Está en la página 1de 7

Textos y documentos El nuevo Hollywood

NOTAS SOBRE UN HÉROE SIN MOTIVACIÓN:


El pathos del fracaso:
1
películas americanas de los 70
THOMAS ELSAESSER

Ver Ladrones como nosotros y recordar Los mismos, las actitudes y, por consiguiente, las
amantes de la noche, querer comparar Las aven- formas, no podrían ser más distintas, hay prue-
turas de Jeremiah Johnson con Yuma, o pensar bas, en mi opinión, de que en algunos de los fil-
en Colorado Jim cuando vemos Defensa puede mes mencionados se esconde un aspecto expe-
no ser más que un pasatiempo de alguien que rimental, del tipo que sólo es posible reconocer
ha visto demasiadas películas; no obstante, en los maestros de la puesta en escena clásica
esas similitudes son también un indicador de lo y en los directores europeos cinematográfica-
fiel que el cine americano ha permanecido a sus mente ilustrados. Lo que sigue a continuación
temas básicos. Se puede decir, sin temor a es un intento de especulación acerca de en qué
equivocarse, que al nuevo Hollywood de Alt- sentido incluso las películas comerciales ame-
man, Pollack, Boorman, Rafelson, Hellman, ricanas podrían tener la consideración de “ex-
Spielberg o Ashby, le gusta tanto planear viajes perimentales”.
como a las películas de Ray, Fuller o Anthony La perversidad de mi empresa ha de ser ad-
Mann en los años 50. Y, sin embargo, es igual- mitida desde el principio. No sólo mi selección
mente obvio que este motivo posee en la actua- de películas es subjetiva, sino que la argumen-
lidad una función temática o dinámica más re- tación se apoya en un elemento que parece ex-
ducida: los viajes han dejado de presentarse cesivamente esotérico en el contexto del cine
como las trayectorias morales encaminadas en americano de los 70, cuyas virtudes son su rea-
una dirección –y hacia una meta– que solían ser. lismo a ras del suelo, su sobrio distanciamien-
Y a pesar de que todavía funcionan como metá- to, mientras sigue transmitiendo la habitual
foras indirectas de la experiencia americana ar- precisión de la observación, la presencia física
quetípica, parecen cobrar relieve por sí mismos palpable y la resonancia emocional del espectá-
y asumir el estatus más neutro de mecanismo culo y la acción. En cualquier caso, el rasgo más
narrativo, convirtiéndose en ocasiones en un significativo de este nuevo cine liberal es que
soporte picaresco para escenas aisladas, situa- cuestiona los motivos –o su ausencia– de sus
ciones y set-pieces1, en otro tiempo el pretexto héroes y que ello tiene implicaciones en la for-
irónicamente admitido para mantener vivo el ma narrativa y, en consecuencia, en el modo de
ritmo de la película. Uno se pregunta si Carrete- percibir esas películas. La combinación del hé-
ra asfaltada en dos direcciones, Mi vida es mi vi- roe sin motivación y el motivo temático del via-
da, El último deber, California Split (por nombrar je, es decir, el recurso a una motivación prefa-
sólo algunas) llegarán a ser consideradas como bricada, totalmente convencionalizada e impor-
ejemplos de un cambio, sin duda alguna históri- tada al filme desde fuera, podría ser indicio de
camente significativo, que convierta los temas un tipo de malestar al que ya se ha aludido con
existenciales de una generación de cineastas frecuencia en relación al cine europeo: la pro-
en simples puntos de referencia que serán cita- gresiva desconfianza en la capacidad de contar
dos por la siguiente... y que serán utilizados, una historia. Pero, ¿no se trata en realidad de
quizá, con el objeto de crear una cuidadosa, algo idéntico a la autoconciencia del estatus de
aunque distinta, arquitectura narrativa cinema- la ficción tan patente en Chabrol o en Buñuel?
tográfica. Si bien los temas siguen siendo los (...)

1
Extraído de ELSAESSER,Thomas; HOWARTH, Alexander; KING, Noel (eds). The Last Great American Picture Show. New Hollywood Ci-
nema in the 1970s. Amsterdam University Press, Amsterdam, 2004. Págs. 279-292. (N. de los E.).
2
Por set-piecse se entienden “virtuosos ejercicios de estilo condensados en grandes escenas de lucimiento cinemático” (Antonio Wein-
richter) (N. de los E.).

381
Textos y documentos El nuevo Hollywood

Los críticos ideológicos han detectado en el damente, asumen como predominante entre su
cine clásico una actitud básicamente afirmativa público. Esta tendencia no supone la absoluta
con respecto al mundo que representan, una es- convicción en una desafiante carencia de direc-
pecie de optimismo a priori localizado en la pro- ción, como se pone de manifiesto en las road-
pia estructura de la narración sobre la utilidad movies sin argumento y con situaciones que po-
de la acción positiva. Las contradicciones se re- seen una especie de dinámica negativa, auto-
solvían y los obstáculos se vencían mediante el destructiva. Porque, en cierto sentido, el cine
despliegue de términos dinámico-dramáticos o americano sigue considerándose metafórico:
por medio de la iniciativa personal: fuera cual un cine que no sólo se alimenta de los géneros
fuera el problema, era posible hacer algo para de los años 50 y cuya estructura afirmativa trata
superarlo. de trasladar (como gran parte de la mejor fic-
Este didactismo implícito es más difícil de ción americana) una imagen básica que repre-
encontrar en las películas de los 70 que recogen sente el estado de la América actual: la tensión
el motivo del viaje. Por el contrario, la forma ca- entre la alegoría existencial y el naturalismo do-
sual que con frecuencia se introduce específi- cumental es tan fuerte como siempre. De esta
camente neutraliza la orientación hacia una manera, favorecen escenarios que expresan di-
meta concreta y nos advierte de que no debe- chos tonos y sobretonos: la prisión de régimen
mos esperar una afirmación de propósitos ni de abierto de Loca evasión o Rompehuesos, la sala
significados. Echarse a la carretera viene a re- de baile en el malecón de Danzad, danzad, mal-
presentar la propia cualidad de contingencia, y ditos, el local de cine de La última película. Lo
una película como Carretera asfaltada en dos di- que los héroes aportan a estos filmes es la sen-
recciones es un claro ejemplo de ello: hay sólo sación casi física de una acción carente de hilo
una tenue sombra de intriga, la acción evita, de conductor, de falta de objetivos y de inutilidad,
manera provocativa, los conflictos interperso- un escepticismo radical, en resumen, acerca de
nales potencialmente inherentes tanto en la re- los impulsos americanos de la ambición, la vi-
lación triangular como en el desafío encarnado sión de futuro, el dinamismo.
en el personaje de Warren Oates, y finalmente Este aspecto llega a ser el más evidente si
el filme juguetea con los objetivos (la carrera nos fijamos en lo que podríamos llamar pelícu-
hacia Washington) de un modo casi gratuito. En las “conservadoras” de los 70: los thrillers poli-
este nivel, Hellman ha llevado a cabo, como sin ciacos, por ejemplo, que muestran una versión
duda era su intención, un filme anti-acción, de- desmitificada de la violencia con sentido moral
jando de lado de manera deliberada una intriga y del héroe de claros objetivos que solían apare-
que podría incitar al espectador a implicarse o cer en los 50. Mientras que la veta neurótica de
una trama que pudiera dar lugar a una causali- esta tradición –el personaje de Cagney en Al ro-
dad psicológicamente motivada. jo vivo, el héroe de Fuller o Ray contagiado de
Hellman no es el único en hacer esto. El una violencia incontrolable (Corredor sin retor-
cambio que, creo yo, es posible detectar consis- no, La casa de las sombras, En un lugar solita-
te en que el modelo de una narración afirmati- rio)– poseía bien una aureola anárquica en su
vo-causal se va sustituyendo de forma gradual romántica transgresión, bien una complejidad
por otro, cuya naturaleza exacta aún no está de- moral en sus motivaciones y sus impulsos que
finida. Ésa es la razón de que las películas por lo llevaban a simbolizar la contradicción del
las que me intereso aquí todavía posean un es- ideal americano de la vitalidad– los personajes
tatus transitorio. Su perspectiva liberal, su de Clint Eastwood o Charles Bronson (Harry el
acercamiento no sentimental a la sociedad sucio, Yo soy la justicia), tan resueltos y expedi-
americana, las llevan a rechazar la afirmación tivos, tan firmes y decididos, aparecen alimen-
en el ámbito ideológico, un rechazo que con- tados por la energía puramente negativa del re-
vierte en problemática la dramaturgia y el len- sentimiento, la frustración y un rencor pequeño
guaje cinematográfico desarrollados en el con- burgués que busca dar rienda suelta a su ira
texto de una cultura afirmativa. (...) destructiva bajo el disfraz de una moralidad de
El problema que se suscita viendo películas ley y orden. Los héroes sobredeterminados de
americanas recientes es que los directores pa- tramas violentas, excesivas, son el reverso de
recen algo inseguros a la hora de objetivar en el los héroes sin motivación de las películas libe-
proceso narrativo la actitud de indiferencia, la rales: ambos ejemplifican el dilema del cine co-
laxitud post-rebelde que, acertada o equivoca- mercial más complaciente cuando trata de re-

382
Textos y documentos El nuevo Hollywood

presentar en forma dramático-narrativa las natown, un impasible pastiche del film noir es,
contradicciones de la sociedad americana y, de no obstante, tan desdeñoso con su héroe como
ese modo, ser “realista”. Pero si la violencia, no lo es Altman en El largo adiós, con la salvedad
importa que sea física o emocional, es el gesto de que la furia de Polanski por no tener una his-
defensivo del individuo autoalienado de una so- toria que contar, y aun así deseando contarla
ciedad que no entiende y que no puede contro- bien, se mitiga a sí misma mediante la meticulo-
lar, entonces el modelo afirmativo de los thri- sa artesanía de la reconstrucción. Las parodias
llers y otras formas narrativas de intensa dra- de Altman (El largo adiós) y remakes (Ladrones
matización es obviamente no realista, subjeti- como nosotros) parecen señalarle como el di-
vo, un mero reflejo compensatorio. La imagen rector más cercano a la sensibilidad europea
del héroe no comprometido, por otro lado, el ti- respecto al impasse de la ficción, llegando a
po que se mantiene impasible (que parece en un evocar de hecho las películas de Godard y Truf-
principio despolitizado y subjetivo) bien podría faut de mediados de los 60. En Ladrones como
ser el vehículo de una perspectiva desde la que nosotros los héroes escuchan programas radio-
sería posible contemplar a la sociedad america- fónicos y quieren leer lo escrito acerca de ellos
na de manera más analítica. mismos en los periódicos de una manera com-
Se puede ver un intento muy serio de crear pulsiva y con gran avidez, del mismo modo en
un realismo objetivo en la clase de héroe inter- que los héroes de Banda aparte o Besos robados
pretada por actores como Jack Nicholson (Mi se veían atrapados en el seductor y narcisista
vida es mi vida), James Taylor (Carretera asfalta- espejo de lo “novelesco”. Altman, quizá inspi-
da en dos direcciones), Warren Beatty (El último rado en Bonnie y Clyde, de Penn, desarrolla una
testigo) o Elliot Gould (California Split). Pero un magia mitopoyética del propio pasado del cine
cine que en este contexto tenga la vitola de pro- americano a través de la doble mitomanía del
gresista debería ser algo más que sintomático: periódico y el serial de radio, pero entonces, al
hay que buscar signos que el director haya te- elegir un decorado de los años 30, ¿no está él
matizado en la propia estructura narrativa co- mismo ayudando a crear un mito? No lo creo: la
mo muestra de que tiene conciencia del proble- película quiere impresionar con su sobriedad
ma. La pregunta se reduce a cómo el escepticis- desprovista de glamour y romanticismo, y es tan
mo sobre los motivos y la justificación en el hé- anti-Bonnie y Clyde como, desde otro punto de
roe, y la duda sobre una experiencia de vida po- vista, anti-Los amantes de la noche (...)
lítica y social en la que la realidad es vapuleada La querencia por el pathos, sin embargo, lle-
por ficciones ideológicas, se traducen en una ga más hondo: “La jodimos”: uno se acuerda del
búsqueda formal de una narrativa cinematográ- melancólico y resignado reconocimiento del
fica libre de la causalidad parásita y sintética de Capitán América. Pese a los elementos tradi-
una dramaturgia del conflicto. Por otra parte, cionales de su trama y a las incertidumbres es-
¿existe un modo de presentación que dé validez tilísticas, Easy Rider (Buscando mi destino) aún
a lo real sin envolverlo en las categorías de los funciona junto con Bonnie y Clyde como la única
simbólico y lo espectacular? En otras palabras, alternativa popular y realmente lograda frente a
se pide una puesta en escena que sea capaz de la postura afirmativa. No sólo porque se trate
diferenciarse, que sea capaz de tomar una pos- de un filme sobre héroes sin una meta que tras-
tura crítica. ¿Qué prueba hay en nuestros días ladan el impulso de lo psicológico a la carretera
de que el cine liberal vaya a encontrar una ade- y llevan el “viaje” de la carretera a la mente, si-
cuada puesta en escena? no también como paradigma de una estructura
Entre los directores cuya implicación en el narrativa deslavazada y sin clausura que tanto
modelo dinámico-afirmativo se remonta a los se ha imitado desde entonces. Los héroes, a pe-
años 50 y principios de los 60, Aldrich y Peckin- sar de todo, aún tienen motivación, porque des-
pah (ambos con un interés más que fortuito en de un punto de vista temático Easy Rider resca-
la “violencia”) son los que muestran más clara- ta el motivo perenne en la cultura americana de
mente verse afectados por la crisis de la moti- la pareja masculina que hace pandilla para huir
vación.(...) de la civilización y de las mujeres. En realidad,
Una forma más familiar de conciencia de la el doble protagonismo masculino sigue siendo
propia identidad que la practicada por Aldrich predominante (desde Cowboy de medianoche,
es el recurso a la adaptación, a la parodia, al Dos hombres y un destino, El golpe, hasta Cali-
pastiche: Bogdanovich, Altman, Polanski. Chi- fornia Split y Un botín de 500.000 dólares) y se ha

383
Textos y documentos El nuevo Hollywood

convertido en un género que expresa tanto acti- za la carga dramática. Al renunciar a la drama-
tudes conformistas como disidentes. Las posi- turgia del conflicto interpersonal, del suspense,
bilidades van desde El último deber, de Ashby, de la intriga o de la distanciada agresividad de
hasta Loca evasión, de Spielberg, ésta última la frustración emocional, los filmes se ven obli-
particularmente interesante, ya que el argu- gados a estilizar la deseperación y convertirla
mento a lo Bonnie y Clyde termina como una en un pathos del fracaso. Por otro lado, es una
sentimental historia de amor de la pareja mas- respuesta al acuciante problema de cómo ter-
culina cuando el joven policía al que se llevan minar una narrativa indeterminada: el pathos
de rehén se hace amigo del chico, de quien ya aporta una clausura emocional a una estructura
sabemos desde el principio que era un cómplice abierta y recupera el contacto eficaz con el pú-
forzado en el secuestro organizado por su mu- blico.
jer para recuperar a su hijo. De este modo, si uno se siente incómodo con
Sobre todas las películas que transcurren la absoluta simpatía emocional de que disfrutan
en la carretera a modo de búsquedas que son los héroes de Ladrones como nosotros, Loca eva-
huidas y de huidas que son búsquedas, pende sión o American Graffiti, hay que tener en cuenta
como la niebla el dulce sentimiento de la derro- que bajo un recurso relativamente simple y efec-
ta. Al final, se enfrentan con la ley, con los red- tivo a la hora de provocar la implicación e identi-
necks, con los granjeros de malas pulgas, con ficación del espectador, subayce un nuevo tipo
los paletos empleados de las gasolineras, con de narrativa cinematográfica popular que está
las mujeres malencaradas y con los orgullosos tratando de resolver el problema técnico de un
hombres de mediana edad que conducen co- héroe inmotivado. Mientras que los directores
ches veloces y llevan potentes rifles, con todos europeos –de Straub a Rivette, de Buñuel a Tan-
los que ya estaban allí antes de que los nuevos ner– pueden experimentar con la naturaleza de
héroes saltaran a la palestra y que terminan una narración que no han surgido de ninguno de
venciendo y sobreviviendo, como ocurre de ma- los soportes dramáticos convencionales –el me-
nera inexorable. Entonces la dejadez y el cínico lodrama, la búsqueda, la investigación, el viaje
autoabandono de los personajes se plasma con (aunque, como es sabido, Buñuel está cada vez
el peculiar pathos reservado a los “bellos per- más comprometido con el modelo picaresco)–, y
dedores”; y la descarada burla, la distanciada pueden trabajar con procedimientos narrativos
sátira que esas películas dirigen contra la Amé- puramente situacionales (Céline et Julie se vont
rica de la mayoría silenciosa se difumina en una en bateau) con la reconfortante seguridad que da
ola de autocompasión. un público intelectual capaz de valorarlos, las
Si esto se analiza sólo en términos temáti- presiones sobre la experimentación en el cine
cos o ideológicos, aquí es donde el nuevo cine comercial son obviamente distintas. Si a los di-
americano muestra su lado más débil. Porque rectores franceses, en particular, les gusta per-
da la sensación de que los directores optan por mitir que la sustancia ficcional de sus películas
un tipo de realismo de los sentimientos que tra- vaya cobrando forma por sí misma a través de un
ta de mantenerse fiel a las experiencias negati- juego cada vez más sofisticado de múltiples lí-
vas de la historia americana reciente, y las pelí- neas argumentales y fragmentos, tales posibili-
culas se hacen eco de los gestos morales y dades le están vedadas al director americano en-
emocionales de una generación derrotada. Pero frentado con un dilema similar respecto al rea-
esta estrategia –teniendo en cuenta que no se lismo figurativo: el suyo sigue siendo un cine
preocupa ni de las causas ni de las circunstan- orientado al gusto del público que no deja lugar
cias históricas– infunde tanto en los héroes co- a la construcción narrativa explícitamente inte-
mo en el mundo que los condena una mistifica- lectual. Como resultado, se puede considerar
ción y un contraste tan intensos que han de ter- que la línea de innovación del cine americano
minar afectando a la precisión de la mirada y, progresa no mediante la abstracción conceptual,
por tanto, al valor del nuevo realismo. La estre- sino desplazando y modificando los géneros y
chez de la respuesta emocional en el clímax de temas tradicionales sin llegar a despojarse de
Ladrones como nosotros se ve contrarrestada ellos como soporte, sea con el objeto de facilitar
por una especie de colofón de escasa emoción, el reconocimiento o con el de estructurar la na-
y es de destacar que muchas de las llamadas rración (...)
películas nostálgicas tienen un epílogo similar En este sentido creo que la muy vilipendia-
(por ejemplo, American Graffiti): así se neutrali- da moda de las películas nostálgicas debería

384
Textos y documentos El nuevo Hollywood

analizarse bajo un doble punto de vista. Cierto convierten en simples vehículos de una comuni-
es que Luna de papel y American Graffiti son tes- cación fática que subraya puntuales momentos
timonio de una sintomática búsqueda de un pa- visuales vacíos de toda significación moral es-
sado afirmativo, inocente, libre de culpa y de pecífica. En ausencia de cualquier motivación
responsabilidad. Pero la búsqueda de un Edén positiva tanto en el héroe como en la trama, el
nacional perdido, quizá más abiertamente rei- pathos del fracaso pasa a ser el grado cero de
vindicada en películas como Verano del 42 o Tal estas emociones moralizadas que la dinámica
como éramos (en las que la percepción signifi- del erotismo y la violencia aportaban a la narra-
cativamente no política de la realidad se cele- tiva clásica.
bra, de forma algo vergonzante, con el telón de Es posible observar tendencias similares en
fondo de un período político), no sólo transmite otros ámbitos, más allá de las películas nostál-
una tematización de la ausencia de consecuen- gicas y de género. En cierto sentido, es más fá-
cia e historia (la cual, he tratado de sugerir, es cil analizar las posibilidades de este realismo
uno de los rasgos estructural e ideológicamen- no metafórico en el contexto de la reconstruc-
te definidos del cine americano actual) sino que ción histórica o de las expectativas del género
también concede a algunos directores la posibi- preformuladas, porque conceden a la narrativa
lidad de explorar un paisaje geográfico e histó- una estructura provisional de empatía y recono-
rico de América –con especial hincapié en la cimiento. Pero los filmes de ambientación con-
época de la Depresión, los primeros años de la temporánea, como ocurre con Mi vida es mi vida
década de los 50, las pequeñas comunidades ru- o Carretera asfaltada en dos direcciones, son
rales– para rastrear las huellas que llevan a lo producto del mismo deseo por lograr una ima-
que se podría llamar una nueva verosimilitud de gen de América que se hace palpable no gra-
la imagen cinematográfica. No es cuestión de cias a la interacción entre el simbolismo moral y
una experiencia visual prístina, ni de una objeti- la estructura ideológica de la trama, sino a su
vidad documental, sino más bien de la búsque- sólida especificidad, su lograda presencia físi-
da de un mundo físico y gestual que posee la ca... sin importar el grado de intensidad dramá-
connotación de historicidad y tiene una reper- tica que dichas películas emplean para hacer
cusión cultural sin ser abiertamente simbólico. aceptable este realismo. Y de nuevo nos encon-
Un mundo erigido en oposición al glamour per- tramos con el mismo pathos tautológico que do-
feccionado, a la clausura estética definitiva de ta de emoción a la imagen al mismo tiempo que
la belleza tal y como ha sido atribuida (con fre- neutraliza su energía moral. No en vano Rafel-
cuencia de manera falsa) al propio Hollywood, y son, Hellman, Spielberg y otros eligen una
a la que los críticos se refieren como el fetichis- América rural, fácil de reconocer por sus am-
mo de la ilusión estética. ¿Cómo si no se podría plios espacios, por los yermos junto a sus carre-
entender el diligente trabajo de, por mencionar teras, sus autocines, las gasolineras y las insul-
a alguien, Altman, que parece obsesionado con sas calles principales de sus pueblos: el tipo de
cargar emocionalmente las tintas en lo esca- escenario que puede estar al mismo tiempo en
broso, lo sórdido, lo poco atractivo y lo feo, lo ningún lugar y en cualquier lugar de América y
imperfecto y lo incompleto, en Los vividores, La- que, por lo tanto, comporta un importante as-
drones como nosotros, El largo adiós, California pecto de abstracción sin ser demasiado abs-
Split? (...) tracto. Se trata de un escenario que, obviamen-
En su experimentación con una realidad sin te, tiene el respaldo y el precedente del film
contaminar o sobredeterminada por los añadi- noir, ese otro periodo dorado de realismo casi
dos simbólicos que han convertido buena parte documental en el cine americano, pero en esta
del paisaje rural y urbano de América en clichés ocasión sin la actitud de negro romanticismo ni
dramáticos, Altman parece admitir el estatus la poderosa maquinaria del destino fatal que
de la imagen como sígno ineludible, pero su ca- trenzaban a personaje y peripecia. Las películas
rácter signíco puede ser explotado centrando la de hoy que se pueden comparar con aquéllas
resonancia emocional en su palpable factivi- son más contenidas, desdramatizadas, pero, en
dad. La trama, la convención genérica y la intri- última instancia, no tan diferentes al insistir en
ga, desde este momento funcionan en un senti- la perspectiva emocional adecuada al realismo
do inverso; en lugar de aportar la continuidad y americano: la negatividad, una impasibilidad
la lógica de la narración para garantizar la co- defensiva, los gestos, en cierto modo sentimen-
herencia del nivel secundario de significado, se tales, de derrota. Una forma de verlo es afirmar

385
Textos y documentos El nuevo Hollywood

que el nuevo realismo es en sí mismo una pos- mes que dramatizan el fin de la historia, porque,
tura defensiva: ¿acaso el interés en la América ¿qué es un relato, una narración motivada (que
rural no implica una perspectiva antropológica es lo que estas películas se niegan a emplear)
ante una América en la que nunca parece suce- más que un reconocimiento implícito de la exis-
der nada, donde el tiempo se ha detenido y so- tencia de la historia, al menos en su dimensión
brevive gente en apariencia carente de historia? formal, de fuerzas y determinantes, de causas,
Esto hace recordar el encuentro de los héroes conflictos, consecuencias e interacciónes?
de Defensa con el chico imbécil que toca el ban- Sin embargo, hay otro problema: si se con-
jo. En la falta de énfasis de esta escena se ocul- sidera, como he sugerido, el generalizado pesi-
ta el mensaje subliminal de una angustiada pre- mismo del cine americano de los 70 menos co-
ocupación por saber qué es lo que ha hecho de mo una afirmación personal de sus autores y
la América de los 60 el horror actual, como si más en el sentido de una restricción del nuevo
sólo los lugares remotos, los vacíos y los silen- realismo, el precio por explorar nuevos cami-
cios fueran la explicación a la violencia, la para- nos, entonces la fuerza de una película como
noia, como si sólo las pequeñas comunidades Carretera asfaltada en dos direcciones reside en
rurales pudieran explicar los guetos urbanos y el modo en que, protegida por la estructura del
la histeria suburbana. Una de las imágenes re- motivo del viaje, se desvía de manera impercep-
currentes, utilizada en Ladrones como nosotros, tible hacia un nivel de abstracción, hacia un mi-
es la de un silencio absoluto al amanecer en un nimalismo documental desconocido en el canon
paisaje idílico que se rompe de súbito con un de Hollywood excepto, quizá, en la obra de Jac-
furioso intercambio de disparos (por ejemplo, ques Tourneur. Liberadas de la fábula y de la ne-
también en Loca evasión). cesidad de dar a los elementos narrativos una
Enfrentados con estas simbólicas reesceni- forma didáctica, las imágenes desarrollan una
ficaciones de las redadas matinales contra los energía que carga la representación con algo
Panteras Negras o los incidentes de Kent State, más que sobretonos simbólicos o sustitutos
uno se pregunta por cuánto tiempo los directo- metafóricos: naturalmente, uno no puede evitar
res podrán continuar codificando la experiencia recordar la estudiada literalidad de las pelícu-
de una rebelión cuyo impulso hacia el cambio se las que Paul Morissey hacía para Andy Warhol,
ha abortado, y que (en los casos en que no con- pero el cine de Hellman está libre de la claustro-
duce al pathos de la pérdida) de algún modo se fobia tan cuidadosamente controlada de Flesh o
transforma en momentos de estupefacción y Trash. Es difícil decir si la anulación del impulso
carentes de lógica causal, como aquel en el que melodramático y la búsqueda de ritmos narrati-
George Segal amontona sus fichas de juego al vos no literarios darán lugar a finales tristes y
final de California Split, o Gene Hackman senta- sombríos no tan problemáticos: el congelado de
do en su habitación derruida en La conversación. imagen en la actualidad significa ni más ni me-
Los héroes del presente esperan el fin, conven- nos que la indecisión del director sobre esta
cidos de que es demasiado tarde para actuar, cuestión. En Carretera asfaltada en dos direc-
como si tantas contradicciones hubieran acaba- ciones, bajo su propia lógica, el impulso, y por lo
do con el impulso hacia el significado y los obje- tanto la película, podría continuar de modo inde-
tivos. En Carretera asfaltada en dos direcciones finido: es decir, ésa es su belleza en tanto que
la propia idea de una meta aparece como algo composición de puro movimiento. El final –para
neurótico, inseguro, una compensación para la que funcione– con toda claridad ha de adquirir
frustración, como las fantasías de GTO, el per- el estatus de “mecanismo”: Hellman le da a su
sonaje de Warren Oates. En American Graffiti la héroe, el personaje de James Taylor, una moti-
acción, el constante flujo de coches que dan vación bastante convencional al revelar bajo su
vueltas por la calle principal del pueblo gira en frialdad la obsesión por la chica. Se permite
torno a un centro “vacío”: el mítico DJ cuyo que este impuso se haga realidad, aunque de
“Wolfman” incorpóreo no tiene más misterio manera destructiva: corre riesgos y, al final, re-
que un hombre solitario en su emisora de radio, cibe su castigo. Pero, desde un punto de vista
sentado entre un montón de aparatos y comien- cinematográfico, el final es adecuadamente
do sándwiches. Está claro que en un período de “formal”: Hellman deja que la imagen se queme
estancamiento histórico, estas películas refle- en el proyector a una velocidad extremadamen-
jan un momento ideológico significativo en la te lenta, en una clara metáfora tanto de la obse-
cultura americana. Se podría decir que son fil- sión del héroe como del propio filme.

386
Textos y documentos El nuevo Hollywood

El hecho de que el final esté tomado de La co, desdramatizar su narrativa, reforzar el dina-
partida, de Jerzy Skolimowski, una película que mismo interno de sus escenas: el ímpetu de la
también trata de carreras y búsquedas imposi- acción cede paso al de los gestos. Una nueva
bles, arroja una nueva luz en el indudablemente forma de puesta en escena hace su aparición en
complejo intercambio entre el cine europeo y el proceso de creación, y ello podría significar
americano de la actualidad. Me atrevería a afir- una reevaluación de lo real llevada a los extre-
mar, sin embargo, que es posible asumir que mos, bien de la fijación fetichista, bien de la
ambos, conscientes de los mismos problemas abstracción conceptual. En ese caso, el héroe
esenciales, avanzan por diferentes caminos. En sin motivación y el pathos del fracaso confor-
lugar de las ficciones múltiples y las dobles dié- man una doble negación que termina arrojando
gesis, los directores americanos prefieren des- una afirmación
pojar de simbolismo su lenguaje cinematográfi-

387

También podría gustarte