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Como consecuencia de esta manipulación del cableado eléctrico, a los pocos minutos se
escuchó una fuerte explosión generado por un cortocircuito en interruptor eléctrico general
ubicado en el primer piso, muy cerca había cajas vacías y materiales inflamables en
desorden lo que genero que el fuego se propague rápidamente hacia los pisos superiores del
edificio, donde había locales con más productos inflamables como desinfectantes, pintura,
trapos industriales, waype y materiales sintéticos.
El siniestro obligó a cerrar el tránsito en las calles aledañas al edificio y produjo una densa
humareda que ha obligado a los propietarios de los locales a salir corriendo por no tener
máscaras ni extintores.
El primer piso de la galería fue adquirida años atrás por un nutrido grupo de comerciantes,
según la Municipalidad de Lima, contaban con los permisos y las licencias
correspondientes. No pasaba lo mismo con los la segunda planta y niveles superiores.
Estos pertenecían a Inversiones JEPG SAC, una empresa propiedad de José López Ramírez
y Juan Polar De Rivera, quienes se encuentran desaparecidos desde la fecha del suceso. En
múltiples oportunidades fiscalizadores de la Municipalidad les colocaban multas por no
contar con las medidas de seguridad mínimas, hasta que en una oportunidad por no hacer
los pagos respectivos las autoridades les clausuraron su almacén que funcionaba en el tercer
piso. Como respuesta, los responsables de JEPG SAC lo trasladaron a los altos.
Los propietarios posterior a la clausura, irresponsablemente construyeron una colmena de
20 contenedores metálicos, repartidos en bloques de tres y cuatro niveles, que sobresalía de
la azotea. Además de ser ilegales, las construcciones albergaban a muchos jóvenes
empleados en condiciones infrahumanas.
Las autoridades pudieron constatar que todos los jóvenes trabajaban en la galería haciendo
este tipo de trabajo, lo hacían desde la 7am hasta las 10pm, todos los días de la semana.
Para impedir que robaran o fueran descubiertos por los inspectores municipales,
permanecían encerrados con llave durante toda la jornada. En los contenedores no había
baños y solo tenían una pausa de 30 minutos a mediodía, para comer.
Según los familiares los jóvenes se comunicaron con ellos durante el incendio. Entre toses
explicaron que habían sido abandonados y no tenían cómo abrir la puerta del contenedor ya
que estaba cerrado por afuera. Los familiares pidieron ayuda a las autoridades. La prensa
muestra grabaciones donde uno de los jóvenes alcanzó a sacar una mano por la rendija del
contenedor para indicar dónde estaban. Incluso ellos mismos llegaron a grabarse mientras
intentaban escapar, pateando inútilmente la puerta de metal.
Responder las siguientes preguntas: Todas sus respuestas deben ser sustentadas de
acuerdo al caso, explique según corresponde.