cruzando los Alpes (1801), de Jacques-Louis David, en el Museo nacional de


Château de Malmaison.
El tratado de San Ildefonso de 1796, firmado entre la Convención Nacional Francesa
y Carlos IV de España, representado por el favorito y primer Ministro Manuel Godoy,
así como el tratado de Aranjuez de 1801 con el Consulado de Napoleón Bonaparte,
restablecieron la alianza tradicional que desde la proclamación de Felipe V de
España había regido las relaciones entre la corona española y la de Francia,
llevándolas durante el siglo XVIII, en la disputa de intereses económicos y
coloniales, a una serie de sucesivos enfrentamientos armados con el Imperio
británico.

En mayo de 1801, cuando Napoleón decidió forzar la neutralidad de Portugal que se


resistía a romper como aliado de la corona británica, el ejército español intervino
en Portugal provocando la efímera Guerra de las Naranjasf que puso de manifiesto la
falta de resolución de la corte española, aunque esta supo aprovechar la ocasión
para recuperar la plaza de Olivenza (Badajoz). Supuso el inicio de un conflicto
entre ambos países por la soberanía de esta hasta la actualidad. Desde 1803, España
ayudó económicamente y puso a disposición su Armada para la guerra naval contra los
británicos, que culminaría en octubre de 1805 en la batalla de Trafalgar.
La gravedad de la derrota de Trafalgar no tuvo las mismas repercusiones en España y
Francia. Napoleón, proclamado ya en 1804 Empereur des Français, hubo de renunciar
entonces a la invasión inmediata por vía marítima de Gran Bretaña, pero pudo
equilibrar su posición con los triunfos militares sucesivos en Austerlitz,g el 2 de
diciembre de 1805 y de Jena, el 14 de octubre de 1806, alcanzando acuerdos de paz
con austriacos, rusos y prusianos. Sin embargo, en España, la destrucción de una
parte importante de su Armada agravó la crisis económica al no permitir las
comunicaciones con las colonias americanas, en tanto que aumentaba el recelo hacia
la política de alianza.

El Bloqueo Continental

Napoleón Bonaparte por Andrea Appiani (1805).


El fracaso de las negociaciones con el gobierno británico del primer ministro Lord
Grenville indujo a Napoleón a relanzar con el Decreto de Berlín del 21 de noviembre
de 1806 el enfrentamiento directo con los británicos mediante la práctica de la
guerra económica total del Bloqueo Continental, que ya se venía aplicando de facto
tras el aumento de las tasas aduaneras, el cierre de los puertos del norte de
Francia y de las desembocaduras del Elba y el Weser en la primavera de 1806.10

La política del Bloqueo orientó el interés de Napoleón hacia la península ibérica y


el Mediterráneo occidental,11 incrementando la presión sobre la corte de Portugal,
a la que se le advirtió para que adoptase medidas para el cierre al comercio con
los británicos desde sus puertos, así como la confiscación de los bienes y bloqueo
de los residentes en el país. Ante la inacción portuguesa, en agosto de 1807
Napoleón encargó a Jean-Andoche Junot la organización en Bayona del Cuerpo de
Observación de la Gironda con una fuerza de unos 30 000 soldados, y retomando la
fórmula de 1801 para forzar a aceptar el Bloqueo a los portugueses, reclamó el
apoyo de la corte española que, con este fin, envió a través del conde de Campo
Alange un ultimátum al gobierno portugués el 12 de agosto de 1807. A partir del 25
de septiembre de 1807 los portugueses expulsaron a los navíos ingleses, pero,
anteriormente notificados de que el gobierno británico no permitiría ningún acto
hostil contra sus ciudadanos en Portugal, no se realizó ninguna acción en este
sentido.12

El 18 de octubre de 1807, Junot atraviesa la frontera y pocos días después, el 27


de octubre, el representante de Godoy firma el tratado de Fontainebleau en el que
se estipula la invasión militar conjunta, la cesión a la corona de los nuevos
reinos de Lusitania y Algarves, así como el reparto de las colonias.13

Desprestigio político de la Monarquía española: sucesos de El Escorial y Aranjuez


A finales de 1807 Napoleón decidió que la monarquía de Carlos IV, aliada, pero
independiente, era ya de muy escasa utilidad y que sería mucho más conveniente para
sus designios la creación de un Estado satélite, situación a la que se llegaría por
un cúmulo de circunstancias que resume el historiador Jean Aymes:

...la expedición a España deriva de una serie de consideraciones entre las que se
encuentran mezclados la debilidad militar del estado vecino, la complacencia de los
soberanos españoles, la presión de los fabricantes franceses, la necesidad de
arrojar a los ingleses fuera de Portugal, la enemistad del Emperador hacia la
dinastía de los Borbones, los imperativos de una estrategia política para el
conjunto del Mediterráneo y, por fin, para remate y para ocultar ciertos cálculos
sucios, los designios de Dios o las exigencias de una filosofía ad hoc
Aymes, Jean R.: La Guerra de la Independencia, Madrid, Siglo XXI, 1974.
La presencia de tropas francesas en España en virtud del tratado de Fontainebleau
se había ido haciendo amenazante a medida que iban ocupando (sin ningún respaldo
del tratado) diversas localidades españolas, como lo fueron Burgos, Salamanca,
Pamplona, San Sebastián, Barcelona o Figueras. El total de soldados franceses
acantonados en España ascendía a unos 65 000, que controlaban no solo las
comunicaciones con Portugal, sino también con Madrid y la frontera francesa.[cita
requerida]

Caída y prisión del Príncipe de la Paz (c. 1814); grabado de Francisco de Paula
Martí de un dibujo de Zacarías Velázquez que refleja el día 19 de marzo en la
ciudad de Aranjuez.
La presencia de estas tropas terminó por alarmar a Godoy. En marzo de 1808,
temiéndose lo peor, la familia real se retiró al Palacio Real de Aranjuez para, en
caso de necesidad, seguir camino hacia el sur, hacia Sevilla y embarcarse para
América, como ya había hecho Juan VI de Portugal.141516

El 17 de marzo de 1808, tras correr por las calles de Aranjuez el rumor del viaje
de los reyes, la multitud, dirigida por miembros del partido fernandino, nobles
cercanos al príncipe de Asturias, se agolpa frente al Palacio Real y asalta el
palacio de Godoy, quemando todos sus enseres. El día 19, por la mañana, Godoy es
encontrado escondido entre esteras de su palacio y trasladado hasta el Cuartel de
Guardias de Corps, en medio de una lluvia de golpes. Ante esta situación y el temor
de un linchamiento, interviene el príncipe Fernando, verdadero dueño de la
situación, en el que abdica su padre al mediodía de ese mismo día, convirtiéndolo
en Fernando VII.[cita requerida]

Aprovechando los sucesos derivados del motín de Aranjuez y el hecho de que tropas
francesas al mando de Murat habían ya ocupado el norte de España (amparándose en el
tratado de Fontainebleau), Napoleón forzó la cesión de la corona española a su
hermano, José Bonaparte, como José I en las Abdicaciones de Bayona.

Levantamiento contra los franceses


Artículo principal: Levantamiento del 2 de mayo

La defensa del parque de Monteleón durante el Levantamiento del 2 de mayo en


Madrid. Óleo de Joaquín Sorolla.h
El levantamiento contra los franceses partió de las clases populares y de los
notables locales. Comenzó como una serie de motines espontáneos, pero su
reiteración y su rápida expansión por todo el país permiten entrever cierto grado
de inducción o, cuando menos, de coordinación. Es probable que el detonante fuera
la presión de las tropas napoleónicas sobre la población civil, la necesidad de
mantener a su ejército, máxime cuando el país había atravesado recientemente por un
ciclo de hambrunas y malas cosechas. Ya en abril hubo revueltas en ciudades como
León o Burgos, si bien, tras el levantamiento de Madrid, el 2 de mayo de 1808, los
levantamientos se propagaron por toda España. La difusión de las noticias sobre la
represión ejercida por los franceses en Madrid y en otras localidades alentó la
insurrección. Asimismo, la sublevación tuvo cierta continuidad con el Motín de
Aranjuez, que derribó a Godoy en marzo de 1808: quienes entonces habían combatido
la alianza contra Napoleón se unieron de nuevo contra el ejército del Norte. Un
sector mayoritario de la Iglesia, que consideraba en peligro la religión y la
tradición ante la oleada secularizadora proveniente de Francia, vivió el
levantamiento como una cruzada y una segunda reconquista. El bajo clero fue un
eficaz agente movilizador: su agitación y sus proclamas resultaron cruciales para
transformar una serie de revueltas aisladas en una acometida general contra los
franceses, que prendió con fuerza en medios populares.

Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, de Francisco de Goya, representa


la represión del ejército francés el 3 de mayo en Madrid.
Desarrollo de la guerra
Sublevaciones y la declaración de guerra
Las noticias de los hechos de Madrid se extendieron desde la misma tarde del 2 de
mayo por todo el país, provocando las primeras reacciones de indignación y
solidaridad, a la vez que las primeras declaraciones a favor de un levantamiento
armado general en un clima de confusión ante la fragmentación de los distintos
representantes del gobierno y el surgimiento de órganos de poder locales o Juntas.
El llamado Bando de los alcaldes de Móstoles, promulgado por Andrés Torrejón y
Simón Hernández, fue la primera iniciativa desde el ámbito local que contribuyó al
desprestigio de la Junta de Gobierno, designada por Fernando VII, ante la
declaración de Murat del 6 de junio en la que justificaba los excesos de la
represión.

Las instrucciones de Fernando VII al marchar hacia Bayona (Francia) fueron


terminantes: mientras él estuviera fuera del país, las instituciones españolas
debían cooperar con los generales galos. En un primer momento, la administración en
pleno acató la orden: desde el Consejo de Castilla hasta los corregidores
municipales. Pero conforme avanzó el levantamiento, las instituciones, emplazadas
entre los rebeldes y un ejército francés resuelto a combatir con dureza la
sublevación, perdieron el control de la situación y se volvieron inoperantes. El
resultado fue un vacío de poder: con la desorientación producida por el reciente
trasvase de coronas, el Rey ausente y el país en estado de preguerra, el entramado
institucional del Antiguo Régimen se desmoronó y los sublevados ocuparon el espacio
que dejó la vieja administración.

Campaña militar de las tropas napoleónicas en España durante la primera etapa de la


Guerra de la Independencia (1808-1812).
El 19 de mayo, Napoleón aprobó la convocatoria a 150 representantes de los
diferentes estamentos para la asamblea que se ocuparía del Estatuto de Bayona. En
la noche del 22 al 23 de mayo, y una vez difundidas las noticias de las
abdicaciones de Bayona, la insurrección se inicia en la ciudad de Cartagena que por
entonces era Departamento de Marina y de Artillería, creándose en ella la primera
Junta General de Gobierno. Desde Cartagena se mandan correos a las ciudades de
Valencia, Granada y Murcia, "con el aviso de la resolución que se había formado en
Cartagena, su Departamento de Marina y numerosa guarnición, convidando a dichas
ciudades para el mismo objeto" avisando de ello en todas las ciudades y pueblos por
los que pasaban estos correos, así como a la escuadra del Departamento de Cartagena
que se encontraba en Mahón y que se dirigía a Tolón para unirse a la escuadra
francesa, ordenándole que volviera a Cartagena. La insurrección comienza en los
días siguientes en Valencia, Granada, Lorca y Orihuela. En Zaragoza, José de
Palafox y Melci toma el control de la ciudad tras entregar el mando el Capitán
General Guillelmi a su segundo, produciéndose el primero de los Sitios de Zaragoza.
Mientras en Murcia, el antiguo Secretario de Estado, Floridablanca (1728-1808)
preside la recién constituida Junta local de Murcia. Estas Juntas se crean en todas
las ciudades levantadas, tras crearse la Junta General de Gobierno de Cartagena.

Contienda de Valdepeñas, en la que el pueblo llano detuvo al ejército francés.


Apréciese la gesta de Juana "La Galana".
Al extenderse la insurrección, en las ciudades y pueblos alzados se fueron formando
juntas locales. Integraban dichas juntas los notables de cada ciudad o municipio:
propietarios, comerciantes, clérigos, abogados y nobles, muchos con experiencia en
las instituciones del Antiguo Régimen. De este modo, las élites locales, gentes de
orden y extracción social conservadora, asumieron el control de una revuelta
popular en su origen. Nacidas para solventar una situación imprevista, las juntas
tuvieron un carácter provisional y por ello limitaron su actividad a organizar la
resistencia, sostener el esfuerzo de guerra, garantizar la intendencia y preservar
el orden público. Sin embargo, su mera existencia entrañaba un cariz
revolucionario, pues, a diferencia de las instituciones del Antiguo Régimen no eran
un poder designado por la Corona, sino constituida desde abajo, y por eso
establecieron una nueva lógica: el ejercicio de la soberanía de facto por
instituciones cuya legitimidad no provenía de la Monarquía.

Las juntas locales resultaron eficaces al inicio del levantamiento. No obstante,


para hacer frente al Ejército Imperial hacía falta algo más que una pléyade de
instituciones municipales dispersas. De ahí que las juntas de los pueblos y
ciudades fueran, poco a poco, coordinando su acción y agrupándose: mediado el
verano había dieciocho juntas provinciales en la mitad sur de la Península,
territorio controlado por los rebeldes. En Sevilla, la Junta local adopta el nombre
de Junta Suprema de España e Indias, impulsora del texto considerado como la
declaración de guerra formal emitido el 6 de junio.17 Ese mismo día, un ejército
compuesto por militares y milicias campesinas logran impedir la marcha de las
columnas imperiales a su paso por el puerto del Bruch, causando la primera derrota
relevante del ejército francés.18 También este día 6 de junio fue la contienda de
Valdepeñas, en la que la villa de Valdepeñas fue incendiada, consiguiendo la
población, sin ejército alguno, cortar la comunicación entre Madrid y Andalucía,
logrando la evacuación francesa de La Mancha y el retraso francés en la batalla de
Bailén.

El 25 de septiembre de 1808 las juntas provinciales dieron un paso más y se unieron


en una Junta Suprema Central, presidida por el conde de Floridablanca, antiguo
Secretario de Estado con Carlos IV, quien ejerció las funciones de gobierno entre
septiembre de 1808 y enero de 1810.

Repliegue del ejército imperial (junio-noviembre 1808)


Tras las campañas del verano de 1808: el primero de los Sitios de Zaragoza (15 de
junio de 1808 hasta el 15 de agosto de 1808), la batalla de Medina de Rioseco (14
de julio de 1808) y la batalla de Bailén (19 de julio), con la entrada en Madrid de
Castaños y González Llamas el 5 de septiembre se puso de manifiesto la dificultad
entre los diferentes niveles del poder español para constituir una autoridad única
tanto política como militar con la que consolidar los progresos realizados hasta
entonces, que habían llevado al repliegue francés hacia el norte del valle del
Ebro, y afrontar el contraataque general napoleónico, una vez dispuesta la llamada
Grande Armée.

La Rendición de Bailén, que supuso la primera derrota de Napoleón en tierra.


A las rivalidades entre los altos mandos militares, que emprendían acciones sin
coordinación, se sumaba la de la divergencia política sobre la reforma del sistema
del Antiguo Régimen y el surgimiento de reclamaciones particulares en cada
territorio, al amparo del clima de federalismo de facto favorecido desde las
diferentes juntas provinciales. A pesar de ello, un acuerdo general permitió
constituir el 25 de septiembre de 1808 en Aranjuez la denominada Junta Suprema
Gubernativa, presidida por Floridablanca y con un poder limitado, y la Junta
Militar, presidida por los generales Castaños, Castelar, Morla, González Llamas,
Marqués de Palacio y Bueno, cuya acción resultó ineficaz como demostrarían la
sucesión de acontecimientos posteriores. Pocas semanas antes de la entrada de la
Grande Armée, las fuerzas españolas lograron tomar el control de Logroño (10 de
septiembre) y desplegar posiciones en torno a Tudela, a donde llegó Castaños el 17
de octubre, y Burgos, hacia donde se había dirigido desde Madrid el ejército de
Extremadura con el general Bellvedere al frente el 29 de octubre.

Réplica del escudo honorífico, otorgado a los defensores de Zaragoza durante el


sitio de los franceses.
Mientras tanto la situación en el País Vasco iba tensándose. Bilbao, la única
capital de provincia que no había sido ocupada por los invasores se sublevó en la
noche del 5 al 6 de agosto y proclamó como rey de España a Fernando VII. Los
municipios vizcaínos comenzaron a movilizar sus milicias. Los líderes rebeldes
lanzaron una proclama al resto de España alardeando de patriotismo español frente a
los invasores, pero el 16 de agosto las tropas napoleónicas dirigidas por el
general Christophe-Antoine Merlin reconquistó la ciudad tras vencer una obstinada
resistencia. Bilbao fue saqueada y también lo fueron Begoña y Deusto, que entonces
no eran barrios de Bilbao, sino municipios aparte. Las fuerzas españolas del
ejército de Galicia o de «la izquierda», mandadas por el teniente general de origen
irlandés Joaquín Blake, expulsaron a los franceses de Bilbao el 19 de septiembre.
El mariscal Ney conquistó otra vez Bilbao y volvió a saquearla. Tras diversas
ofensivas y contraofensivas, el mariscal Lefebvre derrotó a Joaquín Blake en la
batalla de Zornotza y recuperó definitivamente Bilbao el 2 de noviembre. En menos
de tres meses Bilbao cambio seis veces de manos y sufrió una revolución, una gran
batalla y dos saqueos.19

Napoleón llegó a Bayona el 2 de noviembre. No le gustaron las operaciones de sus


mariscales en torno a Bilbao porque su plan maestro era dejarse envolver por los
flancos y a continuación, cuando los españoles creyesen tenerlo atrapado, romper
por el centro con fuerzas abrumadoras. Una vez hecho esto, podía caer sobre cada
ala española y aplastarlas antes de ir derecho a por Madrid. Se enfadó más cuando
supo que sus fuerzas habían sufrido una pequeña derrota táctica en Valmaseda el 5
de noviembre, pero pronto iban a cambiar las tornas. Algunos historiadores agrupan
estas dos primeras fases en una sola.20

Intervención de la Grande Armée: dominación y resistencia (diciembre 1808-abril


1812)

Asalto de las tropas francesas al Monasterio de Santa Engracia en el segundo de los


Sitios de Zaragoza el 8 de febrero de 1809 pintado por Lejeune.

Batalla de Somosierra, obra de Wojciech Kossak, carga de polacos caballería en el


valle de Somosierra.

El Sitio de Gerona (1809), parte de la Guerra de la Independencia Española contra


Napoleón.
Sin embargo, Napoleón interviene directamente al mando de un ejército de 250 000
hombres, la Grande Armée. Se trata de un ejército veterano, acostumbrado a los
movimientos rápidos y a vivir sobre el terreno, que arrolla rápidamente la
resistencia española y a los ejércitos británicos desembarcados en la península,
mandados por el general John Moore. Después de la entrada del emperador en Madrid,
tras la batalla de Espinosa de los Monteros y la batalla de Somosierra (30 de
noviembre de 1808) y las tremendas derrotas de Uclés (13 de enero de 1809), el
segundo de los Sitios de Zaragoza (del 21 de diciembre de 1808 hasta el 21 de
febrero de 1809) batalla de Ciudad Real de 26 y 27 de marzo de 1809 y Ocaña
(noviembre de 1809), la Junta Central —a cargo del gobierno de la España no ocupada
— abandona la Mancha para refugiarse, primero en Sevilla, y luego en Cádiz, que
resiste un largo y brutal asedio. Desde ahí, la Junta Central asiste inerme a la
capitulación de Andalucía.

Napoleón se disponía a partir en persecución del cuerpo expedicionario británico de


Moore, cuando tuvo que salir hacia Francia con urgencia porque el Imperio austríaco
le había declarado la guerra (6 de enero de 1809). Dejó la misión de rematar la
guerra en el noroeste en manos del mariscal Soult, que ocupó Galicia tras la
batalla de Elviña y luego giró al sur para atacar Portugal desde el norte, dejando
el cuerpo del mariscal Ney en su retaguardia con la misión de colaborar en la
ocupación de Asturias. Sin embargo, la resistencia popular, apoyada por los
suministros de armas de la flota británica, hizo imposible la pacificación de
Galicia, que tuvo que ser evacuada tras la derrota de Ney en la batalla de
Puentesampayo (junio de 1809). La sublevación popular, dirigida por el capitán
Cachamuíña en Vigo, supuso que esta fuera la primera plaza reconquistada a los
franceses en Europa (28 de marzo de 1809).2122 Galicia y Valencia permanecieron
libres de tropas francesas, aunque Valencia terminó capitulando en enero de 1812.
De Arapiles a San Marcial: retirada y derrota (1812-1813)

Campañas de la coalición aliada de británicos y portugueses junto con los rebeldes


españoles, para retomar la Península y expulsar las tropas napoleónicas.

El Primer Imperio francés en azul oscuro, y sus estados satélites (1811).


Tras la salida de Napoleón de España en enero de 1809, los españoles lanzaron una
serie de violentos contraataques, buscando a toda costa la batalla decisiva, un
nuevo Bailén. Se consiguieron algunas pequeñas victorias en batallas campales, pero
las derrotas fueron mucho más numerosas hasta la catástrofe definitiva en la
batalla de Ocaña. Tras este desastre absoluto, Andalucía cayó sin apenas
resistencia, pero justo entonces, en febrero de 1810, Napoleón anunció oficialmente
la creación de una serie de gobiernos militares en Cataluña, Aragón, Navarra y el
País Vasco, dirigidos por militares subordinados directamente a París, sin pasar
por el gobierno «español» de José Bonaparte. A esto habría que añadir la anexión
formal, por decreto del 26 de enero de 1812, de Cataluña al imperio francés, con su
división en cuatro departamentos (Ter, Segre, Montserrat y Bocas del Ebro) y la
incorporación de los municipios aragoneses de Fraga y Mequinenza, mientras el Valle
de Arán era adscrito al departamento del Alto Garona.

Las guerrillas, que eran ya muy numerosas en todas las provincias ocupadas,
aumentaron de número y durante los siguientes dos años tuvo lugar una lucha brutal
y desesperada.23 Hubo que esperar al verano de 1812 para que los aliados anglo-
hispano-portugueses pudieran lanzar una gran ofensiva y derrotar a los franceses en
la batalla de los Arapiles, obligando a José Bonaparte a huir temporalmente de
Madrid. Los franceses evacuaron definitivamente Andalucía tras una serie de
frustrados intentos como el del "sitio de Tarifa", localidad gaditana que durante
las navidades de 1811 resistió un asedio en el cual las tropas del general
Francisco Copons y Navía aliadas con las tropas británicas comandadas por el
coronel John Skerret derrotaron a las muy superiores en número tropas del general
Leval. Así pues la opción de tomar la plaza dada su importancia estratégica fue un
fracaso total. Wellington llegó hasta Burgos, pero se atascó asediando el castillo
y las fuerzas napoleónicas reagrupadas pudieron contraatacar y empujarle de nuevo
hasta Portugal. Mientras tanto, la campaña de Rusia absorbía el grueso de los
recursos franceses. Por lo tanto, durante 1813 el ejército francés fue retirándose
y perdiendo territorio. Los franceses abandonaron casi todas sus plazas, y tras la
batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, fueron expulsados de España.

Invasión del sur de Francia (1813-1814)


En octubre de 1813 los aliados cruzaron los Pirineos. La guerra prosiguió en el sur
de Francia. Hubo combates en el río Nivelle, Bayona, Garris, Orthez, Toulouse y de
nuevo en Bayona entre el ejército aliado formado por españoles, portugueses e
ingleses contra franceses. Hubo saqueos de soldados españoles en localidades
francesas como venganza por los excesos cometidos anteriormente por las tropas
francesas en España. Finalmente, Napoleón pidió la paz. Así pues paradójicamente la
guerra finalizó en la misma localidad donde se había originado: Bayona. Las tropas
aliadas habían entrado hasta Burdeos, y posiblemente, de no haber sido frenadas,
hubieran entrado en París antes que los austríacos, prusianos y rusos. Fernando VII
pudo finalmente regresar a España el 22 de marzo de 1814.

Hay que resaltar que Cataluña continuó formalmente perteneciendo al imperio francés
hasta el 28 de mayo de 1814, con la retirada ordenada de todas sus tropas al mando
del general Pierre Joseph Habert.24 Por aquel entonces incluso Napoleón ya había
abdicado (Tratado de Fontainebleau, 14 de abril de 1814).

Aspectos de la guerra
El fenómeno de la guerra de «guerrillas» o la petite guerre
Juan Martín Díez, el Empecinado, retratado por Francisco de Goya (c. 1814-15. Óleo
sobre lienzo, 84 x 65 cm. Colección privada).
Sin un ejército digno de ese nombre con el que combatir a los franceses, los
españoles de las zonas ocupadas utilizan como método de lucha la guerra de
guerrillas, como único modo de desgastar y estorbar el esfuerzo de guerra francés.
Se trata de lo que hoy se denomina guerra asimétrica, en la cual grupos de poca
gente, conocedores del terreno que pisan, hostigan con rápidos golpes de mano a las
tropas enemigas, para disolverse inmediatamente y desaparecer en los montes.

Grabado militar de la época representando a Francisco Chaleco como Brigadier.


Como consecuencia de estas tácticas, el dominio francés no pasa de las ciudades,
quedando el campo bajo el control de las partidas guerrilleras de líderes como
Francisco Chaleco, Vicente Moreno Baptista, Espoz y Mina, Jerónimo Merino, Julián
Sánchez, el Charro, Gaspar de Jáuregui o Juan Martín el Empecinado. El propio
Napoleón reconoce esta inestabilidad cuando, en contra de los deseos de su hermano,
teórico rey de España, pone bajo gobierno militar (francés) los territorios desde
la margen izquierda del Ebro, en una suerte de nueva Marca hispánica.

La guerra en España tendrá importantes repercusiones en el esfuerzo de guerra de


Napoleón. Un aparente paseo militar se había transformado en un atolladero que
absorbía unos contingentes elevados, preciosos para su campaña contra Rusia. La
situación era, en cualquier caso, tan inestable que cualquier retirada de tropas
podía conducir al desastre, como efectivamente ocurrió en julio de 1812. En esta
fecha, Wellington, al frente de un ejército angloportugués y operando desde
Portugal, derrota a los franceses primero en la batalla de Ciudad Rodrigo y luego
en los Arapiles, expulsándoles del Oeste y amenazando Madrid: José Bonaparte se
retira a Valencia. Si bien los franceses contraatacan y el rey puede entrar de
nuevo en Madrid en noviembre, una nueva retirada de tropas por parte de Napoleón
tras su catastrófica campaña de Rusia a comienzos de 1813 permite a las tropas
aliadas expulsar ya definitivamente a José Bonaparte de Madrid y derrotar a los
franceses en Vitoria y San Marcial. Al mismo tiempo Napoleón se apresta a defender
su frontera hasta poder negociar con Fernando VII una salida. A cambio de su
neutralidad en lo que quedaba de guerra, aquel recupera su corona (comienzos de
1814) y pacta la paz con Francia, permitiendo así al emperador proteger su flanco
sur. Ni los deseos de los españoles, verdaderos protagonistas de la liberación, ni
los intereses de los afrancesados que habían seguido al exilio al rey José, son
tenidos en cuenta.

Consecuencias
La firma del tratado de Valençay por el que se restituía en el trono a Fernando
VII, el Deseado, como monarca absoluto, fue el comienzo de un tiempo de
desilusiones para todos aquellos que, como los diputados reunidos en las Cortes de
Cádiz, habían creído que la lucha contra los franceses era el comienzo de la
Revolución española y también el inicio de la guerra de independencia
hispanoamericana.

Por otra parte las consecuencias materiales de la guerra fueron desastrosas para
España. A la gran cantidad de muertos y la destrucción de pueblos y ciudades se
unieron la rapiña de muchos franceses y también de los ingleses, cuya deslealtad
puede verse ejemplificada en el bombardeo, ordenado por Wellington, de la industria
textil de Béjar que era competidora de la inglesa25 o en la destrucción de la Real
Fábrica de Porcelana del Buen Retiro en Madrid cuando ya los franceses habían
evacuado la ciudad.

Recreación de la Batalla de Vitoria durante la Guerra de la Independencia Española


contra Napoleón.
Fue una guerra larga y destructora: Francia perdió unos 200 000 hombres y España
entre 300 000 y 500 000. Además, la guerra resultó muy costosa. Los ejércitos
contendientes y las guerrillas se aprovisionaron sobre el terreno mediante
requisas. La devastación y los robos diezmaron la producción agraria, mientras que
los campesinos no se animaron a cultivar por la incertidumbre. Las cosechas de 1811
y 1812 fueron malas y escasas. La falta de subsistencia extendió el hambre y
provocó una intensa crisis de mortandad en 1812. No solo cayó la producción
agrícola, hubo industrias que casi desaparecieron como la textil lanera de
Castilla, ya que los rebaños de ovejas merinas sirvieron para alimentar a las
tropas. El transporte de mercancías se paralizó, pues los bueyes, mulos, caballos y
otros animales de tiro fueron incautados por los militares. Por último, la guerra
generó un fuerte déficit en las finanzas públicas: en 1815 la deuda estatal
superaba los 12 000 millones de reales, cifra veinte veces superior a los ingresos
anuales ordinarios.

Conmemoración
En 2008, con ocasión del bicentenario de la guerra, el interés por aquellos
acontecimientos y su recuerdo se manifiesta en actos conjuntos hispanofranceses,
publicación de ensayos y obras especializadas y exposiciones en diversas ciudades e
instituciones de España.2627

Véase también
Guerra de la independencia en Asturias
La guerra de la Independencia en Valladolid
Guerra de la Independencia en Cantabria
Guerra de la Independencia en la provincia de Soria
Contienda de Valdepeñas
Batallón Literario
Manda pía forzosa
España napoleónica
Sitios de Zaragoza
Ejércitos de España (guerra de la Independencia española)
Constitución española de 1812
Expolio napoleónico en España
Notas
Nombrado generalísimo en 1812.1
Denominación tradicional, hay testimonios de su uso por José María de Pereda, Al
primer vuelo: «eso y más de otro tanto destruyó la francesada», o Miguel de
Unamuno, En torno al casticismo: «Para nosotros tuvo efecto análogo la francesada.
El Dos de Mayo es en todos sentidos la fecha simbólica de nuestra regeneración».
Como el desmantelamiento de las fábricas de textiles de Segovia y Ávila, o la
destrucción de la ciudad de San Sebastián.
Que no pudo compensarse a pesar de los elevados índices de natalidad propios de la
época.9
Del 6 a 10 % de la población ponderada a partir del censo de 1787.
Recibe este nombre debido al ramo de naranjas que Godoy envió a la reina cuando
sitiaba la ciudad de Elvas.
También llamada batalla de los Tres Emperadores.
La defensa del parque de Monteleón, obra de Joaquín Sorolla que obtuvo en 1884 la
medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Los episodios
del 2 de mayo fueron posteriormente fuente de inspiración de numerosos artistas y
escritores que contribuyeron a conformar su categoría de mito nacional, exaltando
su carácter heroico y dramático. El mismo Sorolla comentó al respecto de su obra:
«Aquí, para darse a conocer y ganar medallas, hay que hacer muertos». Biografía de
Sorolla por Artes de España.
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Noticia de los principales sucesos ocurridos en el gobierno de España, 1808-1814,
del conde de Toreno
Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós
Guerra de la independencia: Proclamas, bandos y combatientes, de Sabino Delgado
Un día de cólera, de Arturo Pérez-Reverte
Enlaces externos
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Independencia Española.
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en línea de la Biblioteca Nacional de España
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La Guerra de Independencia Española Carta de la época (1808) relatando la revuelta
de un pueblo de Jaén – artículos en 1808-1814.org
Carta de la época (1808) relatando la revuelta de un pueblo de Jaén (Wikisource)
Batalla de Los Arapiles, Salamanca, 22 de julio de 1812
Guía documental del Bicentenario de la Batalla de Bailén
Liberación de Soria y destrucción del castillo y murallas
Los sitios de Ciudad Rodrigo durante la Guerra de la Independencia
Recreación histórica de la defensa de la Isla de León entre 1810 y 1812
Sitios de Gerona entre 1808 y 1809 Recreación histórica: Migueletes de Gerona
Por un día de encuentro y conmemoración entre España, Portugal y Reino Unido
Escudos honoríficos de la Guerra de Independencia Española
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José Álvarez Junco, "Las deformaciones de la memoria", El País, 7 de diciembre de
2014.

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