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C á t e d r a : J a v i e r N a u d e a u
M a t e r i a ] p a r a u s o e x c l u s i v o d e la m a t e r i a .
CAPÍTULO V I I I
cano «retrato» creo que es igualmente una forma estable hasta su absorción
por el plano-emblema.
teriorizado que resulta difícil de abordar directamente. Se trata
de lo que denomino la no-clamura del M.R.P. (por oposición,
por tanto, a la clausura del M.R.I.).
Precisemos, sin embargo, que si bien descubrimos en muchas
películas este rasgo, en muy diversas formas, en muchas otras,
especialmente a partir de 1900, encontramos ya un parecido for-
mal con la clausura institucional. P o r tanto, en tanto que locali-
zable en determinadas películas como no-clausura narrativa, este
rasgo no forma parte, en líneas generales, del M.R.P. Pero si con-
sideramos la clausura institucional como algo más que una auto-
suficiencia narrativa, que una determinada forma de clausurar el
relato; si, por el contrario, la consideramos como la suma de to-
dos los sistemas significantes que centran el sujeto y que condi-
cionan el pleno efecto diegético, incluyendo el marco mismo de
la proyección; entonces sí, el sistema primitivo, en su conjunto,
no está clausurado.
La presencia junto a la pantalla primitiva, potencial o efec-
tiva, del comentarista 3 , ¿puede ser la única «explicación» de la
existencia de películas como Unele Tom's Cabin de Porter (1903),
resumen en diez minutos y 20 cuadros de una extensa novela?
Además, las extraordinarias elipsis que implica tal concepción
apenas son llenadas por los títulos de los distintos cuadros («Eli-
sa sobre el hielo», «Eva y Tom en el jardín»). Tenemos la im-
presión de que se daba por sabido que la historia y los persona-
jes eran conocidos por el público, o que este conocimiento iba a
serle proporcionado al margen de la proyección.
Inaugurado con las Pasiones, este apartamiento de la instan-
cia narrativa, esta afirmación tácita de que la palabra del relato
está fuera de la imagen —en la cabeza del espectador o en la boca
del comentarista— afectará al cine durante veinte años o más.
Las primeras «películas de arte» de la Vitagraph (por ejemplo,
Richelieu (1910), Francesca da Rimini (1907), o bien su versión
de Unele Tom's Cabine (1909), proceden aún de una instancia
narrativa exterior. Hoy damos por sabido que una película tiene
que contar su propia historia 4 , de modo que muchas veces nos
All the President's Men. Pero una cosa es este tipo de competencia cultural re-
querida por cualquier película de hoy y otra muy distinta la estructura funda-
mentalmente lagunar de estos relatos primitivos en la pantalla.
5 Les fue consagarada una célebre balada.
6 «Por regla general, las películas cómicas no necesitan ninguna explica-
ción, son las películas dramáticas e históricas las que con mayor razón exigen
un resumen.» The Bioscope, Londres, 25 de febrero de 1909. Por el contrario,
H i s t o r i a del c i n e u n i v e r s a l 1. C á t e d r a : J a v i e r N a u d e a u
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bre un tiempo débil (el jardinero va a reanudar el trabajo, mientras que el mo-
zalbete huye). Pero es interesante señalar que la serie de grabados «populares»
de 1887 que presenta un sorprendente parecido con la película de Lumiére (Sa-
doul, op. cit., t.I., págs. 296-297) termina también con el castigo. Si la película
se prolonga más allá, sin duda se debe a que habla' que agotar por completo
los 17 metros que contenía la cámara.
8 En suma, la película acaba con una especie de «surco cerrado», no termi-
9 Y que parece haber sido tomado de géneros más «modernos», en los que
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16 Describo aquí esta película tal y como después de tres visionados (en
sala) he podido descifrarla. Ben Brewster me señala que el catálogo Pathé habla
de un viejo verde burlado por una joven bailarina, obligado a dar sos flores a un
bombero de servicio y abofeteado por los maquinistas. El caso demuestra, en mi
opinión, la dificultad que experimentamos a menudo para descifrar las pelícu-
las de esta lejana época y de la «exteriorización de la instancia narrativa» que
muchas veces está mejor articulada en los catálogos que en la pantalla. Pero
por fortuita que sea, la poesía sigue existiendo.
duda alguna el final de un «relato» (que veo como una conden-
sación abátracta, generalizada, de la «minuta del gacetillero»), un
relato abierto y descentrado, descentrado en lá medida de lo po-
sible, una especie de Haiku surgido de la fábrica Pathé nunca sa-
bremos por qué ni cómo.
He aquí una alhaja que sobrenada sobre un «montón de de-
tritus», que bien merece que ahondemos en él.