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ARQUIDIÓCESIS DE VALENCIA

SEMINARIO MAYOR ARQUIDIOCESANO


NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO
CÁTEDRA: SEMINARIO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
I DISCIPULADO

LAS CINCO VÍAS DE


SANTO TOMÁS DE AQUINO

Facilitador: Seminarista:
Prof. Pbro. Joel Zerpa Alberto Perozo C.I: 19.263.605

San Diego, Mayo 2019

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Introducción

Santo Tomás de Aquino doctor de la Iglesia, conocido nada más y nada menos que como el
“doctor angélico” dejó a la humanidad, más específicamente al cristianismo, un legado filosófico
y teológico imborrable y de gran importancia, en la cual se puede apreciar el gran amor y
dedicación que tuvo al invertir gran parte de su vida a la reflexión y estudio de temas filosóficos y
teológicos, los cuales todos confluyen en Dios. Precisamente una de sus más grandes obras es la
Suma Teológica, donde se encuentra el fundamento argumentativo más controversial, a saber, el
de las Cinco Vías para demostrar la existencia de Dios, donde, sin duda alguna se puede apreciar
la gran sabiduría que acompañaba a Santo Tomás en cada una de sus obras y escritos, no por nada,
este hombre de oración rezaba frecuentemente este fragmento Bíblico al Señor para pedirle
sabiduría: “Oh Dios misericordioso: envíame la Sabiduría que asiste junto a Ti, Sin la sabiduría
que procede de Ti, no seré estimado en nada. Contigo está la sabiduría que nos enseña qué es lo
más grato a tus ojos y lo que más nos conviene hacer. Envíame tu sabiduría desde el cielo para
que me asista en mis trabajos y me ilumine qué es lo que más te agrada en cada momento”. Que
ella me guíe prudentemente en todas mis obras" (Sab. 9, 1-11), esto nos da una clara lección de lo
que puede llegar a lograr la razón humana cuando la misma es iluminada por la sabiduría que
procede de Dios.

A este respecto, en el siguiente texto se podrá encontrar algunos aspectos referentes al tema de
las cinco vías de Santo Tomás para la demostración de la existencia de Dios, en los que destacarán
ciertos puntos importantes, como por ejemplo: los puntos de partida de cada vía, las cuales parten
de la experiencia, así también los principios metafísicos que la fundamentan. Finalmente, las Vías
culminan en la afirmación de la existencia de Dios y en cada uno de los casos les es dada una
cualidad característica (Dios como Primer Motor o motor inmóvil, como Primera Causa o causa
eficiente, como Ser Necesario, como Ser Perfectísimo, como Ser Ordenador). Todos estos
calificativos dados a Dios se basan en la apreciación de las cosas del mundo como efectos de su
poder creador, así por los efectos de Dios en la creación se puede demostrar su existencia, aún
cuando no se pueda tener un conocimiento exacto de cómo es Él en sí mismo.

Desarrollaremos las cinco vías, una por una, dando una perspectiva personal pero sin dejar de lado
el argumento original, de otro modo se perdería el sentido para lo que se ha escrito

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Breve Biografía de Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino nació en el castillo de Roccasecca, cerca de Aquino, en el año 1225,
en el seno de una numerosa y noble familia italiana. Su padre, Landolfo, descendiente a su vez de
los condes de Aquino, estaba emparentado con el emperador Federico II. Su madre, Teodora, era
hija de los condes de Taete y Chieti (referencia ecured).
Tomás de Aquino tuvo seis hermanos y cinco hermanas. A los cinco años es enviado a la abadía
benedictina de Montecassino. Estudió con los monjes hasta los 14 años (1239) cuando el
emperador Federico II expulsó a los religiosos de la abadía. A los pocos meses regresó a la
Universidad de Nápoles donde se formó en filosofía y por la cercanía a un convento dominico se
familiariza con frailes de la Orden Predicadores.
Su pensamiento tuvo a Dios como tema central. Sin embargo, valoró debidamente la
experiencia sensible y el poder de la razón, mostrando su filosofía notoria tendencia hacia lo
concreto. Su obra es uno de los momentos culminantes del pensamiento medieval, realizando la
síntesis más acabada del aristotelismo y de la doctrina cristiana. Ordenado sacerdote en 1252 y
aún bajo la dirección de Alberto Magno, adquiere el título de Magíster.
Tomás de Aquino escribe acerca de las cinco pruebas de la existencia de Dios entendido como
un creador increado al que se puede acceder por la vía racional.
Así también, en 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra portentosa en
14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va
explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia
Católica.
Santo Tomás marca una etapa decisiva de la escolástica. El continúa y lleva a término la obra
iniciada por San Alberto Magno, halla en la misma lógica de su aristotelismo la manera de insertar
los resultados principales de la tradición escolástica en un sistema que es armónico y acabado en
su conjunto; preciso y claro en los detalles. El proyecto consistió en cristianizar el pensamiento
aristotélico original y el aporte de la ciencia greco-arábiga integrando algunos elementos de la
tradición platónico-agustiniana (Guerrero, 1996). Aclaró además, las ideas ya plasmadas por su
maestro e integró los diversos elementos que conformaban el pensamiento del siglo XIII
A su vez, Aristóteles es para Santo Tomás el fin último de la investigación filosófica. Fundir la
filosofía con la fe, la obra de Aristóteles con las verdades que Dios ha revelado al hombre y de las
que la Iglesia es depositaría: ésta es la labor que se propone Santo Tomás con toda claridad. Para
llevar a cabo esta tarea son necesarias dos condiciones fundamentales: la primera, es separar
claramente la filosofía de la teología, la investigación racional, guiada y sostenida tan sólo por
principios evidentes. En efecto, solamente mediante esta clara separación, la teología puede servir
de complemento a la filosofía, y la filosofía servir de preparación y auxiliar de la teología. La
segunda condición, es hacer válido, dentro de la investigación filosófica, como criterio de
dirección y norma, un principio que indique la disparidad y separación entre el objeto de la filosofía
y el objeto de la teología, entre el ser de las criaturas y el ser de Dios. La clave de la filosofía
tomista es la fórmula de la analogía del ser. La misma es la más adecuada para expresar el principio
de la reforma radical que Santo Tomás aportó al aristotelismo. Santo Tomás logró que la filosofía
de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Finalmente muere el 7 de
marzo de 1274 a la edad de 49 años.

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Pensamiento filosófico – teológico

Santo Tomás distinguió entre teología y filosofía. La filosofía, y las restantes ciencias humanas,
descansan en la luz natural de la razón. El filósofo utiliza principios conocidos por la razón
humana, y saca conclusiones que son fruto del razonamiento humano. El teólogo, por el contrario,
aunque utiliza su razón, acepta sus principios de la autoridad, de la fe: los recibe como revelados.

No hay, pues, razón alguna para que otra ciencia no pueda tratar, en tanto que conocidos por
la luz de la revelación divina, de los mismos objetos de los que tratan las ciencias filosóficas,
según pueden éstos ser conocidos por la luz de la razón natural. Por tanto, la teología que
pertenece a la doctrina sagrada difiere genéricamente de la teología que es parte de la filosofía
(Summa Theologica, Iª, 1, 1, ad 2)

Santo Tomás era ya cristiano antes de ingresar en el tema aristotélico y metafísico. Su sistema
de creencias tenía como eje la creencia en Dios la cual no había sido resultado de una ideología
sustentada en la filosofía. Por lo tanto, él cuando propone argumentos en favor de la existencia de
Dios, no tiene por meta convencerse filosóficamente de la existencia del mismo.
La pregunta por Dios, desde una postura filosófica permite la posibilidad de la duda acerca de
su existencia, y Santo Tomás fue honesto como metafísico al plantear los cuestionamientos
contrarios al teísmo para luego resolverlos. Más allá de eso, la existencia de Dios no se muestra
evidente y por lo tanto requiere demostración.

La existencia de Dios

Para Santo Tomás, Dios es lo primero en el orden ontológico, pero no en el orden psicológico.
Aunque es el fundamento de todo, a Dios hay que alcanzarlo por un camino a posteriori, partiendo
de sus efectos, del mundo. Dios precede a las criaturas en el orden ontológico, pero en el orden
psicológico viene después de las criaturas, en el sentido de que se llega a Él a partir de una
meditación sobre el mundo, que remite a su Autor.
Los argumentos de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios se mueven en el ámbito
puramente metafísico. Parte de una experiencia, pero no se concluye en el ámbito de lo
experimental, sino que se concluye en el ámbito de lo inteligible. La naturaleza de las
demostraciones es a posteriori, se rechazan las pruebas a priori. Se presupone el valor metafísico
de la inteligencia humana, dicha inteligencia es capaz de avanzar con la reflexión hasta llegar, a
partir de la experiencia, al ámbito de la esencia; se pasa del efecto a la causa.
Todos los argumentos tienen un esquema común: el punto de partida es la apreciación de un
hecho de experiencia observable por todos y que requiere una explicación; a partir de aquí se
afirma una serie causal, que tiene por base a esta realidad sensible y por cima a Dios.
La existencia pensada no tiene más realidad que la de ser pensada, la de estar como tal en el
entendimiento, pero no fuera de él. Para Sto. Tomás la existencia sólo puede ser alcanzada si
partimos de la existencia y argumentamos a partir de ella. Y la única existencia indudable para
nosotros es la existencia sensible. Por ello desarrollará sus cinco pruebas de la existencia de Dios
a partir siempre de la experiencia sensible, la primera pero no la única forma de experiencia que
el hombre conoce. Cada una de ellas es independiente de las demás, de modo que bastaría con que
una sola fuese verdadera para que la existencia de Dios quedara demostrada

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El siguiente cuadro presenta en forma esquemática las cinco vías de Tomás y su estructura
común, se explican además brevemente cada uno de los elementos que lo componen:

 1er paso: Todas las vías tienen un punto de partida empírico, algo que se descubre
observando la Naturaleza. Tomás parte de un dato conocido empíricamente porque
considera que sólo de una existencia real dada puede deducirse una existencia no dada
empíricamente. Éste es el motivo por el cual rechaza el argumento ontológico anselmiano,
que "salta" de la idea de Dios a la afirmación de su existencia.
 2do paso: Aplicación del Principio de Causalidad con el fin de buscar la causa que dé
razón de la existencia del efecto observado empíricamente. Sin la aplicación de este
principio las cinco vías se tornarían intransitables. Este segundo paso es, por lo tanto, el
paso del efecto a la causa.
 3er paso: Si la causa a la que se ha accedido en el segundo paso no tiene en sí la razón de
su existencia, deberemos remontarnos entonces a su causa. Este tercer paso es, por tanto,
el paso de la causa a la serie de causas. El plano en el que se aplica aquí el Principio de
Causalidad, es el metafísico y no el físico.
 4to paso: Cada una de las vías concluye afirmando la existencia de la Causa Primera del
efecto tomado como punto de partida. Esta afirmación constituye la premisa mayor de un
silogismo cuya conclusión es que "Dios existe".

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Las Cinco Vías de Santo Tomás
Primera vía (Por el movimiento)
Por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo que se mueve es
movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible hemos de admitir la existencia
de un primer motor no movido por otro, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios.
El hecho experimental del que se parte en esta vía es la constatación de la realidad del
movimiento. Existe movimiento en el universo. Todo movimiento tiene una causa, y esta causa
debe ser exterior al ser que está en movimiento ya que nada puede ser a la vez, y bajo el mismo
aspecto, el principio motor y la cosa movida. Pero el motor debe ser movido por otro, y éste por
otro. Consiguientemente, debe admitirse, o bien que la serie de las causas es infinita y no tiene un
primer término pero entonces nada explicaría el movimiento, o bien que la serie es finita y existe
un primer término: Dios.
El punto de partida es el hecho de la experiencia, externa e interna, de que se dan mutaciones
en el mundo sensible “Todo lo que se mueve es movido por otro”, el movimiento es el tránsito de
la potencia al acto. Se trata del paso de lo posible a su realización. La razón del movimiento no se
encuentra dentro del móvil mismo, sino que hay que buscarla fuera de él, en un motor extrínseco.
Ahora bien, hay algo previo siempre a todo lo modificado debido a que el trayecto de lo
potencial hacia el acto, que implica ya nueva inmovilidad, no puede realizarla el móvil por su
propia cuenta. Lo móvil no puede ser inmóvil al mismo tiempo. Algo anterior, que es inmóvil
(motor extrínseco), lo mueve, es decir, algo que mueva sin ser movido. Todo lo que se mueve
necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente,
porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores
intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Por lo tanto, es necesario
llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. Ha de ser entonces, agente primero en orden, no
en el sentido temporal sino ontológico (Copleston, 1960), el motor inmóvil que es Dios. Este
argumento fue utilizado en la escolástica latina por vez primera por Adelardo de Bath (§ 215);
luego, insistieron en él Maimónides y San Alberto Magno.

Segunda Vía (Por la subordinación de las causas eficientes)


La segunda (vía) es la que se deduce de la causa eficiente. La existencia de causas eficientes
que no pueden ser causa de sí mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir,
lo cual es imposible. Nada puede ser causa eficiente de sí mismo; porque, para producirse, tendría
que ser anterior en cuanto causa a sí mismo, en cuanto efecto. Así, pues, toda causa eficiente
supone otra, la cual, a su vez, supone otra, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente
incausada, esta primera causa explica a la que está en medio de la serie, y ésta explica a la última.
Es, pues, necesario que haya una primera causa de la serie para que haya una causa intermedia y
una causa última; y esta primera causa eficiente o causa incausada es Dios.
Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente
primera y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por
consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.
El conocimiento de las causas eficientes invita a pensar que existe condición de posibilidad
para cada cosa. Las cosas no se pueden causar a sí mismas. Hay algo que antecede a lo otro en el
orden del ser y de la operación (Fraile, 2005). No se trata de una causalidad secuencial o en cadena
de cosas que provocan inmediatamente otras sino en sentido de subordinación. Hay cosas que se
mueven con independencia de aquellas que les dieron origen. Luego es necesario llegar a un
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término que es Causa Eficiente incausada y primera de la cual dependen todas las cosas en el ser
y en el obrar, mientras que ella no depende de ninguna. Santo Tomás, entonces pregunta acerca de
un inicio en sentido jerárquico y contesta que hay una causa que es condición de posibilidad para
todo lo demás que es Dios. Esta prueba está tomada de Aristóteles (Met., II, 2). Avicena la había
vuelto a exponer.

Tercera Vía (Por la Contingencia de los seres)


La tercera vía es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: “Encontramos
que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y
consecuentemente es posible que existan o que no existan”. Hay seres que comienzan a existir y
que perecen, es decir, que no son necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría
ninguno, pero existen, por lo que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario, ya que
una serie causal infinita de seres contingentes es imposible.
En este sentido, el ser que nos es dado está en vías de perpetuo devenir: unas cosas se generan
y, por tanto, tienen posibilidad de existir; otras se corrompen y, por lo mismo, tiene posibilidad de
no existir, a esto se le llama seres contingentes. Sí pues, todas las cosas llevan en sí mismas la
posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. De aquí que, si nada existía, es
imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente
falso. Luego los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario.
Al respecto, Ser necesario es el que tiene en sí mismo su razón de existir, porque su esencia se
identifica con su existencia. Por su parte, seres contingentes son aquellos que existen después de
no haber existido, y que pueden dejar de existir después de haber existido, es decir, todo el conjunto
de seres generables y corruptibles que pueden llegar a ser y dejar de ser, en ellos su esencia no se
identifica con su existencia, si no que su existencia sigue a su no existencia y su no-existencia
(generación) a la existencia (corrupción). No puede haber existido siempre ninguna cosa que tenga
potencia para no existir. Es más, si todas las cosas del universo fueran contingentes, en este caso
no podría existir ninguna. Luego es preciso que exista un ser necesario, por lo que en este respecto
se llega a afirmar la existencia de un ser necesario, que existe por sí mismo y que no ha recibido
su existencia de ningún otro,
Por lo tanto, se debe admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad
no esté en otro, sino que él sea la causa de la necesidad de los demás. Al mismo se le conoce como
Dios. Esta prueba está tomada de Avicena.

Cuarta Vía (Por los grados en las perfecciones en los seres)


La cuarta vía se deduce de las perfecciones que se encuentran en las cosas. No se trata de las
perfecciones esenciales, las cuales no admiten grados, tampoco de las perfecciones accidentales
unívocas, en las cuales caben grados, Santo Tomás se refiere a las perfecciones análogas, las cuales
puede ser a su vez trascendentales como el ser, la bondad, la belleza, etc., o no trascendentales,
como la vida, el entender, el querer, y especialmente a las primeras.
Pues se encuentra que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas.
En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se
aproximan más o menos a lo máximo. Hay algo, por tanto, que es muy verás, muy bueno, muy
noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son absolutamente verdaderas, son
seres máximos.

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En las cosas hay más o menos verdad, más o menos bien y más o menos de todas las demás
perfecciones; por consiguiente, también debe haber un grado máximo de dichas perfecciones, que
será la causa de los grados menores, como el fuego, que es el máximo calor, es la causa de todas
las cosas calientes. Del mismo modo hay algo que en todos los seres es a causa de su existir, de su
bondad, de cualquier otra perfección.
La exposición de esta vía invita a suponer que hay superioridad en algunos seres por su grado
de perfección. Una referencia de esta perfección es la bondad como la realización del sumo Bien
al que nos hace referencia la filosofía platónica. Los seres más próximos a la idea del Bien son
superiores en grado de perfección y hay uno que es considerado el ser Supremo o Ser absoluto
trascendente que encierra en sí mismo la plenitud de todo bien y ese es Dios. Esta prueba, de origen
platónico, está tomada de Aristóteles (Met., II, 1)

Quinta Vía (Por el orden del universo y la finalidad interna de los seres naturales)
Esta vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Su punto de partida es el hecho de
que existen seres que carecen de conocimiento, y, sin embargo, obran por un fin. Es decir, que no
obrar al azar, sino de una manera fija, constante, cada uno en conformidad con su propia naturaleza.
Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda
y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha.
Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas materiales a su fin. Ordenar los medios
a un fin requiere el conocimiento del fin. Santo Tomás hoy habría usado como ejemplo la teoría
evolucionista como hipótesis válida para aclarar esta vía (Copleston, 1960). Se hace necesario una
inteligencia que grabe el camino a seguir en los seres del universo. Ahora bien, dicha inteligencia
ordenadora ¿Se ordena a sí misma y a las cosas o es ordenada por otra? Ante lo que se deduce que
debe haber un Ser que tenga conocimiento que otorga sentido a dicha actividad que percibimos
como intencional y ese es Dios. Esta es la prueba más antigua y venerable de todas: es muy
probable que Santo Tomás siga en su exposición a San Juan Damasceno y Averroes

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Conclusión

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Referencias Bibliográficas
Referencias Electrónicas
 https://www.ecured.cu/Santo_Tom%C3%A1s_de_Aquino#Teolog.C3.ADa._Las_cinco_
v.C3.ADas

 GILSON, É. 1981 Elementos de Filosofía Cristiana. Madrid: Rialp


 GONZÁLEZ ÁLVAREZ, Á. 1961 Tratado de Metafísica, Tomo II. Madrid:

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