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Compendio de teologia

Estefani Castro Cayani


Bubok Publishing S.L., 2017
1ª edición
ISBN:
Impreso en España / Printed in Spain
Editado por Bubok
Con cariño a mis queridos profesores, compañeros y hermanas que me acompañaron en mi formacion
intelectual
Contenido
LA ESTUDIOSIDAD EN EL PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO ..............................................9

EL TEMOR DEL SEÑOR ........................................................................................................................... 26

VIVIR EN LA UNIDAD (EFESIOS 4,1-6) .................................................................................................... 29

LA MISA PASO A PASO........................................................................................................................... 31

LA HOMILIA ........................................................................................................................................... 41

EL AMOR DE DIOS COMO FUNDAMENTO DE LA ESPERANZA CRISTIANA............................................ 42

Índice
LA ESTUDIOSIDAD EN EL PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

CONCLUSIONES

1. La templanza , virtud cardinal ordena según la recta razón el apetito hacia los placeres
sensibles .En ese sentido lejos de ser una virtud que reprima al hombre , lo libera de caer en sus
bajas pasiones concupiscibles que pueden llegar a desequilibrar interior e exteriormente al ser
humano.
2. La templanza está compuesta de partes integrales que son condiciones que posibilitan
su existencia como virtud y de partes subjetivas y potenciales, virtudes que esta subordinadas a
ella y que coloran con ella ordenando otras tendencias que no son propiamente del placer
sensible
3. La virtud de la estudiosidad, parte potencial de la templanza, regula los apetitos del
conocimiento, la obtención de todo tipo de conocimiento, porque dado a que este apetito de
conocer tiende a desbordarse por exceso, necesitamos de una virtud que atempere los
conocimientos que buscamos.
4. La virtud de la estudiosidad colabora con la templanza, atemperando la tendencia
espiritual que busca el conocimiento. En ese sentido la templanza que ordena los apetitos
sensibles propios del cuerpo de alguna manera se complementa, pues con la ayuda de la
estudiosidad el deseo de conocimiento por parte de la dimensión espiritual se ordena.
5. No todo conocimiento ayuda al hombre a alcanzar su fin, hay algunos que lo
desequilibran, por ejemplo sistemas erróneos de pensamientos, por esto se hace necesario una
virtud que modere y de alguna manera discierna a que conocimientos buscar.
6. Ayuda al hombre a ejercitarse correctamente en la búsqueda del conocimiento. A qué
conocimientos debe aplicarse primero, y de qué modo debe buscarlos, de quién debe aprender y
elevar todo conocimiento a los más alto , ordenándolo a Dios, de esta manera el hombre alcanza
su trascendencia y se plenifica como persona.
REFERENCIAS

Obras de santo Tomás de Aquino


Tomás de Aquino, (1955). Suma teológica. (T.IX). Madrid: Bac.
Sobre santo Tomás de Aquino
Bilyk, J., (2008).Las virtudes Fundamentales o Conquista de las bienaventuranzas. Buenos
Aires: Aquinas.
Blanchard, P., (1980). La virtud del estudio y el vicio de la curiosidad. Toledo: Seminario
Mayor Santa Leocadia.
Pieper, J,. (1980). Las virtudes fundamentales. Madrid: Rialp.
Eudaldo, F,. (2011). ¡A vosotros jóvenes!. Madrid: San Pablo.
Millán, A,. (1997). El interés por la verdad. Madrid: Rialp.
Sellés, J,. (2000). Los hábitos adquiridos. Las virtudes de la inteligencia y la voluntad según
santo Tomás de Aquino. Cuadernos de anuario filosófico. Serie universitaria, 118.
Sertillanges, A,. (1965). La vida intelectual. Barcelona: Estela.
Complementarias
Aristóteles. (1985). Ética nicomáquia. Madrid: Gredos.
Catecismo de la Iglesia Católica. (1993). Madrid: Claretiana.
Ignacio de Loyola. Ejercicios espirituales. Centro de espiritualidad ignaciana.
Teresa de Jesús. (1997). Camino de perfección. Sevilla: Recadero.
Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa.
Trigo, T,. (2006). La virtud ordenadora del deseo de conocer: el estudio (versión electrónica).
En A. Sarmiento, T. Trigo & E. Molina, Moral de la persona. Pamplona: EUNSA.
Biblia de Jerusalén (1998). Bilbao: Descleé De Brouwer
INTRODUCCIÓN

Elegí este tema por la admiración a la virtud de la estudiosidad porque me motiva a dedicarme
al estudio con reta intención para mayor gloria de Dios y la salvación de las almas. También
decidí investigar este tema por recomendación de mis profesores de filosofía que me animaron a
tratar un tema tan importante para los estudiantes pero lastimosamente muy olvidado en la época
postmoderna y el ambiente filosófico.
Así pues, después de leer a santo Tomás de Aquino y a otros autores que trataron el tema de la
virtud de la estudiosidad juntamente con el vicio que puede considerarse lo contrario de la
estudiosidad, a saber, la curiosidad, descubrí que esta virtud coopera en la práctica de la
templanza, y este descubrimiento ha sido también una importante motivación.
La presente investigación se encuentra en las líneas de investigación de la ética filosófica y de
la gnoseología. Tiene como fin responder la siguiente pregunta: ¿En qué sentido la estudiosidad
colabora en la virtud de la templanza? Para este fin se plantea un objetivo general y dos objetivos
específicos. El objetivo general es analizar el sentido como la estudiosidad colabora en la virtud
de la templanza. Los objetivos específicos son, en primer lugar, presentar la virtud de la
templanza y ver en qué consiste, y en segundo lugar mostrar la relación entre templanza y
estudiosidad.
La virtud de la estudiosidad se encuentra en la Suma Teológica en el tratado de las virtudes, en
las cuestiones 166, 167, escrita por santo Tomás de Aquino, fraile dominico del siglo XIII,
catedrático universitario, quien inculcó a sus alumnos y hermanos de su orden dicha virtud y que
hoy día debería ser tomada en cuenta por todos los intelectuales. Esta virtud está en relación con
la ética de Santo Tomás, a la hora de escribir las cuestiones 166 y 167, se basa en los estudios de
San Agustín sobre la curiositas, el vicio contrario de la virtud de la estudiosidad.
Me parece importante analizar desde la ética en qué sentido la estudiosidad, siendo sólo parte
potencial de la templanza –virtud cardinal- colabora con dicha virtud moderando la curiosidad
intelectual y sensible, el afán desmesurado de saber y el dar rienda suelta a nuestro deseo de
adquirir conocimientos intelectuales y sensible. Asimismo, coopera estimulando a buscar el
conocimiento dado que nuestra naturaleza corporal se inclina a evitar todo esfuerzo que nos
ayude a conocer y elige la molicie y el descanso.
Luego de haber consultado diversas fuentes directamente de algunos autores clásicos mediante
interpretaciones o estudios contemporáneos como Millán Puelles, Sertillanges o Sellés, y
partiendo de la idea de santo Tomás, propongo mostrar un nuevo enfoque de la relación entre la
estudiosidad y la templanza; en ese sentido no sólo mostraré que la estudiosidad es parte de la
templanza sino, sobre todo, el sentido en el que la estudiosidad colabora con la virtud de la
templanza.
El método consistirá en el análisis de los conceptos de templanza y estudiosidad y su vicio
contrario en santo Tomás, para luego relacionarlos entre si obteniendo la respuesta a la pregunta
planteada.
La fuente principal para esta investigación será la suma teológica de santo Tomás de Aquino
en las cuestiones 166 y 167 de la IIa IIae donde desarrolla la virtud de la estudiosidad y su vicio
correspondiente la curiositas. Por otro lado el concepto de la virtud de la templanza, virtud que
perfecciona el apetito concupiscible se encuentra la cuestión 141 de la IIa IIae.
La investigación está dividida en dos capítulos. En el primer capítulo se muestra en qué
consiste la templanza, virtud cardinal que modera según la recta razón, a los placeres sensibles. Se
analizará además las partes integrales, subjetivas y potenciales de la templanza, y de los vicios que
son opuestos a tal virtud. Este primer capítulo servirá de base al segundo capítulo que será el más
importante, pues se dará respuesta a la pregunta.
En el segundo capítulo se muestra cómo la estudiosidad forma parte de la templanza y para
este fin se divide dicho capítulo en tres partes: el conocimiento del objeto de la estudiosidad; la
estudiosidad como parte potencial de la templanza y el vicio de la curiositas en Santo Tomás de
Aquino.

LA VIRTUD DE LA TEMPLANZA

1.1. Concepto de templanza en Santo Tomás de Aquino


La palabra templanza proviene de la palabra latina temperantia, ésta a su vez proviene del
griego sophrosyne que significa buen sentido, prudencia, cordura, sensatez, inteligencia;
moderación, templanza; modestia sencillez, decencia. Aristóteles presenta la definición de esta
virtud, bajo el término sophosyne, en el libro Ética Nicomaquéa, cuando dice: “la moderación,
entonces, tendría por objeto los placeres corporales” (III. 118 a).
Santo Tomás en la Suma Teológica, sigue a Aristóteles y nos dice que la templanza “designa
cierta moderación establecida por la inteligencia” (II II. q. 141, a. 1) y más adelante prosigue:
“En efecto la templanza nos retrae de aquellos objetos que acarician el apetito contra del recto
uso de la razón” (II II. q 141, a. 2). Tras este primer concepto formulado por Santo Tomás se
puede señalar la característica principal de la templanza, regula según la recta razón aquellas
tendencias naturales hacia el placer sensible, dado que el mal uso de éstas contradicen la razón.
Éstas tendencias se presentan en el hombre como un ataque .En efecto Santo Tomás no se
equivoca cuando dice: “Este ataque de las pasiones se verifica de dos formas: en cuanto que el
apetito sensitivo persigue los bienes corporales y sensibles y en cuanto rehúye los males de ese
mismo orden” (II II. q 141, a. 3).
Así pues, la templanza sirve de gran ayuda para el hombre, sobre todo para nuestra época
actual, donde parece que todo colabora a que las pasiones predominen sobre nuestro actuar.
Conocida es la visión que asume que la felicidad se encuentra en dar rienda suelta a todos
nuestros apetitos, gustos, pasiones, etc. A esto se suma la propaganda aplastante de los medios de
comunicación que impone tal forma de vida. Este estilo de vida genera un desorden exterior e
interior. A este respecto Pieper (1980) señala:
La templanza tiene un sentido y una finalidad que es hacer orden en el interior del hombre
.De ese orden y solamente de él, brotara luego la tranquilidad de espíritu. Templanza quiere
decir, por consiguiente, realizar el orden en el interior del propio yo ( Pieper, 1980, p. 225).
En ese sentido, la palabra templanza implica mucho más que moderación, término muy
desacreditado en la actualidad por el matiz negativo que podría señalar. Esta virtud ordena en
el interior de la persona porque orienta los actos del apetito concupiscible a su fin verdadero y
por ende trae la paz del corazón. El magisterio de la iglesia, en el Catecismo de la Iglesia
Católica afirma:
Es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de
los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos
en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles,
guarda una sana discreción y no se deja arrastrar para seguir la pasión de su corazón (Si 5, 2; cf.
37, 27-31).
También trae como resultado la felicidad, dado que ésta se logra a través de la práctica de
las virtudes que nos ayudan a ir adquiriendo una segunda naturaleza. Los estudios realizados en
medicina señalan que una vida ordenada favorece a conservar una buna salud .Dado que la
templanza nos lleva a vivir una vida ordenada ,entonces la trae consigo la buena salud física
y mental , porque equilibra el uso de todas nuestras inclinaciones más vehementes.

1.2. Vicios opuestos de la templanza


Se comprender mejor la virtud de la templanza con el estudio de sus vicios contrarios: la
insensibilidad, o vicio por exceso, y la intemperancia, o vicio por defecto. Así lo hace Santo
Tomás en la Suma Teológica.

1.2.1. La insensibilidad
Es importante recordar que la templanza regular pero no rechaza los apetitos de placeres
sensibles, pues esto sería caer en el vicio de la insensibilidad, vicio opuesto por exceso a la
templanza, denota restricción a los placeres del tacto lejos del orden de la razón. Lo distintivo de
la insensibilidad es que no se tiene otro fin más alto que la renuncia en sí misma. Santo Tomás
cuando se refiere al uso lícito de los placeres corporales, sostiene:
Es vicioso todo lo que contraria al orden de la naturaleza es ella quien dispone las cosas de
tal forma que en las operaciones necesarias a la vida del hombre se sienta placer , y es lógico
que el hombre disfrute de ese placer en la mediad requerida por la salud humana, tanto para la
conservación del individuo como de la especie. Si alguien llegara a despreciar dicho placer
hasta el extremo de desechar la parte exigida para la conservación de la naturaleza , pecaría,
violando el orden de la naturaleza ,cosa que pertenece al vicio de la insensibilidad (II II. q. 142,
a. 1).
En efecto, estos placeres sensibles como se dijo antes son naturales, pero deben ser regulados
por la recta razón .Responden a nuestra naturaleza humana, llevados a su fin verdadero
conservan la especie del género humano. En ocasiones, puede ocurrir que abstenerse de algunos
de los placeres que son objeto de la templanza resulte, no ya conveniente, sino necesario, en
orden a algún fin, sea la misma conservación del individuo o la especie, sea un fin superior y más
noble. Un ejemplo del primer caso lo tenemos en quienes, por motivos de salud, se abstienen
temporalmente de comida y bebida, bajo el imperio de la razón.
La revelación, nos ilumina en este aspecto con el dogma del pecado original, tras el cual
reside en el hombre el apetito de concupiscencia, tendencia natural aférranos a las cosas
terrenales. La enseñanza agustiniana del lívido dominante nos enseña que tenemos la tendencia
de dominio sobre el otro, esto se manifiesta en el mal uso de los placeres venéreos.

1.2.2. La destemplanza
Vicio por defecto de la templanza. Consiste en la falta de moderación de las pasiones del
apetito concupiscible, que se rebelan a los dictámenes de la recta razón. Afirma Santo Tomás
caracteriza este vicio como pueril por tres motivos. Primero, en cuanto al objeto: tanto el niño
como el intemperante apetecen algo que no es bello, “porque en el orden humano se considera
bello lo que es conforme a la razón” (II II. q. 142, a. 3), y la intemperancia es precisamente la
falta de conformidad con la razón de las pasiones del apetito concupiscible. Segundo, en cuanto a
las consecuencias: si se accede a los caprichos del niño, se aumentan sus deseos, y otro tanto
ocurre con el intemperante. Por eso, cada hora que concedamos al placer desordenado, se
revolverá contra nosotros en forma de exigencia de mayor placer. Tercero, en cuanto al remedio:
al niño se le enmienda cuando se le corrige, y “de un modo semejante, si se ofrece resistencia a la
concupiscencia, ésta es reducida al debido orden de la honestidad” (II II q 142, a. 3).Por eso, “la
intemperancia identifica de una manera particular a la persona moralmente inmadura (...)
corrompe de manera particular la belleza moral que distingue a una persona de recta vida” (II II.
q. 142, a. 3).
A la intemperancia se le atribuye una fealdad máxima, porque nos hunde en el mar de los
placeres animales, y porque nos priva de la luz de la razón. En efecto Santo Tomás sostiene:
La degradación parece ponerse al honor y a la gloria que se deben, respectivamente, a la
excelencia y distinción de las personas, y la intemperancia se haya en el fondo del deshonor por
dos motivos. Primero, porque repugna a la excelencia del hombre, como se ve se trata de algo
común a los animales (…) Segundo, porque contradice a su distinción y hermosura. En los
placeres de intemperancia no se descubre la luz de la inteligencia, de la cual posee toda claridad y
hermosura virtuosa. Con razón pues estos placeres se dicen más serviles (II II. q. 142, a. 4).
La intemperancia es máximamente deshonrosa atendiendo a los dos motivos habituales
merecedores de honra: el honor y la gloria. Por el lado del honor, porque éste se debe a la
excelencia, y la intemperancia es sumamente opuesta a la excelencia humana, ya que su objeto son
los placeres comunes al hombre y los brutos. Por el lado de la gloria, porque ésta se debe cierto
brillo o claridad, y la intemperancia es lo más opuesto al brillo y a la belleza del hombre, ya que en
sus placeres es donde más falta la luz de la razón, de la cual se deriva el esplendor y belleza de la
virtud.

1.3. Partes integrales de la templanza


Se llaman partes integrarles a las condiciones que hacen posible que surja una virtud. Santo
Tomás dice: “Hay dos partes integrales de la templanza “la vergüenza” (…) y la honestidad”
(II II. q. 143, a. un.). A continuación se explicará las siguientes partes.

1.3.1. La vergüenza
La templanza evita la torpeza en la que se cae al dejarnos llevar por nuestras pasiones.
Dado que la vergüenza huye de la torpeza, es parte integral de la templanza, así afirma Santo
Tomás de Aquino:
La vergüenza es temor de la torpeza y del oprobio. Y como anteriormente hemos dicho que
el vicio de intemperancia es torpe por antonomasia y sumamente execrable, es lógico que la
vergüenza se eduzca más bien a la templanza (II II q 144, a 1).
El hecho de ser condición para la virtud de la templanza, dado que se opone al vicio de la
intemperancia, puede llevar a la duda de que no es una virtud .En efecto toda virtud es un
hábito bueno, dado que por la vergüenza se evitan los actos torpes, puede ser considerada virtud.
Santo Tomás de Aquino no se equivoca cuando afirma:
La vergüenza que se experimenta muchas veces engendra el hábito de virtud adquirida, por el
que se evitan actos topes que producen vergüenza (…) Por el hábito adquirido ésta uno
dispuesto de tal forma, que si hubiera de que, se avergonzaría más que antes (II II. q 144, a 1).
La vergüenza nos permite estar atentos a nuestro actuar, para no caer en el desorden moral.
Claro ejemplo de esto, es la experiencia que se tiene cuando muchas veces por vergüenza, por
temor al qué dirán, por temor a dañar nuestra reputación no se hacen actos deshonestos a la
vista de otros.

1.3.2. La honestidad
Condición que conduce a elegir lo bueno y bello según los dictámenes de la recta razón, en ese
sentido, el Aquinatense identifica la honestidad con la belleza. Dado que la templanza refrena
los placeres más feos y bajos, implica belleza. La honestidad que nos lleva a lo bello hará que
reconozcamos que los placeres y deleites corporales y espirituales se dirijan con belleza,
evitando cualquier forma de exceso.

1.4. Partes subjetivas de la templanza


Las partes subjetivas se dividen en grupos debido a la función propia de la templanza
que consiste en regular la tendencia hacia los placeres sensibles que provienen del gusto y del
tacto .En cuanto a regular el gusto existen dos virtudes: la abstinencia, sobriedad; en cuanto a
regular el tacto, existen también dos virtudes: castidad y virginidad. A continuación se
examinará cada virtud y su vicio correspondiente.
1.4.1. La abstinencia:
Se suele definir como virtud que indica cierto control en la forma de consumir alimentos
corporales, sin embargo no sólo dice relación con la comida, la abstinencia tiene también un
matiz espiritual, de manera que no se trata de abstenerse de alimentos sino también de otras
cosas. Santo Tomás nos presenta la siguiente definición:
Abstinencia quiere decir sustracción de los alimentos, o puede tomarse en dos acepciones
:primero en cuanto designa sustracción absoluto en cuyo caso no es, en sí mismo , ni virtud ni
acto virtuoso, sino algo indiferente; segundo , como substracción moderada conforme a la regla
de la recta razón, entonces significa virtud o acto virtuoso (II II. q. 144, a 1).
Es muy oportuno este aviso, que nos presenta el Aquinatense con respecto a la verdadera
abstinencia, pues no debemos confundir la abstinencia como sustracción absoluta de alimentos,
con la abstinencia verdadera aquella que sigue el recto uso de la razón. La falsa abstinencia no es
conforme a la razón, pues está en nuestra naturaleza el instinto de supervivencia que implica el
debido uso de comer para vivir .La sustracción absoluta de alimentos traería consigo serios
problemas, puesto que implica desequilibrio, desorden en el lícito uso de ingerir alimentos. Por
ejemplo véase los casos de enfermedades como la bulimia, anorexia. Respecto a este tema Bilyk
(2008) afirma:
Son muy serias las enfermedades que estos desordenes ocasionan, al igual que sus
lamentables consecuencias, tan conocidas por todos, y que no son muy diferentes a las
ocasionadas por la gula .Esto se acentúa en una sociedad que rinde culto idolatra a la imagen
física (Bilyk, 2008, p. 145).
Así pues, la abstinencia tiene como vicio opuesto a la falsa abstinencia y la gula que es el
exceso de consumir alimentos. Trae como consecuencia caer en otros vicios concupiscibles, por
ejemplo la lujuria. La abstinencia bien entendida tiene como acto propio el ayuno, que indica
abstención de alimentos por un bien determinado por la recta razón iluminada por la fe.

1.4.2. La sobriedad
Virtud muy relacionada con la abstinencia, tiene como fin moderar el consumo de las
bebidas alcohólicas. Santo Tomás nos dice: “Es pues la bebida materia propia de la sobriedad;
no cualquier bebida, sino la que por su calidad espiritosa es apta para entenebrecer la mente, cual
sucede con el vino y los licores embriagantes” (II II. q. 149, a 1).
Si la vida virtuosa es vivir conforme a la recta razón , es necesario mantenerse lúcido en el
ejercicio de la razón .Por medio de esta virtud el hombre puede mantenerse con lucidez su razón
y así obrar rectamente, en consecuencia se puede afirmar la gran utilidad de esta virtud sobre
todo en la época actual, donde las personas tienden a embriagarse frecuentemente ,por salir del
aburrimiento, soledad, etc. En efecto la embriaguez, vicio contrario a la virtud de la sobriedad,
consiste en el excesivo uso de bebidas alcohólicas. Así afirma Santo Tomás:
La frecuencia de la embriaguez es pecado mortal , no por la repetición precisamente , sino
porque es imposible que una embriaguez frecuente no sea voluntaria y consciente, pues existe
una experiencia anterior de la fuerza del vino y de la propia debilidad (II II. q. 150, a 1).
No nos debe resultar extraño encontrar este vicio en la clasificación de pecado mortal, puesto
que las personas son conscientes de sus consecuencias antes de cometerlo, y sin embargo
deciden realizarlo.
1.4.3. La castidad
Virtud que regula según los dictámenes de la razón los placeres sexuales, ordenándolos a su
verdadero fin .En efecto señala Santo Tomás: “Es misión de la castidad usar moderadamente de
los miembros corporales conforme al juicio de la razón y a la elección de la voluntad” (II II. q.
151, a 2).Es importante señalar que no se trata considerar malo la unión del hombre y la mujer en
el acto conyugal, pues Dios así lo ha querido, para la conservación de la especie y esta inclinación
está inscrita en la ley natural. Lejos de reprimirlo se trata de darle buen uso a ese deleite natural
.Así afirma Bilyk, (2008):
Debemos remarcar que la castidad no debe ser vista como actitud represora, una permanente
negación de las naturales inclinaciones humanas, sino por el contrario como una fuerza
liberadora del hombre, para que ésta pueda alcanzar su deseo de felicidad (Bilyk, 2008, p. 148).
En ese sentido la castidad como virtud reguladora de los placeres sexuales, nos lleva a la
felicidad tan buscada por el hombre, es necesario entonces, ponerla en práctica eliminando la idea
de que nos reprime.

1.4.4. La virginidad
Muy relacionada con la castidad, la virginidad supone la renuncia perpetua de los placeres de
la carne por un motivo trascendente, en se sentido implica una consagración integra de cuerpo y
alma a Dios. Así afirma Santo Tomás de Aquino:
El elemento formal de la virginidad es el propósito firme de perseverar en la abstención del
placer venéreo, a fin de consagrarse a la contemplación de las cosa divinas, y esto es laudable,
elemento material es la integridad de la carne, sin experimentar el placer venéreo (II II. q. 152, a
1).
Se puede afirmar que esta virtud llega a ser la plenitud de la castidad, pues implica una libre
y voluntaria renuncia para siempre a la abstención de placeres sexuales por amor a Dios.
El vicio que se opone a la castidad y la virginidad es la lujuria. Consiste en el descontrol del
uso de los placeres sexuales .Proviene del griego loxos que significa torcido .Es el origen de
muchos vicios y pecados (por ejemplo la masturbación, fornicación, pornografía, etc.) por el
desorden que produce en el interior de la persona.

1.5. Partes potenciales


En este grupo se encuentran todas las virtudes derivadas de la templanza que se ordenan a
otros actos secundarios por eso se le llaman virtudes potenciales o secundarias, pues los objetos
que tratan no son tan diferentes con las principales. Así afirma el Aquinatense: “son las virtudes
secundarias, que respecto de materias no tan importantes ni tan difíciles, se conducen lo mismo
que la virtud principal respecto de la materia principal” (II II. q. 153, a. un.).

1.5.1. La continencia
Por medio de esta virtud el alma queda fortalecida para resistir los ataques de la
concupiscencia referente a los placeres corporales .Su función principal es impedir el mal
sujetando la voluntad y al apetito concupiscible para que no se deje arrastrar por el ímpetu de
las pasiones, por este motivo se convierte en una virtud necesaria para la castidad.
Esta virtud es muy importante para la sociedad actual, debido a la tendencia de entregarse a la
satisfacción de la sensualidad, el materialismo, hedonismo, etc., que dan placeres pasajeros y no
satisfacen el alma. Terminan en al vacío existencial, en el sin sentido de la vida, la insatisfacción.
La incontinencia vicio opuesto consiste en dejarse llevar, dominar sin hacer ninguna
resistencia a las pasiones, en ese sentido contradice a la recta razón.

1.5.2. La mansedumbre
Virtud que tiene por objeto moderar según la recta razón la ira, pasión natural que no es
mala en sí misma. El problema es cuando ésta no es bien canalizada. La mansedumbre trata de
encausar hacia el bien esta pasión. A este respecto Bilyk, (2008) comenta:“ Dios nos ha dado la
ira para que nos ayude a combatir el mal, sin desbordar y dentro de los límites razonables dela
razón y de la fe” (Bilyk,2008, p. 155).Así pues la ira bien encausada nos ayuda a combatir el mal
.Notase asimismo su gran importancia en la situación actual donde parece que la injusticia
predomina , hace falta dirigir la ira a la solución de estas injusticias. A la vez ésta virtud implica
sufrir con paciencia las propias debilidades y la de los demás. El modelo más apropiado de esta
virtud es Jesucristo quien en su vida soportó con paciencia las injusticias que le hacían. Frente
a la ira ordenada, propio de la mansedumbre tenemos la ira desordenada, vicio opuesto de ésta: la
iracundia
La iracundia consiste en dejarse llevar por la ira sin tener ningún control de ella. La persona
iracundia suele excusarse por motivos insignificantes, y a través de esto pierde la paz y la alegría,
termina amargándose a sí mismo y a los demás.

1.5.3. La clemencia
Por medio de esta virtud se modera según los dictámenes de la recta razón la crueldad en el
castigo. Al escudriñar la sagrada escritura, se encuentra un ejemplo claro de esta virtud. Se le
atribuye a Dios las categorías de clemente y misericordioso pues perdona todos los pecados
cuando el hombre se arrepiente. En efecto la clemencia se realiza por la bondad del corazón.
Implica además apiadarse de aquel que merece un castigo por lo que hizo , sin embargo no
significa perdonar infinitamente la pena justa, que es necesario dar a los culpables , para
fomentar la disciplina ,y poner un alto a quienes las trasgreden. Por ejemplo en el caso de
aquellos delincuentes que atenten contra la seguridad social.
A esta virtud se le opone por defecto la crueldad, este vicio consiste en imponer castigos que
traspasan lo debido y justo. Suele ir acompañado de la complacencia por el sufrimiento de los
sancionados.

1.5.4. La clemencia
Virtud que modera las inclinaciones menos vehementes , en ese sentido inclina al hombre
a actuar de manera adecuada en cuanto a los movimientos externos e internos , tales como el
deseo de propia excelencia, el deseo de conocimiento, el deseo de diversión y todo lo referente
al uso de las vestiduras y arreglo personal. Estos movimientos son moderados a su vez por
virtudes que derivan de la templanza, pero que están reunidas en el ámbito de la modestia.
a. La humildad:
Proviene del latín humi acclinis que significa inclinado sobre la tierra .El sentido de esta
expresión nos lleva a entender que el humilde es aquel que se inclina , se abaja con el fin de
reconocer su pequeñez. La humildad modera el apetito desordenado de querer la propia
excelencia, grandeza. Por medio de esta virtud el hombre adquiere un conocimiento justo de su
miseria primero con relación a Dios y después con relación a los demás que participan del ser de
Dios. Implica también reconocer los propios talentos y capacidades, como dones de Dios .Si
Dios es perfecto todo cuanto tenga el hombre de perfección y bondad le viene de Dios, y todo
lo que tenga de imperfecto proviene de él mismo. Por lo tanto por medio de esta virtud el
hombre se reconoce tal como es, por eso Santa Teresa de Jesús, en su libro Camino de
Perfección dijo: “la humildad es vivir en la verdad”(cap. 10) .
San Ignacio de Loyola, en los Ejercicios Espirituales decía: “la humildad es madre de todas
las virtudes”. La vida de los Santos no muestra un ejemplo caro de esta virtud, por su humildad
llegaron a la adquisición de todas las virtudes, el conocimiento propio les llevó a vencer los
obstáculos para recibir las gracias de Dios. Ésta virtud trae consigo el olvido de sí mismo. Al
humilde poco le importa ser aplaudido, olvidado, agradece la correcciones.
La soberbia es un vicio opuesto a la humildad, consiste en dar rienda suelta al apetito
desordenado de la propia excelencia. Su etimología nos da una visión más clara; superbia,
significa estar sobre toda vida. En efecto este vicio hace que la persona se considere superior a
todos los demás y quiera dominar y someter todo a su capricho. San Ignacio decía en los
Ejercicios Espirituales: “la soberbia es madre de todos los vicios”, dado que el hombre se engaña
a sí mismo, no reconoce su pequeñez y vive encerrado en sí mismo.

b. La eutrapelia
Virtud que tiene como fin regular, según los dictámenes dela recta razón todas la
distracciones, los juegos y diversiones. El sentido de esta virtud no es evitar los juegos, las
distracciones, el descanso; sino más bien darle un debido uso, porque éstos son indispensables
para la vida del hombre, es necesario descansar en la actividad. Se recomienda la búsqueda de
distracciones con el fin de dar descanso al cuerpo y al espíritu. Esto no significa dedicar todo el
tiempo a las distracciones o descansos, sino de recuperar las fuerzas y energía.
Tiene como vicio contrario a la austeridad exagerada que consiste en rechazar las propias
distracciones, y consecuentemente también las ajenas. Implica no saber disfrutar de una buena
broma, al creer que reír es ridículo .Es cierto que la risa hueca y superficial incomodad, fastidia,
pero nada tiene que ver con la eutraplegia. No podemos caer en el vicio por exceso, que no nos
deja disfrutar de la alegría, y por ende vivir el combate de la vida con paz y alegría.

c. La modestia corporal o gestual


Consiste en guardar el decoro en nuestras posturas, gestos y movimientos corporales, ya que
del exterior se trasparenta lo interior, en ese sentido favorece a cuidar nuestra dignidad de
personas y de los que nos rodean.
Tiene como vicio opuesto a la rusticidad que nos lleva a adquirir modales rústicos,
vulgares.
d. La modestia en el ornato
Tiene por objeto moderar el debido orden en el cuidado del aspecto personal, por ejemplo
moderar las formas de peinar, vestir, calzar. Esto no quiere decir caer en el excesivo del arreglo
personal. Que proviene del egocentrismo, o de dejarse llevar por las modas.
El desaliño es su vicio opuesto que consiste en el descuido del arreglo personal muchas
veces sucede por la falta de amor propio , y otros porque se quiere dar a entender que son
más virtuosos, pues sean olvidado de sí mismos en todo , hasta en el modo de vestir.

LA ESTUDIOSIDAD COMO PARTE POTENCIAL DE LA TEMPLANZA

Después de haber mostrado en el capítulo anterior, las partes de la templanza, a


continuación se mostrará la virtud de la estudiosidad, parte potencial de la templanza. Santo
Tomás de Aquino le dedica un artículo especial en la cuestión 166, para lo cual plantea dos
artículos para explicar la virtud de la estudiosidad. En el primero se pregunta si el
conocimiento es la materia propia de la estudiosidad. El segundo, si la estudiosidad es parte de
la templanza. En la cuestión 167 explica su vicio contrario, la curiosidad.
2.1. El conocimiento, objeto de la estudiosidad
En el primer artículo dedicado a la estudiosidad, Santo Tomás presenta algunas dificultades
con las que se podría pensar que la estudiosidad no tiene como materia propia el conocimiento.
Primero plantea que se dice estudioso a quien pone cuidado y aplicación a sus asuntos, que
no necesariamente tienen que ver con el conocimiento. Segundo, que la estudiosidad se opone a
la curiosidad, la cual se debe evitar no sólo del conocimiento. En ese sentido la estudiosidad no
se ocuparía sólo del conocimiento. Tercero, se dice que algunos se aplican con estudiosidad a
la avaricia y como ésta tiene como fin las riquezas mas no el conocimiento, entonces la
estudiosidad tampoco se ocupa del conocimiento.
Por otra parte cuando comenta el texto bíblico de Prov. 2,11 “ Stude sapientiae fili mi, et
laetifica cor meum, ut possis respondere sermonem” , se puede encontrar ya una respuesta en su
afirmación “es una misma la estudiosidad que se alaba como virtud y aquella a la cual invita la
ley , luego siguese que la estudiosidad se ocupa propiamente del conocimiento (II-II q 166, a
1).Sin duda el texto bíblico citado por santo Tomás de Aquino da una pista para conocer el
objeto de la estudiosidad. Por eso, seguidamente en la respuesta a las objeciones lo primero que
señala es “Quod studium praecipue importat vehementem aplicationem mentis ad aliquid”. En
ese sentido la virtud de la estudiosidad se caracteriza por la aplicación de la mente a algo, pero
para que ésta aplicación logre el conocimiento de la verdad, tiene que ser vehemente.
La palabra vehemente significa según la RADE ardiente, lleno de pasión. Y esta es la
característica de la actividad de aquel que busca el conocimiento. En este contexto, Blanchard
(1980) señala “no hay penetración del objeto inteligible sin una concentración del
sujeto”(Blanchard, 1980, p.2). Así pues la estudiosidad mira en primer lugar el conocimiento y
“solo secundariamente a las obras que debemos realizar mediante la dirección del
conocimiento”(II-II q 166, a 1). Y dado que todas las virtudes tienen por objeto aquello a lo
cual hace referencia en primer lugar, la estudiosidad tiene por materia propia el conocimiento”.
Ésta primera solución dada por Santo Tomás de Aquino ilumina las soluciones a las
dificultades.
En la solución a la primera objeción señala “en cualquier materia se requiere un
conocimiento previo para obrar bien” (II II. q. 166, a 1). Así sostiene que para cualquier acto
humano se necesita de un previo conocimiento pues sólo lo que conocemos podemos desear.
Se constata en la vida diaria que actuamos en base a los conocimientos que tenemos, no sucede
así con lo desconocido. El conocimiento es el punto de partida de todo obrar y por ende de todo
comportamiento, por eso “la estudiosidad mira primero hacia aquello que es necesario saber
para actuar bien” (II II. q. 166, a 1) y segundo lugar las obras que debe realizar mediante el
previo conocimiento.
En la segunda y tercera solución explica que el deseo de conocer desde el punto de vista del
conocimiento puede tener objeto la sensualidad y la avaricia. Porque “por el peso del afecto
humano, la mente es arrastra hacia la consecución de aquello que ama” (II II. q. 166, a 1), es
decir la sensualidad. Y dado que la codicia “siempre enriquece utilizando la pericia de los
negocios humanos” (II II. q. 166, a 1). Sin embargo el conocimiento tanto de la sensualidad y la
avaricia es sólo conocimiento instrumental de la obra a realizar, no son tan especiales, porque lo
esencial para un acto humano en plenitud es el conocimiento del buen obrar.

2.2. La estudiosidad y su colaboración con la templanza


En el segundo artículo, Santo Tomás de Aquino establece de alguna manera la relación entre
la estudiosidad y la templanza, cuando responde a la pregunta si la estudiosidad es parte de la
templanza.
Presenta algunas dificultades por las que parece que la estudiosidad no forma parte de la
templanza. Primero, todo hombre virtuoso es estudioso, por ende posee la virtud de la
estudiosidad, en ese sentido la estudiosidad es una virtud general. Segundo, la estudiosidad se
refiere al conocimiento, sin embrago todas las virtudes morales refieren a la voluntad, por estar
en la parte apetitiva del alma .Tercero, la estudiosidad no se asemeja a la templanza, dado que la
templanza refrena y se opone a los vicios por exceso y parece que la estudiosidad se pone al vicio
por defecto, la ociosidad.
Por otra parte presenta además lo propuesto por San Agustín “Está prohibido que seamos
curiosos, aunque esto requiere grande templanza”. Y comenta “como la curiosidad se reprime
por una estudiosidad moderada, síguese que la estudiosidad forma parte de la templanza” (II II.
q. 166, a 2). Luego de esta primera afirmación se puede señalar de qué manera la estudiosidad
se relaciona con la templanza, lo cual será una relación de colaboración.
La templanza , virtud cardinal, cuyo objeto es moderar el apetito concupiscible, que por su
naturaleza corporal el hombre apetece , está asociada a virtudes pequeñas , que son sus partes las
cuales de alguna manera la complementan , estableciéndose así una relación de colaboración por
parte de las virtudes que la rodean. En ese sentido se puede afirmar lógicamente que la
estudiosidad como parte potencial de la templanza colabora con ésta al moderar el apetito
desmesurado del deseo de conocer.
Santo Tomás de Aquino señala que el “hombre en conformidad con la naturaleza espiritual
desea conocer y para moderar este apetito necesita la virtud de la estudiosidad, entonces la
estudiosidad es parte potencial de la templanza”, la cual como se mostró anteriormente está
dentro de la virtud de la modestia.
El hombre naturalmente está impulsado al conocimiento de la realidad, y si este deseo no se
modera , es decir no se le pone unos límites , de tal manera que se ordene a su fin propio , el
conocimiento desinteresado de la verdad ; se desordena y pierde su fin propio ,en consecuencia
se aleja de la verdad. En ese sentido la estudiosidad se convierte en freno a esta tendencia
natural de conocer y en la medida que frena esta naturaleza espiritual de conocer colabora
modera la contraparte de la naturaleza corporal que apetece el placer sensible, es decir modera
la naturaleza espiritual que desea el conocimiento
La templanza con este apoyo por parte de la estudiosidad se complementa, pues abarca así
todas las dimensiones de la persona. Las apetencias del cuerpo y alma quedan moderados. Esta
moderación tendrá dos ámbitos: el fin que buscamos al estudiar y el modo en que lo hacemos. En
cuanto al fin si lo que nosotros buscamos es saber y conocer la Verdad y lo que Ella ilumina, la
estudiosidad nos ayudará a evitar los errores intelectuales y filosóficos, rechazándolos. En cuanto
al modo, seremos perseverantes. La estudiosidad nos estimulará en ir para adelante. Ni
abandonaremos los estudios por pereza, ni nos desbocaremos con total independencia de la ética
y la moral por soberbia.
A la primera dificultad responde que así como el conocimiento de la prudencia se extiende a
todas las virtudes “en esa medida las alcanza también la estudiosidad, que es conocimiento” (II II.
q. 166, a 2).
A la segunda objeción responde “el acto de la facultad cognoscitiva está sometido imperio de
la facultad apetitiva, que es motor de la potencias” .En ese sentido existe una dependencia por
parte de la inteligencia hacia la voluntad .Se puede decir que el amor es la causa del acto del
entendimiento. A este respecto San Agustín, en las Confesiones afirma: “mi peso, es mi amor,
adonde soy llevado, me lleva él” (XII, IX, 10) .En efecto para tender hacia un objeto, hay que
interesarse por él.
Hay una reciprocidad entre el acto de la inteligencia y la voluntad. La inteligencia le presenta el
bien a la voluntad y la voluntad mueve a la inteligencia a dirigirse hacia el bien .Así pues se ve
claramente que el estudio compromete a toda la persona. Y según Blanchard (1980) afirma:
La virtud del estudio no hace de nosotros unos intelectuales , cuyo fin perseguido sería la
adquisición y posesión de la ciencia , sino unos sabios para los que la verdad es objeto de
investigación solamente porque es principio de vida. Pero para que la ciencia se trasforme en
sabiduría, es indispensable que intervenga la virtud e inserte su dinamismo propio en este
armonía de energías (Blanchard, 1980, p.5).
Santo Tomás señala también que hay dos bienes en el conocimiento uno es aquel que hace
referencia al “acto mismo de conocer , pertenece a las virtudes intelectuales y consiste en la
verdad de los juicios” y el segundo hace referencia al “acto del apetito, y consiste en la
voluntad recta de aplicar la fuerza cognoscitiva de un modo o de otro , a un objeto o a otro”
(II II. q. 166, a 2) .
En efecto lo que hace que la estudiosidad sea una virtud moral es el hecho de que
perfecciona la voluntad para aplicarse con rectitud a la búsqueda de la verdad, o dicho de otro
modo , perfecciona ese impulso del alma que tiende a desear el conocimiento. Así responde a
la tercera objeción “El alma nos impulsa a desear la esencia de las cosas, siendo necesario
refrenar dicho apetito para que no se exceda”.
Por otra parte afirma también que el cuerpo exige descanso y evitar el trabajo , es allí
donde la estudiosidad fomenta la búsqueda del conocimiento y evita no dejarse llevar por esta
tendencia a la pereza. Santo Tomás afirma que por esta razón “lleva el nombre de estudiosidad”
, sin embargo la virtud del estudio se refiere más a atemperar como Sertillages (1965) sostiene
“La constancia de la vida nos exige atemperar, o sea adaptarse a las circunstancias y vincular a
los otros deberes un apetito de conocer que fácilmente se desorbita” ( Sertillanges, 1965, p.20)
Advierte Santo Tomás que secundariamente llega a imponer el esfuerzo de atender con
vehemencia a la búsqueda del conocimiento de la verdad. Y en ese sentido la estudiosidad
tiene que ver más con la voluntad, la cual como afirma Sellés (1995): “requiere de virtudes para
adaptarse a los medios que le acerquen más a su fin” (Sellés, 2000, p. 134)
Sin la estudiosidad la vida del intelectual , termina siendo desordenada pues ha dado rienda
suelta a ese apetito natural de conocer que fácilmente se descontrola , su voluntad se debilita
y ya no reconoce el bien al cual debería de buscar rectamente. Como consecuencia se cae en el
vicio de la curiosidad, alejándose así de la virtud que trata de lograr como dirá Millán (1997) “
la excersión de toda curiosidad imponente, y por tanto de toda morbosidad es su ejercicio”
(Millán, 1997, p. 166).

De la misma manera que la templanza atempera las pasiones más vehementes con respecto a
los deseos de la carne, la estudiosidad al atemperar los apetitos de ciencia, regula las
delectaciones que se apegan a lo sensible que tiene que ver con el conocimiento y por tanto los
más vehementes. Todas las pasiones si no se ordenan a buscar su propia delectación en vez de
aquello a lo que se deben dirigir rectamente se desordenan. La estudiosidad colabora
moderando el apetito racional que desea el conocimiento intelectual y sensible, ordenándolas a
la consecución de la verdad.
2.3. La curiosidad , vicio opuesto de la estudiosidad
Santo Tomás de Aquino desarrolla el vicio puesto de la estudiosidad en la cuestión 167.El
primer artículo está dedicado a responder a la pregunta si hay el vicio curiosidad en el
conocimiento intelectual. El segundo artículo está dedicado a responder a la pregunta si existe
curiosidad en el conocimiento sensitivo. En este caso sólo trataremos el primer articulo.
Presenta tres dificultades por las que puede parecer que no puede haber vicio de curiosidad
en el conocimiento intelectual. En la primera objeción cita a Aristóteles quien afirma que
“tratándose de objetos buenos o malos en sí mismos no cabe distinguir medios o extremos. El
conocimiento es ciertamente cosa buena” y más adelante presenta el argumento de Dionisio
quien sostiene que “el bien del hombre es obrar conforme a la inteligencia”, la cual se
perfecciona en el conocimiento.
En La segunda objeción presenta el argumento por el cual se afirma que no hay curiosidad
en el conocimiento intelectual por que el conocimiento que procede de Dios y nos hace
semejantes a él. En ese sentido dado que de Dios no puede salir nada malo y que aquello que
me asemeja a Dios no puede ser malo, entonces en el conocimiento que tiene cono su causa
primera y causa final en Dios no puede haber vicio de curiositas.
En la tercera objeción recoge el argumento que sostiene que solo podría haber curiosidad
en la filosofía, sin embargo no puede haber curiosidad en ella por que buscar la verdad no puede
ser malo en sí mismo , se podría decir también que no es malo por que es parte de la naturaleza
del hombre.
Frente a todas estas interrogantes por las que se podría pensar que no hay curiosidad
intelectual, comienza afirmando que el objeto de la curiosidad es el apetito del conocimiento y
no el conocimiento. Este conocimiento que es bueno en sí mismo en ocasiones puede llegar a
ser malo cuando tiene como consecuencia la soberbia o cuando el fin del conocimiento queda
subordinado al pecado. Por otra parte advierte también que “el deseo de conocer la verdad
puede ser recto y desinteresado”.
La búsqueda de la verdad se desordena cuando, por medio de él se busca la afirmación de sí
mismo y crecer en la estima y alabanzas de los hombres. En ese sentido la búsqueda de la
verdad queda reducida de fin último del conocimiento a simple medio por el cual el ser
humano se erige como fin propio del conocimiento. En la antigua Grecia los sofistas eran la
imagen de este tipo de personas, quienes no tenían como fin último el conocimiento de la
verdad sino más bien sus propios intereses, los diálogos de Platón encontramos la sentencia de
Sócrates a ellos.
En ese sentido se puede buscar la verdad por amor a ella, es decir por propia vocación.
También por hacer comercio con ella. Y por buscar la propia gloria es decir por ambición.
Estos dos modos de buscar la verdad es muy frecuente en la sociedad actual donde se ha
relativizado la verdad y se la ha reducido a mera opinión .Blanchad nos da dos criterios para la
búsqueda adecuada de la verdad cuando afirma:
Al verdadero intelectual se le conoce por dos criterios: el desinterés en la investigación y la
enseñanza, y la humildad y el ocultamiento en la posesión, por lo demás, ceba una nueva
investigación.

De la misma manera que condena este conocimiento que busca la propia autoafirmación,
condena el conocimiento morboso. “Igualmente, quienes desean adquirir la ciencia para pecar
estudian viciosamente”. Con esta afirmación, no significa que esté en desacuerdo con el
conocimiento legítimo del mal, si el propio fin de este conocimiento es para combatirlo e
inclusive para destruirlo. Con lo que está en desacuerdo es con la complicidad con el mal, es
decir, con el hecho de conocer el mal para adherirse a él. En ese sentido Santo Tomás nos
invita a examinar nuestra intención en la búsqueda del conocimiento de la verdad.
Presenta que conocimientos importantes debemos buscar y a que maestros conviene
dirigirse, que estimulo debe reinar en los que buscan el conocimiento y que límites se debe
tomar en cuenta para que la búsqueda de la verdad no se desordene y se pierda la virtud de la
estudiosidad para esto enumera cuatro casos por los que caemos en el vicio de la curiosidad y
nos alejamos de la virtud de la estudiosidad. A continuación se presenta los siguientes casos.

Estudio necesario y estudio menos útil


En el primer caso santo tomas sentencia a aquel que descuida el estudio más necesario, por
dedicarse a estudios menos útiles. En ese sentido se dejan de lado los estudios necesarios para
dar más importancia a los estudios de poca importancia.
Todos los estudios tienen un valor, genéricamente todos son buenos, pero propiamente hay
una jerarquía en el estudio de los conocimientos. Es preciso hacer por ello un discernimiento,
para evaluarlos según su jerarquía, subordinar los conocimientos menos útiles a los
conocimientos más necesarios. Si no se hace esta elección se pierde el fin de todo conocimiento
y por ende se pierde la virtud de la estudiosidad. Santo Tomás de Aquino cita a San Gerónimo ,
quien veía que los sacerdotes de su tiempo leían comedias , cantaban versos amorosos, en lugar
de profundizar en las sagradas escrituras .Esta realidad se hace más visible hoy, en nuestra época
actual que no sabe discernir que conocimientos son necesarios y tiende más a ir en busca de
conocimientos inútiles , siguiendo sus propios caprichos y apetencias. Un Ejemplo de ello se
puede ver en las librerías, donde los libros que no ayudan al desarrollo espiritual, tienen más
acogida, que aquellos que edifican a la persona. La consecuencia de este desorden siempre será el
desequilibrio interno y externo que se manifiesta en la falta de formación intelectual.
Búsqueda del error en lugar dela verdad
En el segundo caso encontramos a aquel que busca conocimiento en maestros a los que está
prohibido acudir como dice Santo Tomás “se empeña uno en aprender de un maestro a quien
no es lícito oír”. Pone el ejemplo de aquel que por la curiosidad supersticiosa se afana en
adivinar el futuro consultando a los demonios.
Este caso también se ve con mucha frecuencia hoy en día, pues son muchos los que acuden
fuentes dudosas o sistemas erróneos de pensamiento para adquirir la verdad, cayendo así en el
error. No hay duda de que hay verdades contenidas en sistemas erróneos de pensamientos .La
Humani Generis nos lo recuerda cuando afirma que hay que estudiarlos , pero temiendo como
base principios verdaderos para no confundir la verdad con el error y desviarnos del fin propio
de la búsqueda del conocimiento, la verdad. Santo Tomas veía esto muy claro, por eso decía:
El estudio de la filosofía de suyo es bueno y laudable , por la verdad que en ella encontraron
los filósofos mediante cierta iluminación de Dios como ciertos filósofos abusaron de ese
conocimiento para impugnar la fe ,el Apóstol nos quiso peheveer contra ellos con el fin de que
“no nos sedujeran con varias filosofías transmitidas por la tradición de los hombres , no por la
tradición de Jesucristo” 2-2 Q 167 Art 1
El resultado de esta forma de buscar la verdad en estructuras de pensamientos erróneos
produce estructuras mentales que no van acordes con la verdad. Síntoma muy frecuente en
nuestra sociedad actual donde son incontables los casos de aquellos que tienen un principio de
pensamiento erróneo, véase el relativismo aplastante que llega a negar la verdad y desacuerdos
por las contradicciones inevitables de la conciencias de los individuos.

Verdad parcial y verdad total


En el tercer caso tenemos a aquel que desea adquirir la verdad de todo lo creado sin
ordenar ese conocimiento al fin verdadero, a Dios, conocimiento perfecto que constituye el bien
supremo del hombre.
No se trata de dejar de dejar el conocimiento de las criaturas, sino de comenzar con este
conocimiento para ordenarlo a Dios. En ese sentido se trata de descubrir los signos de Dios en
todo lo creado, incluyendo la existencia del hombre, ya que todo procede de Dios. A este
respecto Blanchard señala:
El hombre por su naturaleza, es relación ontológica con Dios ; en lógica con esta situación,
se debería vivir esta relación especialmente. La ciencia pretende conocer al hombre y
comprenderle negando estos lazos, ignorando estas relaciones, es, evidentemente incompleta.
Búsqueda de lo imposible
Este último caso es consecuencia de lo anteriores desviaciones dela curiosidad, ya que al no
discernir que conocimientos son más necesarios y que conocimientos son menos útiles,
subordinar el saber parcial al saber total , y elevarlos a Dios principio y fundamento de todos los
conocimientos, llevará a buscar lo imposible , aquello que supera nuestra capacidad intelectual.
Consecuencia de esto es caer en el error. Las sagradas escrituras nos advierten de ésta búsqueda
inútil que desgasta nuestras fuerzas. Así leemos en el eclesi 3,22
No busquéis lo que está sobre tus fuerzas, investigues lo que no está a tu alcance, ni seas
tampoco vicioso en conocer demasiadas cosas (…) A muchos A engañado su propia ilusión y en
la vanidad se han gastado sus sentidos

EL TEMOR DEL SEÑOR

En la Literatura Sapiencial encontramos muchas veces término “yirat yhwh”, Luis


Alonso, Schokel ha traducido del hebreo al español como “respeto”. En ese sentido el temor de
Dios al cual nos referimos, hace referencia al respeto o reverencia del hombre ante Dios que
ejerce su gobierno en el mundo. A este respecto José Vilchez define el temor del Dios como una
“sensación reverencial que experimenta el hombre creyente y por tanto, religioso, ante la
majestad divina percibida por una experiencia religiosa” .
La reverencia a Dios se da por haber experimentado su grandeza y santidad. Esta gracia es el
fundamento de toda la vida espiritual. Sin este intenso contacto con Dios grande y santo, no
puede haber una verdadera piedad y sabiduría. Se pueden tener cualidades humanas y adquirir
mucho conocimiento, pero sin esta experiencia religiosa no hay verdadera piedad y sabiduría. La
piedad y sabiduría está es la relación auténtica con el Dios grande y santo en ese sentido el
respeto de Dios es el fundamento indispensable para el encuentro con Dios y para la verdadera
relación con El. De lo contrario no hay consistencia, ni profundidad, ni firmeza en nuestro trato
con Dios.
Por otra parte podemos afirmar que se trata de un temor filial, es decir, de un profundo
respeto que un hijo siente por su padre que le ha dado la vida y por ello, tiene necesidad de
agradecerle descubriendo su voluntad para cumplirla. El pueblo de Israel manifestará su amor,
confianza y respeto a Dios; cumpliendo su ley. Siguiendo esta lógica los profesores de Salamanca
afirman:
“No se trata del mero temor al castigo que impulsa a no obrar el mal por el temor a la pena;
sino de ese temor reverencial del Hijo para con su padres, del alma santa para con su Dios, que
en el fondo es más amor que temor. Es la piedad para con Dios que lleva al culto, al
cumplimiento de sus mandatos”.

Por tanto «temor de Dios» no significa «miedo». Pues existe una gran diferencia entre el
miedo y el temor. El miedo es un sentimiento que aleja a la persona del ser amado, paraliza y
disuelve el ser íntimo del hombre. El Antiguo Testamento, podemos descubrir la forma de
como el pueblo de Israel , ha ido avanzando progresivamente en su relación con Dios , en
primer momento pudo haber sido con el miedo , pero luego Dios les fue manifestando que es
un Dios de misericordia y por lo tanto la relación con él, no se debe basar en el miedo.
En los libros sapienciales se nos revela pues, que el temor de Dios, es decir, el respeto
profundo de Dios, es un sentimiento que da a la persona el sentido de su propia dignidad y no
aplasta como el miedo. Quien teme a Dios experimenta un gozo profundo; como dice el
Eclesiástico: «El temor de Dios es gozo y exultación», porque es la sensación de haber
encontrado a Dios, de haber sido admitidos, a pesar de nuestra pequeñez, en la presencia del
Dios grande y santo.
Hoy podemos podemos mirar a María Santísima, quien descubrió la revelación de la grandeza
y santidad de Dios en el Antiguo Testamento; se dejó educar por el Antiguo Testamento, que
ayuda mucho a tener este sentido del temor de Dios. María Santísima habla de Dios con inmenso
respeto y nos invita al temor de Dios, diciendo que «es misericordioso siempre con aquellos que
le temen». Es evidente que ella misma se sitúa entre los que temen al Señor.
Así pues, dejando de lado, todo matiz negativo que a simple vista puede resultar la frase:
“El temor del Señor”, a continuación presentaremos el doble matiz que recoge la sabiduría
sapiencial al referirse al Temor del Señor; a saber: Principio de Sabiduría y corona de la Sabiduría.

Principio de la Sabiduría
En algunos textos bíblicos de la literatura sapiencial, encontramos la misma expresión , “ el
temor del Señor es principio de la sabiduría”. Cf. Prov 1,7; 9,10; 15,33; Job 28,28; Sal 111,10; Si
1,14.20
El Temor del Señor es presentado como piedra fundante para adquirir la sabiduría. Es así que
sólo se puede ser sabio si se parte de una relación íntima con Dios, que implica conocer a Dios y
su actuación en el mundo para que el hombre establezca una adecuada relación con las cosas que
desea conocer. Así, Von Rad señala:
“Sólo así quedará el hombre capacitado para plantear cuestiones pertinentes, para apreciar
con mayor exactitud todo el mundo de relaciones y en definitiva para conocer más
profundamente la realidad”.
Queda establecido pues, que el hombre piadoso que ha orientado su inteligencia hacia Dios es
capaz de conocer fácilmente la realidad y de saber diferenciar lo bueno de lo malo. En ese
sentido, el temor del Señor que implica la fe, abre los horizontes a la razón permitiéndole conocer
más cosas que por sí sola no podría hacerlo. Además, como estableció Aristóteles en la Ética a
Nicómaco, podemos decir se conoce mejor la realidad llevando una vida moral adecuada, pues
hay una relación entre las virtudes éticas y las virtudes intelectuales.
Por otra parte, el temor del Señor, dado que implica una apertura a la trascendencia, ayuda al
hombre a reconocer su pequeñez y debilidad humana frente a la soberanía de Dios que rige el
mundo. De ese modo, el hombre adquiere una actitud de humildad y respeto a Dios que le
capacita para adquirir la sabiduría. Podemos recordar ahora, dos convicciones de Sócrates que le
llevaron a adquirir la verdadera sabiduría “conócete a ti mismo”, en el sentido de conocer su
pequeñez y “solo sé, que nada sé”, como punto de partida para adquirir sabiduría.
Entonces con el temor de Dios , por un lado, el hombre reconoce que no sabe y que la
sabiduría es un don gratuito que no depende del esfuerzo humano por conocer lo que se debe
hacer y lo que se debe evitar para llevar una vida justa; y por otro lado reconoce que es una
gracia que Dios da a los que le temen, le respetan y le aman. A este respecto Tabet señala:
“Decir que el temor de Dios es principio de la sabiduría, significa por consiguiente, que el
inicio, fundamento y sustancia de la ciencia de las realidades divinas y humanas es la actitud
humilde, acogedora y confiada respecto a Dios”.

Corona de la sabiduría
Existen muchos textos bíblicos en Siracides, en los que podemos apreciar de manera
explícita el valor que se reconoce al temor del Señor .
Si 1,18: “Corona de la sabiduría el temor del Señor, ella hace florecer paz y buena salud”. ;
19,20: “Toda sabiduría es temor del Señor, y en toda sabiduría se practica la ley”.
25,10-11: “¡Qué grande el que ha encontrado la sabiduría! Mas no aventaja a quien teme al
Señor. El temor del Señor sobresale por encima de todo, el que lo posee, ¿a quién es
comparable?”;
40,25-27: “Oro y plata hacen el paso firme, pero más que ambos se estima el consejo. La
riqueza y la fuerza realzan el corazón, pero más que las dos, el temor del Señor. En el temor del
Señor no existe mengua, con él no hay ya por qué buscar ayuda. El temor del Señor como un
paraíso de bendición, protege él más que toda gloria”.
A diferencia de las demás culturas, el pueblo de Israel considera la sabiduría desde un
matiz religiosos, vinculado a la relación con Dios. De ahí, que los profesores de Salamanca dicen:
“La sabiduría bíblica está íntimamente ligada a la religión y a la moral”. Por ello, en el pueblo de
Israel, el fin de la sabiduría es la piedad y se concretiza en la práctica de las virtudes y dado que la
piedad y la práctica de la virtudes tienen su máxima expresión en el temor del Señor y, éste
mismo se convierte en corona de la sabiduría.
Por otra parte, es considerada corona de la sabiduría debido a la exigencia misma que la
verdadera sabiduría establece y que está en conocer a Dios, y ello implica una relación adecuada
con Él. Esta relación del hombre con la soberanía divina se puede dar a través de una relación de
piedad. Así el temor de Dios se convierte en la máxima expresión de la sabiduría; porque sitúa al
hombre en su lugar; estableciendo una forma correcta de vivir. De esta manera, el hombre
aprende el arte de saber vivir bien.

Bibliografía
ALONSO, SCHOKEL, L., VILCHEZ L., J., Proverbios. Sapienciales I, Madrid 1984.
VILCHEZ, J., Sabiduría y Sabios en Israel, Estrella (Navarra) 1995.
Von, RAD, G., La Sabiduría en Israel, Madrid 1973.
TABET, M., Introducción al Antiguo Testamento III. Libros poéticos y sapienciales,
Madrid 2007.
MORLA, V., libros sapienciales y otros escritos,Madrid 1995
Profesores de salamanca. Biblia comentada IV sapienciales
Grande lessico de nuovo testamento. Volumen XV. Fondeto da Gerhard Kittel

VIVIR EN LA UNIDAD (EFESIOS 4,1-6)

I) UNIDAD
1) DELIMITACION
Los versículos anteriores hay una doxología que cierran el tema anterior del
conocimiento del amor de dios
Termina con el versículo 6 por que el siguiente trata del tema de las gracias particulares
destinadas al servicio de Dios
2) EXTRUCTURA
Introducción:
yo prisionero por el Señor,
Exhortación :
Os exhorto que
vivan de una manera digna del llamamiento
con que fueron llamados,
2
con toda humildad, mansedumbre y paciencia,
soportándose unos a otros por amor,
3. esforzándose en conservar la unidad del Espíritu con
el vínculo de la paz.
Argumentación:
4 Uno solo (es) el cuerpo y uno solo Espíritu,
como una es la esperanza a que habéis sido
llamados.
5. Uno solo (es) Señor, una sola fe, un solo bautismo,
6. Uno solo (es) Dios y Padre de todos,
que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.
II) ANALISIS
A) introducción o presentación
Se presenta como prisionero por causa de Cristo
b) exhortación:
vivir:
según el llamado de Dios mediante la práctica la humildad, mansedumbre y paciencia.
Soportarse mutuamente por amor
Esforzarse por mantenerse en la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz
c) argumentación o fundamento
Ese modo de vida se funda en la unidad:
Del cuerpo, del espíritu y la esperanza
Del Señor , la fe y el bautismo
Dios y Padre
d) mirada de conjunto
San Pablo empieza presentándose como prisionero a causa de Jesucristo, parece que así
quiere dar fuerza a su exhortación. Su exhortación se dirige a vivir en la unidad. En efecto solo
en el verbo “vivir” recae toda fuerza de su exhortación. Por lo tanto los cristianos deben vivir
según la llamada que recibieron de Dios, es decir practicando la virtud de la humildad, paciencia,
mansedumbre y soportando las debilidades de los otros. Pero la práctica de estas actitudes deben
estar cimentadas en el amor .Puesto que el amor en la teología paulina es la fuente de las
virtudes que configuran un estilo de vida propio de los convocados por Dios a la Iglesia. Por
otra parte este esfuerzo por conservar la unidad se debe dar mediante el vínculo de la paz. La
paz en la teología paulina proviene de Cristo, pues el trajo la paz por la sangre de su cruz,
uniendo los dos pueblos para formar un solo pueblo.
Fundamenta su exhortación señalando de donde proviene esta unidad. En efecto primero
señala que uno solo es el cuerpo, el espíritu y la esperanza, de este modo hace referencia al
cuerpo que en la teología paulina es la iglesia. Esta iglesia cuerpo de cristo expresa diversidad,
pero es una, gracias al Espíritu que es el principio unificador. Además la iglesia camina hacia una
esperanza, es decir hacia meta que se considera la herencia eterna. En segundo lugar afirma que
uno solo es el Señor, la fe y el bautismo. Parece que hace referencia al hecho de que el cristiano
se entrega a un solo Señor con un solo acto de fe, que se ha se hace visible mediante el
bautismo por medio del cual nos adherimos a Jesucristo y profesamos la fe en él. En último
lugar cerrando ya su argumento, señala la existencia de un solo Dios y Padre. Por lo tanto
podemos afirmar, siguiendo la lógica de San Pablo de que al formar parte de la iglesia, que es la
familia de Dios, somos hijos de Dios y solo él es nuestro padre. Así Dios padre se convierte
en el principio de unidad de todos los creyentes. Además parece que Pablo quiere garantizar
que Dios es principio de unidad señalando que Dios padre esta sobre todo, es decir todos se
someten a su autoridad; actúa por medio de todos, pues en él nos vivimos nos movemos y
existimos; y está en todas partes por medio de su espíritu que lo penetra todo.

LA MISA PASO A PASO

A) RITOS INICIALES:
->Introducen y preparan la celebración.
->Finalidad: hacer que los fieles reunidos constituyan una comunión y se dispongan a oír
como conviene la palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.

Canto de entrada:
Mientras entra el sacerdote con el diácono y los ministros
Finalidad:
- abre la celebración
- fomenta la unión de quienes se han reunido
- introduce en el misterio del tiempo litúrgico o de la fiesta
- acompaña la procesión del sacerdote y los ministros.
Lo entona
- la schola y el pueblo,
- o un cantor y el pueblo,
- o todo el pueblo,
- o solamente la schola.
Pueden emplearse:
- la antífona con su salmo, como se encuentran en el Gradual romano o en el Gradual simple
-u otro canto acomodado a la acción sagrada o a la índole del día o del tiempo litúrgico, con
un texto aprobado por la Conferencia de los Obispos.
Si no hay canto:
Los fieles o algunos de ellos o un lector recitarán la antífona que aparece en el Misal.
Si esto no es posible, la recitará al menos el mismo sacerdote, quien también puede adaptarla a
modo de monición inicial .

Saludo al altar y al pueblo congregado


1) El sacerdote, el diácono y los ministros-> al llegar al presbiterio-> saludan al altar con una
inclinación profunda.
2) El sacerdote y el diácono-> besan el altar como signo de veneración
El sacerdote-> según los casos, inciensa la cruz y el altar.
3) Terminado el canto de entrada, el sacerdote, de pie junto a la sede, y toda la asamblea hacen
la señal de la cruz
El sacerdote, con el saludo ->manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor.
Con este saludo y con la respuesta del pueblo queda de manifiesto el misterio de la Iglesia
congregada.
4) Terminado el saludo al pueblo, el sacerdote o el diácono o un ministro laico puede
introducir a los fieles en la Misa del día con brevísimas palabras.

Acto penitencial
El sacerdote-> invita la comunidad al acto penitencial:
- Breve pausa de silencio
-Fórmula de la confesión general
- Termina con la absolución del sacerdote-> no tiene la
eficacia del S. -de la Penitencia.
“Los domingos, sobre todo en el tiempo pascual, en lugar del acto penitencial acostumbrado,
puede hacerse la bendición y aspersión del agua en memoria del bautismo.”

Señor, ten piedad


Después del acto penitencial
No-> si éste ha formado parte del mismo acto penitencial
Con este canto -> los fieles aclaman al Señor y piden su misericordia -> por eso habrán de
hacerlo todos
Cada una de estas aclamaciones se repite-> dos veces o más según el genio de cada lengua o
las exigencias del arte musical o de las circunstancias.

Gloria
Himno antiquísimo y venerable ->la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios
Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas.
El texto de este himno no puede cambiarse por otro.
-> Lo entona: el sacerdote o, según los casos, el cantor o el coro, y lo cantan o todos juntos o
el pueblo alternando con los cantores o sólo la schola. Si no se canta, al menos lo han de recitar
todos, o juntos o a dos coros que se responden alternativamente.
Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y de Cuaresma, en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.

Oración colecta
-El sacerdote invita al pueblo a orar
-Todos-> a una con el sacerdote->permanecen un momento en silencio ->para hacerse
conscientes de estar en la presencia de Dios y formular interiormente sus súplicas.
-El sacerdote lee la oración que se suele denominar «colecta»-> por medio de la cual se
expresa la índole
de la celebración.
-La oración-> se dirige a Dios Padre, por medio de Cristo en el Espíritu Santo
-> se termina con la conclusión trinitaria
-Ejemplo:
-Si se dirige al Padre: Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos
-Si se dirige al Padre, pero al fin de esta oración se menciona al Hijo: Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos
-Si se dirige al Hijo: Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres
Dios por los siglos de los siglos.
->El pueblo-> para unirse a esta súplica-> la hace suya con la aclamación: Amén.

B) LITURGIA DE LA PALABRA
Las lecturas bíblicas con los cantos que se intercalan-> la parte principal
La desarrollan y concluyen-> la homilía, la profesión de fe y la oración universal
En las lecturas -> Dios habla a su pueblo
-> le descubre el misterio de la redención y salvación
-> le ofrece alimento espiritual
-> Cristo se hace presente
El pueblo -> acoge con el silencio y los cantos
Con el credo -> muestra su adhesión a ella con la profesión de fe
y una vez nutrido con ella, en la oración universal hace súplicas por las necesidades de la
Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo.

Silencio
Para -> percibir con el corazón la palabra de Dios y preparase a orar.
- antes de iniciar la misma liturgia de la palabra
- después de la primera y la segunda lectura
- concluida la homilía.
-
Lecturas bíblicas
-> Se dispone la mesa de la palabra de Dios a los fieles y se les abren los tesoros bíblicos.
-> Respetar la disposición de las lecturas bíblicas por medio de las cuales se ilustra la unidad
de ambos Testamentos y la historia de la salvación.
-> No es lícito sustituir las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la palabra de Dios,
por otros textos no bíblicos
-> Las lecturas se proclaman siempre desde el ambón.
-> El oficio de proclamar las lecturas -> es ministerial.
-> Las lecturas las proclama el lector
-> El Evangelio-> el diácono, sacerdote
->Después de cada lectura ->el que lee pronuncia la aclamación.
-> el pueblo con su respuesta-> rinde homenaje a la palabra
de Dios
Acogida con fe y gratitud.

Salmo responsorial
->Después de la primera lectura
-> Tiene gran importancia litúrgica y pastoral-> favorece la meditación de la palabra de Dios.
-> Ha de responder a cada lectura y ha de tomarse, por lo general, del Leccionario.
-> Procurar que se cante el salmo responsorial íntegramente o, al menos, la respuesta que
corresponde al Pueblo.
->El salmista o cantor del salmo proclama sus estrofas desde el ambón o desde otro sitio
oportuno, mientras toda la asamblea escucha sentada y participa además con su respuesta.

La aclamación que precede a la lectura del Evangelio


-> se canta el Aleluya, u otro canto establecido por la rúbrica, según las exigencias del tiempo
litúrgico.
-> Esta aclamación constituye de por sí un rito o un acto con el que la asamblea de los fieles
acoge y saluda al Señor que les va a hablar en el Evangelio, y profesa su fe con el canto.
-> Lo cantan todos de pie, precedidos de la schola o del cantor, y, si procede, se repite: el
verso lo canta el coro o un cantor.
a) El Aleluya se canta en todos los tiempos litúrgicos, fuera de la Cuaresma. Los versículos se
toman del Leccionario o del Gradual.
b) En el tiempo de Cuaresma, en lugar del Aleluya se canta el verso que presenta el
Leccionario antes del Evangelio.
-> en los días de Pascua y Pentecostés->se canta antes del Aleluya.

La proclamación del Evangelio


-> Constituye la culminación de la liturgia de la palabra.
-> Se le debe tributar suma veneración-> con especiales muestras de honor:
* por razón del ministro y por la bendición u oración con que se
dispone a hacerlo,
* por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y
profesan la presencia de Cristo que les habla, y escuchan la lectura puestos en pie;
* sea, finalmente, por las mismas muestras de veneración que se
tributan al Evangeliario.

Homilía
-> Es parte de la Liturgia y muy recomendada-> es necesaria para alimentar la vida cristiana.
-> Explicación-> o de algún aspecto particular de las lecturas de la sagrada Escritura,
-> o de otro texto del Ordinario o del Propio de la Misa del día
-> Tener presente el misterio que se celebra y las particulares necesidades de los oyentes.
->la pronuncia ordinariamente el sacerdote celebrante o un sacerdote concelebrante a quien
éste se la encargue o, a veces, según la oportunidad, también el diácono, pero nunca un fiel laico.
-> Los domingos y fiestas de precepto-> ha de haber homilía, y no se puede omitir sin causa
grave en ninguna de las Misas que se celebran con asistencia del pueblo
-> Los demás días se recomienda, sobre todo, en los días feriales de Adviento, Cuaresma y
Tiempo Pascual, y también en otras fiestas y ocasiones en que el pueblo acude numeroso a la
iglesia.
Tras la homilía es oportuno guardar un breve espacio de silencio.

Profesión de fe
->El pueblo congregado ->responde a la palabra de Dios
-> Rememora los grandes misterios de la fe y los confiesa antes de comenzar su celebración
en la Eucaristía
->Lo ha de cantar o recitar el sacerdote con el pueblo los domingos y solemnidades; también
en peculiares celebraciones más solemnes.

Oración universal
->El pueblo-> responde a la palabra de Dios acogida en la fe y ejerciendo su sacerdocio
bautismal
-> ofrece a Dios sus peticiones por la salvación de todos.
-> Las series de intenciones, normalmente, serán las siguientes:
a) Por las necesidades de la iglesia;
b) Por los que gobiernan las naciones y por la salvación del mundo;
c) Por los que padecen por cualquier dificultad;
d) Por la comunidad local.
->El sacerdote celebrante-> dirige esta oración desde la sede
-> la introduce con una breve monición en la que invita a los
fieles a orar
-> Y la concluye con una oración.
->Las pronuncia el diácono o un cantor o un lector o un fiel laico desde el ambón o desde
otro lugar conveniente.
->El pueblo, permaneciendo de pie, expresa su súplica bien con la invocación común después
de la proclamación de cada intención, o bien rezando en silencio.

C) LITURGIA EUCARÍSTICA
“En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y convite pascual, por medio del cual el
sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia cuando el sacerdote, que
representa a Cristo Señor, realiza lo que el mismo Señor hizo y encargó a sus discípulos que
hicieran en memoria de él.Cristo, en efecto, tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo
partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en
conmemoración mía. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia
eucarística según estas mismas partes que corresponden a las palabras y gestos de Cristo”.

1) En la preparación de las ofrendas-> se llevan al altar el pan y el vino con el agua-> los
mismos elementos que Cristo tomó en sus manos;
2) En la Plegaria eucarística->se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las
ofrendas se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo;
3) Por la fracción del pan y por la Comunión->los fieles, aun siendo muchos, reciben de un
solo pan el Cuerpo y de un solo cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo
recibieron de manos del mismo Cristo.
Preparación de los dones
Se llevan al altar los dones ->que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
-En primer lugar->se prepara el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia
eucarística, y
->se coloca -> el corporal, el purificador, el misal y el cáliz->también se
puede preparar en la credencia.
-Se traen a continuación las ofrendas-> es de alabar que el pan y el vino lo presenten los
mismos fieles.
->El sacerdote o el diácono los recibirá en un lugar
oportuno para llevarlo al altar.
-Se pueden aportar otras cosas:
Dinero u otras donaciones para los pobres o para la iglesia ->se colocarán ->fuera de la mesa
eucarística.
-Acompaña -> el canto del ofertorio
-> El sacerdote:
-> pone el pan y el vino sobre el altar mientras dice las fórmulas establecidas.
-> puede incensar ->las ofrendas colocadas sobre el altar y después la cruz y el mismo altar
significa -> la oblación y su oración suben a Dios
como el incienso.
-> al pueblo, en razón de su dignidad bautismal
->se lava las manos en el lado del altar-> expresa el deseo de purificación interior.

Oración sobre las ofrendas


Al terminar la colocación de las ofrendas y los ritos que la acompañan:
->se concluye la preparación de los dones ->con la invitación a orar juntamente con el
sacerdote, y con la oración sobre las ofrendas
->así todo queda preparado para la Plegaria eucarística.
- se dice una sola oración sobre los dones->que termina con la conclusión breve
Ejemplo: Por Jesucristo, nuestro Señor.
Si en su final se menciona al Hijo-> se termina: Él, que vive y reina por los siglos
delos siglos.
-Uniéndose a la oración->el pueblo hace suya la plegaria mediante la aclamación Amén.

Plegaria eucarística
Centro y la cumbre de toda la celebración
Es una plegaria de acción de gracias y de consagración->El sacerdote invita al pueblo a elevar
el corazón hacia Dios, en oración y acción de gracias, y lo asocia a su oración que él dirige en
nombre de toda la comunidad, por Jesucristo en el Espíritu Santo, a Dios Padre. El sentido de
esta oración es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de
las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
La Plegaria eucarística exige que todos la escuchen con silencio y reverencia.
->Los principales elementos de la Plegaria eucarística:
a) Acción de gracias -> el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios
Padre y le da las
gracias por toda la obra de salvación o por alguno de sus aspectos
particulares
según-> las variantes del día, festividad o tiempo litúrgico;
b) Aclamación: -> se canta el santo
->constituye una parte de la Plegaria eucarística,
->la proclama todo el pueblo con el sacerdote->uniéndose a las jerarquías
celestiales

c) Epíclesis:
->implora la fuerza del Espíritu Santo-> los dones se conviertan en el Cuerpo y Sangre de
Cristo
-> la Comunión sea para salvación de quienes la
reciban.
d) Relato de la institución y consagración:
Con las palabras y gestos de Cristo ->se realiza el sacrificio que Cristo instituyó en la última
Cena
-> bajo las especies de pan y vino ofreció su Cuerpo y su Sangre
-> se lo dio a los Apóstoles en forma de comida y bebida
-> les encargó perpetuar ese mismo misterio.

e) Anámnesis:
La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo Señor,
realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su bienaventurada pasión, su
gloriosa resurrección y ascensión al cielo.
f) Oblación:
La Iglesia-> ofrece en este memorial al Padre en el Espíritu Santo la víctima inmaculada.
->pretende que los fieles ofrezcan la víctima inmaculada y a sí mismos
g) Intercesiones:
Dan a entender -> la comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena
-> la oblación -> por todos sus fieles, vivos y difuntos
h) Doxología final:
Expresa-> la glorificación de Dios
Se concluye y confirma con la aclamación del pueblo-> Amén.
Rito de la Comunión
->la celebración eucarística es un convite pascual-> recibir su Cuerpo y su Sangre -
>debidamente dispuestos, como alimento espiritual.
A esto tienden la fracción y los demás ritos preparatorios, que conducen a los fieles a la
Comunión.

La oración dominical
Se pide el pan de cada día-> principalmente el pan eucarístico,
Se implora la purificación de los pecados-> «las cosas santas se den a los santos».
El sacerdote invita a orar, y todos los fieles dicen, a una con el sacerdote, la oración.

Rito de la paz
La Iglesia ->implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana
Los fieles-> expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de comulgar en el
Sacramento.
Cada uno exprese sobriamente la paz ->sólo a quienes tiene más cerca.

La fracción del pan


El sacerdote parte el pan eucarístico con la ayuda, si procede, del diácono o de un
concelebrante. El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la última Cena, y que en los
tiempos apostólicos fue el que sirvió para denominar la íntegra acción eucarística, significa que
los fieles, siendo muchos, en la Comunión de un solo pan de vida, que es Cristo muerto y
resucitado para la vida del mundo, se hacen un solo cuerpo (1 Co 10,
se realiza con la debida reverencia,->sin alargarla de modo innecesario
Este rito está reservado al sacerdote y al diácono.
se deposita una partícula de la hostia en el cáliz-> significa la unidad del Cuerpo y de la Sangre
del Señor
El coro o un cantor -> canta normalmente la súplica Cordero de Dios con la respuesta del
pueblo.
Esta invocación acompaña a la fracción del pan -> puede repetirse hasta que concluya, el
rito.
La última vez se concluye con las palabras:
danos la paz.

Comunión
El sacerdote-> se prepara con una oración en secreto ->para recibir fructuosamente la
comunión
Los fieles-> hacen lo mismo->orando en silencio.
Luego el sacerdote -> muestra a los fieles el pan eucarístico sobre la patena o sobre el cáliz
-> los invita al banquete de Cristo
->juntamente con los fieles hace-> un acto de humildad.

Mientras el sacerdote comulga el Sacramento-> comienza el canto de Comunión:


->debe expresar la unión espiritual de quienes comulgan
-> demostrar la alegría del corazón
->manifestar claramente la índole «comunitaria» de la procesión para recibir la Eucaristía.

Comunión a los fieles.


Al terminar de distribuir la Comunión->pueden orar un espacio de tiempo en secreto o
cantar un salmo o algún otro canto de alabanza o un himno.
Para completar la plegaria del pueblo de Dios y concluir todo el rito de la Comunión:
el sacerdote pronuncia la oración para después de la Comunión->se ruega por
los frutos del misterio celebrado.
En la Misa sólo se dice una oración después de la Comunión, que se termina con la conclusión
breve, es decir:
Si se dirige al Padre: Por Jesucristo, nuestro Señor;
Si se dirige al Padre, pero al final menciona al Hijo: Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos;
Si se dirige al Hijo: Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.

D) RITO DE CONCLUSIÓN
Pertenecen al rito de conclusión:
a) Algunos avisos breves, si son necesarios;
b) El saludo y bendición del sacerdote, que en algunos días y ocasiones se enriquece y se
amplía con la oración «sobre el pueblo» o con otra fórmula más solemne;
c) La despedida del pueblo por parte del diácono o del sacerdote, para que cada uno regrese a
sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo a Dios;
d) El beso del altar por parte del sacerdote y del diácono, y después una inclinación profunda
del sacerdote, del diácono y de los demás ministros.
LA HOMILIA

Considero que es un problema que los fieles pongan de excusa no participar en la misa por
que no les guste la homilía, a causa del tiempo que duran y el modo como se dicen. En efecto hay
veces en que una homilía dominical dura casi una hora, y en los días de semana también resultan
ser largas incluso cuando hay un mínimo de tres fieles. El modo como el sacerdote se expresa en
la homilía hay momentos en que resulta agresivo, ofensivo, pesimista y otras veces no están en
relación con las lecturas bíblicas. En tal situación muchos dejan de asistir a misa, otros fieles se
ejercitan en la paciencia, pero terminan cansados de tener que soportar la homilía del sacerdote
que es su párroco.

Nos preguntamos cual sería la solución a tal problema. Considero que los fieles y ministro
deben tener presente lo que significa realmente la homilía .En la exhortación apostólica
Sacramentum Caritatis señala cual es el fin de la homilía. A saber tiene como fin favorecer una
mejor comprensión y eficacia de la palabra de Dios en la vida de los fieles, por lo tanto no
deben ser genéricas o abstractas. Deben estar en relación estrecha con la celebración y con la
comunidad, para que así la palabra de Dios sea sustento y vigor de la iglesia. Y “se ha de tener
presente, por tanto la finalidad catequético y exhortativa de la homilía .Es conveniente que,
partiendo del lexionario trienal, se prediquen los fieles homilías temáticas”
. Las temáticas, se refiere los grandes temas de la fe cristiana: profesión de fe, celebración del
misterio cristiano, la vida en cristo y la oración cristiana. Pero no hay que olvidar que debe
preparase con esmero, basándose en un conocimiento adecuado de la sagrada escritura. Por lo
tanto, los sacerdotes deben tener presente este fin y por eso deben dedicarle tiempo a la
preparación de la homilía. Los fieles por su parte deben saber que por medio de ella
comprenderán mejor la palabra de Dios.

El Código de Derecho canónico, señala “es parte de la misma liturgia y está reservada al
sacerdote o al diácono; a lo largo del año litúrgico, expónganse en ella, partiendo del texto
sagrado, los misterios de la fe y las normas de vida cristiana.” Así pues queda claro que la homilía
debe ser considerada como parte de la celebración eucarística, no como un agregado, o sino
como parte integrante de la misma.
Por otra parte señala “En todas las Misas de los domingos y fiestas de precepto que se
celebran con concurso del pueblo, debe haber homilía, y no se puede omitir sin causa grave.” .
Por lo tanto es obligación de los sacerdotes de decir la homilía los domingos y fiestas de
precepto. Y además “Es muy aconsejable que, si hay suficiente concurso de pueblo, haya homilía
también en las Misas que se celebren entre semana, sobre todo en el tiempo de adviento y de
cuaresma, o con ocasión de una fiesta o de un acontecimiento luctuoso” . El código señala el
consejo de decir homilía en estos días con la condición de que haya suficiente concurso de
pueblo, por lo tanto si hay dos o tres personas no hay recomendación.
EL AMOR DE DIOS COMO FUNDAMENTO DE LA ESPERANZA
CRISTIANA
I. UNIDAD
1. Delimitación:
Elijo esta perícopa Rom 8,35-3, por dos motivos:
- En los versículos anteriores encontramos el tema de la justificación, que es distinto al tema
del amor de Dios con el que inicia el versículo 35.
- Termina en el versículo 39 por que el capítulo 9 que le sigue trata de la situación salvífica
de Israel, distinto al tema anterior.
2. Estructura
Hipótesis
35. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿La tribulación?,
¿la angustia?,
¿la persecución?,
¿el hambre?,
¿la desnudez?,
¿los peligros?,
¿la espada?,
Argumentación bíblica del AT
36. como está escrito:
Por ti somos matados cada día;
como ovejas fuimos considerados al matadero.

Argumento de San Pablo


37. Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias
a aquel que nos amó.
38. Pues estoy seguro que ni la muerte
ni la vida ni los ángeles
ni los principados
ni lo presente
ni lo futuro
ni las potestades
39. ni la altura
ni la profundidad
ni otra criatura alguna
podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

II. ANÁLISIS
1. Hipótesis:
En el v 35 plantea el tema del amor de Dios como fundamento de la esperanza cristiana, a
modo de pregunta retórica, y enumera los peligros y dificultades a los cuales los cristianos están
sometidos diariamente.

2. Argumentación del AT:


En el v 36 se basa en el Antiguo Testamento para dar firmeza y credibilidad a su
argumentación. En efecto, en el Antiguo testamento también se señalan los sufrimientos a
cuales están sometidos los siervos de Dios.

3. Argumentación paulina
-De todos esos peligros señalados anteriormente salimos más que vencedores gracias al
amor de Cristo que nos da fuerzas.
-Es segura su certeza de fe
- Incluso las potencias más temibles y misteriosas del mundo, a los seres más superiores que
el hombre, la incertidumbre del tiempo, no podrán separarnos del amor de Dios que se ha
manifestado plenamente en Cristo.

4. Mirada de conjunto:
San Pablo quiere animar a los cristianos a poner su confianza en el amor de Dios. Inicia su
hipótesis con una pregunta retórica de si las tribulaciones nos podrán separar del amor de
Cristo. Afirma estar seguro que gracias al amor de Cristo, nada ni nadie logra quitarnos la
confianza en el amor Dios, pues todo es débil frente al amor de Dios. San Pablo juega con los
verbos “separar”, “está escrito”, “salir”, “estoy seguro”. Llama la atención que el verbo
“separar” en futuro, mencionado al inicio, se vuelva a repetir al final, en el mismo tiempo. Esto
nos hace suponer que es el verbo principal y que su certeza de fe se proyecta más allá de su vida
terrena. Por otra parte el verbo “salir” con su complemento “más que vencedores gracias a aquel
que nos amó” da a entender que vencemos gracias a que Cristo ha vencido la muerte.
Por otra parte, la argumentación bíblica se encuentra en medio de su hipótesis y su propio
argumento. Se parece a una estructura interna en la forma de quiástico concéntrico. Esto, podría
indicar que la fuerza de la hipótesis finalmente recae en la cita del A.T, puesto incluso el verbo
está tiempo presente. La cita del A.T quizás se deba al ambiente judío que lo valora. Por lo tanto,
la acción de Dios -manifestada en el A.T- sería el motivo de su argumentación y de su
confianza y seguridad de que el amor de Dios, manifestado ya en el Antiguo Testamento y en
el final de los tiempos presente en Jesucristo, nos da la certeza de que el futuro podremos salir
incluso más que vencedores en todas tribulaciones.

LA BIENAVENTURANZA

Santo Tomás señala que todo hombre movido por su voluntad tiende a un fin último
propuesto por su inteligencia, al cual subordina todos sus actos. Gracias a este fin sus acciones
tienen un sentido y un término final. Este último fin es la felicidad la cual se puede entender de
dos modos, primero entendiendo la misma cosa que deseamos alcanzar y por otro lado
entendiendo la consecución, posesión o disfrute de lo que se desea alcanzar .Así afirma Santo
Tomás:
“En el primer sentido, el fin último del hombre es el bien increado, es decir, Dios; el único
que con su bondad infinita puede llenar perfectamente la voluntad del hombre. En el segundo, el
fin último del hombre es algo creado, existente en él; y no es otra cosa que la consecución o
disfrute del fin último. Por tanto, si se considera la bienaventuranza del hombre en cuanto causa
u objeto, entonces es algo increado; pero si se la considera en cuanto a la esencia misma de la
bienaventuranza, entonces es algo creado”.(1)
Más adelante afirmara que la felicidad consiste plenamente en la contemplación de Dios y
colma todos los deseos del hombre que ya nada puede desearse. En las últimas cuestiones
especifica en dónde podemos encontrar la felicidad, a que operación pertenece y el medio para
adquirirla. Señala que la felicidad se alcanza en la vida eterna, porque sólo en ella podremos
contemplar cara a cara a Dios. Es increada, por es Dios mismo quien sacia la búsqueda de
felicidad. Es infinita por que la naturaleza del bien es infinito y una vez alcanzada nadie nos la
puede quitar. Implica una operación del entendimiento pues consiste en la contemplación de
Dios, siendo además una operación del entendimiento involucra a la voluntad dado que es ella
quien se deleite en la bienaventuranza y de este gozo también participará el cuerpo en la
resurrección de los muertos. En consecuencia para la felicidad se requiere tanto de la visión en
cuanto que consiste en el conocimiento perfecto del bien inteligible; la comprensión porque
implica la presencia del fin y la delectación pues la felicidad lleva consigo el reposo del amante en
el amado. Los medios para la alcanzar la bienaventuranza son la rectitud de la voluntad que tiende
al bien y la práctica de la virtud que perfecciona el alma.
Santo Tomas señala además que existe una felicidad imperfecta, la cual “consiste en la
contemplación, secundariamente en la actividad del entendimiento práctico, que impone el orden
de las acciones” (2). Es participación de la felicidad perfecta, y ésta se puede alcanzar en la vida
presente, no es permanente pues nuestra vida está sujeta a cambios debido a nuestra naturaleza
y a la vida activa que llevamos. Sin embargo podemos participar de la felicidad perfecta si en
medio de nuestra actividad, dirigimos la mirada hacia Dios. Ayudará a ello la práctica de las
virtudes que ordena nuestros actos al bien. Para ésta felicidad se requieren algunos bienes
exteriores como instrumentos para la virtud y la compañía de amigos con los cuales podemos
ejercitarnos en la virtud. Dado que es imperfecta no excluye todo mal y no sacia la sed de
felicidad.
¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬_______________________________________________
_______________________________
(1) Summa Theologica, I, II, q.3, a. 1.
(2) Summa Theologica, I, II, q.3, a. 4.

Santo Tomás advierte que algunos buscan la equivocadamente en los bienes externos como
son las riquezas, los honores, la fama y el poder. En la Cuestión 2 da algunas razones por las
cuales la felicidad no se puede encontrar en los bienes externos .Señala que existen dos tipos de
riquezas: naturales , que sirven para conservar la vida y riquezas artificiales, las cuales ayudan a
las riquezas artificiales .Pero en ninguna de ellas se encuentra la felicidad puesto que éstas se
ordenan al hombre como fin, señala además no es igual el deseo de riquezas , que el deseo del
sumo bien ya que éste cuanto más perfectamente se ama se desprecian las riquezas.
La felicidad no puede consistir en el honor por que éste se da a quien tiene alguna excelencia,
en cambio la bienaventuranza da excelencia al hombre, en ese sentido el honor es una
consecuencia de la felicidad, así mismo el honor es premio de la virtud, y cabe la posibilidad de
buscarlo por ambición y no por virtud. Además el honor es dado por los hombres y la
bienaventuranza por Dios quien nos hace participes de su felicidad.
Tampoco puede consistir en la fama o gloria pues esto lo dan los hombres cuando conocen la
bondad de un hombre. Pero advierte Santo Tomás que “el conocimiento humano engaña y sobre
todo en los actos humanos, por lo tanto la gloria humana es con frecuencia engañosa” (3).
Además la fama en sí misma no tiene la estabilidad de la bienaventuranza, pues se puede perder
fácil mente por un falso rumor.
Por otro lado es imposible que consista en el poder, ya que afirma que “el poder tiene
condición de principio, y la beatitud tiene carácter de fin último” (4). Además el poder se puede
utilizar para hacer el bien o para hacer el mal, en cambio la felicidad es el bien propio y perfecto
del hombre, en consecuencia una cierta felicidad puede venir del buen uso del poder, más no del
poder mismo.
Indudablemente no se puede encontrar la felicidad en los bienes exteriores, ya que estos los
pueden poseer hombres buenos o malos, sin embargo la beatitud en cuanto sumo bien no es
compatible con ningún mal y no puede traer ningún mal, pero los bienes exteriores si pueden
traer mal. Además la felicidad suprema es suficiente por sí misma, por eso cuando el hombre la
alcanza no le puede faltar ningún bien necesario, sin embargo aun teniendo todos los bienes
exteriores pueden faltar los bienes necesarios como la salud y la sabiduría. Por otro lado la
felicidad está ordenada en el hombre por principios internos, pero los bienes exteriores provienen
de causas exteriores.
Es importante señalar también que la felicidad tampoco puede consistir en algún bien del
cuerpo ya que es imposible que el fin último del hombre sea su conservación en el ser, ni mucho
menos en el ser del cuerpo porque éste depende del alma. Tampoco pude consistir en la
delectación porque toda delectación es resultado de la felicidad, peor un en el placer corporal que
es resultado del bien que perciben los sentidos.

(3) Summa Theologica, I, II, q.2, a. 3.


(4) Summa Theologica, I, II, q.3, a. 4.

VIDA EN CRISTO

La vida moral es la vida en Cristo, pues en efecto la verdad del hombre solo se puede conocer
en Jesucristo, porque hemos sido creados en Cristo y en vistas a él. Gracias a él participamos de
la vida trinitaria. Nuestra inserción en Cristo es posible gracias a la acción del Espíritu Santo,
recibido en el bautismo .El Espíritu Santo nos mueve a actuar como Cristo. Introduce en
nosotros la verdad de Cristo, es decir sus palabras, obras, y su misterio pascual. De este modo
nos capacita para dar gloria a Dios. Siendo además el mismo el amor, nos da a conocer el amor
de Cristo. En ese sentido señala Cafarra: “el Espíritu Santo es el principio de toda nuestra vida en
Cristo porque es el que interioriza en nos otros la verdad del amor de Cristo” (1)
Asi pues por medio del bautismo nos configuramos con él, haciéndonos hijos en el Hijo. Ésta
inserción llega a su culmen en la eucaristía, pues formamos parte de su cuerpo y nos da fuerza
para alcanzar nuestro fin de ser otro Cristo en el mundo. La adhesión a Cristo mediante en
Espíritu Santo hace posible nuestra relación con el padre. Hemos sido creados por el padre y para
Él, en definitiva hemos sido creados para dar gloria al Padre y participar de la vida divina. Dios
padre se glorifica en el hombre si este desea al mismo tiempo glorificar a Dios en Jesucristo por
medio del Espíritu Santo. Según Caffarra, podemos afirmar : “la persona ha sido creada para que
participe en Cristo, mediante el Espíritu, de la misma vida de Dios, convirtiéndose, de este modo,
en el lugar en el cual la gloria de Dios se manifiesta”.(2)
Dado que el hombre tiene su fundamento en Dios la vida moral tiene su fundamento en
Cristo. Ya que el El es el fundamento de todo obrar del hombre pues hemos sido creados en
Cristo y en vistas a él y el fin del hombre es ser otro Cristo. Hablamos pues de una ética
cristiana que es una ética trinitaria pues en Cristo participamos de la comunión trinitaria.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------(1)Carlo
Cafarra. Vida en Cristo.p 37
(2) Carlo Cafarra. Vida en Cristo.p 46
Partiendo de la verdad del hombre, podemos señalar algunas características propias de la ética
cristiana. En primer lugar es una ética cristocéntrica pues tiene como fundamento el
acontecimiento pascual, del cual nos hacemos partícipes en el bautismo y la eucaristía, de este
fundamento derivan las normas éticas .En ella la gracia de Dios nos da preceptos, nos
fundamenta , justifica y regala los mandamientos. Además es una ética de fe , ya que la salvación
es un don y el hombre debe acogerlo , dando una respuesta de fe ; en ese sentido los preceptos
de la ética a cristiana son de fe .Así mismo la ética cristiana implica una trasformación interior,
por lo tanto lleva a culmen la ética del antiguo testamento que se basaba en el cumplimiento
externo de la ley.
Por otra parte el núcleo esencial de la ética cristiana está constituido por el don del Espíritu
Santo, así se convierte en una ética de la caridad, y de comunión entre el hombre y Dios y entre
los hombres. EL amor de la Trinidad es la base de la ética cristiana, manifestado en el amor de
Cristo hacia el hombre, ese amor dignifica a la persona y la realiza.
El hombre dignificado por el amor de Dios tiene sido inscrito en su interior la ley moral, que
le prescribe el camino que le lleva a su plena realización. Esta la ley es divina porque tiene su
origen en Dios. Regula el actuar del hombre según la recta razón dirigiéndole al sumo bien, le
permite discernir entre el bien y el mal. El hombre la puede conocer porque le ha sido dada como
don para su propia realización y no la puede inventar. Esta ley moral creada por la sabiduría
divina es universal en sus preceptos o normas; e inmutable por que permanece; y se manifiesta en
la persona de Jesucristo, pues él es el camino de la perfección y el mismo es la realización de todo
hombre. Las normas que la expresan son siempre válidas y sus principios son comunes a todo
hombre. Asi mismo expresa la dignidad de todo hombre y determina la base de sus derechos y
deberes.
Para conocer si su actuar es conforme a la ley moral universal tiene la ayuda de la conciencia,
mediante la cual examinamos de forma remota la bondad o malicia de nuestros actos. En ese
sentido le ha sido dada por Dios para saber discernir entre el bien y el mal. El hombre como
respuesta a este don y está obligado a obedecer a su conciencia cuando este le indique el camino
que lleva al bien y la verdad. Por otra parte debe contribuir en su formación.
Nuestra inserción en Cristo se concretiza en vida diaria, en los actos que realizamos. Para ello
posee la libertad, facultad con la cual puede obrar o dejar de obrar y elegir deliberadamente entre
el bien el mal. En ese sentido es capaz de asumir responsabilidad de sus actos voluntarios. Así
pues con razón señala Caffarra que puede actuar “de acuerdo de acuerdo con la verdad su ser
humano asintiendo a su predestinación y elección en Cristo, o bien contra la verdad de su ser
humano desentiendo se su predestinación y elección en Cristo”. (3)

Esta libertad hace al hombre sujeto moral, pues sus actos libre y voluntariamente realizados
son calificados por su conciencia como buenos o malos en la mediad en que se ajusten al bien y
a la verdad según la ley moral. El hombre asentirá a su elección en Cristo si sus actos son buenos.
Su obrar será considerado bueno si nace de una voluntad recta, es decir la intención que le
mueve obrar debe ser buena, además el acto debe ser bueno en sí mismo y debe ser realizado en
adecuadas circunstancias.
Para que el hombre asienta a su elección a ser en Cristo además de hacer actos buenos, hacen
falta hábitos buenos, es decir virtudes, que perfeccionan la libertad y le hacen disponibles de
modo estable a realizar el bien. En ese sentido la persona se realiza con la virtud, se vuelve
asintiente del bien. Las virtudes morales fundamentales son cuatro: la prudencia con la cual
juzga rectamente en una situación determinada; la justicia , que permite reconocer el valor
absoluto de cada persona otorgando a cada uno lo que le corresponde ; la fortaleza ,que hace
que las pasiones estén sometidas a la voluntad , cuando el cumplimiento del bien es difícil; y la
templanza que somete las pasiones a la voluntad recta para que de modo estable tienda al bien .
Estas virtudes se consiguen mediante esfuerzo constante y como provienen del esfuerzo
humano son limitadas. Por eso el Espíritu Santo infunde en nosotros las virtudes teologales que
las elevan y perfeccionan. En ese sentido por la fe el hombre se dispone permanentemente al
Padre, asintiendo por su inteligencia a la verdad de Dios que se revela. La esperanza hace que la
voluntad asienta al bien último, por las promesa de Dios. La caridad por su parte, nos lleva amar
a Dios por sí mismo y en él a todos las personas. Así mismo la caridad lleva a la perfección las
virtudes morales y teologales.
(3)Carlo Cafarra. Vida en Cristo.p 167

El mismo Espíritu de amor que ha infundido la caridad, ofrece además dones: sabiduría,
inteligencia, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor de Dios que se ponen al servicio de la
caridad. Estos dones son disposiciones estables que hacen al hombre dócil a seguir los impulsos
del Espíritu Santo para ser en Cristo. En ese sentido el asentimiento a Cristo más perfecto, no
está tanto en el hacer sino en la vida contemplativa, es decir dejarse hacer por el Espíritu, dejar
que Él y nos una a Cristo. Implica una cierta pasividad por parte del hombre, que lejos de
llevarle a la perdición, le perfecciona porque el que se deja guiar por el espíritu vive perfectamente
unido a Cristo, alcanzando así la perfección de la caridad y el olvido de sí mismo.
El hombre también puede disentir a la verdad de su propio ser, actuando contra la ley divina.
De esa manera se propone como objeto actos deshonestos en sí mismos, o por la circunstancias.
En consecuencia aquel acto malo tiene un elemento material, es decir, la actividad humana que
pueden ser pensamientos, deseos, palabras y acciones. Y un elemento formal, que viene a ser la
contrariedad de la actividad humana a la ley eterna. El acto malo llamado también pecado, se
clasifica en pecado mortal, por la cual la persona aborrece a Dios; y pecado venial que no nos
pone en relación de aversión a Dios, pero si le aleja de Él. Otra diferencia entre el pecado mortal
y el pecado venial, está en el hecho de que el primero, la materia es grave, la advertencia es
proporcionada a la gravedad del acto y hay un pleno consentimiento.
Por otra parte, el hombre que sido justificado por Cristo no está liberado de la concupiscencia.
En ese sentido tiene un obstáculo para que el Espíritu Santo le oriente a seguir a Cristo. Esta
inclinación al mal se expresa en los vicos capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia,
pereza. Con ellos el hombre permanece de modo estable en el desorden y el error. Y tienen como
raíz ultima la soberbia que se expresa en la increencia. Porque en efecto quien obra moralmente
mal se opone a la ley eterna porque se cree autosuficiente, sin necesidad de contar con Dios para
realizarse como persona, debido a que se ha amado a sí mismo hasta el desprecio de Dios.
Es necesario tener presente que la repuesta de asentimiento a Cristo no se da en estado puro,
es necesaria una gracia continua, una conversión permanente que nos haga salir de nosotros
mismo para ir a Dios. Podemos señalar 3 conversiones en la vida moral cristiana, la primera
consiste en creer y hacerse bautizar, y luchar contra las inclinaciones de la concupiscencia,
mediante la gracia recibida en el bautismo, la segunda supone el ejercicio de las virtudes, la tercera
se expresa en dejarse guiar por el Espíritu.
Es importante señalar también que Dios mismo ha querido concretizar la ley natural en los
mandamientos y en efecto otra forma concreta de elección a Cristo, se da en el cumplimento de
los diez mandamientos, pues son la exigencia fundamental de la caridad pues se pueden resumir
se en el amor a Dios y al prójimo, en efecto los tres primeros hacen referencia al amor a Dios y
los restantes al amor al prójimo. Pero esos mandamientos dados por Dios en el antiguo
testamento son llevados al plenitud por Cristo en las bienaventuranzas, pues expresan un nuevo
estilo de vida que Cristo lo ha vivido y el expresan el grado más alto de amor, un amor como
donación .Esta caridad llevada al extremo sólo se hace posible por la vida en el Espíritu que
infunde en nosotros el amor de Dios.
Para cada acion buena es necesario una gracia actual por que ano es suficiente tener una rect
aintencion , hace falta ser movidos por la gracia divina
Y en ese sentido bien moral se convierte en cualidad o perfección inherente al obrar humano
cuando este es conforme a la dignidad de la persona humana”.
Nuestra inserción a Cristo se concretiza en imitarle .Su vida se convierte en norma moral,
criterio que define si nuestro actuar es verdaderamente recto. La imitación de Jesús se hace
posible si le conocemos. Así pues desde los primeros siglos del cristianismo se conoce a Cristo
gracias a la predicación apostólica, recogida en los escritos del nuevo testamento, que contiene
una serie de normas que regulan el obrar del creyente según las enseñanzas de cristo. La
predicación apostólica a sido trasmitida por la tradición moral de la iglesia, la cual es custodiada
por el magisterio, que concretiza y predica en cada época las exigencias de la vida de Cristo.
La dignidad del hombre se encuentra en el hecho de que ha sido ha sido creado a imagen
semejanza de Dios y tiene como fin último la bienaventuranza eterna

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