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𝐸𝓁 𝒸𝒽𝒾𝒸𝑜 𝒹𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝒸𝒶𝒷𝑒𝓁𝓁𝑜𝓈 𝒹𝑜𝓇𝒶𝒹𝑜𝓈 Edición

MariiPortillo12

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This story was first published on October 6th, 2020, and was last updated on
October 30th, 2020.
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Table of Contents

Cover
Title Page
Copyright Information
Table of Contents
Summary
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Summary

title 𝐸𝓁 𝒸𝒽𝒾𝒸𝑜 𝒹𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝒸𝒶𝒷𝑒𝓁𝓁𝑜𝓈 𝒹𝑜𝓇𝒶𝒹𝑜𝓈 Edición


author MariiPortillo12
source https://www.wattpad.com/story/193086751
published October 6th, 2020
updated October 30th, 2020
words 7,762
chapters 8
status Complete
rating Unknown
Amor, Complete, Desamor, Jimin, Olvido, Secretos, Wattys2020, Yoongi,
tags
Yoonmin

Description:
Portada: G180K0V
“Los miedos son terribles, consumen las entrañas y abrazan el alma de una manera
misteriosa y abrumante, te roban el aliento entre noches sofocantes y gimen en los oídos
para aturdirte y decirte cuán fuertes son, y como harán para destruirte. Yo perdí contra
ellos, cometí el error más grande de toda mi vida. Sonará a lo más cliché del universo, pero
perdí a el amor de mi vida por no saber luchar contra ellos. Arriesgue el motivo por el cual
mis días comenzaban a tener sentido, y aunque amé y me supieron amar, no pude entregar
algo más.”
•Ortografía regular. •Menciones de distintas parejas.

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—Aclaraciones: Está historia es mera imaginación, no se crean tanto


eso de parejas entre idols. Si les gustan ese tipo de parejas como a mi, es
sólo cuestión de respetar tanto a la escritora, idols e ideas que son aquí
plasmadas. FICCIÓN, todo es ficción dentro de las historias. Tratamos
de plasmar eso que sentimos y bueno, usamos a los personajes por mero
gusto.
No tratamos de hacer quedar mal a nadie, ni mucho menos insultar a
nadie.
El sol acariciaba su piel nívea. El aroma a vainilla invadía sus fosas
nasales deleitándole de sobremanera.
YoonGi intentó mantener la calma mientras esperaba a su compañera
de trabajo, y es que siempre llegaba algo tarde por situaciones tontas e
infantiles.
Su mandil se aferraba a su cintura y sus cabellos negros caían libremente
por su frente, le dolía la cabeza y la melodía le causaba irritación.
— ¡He llegado! —. La puerta se abrió dejando ver a una chica de
hebras rosadas entrando como Juan por su casa.
— Bien, hasta que te dignas —. Rodó los ojos con molestia fingida y
se puso de pie. — Estuve esperando muchísimo tiempo Sarah, no puedes
tratar así a tu amigo indefenso —.
— No exageres Min, solo tarde unos minutos más —. Su sonrisa se
ensanchó.
Sarah era la mejor y única amiga de YoonGi. Desde que el joven
logró mudarse a la ciudad de Seúl comenzaron a crear un lazo
inquebrantable.
YoonGi había decidido irse a la ciudad por problemas con sus padres,

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vivió un tiempo con su adorada abuela y al fin se independizó
totalmente, yéndose a un apartamento.
En sus planes no estaba el tener que compartir habitación con una
persona, pero Sarah cambio completamente su decisión.
— Sabes, estuve pensando —, dejó su bolso sobre el mostrador y
suspiro — mejor dicho, recordando que habías tenido una pareja
¿Taeyang? ¿Tae…? —.
— TaeHyung —. Finalizó — ¿Eso qué tiene? —.
— Pues, yo se acerca de él, pero no sé toda la historia; solo que al
final te engaño o algo parecido —. Sus ojos brillaron, pero por otro lado
el menor sintió su corazón ser arrancado de su pecho.
— Posiblemente te la cuente —. Sus palabras salieron en un susurro
casi inaudible.
— Si —.
La suave brisa hizo bailar sus mechones, YoonGi tomó entre sus
manos el trapo para limpiar las mesas sucias, mientras que Sarah se
dirigía con rapidez a encargarse de lavar los trastes del local.
Una película de recuerdos invadió la mente del pelinegro…
Los meses invertidos en dicha relación que al final de todo no
funcionó.
La viva imagen del engaño en su propio hogar.
Los besos compartidos.
Las caricias regaladas.
YoonGi bajo la mirada con melancolía
Realmente esperaba encontrar un nuevo amor, uno que pudiera amarle
como él esperaba y claramente amarle como él sabía hacerlo.
Quería una fuerza que los mantuviera juntos, el detenerlo a él y
viceversa.

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Un amor donde pudiera ser el mismo, donde pudiera regarle ese cariño
que tenía atorado en su pecho, un amor tan bonito que hiciera que su
corazón explotara de arcoíris y algodón de azúcar. Un amor como en las
películas, un amor sólo de ellos.
TaeHyung había sido una persona realmente importante en su corazón
y en su vida; pero las acciones que él menor había tomado no fueron las
favorables para mantener su relación amorosa. YoonGi no podía decir
que él no había hecho o había tenido actitudes que pudieron dañar en
algún momento su relación; YoonGi podía ser un chico con poca
paciencia, pero no sería un infiel.
Él creía que cuando estás en una relación se debe poner de tu parte
para que funcione, no forzarse a nada y siempre tratar de que ambos
estén totalmente cómodos.
YoonGi creía muchas cosas del amor, y realmente creía en el…
Solo que aún no encontraba con quien compartir el suyo.

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“No prometo darte el cielo y las estrellas, porque ellas no me


pertenecen. Quizá tampoco pueda darte mis ojos porqué no podría
verte… quizá solamente pueda darte mi alma para que hagas con ella lo
que te plazca. ¡Oh amor mío! Quisiera que te llevaras mi alma, ese
pedazo entristecido de mi existencia que te ama, sólo ama y enséñame a
vivir con las caricias de tus mejillas enrojecidas y apenadas por las
noches entre sábanas”
La tarde siguió a base de risas y chistes por parte de la mayor y un
chico que había llegado a pedir empleo, mientras que el pálido sonreía
castamente. La gente había sido poca, hasta ahora solo algunas personas
habían llegado a tomar algo.
— Entonces le dije que me gustaban las chicas —soltaron unas risas
sonoras y miraron al pelinegro el cual se limitaba a mirarlos fijamente —
¿No te causa gracia lo que estoy contando? — le cuestionó con una ceja
alzada
— No es que no sea gracioso — centro sus ojos gatunos en la puerta
de entrada — Es sólo que no me interesa — se puso de pie y apretó el
nudo de su mandil — Iré a la cocina — finalizó
Estaban a unas horas de cerrar el pequeño local, más sin embargo un
grupo de jóvenes adultos entró con amplias sonrisas llamando la atención
de todos los presentes.
— Buenas tardes — la pelirosa les regaló una amplia sonrisa — ¡Min,
ha llegado gente! — alzó la voz, mientras que el pálido maldecía
internamente.
Los jóvenes optaron por subir a la planta alta, mientras que Min
YoonGi quería asesinarlos con sus propias manos al elegir dicha opción.

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El mencionado tomo su libreta y se encaminó a tomar las escaleras,
arrugando así su pequeña nariz y negando frenéticamente asegurándose
que nadie lo observará.
Frunció sus labios y dejó salir un suspiro silenciosos para así
acercarse a la mesa de aquellos jóvenes. Los pasos que quedaban era
escasos, y la piernas del pálido comenzaron a fallar cuando se dio cuenta,
que en esa mesa se encontraba la persona que le había hecho tanto daño.
TaeHyung se encontraba sentado a lado de un joven de cabellos rojos y
piel blanca.
El corazón del mayor latía de una manera inexplicable, sentía sus
manos apretar aquella pequeña libreta y como sus piernas flaqueaban.
— Oh, hola YoonGi — su voz, la voz que lo hacía perder la razón y
por la cual estaría dispuesto a dar su vida, lo estaba llamando de nuevo.
Ahí estaba el chico que lo había traicionado.
— Buenas tardes — hablo tembloroso, intentado sonar de lo más
normal posible — ¿Qué van a pedir? — evitó cualquier contacto visual
con el peliazul.
— Quiero un té verde — un chico de cabellos castaños habló,
atrayendo todas las miradas — Por favor
— Yo, quiero una malteada de fresa —.sonrió — Por favor — los
oyuelos del chico era bastante marcados y su piel trigueña brillaba de
manera linda.
— JungKook y yo queremos un té helado, de limón — mordió su
labio inferior — Por favor, YoonGi — mostró una sexy sonrisa que le
regaló al mayor. Sus mejillas se encendieron tiernamente pero evitó que
los demás las observaran.
YoonGi quería llorar, el nudo en su garganta le impedía siquiera alzar
la vista; el mundo se le volvía a caer encima.
¿Por qué apareció? ¿Por qué hoy? ¿Por qué ahora? ¿Acaso hizo algo
malo?

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No, no lo sabía, y tal vez jamás se daría cuenta de ello; solo tenía en
cuenta algo… TaeHyung había regresado y no estaba solo.
El pelinegro dejo el pedido en el mostrador y suspiro sonoro.
— Sigue atendiendo la mesa 12, por favor Sarah — hablo con la voz
apagada — Mañana te explico todo —
— Bien, estaba por preguntar — sonrió — pero esperaré —
Tal vez YoonGi exageraba, y muchas personas creían que era así; pero
no todos saben lo terrible que se siente que entregues todo en una
relación y te paguen de esa manera.
YoonGi dejo su mandil a un lado y se concentró en mirar aquel
recuadro de fotografías; el aparecía en muchas de ellas, mostraba su
sonrisa ampliamente cuando TaeHyung estaba con el, pero cuando el
menor se fue con su actual pareja, mostrar su sonrisa ya no tenía sentido.
Estaba tan cansado de aparentar ser feliz cuando no lo era, estaba
cansado de querer que alguien lo amará por lo que era, pero seguía
resigandose a estar solo.
Despeino su cabello y soltó un suave suspiro.
— YoonGi, debes irte a descansar — sonrió ladina la mayor —. Yo
cerraré el local, y nos veremos más tarde o tal vez mañana — el
pelinegro asintió y tomó las llaves del apartamento.
Sin oponerse a lo que la mayor le ordeno, salió del local y se
encaminó a su hogar. El clima era fresco, el sol estaba por ocultarse y el
cabello del YoonGi bailaba gracias a la ligera brisa del atardecer.
— ¿Jamás podré ser feliz? —. Se preguntaba — Yo no merezco esto,
yo no soy mala persona — ,se decía mientras se hundía en sus
pensamientos — tal vez la vida no me quiere, ¿o será que me tiene algo
preparado para después? —.
Su sonrisa apareció a medias al darse cuenta que estaba platicando
con el mismo; agradeció que nadie lo estuviera escuchando.

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— Que tonto eres YoonGi, tan tonto —. Entró al apartamento y soltó
un suspiro.
La inmensidad de la noche comenzaba a consumirlo y el sueño no
tardó en hacerse presente.
Había sido una tarde agotadora, y esperaba que mañana todo se
volviera un cuento de hadas. Un lugar mágico donde los sueños caminan
descalzos entre nubes preciosas y los querubines se abrazan diciéndose al
oído cuanto se aman.

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3

Los días pasaron y parecía que a TaeHyung le agradaba tener a su


merced al pálido, le gustaba ponerlo nervioso y sobre todo mirar su
rostro desencajado cada vez que lograba mirarlo.
A veces Kim venía solo, otros días venía acompañado de sus amigos
o de su pareja; y hoy no sería la excepción, apareció con aires de
superioridad por aquella puerta junto con dos jóvenes. YoonGi maldijo
infinidad de veces que volviera a la cafetería donde trabajaba, habiendo
tantas cercas de ahí, tenía que volver específicamente a esa.
Tomo la libreta entre sus manos y se acercó con los jóvenes, lo cuáles
venía más animados que otros días.
— Buenos días —, dijo fríamente esperando respuesta de alguno —
¿Qué desean ordenar? —. Cuestionó con miradas de soslayo y algunos
pajaritos cantando de fondo, como queriendo ayudar a sus nervios.
— ¿Podrías venir en un rato? —, preguntó un chico de hebras grises
— Estamos esperando a JiMin —. YoonGi asintió y comenzó a caminar.
— Espera, JungKook y yo queremos una malteada de vainilla y fresa
—. YoonGi asintió y dió otro paso.
— Bueno, a mí tráeme un jugo de arándano, por favor —, sonrió el
otro chico y YoonGi volvió a asentir.
El día era soleado y brilloso, algo que a YoonGi no le gustaba; no
había viento ni tampoco alguna nube cerca eso indicaba cero lluvias para
hoy.
Dejó su libreta a un lado y se adentro a la cocina, encontrándose con la
pelirosa que estaba preparando un par de bebidas.
— YoonGi explícame ¿por qué el otro día me pediste que atendiera a
la mesa 12? —, preguntó la chica con sus ojos entrecerrados — ¿Qué

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ocurrió? —. El pálido sonrió a medias y se sentó en la rígida mesa del
fondo.
— ¿Recuerdas a TaeHyung? —, preguntó—el chico con el que salía
— agrego.
— ¿TaeHyung? — frunció su ceño pensativa — ¿El rubio que te dejo
por otro chico? —, el pelinegro asintió — ¿El mismo del cual estabas
completamente enamorado, y después de el ya nada tenía sentido? —
volvió asentir y suspiro — ¿Qué tiene que ver? —
— Volvió, pero ahora tiene el cabello azul —, sonrió triste — está
aquí ahora y viene con su novio, o eso parece— la mayor alzó sus cejas
sorprendida y negó frenéticamente
— ¡Que descaro de su parte! —, renegó y dejó los vasos en su lugar
— supongo que está bien que haya conseguido una nueva pareja, eso
deberías hacer tú, más sin embargo lo que no me parece es que ahora
venga muy quitado de la pena y te hablé así como así, ew — arrugó su
nariz —.
— Supongo que si, pero no puedo hacer nada —, acomodo los
pedidos en la bandeja y salió de la cocina. — Vuelvo en unos minutos
—.
Camino hasta las escaleras y subió lentamente cada una de ellas, con
las manos tembrososas y su frente un poco sudada siguió su camino
hasta encontrarse de nuevo con aquel grupo el cual seguía riendo y
diciendo cosas sin sentido.
— Aquí tienen —, hablo fuerte. — Espero y lo disfruten. — Dejo la
bandeja y camino unos cuantos pasos antes de ser interrumpido
— Disculpa, ¿Podrías traer un capuchino de vainilla para mi amigo?
—. YoonGi frunció el ceño.
— ¿Cuál amigo?.— Preguntó algo aturdido.
— Y-yo —, todo giraron su mirada para encontrarse con unos dorados
cabellos y unas mejillas rojizas. — Lamento la tardanza, es que perdí a

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mi gato — sonrió y YoonGi sintió que su mundo volvía a tener color —
Pero ya volvió —.
— JiMin, ven con nosotros — TaeHyung hablo — YoonGi traerá tu
pedido en unos minutos ¿no es así? — el mayor asintió.
— Uhm… gracias YoonGi — su voz era tan melodiosa y tierna,
aunque graciosa y tal vez intolerable en algún momento. —
— Vuelvo en unos minutos —. Sintió sus mejillas arder cuando el
chico de los cabellos dorados le regaló una sonrisa que hacía que sus
ojitos formarán una media luna
— Esperaré. — el mayor asintió y bajo casi volando las escaleras.
Su corazón latía rápidamente y no le gustaba esa sensación, el chico
que acaba de ver era sin duda el ángel más precioso del mundo.
Tenía unos labios rosados y abultados, unas mejillas regordetas y con un
tierno color carmesí coloreandolas, un cuerpo delgado pero bien
tonificado y sus cabellos, dios, sus cabellos parecían hilos de oro rizados.
Pero sin duda, algo que jamás se iba a borrar de su memoria fue aquella
tierna y dulce sonrisa.
YoonGi se golpeó la frente con la palma de su mano y siguió su
camino, maldijo infinidad de veces cuando llego a la cocina.
— Estoy enfadada. — dijo la mayor — Estaba preparando un
capuchino, te juro que estaba emocionada, el joven era agradable y
parecía tener buen tema de conversación; ¡y se fue! —. Sus mejillas
estaban enrojecidas y golpeaba con las yemas de sus dedos la mesa.
— ¿Puedes hacerlo de vainilla? —, asintió — ¡Bien, en unos minutos
regreso por él! —, sus amiga era rápida haciendo su trabajo, así que se lo
entrego en pocos minutos.
Subió las escaleras a paso veloz después de sonreírle a su divertida
amiga y calmó su respiración cuando se encontró a escasos escalones de
llegar.

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— Tranquilo Min YoonGi —. Se decía, inhalando profundamente se
acercó a la mesa con una media sonrisa dirigida al chico de labios
abultados.
— Toma —, dejo el vaso cerca y se dio la vuelta, girándose sobre sus
talones.
— Gracias YoonGi —.!agrego el menor
— ¿Deberías llamarlo hyung?, JiMin el es mayor que tú — sonrió
TaeHyung tratando de llamar la atención de el mayor — Oh, pero no son
amigos ¿O si? —.
— Si, creo que no existe esa confianza, lo acabo de conocer —. El
rubio bajo su mirada algo apenado.
— No importa, si deseas llamarme hyung no me molestará —. Soltó
causando una mirada de desaprobación por parte del peliazul.
— Oh, si no le molesta está bien — agrego el menor con una sonrisa
— ¡Gracias YoonGi hyung! —.
— Por nada —, emprendió camino hasta las escaleras y soltó una
estúpida risita procurando que nadie lo escuchará.
Bajó con cuidado y desató el nudo de su mandil, mientras mordía su
labio inferior. Después de todo este día no había sido tan malo.

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4

Los días avanzaban y el mayor no lograba olvidar esa tierna sonrisa


de su mente.
Todo se había puesto de cabeza en la cafetería, habían entrado dos chicos
nuevos, Amelia y Mark; ambos bastante tontos a decir verdad. La
cafetería estaría en remodelación una semana y eso daba a entender, que
las vacaciones habían comenzado.
— YoonGi, tienes que salir con nosotros —, chillo la mayor — será
un rato solamente —. Puchereo en exageración y pataleo en su lugar.
— No, de verdad —. Suspiro — Me aburren los bares y toda esa clase
de sitios donde solo vas a ponerte ebrio sin razón, lo sabes —, dejo su
mandil y lo colgó en la puerta — además no tengo nada bueno que
ponerme, y buscar me da mucha pereza —. Dibujo una mueca graciosa
que demostraba el supuesto cansancio que eso le generaba.
— Min YoonGi, tienes ropa excelente para estos casos —. Rodó los
ojos — Yo te ayudaré, anda —.
Con ninguna otra opción más que aceptar, los dos jóvenes
emprendieron camino a el pequeño apartamento que compartían, la
mayor sin duda era una persona maravillosa, amable y muy tierna;
YoonGi tenía sus momentos de amabilidad, más sin embargo no era su
fuerte. Solía mantenerse reservado y callado ante las situaciones de su
vida diaria; claro que eso no lo llevaba a ser un marginado que sólo
estaba dentro de su habitación intentando quitarse los calcetines sin
levantarse de su cama, el era amable y divertido si quería serlo, pero
prefería dormir en lugar de beber alcohol.
— Créeme que ya imagine miles de conjuntos que podrías usar para
esta noche —, el pálido negó mientras sonreía — Eres guapo, tienes un
cuerpo escuálido pero sirve —. La pelirrosa sonrió a medias y arrugó su
nariz graciosamente.

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— Sarah, gracias —, dijo de pronto, dejando a la mayor un poco
desorientada. — De verdad, muchas gracias —. Evadió la mirada de
aquellos ojos brillantes y llenos de luz.
— De nada, creo —, sonrió y lo que resto del camino fue en silencio.
El cielo tenía tonalidades azules y moradas, el viento estaba suave y el
calor no estaba presente; los amigos caminaron lentamente hasta
encontrarse con el pequeño edificio color marrón de seis pisos hacia
arriba.
Ambos entraron con medias sonrisas para la recepcionista y tomaron el
elevador para ser más rápidos. Llegando al quinto piso y caminar unos
metros para encontrarse con la puerta número 53.
— Bien Min YoonGi — , la mayor introdujo la llave y empujó la
puerta para entrar — Vamos a revisar tu armario —. Corrió dejando al
pálido en la entrada.
El pelinegro camino tras ella y se lanzó a su cama; mientras tanto la
chica sacaba y miraba la ropa con dedicación, tal vez imaginaba al pálido
con aquellas prendas.
— ¿Te parece esto? —. Extendió unos jeans ajustados color negro y
una playera lisa negra — No, muy sencillo —, lanzó los jeans a la cama
— estos están bien, buscaré otra playera —
Y así, después de un rato optó por la misma playera negra y una
camisa a cuadros para que se colocara encima.
Bajo los botines militares del joven y dejó todo su conjunto listo.
— No fue tan complejo —, hablo el pelinegro con una sonrisa amplia
— bien, creo que me daré una ducha —. con pereza y mejillas rojizas
tomó su toalla de baño y adentro.
La mayor asintió y se marchó a su habitación, dejando al pálido tomar
su merecida y deseada ducha.
La confianza les había hecho soltar tantas cosas, los momentos
compartidos los llevaron a juntar un sinfín de anécdotas divertidas y

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estúpidas, y esas noches de desvelo se reían de ellos por ser tan joviales
y despreocupados.
Eran como dos almas gemelas que deseaban encontrar su
complemento, sin saber que ellos mismos lo eran; amaban al mundo por
darles la oportunidad de amar, y se adoraban por ser los mejores amigos.
YoonGi sonrió avergonzado por pensar cosas irritantes y burlescas de
su mejor amiga; así que decidió terminar esa deliciosa lluvia de ideas y
enredo su toalla a su cuerpo.
Donde después de secar sus mejillas colocó esas prendas frías sobre su
cuerpo.
Observándose en el espejo, con labios partidos y rojizos, hebras
negras humedecidas y ojos rodantes por pensar cosas que no debía.

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5

“Regálame un beso, de esos que llevas escondidos entre tus dedos,


tócame para dejar de hundirme entre nubes peligrosas, cuídame entre
las noches para no escapar. Porque esos miedos me ganan y se llevan mi
alma.”
La música resonaba en las paredes de aquella gran casa, evitando así
que las personas presentes pudiesen escucharse entre sí.
Min YoonGi se encontraba bebiendo una lata de jugo de durazno que
había comprado camino a la fiesta; dejándole claro a la mayor su poca
necesidad de beber algo embriagante.
La música era pegadiza no lo podía negar, pero el volúmen que está tenía
era exagerado para cualquier persona, el pálido seguía bebiendo de su
lata y soltaba risas cuando observaba a los jóvenes bailar y hacer el
ridículo.
— ¡Vamos YoonGi! —, grito la mayor en el oído del chico —
debemos bailar —. YoonGi negó varias veces y fue realmente claro para
la mayor, así que optó por irse con el chico que había conocido hace una
hora atrás a bailar.
Las chicas movían sus caderas al compás de la música, los chicos
gritaban y brincaba sin ritmo alguno; era realmente aburrido si lo veías
desde la perspectiva de Min YoonGi, estaba solo y bebía un jugo de
durazno.
Bendito momento en que llego la mayoría de edad, trabajos y
responsabilidades más grandes. Las odiaba y quería gritarles por ser
abrumantes, y hacerlo llorar por las noches.
El pálido decidió levantarse al baño, pues todos estaban tan
concentrados en su baile que estaba seguro que los baños estaban casi
vacíos; con suerte podría encontrar a un chico como solía ocurrir en
aquellas historia que Sarah veía en la televisión.

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Sonrió al darse cuenta de sus tontos pensamientos.
Siguió su camino, chocando con algunas cuantas personas y después
de unos cortos minutos llego a su destino, con algo de sudor en su frente
entró al cubículo del baño y hizo sus necesidades. Todo estaba tranquilo
hasta que salió de este y observo la escena que jamás quiso mirar en esos
momentos.
El chico de los cabellos dorados estaba siendo besado y tocado por un
chico de cabellos grises y labios carnosos.
— Ouh… Lo siento — bajo la mirada un tango apenado por la
situacion —
Los dos chicos miraron fijamente al pálido, y soltaron unas suaves
risitas.
— No hay problema… ¿YoonGi, cierto? — cuestionó el menor de
aquel trio. — Lamento que hayas presenciado está extraña escena —
bajo del lavamanos mientas besaba la mejilla del peligris y se marchaba
como si nada hubiese pasado
Extraño.
— Soy NamJoon, pero puedes llamarme Nam — hablo el chico — Y
el es JiMin, creo que ya lo conoces — YoonGi miro a todo lados
— Ustedes no olvidan un rostro ¿Cierto? — preguntó un poco
desorientado — Es decir, son buenos recordando personas —
— JiMin lo es, yo solo recuerdo los nombres. Y es más fácil con el
tuyo— sonrió — Pero sería difícil olvidar tu rostro. No eres fácil de
olvidar YoonGi —, dicho esto salió disparado de aquel baño, dejando
solo al pálido.
Así que el chico de los cabellos dorados tenía pareja y era aquel
guapo chico de labios gruesos.
YoonGi asintió para si, y salió también del baño; no había conocido a un
chico como en las historias de Sarah, pero sin duda conoció a alguien
bastante interesante.

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La música seguía igual de insoportable para sus delicados oídos, su
silla estaba ahora ocupada por una señorita de cabellos castaños y
demasiado ebria como para mantenerse de pie.
Los demás bailaban y reían, YoonGi estaba aburrido y después de una
larga búsqueda encontró una silla cerca de la barra. Un vasito no le haría
daño, así que si más preámbulos, comenzó a beber.
Los minutos pasaban tan rápido que ni siquiera se dio cuenta de
cuantos vasos había bebido; solo estaba consiente de dónde estaba más
no de que estaba haciendo. Unas manos se posaron en su cuello y tiraron
de el, quedando a escasos centímetros de aquella persona.
— Sigues siendo un bobo, Min YoonGi —, exclamó aquel cuerpecito
— Pero sigues tan sexy —.
— ¿Cuál mesa? —, artículo el mayor con media sonrisa dibujada
sobre su rostro, buscando al causante de la carcajada que quería escapar
de sus labios. — ¿Quién eres? ¿Qué mesa es la que buscas? —.
Entreabrió sus ojos para intentar divisar el rostro ajeno, el cual sostenía
el suyo con autoridad. Fue hasta unos segundos después donde YoonGi
volví a si y se percató de quién aplastaba sus mejillas.
— Tonto —. Sonrió.
Y así el menor no lo dejo siquiera acabar su diálogo, pues sus labios
ya estaban sobre los contrarios. Devorándose como nunca lo había
hecho, las manos de YoonGi pasaron a acariciar la cintura de su contrario
y soltar jadeos.
— Te extrañe, bobo Min YoonGi —, hablo el menor mientras seguía
besando con pasión aquellos labios delgados y rosados.
— TaeHyung, y-yo —, sus palabras fueron de nuevo calladas por el
menor; había extrañado tanto besar sus suaves labios y acariciar aquella
pequeña cintura que tanto le había encantado… Antes de el jodido
engaño. ¿Por qué no lo dejaba ni siquiera beber tranquilo? ¿Por qué lo
besaba ahora, si lo había engañado y dejado por el otro chico?
El engaño.

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Lo habían engañado.
— TaeHyung —, exclamó mientras se quitaba de cualquier contacto
— Tu, tú me engañaste —.
— YoonGi, vamos, fue hace dos putos años —, grito — superalo,
debemos pasar una buena noche ahora que JungKook se marchó con su
familia por tres días —. YoonGi analizó detalladamente las palabras del
contrario, no era su TaeHyung, el TaeHyung lindo que había conocido en
aquella fiesta, el cual le tenía miedo a los chicos más grandes y se sentía
protegido por Min YoonGi.
— Debo irme TaeHyung, cuídate —, dijo algo molesto, dejando al
menor desorientado y aún pequeño rubio observado de lejos escondido
tras su mayor.
— Jin Hyung, ¿Cree que el este saliendo con Tae? — suspiro cansado
— No lo creo, TaeHyung tiene novio y el no parece muy interesado
en el —, el mayor se dedicó a observar al pequeño rubio de mejillas
sonrojadas. — ¿Por qué la pregunta JiMin? ¿Acaso te agrada? —.
— ¿Qué? No, en realidad era pura curiosidad —, mordió su labio
inferior y miro al joven que había dejado solo en el baño.
En el fondo ambos sabían que no era cierto, o tal vez si, no lo sé.
Pero nada es tan fácil como parece.
Sus miedos estaba volviendo.
Esos besos asquerosos que le otorgaron en aquellos tiempos.
No. El no quería volver a tener miedo, no quería sentirse solo, JiMin
sentía miedo por quedarse solo.
El se sentía solo ahí, entre tanta gente.

22
6

La semana había pasado igual que siempre, los días callados y


totalmente aburridos, y dando por terminado las vacaciones. El estrés lo
consumía por la monotonía, pero el no saber cambiarla le aturdía aún
más.
La gente entraba y salía de la cafetería, unos reían y otros preferían
reservarse; las parejas pasaban y los niños corrían de un lado a otro. El
día estaba demasiado nublado y el olor a tierra mojada encantaba a
cualquiera.
— YoonGi hoy tendrás que hacerte cargo de el local solito —. Hablo
la mayor con una sonrisa, irradiando luz y hasta podía ver brillos
saltando de un lado al otro.
— ¿Y que haré yo solo?— cuestionó y salió de su lugar anterior,
esperando que la contraria estuviera mintiendo — Además me parece
injusto que tú puedas salir temprano los días que quieras, y yo deba
pedirlo con dos días de anticipación —.
— Bueno, de hecho no estarás solo. Amelia estará contigo la tarde
completa — el pálido alzó una ceja. — Y bueno, acerca de las horas
cortadas y eso; puedes hablarlo con Nini —.
— Uy, vaya relevante noticia — una risa sarcástica salió de sus labios
y evitó la mirada de su mayor —. No nos llevamos del todo bien, además
me asusta —.
— ¡Vamos Min YoonGi, no es tan malo! — dicho esto salió disparada
de aquel pequeño local, dejando al pálido con la palabra en la boca.
— Si, ojalá no sea tan malo —
Después de acomodar, lavar y limpiar la cafetería el solo; la bajita
hizo acto de presencia con una chillante risa que se expandía por todo el
lugar.

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Lucía unos jeans ajustados color rosa y una blusa de manga corta blanca
con estampado de flores, y si mencionar sus infantiles deportivas
rosadas.
Su cabello iba recogido en un moño mal hecho y tenía labial en los
dientes.
— YoonGi oppa, llegué —, hablo con una sonrisa tatuada sobre sus
labios.
— Ya lo noté Amelia — hablo bajo y siguió en lo suyo, no le
importaba la presencia de la menor en lo absoluto, mientras que no
emitiera sonido alguno estaría bien, — Sarah me pidió que te dejará esto
—, extendió un sobre amarillo gastado y camino hasta la cocina.
El único sonido que se lograba percibir era el de los aires
acondicionados haciendo su trabajo, la menor estaba terminando de
limpiar las mesas correspondientes y después se echó sobre una silla.
Con la aprobación del mayor encendió la televisión y colocó algo de
música, llenando de vida aquel precioso lugar donde estaban, era tan
satisfactorio escuchar la melodía invadir sus oídos y sin ningún otro
inconveniente.
— Oppa, ¿desea bailar? —, cuestionó la menor, recibiendo un “no”
por parte del mayor — Oh, vamos solo unos minutos —.
— Amelia, no, no quiero bailar contigo — hablo y la menor lo miro
— ¿Por qué no? — sonrió ladina y tomó su asiento.
— Porque no eres mi amiga — dijo y se puso de pie para ingresar de
nuevo en la cocina donde empezó por preparar el té verde.
En la mesita donde solía comer con Sarah estaba una pequeña y linda
caja de chocolates con una notita rosada.
“Para YoonGi oppa con amor, Amelia”
Sonrió ladino y siguió en lo suyo, aunque un poco arrepentido por lo
que dijo allá afuera; solía comportarse como un imbécil de vez en

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cuando pero hoy se excedió, pues la jovencita no tenía la culpa.
Terminó de limpiar los vasos y después salió, encontrándose con la
menor y una caja de pañuelos.
— ¿Qué te sucede? — cuestionó con preocupación y se acercó poco a
poco
— Está película es muy triste — le mostró la pantalla al mayor y
siguió sollozando
— Si, no creo que la película de “¿Y dónde estan las rubias?” tenga
algo de sentimental — alzó una ceja esperando respuesta.
— Es que tu eres un joven sin sentimientos —. Volvió a sollozar y se
marchó a la cocina como si nada pasará.
YoonGi por su parte sonrió tristemente y espero a que algún cliente
apareciera por aquella puerta; y comenzó a escuchar música.
Hasta que después de quince minutos, un par de jóvenes entró por la
puerta. Un joven de algunos 18 años, con unas hebras negras y labios
gruesos, su tez blanca y unos ojos grandes color marrón. Una jovencita
de algunos 15 años, cabello corto y púrpura, con una piel un poco más
bronceada y unos ojitos pequeños.
— Buenos días — canturreo el joven — ¿Alguien vivo por aquí? —
sonrió cuando pudo mirar al pálido ponerse de pie — Oh, hola — tomo
asiento
— Buenos días — sonrió el mayor — ¿Qué desean ordenar? — tomo
su bolígrafo esperando la orden.
— Pues MinHo quiere un novio como tú ¿verdad? — la de cabellos
púrpuras sonrió ladina mientras miraba a su compañero.
— ¡Cállate Hanny! — las mejillas del joven tomaron un color carmesí
intenso — S-solo queremos una malteada de fresa, por favor — hablo
bajito con una tierna sonrisa.
— MinHo quiere saber si usted es soltero — aclaro la menor.

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— Pues, si, soy soltero — añadió el pálido con una suave sonrisa.
— ¿Podría pasarle su número? Es que mi amigo es realmente penoso,
ah, será difícil — arrugó su pequeña nariz y continuo jugando con los
cubiertos.
— Vaya, ¿Cuantos años tienen? — preguntó el mayor y anotó algo en
su libreta
— Hanny tiene 16 años, yo tengo 18 — hablo bajo nuevamente y
evitó contacto visual
— Si, yo tengo 24 años — el menor se sonrojo junto con su pequeña
compañera.
— Oh, rayos disculpe oppa — los menores se pusieron de pie y
inconscientemente hicieron una reverencia.
— No, no es necesario — sonrió y dejó un pedazo de papel sobre la
mesa —Traeré su pedido, ya vuelvo —.
YoonGi no solía darle su número a chicos menores que el, pero el
chico era lindo y no quería desperdiciar una oportunidad así. Se acercó a
la cocina y le dio el pedido a la menor.
— Uhm, oppa espero haya notado mi pequeño obsequio — hablo de
repente — Espero no le moleste —.
— Gracias Amelia, eres muy amable — sonrió — Pero debes saber,
que no me gustan las chicas —.
— Oppa, yo entiendo y eso ya lo sabía — siguió preparando las
malteadas — Es solo que quería darle un pequeño detalle, quiero que
seamos amigos — aclaro con una tierna y dulce sonrisa.
— Si, Amelia podemos ser amigos — sonrió y la menor soltó un
chillido de felicidad.
— Prometo ser buena amiga oppa — sonrió de nuevo y entrego el
pedido — Bien, están listas — el mayor asintió y tomó una bandeja para
colocar lo vasos y se dirigió al par de jóvenes de antes.

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El menor tenía las mejillas más sonrojadas que hace unos minutos, y
sus manos sostenían el pedacito de papel como si fuese el tesoro más
codiciado del planeta. Mientras que la joven sonreía a la par de su amigo
y le daba unos pequeños halagos.
— Aquí tienen, disfrútenlo — sonrió y inconscientemente despeino
suavemente el cabello del chico — Espero tu mensaje — añadió
mientras seguía su camino al mostrador.
Por otro lado el chico que yacía sentado, estaba por desmayarse a tal
acción de su mayor. Lo había observado desde hace un mes y juraba que
era un chico demasiado apuesto, pero el era bastante penoso como para
hablarle y así fue como recurrió a su compañera ahora presente.
— Creí que sería más difícil, parece un chico complicado — sonrió la
menor.
— Es un chico guapo, boba — sonrió y dirigió su mirada al pálido el
cual se encontraba mirando su teléfono celular y tecleaba un par de cosas
— Y será mi chico —.
~~

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7

JiMin se encontraba sentado cerca del televisor jugando con un trozo


de plastilina amarilla, mientras moldeada un sinfín de figuras extrañas.
Su cabello brillaba al natural, pero sin duda la luz que entraba por la
ventana hacían ver su cabello como oro rizado a la vista de cualquiera.
— NamJoon, ¿Iremos a la cafetería? —. Cuestionó un poco distraído
con la televisión —.
— Park, ya es tarde — advirtió el mayor. —Además SeokJin no tarda
en aparecer —, añadió con una sonrisa ladina
— Uhm, esta bien — se resigno y continuó haciendo sus figuras, con
su labio inferior entre sus dientes.
El menor se puso de pie y se acercó a su mayor, con una sonrisa
amplia beso su frente.
— Lo quiero hyung —, acarició el cabello del contrario — me iré a
mí habitación —. Bajo la mirada con pena — Y lamento mi
comportamiento del otro día, ya sabe —.
— Bien, JiMin — despeino el suave cabello del menor y lo dejó
marcharse. — Sabes que no hay problema, algún día me dirás porque lo
hiciste —.
El rubio asintió apenado y algo afligido, ¿cómo se lo iba a explicar si
ni siquiera el lo entendía?
Ambos jóvenes eran amigos desde la infancia, sus madres habían
coincidido en alguna reunión de la escuela o algo parecido y después se
volvieron amigas inseparables; eso hasta que los Park decidieron
mudarse a Busan y la madre de JiMin falleciera al año y medio. Había
sido difícil para el menor y su padre, sin su madre a su lado no sabían
cómo sobrellevar un sinfín de cosas; sin mencionar los terrores que ahora

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lo acompañaban sin piedad, que era como una avalancha de situaciones y
memorias, donde el estaba bajo cuerpos ajenos.
El menor subió rápidamente las escaleras y se adentro a su habitación,
la cual estaba sumamente ordenada, la ropa estaba doblada por colores,
la cama no tenía ninguna arruga, los espejos estaban relucientes y el piso
bastante limpio.
Sus libros estaba ordenados por tamaño y orden alfabético.
Se tiró sobre su cama y comenzó a soltar suaves suspiros con algunas
lágrimas acompañando su pesar, mientras enredaba sus pequeños dedos
en su cabello; la sensación era satisfactoria pues no recordaba la última
vez que alguien había hecho algo así por el.
Todo se había vuelto un caos total desde que decidió salir del closet; sus
“amigos” se fueron y los chicos no le tomaban en cuenta por el físico que
tenía en esos años sumando que era un introvertido de primera. Todo eso
le llevo a tomar decisiones erróneas que seguían ahí, haciéndole daño a
su cálida cabeza.
El techo de su habitación estaba pintado de un azul celeste y decorado
con algunas nubes hechas por el mismo; había tardado meses en terminar
esa pintura pero sin duda alguna, había valido la pena.
Su respiración era calmada y poco sonora, sus pies colgaban de la
cama y los meneaba de un lado al otro. Limpio las traviesas lagrimas que
habían amenazado con aparecer y entrecerró sus ojos, pero cuando el
sueño quería hacerle compañía el sonoro crujir de su puerta siendo
golpeada se encargó de desaparecer cualquier indicio de descanso.
— Park JiMin, sal ahora mismo de ahí —, la voz de su mayor podía
reconocerla en cualquier lugar. — JiMin, obedece —.
— Si, SeokJin ya voy — , se enderezó y abrió rápidamente la puerta.
— ¿Qué se te ofrece hyung? — preguntó somnoliento.
— Tenemos que ir al super mercado —, aclaro — así que ponte unos
jeans y vámonos rápido —, miro de pies a cabeza al menor y sonrió.

29
— ¡Me avergüenza hyung! —, cerró la puerta — lo veo abajo —.
Sonrió para si.
— Bien, mocoso grosero —, soltó una risita y se alejó de la puerta
blanca del menor.
Con sumo cuidado el menor saco unos shorts azules de su ropero y se
los colocó, y después sus deportivas negras.
Bajo de dos en dos las escaleras y se posó frente a sus mayores con una
sonrisa que ocasionaba que sus ojos formarán dos medias lunas.
— Estoy listo —. Infló sus mejillas.
— Bien, NamJoon ¿puedes ir por las llaves del auto? —, le cuestionó
al piel canela y este asintió.
Los chicos que se encontraban en la sala, salieron de su hogar y se
adentraron al automóvil mientras esperaban al de hebras grises.
— ¿Solo iremos al super? —, preguntó el menor mientras jugaba con
los listones de su short — Es que estar en casa es un poco aburrido
hyung —, miro por la ventana asegurándose de que NamJoon no llegara
— Además Nam es muy extraño —. Ambos chicos rieron.
— Si, Nam es raro —, hablo el mayor — pero haré lo posible porque
vayamos a otro lado ¿esta bien? — el menor asintió con una sonrisa.
NamJoon volvió con las llaves y tomó su lugar en la parte trasera del
vehículo; pues JiMin siempre iba de copiloto y SeokJin de piloto.
Avanzaron hacía su destino mientras que JiMin los deleitaba con una
suave melodía.
— JiMin, te llevaré a que cantes en lugares públicos y después
alguien famoso te reconozca y quiera llevarte con el —, grito SeokJin
con una sonrisa en su rostro. — ¿No es así Nam? — el joven de la parte
trasera asintió frenéticamente.
El trayecto continuó de igual manera, con halagos hacia JiMin y
SeokJin halagandose a si mismo por lo guapo que era.

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Un semáforo en rojo los hizo detenerse, contemplado a las personas
pasar frente a ellos y a un JiMin enfrascado en su mundo.
Sin darse cuenta SeokJin piso el acelerador, pero un zarandeo saco al
menor de sus pensamientos; pues un par de jóvenes pasaron cuando el
semáforo ya estaba en verde frente al auto del trío.
— ¡Debes cruzar cuando está en rojo, tonto! —, grito SeokJin con
notorio enfado
El chico de hebras obscuras tiro del brazo de su menor y la llevo a la
orilla, sus rostros pálidos delataban el miedo que tenían al casi ser
arrollados.
— ¡Que estúpido eres MinHo! —, alzó la voz la menor con el ceño
fruncido — Por venir observando el estúpido número de aquel joven casi
nos arrollan —, tiro de la muñeca de su amigo y siguieron su camino.
Por otro lado JiMin escaneaba el rostro de aquellos jóvenes y el auto
donde yacía sentado comenzó a ponerse en marcha de nuevo.
Los dos amigos que estaban ahí a su lado habían sido unos ángeles
con el, pero JiMin quería tener a alguien que lo amará tal y como era, y
esperaba con ansias que alguien se quedará con el; y tal vez ese día no
estaría tan lejos como imaginaba.

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8

JiMin era una persona que se agotaba bastante fácil, le resultaba


estresante caminar mucho tiempo y más si se trataba de lugares con
mucha gente.
Por ello descargaba una infinidad de juegos para su teléfono celular para
distraerse en cualquier lugar; lo cual era estresante para sus mayores,
claro que para JiMin, era lo más divertido que existía en el mundo.
Ahora sus cabellos se encontraban divertidos revoloteando de un lado
para otro, mientras que el dueño de dichos cabellos mantenía esa sonrisa
de victoria sobre sus labios, aplastando a los pequeños zombies que
aparecían en su pantalla.
— ¡Vamos, JiMin! ¿dejarás que te derroten unos pedazos de carne
podrida? —. Se animaba, sin perder de vista su celular. Sus dedos
bailaban sobre la pantalla y de hecho, hasta se recargó sobre el estante de
frituras. — Claro que puedes, eres bueno en esto —. Aunque su
diversión desapareció cuando entró un mensaje, que aprecio en su
pantalla.
Trago saliva y decidió salirse del juego, para después guardar su
teléfono en su bolsillo. Miro a su alrededor tratando de encontrar a sus
mayores, que podrían estar por aquellos largos pasillos, tan, tan lejos de
él. Sentía como la ansiedad comenzaba a tragarlo, el odiaba estar entre
tanta gente, odiaba sentirse solo y desprotegido.
Las manos le sudaban y sentía que el cualquier momento el llegaría para
llevárselo lejos.
No, el no quería que sucediera los mismo.
— Okey JiMin, respira —. Apretó sus ojos — El no está aquí, así que
busca a tus hyung’s y todo estará bie… — su cuerpo cayó.
Con quejidos y dolor en su trasero se puso de pie.

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— ¿Quién te crees para anda caminando como si nada? ¿qué no sabes
que puedes ocasionar un accidente si no te fijas? —. Bufo con molestia,
exaltado — ¿Qué no vas a disculparte? —. Los nervios estaban
adueñándose de su cuerpo.
— ¿Por qué debería? —. Le cuestionaron aquellos ojos perdidos. —
No hice nada —. Respiro hondo, respiro y siguió respirando.
— ¡Descarado! ¿Qué tal que hubiese sido una persona mayor? ¿qué
hubiera pasado si su espalda se lastima o se fractura el cuello? —.
— Tranquilízate, no te pasó nada ¿o si? —. Se deshizo de su
cubreboca y limpió la manga de su chamarra.
— No, pero si hubiese sido otra persona tal vez tendrías que haber
llamado a una ambulancia y eso no sería lo más divertido —. Aclaró,
tratando de ocultar sus rojizas mejillas después de haberse percatado del
drama que estaba ocasionando. Sus manos ya no temblaban y su
respiración estaba siendo regular.
Ya estaba bien, el estaría bien.
— Lo siento, pero el que no estaba atento en el camino eras tú —.
Rodó sus ojos — Tonto —.
El chico se retiró con desdén y comenzó a perderse entre algunas
personas.
— ¡Pues ojalá tus tarjetas no pasen, y si pagas con efectivo sea falso y
te lleven a la carcel! —. Termino.
Ahora estaba solo otra vez, entre tanta gente, pero solo.
¿Por qué no podía encontrarse con alguien que lo amara aunque cargara
con tantos miedos? ¿Por qué no podía ser completamente libre?
El sólo quería encontrarse a si mismo, amar como en las películas de
romance de antaño, sentir como la brisa le susurraba que por fin amaría y
sería liberado de sus cadenas. El quería sentirse pleno en compañía de
alguien, y que ese alguien se encontrara pleno.

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¡Que no regresara eso que lo atascaba!
JiMin quería amar, como la gente amaba a los astros, como amaban a
sus hermanos, como amaban a el amor de sus escasas vidas.

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Copyright Information 2
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