Está en la página 1de 2

1ER CONCURSO DE ENSAYO

#SERBOLIVIANOES
3ER. LUGAR CATEGORÍA B: 23 A 30 AÑOS

¿Qué es ser boliviana para mí? Hace unos años, para mí era un sentimiento
casi constante de duda y disconformidad. Para nada disgusto por ser
boliviana, más sí una continua comparación entre los atinos de nuestro país
versus los de otros -por ejemplo, países vecinos-, sintiendo en el fondo, que
casi siempre nos quedábamos atrás.

El ser boliviana es ser plenamente consciente de que somos más, mucho más,
que las caras y palabras de esas personas que son las encargadas de
representarnos más allá de las fronteras; saber que somos más que los
líderes tan desatinados que nos ha tocado ver a lo largo de la historia, y a mí
personalmente desde mis once años. Es saber reconocer que repetimos una
y otra vez el mismo error: poner todas nuestras esperanzas como país en un
solo rostro, en un solo nombre, para desencantarnos luego porque seguimos
igual.
A finales del año pasado, para mí ser boliviana se redujo casi por completo
a un enorme sentimiento de impotencia y miedo por la incertidumbre que
vivíamos, por ver tanta división entre la gente, causando tanto daño y
sufrimiento. Fue la confirmación y aprendizaje abruptos de lo que mis
abuelos, y mis padres, ya habían aprendido y vivido mucho antes, pero que
a mí me tocaba ver por primera vez: que los intereses y fallas de unos pocos
pueden costarle a una nación meses, años o incluso décadas de
recuperación, de sanar y cerrar heridas, de olvidar rencores, de escuchar –
y más difícil aún, de entender- razones.

Sin embargo, ser boliviana es negarme a creer en ese pueblo enfermo del
que tanto nos han hablado. Es nunca mirar con ojos soberbios a la persona
de al lado que tiene una piel más oscura que la mía, es saber valorar esas
manos curtidas y endurecidas por el trabajo, esas mejillas tan quemadas por
el sol, y esa sonrisa tan pícara y tímida. Es reconocer que no todos tienen las
mismas oportunidades de educación, de crecimiento, y que ese es nuestro
desafío más grande si queremos un mañana diferente, y más aún, un
mañana mejor.
Es irónico decir que me siento más boliviana a tantos kilómetros de distancia,
en calidad de migrante, que cuando estaba dentro de Bolivia. Viendo de
cerca los problemas que se enfrentan a este lado del charco, casi extraño los
problemas que hay en mi Bolivia. Me espanta la facilidad con la que aquí la
gente jala de un gatillo, solo porque no ve el mismo color de piel en la
persona que tienen al frente. Me atormentan los rumores sobre escándalos
y crímenes que van saliendo a la luz. Yo vengo de un país donde, sí, todo se
quiere resolver gritando y bloqueando el paso, pero también vengo de un
país donde, quiero creer, hay mucha más inocencia, hasta en los errores y
caprichos de la gente.
Pero, si soy honesta, más que boliviana, yo soy paceña. Ser la boli chukuta
que soy es extrañar las rutas empinadas de mi ciudad, porque carezco de la
orientación espacial necesaria para ubicarme en lugares planos como Santa
Pue o Gringolandia. Es buscar donde vivo ahora algún tipo de maíz que se
asemeje en algo al choclo, y un queso que no se derrita demasiado para
consentirme con un Plato Paceño. Es explicar orgullosa a la gente que voy
conociendo que yo soy de Bolivia, dónde queda mi país, qué es wawa,
mientras abuso un poquito del diminutivito que nos gusta tantito usar. Es
escuchar al Grillo mientras escribo esto y evocar constantemente todos los
recovecos que me sé de memoria en mi ciudad. Es echar de menos esas
calles angostas, abarrotadas de esos carrys inmortales cuyo asiento de
atrás es tan incómodo, y a los que paso tantas veces caminando. Porque mi
ciudad es tan chiquita en su enormidad que podía recorrerla
razonablemente yendo a pie de un lugar a otro.
Ser boliviana es ser orgullosa y humilde de mis orígenes al mismo tiempo, es
unirme a ese grupo de idealistas, ingenuos o valientes -dependiendo a quien
le preguntes- que creemos que podemos avanzar como país, y que más aún,
estamos dispuestos a participar y aportar para dicho avance. Ya no creo en
el idílico “es que en otros países seguro se está mejor”, porque existen luces
y sombras en cada rincón del planeta. Hoy, ser boliviana para mí significa
saber que, en algún punto, volveré a esa fuente de nostalgia, que me sentiré
en casa de nuevo. Saber que cuando regrese, llevaré las gafas de Sofía,
para ver más claramente todo el talento y calidad humana que hay, al igual
que todos los desafíos del progreso. Para recorrer el largo camino que nos
queda con ojos de perseverancia y esperanza.
Tania Vásquez

También podría gustarte