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1(crcncia, cultura y libertad .

52,
Capítulo 26
de las razas eran drásticamente diferentes. Una opinión típica de uno de los
HERENCIA, CULTURA Y LIBERTAD ricntíficos más eruditos del siglo xrx, Thomas H. Huxley, es la siguiente:

Puede ser verdad que algunos negros son mejores que algunos blancos; pero
ningún hombre racional, conocedor de los hechos, cree que el negro medio es
igual, y mucho menos superior, al hombre blanco medio (citado en Birch, 1968:
50-51).

El racismo de H uxley se basaba, en gran parte, en el hecho de que en


1•1 siglo XIX los europeos habían logrado dominar, por la fuerza de las ar-
111ns, el engaño y el comercio, a casi toda la especie humana. La aparente
1nc:1pacidad de los asiáticos, africanos y americanos nativos de oponerse a
In invasión de ejércitos, hombres de negocios, misioneros y administrado-
ll'S europeos se interpretaba como una prueba viva de la superioridad
liinlógica europea.
La explicación racial de la dominación política europea era u na excusa
11111·:1 el colonialismo europeo y la explotación y esclavizamiento de pueblos
l11rnpaces de defenderse contra la avanzada tecnología bélica europea. Hoy
1•11 día, pocos científicos informados atribuirían la temporal superioridad
lt't'nológica de Europa y Norteamérica a factores raciales. Como han puesto
Este ca ítulo aborda los enfoques determ~nistas gen,éticos. Analiza. la historia ill· man ifiesto los capítulos consagrados a la arqueología y la prehistoria,
y situaf¡ón actual de la raciología científica y evalua el s.tatusb •lt~ual fe ~os tests l'.11ropa no ha dispuesto siempre de la tecnología más avanzada. En diversos
de inteligencia como medidas de la influencia ?e la herenc1~ s~ re ,ª cu tura. 1·,1nclios de la evolución de la cultura, han sido pueblos no europeos, de
También se revisa y evalúa la posición genetic1~~a de la soc1o~!ologia. ANin o Africa, los que han llevado la delantera. Además, con la desmembra-
El capítulo y el libro con~luyen c~n ~n.a disc;us1on de la relac1on entre t li'm de los grandes imperios coloniales, sería extremadamente temerario
determinismo cultural y libertad md1v1dual. p 11rn las naciones industriales avanzadas imaginar que su herencia racial va
11 protegerlas del creciente poder económico y político del Tercer Mundo.
El desarrollo económico del Japón, versión asiática del de Gran Bretaña
La raciología científica \' Alemania, descarta la posibilidad de que el logro de una tecnología avan-
· · , adoptada en este libro es la de que las causas de las seme- 11dn sea atribuible a genes más comunes en u nas razas que en o tras. E l
L a posJC1on d 1 1 1 ' e biológi ¡i1 oh lema con la interpretación racial de la historia y la evolución cultural
janzas y diferencias socioculturales son de ín o e cu tura ml as q~ ºbl - 11111siste en que no puede explicar las vicisitudes de las diferentes regiones
H mos visto que se pueden construir teorías cultura es ? aus1 es Y v rnzas salvo añadiendo y . sustrayendo genes hipoté ticos.
~:·rific:bles para explicar muchos aspectos repet.itiv.os y va riables d;. la Por poner otro ejemplo, durante el siglo XIX los británicos pensaban
·d ocial humana. Estas teorías rara vez han atribu ido de modo explicito q1 l l ' los irlandeses eran una «raza» inferior. Para explicar el éxito económi-
~~ ªg;ado importante de causación a factores genéticos . Ha llegado la oca- 111 de los irlandeses en el Nuevo Mundo, u n racista tend ría que suponer que
sión de examinar los méritos de estrategias alternativas q ue subrayan la 11~ genes habían cambiado súbitamente o que los de los emigrantes tenían
importancia de los factores genéticos. . .d . il¡.¡o de especial. Semejantes explicaciones son poco deseables, desde un
E n el siglo XIX, casi todos los occidentales cultos eran f1.r~es paru. anos p1111to de vista cien tífico, porque dependen de la aparición y desaparición
de las doctrinas de la raciología científica. Creían que los asiat1cos~ africanos 111• genes para el éxito económico que nadie ha logrado identificar y que
y americanos nativos sólo podían alcanzar la ~ivi.liz~ción industna,1 lent.a e 1.11 vez ni siquiera existan. Las explicaciones culturales de las vicisitudes
imperfecta mente. Los científicos del siglo XI X ms1stian e n que teman pr ~e­ il1• lns diferentes poblaciones humanas son científicamente preferibles, por-
bas científicas de la superioridad intelectual de los blancos Y qhe un ~~ 1 d .¡111• dependen de factores tales como la pluviosidad , las condiciones del
mo biológico insuperable separaba a éstos del resto de la. uma?1 a llt'lo y la densidad demográfica, factores mucho más concretos que los
(Haller, 1971 ). Admitían la posibilidad de algún que otr~ «gemo» afr!ca~o, 111'lll'S hipotéticos para el ingenio tecnológico y el éxito económico. Adviér-
asiático 0 americano nativo; pero aducían que las capacidades hereditarias 1 m· que la explicación del ascenso del Japón al rango de gran potencia in-
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llcrencia, cultura y libertad 527
Introducción a la antropología general
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, .La evidencia. de aculturació~ y difusi.ón en todos los continentes y
dustrial, ofrecida en el capítulo 19, se tornaría innecesariamente complica- entre t.odas las g~~ndes razas y m1cropoblac1ones reproductoras prueban que
da, y por ende poco deseable desde un punto de vista científico, si además cualquier poblac10.n humana pue?~ adqui.rir el grueso del repertorio de res-
de los factores culturales y ecológicos analizados, hubiéramos de postular puest,as ?ecua.lqu1er otra poblac1on mediante procesos de aprend izaje y sin
la repentina aparición de genes japoneses para los transistores o las acerías . el mas ligero intercambio o mutación de sus genes. '

El nuevo racismo científico: la inteligencia


Etnografía y genes
_Durante e.l siglo xx, la pregunta de si hay pueblos biolóoicamente «SU-
O bjeciones similares se pueden formular al in ten to d e dar explica~ciones penores» e «mferio res» ha venido a basarse en la mediciónº de d iferencias
genéticas a rasgos como la matrilinealidad, la patrilinealidad , los grupos de rnda vez más su tiles en los logros culturales. Así los Thomas H H 1,
filiación cognaticia, las fa mil.ias nucleares y polígamas, las terminologías de de
. nuestr·os d'ias no t1en;n
· ·
.mco.nveniente en admi tir' que las razas se· solapan
u x ey
parentesco. la reciprocidad , la redistribución, el feudalismo, el despotismo lll cuanto a sus caractensucas mtelectuales y emocionales. Pero el aroumen-
oriental, el canibalismo azteca y todos los demás rasgos culturales discuti- IO ha pasado a ~entrarse en la cuestión de si la varianza (la desviaciÓn res-
dos en este libro. Los hechos establecidos respecto a los procesos de encul- pecto de. la media) se puede ex~li~ar P.Or factores culturales y ambien tales.
t uración y difusión con tradicen el supuesto de que hay genes para cad a uno La d isputa entre los deterministas raciales y los deterministas cultura-
de estos rasgos. Sabemos que los niños adoptados que se crían en culturas 1l,'S Y amb~en.ta~es se centra cada vez más en la medición de la in teligencia
diferentes de las de sus padres adquieren la cultura de los padres adoptivos. hn un pnnc1p10,.. la inteligencia se consideró como una esencia o carácte~
Y sabemos también que los rasgos originados en una cultura se pueden 1 ~>m~leta?1ente fi¡o que no podía verse afectado por la cultura y la expe-
difundir a las culturas de todo el mundo con demasiada rapidez para que se 11~·nc1a vital de ~n ~~dividuo. ~~rl Pearson, una de las figuras más influ-
produzca un cambio genético. Los niños criados separados de sus padres yt 11 1.es. ,en la aplicac1on de med1c10nes estadísticas a la variación biológica
adquieren la cultura de la gente entre la que se crían. Los hijos de blancos t•scnb10 en 1924: '
americanos de habla inglesa criados en hogares chinos crecen hablando un
chino perfecto; manejan sus palillos con precisión, y no experimentan nin- la m~nte de un homb~e es, en su. mayor pa~te, un producto congénito y los
gún impulso de comer en MacDonalds.. H ijos de chinos cria~os en ho~ares fac~o~ es quela determman son raciales y fam iliares; no se trata de una carac-
tcrJstlC~ mutable capaz de ser moldeada por el méd ico, el maestro, los padres 0
blancos estadounidenses hablan el inglés de sus padres adoptivos, son inep- el ambiente del hogar (Pearson citado en H irsch, 1970: 92).
tos en el uso de palillos, y no experimentan ningún anhelo incontrolable
de comer sopa de nido de golondrina o pa to a la pequinesa . Por lo demás, . ~e id~aron. diferentes tests par~ medir es te ingrediente fijo. La mayoría
las más diversas poblaciones han demostrado repetidas veces su capacidad d1 ellos, mclu1do el. tes t tan ampliamente usado del C.I. (cociente in telec-
de adquirir todos los aspectos imaginables del inventario cultural del mun- 111111) ele Stan~or~-~met? presentan en diferentes combinaciones tareas que
do. Los americanos nativos del Brasil incorporan complejos ritmos africanos 111mprenden. s~gm~~cados de palabras, relaciones verbales, razonamiento arit-
a sus celebraciones religiosas; los negros americanos que asisten a los con- 1111·11c,o! clas1f1cac1011 Je formas, relaciones espaciales y otros elementos
servatorios apropiados se convierten en estrellas en la ópera europea clási- 1111boli~os abstractos (Thorndike, 1968: 424). Como estas tareas son simila-
ca . Los jud íos criados en Alemania prefieren la ·cocina alemana; los criados 11•, al upo de tareas por las que se evalúa el rendimiento académico oene-
en el Yemen prefieren los platos del Oriente Medio. Bajo la influencia de mi- 1ti, los tests de inteligencia son buenos predictores del éxito académic~.
sioneros cristianos fundamentalistas, los pueblos sexualmen te desinhibido~
Je la Polinesia empezaron a vestir a sus mujeres con largas faldas y a segui1 1 us primeros tests de inteligencia
reglas de estricta castidad p remarital. Los australianos nativos criados en La era de la aplicación de tests de inteligencia en gran escala se inició
Sidney no muestran inclinación algu na a cazar canguros o mutilar sus geni- 11111 la ~ntrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Para
tales; no experimentan deseos incontrolables de cantar sobre los w itchet tys .11tl'~·rnmar sus destinos militares, se apl icaron los llamados tests alfa y beta
y los antepasados emús . Los indios mohawk del estado de Nueva York d ie- 1 1111llares ele reclutas. Después de la guerra, los psicólogos ordenaron los
ron en especializarse en el ramo de la construcción y ayudaron a levantar 11 ~111taJos de acuerdo con la raza y hallaron las esperad as correlaciones
las estructuras de acero de los rascacielos . Mientras caminaban sobre 11111 l' ~1egros y puntuaciones bajas, concluyendo que se había demostrado
estrechas vigas a una altura de 80 pisos sobre el nivel de la calle, no experi- 11 111ff1camente la innata inferioridad in telectual de los negros (Yer kes
mentaban ningún impulso de construir tiendas de campaña en vez de edi- l'UI). '
ficios de oficinas.
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Los tests del ejército se puntuaron según grados designados con las Cuando se compararon blancos de Alabama que no sabían leer ni escri-
letras A, B, C, D, E . La distribución porcentual de los 93.073 blancos y los bir con negros de Nueva York que tampoco sabían leer ni escribir, se in-
18.891 negros con respecto al grado medio (C) fue la siguiente: virtió la relación de «superioridad» e «inferioridad»:

Por debajo de C e Por encima de C Por debajo de C e Por encima de C

blancos 24 64 12 negrns de Nueva York 72 28 o


negros 79 20 1 blancos de Alabama 80 20 o

Estos resultados sirvieron para justificar el manterum1ento del status Algunos de los racistas científicos propusieron que la diferencia entre
social inferior de los negros dentro y fuera del ejército. Sin embargo, análisis los negros de Nueva York y los del sur se podía explicar genéticamente.
posteriores mostraron que las puntuaciones no servían para medir los fac- Sugirieron que fueron los negros más inteligentes los que habían emigrado
tores genéticos que determinaban la inteligencia (Bagley, 1924). No servían al norte. En contra de esta sugerencia, Otto Klineberg (1935, 1944), psicó-
porque los tests no habían distinguido entre los supuestos efectos heredi- logo social de formación antropológica, estudió la relación entre el período
tarios y los efectos, igualmente plausibles, de factores culturales y no gené- de tiempo que los emigrantes negros del sur habían vivido en el norte y
ticos. La fuerza de estos factores no genéticos se puso de manifiesto cuando sus C.I. Klineberg halló que las puntuaciones de muchachas negras de
se compararon las puntuaciones de negros de cinco estados del norte ~on doce años nacidas en el sur mejoraban en proporción al número de años
las puntuaciones de negros de cuatro estados del sur: transcurridos desde que lo abandonaron:
- -- - -- - · - --·- -- - -- --
Por debajo de C e Por encima de C Años en la ciudad C. I. medio
de Nueva York
negros del norte 46 51 3
1-2 72
negros del sur 86 14 o
3-4 76
5-6 84
La explicación más plausible de la superioridad en los resultados de
los negros del norte sobre los del sur es que los primeros habían estado 7-9 92
expuestos a condiciones culturales y ambientales favorables a la obtención Nacidos en Nueva York 92
de puntuaciones más altas en los tests. Entre estas condiciones, figurarían
la calidad y años de estudios, la experiencia con situaciones de tests, la dieta
y las condiciones de vida en el hogar y en el vecindario. Posteriores inten-
tos de interpretar los resultados de los tests en términos de posibles efectos Tests recientes de inteligencia
no genéticos pusieron de relieve que las diferencias entre las razas desapa-
recían cuando la comparación se restringía ,a negros de Nueva York que Como indicaban los datos de Klineberg, el cambio de residencia elevó
sabían leer y escribir y blancos de Alabama que también sabían leer y el C.I. de las muchachas negras del sur hasta el nivel de los negros del norte
escribir: en un período de siete a nueve años. Por primera vez, todos los interesad.os
admitían libremente que la experiencia vital podía influir en las puntuacio-
nes del C.I. Evidentemente, la diferencia entre las puntuaciones de blancos
Por debajo de C e Por encima de C
y negros en el C.I. podía reducirse, pero ¿ser~a posible suprimirla?, ~os
C.I. de los inmigrantes del sur habían llegado simplemente hasta ~l, limite
blancos de Alabama 19 72 9 de la puntuación media de los negros del norte, pero esta puntuaoon per-
negros de Nueva York 21 72 7 manecía unos 10 puntos por debajo de la media del C.I. de los blancos .del
norte. Esta diferencia entre los C.I . de negros y blancos del norte persiste
530 Introducción a la antropología general
H erencia, cultura y libertad 'i 11
hasta el momento actual. Si se comparan sobre una base nacional los C.I.
de negros y blancos, la diferencia es todavía mayor , equivalente a unos el que existe entre los ambien.tes famil~ares de nmos no. empa'.'L'llt 11c·l·11"
15 puntos (Shuey, 1966; McGurk, 1975). Ahora bien, este supues to ha sido cuestionado. Las agencias de ,1<lop~ 11111
Los deterministas raciales, todavía numerosos e influyentes en los cam- realizan un esfuerzo considerable para colocar a los hermanos en hogn •T~
pos de la psicología y la genética, ya no proponen que la diferencia total adoptivos de características socieconómic~s análoga.s a las de sus padJ:es y
de 15 puntos en el C.I. entre blancos y negros se deba a factores innatos, también en situaciones familiares adoptivas parecidas. Probablemer~te, la
hereditarios . En la actualidad, todo el mundo reconoce que las influencias motivación y la viabilidad de este intento de armonización son máx~mas en
ambientales pueden elevar o reducir la media de un grupo. ¿Pero cuánto ? el caso de los gemelos idénticos y mínimas con hermanos pertenecie~tes a
A finales del decenio de 1960 y principios del de 1970, los psicólogos diferentes grupos de edad. Además, la diferencia entre gemelos m?nocigotos
Arthur C. Jensen (1969), R. J. Herrenstein (1973) y H. J. Eysenck ( l-973) y dicigotos se explica fácilmente por el hecho. ~e que los mono~igotos son
afirmaron que había pruebas de que sólo se podían atribuir al medio am- siempre del mismo sexo, en tanto que los dic1gotos s?n la mitad de l.as
biente unos 3 puntos de las diferencias en el C.I. Esto no sólo valía para veces de sexo distinto. Por ende, todos los cálculos existentes .de la here-
las diferencias en el C.I. entre negros y blancos, sino también para las dabilidad de la inteligencia deben enjuiciarse con ~na bu~na doSJS de escep-
diferencias en el C.I. entre nifios de las clases alta y baja de la misma raza. ticismo (Kamin, 1974; cf. Osborne, 1978; Lochlm y Nichols, 1_976) .
Afirmaron que la i ntel igencia tenía un índice de «heredabilidad» del 80 Muchas de las conclusiones de Jensen, Eysenck, Herrenstem y ot~os
por 100; es decir, que el 80 por 100 de la varianza (dispersión estadística estudiosos del C.I. partidarios de la línea geneticista también h~n sid?
respecto a la media) se debía a la herencia y el 20 por 100 al medio am- puestas en entredicho debido a su fun~amentación en la ?br~ de Sir ~ynl
biente. Esta afirmación no ha sido demostrada . Bmt. Este psicólogo i nglés estaba considerado como la pnncipal autonda?
mundial en lo que respecta a la distribución de los C.I. en el seno de ~ami­
lias y clases sociales. Sus estudios, que demostrab?? la estrecha s~me¡ anza
La medición de la heredabilidad de los C.I. de gemelos y de los C.I. de padres e ht¡os dentro de.d1f; rentes
clases sociales se basaban en muestras más amplias que las de nmgun Otr?
¿Cómo se obtiene este valor del 80 por 100 para la heredabilidad? P ara investigador, ~ se estimaban como una demostración i,rrefut~ble de la posi-
med ir la «heredabilidad» hay que poder observar el desarrollo de muestras ción geneticista. H oy sabemos que Burt no sólo falseo l~s cifras. -:-alteran-
de individuos con genotipos parecidos, pero criados en ambientes diferen- do los resul tados para hacerlos concordar con sus propias conviccio nes-,
tes. Esto no plantea apenas dificultades en el caso de plantas y animales de sino que inventó los datos de sus estudios y afiad.ió firmas de cola~oradore.s
laboratorio, pero con seres humanos resulta no sólo difícil, sino también ficticios a sus publicaciones más veneradas (Kamm, 1974; McAsk1e Y Clar-
inmoral. Lo más que podemos aproximarnos a las condiciones controladas ker, 1976; Dorfman, 1978, 1979; H echinger, 1979). El de~enmasc~1:a­
necesarias para calcular la heredabilidad en los humanos es observar lo que miento de la falsificación de Burt debilita pero no refuta la teoria ge!1e~1cis­
sucede cuando gemelos monocigotos (gemelos nacidos del mismo óvulo y el ta de que las diferencias en el c.r. entre clases y razas se deben, pnnc1pal-
mismo espermatozoide) son criados en familias adoptivas diferentes. Como mente, a factores heteditarios.
los gemelos monocigotos tienen la misma herencia, toda diferencia en las
puntuaciones de sus C.I. debería obedecer, teóricamente, a factores ambien-
tales. Es difícil encontrar y contrastar una muestra grande de gemelos mo- Heredabilidad y cultura
nocigotos que, por una u o tra razón, hayan sido criados en diferentes fami-
lias. Así, se han estudiado también los C.I. de gemelos dicigotos (mismo Aunque se aceptara la afirmación de que el índice de hereda~ili~~d de
óvulo, diferente espermatozoide) y hermanos criados en dife rentes hogares. la inteligencia es del 80 por 100, este hallazgo tendría escaso ~i~mfica~o
E n general, se ha reconocidó que los C.I. de los monocigotos se parecen para la política educativa. E n ~l mejor ~e lo~ cas~s, la here.dab1hdad solo
más que los de los dicigotos criados separadamente, quienes a su vez tie- es una forma válida de predecir la mtehgencia ba¡? un, con¡un~o dado de
nen C.I. más parecidos que los hermanos criados separadamente, cuyas pun- condiciones ambientales. La heredabilidad no nos dice con~o sera~ l~s pun-
tuaciones a su vez manifiestan una mayor semejanza que ~as de ind ivid uos tuaciones en el C.I. u o tros rasgos heredables baj? un co~¡ u.nto d1st111to ~e
no emparentados. Así pues, el valor del 80 por 100 asignado a la hereda- condiciones ambientales. La heredabilidad no defme los lumtes de cambio.
bilidad se basa en que las puntuaciones de C.I. son tanto más similares cuan- Así aun cuando la heredabilidad del C.I. fuera tan alt.a como pretenden lo.s
to más estrecho es el grado de parentesco entre los individuos. par~idarios de la línea geneticista, se podrían produ~1~· cambios de ~agm­
El empleo de este método implica el supuesro de que el grado de dife- tud incalculable en las puntuaciones en el C.I. n;iod1ficando el medio a~­
rencia en el ambiente familiar de gemelos y hermanos es tan grande como biente de los nifios con C.I. bajo. Porque «Cu~lquiera que, s~a la heredab1h-
dad del C.I. (o, debería añadirse, de cualquier caracterntJca) , se pueden
532 Introducción a la antropología general Herencia, cultura y libertad

producir grandes cambios en el fenotipo creando medios ambientes adecua- po de niños de Milwaukee cuyas madres tenían C.I. inferiores a 70 ob-
dos, radicalmente diferentes, con los q ue nunca se ha encontrado antes [ el] tuvieron una media de 127 en el C.I ., por comparación con una media
genotipo» (Scarr-Salapatek, 197la: 1224). La mejor manera de apreciar de 90 en un grupo de control sin tutoría (Heber, 1969). Estos experimen-
esto consiste en aludir brevemente a la relación entre heredabilidad y medio tos demuestran que, aun en el caso de que sean correctas las altas estima-
ambiente modificado en el ejemplo clásico de la estatura humana. Los ciones de la heredabilidad, se podrían obtener cambios importantes eñ la
gemelos idénticos suelen ser de altura muy parecida; de ahí que exista un pauta de los resultados en el C .I. trasladando los hijos de padres con un
alto índice de heredabilidad para la estatura : un 90 por 100. Pero este alto C.I. bajo a hogares de padres con un C.I. alto (Scarr-Salapatek, 197lb;
valor de la heredabilidad para la estatura no ha impedido el gran incre- Layzer, 1974).
mento que la altura media de los gemelos (y de todas las personas) ha Los elementos de juicio de que se dispone indican que los C.I. son mo-
experim("ntado en las últimas generaciones gracias a la mejor a de la calidad dificables . En qué medida es cosa que nadie sabe a ciencia cierta. E l in-
de la dieta (Tanner, 1968). Como ha apuntado Lee J. Cronbadk (1969 : tento de los nuevos deterministas raciales de demostrar que el cambio
342), aunque el término «heredabilidad» está estandarizado en genética no puede alcanzar los 15 puntos nunca será convincen te si no se hace un
«~S perjudi~ial en la discusión pública porque sugiere al profano que des~ esfuerzo para salvar la brecha igualando todas las variables ambientales
cnbe el límite en que el cambio ambiental puede ser influyente» . En pala- que se sabe influyen de alguna manera en las puntuaciones de los tests.
bras del. ~enetista de la.conducta J erry Hirsch (1970: 101): «La alta o baja Esto significaría, por supuesto, eliminar hasta el último vestigio de fana-
heredab1hdad no nos dice absolutamente nada sobre cómo un determinado tismo y discriminación. Como dice el psicólogo Robyn Dawes :
individuo podría haberse desarrollado bajo condiciones diferentes de aqué- La afirmación que la discrepancia entre el C.I. medio de los blancos y de los
llas bajo las que se desarrolló». negros en los Estados Unidos se debe, en parte, a diferencias genéticas equivale
a afirmar que, de no existir diferencias en sus respectivos medios ambientes,
habría, sin embargo, una diferencia en su inteligencia media. Puede que no
La elevación del C.I.
sea productivo contrastar esta afirmación con estudios rle correlaciones en mues-
No parece muy probable, sin embargo, que el índice de heredabilidad tras obtenidas de la sociedad estadounidense tal como existe hoy en día. Tal
del C .I. alcance un valor tan alto como el del 80 por 100. Las puntuacio- vez un método mejor sería intentar una evaluación experimental de cómo cam-
biarían las diferencias en el C.I. si, de hecho, los ambientes de blancos y ne-
nes en el C .I. no son en modo alguno atributos fijos que los individuos
gros fueran · equivalentes. En otras palabras, la mejor manera de resolver esta
portan a lo l~rgo de sus vidas como el color de los ojos o las huellas digi- controversia quizá consista en eliminar el racismo (1972: 230).
tales'. Los niño~ normales de clase media criados en su propio hogar
cambian sustancialmente sus C.I. durante el desarrollo. Entre los dos años Una conclusión similar cabe extraer con respecto a los prejuicios y la
y medio y los diecisiete años, los C .I. de los niños de clase media criados discriminación clasistas y las diferencias en el C.I . entre niños de famil ias
en su propio hogar cambian, por término medio, 28,5 puntos. Según una pobres y de clase media. Un estudio llevado a cabo en Francia comparó
fuente « ... uno de cada tres niños manifestó un cambio progresivo de más los índices de fracaso escolar de niños criados en sus propios hogares de
de 30 puntos y uno de cada siete ganó más de 40 puntos» (McCall y otros, clase obrera con los de sus hermanos criados en familias adoptivas de
1973 : 70). Se sabe que la supresión de diferentes handicaps impuestos por clase media desde los seis meses de edad o incluso antes . El índice de
el medio ambiente produce incrementos de 15,20 e incluso 30 puntos en fracaso de los niños criados en hogares de clase obrera era del 56 por 100,
las puntuaciones medias en el C.I. mientras que sus hermanos y hermanas adoptados criados en hogares de
Asimismo, se dispone de datos que indican que cuando los niños criados clase media tenían un índice de fracaso de sólo el 13 por 100 ( Schiff
en un ambiente de graves pr ivaciones se transfieren a situaciones más y otros, 1978) . Una vez conocido el hecho de que el entorno familiar
«normales», se producen grandes incrementos en el C.I. Los niños de los puede tener efectos tan profundos sobre el rendimiento escolar, es evi-
orfanatos proporcionan el ejemplo clásico. Se sabe desde hace algún tiempo dente que los sistemas escolares democrátkos tienen la obligación de con-
que se puede conseguir un incremento de 35 puntos si los niños de los centrarse en superar las desventajas ambientales de los niños más que en
orfanatos se llevan a buenos hogares adoptivos antes de alcanzar los medir sus presuntas desventajas genéticas .
tres años de edad. Los que no son adoptados suelen acabar en instituciones
estatales para retrasados mentales (Hunt, 1969: 290) .
Estudios realizados con niños negros de ambientes pobres muestran C.I. y cultura
que .resulta posible conseguir incrementos en el C.I . de más de 15 puntos
med~ante programas especiales de instrucción intensiva (Karmes, 1968; Desde la perspectiva antropológica, la heredabilidad del C.I . es una
Berelter y Engelmann, 1966). Después de cuatro años de tutoría, un gru- medida trivial, si no carente de sentido. «Los tests de inteligencia ... mi-
534 Introducción a la antropología general Herencia, cultura y libertad

den, a lo sumo, una capacidad alcanzada» (Bodmer y Cavalli-Sforza, 1970: llevan a conclusiones de apariencia ilógica para un observador occidl·111 ,d
19). La inteligencia, tal como es medida por el test de Stanford-Binet, re- Por ejemplo, M. Cole y sus colaboradores plantearon a los kpcllc de J ,i
fleja cuántas cosas que son pertinentes para el éxito en las escuelas euro- beria el siguiente silogismo:
americanas ha aprendido un niño por comparación con otros niños de
la misma edad, sexo, status socioeconómico y sistema cultural. Flumo y Yakpalo siempre beben juntos jugo de caña (ron ). Flumo está bcbÍcndo
El uso del concepto de heredabilidad por quienes aplican los tests de jugo de caña. ¿Está bebiendo Yakpalo jugo de caña?
inteligencia ignora la subordinación de la adaptación genética a la adap-
tación cultural durante los últimos tres millones de años de evolución bio- La lógica occidental obliga a concluir que Yakpalo debe estar be-
lógica y cultural de los homínidos. Cuanto mayor es la diferencia cul- biendo jugo de caña porque Flumo y Y akpalo siempre beben al mismo
tural entre las poblaciones, más triviales e inútiles son las medicioñes de tiempo jugo de caña. Pero los kpelle veían las cosas de diferente ma-
la heredabilidad. Por esta razón los incrementos más altos registrados en nera :
el C.I. en estudios controlados se relatan de poblaciones con los mayo-
Hombre kpelle: Flumo y Yakpalo beben juntos jugo de caña, pero en el
res contrastes culturales. Por ejemplo, en I srael, inmigrantes judíos de
momento en que Flumo estaba bebiendo el primero, Yakpalo no estaba allí
países árabes muestran un incremento de 20 puntos en un año (Bereiter y aquel día.
Engelmann, 1966: 55-56). · Experimentador: Pero te dije que Flumo y Yakpalo siempre beben juntos
Cuando los psicólogos empezaron por primera vez a reconocer que el jugo de caña. Un día Flumo estaba bebiendo jugo ele cai1a. ¿Estaba bebiendo
test de inteligencia de Stanford-Binet estaba «ligado a influencias cultu- Yakpalo ese día jugo ele caña?
rales» trataron de desarrollar sustitutos que estuvieran «libres de in- Hombre kpelle: El día en que Flumo estaba bebiendo jugo de caña, Yakpa-
fluencias culturales». Ninguno de estos tests está o estará jamás «libre lo no estaba aquel día allí.
de influencias culturales» (Catell, 1940). Es una contradicción en tér- Experimentador: ¿Cuál es la razón?
minos su poner que se puede tratar a un ser humano enculturado de tal Hombre kpelle: La razón es que Yakpalo se fue aquel día a su granja mien-
tras que Flumo permaneció en el pueblo (Cole y otros, 1971: 187-188).
manera que se eliminen los efectos de la enculturación (cf. Lynn, 1978).
Como dice Paul Bohanan:
Los kpelle y el experimentador tienen diferentes premisas ocultas. El
No hay ninguna posibilidad de que un test de «inteligencia» no esté sesgado experimentadm' piensa que es razonable suponer que dos hombres siem-
culturalmente. El contenido de un test de inteligencia debe estar relacionado pre beban juntos. El entrevistado piensa, en cambio, qt!n semejante premi-
con las ideas, o los hábitos musculares, o Jos modos habituales de percepción y sa es absurda. Por tanto, se niega a completilr el silogismo como lo ha-
acción de la gente a la que se aplica al test. En todas estas cosas los seres hu- ría un occidental. Obviamente, esto nada tiene que ver con su inteli-
manos acusan la influencia o la mediatización de la cultura... Esto no es un gencia.
dicho o una definición, es el reconocimiento de la manera en que la experien-
Uno de los tests más interesantes supuestamente «libres de influencias
cia cultural impregna todo lo que los seres humanos perciben y hacen (1973:
115).
culturales» se llama el Test del dibu¡o de la Figura Humana (F. Good-
enough, 1926). Este test pretende medi r la inteligencia rransculturalmente
Una parte importante de muchos tests de inteligencia consiste en lis- puntuando a los niños según el grado de completitud con que represen-
tas de vocabulario que evidentemente dependen de la experiencia de en- tan las partes de la figura humana. Los niños hopi de seis y siete años
culturación de un niño, en especial cuando se considera el número y clase de edad alcanzaban una media de 124 puntos en estos tests, la misma
de libros leídos y adultos a los que escucha. Otras preguntas dependen que los niños de la clase media y alta de los Estados Unidos. En el ex-
del grado de obediencia a las normas morales o estéticas. Una pregunta tremo inferior de la distribución de los C.I. en este test figuran los niños
que se formula a niños de siete años en el test de Stanford-Binet es : árabes beduinos de Siria con una media de 52 :
«¿Qué es lo que harías cuando has roto algo que pertenece a otra perso- El correlato más evidente de esta variación en el C.I. medio es el grado de
na?» «Sentirlo» y «decirle que lo hice yo» son respuestas incorrectas . contacto con el arte pictórico. Entre los niños árabes musulmanes cuya religión
«Pagarlo» y «decirle que lo siento» son respuestas correctas. A los an- prohíbe el arte representativo de imágenes, la variación en el C.I. medio en
tropólogos esto les revela más la cultura de los examinadores que la inte- el test de la figura humana oscila entre 52 y 94 (Hunt, 1969: 29).
ligencia de aquellos a los que se les aplica los tests.
Aunque todos los seres humanos tienen la capacidad para razonar No hay ninguna razón para suponer que niños beduinos criados por
lógicamente extrayendo conclusiones a partir de premisas, pueden existir padres adoptivos hopi o de clase alta estadounidense no experimcn tarían
premisas no enunciadas, asociadas a tradiciones culturales particulares, que una «mejora» de 72 puntos en el test de la figura humana.
Herencia, cultura y libertad
536 Introducción a la antropología general 537

naturaleza humana, o prácticas socioculturales específicas, como el i nfan-


Nada hay en el nivel del C.I. de Stanford-Binet que s~giera que no se ticidio y la poliandria.
pueda incrementar en. una cantidad igual a la que es evidentemente po-
Es la estrategia de investigación denominada sociobiología la que ma-
sible en el test de la figura humana.
yor actividad ha desplegado en el intento de explicar tanto semeja~zas
culturales generales como diferencias culturales particulares.
La naturaleza humana La sociobiología es una estrategia de investigación que intenta expli-
car las diferencias y semejanzas socioculturales en función de la selección
Antes de acometer el análisis del enfoque sociobiológico de la nat~­ na tura!. Incorpora el principio darwiniano de la selección na tura! (véase
raleza humana, reviste importancia recalcar de nuevo que la ant_roi:;ologia capítulo 2) y le añade un refinamiento del mismo que se conoce como
se funda en el supuesto de que los seres humanos poseen, efectivai:nente, principio de la eficacia biológica inclusiva [inclusive fit ness). Este nue-
una naturaleza biológicamen te determinada. Este s.upuest? se refle¡~ con vo principio afirma que la selección natural favorece los caracteres que
toda claridad en el plan de la obra, ya que los siete pnme~·os ~api.tulos incrementan la proporción de los genes de un individuo en el pool gé-
se consagran a examinar la evolución de los homínidos y las imphcac10ne_s nico de una población. La selección natural consigue esto incrementando
de nuestros orígenes para la definición de la ~atur~le~a. humana .. Es e:i- no sólo el número de descendientes de un individuo, sino también el nú-
dente que muchos aspectos de nuestra herencia ?10logi~a han sido, ~ra­ mero de descendientes de parientes cercanos, como hermanos y herma-
tados en las teorías presentadas. De un modo, s1 no sie1_npre explicito, nas, que portan muchos genes idénticos. Lo que importa, por consiguien-
al menos implícito, ha salido a relucir que los hombres tienen ~oda un_a te, es que el carácter incremente el total inclusivo de los genes de un in-
serie de necesidades de origen biológico: relaciones sexuales, comida, abn- dividuo en generaciones sucesivas, y no meramente el número de sus
go, amistad, amor, afecto. Al ocuparnos de la religión, el a~te y el lengua- descendientes . (La eficacia biológica o fitness se define como el número
de descendientes.)
je, hemos resaltado el hecho de que _los ser:s ~u.manos disponen_. de una
peculiar capacidad para el comportamiento s1mbohco q~~ es de ongen ge- La eficacia biológica inclusiva -también llamada a veces selección
nético y específica de la especi~é aspectos difiere, pu~s, el ~n­ de parentesco [kin selection]- ha sido empleada para explicar ciertos
foque adoptado en este libro de los enfoques más orientados hacia lo b10- rasgos sociales infrahumanos que, en las versiones tradicionales de la se-
lógico? Fundamentalmente, en dos: Primero, sólo se postula un número lección natural, constituían un misterio. Ex¿lica, por ejemplo, la evolu-
reducido de instintos o pulsiones que sean importantes para compr~nder ción de castas estériles entre insectos sociales como las abejas y las hor-
las diferencias o semejanzas culturales. Segundo, aunque se ~onsidera migas. Se puede demostrar que, al dejar de tener una prole prop ia y ali-
que la capacidad para el comportamiento cultural se h.all~ arraiga~a en mentando y cuidando a sus hermanos y hermanas fértiles, la eficacia bio-
las capacidades genéticamente determinadas del aprend1za¡e Y. la simbo- lógica de cada individuo estéril se incrementa (véase cuadro, p. 538). O tros
lización se entiende asimismo que una vez que estas capacidades han rnsgos «altruistas» de las especies sociales pueden también explicarse de esta
pasado 'a formar par~e de la n;tural~za humana, la subsigui~nte evol~ci?n . manera (Wilson, 197 5; Barash, 1977). Aunque la sociobiología es una
cultural se produce independientemente de ulteriores camb10s o variacio- es trategia geneticista que hace hincapié en la importancia básica de los
nes en la naturaleza humana. íactores hereditarios como determinantes de la vida social hu mana, sus
defensores no aceptan, necesariamente, las interpretaciones gene ticistas de
los científicos que piensan que razas y clases sociales difieren en cuanto
La sociobiología 11 la capacidad intelectual y otros importantes rasgos conductuales. De he-
r ho, la mayoría de los sociobiólogos destacan la unidad del biograma hu-
Los modernos enfoques geneticistas y raciales no han intentado, ?ºr mano (la herencia genética básica que define la naturaleza humana ) y han
lo general, servirse de la herencia para explicar las diferencias y seme¡an- demostrado escaso interés por estudiar la posibilidad de que cada raza
zas socioculturales. En vez de ello, han concentrado sus esfuerzos en ex- 1osea un biograma propio. Antes bien, en la medida en que los socio-
plicar las amplias diferencias que se observan en los resultados a~c.anzados
11iólogos se interesan por las variaciones en la vida social humana, se han
por distintos grupos raciales y clases en el terren_o de ,l~ movili?a~ as- ocupado de bandas, aldeas, jefaturas y estados más que de categorías ra-
cendente y, en un grado menor, en la competencia poht~co-econom1c_a a 1•inles como blanco, negro, mongoloide, etc. Hay que tener sumo cuidado,
nivel internacional. No han tratado de emplear la herencia para e~phcar pues, de no agrupar indiscriminadamente a los sociobiólogos con los ra-
r iólogos científicos o los racistas políticos.
las características generales de la vida social, tal como las determrna la
Introducción a la antropología general Herencia, cultura y libertad
538
COMO
1 EXPLICA LA EFICACI A BIOLOGICA I NCLUSIVA 2) «poligima»;
LAS CASTAS DE INSECTOS ESTERlLES 3) «un largo período de socialización en lós jóvenes»;
4) «traslado del foco de los grupos maternos a los basados en el
macho o sexo y la edad»;
reina 9 - 5 ) «juego social»;
6) «expresiones faciales»;
7) «evitación del incesto»;
1 l l 1
9 9
1 1
o 8) «vínculos sexuales estrechos»;
9 9 9 zángano
reina 9) «vínculos entre progenitores e hijos»;
obreras
estériles
fértil 10) «vínculos entre varones»;
11) «territorialidad»;
1)Entre las abejas, los machos nacen de huevos no fecundados. Son, por tanto, 12) «reglas de parentesco complejas »;
homocigotos. . 13) «un lenguaje simbólico semántico que los jóvenes adquieren en
2) Las hembras nacen de huevos f unda~os._ Son, po.r tanto, heteroc1gota~. un lapso de tiempo relativamente corto» .
3) Así pues las obreras comparten, po termino medio, 3/ 4 de ~us genes. todos
los genes del padre zángano más la mitad de lo enes de la madre reina: Algunos fac tores de esta lista están más fuer temente determina dos
[1 X 1/2 X (1/2 X 1/ 2) = 3/4)
por los genes que otros, pero con la posible excepción del nú mero 13, es
dudoso que sea o pueda ser destructivo para el desarrollo men tal hacer
4) Por ende, las hermanas mayores estériles incr~mentan, su éxit? reproductor algo distin to . Examinados uno a uno, es obvio que la mayoría de estos
cuidando de sus hermanas menores fértiles (futura~ remas).. mas que sd cuidaran e~e rasgos, como nos muestra el registro etnográfico, no son, en realidad ,
sus propias hijas, ya que, como se. muestra. in/ra, remas e h1¡as no guar an un par -
universales y que se puede prescindir de ellos en el proceso sociali;rndor
tesco genético tan estrecho como remas y he11nanas.
con la misma facilidad con que se puede prescindir de o tros miles de rns-
gos culturales .
GR \DO DE PARENTESCO GENETICO ENTRE PARIENTES PROXIMOS
t EN LAS ABEJAS SOCIALES 1. Las relaciones humanas alcanzan su mayor grado de in timidad en
los grupos domésticos. Tales grupos comprenden millones de unidades do-
Padre Hermana Hermano Hijo Hija mésticas con un solo progenitor, con los dos y sin hijos (véase cap. 14).
Madre
En el mundo de hoy, cientos de millones de personas viven en gru pos de
1/ 2 menos de die?. miembros. P or lo demás, au nque los que superan los cien
1/ 2 1/2 3/4 1/ 4 1/2
Hembra son menos corrientes, también existen. Por ejemplo, está documentado
Macho o 1/ 2 1/ 2 o 1 que en la China de la d inastía Sung los agregados fa miliares de la élite
llegaban a constar de setecientas personas (citado en Cohen, 1976: 227).
Tampoco es necesario que las relaciones íntimas se limiten a los grnpos
FUENT E: Wilson, 1975: 416. domésticos con r esidencia común. Los vínculos que se dan en el seno
de grupos de parentesco no localizados, como linajes y parentelas, tam-
bién pueden satisfacer algunas definiciones de «intimidad» . Tales grupos
La sociobiología y la natul'aleza humana
pueden contar con varios centenares de miembros. El tamaño de grupos
· b.10' logo E . O . W1'lson (1977· humanos como familias, linajes, parentelas, aldeas y «comunidades» va-
El SOCIO . . 132) ha enumerado
1 unah serie ría según las condiciones infraestructurales analizadas en el capítulo 14.
de rasgos conductu ales que considera parte d~ . la natura eza, umana.
W ilson no asegu ra que la cultura no pueda mod1f1ca1}os, pero s1 que_·:t<l No hay indicios de que ser criado en familias pequeñas sea destructivo
ría en extremo d ifícil, por no decir imposible, y casi con to?a se~uu a para el desarrollo físico o mental.
destructivo para el desarrollo mental» ,O 977: 132). H e, aqu1 su lista d)~ 2. La poliginia, ciertamente, constituye una forma com.ú n de apa-
rasgos (en el orden presentado, excepcion hecha de los numeros 12 Y 13 · reamiento entre seres humanos, pero no se puede caracterizar a la espe-
cie como si fuera innatamente polígina . Como vimos, el comportamiento
1) «tamaño de los grupos sociales íntimos del orden de los 10-100 sexual es tan va riado que desafía cualquier caracterización específica de
la especie. La gama de relaciones heterosexuales abarca desde la promis-
individuos»;
1
I~~ción
Herencia, cultura y libertad
540 "'-.....
a la antropología general
6. Probablemente, las expresiones faciales constituyen uno de los
'"'
cuidad hasta la monogamia, y cada tip? de unión es practicado por de- mejores ejemplos de pautas de respuesta bajo control genético. Hay una
cenas de millones de personas. Es posible que las. hembras humanas no tendencia universal en el Homo sapiens a reír y sonreír para comunicar
tengan compañeros múltiples con tanta fre~uencia como lo.s varone.s; placer, a fru ncir el ceño y mirar fijamente para expresar enfado y a ha-
con todo, hay millones de mujeres que manuen~n una pluralidad. de r;- cer muecas y llorar en señal de dolor o pena. Aun así, ni siquiera en -este
laciones sexuales con idéntica o may.or fre~uencia que los hombres ~1as caso puede ser muy fuerte la programación genética, ya que muchas cul-
activos. Esto se puede ver con especial claridad en las fo~mas de pol'.ª~i turas relegan a un segundo plano los significados específicos de la espe-
dria que prevalecen en los hogares matrifocales del Caribe Y el Brasi cie y emplean las mismas expresiones faciales para denotar cosas muy
nororiental (véase p. 267). . 'd 1 distintas. En todo el mundo, se socializa a las personas a ocultar sus
Además, la poliand ria es práctica co.mún en la Ind1~ surocci enta sentimientos, a reír cuando están tristes, parecer desoladas cuando son
y el Tíbet. La idea de que los varones ti~nden, por natural~za, a. desear felices o sonreír cuando están enfadadas . En numerosas sociedades ama-
una pluralidad de experiencias sexuales 1mentras que las mu¡eres se co~­ zónicas, es costumbre llorar profusamente en honor de los invitados (Wa-
forman con una relación cada vez es, enteramente, producto de la dorr.u- gley; 1977). En otros lugares, como en el O riente Medio o la India, los
nación político-económica que han ejercido los hombres so?re las n:u¡e- ricos contratan a plañideras profesionales para los funerales. En todas las
res y que forma parte del complejo de supremacía masculina . de origen ocasiones en que reviste importancia no revelar los verdaderos sentimien-
cultural. La socialización sólo puede prescindir de la sexuah~ad a un tos -como en el póquer o durante las entrevistas de trabajo-, las per-
costo elevadísimo. Sin embargo, como constatamos .en .los cap1tul?s. ~4 sonas aprenden a domi nar sus músculos faciales.
y 25, la heterosexualidad, la homosexualid~d, la prom1scuid~~' la poliginia, 7. Como hemos podido constatar (cap. 14), existen explicaciones
la poliandria 0 la monogamia están relacionadas con condic1on~s cultura- cul turales de la universalidad de los tabúes del incesto en la familia nu-
les específicas. f clear. También hemos visto que las uniones hermano-hermana estaban
3. La socializaci6n humana dura mucho tiempo, y esto orma par.te instituidas en Hawai, Egipto, Perú y China y que en los Estados Unidos
sin duda de la naturaleza del Homo sapiens. Pero este rasgo pon~ de relie- se producen cada año miles de casos de incesto entre padre e hija.
ve, sencillamente, que los humanos dependemo~ .de las comple¡~s pa~tas 8. Como hemos afirmado, la sexualidad forma indudablemente par-
de respuestas aprendidas que forman las «tradiciones» o culturas (vease te de nuestra naturaleza. Pero que lleve a la promiscuidad, la monogamia
o cualquier fórmula intermedia es cosa de la cultura, no de la naturaleza.
página 136) . 1 b d 1
4. El traslado del foco de los grupos maternos. a os _asa os en a 9. ¿Vinculación entre progenitores e hijos? La existencia del infanti-
edad y el sexo es una de esas cosas que es necesa.n o. e:11senar a hacer al cidio (p. 217) y otras formas de violencia y trato negligente para con los
Homo sapiens y de las que la .socialización de, los md1v1~u?s puede pres- niños nos ponen en guardia contra la idea de que haya algo «natural» en
cindir con escasa dificultad. Vimos en el ca~1tulo antenor que u.~ª vez los vínculos entre padres e hijos.
establecidas fuertes relaciones de dependencia entre padres e . h1¡os se 10. ¿Formación de vínculos entre los varones? Desde una óptica
hacen necesarias técnicas de educación muy costosas p~ra desvincular a transcultural, los grupos de varones de carácter solidario, probablemente,
los hijos y enseñarles a desenvolverse en el mun~o p~r s1 solos. El Hamo superan en número a los grupos de mujeres del mismo estilo. Pero esta
sapiens es la única especie de primates que necesita ritos c~l5ur~les de p~­ situación no hace sino reflejar, una vez más, la tendencia cultural de los
bertad al objeto de impresionar y engatusar a la generac1on ¡oven para varones a impedirlas formar fuertes coaliciones solidarias. Sugerir que las
que acepte sus responsabilidades adultas. Aunq~e es. verdad que. !as ha- mujeres no pueden estrechar lazos solidarios entre sí porque son «gatu-
dres representan, por lo general, el vínculo p~1;nord1~l de los mnos .u- nas» y se preocupan de lo que los hombres piensan de ellas (cf. Tiger,
manos (como insistía Freud), este rasgo, tamb1en .esta estrechamente re- 1970) tiene escaso mérito. Disponemos de abundantes datos etnográficos
lacionado con el complejo de supremac1a, 1:1asculina, que,, como hedmos que indican que las mujeres pueden forma r , y de hecho forman, grupos
visto es una adaptación cultural, no geneuca. Hoy en ?1~, l~~ pa res políticos efectivos de carácter solidario (Hoffer, 197 5), como demuestra
dese~peñan a menudo un papel tan importa?te en ~a soc1ahza~1on como el moderno desarrollo de las asociaciones feminis tas. Y en el futuro, cuan-
las madres. y con frecuencia ambos progemtores siguen dominando las do las mujeres alcancen la paridad política y económica con los hombres,
actividades de sus hijos hasta bien entrada la ma~urez. . las asociaciones femeninas se harán mucho más comunes.
5. El Homo sapiens comparte con otros primates una tendencia ge- 11. ¿Territorialidad? Como se analizó en el capítulo 4, los modernos
néticamente programada hacia el juego. No obstante, ~s~e rasgo no hace estudios sobre sociedades cazadoras y recolectoras dan respaldo a Ja teo-
sino destacar la importancia de las respuest~s no geneuc~s.: del arte, la ría de que las unidades primordiales de la vida social humana estaban
invención y los repertorios de respuestas socialmente adqu1:idas . J ugar ~s formadas por grupos de campamento relativamente abiertos, cuyo tama-
propio de nuestra naturaleza; pero los juegos los determina la cultura.
Introducción a la antropología general Herencia, cultura y libertad
542
· .· arecían de delimita- cripciones popula res de la sociobiología han creado una impresión falsa
, las estaciones y cuyos tern ton os e l d d l de Ja manera en que los sociobiólogos relacionan el comportamiento hu-
ño oscilab a segun . . .· riales aparecieron como resu ta o e
ción precisa . Los mtereses dtern.t ? ' ld nos de carácter sedentario y el mano con su sustrato genético. Los sociobiólogos no niegan que la mayor
desarrollo de modos de pro u~c.1on a ea parte de las respuestas sociales humanas proceden del aprendizaje social
aumento de la densidad demograhc~. contramos «reglas de parentesco y, por tanto, escapan a un control genético directo. Wilson (1977 : i33)
12. En ninguna otra espe~1e l en, de parentesco for mas de orga- escribe: «Disponemos de elementos de juicio que nos indican que la' ma-
complejas». A h ora b .ten, las termmo .o" iash ·a 'los deudos- ' son demasia . do
0
yoría, aunque no la tota lidad, naturalmente, de las diferencias entre las
nización familiar y conductas¿ prescnlt~s ·l ac1,unos controles oenéticos. La culturas se basa en el aprendizaje y la socialización y no en los genes.»
. d . que pue an exp icar as " d Richard Alexander ( 1976: 6) se ha manifestado en idéntico sentido : «Sos-
vana as como para d be . ustamente a que escapan a to o
«complejidad» de estas reglas se l e . ' J. ¡·dad e~ una forma u ot_ra, no tengo Ja hipótesis de que, con el tiempo, se logrará demostrar que las va-
, . Pese a su actua universa l , . riaciones culturales entre los pueblos de nuestra época no tienen práctica-
control geneuco. 1 d arentesco como caractensucas per-
es necesario considerar las regl aEs el p, . dades estatales los grupos or- mente nada que ver con sus diferencias genéticas.» Así pues, son pocos
d l , niversa n as soC1e ' b d los sociobiólogos, si los hay, interesados en ligar las variaciones en el
ma~entes e pa:ron u . .co han sido sustituidos por gr~J:?os asa os
gamzados a traves del P.arente\ . l otros status adqumdos. La fa- comportamiento social humano con las frecuencias variables con que apa-
en la división del trab~J~, la e ª<l\soc1.a y en contextos industriales. Na- recen determinados genes en distintas poblaciones humanas .
milia ha sufrido ya drasticas mo ,1 icl afc1on~s n mater·ia de niños clónicos, Ahora bien, los sociobiólogos sí tratan de arrojar luz sobre ciertas
. , deparara e u tu ro e l prácticas culLUrales variables meJiante el principio de Ja «escala de con-
d ie puede d ec1r que nos . f 'b .· de niños patrocinadas por e
niños probeta, bancos de esperma y a neas ducta» (Wilson, 1975: 20-21) . «La escala ... se refiere a aquellos casos
Estado. 1 . 'mbólico semántico- es el más para los que el código genético no programa respuestas fenotípicas fijas,
13 . El rasgo final -un engufJl si a·e humano es único y que su sino respuestas variables, aunque predecibles, a condiciones ambientales
importante. No hay d~~a de que \er~f:;Ja (véa~e cap . 23). P ero la variables ... » (Dickeman, 1979: 1). Los ejemplos más conocidos de escala
peculiaridad está geneucamenlt e de . l . humana significa, sencillamen- de conducta son las respuestas dependientes de cambios en la densidad de-
. d t a~pecto de a natura eza , . mográfica. Así, en el caso de los hipopótamos, los enfrentamientos violen-
existencia e es e " ·¿ d 'nica de base geneuca para
·e ns posee una capac1 a u ' . tos entre individuos adultos son muy poco corrientes mientras las pobla-
te, que e l H omo ~a P .i , . mediante la adquisición, almacenam1en-
superar el determ1111smo gen~ucod . ·tas sociales «independientes de ciones se mantengan en niveles de densidad bajos o medios; pero cuando
to y transmisión de reperton osl e re.spul es h mana debe comenzar y ter- las densidades son elevadas, los machos empiezan a luchar entre sí con
. sión de a natura eza u .
los genes» . T od a d iscu leza porque su importancia re- verdadera furia, a veces a muerte. Las lechuzas blancas que, normalmente,
minar con este aspecto de nuedstral na¿ra ás De hecho la emergencia de no defienden su territorio, sí lo hacen, con displays característicos, en con-
lega a un segundo plano a to os. os em ~ovedad e~olutiva cuya rele- cliciones de sobrepoblación. La disponibilidad de comida también activa di-
la universalidad semántica c¡nsJ1tu{e un~. ión de las primeras hebras de versas partes de la escala de conducta. Las abejas melíferas permiten
vancia sólo es comparable a a f e. a a~~d:~1entaria entre los organismos sin la menor oposición ·que obreras intrusas procedentes de colmenas ve-
ADN. La cultura aparece en orma d . no es expansiva y acumulativa; cinas penetren en la suya y se lleven provisiones . Sin embargo, cuando las
inferiores, pero permanece ben ese esta o, mbio ha progresado geométrica- mismas colonias llevan días si n comida, atacan a todos los in trusos. «Así,
no evoluciona. La cultura d umana, en. edades 'y artefactos humanos e in- pues, es la escala en su totalidad, y no algunos pun tos aislados de la mis-
mente, inundando el mun º1 con soc1e o divergentes- de innova- ma, lo que constituye el carácter de base genética fijado por la selección
contables ejemplos -parale os, convergentes natural» (Wilson, 1975: 20).
ciones conductuales.

mcaso del infa nticidio femenino en el seno de la élite


La escala de conducta
. , . d 1 s sociobiólogos existieran en reali- A modo de ejemplo de cómo se aplica el principio de la escala de con-
Aunque los genes h1potet1co~ e .o , nicamente nos podría ayudar a ducta al comportamiento social humano permítasenos examinar la expli-
dad, el conocimiento de su existencia u sar una metáfora propuesta por rnción que nos ofrece la antropóloga Mildred Dickeman (1979) acerca del
comprender el «env~ltori~ytern~~7¿r q~e ha condicionado has ta el pre- lcnómeno del infanticidio femen ino. Según esta autora, el infanticidio es
E. O. Wilson <.I-:Iams .Y 1 s?n, ero ~o las diferencias y semejanzas que 11na respuesta inscrita en una escala de conducta producto de la selección
sente la evoluc1on soc1o~ultural, p do mal interpretado. Las des- natural. Para explicarlo recurre a un modelo sociobiológico elaborado por
se dan en el seno del mismo. Esto es a menu
introducción a la antropología general H erencia, cultura y libertad
544
Richard Alexander ( 197 4), según el cual el infanticidio preferencial de en ~u. conjunto¿ refleja un intento sistémico por parte de la élite di 11 111 1111
las hembras tiene mayores probabilidades de producirse entre las muje- s~ e~ditodreplro .u~to~ al o~jeto de mantener su posición privilcgiud11 i 11 l.1
res casadas con hombres de rango elevado que entre las que lo están con cuspi e e a piram1de social.
hombres de rango inferior. La lógica que subyace en dicho modelo es la si- . La expf.~taJión r!~de beneficios mucho más tangibles e inmedimos 11111
guiente: cuando se puede criar a los hijos varones con seguridad, su efi- 1a i?mo~ta i a ?e?ettca que hace posible el éxito reproductor. Debido 11
cacia biológica tenderá a superar a la de las hijas, ya que los hombres su enfads l n el. exlto reproductor, el pri ncipio de la escala de conducta 1108
pueden tener muchos más episodios reproductivos que las mujeres . De a~arta e os mtere~es más seguros y poderosos a que sirve la infracs-
ahí que, entre las castas y clases de la élite, en las que las probabilidade.s truct~r.a para cond,u~1 rnos a los remotos e hipotéticos a que sirve el tener
de supervivencia de los varones, gracias a la buena calidad de las condi- supe1vivientes genetrcos.
ciones de vida, es excelente, la maximización del éxito reproductor se
consiga invirtiendo en hijos más que en hijas. En cambio, entre las castas
y clases pobres, en las que la supervivencia de los varones es siempre Determinismo, ciencia e individuo
azarosa, el éxito reproductor se maximiza invirtiendo en hijas, ya que la
probabilidad de que éstan tengan, como mínimo, varios episodios repro- Este libr? ha ~resentado una larga serie de explicaciones determinis-
ductivos excede a la de que no tengan ninguno. Para completar este mo- t~s de ~ab d1ferenc;ras Y semejanzas socioculturales. Aunque estas explica-
delo, lo lógico será que los hombres de la élite se casen con mujeres de c~ones e en . co?~1derarse provisionales y aproximativas no obstante se
posición social inferior, en tanto que las mujeres humildes lo hagan con a¡~stan al pnncip10. c~mún básico de la causalidad : bafo condiciones' si-
hombres pertenecientes a los estratos superiores, siempre que sus padres milares, las causas s1~1lares producen efectos culturales similares.
puedan proveerlas de una dote que compense a la familia del novio. ~o?as las estrategias de investigación nomotéticas partidarias del de-
Esta explicación depende de genes hipotéticos que determinan la res- ~ermm1sdo cultu.ral (véase Apéndice) plantean al estudiante y al ciudadano
puesta escalada. Una explicación alternativa, que no necesita apelar a mteresa os. el mismo gran dilema. Si el comportamiento individual es en
genes hipotéticos, se halla implícita en el análisis de la estratificación y la ?uena me~ida, ~n resultado predecible del condicionamiento cultural ' ué
supremacía masculina de los capítulos 18 y 25, respectivamente. Viene a 1mpoi:-tancra atnbuy~ la antropología a los esfuerzos del individu~ ¿~ra
ser como sigue: P ara las élites euroasiáticas, las hijas eran menos valiosas cambiar su pe~sonahdad o modificar su cultura? ¿Somos acaso autó:atas
que los hijos porque los hombre~ dominaban las fuentes políticas, mili- c?ndenados .ª mterpretar la configuración cultural y personal que nos ha
tares comerciales y agrícolas de riqueza y poder. (Como hemos visto, la sido
·1 · 'predestmada?
"> ·P d
¿Es ·nuestro
. concepto del libi·e albed no
' meramente una
propia dominación político-económica de los varones es, asimismo, pro- i usion . <. o emos atnbu1rn?s la responsabilidad del estilo de vida cul-
ducto de una selección de índole cultural más que genética.) Los hijos tural Y pe~s.~nal que h.e~os sido educados a valorar como propio?
tienen la oportunidad de proteger y acrecentar el patrimonio y status . Una VlSlOn determ1111st.a de la historia humana puede conducir al fana-
político-económico de la familia elitista . Pero las hijas, que sólo pueden ~smo tanto como al fatalismo. ~l fanati~'!2º es creer que la historia está
acceder a fuentes significativas de riqueza y poder a través de los hom- . e .nuestra parte .Y que no hay via de accion alternativa que sea legítima o
bres, representan una carga. Por tanto, sólo se las puede casar mediante rac1onaJ ~l Ja~alismo e~ la creencia en que un resultado, sea o no deseable
el pago de una dote (véase p. 273). Para evitar su pago y consolidar la sh pro ucir~ mdepe?dientemente de los esfuerzos individuales. Los he~
riqueza y poderío familiares, los grupos de élite practican el infanticidio c ~s Y teonas descrrtos en este libro no justifican ninguna de estas dos
preferencial de las hembras. Entre las capas inferiores, éste no es tan fre- actitudes. La estrategia de investigación que se sigue a lo largo del mis-
cuente debido a que las muchachas campesinas pueden costearse el ma- m? .rechaza tanto. el fatalismo como el fanatismo debido a que el deter-
trimonio trabajando en los campos o las industrias artesanales. n:imisdmo qube bg?~ierna los asuntos humanos no es una cuestión de certeza
Es, pues, en la lucha por mantener y aumentar las diferencias en poder smo e pro a ihdad. '
y riqueza político-económicos, no en la lucha por alcanzar el éxito repro-
ductor, donde se encuentra la génesis del sistema. Prueba de ello es el re-
sultado de la hipoginia (matrimonio con mujeres de rango inferior) de Causalidad probabilística
los varones de la élite. Tales uniones suelen adoptar la forma de concu-
binatos y no confieren derechos de herencia a los descendientes, sean va- . El pri~cipio d~l. detern:zi~ismo uniformista se ocupa de variables si-
rones o hembras. Es decir, las élites disminuyen sistemáticamente su efi- m~1ares bC¡o cond1c1ones. similares tendentes a producir consecuencias si-
cacia biológica inclusiva al dejar de asegurar sistemas de manutención a ¡1 ares. orno hemos visto, las correlaciones basadas en procesos causa-
su propia prole. De hecho, el complejo de infanticidio, hipoginia y dote es nunca se cumplen en el cien por cien de los casos. En efecto, la ma-
Herencia, cultura y libertad
546 Introducción a la antropología general
Ahora bien, este libro no apoya el punto de vis ta de que, por la mera
yoría de las generalizaciones discutidas en este libro tienen bajos niveles fuerza de la voluntad, el individuo inspirado puede modificar el sistema
de predecibilidad en comparación con lo que un químico o físico estaría cultural según una dirección deseada. Las trayectorias convergentes y pa-
dispuesto a aceptar (au nque el nivel de predecibilidad del antropólogo ralelas son mucho más numerosas que las trayectorias divergentes en la
sería bastante respetable entre los meteorólogos y los geólogos) *. Las ex- evolución cultural. La historia se repite en innumerables actos de sumi-
cepciones se pueden deber a diversas causas: se pueden producir errores sión individual a las reglas y pautas culturales, y rara vez prevalece la vo-
en la recogida y proceso de 'datos; el enunciado de las condiciones inicia- luntad individual en cuestiones que exigen modificaciones radicales de
les puede ser inadecuado; las condiciones pueden estar sufriendo un cam- creencias y prácticas profundamente condicionadas.
bio evolutivo y, por último, la misma generalización puede estar mal cons- Si la antropología tiene algo que sugerir a los que tratan de partici-
truida. Todas estas fuentes de errores pueden reducirse a una : falta de par en la creación de variedades originales de vida personal y cultural,
información suficiente o conocimientos incompletos . ~ consiste en que para cambiar el mundo hay que tratar primero de com-
¿Da lo mismo que la incertidumbre surja del libre albedrío del actor prenderlo. La importancia de este consejo varía directamente con las pro-
humano o de la falta de conocimiento por parte del an tropólogo? Desde babilidades en contra de la innovación personal o cultural deseada. Cuan-
el punto de vista del individuo, tal vez sí. No se puede estar seguro de do las probabilidades están drásticamente en contra de un resultado es-
que un conjunto concreto de condiciones culturales producirá siempre perado, la ignorancia evitable de los factores causales en juego significa
un tipo cultural o de personalidad concreto. Si se es un fatalista y se una falta moral, especialmente si se recurre a otros para que arriesguen
piensa que uno no puede modificar su personalidad o su cultura, y se ac- sus vidas y sacrifiquen su bienestar. En este sentido el conocimiento dis-
túa o no se actúa en consecuencia, sencillamente se hace más probable ciplinado de la cultura, gente y naturaleza es una obligación moral.
el resultado más probable. Por otra parte, si se cree que se puede cam-
biar el resultado y se obra en consecuencia, se puede incrementar la pro-
babilidad del resultado, aunque esto no pueda convertirse en una cer- Resumen
teza.
Así, el reconocimiento de la naturaleza probabilística de la predicción En el siglo xrx, la pos1C1on política dominante del poder europeo se
científica resuelve efectivamente el problema clásico de cómo explicar el interpretaba como prueba de la superioridad de Ja raza blanca. Los prin-
libre albedrío en un universo que muestra regularidades uniformes. Los cipales problemas que plantean estas interpretaciones geneticistas de la
descubrimientos de la antropología se oponen al punto de vista de que el historia y de la evolución cultural es que no pueden explicar el lugar mó-
individuo está indefenso ante la implacable marcha de la historia y que vi l del cambio tecnológico y político, salvo si postulan alteraciones en Jas
la resignación y desesperación son la.s respuestas adecuadas para aque- í1·ecuencias de los genes . Pero Ja existencia de estos genes es puramente
llos que están descon tentos con las condiciones sociales actuales . El fu- hipotética.
turo nunca es tan completamente predecible como para hacer irrelevantes La capacidad de individuos y poblaciones enteras de cambiar sus re-
o superfluas algunas alternativas. La naturaleza probabilística de la evo- pertorios culturales a .través de la enculturación, Ja aculturación y la di-
lución cultural nada impone con tanta seguridad en el individuo como la Í11sión en una sola generación demuestra Ja independencia básica de las
necesidad de hacer elecciones . Cada decisión de aceptar, oponerse o cam- diícrencias y semejanzas culturales de la determinación genética.
biar el orden actual modifica la probabilidad de que se produzca un re- Los estudios raciológicos modernos se han centrado cada vez más en
sultado evolutivo concreto. Es perfectamente racional afrontar el desafío los tests de inteligencia como medio de medir las diferencias raciales. Al
de las condiciones adversas redoblando nuestros esfuerzos . principio se creía que los tests de inteligencia medían una característica
innata que no podían cambiar los factores ambientales. Sin embargo, los
* Muchos lectores estarán familiarizados con el hecho de que ni siquiera en la fís ica 1csullados de los tests alfa y beta aplicados en el ejército y del estudio de
se pretende alcanzar una predecibilidad del 100 por 100. [n el campo de las micropar- k.lincberg sobre inmigrantes del norte sugirieron que si se controlaban las
tículas reina el «principio de indeterminación» de Heisenberg, una de cuyas consecuen- rnncliciones ambientales, se podía eliminar gran parte de la diferencia en-
cias prácticas es la incapacidad de predecir el orden en que los átomos en una sustancia tre las puntuaciones de los negros y los blancos.
radiactiva experimentarán desintegración. También en la macrofísica reina la probabi-
lidad más que la certeza. Por ejemplo, n unca se ha mostrado que la fuerza de la La principal fuente de desacuerdo entre los partidarios de la herencia
gravedad es constante para todas las regiones del espacio o para todas las fases de y los ambientalistas concierne en la actualidad a qué proporción de la di-
la evolución cósmica. Así, la regla «una excepción falsa la ley» no es más aplicable a fncncia de 15 puntos entre los c.r. de negros y blancos se debe a la he-
la fís ica que a la antropología. Cierto es que la predecibilidad normalmente asociada a la 11·ncia. Los geneticistas afirman que la heredabilidad de la inteligencia
física es mucho más alta que la asociada a la antropología. Pero esto se debe a que
la físic a elimina todas las condiciones y variables mal controladas; es decir, evita el 1·~ de un 80 por 100; es decir, sólo el 20 por 100 de la varianza en las
estudio de acontecimientos históricos reales.
548 Introducción a la antropología general
Herencia, cultura y libertad
549
puntuaciones del C.I. se pueden atribuir a factores ambientales .. Esta
distintas condiciones de densidad demográfica. Sin embargo, es dudoso
estimación se basa en estudios sobre gemelos, hermanos y otros panentes
que se pueda utilizar la selección del éxito reproductor para explicar la
que se han criado separadamente. Sin embargo, los ambiente~ domésti-
variabilidad en los rasgos que los sociobiólogos consideran como casos de
cos no se han controlado apropiada o adecuadamente como posibles fuen- escala en los seres humanos.
tes de las puntuaciones muy similares halladas entre parientes próximo~.
El modelo de la eficacia biológica inclusiva, utilizado para explic~r el
Actualmente se sabe que los estudios clásicos de Burt sobre la heredabi-
infanticidio femenino en el seno de la élite y el matrimonio de los varo-
lidad de la inteligencia han sido fraudulentos.
nes con mujeres de posición social inferior, se puede sustituir fácilmente
La heredabilidad no es una medida de los límites hasta los que se
por un modelo cultural. El modelo sociobiológico depende de hipotéti-
puede modificar un rasgo bajo la influencia de ambientes radicalmente
cos genes que han sido seleccionados para maximizar el éxito reproductor.
nuevos. Esto se puede observar en el hecho de que s_e pueden increm:ntar
El modelo cultural prescinde de estos ingredientes hipotéticos. En vez
los C.I. hasta 35 puntos mediante programas especiales. Se ha mostra~o
de e)lo, analiza las pautas de apareamiento de la élite en relación con las
que las diferencias radicale~ en los ín.~ices de fra:as? escolar en Francia
recompensas concretas en riqueza y privilegios. Se puede demostrar que
están asociadas a diferencias de amEnentes domesticos entre hermanos
el éxito reproductor no es pertinente cuando obstaculiza los beneficios
adoptados y no adoptados. . económicos inmediatos.
Cuanto mayores son las diferencias culturales entre poblaciones, n:e-
No se puede negar la existencia de alguna forma de determinismo pro-
nos sentido tiene el concepto de heredabilidad. Los tests libres de la m-
fluencia cultural contradicen la condición humana básica. Los tests del babilístico en la vida social humana. Debido a la naturaleza probabilística
de este determinismo, nadie está obligado a ser fatalista . Sin embargo, es
dibujo de la figura humana están influidos por tradiciones gráficas como
falsa la creencia de que la voluntad humana puede crear cualq uier tipo de
indican las puntuaciones de los árabes sirios y los hopi. Los tests de ló-
cambio bajo cualesquiera circunstancias. La comprensión de las probabi-
gica también están influidos por las definic~on~s cultura~es de lo que es
lidades asociadas a las elecciones alternativas depende de un conocimien-
lóoico como en el caso del rechazo de los silogismos occidentales por los
o ' to sistemático de los temas abarcados en este libro. Se puede decir, pues,
kpelle. . d . . ., · · t' que el estudio de las relaciones entre cul tura, gente y naturaleza es una
La sociobiología es una estrategia e mvestigacion geneucista que es a
obligación moral de los ciudadanos preocupados que desean cambiar el
algo apartada de la raciología científica. Se oc~pa de los. efect~s de la na- mundo para mejor en vez de empeorarlo.
turaleza humana en la cultura y trata de explicar las diferencias y seme-
janzas culturales en relación con el principi~ :fe la efic_acia ?}ológica in-
clusiva o selección de parentesco. Este prmcipio hace hmcapie en la me-
dición del éxito reproductor de individuos estrechamente emparentados
como clave de la selección natural en las especies sociales.
No cabe duda de que existe una naturaleza humana. P ero es dudoso
que muchos de los rasgos incluidos en ella por los sociobiólogos se deban
primordialmente a naturaleza en vez d~ a la cultura .. ~a.sgos tales c~i;io el
tamaño de la familia, la evitación del mcesto, la poligmia y la crea~10n de
vínculos entre los hombres se pueden explicar fácilmente en térmmos d~
condiciones infraestructurales y estructurales. Los sociobiólogos están equi-
vocados al creer que muchos rasgos muy extendidos del complejo de su-
premacía masculina, que está cultural?1e~te determinado, forman parte
de la naturaleza humana. La parte mas importante de la naturaleza h~­
mana es la facultad simbólicamente mediatizada para la cultura y la act,i-
vidad creadora. Este rasgo relega a un segundo plano a todas las demas
tendencias genéticas y hace de la evolución cultural el principal modo de
adaptación humana. . . .
Los sociobiólogos sostienen que muchas vanac10nes en los repertorios
culturales se pueden explicar como respuestas inscritas en una «escala de
conducta». La escala alude a la selección de una gama de respuestas en
una diversidad de entornos, como en la gama de agresividad mostrada en

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