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52 Introducción a la antropología general Capítulo 4


LOS PRIMEROS HOMINIDOS

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Este capítulo se centra en los indicios fósiles de la evolución de los prin1cros
ho1nínidos. Los fósiles son vestigios de aspecto pétreo íonnados por la sustitución
de huesos y tejidos por 1nincralcs y que, por tanto, preservan la fauna de un
organisn10 hace ticn1po extinto. Los fósiles de nuestros antepasados 1nás antiguos
nonnahncntc sólo se hallan en frag1ncntos. De ahí que se desboque la curiosidad
popular. ¿Quiénes fueron los prin1cros seres hun1anos? ¿Dcscendcn1os de feroces
y carnívoros «sÍlnios n1<1tadorcs» o de vegetarianos con suaves n1odales?
El ritn10 en que aparecen nuevos descubri1nientos relativos a estas cuestiones
se acelera de afio en año. En el n1on1ento actual sólo se pueden extraer
conclusiones provisionales, y el estudiante debe estar preparado para afrontar
interpretaciones contrapuestas ofrecidas por diferentes expertos,

Un reloj evolutivo

Los geólogos dividen la historia de la Tierra en eras que, a su vez, se


subdividen en períodos y épocas. La vida con1enzó, probablen1ente, hace
unos tres o cuatro niil niillones de años, pero los pritneros n1icroorganís-

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111os no se fosilizaron y desaparecieron sin dejar huellas que podan1os des-
• ~i cubrir en la actualidad. I-Iace unos 600 111illones de años aparecieron los
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!}¡, e:~~ priineros anin1ales lo bastante grandes y duros con10 para dejar abundan-
tes tes tos fósiles. Como muestra la figura 4 .1, el filo de los cardados, el
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subfilo de los vertebrados y la superclase de los tetrápodos estaban presen-
tes en el período devónico, hace unos 300-400 111illones de años. Los 1na-
.¡¡~ ' ~~ 111íferos aparecieron durante la era 1nesozoica hace unos 200-150 n1illones
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de años. Hubo prí1natcs hacia finales del Mesozoico o principios del Ceno-
zoico, hace 70-60 millones de años. Durante el Oligoceno, en el lapso
53
54 Introducción a la antropologfa general Los prüneros ho1nínidos 55

co1nprendído entre hace 40 y hace 25 rnillones de afios, en1pezaron a abun-


dar los antropoides. En la época siguiente, el 1v1ioceno, los hon1inoides se
habían propagado extensan1cnte. Los prin1eros ho1nínídos inconfundibles
no aparecieron hasta el Plioceno. Probablemente hubo homínidos bípedos
Homo erectus
Homo sapiens
que vivían en el suelo y empleaban útiles durante toda la época del Plioce-
Hominidae_ Homo sapiens sapie11~ no. El género Ho1no apareció en la transición del Plioceno al Pleistoce1~0 y
53 nuestra propia especie, el Honto sapiens1 a finales del .Pleistoceno. Sí el reloj
evolutivo desde el origen de la vida hasta el presente se reduce a la escala
de un año) los seres hu111anos hacen aparición, aproxin1ada111ente> a las
PÍeistoceno 8 p.m. de Nochevieja.
Plioceno

Del hominoide al homínido

S}_111_i_os _y_ n1onos exí_stieron ya en Africa durante el Oligocen,o, hace


30 nüllones de años, y posible111ente en el Eoceno en Binnania. Los cono*
cinüentos sobre "los inonos y sinüos del Oligoceno se basan, sobre todo, en
nu111erosos fósiles de la región del_ Fgyu1n, en el norte de i~gip_ t(). Un grupo
2.1.2.3
de monos del Fayum presenta la fórmula dental del Viejo Mundo - - -
2 .1.2 .3
Los sünios de la región del Fayun1 pueden diferenciarse de los n1onos por
su ta111año y por la estructura de las cúspides de sus n1olares. Los 111olares
de sin1ios y hon1inidos tienen cinco cúspides dispuestas en una estructura
en fonna de Y, tníentras que los inonos tienen cuatro cúspides dispuestas
Animalia en hileras paralelas. El fósil del Fayun1 de estructura Y-5 n1ás pronunciada
se denomina Aegyptopithecus (iig. 4.2). Con su cráneo de 4 pulgadas de
soo largo y sus caninos salientes se parece a un diininuto gorila. Otro fósil
parecido a los simios, el Propliopithecus (fig. 4.3), se asemeja al Aegypto-
pithecus) salvo que los <:aninos son n1ás pequcüos. Cualquiera de estos gé-
neros podría haber sido el prin1ero de los hon1inoides. Un tercer sin1io del
Oligoceno) el Aeolopithecus (fig. 4.4), inuestra 1nuchos rasgos parecidos a
los del gibón y ha sido descartado por nn1chos expertos co1110 posible ante-
pasado de los simios o de los homínidos (Simons, 1968).
180 Durante el Mioceno 1 los hon1inoides aparecen co1no forina frecuente en
Mammalia
muchas partes diferentes del Viejo Mundo. Se han diferenciado dos gran-
400
des grupos: los dryopitecinos y los ramapitecinos (Pilbeam, 1978). Especí-
225 Chordata n1enes de <lryopitecinos (fig. 4.5), cuyo non1bre significa «sin1ío de los bos-
Vertebrata ques», han sido encontrados en zonas de Africa oriental, Europa, Oriente
Tetra poda
Medio, URSS, India y China que estuvieron cubiertas de extensos bos-
270
3SO
ques. Aparecen por priinera vez a finales del Oligoceno. Los rainapitecinos
no lo hacen hasta finales del Mioceno, y al haber sido identificados por
primera vez en la India, se les ha dado el nombre del dios indio Rama. El
más antiguo del grupo es el Ranzapithecus de Kenia, que vivió hace unos
14 millones de años (fig. 4.6). Pero al igual que los dryopitecinos, los
FrG. 4.1.-El reloi evolutivo. ra111apitecinos forn1aban un grupo muy variado que sobrevivió durante un
56
Introducción a la antropología general
Los primeros ho1nínidos 57

F1G.4.2.-Aegyptopithecus Zeuxís
[E. L. Sünons].

F1c . ..f.6.-Ra111apithecus. Ma"


xilar inferior con cráneo rc-
constniido.

F1G. 4.3.-Propliopithecus Flaecke!i


[Eric Ddson]. período de tic1npo que co1nprende varios 1nillones de afios. Oscilaban
en tan1aíi.o desde el pequeño l\a112apithecus (de altura inferior a los 90 cen-
tín1etros) hasta el Gigantopithecus, una variedad asiática cuyos tnaxilares,
dientes y cuerpo eran casi dos veces 1nás grandes que los de un gorila
(fig. 4.7). Lo que los ra111apitecinos tienen en co1nún es que todos, proba-
blen1ente) estabai1 adaptados a una vida fuera de los bosques y a comer
alin1entos vegetales duros y menos nutritivos que exigían 1nucha trituración
y molienda antes de poder ser deglutidos. Esto se puede deducir de la
espesa capa de esmalte de sus dientes, del estado de desgaste de los mola-
res y del 1nayor tarnaño de éstos por con1paracíón con los dientes delan-
teros. Co1no estos tasgos ta111bién son distintivos de los ho1nínídos (véase
infra), es probable que lino de los ramapitccinos fuera el antepasado de los
FrG. 4.4.-Aeolopithecus Chirohates
[E. L. Sitnons]. "'ho1nínidos y, posiblc1nente, ta1nbién de los póngidos. Durante cierto tiem-
po1 el pequeño Ranzapithecus fue el candidato 1nejor colocado para este
«honor». Sin e1nbargo) recientes hallazgos han mostrado que el Ra1napithe-
cus tenía un 1naxilar con una fonna de V de1nasiado acusada con10 para
ser considerado el antepasado de los ptinleros ho1nínidos, y así una vez
más queda en el aire la pregunta de cuál de los ra1napítccinos dio lugar)
si es que alguno lo hizo, a la línea que finalinente condujo al I-Ion20 sapiens
(cf. Leakey y Lewin, 1978: 32; Pilbeam, 1978; Zilman y Lowenstein,
1979).

Los homínidos del Plio-Pleistoceno


Frc. 4.5.-Dn,opithecus Fontani
[Eric l)clsonj. Los candidatos más plausibles para el puesto de pdmer homínido de-
finido son los fósiles hallados en Laetolil, Tanzania (M. Leakey y otros,
58
Introducci6n a la antropología general

1976) y Hadar, Etiopía, entre 1972 y 1977. E:gascolecciones compren-


den los restos de un esqueleto .llamado «Lucy» (fig. 4.8), cg111JJ!eto en un
4.0 por 100, y partes de 35 individuos distintos. La antigüedad que se les
calcula oscila entre--~__,_?_ y,._3 ,8 inilloncs de afias, En opinión de l)on Johan-
son y Tim White (1979), estos fósiles representan una única especie de
homínidos para la que han propuesto el nombre de Australopithecus afa-
~·_{!_!J_s_is (p9_~~ ____1_a __ regi_ón de _Afar) en Etiopí11, en la que están ubicados los
yacimientos de Hadar). Según Johanson y White, el Australopithecus
llfarensis fue el antepasado de dos líneas diferentes de homínidos. lJl)a __de
e_s_~-ª-~ Jí_1_1_Cf!S co11_dujo _a_l__ prÍ!ner mie1nbro del género Il anta, a saber, el f1_9_1_17cr
~abilis (véase infra). La otra desembocóen las criaturas extintas llamadas
Au!~ralqp_ithecus afric:anus y Australopithecus robustus. Dentro d_e la lí-
ñCa ·que···condujo al 1-101110 habilis (y, finalinente, al ·Hanzo sapiens), se
h1~-~<;_1~~-<:.f1:~_9_)_ª·--c-~pflcjc1_a_d del cere_bro, los dientes y 1naxilares pe_nnanecieron
p_e_qt_1eños y --~~- ~1aptar()n a una dieta on1nívora, y__ _J~----~onstitución ___física
c_ontí_nuó siendo delgada'. En can1bio, dentto de la línea que condujo a
A. a_/1,/cq_nus y A. robustus) la capacidad del cerebto pennaneció_ e_sta_ciqna-
_ri_~1 "l<;:i~· __ Q_i_i,::nt<::s y n1_axilares se volvieton n1ás grandes y progresivan1ente
n1ás _adaptados para_ inasticar 1naterias vegetales toscas, el cráneo desarro-
lló crestas y protuberancias con10 las del gorila, z_Jª---·S:º-~~-~-ti_t_u_ci_ón_ física --~e
volvió iinpone11te. l .. a__ separación_ d_c:_ Jfl _línea lateral __extinta,._Australopithe-
c:z1§1_____ $_e __produjo _ entie hace 3 y 2,5 tnillone_s de años y la transición del

fIG. 4.8.-«Lucy». Enco1;~~·,1


FIG. 4.7. - Gigantopithecus. do por Don Johanson y l un
Molares (derecha) con1¡x1ra- Whitc en liadar; propuesto
clos con molares de humanos con10 antepasado del lféne~o
modernos. [Musco An1ericano IIonio. [Museo de 1-hstonn
de I-Iistoria Natural.] Natural de Clevcland.]
60
Introducción a la antropología general Los prirneros hmnínidos 61

~:. ___cif1/(q__!1_t1,s_, __ª_l __4_, _ _ _r9hustus


esta l' , / ¡------- hace· unos
·, - 2- n1illones de a1-1os.. La' e· x t.·1ncron
·' j
ee dernas he111bras hun1anas haya reducido la eficiencia de la actual articula-
S' Inea se C011SUl110 1ac~ aptOX1111ada1nente ll11 1nillón de afias. ción de la cadera. A este respecto, los 111o<lernos n1achos bun1anos con aber-
~: 1 e.inba~·go, el esc:~!-1~,rt_() ___:::yolu_t_iy<:J _d_ ~~ J_ohanson y White es discutible turas pélvicas n1ás pequeíías y caderas 1nás estrechas que las he1nbras se
La pt~nci~al intcrprctac1011 altern.ativa de los datos fósiles para ef )CríOd¿ parecen n1ás a los australopitecinos que las 1nodernas hen1bras hun1anas
[ºnjpien~td~ ct~re ¿lace 4 Y 1 trnllón de afias es la defendida por fuchard (Lovejoy, 1974; Lovejoy, Heiple y Bmstein, 1973). Con todo, otras autq-
A ca:~~· ~1un ea/ ey, l?s restos clasificados por Johanson y White co~ 110 ridades insisten en que la postura de los australopitecinos difería de la de
us.1a opttJecus a ·arensts no pertenecen todos al n1isn10 taxón Leakey los hu1nanos (Jenkins, 1972). De todas forn1as, todos los australopitecinos
sosl!enc que al menos dos . b bl , ·
existían ya hace 3 ó 4 '11 y ~10 ~ ~tnent~ tres lineas de ho111ínídos poseían los n1axílares y dientes característicos de los hon1ínidos. Su arcada
la especie H , h b . . nu on~s e anos. !almea Flomo representada por dental era redondeada; sus pequefios caninos sobresalían poco o nada;
d 1.da ya en 'os 1º'''º a l/1s y la !mea del Australopithecus posiblemente divi: sus incisivos eran relativan1ente pequcfios en con1paración con sus pren10-
ia·--.-(:----------ir------ ---·-- -. . ' A · rnb tts ¡ us Y A . a¡r1ccznus.
especies · '
Lcakey considera que
r.::ak~",s,.l 97e;) R~xrnperon du;·ante varios millones de años (\l(la!ker y
antt.guo Y' d
rama.
· xan11ne1nos inas de cerca el «reparto de pa¡)eles» en este

·Los australopitecinos

Ray111S odn;Jf Dart descubrió el primer espécimen de Australopithecus en


Taung, u a nea en 1924 (fig 4 9) !' '] · 1 b · , F1G. 4.10.-I--Iuella del f;rilner hontínulo.
g ~ .· d A '. l . · · . · . ~e e quien o autizo con el no111bre La serie de huellas descubiel'tas en Lac:tolil.
enhe11co e ttstd1a o~tthecus1 que s1gn1fica «siniio del sur». Desde entonces Tanzania, pot Mary Leakey den1uestran la
Se
··Ian . encontra
h od cientos
. de d'ten tes y 1111·¡ es e¡e ¡Tag111entos de cráneos ' existencia de hoinínidos bípedos hace 1nás
max1 ares, uesos e p1er-nas pi 1· ' ' de tres 1nillo11es de años. [UPl.]
dos a los au 1 . . y es, pe vis y otras partes del cuerpo atribui-
Eran primiti~~: }p1te;1~Js. Ab_pedsar de. su. n?n1br:, no se trataba de siinios.
101111 n 1 os 1pe os, n1 s11111os. 111 hu1nanos
II
- asta 11a ; · lares y i11olares. Por otra parte, el volun1en de sus cajas craneanas es infe-
era incomple~: por:º J~: et:!ª Ju~ la l?º:tura bípeda de. los australopitecinos rior a la capacidad hu111ana. Sin e111bargo, el intento de identíficat diferentes
. Y yo11a e os libros de texto af1rn1aban c¡ue «¡1od1'a11 taxones de australopítecínos continúa bajo el signo de la controversia (Wol-
canunar con los pies pei- . . · ; - : '
. . d '¡ ,
1os ana 11s1s e a artic 1 o· ,e1an
, to1pes can11nantes b1pedos» Sin enibai·go poff, 1974b). Pronto se puso de manifiesto que algunos de los australopi-
d, ¡ d h · · ' '
tecinos eran 111ás <~robustos» -1nás grandes y pesados- y otros tnás
P itecinos estab an b"ten uadac1ond apta os
e a ca era an niostrado que los australo-
al biped1· Ad ' ] d ·
en ] t J"d d h 11 smo. emas se 1an escub1erto «gráciles» -1nás pequeííos y ligeros-. Los robustos tenían in1ponentes
a ac ua t a ue as reales de homínidos bípedos (fio 4 10) p d n1axilares y enorn1es die11tcs 111olares, gruesas crestas superciliares, así co1110
que el desarrollo de la salida pélvica (el canal del nacimie~;toi" en .las L:~o~ rebordes y cres'tas óseos destacables a lo largo de· la" parte superior y las
paredes laterales de sus cráneos a los que se fijaban los grandes n1úsculos
n1asticadores; en la variedad grácil los dientes y 1naxilares eran n1ás redu*
cidos 1 y las crestas niás pequeíías o inexisten~es (fig. 4.11). El vohunen
craneano medio de estos últin1os era de 442 c1113 , 111ientras que la media
de los robustos era de 517 cm 3 (Holloway, 197 3 ). (El volumen craneano
del moderno gorila oscila entre 420 y 752 cm 3 , y el de los humanos de
nuestros días entre 1.000 y 2.000 cm3 .) Probablemente, algunos de los
gráciles apenas pesaban 45 libras, en tanto que el peso de cíettos especí-
menes robustos tal vez rebasaba las 150 (Robinson, 1973). Según Henry
McHenry (1974), la altura media de los gráciles de Africa del Sur era de
4 pies 9 pulgadas, la de los robustos de Africa del Sur, 5 pies, y la de
F~?· ~4.9.-A1andi~u!a de nifio de Taiotf,. El los robustos de Africa Oriental, 5 pies 4 pulgadas.
p111ner Australopithecus descubierto. [f<oto de
Alun R. I-I~gl.1es, reproducida con penniso del Es probable que estas diferencias indiquen la presencia de dos especies,
profesor Ph1ll1p V. Tobias.] que han sido denominadas Australopithecus africanus (los gráciles) y Aus-
62 Inttoducción a la antropología general Los prüneros hon1ínidos 63

FrG. 4.11.-Australopitecinos. Los sapiens. Con su andar bípedo, dentición práctica1nen~e hu1nana Y. ;erebro
gráciles (izquierda) tenían maxi- del ta1naño del de los siinios, el Australopithecus afrzcanus cun1pl10 n1ara-
lares, dientes y crestas 1nás pe· villosa1nente los requisitos de un «eslabón perdido» entre sitnios y seres
queños que los robustos (<ll.:!re-
cha). [Izquierda: foto de molde hu1nanos. Pero el veterano cazador de fósiles Louis Leakey se opuso fuer-
de cráneo de australopitecino, cor· te1nente a este punto de vista, arguyendo que no había transcurr~do tie1~­
tesía de la Fundación \Xh.'nJH::r- po suficiente entre los australopit~cinos más recientes/ y la es,pec1e Ilonto
Grcn y con pcnniso de C. K.
Brain, Transvaal Muscum. !)ere· inás antigua que se conoce (es dec1r 1 I--!01110 erectus; vease capitulo 5) para
cha: Hichard Leakey, copyright que los primeros fueran antepasados de la segunda. En 1961, Leakey
Museuin Trustees of Kenya.] descubrió varios frag1nentos craneanos en el estrato I en el fondo del des-
filadero de Olduvai en el norte de Tanzania, que según él pertenecían a
un hon1ínido distint~ y tnás avanzado que cualquier australopítecíno. Final-
tralopithecus robustus. (Algunas autoridades distinguen, ade1nás, distintos
tipos de robustus y en1plean la designación Austratopithecus boisei para 1nente bautizó a este individuo (espécimen OH 7, o sea, I-íon1ínído 7 de
los del Africa oriental, reservando el tér1nino de robustus para las forn1as Olduv'ai) con el nombre de Ilomo habilis (fig. 4.12). Como la antigüedad
n1eridionales.)
liay indicios de que los robustos y los gráciles tal vez vivieran en
estrecha proximidad durante el período con1prendido entre hace 3 y 2 n1i-
llones de años al n1enos en una localidad -a saber, East J..,ake 'furkana,
Kenia (antes Lago Rudolph)- y de que coexistieron en la niís1na región
en otro lugar (Howell y Coppens, 1976). Sin embargo, con el descubri-
miento de los fósiles de Laetolil y Hadar -Australopithecus afarensis-
la teoría de que la forn1a grácil fue el antepasado de la robusta 1 está co-
bl'ando creciente aceptación. «Lucy» (fig. 4.8) sólo n1ide unos 3 pies de
alto y su dentición y otros rasgos se ase1nejan n1ucho al A. africanus. Con
arreglo a este punto de vista 1 el A. africanus fue a su vez el antepasado del
A. robustus, y estas dos especies no se solaparon durante un período de
tie1npo considerable. Su aparente coexistencia durante el período con1-
prendido entre hace 3 y 2 1níllones de años se explica con10 una indicación
del tipo de variabilidad que cabe esperar de un linaje que evoluciona con
gran rapidez.
Indudable1nente, la extinción de la línea de los australopitecinos hace
aproxitnadan1ente un inillón de años estuvo relacionada,> de una fonna
F1G. 4.12.-0I-Il. Hovto habilis,
u otra 1 con el 1nayor éxito del género F-Jon10. El Australopithecus rohustus 1 original del desfiladero de Oldu·
probablen1ente, no era mucho n1ás inteligente que los niodernos chin1pan- vai. [Cannon, Anthro-Photo.]
cés o gorilas. Su hábitat en las sabanas y llanuras coincidía con el de los
priineros n1ie1nbros del género Honio, cuya inteligencia y inodo cultural
de adaptación con1pensaban su constitución física n1cnos ünponente. Cuan~ del estrato I de Olduvai ha sido calculada por el método de desimegrac_ión
do creció la población de los descendientes del Ilomo habilis y se diversi- del potasio-argón (véase el cuadro de la p. 69) en 1)5 nullones de an?s,
ficó su gan1a de actividades, la línea de ho1nínidos con peguefios cerebros esto significaba que ni el Australopzthecus afrtcanus ni el robustus pod1.a~
llegó a su fin. considerarse antepasados del Ilomo, puesto que ellos y el H~mo habdzs
eran contemporáneos. Esta afirn1ación en favor de u~1a tercera ~1;1ea se con-
solidó cuando Richard Leakey (hijo de Mary y Lou:s) descubno los resws
Horno habilis de un cráneo notable111ente avanzado en Turkana oriental, Ken1a, con~c1do
en la actualidad por su número de catálogo: KN/vl 1470 (Museo Nacional
Varias décadas después del descubritniento original de Dart en Taung> de Kenia 1470). Este cráneo tiene o 1,6-1,9 ó 2,5 millones de ant1guedad,
la n1ayor parte de los expertos habían forn1ado la opinión de que los aus- pero su volumen (alrededor de 775 cm3) es considerablemente mayor que
tralopitecinos, en especial la variedad grácil, eran los antepasados del F!onio el de cualquier australopitecino (fig. 4.13).
64 Introducción a la antropología general Los pri1nc:ros hotnínidos 65

Sin embargo, el descubrimiento del grupo de Hadar y Laetolil ha puesto Los útiles y los homínidos del Plio-Pleistoceno
una vez 111ás en tela de juicio la creencia de la familia Leakey de que una
línea diferente de honünidos 1 distinta de la de los australopitecinos, se Las pruebas de la existencia de 2 ó 3 líneas diferentes de hon1ínidos
ren1onta a la época del Plio-Plcístoceno. Con todo, no cabe extraer ningu- que vivieron en la 1nis1na región general durante n1ás de 2 n1illones de ai1,9s
han desbaratado las concepciones ti·a<lícionales sobre las fuerzas respon-
sables de la evolución de .los seres hu1nanos. Durante algún tien1po, d~as
el dcscubrin1iento de los prüneros australopítecinos, estas fuerzas parecían
evidentes. Se pensaba que los hon1ínidos 1nás antiguos eran aniinalcs bípe-
dos, de cerebro pequeño, que habían abandonado la seguridad del bosque
para forrajear, recoger desechos y cazar en las praderas y sabanas. I~stos
ani1nales relativan1ente n1enudos, con sus caninos visible1nentc pequeüos,
se habían adaptado a su hábitat 1nediante útiles y annas fabricados. Dart,
el prin1ero que descubrió los australopitecinos, creía que fabricaban n1ti-
chas clases de instru111entos a partir de huesos, astas y dientes. '!'ras el des-
cubrüniento de útiles líticos n1uy antiguos y sin1ples (111ás de un n1illón de
años de antigüedad) en Olduvai, en J\rgelia y en yacin1ientos de Africa orien-
tal y Sudáfrica la posibilidad de que los australopitecinos fabricaran útiles
pareció ganar terreno. Sin cn1bargo, los restos fósiles de los australopiteci-
nos y los artefactos de piedra nunca aparecieron juntos en un yacin1icn10
concreto. Y los útiles de hueso, asta y dientes de Dart pronto fueron tacha-·
dos por 1nuchas autoridades de restos de alin1entos consu1nidos por carní-
voros en vez de útiles fabricados por hon1ínidos (I3raín, 1978).

FIG. 4.13.-KNM-ER 1470. Este crá-


neo tal vez tenga una antigüedad de
2,5 inillones de años; su vohunen es
superior al de los australopitecinos qut
vivieron durante esta nüsina época.
Vista frontal (arriba); perfil (abajo).
[Richard Beatty. Iv1useu1n Trusle.cs
of Kenya.]

na conclusión segura respecto a qué punto de vista es correcto. Richard


Leakey todavía espera encontrar datos que avalen la existencia de una línea
diferente de homínidos que desemboca en el Hamo habilis hace 5 millones FIG. 4.14.-Choppcr de Olduvai. Uno F1G. 4.15.~Utiles de ()1no. La antigüe-
de años. Y dado el sorprendente éxito de la familia Leakey como cazadores de los útiles básicos presumiblemente dad de estos útiles descubiertos en Omo,
fabricados por el Tlon;o habi!is. [Nicol- Etiopía, tal vez se remonte a tres 1ni-
de fósiles, los puntos de vista de Richard Leakey todavía pueden triunfar. son, Anthro-Photo.] lloncs de años. [1-I. V. lvlcrrick.]
66 Introducción a la antropología general J ,os primeros hoinínidos 67

Finaltnente, en 1959, Louis Leakey descubrió un cráneo de australo- cuando una gaviota abre una concha de alineja dejándola caer sobre una
pitecino robusto en el estrato II de Olduvai, que estaba rodeado de una roca, esta últiina no sería un útil. l)ero cuando un buitre deja caer una
vadedad de choppers (figs. 4.14 y 4.15), raederas, percutores y otros útiles piedra sobre un huevo, la piedra, que ha sido transportada, sf lo es. Aná-
líticos. Esto podría haber den1ostrado de una vez para sie1npre que los loga1nente, un chin1pancé que golpea un fruto contra una piedta no está en1~
australopitecinos eran los fabricantes de los útiles 1n<Ís antiguos si no fue- pléando un útil; pero el que golpea una piedra contra el fruto sí lo .está
ra por el hecho de que tan1bién descubrió, sinniltánea1nente los restos haciendo. Muchos anin1ales son capaces de atrastrar o levantar objetos
del primer Hamo habilis 6 pulgadas por debajo del espécimen 'robustus (y
por tanto inás antiguo que éste). De esto dedujo que el J~Jo1no habilis ha-
t enganchados a enredaderas o cuerdas. Para que estas actividades constitu-
yan uso de útiles, el propio anünal Jebe crear la conexión entre la enre-
bía fabricado los útiles y los había usado para capturar y devorar a los dadera o la cuerda y el objeto (atándolo, envolviéndolo o colgándolo).
australopitecinos. Sin einbargo, pronto se descubrieron en 'furkana Orien- I.Jos enfoques experi1nentales de la conducta 1nuestran que la n1ayor
tal y On10, Etiopía, útiles de piedra cuya antigüedad se ren1ontaba a 2 1ni- p<ll'te de los nian1íferos y las aves son lo bastante «inteligentes» con10 pata
llones de años y que, por ende, eran 111uy anteriores a los de ()Jduvai. Co1no :1prender a fabricar y en1plear útiles sencillos en condiciones de laboratorio.
estos útiles eran un n1illón de afias 111ás antiguos que los I-lonto httbilis de En condiciones naturales de libertad, la capacidad de hacer y usar útiles se
Olduvai, era bastante lógico que se les atribuyese a los australopitecinos, expresa con 1nenos frecuencia debido a que la n1ayot parte de los orga-
cuyos testos tan1bién fueron hallados en Turkana y 01110 en estratos geo- nisn1os pueden arreglárselas con gran eficiencia sin tener que recurrir a
lógicos de una antigüedad con1parable o 111ayor. Pero, una vez n1ás, con el ayudas artificiales. La selección natural les ha adaptado a su hábitat par-
hallazgo de los restos del nuevo I-Jo1no afarensis u Hanzo habilis en I-Iadar ticular dotándoles de partes son1áticas tales co1no hocicos, garras, dientes,
Y Lnetolíl, el status de los australopitecinos con10 fabricantes y usuarios de pezuñas y colinillos. Pero la selección natural ha favorecido en ocasiones
útiles ha vuelto a quedar en entredicho. el uso de útiles con10 n1odo nor111al de existencia 1 incluso entre los insectos.
J_,a opinión de Richard Leakey es que la fabricación y el c1npleo de Por eje1nplo, la avispa Annnophilia urnaria inartillea las paredes de su
útiles fueron telativa111ente -insignificantes para los australopitecinos, pero 1nadriguera con un guijarro que sujeta con sus n1andíbulas. Diversas espe-
iinportantes para el F101110 hahilis. Richard Leakey ha sugerido, ade1nás, cies de aves 111anifiestan, al parecer, una predisposición a servirse de
que el I-Jonio habilis practicaba una «econo1nfa 111ixta» en la que las he111- l1tiles co1110 con1plen1ento de sus picos. Por eje1nplo, los pinzones de las
bras recolectaban los alünentos vegetales y los n1achos cazaban y recogían
c;aJápagos cortan pequeñas ramas, que utilizan para desalojar a ciertos in-
desechos, reuniendo a1nbos sexos su botín _diario en un can1pa111ento base.
sectos de agujeros y hendeduras inaccesibles. Jane Van Lawick-Goodall
En una econon1ía de esta naturaleza los bastones de cavar y los recipientes
( 1968) ha observado cón10 los buitres egipcios ron1pían huevos de avestruz
habrían revestido mayor in1portancia que los útiles líticos. (Desgraciada-
por el sisterna de arrojat sobre ellos piedras que transportaban con sus
1nente, sólo los útiles líticos han sobrevivido a los estragos del tie111po.)
Esta teotía confiere al Hon10 habilis un estilo de vida radicaln1ente distinto picos. El Ptilonorhynchus violaceus (pájaro glorieta) pinta el interior de
del de los australopitecinos. Sin embargo, ahonda el misterio que rodea al su nido con la ayuda de una bolita de corteza sujeta entre las puntas de
desarrollo del bipedismo en los homínidos. Si éste no fue seleccionado por su pico. El en1pleo ocasional de útiles entre los 1namíferos tan1bién está
sus ventajas adaptativas respecto al uso de útiles y a las capacidades de docun1entado: los· elefantes rascan su 101110 con ran1as que sujetan con
transporte de la 1nano, ¿por qué sui-gió? la tron1pa; las nuttias 1narinas parten conchas de inoluscos a fuerza <le
golpearlas contra piedras colocadas sobre su tórax. Es muy probable que
todas las actividades que entrañan uso de útiles entre aves y n1a111íferos
Uso de útiles entre monos y simios contemporáneos dependan del aprendizaje y la socialización. Los pinzones criados en aísla-
1niento, por eje111plo, no adquieren la técnica de usar ra1nitas (Pronko,
Los datos paleontológicos y arqueológicos no den1uestran de forina 1969; Fellers y Fellers, 1976).
concluyente que los hon1fnídos 111ás antiguos usaran útiles. Pero estudios de Aunque los priinates son lo sufíciente111ente inteligentes con10 para
anin1ales actuales respaldan la conclusión de que tanto los australopitecinos fabricar y en1plear útiles, su anaton1ía y 1nodo de existencia norn1al no les
co1no el Honio afarensis (antes llan1ado Australoafarensis) u Ho1110 hahilis inducen a desarrollar extensos repertorios de uso de útiles. Entre los 1110-
fabricaron y usaron útiles. nos y sin1ios la participación de la 1nano en el uso de útiles se ve inhibida
Un útil es un objeto, no una parte del cuerpo del usuario, que éste por la in1portancia de las extre111idades delanteras en la loco1noción. A
sujeta o transporta durante o justan1ente antes de su uso, y que se e1nplea esto se debe, probablen1ente, que la conducta 1nás frecuente de uso de
para alterar Ja forn1a o localización de un segundo objeto con el que ca- útiles entre n1uchas especies diferentes de n1onos y sin1ios consista en repe-
recía de conexión previa (cf. Beck, 1973). Con arreglo a esta definición~ ler a los intrusos con una andanada de nueces, piñas, ratnas) frutos, heces
68 Introducción a la antropología general Los primeros homínidos 69
o piedras. Arrojar tales objetos sólo requiere una pérdida momentánea de con notable precisión. En condiciones semicontroladas, se les ha obser-
la capacidad de correr o trepar si amenaza el peligro. vado manejar largos palos con puntería mortífera. Un investigador (Kort-
El chimpancé es el usuario de útiles más consumado entre los primates landt, 1967) preparó un leopardo disecado cuya cabeza y cola podían mo-
que viven en libertad. Jane Van Lawick-Goodall ha estudiado durante un verse mecánicamente. Colocó al leopardo en un campo abierto habitado
largo período de tiempo la conducta de u na población de chimpancés que por chimpancés, y cuando éstos aparecieron, accionó las partes móvil~s
vivían en libertad en el Parque Nacional de Gombe, Tanzania. Uno de del leopardo. Los chimpancés atacaron al leopardo con gruesos palos, lo
sus descubrimientos más notables fue que los chimpancés «pescaban» hor- hicieron trizas y arrastraron los restos hacia los matorrales.
migas y termitas. La captura de termitas implica, en primer lugar, cortar Se sabe desde hace tiempo que los chimpancés en zoos y laboratorios
una ramita o una enredadera, podarle las hojas o ramas laterales, y des- pronto desarrollan pautas de conducta complejas que comprenden el uso
pués localizar un termitero idóneo. Los termiteros son duros como el-
cemento e impenetrables, salvo por algunas entradas de Ja galería, sólo
ligeramente tapadas. El chimpancé rasca la delgada cubierta e introduce la
METODOS DE DATACION DE FOSILES
rama. Las termitas muerden el extremo y el chimpancé la extrae, lamiendo
las termitas que se han quedado agarradas a ella. Especialmente impresio- Carbono 14 (C 14 ) .-Cierto porcentaje del carbono en el cuerpo de todo orga-
nante es el hecho de que los chimpancés primero preparen la rama y des- nismo se compone del isótopo C1 4 • Este isótopo se desintegra a una velocidad
pués la lleven en sus bocas de termitero en termitero mientras buscan una constante en un isótopo de nitrógeno. Pero la razón entre el C1 4 y el C' 2 se man-
entrada idónea a la galería. La captura de h ormigas constituye una varia- 1iene constante mientras el organismo renueva sus provisiones de C'4 al comer
ción interesante sobre este tema. Los chimpancés de Gombe pescan una y respirar. Sin embargo, cuando muere, la razón entre el C14 y el C' 2 e.mpieza a
espec~..: je hormiga conductora nómada agresiva capaz de infligir una mor- descender a una velocidad constante concretamente se reduce a la mitad cada
dedura dolorosa. Tras dar con el hormiguero subterráneo temporal de es tas 5.730 años. Conociendo la razón ent~e el C'4 y el C' 2 , se puede calcular el año
hormigas, los chimpancés fabrican un útil con u na ramita verde que intro- en que murió el organismo. Este método no es fiable más allá de 70.000 años.
ducen por la entrada del hor miguero. Cientos de feroces h ormigas trepan Potasio-argón (K1º-AR4º).-Durante las erupciones volcánicas se deposita
por ella para repeler al invasor: 11na capa de ceniza que contiene el isótopo de potasio, K40 . Este isótopo se des-
in1egra en el isótopo de argón, AR40, reduciéndose a la mitad cada 1.310 millones
El chimpancé observa su progreso, y cuando las hormigas casi han alcanzado su de años. A los fósifes hallados por debajo o por encima de las capas fechadas
mano, el útil es rápidamente retirado. En una fracción de segundo, la mano de ceniza volcánica se les puede asignar, pues, fechas superiores o inferiores.
opuesta lo recorre con rapidez... cogiendo a las hormigas en una masa revuelta l ~ste método es fiable hasta varios millones de años, pero los fósiles no siempre
l'S l!Ín convenientemente intercalados entre capas de cenizas volcánicas ( Fleming,
entre el pulgar y el índice. Después las introduce en la boca, que las espera ya
abierta, y las mastica ansiosamente (McGrew, 1977: 278). 1977 ).
Datación de huellas de fisión.- El isótopo más abundante de Uranio, lJ238,
También observó que los chimpancés confeccionaban «esponjas» para deja huellas microscópicas · cuando espontáneamente se fisiona en sustancias
absorber agua de un agujero inaccesible en un árbol. Arrancaban un puña- vflreas asociadas a la actividad volcánica. Cuanto más antiguo es el espécimen,
mnyor el número de huell~s. Como el ritmo ?e, fisi~n. es constante, todo ,1<;> que
do de hojas y las introducían en su boca, masticándolas brevemente. Des- hay que conocer es la cantidad de lJ238 que ex1st1a .ongma~me1~te en el especunen.
pués colocaban la masa de hojas en el agua, la dejaban empaparse, lleva- l·:sta se determina mediante técnicas de laboratono que implican un bombardeo
ban las hojas a sus bocas y chupaban el agua. Empleaban una esponja de neutrones. Según la riqueza en U238 del espécimen, este método puede P.ropor-
similar para lavar su piel, eliminar sustancias pegajosas y limpiar el trasero cionar fechas exactas que oscilan entre varios cientos de años y 3.000 millones
de las crías. Asimismo, los chimpancés de Gombe utilizaban palos a modo de años (Macdougall, 1976).
de palancas y útiles de cavar para abrir hormigueros arbóreos y ensanchar Datación geomagnética.- Durante la historia de la Tierra, los polos magn~-
la entrada de colmenas de abejas subterráneas. 1icos han alterado su posición de vez en cuando. Las fechas de estos «aconteci-
Otros observadores han presenciado en otras partes cómo los chimpan- mientos magnéticos» han sido calculadas ~or vari?s métodos de desintegración
cés en sus hábitats nativos muelen o martillean frutos d e piel dura, semillas de isótopos. Los minerales en estratos sed1mentanos responden a campos mag-
y nueces con palos y piedras. En el bosque Budongo, en Uganda, un néticos y apuntan a la posición de los polos magnético~ c~ando se dep<;>sitaron
chimpancé fue observado utilizando una hoja sobre una ramita como espan- y solidificaron. Así contienen un registro de los acontec1m1entos magnet1cos da-
tamoscas (Sugiyama, 1969). 1ndos que ocurrieron durante su formación.
Los chimpancés parecen estar más avanzados que otros primates en lo También se pueden utilizar otros métodos de datación y se están incorpo-
que al uso de armas y proyectiles se refiere. Arrojan piedras, heces y palos rnndo otros l'luevos todos los años.
70 Introducción a la antropología general Los primeros ho1nínidos 71

de útiles. Si se les proporciona una caja a la que puedan subirse, palos 1niteros, es harto improbable que ésta ocurra. El ingrediente ausente es la
que e1npaltnan unos con otros y bananas fuera de su alcance, rápidan1ente inforn1ación sobre captura de tennitas y horn1igas aln1acenada en los cere*
aprenden a en1pujar la caja hasta colocarla bajo las bananas, ensan1blan los bros de los chimpancés adultos. Esta inforn1ación es trans1nitida a las crías
palos, se suben a la caja y derriban las bananas. Asi1nisn10, los chin1pan- por sus 1nadres. Entre los chiinpancés de Gon1be Strea111, las crías sólo
cés cautivos e1nplean espontánean1ente palos para abrir cajas y puertas cinpiezan a capturar tennitas cuando tienen de dieciocho a veinte n1ese~·. Al
cerradas y romper la red sobre sus jaulas. Belle, una hembra de la Delrn principio su conducta es torpe e ineficaz y sólo adquieren destreza cuando
Regional Prin1ate Station, solfa li1npiar Jos dientes de su con1pafi.ero con tienen, aproxitnada1nentc, tres años. Van La\víck-Goodall presenció 1nuchos
un objeto parecido a un lápiz fabricado con una ran1ita (McGre\v v Tutin, casos de criaturas que observaban con atención a los adultos que captura-
1973). . ban tennitas. A 1nenudo, los principiantes recogían los palos abandonados
Los tipos de conducta de uso de útiles que n1anifiestan los prirnates por los adultos e intentaban hacerlo por sí solos. La captura de horn1igas,
cautivos fuera de su hábitat nativo son quizá todavía 1nás significativos con el riesgo de mordeduras, exige un tien1po de aprendizaje n1ás largo. El
que los que 1nuestran norinal1nente en su entorno natural. Para que el chin1pancé diestro inás joven tenía ya cerca de cuatro años (McGre\V,
uso de útiles se convierta en parte integral del repertorio de conducta de 1977: 282). La conclusión de que la captura de horn1igas es un rasgo cul*
un aniinal, debe contribuir a la solución de pi-oblen1as cotidianos que el tural se ve corroborada por el hecho de que los chin1pancés de otros luga-
ani1nal no puede resolver con la 1nisn1a eficiencia si recurre a las partes res no explotan a las hor1nigas conductoras, pese a que la especie se halla
de su propio cuerpo. La facilidad con que los chin1pancés y otros prin1ates n1uy extendida por todo el continente africano. Al n1isn10 tien1po, otros
an1plían su repertorio de uso de útiles fuera de su hábitat nor1nal es, así, grupos de chitnpancés explotan otras especies de horn1igas y en forn1as que
sun1a1nente significativa para evaluar el potencial para el uso de útiles entre difieren de la tradición de Go111be. Así, los chin1pancés de las niontañas
Mahali) 170 k1n al sur de Gon1be, introducen ran1itas y corteza en los
los hon1ínidos del Plio-Plcistoceno. F,s probable que no fuera necesaria una
honnigueros de hormigas arborícolas que los chin1pancés de Go1nbe ig-
reorganización radical del cerebro o un crecin1iento rápido de la inteligencia
noran (Nishida, 1973 ).
para que los ho1nfnidos a1npliasen su conducta de uso de útiles. J_,os austra- J,,,os estudios n1ás extensos sobre la cultura infn1hun1ana se han llevado
lopitecinos no necesitaban ser «Jnás inteligentes» que el chin1pancé ordi- a cabo con n1acacos japoneses. Los prin1atólogos del Instituto de Investi-
nario para en1plear habitualn1ente palos y proyectiles para repeler a los gación de Prilnates de la Universidad de Kyoto han descubierto entte las
depredadores) piedras para aplastar huesos y rasgat pieles, y bastones para n1anadas locales de 1nonos una gran variedad de costu1nbres e institucio-
arrancar rafees y tubérculos. nes basadas en el aprendizaje social. Por eje1nplo, los 1nachos de algunas
1nanadas se turnan en el cuidado de las crías n1ientras sus tnadres con1en.
l~sta vigilancia de las crías es característica sólo de las tnanadas en Taka-
La cultura infrahumana y el problema de las múltiples especies
snki-yan1a y Takahashi. Ta1nbién se han observado otras diferencias cul-
La gran novedad evolutiva que representa la cultura consiste en que las turales. Cuando los 111onos de Takasald~yan1a co1nen el fruto del árbol
«capacidades y hábitos» de los anin1ales portadores de cultura se adquieren 1uuku, o bien tiran el duro hueso de su interior, o bien lo tragan y excre-
por herencia social y no por el proceso 1nás antiguo de la herencia biológica tan en sus heces. Pero los n1onos de Arashi-yan1a ro1npcn el hueso con sus
(véase p. 123). Por «herencia social» se entiende la conforn1ación de la dientes y co1nen la pulpa del interior. Algunas nianadas consun1en 1narisco;
conducta de un ani1nal social de acuerdo con la inforn1ación aln1acenada en otras) no. Ta1nbién se han apreciado diferencias culturales en lo que se
los cerebros de los de1nás 1nien1bros de su sociedad. Tal inforinación no se refiere a las distancias características que los ani1nales inantienen entre sí
aln1acena en los genes del organisn10. (Sin e1nbatgo, hay que subrayar que 1nientras co1nen y en cuanto al orden de línea guardado por n1achos, hen1*
las respuestas culturales que se dan en Ja realidad sien1pre dependen, en bras y jóvenes cuando las manadas se desplazan por el bosque.
parte 1 de capacidades y predisposiciones genétican1ente predetett11ina<las.) Los científicos del Instituto de Investigación de Prín1ates han podido
No parece que haya ninguna específica infonnación genética responsable observar el proceso real por el que se difunden las innovaciones conduc-
de la captura de tern1itas y horn1igas entre los chín1pancés. Para que se tuales de un individuo a otro y pasan a fonnar parte de la cultura de una
produzca esta conducta, las capacidades hereditarias de aprendizaje, niani- 1nanada de un niodo independiente de la trans1nisión genética. Con objeto
pulación de objetos y ali1ncntación 01nnívora deben estar presentes en las de atraer a los monos n1ás cerca de la orilla para poderlos observar con
crías de los chünpancés. Pero estas capacidades y ptedisposíciones biológi- mayor facilidad, se colocaron batatas en la playa. Un día del año 1953, una
cas de carácter general no pueden explicar la captura de tennitas y hortni- hen1bra joven etnpezó a lavar la arena de las batatas, sun1ergiéndolas en
gas. Si sólo disponen1os de grupos de crías de chiinpancés, ra111itas y ter- un pequefio arroyo que corría por la playa. Esta conducta de lavado se
72 Introducción a la antropología general J,os pri1neros hoinínidos 73

difundió por todo el grupo y sustituyó graduahnente el hábito anterior de :1 los inachos de su ptopio grupo co1no para defender al grupo frente a los
frotar. Nueve años más tarde, del 80 al 90 por 100 de los animales lava- peligros externos.
ban sus batatas, unos en el arroyo, otros en el n1ar. Cuando se dise1ninó Así pues, los pequeños caninos de los hon1ínidos del Plio-Pleistoceno
trigo sobre la playa, los n1onos de Koshiina pasaron al principio 1no1nentos 1;¡J vez fonnen parte ele un ca1nbío fun<la111ental en las relaciones sociales
difíciles separando los granos de la arena. Muy pronto, sin e1nbargo, uno entre 1nachos y hen1bras y entre 1nachos y jóvenes. J_,a con1parabilidacl_~de
de ellos inventó un proceso pata separar la arena del trigo) y esta conducta los dientes delantctos de ho1nbres y 1nujeres se integra en la tendericia
fue adoptada por los de1nás. La solución consistió en sun1ergir el trigo en general de los hon1ínidos a no regirse por las expresiones genéticainente
el agua: el trigo flota y la arena cae al fondo (Itani, 1961; Miyadi, 1967; controladas de don1inio y subordinación que son características de nuestros
Itani y Nishimura, 1973). _ p!'in1os los póngidos. A su vez esto iinplica una conducta de n1ayor coope-
r:1ción entre 1nachos y hen1bras hon1ínidos, espccialinente por lo que se
Dada la presencia de culturas rudin1entarias entre monos y sin1ios con-
reíícre a la alin1cntación en con1ún de las crías y jóvenes. Co1no se indicó
ten1poráneos, no hay razón para negar que los australopitecinos bípedos
en el capítulo 3, los seres hun1anos son los únicos pritnates cuyos n1achos
poseyeran repertorios bastante atnplios de respuestas socíal1nente condi- ¡;astan regularn1ente una parte significativa de su energía en obtener ali-
cionadas, incluidos la confección y el uso de útiles. Sin en1bargo, no hay 1ncnfos que son consu1nidos por hen1bras y jóvenes. Los chin1pancés son
razón alguna para suponer que todos los hon1ínidos del Plio-Pleistoceno lns que n1ás se parecen a nosotros. Con10 relata \Tan La\vick-C;oodall) los
dependían por igual del aprendizaje cultural. La dependencia de diferentes t'hiinpancés se piden frecuentc1nente alin1ento unos a otros. Pero el resul-
co1nbinaciones de tradiciones culturales y prograiriación instintiva para la tado es incietto:
fabricación de útiles y las relaciones sociales puede explicar por qué varias
especies de hon1ínidos coexistieron durante el Plio-Pleístoceno. Probable- Un individuo que pide puede estirarse hasta tocar el alin1ento o los labios de su
1ncnte el fl 01no ha bilis dependió de la cultura con10 n1eJio de organizar poseedor, o puede alargar sus Jnanos hacia él (con la paln1a hacia arriba), ctni·
tiendo a veces pequeños ge1nidos ... La respuesta a estos gestos variaba según
su total existencia social n1ás que los den1ás. La dependencia cada vez los individuos afectados y la cantidad de ali1ncnto. A inenudo, el poseedor apar-
n1ayor de la cultura in1plica una dependencia inenor de la prograrnación taba bruscamente el ali1nento del inendígo o le ainenazaba ... Casi sie1npre que
genética. los chilnpancés extendían sus inanos hasta la boca del poseedor, este últi1no
acababa echando un trozo de con1ida seinitnasticada ... (1972: 1979).

Cooperación sexual, reducción de caninos y cultura l.,a práctica humana de co1npartir los ali1nentos tiene evidentes venta-
jas ndaptativas para la supervivencia del grupo en épocas de escasez crítica.
Uno de los aspectos n1ás sorprendentes de la trayectoria evolutiva de L:is hen1bras hu111anas contintían alí111entando a sus hijos 111ucho tien1po
los ho1nínidos es por qué los caninos perdieron práctica1nente toda utilidad después de haber cesado la lactancia. Y en vez de n1onopolizar los recursos
con10 arn1as o con10 elen1entos en el display de an1enaza. Una explicación disponibles los varones continúan aprovisionando a las he111bras y jóvenes
de este fenó1neno postula una especie de atrofia de los dientes delanteros de los que' depende la ~ontinuidad del grupo. ¿Por qué, cabe preguntarse,
con la progresiva dependencia de los hon1ínidos que vivían en el suelo ha de ser este sisten1a tan raro entre los prin1ates? Parte de la respuesta
respecto de útiles y atn1as artificiales. Ahora bien, ¿por qué tuvieron que estriba en que la vida social de la mayoría de las especies de prin1ates se
perder los dientes delanteros su utilidad con10 artnas sünple1ncnte porque hnlla regulada por co111plejas jerarquías de do1ninio, basadas a su vez en
se podía disponer de arn1as cultutales? Si esgrín1ir un palo podía disuadir expresiones genétican1ente deter1ninadas de do1ninio y subordinación. Esas
a los depredadores, esgriniír caninos de una pulgada de largo aun1entaría jcn1rquías 1nantienen el nivel de violencia intragrupal bajo control y facili-
el efecto. Otra posibilidad consiste en que los grandes caninos habrían entor- tan tanto la pauta de forrajear en con1ún con10 la defensa del grupo, pero
pecido la acción rotatoria de triturar y n1oler de los n1olares ho1nínidos. Sin snn incon1patibles con la práctica de con1partir y la cooperación en el apro-
einbargo) esta teoría tan1bién ha sido desacreditada por estudios que inues- visiona111iento, sobre todo cuando escasea el aliinento. Aunque todo grupo
tran có1no Jos babuinos, que disponen de grandes caninos, pueden 1nasticar hu1nano posee pautas de <lon1inio y subordinación, las jerarquías· hu1nanas
de un n1odo bastante eficaz con n1ovi1nientos rotatorios (Jungers, 1978). se basan en factores distintos del ta1naño de nuestros dientes, el peso de
Puede que la reducción del tainaño de los dientes delanteros en los nucsttos cuerpos o la ferocidad de nuestros ceños. Entre la mayor parte
hon1íni<los estuviera relacionada con una reducción general en la diferencia de los primates) los anin1ales 1nás débiles en la escala jerárquica deben ceder
de estatura, peso y fuerza entre 1nachos y hen1bras. Los babuinos 1nachos, el paso a los n1ás fuertes, las crías y los jóvenes a los adultos, las he1nbras a
pal' eje1nplo, pesan el doble que las he1nbras. Ade111ás, los prin1eros utili- los n1achos. De ahí que co1npartír el alitnento (salvo a1nan1antar a las crías)
zan sus caninos tanto para intinüdar a las hen1bras y jóvenes y subordinar sólo ocurra nonnal1nente cuando los animales n1ás débiles se ven forzados
75
74 Introducción a la antropología general Los priincros ho1nínídos

a enttegar su alünento a los n1ás fuertes. La práctica opuesta -esto es) en algún moniento ten1prano de la evolución de la naturaleza hun1a.na, la
cuando el n1ás fuerte da de n1odo regular al n1ás débil- tuvo que entrañar h,tsc genética para ín1c1a1 e inter1u1np1r la conducta ag1es1va, o bien se
un profundo ca1nbio en las glándulas endocrinas y en los circuitos neuronales petdíó totalmente, 0 bien quedó 1cleg~d~ a la insignificancia en compara"
que controlan la agresividad. A su vez esto estuvo, probablen1entc, relacio- ción con los controles socialinente adqu1r1dos. .
nado con la trasferencia del control sobre la agresividad de la conducta No es necesario recordar la ferocidad que a veces exhiben los s_~re_s
genética a la conducta basada en el aprendizaje social en algún n101nento huinanos. en sus co1nbates. Sin einbargo, nada sería n1ás e:1~a~oso que ¡ttr1-
del Plio-Pleistoceno. huir la doininación sexual hu1nana, la agresividad, el ho1n1c1~10 y la guerra
Cabe especular que el H 01110 habilis fue más lejos que los demás en :i
111 ecanistnos instintivos. Por supuesto, la ira que exper11nenta1nos en
la dirección de una reducción del diinorfisn10 sexual y de un control cultu- ciertos tipos de co1nbates es controlada por sistcn;as neurales y horn1o_na-
ral sobre las jerarquías de dominio. Esto habría per1nitido que los n1achos lcs involuntarios sin1ílares a los de todos los inan11.feros. Cuando la testos-
y hcn1bras del }íon10 habilis con1partieran el alimento entre sí y con sus terona (honnona masculina) y la adrenalina. :e hber~n en el cuerpo, e.s
hijos. Cuando los individuos subordinados tienen que entregar su ali1nento probable que se desencadenen pautas de acc1on agre~1va. Pero las .c?nd1-
a los individuos don1inantes, no se 1nolestan en traer algo consigo de sus cioncs que provocan la puesta en 1narcha de ~os inecan1sn1os de a.gres1on <l:
expediciones de recolección. l)ero si esperan recibir tanto como van a dar, nuestro cuerpo no están esttecha1nente relacionadas con un con!unto ~efi­
entonces les resulta ventajoso traer algo para los de1nás. Esta práctica de nido de situaciones sociales. Cuando un a1na de casa nortea~er1can~ sirve
co1npartir tendría un efecto de refuerzo o retroalin1entacíón positiva en el priniero a sus huéspedes en la cena y por últiino a su n1ar1do, a este no
desarrollo de los circuitos neuronales necesarios para adquirir y aln1acenar se le eriza el pelo de la nuca. El cartero qu~ suJ:e por el s~ndero de ::na
infonnación culturalinente significativa. cisa excita de tal 1uodo al perro del prop1etar1<? q_ue en1Ite un ladrido
agresivo, pero los hu1nanos que allí residen .n~, s1qu:era se preocupan .de
levantar los ojos de sus aparatos de telev1s1on. En . algunos contextos
La pérdida de controles instintivos sobre el dominio y la agresión hunH1nos n1írar fija1nente se considera grosero o peltgros_o, pero entre
niflos n1antener la niirada puede convertirse en un jt!ego inocente Y los
La mayoría de los n1an1íferos exhiben de vez en cuando una conducta novios 1nuestran su a1nor n1írándose fijatnente a los OJOS. La consulta ?el
agresiva hacia n1ie1nbros de su propio grupo social o especie. En concre- dentista es un lugar idóneo para co1nprobar el grado en que se han pe1~d1do
to, los prin1ates se entregan a muchas peleas dentro del grupo; pero, en Jos controles innatos sobre la agresividad hun1ana. La gente se s.1enta
condiciones naturales, los encuentros agresivOs dentro de las sociedades de voluntaríainente en el sillón del dentista, abre de par. en par sus 1:1axilares
rnonos y sin1íos rara vez provocan 1nuertes. En la mayor parte de las v no vacila en aguantar dolores atroces, sin dar s1qu1era :in niord1s~.~ a la
ocasiones, las relaciones ordenadas dentro de los grupos de priinates se inano ofensora. Este resultado es posible porque nuestra 1nterpretac1on ?e
mantienen no tanto mediante con1bates reales con10 1nediante displays de si una situación exige la niovilización de los niecanismos corp?1:ales d_e ira
conducta amenazadora. v agresión ha pasado casi totaln1ente bajo el control del cond1c1ona1111ento
En n1uchos pri1nates, los displays agresivos cotnptenden erizar el pelo ~:11ltural. . d · h
en la parte posterior del cuello y brazos (lo cual confiere al atacante una Una prueba nHls de la base no hereditaria de la con ucta agresiva u-
apariencia de ta1naño desco1nunal); n1ostrar los caninos; gritos o gruñidos inana la aporta nuestra capacidad, privativa de los seres hun1~nos1 de n1a·
específicos que indican una preparación para la a1nenaza o el ataque; agitar tarnos unos a otros sin que nuestras víctin1as nos hayan of:n?1do o an1ena·
ran1as, y arrojar hojas, heces u otros objetos contra el anÍinal ofensor. A zado directamente. Los verdugos, generales y ot~·os especialistas en 1nat~r
menudo, la transición de la an1enaza al ataque se pospone con signos instin- seres humanos cuinplen 1nejor sus funciones sociales cuando. matan segu.n
tivos de sun1isión: indicaciones vocales de ten1or y sun1isión, huida, desviar ~ 111 plan que cuando lo hacen en respuesta ~ en1ociones atávicas. La. rabia
la n1irada y presentar la gtupa con10 en la relación sexual. Si estas señales «instintiva)> y ciega es totalniente inco1npauble coi: la n1atanza 1na~1va dl
resultan insuficientes para ünpedir la agresión, de todas for1nas el atacante la guerra moderna. Un fusilero que tien1bla de calera no acerra::_a en e
rara vez acosa al anÍ!nal 1nás débil hasta el punto de incapacitarlo o n1a- hlanco; y son ordenadores, no la adrenalina, l_os que da~1 la senal pa.ra
tar!o. Como ha sugerido Konrad Lorenz (1966), este tipo de agresión tuvo el lanzainiento de n1isiles. No se puede recurrir a .los d1splays de ag1e-
un alto valor de supervivencia para el grupo: una vez establecido el sión y las pautas de ataque de los pri1nates para explicar la conduct~ d~ las
orden de don1inio las peleas intragrupales y el nún1ero de individuos
1 tripulaciones de los bornbarderos, que nunca ven a la g;n~e que an1qu~lan.
n1uertos o heridos se reducen al n1ínín10. La clave de este resultado con- Una consecuencia distíntiva1nentc humana de la per~1da de cont1oles
siste en que la ira agresiva se desconecta 1nedíante circuitos neuronales inna" genéticos sobre la agresividad es la incapacidad <l.e. ~a víct1n1a hu1nana. p~ra
tos cuando la víctima 1nuestra signos de sun1isión o lesión. Es evidente que influir sobre el agresor niostrando signos de su1n1s1on. Los 1nonos y s11111os
76
Introducción a la antropología general
Los primeros homínidos 77
responden automáticamente a 1 - l d d
cuando. un a~imal subordinado ~ss ~::n:szad~ p~:·o~:r; d~~~~~~~;i:~t~, Y El lugar lógico donde buscar pruebas que avalen el papel de la caza
~ohra, Echsttlla, g11i;lote.a, presenta la grupa o camina de espaldas hacia' el ag;:~ como fuente principal de subsistencia entre los homínidos del Plio-Pleisto-
· e no so o Interrumpe el at · · ceno está en sus bocas. Los mamíferos que consumen grandes cantidades
abrazar al animal subordinado E aque, sd1.n ? que me1uso puede acariciar o de carne como parte de su adaptación evolutiva básica poseen una estruc-
herido o a d . ·. n con rc1ones naturales, si un primate
Y matado 1Ae~aza o mtendta huir, es harto infrecuente que sea perseguido tura dental inequívoca : grandes caninos para perforar y desgarrar; prertio-
. , . . s1 pues, cuan o echamos la culpa del asesinato 1 lares desarrollados en forma de hojas largas y estrechas para cortai~, y
~~~Ull~i~~natohu~~~~s;v~t;t:s~~;dº: l~esvi~·tuan~o asre~to fund:m:n~ar<l:ª
el 1:
molares pequeños y estrechos. El examen de cualquier gato doméstico sólo
revelará url molar pequeño en cada cuadrante. Nada podía ser más inade-
simios no conocen nada parecido a );rs~:~.~~va evo .ut1va. ~os monos Y los cuado a las necesidades de un «simio matador» que el conjunto de 12 im-
su conducta agresiva es instintiva ,., ~l pr bloderna ~rec1samente porque-- ponentes «muelas» planas con altas coronas qoe poseen los Homo habilis,
capacidad de herir . o ema consiste en que nuestra
sólo puede ser cone!ra~a~rd al haberd rebasafo los controles instintivos,
los australopitecinos y, en menor grado, el Homo sapiens. Estos son clara-
mente los rasgos dentales de un animal con afinidades herbívoras más que
el. que los descendientes dels~~~~a habi~i~ :e c~!u~a. y a est.d se debel carnívoras.
animal más peligroso del mundo (Givens, 1975). Y n convert1 o en e Por lo demás, los estudios sobre los modernos pueblos cazadores tam-
bién ponen en duda la teoría de que la caza fuera la principal fuerza rectora
de la evolución de los primeros homínidos . Con la excepción de los esqui-
La caza y los homínidos del Plio-Pleistoceno males y otros pueblos árticos, los «cazadores» contemporáneos son cazado-
res-recolectores (en realidad, se debería decir «recolectores-cazadores»), y la
G . El. drabaturfo Robert Ardrey ha escrito un best seller titulado A/rica cantidad más importante de las calorías alimen ticias, así como la mayor par-
enes~s ~o re e t~ma de que los australopitecinos, a diferencia de todos le de las proteínas, consumidas por estas poblaciones provienen de la reco-
1
S~s ú~s1A10S~ anteriores, eran matadores armados con armas mortíferas. lección de raíces, fibras, semillas, frutos, nueces, larvas de insectos, ranas,
co~ ~ tey, (somos un «d7predador cuyo instinto natural es matar lagartos e insectos (véase capítulo 11) . Sobre la base de analogías con lo
un arma» 196 1: 316). Sm embargo, hay que señalar que el énfasis que realmente se sabe sobre el estilo de vida de los cazadores-recolectores
en la caza entre los australopitecinos 0 los H omo h b·t· contemporáneos,. es probable que la expansión más antigua de la tecnología
rod · . . a z zs no tuvo por qué
P uc1r necesariamente una naturaleza más feroz 0 sedienta de cultural de los homínidos implicara perfeccionamientos en artículos tales
la de los si ·
. m1?~ Y monos contemporáneos, la mayor parte de sangre que
los cuales como recipientes (¿bolsas de piel?) e instrumentos de excavar en vez de
bd?ptan sm d1fic~ltad dietas cárnicas. Los chimpancés, así como los ba- armas de caza. No es inconcebible que los instrumentos líticos más antiguos
umos Y otros primates, atacan y comen de vez en cuando e ueños ani- se emplearan para fabricar plantadores : ramas afiladas en un extremo para
~ales te-~:restres (Hami~t?n y Busse, 1978; McGrew y otros, f9f9).
Duran- extraer tubérculos y raíces silvestres. Al carecer de garras para excavar u
hocicos para hurgar, lqs homínidos del Plio-Pleistoceno no podían haber
b un ano, de observac~on cerca de Gelgil, Kenia, Robert Harding (197 5)
explotado esta valiosa fuente alimentaria sin útiles. Por desgracia, no es
~ servó co~o los babu111os mataron y devoraron 47 pequeños vertebrados probable que encontremos instrumentos de excavar y recipien tes que se
u. presa mas común eran las crías de gacelas y antílopes. Se sabe que e~ remon ten a las épocas del Plioceno y el Pleistoceno, puesto que la madera
d~~~~~~valo de una d~cada, .los chimpancés del Parque Nacional de Go:nbe
9
on 5 pequenos animales, en su mayor parte crías de babuinos
y la piel son perecederas. Asimismo, los australopitecinos o el Homo habilis
pudieron haber fabricado otros instrumentos de madera, tales como palos,
m?nos Y ,cerdos. salvajes (Teleki, 1973). También se ha observado a lo~ lanzas y palancas, que no han dejado huella en el registro fósil o arqueo-
chimpances ~bmiendo carne Y cazando animales terrestres en hábitats bos- lógico.
coso~ .Y semi osc?sos ~Suzuki,, 1975) . P or tanto, es casi seguro que los Actualmente, los indicios más completos concernien tes al consumo de
hf~midos del Pho-Ple1stoceno eran hasta cierto punto «cazadores». Pero carne por los homínidos del Plio-Pleistoceno provienen del estrato I de
f ~ ,cande Y la naturaleza de esta caza, así como su significado para la evo- Olduvai y de T urkana oriental. Los huesos de animales hallados en asocia-
d
~1c10?d e 1ª cultura, son problemas que, en gran medida aún están por
I uc1 ar. '
ción con ú tiles líticos dejan fuera de toda duda que algunos o todos los
homínidos más antiguos comían carne. Sin embargo, la mayor parte de los
huesos proceden de antílopes y cerdos de tamaño mediano, aunque tam-
(Y. *G~:iaTI~~~~~).de primates se atacan y matan entre sí bajo condiciones de stress bién aparecen algunos grandes animales, como jirafas, búfalos o paqui-
dermos. Nadie sabe si los fabricantes de útiles mataron a todos o algunos
de estos animales. Si efectivamente lo hicieron , se desconoce el modo en
78
Inttoducción a la antropología general l ,\\s pri1ncros ho1nínidos 79

que lo llevaron a cabo. Ninguno de los útiles son annas de caza. No hay
puntas de flecha. La interpretación 1nás plausible de los inás antiguos
yaciinientos-n1atadero en los que aparece caza inayor consiste en que los
hon1ínidos del Plio-Pleistoceno devoraban los restos de reses n1uertas aban-
H~d3r •.
donadas en sus cacerías por carnívoros o que atacaban a anünales viejos Tcndaho

o moribundos que habían quedado atrapados en el lodo (Isaac, 1~78).


George Sballer y Gordon Lowther (1969) descubrieron que, caminando
por la llanura de Serengeti, podían recoger 1nás de 500 kg de carne por

-~
se1nana de anÍinales enfern1os o reses n1uertas abandonadas en las cacerías
de leones. SUDAN
'• "º" "'"',..__,---
El indicio de caza n1ás fiable es la presencia de artefactos líticos junto a 8 $)} ~O!l /
•.· <::'l
<
gran nútnero de huesos de una o dos especies. Tales yacirnientos se pueden 1 • sn ¿ tTIOPIA

interpretar co1no prueba de antiguos ojeos o estan1pidas en las que los Murs•
formacion de/ ./ 0t;;' ~
Shungtor3 lJ
anin1ales quedaban atrapados en el fango o en callejones sin salida, circuns-

~
·1
tancia que los cazadores podían aprovechar para 1natarlos a palos o con Mursi
SUDAN
lanzas. Los yacin1íentos 1nás antiguos con estas características son el estra-
to JI de Olduvai, Olorgesailie (Kenia), y Torralba y Ambrona (Espafia). •
Sin en1bargo, todos estos yacin1ientos datan del .Pleistoceno Medio -es lleret'
decir, de hace unos 1 15 1nillones de afias o incluso inás recientes-, y por
tanto no aportan pruebas de caza durante los nüllones de años de evolución lago TurkJnJ EsU:
Koobi fora
hon1ínida en las épocas del Plio-Pleistoceno. Ade1nás 1 la interpretación de
estos yacin1ientos con10 escenas de estan1pidas provocadas o de capturas en
tran1pas no es del todo segura puesto que la acun1ulación de huesos en un
terreno pantanoso o una ciénaga podría representar un bajo nivel de dc-
ptedación durante décadas o siglos. A este respecto, es iinpoi-tante ser1alar
que 1nuchos antiguos yacin1ientos de útiles presentan pocos huesos de
anin1ales y que algunos carecen por co1npleto de ellos. Así pues, los casos
/~;· . '-· ()~~°'"' '"'"
de Olorgesailie y Olduvai tal vez no aporten sino indicios de una actividad
KENIA
cinegética esporádica e intern1itente, dependiente de la conjunción fortuita ~.,
de cazadores 1 anitnales y tra1npas naturales. En general 1 dado el carácter UGANDA

telativan1ente duradeto de los restos óseos y la caducidad de los alitnentos


vegetales, el registro arqueológico tiende a exagerar el consu1no de carne.
Gilynn Isaac ( 1971: 294) concluye que da caza rara o ninguna vez ha sido
el sostén en sentido exclusivo de la vida de los homínidos»:
1 Ruslnga
El registro a1·queológico, tal con10 es, parece encajar mejor con n1odclos de la
evolución hu1nana que acentúan las pautas de subsistencia de especcro a1nplio ~ /.ago VócroriJ

en vez de las que i111plican una depredación intensiva y voraz.

Aunque en todas las 1nodernas sociedades de cazadores y recolectores


'J: t1·
los hon1bres se especializan en la caza y las n1ujeres en la recolección, no
podemos concluir que éste fuera el caso entre los homínidos del Plio-Plcis-
l~·
Olduvai •
toceno. En la n1cdida en que el Hanzo habilis practicó una caza lin1itada 1 TANZANIA • Lactolil
tanto los varones co1no las he1nbras pudieron haber participado en ella. Y ~

no hay razón alguna para suponer que las hembras del Hamo habilis no
recogietan desechos con la 1nis1na eficacia que los n1achos. El requisito fun-
so
Millas
100
"" ¿J o ~o
Millas
81
80 Introducción a Ja antropología general Los primeros homínidos

damental para alcanzar el status de homínido avanzado no fue la división culturales, con la consiguiente disminución de la .~epende~ci.a de pau~as
sexual del trabajo entre machos cazadores y hembras recolectoras, sino genéticamente programadas o instintivas de agres1on, domm10 y relacio-
la reunión en común de los alimemos para las comidas. Todos los demás nes sociales. .
primates consumen sus alimentos en el momento mismo de su recolección. Asimismo, las comparaciones con modernos grupos humanos y pnm~~
Los homínidos, en cambio, posponen su consumo y llevan una variedad tes, nos permiten suponer que la mayor dependencia de 1~ cultura. se orir
de alimentos al campamento. En tiempos de escasez crítica, este sistema ginó ante todo en las ventajas que aportan el compartir los al un entd's
posee ciertas ventajas sobre el de consumo inmediato. Pero para que fun- entr~ varones y hembras y el aprovisionamie~to en ,c~mún ~e ~iños por lo~
cione con eficacia la práctica de posponer la gratificación y compartir los adultos de ambos sexos. Nada hay en el registro fosil que indique que set
alimentos, es necesario que el grupo dependa fuertemente de tradiciones un «simio matador» sea algo propio de la naturaleza humana: Antes bie~,
culturales que regulen y coordinen numerosos aspectos de la vida social. - el rasgo definitorio de nuestra n~turaleza es q~e so?1os e~ animal que mas
depende de tradiciones sociales para su supervivencia y bienestar.

Resumen

Este capítulo trata de la evolución de los hominoides y los homínidos


desde la época del Oligoceno (hace unos 35-25 millones de años) hasta la
del Plio-Pleistoceno (entre hace unos 5 y 1,5 millones de años). Aunque
los primeros «simios» y monos del Viejo Mundo aparecieron durante el
Oligoceno y tal vez en el Eoceno, no es posible identificar un linaje de
homínidos hasta mucho más tarde. A finales del Mioceno y principios del
P lioceno (entre hace unos 12 y 8 millones de años), había dos grandes gru-
pos de hominoides: los dryopitecinos, adaptados a hábitats boscosos, y los
ramapitecinos, adaptados a hábitats de campo abierto. Estos últimos pre-
sentan varios rasgos homínidos y sobrevivieron hasta el Plioceno (entre
hace 12 y 3 millones de años). Sin embargo, todavía no se conoce la
relación entre los hominoides del Mioceno y los primeros póngidos y
homínidos.
Los primeros homínidos definidos han sido descubiertos en Laetolil
(Tanzania) y Hadar (Etiopía). Se ha propuesto el nombre de Australopi-
thecus afarensis para este grupo, que algunos expertos consideran el ante-
pasado de todos los homínidos posteriores, incluidos el Homo habilis y los
australopitecinos. Otros expertos sostienen que los fósiles del A. afarensis
no incluyen un solo taxón y que los antepasados del Homo habilis y de
los australopitecinos ya se habían separado hace más de 4 millones de
años.
Todos estos homínidos eran totalmente bípedos, vivían en hábitats de
sabana y eran, primordialmente, vegetarianos dotados de grandes molares.
Sobre la base de analogías con el uso de útiles entre los monos y simios
contemporáneos, es probable que tanto los australopitecinos como el Homo
h.abilis fabricaran y utilizaran algunos tipos de útiles, aunque no necesa-
riamente los útiles líticos hallados en los yacimientos de mayor antigüedad.
A partir de analogías con los primates modernos, cabe inferir también que
tanto los australopitecinos como el Homo habilis disponían de tradiciones
sociales o culturas. Sin embargo, el Homo habilis, con el gran desarrollo
de su capacidad craneana, probablemente había avanzado más que los otros
homínidos hacia modos de subsistencia y de vida social basados en pautas

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