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todo puede pasar. El juego pasional inicia sin avisar, y los sentimientos que tardan añ os
en formarse entre dos almas destinadas a estar rebosan sin templanzas ni miedos, sin
pedir permiso y mucho menos perdó n. El dolor y el amor van de la mano en una
relació n, y solo la pasió n y las verdaderas ganas de estar juntos será n capaces de forjar
un lazo irrompible por aquellos que solo deseen acabar con un destino escrito en la
vida misma. JungKook y TaeHyung deberá n aprender el uno del otro para alcanzar la
verdadera felicidad, y será a través de muchas situaciones que lo podrá n lograr. El
destino está asegurado, las almas destinadas siempre se vuelven a encontrar pero...
¿quién dijo que estaban obligadas a mantenerse juntas?
—Dime, ¿cuá ntas veces debo repetirte que eres mío?—JungKook tembló ante el tono
grave que utilizó TaeHyung para hablarle al oído, el hombre no parecía especialmente
feliz aquella mañ ana. Y el pequeñ o apretó n de advertencia a sus caderas acabó por
confirmarle aquel pensamiento. —Responde, JungKook.
El pelinegro lamió sus labios con nerviosismo y susurró tan bajo que Tae no pudo
escucharlo en lo absoluto.
— ¿Qué dijiste?—la mano del mayor impactó contra su trasero y JungKook tragó el
gemido que quería deslizarse fuera de su garganta, él sabía, joder, TaeHyung sabía lo
que un acto impú dico como ese le provocaba en donde sea que estuvieran y aun así no
dudaba ni un solo segundo en hacerlo. No quería pasar la vergü enza de su vida
dejá ndose escuchar por cualquiera. —Habla fuerte, quiero escuchar tu maldita excusa
de por qué mierda estabas con Kim MinGyu cuando claramente te advertí que te
alejaras de él.
En un arranque de ira que hizo brillar sus ojos, JungKook golpeó la mano de TaeHyung
en un fuerte movimiento y gritó :
— ¡É l fue quien me besó !—la ceja del moreno se alzó y JungKook se sonrojó
completamente por lo que había hecho. La estaba cagando todavía má s con su mierda
impulsiva, pero no podía ni iba a evitarlo, si iba a recibir una zurra por ello; pues
bienvenida sea.
La amenaza escondida en las palabras del castañ o fue notada por el menor en todos los
sentidos. Los colores fueron a su rostro y deseó que la tierra se lo tragara en ese jodido
instante para escupirlo en otro lugar. No es que tuviera miedo de lo que TaeHyung
podría hacerle, al contrario, tenía miedo de lo que él podía sentir en el proceso, y sabía
que con el mayor solo podía experimentar placer y dolor en una combinació n
pragmá tica que le dejaba sumido en un espacio del que jamá s deseaba salir.
TaeHyung quitó los lentes de su rostro y sacó un pequeñ o pañ uelo del bolsillo de su
saco para limpiarlo. JungKook no pudo evitar quedar embelesado por los ojos azulados
de su pareja. Carajo, TaeHyung era perfecto como fuera. Tae lo sacó de su ensoñ ació n al
colocar sus lentes sobre el puente de su nariz nuevamente y verlo con una seriedad que
lo heló hasta los huesos, pero que luego le calentó como si el infierno se estuviera
desatando en su interior. Su pareja podía ser intimidante a un nivel explosivo y aun así
ser tan cachondo sin intentarlo.
—Me desobedeciste, JungKook, y sabes perfectamente lo que opino sobre tus malditas
desobediencias hacia unas simples ó rdenes. —TaeHyung cruzó sus brazos sobre su
pecho y miró al menor con una neutralidad fulminante. —Dime, ¿te costaba mucho
mantener tu culo popular alejado de ese bastardo? Porque me parece bastante
improbable el hecho de que no hayas podido hacerlo. Un lloriqueo frustrado brotó de la
garganta del pequeñ o azabache, estaba comenzando a ponerse caprichoso y entraba en
el papel de mocoso repetidas veces.
—Tae, hablo en serio, yo no quise besarlo porque sabía que ibas a ponerte así y porque
no me gusta. —JungKook intentó acercarse, viéndose detenido por la gran mano del
mayor sobre su pecho, apegá ndole contra la pared nuevamente y ocasionando que un
puchero pronunciado se deslizara sobre sus labios enrojecidos. —É l fue quien me besó ,
es la verdad.
—Piensa en algo mejor para deshacerte de lo que te espera, Jeon, porque estará s bien
jodido esta misma noche. —TaeHyung acarició su cuello sutilmente, dá ndole una
mirada que le decía todo, y JungKook se sintió temblar ante ello, su piel erizá ndose ante
el tibio contacto fue la prueba final. Sonriendo de manera imperceptible al notar
aquello, TaeHyung se separó del azabache. Con una ú ltima mirada, el moreno se giró
para salir de la biblioteca. JungKook era el cabreado ahora, por culpa del estú pido juego
de MinGyu ahora tendría que calarse los castigos de TaeHyung. Bueno, no calarse en sí,
pero la idea se entendía completamente. Apretó sus puñ os a los costados de su cuerpo,
sintiendo su impulsividad a flor de piel, y má s pronto que tarde se encaminó con
rapidez fuera de la biblioteca. Muchas personas le abordaron y empezaron a hacerle
sugerencias poco decentes a sus oídos. La mayoría provenía de chicas y chicos que
apenas y si iniciaban el primer añ o en aquella universidad privada. JungKook las ignoró
a todas y se dirigió a la cafetería, lugar en donde probablemente estaría el bastardo que
le había hecho mierda su mañ ana. Y por supuesto, allí estaba Kim MinGyu con el resto
de su grupo. Al verlo, MinGyu sacudió un brazo hacia él para saludarlo y le sonrió con
sorna frente a los demá s.
— ¡Será mejor que corras, MinGyu, porque si te atrapo puedes darte por muerto!—
MinGyu palideció ante sus palabras y supo que la había cagado al tratar de jugarle
aquella broma pesada a JungKoo.
Mientras tanto, TaeHyung veía con poco interés como su pareja corría detrá s del tonto
que se había atrevido a besarlo. Acomodó sus lentes sobre el puente de su nariz y lamió
sus labios antes de sonreír ladinamente. Su novio nunca cambiaría.
— ¿Se puede saber por qué atacó de tan salvaje forma a su compañ ero, señ or Jeon?
El azabache sonrió sin medida, viéndose como un verdadero idiota que creía tener el
mundo en sus manos y a las personas a sus pies, siempre dispuestas a besar la suela de
sus zapatos si era requerido por él.
—Sí, joven Kim, siéntese, por favor.—TaeHyung obedeció sin chistar y se sentó
completamente recto en el asiento junto a JungKook, no mirá ndole ni una sola vez y
ocasionando que un pequeñ o malestar se instalara en el pecho del azabache, quien
incluso deseó poder tomar su mano en ese mismo lugar.—Quisiera pedirle un favor
muy importante.
—Usted dígame, señ or, yo haré lo posible por ayudarlo. —JungKook quería reír por lo
tranquilo y dó cil que lucía TaeHyung en aquellos momentos. El mayor desprendía un
aura de pasividad que no se la quitaba nadie, una calma envidiable, candente y meliflua,
pero él sabía má s. Sin poder retenerse, JungKook rió por lo bajo, cubriendo su boca y
rascando la punta de su nariz para intentar calmarse, llamando la atenció n del director
y de TaeHyung en el proceso.
— ¿Me contaría el chiste para reírme también, señ or Jeon?—JungKook limpió una
pequeñ a lá grima que se había escapado y suspiró antes de ver al director. Sí, era un
malcriado en toda regla, y era consentido en cada mínima treta en la que poseía una
participació n. Podía verse imposible para muchos, tal vez demasiado exagerado para
otros, pero así era el mundo de los ricos. Si tu bolsillo te pesa un poco y quieres portarte
mal, no hay nada que el dinero no pueda hacer para cubrirte la espalda.
—¿Te he dicho ya que eres muy irrespetuoso?—sus ojos se deslizaron sobre la figura
pragmá tica de su pareja, y admiró lo bien que se veía en aquel traje color vino,
resaltaba su encantadora figura de una manera increíble, y le daba una apariencia seria
y marcada por una elegancia innegable, fuerte e impoluta.
TaeHyung se veía como un profesional portando aquellos lentes, aquel traje y aquella
seriedad que le caracterizaba. El azabache relamió sus labios y le sonrió ladinamente a
su novio antes de responder: — ¿Te he dicho yo que eres demasiado falso con los
demá s?—Tae rio inevitablemente y se acercó a JungKook con parsimonia. JungKook
tembló levemente cuando el mayor entrelazó sus manos juntas, el calor irradiando de
Tae lograba que su corazó n se acelerara como un demente, pero le gustaba, le gustaba
sentir esa suavidad, esa protecció n y el cú mulo de sentimientos haciendo un desastre
total en su interior.
—Ya, TaeHyung, aquí no, joder. —JungKook era el má s pudoroso entre los dos. A
diferencia de TaeHyung, él no era un faná tico de mostrar sus intimidades hacia el
pú blico. Bueno, no todo el tiempo. TaeHyung chasqueó la lengua y tomó a JungKook de
la mano para luego empezar a caminar con rapidez a un lugar desconocido para el
ajeno.
TaeHyung lo arrastró por los pasillos hasta el bañ o de la planta baja de la universidad.
Al llegar allí, TaeHyung trancó la puerta con seguro y se recostó sobre esta con notable
relajo, pero la sonrisa que se deslizó sobre sus perfectos labios fue la que dijo todo.
Jamá s había calma, solo una seria provocació n, el inicio de un contacto íntimo que iba
má s allá de la fiera y pasional unió n de sus cuerpos desnudos.JungKook lamió sus labios
para retirar la poca sangre que quedaba sobre ellos, y se dirigió al lavabo, abriendo el
grifo y mojando su rostro con el agua helada que corría por las tuberías. Enjuagó fuera
de su boca el sabor metá lico de su sangre y escupió el líquido ya no tan cristalino al
terminar. TaeHyung veía cada una de sus acciones en completo silencio, parecía como
si estuviera analizando cada uno de sus movimientos y eso ponía nervioso a JungKook.
—Le has roto el tabique y casi toda la cara a Kim MinGyu.—mencionó el moreno casi
pensativo. Sí, lo había hecho, ¿y qué? No existía un orden al que él pudiera o quisiera
verse apegado, así que daba igual.
— ¿Y eso qué importa? Se lo tenía merecido. —refutó mientras hacía un puchero casi
inconscientemente, atrayendo la mirada de TaeHyung hacia el suave arco de los que él
sabía eran sus dulces labios. TaeHyung se acercó en completo silencio hacia el menor,
posicioná ndose a sus espaldas y apegando el cuerpo de JungKook contra el lavabo,
deslizando una de sus piernas entre las ajenas sin advertir en un inicio, y sin verse en la
necesidad o deseo de pedir perdó n por ello. JungKook abrió sus ojos con notable
sorpresa y puso sus manos sobre los fríos azulejos, teniendo un pequeñ o soporte para
no caerse. El castañ o inhaló el delicioso aroma a cítricos que desprendía el cabello
azabache de JungKook. Apretó las caderas del menor bajo sus largos dedos y luego
deslizó la punta de los mismos a lo largo de su cuerpo, paseando perezosamente por
sus costillas con lentitud y luego sobre su abdomen. Para este punto JungKook ya
estaba sudando y se encontraba expectante a lo que su mayor le haría. Cada toque
sobre su cuerpo era gentil, pero Jeon no se confiaba. TaeHyung podría parecer un tonto
come libros, pero era un jodido depredador disfrazado de oveja para no llamar la
atenció n.
—No lo habrá s hecho para deshacerte de tu castigo, ¿o sí?—JungKook se estremeció
con entereza al percibir el agravado susurro del mayor, apretando sus ojos y
afianzando su agarre sobre los azulejos. É l reprimió el gemido que quería salir de sus
labios al sentir sus pezones siendo masajeados con los dedos del mayor.
— ¿Q-Qué pasa si te digo que no fue por eso?—TaeHyung rio cortamente y giró al
menor para apreciar su rostro como quería.
—Te diría que eres un pésimo mentiroso. —respondió sin vaciles de por medio,
acariciando el morete que se marcaba en la mejilla de JungKook y apretando la
mandíbula al sentirse inundado por ferviente có lera. Odiaba cuando tocaban un solo
cabello de su novio. —Por favor, ¿me está s jodiendo?
—Como sea, debo irme ahora mismo. Necesito arreglar unos asuntos pendientes. —
TaeHyung cruzó sus brazos sobre su pecho y le miró inquisitivamente.
— ¿Y se puede saber qué tipo de asuntos, con quién vas a resolverlos y en dó nde?—
JungKook lamió sus labios y miró en otra direcció n con nerviosismo.Los celos de
TaeHyung explotarían en cualquier momento. Y el ú nico que sufriría las consecuencias
sería el. Y su culo también.Bueno, como un sabio dijo una vez; el que tenga miedo de
morir que no nazca.
— ¿Me dejarías ir si te digo que es con Yu-gyeom?—la dura mirada que TaeHyung le
brindó ante sus palabras provocó que el miedo se acentuara en su estó mago. «Ahora sí
estoy jodido»