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Presentación

El presente trabajo corresponde al registro del relato de las memorias de mi


abuelo, don Avercio Moya Aguirre, 93 años de edad. Aquí trataré de compartir tan
importantes recuerdos de una olvidada actividad de cacería en la isla Mocha, me
refiero a las cacerías loberas.

Los sucesos que a continuación aparecen ocurrieron en la Isla Mocha. La Isla


Mocha es el lugar más apartado que tiene la comuna de Lebu, en la Octava
Región y está aproximadamente a 92 kms ó 50 millas de distancia de esta
comuna.
MEMORIAS LOBERAS

Relatos: Avercio Moya Aguirre, 93 años.

Cuando yo tenía 15 años por allá por el año 1930 asistí a la primera cacería de
lobos en la Isla Mocha, junto a mi hermano Aroldo acompañábamos a mi papá
Francisco, un orgullo muy grande para él que nosotros aprendiéramos el oficio
que realizaba con tanta dedicación y esmero, ya que de estos dependía el
sustento familiar y de los demás loberos, en ese entonces la isla estaba rodeada
de lobos marinos pero la mayoría de ellos se encontraban en el Islote Quechol que
queda a 2.5 millas náuticas al sur de la Isla Mocha. En esta cacería se conformó
por 9 chalupones donde cada uno de ellos iban 15 personas, lo que se sumaban
en un total de 135 personas, más dos capitanes al mando de la cuadrilla. Antes
de incorporarse al grupo de los loberos éramos bautizados lo cual consistía en
beber sangre de lobo marino en una concha de loco, una vez terminado el bautizo
estábamos listo para integrarlos al equipo de los más avezados loberos, los cuales
nos recibían con mucho cariño y nos enseñaba lo que debiéramos hacer una vez
iniciada la cacería, pero un día antes de comenzar la cacería, nos reuníamos en el
varadero llamado “Los Padres” de donde más tarde se zarparía, aquí los capitanes
don Félix Durán y don Segundo Riffo quienes dirigían la cacería nos daban a
conocer como querían que se hiciera la cacería y luego se revisaban uno a uno los
palos loberos y las lanzas que más tarde se iban a ocupar, cada persona tenia que
llevar cuchillos y chagras para descuerar el lobo cuando ya estaba todo listo
volvíamos a nuestras casas a dormir y descansar, esperando a las dos de las
mañana para reunirnos nuevamente en el varadero de donde zarpábamos a las
cuatro de la mañana para aprovechar de que las gaviotas aún dormían y así no
nos espantaran con sus vuelos los lobos que queríamos cazar.

Antes de ir a la cacería se hacían reuniones para organizar a las personas más


corredores que iban al frente de la cacería, se elegían un palero y un lancero que
iban en intermedio. Los capitanes se preocupaban de revisar el mata lobo, es
decir, un palo que llevaba una maseta en un extremo con el cual se le daba
muerte al lobo, la medida del palo era de la estatura de la persona que lo usaba y
tenía que ser muy resistente, ya que el lobo era un animal duro de matar, y por
otra parte, la punta de la lanza era hecha de acero inoxidable con una punta muy
fina y resistente, o sea, en total el instrumento medía 2.50 metros de largo.

Para ir a la cacería de lobos había que levantarse a las 4 de la madrugada, se


zarpaba del varadero “Los Padres”, a remos en chalupones pasando por la piedra
“Chascúa”, hacia la piedra “El Consuelo” y entrando por la piedra “Negra” hasta
llegar a Quechol.

En aquella época se navegaba a remos, cada embarcación tenía 6 remos, un


capitán que manejaba la ballona, es decir, el timón y el resto de personas eran
vacantes.

Una vez en el islote se agrupaba la gente y se esperaba la orden de los capitanes


para rodear a los lobos los que eran llevados hasta el lagunon “La Fortuna” fue
aquí donde yo estaba junto a Don Félix Duran uno de los dos capitanes a cargo
de la cacería cuando nos vivos completamente amenazados por los lobos que no
alcanzaron ser .llevados hasta el lagunon .Tenia mucho temor de ser atacado por
animales tan grande que fácilmente algunos de ellos pasaban los mil kilos de
peso, enseguida se escucho la voz de alarma de Don Félix ¡oye Segundo dile a
los muchachos que atajen los lobos hay que sacarlos de aquí y llevarlos donde
están los otros en la Fortuna pronto antes de que los demás se salgan, mientras
mi papá muy preocupado por mi me gritaba ¡Avercio quédate quieto hijo! si no los
lobos te pueden morder pero yo estaba tan desperado que logre subir a una
piedra con el peligro de que mientras corría fuera aplastado por los lobos. Cuando
ya estaba a salvo mi hermano Haroldo y mi papa llegaron a felicitarme por
salvarme de morir aplastado por tan grandes bestias marinas y los demás me
gritaban ¡así se hace hijo vas hacer un buen lobero! de esos que no les temen a
nada ¡oye pancho! tu cabro tiene agallas le decía mi tío Mauricio cuando cumpla
la mayoría de edad no le va a tener miedo a los lobos.
Cuando paso todo el susto y se reunieron todos los lobos en el lagunon se
escuchó la voz del capitán Félix Duran ¡alistar las lanzas y los palos muchachos!
que vamos a empezar la cacería tu Segundo vay con los lanceros y los paleros, no
te preocupi Félix esta todo listo.Segundo no te olvidí que el lanzazo tiene ser a
lado de la aleta pa` matarlo al tiro y si se pone porfiao tiene que estar el palero
pa`correrle palo pa’ que no se vaya el bruto, tenimos que asegurarlo con la cacería
pues hombre esta tiene ser la mejor pa que los cabros nuevos tengan entusiasmo
de seguir con esto, cuando vieron los capitanes que ya se había matado más de
tres mil lobos, pararon la cacería gritando ¡parar la cacería muchachos! Ay que
descansar y comer algo para después empezar a descuerar. Don Segundo mando
a uno de los mas jóvenes a poner en el centro de Quechol una bandera ¡Oye hijo!
tení que colocarla al tope pa’ que sepan las viejitas que la cacería estuvo muy
buena y tengan las carretas listas a orilla de la playa pa acarrear las bolsas.

Se sentaron todos a descansar un rato para después sacar el cocaví que llevaban
amarrados a la cintura en una bolsa hecha de tocuyo que las hacían sus señoras,
en ella llevaban charqui, harina tostada, pollo cocido pan amasado, huevos
cocidos y agua en chuicas de veinte litros y se aprovechaba de contar a los que
éramos niños todavía de cómo teníamos que portarlos estando dentro del grupo
una vez cumpliéramos los veintiún año edad, ya que ellos no permitían menores.

Uno podía ir solo a mirar a cargo de uno de los loberos que por su edad y
experiencia era elegido entre todos para cuidarlos y no dejarnos entrar en la
cacería, cuando ya no quedaba más que comer dio nuevamente la orden Don
Félix ¡ya muchachos a pelar! A lo que Don Segundo respondió vamos hijos es
hora de descuerar, tenimos que apurarnos que se nos hace tarde y son hartos
lobos. Entonces cada lobero alistó su herramientas que llevaban colgado a su
cintura en las vainas hechas de cuero de los mismos lobos, en ella tenían tres
cuchillos y una chagra para poder afilar los cuchillos ya que el cuero del lobo era
duro, cuando todos los lobos fueron descuerados, los capitanes dieron la orden de
embarcar la carga en los chulapones y se emprendió el regreso a la isla. Aquí nos
estaban esperando nuestras mamás, y esposas de los loberos muy contentas
porque la cacería había sido todo un éxito, tenían las carretas enyugadas listas a
orilla de la playa para cargar las bolsas que más tarde se le separaría la empella
del cuero esperando llegar a las casas para comenzar con la labor de sacar el
aceite y las correas, para elaborar el aceite se hacia fuego y se colocaban
tambores con un poco de agua fría se echaban adentro las empellas y se
esperaba que saliera el aceite y se envasaba en tambores, con el cuero se hacían
las correas de seis metro de largo y cinco centímetros de ancho las que más tarde
se convertían en coyundas o lazos, para hacer estos se envolvían las correas en
una vara la parte de adentro hacia afuera por dos días, después de esto se
sacaban de la vara y se pasaban por un fierro redondo para quitarles los restos de
grasa y a la vez para suavizarla y con un cuchillo bien filudo se emparejaban,
entonces estaban listas las coyundas pero para hacer los lazos, se torcían las
correas con esto se terminaban la elaboración, cuando el aceite estaba envasado
en los tambores se comenzaba con la venta de ellos. En este proceso participaba
la familia completa, en el varadero quedaban las señoras, niños y jóvenes que no
tenían autorización para estar en la cacería, aquí se hacían las ranchas donde
permanecía la familia esperando que la cacería fuera buena con lo que esperaban
la señal desde Quechol con la bandera al tope. Cuando la cacería era más o
menos la bandera se levantaba hasta la mitad. Aquí ellas preparaban que
estuvieran todo listo para la llegada de sus esposos e hijos la vida allí era muy
sociable todos se trataban de ayudar. Los niños y los jóvenes eran los primeros en
llegar corriendo al lado de los chulapones preguntando eufóricos si había sido
buena o mala la cacería, para tirar estos de la orilla de la playa las mujeres tenían
a parte de las carretas enyugadas tres yuntas de bueyes por cada chulapón. El
aceite listo para la venta, era vendido a una fábrica elaboradora de jabones
Maritano en la ciudad de Talcahuano, las coyundas eran compradas en la isla por

Don Carlos Hahns que más tarde las vendía en el continente. Cuando se había
vendido todo, venia don Armando Arancibia a cobrar los impuestos por los lobos
cazados, el era el administrador de la colonia que en esos tiempos la isla la
administraba el Fisco.
La cacería en la isla se inicio en el año 1928 como una forma de obtener un poco
más de dinero, ya que la situación económica de los isleños no era de lo mejor, en
este grupo se destacaban por su valentía y experiencia Don: Félix Duran (primer
capitán), Segundo Riffo (segundo capitán).

Y los loberos Don: Juan Varela, Belisario Guzmán, Sebastián Pincheira, Eleodoro
Estrada, Erasmo González, Fidel Aguirre, Martin Hoppe, Guillermo González,
Gregorio Parra, Rodolfo Varela, Adolfo Guzmán, Alberto Astete, Juan Aguirre,
Rufino Varela, Pedro Herrera, Nicolás Rojas, Gonzalo Zúñiga, Alberto Estrada,
Pedro Guzmán, Francisco Moya, Ramón Pradenas, Carlos Rojas, Jorge Pincheira,
Leónidas González y Alfredo Herrera, son algunos de los nombres que en estos
momentos puedo recordar, ya que el tiempo hace su trabajo, los años mijo no
pasan en vano.

¿Porque te pones triste abuelito? Es que en esos años era una época muy bonita
y la vez muy sacrificada hijo. Y ¿Por qué se terminó la caza de lobos abuelito?

Porque después del terremoto y maremoto de 1960 cambió el terreno de


Quechol, subió 1.5mts más o menos y el maremoto se llevó todos los botes y los
lobos se fueron de ahí a otros requeríos de difícil llegadas tanto para los botes
como para la gente. ¿Entonces para el terremoto ya había botes? Claro para el
terremoto de 1960 ya e existían botes y algunas lanchas. ¿Después de cuanto
tiempo pasó el terremoto fueron a Quechol? Después de tres meses y ahí nos
dimos cuenta que lo lobos se habían ido. ¿Qué te pasa abuelito?, lo que pasa hijo,
es me estoy acordando de una canción que se cantaba y contaba lo que se hacia
en la cacería… ¿y tú me la puedes cantar?, ¡claro que si hijo!

¿Abuelito tú te acuerdas quien la hizo? si, fue don Luis Moya, ¿Ha entonces el era
familia tuya?, no solamente alcance de apellido, el llegó a la isla desde
Talcahuano, pero igual un orgullo que haya creado una canción tan bonita ¡Ahora
te la voy a cantar.
Se llama “A bogar, a bogar” y dice así:

Desolado en la isla me encuentro,


y rodeado de este inmenso mar,
esperando que salga la luna
para ir a Quechol a cazar.

A bogar, a bogar,
sin dejar de remar
que llegando a la piedra el Consuelo
que felices nos vamos a encontrar,
que llegando a la piedra el Consuelo
que felices nos vamos a encontrar.

El islote repleto de lobos,


que de tierra podemos mirar,
Que teniendo el lobo en la Fortuna,
de seguro vamos a matar,
que teniendo el lobo en la Fortuna
de seguro vamos a matar.

Los paleros y lanceros están listos,


esperando la orden del capitán
¡alistad los cuchillos muchachos!,
los lobitos vamos a descuerar,
¡alistad los cuchillos muchachos!,
los lobitos vamos a descuerar!
Terminada ya la cacería
sacada la cuenta total,
¡alistad los bolsillos muchachos!,
que Arancibia nos viene a cobrar,
¡alistad los bolsillos muchachos,
que Arancibia nos viene a cobrar.

También hay una cueca y se llama la “Cueca de los Mochanos”

Dicen que los mochanos


son muy valientes,
dicen que los mochanos
son muy valientes.
Cazan torcazas gordas,
Corvinas siempre ¡si ayayay!

Corvina siempre ¡ay si!


Félix Duran
Que en la pesca de lobos
Fue capitán ¡si ayayay ¡
Que en la pesca de lobo
Fue capitán ¡si ayayay!
Fue capitán ¡ay sí!
Sebastián Pincheira,
y el capitán más bajo
se fue a las piedras ¡sí ayayay!
y el capitán más bajo
se fue a las piedras ¡sí ayayay!

Fue a las piedras ¡ay sí!,


Víctor González,
el capitán de puerto
se acerca y sale ¡sí ayayay!
y el capitán de puerto
se acerca y sale ¡sí ayayay!

Dicen que los mochanos


son muy valientes,
dicen que los mochanos,
son muy valientes,
cazan torcazas gordas,
corvinas siempre ¡sí ayayay!

Por último hay otra canción llamado “El Barrilito”, que es un ritmo ranchero.

Para ser un buen lobero


no hay que ser nunca dormilón,
porque siempre hay que estar alerta
al lado de la embarcación.
Las señoras en los ranchos,
con su guagua y su perrito,
esperando la llegada
del famoso barrilito.

A las cuatro de la mañana


estaremos todos en pie,
mientras uno calienta el agua
y los otros toman café.

Para ser un buen lobero


no hay que ser nunca dormilón,
porque siempre hay que estar alerta
al lado de la embarcación.

Las señoras en los ranchos,


con su guagua y su perrito,
esperando la llegada
del famoso barrilito.

Gracias abuelito por contarme tus lindos recuerdos de la tan importante tradición
lobera de nuestra isla.
GLOSARIO

Chalupones: Embarcación pequeña de dos punta, que tenía seis bancas y


seis remos para navegar.

Empella: Era la grasa del cuero del lobo marino.

Bolsas: Era la piel que se lograba extraer del lobo.

Chagras: Es un cilindro que se usa para afilar cuchillos.

Cocaví: Provisión de víveres que llevaban para comer durante la cacería.

Tocuyo: Bolsa hecha de tela de burda de algodón.

Chuica: Es un envase de vidrio de 15 litros, que se usaba para envasar el vino.

Coyundas: Correa fuerte y ancha, o soga de cuero de lobos.

Bogar: Es navegar y avanzar con los remos.


Nombre: Alexander Damián Moya Rojas.
Establecimiento: Liceo Técnico Profesional de la Madera. Coronel.
Rut: 17.912.951-5
E-mail: Alexander_moya_16@hotmail.com

Dirección: Mártires del carbón, calle Estero Lagunillas,


Block 2800, Depto. 45, Coronel.

Teléfono celular: 089317588

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