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La belleza no puede apreciarse solo con los ojos.

Jungkook es un chico problemático; Taehyung es un millonario ciego.

Your eyes tell

¿Por qué mis ojos están llenos de lágrimas?

Hey, quédate a mi lado y ríe.

Un futuro sin ti es un mundo sin color

lleno de monocromática frialdad.


Incluso la oscuridad que vemos es tan hermosa

Por favor, créeme

Te miraré a los ojos, solo a ti,

para que no te vayas.

Sin importar lo que hallemos en nuestro camino;

mira lejos en la distancia...

el lugar que me diste es aún

aquel en el que mi corazón confía.


Las sombras de mi pasado me persiguen

y cuanto más me esfuerzo por huir,

más me siguen

pero todavía no quiero rendirme.

Donde quiera que estés,

te encontraré,

caminaré a tu lado.

Sueño con un mañana que sea nuestro.

Incluso si parece que esto es el principio del fin,


te llamaré,

gritaré tu nombre.

Tus ojos al mirarme están tan llenos de color;

te daré todo lo que tengo

incluso si aún no puedo convertir en palabras

el sueño desesperanzado de mi corazón.

Quiero enfrentar el pasado y el futuro.

¿Cuanta esperanza necesito para alcanzarte?

En noches como esta no dejo de pensar


en la ciudad al anochecer.

Para ser amado, para amarte,

me convertiré en tus ojos.

Incluso la oscuridad que vemos es tan hermosa

Por favor, créeme

Te miraré a los ojos solo a ti

para que no te vayas.


Tus ojos al mirarme están tan llenos de color;

tu me enseñaste

que un día la tristeza

habrá de cambiar nuestro destino.

1.

Prólogo

La habitación de hospital era casi enteramente blanca. Yoongi estaba bastante


seguro de eso, a pesar de que solo podía ver el mundo en tonos de gris, blanco
y negro desde que tenía memoria. La gente de su alrededor mencionaba los
colores y él no podía saber a ciencia cierta el aspecto que tenían. Ya nunca más
iba a poder hacerse una mínima idea de ello, porque Taehyung ya no podría
explicarle las sensaciones cálidas que emanaban del rojo, o que el azul del mar
traía calma, pasión o tristeza, dependiendo del color del cielo y del clima del
corazón.

Sus dedos permanecían entrelazados con los del chico que yacía en la
cama, con los ojos cerrados, respirando pesadamente. Los abriría a la mañana
siguiente, si había suerte, pero ya nunca más podría ver. Yoongi veía el mundo
en blanco y negro, pero nunca le había parecido tan triste como en aquel
momento. Tae solía decir que el azul era un color triste, y si Yoongi pudiera ver
o siquiera imaginar los colores, estaba seguro de que el mundo le parecería
azul.

Enterró la cara en sus manos, mesándose los cabellos con desesperación.


Taehyung ni siquiera sabía que ya no iba a poder ver nada más que oscuridad
cuando despertara. Y era todo por su culpa. Porque se había quedado dormido
en el interior de la mansión con un cigarrillo encendido en la mano. Él había
causado el incendio. Y Taehyung había vuelto para tomarlo en sus brazos y
salvarlo, y por eso sus retinas estaban quemadas, destrozadas.

Aquel chico era su amigo, casi su hermano. Adoraba admirar las obras de
arte en los museos, explicarle los colores con palabras para que él tratase de
imaginarlos. Miraba el mundo con los ojos abiertos, y era curioso y vivo, y
también sonriente. ¿Qué sucedería con su sonrisa después de eso? ¿Habría
quedado ciega también su alma?

Solo podía imaginar el dolor que sentiría Taehyung a la mañana siguiente.


De repente, Yoongi sintió que estaba llorando. No podía parar de sollozar
violentamente, a pesar de la presencia de la enfermera, apoyada contra la pared
mirando al techo con incomodidad. Por su culpa. Por su culpa, Taehyung ya
nunca más podría ver. Ese mundo que tan bonito le parecía se convertiría en
una miserable nada, y era todo por su culpa. Y podría mirarle a los ojos, porque
Taehyung no podría ya verle. Lo odiaría. Y aquello era justamente lo que Yoongi
merecía.

1. Rude boy
Hoseok estaba sentado detrás de una de las mesas de recepción del hospital
redactando el documento por el que se le concedía el alta a Kim Taehyung.
Levantó la cabeza un segundo al sentir la mirada penetrante del acompañante
del paciente. El chico, vestido de negro de los pies a la cabeza, era algo más
bajo que él, pero le resultaba intimidante por alguna razón, con su vestimenta
monocromática y su piel de porcelana. Por lo que sabía, era mayor que él,
aunque no lo parecía, al menos si no lo mirabas a los ojos con atención. Había
en estos una gravedad abrumadora tan joven y tan antigua como el océano.

-Ya casi tengo esto. En un par de horas estaréis en casa-Hoseok sonrió


levemente, porque sabía que cuando a un paciente como Kim se le daba el alta,
realmente solo significaba que la miseria acababa de empezar.

No quería sonreírle demasiado a Min Yoongi. Solo lo suficiente como para


tranquilizarle, y que no pareciese que se burlaba de su dolor. Lo había visto
devastado en los bancos del pasillo, completamente perdido, y sin separarse de
la cama del paciente en las noches que los dos llevaban allí. Las quemaduras
aún se veían recientes en su pecho, que Hoseok podía entrever a causa de su
camisa mal abrochada. La dejadez en el vestir de aquel hombre no era
acostumbrada, sino que se debía a su dolor. Hoseok lo sabía perfectamente; no
hacía falta un master en medicina para darse cuenta de ello.

-Está bien, gracias-dijo Yoongi, con un patético intento de devolverle la


sonrisa que, sin embargo, a Hoseok le resultó bonito.
-Una enfermera irá a ayudarle a rehabilitarse todos los días excepto los
fines de semana-informó-. Las visitas se espaciarán a medida que el paciente
mejore. Usted tendrá que ayudarle en todo lo que pueda...

Yoongi asintió con firmeza.

-Lo haré, pero...me gustaría contratar a alguien para que se hiciera cargo
de él. Yo nunca he sido bueno con las palabras, ni he sido optimista tampoco.
No sé como tratar con un ciego. Haré todo lo que esté en mi mano, aprenderé y
me acostumbraré a lo que tenga que acostumbrarme, claro, pero...¿conoces a
alguien que pueda ayudarlo?

Hoseok pensó por un momento, apoyando el mentón sobre la mano en un


gesto que a Yoongi le hubiera resultado completamente adorable de no haber
sido porque estaba centrado en Taehyung y abrumado por la melancolía.

Sí, conocía a alguien. Eso fue lo único que dijo. No le salieron las palabras
ni quiso explicar nada más. La verdad era que el primer nombre que a Hoseok
se le había pasado por la cabeza había sido el de Jeon Jungkook, uno de sus
compañeros de piso. Pero no podía decirle a un tipo que había nacido y vivido
siempre entre algodones que el chico que iba a recomendarle para ayudar a
Taehyung lo había conocido en un correccional de menores, cuando ambos
eran apenas dos adolescentes. Ni siquiera sabía si Jungkook, dado su carácter,
aceptaría realizar un trabajo como aquel.
-Hablaré con él-dijo Hoseok, serio-.Usted hable con su amigo, que se haga
a la idea. Le llevaré a alguien este fin de semana; es una promesa.

Yoongi suspiró, sintiendo una vez más las lágrimas que amenazaban con
salir de sus ojos. Se concentró en la bata blanca del enfermero. Blanca, sí, era
blanca. Antes de entablar conversación con aquel chico, había visto que otra de
las enfermeras le alababa, diciéndole lo bien que le sentaba su nuevo color de
pelo. Y Yoongi no supo que fue lo que le indujo a preguntarle de qué color era
su pelo. No supo si era simple curiosidad, o quizá que trataba de distraerse de la
dolorosa realidad, pero se lo preguntó. Hoseok le sonrió con sus preciosos
dientes blancos y le dijo que tenía el pelo rojo.

Yoongi decidió en ese momento que el rojo era un color precioso, a pesar
de que no lo había visto nunca.

......

Para entender por qué Jeon Jungkook era como era, hacía falta conocer
su pasado. Para tenerle simpatía, era necesario conocerlo a él. Conocerlo de
verdad. Tal vez por eso las personas que de verdad lo apreciaban podían
contarse con los dedos de una mano.

Jungkook era la clase de persona que los demás admiraban de lejos,


apartándose a su paso. Y estaba a punto de enfrentarse por primera vez en
mucho tiempo a las partes de sí mismo que más odiaba.
Jungkook había pasado la mayor parte de su infancia y adolescencia en un
centro habilitado para menores designados como problemáticos. Todavía seguía
yendo a tratamiento por sus problemas de ira y su facilidad para meterse en
peleas. Estaba medicado y, a sus escasos veintidós años, lo habían echado de
varios empleos. A primera vista, no parecía la persona más recomendable para
meter en la casa de Kim Taehyung. Yoongi habría pensado que estaba loco si
Hoseok le hubiera hablado de Jungkook de ese modo.

Pero Hoseok conocía a Jungkook, y se le había venido a la cabeza la


imagen del chico, a sus catorce años, ayudando a aquel niño invidente de
mejillas llenas que también vivía con ellos en el correccional.

-Jimin, si no recuerdo mal-dijo Namjoon.

Namjoon compartía piso con Hoseok y Jungkook, y los había conocido en


el mismo lugar.

-Jimin, eso es. Así se llamaba. Solo es que...recordé que...Dios mío, una
de las encargadas trató de abusar de ese chico una vez, y Jungkook lo llevaba a
todas partes y lo alejaba de ella, y siempre se aseguraba de no tocarlo
demasiado porque el pobre estaba traumatizado. Pero lo ayudaba, lo
tranquilizaba...Se me vino esa imagen a la cabeza y pensé que...puede que...

Namjoon asintió, comprendiendo las palabras de su amigo a la perfección.


Era verdad, él también lo recordaba. Recordaba también lo que Hoseok había
callado deliberadamente para no hacerlo más real de lo que ya era. Recordaba
a Jungkook golpeando a la mujer cuando esta intentó tocar a Jimin una segunda
vez, y recordaba a Jungkook saliendo casi una semana después de una celda
de aislamiento, con el rostro morado, hinchado y lleno de cicatrices.

-Podría funcionar-dijo Namjoon-,pero tú sabes que Jungkook no está bien.


Hay cosas de las que jamás se recuperará.

-Kim tampoco se recuperará jamás de su ceguera. Son dos casos muy


distintos, pero tienen eso en común. Tal vez se hagan bien el uno al otro.

Namjoon seguía pensando que era arriesgado. Hoseok era optimista, pero
era él era algo más cauteloso. Y sabía un poco más del pasado de Jungkook.
Sabía que su padre había muerto cuando él no era más que un niño de primaria,
y que su madre le había hecho mucho daño. El daño físico estaba ya curado,
pero el dolor que le habían causado por dentro no había cicatrizado aún, y tal
vez nunca lo haría. Jungkook aún creía muchas de las mentiras y de los insultos
con que le habían golpeado en su casa y, más tarde, en el reformatorio.
Jungkook despreciaba al mundo, y también a sus habitantes, pero en el fondo lo
que más despreciaba era su propio ser. Namjoon sabía eso. Y sabía que la idea
de Hoseok era arriesgada, pero quién verdaderamente debía decidirlo era el
propio Jungkook.

Jungkook parecía estar bien cuando llegó a casa. Había estado en la


biblioteca, enviando curriculums con la esperanza de que lo emplearan en
alguna parte. Estaba exhausto, pero de buen humor. Hoseok sonrió al verle
sonreír. Y cuando se sentaron a la mesa a comer, le explicó pacientemente el
asunto de Kim Taehyung.
Al principio, Jungkook se rio. Pero algo le dolía por dentro al recordar a
Jimin, a pesar de que no sabía lo que había sido de él. Sí, podía hacer aquel
trabajo. Sentía un desprecio aún mayor por la gente de clase alta como el tal
Kim Taehyung. Esa gente lo tenía demasiado fácil para su gusto, y por eso se
creían que tenían el derecho de tratar al resto como si fueran basura. Eso fue lo
que le dijo a Hoseok.

-No tiene por qué ser así-dijo Hoseok, encogiéndose de hombros-. Su


amigo era bastante amable. Y él...supongo que no esté de muy buen humor
cuando lo conozcas...pero estoy seguro de que saldrá bien. Puedes hacerlo,
Kookie.

Jungkook bajó los ojos y no insistió. Había algo que le daba miedo en todo
aquello. Taehyung era un hombre, poco mayor que él. Hoseok había hablado de
lo atractivo que era cuando había regresado de su turno en el hospital algunos
días antes. Y eso era exactamente lo que le daba miedo a Jeon Jungkook.
Pasar mucho a tiempo a solas con otro hombre. Porque esa era la parte que
Jungkook odiaba y negaba de sí mismo. La parte que le habían enseñado que
era incorrecta en él.

Jungkook había besado a un chico en el jardín de infancia, y su madre le


había pegado la paliza de su vida. No había ido al colegio durante semanas
después de aquello y, aunque ella no se había molestado en llevarlo al hospital,
estaba seguro de que había tenido algo roto. Había tenido miedo y vergüenza
de ser así porque su madre le había dicho que aquello estaba mal, que era una
aberración.
Después, en el correccional, Jungkook había tenido una novia. Había
tenido más de una novia después de eso, y había apartado la vista de todos los
chicos, excepto de Jimin, porque necesitaba cuidar de él. Y de Hoseok y
Namjoon, sus amigos. Quizá solo había sido una fase, quizá era mejor olvidarlo.
Aquel no era él. Estaba bien que a Hobi le gustasen los chicos, porque Hobi era
así, y él lo quería. Pero no estaba bien que a él le gustasen los chicos además
de las chicas. No, a él solo le gustaban las mujeres.

Así que no tendría problema en quedarse a solas con el tal Taehyung, se


dijo. Haría su trabajo; cuidaría de él al igual que había cuidado de Jimin años
antes. Por muy guapo que fuera, ninguna clase de afecto poco propio de
hombres nacería entre los dos. Lo cuidaría lo mejor que pudiera y después, por
la noche, seguiría saliendo con chicas. Eso era todo.

-Lo haré, Hobi-dijo Jungkook, apretando los puños por encima de la mesa.

Hoseok sonrió, porque aquello era justamente lo que esperaba escuchar.

2. First

Taehyung imaginaba el rostro de Yoongi tal y como lo recordaba, a pesar de que


ya no podía verlo. Quería aferrarse a ello, porque tenía el miedo y la casi certeza
de que se difuminaría en su memoria, de que ya no podría verlo ni siquiera al
cerrar los ojos. El Yoongi que recordaba se convertiría en una mancha borrosa.
Estaba tumbado en uno de los lujosos sofás de su mansión de la ciudad y se
sentía mareado. Solo el sonido del piano parecía traerle paz; poner, de algún
modo, sus pies en la tierra.

-Te vendrá bien-insistió Yoongi.

-No quiero-repitió él, por enésima vez aquella mañana-. No quiero un extraño
en mi casa, y más si no lo he visto nunca.

-Taehyung, sabes perfectamente como son las cosas. Tienes que hacer
rehabilitación y acostumbrarte a vivir así. No te queda otra, y lo sabes. Necesitas
ayuda, y yo solo quiero ayudarte.

Taehyung suspiró. Era inútil discutir, porque en el fondo, su amigo tenía parte
de razón. Yoongi se sentía responsable de su ceguera. Él estaba frustrado y
furioso, y también se sentía culpable. Iba a depender de Yoongi a partir de
entonces, impidiéndole vivir su vida. Él no quería eso, y tampoco quería perder
su despreocupación o su facilidad para hacer amigos. Pero ya nada volvería a
ser lo mismo, porque estaba sumido en la oscuridad. El mundo era hermoso,
pero él ya no podría verlo. Y aquello lo enfurecía tanto que, la primera noche
que había pasado fuera del hospital, había golpeado la pared hasta casi
deshacerse los nudillos.

Yoongi lo miraba apenado, aunque Taehyung no podía verlo. Lo había


despertado en medio de la noche, a unas horas imposibles, porque sentía la
sangre correr por su piel y no sabía lo que se había hecho. Él le había vendado
ambas manos y había llorado. Agradecía su facilidad para llorar en silencio,
porque no quería que Taehyung tuviera también esa carga. Sabía como era el
chico, sabía que se preocupaba por los demás tanto o más que por sí mismo.
Las circunstancias presentes casi lo obligaban a ser egoísta.

-¿Me dirás cómo es él?-preguntó Taehyung-. No podré imaginarlo por


completo, pero quiero que me lo digas. Tú tampoco podías ver los colores, pero
te calmaba que yo te los explicara...¿verdad?

-Sí-dijo Yoongi.

-¿Cómo es ese otro chico del que me hablaste...?¿Hoseok...?

-Sí, creo que así se llamaba-Taehyung no podía ver a su amigo, pero intuyó
que se estaba sonrojando porque le conocía demasiado bien-. Tiene el
pelo...rojo. Se lo pregunté. Y su sonrisa es...muy blanca. Se le forman unos
hoyuelos pequeños cuando sonríe, y tiene unas mejillas bonitas y una
mandíbula afilada. Lleva...una bata...blanca.

Taehyung sabía que la imagen mental que se había creado no era el aspecto
real de Hoseok. Su imaginación no era tan exacta. Le frustraba aquello pero
algo en el tono de Yoongi y en su manera de hablar del enfermero trajo una
sonrisa a sus labios. Yoongi también sonrió en silencio, esperando que, algún
día, su amigo sonriese como antes, mostrando sus dientes perlados. Y sonrió
una vez más, con el recuerdo fresco de la sonrisa de Hoseok. Dio las gracias
porque él si que podía verlo.
-Lo siento-dijo Yoongi, con la voz entrecortada.

Tae lo sentía lejos, así que le pidió que se acercara. Le pidió que lo abrazara,
porque necesitaba su calidez. Yoongi, vacilante, lo hizo. Siempre había sido
reticente al contacto físico, aunque en realidad adoraba sentirse querido, en
cualquier manera posible. Puso sus brazos alrededor de la espalda de
Taehyung y este, sintiéndolo, lo estrechó contra sí. Notó la humedad del rostro
de su amigo contra su piel.

-Todo esto es culpa mía.

-No te veo, pero te oigo, te siento.-murmuró Tae-si yo no hubiera entrado ahí,


te hubiera perdido. Y perder la vista es mucho, y es doloroso. Pero solo es una
milésima del dolor que hubiera sentido si no hubiera podido salvarte. Lo hecho,
hecho está.

Yoongi asintió contra su hombro, y su llanto se cortó. Taehyung oyó el timbre


y sintió a su amigo separarse de él, y escuchó sus pasos dirigiéndose a la
puerta.

La habitación se llenó de otras dos voces, otros dos pares de pies. Taehyung
se incorporó en el sofá. La voz de Hoseok era sonora y alegre. La voz de Jeon
Jungkook...era la más bonita que había escuchado en mucho tiempo. Le traía
paz y lo inquietaba al mismo tiempo. También le agradaba su aroma a colonia
barata. No hablaron durante mucho tiempo y después lo dejaron de nuevo a
solas con Yoongi.
Yoongi le describió a Jungkook lo mejor que pudo, pero Taehyung volvió a
sentir ganas de llorar porque no era capaz de imaginarlo y eso le dolía. Su
amigo le pidió permiso para abrazarlo y Tae se lo concedió, porque lo
necesitaba.

-Ve con Hoseok. Intentaré acostumbrarme a esto-dijo.

Lo que no esperaba Taehyung es que una de las primeras veces que su


nuevo asistente lo ayudaría sería para meterse en la ducha. Jungkook estaba
incómodo con ello, pero lo hizo. Era algo en lo que nunca había tenido que
asistir a Jimin, que había nacido sin visión y ya estaba acostumbrado a ducharse
solo con algún aparato extra para ayudarlo.

Se mantuvo al lado de Taehyung mientras este se desvestía. Jungkook nunca


había visto a nadie tan hermoso, hombre o mujer. Tenía una voz profunda que
desprendía dolor en cada nota, pero también calidez. Tenía la piel tersa y
ligeramente bronceada. Su boca tenía una forma preciosa y sus ojos, incluso
cubiertos de la nebulosa que lo condenaba, también eran encantadores. Su
cuerpo era perfecto también, a pesar de las visibles quemaduras en la zona
superior de su torso, en su clavícula y en su cuello.

Jungkook lo sostuvo y, bajando la mirada, lo llevó a la bañera y le tendió la


esponja para que él mismo se frotara. Llevaban un buen rato en silencio cuando
Tae lo rompió, con un suspiro doloroso de escuchar.
-Debo estar hecho un desastre; no puedo verme.

-Te ayudaré a peinarte y todo eso. Estarás bien-replicó, con seriedad.

-¿Puedo...?¿Me dejarías tocarte...?

Jungkook se quedó paralizado por un momento, sin responder.

-Tu rostro. No puedo saber cómo eres. Le pregunté a Yoongi, pero...

Jungkook se adelantó hacia él, y Taehyung debió de notarlo, pues alargó la


mano y le pasó uno de sus dedos por la línea central de su rostro. Con lentitud,
sintió su cabello, la curva de su nariz y sus labios. Cuando el dedo de Taehyung
estuvo entre sus labios, Jungkook lo apartó con un manotazo no demasiado
sutil.

-Lo siento-se disculpó al instante, pero su tono seguía siendo duro, severo.

Taehyung se sintió un poco más incómodo a partir de aquel momento. Los


dos estaban incómodos pero no de la misma manera, ni a causa de lo mismo.
Jungkook estaba turbado, asustado por la intimidad del momento que había
tenido lugar con aquel extraño, por su belleza. Taehyung se sentía vulnerable, y
estaba desnudo frente a un desconocido. Nunca se había sentido avergonzado
de su desnudez, pero todo era distinto en medio de la oscuridad. Aceptó el
agarre de Jungkook para salir de la bañera y se envolvió en una toalla cuando
este se la colocó por encima, falto de delicadeza. Jungkook estaba tan
preocupado por sí mismo que permitió que el otro chico cayera al suelo de
golpe. Tae no fue capaz de detener la caída, y se echó a llorar al sentir la sangre
brotando de su nariz.

Alarmado, Jungkook lo tomó en brazos. Era fuerte, pudo notar los músculos
de sus brazos. Fuerte y poco delicado, pese al tono casi angelical de su voz. Lo
sentó en una silla y le secó la nariz. Le dijo que lo sentía, una sola vez. Aquello
era un desastre absoluto, se repitió. Hobi se había equivocado.

Cuando terminó de limpiarle la nariz a Taehyung, dejó que se agarrara a sus


hombros y lo ayudó a mantener el equilibrio, sosteniéndolo por la cintura.
Taehyung tenía miedo de dar pasos en la oscuridad, pero logró llegar al
invernadero, desde donde se oían las voces calmadas de Yoongi y Hoseok.
Hoseok le estaba hablando a su amigo de los colores de las flores, que Yoongi
recordaba gracias a Taehyung.

Cuando Jungkook lo hubo ayudado a sentarse en una de las mecedoras,


Hoseok le pidió que los dejara a solas un momento. Su amigo le susurró al oído
que "aquello no había sido buena idea y seguramente deberían buscar a alguien
más cualificado para el trabajo". Hoseok asintió y le señaló la puerta. "Hablaré
con él, no te preocupes". Pero cuando se le metía una idea en la cabeza, no la
dejaba ir tan fácilmente.

-¿Qué piensas, Tae Tae?-preguntó Yoongi, poniendo una mano sobre la


rodilla de su amigo-¿estarás bien con Jeon?
Taehyung no respondió.

-Puedo buscar a alguien más si crees que estarás mejor-dijo Hoseok, con un
tono más bajo de lo habitual.

A Taehyung no le gustaba notar la lástima en sus voces. Sabía que solo


querían su bien, pero le molestaba. Y no, no quería a nadie más. Jungkook era
brusco, pero por lo menos, no parecía tener aquella lástima. Si contrataba a
alguien más, y si ese alguien más no le gustaba, su vida se convertiría en una
cadena de desconocidos que lo tocaban y que lo veían y hablaban como si
fuese un jarrón de porcelana a punto de romperse. Y él no quería eso, no quería
compasión.

-No, me quedo con él.

-¿Seguro?

Tae asintió enérgicamente.

Jungkook, desde fuera, quiso quejarse, pero no lo hizo. Se limitó a fruncir los
labios, molesto. Lo había oído todo, y no tenía ni idea de por qué razón Kim
Taehyung podría querer mantenerlo consigo. Hoseok salió poco después y le
dijo lo que él ya sabía.
-Te quedarás aquí a dormir. Deberíamos ir a casa para que puedas coger lo
que necesites. Tu cepillo de dientes, tu ropa, esas cosas...

-No quiero, Hobi. No es buena idea. Yo...no soy lo que él necesita.

-Él te quiere a ti. Y sé que estás asustado, pero también sé que puedes con
esto.

-No estoy cualificado para esto, Hobi. Solo...pensaste que sería buena
idea...por lo que yo hice...porque ayudé a Jimin...pero esto no se parece a
aquello. Este chico podía ver hasta hace poco, y ahora está demasiado perdido.
Yo ni siquiera me he encontrado a mí mismo, no puedo ayudarlo. Jimin era un
niño, pero Kim Taehyung es un hombre. Y yo no puedo hacer nada por él.

Hoseok le puso las manos sobre los hombros, mirándolo con fijeza. Jungkook
vaciló un poco, pero le aguantó la mirada:

-Escucha, a lo mejor me estoy equivocando, pero tengo un buen


presentimiento sobre vosotros dos.

-¿Qué quieres decir?


-Deberías intentarlo, Kookie. Tu compañía le hará bien, y sé que él también
puede ayudarte. Por favor.

-¿Por qué tiene que ser él? ¿No hay alguna chica de la que pueda cuidar...o
algún hombre mayor...? Me incomoda que sea él-dijo, con sinceridad-. Antes me
tocó la cara y me asusté tanto que, sin querer...lo dejé caer. No se supone que
yo deba hacerle daño.

-Es un comienzo-explicó Hoseok-. Si, en una situación como esta, las cosas
salieran bien desde el principio, sería algo del todo inusual. Pero todo irá bien.
Te lo prometo.

-No prometas cosas que no está en tu mano que se cumplan-le advirtió


Jungkook-. Pero me quedaré. Lo intentaré. Un mes, por lo menos.

Hoseok le sonrió y volvió a abrir la puerta del invernadero. Sus ojos se


posaron sobre Yoongi, que estaba colocando algunas flores en las manos de
Taehyung. Sonrió una vez más en su dirección y después se retiró con él para
hablarle del contrato y de otros pormenores económicos, mientras dejaban solos
a los dos jóvenes.

El silencio se instaló entre ambos de nuevo y Jungkook solo estuvo seguro de


una cosa; no sabía donde se estaba metiendo.
3. Sketch

El comportamiento de Jungkook en su primera noche en la mansión no fue


precisamente ejemplar. Sufría de insomnio desde que era niño, y llevaba tanto
tiempo con las mismas pastillas que estas ya no surtían el mismo efecto que al
principio. Así que se levantó de la cama, se vistió y salió. Regresó con una chica
envuelta en sus brazos y pegada a sus labios. Ella se reía y él se llevaba el
dedo a los labios para evitar que hiciera ruido. Los sirvientes no parecían
haberse despertado y Yoongi se había ido a la cama hacía un rato. En cuanto a
Taehyung, él mismo había ayudado a acostarlo.

Con cuidado, cerró la puerta tras de la chica y suspiró después de poner el


cerrojo. Más tarde tendría que sacarla de allí sin que ninguno de los otros
habitantes de la mansión viera un solo rastro de su presencia, pero aquello no le
preocupaba en el momento.

Sin embargo, los planes espontáneos de Jungkook también se vieron


alterados aquella noche, pues el chico oyó golpes procedentes de la habitación
de Taehyung. Al principio, decidió ignorarlos, con la esperanza de que Min
Yoongi se despertara y fuera a ayudarlo. Ya le había desabrochado la camisa a
la chica que lo acompañaba, pero algo hizo click dentro de él...

-Espérame, por favor. Solo...solo será un segundo...


Jungkook no esperó respuesta y salió a toda prisa hasta la habitación de su
paciente. Encendió la luz y Taehyung pareció calmarse al percibir otra presencia
a su lado. Otra vez tenía los nudillos heridos. Jungkook cerró la puerta, tomó
unas gasas y algo de alcohol y le limpió las heridas pacientemente.

-Soñé con el fuego-dijo el joven. Estaba congestionado y casi se sentía como


si tuviera fiebre. Había soñado con el incendio, con el rostro de Yoongi
derritiéndose entre sus dedos sin que él pudiera remediarlo.

-Solo ha sido un sueño-dijo Jungkook, con voz suave.

-Lo sé, pero no quiero dormirme de nuevo.

Jungkook suspiró. Su cuerpo le decía que volviera a su habitación con la


chica, que dejara a Tae. Ya había hecho bastante por él aquella noche. Pero
quería hacer las cosas bien, que todo fuera tan bien como Hoseok confiaba en
que iba a ir.

-Tú no quieres dormir y yo no puedo dormir. Me quedaré contigo, ¿quieres?.

Taehyung asintió y soltó sus manos de las de Jungkook, que ya había


terminado de limpiarle las cicatrices abiertas de sus nudillos. Dejó que lo
acomodaran en la cama y le retirasen las mantas, porque tenía mucho calor.
Después sintió los pasos de su asistente dirigiéndose al escritorio.
Jungkook no tenía el número de la chica, así que salió por un momento para
avisarla de que tendría que irse. Por suerte o por desgracia, ya no había rastro
de ella. Al parecer había pasado más tiempo del que pensaba en el cuarto de
Taehyung. Regresó después de haber sacado su cuaderno y sus lápices del
cajón de su mesilla de noche. Distraído, sin pensarlo apenas, acabó trazando el
perfil del chico que estaba con él en la estancia.

-¿Estás dibujando?-preguntó Taehyung, que había oído el lápiz deslizarse


sobre el papel.

-Sí, pero puedes hablarme si quieres-respondió él, cautelosamente.

-¿Qué dibujas? Me gustaría verlo...-murmuró, apenado.

-Gente que conozco-Jungkook se encogió de hombros, pese a que Tae no


podía verle. No quería decir que lo estaba dibujando a él. Pasó las páginas con
rapidez. Había dibujos de plantas, de animales, un par de autorretratos, y
algunos bocetos de Namjoon. En la última página antes del retrato de Taehyung
que acababa de empezar, estaba entintado Hoseok con sus gafas de estudiar, y
el trazo era tan exacto que, si Min Yoongi hubiese estado allí, sin duda lo habría
guardado en su bolsillo para admirarlo cada vez que se sintiese más
desanimado de lo habitual.

-Si vas a responderme con evasivas, tal vez no deberías ofrecerme que te
hablara-bromeó Taehyung-. ¿A quién conoces? ¿No vas a hablarme de tu
familia, de tus amigos? Vivimos juntos ahora, tal vez deberíamos saber más
cosas el uno del otro.

Jungkook tragó saliva. Le habló de Namjoon y de Hoseok, pero no de cómo y


donde les había conocido. Ignoró la pregunta sobre su familia. Taehyung se dio
cuenta, pero lo dejó pasar. Si no respondía, era por algo. Preguntó por Hoseok
porque tenía la impresión de que Yoongi estaba interesado en él. E incluso en
aquellas circunstancias, Taehyung quería hacer algo por ayudarlo.

Yoongi fue a abrir las cortinas y a ventilar el cuarto de su amigo a la mañana


siguiente. No esperaba encontrar a Jeon Jungkook rendido sobre la mesa junto
a la ventana, sobre un cuaderno lleno de bocetos a lápiz. Con cuidado de no
despertarle, tomó uno de los dibujos en sus manos. Era el retrato de Hoseok,
cuya hoja había quedado suelta. Sintió un impulso de guardarlo, pero no tuvo
tiempo de ello porque Jungkook despertó y se lo arrebató bruscamente.

-Está bien, solo estaba mirando-dijo Yoongi, con una risa seca.

Apartó la mirada y se fijó en Taehyung, que dormía plácidamente con las


sabanas algo bajas. Llevaba un par de días teniendo pesadillas, de modo que
verlo tan tranquilo le arrancó una sonrisa.

-Hablamos hasta que se quedó dormido-dijo Jungkook, aunque no recordaba


quién de los dos había caído antes en brazos de Morfeo.
Yoongi se giró de nuevo hacia él, sonriéndole con gratitud.

Llegó después la hora del desayuno y Jungkook no había desayunado tan


bien en toda su vida. Solo por eso, el trabajo ya merecía la pena, se dijo. Tal vez
echaría de menos los cereales que le preparaba Hoseok y la leche de plátano
que tomaba por las mañanas en el piso, pero en aquel momento se sentía
perfectamente saciado. A lo mejor aquello no estaba tan mal después de todo.

La mesa era larga, como en las películas, y se sentía vacía porque solo había
tres personas sentadas en ella. Desde su asiento, Min Yoongi veía como a Jeon
Jungkook le brillaban los ojos y tenía las mejillas llenas. No tenía los mejores
modales en la mesa, pero parecía un niño. No se lo había parecido antes. Era
tosco y rudo, pero en el fondo solo era un crío. Le había parecido una elección
extraña, pero, por alguna razón no del todo imparcial, confiaba en Jung Hoseok.

Hoseok hizo acto de presencia poco después, para traer unas pastillas para el
dolor y una loción para las quemaduras que el doctor les había recetado.

-Ya hemos contratado una enfermera para la rehabilitación de Taehyung.

-Por alguna razón, pensé que serías tú-dijo Yoongi, que había albergado la
esperanza de verlo con frecuencia.

-Oh, no-Hoseok rio-. Yo ni siquiera he terminado la carrera. De hecho, solo


estoy haciendo una práctica, pero todavía no puedo hacer esas cosas.
-La crema...-Yoongi tenía el bote en sus manos, buscando una excusa algo
torpe para acercarse más al joven enfermero-...no sé como aplicársela a
Taehyung. Tengo miedo de hacerle daño si lo toco; siempre ha tenido la piel
muy sensible...¿Podrías explicarme cómo...Hoseok...?

-Puedes llamarme Hobi. Tú también tienes quemaduras, así que te lo


mostraré...

Le quitó el bote de las manos a Yoongi y le indicó que se desabrochara el


primer botón de la camisa. Yoongi no sabía cómo, pero su estúpido plan estaba
funcionando. Hoseok empezó a aplicarle la loción con delicadeza sobre las
heridas. Le escocía, pero era inevitable...y el hecho de que fueran sus manos
las que estaban en su piel compensaba de sobra el dolor.

-Así-dijo Hobi.

Yoongi asintió, volviendo a abrocharse la camisa.

-Kookie lo puede hacer si quieres. No lo parece, pero es delicado cuando


tiene que serlo.
-Una cosa más-dijo Yoongi, armándose de valor-. Yo...aunque no seas más
que un estudiante en prácticas y todo eso...puede que necesite tu ayuda así que
no estaría de más que...mmm...¿me darías tu número?

-Claro-Hobi sonrió y sacó un bolígrafo, escribiendo su número de telefono


sobre la pálida piel de la muñeca de Yoongi.

Se despidió sintiendo todavía la piel de Yoongi en las palmas de sus manos.


Se hacía una idea de por qué tocarlo así le había alterado tanto. Aquel chico en
blanco y negro era realmente bonito, con su ropa monocromática, su piel de
nieve y su cabello azabache. Era como si el arco iris y la falta de color se
conocieran y sus diferencias resultaran no ser tan irreconciliables.

Yoongi ayudó a Jungkook a llevar a Tae al invernadero y que se sentara allí.


Siempre había sido su lugar favorito de la casa. Yoongi salía con él a fumar y
hablaban de cosas trascendentales o Taehyung le explicaba de qué color era el
rosal que estaba floreciendo. Rojo, como el cabello de Hoseok. Sí, Yoongi lo
recordaba bien. Pero en unas pocas semanas las cosas habían cambiado.
Yoongi ya no fumaba, porque por culpa de uno de sus cigarrillos, Taehyung ya
no podía ver su rosal.

Jungkook tomó asiento al lado de Taehyung y empezó a abocetar las flores


con acuarelas. Eran de colores, suponía Yoongi, pero para él eran grises y feas.
Tae le habló del olor de la lavanda y de las madreselvas, y él asintió.

-Eso es algo que sentimos igual-dijo Tae, con un intento de sonrisa-, ¿no?
-Supongo que sí.

La voz de Yoongi estaba teñida de tristeza. En el poco tiempo que Taehyung


llevaba ciego, había notado que el resto de sus sentidos se agudizaban, y podía
calcular la distancia a la que estaban el resto de personas, y las ondas de sus
voces le indicaban su estado de ánimo, si tenían miedo o si estaban tristes.
Yoongi nunca había sido bueno ocultando sus emociones de todos modos.
Siempre se quedaba callado cuando estaba triste, pero ahora hablaba más.
Porque quería hacerse presente, demostrarle que estaba allí con él, para él.

Jungkook callaba, y su voz era bonita y suave, pero parecía estar siempre a la
defensiva. Había algo misterioso en él, y Tae todavía no había decidido si le
gustaba o le asustaba. Pero iba a tener que acostumbrarse a él, iba a tener que
descubrir lo que escondía debajo de su superficie.

-¿Cómo están tus heridas?-preguntó Jungkook, con aquel tono neutro que a
él le costaba tanto descifrar.

Sin duda, debía haberlo recordado debido a la poco discreta escena que
había tenido lugar poco antes entre Yoongi y aquel enfermero, Hoseok. Incluso
Tae, con solo oírlos, se daba perfecta cuenta de lo que sucedía entre ambos.
Con cuidado, levantó sus manos para rozar las quemaduras de su cuello y
pecho, que estaban inflamadas, aunque ya no le dolían tanto.

-¿Duelen?
-Un poco...

De modo que Jungkook extendió la mano sin decir una palabra para que
Yoongi le tendiera el bote de crema que le había dado Hoseok hacía algunas
horas y comenzó a extenderlo por la piel de su paciente. Su tacto era algo tosco
y, aunque ya le había tocado antes, nunca lo había hecho por tanto tiempo.
Tenía la piel algo seca, como si hubiera heridas en sus manos.

Quiso preguntarle a Jungkook si alguna vez había querido morir. Si aún lo


hacía. Pero esas cosas nunca se le preguntan a un extraño, y menos sabiendo
que él, a pesar de su ceguera y de su soledad, siempre había querido vivir. Con
todas sus fuerzas, había querido vivir y aún quería hacerlo. No sobrevivir, sino
vivir. Pero podía imaginar ciertas cosas porque conocía a Yoongi. Y aunque
nadie puede entender plenamente a nadie, a veces entender un poco es más
que suficiente.

Taehyung sabía que Yoongi se sentía culpable por muchas cosas, y que
pensaba de vez en cuando que su existencia carecía de sentido. Que solo
estaba rellenando un espacio, que no había nada para él, ni siquiera esperanza.
Pero también sabía que, muchas otras veces, Yoongi era consciente de que el
espacio que ocupaba lo ocupaba cerca de él. Yoongi sabía que su existencia
era mucho más que un adorno para Taehyung, y que había esperanza. Una
esperanza que, por alguna razón, había tomado el rostro de Jung Hoseok, de
Hobi, en su imaginación y en su memoria. A lo mejor si que había cosas para él
en el mundo, incluso si él no sentía que las mereciera. Había cosas para cada
persona en el mundo, pero muchas se rendían después de esperar por
demasiado tiempo.
Taehyung buscó las manos de Jungkook y trató de apretarlas cariñosamente,
pero el otro chico se soltó de inmediato, como si le repeliera aquel contacto.
Cualquier contacto que no fuese estrictamente necesario entre ellos, de hecho.
En menos de veinticuatro horas, Taehyung ya se había dado cuenta de eso...

4. The wrong side of the tracks

Jungkook contenía la respiración mientras, a su lado, los ojos de Kim Taehyung


permanecían abiertos, tan inexpresivos como expresivos eran el resto de sus
rasgos. Estaban viendo una película en la sala de cine de la mansión; una que
Taehyung ya había visto muchas veces. Recordaba las imágenes al oír cada
dialogo, y su rostro parecía iluminarse en medio de la oscuridad. La temática de
la película incomodaba profundamente a Jungkook, porque trataba de un
romance de verano entre dos hombres. "Call me by your name". El tramo final
de la película era muy romántico, no cesaba de decir Taehyung, pero en la parte
en que se hallaban actualmente, el verano no era lo único tórrido y caluroso.
Taehyung no podía ver; Jungkook no sabía a donde mirar.

Las imágenes de la pantalla lo turbaban, pero fijarse en el rostro de Tae,


con su pequeño lunar en la nariz y sus labios entreabiertos, murmurando
algunos de los diálogos que se sabía de memoria...tampoco le parecía una
buena idea. No, no podía serlo.
Taehyung le pedía cada cierto tiempo que le describiera las escenas, más
para arrancarle palabras que por saberlo: se sabía la película de memoria. Todo
eran respuestas vagas, voz apocada. Casi podía sentirle encogiéndose en el
asiento.

Siempre le había gustado mucho el cine, la música, la pintura...el arte en


todas sus formas. Y Yoongi tocaba el piano y había empezado a proyectar
películas para él con la intención de demostrarle que, de algún modo, podría
seguir disfrutando de todo aquello.

Había lágrimas en sus ojos cuando los créditos dieron comienzo. Se oía la
música, la respiración agitada de Taehyung. Él mismo se limpió el rostro con el
dorso de la mano. Era un final agridulce, pero también era un amor bonito. Y ya
fuera en Verano del 83 o en pleno 2019, Taehyung creía que un amor como
aquel debía vivirse por lo menos una vez en la vida.

-¿Qué piensas, Jungkook? ¿Tú has estado enamorado alguna vez?

-No-respondió el chico-, pero si me enamorase lo haría de una chica.

La verdad es que, escondido debajo de todos aquellos músculos y


respuestas casi monosilábicas, Jungkook tenía su corazoncito, y su afán de
amar enterrado en él. Pero también tenía miedo. Y le incomodaba hablar de
aquellas cosas con Taehyung porque Taehyung no era más que un extraño.
Irremediable y trágicamente hermoso, pero un extraño al fin y al cabo. No
debería convertirse en nada más para él. Jungkook se lo había prometido a sí
mismo porque, en el fondo, sabía que existía un peligro.

No había nada de malo en dejarse caer. Veía a Hoseok dejándose caer


por Yoongi (aquello no era un secreto para nadie) y no había nada de malo en
ello. Pero sí lo había cuando se trataba de él, quizá porque el mal estaba en su
mente, en lo más recóndito de su pasado. Su corazón se había quedado en su
antigua casa, o quizá en los pasillos del correccional. Y Jungkook no sabía eso.
Solo sabía que debía rechazar y esconder aquella parte de sí mismo. Aquel
amor lo relacionaba con el dolor, y no quería volver a sentir dolor.

Después de ver la película, Yoongi y Jungkook ayudaron a Taehyung a


llegar a su cuarto para que pudiera dormir. Antes del incendio, nunca dormía en
medio de la tarde, con la intención de no perder un solo minuto antes de la
puesta de sol. Pero ahora que se consideraba una carga y le costaba mucho
más dormir de noche, había adquirido aquella costumbre. Yoongi también se
quedó a dormir a su lado, y Jungkook aprovechó para dar una vuelta por la
mansión.

Era imponente, con un invernadero, más habitaciones de las que podía


contar y una biblioteca que habría hecho las delicias de Namjoon. Era como el
castillo de "La Bella y la Bestia", se dijo, mientras admiraba la vajilla detrás de
una vitrina de cristal con ornamentos dorados. Solo que aquel castillo pertenecía
a la belleza y la bestia era él. Hoseok era el candelabro con acento francés y
Yoongi era el reloj.
Jungkook salió al balcón y vio la piscina por primera vez. Le faltarían un
par de metros para tener el tamaño de una piscina olímpica, calculó. Se
preguntó si Taehyung podría volver a nadar alguna vez, pero enseguida recordó
que había visto personas invidentes compitiendo en natación. Sí, lo había visto
en la tele, de modo que era posible. Tenía que serlo. Bajó las escaleras deprisa,
pero con cuidado de no hacer ruido. Llegó hasta el borde de la piscina y se quitó
la mayor parte de su ropa, deslizándose después en el agua.

El otoño acababa de empezar y ya hacía algo de frío, pero no le importó


una vez su piel entró en contacto con el agua. Cerró los ojos y trató de nadar. Lo
consiguió, aunque sabía que no era lo mismo. Podía tratar de ponerse en el
lugar de Taehyung, pero no podía ser él. Sin embargo, quería ayudarlo. Le tenía
miedo, recelo a su contacto...pero también sabía que podía ayudarlo y en aquel
momento estaba más que dispuesto a hacerlo.

Fue aquello último lo que dijo cuando emergió de la piscina, con el cabello
mojado cayendo sobre sus ojos, y se encontró con la mirada casi interrogante
de Yoongi.

-Tú no puedes hacerlo-le dijo Yoongi, sin expresión alguna en el rostro.

-Puedo intentarlo.

-No es suficiente. Sé que tienes buena intención, pero es peligroso. Le diré


a la chica de rehabilitación que le busque a alguien. Y hablaré con Taehyung.
Yoongi estaba sorprendido por aquella iniciativa del chico. Hasta el
momento, le había parecido un joven de trato áspero, aunque había tenido el
detalle de quedarse a hacer compañía a Tae durante aquella noche en que
tenía miedo de dormirse de nuevo.

Y a Taehyung le gustaba Jungkook.

Probablemente no de la misma manera en la que a él le gustaba Jung


Hoseok, pero Tae quería saber más de aquel chico que había metido en su
casa. No era solo curiosidad, sospechaba Yoongi. Tenía que ver con Taehyung
y su ligera obsesión con la belleza.

-¿No crees que es hermoso?-le había preguntado aquella tarde, poco


antes de lograr conciliar el sueño.

-Es...es guapo. Objetivamente, es un chico bastante guapo-había admitido


él.

-No me refiero a... No solo a eso. Tengo la sensación de que tiene un alma
bonita...y su voz...es como la de un ángel...

-Sí, no está mal...supongo.


-Me gustaría poder ver su sonrisa...sus ojos-había suspirado Taehyung,
poco antes de quedarse dormido. Y Yoongi no había sabido qué responderle.

Yoongi hizo uso por primera vez del número que Jung Hoseok le había
dado y quedó con él para hablar de Taehyung. Quedó un poco decepcionado
cuando el enfermero le dijo que estaba tomando un café con un amigo, pero que
podía pasarse por allí si quería.

El café estaba en las afueras y tenía por nombre "Black Swan". Yoongi
nunca había estado en aquel lado de la ciudad, pero bien valía la pena salir de
su zona de confort si se trataba del bienestar de su mejor amigo, o si se trataba
de volver a ver a Jung Hoseok.

Hobi.

Ahora podía llamarlo Hobi.

Lo vio al entrar en la cafetería, sentado frente a un chico alto que llevaba


un peinado algo curioso. El chico que estaba con Hoseok se giró y lo miró con
algo de extrañeza. Yoongi no encajaba en aquel ambiente, con su camisa recién
planchada y su americana de lujo, con aquel reloj brillante en su delgada y
pálida muñeca. Todo en su apariencia delataba su posición económica.

-Namjoon, este es Min Yoongi.


Namjoon asintió con una sonrisa, como si ya hubiera escuchado hablar de
él.

-Yoongi, este es Namjoon, mi compañero de piso.

Después de que ambos se estrecharan las mano, Hoseok le preguntó a


Yoongi de qué había querido hablarle.

-Bueno...Esta mañana, Jungkook sugirió que, tal vez, Tae podría volver a
aprender a nadar.

-Claro-sonrió Hobi-, es posible. Buscaremos a alguien. ¿Eso era todo?

Si Namjoon no hubiera estado delante, tal vez Yoongi hubiese encontrado


el valor para decirle que no, que estaba genuinamente interesado en él, que le
gustaba. Pero Namjoon estaba delante, así que Yoongi buscó otra excusa para
seguir mirándole a los ojos. Aunque no era del todo una excusa. Quería una
respuesta favorable a la pregunta que estaba a punto de hacer, aunque no
tuviera demasiadas esperanzas.

-¿Hay alguna posibilidad de que...?


-¿...Taehyung recupere la vista?-para su sorpresa, Hoseok acertó la
continuación de la frase a la perfección.

-¿La hay...?

-No creo en milagros, pero también creo que no hay que perder la
esperanza. En el hospital de Seul, eso sería imposible. Hubiéramos salvado su
visión de no ser así. Quizá más lejos, pagando mucho dinero.

-El dinero no es problema-aseguró Yoongi, aunque no era necesario.

-Habría que entrar en lista de espera. Veré qué puedo hacer-dijo Hoseok,
serio-, pero no le hables de esto. Sería una decepción si le haces pensar que sí
y al final no resulta. Debe aprender a convivir con su ceguera. Es un chico
fuerte, y sé que superará esta prueba, de un modo u otro. Cuida de él.

Yoongi asintió.

Estaban tan atentos el uno al otro que no se habían dado cuenta cuando
Namjoon salió al baño después de avisarles.

-Siempre estás preguntando por los demás pero...¿qué es lo que quieres


para ti, Min Yoongi...?-preguntó Hoseok.
5. What I want

-¿Qué...qué quiero yo...?

-Sí, tú. No sé, no te conozco apenas, y no he estudiado psicología ni nada


de eso, pero me da la sensación de que quieres ser invisible y, en realidad eres
muy interesante...

-¿Tú crees?-Yoongi levantó una ceja, escéptico.

-Sí. Pasas desapercibido porque no hablas mucho, como si tuvieras miedo


de decepcionar a los demás, cuando el único que acaba decepcionado de ese
modo eres tú mismo. Pero no para mí, yo sí te veo-sonrió Hoseok.

Yoongi sintió que las mejillas le ardían, pero no dijo nada. No sabía si Hobi
esta psicoanalizándolo o tratando de ligar con él, pero supuso que se trataba de
la primera opción porque la segunda era demasiado buena para ser verdad.

-Entonces...¿qué es lo que quieres hacer, Yoongi?


Yoongi quería comprobar cuan suaves y esponjosas eran sus mejillas,
quería agarrarle por el cuello de la camisa y sobre todo, quería besarle. No
quería pensar si era demasiado pronto, o si era el momento o si nunca llegaría a
serlo. Lo único que sabía era que, en aquel momento, quería besarle. Lo hubiera
hecho si Namjoon no hubiese vuelto del baño en aquel preciso instante. Sí,
definitivamente lo hubiera hecho. Le gustaba pensar que sí, que hubiera tenido
el valor de hacerlo.

Quizá ni siquiera estaba preparado para ello, pensó más tarde. Después
de todo, cuando se despidieron en la puerta del café, Hoseok le había abrazado
y él se había alejado en la dirección contraria, con una sonrisa radiante en el
rostro. No sabía si se veía radiante, pero así se sentía. Solo por un abrazo,
como si fuera un estúpido crío de doce años que se enamora por primera vez.
¿Qué pensarían Namjoon y Hobi mismo de haberlo visto entonces? pensaba él,
avergonzado. Las mejillas se le teñían de color, pero la sonrisa no se le borraba.
Y tal vez era verdad que sonreír le sentaba de maravilla, aunque las razones
fuesen estúpidas.

Hoseok, por su parte, no pareció dedicar tanto tiempo a pensar en Yoongi.


Era la primera vez en algo más de una semana que Jungkook iba a cenar en su
antiguo piso. Tal vez porque les echaba de menos, o porque necesitaba un
respiro de las cenas silenciosas en la mesa kilométrica de Kim Taehyung. Solo
se quedaría unas horas, pues tenía que llevar al chico a la cama. Era cierto que
hacía avances con una rapidez insólita, pero seguía siendo imprescindible que
él lo ayudara. Taehyung lo necesitaba y él iba a estar allí porque, al fin y al cabo,
ese era su trabajo. Por esa razón y por ninguna otra se había instalado en el
cuarto que quedaba justo al lado del de su paciente. Le calmaba, le quitaba el
miedo y le hacía sentir mil veces mejor. Y eso significaba que lo estaba
haciendo bien.
No se le ocurrió pensar que algo fallaba.

Porque cuanto más tiempo pasaban el uno cerca del otro, menos miedo
tenía Taehyung, y cuanto menos miedo tenía Taehyung, más tenía Jungkook.

Y no sabía de qué, o quizá lo sabía demasiado bien, y por eso le asustaba.

Cuando cenaba en la mansión, tenía un buffet enorme delante de sus


narices, con comida exótica de la mejor calidad realizada por el cocinero
personal de Taehyung. Sin embargo, aunque todo estaba exquisito, Jungkook
echaba de menos sentarse en el sofá y hablar con sus amigos con un envase de
ramen ya preparado en las manos mientras daban cualquier cosa en la tele a la
que no le prestaban demasiada atención. Cenar con ellos era, de algún modo,
liberarse de la tensión y la rigidez que lo dominaban la mayor parte del tiempo.
Aquella casa era su lugar seguro y sus dos amigos eran como los dos ángeles
que custodiaban las puertas de su cielo personal. Si lo había pensado así,
nunca lo diría en voz alta.

En la tele estaban poniendo una comedia romántica de esas que se


estrenan directamente en DVD y la gente solo se queda viendo porque les da
pereza levantarse a recoger el mando y cambiar de canal. Una chica de cabello
rubio con un conjunto muy años 2000 corría a los brazos de un chico con la
camisa desabotonada, sentado a las puertas de un rancho. Estaba ciego, pero
pareció reconocerla con solo tocarla y, al poco de rozarse sus labios, parecía
que ya llevaban una eternidad besándose, y que no tenían ninguna intención de
que dicha eternidad terminara.
-Es una tontería-dijo Namjoon, con la boca llena-, eso nunca pasa en la
realidad. La gente tiene problemas de inteligencia emocional por culpa de cosas
como estas. Se idealiza el amor eterno, cuando el amor es algo que tiene
muchas facetas. No se trata únicamente de romance, sino de la relación que
mantenemos con nosotros mismos. Si Ashley o como quiera que se llame esa
chica no ha sido capaz de confesarle lo que sentía hasta ahora es evidente que
ambos tienen problemas de autoestima deficiente...

-Namjoon, es solo una película romántica mala-Hoseok rodó los ojos-,


nadie se la va a tomar tan en serio como tú. Y a lo mejor deberías dejar
económicas y dedicarte a la psicología.

-Puede ser, pero yo también me imagino cómo sería enamorarme de una


chica. Enamorarme de verdad. Puede que solo sea una película mala, pero me
lo imagino-comentó Jungkook, sin mirar a los ojos ni a uno ni a otro. Su voz
sonó como un suspiro. Había en ella un tono teñido de nostalgia de cosas que
aún desconocía.

-¿Lo ves?-intervino de nuevo Namjoon-Sí que tiene esa clase de efecto.


Estas películas suben los estándares de la gente respecto a las relaciones
amorosas y son en parte culpables de las carencias emocionales de muchas
personas, incluso a su edad.

-Ni siquiera he dicho que quiera eso-dijo Jungkook, encogiéndose de


hombros-, solo que me pregunto cómo sería. Estoy bien como estoy y no tengo
ganas de arrastrar a nadie a mi infierno personal.
-Te acabas de contradecir a ti mismo-señaló Namjoon.

-"Tu infierno personal". Pareces un chico malo de novela para


adolescentes usando el típico cliché de "no te acerques a mí; te haré daño"-rio
Hobi-. Eso no es algo que se busca, de todos modos. Uno no se cuestiona si
quiere o no quiere enamorarse. Simplemente sucede.

-O no.

-O no, como dice Namjoon. Pero suele suceder, y no suele esperar al


momento adecuado. Por eso no siempre sale bien. Por ejemplo, si tú te
enamorases ahora de Taehyung...

-¿Por qué de Taehyung?-Jungkook pareció, sucesivamente, confuso y


ofendido.

-No sé, es la persona con la que más tiempo pasas últimamente...

-Pero es un chico-Jungkook frunció el ceño.

-¿Y? Yo creo que me estoy enamorando de un chico, y no hay nada de


malo en ello.
-¿El chico del bar...?¿El bajito...?-preguntó Namjoon, desconcertado.

-Sí, Yoongi-admitió Hoseok.

-Claro, Hobi, pero a ti te gustan los chicos; y a mí no.

-Bueno, un chico, una chica...¿qué más da? A estas alturas de la vida no


podemos dividirlo todo con esa simpleza, como si solo hubiera dos géneros y
dos sexualidades. Estamos hablando de amor, o de atracción y eso es algo que
va mucho más allá de un cuerpo o de unas convenciones sociales, ¿no?

-Pero Hoseok-Jungkook parecía tenso-, yo no me puedo enamorar de


Taehyung, porque Taehyung es un hombre, y a mí no me gustan los hombres...

-Solo era un ejemplo...-empezó a decir Hoseok, pero su amigo ya había


desaparecido tras la puerta de su antiguo cuarto.

-Sabes que ese no es un tema que puedas tocar tan a la ligera-dijo


Namjoon, mirándole con fijeza-, no delante de él, por lo menos. Para ti es fácil.

-Tenemos que hablar de ello alguna vez si queremos que lo supere.


-Y hablaremos de ello, pero cuando él saque el tema, cuando él esté
preparado.

-¿Y si nunca lo está?

-No puedes forzarle a ello. Y si eso era lo que tenías en mente, que se
enamore de Taehyung, creo que es la peor idea que has tenido nunca.

-No, esa no era mi idea-mintió Hoseok- Pero no entiendo por qué es tan
malo.

-Por muchas cosas. Si pasa, Jungkook volverá a entrar en conflicto con su


sexualidad...

-Sus padres ya no están. Debería reconciliarse con esa parte de sí mismo,


aceptarla y enorgullecerse de ella. Y para eso, primero tiene que enfrentarse a
ella y darse cuenta de que nunca fue uno de sus demonios. Solo es algo que le
hicieron creer.

-No es tan fácil, Hoseok. Nunca es tan fácil como eso. Si Jungkook se
enamora de Taehyung y Jungkook se enamora de Taehyung...¿crees que se
darán un beso frente a la puesta de sol y eso será todo? Hay muchas más
partes de sí mismo que Kookie no puede aceptar del todo. Y ya lo sé, puedes
amar a alguien sin amarte a ti mismo y todo ese rollo...pero nunca sale bien. Y
yo no puedo pedirle que se quiera, porque sé que le resultaría difícil incluso
entender por qué debe hacerlo. Está enfermo, está medicado. Las cosas nunca
son tan sencillas, a pesar de las buenas intenciones.

-Si alguien está enfermo, se puede curar. Y Taehyung podría enseñarle a


amar esas partes de sí mismo que él esconde y desprecia-insistió Hobi-. Si eso
sucediera, claro.

-Sigo diciendo lo mismo, Hobi-insistió Namjoon-, demasiadas películas..

6. Would it be alright if i pulled you closer?

Jungkook se vistió y salió temprano después de desayunar a solas en su antiguo


piso. No había pasado nada en particular la noche anterior, pero no quería ver a
ninguno de sus compañeros aquella mañana, ya que le avergonzaba el haber
huido cuando Hobi había insinuado que podía suceder algo entre Taehyung y él.

La insinuación y su propia inconsciente respuesta le habían alertado de sus


emociones, y tampoco se sentía del todo preparado para volver a ver a Tae. Sin
embargo, tenía que hacerlo. Y Tae no sabía nada de sus dudas, de sus temores
o de su pasado, así que Jungkook se convenció de que no había nada que
temer.
Cuando subió las escaleras de la mansión, se encontró con Yoongi tomando
un poco de aire en el porche y fumando. Había vuelto a fumar a causa del estrés
y las preocupaciones, pero siempre lo hacía en el exterior y no tan a menudo
como antes.

-No te esperábamos tan pronto. ¿Cómo está Hoseok...?

-Umm...Bien.

-Oh. Por cierto, ha venido el nuevo instructor de natación de Tae. Están en la


piscina. Sé que puede hacerlo, pero me quedaría más tranquilo si estuvieses
con él.

Jungkook, desconcertado, asintió y corrió hasta la parte trasera de la casa. Se


quitó la ropa y se quedó únicamente en bóxers. No se había traído el bañador,
pero no importaba demasiado porque nadie iba a verle. Le habían informado
hacía unos días de que el chico que iba a enseñar a Taehyung a nadar de
nuevo también era invidente.

Cuando alzó los ojos para saludar a los otros dos hombres, se encontró con
una grata sorpresa.

-¿Jimin?
Su voz sonaba casi ahogada por la carrera que había echado para llegar
hasta allí, pero Jimin le reconoció al instante.

-¿Jungkook?

Tanteando apenas el terreno, adivinó donde se encontraba su amigo y se


acercó para abrazarlo con fuerza. Jungkook dejó que lo hiciera
porque...bueno...se trataba de Jimin.

Jimin, a quién consideraba casi un hermano pequeño. Había cuidado de él


siempre y lo había echado de menos desde que sus caminos se habían
separado. El chico había sido adoptado en el correccional porque era algo
menor que muchos de sus compañeros y resultaba especialmente adorable.
Había crecido mucho desde que se fue, y aunque las ternura de sus facciones
seguía allí, también había en él una nueva energía. Iba vestido y peinado como
si, a pesar de que no podía verse en el espejo, supiera que tenía un aspecto
excepcional. Sonreía como si lo supiera y aún así agradecía que se lo dijeran.
Jungkook no pudo resistirse a decirlo.

-Pareces un modelo, excepto por la estatura.No has crecido mucho, pero...

-No me puedo creer que seas tú-Jimin sonrió, todavía abrazado a él-. Estoy
tan contento que voy a pasar por alto que me hayas llamado enano.
-Pasar por alto. Ja...tiene gracia.

Jimin frunció el ceño, y Jungkook miró a Tae por primera vez en el día al oírle
reír. Tae nunca había oído al chico bromeando o en confianza, y tenía que
admitir que le gustaba. A Jungkook le gustó el sonido de su risa, pero no lo
admitió porque no quería siquiera pensar en ello.

Se metió en la piscina y se agarró al borde mientras Jimin daba instrucciones


a Taehyung. El chico parecía asustado, pero su voluntad podía más que su
miedo, así que también acabó deslizándose en el agua, cerca de Jungkook,
aferrado con fuerza a la pequeña escalera de metal.

-Lo tienes-dijo Jimin.

-Tranquilo-murmuró Jungkook-.Tranquilo, estoy aquí.

Los ojos inquietantemente claros de Tae se volvieron hacia él por un


segundo. Jimin se metió también a la piscina.

-Muy bien. ¿Te acuerdas de cuando aprendiste a nadar? Sujétate fuerte y


mueve las piernas. No hace falta que te sueltes todavía.

Tae obedeció y Jimin agarró sus piernas para mostrarle que debía elevarlas
un poco más si quería mantenerse en la superficie.
-Eso debería hacerlo yo-dijo Jungkook.

-Soy el instructor. Puedo sujetarle para ayudarle a hacerlo mejor.

-Yo soy su asistente. No es necesario que lo toques, es a mí a quién pagan


por eso.

-Pues a veces parece que te da asco. Así que no entiendo porque os estáis
peleando por mí-dijo Tae, todavía tenso.

-No es por ti, pero creo que no era necesario que te tocara las piernas para
decirte que tenías que mantenerlas arriba. No quiero que nadie se aproveche de
ti, eso es todo.

-No deberías haber dicho que tu trabajo era tocarme-replicó Tae, más serio
que nunca-. Y no es solo porque haya sonado mal. He conocido a Jimin esta
mañana y tengo confianza con él. No me importa que me toque la pierna, no es
ningún problema. Cada vez que tú me tocas, parece que te diera un calambre, o
que te diera asco. Y eso no me hace sentir muy bien, como comprenderás.
Llevas más de un mes durmiendo en mi casa, pasando la noche en mi cuarto,
desayunando, comiendo y cenando en mi comedor, conmigo. Y todavía no
tenemos confianza. Y ahora sales comportándote como si tuvieras celos, y cada
vez te entiendo menos, Jungkook.
-No son celos, es...

-Mira, eso es lo de menos.Y que no quieras tocarme y te moleste que otros


me toquen...Ni siquiera voy a tomármelo a mal, ¿sabes? Pero si piensas así, si
sientes así, es por algo. Quiero hablar contigo y entenderte. No quiero juzgarte
y, además, no tengo derecho, porque no sé nada de ti. Eso es lo que me
molesta, que vivo contigo y no tengo ni idea de quién eres.

Jungkook se quedó en silencio, sin saber que decir.

-Podría preguntarle a Jimin, pero no lo voy a hacer. No tengo mucho que


hacer, y me sobra tiempo para hablar. No sé cuanto tiempo me va a llevar eso,
pero quiero que llegues a confiar en mí. ¿Por qué no lo intentas?

Jungkook sabía por qué. Si en Tae, la voluntad superaba al miedo, en él, el


miedo lo devoraba todo. Le tenía miedo a todo y a todos, y más que a nadie a sí
mismo. Y a Tae, porque tenía la sensación de que podía confiar en él, pero le
aterraba el hacerlo.

-Está bien-Jungkook suspiró-.Lo intentaré.

-Jimin, ¿te importaría ir a hacerle compañía a Yoongi mientras hablamos?

-Está bien. Lo intentamos de nuevo por la tarde-dijo Jimin.


-No te vayas todavía. Alguien te debe una disculpa.

Jungkook se disculpó con Jimin por haber estado a la defensiva durante la


lección de natación de Tae. Estaba el doble de molesto consigo mismo por
aquello. Jimin era su amigo, lo quería y lo había echado de menos. Sin
embargo, al verlo por primera vez en años, se había comportado de un modo
completamente irracional solo porque no le gustaba que otras personas tocaran
a Taehyung. Muchas cosas estaban mal con él, y él lo sabía. Lo que no sabía
era como deshacerse de ellas.

-Te sacaré del agua.

-Puedo hacerlo solo.

-¿Seguro?

-Sí. No hace falta que me toques, tranquilo-su voz había adoptado un tono
hiriente.

Jungkook se quedó quieto, atento a los movimientos de Taehyung, que se


aferró al metal con fuerza. Podía ver como temblaba, y no le sorprendió que se
resbalara. Si no hubiera estado pendiente, dispuesto a atraparlo entre sus
brazos, habría sido una mala caída. Sí, Taehyung podría hacerlo solo, pero no
entonces. Aquellas cosas, como todo, llevaban tiempo.

Lo sostuvo con firmeza, como si pesara lo mismo que una pluma, y lo sacó
del agua.

-Puedes bajarme-dijo Tae-, estoy bien.

Incluso su voz temblaba. Tan profunda y grave como era, sonaba vulnerable.
Jungkook lo depositó sobre la mejor tumbona que encontró y lo secó con la
toalla, dejándosela por encima para que no se enfriara. No era la primera vez
que Tae notaba que su asistente podía ser delicado y atento cuando era
necesario. Dejó el orgullo de lado para agradecerle su gesto.

Estaba asustado y turbado por el contacto de la piel de Jungkook. Pero no era


la misma clase de miedo que sentía el otro chico. El de Taehyung era un miedo
bueno, agradable. Era la clase de miedo que hace que tu corazón lata con
fuerza y te recuerda que estás vivo. No hacía mucho calor, pero el cuerpo casi
desnudo de Jungkook estaba cálido y húmedo, como él. Acababa de salir de la
piscina y estaba nervioso, y Taehyung no sabía por qué se sentía como lo hacía.
Pero sí sabía que le gustaba.

-¿Y bien? ¿Vas a contarme algo?-preguntó.


Jungkook suspiró, y él lamentó su exigencia. Tal vez había una razón por la
que no contaba las cosas, tal vez era necesario esperar a que él mismo se
sintiera preparado para hablar de lo que fuera. No confiaba en él, y forzarle a
hablar solo confirmaría que tenía razones para ello.

-No es necesario si no te sientes bien-añadió-, tal vez me he pasado...Es solo


que...no te entiendo...y eso me frustra, porque me gustas...Me caes bien, quiero
decir...y quiero que nos llevemos bien.

-Me cuesta confiar en la gente. No es culpa tuya. Siempre tengo miedo de


que me hagan daño, y al final soy yo quién termina haciendo daño. Si me
conocieras, no te caería tan bien.

-Eso tendría que juzgarlo yo. La gente comete errores, Jungkook. Y nadie va
a juzgarte más duramente que tú mismo, así que no deberías tener miedo de mí.
No te pediré nada que tú no quieras darme.

-¿Sabes por qué me echaron de mi anterior trabajo?-estalló Jungkook, de


repente-. Era en un café, y un cliente se puso más insolente de lo normal porque
le cobré de más por un error de cuentas. Y estuve a punto de pegarle. No sé
que hubiera pasado si no llegan a detenerme. Y ni siquiera es la primera vez
que me pasa algo así. Tengo problemas de ira. Voy a terapias, y tomo pastillas.
Pasé por una depresión bastante fuerte hace unos años, y de vez en cuando me
siento así...durante días y a veces semanas, apenas soy capaz de levantarme
de la cama. Nunca sé cuando durarán, y eso me asusta, porque la sensación es
horrible. Pero a veces ni siquiera me importa. El año pasado tuve una recaída e
intenté...bueno, puedes imaginártelo. No, no puedo pensar en nada porque
apenas tengo recuerdos felices. Ni siquiera de mi infancia, especialmente no de
mi infancia. Si no fuera por Hobi, por Joon y supongo que por Jimin, no sé que
hubiera sido de mí. ¿Sabes donde me criaron? En un correccional de menores
problemáticos. Me llevaron allí y empecé a dar más problemas que nunca. Yo
nunca había hecho nada malo, sino que me lo hacían a mí. Y allí, sin mis
amigos, hubiese sido mil veces peor. Sé que soy duro conmigo mismo, pero
también sé que no me merecía la mitad de cosas que me hicieron o que me
pasaron. ¿Lo entiendes? Apenas puedo cuidar de mí mismo, ¿no vas a decirme
que no debería cuidar de ti?

Jungkook contuvo la respiración y se atrevió a mirar a Tae por primera vez


desde que había empezado a hablar.

-¿Necesitas que te diga algo más...o eso es suficiente? ¿No vas...no vas a
pedirme que me vaya?-preguntó, temeroso.

-¿Por qué haría eso?

Taehyung acercó sus manos a él, buscándolo en la oscuridad. Quería


abrazarlo, pero adivinaba que había algo más detrás de su aversión al contacto
físico, así que no iba a imponérselo.

-¿Puedo abrazarte?

-Sí.
-¿Quieres que lo haga?

Jungkook asintió, olvidando por completo que Tae no podía verle. Hubo un
silencio. Tae no sabía que hacer y Jungkook no dejaba de preguntarse por qué,
si le había preguntado si podía abrazarle, no lo estaba haciendo. Fue él quien
terminó por atraer al otro hombre hacia sí, aferrándolo entre sus brazos.

-A mí no me importa nada de lo que hayas hecho antes de estar aquí-


murmuró Tae, todavía envuelto en la toalla y apretado contra el cuerpo de
Jungkook-, y más si no es culpa tuya. Solo importa el ahora, lo que hagas por
mí, conmigo. No te preocupes por nada. Aún quiero que me cuides y quiero
cuidarte yo a ti, más que nada.

Sintió que Jungkook temblaba y se agitaba. Lo oyó sollozar cerca de su oído.


Buscó su rostro a tientas y le secó las lágrimas con los dedos. Jungkook dio un
respingo pero, por una vez, no le apartó. Tal vez sintió el impulso de hacerlo,
pero lo detuvo. Porque no era tan malo que alguien quisiera cuidar de él, que
alguien quisiera, por una vez, ocuparse también de lo que él sintiera.

-No tienes solo a Namjoon y a Hobi. También me tienes a mí-añadió Tae.

Jungkook reposó su cabeza en el regazo del otro chico, exhausto a causa de


todas sus emociones. Tae sonrió, acariciando su cabello, ligeramente rizado por
la humedad.
Todo parecía estar en calma, todo parecía estar justo en su lugar..

1.

7. Heartbeat

Había un ambiente completamente diferente. Yoongi lo percibió en cuanto


Taehyung y Jungkook se reunieron con él y con Jimin en el jardín. Era como si
un peso enorme se hubiera elevado de encima de sus almas y los estuviese
dejando respirar por fin.

-No necesito ver colores para darme cuenta de cómo lo mira-susurró


Yoongi al oído del joven instructor de natación.

-Yo por desgracia no puedo ver nada-comentó Jimin-¿Quién mira a quién


cómo?

-Jungkook...a Tae...No sé cómo no había reparado en ello hasta ahora...

Jimin sonrió. No necesitaba preguntar más para darse cuenta de lo que


estaba insinuando Yoongi. Conociéndolo, pese al paso de los años, imaginaba
que el propio Jungkook sería el último en darse cuenta de lo que pasaba por su
cabeza. Sería desde luego, el último en asumirlo...si es que llegaba a asumirlo
alguna vez. Su boca se torció en una mueca triste.

-¿Tú crees?
-Es lo que parece. No sé, se supone que los piscis somos muy intuitivos-
Yoongi se encogió de hombros, con una sonrisa-, y yo intuyo que ahí hay algo.
Es normal, después de todo. Todo el mundo se enamora un poco de Tae
cuando lo conoce. Hasta cierto punto, es inevitable.

-Puede que sea algo platónico. Yo no sé nada de mirar, porque nunca he


podido hacerlo...Tengo mi propia manera de sentir el mundo-Jimin no sonaba
apenado, pero sus palabras conmovieron a Yoongi, que colocó una de sus
manos sobre la del chico, apretándola para transmitirle su apoyo.

Taehyung se había sentado en una de las sillas colgantes del porche y le


había pedido a Jungkook que le empujara, como si se tratara de un columpio
para niños.

-Despacio. ¿Confías en mí?-Jungkook se sentía mejor de lo que se había


sentido en mucho tiempo, pero no terminaba de estar tranquilo, de dejar de
temer que Tae le juzgara por todo lo que le había contado de sí mismo.

-Ya te he dicho que sí. Si tú confías en mí, yo confío en ti.

Jungkook dejó de balancear la silla por un momento y abrió la bata del otro
chico por la parte del pecho para aplicarle la crema. Las quemaduras eran
mucho menos notables que antes y ya apenas le dolían.
-Solo...tengo miedo de que tú me tengas miedo...

-Que digas eso significa que no tengo por qué temerte. Nunca me harías
daño de forma consciente. Y si algún día pasara algo...Yoongi es más fuerte de
lo que aparenta-bromeó Tae para quitarle hierro al asunto.

Jungkook se atrevió a reírse. Su risa era casi más bonita que su voz. En
aquel momento, Tae lo hubiera dado todo por ver su sonrisa. Ni siquiera su
rostro, su cuerpo o el resto de él. Tan solo su sonrisa. Ni el cielo, ni la luz del sol,
ni su cuadro favorito. La sonrisa de Jeon Jungkook.

-Siéntate conmigo.

Jungkook se sentó a su lado, tomando impulso para que la silla continuase


meciéndose. No tener tanto miedo a tocar a Taehyung, o por lo menos intentar
no tenerlo, era algo casi liberador. Tae apoyó su cabeza en el hombro de
Jungkook. Esta vez era él quién estaba cansado, y el suave balanceo de la silla
lo ayudó a dormirse. Jungkook habría entrado en pánico si se hubiera dado
cuenta de que los dos eran insomnes que, sin embargo, caían rendidos sin
problema cuando estaban en contacto con el otro.

Lo había visto dormido todas las noches que se había quedado velando su
sueño, pero aquella vez no estaba agitado, sino relajado. Jungkook dio
inconscientemente las gracias por que él si que podía ver. El rostro de Tae no
parecía esculpido, sino vivo. Bajo la luz del sol, su piel parecía más tersa que
nunca. Rozó con delicadeza sus mejillas y Tae sonrió en sueños. Sus ojos se
posaron entonces en los labios del joven millonario. Tenían una forma que no
hubiera sabido como describir. Belleza, esa era la única palabra que se le venía
a la cabeza. Si alguien le hubiera dicho que mirar fijamente los labios de alguien
generalmente significaba que tenías ganas de besarlo, Jungkook hubiera salido
huyendo. Pero afortunadamente, nadie se lo dijo, y siguió mirando los labios de
Tae casi hasta que este despertó.

-No he hecho más que dormir-dijo, con una sonrisa soñolienta- ¿Donde
está Jimin?

Jungkook, todavía tenso con Jimin a causa de la estúpida discusión que él


mismo había iniciado antes, llamó a su amigo. Tae tan solo se disculpó por
haberle hecho venir en vano. No tenía ganas de seguir con la lección aquella
noche, y quería irse a dormir cuanto antes, pese a que acababa de despertarse
de la siesta.

Yoongi ayudó a Jimin a llegar hasta la puerta y pidió al chófer que le


llevara a su casa. El chico lo agradeció, aunque le dejó claro que era
perfectamente capaz de cuidar de sí mismo. Yoongi sonrió antes de despedirse.
Había algo en la actitud de aquel chico que lo admiraba y, a la vez, le hacía
sentir tonto. Jimin era mucho más fuerte que él, sin duda mucho menos
propenso a rendirse. Y había tenido una vida más dura, mientras que a él se lo
habían dado todo en bandeja de plata. Y si bien sabía que el dolor no puede
compararse con el de otras personas para quitarle o darle importancia, no podía
evitar sentirse débil y tonto a su lado. Pero también era inspirador ver la manera
en la que el joven hablaba y se comportaba.
Cuando se volvió, ya no había rastro de Jungkook o de Taehyung.

Tae estaba tumbado en la cama y Jungkook sentado en el escritorio,


donde siempre se quedaba a dibujar, atento por si su paciente tenía alguna
horrible pesadilla.

-¿Por qué no vienes a la cama hoy?

Tae interpretó a la perfección el silencio que siguió a su pregunta. Si


hubiera podido imaginar el rostro de Jungkook lo hubiera visto con un gesto de
desconcierto casi cómico en sus facciones.

-Ahora somos amigos, ¿no?. No tiene nada de malo.

-No...no lo sé...

-Duermo mejor si me abrazo a algo.

-Puedo traerte una almohada o un peluche o...

-Duermo mejor si me abrazo a alguien-se corrigió Taehyung-. Por favor.


Tal vez a ti también te ayude a conciliar el sueño.
-Está bien...-suspiró Jungkook-¿No vamos a cenar antes...? Aún es muy
temprano...

-Podemos pedir unas hamburguesas y comérnoslas en pijama. Hacía eso


con Yoon y con Seokjin en los cuartos de la universidad. Eran tiempos más
sencillos-rio Taehyung-¿Quieres hacerlo?

-Está bien, supongo-reconoció Jungkook, a quien se le había abierto el


apetito con la sola mención de las hamburguesas.

-Trae el pijama. Yo te espero aquí.

-Eh...no tengo pijama...

-¿Duermes desnudo...?-Tae sonrió.

-Eh...-Jungkook se rascó la nuca, avergonzado-...algo así.

-Está bien...No es como si pudiera verte de todas formas...

-Pero puedes...eh...se supone que vamos a dormir abrazados...


Tae se incorporó ligeramente y se quitó los pantalones de su ostentoso
pijama de terciopelo púrpura. Jungkook casi se echó a temblar, asustado y
desconcertado.

-¿Jungkook...?¿Sigues ahí...?

-S-sí...

-Ponte esto. Yo usaré la parte de arriba y tú la de abajo. ¿Te parece


bien...Kookie?

¿A quién había oído Taehyung llamarle Kookie? Seguramente al


entrometido de Hoseok. Se sentía como si se le hubiera erizado la piel, y tenía
frío y un calor insoportable al mismo tiempo. No hubiera sabido decir que
aspecto tenía en aquel momento, o que es lo que hubiera delatado entonces,
pero en aquel momento de veras agradecía que Tae no pudiera verle.

Se puso los pantalones con cuidado. Estaban cálidos y olían a él. No tenía
nada de alarmante o de particular que supiera reconocer la esencia de Tae. Al
fin y al cabo, se dijo, vivía con él las veinticuatro horas del día, así que lo raro
hubiera sido que no reconociese su olor. Era una mezcla suave de perfumes de
marca con un algo inconfundible. Seguramente eso sí era extraño, el tratar de
definirlo en su mente...Sí, lo era. Así que Jungkook dejó de pensar en ello de
inmediato y cogió el móvil para pedir unas hamburguesas a domicilio.
Jungkook estaba desnudo de cintura para arriba. Tae estaba casi desnudo
de cintura para abajo. Estaban tumbados el uno junto al otro, comiendo
hamburguesas baratas, prácticamente en silencio. Era la primera vez que el
menor de los dos se tumbaba en aquella cama, y nunca antes había tenido el
tiempo o la ocasión de fijarse en el inmenso espejo del techo con marco dorado.
Los dos chicos parecían un cuadro vistos desde aquella perspectiva.

-¿Por qué pusiste un espejo en el techo?

-Ah, eso...-Tae se rio con algo de amargura-. Ahora mismo no tiene ningún
sentido, ¿verdad?. No sé, me pareció buena idea en su momento...Es una
especie de lujo extravagante. En realidad es muy...muy de hostal de
carretera...un poco vulgar...

-¿A qué te refieres?

-Tiene...connotaciones sexuales. Piénsalo, es útil para eso.

-¿Cómo...?-Jungkook estaba cada vez más perdido.

-No te lo puedo decir por experiencia, porque ya no me sirve para nada y


hace mucho que no estoy con nadie...pero...se supone que...A ti...¿te gustan las
chicas...?
-Sí-Jungkook afirmó enérgicamente, aunque Tae no podía verle.

-Bueno, imagina que estás con una chica en la cama y...no sé...ella está
encima de ti y tú la puedes ver...desde esa perspectiva...Estoy seguro de que
uno se siente el doble de poderoso...no lo sé...Y a la mañana siguiente, abrirías
los ojos y la verías tendida a tu lado...y sería maravilloso...Es una de esas
fantasías que ya no voy a poder cumplir nunca...

-Te buscaremos nuevas fantasías-dijo Jungkook, tragando saliva. Le había


pasado una imagen por la cabeza que tal vez no hubiera debido resultarle tan
agradable. Una vez más, agradeció que Taehyung no pudiera verle.

-Oh...te lo agradezco...pero ya tengo una.

-¿Sí?-lo último que quería saber Jungkook era cual era la dichosa nueva
fantasía sexual de Tae, pero preguntó de todas formas. Aunque solo fuera por
educación...

-Sí. Es bastante cursi en realidad.

Peor.
Todavía peor.

-¿En serio?

-Sí, no sabría explicarla pero sería una especie de torbellino de


sensaciones. Tacto, confianza...no lo sé...Así explicado, supongo que no suena
demasiado sexy. Hay gente que se venda los ojos para follar, así que supongo
que tendrá que ser genial. Y mirándolo por el lado bueno, yo no necesito un
pañuelo para bloquearme la vista. Deberíamos dejar el tema antes de que
emocione más de la cuenta...

Jungkook suspiró aliviado para sus adentros y le dio la razón.

Soltó una exclamación cuando una gota de ketchup cayó sobre su pecho.
Tae le preguntó qué pasaba y él se lo dijo. Y entonces Tae se incorporó de
nuevo y surcó la piel de su torso hasta encontrar la mancha.

-No es necesario...-Jungkook no pudo evitar asustarse y apartar la mano


de Tae de malas maneras. No había actuado a tiempo, y el otro chico ya se
estaba llevando el dedo a los labios para lamer la gota de ketchup. Era un poco
asqueroso, pero eso no fue lo que le molestó. Lo que de veras le turbó fue le
gesto casi coqueto con el que Tae se metió el dedo en la boca y saboreó el
resto de salsa como si fuera el manjar más delicioso del mundo.
-¿Por qué te sobresaltas tanto...? Creí que te gustaban las chicas-dijo, con
tono algo malicioso. Quizá no le gustaban solo las chicas. Dios mío, esperaba
que no le gustasen solo las chicas, pensó Tae, casi inconscientemente.

-Lo que has hecho es raro-dijo Jungkook. Tal vez no le faltaba razón,
aunque desde luego no era tan raro como el chico de la película que habían
visto aquel día, que se masturbaba con un melocotón.

-Lo siento-Tae parecía genuinamente compungido. pero que su boca se


torciera en un adorable puchero no ayudó a que Jungkook dejase de alterarse
cada dos por tres-. No era mi intención que te sintieras incómodo...¿Dormirás
conmigo de todas formas...?

Jungkook pensó que seguramente no era una buena idea. No después de


lo mucho que se había alterado en poco tiempo y a causa de nada...Pero darle
una excusa hubiese sido también darle razones para sospechar de algo que "no
era", de modo que se resignó a dormir con él. Con la criatura más hermosa que
había pisado la tierra. Apreciar la belleza no significa necesariamente desearla,
se dijo. No parecía muy convencido. Por enésima vez aquel día, agradeció que
Tae no pudiera verle y, sobre todo, que no pudiese leerle la mente...

Cuando se echaron con la intención de dormir, el agarre de Taehyung en


su cintura le impidió siquiera cerrar los ojos. Era dolorosamente consciente de
que el chico más guapo que había visto nunca estaba sujeto a él, llevando
apenas la camisa de su pijama. Se levantó, creyendo que el otro ya estaba
dormido, para tomar algunas pastillas, y después volvió a tenderse en la cama.
Colocó la mano de su paciente en su cadera, donde recordaba que estaba antes
de haberse levantado. Tae se agarró con fuerza y suspiró en sueños. Jungkook
cerró los ojos y trató de dormir, pero no lo consiguió.

No podía dar vueltas en la cama y rara vez su insomnio le había provocado


una molestia tan grande. Ni siquiera podía patalear de rabia, o darse la vuelta.
No ahora que Tae parecía, una vez más, tan tranquilo en sueños. Tan tranquilo,
tan bonito, tan inocente y, sin embargo, a él lo estaba volviendo loco.

Gruñó, sin poder evitarlo.

Tae abrió los ojos y se movió detrás de él.

-¿Estás bien...?

-Sí...es solo...

-Si estás incómodo, solo dímelo...Yo no puedo leerte la mente, Kookie...

"Por favor, no me llames así. Me hace sentir raro. No me toques. Me hace


sentir raro también. Me siento mal; me siento mal porque me siento demasiado
bien cuando me tocas, cuando me miras sin verme, cuando me hablas como si
te importara lo que siento y lo que creo. No sé que hacer; no sé como debo
sentirme, no sé quién soy cuando estoy contigo, y no sé lo que quiero...y me da
miedo darme cuenta..."
-Estoy bien-dijo.

Taehyung suspiró.

-Algo te preocupa...Tu corazón late diferente...

-¿Mi corazón...?

-Sí-Tae sonrió-, puedo reconocerte por el latido de tu corazón. Y por el


sonido de tus pasos...No puedo verte, pero sé cómo suena tu corazón.

Jungkook se quedó en silencio por un momento, y llegó a la conclusión de


que, de haberse invertido los papeles, Tae le hubiera puesto igual de nervioso.
Incluso si jamás hubiese visto su hermoso rostro, su voz, su tacto y sus palabras
le habrían atravesado el corazón. O lo que fuera que hubiera hecho Taehyung
con él.

-Me gustaría mucho poder verte, aunque solo fuera una vez...

-Tengo un aspecto muy común, no te pierdes nada-aseguró Jungkook.


-No te creo.

Jungkook no sabía en que momento habían quedado cara a cara, sobre la


almohada. Tae todavía seguía aferrado a su cintura.

-En serio-insistió el menor de los dos.

-Tengo la sensación de que eres el chico más hermoso que existe. No


tengo ni idea de qué aspecto tienes, pero estoy seguro de eso. Lo sé.

Jungkook quiso contradecirle, pero las palabras se enredaron en sus


cuerdas vocales. La gente no solía decirle cosas bonitas. Muchas chicas con las
que había estado le habían alabado, pero no era lo mismo. La gente engaña con
facilidad, suelta frases bonitas y halagos cuando tiene intención de llevarse a
alguien en la cama. Pero Jungkook ya estaba en la cama de Tae, y Tae era un
hombre, de modo que las palabras debían de ser genuinas. Y le gustaba que le
dijera eso, por mucho que él supiera (o creyera saber) que no era verdad.

-Gracias-murmuró.

Tae siempre había tenido la sensación de que Jungkook era más alto o
más grande que él, pero el tono y la timidez de su voz en aquel instante lo
embargaron de ternura y tuvo el impulso de abrazarlo con más fuerza que
nunca. Jungkook no se apartó; enterró su cabeza en los hombros del joven y
murmuró algo que Tae no alcanzó a oír.
-Te lo repetiré hasta que tú también estés seguro de eso. De que eres lo
más bonito que hay en el mundo.

"Nunca estaré seguro de eso; porque sé perfectamente que lo más bonito


que hay en el mundo eres tú..."

8. Party

Había una atmósfera feliz, pero menos relajada de lo habitual en la mansión de


Taehyung. Seokjin, uno de los mejores amigos de Tae, llegaba de Gwangcheon
aquel fin de semana. Iban a preparar una pequeña fiesta para él, o tan pequeña
como podía llegar a serlo una fiesta de alta sociedad. Normalmente las fiestas
de Taehyung estaban repletas de gente a la que solo conocía vagamente.
Gente que estaba allí para que las estancias no parecieran vacías y para que no
sobrasen los cocktails. Había servicio y gente vestida con sus mejores galas.

A pesar de que había nacido y crecido en aquellos ambientes, Yoongi jamás


se sentía en su elemento en las fiestas multitudinarias de aquel tipo.

-Nunca me lo he pasado bien en una fiesta-le dijo con naturalidad a Hoseok,


que daba saltos de un lado para otro, emocionado por la idea.
-No te voy a quitar los ojos de encima, Min Yoongi. Me voy a asegurar de que
te diviertas. Es una promesa-respondió Hobi, tendiéndole su meñique para que
Yoongi lo entrelazara con el suyo.

-No creo que puedas-bromeó Yoongi.

Iba a ser la primera fiesta desde el accidente de Taehyung, y precisamente


por eso, Yoongi tenía que asegurarse de que fuera perfecta. Tenía que
demostrarle a Tae que la vida seguía, y que podía ser tan maravillosa como lo
hubiera sido antes de su ceguera. Y lo cierto era que sí esperaba divertirse.
Porque si alguien podía conseguir que se lo pasara bien en una fiesta, ese era
Jung Hoseok.

Jimin había conseguido dar un par de lecciones de natación a Tae en los


últimos días y se habían convertido en amigos inseparables en un abrir y cerrar
de ojos. Los dos tenían la misma energía y voluntad para superar las cosas por
muy difíciles y duras que parecieran, y los dos tenían un atractivo muy particular.

Jungkook y Yoongi los observaban desde lejos, ocupados con los


preparativos de la fiesta. Era bueno que Tae pasase tiempo con Jimin, y que
hiciese nuevas amistades. Incluso si la personalidad deslumbrante y seductora
de Jimin acababa por seducir al joven millonario, no tenía nada de malo. Eso se
repetía Jungkook una y otra vez. Tae era su amigo, y con quien anduviese no
era asunto suyo. Jimin era un rayo de luz, estaba seguro de que Tae lo sentía
así.
-No sé cómo lo he dejado entrar en esta casa y robarme a mi mejor amigo
así, de golpe...-refunfuñó Yoongi, con fingido fastidio.

Jungkook lo ignoró y continuó haciendo llamadas para reservar las bebidas y


la decoración de la fiesta. Era absurdo gastarse tanto dinero en ornamentos que
el mismo anfitrión no iba a poder apreciar, se dijo. ¿Para qué servía tanta
parafernalia, tanta artificialidad? Él sabía muy bien que te lo podías pasar mejor
que nunca en una habitación prácticamente vacía con dos personas en las que
confiaras lo bastante.

Dos, y no una, porque Jungkook le tenía algo de miedo a la intimidad. La


intimidad con extraños era la única que realmente podía aguantar. Y con Tae...al
menos últimamente...aunque no sabía por cuanto tiempo la soportaría antes de
que todo se le viniese encima...

Le echó un vistazo a la sala mientras llamaba a la enésima empresa de


transportes del día. Tae y Jimin estaban hablando y riéndose y Hoseok estaba
tiñendo el cabello de Yoongi del mismo tono de rojo que él mismo lo llevaba.
Tenía tanto sentido como las decoraciones del salón, porque Yoongi no podía
ver los colores, pero parecía feliz, así que Jungkook se limitó a encogerse de
hombros. Había química y buen rollo, y tenía la impresión de que los cuatro
acabarían por emparejarse...y más pronto que tarde, a juzgar por la cantidad de
veces que Jimin se había referido a Taehyung como su "alma gemela" tan solo
aquella tarde.
No le iba a preguntar a nadie por qué le molestaba aquella sospecha que era
casi una certeza. Sabía la clase de cosas que diría Hobi si se lo contaba a él. La
respuesta de Namjoon podía ser impredecible, y era evidente que Jimin no era
una opción. Tendría que sacarse aquel malestar sin sentido del pecho, tendría
que alegrarse de que Taehyung fuese feliz. Feliz con alguien que no era él,
contradiciendo así la fantasía que Hoseok había montado en su cabeza.

Jungkook se sentía terriblemente solo a veces. Sabía que podía contar con
sus amigos, pero rara vez hacía uso de aquel conocimiento. Contarles sus
pesares solo servía para hacerle sentir culpable de poner una carga más sobre
ellos. Además, no sabía qué era lo que quería, o lo que necesitaba. Un abrazo,
unas palabras...no tenía ni idea...

No creía necesitar una relación de pareja. Aquella no podía ser la solución...si


era infeliz solo, estar acompañado no tenía por qué cambiar nada. El mal, la
razón que le impedía estar bien consigo mismo, o ser feliz...Jungkook sabía muy
bien donde estaba, pero no tenía idea de cómo podía librarse de ella...Lo único
que podía hacer era esperar una respuesta o un milagro. O podía haber hablado
con alguien, pero tenía la sensación de que hubiera sido inútil y hasta frustrante.
Nadie puede comprender a nadie por entero, y por eso, muchas veces, un
abrazo es mejor que mil palabras...Excepto que a Jungkook le incomodaban los
abrazos (aunque los de Tae eran cálidos) y le desconcertaban las palabras.

Nunca le habían divertido especialmente las fiestas, pero por razones


diferentes a las de Yoongi. Poco después de salir del correccional, había ido de
bar en bar. Había fumado, bebido y consumido todo lo que no mataba de
inmediato sino lentamente. Había besado a muchas chicas, y había estado con
muchas otras. No recordaba ya sus nombres, ni tampoco los de los "amigos" en
cuya compañía había hecho todo aquello. Tampoco recordaba a donde había
querido llegar con ello. ¿Desahogarse? ¿Olvidar? ¿Destruirse? Había sido una
mezcla de todo, en el fondo. Nunca se había planteado una fiesta como una
oportunidad de divertirse, o de pasar tiempo con personas que de veras le
importaban.

Tal vez era el momento de empezar.

Tal vez estaba encontrando su respuesta sin buscarla.

-Eh, Kookie...-Tae le llamó desde su butaca.

Tenía a Jimin sentado sobre sus rodillas y abrazado a sus hombros. Jungkook
apretó los puños y le preguntó qué quería. Su tono fue más agresivo de lo que
había querido.

-¿Bailarías conmigo esta noche?

-No-Jungkook no se lo pensó dos veces.

-¿Por qué?¿Eres tímido o algo así? Necesito que alguien me guíe...

-A Hoseok se le da bien eso-respondió Jungkook.


-Pero yo quiero bailar contigo.

-Hoseok baila mejor que yo. Y no le importará bailar con otro chico, porque es
gay. Pero yo no soy gay, así que no puedo bailar contigo, Tae.

-No se trata de eso...-empezó a decir Taehyung, en voz baja.

Se interrumpió, porque empezaba a entender ciertas cosas. O creía


entenderlas...Jungkook era, definitivamente, heterosexual. Y seguramente la
clase de chico que se distanciaría irreversiblemente de él si se enteraba de
que...bueno...Tae había desarrollado sentimientos de cierta clase por él...

Pero no pasaba nada. Sus sentimientos por Jungkook no eran tan serios y
podía cortarlos de raíz y guardárselos dentro para asegurarse de que el chico
nunca se enterase.

-Yo también puedo bailar contigo-sugirió Jimin-. De todos modos, algo me


dice que Hoseok no va a tener tiempo para nosotros esta noche.

Incluso Jimin, que apenas llevaba una semana allí y estaba ciego, se había
dado cuenta del evidente flirteo entre Yoongi y Hobi.
"Muy bien"se dijo Jungkook, con la sangre hirviendo en su interior "que baile
con Jimin. Por mí como si se casan..."

Y por el aspecto que acabó luciendo Taehyung aquella noche para recibir a
Seokjin, bien parecía que estaba a punto de pasar por el altar. Jungkook nunca
le había visto en traje. Siempre llevaba ropas más bien holgadas y camisas que
costaban lo mismo que el alquiler de todo un mes del piso que él compartía
antes con sus dos mejores amigos. Yoongi le ayudaba a colocarse la chaqueta y
la corbata y él estaba sentado allí, a unos pasos, abocetando la inmensa obra
de arte que era Tae. Siempre lo dibujaba, porque era bello. No había nada
extraño ni remotamente homoerótico en apreciar la belleza de otro hombre con
fines artísticos...¿no?

Si hubiera sido una chica a quién hubiera mirado de aquella manera,


Jungkook no habría tardado nada en sumar dos y dos y concluir que estaba
perdidamente enamorado de ella. Pero Tae no era una chica, de modo que se
negaría a sí mismo la evidencia todo el tiempo que pudiera.

Yoongi también se veía especialmente bien, aunque Jungkook no se fijara en


él. Tenía el cabello de un rojo intenso y una tonta sonrisa en la cara. La fiesta
todavía no había empezado y ya se estaba divirtiendo. Seguramente tenía
bastante que ver con el hecho de que sus ojos no habían abandonado los de
Hoseok.

Tae lo sabía. Cada vez que le preguntaba algo a su amigo, este le respondía
distraído, y su voz sonaba como si estuviera sonriendo. No pasaba de aquella
noche, le dijo a Jimin.
-Son tímidos-argumentó Jimin-, no creo que sea hoy.

-Esto seguro de que va a ser hoy; esta noche. Yoongi es tímido, pero cambia
radicalmente cuando bebe. Es el empujoncito que necesita, y ya están a punto
de caramelo. Soy rico; nos apostamos lo que tú quieras. Voy a ganar, de todos
modos.

-Mejor nada entonces-negó Jimin, con una sonrisa-, yo no soy tan rico cómo
tú.

-Lo dices porque sabes que vas a perder...

Sobre las ocho de la tarde, empezó a llegar gente. Tae los saludaba con
fingido entusiasmo, porque ninguno de ellos era Seokjin. Jimin se mantuvo a su
lado todo el tiempo y otro amigo de la universidad, un tal Baekhyun, también se
les unió.

Yoongi, Hoseok y Jungkook ya se estaban sirviendo algo de beber. El menor


de los tres, con una copa en la mano y apoyado en una de las mesas
decimonónicas de la mansión, buscaba con la mirada a alguna chica que
llamara su atención. Quizá para reafirmar algo, para demostrarse algo a sí
mismo...quién sabía. Si no se entendía a sí mismo, ¿quién iba a entenderle?
Después de mucho vagar, sus ojos por fin se detuvieron en una joven de
larguísimo cabello lacio y negro, que llevaba un vestido rojo que debía de ser
bastante caro para lo vulgar que resultaba. Era bonita. No bella, como lo era
Tae, pero sí bonita y sensual. Y con eso bastaba. Hizo una nota mental de
acercarse más tarde a ella y hablarle. No sabía cuanto tiempo de conversación
vacía le llevaría conseguir que ella cayera en sus brazos. No solía ser mucho...

Las horas iban pasando y Seokjin no llegaba. Tae parecía desanimado.


Recibió una llamada informándole de que había habido un retraso en los vuelos
y su amigo no llegaría hasta la mañana siguiente. Le vería pronto, pero seguía
siendo una decepción. Era como si hubiese celebrado la fiesta para nada, al fin
y al cabo.

Jungkook ya le había preguntado su nombre a la chica y ya lo había olvidado.


Era todavía más guapa de cerca. Se movía bien y tenía los labios carnosos. Su
conversación le habría resultado más inteligente que la media si le hubiese
prestado siquiera un poco de atención. Cuando acabó de bailar, aprovechando
una canción apropiada para pegarse a ella, supo que era el momento adecuado
para besarla.

¿Por qué la imagen de Taehyung, frente a frente con él la primera noche que
habían dormido juntos, no dejaba de aparecerse en su cabeza? Estaba a unos
metros de él, pero sabía que el otro chico no podía verle.

"¿Puedes sentir mi latido ahora?"


Su boca estaba en la de ella, sus manos y su cuerpo pegados a los de la
chica sin nombre. Su cabeza y su corazón...Jungkook los sentía muy lejos,
aunque en realidad solo estaban a un par de metros...

Debía de sentirse bien...Eso era lo que se suponía...¿no? La verdad era que


Jungkook no recordaba haber besado a nadie y que se sintiera
maravillosamente bien (su primer beso, en el colegio, con aquel chico, había
sido el mejor e irónicamente, también del que mas se arrepentía). Y no era de
extrañar, porque hacía años que pasaba por la vida sin sentir demasiado.
Cuando era un niño y también durante su adolescencia, había sentido mucho.
Mucho dolor. El dolor era una línea, y el vacío otra. La felicidad eran pequeños
puntos en el camino, relacionados siempre a sus amigos. Ellos eran lo único que
de veras agradecía en su vida. Tae también era su amigo, pero Jungkook no
acababa de decidir si agradecía o no que hubiera aparecido para derrumbar
muchas de las creencias que tenía sobre sí mismo.

Hoseok lo observaba de lejos, pegado a la chica, perdido en sus labios. La


mirada ausente de Jungkook no era algo que se le escapara, y el sentimiento
que le embargaba al verle así no le resultaba ajeno. Él era un chico alegre, pero
cuando bebía su humor empeoraba y se permitía entristecerse, porque en el
fondo la vida también le daba motivos para ello. Jungkook era como un hermano
para él, y Hoseok se sentía tan unido a él que era capaz de llorar las lágrimas
que al otro le costaba tanto derramar.

Corrió para buscar el baño antes de que alguien se diese cuenta de que
estaba a punto de echarse a llorar y un montón de personas le rodearan para
preguntarle qué era lo que le pasaba. Fue difícil, porque la mansión era enorme,
pero consiguió llegar a tiempo.
Sin embargo, no había pasado desapercibido para todos.

Yoongi abrió la puerta poco después y se lo encontró sollozando mientras se


secaba los ojos con un pedazo de papel higiénico.

-¿Hobi...?

Se sentó a su lado, sobre las baldosas, rodeando sus hombros con los
brazos.

-¿Qué te sucede? Si te pasa algo, me lo puedes decir...Y si prefieres no


hacerlo, me quedaré contigo y te abrazaré hasta que dejes de llorar...A no
ser...a no ser que no quieras...

Hoseok le devolvió una sonrisa algo melancólica y le apretó levemente la


mano.

-Quédate. Tenía miedo de que me vieras así, pero ahora que estás aquí, no
todo es tan malo...-dijo-Es solo que...Jungkook...Lo quiero tanto...No sé cómo
explicarlo...porque no soy Namjoon pero...Me duele que sea así...porque me
imagino lo que hubiera podido ser si no le hubieran enseñado que estaba mal
ser él....
Yoongi no entendía del todo a qué se refería Hobi, pero lo escuchó, solícito.
Le brillaban los ojos y él mismo estaba a punto de echarse a llorar.

-Tiene miedo a ser cómo es...y no estoy seguro de que sepa lo que le pasa.
Cree que está bien así, que ese es él...que así es como va a vivir siempre. Con
miedo. Ocultándose, saboteándose a sí mismo...No debería...Me da miedo de
que sea así. De que sea siempre así...

-La gente cambia, Hoseok. Nadie se queda estancado, aunque a veces sea
inevitable sentirse así. La gente cambia, porque el tiempo pasa y uno va
conociendo a personas que le hacen ver la vida de manera distinta. Tú me has
cambiado a mí, y por eso mismo pienso que todo va a salir bien. Incluso para
Jungkook, sea lo que sea lo que le pasa. Mírame...nunca creí que iba a decir
algo así.

Hoseok se había quedado pasmado mirandole. Se sorbía la nariz, pero ya


había dejado de llorar. Yoongi le sonrió y le tendió la mano para ayudarle a
levantarse.

-Anda, lávate la cara.

Se apoyó en el lavabo mientras Hobi se limpiaba los restos de lágrimas. Le


salpicó ligeramente con el agua del grifo y de repente empezaron a jugar a
salpicarse mutuamente. La risa de Yoongi era como una brisa fresca. La de
Hoseok era ruidosa, pero él ya la conocía y adoraba aquel sonido.
-Perdona que me haya puesto así-se disculpó.

-Oh, no...es normal. Todo el mundo se quiebra alguna vez.

Que Hoseok llorase por su amigo le había demostrado a Yoongi que tenía el
buen corazón que él siempre había sospechado. Y estaba agradecido de que
hubiera compartido aquello con él, aunque, si por él fuera, una sonrisa tan bonita
jamás tendría razones para apagarse.

-Es solo que...cuando bebo...es como si...Mis amigos dicen que soy el sol. Y
cuando bebo, es como si las nubes...Jaja...bueno, ya me entiendes.

-Creo que sí...Pero Hobi, tú no eres el sol.

-¿No?

-No, creo que eres el arco iris.

-Nunca has visto un arco iris-dijo Hoseok, con una sonrisa curiosa.

-No, pero el sol es una estrella. Hay muchas estrellas, pero un solo arco iris.
La gente sale a la ventana cuando hay un arco iris. Tae siempre lo hacía. Lo
miraba y le brillaban los ojos, y yo no podía comprenderlo porque para mí era un
tono más de gris en el cielo. Ahora...ahora creo que lo entiendo, porque así es
como te miro yo. Como si fueras el arco iris.

Hoseok nunca había visto a Yoongi así. Tal vez el alcohol sacaba la
elocuencia que tenía dentro. Aquella era una de las cosas más bonitas que
nadie le había dicho nunca, pero se había quedado en blanco. Sí, el mismísimo
arco iris se había quedado completamente en blanco. No tenía una respuesta
digna para Yoongi.

Yoongi veía a Hobi mirarlo con fijeza, sin responder. Tenía miedo de haber
metido la pata y estaba prácticamente temblando, pensando que el silencio de
su compañero se debía a otra cosa.

-Yo...es que he bebido...digo muchas tont...-empezó a disculparse.

No pudo terminar su innecesaria disculpa porque los labios de Hoseok ya


estaban sobre los suyos. De modo que aquella era su respuesta. Y un beso era
mejor que mil palabras. Ahora Yoongi estaba seguro de eso. Se apartó un poco
antes de profundizar el beso.

-El otro día...en el bar...cuando me preguntaste qué quería... lo que yo quería


era besarte...-dijo, con la respiración entrecortada.
-¿Por qué no lo hiciste?-dijo Hobi, sonriendo contra su boca-Hemos perdido
semanas enteras de esto...

Alguien abrió la puerta. Lo notaron porque entró un poco de aire en el baño,


pero no se giraron y no apartaron los ojos o las manos el uno del otro. Siguieron
a lo suyo, sin que les importara que alguien les hubiese visto.

Era Jungkook, que buscaba despejarse un poco después de haberse


disculpado con la chica diciendo que no se encontraba demasiado bien. No
sabía por qué no había podido hacerlo, por qué no había estado con ninguna
chica desde que conocía a Tae. Su cuerpo no respondía, o se sentía como si
algo fallara. No era lo correcto, así que Jungkook siempre lo empezaba pero
jamás lo terminaba. Por lo menos en los últimos tiempos.

Se sentía completamente desolado. Se echó a llorar sin saber muy bien por
qué, apoyado en la puerta del baño, después de haber atisbado a aquellos dos
chicos de cabello rojo besándose con ternura y mirándose embobados, como si
no hubiera nada más en el mundo. Hacía meses, años incluso...No, Jungkook
no recordaba cuando había llorado por última vez. No sabía por qué lo estaba
haciendo entonces.

Al levantar la cara, todavía sollozando ruidosamente, se encontró con el rostro


de Taehyung atravesándolo con su mirada azul y vacía. No dijo nada, pero tentó
su la cara de Jungkook con las manos, secando sus lágrimas con sus largos
dedos.
-¿Estás bien?

-Sí-mintió Jungkook-...Yoongi y Hobi se estaban besando en el baño...

-Eso es bueno-lo era, pero con el panorama que tenía delante, Tae solo pudo
esbozar un torpe intento se sonrisa-, pero lo que quiero saber es...¿Qué te pasa,
Kook?

-No es nada...

No era necesario ver su rostro para saber que sí era algo. El tono de su voz y
sus lágrimas le delataban. Tae alzó una ceja, escéptico.

-¿Pretendes que me crea eso?

-No lo sé. Supongo que no.

-Está claro que no vas a decírmelo.

"Para decírtelo, primero tendría que tenerlo claro yo..."


-Pero si te sientes mal...aunque no quieras decirme nada...¿Puedo abrazarte?
¿O es eso demasiado gay para ti?-se burló el chico-Puedo decir no homo
cuando nos apartemos.

-No hace falta-Jungkook negó con la cabeza-. Vuelve con Jimin. Debe
sentirse solo...

-¿Quieres que lo llame? A él, o a Hobi, o a Namjoon. Tú y yo no llevamos


tanto tiempo siendo amigos, pero quizá te sientas más cómodo si hablas con
ellos.

-Tae, no soy un niño. Estaré bien. Gracias por preocuparte, pero estoy bien.

-"Estoy bien"-dijo Tae, con un tono de voz más agudo, como si estuviese
imitando a Jungkook-Casi siempre que alguien dice que está bien, o que no le
pasa nada, es una mentira. Es la mentira más repetida de la historia. Además,
estabas llorando. Cuando alguien llora, suele ser porque está muy triste o
porque está muy feliz. Y estas lágrimas no son de felicidad. Un llanto de ese tipo
no suena así.

Jungkook dejó escapar un hondo suspiro.

-¿Por qué no me lo dices, Kookie? Me dijiste que confiabas en mí...¿es algo


relacionado conmigo?¿Es por eso qué no me lo dices...? Háblame, por
favor...No puedo verte...Di algo...
-No es nada, de verdad. No te preocupes...

-Jungkook...

-Déjame en paz-apartó la mano que Taehyung había extendido hacia él.

Tae abrió la boca, con gesto desconcertado y dolido.

-No quise decir eso, lo siento-Jungkook sentía que algo se rompía en su


interior, y las ganas de llorar regresaban a sus ojos como oleadas.

Taehyung asintió:

-Te dejaré solo. Si me necesitas...-no pudo continuar la frase.

Después de todo, era a Jungkook a quién pagaba por ayudarle. A él nadie le


pagaba por hacer de psicólogo y, por mucho que ahora se considerasen amigos,
existían entre ellos murallas de recelo y una extraña atracción (unilateral, por lo
que sabía él).
Si Jungkook quería hablarle, le hablaría. Él no podía forzar su confianza, no
podía estar pendiente de él o esperarle siempre. Si bien era verdad que le
preocupaba, ya tenía bastante con sus propios problemas como para andar
dandole vueltas en su cabeza a algo que ni siquiera sabía lo que era...

9. Touch, feel, kiss

Jungkook siempre se había sentido prescindible. No vivía, simplemente estaba


ahí. Aquel sentimiento se había intensificado desde que Jimin se había
convertido en un visitante asiduo de la mansión. Estaba celoso de su amigo de
la infancia, de lo que cerca que este estaba de Tae. Se preguntaba
continuamente si Jimin sabía más cosas de Tae que él, si Tae lo quería más que
a él. Sabía que aquel deseo de exclusividad no era bueno, pero hasta cierto
punto era incapaz de evitarlo. Al fin y al cabo, solo le molestaba a él. Ni Jimin ni
Taehyung podían ver cómo les miraba cada vez que estaban juntos.

Fue un día que Yoongi y Hoseok habían salido a comer juntos para hablar.
Seokjin llegaría algo más tarde, y Jungkook estaba hundido en el sofá, jugando
a un juego de móvil. No quería mirar a Jimin, u oír la risa de Tae, así que estaba
especialmente concentrado...hasta que un pedazo de la conversación llamó su
atención.

-No creas que es peor por no poder ver...-decía Jimin-. O sea, sí, es una
mierda. Para los dos. Para ti más, supongo, porque tú sabes lo que te pierdes.
Pero seguro que ya te has dado cuenta de que el resto de tus sentidos son más
agudos ahora. Y hay una razón por la que la gente cierra los ojos al besar. O
sea, es como una respuesta automática. Para sentirlo, en lugar de verlo.

-No he besado a nadie desde...Desde hace mucho tiempo, realmente.

-¿Puedo...? Es solo para mostrarte como...

Jungkook estaba pendiente de sus palabras, pero no se atrevía a girarse.


Esperó escuchar un "sí" o, preferiblemente, un "no" de la boca de Taehyung. No
oyó nada, así que se resignó a mirar.

Y había sido un sí.

Verlo de lejos fue como una puñalada en el corazón. Un beso no tiene por
qué significar nada, y Jungkook lo sabía por experiencia, porque él había dado
más de los que podía contar y ninguno había significado nada. Pero era
diferente cuando era entre amigos. Era diferente cuando se trataba de
Taehyung, más bien...

Jungkook se levantó de golpe. Los labios de Jimin se separaron de los de


Tae, sobresaltado por el ruido.

-Jimin, ¿me acompañas a la cocina...? Es que no sé donde está el café.


-Tío, llevas mucho más tiempo que yo en esta casa. Y puedes ver...

-Jimin-repitió el joven, con tono sombrío.

Jimin se levantó y le acompañó fuera sin rechistar. Hubiera sido ingenuo


suponer que no sabía a qué se debía la súbita molestia de su amigo.

-Ya te advertí. Y te volviste a aprovechar de él.

-¿Aprovecharme de él...? Jungkook, le pregunté...Tú, mejor que nadie,


deberías saber que yo jamás haría algo como eso...-sonaba dolido, y Jungkook
sintió una punzada de culpa al recordar todo lo que había sufrido Jimin en el
centro donde se conocieron.

-Tae no sabe nada de la vida. Se ha quedado ciego hace meses y rara vez
sale de la mansión. Es fácil aprovecharse de él...

-¿Estás loco...? Tú tampoco sabes nada de él, pero si tuvieras dos dedos
de frente te darías cuenta de que no estábamos haciendo nada malo. Es mi
amigo, joder. ¿Por qué iba a querer hacerle daño? Admite que estás celoso y
ya.
-¿Celoso...?

Jimin no vio los ojos de Jungkook, pero si percibió como su voz se rompía.
Tal vez no debería haber dicho aquello, porque sabía perfectamente que
Jungkook se estaba enamorando de Taehyung, pero también sabía lo mucho
que le costaría llegar a términos con aquella parte de sí que había demonizado
desde la niñez. Tragó saliva, nervioso. Ya lo había dicho, de todos modos, y no
podía volver atrás.

-Sí, Jungkook. Celoso. Pero si eso te hace sentir mejor, estoy bastante
seguro de que Tae preferiría que fueras tú quien le mostrase cómo se besa a
alguien a ciegas-cada vez se estaba metiendo más y más hondo en aguas
pantanosas-¿Acaso no eres su asistente? ¿No eres tú quién tiene que ayudarlo
en todo? ¿Por qué no le ayudas en eso también?

-Jimin, yo...No me gusta Tae. Que quiera protegerlo no significa que me


guste. Pero le conozco. Sé que es bueno. La gente buena es frágil, y es fácil
aprovecharse de alguien así. No quería portarme así contigo, no sé que me ha
pasado. Lo siento.

-Está bien-Jimin aceptó su disculpa-, yo también siento...haber insinuado


eso. No...no lo decía en serio...

No podía decirle a Jungkook todo lo que pensaba. No podía decirle que en


realidad él más frágil era él, quizá precisamente porque había pasado
demasiado tiempo siendo fuerte.
Jimin, como era obvio, jamás había visto el aspecto de su amigo después
de recibir una paliza por protegerle. Pero Hoseok sí lo había visto, y él recordaba
el tono quebrado y dolido de su voz, y cómo Jungkook se había alejado de él
para que no rozara sus heridas, descubriéndolas por error. No solo había
arriesgado su integridad física por el bienestar de Jimin, sino que también había
tratado de ocultarle las cicatrices para que no se sintiera culpable por ellas.

A pesar de todos sus errores y conflictos y de los comportamientos tóxicos


que había adoptado, Jungkook era una buena persona. Jimin bien podía estar
ciego, pero en ese aspecto lo veía con claridad. Era una buena persona, y no
tenía razones para sentirse asqueado de sí mismo. Si Jungkook hubiese podido
mirar su propia imagen en el espejo con buenos ojos, enamorarse de Tae solo le
habría hecho bien. Era una lástima que las cosas nunca fueran tan sencillas.

Jungkook volvió a la sala con la cabeza gacha, detrás de Jimin. Sí, eran
celos. Sí, tal vez lo que le había molestado de la situación era que hubiera
preferido ser él quién besara a Tae. Pero también le aterrorizaba reconocerse
aquello.

"Por favor, no vuelvas a besarlo"

Si lo hubiera dicho, habría tenido que dar unas explicaciones que él mismo
quería negarse a oír en su interior. Después de todo, tal vez no era necesario.
Jimin no lo haría; no después de la conversación que acababan de tener. Lo que
fuera que había dentro de él, se dijo, no podía destruir su amistad con Jimin.
Quiso abrazarlo, pero tampoco lo hizo. Si Jungkook hubiese escrito la
historia de su vida, se habría dado cuenta de que era una sucesión de cosas
que había querido hacer y no había hecho. Cierta parte de él siempre le frenaba,
y él siempre obedecía porque siempre tenía miedo.

A veces la gente huye y huye y cuando ya ha recorrido varios kilómetros se


da cuenta de que ya nada lo persigue. Pero Jungkook todavía seguía corriendo.

Después de su discusión con Jimin, Tae intentó una vez más conseguir
que le hablara (a pesar de que se había prometido a sí mismo que no lo
buscaría). Jungkook se disculpó y le dijo que quería salir a tomar el aire.

Se puso los auriculares y salió sin ningún rumbo en particular. Caminó sin
llevar cuenta de la hora, pensando demasiado. A pesar de que llevaba un buen
rato paseando, no había salido todavía de los barrios ricos. ¿En qué otro lugar
hubiese podido encontrársela?

Era ella, aunque Jungkook no se dio cuenta hasta que le preguntó si "ya se
encontraba mejor". Fue entonces cuando la reconoció como la chica de la fiesta.
Llevaba el pelo recogido en un moño elegantemente despeinado. Tenía un perro
pequeño en los brazos e iba vestida con un traje de chaqueta de color crudo. Su
maquillaje era sencillo y resultaba especialmente bonita a la luz del día.

-Estoy mejor, gracias-dijo él.


Era mentira, por supuesto, pero no podía ni quería explicarle todas las
razones por las que no estaba bien.

-Seguramente debería haberte ignorado, ¿verdad?-dijo la joven,


sonriendo-Es decir, supongo que si te fuiste entonces y ni siquiera te despediste
de mí, fue porque yo no te interesaba. Yo también se lo he hecho a muchos
chicos, incluso la excusa esa de "no me encuentro bien". A los dos nos cuesta
demasiado decir que no, al parecer...

-De verdad, no pienses eso...Te besé porque quería hacerlo en el


momento-dijo Jungkook, levemente avergonzado. No quería tener aquella
conversación.

-¿En serio? Entonces no tengo que disculparme por insistir, ¿verdad?


Porque no te conozco mucho, pero realmente me gustas.

Jungkook no sabía que decir. Estaba claro que tenía que rechazarla, por el
bien de los dos. De todos modos, le tenía miedo a la relaciones y aquella chica
era demasiado diferente a él. Lo intuía, pese a que ni siquiera recordaba su
nombre.

Ella pareció leerle la mente, como si creyera que la razón por la que no
hablaba era que había olvidado como se llamaba.
-Soo, me llamo Soo.

-Soo, yo...no creo que...

-Oh, no importa-ella sonrió de todos modos-. Me esperaba algo así.


Pareces la clase de chico atormentado que nunca cree estar preparado para
una relación hasta que se enamora. Tienes un aura de problemas; creo que por
eso me atraes tanto.

-Gracias por la evaluación psicológica, Soo...No sé si se trata exactamente


de eso, pero no, no estoy preparado para una relación. Y me gustas, pero no lo
suficiente. Podríamos...ser amigos, supongo...

-¿Amigos...?

-Solo amigos.

-Supongo que te refieres a que no va a haber derecho a roce de ningún


tipo-Soo sonrió de nuevo. Tenía una sonrisa radiante, Jungkook tenía que
reconocerlo-, pero es mejor que nada.

Con gracia, le tendió un pedazo de papel. Era una de esas tarjetas de


visita, y tenía su nombre escrito en elegante cursiva y su número de teléfono.
Jungkook suponía que aquel tipo de cosas habían quedado en el pasado pero,
desde luego, los millonarios eran una especie diferente.

Lo miró y se lo guardó en el bolsillo. Ella se despidió con la mano. Sabía


que las probabilidades de que el chico la llamara eran más bien pocas, y que
quizá lo de ser amigos no había sido más que una manera de salir del paso sin
herir sus sentimientos pero ¿qué otra cosa podía haber hecho? Tenía que
intentarlo.

Cuando regresó, ya era casi de noche. Jin y Jimin ya debían de haberse


ido, y Hoseok estaba en el sofá, dormido sobre el hombro de Yoongi, que aún
tenía los ojos abiertos.

Se sentó en una de las butacas y sacó sus lápices y su cuaderno para


dibujarlos. Yoongi se dio cuenta y le sonrió con suavidad. Estaba
resplandeciente; Jungkook quería saber cómo se sentía por dentro. Decidió no
colorearlo para que la pareja pudiese apreciarlo en igualdad de condiciones,
aunque la verdad era que hasta la vestimenta de Yoongi se había vuelto más
colorida desde que conocía a Hoseok. Verlos juntos casi le hacía creer en el
amor.

En otro tiempo que no le gustaba recordar, Jungkook había sido un


romántico. Un niño con ilusiones que pensaba que, en un rincón del mundo, le
esperaba su alma gemela. No un alma gemela como Jimin y Tae lo eran el uno
para el otro, sino una como para casarse con ella (o con él) y ser felices para
siempre. En cualquier lugar, ya fuera más cerca o más lejos, más pronto o más
tarde, el pequeño tenía fe en que encontraría aquel amor de cuento de hadas
con el que soñaba. Su princesa, o su príncipe.

Sus sueños y sus deseos se esfumaron en el momento en que le hicieron


identificar amor con dolor, como si uno no pudiese existir sin el otro o, más bien,
como si aquello que él sentía no fuera siquiera amor, sino una aberración de
alguna clase.

Terminó el dibujo, arrancó la página y la dejó sobre la mesilla junto al sofá.


Yoongi se había quedado dormido mientras lo retrataba. Algo le decía que,
aunque estuviese justo al lado de Hoseok, estaba soñando con él, y era
recíproco.

Supuso que Taehyung ya estaba acostado. Hacía tiempo que sus


pesadillas eran menos regulares y que ya no se hería las manos en medio de la
noche. Jungkook sonrió inconscientemente al pensarlo. Unas manos tan bonitas
no debían tener cicatrices. Y al pensarlo, se dio cuenta de que también había
pasado tiempo desde su última pelea. Las heridas de su cuerpo se difuminaban
con el tiempo, y le hubiera gustado que las de su alma fuesen tan fáciles de
borrar.

Tae ya estaba dormido cuando se echó en la cama, a su lado. Se había


convertido en una costumbre. Aunque ya estaba soñando, le rodeó con los
brazos, apretando su cuerpo contra él. Jungkook supuso que no había nada de
malo en abrazarle a su vez, porque el chico no se daría cuenta. Mientras nadie
lo viera, estaría bien.
Y era verdad que, al cerrar los ojos, el tacto era más suave, más
agradable. Jungkook podía acostumbrarse a dormir así siempre.

10. Beyond words

Jungkook llevaba mucho tiempo sin beber (exceptuando las veces que había
bebido socialmente). Seguramente por eso lo hizo aquella noche, sin pensar en
las consecuencias que podía acarrear para él y para Taehyung.

Era un vino caro, de alguna marca de lujo. Habían cenado los dos solos,
porque Yoongi estaba cada vez más ausente desde que había empezado a salir
con Hoseok. La mesa seguía siendo kilométrica y a Jungkook le daba una
sensación de vértigo mirar a Tae desde tanta distancia. Por eso se sentó a su
lado, y fue entonces cuando decidieron inaugurar la botella. Los dos estaban de
buen humor aquel día, y estar a solas en un cuarto había dejado de ser
incómodo hacía tiempo.

Jungkook se jactaba de tener bastante aguante con el alcohol, y no creía que


acabarse una botella entre dos fuese mucho. Cuando acabaron la cena, todavía
estaba casi llena. Jungkook la tomó en una de sus manos mientras, con la otra,
sujetaba a Tae por la cintura para ayudarle a sentarse en el sofá. Nunca le había
agarrado por la cintura; siempre por los hombros.
En cuanto le depositó sobre el sofá, Tae se dejó caer, tumbándose:

-¿Estás bien...?

-Sí, solo un poco mareado...

Parecía achispado, y Jungkook sintió calor en el rostro cuando le sonrió.


Estaba sobre él, prácticamente tumbado encima suyo. Quizá el alcohol le había
hecho más efecto del que creía, porque normalmente se habría acobardado
ante aquella situación. Pero no se movió ni un milímetro. Tomó la botella de la
mesita y echó otro trago.

-Deberías beber eso en una copa-rio Tae, intuyendo lo que hacía.

Jungkook sintió la mano del otro chico en su nuca, empujándole para que su
rostro quedara aún más cerca del suyo.

-No te importa...¿verdad?

-¿Qué vas a hacer?-no tenía sentido que preguntara porque, en realidad, le


hubiera permitido hacer cualquier cosa en aquel instante.
-¿Te acuerdas de cuando nos conocimos? Tú me estabas ayudando a
ducharme y te pregunté si te podía tocar para hacerme una idea de cómo era tu
rostro. Te molestó que te rozara los labios. Pero no tengo ni idea del aspecto
que tienes. Solo sé que tienes una cicatriz en la mejilla y que tu pelo es suave y
lo llevas un poco largo. Lo demás es como una mancha.

-No te pierdes nada, ya te lo he dicho muchas veces-Jungkook se permitió


sonreír-, pero puedes tocarme otra vez. No me apartaré, te lo prometo.

Tae vaciló ligeramente antes de buscar a tientas el rostro de su amigo.


Jungkook cerró los ojos, sin saber muy bien por qué lo hacía. Las manos de
Taehyung surcaron su rostro con delicadeza, deteniéndose casi en cada poro,
como si estuviese tratando de memorizarlo para esculpirlo más tarde. Era muy
agradable, por alguna razón. Seguramente porque era él.

Jungkook quería que lo besara. Que aquello que sentía sobre su piel fuesen
sus labios y no sus dedos. Lo deseaba tanto que ya era incapaz de negárselo a
sí mismo. Porque quizá en aquel momento, era mas de verdad que nunca, era
más él que nunca. Se sentía más valiente que nunca, y ni siquiera le importaba
que aquella súbita espontaneidad se debiese a la bebida. Pero aún le faltaba un
pequeño empujón para atreverse a hacer lo que de veras quería hacer.

Se apartó con suavidad, poniendo su mano sobre la de Tae con delicadeza


para hacerle entender que no rechazaba su tacto. Bebió otro trago. Estaba
dispuesto a todo y la vergüenza había abandonado su ser. Era una sensación
curiosa, se sentía tan ligero como si flotara...y desde luego no quería que nadie
le pusiera los pies en la tierra.

A lo mejor era solo un momento, pero se sentía libre de adorar a Taehyung. Y


eso era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo, incluso si más tarde se
arrepentía de lo que estaba a punto de pasar.

Enterró la cabeza en el cuello de Tae.

-¿Tú eres el chico que el otro día se negó a bailar conmigo porque eso era
"demasiado gay"?-se burló Tae-Porque esto es bastante gay, para que lo sepas.

-No lo es si no nos besamos-dijo Jungkook.

Tae se lo tomó como un reto y le robó un beso casi al instante. Fue


correspondido, como si hubiera estado esperando aquel momento durante toda
una vida. Las luces estaban apagadas y los últimos rayos del sol entraban por la
ventana, acariciando el rostro de Taehyung. Estaba tan guapo con aquella
iluminación, y pegado a su cuerpo, que a Jungkook se le escapó una lágrima.
Agradeció que el otro chico no tuviera manera de notarla.

-Tenía miedo de decirlo...-murmuró Tae-, pero creo que me estoy


enamorando de ti.
-Lo siento-le respondió Jungkook, apretando los labios contra la clavícula del
joven.

-¿Por qué lo sientes?

-Porque tú te mereces a alguien mejor. A alguien que pueda amarte también.

Tae decidió besarle de nuevo, tal vez para evitar hacer más preguntas que
Jungkook no sabría cómo responder. Si respondía, les haría daño a los dos. Y
se trataba de disfrutar del momento...

Fue entonces cuando se encendió la luz y Yoongi colgó su abrigo de tweed


en el perchero de madera con ribetes nacarados. Jungkook no levantó la vista,
aunque si notó la presencia del mayor. Tae oyó el sonido del interruptor y los
pasos. Alargaron el momento todo lo que pudieron hasta que la presencia ajena
se les hizo imposible de ignorar.

Yoongi no estaba exactamente sorprendido con aquella escena. Tampoco es


que esperase encontrar a Jungkook tumbado sobre Tae, con las piernas
extendidas a ambos lados del cuerpo de este, besándole como si hubiera nacido
para ello o como si no hubiera un mañana. Suspiró hondamente, preocupado.

-Buenas noches, Yoongi-saludó Tae, con un tono de voz menos alegre de lo


que pretendía-Kookie...¿por qué no vas a preparar la cama? Yoongi me llevará
en un rato, no te preocupes.
-¿Preparar la cama?-Yoongi alzó una ceja, suspicaz-Si no recuerdo mal,
Jungkook, tenías tu propia habitación...

-Lo sé-respondió el aludido, a quién se le había pasado el efecto del alcohol


casi de golpe-, pero Tae duerme mejor si estoy a su lado.

-Estoy seguro de que dormirá bien sin ti. La dependencia no es buena, de


todos modos.

Jungkook no respondió y salió del salón. Yoongi se sentó junto a su amigo,


que seguía tumbado en el sofá, con la camisa desabrochada y el pelo hecho un
desastre.

-Ya sé lo que vas a decir, pero ¿qué esperabas que hiciera? Me gusta, tú lo
sabes. Noté que quería besarme y aproveché la oportunidad. Joder, hasta esta
noche no pensé que tenía opción...creía que era completamente hetero.

-Ese es justamente el problema, Tae...él cree que lo es. Quiere creer que lo
es.

-No lo entiendo.
-Mira, no sé cuánto te haya contado él, o cuánto esté dispuesto a admitir
sobre sí mismo, pero...supongo que ya sabes que no lo ha tenido fácil. Es un
problema. No es tan sencillo como besarlo porque sabes que lo quieres y que,
en el fondo, él también siente algo por ti.

-Me dijo que no podía amarme-recordó Tae, dolido.

-Sí puede pero se ha convencido de que no. Es...es...Mira, Tae, cualquiera se


daría cuenta de que está enamorado de ti. Hobi lo sabe, pero...estaba llorando
por Jungkook la noche en que le besé por primera vez...Pero aún así...la
relación que mantiene consigo mismo es demasiado complicada como para que
él lo acepte. Y sí, es jodidamente difícil. Es una mierda. Y los dos vais a salir mal
parados si empezáis a jugar a esto ahora.

-Me ha besado, ¿no? Supongo que...¿eso no es un avance?¿no es bueno...?-


la voz de Taehyung sonaba casi implorante.

-No lo sé...-Yoongi negó con la cabeza-. No quiero que...Vas a ilusionarte y


tengo un mal presentimiento...

-Yoongi, te entiendo pero...si esto es un juego, entonces voy a jugar hasta


que consiga pasarme todos los niveles.

-¿Y si pierdes...?
-En los juegos, uno tiene más de una vida. Y ya deberías saber que no me
rindo tan fácilmente. Y menos con él, porque me importa.

-Te harás daño, Tae. Estaré aquí cuando quieras llorar, pero si llega el
momento, recuerda que te lo dije.

-No lloraré.

-Eres tú quién debe decidirlo, nadie más. Yo puedo aconsejarte, decirte que
no lo hagas...pero la decisión es tuya.

Tae asintió.

-Si al final todo se acaba y decide rechazarme, no importa.

-Eso dices ahora.

-Es decir, sí. Sí que importa. Pero lo más importante es que él esté bien,
incluso si no acabamos juntos al final. Estaré con él mientras él me quiera a su
lado, de la manera que me quiera...
-No te olvides de ti mismo. Por nadie, no importa cuanto lo ames. Además, sé
que eres un chico intenso, pero hace meses que lo conoces. Es muy pronto para
hablar de amor.

-Yo llevo más horas a su lado de las que tú llevas con Hobi, así que no creo
que seas el más indicado para decirme eso...

Yoongi no supo que responder. En el fondo, sabía que Tae tenía razón
respecto eso. Generalmente, cuando era amor, uno lo sabía. El "demasiado
pronto" solía ser una mera excusa cuando una persona estaba asustada de sus
propios sentimientos, pero tal cosa no existía, a no ser que fueses una princesa
en una película de Disney.

Cuando Tae volvió a su cuarto, Jungkook estaba allí. Sin embargo, eso no
significaba que planeara quedarse. Le tendió el pijama púrpura. Cuando ya se
había puesto la parte superior, sintió que su asistente le ofrecía también los
pantalones.

-Entonces...¿no dormirás conmigo esta noche? ¿O es que vas a dormir


desnudo?

Jungkook negó con la cabeza y le besó los hombros mientras le abrochaba


los botones del pecho, con una ternura que contradecía lo que estaba a punto
de decirle.
-¿Por qué no?

-Si quieres que lo que sea que ha pasado esta noche siga pasando, tengo
tres condiciones.

-¿Tú quieres que...?

-Sí, pero con esas tres condiciones. No dormiré contigo, porque eso
sería...demasiado íntimo, no nos tomaremos de la mano a no ser que lo
necesites, y no me dirás nunca que me quieres, porque yo no puedo
responderte lo mismo.

-No parecen muy difíciles de cumplir-dijo Tae-, pero...¿por qué...?

-Porque yo no...

-Porque tú no eres gay o bisexual o lo que sea. Es eso, ¿verdad? ¿Qué eres
entonces...?Porque me estabas besando hace unos segundos...y yo soy un
hombre, ¿no?

-Tú eres Tae.


Tae sonrió amargamente. En cualquier otra situación, aquello le hubiera
parecido lo más precioso del mundo. En parte lo era, porque provenía de
Jungkook. Pero no dejaba de ser una estúpida excusa.

-Supongo que puedes decir que eres taesexual o algo así, si te sientes más
tranquilo-bromeó sin ganas-¿o piensas que mientras no haya nada romántico
entre nosotros...no lo sé...tu masculinidad se mantendrá intacta...?

Taehyung no comprendía aquel modo de pensar. Había tenido suerte con su


educación y su entorno y nunca se había odiado a sí mismo por sus
preferencias sexuales. No le hacían peor ni mejor que nadie. No le hacían más o
menos hombre, pero sabía que no todo el mundo pensaba así. Era doloroso,
pero entendía que la raíz del pensamiento de Jungkook estaba en su pasado,
que le habían enseñado a pensar de aquel modo.

-¿No te daría lo mismo si...si en lugar de esas tres reglas...y si simplemente


dijéramos "no homo" cada vez que hacemos una de esas cosas? Porque
realmente quiero de tomarte de la mano.

Jungkook deslizó sus dedos, entrelazándolos con los de Tae. Sin separarse
todavía de él, volvió a hablar.

-Solo esta vez. Pero por favor...Dijiste que no era tan difícil...Yo...quiero que
sigamos haciendo esto, pero no quiero hablar de ello, ¿entiendes...?
Tae asintió. Si quería tener a Jungkook, no le quedaba otra que aceptar sus
términos, incluso si eso significaba que le costaría conciliar el sueño por las
noches, que sus dedos estarían fríos y que las palabras de amor morirían en su
garganta sin salir nunca a la superficie.

Se tumbó en la cama, con el pijama puesto por primera vez en mucho tiempo.
La cama parecía el doble de grande ahora que iba a dormir solo. El chico a cuya
presencia se había acostumbrado le arropó con delicadeza, pero estaba al otro
lado de las sabanas.

Había un vacío a su lado, otro en su corazón.

-Por lo menos dame las buenas noches adecuadamente...

Jungkook le besó.

Jimin tenía razón; los sentidos y la pasión florecían con los ojos cerrados. No
sabía si estaba llorando porque le dolía o porque era maravilloso. Nunca había
sentido tanto con un beso, pero la sospecha de que para Jungkook no
significaba nada podía con él.

No podía estar más equivocado, pero tampoco tenía manera de saberlo.


Ciertas sensaciones bien pueden valer más que mil palabras, pero de vez en
cuando también las palabras son necesarias.
Y ellos dos habían acordado que, si había besos, no habría palabras.

11. When you wish upon a star

Jungkook creyó que dormir a solas aquella noche era lo mejor que podía hacer.
Pero su cama también se sentía vacía y ajena. Una pastilla no bastaba para
hacerle conciliar el sueño. Ni dos, ni tres...Si se pasaba, tal vez ya no se
despertaría. Y no sabía por qué pero, de repente, le importaba.

Ya estaba completamente sobrio otra vez. Estaba asustado, repasando en su


cabeza lo que había hecho. No podía volver atrás, o negar que se había sentido
bien al hacerlo. Una vez, dos...ya no importaba. No perdía nada si continuaba
con ello...¿verdad? Porque una vez que había probado los labios de Taehyung,
estaba dispuesto a que no fuese la última vez que lo hacía.

Jungkook se levantó de la cama y volvió a abrir su cuaderno. Siempre se


ponía a dibujar cuando no podía dormir a pesar del cansancio. Dibujó de
memoria el rostro de Tae, bañado por la luz del sol, segundos después de que lo
besara por primera vez.
Mientras trazaba delicadamente cada mínimo detalle de los rasgos de
Taehyung, Jungkook se sintió tentado más de una vez de correr a la habitación
del chico. Su orgullo y las palabras que él mismo había pronunciado antes se lo
impidieron. Si cruzaba esa puerta, no sería para dormir. Sería para ayudar a Tae
si este lo necesitaba, o para terminar lo que habían empezado en el salón,
dando rienda suelta a su pasión. Pero no lo hizo. Se quedó clavado al asiento.

Tae estaba al otro lado de la pared, también despierto. También había


buscado varias excusas. Se había planteado golpear sus manos contra la pared,
fingir que tenía otra pesadilla. Solo para hacerlo volver y mantenerlo a su lado,
incluso si no quería besarlo o abrazarlo para dormir. Solo quería sentir que
estaba allí, con él. Tampoco lo hizo, porque el orgullo venció aquella necesidad.

Los dos se dieron cuenta aquella noche de que el juego que habían iniciado
no tenía botón de pausa ni manera de salir de la partida.

Taehyung consiguió dormir un par de horas y, cuando despertó, calculó que


ya era hora de desayunar. Tal vez era un poco más pronto, pero no importaba
porque Jungkook había pasado toda la noche en vela.

Aquel día venía la enfermera de rehabilitación, que le estaba enseñando a


leer en braille (lo cual requería tiempo), de modo que pasaría muchas horas sin
él. Y como el juego entre los dos era una novedad, se necesitaban cerca.
Incluso Jungkook, con el bajo concepto que tenía de sí mismo, era capaz de
notarlo. Si Tae se hubiera comportado así las semanas anteriores, los celos que
le había tenido a Jimin hubiesen estado aún más injustificados.
Cuando Yoongi se levantó para desayunar, completamente adormilado, lo
primero que vio una vez pudo abrir los ojos fue a Jungkook besando a Tae. No
solo en la boca, sino también en el cuello, incluso en las quemaduras que ya
empezaban a cicatrizar...

-Si vais a desayunaros el uno al otro, no hace falta que os sentéis a la mesa.

-Deberías comer algo-dijo Jungkook, bajando la voz.

Tae asintió, sin ganas. Jungkook siempre se detenía cuando alguien más
entraba a la habitación mientras lo estaba besando. Como si le diera vergüenza.
Solo había pasado dos veces, pero supuso que se convertiría en una
costumbre. Y era él quien tenía que acostumbrarse a ello.

Yoongi los observó a ambos con tristeza. Cualquiera podía notar que
Jungkook estaba perdido por Taehyung. Puede que no fuera capaz de decirlo,
pero la manera en que se preocupaba por él iba mucho más allá de su empleo.
Y el hecho de que besara aquellas partes de Tae que él mismo consideraba
imperfecciones casi como si las venerara...

Yoongi deseaba que las cosas fuesen fáciles, que su amigo pudiese ser tan
feliz como lo era él con los mensajes de "buenos días" llenos de corazones
negros que le enviaba Hobi.

Nunca bastaba con desear, porque la vida era injusta.


Mientras Tae estaba con la enfermera de rehabilitación, sonó el timbre. No
solían recibir visitas tan temprano, pero se trataba de Seokjin, acompañado de
una joven que Jungkook reconoció al instante como Soo.

-Me marcho en un par de días, así que quería veros-le dijo el joven a Yoongi.

-Tae no puede atenderos ahora-respondió este, invitando a los recién


llegados a sentarse-. De todos modos, supongo que celebrará otra fiesta para
despedirte, Jin.

-Genial. Ah, por cierto, ella es Kim Soo Young, mi prima. No regresamos a
Gwangcheon todavía; vamos a tomarnos unas vacaciones en Los Angeles.

Soo se inclinó graciosamente y sus ojos encontraron los de Jungkook. Iba


enfundada en un vestido blanco que resaltaba su belleza etérea y sus rasgos
fascinadores. Mirándola bien, Jungkook se dio cuenta de que tenía un gran
parecido con su primo.

-La casa es muy grande-murmuró la joven, al oído de Jungkook-. Tenemos


espacio para ti si te apetece tomarte unas vacaciones con nosotros. ¿Alguna
vez has estado en América?
-Nunca he salido de Corea, y sí que me gustaría ir a Los Angeles algún día.
Gracias por la oferta, pero no puedo aceptar; no mientras Taehyung me necesite
a su lado.

Soo no hacía mucho por ocultar su interés en Jungkook y, aunque este no


parecía especialmente receptivo a sus avances, Yoongi se hacía una idea de
como iban a ser las cosas a partir de entonces, con el chico adorando a
Taehyung a solas sin admitírselo a sí mismo y manteniendo las distancias en
público. Iba a dolerles a los dos. Y si les dolía a ellos, también le dolería a él.

......

Quizá porque todo era incierto y no sabía cuanto tiempo le quedaba a su lado,
Taehyung quería apurar cada gota. Si Jungkook se negaba a dormir con él, no
dormiría por las noches. Eran demasiado largas para no estar a su lado. Lo
decidió al cuarto día, y se quedaron en la terraza, tumbados cerca de la piscina.

Tae solía saber los nombres de las estrellas y de las constelaciones. Ahora no
veía más que oscuridad, pero hizo memoria y le mostró a Jungkook aquella
magia que él ya no podía ver.

-Jungkook...

-¿Sí?
-Yo sé...que algún día vas a encontrar a alguien a quién puedas decirle "te
amo"...-se le formó un nudo en la garganta y no pudo decir todo lo que había
querido decir-Llévala a ver las estrellas. Enséñaselas como yo te las he
enseñado a ti esta noche...

Jungkook no quiso ni pudo decirle que era imposible, porque mientras Tae se
esforzaba en explicarle donde estaba la Osa Mayor y las constelaciones de los
signos del zodíaco, él estaba perdido en su belleza una vez más. No respondió,
pero se acercó a él para besarle casi febrilmente en los labios. Le apartó los
rizos de la frente y acarició las pequeñas cicatrices que tenía cerca de los ojos,
para después besarlas también.

Tae se dejó llevar, aunque casi tuviese la certeza de que estaban metidos en
un reloj de arena, a medio enterrar. No sabía muy bien por qué, pero intuía que
se les acababa el tiempo. A Jungkook le resultaba imposible ignorar que, a
pesar de lo entregado que estaba a lo que fuera que tenían, o tal vez por esa
causa, su amigo estaba desanimado.

-Tae...-le susurró al oído-hay una estrella fugaz en el cielo. Rápido, pide un


deseo.

Taehyung se concentró y pensó en un deseo. No le costó mucho, porque era


algo que quería con todas sus fuerzas, algo que no era muy difícil de adivinar.

-¿La he perdido? ¿He perdido la estrella, Kookie?


-No, has llegado justo a tiempo-mintió él.

No había ninguna estrella, pero él no podía saberlo.

Aunque Tae podía llegar a ser muy maduro, también existía en él una ilusión
casi infantil. Creía en la magia, como también él había creído alguna vez. Por
eso Jungkook se había inventado una estrella fugaz que, en su cielo, era
auténtica.

-¿Qué has pedido?

-Se supone que no puedo decírtelo-Tae sonrió-, aunque es difícil que se


cumpla, de todas formas...Casi imposible...

-Pensé que eras la clase de persona que no creía en lo imposible.

-Soy optimista, pero no tonto-sonrió de nuevo. Su sonrisa era algo triste, quizá
porque no sabía sonreír con los ojos, quizá porque no era del todo genuina-. Los
deseos no se cumplen por arte de magia, pero las cosas se pueden lograr con
esfuerzo o con un poco de suerte. Las almas gemelas no existen, o al menos no
en el sentido en que se nos dice. El amor es más complicado que eso, pero
también es hermoso y es real. La magia no existe, Kook, somos nosotros los
que la creamos.
-Yo solía creer en esas cosas, cuando era un niño-agregó Jungkook,
quedamente.

-Nunca me has contado cómo eras de niño.

Jungkook se quedó callado por un segundo, sin saber que decir.

-Más feliz, supongo, porque no entendía las cosas.

Tae se echó a reír, girándose hacia él en el suelo y tomando su rostro entre


sus manos. Tentando su piel con los labios, le besó brevemente en la boca una
vez más.

-Decir eso es como no decir nada.

"Pero eso es lo que hacemos tú y yo, ¿no? Nunca nos decimos nada...a no
ser que te arranque las palabras. Tal vez sea mejor así. Tal vez sea mejor que
tú no me conozcas a mí y que yo no sepa nada de ti, porque si así fuera te
querría el doble y me dolerías el triple de lo que me dueles ahora".
Y ya le dolía demasiado saber que Jungkook podía escapársele de entre los
dedos en cualquier momento, que su presencia en su vida podía ser tan fugaz y
frágil como aquella estrella...

12. Love me or leave me

A sus veintitrés años, Kim Soo Young jamás había recibido un "no" por
respuesta. Jamás se le había resistido un chico que le gustara.

Pero para todo hay una primera vez.

Era poco menos que perfecta, y ella lo sabía. Con su largo cabello, sus
labios deseables, su cuerpo menudo y curvilíneo y su preciosa figura. Tenía
gracia para moverse, buenos modales y sabía cómo vestir. Para rematar, había
nacido en una familia rica.

-¿Sabes si Jungkook vendrá esta noche?-le preguntó a su primo, con


fingido desinterés, mientras se ajustaba los pendientes de aro frente al espejo.

-Sí. Vive ahí-dijo Jin-, así que obvio que va a estar. No seas rídicula, Soo.
Pero no creo que te haga ni caso. Por si no te has dado cuenta, parece inmune
a tus encantos.
-Me besó la primera noche que me vio, así que no me doy por vencida
todavía.

El hecho de que Jungkook pareciese tan distante con ella solo aumentaba
su atractivo, ya de por sí considerable. Había observado que el chico parecía
fuera de lugar en la enorme mansión. No iba mal vestido, pero nunca se
arreglaba, ni siquiera para las ocasiones que lo requerían. Era curioso verle al
lado de Taehyung. Los dos eran altos y apuestos, pero completamente distintos.
Allí donde Jungkook tenía unos ojos enormes y brillantes, los de Tae estaban
muertos, sumidos en una noche infinita. Jungkook caminaba arrastrando los
pasos, con desánimo, mientras que era difícil deducir el sentir de Taehyung por
sus andares y movimientos. Eran como el oro y el cuero, radicalmente distintos
pero parecían ir juntos.

Soo no era solo rica y bonita; también era perspicaz. No sabía nada a
ciencia cierta, y Jungkook sería el último en delatarse de forma deliberada, pero
de algún modo adivinaba que Taehyung era su némesis en lo que al afecto del
chico se refería. Aún así, no planeaba acobardarse.

Se decidió por un vestido con el corpiño ajustado al cuerpo y una llamativa


cola de tul de color turquesa. Cuando terminó de trenzar su cabello y de
adornarlo con perlas, Jin ya llevaba más de un cuarto de hora esperando en la
entrada. Como las chicas malas de los dramas a los que su primo era tan
aficionado, a Soo le gustaba entrar tarde a las fiestas. La expectación contribuía
a hacer su entrada más memorable.
Sin embargo, aunque muchos se giraron hacia ella en cuanto hizo su
aparición en la sala, Jungkook no se movió de su sitio. Estaba de pie, con una
copa en la mano, mirando quién sabía a donde. Solo hizo contacto visual con
Soo cuando Taehyung y Yoongi se acercaron a ella y a Seokjin para saludarles.
Mantuvo sus ojos en los de ella durante un par de segundos. No apartó la
mirada tan rápido por timidez, sino por desinterés.

Jungkook había bebido un poco. Tal vez por eso estaba impaciente,
deseoso de que la fiesta terminase para poder quedarse a solas con Tae.
Taehyung también era consciente de ello, por la manera que tenía el chico de
hablarle al oído y de rozarle la cintura. Parecía que aquel contacto era fortuito,
pero él sabía que no era así. Quería olvidarse del resto del mundo y acudir a él,
pero Jungkook no se arriesgaría a eso. Tenía demasiado miedo a ser
descubierto, y el miedo vencía al deseo. Lo único que hacía era mirarle
intensamente desde donde quiera que estuviera.

Llevaban poco más de una hora en la fiesta de despedida de Seokjin


cuando Tae advirtió por enésima vez los ojos de Jungkook sobre él. No podía
verlo, pero lo sentía. Yoongi y Hoseok estaban sentados al lado a su lado en el
sofá, y la voz de Yoongi pareció quebrarse de repente.

-¿Qué sucede...?¿Yoongi?

-No...nada...
Estaban hablando de la relación que mantenía con Hobi, de modo que
Yoongi trató de fingir que simplemente se estaba emocionando. Con cualquier
otra persona, tal vez hubiese funcionado, pero no con Taehyung. Taehyung
sabía que, cuando Yoongi hablaba de su novio, en su voz solo había felicidad.
No lloraba, sino que sonreía. Él notaba que sonreía por su modo de hablar.

Hoseok tampoco era demasiado bueno disimulando, más aún cuando


estaba al tanto de toda la situación porque su chico no tenía secretos para él.

-¿Me podéis decir qué es lo que pasa...?

Hoseok y Yoongi se miraron, sin saber que responder. Después miraron


unos metros más allá, donde se encontraba Jungkook, y volvieron a mirarse el
uno al otro, ansiosos.

-¿Es Jungkook...?¿Está bien...?

-Sí, está bien. No te preocupes-dijo Yoongi, tenso.

-Un poco borracho, pero lo superará-agregó Hoseok, con una risa


nerviosa.

Taehyung suspiró, dándose por vencido. No tenía fuerzas ni ánimo para


sonsacarles lo que fuera que estuvieran tratando de ocultarle. Poco después
Seokjin se sentó junto a ellos. Aunque lo quería y confiaba en él, Tae estaba de
tan mal humor que incluso pasar tiempo con la gente que le importaba le
resultaba tedioso, pesado y molesto. Trató de sacarle conversación y de parecer
interesado en lo que tuviese que contarle. Pero una pregunta aparentemente
trivial y sin interés acabó por quemarle las entrañas.

-Jin, el otro día no me presentaste a tu prima-dijo, aunque lo cierto es que


lo último que quería en aquel momento era tener que lidiar con una
desconocida. Su sociabilidad parecía haber desaparecido por completo-¿Donde
anda...?

-Oh, Soo Young...

Yoongi y Hoseok le hicieron señas a Seokjin, pero este no pareció


captarlas.

-La vi hace un rato por última vez. Estaba comiéndose la boca con ese
chico de botas negras. Tu empleado, ¿verdad...?No recuerdo su nombre-dijo
Jin.

Yoongi miró para otro lado, preparado para lo peor. Sin embargo,
Taehyung no se delató. Sonaba decepcionado y triste. Quizá ligeramente
sorprendido, pero no enfadado. Después de todo, no tenía derecho a enfadarse;
Jungkook y él no eran nada. No eran exclusivos y no se suponía que el juego
fuese a durar. Era doloroso, pero también tenía todo el sentido del mundo.
Jungkook tenía ganas de besar a Tae, pero también tenía miedo. Tenía
miedo de que la gente lo viera y asumiera algo que él mismo no quería asumir.
Sentirse tan bien cuando estaba con él lo hacía sentir mal. Su cuerpo y su
corazón decían una cosa; su cabeza decía otra completamente distinta. Tenía
ganas de besar a Tae, pero no podía hacerlo. Se había convencido de que no
podía, así que saciaba esa necesidad con Soo, porque sabía que ella estaba
dispuesta. De alguna manera, se estaban aprovechando el uno del otro, pero no
tenía nada de malo si ambos lo sabían.

[...]

Para cuando Soo abandonó la habitación a la mañana siguiente, ya todo el


mundo se había ido. El encargado de la limpieza estaba recogiendo los restos
de la fiesta y Taehyung estaba bostezando en uno de los sofás. Tampoco
aquella noche había podido dormir.

-Puedes quedarte a desayunar si quieres-soltó, sin volverse hacia ella


siquiera.

La joven se alisó el vestido y sonrió. Tenía un aspecto radiante, pese a que


su pelo estaba hecho un desastre y tenía un par de botones desabrochados en
la espalda.

-No es necesario. Muchas gracias, pero tengo que ir a hacer la maleta.


Salimos esta tarde para Los Angeles.
Taehyung le devolvió una sonrisa tan forzada que casi parecía sarcástica.

-Es una lástima. Anoche quería que Seokjin nos presentara, pero parece
que estuviste ocupada.

Soo Young rio como si estuviese avergonzada, aunque ciertamente no lo


estaba y no tenía por qué estarlo. Tae se alegró de que sus ojos no tuviesen
expresión, de que parecieran vacíos y no pudieran delatar por completo lo que
sentía.

-Es muy temprano aún. Tal vez si que pueda quedarme a desayunar.

Aunque los ojos de Taehyung no pudiesen delatarlo, el tono de su voz y la


tensión de su cuerpo si lo hacían. Y a Soo Young le había sobrevenido una
sensación de victoria de la cual aún quería disfrutar un poco más. Jungkook no
la acompañaría a los Estados Unidos, pero aquella noche había ganado ella. Tal
vez si Taehyung hubiese dado rienda suelta a lo que de verdad sentía, se habría
compadecido de él y no le hubiese impuesto su presencia más tiempo del
necesario.

-Me alegra escuchar eso-mintió Tae.

Se sentaron a la mesa. Yoongi y Hoseok habían madrugado más que ellos


y estaban comiendo cereales, sentados el uno al lado del otro y luciendo un par
de pijamas a juego. El mayor de los dos se levantó para ayudar a servir el
desayuno a su amigo y a la joven que había pasado la noche con Jungkook, no
sin antes cruzar una mirada muy elocuente con su novio. Reinaba un silencio
denso, que Tae y Soo interrumpieron con una charla trivial, intercambiando
preguntas en cuyas respuestas ninguno de los dos estaba remotamente
interesado.

A Jungkook se le enrojecieron las mejillas cuando pasó por la mesa del


comedor y vio a Taehyung hablando con Soo. Ni siquiera tenía hambre, ni gana
alguna de formar parte de aquella extraña escena. Sin embargo, de alguna
manera, sintió que era lo que merecía. No le debía nada a nadie, pero era como
si tuviese un peso encima del pecho, como si algo le aplastase el corazón.

Cuando Soo se despidió finalmente, Yoongi y Hoseok decidieron que era


hora también de salir de escena. Sentían que se avecinaba una tormenta y no
querían estar allí cuando se desatara. Se quedaron cerca, por si acaso, pero
quisieron dejarles a solas porque aquella era la única manera en que podían
resolver aquello. Algo a lo que no se habían molestado en poner nombre, pero
que les dolía a los dos, de distinta forma pero, en el fondo, con parecida
intensidad.

Tae no quería mencionar explícitamente lo que había pasado aquella


noche. Los dos lo sabían y convertirlo en palabras solo lo habría hecho más real
y, por lo tanto, más doloroso.

-Jungkook...
-¿Sí?-no levantó los ojos, absurdamente temeroso de que un ciego
pudiese juzgar su mirada.

-Yo...sé que me dijiste que si quería seguir con esto... tú no querías hablar
de ello. Pero necesito...quiero pedirte una cosa...

-Te escucho-Jungkook quería correr y tomarlo en sus brazos, pero no


sentía que tuviera el derecho de hacerlo.

-Yo ya sé que tú y yo no somos nada.

Fue como si a las palabras les costase abandonar su garganta. Era


extraño decir que no eran nada, porque Jungkook lo era todo para él.

-Pero yo...-continuó-¿tendría sentido que te pidiese que mientras tú y


yo...mientras tú y yo estemos así...no haya nadie más...?

Jungkook no supo qué decir. Era cierto que, mientras estuviese con
Taehyung, tal vez no necesitaba a nadie más. Pero su manera de "estar con
Taehyung" no hacía feliz a ninguno de los dos. Él no estaba preparado para
decir cosas que tal vez sí sentía. No tenía capacidad para darle a aquel chico
todo lo bueno que se merecía. Tenía conflictos consigo mismo que les impedían
ser felices a los dos. Y él no quería atar su propia infelicidad a alguien que había
llegado a importarle tanto. Si se quedaba...si la situación continuaba, tal vez
Taehyung nunca podría ser feliz. Lo mejor que podía hacer, reflexionó, era
liberarle de aquella condena compartida. Debía liberarlo para que tuviese la
oportunidad de ser todo lo feliz que se merecía. Y él no podía darle eso, así que
tenía que irse. Tenía que haberse ido hacía mucho tiempo; seguramente no
tenía que haber llegado nunca.

A Taehyung le dolería. ¿Por qué? ¿Por qué siquiera era capaz de quererle
en primer lugar, cuando Jungkook no le había dado nada, nunca le había hecho
bien? Le dolería, pero él sabía que, eventualmente, estaría bien. Después de
todo, era mucho más fuerte que él. Si no hubiese tenido aquella certeza, no
habría podido irse.

-Tae, yo...no lo sé. He pensado...-sería difícil decirlo, pero ya estaba


determinado a ello-. Me iré, Tae...Me iré por un tiempo. Tengo la cabeza hecha
un lío, así que lo mejor que puedo hacer es marcharme...No me molestaré si
encuentras a otra persona que te cuide. Yo nunca fui el mejor en eso...Tú no
estarías así si lo hubiera sido...

-Pero...

-Solo será un tiempo-mintió, tal vez porque no quería verlo llorar-...Jimin


cuidará de ti mucho mejor que yo...

-Si no vas a irte para siempre...¿entonces por qué me pides que te busque
un sustituto...?
-No sé por cuanto tiempo faltaré, Tae.

Taehyung sabía perfectamente que Jungkook tenía en la cabeza la idea de


faltarle para siempre. No sabía que había en su corazón, pero si supo que su
intención era la de dejarle. Hacía tiempo que temía que lo hiciera. El momento
había llegado.

Cuanto más lo hubiese retrasado, más le hubiera costado dejarle ir. Pero
Jungkook no tenía que pedirle permiso, porque Jungkook no era suyo. Porque
no eran nada.

No pasó mucho tiempo antes de que Yoongi escuchase los pasos de


Jungkook al salir por la puerta con su pequeña maleta. Desde su habitación,
también escuchó como Tae se derrumbaba sobre la mesa de la cocina una vez
la puerta de la entrada se cerró tras él. Lo escuchó llorar y mil cosas volvieron a
romperse dentro de él.

Tuvo la necesidad de culparse otra vez porque, si él no hubiera encendido


aquel cigarrillo, Taehyung aún conservaría la vista. Si Taehyung hubiese
conservado la vista, jamás habría conocido a Jungkook.

Aunque Hoseok también tenía la culpa de eso.

Fue un día doblemente triste, porque Hobi y Yoongi tuvieron su primera


discusión a causa de la partida de Jungkook.
-Yo no sabía que iba a pasar esto...-Hoseok se frotó los ojos-.
Quería...tenía la esperanza de que se enamorasen. Pensé que todo saldría
bien...que se harían bien el uno al otro. Creí que...Supongo que fui un estúpido.

-A lo mejor se han hecho algo de bien-dijo Yoongi-...pero mira cómo ha


terminado todo.

-Tae insistió en quedarse con él...Pero tal vez no debería habértelo


propuesto en primer lugar, Yoonie...No sabía que iba a pasar esto...Debí haberlo
imaginado, debí haberle hecho caso a Namjoon...pero te advertí demasiado
tarde...-dijo, recordando la vez que su chico lo había encontrado llorando en el
baño.

-Lo siento. Siento haberte dicho eso, Hobi. No es culpa tuya...Tú solo
querías lo mejor para los dos...Pero a veces con desear no basta...Lo siento
mucho.

-Yo también.

-¿Puedo abrazarte...?Necesito un abrazo.

Hoseok abrió los brazos y Yoongi permaneció allí, porque allí se curaban
todos los males.
-Más tarde iremos a abrazar también a Tae-sugirió, mientras apoyaba su
cabeza sobre los hombros de su novio-, por ahora necesita estar solo...

......

Jungkook tenía varias llamadas de Hobi, pero se limitaba a ignorarlas. No


quería hablar con nadie más de lo necesario. El nombre de su amigo apareció
una vez más en la pantalla de su móvil cuando lo encendió. Espero
pacientemente a que la llamada terminara y, con manos temblorosas, marcó el
número que Soo Young le había apuntado en su tarjeta hacía días.

La chica pareció gratamente sorprendida al escuchar su voz del otro lado


de la línea.

-He cambiado de opinión sobre lo de ir a Los Angeles. Aún no es


demasiado tarde, ¿verdad?-preguntó.

-Vamos de camino al aeropuerto-respondió la chica, feliz-; dime donde


estás e iremos a recogerte. Tenemos el tiempo justo pero puedo hacer que el
vuelo se retrase un poco si pago de más...

Siguió hablando, pero Jungkook cortó la llamada dejándola con la palabra


en la boca. No tenía mucho dinero y solo quería irse lo más lejos posible, para
no tener tentaciones de volver. Quería que la imagen de Taehyung se
difuminara en su cabeza hasta desaparecer, y quería que Tae también lo
olvidara. Estar al otro lado del mundo era la manera más eficaz de lograrlo, se
dijo.

Jungkook subestimaba la memoria del corazón.

13. Burning letters

"Para Kookie:

(No puedo escribir a ciegas así que esta es la letra de Yoongi, que solo
tenía a mano un rotulador de purpurina morado que le ha regalado Hobi.) No
creas que esto es un ultimátum de ninguna clase. Sí quiero darte la oportunidad
de regresar, de saber de mí si todavía te interesa lo que me pase. Quizá sea
una despedida si no es así. No hace falta que vuelvas; yo no voy a pedirte nada.
Tiene que salirte del corazón, como a mí me salió escribirte esto.

Espero que no nos hayamos equivocado de dirección porque sería muy


raro leer esto si no fueras Jungkook. Quiero que sepas que te echo de menos
todos los días. Jimin y Yoongi cuidan de mí y todo va bien, pero nada es lo
mismo sin ti.
También me han comprado un perro para que deje de estar triste, y en
cierta manera ha funcionado. Lo he llamado Tannie. Bueno, Yeontan, pero yo lo
llamo Tannie. Se parece a un pompón, porque es muy suave. Supongo que es
adorable, pero no puedo verlo. Tampoco sirve como perro guía, porque es
realmente pequeño, pero estoy un poco más contento desde que lo tengo
conmigo.

Hoseok me dijo que Yoongi le había preguntado hacía tiempo si yo podría


recuperar la vista. Y no me habían dicho nada porque no querían que me hiciera
ilusiones, pero al parecer hay una remota posibilidad de que lo logre. Hay un
cirujano que está dispuesto a hacerlo, y yo tengo el dinero necesario para ello.
Parece algo así como un milagro, ¿no?

Ese era el deseo que pedí aquella noche a la estrella fugaz. Puedo
decírtelo porque supongo que ya no tiene importancia. Ni siquiera estoy tan
emocionado como debería. Supongo que soy un tonto por pensar así, por
sentirme así, pero realmente tenía ganas de ver tu rostro. A veces fantaseaba
con ver de nuevo, y siempre pensaba que te vería a ti. Que te miraría durante
horas cuando abriese los ojos por primera vez, hasta memorizar cada detalle. Y
podría ver tus dibujos, y pedirte que me hicieras un retrato. ¿Me habrás dibujado
alguna vez, Jeon Jungkook...?

Quiero ver a Hoseok, y el pelo rojo de Yoongi. Quiero ver los amaneceres
y los atardeceres.Quiero ver las constelaciones y las estrellas fugaces. Quiero
ver a Tannie. Quiero ver a Jimin, porque es mi alma gemela y ni siquiera sé que
aspecto tiene. Pero sobre todo, quisiera verte a ti y compartir todas esas cosas
contigo. No me hace falta verte para saber que eres muy guapo, ya te lo he
dicho.
Si la operación sale bien, Hoseok me prometió que me enseñaría una foto
tuya. Pero Kookie, yo no quiero verte en una foto. Le dije que ya te vería si
volvías alguna vez a mí. Así que tal vez no te vea nunca. Pero si vuelves a
cruzarte en mi camino, sabré que eres tú. Ya sabes que puedo reconocer tu
latido.

Te he odiado a ratos por dejarme y no explicarme por qué lo hacías. Sé


que no lo has tenido fácil, y lo entiendo hasta donde soy capaz de entenderlo.
No te culpo, pero sí te extraño.

Después de todo, fue cosa de los dos. A veces pienso que no debí besarte
aquella noche, porque si no lo hubiera hecho tal vez aún estarías aquí. Y tal vez
un día podría abrir los ojos con la certeza de que serías lo primero que viera.
Pero arrepentirse no sirve de nada, porque uno no puede volver atrás. Además,
me gustó besarte.

Y se me olvida una cosa que puede ser importante. Me voy a someter a


esa operación, así que pensé que seguramente deberías saberlo. Todavía
quedan meses, porque es en Estados Unidos y requiere mucha preparación y
todo eso. Lo que quería decir es que es una operación peligrosa. Puede que
salga bien, puede que no. Puede que no recupere la vista, puede incluso que no
salga de esta. Puede que me quede en el quirófano, que me muera. Si ves que
la letra está borrosa, es que Yoongi ha estado llorando encima del papel, pero
no te preocupes (es un exagerado). Te lo digo por si acaso sucede, para
despedirme si ese es el caso. La posibilidad está ahí, pero yo estoy un 99 %
seguro de que saldrá bien.
Al fin y al cabo, la estrella tendrá que concederme mi deseo. Aunque solo
sea como compensación porque el universo te haya llevado lejos de mí.

A lo mejor lo que quieres en olvidarte de mí y que yo también me olvide de


ti. Si es eso, perdón por escribirte. Es que no eres tan fácil de olvidar.

No leas la carta hasta el final si no quieres, y tampoco hace falta que


respondas. No es necesario, aunque estaría muy contento con que solo me
enviaras una letra o un punto de tinta. Pero tenía muchas cosas que decirte y
tenía que dejarlas en alguna parte.

Ya no tenemos nada, así que supongo que puedo decirte que te amo. Te
amo.

Te quiere, Tae"

Soo Young había leído tan solo las primeras líneas de aquella carta escrita
con purpurina morada. Estaba en el buzón y llevaba el nombre de Jeon
Jungkook en el dorso. Aquel papel había viajado desde Corea para acabar en
sus manos.
No quiso continuar leyendo porque no quería tener la conciencia pesada.
La dobló de nuevo y la tiró a la chimenea de diseño de su casa en Los Angeles,
con una pizca de remordimiento. Tal vez si hubiera leído la carta entera, se le
habría ablandado el corazón y no habría sido capaz de tirarla. Pero no lo hizo, y
el pedazo de papel se convirtió en cenizas.

Taehyung había tardado casi una hora en escribirla.

Jungkook habría tardado unos minutos en leerla.

El fuego tardó segundos en consumirla y desintegrarla.

Soo llevaba dos meses saliendo con Jungkook de forma oficial, y nada iba
a arruinarlo

El chico entró en la sala poco después. Soo parecía algo nerviosa, porque,
de haber llegado unos momentos antes, la habría pillado con las manos en la
masa.

-¿Sucede algo...?-le preguntó a su novia, sujetándola por los hombros con


suavidad y acariciando su cabello perfumado.

-No, estoy bien. Bésame.


Él obedeció. Habían pasado más de cuatro meses desde que la besó por
primera vez y ahora la veía con nuevos ojos. Había aprendido a amarla, o eso
se repetía él. Por lo menos, le tenía cariño. Era irónico que tratase de
convencerse a sí mismo de que la quería tanto como había tratado de
convencerse de lo contrario con Taehyung.

Dormía junto a ella pero a veces, al cerrar los ojos, le veía a él. Y su
imagen era tan nítida como si lo tuviera delante de verdad. Echaba de menos el
insomnio de vez en cuando, obviando que, tal vez, si no hubiese soñado con
Tae, habría pensado en él durante noches enteras.

-Mis padres quieren conocerte, ¿sabes?-dijo Soo, acomodada entre sus


brazos-. Son muy tradicionales y todo eso, así que seguramente esperan que
nos casemos algún día.

-¿Es eso una manera sutil de sugerir que, quizá, debería proponértelo?

-No es por mí, sino para tenerlos contentos a ellos.

-Si vamos a casarnos debería ser porque nosotros queremos, no por tus
padres, Soo-murmuró él, besando su frente.
-Claro. Y solo llevamos dos meses, ya lo sé. Seguramente te parecerá
precipitado o impulsivo, pero dentro de mi esfera social es algo muy común. No
tenemos prisa, pero puedes ir eligiendo el anillo-bromeó la joven-; me gustan
sencillos, de plata y diamantes a poder ser. Yo lo dejo caer.

-Lo tendré en cuenta.

-Por cierto...¿y tus padres...? Nunca me has hablado de ellos...

-Están muertos-repuso él, con un tono completamente carente de emoción.

-Oh...Kookie...-ella se abrazó a él, con la intención de reconfortarle.

-No me llames así, ya sabes que no me gusta.

-Lo siento. ¿Puedo preguntarte algo?

-Claro, pregunta. Tenemos confianza, ¿no?

-Cuando te pregunté si querías venir a América y me dijiste que no,


parecías muy convencido...¿Por qué cambiaste de idea?
-Porque me di cuenta de que me había enamorado de ti-mintió Jungkook,
sin vacilar-. Tae...Taehyung me necesitaba pero encontré a alguien que me
sustituyera y me decidí. Después de todo, cuidar de él era mi empleo, nada más.
Yo...mi última relación no terminó demasiado bien, así que tenía miedo de salir
corriendo tras de ti, pero lo hice...y no me arrepiento...

-Te decidiste la mañana siguiente después de que pasáramos la noche


juntos...¿Tanta impresión te causé?-sonrió ella, poniendo su dedo sobre el
pecho del joven, con coquetería.

Jungkook asintió y la besó, empujándola sobre el sofá hasta que quedaron


los dos en posición horizontal. Era mejor alimentar su ego y distraerla, aunque
todo fuese una mentira. Él mismo quería convencerse de que algún día llegaría
a amarla de verdad.

La propia Soo no había llegado a creerle del todo. Sabía que Jungkook no
le contaba cada detalle que pasaba por su mente. Meses después, seguía
resultándole un misterio, pero también le gustaba más que nunca.

Taehyung, por su parte, había estado un poco peor de lo que decía en la


carta. No sabía que nombre ponerle a la huida de Jungkook. No era una ruptura,
aunque lo hubiera preferido porque eso habría significado que ellos dos habían
sido algo más que dos amigos confundidos por unos sentimientos y una
atracción que uno de ellos no deseaba.
Las primeras noches sin Jungkook habían sido horribles. No había podido
dejar de darle vueltas, de preguntarse por qué se había ido, de buscar indicios
de que volvería. El tormento había acabado por dar paso a una suave
melancolía que ahora parecía formar parte de él. Seguía haciendo todo lo que
hacía antes y cada vez requería menos ayuda. Los avances eran notables, pero
las cosas ya no parecían importarle tanto. Ni siquiera su reacción al saber que
tenía probabilidades de recuperar la vista pareció del todo genuina.

Desde que Jungkook se había ido, sus amigos se habían hecho más
presentes que nunca. Yoongi tocaba el piano para ayudarle a dormir e invitaba a
Hoseok a pasar la noche más a menudo porque lo cierto era que su novio
siempre sabía como hacer reír a Tae.

Sin embargo, aunque Taehyung adoraba a sus amigos y estaba feliz de


saber que se tenían el uno al otro, había veces que estaba mental y
emocionalmente exhausto, y simplemente quería estar solo. Eran esas veces
que recordaba que Hoseok era amigo de Jungkook y reprimía el deseo de
preguntarle si sabía algo de él. Eran esas veces que simplemente les tenía
envidia porque eran una pareja perfectamente adorable y porque le dolía
imaginarse tener a alguien de aquel modo (alguien que su memoria compartía
con su imaginación y que habría acabado por tener el rostro de Jungkook si él
hubiera sabido cómo era el rostro de Jungkook). Eran esas veces que
simplemente quería acariciar a Tannie y contarle como se sentía, y hablar con él
como si el pequeño perrito Pomerania lo comprendiera. Tannie sí que intuía que
su dueño estaba triste.

Jimin también se había convertido en una persona muy importante para


Taehyung en aquellos cuatro meses. Había demostrado que el joven millonario
no se había equivocado al llamarle su "alma gemela". Era quién había cuidado
de él tras la partida de Jungkook, y era también esa clase de amigo leal que,
aunque no supiera qué decir o qué hacer, simplemente se quedaba a tu lado.
Tae sabía que Jimin estaba siempre con él, y eso era más que suficiente. La
única manera en que estar solo es soportable es saber que no lo estás
realmente.

En aquel tiempo, Taehyung no había podido evitar preguntarle a su amigo


sobre el pasado de Jungkook, con la intención de encontrar respuestas a
algunas de las preguntas que no lo dejaban dormir por las noches.

-¿Qué te contó él...?

-Me contó dónde te conoció, pero no sé por qué acabó allí.

-Acabó allí por una razón parecida a la mía; nuestro entorno familiar no era
el mejor. No lo recuerdo muy bien, pero creo que vivía con su madre y, por lo
que sé, ella fue quién le enseñó a odiarse. Él sabía perfectamente que su madre
no era buena, pero aún así las cosas que le decía se le quedaron clavadas y
parece que ya forman parte de él. A veces, cuando un niño es muy pequeño y
su madre o su padre le pegan una bofetada, el niño asume que la culpa es suya
y que es por su bien. No sé cuantas veces lo hizo sangrar ella hasta que él se
dio cuenta de que no tenía la culpa de nada. Lo pegaba porque decía que era
un inútil y...él nunca llegó a decírmelo, pero imagino que también...hubo una
historia con otro chico...Y cuando a un niño lo tratan así, lo normal es que tenga
secuelas psicológicas. A los que estábamos allí nos habían prometido que
mejoraríamos, que seríamos felices. Pero después nos trataron como si fuera
imposible que mejorásemos. Nos lo hicieron más difícil todavía. Entonces
comprendí que solo yo podía labrarme mi propia felicidad. Supongo que
Jungkook no llegó a entender eso nunca.

-¿Cómo era él...cuando estabais allí?-preguntó Taehyung.

-Era un chico fuerte. Estaba molido por dentro, lleno de heridas, pero se
mantenía en pie y cuidaba de los demás. Hizo cosas por mí que le voy a
agradecer siempre. A lo mejor piensas que es egoísta por dejarte, pero...él
siempre pensó en la gente que quería antes que en sí mismo. No me cabe duda
de que te dejó porque él pensaba que, a la larga, sería lo mejor para ti. Fue así
desde el principio. Recuerdo que hizo unos comentarios un poco desafortunados
cuando Hoseok dijo que sus padres le habían llevado allí porque no querían que
fuera gay. No era un chico problemático, simplemente sus padres no estaban de
acuerdo con que le gustasen los hombres. Y Jungkook...no recuerdo
exactamente lo que dijo...Era lo que le habían enseñado, supongo...Hoseok le
respondió, le calló la boca y acabaron por hacerse amigos. Me alegro mucho de
que Hobi tuviese claro entonces que lo que le habían enseñado que estaba mal
en él no era malo. Él sabía perfectamente que quienes estaban equivocados y
enfermos eran sus padres. De nuevo, Jungkook no era tan fuerte en ese
aspecto.

-Entiendo que nunca lo entenderé por completo. Nunca voy a saber qué
pasaba por su mente entonces...Pero creo que...que sé por qué se fue...Jimin, si
vuelve...Me gustaría tanto haberle dicho que no tenía por qué irse. Yo...no sé si
habría sabido qué hacer por él...pero me gustaría que hubiéramos hablado más.
Quizá hubiéramos conseguido que se liberase de sus cadenas invisibles. Incluso
si no fuera yo a quién eligiese al final de todo, me hubiera gustado enseñarle
que no estaba mal ser él...
-Vuestro problema-dijo Jimin-...Bueno, uno de los muchos que tuvisteis...es
que ninguno de los dos fue lo suficientemente egoísta. Si hubieseis pensado con
claridad en lo que queríais...habríais luchado el uno por el otro. Él no se habría
ido y tú no lo habrías dejado marchar.

-Puede que tengas razón. En todo caso-Taehyung suspiró-...ya es


demasiado tarde...Espero que le llegue mi carta..

14. Lost battles

Jimin introdujo su pequeña mano en el buzón que había a las puertas de la


mansión. Exploró cada esquina con los dedos, pero por más que buscó, seguía
sin haber nada dentro. Como de costumbre, porque aquello se había convertido
en una costumbre después de que Taehyung enviase la carta.

-Nada-confirmó.

Pasaban los días y Yoongi veía que el gesto de Taehyung se tornaba un uno
por ciento más desesperanzado con cada día que pasaba. Quizá era momento
de renunciar.

Le destrozaba imaginar que Jungkook hubiese leído la carta y simplemente


hubiese decidido ignorarla. Quería pensar que no había llegado a sus manos, o
que no había sabido qué responder, aunque un punto hubiera sido mejor que
nada.

En cualquier caso, Jungkook era una batalla perdida (lo había sido desde el
principio) y Tae tenía que poner de su parte para olvidarle.

Eso era lo que pensaba Yoongi, y el mismo Tae se había decidido a tratar de
superar a alguien que, después de todo, nunca había sido nada suyo.

Fue una noche que Jimin y Hoseok habían acudido a la mansión para cenar
en la sala y beber un poco mientras hablaban de cosas triviales y
eventualmente, profundas. Cuando Yoongi se emborrachaba, era inusualmente
enérgico y gracioso (y la presencia de Hoseok duplicaba aquel efecto), así que
pensaron que Tae se animaría. Después de todo, hay pocas cosas mejores que
un poco de alcohol, una cena abundante y buena compañía para curar el alma.

Yoongi se acercó al mueble bar. Habitualmente, estaba lleno de licores de


muchos tipos, casi todos carísimos y fermentados en fechas lejanas. Al chico le
llamó la atención una botella casi terminada que reposaba detrás de la vitrina.

-Aquí ya no queda nada...¿Qué es esto?¿Vino?

Sin pretenderlo, Yoongi había abierto la caja de los recuerdos porque aquella
era, efectivamente, la botella que le había dado valor a Jungkook para dejarse
besar aquella noche fatídica. Taehyung pareció titubear ante una pregunta que,
aparentemente, tenía tan poca importancia. Jimin lo abrazó, adivinando con
rapidez a qué se debía aquella reacción.

-Tae; Jungkook y tú sois dos de mis personas favoritas del mundo-dijo,


mientras Taehyung se derrumbaba contra su pecho, llorando-. Si pudiera,
escribiría un final feliz para vosotros dos. Pero no puedo, y por eso te digo que lo
mejor que puedes hacer es dejarlo ir de una vez por todas. Es demasiado
complicado.

-Precisamente porque es complicado yo no quería rendirme con él. Kookie es


complicado porque no lo quisieron, y ahora no lo quieren porque es complicado.
No es justo; no es justo que la gente se rinda con él, que lo consideren
condenado desde el principio y así lo condenen más. Por eso yo no quiero
rendirme, Jimin. Porque yo sí que lo quiero...

-Pero...

-No, déjame terminar. Yo sí lo quiero. Jimin, tú me dijiste que Jungkook tenía


un corazón muy grande. Tiene que quererme también. Que no pudiera decirlo
no significa que no sea así-Taehyung se secó los ojos con la manga de la
camisa-Yo lo quiero y sé que él también me quiere a mí...entonces...¿Por
qué...?

-Porque a veces no basta con eso-replicó Yoongi, serio.


Se acercó a Taehyung, acariciando su cabello. Hoseok se les unió,
abrazándolos a su vez.

Tae lloró toda la noche en los brazos de Yoongi y, después de aquello, sintió
que un gran peso se había elevado de sus hombros.

Pero la vida seguía siendo injusta y oscura. Perder a Jungkook le había dolido
casi tanto como perder la vista, y nunca había pensado que llegaría a tener más
esperanzas de recuperarse de su ceguera que de recuperarlo o a él.

A muchísimos kilómetros de allí, en Los Angeles, había empezado a llover.


Jungkook llevaba el paraguas en la mano, pero no lo abrió. Era una de esas
lloviznas leves pero engañosas, que te dejaban completamente empapado al
final. No le importaba, porque siempre había pensado que la lluvia era hermosa.
Si uno se sentía miserable, la lluvia lo acompañaba. Si uno se sentía feliz, el
contraste duplicaba aquella felicidad. Jungkook no se sentía miserable, pero
también era consciente de que estaba muy lejos de ser feliz.

Era una de las primeras veces que salía sin Soo en mucho tiempo,
seguramente porque ella tenía la sospecha e ilusión de que él planeaba escoger
su anillo de compromiso.

La única otra vez que había salido sin ella había sido para comprarle su
regalo de cumpleaños. Se sentía liberado cuando estaba solo, quizá porque no
podía ser él mismo cuando estaba con ella. Solo había mostrado un poco de lo
que realmente era a sus amigos...y a Taehyung. Y ellos parecían haberse
apartado de su vida. Él los había apartado, porque quizá era mejor así.

Hoseok le había llamado varias veces en los primeros meses. Él no se había


sentido capaz de coger ninguna de las llamadas. ¿Qué iba a decirle...? Tiempo
después, había sentido la necesidad de escuchar su voz diciéndole que todo iría
bien, pero no se había atrevido a marcar su número. Namjoon había dejado un
like en la foto que Soo Young había publicado en Instagram un par de días
antes. La chica salía con un vestido dorado bastante corto y con Jungkook a su
lado, con un gesto más bien inexpresivo. Si Namjoon estaba al corriente de que
estaba con ella, el resto de sus amigos también lo sabían.

Él no había tratado de comunicarse con ellos, y ellos también habían cesado


de intentarlo. Quizá, finalmente, ellos también se habían dado por vencidos con
él. Y no podía culparles porque, en cierto modo, él también lo había hecho.

Cuando la lluvia se volvió más pesada, Jungkook entró en una de las tiendas
que había en la avenida donde se encontraba. Era una sede de Tiffany's.
Apenas había gastado el dinero que había ganado trabajando para Kim
Taehyung, porque Soo se lo pagaba todo, así que supuso que le daría de sobra
para un anillo. Si no era así, contaba con una cuenta bancaria que su novia le
había abierto hacía no mucho. A veces Jungkook tenía la sensación de que Soo
Young prácticamente le había pagado para que se convirtiera en su novio.

No le daba miedo comprometerse con ella, pero tampoco le hacía ilusión.


Simplemente se había resignado a ello. No había nada que pudiera salir mal o
bien, no había nada imprevisible. A Jungkook le asustaba lo imprevisible pero la
vida era más aburrida cuando ya lo tenías todo planeado y nada te sorprendía.

La joven dependienta le mostró todos los anillos de plata y diamantes más


sencillos que tenían a la venta y, cuando por fin Jungkook eligió uno que creyó
que le gustaría a Soo, lo metió en una caja de terciopelo con letras doradas y le
dio una lazada para cerrarlo.

-Espero que le guste-dijo la chica, con una sonrisa.

Jungkook le agradeció su buen deseo y salió de la tienda. Ella le siguió con la


mirada. Al principio le había cautivado la belleza de sus facciones, pero había
acabado intrigada por su gesto. Jamás había visto un chico comprando un anillo
para su prometida luciendo un aspecto tan apático y miserable.

Jungkook guardó la cajita aterciopelada en su mochila y salió en dirección a la


estación de metro después de caminar un rato bajo la lluvia. Tendría que buscar
un momento propicio para proponerle matrimonio a Soo. Pero todavía no.
Cuando ella no se lo esperase, o cuando él se sintiese preparado. En un lugar
bonito...Pensar en ello casi empeoraba su dolor de cabeza, así que se puso los
auriculares y se subió en el metro.

Soo Young le envió un mensaje diciendo que iría a buscarle si quería.


Jungkook hubiera preferido ir solo, pero se habría sentido mal si le hubiese
dicho que no a su novia. Le envió un par de emoticonos muy felices con
corazones en la cara y rio para sí con amargura.
Pobre Soo Young, y pobre Jungkook, porque no sabía si podría quererla
alguna vez como ella le quería a él.

Él no entendía qué podía ver ella en él, y eso hacía que su sentimiento de
culpa se duplicara. Se sentía como un farsante, porque en el fondo, no se
suponía que el amor se sintiese así. Quería creer que, quizá, se había
equivocado al soñar de niño con una realidad diferente. Pero siempre había
pensado que, cuando se encontrara con el amor, lo reconocería al instante.

Tal vez no era así. Tal vez se casaría con ella y la convivencia y el roce
convertirían lo que fuera que tenían en amor verdadero, en algo que no fuera
prácticamente unilateral. Jungkook esperaba que así fuera.

Estaba casi en su parada cuando una melodía familiar invadió sus oídos.
Tardó un poco en recordarla. Era una de las viejas canciones que Taehyung
ponía en sus vinilos de jazz. Una que él recordaba porque la habían escuchado
durante una de sus últimas noches en vela. El tocadiscos estaba junto a la
cama, y Taehyung había cantado para él mientras lo envolvía entre sus brazos.
Recordaba su voz a la perfección, ronca y profunda. Tenía la voz más
fascinadora que había escuchado nunca... Aquella noche Jungkook solo había
sido capaz de interrumpirle porque tenía todavía más ganas de besarle que de
escucharle.

Se dio cuenta, por las miradas del resto de transeúntes, de que estaba
llorando. Avergonzado y confuso, se secó las lágrimas con la manga de la
chaqueta. Todavía tenía los ojos rojos e hinchados cuando salió del metro.
No quería que Soo lo percibiera, pero ya era tarde. Allí estaba ella, con un
impermeable amarillo y un adorable paraguas transparente de lunares negros.

-¿Por qué lloras, cariño?-preguntó, acariciando su mejilla con suavidad.

-No lloro.

-Has estado llorando...¿por qué...?

-No...no lo sé...

"Si lo sabes. Si me respondieras, sabría por qué parece que tu corazón está
en otro lugar cuando me miras a los ojos, por qué parece que tú también quieres
estarlo. Tal vez sea mejor que no respondas..."

-Me habrá entrado algo en los ojos-repuso Jungkook, quitándole importancia.


Tomó a su chica por la cintura y le quitó el paraguas para cubrirla con él.

Soo Young aceptó su toque y su excusa con agrado. En el fondo, sabía que
Jungkook mentía, pero también que no lo hacía por maldad. Lo estaba
intentando. Y ella amaba a aquel chico del que no sabía nada. Le había atraído
por su belleza y su inaccesibilidad, pero había acabado por enamorarse
irrevocablemente de él, a pesar de todo.

No se sentía como se había sentido Taehyung hacía meses. No sentía que


iba a perderlo, o que se le estuviese escurriendo entre los dedos. Sabía que no
podía perder algo que no tenía.

Pero al igual que Taehyung, tampoco ella quería rendirse.

15. Had I known

Cada cierto tiempo, Seokjin hacia videollamadas con su prima favorita. Soo
Young solía decirle a Jungkook que se pasara a saludar, pero este, incómodo,
se asomaba un segundo, agitaba la mano en dirección a la pantalla y se iba al
cuarto contiguo a jugar a videojuegos.Jungkook era bastante tímido o, más bien,
reacio a relacionarse con personas con las que no tenía la suficiente confianza.
Le intrigaba Seokjin porque sabía que era uno de los mejores y más antiguos
amigos de Taehyung, y había vuelto a Seul poco después, mientras que él se
había quedado en Los Angeles con Soo. Esa era otra de las razones por las
cuales no quería estar presente durante las videollamadas.

Seokjin tenía por fuerza que saber cómo le iba a Tae, como se había
tomado su deserción y si había mejorado desde que no estaba ya con él.
Seokjin tenía por fuerza que saber todas las cosas que Jungkook se moría por
saber. Pero ojos que no ven, corazón que no siente (o algo similar, porque él
corazón de Taehyung sentía más que nunca desde que sus ojos se habían
apagado). Lo que Jungkook no sabía, no podía dolerle. Quería que aquella
incertidumbre diese, finalmente, paso al olvido.
Cierto día, cuando estaba en medio de una partida de Overwatch, Soo se asomó
por la puerta para reclamar su atención.

-Kook, mi primo quiere hablar contigo...a solas...

-¿Conmigo?¿Por qué?-Jungkook pausó la partida, ya que iba ganando-¿Tengo


que ir...?

-Parece que es importante-Soo hizo una pausa y suspiró, resignada-. Dice que
es algo sobre Taehyung...

Jungkook se levantó a toda prisa, casi tirando la silla giratoria de su cuarto. Soo
jamás lo había visto tan ansioso o enérgico.

Corrió hasta el salón y se arrodilló en frente del ordenador. Levantó la vista para
mirar la pantalla, esperando que el gesto de Jin le diese alguna pista sobre lo
que estaba a punto de decirle. El primo de Soo Young le miró directamente a los
ojos, serio.

-¿De qué se trata?


-Jungkook...¿qué va a ser...?-Jin se interrumpió al ver la confusión en el rostro
de su interlocutor-Pensé que lo sabías...

-¿El qué...?¿Qué le pasa a Tae...a Taehyung?No se nada de él desde que me


fui.

-Taehyung se opera esta misma tarde, en Boston.

-¿Cómo?-Jungkook titubeó. Tenía muchísimas preguntas y el corazón


desbocado.

-De veras creí que...

-No. No sabía nada. Nadie me lo dijo-a lo mejor debería haber cogido las
llamadas de Hobi después de todo.

-¿No te llegó una carta? Taehyung te escribió hace casi un mes. Pensábamos
que no habías querido responder.-el tono duro conque Seokjin había
comenzado la conversación se había tornado vacilante; ambos hombres
estaban igualmente confundidos.

-No. ¿Quieres decirme de una vez qué...?


-Debió de extraviarse antes de llegar aquí-suspiró Seokjin-...el caso es que
Hoseok encontró un cirujano de Boston que accedió a operar a Tae. Dice que
puede devolverle la vista.

-Pero...no ve absolutamente nada.

-Lo se. Es una operación complicada. Ya ha sido realizada con éxito un par de
veces antes, pero es algo realmente...arriesgado. Lo que quiero decir es
que...que existe una mínima posibilidad de que Taehyung no solo no recupere la
vista, sino de que no sobreviva a la operación.

Algo se rompió dentro de Jungkook en aquel instante. La última frase se le clavó


en el alma, con un eco insoportable. Sintió que se ahogaba, incapaz de emitir un
solo sonido. La operación era, en teoría, una gran noticia. Pero el se había
quedado con la peor de las posibilidades atravesada en el corazón. Porque
aunque había sido él mismo quien había decidido alejarse de Taehyung, quizá
para siempre, nunca había imaginado cómo sería el mundo sin él.

Se había planteado su propia muerte más veces de las que podía contar
pero...¿perder a Taehyung? ¿Acaso no se suponía que los ángeles eran
eternos, incluso aquellos que tenían las alas rotas?

-¿Jungkook?-tras la pantalla, Seokjin chasqueó los dedos para hacerle volver en


si-Tengo que irme ya. Escucha, es una clínica privada. Te daré la dirección para
que la anotes. Haz lo que quieras, pero creo que deberías ir.
Jungkook apuntó la dirección en su teléfono y regresó a su cuarto a toda prisa.
Soo Young seguía sentada en la silla giratoria, pero él no se dignó siquiera a
mirarla. Sacó la maleta de debajo de la cama y metió lo primero que encontró.
La bajó de nuevo un segundo después y la devolvió a su sitio de una patada. No
sabía muy bien lo que hacía. Solo sería un viaje de ida y vuelta; podía salir con
lo puesto y los documentos esenciales. Tenía demasiada prisa.

-¿Te vas?-preguntó su novia con voz débil.

-Espero estar de vuelta pronto-dijo él, entre dientes.

-Tengo que decirte algo, Jungkook...

Soo Young no había podido evitar oír parte de la conversación. En concreto, la


que se refería a la carta. Se sentía terriblemente mal por haberla tirado al fuego.
Quería pensar que, de haber sabido lo que decía, hubiera actuado de otra
forma. Pero creyendo que se trataba de un simple ruego para que Jungkook
regresara, había hecho lo que había hecho. Y ahora se arrepentía.

-No hay tiempo, Soo-dijo el, terminando de calzarse-; ya me lo dirás a la vuelta.

Se puso en pie para despedirse de ella y, cuando se inclinó para besarla, Soo
notó como temblaba. Sus manos temblaban, sus labios temblaban...Fue
entonces cuando se dio cuenta de lo mucho que Taehyung significaba para
Jungkook. Y fue entonces también cuando supo que no sería capaz de
confesarle lo que había hecho con la carta. Si lo hacía, él no podría perdonarla.
Se iría, y ella no estaba dispuesta a dejarlo marchar.

Jungkook salió por la puerta sin mirar atrás. Soo lo siguió con los ojos a través
de la ventana, hasta que el hombre que amaba se convirtió en un punto en el
horizonte.

Cuando llegó al aeropuerto, Jungkook tuvo algunos problemas. Quería coger el


avión que más pronto despegara, pero el protocolo lo obligaba a esperar durante
horas. En otros tiempos y circunstancias, habría razonado con los puños, pero
se contuvo a tiempo. Si causaba un altercado, perdería tiempo que podría ser
vital. Respiro y se tomó una pastilla.

Cuando le explicó vagamente su situación a la recepcionista, esta resultó ser


especialmente comprensiva. Primero le dijo que, si esperaba media hora, podría
subirse al siguiente vuelo. Sin embargo, Jungkook sabía que había otro que
salía en cuestión de minutos, y sólo tuvo que flirtear un poco con ella para
conseguir subir en él.

En cuanto estuvo fuera de su vista, borró el número de teléfono que ella le había
dado. Todavía le temblaban las piernas cuando tomó asiento.

"Oh, Tae...

Yo estaba perdido en el desierto y tú eras un oasis en el que no me atrevía


a saciar mi sed"
Jungkook no creía en Dios (si había un Dios, ¿por qué le había hecho pasar por
todo aquello? No le había hecho más fuerte, no le había enseñado nada. Tan
solo le había coloreado de dolor, tiñendo a quienes se le acercaban en exceso.)
No, no creía en Dios y, no obstante, rezó. Le habló a lo que fuera que había en
el cielo, dentro de su mente, para rogarle que todo saliera bien. Si Dios existía,
no había tenido piedad alguna con él. Pero con Tae tenía que ser distinto. Tae
se merecía todo lo bueno del mundo ( y tal vez justamente por ello no le merecía
a él...)

El vuelo se le hizo eterno, pese a que duró solo algunas horas. Ya en Boston, de
camino a la clínica, se encontró con un puesto callejero de flores. Pensó en
llevarle algunas a Tae, pero lo descartó casi al momento.Un hombre no le regala
flores a otro hombre a no ser que haya muerto, y Tae no iba a morir. No podía
morir.

Además, no planeaba quedarse mucho tiempo, y ni tan siquiera quería que


Taehyung supiera que había estado allí.

Pero si recuperaba la vista, reflexionó, le gustaría ver flores. Le encantaban,


Yoongi siempre lo decía. Y la manera en que cuidaba del jardín y el invernadero
daba fe de ello. Se esforzó por recordar los nombres de las plantas preferidas de
Taehyung (violetas, tulipanes, pasionarias, flores de tigre...)e hizo una nota
mental de dejar el ramo que había comprado sobre la mesilla de noche de la
habitación de hospital, sin dedicatoria ni firma. Sería tan solo un regalo para sus
ojos.
......

Yoongi estaba tumbado con la cabeza apoyada en el regazo de Hoseok y


el cuerpo sobre las piernas de Jimin, sentado en el asiento contiguo. Hobi
llevaba una eternidad en aquel banco del pasillo, peinando con los dedos el
flequillo de su novio con la intención de calmarle. También el estaba muy
nervioso.

-Va a salir bien. Tiene que salir bien-no cesaba de repetir Jimin.

Yoongi se incorporó al oír pasos. Cuando levantó la cabeza, tuvo que frotarse
los ojos para asegurarse de que no estaba soñando. Jungkook se acercaba a
ellos por el pasillo. Tenía un aspecto inusualmente descuidado.El pelo le caía
sobre la frente como una cascada de rizos negros y tenía la camisa abierta
dejando su pecho descubierto. En blanco y negro, tal como lo veía Yoongi, la
imagen resultaba aún más impactante.

Hoseok y Jimin se giraron a la vez y el primero de los dos corrió hacia su amigo.
Tomó tal impulso que Jungkook se vio obligado a agarrarse a algo para no caer
al suelo. Hoseok estaba abrazado a él y parecía resistirse a soltarlo. Estaba
llorando.

-No he sabido nada de ti en meses. No respondiste a mis llamadas, ni siquiera a


la carta de Tae...-en cualquier otro momento, Hoseok se lo habría reprochado,
pero no entonces.Se sentía demasiado abrumado por sus propias emociones.
-Estaría muy ocupado con su novia, supongo-soltó Jimin.

-Lo importante es que ahora está aquí-dijo Yoongi.

-¿Dónde está él?-preguntó Jungkook, alterado. El temblor de su voz era más


perceptible de lo que hubiera querido.

-Acaba de entrar en el quirófano.

16. Light it up

Yoongi no dejaba de caminar de un lado a otro del pasillo, agitado. Tenía la


mano metida en el bolsillo, sujetando un paquete de cigarrillos. Aunque le
temblaba el pulso, necesitaba salir un momento a fumar.

-Yoonie, ¿quieres salir un rato?-preguntó Hoseok, adivinando sus


pensamientos-La cosa parece que va para largo.
El mayor de los dos asintió y, tras besar a su novio en la frente, bajó a la terraza.
Yoongi sabía que Hoseok no aprobaba aquel hábito suyo. Quizá estaba más
concienciado de los riesgos del tabaco porque estudiaba medicina pero, en
cualquier caso, le preocupaba que aquella costumbre acortase la vida de
Yoongi, porque tenía la idea de pasar todo el tiempo que pudiera a su lado.

Por eso y porque aquel hábito había sido el desencadenante del incendio en el
que Taehyung había perdido la vista, Yoongi fumaba con menor frecuencia. Sin
embargo, cuando estaba tan nervioso como en aquel momento, difícilmente
podía evitarlo.

Si bien sabía que Tae lo eximía de toda culpa por el accidente, él era muy
consciente de que, si algo llegaba a pasarle durante la operación...gran parte de
la responsabilidad caería sobre él. Nunca podría llegar a perdonárselo y tendría
que aprender a vivir o morir con aquella culpa.

Después de todo, Tae era mucho más que un amigo para él.

Nacidos ambos en el seno de familias adineradas, habían tenido, no obstante,


infancias y juventudes muy distintas.

Los padres de Taehyung lo habían educado desde niño con valores y respeto,
dándole alas para que volara a su libre albedrío. Había estudiado la carrera que
había querido, había salido y hecho amistades con quién había querido...y aún
así no daba nada por sentado, porque sabía que no todo el mundo gozaba de la
misma comprensión y libertad.
El mismo Yoongi no había tenido esa suerte.

Empezó la carrera de Derecho en contra de sus propios deseos. Él quería


dedicarse a la música, pero los señores Min le obligaron a abandonar sus
estudios en el conservatorio porque consideraban que el sueño de su hijo no era
más que un capricho inútil.

Nada que a Yoongi le gustara era del agrado de sus progenitores. La primera
chica con la que salió fue tildada de "falsa" y "piojosa" por la señora Min y,
cuando Yoongi empezó a salir con un chico, poco faltó para que le marcaran la
cara a golpes.

Cuando se marchó de aquella casa para ir a vivir con Tae y su familia, jamás
miró atrás.

Fue un tiempo feliz, pero también breve, porque un día los padres de
Taehyung salieron a dar una vuelta en su deportivo nuevo y ya no regresaron.
Tae no estaba presente, pero un pedazo de su alma murió junto a ellos en
aquella fatídica rotonda.

La mansión era enorme y se sentía más solitaria que nunca, pero Yoongi sacó
fuerzas de flaqueza y logró convertirse en una tabla de salvación para evitar que
su mejor amigo naufragase en aquel mar de dolor.
Los dos habían estado siempre allí, el uno para el otro, sosteniéndose para que
ninguno cayera.

Y ahora Yoongi tenía miedo, porque Taehyung siempre le había parecido


el más fuerte de los dos y no sabía qué sería de él si algún día le faltaba.

Mientras reflexionaba sobre todo lo que había sido y sería, percibió una
presencia a su lado. Era Jungkook. Tenía las manos en los bolsillos y se
balanceaba sobre sí mismo, nervioso.

-¿Quieres uno...?-dijo, ofreciéndole el paquete de cigarrillos.

Jungkook se adelantó, vacilante, y cogió uno de los pitillos. Lo prendió y empezó


a fumar, apoyándose en la pared de piedra.

-No te esperábamos-comentó Yoongi, en un intento de sacarle conversación.

-Lo sé-respondió el más joven, sin mirarle-, y a lo mejor no tendría que haber
venido. No quiero que él me vea, que sepa siquiera que estuve aquí,
pero...estaba preocupado...

-Si que lo quieres, ¿verdad...?-Yoongi sonrió con tristeza.


-Le tengo aprecio. He trabajado para mucha gente antes, pero nadie me había
tratado tan bien como él. Supongo que lo considero mi amigo.

-¿Y nada más? No quiero ser duro contigo, Jungkook. Entiendo que tienes tus
motivos, pero yo sé todo lo que pasó entre vosotros. No puedes pretender que
no sucedió... Huyendo nunca se soluciona nada.

-¿Huyendo...? No estaba...me fui con ella porque...porque la amo...-de tanto


repetir aquella mentira, tal vez acabaría por creérsela-. Lo que pasó con
Taehyung no...no significó nada para mí.

Yoongi se llevó las manos a la cabeza, incapaz de disimular su exasperación


ante las palabras de Jungkook. Jungkook agradeció que lo hiciera porque, de
ese modo, no podría percibir cómo se le nublaba la vista a causa de las lágrimas
que amenazaban con abandonar sus ojos.

Poco después apareció Hobi, que se abrazó a su chico por la espalda. Miró en
dirección a Jungkook, que se sentía cada vez más fuera de lugar, incluso
rodeado de sus amigos.

-Empieza a haber movimiento ahí dentro. Ya casi...

Jungkook ni siquiera respondió. Regresó a toda prisa al interior del edificio. Jimin
se levantó de inmediato al oír sus pasos, preocupado.
-¿Kook? He oído la puerta.

Le agarró por los hombros, a tientas. Él se dejó abrazar, porque lo necesitaba y


porque se trataba de Jimin.

La puerta, en efecto, estaba un par de milímetros abierta. Un hombre vestido


con una bata blanca y una mascarilla cubriendo su rostro terminó de abrirla de
golpe, y varias personas salieron de la estancia empujando una camilla.

-Permiso-dijo el que parecía el cirujano.

Yoongi y Hoseok venían a paso rápido por el pasillo, tomados de la mano. Había
mucha gente para lo estrecho que resultaba el corredor, pero Jungkook trató de
abrirse paso para poder ver a Taehyung. Estaba cubierto hasta el cuello con una
sábana y llevaba los ojos vendados. Al principio, sus propios nervios lo
traicionaron y no fue capaz de notar como el pecho del chico subía y bajaba con
lentitud.

Aún inconsciente, Tae ladeó ligeramente la cabeza.

Solo entonces pudo Jungkook respirar de nuevo.


-¿Cómo está?-oyó preguntar a Yoongi.

-Necesita descansar, pero estará bien.

-¿Podrá...podrá ver de nuevo...?

-Aún no lo sabemos. Hay que esperar hasta que sea el momento de quitarle las
vendas-respondió el doctor-, el mismo nos lo dirá.

Jungkook no decía palabra. Sus ojos permanecieron fijos en el suelo incluso


después de que Taehyung fuese trasladado a su habitación. Escuchaba a sus
amigos a su alrededor. Sentía los brazos de Jimin rodeando su cuello, oía a
Hoseok ahogar sollozos felices en el pecho de Yoongi, que estaba hablando por
teléfono con Seokjin para informarle del horario de visitas. Todo le resultaba
ajeno, aunque lo tuviese justo al lado.

Y era hora de renunciar a ello una vez más.

Taehyung estaba bien; solo sabiendo eso se sentía capaz de dejarlo.

No lo había perdido, tal y como temía. Se alejaría de él con la intención de


no verlo nunca más, pero también con la certeza de que otro lugar del mundo
quedaría iluminado por la belleza de su cuerpo y de su alma.
Taehyung no estaría solo nunca. Estaría rodeado de amigos, de arte y de
naturaleza. Vería de nuevo, y las cosas le parecerían el doble de hermosas.
Siendo como era, Jungkook no tenía duda alguna de que encontraría a alguien
que sí se atreviese a amar y venerar cada parte de él de la manera que merecía.

Alguien mejor que él, que no tuviese miedo de la verdad, de sí mismo o de sus
propios sentimientos.

Alguien, en definitiva, que estuviera a su altura.

Jungkook no se planteaba que, a la hora de amar, merecer o no merecer a


alguien es lo de menos. No se trata de lo que sea lo mejor para ti, sino de lo que
tú quieras.

Y Taehyung lo quería a él.

Lo quería a pesar de su huida. Lo quería con su pasado y sus problemas a


cuestas. Lo quería con lo bueno y lo malo, y sin tener idea de qué aspecto tenía.
Lo quería tanto que, cuando despertó a la mañana siguiente tuvo la certeza de
que no había sido un sueño, de que Jungkook realmente había estado allí.

Al abrir los ojos por primera vez desde su operación, se topó con la oscuridad.

Pero era una oscuridad distinta.


Sintió que tenía una venda encima. Con cuidado y, a pesar de que no tenía
permiso del doctor, la soltó y abrió los ojos una segunda vez. Parpadeó varias
veces para asegurarse de que de verdad estaba viendo las luces del techo.
Blanco y amarillo en lugar de negro. Rio en voz alta de pura felicidad.

Le dolía todo, pero se sentía casi extático. Su sonrisa se difuminó hasta


convertirse en una triste mueca cuando se dio la vuelta y encontró un precioso
ramo de flores sobre su mesilla de noche. Eran sus favoritas, y el cóctel de
esencias y colores vibrantes era tan intenso que tuvo que volver a apoyar su
cabeza sobre la almohada para poder asimilarlo todo. Concentrar su mirada en
un solo punto era tan abrumador y doloroso como mágico. Buscó un pedazo de
papel, una tarjeta, una firma...nada. Aquello le confirmó que las flores se las
había dejado él. Si se hubiera tratado de Yoongi, que también conocía a la
perfección sus preferencias en lo que a botánica se refería, habría dejado una
sentida y elocuente dedicatoria.

A propósito de Yoongi, fue el la siguiente visión que tuvo Tae aquella mañana
tan especial. Abrió la puerta después de dar un par de toques leves para avisar
de su presencia.

-¿Cómo te encuentras, pequeño...?-murmuró.

-¡Yoongi!-exclamó Tae-Acércate. Mírate, Dios mío. Estás guapísimo.


Definitivamente, el rojo es tu color.
Yoongi quedó sucesivamente desconcertado y emocionado hasta las lágrimas.
En cuestión de segundos estuvo en los brazos de su amigo, que no le permitía
abrazarle por entero porque estaba apretando sus mejillas y observando aquel
rostro que conocía tan bien y que, sin embargo, parecía ver entonces por
primera vez. No quería perderse un solo detalle.

-Creí que te perdía-susurró Yoongi.

-No seas dramático. Esa posibilidad siempre existe, pero yo sabía que no iba a
pasar. Todavía tenía que ver tu tinte de pelo nuevo, y a tu novio, y a Jimin y a
Tannie y a Jung...-se interrumpió, pero siguió sonriendo-Me queda mucho por
hacer todavía, Yoongi

-A mi me queda por lo menos una cosa.

-¿Cuál?

-¿Te he dicho alguna vez que te quiero, Tae?-dijo Yoongi, besándole


cariñosamente en la frente-Porque la verdad es que te quiero. Te quiero.

-Ya lo sé-Taehyung sonrió.

Cayó entonces en la cuenta de que había dos chicos de pie junto a la puerta.
Uno de ellos tenía el cabello teñido de un rojo ligeramente más desvaído que el
de Yoongi y lucia la camisa más colorida que Tae había visto nunca. Su gesto
de sorpresa resultaba adorable. El joven que tenía a su lado era de estatura algo
menor. Tenía los labios gruesos y una mirada extraña y, al igual que su
compañero, era bastante atractivo.

-Yoonie-dijo el chico pelirrojo, que Tae había identificado acertadamente como


Hoseok-a mi todavía no me has dicho que me quieres.

-No seas tonto, Hobi; lo sabes de sobra, aunque no te lo diga con esas
palabras...-Yoongi dejó escapar un hondo suspiro-Anda, cariño, ven aquí...

Hoseok se le acercó, sentándose en uno de los bordes de la cama. Su


novio se incorporó, subiéndose en su regazo para estar más cómodo a la hora
de besarle. Sus labios sabían a sal, porque había estado llorando. Tenía las
mejillas rosadas y los ojos hinchados pero, para Hobi, se veía más guapo que
nunca.

-Te quiero.

Hoseok respondió a aquella palabras con otro beso, moviendo sus labios sobre
los de Yoongi, despacio, apasionadamente. Seguramente era extraño, pero
Taehyung no podía apartar la vista de ellos. Quería capturar cada pequeña gota
de la vida, porque ya se había perdido mucho. Y era hermoso que la luz entrara
por la ventana, y que el papel pintado de la habitación estuviese desgastado. Y
era muy hermoso ver cómo Yoongi era amado de la manera en que siempre
había deseado serlo.
-Y ahora-dijo Yoongi-, deja las escenitas y ve a abrazar a Tae de una vez.

Hoseok bajó a su novio de su regazo con delicadeza y corrió a abrazar al chico.


Jimin, a tientas, tardó un poco más en llegar, pero también se unió al abrazo.
Permanecieron así durante varios minutos hasta que Taehyung recordó algo.

-¿Y Jungkook...?

-Se fue hace meses...-respondió Jimin, sin vacilar-¿No lo recuerdas?

-Si, pero estuvo aquí anoche. Vino por mi. Me dejó estas flores-señaló el ramo
posado en la mesilla-Busca un jarrón o algo y ponlas en agua.

-Estuvo aquí, sí-admitió Jimin-, pero no creo que vuelva.

-Volverá.

-¿Cómo lo sabes? No te engañes, Tae...Tú no lo conoces como yo.

-Siento que estoy conectado a él, Jimin. No tendría sentido que nuestra historia
terminase aquí.
-Vuestra historia terminó hace tiempo.

-No, no es así. Ni siquiera lo he visto aún...

-Mejor, así te será más fácil olvidarlo. Imagina que solo ha sido una pesadilla.

¿Una pesadilla...todo lo que había vivido con él y por él? Taehyung jamás había
tenido una pesadilla con unos labios tan suaves o una voz tan dulce como la de
Jungkook...Jamás una pesadilla se había sentido tan mal y, a la vez, tan bien.

17. Hope not

Era la primera vez que Jungkook tenía a un chico así, de aquel modo. Sería el
primero y el último al que iba a permitir acercarse tanto. Con él, sensaciones que
conocía de sobra adquirían un sentido completamente distinto. Todo se sentía
infinitamente mejor si era con Taehyung con quien lo hacía, por mucho que
tratase de restarle importancia. Su magnetismo resultaba aún mayor bajo la luz
del atardecer que entraba por las rendijas de las persianas. Un olor a velas de
vainilla llenaba el cuarto.
Taehyung estaba subido sobre él, con las piernas separadas y las manos
sujetando firme y sensualmente sus caderas. Jungkook le besaba por todas
partes al tiempo que le desabrochaba la parte superior del pijama. Quería evitar
mirarle a la cara porque, aunque sus ojos carecían de expresión, su manera de
morderse los labios era descaradamente sugestiva. Y él no había conocido
hasta entonces aquella faceta suya, pero le aterraba lo mucho que le estaba
gustando.

Una vez hubo terminado de despojar a Taehyung de la parte superior de su


pijama, sus manos ya no sabían dónde posarse, como si, impacientes, quisieran
probarlo todo. Se dio cuenta de que le temblaban y no quiso preguntarse si
estaba asustado o si simplemente llevaba demasiado tiempo anhelando y
deseando tocar a Tae de aquella manera.

Estaban viendo la primera película de Iron man cuando simplemente sucedió.


Jungkook la había visto más veces de las que era capaz de contar, pero no
despegaba los ojos de la pantalla...por lo menos no hasta que Tae empezó a
quejarse de que tenía calor y de lo mucho que le frustraba no poder ver las
escenas de una película en la que lo visual tenía un papel tan importante.

Jungkook se había acercado a él para desabrocharle un par de botones de


modo que pudiese respirar mejor, pero Tae se había tensado de inmediato al
sentir su proximidad, aferrándole por el cuello de la camisa para besarle.
Conocía aquel cuerpo a la perfección, después de haberlo ayudado a ducharse
durante sus primeras semanas de servicio. De hecho, había pensado en él más
de lo debido. Había cortado casi todas sus fantasías a tiempo, o eso creía.
Seguían allí, en un lugar no tan recóndito de su mente, y estaban a punto de
dejar de ser tan solo fantasías.
-Llévame a la habitación...-murmuró Taehyung, rozando el lóbulo de su oreja
con los labios.

-¿Por qué? Aquí se está bien y la película ni siquiera ha terminado aún...

-Kookie, la has visto cientos de veces. Tony Stark no va a morir. Si lo hiciera, no


existirían Iron Man 2 y Iron man 3...por favor...

-Pero estamos bien aquí-repitió Jungkook, sin demasiada convicción.

-Es para que puedas vernos en el espejo. Es mi antigua fantasía, pero te la


regalo a ti porque sé que vas a cumplir la que tengo ahora...-Tae sonrió.

-¿El espejo...?-Jungkook recordó la conversación que habían mantenido la


primera vez que durmieron juntos.

"No" quería decir; si un solo Taehyung bastaba y sobraba para romperle todos
los esquemas, estaba seguro de que dos (aunque uno no fuese más que un
reflejo) le harían perder el control por completo.

Asintió y le tomó en brazos para llevarlo hasta su cuarto. Tae se aferró a él con
fuerza, enredando los dedos en su sedoso cabello. Seguramente notó lo mucho
que temblaba Jungkook, lo mucho que luchaba por concentrarse en caminar
derecho mientras él dejaba un reguero de besos por la afilada línea de su
mandíbula. Era consciente de que tenía cierto poder sobre él, y le gustaba
pensar que lograría romper su cáscara alguna vez, aunque las voces del fondo
de su cabeza no se cansasen de repetirle que Jeon Jungkook era una batalla
perdida.

(...)

-¿Puedo decirte algo?-Taehyung se cubría con las sábanas como si le diese


vergüenza que Jungkook pudiese ver su desnudez, incluso después de todo lo
que había sucedido entre ellos aquella noche.

-Tú eres el que me paga, Tae. Yo no soy quien para prohibirte las cosas...

-Pero lo haces-replicó él-, fuiste tú el que puso las normas.

-Di lo que sea. Mientras no sea...eso...

-Sabes que...normalmente, cuando uno fantasea con algo y ese algo sucede-
dijo Tae, apretándose contra Jungkook-...usualmente uno acaba decepcionado.
O sea, eso creo yo...Cuando yo iba al instituto, quería besar a alguien en una
fiesta, a un desconocido...no lo sé...Simplemente creí que me sentiría bien. Y
pasó, pero me sentí terriblemente vacío y decepcionado. Quizá necesitaba amor
o confianza, o por lo menos atracción, para sentir algo en aquel
beso...Perdóname, hablo mucho...Lo que quería decir era que, contigo, las
cosas siempre son mil veces mejores de lo que imagino...Tú eres mi fantasía
más recurrente, Kookie...

Jungkook se quedó sin palabras.

-No puedes...-consiguió articular por fin-Eso es como decir que...que me


amas...No puedes decir eso, Tae; ya lo hablamos.

-Yo...lo siento pero-la voz rasposa de Taehyung se quebró-¿...qué se supone


que debo decir...? Es así, te amo. Aunque no lo diga, sigue siendo así y tú lo
sabes...

...

Cuando Jungkook despertó, había lágrimas corriendo por sus mejillas, su cuerpo
se sentía acalorado y su respiración, agitada. Sintió una caricia en su pecho y
reconoció de inmediato la mano de Soo, con un discreto anillo de plata y
diamantes en su dedo anular.

-Kook...¿Estás bien...?

-Si, bebé, no te preocupes-murmuró él, con dulzura, apretando cariñosamente la


mano de su novia-Solo ha sido un mal sueño...
Los sueños de Jungkook habían sido así desde que tenía memoria. Como los
flashbacks de una película. Aquel le había turbado sobremanera, porque estaba
casi convencido de haber olvidado a Tae. Solo por eso, le daba mucho más
miedo que los vívidos recuerdos de los golpes de su madre y de los encargados
del correccional. Tal vez, se dijo, tal sueño no era sino una indicación de que ya
era hora de hacer las paces con aquella historia de su pasado.

Era hora de que aceptase que, si bien no lo hacía ya, había llegado a amar a
Taehyung con cada poro de su piel.

Era hora de que aceptase que, de no haber sido por sus demonios, la suya
hubiese podido ser una historia maravillosa.

Si no hubiese estado roto, habría podido responder con la verdad cada una de
las veces que Tae le dijo que lo amaba. Se habría ahorrado el dolor de hacerle
daño, de ver el desconsuelo adornando sus perfectas facciones.

Sin embargo, debía asumir también que aquello ya era pasado, y que con
lamentarlo no bastaría para volver atrás y borrar sus errores. Tampoco deseaba
volver, y de sus errores podía aprender. Después de todo, decían que el tiempo
lo curaba todo, y Jungkook se creía enamorado de Soo Young. Incluso si el
pasado llamaba a su puerta en forma de recuerdos oníricos, él estaba muy
seguro de haberlo superado.
Taehyung no era lo único que había estado aprendiendo a superar, aunque sin
duda era la memoria más agradable de todas las que pretendía borrar. Uno
puede ser escéptico ante esa sentencia que afirma que "el tiempo lo cura todo"
pero lo que si es indudable es que el tiempo nos cambia a todos. Ya había
pasado cerca de un año desde que vivía con Soo en Los Ángeles, y Jungkook
era otra persona. Dudaba de sí mismo un poco menos y se quería un poco más.

Parte del mérito le correspondía a Soo Young, que nunca había dejado de
repetirle lo mucho que valía. Jungkook le guardaba un cariño y una gratitud
inmensos. Era preciosa y quería tocarla todo el rato. La amaba, sí,
porque...¿Acaso no se suponía que eso era el amor?

Después de aquella breve reflexión, Jungkook había terminado por entregarle el


anillo que ahora lucía orgullosamente en su anular. Había sido un día
cualquiera, durante una excursión a la playa. Habían jugado a salpicarse el uno
al otro dando patadas a las olas. Después de la petición de mano y de los
jueguecitos en el agua, Jungkook la había besado. Todo su rostro sabía a sal,
pero a Soo Young le había parecido muy dulce.

Los sueños que tenía Soo Young en aquel momento, mientras Jungkook la
llevaba en volandas y los dos reían en voz alta, jamas le habían parecido tan
sencillos. Él no se parecía en nada al príncipe azul con el que había fantaseado
en su niñez. Bien podía no ser el chico de sus sueños de infancia, pero la vida
se lo había puesto delante y ya no podía soñar con ningún otro.

-¿Cómo quieres que sea tu boda?-preguntó él, abrazándola por detrás bajo las
sábanas.
-Mmm...veamos...Tenía un montón de cosas pensadas. Me había imaginado
incluso la decoración de la tarta y el corte del vestido. Siempre he querido llevar
un velo...

-Entonces lo llevarás-dijo él, atrayéndola hacia si para poder darle un beso tierno
y breve en los labios.

-Y tú me lo retirarás con delicadeza para besarme, justo así-le devolvió el beso-.


Siempre he tenido esa imagen mental, pero en mi fantasía el chico que había en
frente de mí nunca tuvo un rostro definido.

-¿Y ahora...?¿Lo tiene?

-Eres tú, tonto-sonrió ella-Siempre lo he tenido todo planeado, Kook. Cada


detalle. Podría aburrirte con eso, pero tú me has cambiado. Me casaría contigo
aquí y ahora, con lo puesto, si fuera necesario. Y me daría igual que no hubiese
tarta, ni ramo de flores, ni vestido ni invitados. Me daría igual todo eso, porque te
tendría a ti. Porque te tengo a ti.

-¿De verdad?

-Te lo prometo.
Jungkook sintió una punzada de culpa, pero no quiso indagar en las razones.
Volvió a besarla; todo iba a las mil maravillas.

-Te pedí que te casaras conmigo y dijiste que si, pero no hemos hablado de la
fecha. ¿Cuándo...?

-Pronto-respondió ella, sin dudar.

-Pronto-repitió Jungkook, besándola por enésima vez aquella mañana.

La propia Soo sabía que su urgencia por pasar por el altar no se debía
únicamente a la pasión arrolladora que despertaba en ella su prometido. Tenía
miedo. Muchas veces había tratado de reunir el valor que requería confesarle
que había quemado aquella carta de Taehyung. Había pasado mucho tiempo y,
desde fuera, podía parecer una minucia, pero ella se sentía atormentada y
culpable.

Solo dos cosas consolaban a Kim Soo Young de aquella culpa. La primera era la
(por otra parte, aterradora) certeza de que Jungkook también le ocultaba cosas,
a pesar de lo mucho que se había abierto a ella en los últimos meses. La
segunda era que otra carta de Taehyung había llegado aquella mañana y, junto
con ella, una oportunidad de redimirse. No pensaba cometer el mismo error una
segunda vez.
Ella misma le entregó la carta en mano. Jungkook la tomó y corrió a sentarse en
uno de los sillones de la sala para poder leerla cómodamente y con atención.
Soo intentó sonreír, pero el corazón se le encogió dentro del pecho.

Los ojos de su novio devoraban cada línea con avidez, haciendo gala de mil
emociones distintas, y de sensaciones que ella nunca le había despertado y que
él aún creía haber olvidado.

Taehyung era nombrado o recordado y ella ya no podía estar segura de nada.


Jungkook bien podía ser su prometido pero ella sabía que, muy en el fondo, no
era más que su segunda opción.

Y dolía, pero resultaba infinitamente mejor que no ser una opción en absoluto.

El anillo que portaba en su dedo era una prueba de su victoria. Al final, se dijo
Soo, aquello era lo único que contaba.

.....

"Para Kookie:

Te escribo para darte las gracias y también para felicitarte y desearte lo mejor en
tu vida de casado. Gracias por cuidar de mi y gracias por las flores pero, sobre
todo, gracias por señalarme la estrella fugaz aquella noche. Mi deseo se hizo
realidad, ¿sabes? Por lo menos a medias, porque yo también deseé poder verte
a ti. Eso eran dos deseos, no uno (supongo que fui demasiado ambicioso). Pero
puedo ver y es como magia. Puedo ver a Yoongi besando a Hobi a todas horas,
y a Tannie durmiendo la siesta, y puedo jugar a videojuegos en mi cuarto otra
vez. Me gustaría compartir todo esto contigo, pero no se puede tener todo.

En cualquier caso, estoy muy contento. Eso si, espero verte algún día. Si, quiero
pensar que nos encontraremos dentro de algunos años. Tú estarás casado y
con hijos, y no sé qué será de mí, porque en varios años puede pasar por
cualquier cosa. Si nos encontramos, quiero que nos sentemos a tomar algo en
cualquier terraza y hablemos durante horas. De cualquier cosa, Kookie, porque
entre nosotros ya ha habido suficiente silencio. Cuando corra el tiempo, quiero
creer que ya no existirán el miedo ni la vergüenza. Y podremos ser amigos, sin
nada más de por medio. Esta vez sí.

Si no respondes a esta carta, no me voy a enfadar porque entenderé que tal vez
no supiste qué decir o simplemente no quisiste decir nada. Estoy bien con eso
porque sé que el hecho de que no me escribas no significa que me odies. Yo sé
que no me odias.

Felicidades por tu compromiso con Soo Young. No la conozco mucho pero si tú


la quieres, entonces no me cabe duda de que es maravillosa. La vi en aquella
fiesta, la primera noche que pasasteis juntos. Supongo que fue un momento
crucial. Debiste enamorarte de ella muy rápido, porque ese fue el día que me
dejaste.
¿Cómo es Soo Young? ¿Le has enseñado ya las constelaciones? Me pregunto
como será Kookie enamorado. Apuesto lo que sea a que es adorable.

Te diría lo que suele decirse: que cuides mucho de ella. Pero como estoy seguro
de que es Soo quien te cuida a ti, te diré que no te pierdas un detalle de ella.
Fíjate en cómo se se mueve y en si tiene un lunar junto a los labios. En todo,
Kookie, y también en su voz, en su perfume y en las palabras que repite a
menudo. Yo miro y siento de esa forma todo aquello que amo, porque he
aprendido a las malas que incluso las cosas más pequeñas pueden llegar a
tener un gran valor. Como esto, por ejemplo. Esta es mi letra, porque Yoongi ya
no tiene que escribir más en mi lugar :)

Quería decirte un millón de cosas, pero me he quedado en blanco porque soy un


absoluto desastre así que, mientras intento recordar si me dejo algo en el tintero,
me gustaría hablarte sobre los regalos de boda (o de compromiso, lo que sea)
que acompañan a esta carta. El pijama de Iron Man es para ti porque sé lo
mucho que te gusta y también para que no pases frío por las noches. Ya sé que
sueles dormir sin nada encima, pero pensé que si era de Iron Man a lo mejor no
te importaba ponértelo

El velo de novia no es un regalo exactamente, pero no me importa prestártelo.


Era de mi madre y yo siempre jugaba con él cuando era un crío, pero ha estado
sepultado en un cajón desde que ella murió. Me daba mucha pena, porque sé
que ella hubiera querido que alguien más lo utilizara. Por eso se lo presto a Soo
Young (aunque también puedes utilizarlo tú si quieres; no te hará menos
masculino si es eso lo que temes, y estoy seguro de que te sentará genial...)
Lo repito, soy un desastre escribiendo, pero no quiero que pienses que si tengo
tantas ganas de hablarte es porque aún siento por ti lo que una vez sentí. No,
Kookie, te prometo que el pasado se quedó en el pasado, enredado en la venda
que me quité de los ojos aquella mañana en Boston. No me arrepiento de nada,
y estoy orgulloso de haberte amado tanto como lo hice. Ahora solo quiero que tú
y yo seamos felices en los caminos separados que la vida eligió para nosotros.

Con cariño, Tae."

18. Last first kiss

Jungkook estaba tranquilo y casi apático a pesar de la gran cantidad de


preparativos en los que iba a tener que tomar parte antes de la boda. Para
empezar, tenía que ir al taller para tomarse las medidas del traje, y acompañar a
Soo a elegir telas para el vestido que llevaría durante la ceremonia. Encargar la
tarta, diseñar las invitaciones y elegir a los invitados...Taehyung estaba en la
lista, aunque ni la novia ni el novio contaban realmente con su asistencia.

Permanecía de pie, pacientemente, mientras la joven encargada de la


tienda clavaba alfileres en los dobladillos de la excelsa tela. Soo Young estaba
radiante, no parecía para nada cansada a pesar de que ya había perdido la
cuenta de los vestidos que se había probado, todos con su velo incluido. Ya
fuesen esponjosos, con cola larga, cintura entallada, corte de sirena, escote de
pico o de palabra de honor, se veía simplemente espectacular. Como la novia
más bonita del mundo, y él no podía apartar los ojos de ella.
Sin embargo, sentía casi que no estaba allí. Que estaban a kilómetros de
distancia, a pesar de sus dedos entrelazados, a pesar de que ella le devolviese
la mirada y le regalase una sonrisa.

Habían regresado a Corea hacía menos de una semana para que los
padres de Soo Young pudiesen conocer al prometido de su hija. Y Jungkook se
había esmerado por agradarles dentro de sus posibilidades, pero no lo había
logrado. Había hecho gala de sus mejores modales, se había abotonado la
camisa por completo para que no se le vieran los dos tatuajes que tenía en la
parte superior del pecho y había respondido con sinceridad y elegancia a cada
una de las preguntas que el matrimonio Kim le había hecho.

Era evidente que los prejuicios habían podido más que su presencia. No le
habían dado una oportunidad realmente. Para ellos, Jungkook no era más que
un chico guapo que se las había arreglado para seducir a su hija y asegurarse
así un futuro y una fortuna. Si era pobre, era un aprovechado. Si no tenía
relación con sus padres, era un mal hijo. Si no llevaba smoking o traje de
corbata a una cena formal, no era más que un golfo. Hiciera lo que hiciera,
nunca sería suficiente para ellos.

La opinión de los señores Kim sobre el novio de Soo no tuvo, sin embargo,
repercusión alguna en el compromiso. Al fin y al cabo, como ella le dijo a
Jungkook, "es conmigo con quien te vas a casar; no con mis padres".

Él admiraba fervientemente aquella parte de Soo Young. Aunque sus


padres no estuviesen de acuerdo, fueron ellos quienes acabaron pagando la
ceremonia y casi todos los pormenores de la misma. Así de persuasiva y
decidida era la joven con quién Jungkook se había hecho promesa de pasar el
resto de su vida.

Había temido que volver a Corea le desestabilizase por completo,


haciendo sus recuerdos más reales. No había tenido demasiado tiempo para
ello, entre llamadas a agencias, encargos, reservas en hoteles para la luna de
miel...De hecho, ya empezaba a notar el desgaste.

-Necesitamos un día de descanso. Quedarnos en la cama todo el día, sin


hacer nada-le dijo a Soo una mañana-. Nunca pensé que preparar una boda
fuese tan fatigante...

-Aguanta un poco, cielo-replicó ella-. Esta noche tenemos que


presentarnos en sociedad por primera vez desde el anuncio del compromiso. Ya
sé que no te gustan mucho las fiestas, pero nos iremos pronto a casa y
dormiremos todo el día si tú quieres.

A Jungkook seguían sin gustarle demasiado las fiestas, pero hizo el


esfuerzo por ella. Estaba bebiendo tranquilamente de su copa mientras Soo
Young le presentaba a conocidos y amigos y repetía una y otra vez, con las
mismas palabras, la historia de cómo se habían enamorado. Jungkook disimuló
un bostezo. No recordaba ninguno de los nombres que había oído por primera
vez aquella noche y empezaba a preguntarse cómo era posible que su chica
tuviese tantas amistades.

Fue entonces cuando sus ojos se cruzaron con los de él.


Era definitivamente él. Estaba más delgado y llevaba el pelo de color
caoba, algo más largo que la ultima vez que se vieron. No se le había ocurrido
que era posible que se lo encontrara por allí. Jungkook apartó los ojos, con el
corazón latiéndole a mil por hora, pero ya era tarde.

-¿...Jungkook?

Taehyung no había sido del todo sincero en su carta. Aunque ya se había


resignado a no encontrarse con Jungkook nunca más, no había dejado de
amarlo. ¿Cómo era posible dejar de amarlo? Jungkook era para él un
sentimiento, el nombre de la belleza. Una voz, un latido, un perfume. No era algo
corpóreo, sino etéreo, y quizá por eso su amor era mucho más puro y
perdurable.

Tuvo que sentarse cuando lo vio por primera vez, incapaz de asimilarlo de
golpe. No se había equivocado. Jungkook era el ser más hermoso de la tierra.
También era bonita la chica cuya cintura rodeaba con los brazos, pero Tae no
reparó en ella. El resto del mundo había desaparecido a su alrededor, y solo lo
veía a él.

Jungkook se dio la vuelta al oír aquella voz, que tantas veces le había
hecho estremecerse, pronunciar su nombre. Era cierto, entonces, que Taehyung
era capaz de reconocerle sin haberle visto nunca. Por su latido, su manera de
caminar. Había sentido que se trataba de él. Estaba sentado a solas, aunque
Jungkook también pudo adivinar las figuras de Jimin, Hoseok y Yoongi bailando
a unos metros de allí. Se acercó a él y se sentó a su lado, porque era lo
correcto, aunque sintiera que las rodillas le fallaban.

No existía razón alguna para no saludar a un viejo amigo...

-Taehyung...gracias, por los regalos. ¿Cómo has estado? Se te ve bien-


nunca se le había dado bien iniciar conversaciones, y estaba temblando.

-Bien. No eras muy animado, pero se te echa de menos. Te echo de


menos. Eres mi amigo, después de todo...-a Tae también le temblaba la voz.

Se quedaron callados por un momento, y Tae miró a Jungkook con


detenimiento. Alzó los manos para sujetar su rostro mientras se fijaba en cada
uno de sus rasgos, pero las detuvo a medio camino, porque la prometida del
chico estaba tan solo a unos pasos y podía malinterpretar la situación. Jungkook
tenía constelaciones en los ojos, un firmamento entero. Tenía los labios finos y
bonitos. Tae los había había besado muchas veces, pero ahora le resultaban
tristemente ajenos.

-¿Sabes? No me equivocaba respecto a ti. Eres muy guapo.

-Tú también-titubeó Jungkook.


Taehyung sonrió, porque sabía que el Jungkook que él había conocido
jamás habría dicho algo así en voz alta. Ojalá lo hubiera conocido así, se dijo.
Pero se habían amado a destiempo y ya no merecía la pena desear que las
cosas hubiesen sido distintas.

-Tu prometida también es preciosa. Y te veo bien. Es decir, es la primera


vez que te veo, pero tengo la sensación de que estás mejor. Así que me alegro
mucho de que estés con ella.

-¿Vendrás a la boda...?

-No lo creo; estaré ocupado. Pero te deseo la mejor de las suertes. Espero
que nos veamos más a partir de ahora-mintió Tae.

-Me alegro tanto de que todo saliera bien...-murmuró Jungkook.

Entonces, sin previo aviso, abrazó a Taehyung con fuerza, cerrando los
ojos para evitar que fluyeran las lágrimas que había guardado por tanto tiempo.
Tae lo sintió apretarse contra él y los recuerdos lo golpearon dolorosamente. Lo
hubiera dado todo por una sola noche a su lado en aquel instante. Una sola
noche, aunque después no lo viera nunca más, aunque después tuviese que
renunciar completamente a él. Quería mirarle durante horas, hablarle de todo lo
que sentía y que Jungkook le correspondiera, quería sentirle de todas las
maneras posibles, besar cada uno de sus poros. Porque la suya había sido la
mentira más infame del mundo, porque aún lo amaba tanto que le quemaba las
entrañas. El tiempo, en su caso, no había curado nada.
Los dos pensaban lo mismo y deseaban lo mismo, pero la situación había
cambiado, y, aunque Jungkook tenía ahora la capacidad de amarle sin
negárselo a sí mismo, había perdido la libertad de hacerlo.

Soo Young estaba fuera de su campo de visión, de modo que Jungkook


supuso que ella tampoco podía verlos desde donde quiera que estuviera.

-Ya sé que todo lo que pasó entre nosotros terminó, y que es tarde para
esto, pero sí que te quise. Estaba enamorado de ti, pero fui un cobarde. Y esto
ya no vale nada, porque ya no siento lo mismo-mintió Jungkook-, y tú tampoco,
pero siento que te lo debo. Ni siquiera me despedí de ti entonces...

Con aquellas palabras, atrajo a Taehyung hacía sí. Sus labios se rozaron
durante un par de segundos. El tacto fue mínimo, delicado como una mariposa
posándose en la rama de un árbol. Tae quería seguir, quería comérselo entero.
Pero Jungkook ya no era suyo, nunca se había atrevido a serlo del todo. Y dejó
una vez más que se fuera, con un pedazo destrozado de su alma entre las
manos.

Jungkook buscó a su prometida por la sala y, cuando por fin la encontró,


reposó la cabeza en su pecho, emocionalmente exhausto. Soo Young pareció
sorprendida, pero no tuvo reparo en despedir a las personas con las que
mantenía una conversación completamente superficial en aquel momento. Su
chico era más importante para ella. Lo elegiría siempre por encima de todo lo
demás.
-¿Estás cansado, Kook...?

-Quiero echarme en la cama y no despertarme nunca más.

-Pero cielo...-dijo ella, preocupada-¿Te duele la cabeza o algo así...?


Mañana estarás mucho mejor, ya lo verás. Solo necesitas descansar un poco.

Jungkook asintió y empezó a jugar con el pelo de su novia, como si fuera


un niño pequeño. Soo Young le sonrió y sacó las llaves del coche para volver a
casa y dejarlo dormir. Por alguna razón, sentía su corazón más pesado que de
costumbre. No veía la hora casarse y que llegase la luna de miel para poder salir
de Corea otra vez.

Cuando Yoongi, Jimin y Hoseok abandonaron la pista de baile se


encontraron a su amigo exactamente en el lugar donde lo habían dejado. Tenía
la mirada perdida y un dedo en los labios. Yoongi no quiso preguntar, a pesar de
que los accesos de melancolía habían dejado de ser tan frecuentes en
Taehyung durante los últimos meses.

Tal vez había comprendido por fin que, pese a que luchar por algo que
amas es un gesto noble, a veces no es suficiente y uno tiene que rendirse antes
de que la futilidad de la lucha lo llene de amargura. Jungkook lo había amado,
pero aseguraba que ya no lo hacía. Y aunque Tae leía algo muy distinto en su
mirada, iba a dejarlo ir de una vez por todas.
No sabía si lo habría intentado de no ser así, pero razonó que, si Jungkook
quería a Soo Young lo suficiente como para casarse con ella, él ya no pintaba
nada en su vida. No iba a perseguir un amor que no quería ser perseguido.
Dejaría que ellos dos fueran felices para siempre y curaría sus heridas en
silencio y en soledad.

19. Like a love song

-Yoongi, ¿podrías hacerme un favor?

-Claro, Tae Tae. ¿Qué quieres...?

-Esta tarde, cuando vayas a recoger a Hobi de la universidad, ¿podrías


dejarme en el palacio que hay al lado...?

-Pero...-Yoongi se interrumpió y ató cabos.

La boda de Kim Soo Young y Jeon Jungkook tendría lugar en aquel palacio
al día siguiente. Quedaban menos de veinticuatro horas y, según le había
comentado Seokjin, esa misma tarde harían un ensayo de la boda para
asegurarse de que todo saliera a la perfección.
-Tae, no es bueno para ti. No deberías torturarte de ese modo. ¿No le
dijiste que no podrías ir a la boda...?

-Sí, pero puedo ir al ensayo. Si le veo así, tal vez logre convencerme a mí
mismo de una vez de que no es para mí. Mañana será un hombre casado. Y yo
soy su amigo, no debería permitir que mis propios sentimientos me impidan
alegrarme por él.

Yoongi suspiró. Sabía perfectamente que las cosas no eran tan simples, y
que Jungkook no amaba a su prometida de la misma manera en que esta lo
hacía. No era un afecto del todo recíproco, pero aún así, Tae no debía tener
esperanzas. Era difícil, él lo sabía perfectamente. Sabía que Tae miraría a
Jungkook con una sonrisa en la cara, porque su sola cercanía le hacía un poco
más feliz. Y esa clase de amor era la clase más resistente de amor, porque te
quemaba por dentro pero también te iluminaba.

-Te llevaré-cedió finalmente-, pero Hoseok y yo iremos contigo.

-Os miraran mal si vais de la mano y actuáis como una pareja-dijo Tae-; los
tíos de Seokjin son esa clase de gente...

-Bueno, es que somos una pareja-replicó Yoongi, encogiéndose de


hombros-, así que iremos de la mano y probablemente nos besaremos. A ti no te
molesta y tú eres el único cuya opinión me importa.
Yoongi no se sentía para nada cómodo cuando sentía los ojos de la gente
sobre él, cuando casi podía oír sus juicios sobre él, su manera de vivir o de
vestir o la gente con la que se relacionaba. Pero Hoseok era su mundo y, si
estaba con él, no le importaba nada, porque al mirarlo toda sensación negativa
se mitigaba.

Hoseok estaba cansado y algo desarreglado, porque acababa de salir de


clases. De nuevo, él y su novio eran como el ying y el yang, opuestos y, no
obstante, perfectos el uno para el otro. Entraron en el palacio tomados de la
mano, detrás de Taehyung, que iba vestido con un elegante abrigo de color
café. Soo Young y su prometido le saludaron con algo de extrañeza.

-Pensé que no vendrías-dijo Jungkook.

-Mañana no podré estar ahí, pero no quería perderme un día tan


importante en tu vida. Al fin y al cabo, la conociste gracias a mí-respondió
Taehyung, sonriendo.

Besó en las mejillas a la joven y después estrechó la mano de Jungkook,


que la retuvo entre las suyas más tiempo del necesario, aprovechando que su
futura esposa estaba saludando al resto de invitados. Las manos de Taehyung
eran largas, bonitas y suaves, aunque más ásperas que las de otros hombres de
su nivel económico, porque le gustaba trabajar en el jardín. Jungkook apretó la
mano y la acarició suavemente con el dedo pulgar, pero la soltó al darse cuenta
de lo que estaba provocando aquel gesto en el otro hombre, que tenía las
mejillas teñidas de rubor y los ojos brillantes...
Taehyung siguió su camino y tomó asiento junto a sus amigos, sin mirar
atrás. Tenía los dedos inconscientemente tensados, como si temiera que se
esfumara el recuerdo del tacto de Jungkook. Yoongi y Hoseok tenían las manos
entrelazadas sobre la mesa y no dejaban de reírse, pero, para él, todos los
sonidos que llenaban la estancia quedaban opacados por los latidos de su
corazón.

Alguien dio unas palmadas para avisar a los novios y demás personas de
que debían ocupar su lugar para empezar a ensayar la ceremonia. Soo Young
se abrió paso por el corredor del brazo de su padre, y se detuvo delante de su
novio, mirandole intensamente a los ojos. Parecía la escena final de un drama
romántico de sobremesa, pensó Yoongi. Ella procedía de buena familia, en el
sentido económico de la palabra. Él tenía un pasado complicado y un corazón
enorme, y los dos eran excepcionalmente atractivos. Y en cierto modo, los dos
estaban actuando, y no porque se tratase de un ensayo. La escena era
visualmente preciosa, con decoraciones florales en los arcos y una pareja
enamorada mirándose a los ojos, pero él no acababa de creerse la
interpretación del novio.

-Jungkook, tú y yo no nos conocimos de una manera extraordinaria-dijo la


novia, cuando le tocó pronunciar sus votos matrimoniales- Nuestra historia de
amor comenzó de una manera corriente y casi vulgar. Nos besamos en una
fiesta y tú ni siquiera recordabas mi nombre días después. La mayoría de
historias que comienzan así terminan la misma noche y no son dignas de ser
contadas, pero yo sentí que eras especial desde el primer segundo. Quizá por
eso nuestra historia no se ha terminado todavía. No estoy dispuesta a dejar que
lo haga, no después del tiempo que me ha llevado sentir que realmente estás
aquí conmigo. Una de las cosas que más a menudo me repites es lo agradecido
que me estás porque te he enseñado a amarte a ti mismo y así puedes
corresponderme con más plenitud. Lo que no sé si sabes es que yo también te
estoy muy agradecida, porque nunca soñé con encontrar a alguien que
completara mi alma de esta forma. Por supuesto que debes amarte, amor. Me
gustaría que pudieras verte con mis ojos, que fueras capaz de ver de verdad lo
mucho que vales. No eres insuficiente, no eres una carga. Me haces sonreír
todos los días, y te adoro por eso. Por eso y por tantas otras cosas que no
puedo decirte porque no tenemos tiempo. Espero que tengamos mucho tiempo
a partir de ahora, pero hoy no quiero perder un minuto más intentando expresar
algo para lo que las palabras no bastan. No sé si existan palabras mejores o
más elocuentes que "te amo". Es una frase que se ha repetido muchas veces a
lo largo de la historia, y que algunas veces se ha sentido y otras se ha fingido.
Es lo único que puedo ofrecerte por ahora, pero no por repetida es menos cierta.
Te amo, Jungkook. Estoy impaciente por continuar compartiendo mi vida
contigo, por seguir amándote un poco más cada día. Y prometo amarte siempre,
y estar para ti en lo malo y en lo bueno.

Jungkook pareció emocionarse ante las palabras de ella. Habían sido


escritas y memorizadas de antemano, pero también eran sentidas. Cualquiera
era capaz de verlo, por la manera en que una chica tan compuesta y orgullosa
como Soo temblaba al pronunciarlas.

Los votos del chico fueron más breves, pero los concluyó con las mismas
palabras, prometiendo también amarla por el resto de sus vidas.

Taehyung estaba llorando a mares cuando se besaron después de recitar


lo mucho que se querían. Vio los labios de Jungkook moverse con lentitud sobre
los de Soo Young y sus cargados lacrimales terminaron por ceder. Yoongi había
acudido a muchas bodas con su amigo, y sabía que este lloraba en todas. Pero
aquella ni siquiera era una boda de verdad y aquellas lagrimas no eran de
emoción. Abrazó a Tae por la espalda y le tendió un pañuelo. El chico acabó por
gastar un paquete entero cuando los ojos de Jungkook se encontraron
intencionalmente con los suyos.

-¿Quieres que nos vayamos?-le preguntó Hoseok, preocupado.

-No, quedémonos un rato más-dijo Taehyung.

-¿Estás seguro de que aguantarás?

-Claro que sí. No estoy enfermo, Yoongi, solo enamorado-replicó el joven-.


Deja de tratarme como si estuviera hecho de porcelana.

Después de la ceremonia normalmente solía tener lugar el banquete pero


los padres de Soo Young habían preferido ahorrarse pagar también por la
comida del ensayo, ya que no eran del todo favorables al enlace de su hija con
aquel "muerto de hambre". Así pues, el siguiente paso fue el baile, para
comprobar si la playlist que la pareja había preparado estaba en orden y si los
equipos de sonido funcionaban bien.

Después de que Soo y Jungkook abriesen el baile, una de las canciones


que sonaron fue aquella que Taehyung le había enseñado durante los días en
que cuidaba de él. Jungkook la había añadido porque le parecía preciosa, pero
no lo habría hecho si hubiera contado con la presencia del otro chico. De nuevo
cruzó su mirada con Taehyung y lo encontró retraído y melancólico. Odiaba
verlo así y saber que tenía la culpa. Se le acercó con cautela y se arrodilló frente
a él, tomando sus manos.

-Kim Taehyung, hace tiempo me pediste que bailara contigo y yo me


negué diciendo una tontería, no sé si te acuerdas-levantó la vista y Tae se
encontró de nuevo con aquellas dos hermosas galaxias.

-Me acuerdo muy bien, Kookie. Dijiste que no bailarías conmigo porque
eso te parecía demasiado gay-replicó, con calma.

-Ya no soy el que era. Y me gustaría compensártelo. Te debo un baile,


después de todo.

Tae no tuvo tiempo de responder, porque Jungkook ya le había tomado de


las manos y lo estaba conduciendo hasta la pista de baile. Perdió el equilibrio en
sus brazos.

-Todavía no me acostumbro a esto, perdona. No me acostumbro a verte,


es como si hubiera demasiadas cosas a mi alrededor y tuviera que asimilarlas
todas.

-Cierra los ojos si quieres. No te vas a caer, yo estoy aquí-le aseguró


Jungkook.
Si Tae se hubiera atrevido, le habría dicho que no quería cerrar los ojos,
que quería mirarle y no perderse detalle. Pero no quería decir algo así en voz
alta, de modo que cerró los ojos y se dejó llevar. En cierto modo, había algo que
le gustaba en aquella sensación tan nostálgicamente similar al pasado que
ambos tenían en común. Era una canción lenta, romántica, casi sugestiva.
Intentaban no acercarse mucho al otro, pero aún así atraían algunas miradas.

Soo Young era una de las personas que no podían apartar la vista de ellos,
por lo menos hasta que Hoseok y Yoongi salieron a la pista y empezaron a
hacer unos bailes muy extraños y divertidos, sin dejar de reírse y de mirarse con
gesto chispeante. Tae abrió los ojos al oír la risa escandalosa de Hoseok y
también sonrió después de ver a sus amigos causar un escándalo. Los invitados
no dejaban de cuchichear, algunos ponían mala cara y otros, por el contrario,
aplaudían. Yoongi, algo cohibido, miró en dirección a su amigo. Se lo estaba
pasando como nunca, pero jamás se habría permitido ponerse a sí mismo en el
centro de atención de no haber sido porque quería asegurarse de que Taehyung
tuviese un último momento de intimidad con el chico al que amaba.

Tae entendió aquella mirada y sujetó a Jungkook por la cintura con una
mano mientras entrelazaba sus dedos con la otra. Lo miró a los ojos, como
miraba siempre sus cuadros favoritos. Había oído alguna vez que "el arte no
tenía por qué ser bonito, solo tenía que hacerte sentir algo". Jungkook era
bonito, pero también le hacía sentir mil cosas. Jungkook tenía que ser la forma
de arte más perfecta que existía, pensó Taehyung.

Y era algo completamente mutuo. La primera vez que Jungkook había


visto al chico que tenía en sus brazos le había asustado su belleza. Después, le
habían aterrorizado su bondad, su manera de aceptarle tal cual era, y la belleza
de su corazón. Y casi un año después, nada había cambiado, excepto que, si
era honesto consigo mismo, sabía perfectamente el nombre que tenía lo que
Taehyung le hacía sentir.

Incluso cuando la canción se acabó y se hizo el silencio, ellos no


parecieron darse cuenta, porque seguían abrazados, moviéndose con lentitud.
Sujetos el uno al otro, casi enganchados, reacios a dejarse ir. Era un abrazo de
amantes, no de viejos amigos. Soo Young no se dio cuenta, o tal vez fingió que
no lo hacía. Simplemente se acercó a su novio y le tomó por el brazo:

-Ya ha empezado la siguiente canción, Jungkook-dijo, con tono neutro-, me


gustaría que la bailaras conmigo...

Entonces Jungkook soltó a Taehyung al instante. No lo hizo de manera


brusca, pero tampoco lenta, y fue como si el clima se volviese frío y desolado
repentinamente. Era ella quién ahora ocupaba su lugar entre los brazos del
chico, y también en su cama y en su corazón.

Y Taehyung simplemente tendría que acostumbrarse a ello, tendría que


aceptar de una vez que así eran las cosas. Dejarlo ir no significaba dejar de
pensar en él, aunque sí curarse de su impacto sin dejar de agradecer que
hubiera pasado por su vida. En cualquier caso, Jungkook se casaba al día
siguiente, y él no podía esperar un milagro.

"No me equivoqué contigo, Jungkook...No eras una batalla perdida, pero


tampoco era yo quién estaba destinado a ganarte..."
20. Selfless

El matrimonio no era un asunto tan serio en los tiempos que a Jungkook le


había tocado vivir. Era algo que podía hacerse y deshacerse, unos trámites
innecesarios que apenas tenían un cierto simbolismo, si bien en la esfera social
en que se movía últimamente se le daba un poco más de importancia que a pie
de calle. Sin embargo, cuando despertó aquella mañana, no tuvo la sensación
de que fuese un día más. La fecha casi parecía estar escrita con mayúsculas en
el calendario.

Metió el traje en una bolsa de deporte y dirigió sus pasos al palacio,


vestido con una sudadera y unos pantalones de chandal. Se suponía que no
debía ver a la novia la mañana de la boda y, aunque él no creía mucho en
aquellas cosas, no le había importado que Soo Young durmiese en casa de sus
padres aquella noche. Casi no se había dado cuenta de que le había faltado
aquella noche, y fue afortunado que no lo comparara con la noche que había
pasado sin Tae después de haberle besado por primera vez. Aquello era un
vacío, esto no llegaba siquiera una sensación. Tal vez en ello estaba la
diferencia que no había sabido o querido ver.

Cuando llegó al palacio, la decoración estaba mucho más lograda que la


del día interior. Todo estaba cubierto de flores blancas de plástico que le
recordaron al hermoso invernadero de Taehyung y, por supuesto, palidecieron
en comparación. Había algunas carpas afuera, y pasó por delante de las que
contenían la tarta y los regalos de los invitados hasta encontrar una en cuya
intimidad pudiera cambiarse de ropa. Se enfundó en aquel traje de corte
elegante, despacio, asegurándose de que cada botón estuviese bien abrochado.
Y de nuevo regresó a él el sentimiento de que aquel no era él, de que en el
fondo solo estaba haciendo el papel de su vida.

Después de vestirse y calzarse, Jungkook pasó un largo tiempo mirando la


lazada de sus zapatos, sentado pensando en nada y en todo a la vez. Así le
encontró Seokjin:

-Jungkook, ya sé todo eso que dicen siempre de que no puedes ver a la


novia antes de la ceremonia, pero creo que deberías ir a ver en qué anda mi
prima. Se está haciendo un poco tarde y aún no ha salido de su carpa...

-Está bien; iré a ver.

Jungkook se levantó y entró a donde estaba su novia. La encontró


sentada, en actitud similar a la que había mostrado él tan solo unos minutos
antes, con la diferencia de que Soo Young ni siquiera había terminado de
prepararse. Llevaba el velo puesto y el vestido a medio abrochar y estaba
descalza y desmaquillada.

-Soo, nos casamos en menos de una hora. Tal vez deberías darte prisa-
dijo él.

La joven levantó la cabeza al oírle y sonrió, aunque forzadamente.


-¿Debería...? Jungkook, ¿crees que pareceré más patética si termino de
vestirme o si me preparo completamente...para que al final no se celebre
ninguna boda...?

-No te entiendo...Deja de decir tonterías y acaba de vestirte.

Soo Young se quitó el velo con delicadeza y avanzó hacia su prometido.

-No son tonterías. Mira, Jungkook. Quiero que le devuelvas su velo a Kim
Taehyung...porque eso no es lo único que le he quitado...-con esas palabras,
apoyó la mano en la que sostenía el velo sobre el pecho de Jungkook,
señalando su corazón.

-Pero...-Jungkook estaba paralizado, sin saber qué hacer o qué decir.

-Nada de peros. Tú no vas a casarte conmigo, porque eso no es lo que


quieres. Y yo tampoco quiero casarme contigo sabiendo que no me amas como
yo a ti. He sido egoísta por mucho tiempo, ¿sabes...? Aquella carta que escribió
Taehyung sí que te llegó, pero yo la...la tiré...No acabé de leerla, pero
sospechaba que había habido algo entre vosotros. Estaba celosa, pero no lo
habría hecho si hubiera sabido...

-¡Soo...!-ahora Jungkook parecía enfadado, además de terriblemente


desconcertado, pero su novia le interrumpió de nuevo.
-Déjame hablar. Quiero decirte todo esto, y después ya tendrás tiempo de
odiarme si quieres. Me ha costado mucho darme cuenta. Siempre lo he sabido,
creo, pero me puse una venda en los ojos para no verlo. Tú me tienes cariño,
me estás agradecido, pero eso es todo. No estás atado a mí como lo estás a él.
Y por eso no es justo que nos casemos, para ninguno de los tres. Por mucho
tiempo quise retenerte, fuera cual fuera el precio. Por mucho tiempo albergué la
esperanza de que llegases a amarme por completo, como yo te amaba...como
yo te amo a ti. Pero no es así. No eres mío, Jungkook... Un día me hablaste de
tu madre. Me hablaste vagamente de ella, y no me cabe duda de que ella habría
aprobado que te casaras conmigo, porque soy rica y porque soy una mujer. Pero
tú no debes hacer lo que ella hubiera querido, o lo que yo quiera. Ni siquiera lo
que Taehyung quiera. Solo lo que tú sientas que es correcto, solo lo que tú
quieras. Por eso quiero que le devuelvas su velo y que salgas de aquí antes de
que sea tarde. No te preocupes por mí. Te dejaré ir, pero... con tu permiso, me
quedaré con el anillo...

-Claro...-dijo él, tratando de asimilar sus palabras, aturdido.

-Gracias por lo que hemos pasado juntos, a pesar de todo...Voy a ser la


novia más patética de la historia...pero no me importa...No tanto, al menos...

-Soo Young, eso no es cierto. Estás más bonita que nunca-dijo Jungkook.

Y era verdad, porque jamás la había visto bajo aquella luz. Había cometido
errores, como todo el mundo, pero los había asumido a tiempo y lo que había
hecho la dotaba de belleza porque denotaba una gran pureza de corazón. Así lo
veía él.

-Deja de mentir y vete. No dejes que nadie te vea.

Él asintió y se dio media vuelta, con el velo en la mano.

-Una cosa más...

-¿Sí?

-Te amo-Soo Young sonrió-. No hace falta que respondas.

Jungkook avanzó hacia ella y la abrazó con fuerza, elevándola del suelo.
Murmuró un "gracias" y la soltó cuando notó que iba a ponerse a llorar. Su
madre le había dicho una vez que "los hombres no lloraban, que eso era de
maricas". Jungkook había aprendido que eso no era cierto, pero había ciertos
estigmas sobre su persona que tal vez, solo tal vez, nunca se irían del todo.

Ella le vio alejarse sin moverse ni un ápice. Tenía un ramo de rosas en la


mano y llevaba puesto un vestido blanco de encaje. El corazón le latía muy
rápido y se sentía bien y también horriblemente mal al mismo tiempo, pero no le
cabía duda de que había hecho lo correcto...
......

Era bastante temprano por la mañana. Quizá no tan temprano, quizá


simplemente se trataba de que a Yoongi le gustaba estar en la cama de Hoseok
hasta casi la hora de comer cuando pasaba la noche en su apartamento. Estaba
abrazado a él cuando sonó el timbre y lo despertó de nuevo. Hoseok,
adormilado, se soltó de los brazos de su novio para ir a ver quién llamaba, pero
Yoongi no iba a dejar que se marchara así como así. Lo rodeó de nuevo,
pegándose a su cintura como una lapa, y se levantó. Caminaron así hasta la
puerta.

Se cruzaron con Namjoon, que estaba en la cocina preparándose un


sandwich para el mediodía en la universidad. El amigo de Hobi les miró con
extrañeza y se limitó a encogerse de hombros. Ya estaba acostumbrado a las
extravagancias de la pareja.

Al abrir la puerta, Hoseok se encontró con un viejo amigo. Un chico de


cabello negro y ojos enormes, vestido con un atuendo tan elegante e impropio
de él que, por un segundo, casi no lo reconoció.

-Pensé que te casabas hoy...-logró articular, una vez se hubo recuperado


ligeramente de la sorpresa.

-Me casaba...Tú lo has dicho-murmuró Jungkook.


-Anda, pasa...

Jungkook pasó a la cocina y les puso al corriente de todo, a pesar de que


estaba cansado y sin demasiadas ganas de hablar. Yoongi, Hoseok y Namjoon
le escucharon con atención y con la boca llena de cereales.

-Yoongi...¿cómo está Taehyung?-preguntó Jungkook después de un rato.

-Desanimado. Pero estará bien. Lo que no haya superado ese chico...-


suspiró Yoongi

-¿Podrías no decirle nada de lo que ha pasado...?-pidió-Es que todavía no


tengo las cosas nada claras. No sé qué voy a hacer después de esto. Tendré
que verle y hablar con él, pero no quiero prometerle nada. Primero necesito un
tiempo para sincerarme conmigo mismo y todo eso. No será tanto tiempo como
la última vez...Lo siento. Pero por favor, no se lo digas aún.

Yoongi asintió en silencio. Sabía que sentiría tentación de decírselo


cuando regresara a casa y lo viese sentado en el invernadero escuchando
música en silencio y con la mirada perdida, pero también era consciente de que,
si se lo decía, Taehyung se haría ilusiones. Tener esperanza era bueno, pero las
ilusiones eran engañosas, y más si se trataba de alguien que se comportaba de
manera tan impredecible como Jeon Jungkook.
Y Jungkook definitivamente necesitaba tiempo para pensar.

......

Tae estaba tenía el ánimo por los suelos, pero se dijo que no podía
concederse más de un día a solas en casa únicamente porque no le apetecía
salir. Si ponía esa excusa día tras día, razonó, su tristeza podría acabar por
evolucionar y convertirse en una depresión. Y no iba a tener una depresión por
un chico, aunque ese chico fuese Jungkook, el primero y el único de quién había
llegado a enamorarse.

Estuvo de acuerdo en quedar con su amigo Baek para tomar algo aquella
noche. A aquellas horas él estaría tomando una copa, pero ya habría empezado
la noche de bodas de Jungkook. Le concedió apenas un par de minutos a aquel
pensamiento y se preparó para salir.

-¿Dónde vas...?-le preguntó Yoongi.

-He quedado con Baek. No me apetece mucho, pero siempre me lo paso


bien con él, así que espero que me anime un poco...¿Estás bien, Yoongi?

-Perfectamente. Pásalo bien.


Yoongi se había comportado de forma extraña desde que había vuelto de
casa de Hoseok aquella tarde. Estaba más callado que de costumbre y se
quedaba mirándole cada dos por tres. Era muy fácil para Taehyung adivinar
cuando algo le pasaba por la mente a su amigo, ya que había vivido con él
durante más de la mitad de su vida. Yoongi se creía reservado y difícil de leer,
pero para él era casi como un libro abierto.

Cuando llegó a la cafetería, una de las más caras y elegantes de Seúl,


Byun Baekhyun apenas le dio tiempo a sentarse antes de empezar a contarle el
chisme que estaba en boca de todos.

-Tae, estoy seguro de que lo has oído ya, pero...¿te has enterado ya de lo
que ha pasado con Kim Soo Young...? La prima de Seokjin, estuvo en las fiestas
que organizaste para él hace unos meses... No sé si te acuerdas de ella...
delgada, morena, muy guapa.

-No la recuerdo-mintió Taehyung-, cuando la conocí yo todavía estaba


ciego.

-Cierto-asumió Baek-. Perdóname; he metido la pata con eso. Pero sí,


seguro que oíste que se iba a casar con...¿cómo se llamaba...? Tu asistente,
ese chico tan guapo.

-Jungkook.
Taehyung estaba calmado por fuera, pero por dentro era un manojo de
nervios. ¿Qué demonios había podido ocurrir en la boda de Soo Young y
Jungkook...?

-Eso es, Jungkook...Joder, eran como una pareja de película. La chica


guapa y rica que nunca se enamora y el chico pobre con pintas de bad boy.
Todo el mundo estaba super interesado en eso, pensábamos que era la clase
de historia que termina con un "felices para siempre". Pero el chico
desapareció... la misma mañana de la boda. ¿Qué te parece...? Increíble,
¿verdad?

-¿Desapareció? ¿Cómo que desapareció...?

-No, no...No a la manera de Thanos, si eso es lo que estás pensando-


continuó Baekhyun-. Pero ya era tarde y fueron a buscarla, y Soo Young estaba
todavía a medio vestir. Dijo que había roto con él en el último momento porque
no estaba segura de que eso fuese lo que quería. Dijo que siempre había
querido casarse, pero que no estaba segura de que Junghoon fuera el
indicado...

-Jungkook-le corrigió Tae.

-Eso es, Jungkook. Que cabeza la mía; ya sabes que soy muy malo con
los nombres. Y fue como muy raro, porque esa chica nunca había sido mujer de
un solo hombre. Ninguno era lo suficientemente bueno para ella, así que nunca
"sentaba cabeza", como solían decir mis padres. Y cuando lo hizo, fue
con...Jungkook, ¿verdad...? Y claro, a sus padres no les hacía mucha gracia que
saliera con él, pero se la veía enamorada. Y puede que fuera verdad que lo dejó,
pero parecía triste, y es muy extraño dejar a alguien el mismo día de la boda. No
lo sé...Los señores Kim estaban avergonzados y molestos porque habían
pagado la boda para nada e iban a quedar mal y no sabían que iban a decirles a
los invitados. Y Soo Young les dijo que esperaba que se alegraran más ya que
Jungkook no les agradaba ni nada de eso. Me acuerdo de cuando me casé con
Sehun en Las Vegas y los papeles ni siquiera eran legales pero te juro que
nunca había oído a mi madre gritar tanto...

-¿Qué es de Sehun, por cierto...?-preguntó Taehyung, intentando apartar


su mente de todo lo que acababa de oír, temiendo casi volverse loco. Por dentro
tenía una orquesta entera que no sabía si tocar música triste o feliz.

-Oh, ahí seguimos. Esperando que me vuelva a pedir que me case con él,
pero que esta vez sea legal-dijo Baekhyun, con una sonrisa.

Hablaron un rato más de cuestiones sin importancia y, cuando les llegó la


hora de despedirse, Taehyung preguntó algo que llevaba un buen rato
queriendo preguntar. No venía a cuento, porque hacía horas que habían dejado
atrás el tema, pero lo dijo de todas maneras.

-Y...oye, Baek...¿alguien sabe a dónde fue Jungkook después de la boda


frustrada...?

-¿Por?
-Simple curiosidad. Y...bueno, nos llevábamos bien...

-No, ni idea, por eso te dije que había "desaparecido".

Y justo cuando supo que Jeon Jungkook había desaparecido, Kim


Taehyung empezó a tener más esperanzas que nunca de poder encontrarlo.

1.

21. See you again

Taehyung había acompañado a Yoongi muchas veces cuando este iba a pasar
la noche en el piso de Hoseok y Namjoon. Todas y cada una de aquellas veces,
se quedaba en el portal hasta varios minutos después de que su amigo subiera
las escaleras. Había recuperado la vista hacía poco la primera vez que estuvo
allí, y se quedó mirando los timbres y la pared desconchada como si fueran lo
más interesante del mundo. Habría podido subir, pues sabía que era bienvenido.
Hoseok era su amigo y Namjoon, aunque no lo conocía, sonaba como alguien
con quién podría llevarse bien.
Pero siempre había algo que le impedía subir. Sabía que allí estaba la
habitación desierta de Jungkook. No era como la que el chico había ocupado en
la mansión (en la que, por otra parte, tampoco había vuelto a entrar), esta tenía
su esencia. Así debía ser, puesto que había vivido en ella durante varios años.

Esta vez, no se lo pensó demasiado antes de apretar el timbre. Le


abrieron, pese a que solo respondió con silencio cuando le pidieron que se
identificara. Jungkook no quería que él supiera que estaba allí; seguramente lo
último que deseaba y esperaba era una visita suya. Y Taehyung se sentía en
parte culpable por ello, pero tampoco podía echarse atrás. Tenía que verle. No
había otra manera de explicar su presencia allí.

El chico que le abrió la puerta en la puerta B del quinto piso era un joven
alto a quién no había visto nunca. Debía de tratarse de Namjoon, supuso.
Parecía muy desconcertado cuando Taehyung cruzó el umbral, con la
respiración agitada después de haber subido todas aquellas escaleras a pie.

-Tengo que ver a Jungkook-consiguió decir.

-¿Y tú eres...?

-Kim Taehyung.

-Jungkook no quería que supieras que está aquí. Nos dijo que no te lo
dijéramos-Namjoon se puso delante de la puerta, sin demasiada convicción.
-Ya lo sé. Yoongi me lo dijo.

-Oh, Dios mío-Hoseok, que había salido de su cuarto al oír la


conversación, rodó los ojos-Voy a matarte, Min Yoongi. Pensé que sabía
guardar un secreto...

-No es culpa suya. No del todo-dijo Taehyung, tratando de disculpar a su


amigo-. Yoongi se comporta de forma un poco peculiar cuando está ocultando
algo. Le conozco demasiado, y una vez que me enteré de lo que había pasado
con la boda...até cabos y simplemente le pregunté. Tuve que insistir bastante
antes de que me lo dijera. Técnicamente ni siquiera me lo dijo con esas
palabras, pero era obvio que había vuelto aquí. Sé lo mucho que sus amigos
significan para él.

-De todas formas-dijo Namjoon-, deberías irte. Te verá cuando esté


preparado.

-No voy a hacer nada que él no quiera. Si no quiere verme, me iré. Pero
quiero que me lo diga él. ¿Dónde está? Me asomaré a la puerta y le diré lo que
he venido a decirle y si no quiere oírme tampoco, entonces me iré. De verdad.
Pinky promise.

Hoseok miró a Namjoon con gesto de carnero degollado.


-Creo que deberíamos dejarle. ¿Qué dices...?

Namjoon suspiró.

-Está bien. La segunda puerta a la derecha. Está tomando un baño, así


que ni se te ocurra abrir la puerta...

-No lo haré-prometió Taehyung, con una sonrisa nerviosa.

Caminó despacio hasta donde le habían indicado y se acercó a la puerta


de madera.

-¿Jungkook?

Solo se oyó silencio del otro lado. Ni siquiera un "déjame en paz". Aún así,
Taehyung se armó de valor y empezó a hablar.

-Oye, ya sé que es muy pronto. Igual querías aclarar tus ideas, igual
simplemente no querías volver a verme nunca más. No tengo manera de saber
lo que sientes si no me lo dices, y yo no voy a obligarte a nada. He hecho un
trabajo pésimo ocultándolo y sí, estoy enamorado de ti. Hice un esfuerzo por
cambiar eso, pero fue totalmente inútil. Quise renunciar a ti del todo y no pude.
Se suponía que debía quererte un poco menos cada día, y que el hecho de que
no te tuviera cerca o de que tú fueras a casarte con Soo Young tendría que
haberme ayudado con eso, pero al final siento que hoy te quiero un poco más
que ayer pero posiblemente un poco menos que mañana...

Namjoon y Hoseok seguían detrás suyo en el pasillo. Hoseok estaba


llorando y su amigo se odiaba porque estaba comenzando a pensar que tal vez
las películas románticas no fuesen tan estúpidas o poco realistas después de
todo. O quizá se trataba simplemente de que Kim Taehyung era único en su
especie.

-Me siento muy raro diciéndote todo esto porque no me estás


respondiendo. Y ya sé que me dijiste que nunca te dijera "te amo", pero eso
paso hace mucho tiempo. Y bueno, tus amigos están detrás mío y no sé que
cara estarán poniendo. Como sea...No sé qué decirte y eso también es raro,
porque creí que tendría mil cosas por hablar contigo. Esto se siente como
cuando te escribía cartas y tú nunca me respondías. No me gustan tus silencios,
Kookie, porque tu voz es muy bonita...

-Entra-respondió, por fin, la voz del otro lado.

-¿Estás seguro?

Taehyung sintió las lágrimas agolparse en sus ojos al oír la voz del otro
chico, a pesar de que la había oído no hacía tanto.
-Sí-respondió Jungkook-. Quiero escucharte, pero esto es una
conversación privada y no quiero que Joon y Hobi te oigan...

Entró en el baño y se encontró a Jungkook metido en la bañera, cubierto


de espuma. Le había sentido así más de una vez, pero nunca le había visto sin
ropa. Le pareció todavía más apuesto que ninguna de las otras dos ocasiones
en que le había visto. Incluso más que la primera, y eso que le había causado
una impresión enorme. Se sentó en el suelo con gesto cohibido una vez hubo
decidido que sus ojos ya habían vagado más tiempo del suficiente por lo que se
veía de la anatomía de Jungkook.

Jungkook se cubrió con los brazos, algo tímidamente, y le miró, instándole


silenciosamente a seguir hablando.

-¿Por dónde iba...? Solo...Jungkook...Kookie...yo...Creo que sería bueno si


pudiéramos empezar de nuevo. Con lo que sea. A no ser que no quieras volver
a verme nunca más.

-Si no quisiera volver a verte, Tae...no te habría pedido que entraras, ¿no
crees?

Tae sonrió, nervioso.

-No, supongo que no...No tendría sentido. Eso, que me gustaría empezar
de cero contigo. Conocernos de nuevo, hablar de todo un poco...Quisiera que
me hablaras más de ti mismo, aunque lo entenderé si no lo haces. Uno solo
puede hablar de ciertas cosas cuando ya las ha superado.

-Creo que ya estoy preparado para hablar de algunas de esas cosas-dudó


Jungkook-Hablé con Soo de mi madre. No mucho, pero creo que eso me ayudó.
Y tú también me ayudaste. Mi cabeza y mi corazón se hicieron un lío cuando te
conocí, pero creo que, a fin de cuentas, fue bueno. Te estoy agradecido por eso.
No sé si habría madurado como lo he hecho de no haber sido por
nuestra...experiencia, pero definitivamente hubiera tardado más en hacerlo...

-¿Tu madre...? Jimin me dijo...

-Mi madre me odiaba. Me pegó una paliza porque besé a un chico cuando
estaba en...¿primaria...? No lo recuerdo, pero era muy pequeño entonces... He
intentado borrar eso de mi mente muchas veces...Quería convencerme de que
aquel no era yo...Pensaba que la culpa era mía, que eso era lo que estaba mal
en mí. Y supongo que esa noción no se fue durante mucho tiempo...Tenía que
besar a otro chico para que se rompiera el hechizo.

Taehyung lo estaba abrazando con lágrimas en los ojos, sin que le


importara en absoluto que su perfecto traje nuevo de Gucci se estuviese
cubriendo de jabón. Jungkook se limitaba a dejarse abrazar.

-¿Puedo hacer esto...?-preguntó Tae, tratando de ahogar un sollozo.


Jungkook asintió con suavidad.

-Siento que no fuera tan sencillo. Lo de romper el hechizo...Pero lo


entiendo. Hasta donde puedo...Yo tuve suerte con mis padres, aunque no los
tuve a mi lado durante mucho tiempo. Sabía que estabas librando una batalla en
tu interior. Y no quería rendirme contigo, pero lo hice. Lo siento, Kookie...

-Yo también lo siento. No debí huir, ni jugar con tus sentimientos o los de
Soo Young. Es solo que no entendía muy bien los míos, y tampoco acababa de
creerme que me quisieras, porque no entendía qué había en mí que pudiera
haberte cautivado...

-Eres...eres tú... Es todo de ti...No puedo explicarlo de otra forma, Kookie...

-Te interrumpí antes...

-Yo...no sabía muy bien qué decir cuando vine aquí. No lo pensé, y siento
mucho no haberte respetado. Tú no me querías aquí. Fue un impulso, pero lo
siento.

-Deja de disculparte, Tae. No tienes por qué hacerlo. Desde el principio, fui
yo el que lo hizo todo mal...
-No vamos a discutir sobre quién hizo qué, ¿de acuerdo...? Te dije que
sería mejor que empezásemos de cero, si a ti te parece bien.

-De acuerdo-Jungkook se soltó y le tendió la mano-Soy Jeon Jungkook,


encantado.

-Kim Taehyung. Pero puedes llamarme Tae, porque yo a ti voy a llamarte


Kookie-le estrechó mano, riendo-Seremos muy buenos amigos a partir de ahora,
¿te parece bien...?

-No. No quiero ser solo tu amigo, Tae.

22. Sometimes endings are just new beginnings

-¿Estás seguro...?

Jungkook asintió.

-Por primera vez, estoy seguro de algo. Siempre he estado enamorado de


ti, y siempre lo he sabido, pero me ha costado darme cuenta. Supongo que es
por las cosas que me metieron en la cabeza cuando no era más que un crío,
pero lo que siento por ti no se parece en nada a lo que siento por Hoseok, por
Namjoon o por Jimin. Sí, daría la vida por cualquiera de vosotros, pero tú eres el
único que hace que se me acelere el corazón, el único al que quiero besar. Lo
sé, siento haberme dado cuenta tan tarde, pero quiero ser un poco egoísta de
nuevo y tenerte para mí. Nunca me lo perdonaré si haber cometido error tras
error ha borrado cada una de mis posibilidades de tener algo contigo. Nunca he
amado a nadie hasta que te conocí a ti. Pensé que si me ponían el amor delante
de las narices lo reconocería al instante, pero me esforcé bastante por
negármelo...

-No pasa nada-Taehyung sonrió, conmovido-. Creo que yo sí lo reconocí al


instante, pero eso es lo de menos. Lo que importa es que los dos sentimos lo
mismo. Y también es la primera vez que siento algo tan fuerte, pero no me da
miedo.

-A mí tampoco. Ya no.

Taehyung atrajo a Jungkook hacía sí de nuevo, después de buscar con la


mirada su aprobación. Jungkook correspondió al abrazo y sus labios
encontraron los del otro. Fue un beso lleno de ternura, pero también de hambre,
necesidad y pasión. Besar a Soo Young había sido una sensación relativamente
agradable, pero la diferencia era enorme. Y si a Jungkook le quedaba aún
alguna reserva, supo entonces que, sin lugar a dudas, amaba a Kim Taehyung.

-No seremos amigos entonces, Jeon Jungkook.

-No. Y si todavía lo quieres, esta vez te daré todo de mí.


-Por supuesto que lo quiero, Kookie...-le aseguró Tae.

-Absolutamente todo-repitió Jungkook, todavía temblando en sus brazos-.


Con tres condiciones...Dormiré contigo todas las noches, me tomarás de la
mano y me dirás que me quieres cada vez que te salga del alma...y yo te lo diré
también.

-Me gustan esas condiciones; creo que podré cumplirlas...

......

Cuando Taehyung y Jungkook salieron del baño, un par de horas después,


se encontraron con las miradas inquisitivas de Kim Namjoon y Jung Hoseok y,
tomado de la mano de este último, se encontraba Min Yoongi, a quién sin duda
habían llamado para que no se perdiera la feliz ocasión. Yoongi no se lo
pensó dos veces antes de echarse en brazos de Tae, con aquella preciosa
sonrisa que mostraba todos sus dientes y no podía ser fingida.

-Cuidado con tocar demasiado a Tae-advirtió la voz de Jimin, que se dejó


ver tras haber salido de detrás de Namjoon-. A Jungkook no le gusta.
-No me importa. Ya no soy así. -Jungkook se encogió de hombros-. ¿Qué
clase de novio...qué clase de novio sería si no dejase que Tae abrazase a sus
amigos...?

-¿Novio...?

Taehyung le miró con un gesto de extrañeza, pero sin poder evitar una
sonrisa.

-Claro. ¿Qué creías? Cuando te dije que no quería ser tu amigo y después
nos besamos...¿a qué pensabas que me refería...? No íbamos a ser amigos,
pero tampoco enemigos o extraños...Estaba muy claro, ¿no?

-Sí, pero es tan raro oírtelo decir...

-Yo también me siento raro al decirlo, y seguramente es lo más gay que he


dicho nunca. Pero no recuerdo momentos más felices que este. Estoy aquí, con
mis amigos y con mi novio, y soy la mejor versión de mí mismo que he sido
nunca, pero también estoy seguro de que habrá muchos más días bonitos, y de
que voy a pasarlos a tu lado...

-Dios mío, creo que me va subir el azúcar-se quejó Jimin.


-Yo también soy muy feliz ahora mismo-dijo Yoongi-. Creí que este día
nunca llegaría, pero me alegro de estar equivocado...¿Cuál era el color de la
alegría, Hobi...?

-Mmm...creo que el amarillo...

-Pues hoy me siento como si todo fuera amarillo...

Hoseok abrazo a su novio y a sus otros dos amigos, mientras Jungkook y


Taehyung se perdían una vez más en los ojos del otro.

Se suele decir que la razón por la que la gente se siente atraído por las
historias de amor en las que los protagonistas empiezan siendo enemigos es
que, cuando por fin ceden, ya han visto cada uno lo peor del otro. Y aún así,
deciden quedarse.

Jungkook y Taehyung nunca habían sido enemigos, y tampoco habían


visto exactamente lo peor el uno del otro. Habían tenido sus reservas y habían
aprendido que la senda del amor rara vez era la más fácil, o la más recta. En
ocasiones, había que dar muchos rodeos antes de llegar al destino anhelado.
Jungkook había dejado muy atrás la peor versión de sí mismo, y Tae había
salido airoso de todos los obstáculos que se le habían puesto por delante, que
no habían sido precisamente pocos. Los dos tenían cicatrices emocionales y
físicas, pero los dos estaban dispuestos a quedarse en los malos momentos
tanto como en los buenos.
Sabían que no iba a ser tan fácil, por mucho que sintieran que ya habían
superado la cuesta más empinada, que ya habían crecido en sus caminos
separados y que, por fin, estaban juntos en la cima. Nada era nunca tan fácil,
porque la vida era una aventura, y las aventuras no son fáciles. A Jungkook no
le gustaban demasiado las aventuras, o tal vez había tenido una mala impresión
de ellas en su más temprana juventud. Pero hubiera viajado a cualquier lugar del
mundo si era por Tae, y sabía que Tae haría también lo que él quisiera y
necesitara. Se quedaría a su lado si estaba triste simplemente porque sí.
Podrían pasarse días enteros en la cama sin hacer nada, ir a ver museos o
viajar al otro lado del mundo de manera completamente espontánea. No
importaba mientras estuvieran juntos, porque no existía la desgana en tan
deseada compañía.

Aquel primer día culminó al atardecer, en la colina que había cerca de la


mansión que compartían Taehyung y Yoongi. Las nubes rosadas y anaranjadas
mecían al sol, que se ocultaba en el horizonte. Tae se sentía infinitamente
agradecido de poder ver todo aquello, y de poder ver a Jungkook y saber qué no
sería una visión pasajera, que se quedaría a su lado y se entregaría en cuerpo y
alma a lo que habían decidido construir entre los dos. Juntos.

-Aquí están enterrados mis padres-murmuró, apretando con más fuerza la


mano de su novio-. Nunca te hablé de ellos porque para mí también es difícil,
aunque no por las mismas razones que las tuyas...

Jungkook miró las dos ornamentadas y floridas lápidas que le había


señalado Taehyung.
-Sé que es estúpido, porque...Bueno, ya sabes a lo que me refiero...No
creo que ellos nos vean desde donde quiera que estén...Y a lo mejor no están
en ninguna parte, simplemente están ahí abajo...Pero cuando quieres mucho a
alguien...no sé...yo siempre he creído que, de alguna forma, ellos seguían
conmigo...Y quería presentártelos...No sé...Pensé...que les hubieras caído bien.

Jungkook no dijo una palabra, porque rara vez sabía qué decir cuando
alguien se mostraba vulnerable frente a él. Lo atrajo de nuevo hacia sí y le secó
las lágrimas con un pañuelo. Hasta aquel momento, no había tenido idea de que
los padres de su novio habían fallecido. Por la reacción de este, adivinó que
habían sido buenas personas, y que, si él era tan delicado, comprensivo,
generoso y bueno con las palabras, era en parte porque le habían educado bien.
No sabía nada de Taehyung, reflexionó. Afortunadamente, sí sabía que tendría
tiempo para aprender. Ahora tenían todo el tiempo del mundo...

-A mí también me hubiera gustado conocerlos-dijo, por fin, con voz queda.

Taehyung se echó en sus brazos y le besó brevemente, con ternura.


Jungkook rodeó su cintura y se encaminaron de nuevo hacia la mansión. No
había dormido allí durante casi un año, pero todo le resultaba familiar de una
manera reconfortante y desconocido de una manera emocionante. Volvía a
casa, a su hogar. Era la primera vez que se atrevía a llamarlo así, pero no por
ello se sentía menos correcto, menos cierto. Aquel chico era su hogar, se dijo,
pero solo después de haberse alejado durante mucho tiempo había logrado
darse cuenta. Por fin había encontrado su lugar en el mundo, por fin había algo
para él, y por fin sentía que se lo merecía, al menos un poco. El propio
Taehyung se encargaría de convencerle del todo; confiaba en que así sería.
Esa noche cenaron de nuevo en la larga mesa. No estaban cada uno en
un extremo, como antaño. Estaban cerca y no existía distancia entre ellos, de
cuerpo o de corazón. Tampoco la había cuando se echaron en la cama y
hablaron de mil cosas, e hicieron mil cosas, pero dormir no fue una de ellas,
porque ya habían pasado demasiado tiempo lejos, demasiado tiempo ciegos, en
todos los sentidos de la palabra.

Jungkook sacó su cuaderno y le enseñó a Tae todos los dibujos que tenía en él,
todos y cada uno de los retratos que le había hecho desde el principio. Y él supo
que, en cada trazo, estaban enterradas mil palabras que, en su momento, no se
había atrevido a decirle. Y se amaron y se tuvieron aquella noche de todas las
formas en que dos personas pueden amarse y tenerse. Cuando el sueño venció
por fin a Taehyung, Jungkook estaba cansado, pero demasiado inspirado y
abrumado por las emociones como para dormirse. De nuevo tomó el cuaderno y
empezó a esbozar aquella figura que conocía y adoraba. La esencia de la
belleza, con rastros de su propio amor en cada rincón de su piel. Sonreía en
sueños, pero también sonreiría cuando despertara.

Y Jungkook lo agradecería mil veces. Quería ver las estrellas a su lado, y


pedir más deseos, y soñar cuanto pudiera. Agradecía poder amar y ser amado,
y ya no quería ni podía ocultar lo que sentía. Agradecía también que los
hermosos ojos de su novio pudiesen ver y vivir, porque así, junto a él, era
todavía más hermoso. Y nunca pensó que algo así fuera posible, pero lo era, y
era más valioso de lo que nunca hubiera imaginado. Había tantas cosas que
nunca hubiera imaginado posibles y ahora estaban allí, y él formaba parte de
todas ellas. Sí, estaba tan agradecido por todo ello...

Estaba muy agradecido por tener a Taehyung, y por saber que Taehyung
estaba igualmente agradecido por tenerle a él.
Epílogo

A Taehyung le gustaba sacarle fotos a su novio con la Polaroid que le


había regalado Yoongi por su vigésimo tercer cumpleaños. Había veces que lo
miraba y quería atesorar esa imagen para siempre. Y ya podían estar metidos
en la bañera, entre la espuma, que él salía a buscar su cámara para
inmortalizarle. Había tantos momentos que quería guardar para siempre...La
cotidianidad de su romance no lo hacía aburrido en absoluto, porque los dos
sabían recolectar los instantes como si fueran eternas gotas de rocío.

Y Jungkook dibujaba a Taehyung, del natural y de memoria, y sonreía al


encontrar las instantáneas de su chico sobre la mesilla de noche cuando
despertaba. Había fotografías del atardecer frente al cual se habían besado el
día anterior, de Yoongi y Hoseok dormidos sobre el sofá, de Jungkook
columpiándose en el parque como si fuera el niño feliz que nunca había tenido la
oportunidad de ser durante la infancia...Todas tenían los bordes blancos
garabateados y llenos de letras incomprensibles que solo Jungkook comprendía.

Jungkook sabía que una de las razones de Tae para sacar tantas fotos no
era simplemente que las imágenes que le conmovieran. También había en
aquella costumbre cierto miedo a lo efímero que él compartía. Era por si se
perdían el uno al otro de nuevo, por el motivo que fuera. Él también se
despertaba temiendo aquello de vez en cuando, pero sabía que, siendo
realistas, las probabilidades de que Tae lo abandonara eran casi nulas,
inexistentes. Y él tampoco se iría. No estaban casados pero tendían a pensar
que no era necesario aquel sacramento para que la muerte fuese lo único capaz
de separar sus almas.

Habían pasado casi dos años desde la primera mañana en que Taehyung
se despertó y miró a Jungkook sonriéndole al otro lado de la cama, sabiendo
que que no volvería a irse. Su visión no había vuelto a ser tan buena como antes
del accidente, pero le bastaba. Todo seguía igual, pero nada era aburrido y
monótono. Porque cuando se decía que todo seguía igual a lo que se refería era
a que, cada día, lo quería un poco más, y estaba seguro de que era algo
completamente mutuo.

Jungkook también se alegraba de encontrar aquellos ojos grandes y bellos


perdidos en su ser cada amanecer. Se alegraba de tener los amigos que tenía y
de tenerle a él. Los había tenido durante mucho tiempo, y no le habían bastado
para querer vivir. Pero ahora le bastaban, porque él mismo se bastaba. Por
primera vez casi desde que era un niño, se sentía suficiente. Más que suficiente,
de hecho. Jungkook se sentía valioso, se sabía valioso e importante.

El ser humano comete a menudo el error de pensar que, si tan solo


pudiese tener lo que anhela, con eso sería feliz. Posesiones materiales, amor,
amistad, aceptación...Nada de eso, por muy importante que sea o pueda
parecer, basta para ser feliz a alguien que no ha hecho las paces con su pasado
y consigo mismo. Jungkook se había odiado a sí mismo a través de ojos y
maltratos ajenos. Habían sido los ojos de un ciego los que le habían hecho
verse con claridad por primera vez, y también los de una chica que lo había
amado hacía años.
Y estar enamorado de Taehyung de aquel modo era tener la libertad de
volar pero también la certeza de que, sí caía por acercarse demasiado al sol,
tendría quién lo sostuviera. Y el miedo podía ser rídiculo, irracional, inexplicable,
pero lo hacía todo más real, casi más hermoso.

El amor correcto te cambiaba, te hacía flotar y también pisar con seguridad


allí por donde ibas. Te cambiaba sin hacerte perder tu individualidad. Era algo
que Jungkook le había escuchado decir a Min Yoongi, que, definitivamente,
había cambiado mucho desde que salía con Jung Hoseok, aunque tampoco
había perdido su esencia o su alma poética. Yoongi veía y sentía en blanco y
negro, pero su corazón estaba sembrado de colores. Y en eso, Hobi había
marcado la diferencia. Así sería, así seguiría siendo, incluso si, después de
amarle a él, Yoongi escogía a alguien más.

No parecía algo posible, porque Yoongi y Hoseok estaban enamorados


hasta el punto de querer casarse. Siempre bromeaban sobre ello y se pedían
matrimonio cada vez que uno de ellos tenía un gesto adorable con el otro. No se
podía decir que hubiera habido una propuesta formal, un gran gesto romántico o
una pedida de mano. Era una decisión que ambos habían tomado, una
perspectiva que les llenaba de ilusión a los dos. Viajarían a Estados Unidos y
harían algo sencillo, con invitados que pudieran contarse con los dedos de las
manos.

-Esa corbata es horrible-le dijo Taehyung a su amigo aquella mañana,


cuando este entró a su habitación de hotel para que le ayudase a hacer el nudo.
-Solo es una corbata de rayas-respondió el chico, encogiéndose de
hombros-¿Qué tiene de malo...?

-Los colores son...muy chillones...

-Bueno, Hoseok también chilla mucho-repuso Yoongi-, y no tiene nada de


horrible.

-Eso no es...-Tae sacudió la cabeza, sonriendo-No importa. Simplemente


es demasiado colorida para mi gusto, pero eso no es malo. Lo importante es que
te guste a ti.

La corbata era tan vibrante que hacía daño a los ojos, y desde luego no
era del estilo de Yoongi, pero él se veía radiante, y a Hoseok le dio la risa al
verle con ella puesta.

-No deberías entrar-le reprendió Yoongi, sin dejar de sonreír mostrando


sus rosadas encías-, se supone que no podemos vernos antes de la boda...

-Eso es una tontería, Yoonie-repuso Hoseok, llenando de besos


prácticamente toda la superficie de su rostro-Las bodas no tienen por qué ser
algo serio...por algo vamos a casarnos aquí, en Las Vegas. No te quiero más
por estar casado contigo, simplemente es algo que quise hacer porque pensé
que sería divertido y romántico. Y ninguna estúpida superstición va a evitar que
te mire si quiero mirarte...
La mayor parte de las bodas, al menos en los círculos en que Taehyung se
había movido desde pequeño, eran eventos sociales superficiales y que, en
ocasiones, podían llegar a resultar incluso tediosos. Aquella, sin embargo, no
era más que un pequeño viaje con amigos cercanos. Jungkook no podía evitar
compararla con la suya, frustrada, años atrás. Por lo que sabía, Soo Young sí
que había llegado a casarse hacía no mucho, con un hombre más acorde a las
preferencias de los señores Kim. Esperaba que se hubiera casado por amor,
que fuera feliz. Había cometido errores, pero él mismo también se había
equivocado mucho en el pasado, y ahora era feliz. Era absurdo pensar que, por
haber hecho algo tan humano como equivocarse, uno ya no merecía cosas
buenas.

Seguía tirado en la cama, desperezándose, aunque la luz del nuevo día ya


había entrado por la ventana y Taehyung se había levantado de la cama hacía
un buen rato. Aunque apenas podía mantener los ojos abiertos, porque no había
dormido mucho la noche anterior, oyó la voz de Yoongi, la de Hoseok y la del
propio Taehyung. No entendía lo que decían, pero terminó de despertarse de
golpe cuando recordó que, debajo de las sabanas, estaba completamente
desnudo. Se incorporó y se cubrió como pudo.

-¡Taehyung!¿Cómo se te ocurre dejarlos entrar...? No llevo nada puesto.

-Tranquilo, Kookie-dijo Tae, después de que sonara el clic de su cámara-.


Estás adorable cuando te asustas.
Jungkook no pudo estar molesto por más tiempo porque su chico también
era demasiado adorable. Cada una de las cosas que hacía conseguían
arrancarle un suspiro, incluso si no eran besos o palabras bonitas. Tae se puso
delante suyo mientras se vestía para que los otros no lo vieran, aunque Yoongi y
Hoseok no les estaban prestando atención y Namjoon estaba en la entrada,
conversando con Seokjin.

Jimin, tan descarado como siempre, acababa de entrar y no dejaba de


hacerle bromas salidas de tono a Jungkook, que tenía las mejillas sonrojadas a
pesar de que, evidentemente, su amigo de la infancia no podía ver nada. No
había milagros ni cirujanos que pudiesen cambiar su condición, pero Jimin había
aprendido lo valioso que era a muy temprana edad, y ya nada podía vencerle.

Jungkook terminó de despertarse y se vistió de una manera un poco más


elegante de lo habitual, pero aún así acorde a su estilo. Taehyung y el resto de
sus amigos, a excepción de los novios, fueron a la sala a poner la decoración,
que constaba de estrellas de cartón luminoso y poco más. No era muy
elaborada o cara, a pesar de que los recursos económicos no suponían un
problema para Yoongi. Tae le colocó una de las estrellas mal recortadas en la
solapa a su novio, que sonrió e, inesperadamente, no se la quitó.

-¿Te acuerdas de nuestra estrella, Tae Tae?

-Sí, la estrella fugaz. Al final mi deseo sí que se cumplió, por completo-Tae


se inclinó para besarle en los labios.
-Te engañé. Me inventé esa estrella, porque me gustaba verte cuando
sonreías o había algo que te ilusionara. Y quería verte así más que nunca,
porque estabas triste por mi culpa, porque yo no te quería. Y sí que te quería.
Por eso no pedí ningún deseo, pero si lo hubiera hecho, también se habría
cumplido. Me gusta esto. Me gusta ser yo y que me quieras por ello, o a pesar
de ello. No me importa. Me quieres, y te quiero, y no cambiaría eso por nada del
mundo.

-Es tan raro oírtelo decir-dijo Taehyung, con una sonrisa-. De forma tan
casual, cuando antes te rozaba la mano y entrabas en pánico. Pero yo tampoco
lo cambiaría por nada del mundo. Lo sabes, ¿verdad?

-Sí, pero me gusta escucharlo.

-Espabilad un poco, que estos se casan en menos de dos horas-les


apremió Jimin, a quién ya le dolían las manos de tenderle las estrellas a
Namjoon, que estaba subido en una escalera pegándolas en una guirnalda
multicolor que había estado a punto de romper apenas unos segundos antes.

-Creo que van a llegar tarde a su propia boda, de todos modos-dijo Jin,
encogiéndose de hombros-. Y será culpa nuestra, porque les hemos dejado a
solas en la habitación y siempre que pasa algo así, llegan tarde.

Y, por supuesto, Seokjin estaba en lo cierto. Los chicos ya habían


terminado hacía rato de decorar la sala cuando los novios hicieron acto de
presencia. Se habían demorado haciendo lo que hubieran estado haciendo en la
habitación del hotel. Los dos tenían un aspecto tan resplandeciente que las
estrellas de cartón plateado y las guirnaldas de vibrante color palidecían en
comparación.

Hoseok habló en sus votos de aquella vez que había ido a esconderse al
baño porque quería ocultar sus lágrimas, y de como no le había importado que
Yoongi las viera, y después le había dicho que era un arco iris. Habló también
de su primer encuentro, y de cómo su historia estaba atada a la de Jungkook y
Taehyung, y de lo mucho que le alegraba que ellos también se hubiesen
encontrado el uno al otro, en el mismo punto, después de tantas luchas.

Yoongi había olvidado por completo el discurso que tenía memorizado. Se


quedó completamente en blanco, temblando en los brazos de quién era ya su
marido. Le dijo que le amaba y que dejaría que lo leyera él mismo más tarde.
Era muy bueno con las palabras, pero escribiendo solía ser un poco más
elocuente que hablando. Y también era tímido, de modo que no todas las cosas
que sentía dentro de aquel gentil corazoncito llegaban a brotar y florecer en la
superficie.

Jungkook y Taehyung no eran los protagonistas del día, pero cuando


bailaron juntos aquella noche, tan juntos como si fueran un solo ser, no pudieron
evitar recordar la primera vez que se habían visto después del fallido
compromiso con Kim Soo Young. La primera vez que bailaron...Y sintieron que,
en aquel momento, eran libres, y eternos, y podían amarse. Así había sido
desde hacía un par de años, en que cada instante les pertenecía, y se
pertenecían el uno al otro y, a la vez, únicamente a sí mismos.
Todo porque Taehyung le había pedido un deseo a una estrella que no
existía. La estrella que Jungkook le había regalado cuando no había nada más
que pudiera darle.

Y tal vez era cierto que la magia no existía pero, cuando estaban juntos,
siempre parecía que sí.

Tengo un OS extra de esta historia en mi perfil,


y se llama "Lights", por si también os interesa.

Jungkook nunca ha vivido una Navidad feliz, pero sus amigos están dispuestos
a cambiar eso.

Lights

(Es recomendable haber leído antes "Your eyes tell" para entender la
historia)
Estaban en la primera semana de Diciembre, y hacía más de un mes que el
frío se había apoderado de la ciudad, y que las chaquetas de entre tiempo
habían sido reemplazadas por abrigos largos y los helados por chocolate
caliente para llevar. Las luces de Navidad empezaban a iluminar las calles,
y las vacaciones ya habían dado comienzo para mucha gente, por lo que
las plazas y centros estaban más concurridos que nunca.

Yoongi, que era de natural más tranquilo e introvertido, prefería


quedarse en la cama o en el sofá con una taza de café recién hecho en la
mano, envuelto en mantas y con los brazos de Hoseok rodeándolo. Esos
pequeños placeres eran para él la verdadera esencia del invierno.

-Creo que deberíamos hacer algo muy especial esta Navidad-


murmuró Hoseok, que llevaba un rato pensativo.

-¿A qué te refieres?-Yoongi, que tenía la cabeza apoyada en el regazo


de su novio, se incorporó levemente.

-Es algo que estuve hablando con Jimin el otro día. Deberíamos
hacerlo por nuestros hijos...¿No crees?
Yoongi frunció el ceño:

-Hoseok, no tenemos hijos.

-Oh, no. No literalmente. Quería decir, por Jungkookie y Taehyungie.


Tú has cuidado de uno y yo del otro. A lo mejor es estúpido, pero a veces
los veo así. Y estoy muy orgulloso de Jungkook, de todo lo que ha
avanzado este año. El otro día fui a recogerle cuando salió de la consulta y
su psicólogo me llevó a parte para decirme que casi no lo reconocía, y que
iba a quitarle la prescripción de las pastillas. Incluso me pareció que iba a
ponerse a llorar.

Yoongi bajó los ojos y sonrió. Él también estaba orgulloso de sus


amigos.

-Y bueno...te digo esto porque...Jungkook nunca ha tenido una


Navidad feliz, y pensé que eso debía cambiar. No me ha hablado nunca de
las que pasaba con su familia, pero sé que hay razones por las que casi
nunca menciona esa etapa de su vida. En el correccional ponían velas en
la mesa y nos daban la misma comida rancia de siempre. Luego nos
llevaban a una especie de misa. Uno de los últimos años organizaron una
fiesta y uno de los encargados se emborrachó y pensó que sería fácil
aprovecharse de la discapacidad de Jimin para manosearle sin su
consentimiento. Y acabó como el resto de veces que alguien intentaba
ponerle las manos encima a Jimin, que desgraciadamente no fueron
pocas...Con Kookie liándose a puñetazos con el tipo, y encerrado en una
especie de celda de aislamiento. No quiero deprimirte con esto pero...
-¿Y cuando se mudó contigo y con Namjoon...?¿No mejoró...?

-No le gustaba. Decía que no había nada que celebrar y generalmente


se iba a la cama más pronto que de costumbre, o salía de noche y volvía
con alguna chica. No siempre fue así. Cuando le conocí, una vez me dijo
que le gustaría tener una Navidad de esas que salen en las películas.
Supongo que se apagó con el tiempo y perdió incluso ese deseo. La última
la pasó con Soo Young, pero supongo que no fue nada del otro mundo...

-Creo que deberíamos hacer algo, entonces-dijo Yoongi,


entusiasmado-. Es la primera Navidad de Taehyungie después de
recuperar la vista, también. Siempre le han gustado estas cosas, pero
cuando encendieron las luces de la calle, salí con él un día y te juro que no
podía dejar de mirar en todas direcciones. Me lo señalaba todo y me decía
que brillaba. Parecía un niño pequeño. Y todo brillaba muchísimo, pero lo
que más brillaba eran sus ojos y yo...

-Oh, Yoongi, no llores-dijo Hoseok, tendiéndole un pañuelo.

-Es que...esta también va a ser su primera Navidad juntos...-Yoongi se


sonó la nariz, emocionado hasta las lágrimas.

-¿Cómo debería tomarme que te emociones más por la relación de


nuestros amigos que por la nuestra, Min Yoongi...?
-Seokie, sabes que eso no es...

-Tonto, no lo decía en serio-Hoseok se echó a reír y besó a Yoongi en


la punta de la nariz y después en los labios-. Además, ya sabes que solo
me casé contigo por tu dinero. Para que pagues la mejor fiesta de Navidad
que el mundo ha conocido nunca y hagas muy feliz a Jeon Jungkook.

-Sí, buen intento-se rio Yoongi-Me lo creería si no me dijeras cada dos


segundos que soy el amor de tu vida y todas esas otras cosas tan cursis.

-Pero que seas rico nunca viene mal-Hoseok se encogió de hombros-.


Y no son cursis, son bonitas...Y las digo en serio, Min Yoongi.

-Seokie, todo lo que tú dices, y haces y eres...Todo eso es bonito.

-Oooh, cállate por favor-Hoseok se inclinó sobre su novio para


besarle y abrazarle durante el resto de la mañana.

Era lo bueno que tenían las madrugadas desocupadas cercanas a la


Navidad, después de las últimas semanas de exámenes con las que había
tenido que lidiar, y durante las cuales apenas había tenido tiempo para
Yoongi, porque se había pasado días enteros con sus noches estudiando.
Ahora tenía muchas horas libres para querer a su novio y dejarse querer
por él.

Taehyung fue informado del plan porque nadie quería sorprender a


Jungkook con una Navidad perfecta y feliz tanto como él. Las flores de
pascua que tenía en el invernadero estaban muy bonitas, de un precioso
rojo intenso. Se las mostró a Yoongi, que le sonrió, aunque para él
seguían siendo grises. También había pensado decorar el viejo abeto que
había plantado con sus padres en el jardín, hacía ya muchas lunas.

Estaba entusiasmado con todos los preparativos, aunque le


preocupaba no tener mucho tiempo para Jungkook, o tener que
esconderse de él para conservar el elemento sorpresa.

Jimin estaba con él, ayudándole con los adornos florales. Era muy
delicado y tenía un gusto exquisito, a pesar de su ceguera. Taehyung lo
admiraba más aún porque, cuando él perdió la vista, había intentado seguir
trabajando en el invernadero y había perdido la paciencia de inmediato
cuando no le salió a la primera.

-Kookie me dijo ayer que temía que te estuvieras cansando de él-dijo


Jimin-porque parece que le ocultas cosas y muchas veces no puedes salir
con él cuando te lo pide. Se puso un poco triste y me dijo que prefería que
se lo dijeras si ya no querías estar más con él, que lo entendería y no se
enfadaría contigo por nada del mundo.
Taehyung suspiró.

-Estoy muy ocupado preparando una fiesta de Navidad para él, pero
no quería que...Creo que llamaré a Seokjin y a Namjoon y les pediré que
hagan las compras hoy mientras yo salgo con Kookie. Yoongi y Hoseok
tuvieron la idea, pero cuando están juntos tienen problemas para
concentrarse en cualquier cosa que no sean los ojos del otro. A veces me
dan envidia y ni siquiera estoy soltero-bromeó.

Cerró el invernadero después de cortar las malas hierbas sobrantes y


se dirigió a la habitación que compartía con Jungkook, que todavía seguía
en la cama, donde lo había dejado aquella mañana. El chico se incorporó
de inmediato y se frotó los ojos cuando vio a su novio sentarse sobre el
colchón.

-¿Te apetece salir a cenar esta noche, Kookie?

-¿Has estado hablando con Jimin? No hace falta que allanes el


terreno y me lleves a cenar para decirme que quieres romper conmigo.

Taehyung se echó a reír y abrazó a un confundido Jungkook.

-Amor, no hace falta que seas tan dramático. No voy a dejarte. ¿Cómo
puedes pensar eso...? He estado ocupado con algunas cosas, pero te lo
voy a compensar. Solo confía en mí, por favor...
-Lo siento, Tae...

-¿De verdad piensas que puedo dejar de quererte?-dijo Tae,


enmarcando con sus manos el rostro compungido de Jungkook-Te dije
que te quería un poco más cada día, y así es. Pero si alguna vez vuelves a
dudar de mí, no te quedes callado. Ven y dímelo, y te quitaré las dudas a
besos...¿Sí...?

Jungkook puso sus manos sobre las de Taehyung y le besó


apasionadamente, ya sin rastro de duda. No necesitaba ninguna excusa
para besarlo, ni ante los demás ni ante sí mismo. Y estaba agradecido por
ello.

-Es casi mediodía-murmuró, contra sus labios-, debería


vestirme...Debo estar hecho un desastre...

-Estás muy guapo.

-Me dices eso todos los días, Tae.

-Es que todos los días estás muy guapo, Jungkook. Y todos los días
estoy agradecido de poder verte, y de poder oírte y tenerte a mi lado.
Ahora levanta el culo y ponte algo de ropa-dijo, clavando el dedo índice en
el pecho desnudo de su novio.

Después de pasar la tarde con él, Taehyung no tuvo que volver a


preocuparse por desatenderle. Sabía que Jungkook, aunque no entendiera
por qué estaba tan ocupado, confiaba en él, y no le molestaba repetirle que
le quería para reafirmar algo que ya debería saber a aquellas alturas.
Teniendo en cuenta la aversión que le había tenido a dichas palabras en
otro tiempo, resultaba todavía más gratificante.

La tarde del 24 de Diciembre, salieron a tomar un chocolate a la taza


en uno de los cafés más lujosos de la ciudad. Poco después de que
salieran, empezó a nevar. Hacía tanto frío que a Tae se le estaban
agrietando los labios, y también le dolían las manos. Lo soportaba todo
porque había nieve y luces y copos blancos sobre las ondas del cabello
oscuro de Jungkook, de modo que tuvo que detenerse a inmortalizar aquel
momento con su cámara Polaroid.

-Tae...mañana es Navidad...¿no?-preguntó Jungkook, sacudiendo las


botas cubiertas de nieve en la alfombra de la entrada.

-Claro.

-Nunca hago nada por Navidad, pero...como estoy contigo, pensé que
tal vez...
-Cenaremos pavo o algo así. Pero no haremos nada en especial-
mintió Taehyung-. De todas formas, todas nuestras noches tienen algo de
especial.

-¿Y si nos quedamos despiertos toda la noche?-sugirió su novio-. No


quiero dormir hoy.

-¿Tienes problemas de insomnio otra vez?-preguntó Tae, preocupado.

-Oh, no...Pero quería quedarme contigo, hablando, mirando las


estrellas en el desván o haciendo lo que sea. Antes quería dormirme
porque odiaba los pensamientos que me sobrevenían por la noche, pero
no podía dormirme. Y ahora que puedo, me gustaría permanecer despierto
todo el tiempo posible, porque no quiero perderme nada y sé que ninguno
de mis sueños va a ser tan bonito como verte a mi lado a la mañana
siguiente.

-Si no dejas de decir cosas como esas, tendré que besarte.

-No si yo te beso primero-le amenazó Jungkook, empujándole contra


la pared antes de cruzar el vestíbulo.

Esa era una de las ventajas (o desventajas) de vivir en una casa tan
grande y estar tan enamorados. Muchas veces venían con prisas, y
dejaban casi toda la ropa regada por los pasillos desde la entrada hasta la
habitación que habían compartido desde mucho antes de empezar a
amarse. En ocasiones, Tae se perdía en su propia casa, pues le costaba
mantener el control cuando tenía los labios de su novio pegados a su
cuello o a su oreja. Ya habían pasado hacía mucho la primera fase de su
relación, pero parecían estar en una eterna luna de miel.

Taehyung recordó de repente que sus amigos debían de estar


esperándoles en el comedor con la decoración de Navidad y un banquete
servido en la mesa. No era cuestión de que la comida se enfriara porque
ellos dos se habían calentado demasiado, de modo que frenó a Jungkook
antes de que este desabrochase un botón más de su camisa. Todavía
estaba embriagado a causa de sus besos, pero recuperó el dominio de la
situación justo a tiempo.

-No deberíamos tomar el postre antes de la cena. Deja un poco para


después...

Jungkook suspiró, frustrado, pero hizo lo que se le pedía. Enseguida


volvió a su estado anterior, hablando de mil cosas con una alegría que
hacía a su voz sonar todavía más hermosa de lo que era. Tan solo al
escucharle, Taehyung sabía que estaba sonriendo. Y aún le parecía
insólito pero, afortunadamente, ya se había convertido en algo habitual.

Había un tiempo en que la sonrisa genuina de Jeon Jungkook era una


rareza y él no podía verla las veces que lograba provocarla. Ahora
Jungkook sonreía muy a menudo, y él tenía la suerte de verlo todas y cada
una de las veces, pero no por la asiduidad con la que sucedía lo
encontraba menos valioso sino, de hecho, mucho más.

Taehyung abrió lentamente los portones del comedor, apartando a su


chico con la mano. Jungkook quedó sucesivamente sorprendido y confuso
cuando, al revelarse el interior de la estancia, se encontraron con Seokjin y
Hoseok subidos sobre la larga mesa, un pavo recién hecho con brillo
dorado y tantos ornamentos navideños que resultaban casi abrumadores.

-¡Feliz Navidad!-gritaron todos a la vez, excepto un muy avergonzado


Yoongi.

Jungkook no sabía muy bien si estaba decepcionado por no poder


pasar tiempo a solas con su novio o gratamente sorprendido porque
Taehyung y los demás le hubieran preparado aquella fiesta. Ahora todo
tenía sentido. Lo ocupado que había estado su chico, su reticencia a irse
con él a la cama antes siquiera de pasar a la cocina a por un
bocado...Sonrió ampliamente, y dejó que Jimin le colocara una rídicula
diadema navideña en la cabeza.

-Deberíamos salir afuera a comer las cosas, porque el árbol está


fuera, y la nieve está muy bonita. Podríamos hacer un picnic navideño-
sugirió Hoseok, despreocupadamente.

-¿Estás loco? ¿Quieres que me congele...?-preguntó Yoongi,


haciéndose el ofendido-. Entiendo que no quieras comer en la mesa
después de haber dejado las huellas de tus botas por toda la superficie,
pero no pienso comerme un pavo a una temperatura de bajo cero. No lo he
sacado del congelador para que se congele de nuevo de forma natural...

Namjoon cogió una rama de muérdago en las manos y la colocó


encima de Yoongi y Hoseok, mientras Seokjin empujaba sus cabezas para
que dejaran de discutir y se besaran de una vez. Yoongi fingió que lo hacía
a disgusto, pero no pudo fingir por mucho tiempo más. De hecho, llegó un
momento en que Namjoon se cansó de sujetar la ramita, por lo que
Taehyung aprovechó para arrebatársela, mientras sus amigos continuaban
besándose como dos adolescentes con las hormonas alteradas.

-No sé si lo has visto alguna vez en las películas pero...-Taehyung


levantó el muérdago unos centímetros por encima de ambos y se acercó
para besar tiernamente a Jungkook. Jungkook le agarró por la nuca y
profundizó el beso sin dejar que terminara siquiera de hablar.

-Veía muchas películas de Navidad cuando era pequeño. Siempre


pensé que me gustaría vivir así, pero llegó un punto en el que me di cuenta
de que no era más que ficción y me rendí, y me cerré todas las puertas que
había estado tratando de abrirme.

Tae le sonrió y le hizo girarse hacia los portones del comedor,


abiertos de par en par.
-Sabes que eso ya no es así, ¿verdad? Tú, Jeon Jungkook, eres capaz
de lograr cualquier cosa que te propongas e incluso si no fuera así, yo me
haré cargo de que todos tus sueños se hagan realidad.

Jungkook apretó su mano cariñosamente.

-Los mayores sueños que he cumplido son los que ni siquiera sabía
que tenía. Como enamorarme de ti, y aprender a aceptarlo y a aceptarme a
mí mismo. Y que tu me amaras también. Que me ames como lo haces, aún
cuando yo nunca he podido darte nada...

-¿Nada...? Es una forma curiosa de llamar a lo mejor que me ha


pasado en la vida.

Jungkook le besó para impedir que Tae se diera cuenta de que estaba
a punto de ponerse a llorar otra vez. A esas alturas, ya tendría que haberse
acostumbrado a escuchar esa clase de cosas, o incluso a decirlas, pero en
el fondo se alegraba de que siguieran generándole la misma emoción y ni
pizca del mismo temor que el primer día.

-Yoongi y yo no nos hemos pasado horas rellenando, asando y


sazonando el pavo para que ahora os comáis el uno al otro, rídiculos-les
reprendió Seokjin.
Jimin se levantó para arrastrarles del cuello de la camisa y
conducirlos a sus asientos, porque llevaba hambriento desde que el pavo
había empezado a desprender su grato aroma. Cenaron frente a la
chimenea. Jungkook y Tae parecían más concentrados en sonreírse y en
besarse que en comer. Hoseok y Yoongi estaban ofreciéndose bocados y
alimentándose el uno al otro como si tuvieran dos años. Namjoon estaba
alabando las dotes culinarias de Seokjin, que se sonrojaba notoriamente.
Jimin estaba completamente concentrado en el contenido de su plato, y
solo abría la boca para comer o para dejar escapar algún que otro
murmullo de satisfacción.

Taehyung ni siquiera esperó al postre para sacar de nuevo su cámara


de fotos y empezar a capturar cada detalle de la velada. Evidentemente,
una vez que enfocó a Jungkook, apenas fotografió otra cosa durante el
resto de la noche.

Salieron a la nieve para ver el árbol poco después de cenar y después


se reunieron en el salón, en torno a la mesa decorada con flores de
pascua, y estuvieron hablando hasta que llegó la madrugada. Hicieron
memoria y contaron cosas que ya sabían, tanto tristes como bonitas o
divertidas. Lloraron y después rieron. Los siete chicos se abrazaron
durante un largo rato antes de irse a dormir a sus respectivas habitaciones
de huéspedes. Solo después de ese abrazo, un Jimin completamente
borracho, el único que hasta entonces no había derramado una sola
lágrima, empezó a sollozar a moco tendido y a decir que los quería
muchísimo. Se hubiera caído de rodillas de no ser porque Taehyung le
sostuvo y le ayudó a llegar hasta la cama.
Finalmente, Taehyung y Jungkook tuvieron un poco de tiempo a
solas, aunque a decir verdad no solía faltarles. Estaban algo cansados,
pero aún tenían energía de sobra para aguantar despiertos hasta la
mañana siguiente, cuando fuera el momento de abrir los regalos.
Jungkook había dicho que no quería dormir, y aún lo mantenía. Subieron a
la buhardilla a ver las estrellas, de manera similar y, a la vez, opuesta a la
primera vez que lo habían hecho. Estuvieron hablando y mirando las
constelaciones y terminaron por adormilarse sobre el desvencijado suelo
de madera después de pasar un rato largo besándose y acariciándose.

Aquella había sido la primer Navidad feliz de Jungkook, pero él sabía


que no iba a ser la última...

fin

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