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te encontraré,
caminaré a tu lado.
gritaré tu nombre.
tu me enseñaste
1.
Prólogo
Sus dedos permanecían entrelazados con los del chico que yacía en la
cama, con los ojos cerrados, respirando pesadamente. Los abriría a la mañana
siguiente, si había suerte, pero ya nunca más podría ver. Yoongi veía el mundo
en blanco y negro, pero nunca le había parecido tan triste como en aquel
momento. Tae solía decir que el azul era un color triste, y si Yoongi pudiera ver
o siquiera imaginar los colores, estaba seguro de que el mundo le parecería
azul.
Aquel chico era su amigo, casi su hermano. Adoraba admirar las obras de
arte en los museos, explicarle los colores con palabras para que él tratase de
imaginarlos. Miraba el mundo con los ojos abiertos, y era curioso y vivo, y
también sonriente. ¿Qué sucedería con su sonrisa después de eso? ¿Habría
quedado ciega también su alma?
1. Rude boy
Hoseok estaba sentado detrás de una de las mesas de recepción del hospital
redactando el documento por el que se le concedía el alta a Kim Taehyung.
Levantó la cabeza un segundo al sentir la mirada penetrante del acompañante
del paciente. El chico, vestido de negro de los pies a la cabeza, era algo más
bajo que él, pero le resultaba intimidante por alguna razón, con su vestimenta
monocromática y su piel de porcelana. Por lo que sabía, era mayor que él,
aunque no lo parecía, al menos si no lo mirabas a los ojos con atención. Había
en estos una gravedad abrumadora tan joven y tan antigua como el océano.
-Lo haré, pero...me gustaría contratar a alguien para que se hiciera cargo
de él. Yo nunca he sido bueno con las palabras, ni he sido optimista tampoco.
No sé como tratar con un ciego. Haré todo lo que esté en mi mano, aprenderé y
me acostumbraré a lo que tenga que acostumbrarme, claro, pero...¿conoces a
alguien que pueda ayudarlo?
Sí, conocía a alguien. Eso fue lo único que dijo. No le salieron las palabras
ni quiso explicar nada más. La verdad era que el primer nombre que a Hoseok
se le había pasado por la cabeza había sido el de Jeon Jungkook, uno de sus
compañeros de piso. Pero no podía decirle a un tipo que había nacido y vivido
siempre entre algodones que el chico que iba a recomendarle para ayudar a
Taehyung lo había conocido en un correccional de menores, cuando ambos
eran apenas dos adolescentes. Ni siquiera sabía si Jungkook, dado su carácter,
aceptaría realizar un trabajo como aquel.
-Hablaré con él-dijo Hoseok, serio-.Usted hable con su amigo, que se haga
a la idea. Le llevaré a alguien este fin de semana; es una promesa.
Yoongi suspiró, sintiendo una vez más las lágrimas que amenazaban con
salir de sus ojos. Se concentró en la bata blanca del enfermero. Blanca, sí, era
blanca. Antes de entablar conversación con aquel chico, había visto que otra de
las enfermeras le alababa, diciéndole lo bien que le sentaba su nuevo color de
pelo. Y Yoongi no supo que fue lo que le indujo a preguntarle de qué color era
su pelo. No supo si era simple curiosidad, o quizá que trataba de distraerse de la
dolorosa realidad, pero se lo preguntó. Hoseok le sonrió con sus preciosos
dientes blancos y le dijo que tenía el pelo rojo.
Yoongi decidió en ese momento que el rojo era un color precioso, a pesar
de que no lo había visto nunca.
......
Para entender por qué Jeon Jungkook era como era, hacía falta conocer
su pasado. Para tenerle simpatía, era necesario conocerlo a él. Conocerlo de
verdad. Tal vez por eso las personas que de verdad lo apreciaban podían
contarse con los dedos de una mano.
-Jimin, eso es. Así se llamaba. Solo es que...recordé que...Dios mío, una
de las encargadas trató de abusar de ese chico una vez, y Jungkook lo llevaba a
todas partes y lo alejaba de ella, y siempre se aseguraba de no tocarlo
demasiado porque el pobre estaba traumatizado. Pero lo ayudaba, lo
tranquilizaba...Se me vino esa imagen a la cabeza y pensé que...puede que...
Namjoon seguía pensando que era arriesgado. Hoseok era optimista, pero
era él era algo más cauteloso. Y sabía un poco más del pasado de Jungkook.
Sabía que su padre había muerto cuando él no era más que un niño de primaria,
y que su madre le había hecho mucho daño. El daño físico estaba ya curado,
pero el dolor que le habían causado por dentro no había cicatrizado aún, y tal
vez nunca lo haría. Jungkook aún creía muchas de las mentiras y de los insultos
con que le habían golpeado en su casa y, más tarde, en el reformatorio.
Jungkook despreciaba al mundo, y también a sus habitantes, pero en el fondo lo
que más despreciaba era su propio ser. Namjoon sabía eso. Y sabía que la idea
de Hoseok era arriesgada, pero quién verdaderamente debía decidirlo era el
propio Jungkook.
Jungkook bajó los ojos y no insistió. Había algo que le daba miedo en todo
aquello. Taehyung era un hombre, poco mayor que él. Hoseok había hablado de
lo atractivo que era cuando había regresado de su turno en el hospital algunos
días antes. Y eso era exactamente lo que le daba miedo a Jeon Jungkook.
Pasar mucho a tiempo a solas con otro hombre. Porque esa era la parte que
Jungkook odiaba y negaba de sí mismo. La parte que le habían enseñado que
era incorrecta en él.
-Lo haré, Hobi-dijo Jungkook, apretando los puños por encima de la mesa.
2. First
-No quiero-repitió él, por enésima vez aquella mañana-. No quiero un extraño
en mi casa, y más si no lo he visto nunca.
-Taehyung, sabes perfectamente como son las cosas. Tienes que hacer
rehabilitación y acostumbrarte a vivir así. No te queda otra, y lo sabes. Necesitas
ayuda, y yo solo quiero ayudarte.
Taehyung suspiró. Era inútil discutir, porque en el fondo, su amigo tenía parte
de razón. Yoongi se sentía responsable de su ceguera. Él estaba frustrado y
furioso, y también se sentía culpable. Iba a depender de Yoongi a partir de
entonces, impidiéndole vivir su vida. Él no quería eso, y tampoco quería perder
su despreocupación o su facilidad para hacer amigos. Pero ya nada volvería a
ser lo mismo, porque estaba sumido en la oscuridad. El mundo era hermoso,
pero él ya no podría verlo. Y aquello lo enfurecía tanto que, la primera noche
que había pasado fuera del hospital, había golpeado la pared hasta casi
deshacerse los nudillos.
-Sí-dijo Yoongi.
-Sí, creo que así se llamaba-Taehyung no podía ver a su amigo, pero intuyó
que se estaba sonrojando porque le conocía demasiado bien-. Tiene el
pelo...rojo. Se lo pregunté. Y su sonrisa es...muy blanca. Se le forman unos
hoyuelos pequeños cuando sonríe, y tiene unas mejillas bonitas y una
mandíbula afilada. Lleva...una bata...blanca.
Taehyung sabía que la imagen mental que se había creado no era el aspecto
real de Hoseok. Su imaginación no era tan exacta. Le frustraba aquello pero
algo en el tono de Yoongi y en su manera de hablar del enfermero trajo una
sonrisa a sus labios. Yoongi también sonrió en silencio, esperando que, algún
día, su amigo sonriese como antes, mostrando sus dientes perlados. Y sonrió
una vez más, con el recuerdo fresco de la sonrisa de Hoseok. Dio las gracias
porque él si que podía verlo.
-Lo siento-dijo Yoongi, con la voz entrecortada.
Tae lo sentía lejos, así que le pidió que se acercara. Le pidió que lo abrazara,
porque necesitaba su calidez. Yoongi, vacilante, lo hizo. Siempre había sido
reticente al contacto físico, aunque en realidad adoraba sentirse querido, en
cualquier manera posible. Puso sus brazos alrededor de la espalda de
Taehyung y este, sintiéndolo, lo estrechó contra sí. Notó la humedad del rostro
de su amigo contra su piel.
La habitación se llenó de otras dos voces, otros dos pares de pies. Taehyung
se incorporó en el sofá. La voz de Hoseok era sonora y alegre. La voz de Jeon
Jungkook...era la más bonita que había escuchado en mucho tiempo. Le traía
paz y lo inquietaba al mismo tiempo. También le agradaba su aroma a colonia
barata. No hablaron durante mucho tiempo y después lo dejaron de nuevo a
solas con Yoongi.
Yoongi le describió a Jungkook lo mejor que pudo, pero Taehyung volvió a
sentir ganas de llorar porque no era capaz de imaginarlo y eso le dolía. Su
amigo le pidió permiso para abrazarlo y Tae se lo concedió, porque lo
necesitaba.
-Lo siento-se disculpó al instante, pero su tono seguía siendo duro, severo.
Alarmado, Jungkook lo tomó en brazos. Era fuerte, pudo notar los músculos
de sus brazos. Fuerte y poco delicado, pese al tono casi angelical de su voz. Lo
sentó en una silla y le secó la nariz. Le dijo que lo sentía, una sola vez. Aquello
era un desastre absoluto, se repitió. Hobi se había equivocado.
-Puedo buscar a alguien más si crees que estarás mejor-dijo Hoseok, con un
tono más bajo de lo habitual.
-¿Seguro?
Jungkook, desde fuera, quiso quejarse, pero no lo hizo. Se limitó a fruncir los
labios, molesto. Lo había oído todo, y no tenía ni idea de por qué razón Kim
Taehyung podría querer mantenerlo consigo. Hoseok salió poco después y le
dijo lo que él ya sabía.
-Te quedarás aquí a dormir. Deberíamos ir a casa para que puedas coger lo
que necesites. Tu cepillo de dientes, tu ropa, esas cosas...
-Él te quiere a ti. Y sé que estás asustado, pero también sé que puedes con
esto.
-No estoy cualificado para esto, Hobi. Solo...pensaste que sería buena
idea...por lo que yo hice...porque ayudé a Jimin...pero esto no se parece a
aquello. Este chico podía ver hasta hace poco, y ahora está demasiado perdido.
Yo ni siquiera me he encontrado a mí mismo, no puedo ayudarlo. Jimin era un
niño, pero Kim Taehyung es un hombre. Y yo no puedo hacer nada por él.
Hoseok le puso las manos sobre los hombros, mirándolo con fijeza. Jungkook
vaciló un poco, pero le aguantó la mirada:
-¿Por qué tiene que ser él? ¿No hay alguna chica de la que pueda cuidar...o
algún hombre mayor...? Me incomoda que sea él-dijo, con sinceridad-. Antes me
tocó la cara y me asusté tanto que, sin querer...lo dejé caer. No se supone que
yo deba hacerle daño.
-Es un comienzo-explicó Hoseok-. Si, en una situación como esta, las cosas
salieran bien desde el principio, sería algo del todo inusual. Pero todo irá bien.
Te lo prometo.
-Si vas a responderme con evasivas, tal vez no deberías ofrecerme que te
hablara-bromeó Taehyung-. ¿A quién conoces? ¿No vas a hablarme de tu
familia, de tus amigos? Vivimos juntos ahora, tal vez deberíamos saber más
cosas el uno del otro.
-Está bien, solo estaba mirando-dijo Yoongi, con una risa seca.
La mesa era larga, como en las películas, y se sentía vacía porque solo había
tres personas sentadas en ella. Desde su asiento, Min Yoongi veía como a Jeon
Jungkook le brillaban los ojos y tenía las mejillas llenas. No tenía los mejores
modales en la mesa, pero parecía un niño. No se lo había parecido antes. Era
tosco y rudo, pero en el fondo solo era un crío. Le había parecido una elección
extraña, pero, por alguna razón no del todo imparcial, confiaba en Jung Hoseok.
Hoseok hizo acto de presencia poco después, para traer unas pastillas para el
dolor y una loción para las quemaduras que el doctor les había recetado.
-Por alguna razón, pensé que serías tú-dijo Yoongi, que había albergado la
esperanza de verlo con frecuencia.
-Así-dijo Hobi.
-Eso es algo que sentimos igual-dijo Tae, con un intento de sonrisa-, ¿no?
-Supongo que sí.
Jungkook callaba, y su voz era bonita y suave, pero parecía estar siempre a la
defensiva. Había algo misterioso en él, y Tae todavía no había decidido si le
gustaba o le asustaba. Pero iba a tener que acostumbrarse a él, iba a tener que
descubrir lo que escondía debajo de su superficie.
-¿Cómo están tus heridas?-preguntó Jungkook, con aquel tono neutro que a
él le costaba tanto descifrar.
Sin duda, debía haberlo recordado debido a la poco discreta escena que
había tenido lugar poco antes entre Yoongi y aquel enfermero, Hoseok. Incluso
Tae, con solo oírlos, se daba perfecta cuenta de lo que sucedía entre ambos.
Con cuidado, levantó sus manos para rozar las quemaduras de su cuello y
pecho, que estaban inflamadas, aunque ya no le dolían tanto.
-¿Duelen?
-Un poco...
De modo que Jungkook extendió la mano sin decir una palabra para que
Yoongi le tendiera el bote de crema que le había dado Hoseok hacía algunas
horas y comenzó a extenderlo por la piel de su paciente. Su tacto era algo tosco
y, aunque ya le había tocado antes, nunca lo había hecho por tanto tiempo.
Tenía la piel algo seca, como si hubiera heridas en sus manos.
Taehyung sabía que Yoongi se sentía culpable por muchas cosas, y que
pensaba de vez en cuando que su existencia carecía de sentido. Que solo
estaba rellenando un espacio, que no había nada para él, ni siquiera esperanza.
Pero también sabía que, muchas otras veces, Yoongi era consciente de que el
espacio que ocupaba lo ocupaba cerca de él. Yoongi sabía que su existencia
era mucho más que un adorno para Taehyung, y que había esperanza. Una
esperanza que, por alguna razón, había tomado el rostro de Jung Hoseok, de
Hobi, en su imaginación y en su memoria. A lo mejor si que había cosas para él
en el mundo, incluso si él no sentía que las mereciera. Había cosas para cada
persona en el mundo, pero muchas se rendían después de esperar por
demasiado tiempo.
Taehyung buscó las manos de Jungkook y trató de apretarlas cariñosamente,
pero el otro chico se soltó de inmediato, como si le repeliera aquel contacto.
Cualquier contacto que no fuese estrictamente necesario entre ellos, de hecho.
En menos de veinticuatro horas, Taehyung ya se había dado cuenta de eso...
Había lágrimas en sus ojos cuando los créditos dieron comienzo. Se oía la
música, la respiración agitada de Taehyung. Él mismo se limpió el rostro con el
dorso de la mano. Era un final agridulce, pero también era un amor bonito. Y ya
fuera en Verano del 83 o en pleno 2019, Taehyung creía que un amor como
aquel debía vivirse por lo menos una vez en la vida.
Fue aquello último lo que dijo cuando emergió de la piscina, con el cabello
mojado cayendo sobre sus ojos, y se encontró con la mirada casi interrogante
de Yoongi.
-Puedo intentarlo.
-No me refiero a... No solo a eso. Tengo la sensación de que tiene un alma
bonita...y su voz...es como la de un ángel...
Yoongi hizo uso por primera vez del número que Jung Hoseok le había
dado y quedó con él para hablar de Taehyung. Quedó un poco decepcionado
cuando el enfermero le dijo que estaba tomando un café con un amigo, pero que
podía pasarse por allí si quería.
El café estaba en las afueras y tenía por nombre "Black Swan". Yoongi
nunca había estado en aquel lado de la ciudad, pero bien valía la pena salir de
su zona de confort si se trataba del bienestar de su mejor amigo, o si se trataba
de volver a ver a Jung Hoseok.
Hobi.
-Bueno...Esta mañana, Jungkook sugirió que, tal vez, Tae podría volver a
aprender a nadar.
-¿La hay...?
-No creo en milagros, pero también creo que no hay que perder la
esperanza. En el hospital de Seul, eso sería imposible. Hubiéramos salvado su
visión de no ser así. Quizá más lejos, pagando mucho dinero.
-Habría que entrar en lista de espera. Veré qué puedo hacer-dijo Hoseok,
serio-, pero no le hables de esto. Sería una decepción si le haces pensar que sí
y al final no resulta. Debe aprender a convivir con su ceguera. Es un chico
fuerte, y sé que superará esta prueba, de un modo u otro. Cuida de él.
Yoongi asintió.
Estaban tan atentos el uno al otro que no se habían dado cuenta cuando
Namjoon salió al baño después de avisarles.
Yoongi sintió que las mejillas le ardían, pero no dijo nada. No sabía si Hobi
esta psicoanalizándolo o tratando de ligar con él, pero supuso que se trataba de
la primera opción porque la segunda era demasiado buena para ser verdad.
Quizá ni siquiera estaba preparado para ello, pensó más tarde. Después
de todo, cuando se despidieron en la puerta del café, Hoseok le había abrazado
y él se había alejado en la dirección contraria, con una sonrisa radiante en el
rostro. No sabía si se veía radiante, pero así se sentía. Solo por un abrazo,
como si fuera un estúpido crío de doce años que se enamora por primera vez.
¿Qué pensarían Namjoon y Hobi mismo de haberlo visto entonces? pensaba él,
avergonzado. Las mejillas se le teñían de color, pero la sonrisa no se le borraba.
Y tal vez era verdad que sonreír le sentaba de maravilla, aunque las razones
fuesen estúpidas.
Porque cuanto más tiempo pasaban el uno cerca del otro, menos miedo
tenía Taehyung, y cuanto menos miedo tenía Taehyung, más tenía Jungkook.
-O no.
-No puedes forzarle a ello. Y si eso era lo que tenías en mente, que se
enamore de Taehyung, creo que es la peor idea que has tenido nunca.
-No, esa no era mi idea-mintió Hoseok- Pero no entiendo por qué es tan
malo.
-No es tan fácil, Hoseok. Nunca es tan fácil como eso. Si Jungkook se
enamora de Taehyung y Jungkook se enamora de Taehyung...¿crees que se
darán un beso frente a la puesta de sol y eso será todo? Hay muchas más
partes de sí mismo que Kookie no puede aceptar del todo. Y ya lo sé, puedes
amar a alguien sin amarte a ti mismo y todo ese rollo...pero nunca sale bien. Y
yo no puedo pedirle que se quiera, porque sé que le resultaría difícil incluso
entender por qué debe hacerlo. Está enfermo, está medicado. Las cosas nunca
son tan sencillas, a pesar de las buenas intenciones.
-Umm...Bien.
Cuando alzó los ojos para saludar a los otros dos hombres, se encontró con
una grata sorpresa.
-¿Jimin?
Su voz sonaba casi ahogada por la carrera que había echado para llegar
hasta allí, pero Jimin le reconoció al instante.
-¿Jungkook?
-No me puedo creer que seas tú-Jimin sonrió, todavía abrazado a él-. Estoy
tan contento que voy a pasar por alto que me hayas llamado enano.
-Pasar por alto. Ja...tiene gracia.
Jimin frunció el ceño, y Jungkook miró a Tae por primera vez en el día al oírle
reír. Tae nunca había oído al chico bromeando o en confianza, y tenía que
admitir que le gustaba. A Jungkook le gustó el sonido de su risa, pero no lo
admitió porque no quería siquiera pensar en ello.
Tae obedeció y Jimin agarró sus piernas para mostrarle que debía elevarlas
un poco más si quería mantenerse en la superficie.
-Eso debería hacerlo yo-dijo Jungkook.
-Pues a veces parece que te da asco. Así que no entiendo porque os estáis
peleando por mí-dijo Tae, todavía tenso.
-No es por ti, pero creo que no era necesario que te tocara las piernas para
decirte que tenías que mantenerlas arriba. No quiero que nadie se aproveche de
ti, eso es todo.
-No deberías haber dicho que tu trabajo era tocarme-replicó Tae, más serio
que nunca-. Y no es solo porque haya sonado mal. He conocido a Jimin esta
mañana y tengo confianza con él. No me importa que me toque la pierna, no es
ningún problema. Cada vez que tú me tocas, parece que te diera un calambre, o
que te diera asco. Y eso no me hace sentir muy bien, como comprenderás.
Llevas más de un mes durmiendo en mi casa, pasando la noche en mi cuarto,
desayunando, comiendo y cenando en mi comedor, conmigo. Y todavía no
tenemos confianza. Y ahora sales comportándote como si tuvieras celos, y cada
vez te entiendo menos, Jungkook.
-No son celos, es...
-¿Seguro?
-Sí. No hace falta que me toques, tranquilo-su voz había adoptado un tono
hiriente.
Lo sostuvo con firmeza, como si pesara lo mismo que una pluma, y lo sacó
del agua.
Incluso su voz temblaba. Tan profunda y grave como era, sonaba vulnerable.
Jungkook lo depositó sobre la mejor tumbona que encontró y lo secó con la
toalla, dejándosela por encima para que no se enfriara. No era la primera vez
que Tae notaba que su asistente podía ser delicado y atento cuando era
necesario. Dejó el orgullo de lado para agradecerle su gesto.
-Eso tendría que juzgarlo yo. La gente comete errores, Jungkook. Y nadie va
a juzgarte más duramente que tú mismo, así que no deberías tener miedo de mí.
No te pediré nada que tú no quieras darme.
-¿Necesitas que te diga algo más...o eso es suficiente? ¿No vas...no vas a
pedirme que me vaya?-preguntó, temeroso.
-¿Puedo abrazarte?
-Sí.
-¿Quieres que lo haga?
Jungkook asintió, olvidando por completo que Tae no podía verle. Hubo un
silencio. Tae no sabía que hacer y Jungkook no dejaba de preguntarse por qué,
si le había preguntado si podía abrazarle, no lo estaba haciendo. Fue él quien
terminó por atraer al otro hombre hacia sí, aferrándolo entre sus brazos.
1.
7. Heartbeat
-¿Tú crees?
-Es lo que parece. No sé, se supone que los piscis somos muy intuitivos-
Yoongi se encogió de hombros, con una sonrisa-, y yo intuyo que ahí hay algo.
Es normal, después de todo. Todo el mundo se enamora un poco de Tae
cuando lo conoce. Hasta cierto punto, es inevitable.
Jungkook dejó de balancear la silla por un momento y abrió la bata del otro
chico por la parte del pecho para aplicarle la crema. Las quemaduras eran
mucho menos notables que antes y ya apenas le dolían.
-Solo...tengo miedo de que tú me tengas miedo...
-Que digas eso significa que no tengo por qué temerte. Nunca me harías
daño de forma consciente. Y si algún día pasara algo...Yoongi es más fuerte de
lo que aparenta-bromeó Tae para quitarle hierro al asunto.
Jungkook se atrevió a reírse. Su risa era casi más bonita que su voz. En
aquel momento, Tae lo hubiera dado todo por ver su sonrisa. Ni siquiera su
rostro, su cuerpo o el resto de él. Tan solo su sonrisa. Ni el cielo, ni la luz del sol,
ni su cuadro favorito. La sonrisa de Jeon Jungkook.
-Siéntate conmigo.
Lo había visto dormido todas las noches que se había quedado velando su
sueño, pero aquella vez no estaba agitado, sino relajado. Jungkook dio
inconscientemente las gracias por que él si que podía ver. El rostro de Tae no
parecía esculpido, sino vivo. Bajo la luz del sol, su piel parecía más tersa que
nunca. Rozó con delicadeza sus mejillas y Tae sonrió en sueños. Sus ojos se
posaron entonces en los labios del joven millonario. Tenían una forma que no
hubiera sabido como describir. Belleza, esa era la única palabra que se le venía
a la cabeza. Si alguien le hubiera dicho que mirar fijamente los labios de alguien
generalmente significaba que tenías ganas de besarlo, Jungkook hubiera salido
huyendo. Pero afortunadamente, nadie se lo dijo, y siguió mirando los labios de
Tae casi hasta que este despertó.
-No he hecho más que dormir-dijo, con una sonrisa soñolienta- ¿Donde
está Jimin?
-No...no lo sé...
-¿Jungkook...?¿Sigues ahí...?
-S-sí...
Se puso los pantalones con cuidado. Estaban cálidos y olían a él. No tenía
nada de alarmante o de particular que supiera reconocer la esencia de Tae. Al
fin y al cabo, se dijo, vivía con él las veinticuatro horas del día, así que lo raro
hubiera sido que no reconociese su olor. Era una mezcla suave de perfumes de
marca con un algo inconfundible. Seguramente eso sí era extraño, el tratar de
definirlo en su mente...Sí, lo era. Así que Jungkook dejó de pensar en ello de
inmediato y cogió el móvil para pedir unas hamburguesas a domicilio.
Jungkook estaba desnudo de cintura para arriba. Tae estaba casi desnudo
de cintura para abajo. Estaban tumbados el uno junto al otro, comiendo
hamburguesas baratas, prácticamente en silencio. Era la primera vez que el
menor de los dos se tumbaba en aquella cama, y nunca antes había tenido el
tiempo o la ocasión de fijarse en el inmenso espejo del techo con marco dorado.
Los dos chicos parecían un cuadro vistos desde aquella perspectiva.
-Ah, eso...-Tae se rio con algo de amargura-. Ahora mismo no tiene ningún
sentido, ¿verdad?. No sé, me pareció buena idea en su momento...Es una
especie de lujo extravagante. En realidad es muy...muy de hostal de
carretera...un poco vulgar...
-Bueno, imagina que estás con una chica en la cama y...no sé...ella está
encima de ti y tú la puedes ver...desde esa perspectiva...Estoy seguro de que
uno se siente el doble de poderoso...no lo sé...Y a la mañana siguiente, abrirías
los ojos y la verías tendida a tu lado...y sería maravilloso...Es una de esas
fantasías que ya no voy a poder cumplir nunca...
-¿Sí?-lo último que quería saber Jungkook era cual era la dichosa nueva
fantasía sexual de Tae, pero preguntó de todas formas. Aunque solo fuera por
educación...
Peor.
Todavía peor.
-¿En serio?
Soltó una exclamación cuando una gota de ketchup cayó sobre su pecho.
Tae le preguntó qué pasaba y él se lo dijo. Y entonces Tae se incorporó de
nuevo y surcó la piel de su torso hasta encontrar la mancha.
-Lo que has hecho es raro-dijo Jungkook. Tal vez no le faltaba razón,
aunque desde luego no era tan raro como el chico de la película que habían
visto aquel día, que se masturbaba con un melocotón.
-¿Estás bien...?
-Sí...es solo...
Taehyung suspiró.
-¿Mi corazón...?
-Me gustaría mucho poder verte, aunque solo fuera una vez...
-Gracias-murmuró.
Tae siempre había tenido la sensación de que Jungkook era más alto o
más grande que él, pero el tono y la timidez de su voz en aquel instante lo
embargaron de ternura y tuvo el impulso de abrazarlo con más fuerza que
nunca. Jungkook no se apartó; enterró su cabeza en los hombros del joven y
murmuró algo que Tae no alcanzó a oír.
-Te lo repetiré hasta que tú también estés seguro de eso. De que eres lo
más bonito que hay en el mundo.
8. Party
Jungkook se sentía terriblemente solo a veces. Sabía que podía contar con
sus amigos, pero rara vez hacía uso de aquel conocimiento. Contarles sus
pesares solo servía para hacerle sentir culpable de poner una carga más sobre
ellos. Además, no sabía qué era lo que quería, o lo que necesitaba. Un abrazo,
unas palabras...no tenía ni idea...
Tenía a Jimin sentado sobre sus rodillas y abrazado a sus hombros. Jungkook
apretó los puños y le preguntó qué quería. Su tono fue más agresivo de lo que
había querido.
-Hoseok baila mejor que yo. Y no le importará bailar con otro chico, porque es
gay. Pero yo no soy gay, así que no puedo bailar contigo, Tae.
Pero no pasaba nada. Sus sentimientos por Jungkook no eran tan serios y
podía cortarlos de raíz y guardárselos dentro para asegurarse de que el chico
nunca se enterase.
Incluso Jimin, que apenas llevaba una semana allí y estaba ciego, se había
dado cuenta del evidente flirteo entre Yoongi y Hobi.
"Muy bien"se dijo Jungkook, con la sangre hirviendo en su interior "que baile
con Jimin. Por mí como si se casan..."
Y por el aspecto que acabó luciendo Taehyung aquella noche para recibir a
Seokjin, bien parecía que estaba a punto de pasar por el altar. Jungkook nunca
le había visto en traje. Siempre llevaba ropas más bien holgadas y camisas que
costaban lo mismo que el alquiler de todo un mes del piso que él compartía
antes con sus dos mejores amigos. Yoongi le ayudaba a colocarse la chaqueta y
la corbata y él estaba sentado allí, a unos pasos, abocetando la inmensa obra
de arte que era Tae. Siempre lo dibujaba, porque era bello. No había nada
extraño ni remotamente homoerótico en apreciar la belleza de otro hombre con
fines artísticos...¿no?
Tae lo sabía. Cada vez que le preguntaba algo a su amigo, este le respondía
distraído, y su voz sonaba como si estuviera sonriendo. No pasaba de aquella
noche, le dijo a Jimin.
-Son tímidos-argumentó Jimin-, no creo que sea hoy.
-Esto seguro de que va a ser hoy; esta noche. Yoongi es tímido, pero cambia
radicalmente cuando bebe. Es el empujoncito que necesita, y ya están a punto
de caramelo. Soy rico; nos apostamos lo que tú quieras. Voy a ganar, de todos
modos.
-Mejor nada entonces-negó Jimin, con una sonrisa-, yo no soy tan rico cómo
tú.
Sobre las ocho de la tarde, empezó a llegar gente. Tae los saludaba con
fingido entusiasmo, porque ninguno de ellos era Seokjin. Jimin se mantuvo a su
lado todo el tiempo y otro amigo de la universidad, un tal Baekhyun, también se
les unió.
¿Por qué la imagen de Taehyung, frente a frente con él la primera noche que
habían dormido juntos, no dejaba de aparecerse en su cabeza? Estaba a unos
metros de él, pero sabía que el otro chico no podía verle.
Corrió para buscar el baño antes de que alguien se diese cuenta de que
estaba a punto de echarse a llorar y un montón de personas le rodearan para
preguntarle qué era lo que le pasaba. Fue difícil, porque la mansión era enorme,
pero consiguió llegar a tiempo.
Sin embargo, no había pasado desapercibido para todos.
-¿Hobi...?
Se sentó a su lado, sobre las baldosas, rodeando sus hombros con los
brazos.
-Quédate. Tenía miedo de que me vieras así, pero ahora que estás aquí, no
todo es tan malo...-dijo-Es solo que...Jungkook...Lo quiero tanto...No sé cómo
explicarlo...porque no soy Namjoon pero...Me duele que sea así...porque me
imagino lo que hubiera podido ser si no le hubieran enseñado que estaba mal
ser él....
Yoongi no entendía del todo a qué se refería Hobi, pero lo escuchó, solícito.
Le brillaban los ojos y él mismo estaba a punto de echarse a llorar.
-Tiene miedo a ser cómo es...y no estoy seguro de que sepa lo que le pasa.
Cree que está bien así, que ese es él...que así es como va a vivir siempre. Con
miedo. Ocultándose, saboteándose a sí mismo...No debería...Me da miedo de
que sea así. De que sea siempre así...
-La gente cambia, Hoseok. Nadie se queda estancado, aunque a veces sea
inevitable sentirse así. La gente cambia, porque el tiempo pasa y uno va
conociendo a personas que le hacen ver la vida de manera distinta. Tú me has
cambiado a mí, y por eso mismo pienso que todo va a salir bien. Incluso para
Jungkook, sea lo que sea lo que le pasa. Mírame...nunca creí que iba a decir
algo así.
Que Hoseok llorase por su amigo le había demostrado a Yoongi que tenía el
buen corazón que él siempre había sospechado. Y estaba agradecido de que
hubiera compartido aquello con él, aunque, si por él fuera, una sonrisa tan bonita
jamás tendría razones para apagarse.
-Es solo que...cuando bebo...es como si...Mis amigos dicen que soy el sol. Y
cuando bebo, es como si las nubes...Jaja...bueno, ya me entiendes.
-¿No?
-Nunca has visto un arco iris-dijo Hoseok, con una sonrisa curiosa.
-No, pero el sol es una estrella. Hay muchas estrellas, pero un solo arco iris.
La gente sale a la ventana cuando hay un arco iris. Tae siempre lo hacía. Lo
miraba y le brillaban los ojos, y yo no podía comprenderlo porque para mí era un
tono más de gris en el cielo. Ahora...ahora creo que lo entiendo, porque así es
como te miro yo. Como si fueras el arco iris.
Hoseok nunca había visto a Yoongi así. Tal vez el alcohol sacaba la
elocuencia que tenía dentro. Aquella era una de las cosas más bonitas que
nadie le había dicho nunca, pero se había quedado en blanco. Sí, el mismísimo
arco iris se había quedado completamente en blanco. No tenía una respuesta
digna para Yoongi.
Yoongi veía a Hobi mirarlo con fijeza, sin responder. Tenía miedo de haber
metido la pata y estaba prácticamente temblando, pensando que el silencio de
su compañero se debía a otra cosa.
Se sentía completamente desolado. Se echó a llorar sin saber muy bien por
qué, apoyado en la puerta del baño, después de haber atisbado a aquellos dos
chicos de cabello rojo besándose con ternura y mirándose embobados, como si
no hubiera nada más en el mundo. Hacía meses, años incluso...No, Jungkook
no recordaba cuando había llorado por última vez. No sabía por qué lo estaba
haciendo entonces.
-Eso es bueno-lo era, pero con el panorama que tenía delante, Tae solo pudo
esbozar un torpe intento se sonrisa-, pero lo que quiero saber es...¿Qué te pasa,
Kook?
-No es nada...
No era necesario ver su rostro para saber que sí era algo. El tono de su voz y
sus lágrimas le delataban. Tae alzó una ceja, escéptico.
-No hace falta-Jungkook negó con la cabeza-. Vuelve con Jimin. Debe
sentirse solo...
-Tae, no soy un niño. Estaré bien. Gracias por preocuparte, pero estoy bien.
-"Estoy bien"-dijo Tae, con un tono de voz más agudo, como si estuviese
imitando a Jungkook-Casi siempre que alguien dice que está bien, o que no le
pasa nada, es una mentira. Es la mentira más repetida de la historia. Además,
estabas llorando. Cuando alguien llora, suele ser porque está muy triste o
porque está muy feliz. Y estas lágrimas no son de felicidad. Un llanto de ese tipo
no suena así.
-Jungkook...
Taehyung asintió:
Fue un día que Yoongi y Hoseok habían salido a comer juntos para hablar.
Seokjin llegaría algo más tarde, y Jungkook estaba hundido en el sofá, jugando
a un juego de móvil. No quería mirar a Jimin, u oír la risa de Tae, así que estaba
especialmente concentrado...hasta que un pedazo de la conversación llamó su
atención.
-No creas que es peor por no poder ver...-decía Jimin-. O sea, sí, es una
mierda. Para los dos. Para ti más, supongo, porque tú sabes lo que te pierdes.
Pero seguro que ya te has dado cuenta de que el resto de tus sentidos son más
agudos ahora. Y hay una razón por la que la gente cierra los ojos al besar. O
sea, es como una respuesta automática. Para sentirlo, en lugar de verlo.
Verlo de lejos fue como una puñalada en el corazón. Un beso no tiene por
qué significar nada, y Jungkook lo sabía por experiencia, porque él había dado
más de los que podía contar y ninguno había significado nada. Pero era
diferente cuando era entre amigos. Era diferente cuando se trataba de
Taehyung, más bien...
-Tae no sabe nada de la vida. Se ha quedado ciego hace meses y rara vez
sale de la mansión. Es fácil aprovecharse de él...
-¿Estás loco...? Tú tampoco sabes nada de él, pero si tuvieras dos dedos
de frente te darías cuenta de que no estábamos haciendo nada malo. Es mi
amigo, joder. ¿Por qué iba a querer hacerle daño? Admite que estás celoso y
ya.
-¿Celoso...?
Jimin no vio los ojos de Jungkook, pero si percibió como su voz se rompía.
Tal vez no debería haber dicho aquello, porque sabía perfectamente que
Jungkook se estaba enamorando de Taehyung, pero también sabía lo mucho
que le costaría llegar a términos con aquella parte de sí que había demonizado
desde la niñez. Tragó saliva, nervioso. Ya lo había dicho, de todos modos, y no
podía volver atrás.
-Sí, Jungkook. Celoso. Pero si eso te hace sentir mejor, estoy bastante
seguro de que Tae preferiría que fueras tú quien le mostrase cómo se besa a
alguien a ciegas-cada vez se estaba metiendo más y más hondo en aguas
pantanosas-¿Acaso no eres su asistente? ¿No eres tú quién tiene que ayudarlo
en todo? ¿Por qué no le ayudas en eso también?
Jungkook volvió a la sala con la cabeza gacha, detrás de Jimin. Sí, eran
celos. Sí, tal vez lo que le había molestado de la situación era que hubiera
preferido ser él quién besara a Tae. Pero también le aterrorizaba reconocerse
aquello.
Si lo hubiera dicho, habría tenido que dar unas explicaciones que él mismo
quería negarse a oír en su interior. Después de todo, tal vez no era necesario.
Jimin no lo haría; no después de la conversación que acababan de tener. Lo que
fuera que había dentro de él, se dijo, no podía destruir su amistad con Jimin.
Quiso abrazarlo, pero tampoco lo hizo. Si Jungkook hubiese escrito la
historia de su vida, se habría dado cuenta de que era una sucesión de cosas
que había querido hacer y no había hecho. Cierta parte de él siempre le frenaba,
y él siempre obedecía porque siempre tenía miedo.
Después de su discusión con Jimin, Tae intentó una vez más conseguir
que le hablara (a pesar de que se había prometido a sí mismo que no lo
buscaría). Jungkook se disculpó y le dijo que quería salir a tomar el aire.
Se puso los auriculares y salió sin ningún rumbo en particular. Caminó sin
llevar cuenta de la hora, pensando demasiado. A pesar de que llevaba un buen
rato paseando, no había salido todavía de los barrios ricos. ¿En qué otro lugar
hubiese podido encontrársela?
Era ella, aunque Jungkook no se dio cuenta hasta que le preguntó si "ya se
encontraba mejor". Fue entonces cuando la reconoció como la chica de la fiesta.
Llevaba el pelo recogido en un moño elegantemente despeinado. Tenía un perro
pequeño en los brazos e iba vestida con un traje de chaqueta de color crudo. Su
maquillaje era sencillo y resultaba especialmente bonita a la luz del día.
Jungkook no sabía que decir. Estaba claro que tenía que rechazarla, por el
bien de los dos. De todos modos, le tenía miedo a la relaciones y aquella chica
era demasiado diferente a él. Lo intuía, pese a que ni siquiera recordaba su
nombre.
Ella pareció leerle la mente, como si creyera que la razón por la que no
hablaba era que había olvidado como se llamaba.
-Soo, me llamo Soo.
-¿Amigos...?
-Solo amigos.
Jungkook llevaba mucho tiempo sin beber (exceptuando las veces que había
bebido socialmente). Seguramente por eso lo hizo aquella noche, sin pensar en
las consecuencias que podía acarrear para él y para Taehyung.
Era un vino caro, de alguna marca de lujo. Habían cenado los dos solos,
porque Yoongi estaba cada vez más ausente desde que había empezado a salir
con Hoseok. La mesa seguía siendo kilométrica y a Jungkook le daba una
sensación de vértigo mirar a Tae desde tanta distancia. Por eso se sentó a su
lado, y fue entonces cuando decidieron inaugurar la botella. Los dos estaban de
buen humor aquel día, y estar a solas en un cuarto había dejado de ser
incómodo hacía tiempo.
-¿Estás bien...?
Jungkook sintió la mano del otro chico en su nuca, empujándole para que su
rostro quedara aún más cerca del suyo.
-No te importa...¿verdad?
Jungkook quería que lo besara. Que aquello que sentía sobre su piel fuesen
sus labios y no sus dedos. Lo deseaba tanto que ya era incapaz de negárselo a
sí mismo. Porque quizá en aquel momento, era mas de verdad que nunca, era
más él que nunca. Se sentía más valiente que nunca, y ni siquiera le importaba
que aquella súbita espontaneidad se debiese a la bebida. Pero aún le faltaba un
pequeño empujón para atreverse a hacer lo que de veras quería hacer.
-¿Tú eres el chico que el otro día se negó a bailar conmigo porque eso era
"demasiado gay"?-se burló Tae-Porque esto es bastante gay, para que lo sepas.
Tae decidió besarle de nuevo, tal vez para evitar hacer más preguntas que
Jungkook no sabría cómo responder. Si respondía, les haría daño a los dos. Y
se trataba de disfrutar del momento...
-Ya sé lo que vas a decir, pero ¿qué esperabas que hiciera? Me gusta, tú lo
sabes. Noté que quería besarme y aproveché la oportunidad. Joder, hasta esta
noche no pensé que tenía opción...creía que era completamente hetero.
-Ese es justamente el problema, Tae...él cree que lo es. Quiere creer que lo
es.
-No lo entiendo.
-Mira, no sé cuánto te haya contado él, o cuánto esté dispuesto a admitir
sobre sí mismo, pero...supongo que ya sabes que no lo ha tenido fácil. Es un
problema. No es tan sencillo como besarlo porque sabes que lo quieres y que,
en el fondo, él también siente algo por ti.
-¿Y si pierdes...?
-En los juegos, uno tiene más de una vida. Y ya deberías saber que no me
rindo tan fácilmente. Y menos con él, porque me importa.
-Te harás daño, Tae. Estaré aquí cuando quieras llorar, pero si llega el
momento, recuerda que te lo dije.
-No lloraré.
-Eres tú quién debe decidirlo, nadie más. Yo puedo aconsejarte, decirte que
no lo hagas...pero la decisión es tuya.
Tae asintió.
-Es decir, sí. Sí que importa. Pero lo más importante es que él esté bien,
incluso si no acabamos juntos al final. Estaré con él mientras él me quiera a su
lado, de la manera que me quiera...
-No te olvides de ti mismo. Por nadie, no importa cuanto lo ames. Además, sé
que eres un chico intenso, pero hace meses que lo conoces. Es muy pronto para
hablar de amor.
-Yo llevo más horas a su lado de las que tú llevas con Hobi, así que no creo
que seas el más indicado para decirme eso...
Yoongi no supo que responder. En el fondo, sabía que Tae tenía razón
respecto eso. Generalmente, cuando era amor, uno lo sabía. El "demasiado
pronto" solía ser una mera excusa cuando una persona estaba asustada de sus
propios sentimientos, pero tal cosa no existía, a no ser que fueses una princesa
en una película de Disney.
Cuando Tae volvió a su cuarto, Jungkook estaba allí. Sin embargo, eso no
significaba que planeara quedarse. Le tendió el pijama púrpura. Cuando ya se
había puesto la parte superior, sintió que su asistente le ofrecía también los
pantalones.
-Si quieres que lo que sea que ha pasado esta noche siga pasando, tengo
tres condiciones.
-Sí, pero con esas tres condiciones. No dormiré contigo, porque eso
sería...demasiado íntimo, no nos tomaremos de la mano a no ser que lo
necesites, y no me dirás nunca que me quieres, porque yo no puedo
responderte lo mismo.
-Porque yo no...
-Porque tú no eres gay o bisexual o lo que sea. Es eso, ¿verdad? ¿Qué eres
entonces...?Porque me estabas besando hace unos segundos...y yo soy un
hombre, ¿no?
-Supongo que puedes decir que eres taesexual o algo así, si te sientes más
tranquilo-bromeó sin ganas-¿o piensas que mientras no haya nada romántico
entre nosotros...no lo sé...tu masculinidad se mantendrá intacta...?
Jungkook deslizó sus dedos, entrelazándolos con los de Tae. Sin separarse
todavía de él, volvió a hablar.
-Solo esta vez. Pero por favor...Dijiste que no era tan difícil...Yo...quiero que
sigamos haciendo esto, pero no quiero hablar de ello, ¿entiendes...?
Tae asintió. Si quería tener a Jungkook, no le quedaba otra que aceptar sus
términos, incluso si eso significaba que le costaría conciliar el sueño por las
noches, que sus dedos estarían fríos y que las palabras de amor morirían en su
garganta sin salir nunca a la superficie.
Se tumbó en la cama, con el pijama puesto por primera vez en mucho tiempo.
La cama parecía el doble de grande ahora que iba a dormir solo. El chico a cuya
presencia se había acostumbrado le arropó con delicadeza, pero estaba al otro
lado de las sabanas.
Jungkook le besó.
Jimin tenía razón; los sentidos y la pasión florecían con los ojos cerrados. No
sabía si estaba llorando porque le dolía o porque era maravilloso. Nunca había
sentido tanto con un beso, pero la sospecha de que para Jungkook no
significaba nada podía con él.
Jungkook creyó que dormir a solas aquella noche era lo mejor que podía hacer.
Pero su cama también se sentía vacía y ajena. Una pastilla no bastaba para
hacerle conciliar el sueño. Ni dos, ni tres...Si se pasaba, tal vez ya no se
despertaría. Y no sabía por qué pero, de repente, le importaba.
Los dos se dieron cuenta aquella noche de que el juego que habían iniciado
no tenía botón de pausa ni manera de salir de la partida.
-Si vais a desayunaros el uno al otro, no hace falta que os sentéis a la mesa.
Tae asintió, sin ganas. Jungkook siempre se detenía cuando alguien más
entraba a la habitación mientras lo estaba besando. Como si le diera vergüenza.
Solo había pasado dos veces, pero supuso que se convertiría en una
costumbre. Y era él quien tenía que acostumbrarse a ello.
Yoongi los observó a ambos con tristeza. Cualquiera podía notar que
Jungkook estaba perdido por Taehyung. Puede que no fuera capaz de decirlo,
pero la manera en que se preocupaba por él iba mucho más allá de su empleo.
Y el hecho de que besara aquellas partes de Tae que él mismo consideraba
imperfecciones casi como si las venerara...
Yoongi deseaba que las cosas fuesen fáciles, que su amigo pudiese ser tan
feliz como lo era él con los mensajes de "buenos días" llenos de corazones
negros que le enviaba Hobi.
-Me marcho en un par de días, así que quería veros-le dijo el joven a Yoongi.
-Genial. Ah, por cierto, ella es Kim Soo Young, mi prima. No regresamos a
Gwangcheon todavía; vamos a tomarnos unas vacaciones en Los Angeles.
......
Quizá porque todo era incierto y no sabía cuanto tiempo le quedaba a su lado,
Taehyung quería apurar cada gota. Si Jungkook se negaba a dormir con él, no
dormiría por las noches. Eran demasiado largas para no estar a su lado. Lo
decidió al cuarto día, y se quedaron en la terraza, tumbados cerca de la piscina.
Tae solía saber los nombres de las estrellas y de las constelaciones. Ahora no
veía más que oscuridad, pero hizo memoria y le mostró a Jungkook aquella
magia que él ya no podía ver.
-Jungkook...
-¿Sí?
-Yo sé...que algún día vas a encontrar a alguien a quién puedas decirle "te
amo"...-se le formó un nudo en la garganta y no pudo decir todo lo que había
querido decir-Llévala a ver las estrellas. Enséñaselas como yo te las he
enseñado a ti esta noche...
Jungkook no quiso ni pudo decirle que era imposible, porque mientras Tae se
esforzaba en explicarle donde estaba la Osa Mayor y las constelaciones de los
signos del zodíaco, él estaba perdido en su belleza una vez más. No respondió,
pero se acercó a él para besarle casi febrilmente en los labios. Le apartó los
rizos de la frente y acarició las pequeñas cicatrices que tenía cerca de los ojos,
para después besarlas también.
Tae se dejó llevar, aunque casi tuviese la certeza de que estaban metidos en
un reloj de arena, a medio enterrar. No sabía muy bien por qué, pero intuía que
se les acababa el tiempo. A Jungkook le resultaba imposible ignorar que, a
pesar de lo entregado que estaba a lo que fuera que tenían, o tal vez por esa
causa, su amigo estaba desanimado.
Aunque Tae podía llegar a ser muy maduro, también existía en él una ilusión
casi infantil. Creía en la magia, como también él había creído alguna vez. Por
eso Jungkook se había inventado una estrella fugaz que, en su cielo, era
auténtica.
-Soy optimista, pero no tonto-sonrió de nuevo. Su sonrisa era algo triste, quizá
porque no sabía sonreír con los ojos, quizá porque no era del todo genuina-. Los
deseos no se cumplen por arte de magia, pero las cosas se pueden lograr con
esfuerzo o con un poco de suerte. Las almas gemelas no existen, o al menos no
en el sentido en que se nos dice. El amor es más complicado que eso, pero
también es hermoso y es real. La magia no existe, Kook, somos nosotros los
que la creamos.
-Yo solía creer en esas cosas, cuando era un niño-agregó Jungkook,
quedamente.
"Pero eso es lo que hacemos tú y yo, ¿no? Nunca nos decimos nada...a no
ser que te arranque las palabras. Tal vez sea mejor así. Tal vez sea mejor que
tú no me conozcas a mí y que yo no sepa nada de ti, porque si así fuera te
querría el doble y me dolerías el triple de lo que me dueles ahora".
Y ya le dolía demasiado saber que Jungkook podía escapársele de entre los
dedos en cualquier momento, que su presencia en su vida podía ser tan fugaz y
frágil como aquella estrella...
A sus veintitrés años, Kim Soo Young jamás había recibido un "no" por
respuesta. Jamás se le había resistido un chico que le gustara.
Era poco menos que perfecta, y ella lo sabía. Con su largo cabello, sus
labios deseables, su cuerpo menudo y curvilíneo y su preciosa figura. Tenía
gracia para moverse, buenos modales y sabía cómo vestir. Para rematar, había
nacido en una familia rica.
-Sí. Vive ahí-dijo Jin-, así que obvio que va a estar. No seas rídicula, Soo.
Pero no creo que te haga ni caso. Por si no te has dado cuenta, parece inmune
a tus encantos.
-Me besó la primera noche que me vio, así que no me doy por vencida
todavía.
El hecho de que Jungkook pareciese tan distante con ella solo aumentaba
su atractivo, ya de por sí considerable. Había observado que el chico parecía
fuera de lugar en la enorme mansión. No iba mal vestido, pero nunca se
arreglaba, ni siquiera para las ocasiones que lo requerían. Era curioso verle al
lado de Taehyung. Los dos eran altos y apuestos, pero completamente distintos.
Allí donde Jungkook tenía unos ojos enormes y brillantes, los de Tae estaban
muertos, sumidos en una noche infinita. Jungkook caminaba arrastrando los
pasos, con desánimo, mientras que era difícil deducir el sentir de Taehyung por
sus andares y movimientos. Eran como el oro y el cuero, radicalmente distintos
pero parecían ir juntos.
Soo no era solo rica y bonita; también era perspicaz. No sabía nada a
ciencia cierta, y Jungkook sería el último en delatarse de forma deliberada, pero
de algún modo adivinaba que Taehyung era su némesis en lo que al afecto del
chico se refería. Aún así, no planeaba acobardarse.
Jungkook había bebido un poco. Tal vez por eso estaba impaciente,
deseoso de que la fiesta terminase para poder quedarse a solas con Tae.
Taehyung también era consciente de ello, por la manera que tenía el chico de
hablarle al oído y de rozarle la cintura. Parecía que aquel contacto era fortuito,
pero él sabía que no era así. Quería olvidarse del resto del mundo y acudir a él,
pero Jungkook no se arriesgaría a eso. Tenía demasiado miedo a ser
descubierto, y el miedo vencía al deseo. Lo único que hacía era mirarle
intensamente desde donde quiera que estuviera.
-¿Qué sucede...?¿Yoongi?
-No...nada...
Estaban hablando de la relación que mantenía con Hobi, de modo que
Yoongi trató de fingir que simplemente se estaba emocionando. Con cualquier
otra persona, tal vez hubiese funcionado, pero no con Taehyung. Taehyung
sabía que, cuando Yoongi hablaba de su novio, en su voz solo había felicidad.
No lloraba, sino que sonreía. Él notaba que sonreía por su modo de hablar.
-La vi hace un rato por última vez. Estaba comiéndose la boca con ese
chico de botas negras. Tu empleado, ¿verdad...?No recuerdo su nombre-dijo
Jin.
Yoongi miró para otro lado, preparado para lo peor. Sin embargo,
Taehyung no se delató. Sonaba decepcionado y triste. Quizá ligeramente
sorprendido, pero no enfadado. Después de todo, no tenía derecho a enfadarse;
Jungkook y él no eran nada. No eran exclusivos y no se suponía que el juego
fuese a durar. Era doloroso, pero también tenía todo el sentido del mundo.
Jungkook tenía ganas de besar a Tae, pero también tenía miedo. Tenía
miedo de que la gente lo viera y asumiera algo que él mismo no quería asumir.
Sentirse tan bien cuando estaba con él lo hacía sentir mal. Su cuerpo y su
corazón decían una cosa; su cabeza decía otra completamente distinta. Tenía
ganas de besar a Tae, pero no podía hacerlo. Se había convencido de que no
podía, así que saciaba esa necesidad con Soo, porque sabía que ella estaba
dispuesta. De alguna manera, se estaban aprovechando el uno del otro, pero no
tenía nada de malo si ambos lo sabían.
[...]
-Es una lástima. Anoche quería que Seokjin nos presentara, pero parece
que estuviste ocupada.
-Es muy temprano aún. Tal vez si que pueda quedarme a desayunar.
-Jungkook...
-¿Sí?-no levantó los ojos, absurdamente temeroso de que un ciego
pudiese juzgar su mirada.
-Yo...sé que me dijiste que si quería seguir con esto... tú no querías hablar
de ello. Pero necesito...quiero pedirte una cosa...
Jungkook no supo qué decir. Era cierto que, mientras estuviese con
Taehyung, tal vez no necesitaba a nadie más. Pero su manera de "estar con
Taehyung" no hacía feliz a ninguno de los dos. Él no estaba preparado para
decir cosas que tal vez sí sentía. No tenía capacidad para darle a aquel chico
todo lo bueno que se merecía. Tenía conflictos consigo mismo que les impedían
ser felices a los dos. Y él no quería atar su propia infelicidad a alguien que había
llegado a importarle tanto. Si se quedaba...si la situación continuaba, tal vez
Taehyung nunca podría ser feliz. Lo mejor que podía hacer, reflexionó, era
liberarle de aquella condena compartida. Debía liberarlo para que tuviese la
oportunidad de ser todo lo feliz que se merecía. Y él no podía darle eso, así que
tenía que irse. Tenía que haberse ido hacía mucho tiempo; seguramente no
tenía que haber llegado nunca.
A Taehyung le dolería. ¿Por qué? ¿Por qué siquiera era capaz de quererle
en primer lugar, cuando Jungkook no le había dado nada, nunca le había hecho
bien? Le dolería, pero él sabía que, eventualmente, estaría bien. Después de
todo, era mucho más fuerte que él. Si no hubiese tenido aquella certeza, no
habría podido irse.
-Pero...
-Si no vas a irte para siempre...¿entonces por qué me pides que te busque
un sustituto...?
-No sé por cuanto tiempo faltaré, Tae.
Cuanto más lo hubiese retrasado, más le hubiera costado dejarle ir. Pero
Jungkook no tenía que pedirle permiso, porque Jungkook no era suyo. Porque
no eran nada.
-Lo siento. Siento haberte dicho eso, Hobi. No es culpa tuya...Tú solo
querías lo mejor para los dos...Pero a veces con desear no basta...Lo siento
mucho.
-Yo también.
Hoseok abrió los brazos y Yoongi permaneció allí, porque allí se curaban
todos los males.
-Más tarde iremos a abrazar también a Tae-sugirió, mientras apoyaba su
cabeza sobre los hombros de su novio-, por ahora necesita estar solo...
......
"Para Kookie:
(No puedo escribir a ciegas así que esta es la letra de Yoongi, que solo
tenía a mano un rotulador de purpurina morado que le ha regalado Hobi.) No
creas que esto es un ultimátum de ninguna clase. Sí quiero darte la oportunidad
de regresar, de saber de mí si todavía te interesa lo que me pase. Quizá sea
una despedida si no es así. No hace falta que vuelvas; yo no voy a pedirte nada.
Tiene que salirte del corazón, como a mí me salió escribirte esto.
Ese era el deseo que pedí aquella noche a la estrella fugaz. Puedo
decírtelo porque supongo que ya no tiene importancia. Ni siquiera estoy tan
emocionado como debería. Supongo que soy un tonto por pensar así, por
sentirme así, pero realmente tenía ganas de ver tu rostro. A veces fantaseaba
con ver de nuevo, y siempre pensaba que te vería a ti. Que te miraría durante
horas cuando abriese los ojos por primera vez, hasta memorizar cada detalle. Y
podría ver tus dibujos, y pedirte que me hicieras un retrato. ¿Me habrás dibujado
alguna vez, Jeon Jungkook...?
Quiero ver a Hoseok, y el pelo rojo de Yoongi. Quiero ver los amaneceres
y los atardeceres.Quiero ver las constelaciones y las estrellas fugaces. Quiero
ver a Tannie. Quiero ver a Jimin, porque es mi alma gemela y ni siquiera sé que
aspecto tiene. Pero sobre todo, quisiera verte a ti y compartir todas esas cosas
contigo. No me hace falta verte para saber que eres muy guapo, ya te lo he
dicho.
Si la operación sale bien, Hoseok me prometió que me enseñaría una foto
tuya. Pero Kookie, yo no quiero verte en una foto. Le dije que ya te vería si
volvías alguna vez a mí. Así que tal vez no te vea nunca. Pero si vuelves a
cruzarte en mi camino, sabré que eres tú. Ya sabes que puedo reconocer tu
latido.
Después de todo, fue cosa de los dos. A veces pienso que no debí besarte
aquella noche, porque si no lo hubiera hecho tal vez aún estarías aquí. Y tal vez
un día podría abrir los ojos con la certeza de que serías lo primero que viera.
Pero arrepentirse no sirve de nada, porque uno no puede volver atrás. Además,
me gustó besarte.
Ya no tenemos nada, así que supongo que puedo decirte que te amo. Te
amo.
Te quiere, Tae"
Soo Young había leído tan solo las primeras líneas de aquella carta escrita
con purpurina morada. Estaba en el buzón y llevaba el nombre de Jeon
Jungkook en el dorso. Aquel papel había viajado desde Corea para acabar en
sus manos.
No quiso continuar leyendo porque no quería tener la conciencia pesada.
La dobló de nuevo y la tiró a la chimenea de diseño de su casa en Los Angeles,
con una pizca de remordimiento. Tal vez si hubiera leído la carta entera, se le
habría ablandado el corazón y no habría sido capaz de tirarla. Pero no lo hizo, y
el pedazo de papel se convirtió en cenizas.
Soo llevaba dos meses saliendo con Jungkook de forma oficial, y nada iba
a arruinarlo
El chico entró en la sala poco después. Soo parecía algo nerviosa, porque,
de haber llegado unos momentos antes, la habría pillado con las manos en la
masa.
Dormía junto a ella pero a veces, al cerrar los ojos, le veía a él. Y su
imagen era tan nítida como si lo tuviera delante de verdad. Echaba de menos el
insomnio de vez en cuando, obviando que, tal vez, si no hubiese soñado con
Tae, habría pensado en él durante noches enteras.
-¿Es eso una manera sutil de sugerir que, quizá, debería proponértelo?
-Si vamos a casarnos debería ser porque nosotros queremos, no por tus
padres, Soo-murmuró él, besando su frente.
-Claro. Y solo llevamos dos meses, ya lo sé. Seguramente te parecerá
precipitado o impulsivo, pero dentro de mi esfera social es algo muy común. No
tenemos prisa, pero puedes ir eligiendo el anillo-bromeó la joven-; me gustan
sencillos, de plata y diamantes a poder ser. Yo lo dejo caer.
La propia Soo no había llegado a creerle del todo. Sabía que Jungkook no
le contaba cada detalle que pasaba por su mente. Meses después, seguía
resultándole un misterio, pero también le gustaba más que nunca.
Desde que Jungkook se había ido, sus amigos se habían hecho más
presentes que nunca. Yoongi tocaba el piano para ayudarle a dormir e invitaba a
Hoseok a pasar la noche más a menudo porque lo cierto era que su novio
siempre sabía como hacer reír a Tae.
-Acabó allí por una razón parecida a la mía; nuestro entorno familiar no era
el mejor. No lo recuerdo muy bien, pero creo que vivía con su madre y, por lo
que sé, ella fue quién le enseñó a odiarse. Él sabía perfectamente que su madre
no era buena, pero aún así las cosas que le decía se le quedaron clavadas y
parece que ya forman parte de él. A veces, cuando un niño es muy pequeño y
su madre o su padre le pegan una bofetada, el niño asume que la culpa es suya
y que es por su bien. No sé cuantas veces lo hizo sangrar ella hasta que él se
dio cuenta de que no tenía la culpa de nada. Lo pegaba porque decía que era
un inútil y...él nunca llegó a decírmelo, pero imagino que también...hubo una
historia con otro chico...Y cuando a un niño lo tratan así, lo normal es que tenga
secuelas psicológicas. A los que estábamos allí nos habían prometido que
mejoraríamos, que seríamos felices. Pero después nos trataron como si fuera
imposible que mejorásemos. Nos lo hicieron más difícil todavía. Entonces
comprendí que solo yo podía labrarme mi propia felicidad. Supongo que
Jungkook no llegó a entender eso nunca.
-Era un chico fuerte. Estaba molido por dentro, lleno de heridas, pero se
mantenía en pie y cuidaba de los demás. Hizo cosas por mí que le voy a
agradecer siempre. A lo mejor piensas que es egoísta por dejarte, pero...él
siempre pensó en la gente que quería antes que en sí mismo. No me cabe duda
de que te dejó porque él pensaba que, a la larga, sería lo mejor para ti. Fue así
desde el principio. Recuerdo que hizo unos comentarios un poco desafortunados
cuando Hoseok dijo que sus padres le habían llevado allí porque no querían que
fuera gay. No era un chico problemático, simplemente sus padres no estaban de
acuerdo con que le gustasen los hombres. Y Jungkook...no recuerdo
exactamente lo que dijo...Era lo que le habían enseñado, supongo...Hoseok le
respondió, le calló la boca y acabaron por hacerse amigos. Me alegro mucho de
que Hobi tuviese claro entonces que lo que le habían enseñado que estaba mal
en él no era malo. Él sabía perfectamente que quienes estaban equivocados y
enfermos eran sus padres. De nuevo, Jungkook no era tan fuerte en ese
aspecto.
-Entiendo que nunca lo entenderé por completo. Nunca voy a saber qué
pasaba por su mente entonces...Pero creo que...que sé por qué se fue...Jimin, si
vuelve...Me gustaría tanto haberle dicho que no tenía por qué irse. Yo...no sé si
habría sabido qué hacer por él...pero me gustaría que hubiéramos hablado más.
Quizá hubiéramos conseguido que se liberase de sus cadenas invisibles. Incluso
si no fuera yo a quién eligiese al final de todo, me hubiera gustado enseñarle
que no estaba mal ser él...
-Vuestro problema-dijo Jimin-...Bueno, uno de los muchos que tuvisteis...es
que ninguno de los dos fue lo suficientemente egoísta. Si hubieseis pensado con
claridad en lo que queríais...habríais luchado el uno por el otro. Él no se habría
ido y tú no lo habrías dejado marchar.
-Nada-confirmó.
Pasaban los días y Yoongi veía que el gesto de Taehyung se tornaba un uno
por ciento más desesperanzado con cada día que pasaba. Quizá era momento
de renunciar.
En cualquier caso, Jungkook era una batalla perdida (lo había sido desde el
principio) y Tae tenía que poner de su parte para olvidarle.
Eso era lo que pensaba Yoongi, y el mismo Tae se había decidido a tratar de
superar a alguien que, después de todo, nunca había sido nada suyo.
Fue una noche que Jimin y Hoseok habían acudido a la mansión para cenar
en la sala y beber un poco mientras hablaban de cosas triviales y
eventualmente, profundas. Cuando Yoongi se emborrachaba, era inusualmente
enérgico y gracioso (y la presencia de Hoseok duplicaba aquel efecto), así que
pensaron que Tae se animaría. Después de todo, hay pocas cosas mejores que
un poco de alcohol, una cena abundante y buena compañía para curar el alma.
Sin pretenderlo, Yoongi había abierto la caja de los recuerdos porque aquella
era, efectivamente, la botella que le había dado valor a Jungkook para dejarse
besar aquella noche fatídica. Taehyung pareció titubear ante una pregunta que,
aparentemente, tenía tan poca importancia. Jimin lo abrazó, adivinando con
rapidez a qué se debía aquella reacción.
-Pero...
Tae lloró toda la noche en los brazos de Yoongi y, después de aquello, sintió
que un gran peso se había elevado de sus hombros.
Pero la vida seguía siendo injusta y oscura. Perder a Jungkook le había dolido
casi tanto como perder la vista, y nunca había pensado que llegaría a tener más
esperanzas de recuperarse de su ceguera que de recuperarlo o a él.
Era una de las primeras veces que salía sin Soo en mucho tiempo,
seguramente porque ella tenía la sospecha e ilusión de que él planeaba escoger
su anillo de compromiso.
La única otra vez que había salido sin ella había sido para comprarle su
regalo de cumpleaños. Se sentía liberado cuando estaba solo, quizá porque no
podía ser él mismo cuando estaba con ella. Solo había mostrado un poco de lo
que realmente era a sus amigos...y a Taehyung. Y ellos parecían haberse
apartado de su vida. Él los había apartado, porque quizá era mejor así.
Cuando la lluvia se volvió más pesada, Jungkook entró en una de las tiendas
que había en la avenida donde se encontraba. Era una sede de Tiffany's.
Apenas había gastado el dinero que había ganado trabajando para Kim
Taehyung, porque Soo se lo pagaba todo, así que supuso que le daría de sobra
para un anillo. Si no era así, contaba con una cuenta bancaria que su novia le
había abierto hacía no mucho. A veces Jungkook tenía la sensación de que Soo
Young prácticamente le había pagado para que se convirtiera en su novio.
Él no entendía qué podía ver ella en él, y eso hacía que su sentimiento de
culpa se duplicara. Se sentía como un farsante, porque en el fondo, no se
suponía que el amor se sintiese así. Quería creer que, quizá, se había
equivocado al soñar de niño con una realidad diferente. Pero siempre había
pensado que, cuando se encontrara con el amor, lo reconocería al instante.
Tal vez no era así. Tal vez se casaría con ella y la convivencia y el roce
convertirían lo que fuera que tenían en amor verdadero, en algo que no fuera
prácticamente unilateral. Jungkook esperaba que así fuera.
Estaba casi en su parada cuando una melodía familiar invadió sus oídos.
Tardó un poco en recordarla. Era una de las viejas canciones que Taehyung
ponía en sus vinilos de jazz. Una que él recordaba porque la habían escuchado
durante una de sus últimas noches en vela. El tocadiscos estaba junto a la
cama, y Taehyung había cantado para él mientras lo envolvía entre sus brazos.
Recordaba su voz a la perfección, ronca y profunda. Tenía la voz más
fascinadora que había escuchado nunca... Aquella noche Jungkook solo había
sido capaz de interrumpirle porque tenía todavía más ganas de besarle que de
escucharle.
Se dio cuenta, por las miradas del resto de transeúntes, de que estaba
llorando. Avergonzado y confuso, se secó las lágrimas con la manga de la
chaqueta. Todavía tenía los ojos rojos e hinchados cuando salió del metro.
No quería que Soo lo percibiera, pero ya era tarde. Allí estaba ella, con un
impermeable amarillo y un adorable paraguas transparente de lunares negros.
-No lloro.
-No...no lo sé...
"Si lo sabes. Si me respondieras, sabría por qué parece que tu corazón está
en otro lugar cuando me miras a los ojos, por qué parece que tú también quieres
estarlo. Tal vez sea mejor que no respondas..."
Soo Young aceptó su toque y su excusa con agrado. En el fondo, sabía que
Jungkook mentía, pero también que no lo hacía por maldad. Lo estaba
intentando. Y ella amaba a aquel chico del que no sabía nada. Le había atraído
por su belleza y su inaccesibilidad, pero había acabado por enamorarse
irrevocablemente de él, a pesar de todo.
Cada cierto tiempo, Seokjin hacia videollamadas con su prima favorita. Soo
Young solía decirle a Jungkook que se pasara a saludar, pero este, incómodo,
se asomaba un segundo, agitaba la mano en dirección a la pantalla y se iba al
cuarto contiguo a jugar a videojuegos.Jungkook era bastante tímido o, más bien,
reacio a relacionarse con personas con las que no tenía la suficiente confianza.
Le intrigaba Seokjin porque sabía que era uno de los mejores y más antiguos
amigos de Taehyung, y había vuelto a Seul poco después, mientras que él se
había quedado en Los Angeles con Soo. Esa era otra de las razones por las
cuales no quería estar presente durante las videollamadas.
Seokjin tenía por fuerza que saber cómo le iba a Tae, como se había
tomado su deserción y si había mejorado desde que no estaba ya con él.
Seokjin tenía por fuerza que saber todas las cosas que Jungkook se moría por
saber. Pero ojos que no ven, corazón que no siente (o algo similar, porque él
corazón de Taehyung sentía más que nunca desde que sus ojos se habían
apagado). Lo que Jungkook no sabía, no podía dolerle. Quería que aquella
incertidumbre diese, finalmente, paso al olvido.
Cierto día, cuando estaba en medio de una partida de Overwatch, Soo se asomó
por la puerta para reclamar su atención.
-Parece que es importante-Soo hizo una pausa y suspiró, resignada-. Dice que
es algo sobre Taehyung...
Jungkook se levantó a toda prisa, casi tirando la silla giratoria de su cuarto. Soo
jamás lo había visto tan ansioso o enérgico.
Corrió hasta el salón y se arrodilló en frente del ordenador. Levantó la vista para
mirar la pantalla, esperando que el gesto de Jin le diese alguna pista sobre lo
que estaba a punto de decirle. El primo de Soo Young le miró directamente a los
ojos, serio.
-No. No sabía nada. Nadie me lo dijo-a lo mejor debería haber cogido las
llamadas de Hobi después de todo.
-¿No te llegó una carta? Taehyung te escribió hace casi un mes. Pensábamos
que no habías querido responder.-el tono duro conque Seokjin había
comenzado la conversación se había tornado vacilante; ambos hombres
estaban igualmente confundidos.
-Lo se. Es una operación complicada. Ya ha sido realizada con éxito un par de
veces antes, pero es algo realmente...arriesgado. Lo que quiero decir es
que...que existe una mínima posibilidad de que Taehyung no solo no recupere la
vista, sino de que no sobreviva a la operación.
Se había planteado su propia muerte más veces de las que podía contar
pero...¿perder a Taehyung? ¿Acaso no se suponía que los ángeles eran
eternos, incluso aquellos que tenían las alas rotas?
Se puso en pie para despedirse de ella y, cuando se inclinó para besarla, Soo
notó como temblaba. Sus manos temblaban, sus labios temblaban...Fue
entonces cuando se dio cuenta de lo mucho que Taehyung significaba para
Jungkook. Y fue entonces también cuando supo que no sería capaz de
confesarle lo que había hecho con la carta. Si lo hacía, él no podría perdonarla.
Se iría, y ella no estaba dispuesta a dejarlo marchar.
Jungkook salió por la puerta sin mirar atrás. Soo lo siguió con los ojos a través
de la ventana, hasta que el hombre que amaba se convirtió en un punto en el
horizonte.
En cuanto estuvo fuera de su vista, borró el número de teléfono que ella le había
dado. Todavía le temblaban las piernas cuando tomó asiento.
"Oh, Tae...
El vuelo se le hizo eterno, pese a que duró solo algunas horas. Ya en Boston, de
camino a la clínica, se encontró con un puesto callejero de flores. Pensó en
llevarle algunas a Tae, pero lo descartó casi al momento.Un hombre no le regala
flores a otro hombre a no ser que haya muerto, y Tae no iba a morir. No podía
morir.
-Va a salir bien. Tiene que salir bien-no cesaba de repetir Jimin.
Yoongi se incorporó al oír pasos. Cuando levantó la cabeza, tuvo que frotarse
los ojos para asegurarse de que no estaba soñando. Jungkook se acercaba a
ellos por el pasillo. Tenía un aspecto inusualmente descuidado.El pelo le caía
sobre la frente como una cascada de rizos negros y tenía la camisa abierta
dejando su pecho descubierto. En blanco y negro, tal como lo veía Yoongi, la
imagen resultaba aún más impactante.
Hoseok y Jimin se giraron a la vez y el primero de los dos corrió hacia su amigo.
Tomó tal impulso que Jungkook se vio obligado a agarrarse a algo para no caer
al suelo. Hoseok estaba abrazado a él y parecía resistirse a soltarlo. Estaba
llorando.
16. Light it up
Por eso y porque aquel hábito había sido el desencadenante del incendio en el
que Taehyung había perdido la vista, Yoongi fumaba con menor frecuencia. Sin
embargo, cuando estaba tan nervioso como en aquel momento, difícilmente
podía evitarlo.
Si bien sabía que Tae lo eximía de toda culpa por el accidente, él era muy
consciente de que, si algo llegaba a pasarle durante la operación...gran parte de
la responsabilidad caería sobre él. Nunca podría llegar a perdonárselo y tendría
que aprender a vivir o morir con aquella culpa.
Después de todo, Tae era mucho más que un amigo para él.
Los padres de Taehyung lo habían educado desde niño con valores y respeto,
dándole alas para que volara a su libre albedrío. Había estudiado la carrera que
había querido, había salido y hecho amistades con quién había querido...y aún
así no daba nada por sentado, porque sabía que no todo el mundo gozaba de la
misma comprensión y libertad.
El mismo Yoongi no había tenido esa suerte.
Nada que a Yoongi le gustara era del agrado de sus progenitores. La primera
chica con la que salió fue tildada de "falsa" y "piojosa" por la señora Min y,
cuando Yoongi empezó a salir con un chico, poco faltó para que le marcaran la
cara a golpes.
Cuando se marchó de aquella casa para ir a vivir con Tae y su familia, jamás
miró atrás.
Fue un tiempo feliz, pero también breve, porque un día los padres de
Taehyung salieron a dar una vuelta en su deportivo nuevo y ya no regresaron.
Tae no estaba presente, pero un pedazo de su alma murió junto a ellos en
aquella fatídica rotonda.
La mansión era enorme y se sentía más solitaria que nunca, pero Yoongi sacó
fuerzas de flaqueza y logró convertirse en una tabla de salvación para evitar que
su mejor amigo naufragase en aquel mar de dolor.
Los dos habían estado siempre allí, el uno para el otro, sosteniéndose para que
ninguno cayera.
Mientras reflexionaba sobre todo lo que había sido y sería, percibió una
presencia a su lado. Era Jungkook. Tenía las manos en los bolsillos y se
balanceaba sobre sí mismo, nervioso.
-Lo sé-respondió el más joven, sin mirarle-, y a lo mejor no tendría que haber
venido. No quiero que él me vea, que sepa siquiera que estuve aquí,
pero...estaba preocupado...
-¿Y nada más? No quiero ser duro contigo, Jungkook. Entiendo que tienes tus
motivos, pero yo sé todo lo que pasó entre vosotros. No puedes pretender que
no sucedió... Huyendo nunca se soluciona nada.
Poco después apareció Hobi, que se abrazó a su chico por la espalda. Miró en
dirección a Jungkook, que se sentía cada vez más fuera de lugar, incluso
rodeado de sus amigos.
Jungkook ni siquiera respondió. Regresó a toda prisa al interior del edificio. Jimin
se levantó de inmediato al oír sus pasos, preocupado.
-¿Kook? He oído la puerta.
Yoongi y Hoseok venían a paso rápido por el pasillo, tomados de la mano. Había
mucha gente para lo estrecho que resultaba el corredor, pero Jungkook trató de
abrirse paso para poder ver a Taehyung. Estaba cubierto hasta el cuello con una
sábana y llevaba los ojos vendados. Al principio, sus propios nervios lo
traicionaron y no fue capaz de notar como el pecho del chico subía y bajaba con
lentitud.
-Aún no lo sabemos. Hay que esperar hasta que sea el momento de quitarle las
vendas-respondió el doctor-, el mismo nos lo dirá.
Alguien mejor que él, que no tuviese miedo de la verdad, de sí mismo o de sus
propios sentimientos.
Al abrir los ojos por primera vez desde su operación, se topó con la oscuridad.
A propósito de Yoongi, fue el la siguiente visión que tuvo Tae aquella mañana
tan especial. Abrió la puerta después de dar un par de toques leves para avisar
de su presencia.
-No seas dramático. Esa posibilidad siempre existe, pero yo sabía que no iba a
pasar. Todavía tenía que ver tu tinte de pelo nuevo, y a tu novio, y a Jimin y a
Tannie y a Jung...-se interrumpió, pero siguió sonriendo-Me queda mucho por
hacer todavía, Yoongi
-¿Cuál?
Cayó entonces en la cuenta de que había dos chicos de pie junto a la puerta.
Uno de ellos tenía el cabello teñido de un rojo ligeramente más desvaído que el
de Yoongi y lucia la camisa más colorida que Tae había visto nunca. Su gesto
de sorpresa resultaba adorable. El joven que tenía a su lado era de estatura algo
menor. Tenía los labios gruesos y una mirada extraña y, al igual que su
compañero, era bastante atractivo.
-No seas tonto, Hobi; lo sabes de sobra, aunque no te lo diga con esas
palabras...-Yoongi dejó escapar un hondo suspiro-Anda, cariño, ven aquí...
-Te quiero.
Hoseok respondió a aquella palabras con otro beso, moviendo sus labios sobre
los de Yoongi, despacio, apasionadamente. Seguramente era extraño, pero
Taehyung no podía apartar la vista de ellos. Quería capturar cada pequeña gota
de la vida, porque ya se había perdido mucho. Y era hermoso que la luz entrara
por la ventana, y que el papel pintado de la habitación estuviese desgastado. Y
era muy hermoso ver cómo Yoongi era amado de la manera en que siempre
había deseado serlo.
-Y ahora-dijo Yoongi-, deja las escenitas y ve a abrazar a Tae de una vez.
-¿Y Jungkook...?
-Si, pero estuvo aquí anoche. Vino por mi. Me dejó estas flores-señaló el ramo
posado en la mesilla-Busca un jarrón o algo y ponlas en agua.
-Volverá.
-Siento que estoy conectado a él, Jimin. No tendría sentido que nuestra historia
terminase aquí.
-Vuestra historia terminó hace tiempo.
-Mejor, así te será más fácil olvidarlo. Imagina que solo ha sido una pesadilla.
¿Una pesadilla...todo lo que había vivido con él y por él? Taehyung jamás había
tenido una pesadilla con unos labios tan suaves o una voz tan dulce como la de
Jungkook...Jamás una pesadilla se había sentido tan mal y, a la vez, tan bien.
Era la primera vez que Jungkook tenía a un chico así, de aquel modo. Sería el
primero y el último al que iba a permitir acercarse tanto. Con él, sensaciones que
conocía de sobra adquirían un sentido completamente distinto. Todo se sentía
infinitamente mejor si era con Taehyung con quien lo hacía, por mucho que
tratase de restarle importancia. Su magnetismo resultaba aún mayor bajo la luz
del atardecer que entraba por las rendijas de las persianas. Un olor a velas de
vainilla llenaba el cuarto.
Taehyung estaba subido sobre él, con las piernas separadas y las manos
sujetando firme y sensualmente sus caderas. Jungkook le besaba por todas
partes al tiempo que le desabrochaba la parte superior del pijama. Quería evitar
mirarle a la cara porque, aunque sus ojos carecían de expresión, su manera de
morderse los labios era descaradamente sugestiva. Y él no había conocido
hasta entonces aquella faceta suya, pero le aterraba lo mucho que le estaba
gustando.
"No" quería decir; si un solo Taehyung bastaba y sobraba para romperle todos
los esquemas, estaba seguro de que dos (aunque uno no fuese más que un
reflejo) le harían perder el control por completo.
Asintió y le tomó en brazos para llevarlo hasta su cuarto. Tae se aferró a él con
fuerza, enredando los dedos en su sedoso cabello. Seguramente notó lo mucho
que temblaba Jungkook, lo mucho que luchaba por concentrarse en caminar
derecho mientras él dejaba un reguero de besos por la afilada línea de su
mandíbula. Era consciente de que tenía cierto poder sobre él, y le gustaba
pensar que lograría romper su cáscara alguna vez, aunque las voces del fondo
de su cabeza no se cansasen de repetirle que Jeon Jungkook era una batalla
perdida.
(...)
-Tú eres el que me paga, Tae. Yo no soy quien para prohibirte las cosas...
-Sabes que...normalmente, cuando uno fantasea con algo y ese algo sucede-
dijo Tae, apretándose contra Jungkook-...usualmente uno acaba decepcionado.
O sea, eso creo yo...Cuando yo iba al instituto, quería besar a alguien en una
fiesta, a un desconocido...no lo sé...Simplemente creí que me sentiría bien. Y
pasó, pero me sentí terriblemente vacío y decepcionado. Quizá necesitaba amor
o confianza, o por lo menos atracción, para sentir algo en aquel
beso...Perdóname, hablo mucho...Lo que quería decir era que, contigo, las
cosas siempre son mil veces mejores de lo que imagino...Tú eres mi fantasía
más recurrente, Kookie...
...
Cuando Jungkook despertó, había lágrimas corriendo por sus mejillas, su cuerpo
se sentía acalorado y su respiración, agitada. Sintió una caricia en su pecho y
reconoció de inmediato la mano de Soo, con un discreto anillo de plata y
diamantes en su dedo anular.
-Kook...¿Estás bien...?
Era hora de que aceptase que, si bien no lo hacía ya, había llegado a amar a
Taehyung con cada poro de su piel.
Era hora de que aceptase que, de no haber sido por sus demonios, la suya
hubiese podido ser una historia maravillosa.
Si no hubiese estado roto, habría podido responder con la verdad cada una de
las veces que Tae le dijo que lo amaba. Se habría ahorrado el dolor de hacerle
daño, de ver el desconsuelo adornando sus perfectas facciones.
Sin embargo, debía asumir también que aquello ya era pasado, y que con
lamentarlo no bastaría para volver atrás y borrar sus errores. Tampoco deseaba
volver, y de sus errores podía aprender. Después de todo, decían que el tiempo
lo curaba todo, y Jungkook se creía enamorado de Soo Young. Incluso si el
pasado llamaba a su puerta en forma de recuerdos oníricos, él estaba muy
seguro de haberlo superado.
Taehyung no era lo único que había estado aprendiendo a superar, aunque sin
duda era la memoria más agradable de todas las que pretendía borrar. Uno
puede ser escéptico ante esa sentencia que afirma que "el tiempo lo cura todo"
pero lo que si es indudable es que el tiempo nos cambia a todos. Ya había
pasado cerca de un año desde que vivía con Soo en Los Ángeles, y Jungkook
era otra persona. Dudaba de sí mismo un poco menos y se quería un poco más.
Parte del mérito le correspondía a Soo Young, que nunca había dejado de
repetirle lo mucho que valía. Jungkook le guardaba un cariño y una gratitud
inmensos. Era preciosa y quería tocarla todo el rato. La amaba, sí,
porque...¿Acaso no se suponía que eso era el amor?
Los sueños que tenía Soo Young en aquel momento, mientras Jungkook la
llevaba en volandas y los dos reían en voz alta, jamas le habían parecido tan
sencillos. Él no se parecía en nada al príncipe azul con el que había fantaseado
en su niñez. Bien podía no ser el chico de sus sueños de infancia, pero la vida
se lo había puesto delante y ya no podía soñar con ningún otro.
-¿Cómo quieres que sea tu boda?-preguntó él, abrazándola por detrás bajo las
sábanas.
-Mmm...veamos...Tenía un montón de cosas pensadas. Me había imaginado
incluso la decoración de la tarta y el corte del vestido. Siempre he querido llevar
un velo...
-Entonces lo llevarás-dijo él, atrayéndola hacia si para poder darle un beso tierno
y breve en los labios.
-¿De verdad?
-Te lo prometo.
Jungkook sintió una punzada de culpa, pero no quiso indagar en las razones.
Volvió a besarla; todo iba a las mil maravillas.
-Te pedí que te casaras conmigo y dijiste que si, pero no hemos hablado de la
fecha. ¿Cuándo...?
La propia Soo sabía que su urgencia por pasar por el altar no se debía
únicamente a la pasión arrolladora que despertaba en ella su prometido. Tenía
miedo. Muchas veces había tratado de reunir el valor que requería confesarle
que había quemado aquella carta de Taehyung. Había pasado mucho tiempo y,
desde fuera, podía parecer una minucia, pero ella se sentía atormentada y
culpable.
Solo dos cosas consolaban a Kim Soo Young de aquella culpa. La primera era la
(por otra parte, aterradora) certeza de que Jungkook también le ocultaba cosas,
a pesar de lo mucho que se había abierto a ella en los últimos meses. La
segunda era que otra carta de Taehyung había llegado aquella mañana y, junto
con ella, una oportunidad de redimirse. No pensaba cometer el mismo error una
segunda vez.
Ella misma le entregó la carta en mano. Jungkook la tomó y corrió a sentarse en
uno de los sillones de la sala para poder leerla cómodamente y con atención.
Soo intentó sonreír, pero el corazón se le encogió dentro del pecho.
Los ojos de su novio devoraban cada línea con avidez, haciendo gala de mil
emociones distintas, y de sensaciones que ella nunca le había despertado y que
él aún creía haber olvidado.
Y dolía, pero resultaba infinitamente mejor que no ser una opción en absoluto.
El anillo que portaba en su dedo era una prueba de su victoria. Al final, se dijo
Soo, aquello era lo único que contaba.
.....
"Para Kookie:
Te escribo para darte las gracias y también para felicitarte y desearte lo mejor en
tu vida de casado. Gracias por cuidar de mi y gracias por las flores pero, sobre
todo, gracias por señalarme la estrella fugaz aquella noche. Mi deseo se hizo
realidad, ¿sabes? Por lo menos a medias, porque yo también deseé poder verte
a ti. Eso eran dos deseos, no uno (supongo que fui demasiado ambicioso). Pero
puedo ver y es como magia. Puedo ver a Yoongi besando a Hobi a todas horas,
y a Tannie durmiendo la siesta, y puedo jugar a videojuegos en mi cuarto otra
vez. Me gustaría compartir todo esto contigo, pero no se puede tener todo.
En cualquier caso, estoy muy contento. Eso si, espero verte algún día. Si, quiero
pensar que nos encontraremos dentro de algunos años. Tú estarás casado y
con hijos, y no sé qué será de mí, porque en varios años puede pasar por
cualquier cosa. Si nos encontramos, quiero que nos sentemos a tomar algo en
cualquier terraza y hablemos durante horas. De cualquier cosa, Kookie, porque
entre nosotros ya ha habido suficiente silencio. Cuando corra el tiempo, quiero
creer que ya no existirán el miedo ni la vergüenza. Y podremos ser amigos, sin
nada más de por medio. Esta vez sí.
Si no respondes a esta carta, no me voy a enfadar porque entenderé que tal vez
no supiste qué decir o simplemente no quisiste decir nada. Estoy bien con eso
porque sé que el hecho de que no me escribas no significa que me odies. Yo sé
que no me odias.
Te diría lo que suele decirse: que cuides mucho de ella. Pero como estoy seguro
de que es Soo quien te cuida a ti, te diré que no te pierdas un detalle de ella.
Fíjate en cómo se se mueve y en si tiene un lunar junto a los labios. En todo,
Kookie, y también en su voz, en su perfume y en las palabras que repite a
menudo. Yo miro y siento de esa forma todo aquello que amo, porque he
aprendido a las malas que incluso las cosas más pequeñas pueden llegar a
tener un gran valor. Como esto, por ejemplo. Esta es mi letra, porque Yoongi ya
no tiene que escribir más en mi lugar :)
Habían regresado a Corea hacía menos de una semana para que los
padres de Soo Young pudiesen conocer al prometido de su hija. Y Jungkook se
había esmerado por agradarles dentro de sus posibilidades, pero no lo había
logrado. Había hecho gala de sus mejores modales, se había abotonado la
camisa por completo para que no se le vieran los dos tatuajes que tenía en la
parte superior del pecho y había respondido con sinceridad y elegancia a cada
una de las preguntas que el matrimonio Kim le había hecho.
Era evidente que los prejuicios habían podido más que su presencia. No le
habían dado una oportunidad realmente. Para ellos, Jungkook no era más que
un chico guapo que se las había arreglado para seducir a su hija y asegurarse
así un futuro y una fortuna. Si era pobre, era un aprovechado. Si no tenía
relación con sus padres, era un mal hijo. Si no llevaba smoking o traje de
corbata a una cena formal, no era más que un golfo. Hiciera lo que hiciera,
nunca sería suficiente para ellos.
La opinión de los señores Kim sobre el novio de Soo no tuvo, sin embargo,
repercusión alguna en el compromiso. Al fin y al cabo, como ella le dijo a
Jungkook, "es conmigo con quien te vas a casar; no con mis padres".
-¿...Jungkook?
Tuvo que sentarse cuando lo vio por primera vez, incapaz de asimilarlo de
golpe. No se había equivocado. Jungkook era el ser más hermoso de la tierra.
También era bonita la chica cuya cintura rodeaba con los brazos, pero Tae no
reparó en ella. El resto del mundo había desaparecido a su alrededor, y solo lo
veía a él.
Jungkook se dio la vuelta al oír aquella voz, que tantas veces le había
hecho estremecerse, pronunciar su nombre. Era cierto, entonces, que Taehyung
era capaz de reconocerle sin haberle visto nunca. Por su latido, su manera de
caminar. Había sentido que se trataba de él. Estaba sentado a solas, aunque
Jungkook también pudo adivinar las figuras de Jimin, Hoseok y Yoongi bailando
a unos metros de allí. Se acercó a él y se sentó a su lado, porque era lo
correcto, aunque sintiera que las rodillas le fallaban.
-¿Vendrás a la boda...?
-No lo creo; estaré ocupado. Pero te deseo la mejor de las suertes. Espero
que nos veamos más a partir de ahora-mintió Tae.
Entonces, sin previo aviso, abrazó a Taehyung con fuerza, cerrando los
ojos para evitar que fluyeran las lágrimas que había guardado por tanto tiempo.
Tae lo sintió apretarse contra él y los recuerdos lo golpearon dolorosamente. Lo
hubiera dado todo por una sola noche a su lado en aquel instante. Una sola
noche, aunque después no lo viera nunca más, aunque después tuviese que
renunciar completamente a él. Quería mirarle durante horas, hablarle de todo lo
que sentía y que Jungkook le correspondiera, quería sentirle de todas las
maneras posibles, besar cada uno de sus poros. Porque la suya había sido la
mentira más infame del mundo, porque aún lo amaba tanto que le quemaba las
entrañas. El tiempo, en su caso, no había curado nada.
Los dos pensaban lo mismo y deseaban lo mismo, pero la situación había
cambiado, y, aunque Jungkook tenía ahora la capacidad de amarle sin
negárselo a sí mismo, había perdido la libertad de hacerlo.
-Ya sé que todo lo que pasó entre nosotros terminó, y que es tarde para
esto, pero sí que te quise. Estaba enamorado de ti, pero fui un cobarde. Y esto
ya no vale nada, porque ya no siento lo mismo-mintió Jungkook-, y tú tampoco,
pero siento que te lo debo. Ni siquiera me despedí de ti entonces...
Con aquellas palabras, atrajo a Taehyung hacía sí. Sus labios se rozaron
durante un par de segundos. El tacto fue mínimo, delicado como una mariposa
posándose en la rama de un árbol. Tae quería seguir, quería comérselo entero.
Pero Jungkook ya no era suyo, nunca se había atrevido a serlo del todo. Y dejó
una vez más que se fuera, con un pedazo destrozado de su alma entre las
manos.
Tal vez había comprendido por fin que, pese a que luchar por algo que
amas es un gesto noble, a veces no es suficiente y uno tiene que rendirse antes
de que la futilidad de la lucha lo llene de amargura. Jungkook lo había amado,
pero aseguraba que ya no lo hacía. Y aunque Tae leía algo muy distinto en su
mirada, iba a dejarlo ir de una vez por todas.
No sabía si lo habría intentado de no ser así, pero razonó que, si Jungkook
quería a Soo Young lo suficiente como para casarse con ella, él ya no pintaba
nada en su vida. No iba a perseguir un amor que no quería ser perseguido.
Dejaría que ellos dos fueran felices para siempre y curaría sus heridas en
silencio y en soledad.
La boda de Kim Soo Young y Jeon Jungkook tendría lugar en aquel palacio
al día siguiente. Quedaban menos de veinticuatro horas y, según le había
comentado Seokjin, esa misma tarde harían un ensayo de la boda para
asegurarse de que todo saliera a la perfección.
-Tae, no es bueno para ti. No deberías torturarte de ese modo. ¿No le
dijiste que no podrías ir a la boda...?
-Sí, pero puedo ir al ensayo. Si le veo así, tal vez logre convencerme a mí
mismo de una vez de que no es para mí. Mañana será un hombre casado. Y yo
soy su amigo, no debería permitir que mis propios sentimientos me impidan
alegrarme por él.
Yoongi suspiró. Sabía perfectamente que las cosas no eran tan simples, y
que Jungkook no amaba a su prometida de la misma manera en que esta lo
hacía. No era un afecto del todo recíproco, pero aún así, Tae no debía tener
esperanzas. Era difícil, él lo sabía perfectamente. Sabía que Tae miraría a
Jungkook con una sonrisa en la cara, porque su sola cercanía le hacía un poco
más feliz. Y esa clase de amor era la clase más resistente de amor, porque te
quemaba por dentro pero también te iluminaba.
-Os miraran mal si vais de la mano y actuáis como una pareja-dijo Tae-; los
tíos de Seokjin son esa clase de gente...
Alguien dio unas palmadas para avisar a los novios y demás personas de
que debían ocupar su lugar para empezar a ensayar la ceremonia. Soo Young
se abrió paso por el corredor del brazo de su padre, y se detuvo delante de su
novio, mirandole intensamente a los ojos. Parecía la escena final de un drama
romántico de sobremesa, pensó Yoongi. Ella procedía de buena familia, en el
sentido económico de la palabra. Él tenía un pasado complicado y un corazón
enorme, y los dos eran excepcionalmente atractivos. Y en cierto modo, los dos
estaban actuando, y no porque se tratase de un ensayo. La escena era
visualmente preciosa, con decoraciones florales en los arcos y una pareja
enamorada mirándose a los ojos, pero él no acababa de creerse la
interpretación del novio.
Los votos del chico fueron más breves, pero los concluyó con las mismas
palabras, prometiendo también amarla por el resto de sus vidas.
-Me acuerdo muy bien, Kookie. Dijiste que no bailarías conmigo porque
eso te parecía demasiado gay-replicó, con calma.
Soo Young era una de las personas que no podían apartar la vista de ellos,
por lo menos hasta que Hoseok y Yoongi salieron a la pista y empezaron a
hacer unos bailes muy extraños y divertidos, sin dejar de reírse y de mirarse con
gesto chispeante. Tae abrió los ojos al oír la risa escandalosa de Hoseok y
también sonrió después de ver a sus amigos causar un escándalo. Los invitados
no dejaban de cuchichear, algunos ponían mala cara y otros, por el contrario,
aplaudían. Yoongi, algo cohibido, miró en dirección a su amigo. Se lo estaba
pasando como nunca, pero jamás se habría permitido ponerse a sí mismo en el
centro de atención de no haber sido porque quería asegurarse de que Taehyung
tuviese un último momento de intimidad con el chico al que amaba.
Tae entendió aquella mirada y sujetó a Jungkook por la cintura con una
mano mientras entrelazaba sus dedos con la otra. Lo miró a los ojos, como
miraba siempre sus cuadros favoritos. Había oído alguna vez que "el arte no
tenía por qué ser bonito, solo tenía que hacerte sentir algo". Jungkook era
bonito, pero también le hacía sentir mil cosas. Jungkook tenía que ser la forma
de arte más perfecta que existía, pensó Taehyung.
-Soo, nos casamos en menos de una hora. Tal vez deberías darte prisa-
dijo él.
-No son tonterías. Mira, Jungkook. Quiero que le devuelvas su velo a Kim
Taehyung...porque eso no es lo único que le he quitado...-con esas palabras,
apoyó la mano en la que sostenía el velo sobre el pecho de Jungkook,
señalando su corazón.
-Soo Young, eso no es cierto. Estás más bonita que nunca-dijo Jungkook.
Y era verdad, porque jamás la había visto bajo aquella luz. Había cometido
errores, como todo el mundo, pero los había asumido a tiempo y lo que había
hecho la dotaba de belleza porque denotaba una gran pureza de corazón. Así lo
veía él.
-¿Sí?
Jungkook avanzó hacia ella y la abrazó con fuerza, elevándola del suelo.
Murmuró un "gracias" y la soltó cuando notó que iba a ponerse a llorar. Su
madre le había dicho una vez que "los hombres no lloraban, que eso era de
maricas". Jungkook había aprendido que eso no era cierto, pero había ciertos
estigmas sobre su persona que tal vez, solo tal vez, nunca se irían del todo.
......
Tae estaba tenía el ánimo por los suelos, pero se dijo que no podía
concederse más de un día a solas en casa únicamente porque no le apetecía
salir. Si ponía esa excusa día tras día, razonó, su tristeza podría acabar por
evolucionar y convertirse en una depresión. Y no iba a tener una depresión por
un chico, aunque ese chico fuese Jungkook, el primero y el único de quién había
llegado a enamorarse.
Estuvo de acuerdo en quedar con su amigo Baek para tomar algo aquella
noche. A aquellas horas él estaría tomando una copa, pero ya habría empezado
la noche de bodas de Jungkook. Le concedió apenas un par de minutos a aquel
pensamiento y se preparó para salir.
-Tae, estoy seguro de que lo has oído ya, pero...¿te has enterado ya de lo
que ha pasado con Kim Soo Young...? La prima de Seokjin, estuvo en las fiestas
que organizaste para él hace unos meses... No sé si te acuerdas de ella...
delgada, morena, muy guapa.
-Jungkook.
Taehyung estaba calmado por fuera, pero por dentro era un manojo de
nervios. ¿Qué demonios había podido ocurrir en la boda de Soo Young y
Jungkook...?
-Eso es, Jungkook. Que cabeza la mía; ya sabes que soy muy malo con
los nombres. Y fue como muy raro, porque esa chica nunca había sido mujer de
un solo hombre. Ninguno era lo suficientemente bueno para ella, así que nunca
"sentaba cabeza", como solían decir mis padres. Y cuando lo hizo, fue
con...Jungkook, ¿verdad...? Y claro, a sus padres no les hacía mucha gracia que
saliera con él, pero se la veía enamorada. Y puede que fuera verdad que lo dejó,
pero parecía triste, y es muy extraño dejar a alguien el mismo día de la boda. No
lo sé...Los señores Kim estaban avergonzados y molestos porque habían
pagado la boda para nada e iban a quedar mal y no sabían que iban a decirles a
los invitados. Y Soo Young les dijo que esperaba que se alegraran más ya que
Jungkook no les agradaba ni nada de eso. Me acuerdo de cuando me casé con
Sehun en Las Vegas y los papeles ni siquiera eran legales pero te juro que
nunca había oído a mi madre gritar tanto...
-Oh, ahí seguimos. Esperando que me vuelva a pedir que me case con él,
pero que esta vez sea legal-dijo Baekhyun, con una sonrisa.
-¿Por?
-Simple curiosidad. Y...bueno, nos llevábamos bien...
1.
Taehyung había acompañado a Yoongi muchas veces cuando este iba a pasar
la noche en el piso de Hoseok y Namjoon. Todas y cada una de aquellas veces,
se quedaba en el portal hasta varios minutos después de que su amigo subiera
las escaleras. Había recuperado la vista hacía poco la primera vez que estuvo
allí, y se quedó mirando los timbres y la pared desconchada como si fueran lo
más interesante del mundo. Habría podido subir, pues sabía que era bienvenido.
Hoseok era su amigo y Namjoon, aunque no lo conocía, sonaba como alguien
con quién podría llevarse bien.
Pero siempre había algo que le impedía subir. Sabía que allí estaba la
habitación desierta de Jungkook. No era como la que el chico había ocupado en
la mansión (en la que, por otra parte, tampoco había vuelto a entrar), esta tenía
su esencia. Así debía ser, puesto que había vivido en ella durante varios años.
El chico que le abrió la puerta en la puerta B del quinto piso era un joven
alto a quién no había visto nunca. Debía de tratarse de Namjoon, supuso.
Parecía muy desconcertado cuando Taehyung cruzó el umbral, con la
respiración agitada después de haber subido todas aquellas escaleras a pie.
-¿Y tú eres...?
-Kim Taehyung.
-Jungkook no quería que supieras que está aquí. Nos dijo que no te lo
dijéramos-Namjoon se puso delante de la puerta, sin demasiada convicción.
-Ya lo sé. Yoongi me lo dijo.
-No voy a hacer nada que él no quiera. Si no quiere verme, me iré. Pero
quiero que me lo diga él. ¿Dónde está? Me asomaré a la puerta y le diré lo que
he venido a decirle y si no quiere oírme tampoco, entonces me iré. De verdad.
Pinky promise.
Namjoon suspiró.
-¿Jungkook?
Solo se oyó silencio del otro lado. Ni siquiera un "déjame en paz". Aún así,
Taehyung se armó de valor y empezó a hablar.
-Oye, ya sé que es muy pronto. Igual querías aclarar tus ideas, igual
simplemente no querías volver a verme nunca más. No tengo manera de saber
lo que sientes si no me lo dices, y yo no voy a obligarte a nada. He hecho un
trabajo pésimo ocultándolo y sí, estoy enamorado de ti. Hice un esfuerzo por
cambiar eso, pero fue totalmente inútil. Quise renunciar a ti del todo y no pude.
Se suponía que debía quererte un poco menos cada día, y que el hecho de que
no te tuviera cerca o de que tú fueras a casarte con Soo Young tendría que
haberme ayudado con eso, pero al final siento que hoy te quiero un poco más
que ayer pero posiblemente un poco menos que mañana...
-¿Estás seguro?
Taehyung sintió las lágrimas agolparse en sus ojos al oír la voz del otro
chico, a pesar de que la había oído no hacía tanto.
-Sí-respondió Jungkook-. Quiero escucharte, pero esto es una
conversación privada y no quiero que Joon y Hobi te oigan...
-Si no quisiera volver a verte, Tae...no te habría pedido que entraras, ¿no
crees?
-No, supongo que no...No tendría sentido. Eso, que me gustaría empezar
de cero contigo. Conocernos de nuevo, hablar de todo un poco...Quisiera que
me hablaras más de ti mismo, aunque lo entenderé si no lo haces. Uno solo
puede hablar de ciertas cosas cuando ya las ha superado.
-Mi madre me odiaba. Me pegó una paliza porque besé a un chico cuando
estaba en...¿primaria...? No lo recuerdo, pero era muy pequeño entonces... He
intentado borrar eso de mi mente muchas veces...Quería convencerme de que
aquel no era yo...Pensaba que la culpa era mía, que eso era lo que estaba mal
en mí. Y supongo que esa noción no se fue durante mucho tiempo...Tenía que
besar a otro chico para que se rompiera el hechizo.
-Yo también lo siento. No debí huir, ni jugar con tus sentimientos o los de
Soo Young. Es solo que no entendía muy bien los míos, y tampoco acababa de
creerme que me quisieras, porque no entendía qué había en mí que pudiera
haberte cautivado...
-Yo...no sabía muy bien qué decir cuando vine aquí. No lo pensé, y siento
mucho no haberte respetado. Tú no me querías aquí. Fue un impulso, pero lo
siento.
-Deja de disculparte, Tae. No tienes por qué hacerlo. Desde el principio, fui
yo el que lo hizo todo mal...
-No vamos a discutir sobre quién hizo qué, ¿de acuerdo...? Te dije que
sería mejor que empezásemos de cero, si a ti te parece bien.
-¿Estás seguro...?
Jungkook asintió.
-A mí tampoco. Ya no.
......
-¿Novio...?
Taehyung le miró con un gesto de extrañeza, pero sin poder evitar una
sonrisa.
-Claro. ¿Qué creías? Cuando te dije que no quería ser tu amigo y después
nos besamos...¿a qué pensabas que me refería...? No íbamos a ser amigos,
pero tampoco enemigos o extraños...Estaba muy claro, ¿no?
Se suele decir que la razón por la que la gente se siente atraído por las
historias de amor en las que los protagonistas empiezan siendo enemigos es
que, cuando por fin ceden, ya han visto cada uno lo peor del otro. Y aún así,
deciden quedarse.
Jungkook no dijo una palabra, porque rara vez sabía qué decir cuando
alguien se mostraba vulnerable frente a él. Lo atrajo de nuevo hacia sí y le secó
las lágrimas con un pañuelo. Hasta aquel momento, no había tenido idea de que
los padres de su novio habían fallecido. Por la reacción de este, adivinó que
habían sido buenas personas, y que, si él era tan delicado, comprensivo,
generoso y bueno con las palabras, era en parte porque le habían educado bien.
No sabía nada de Taehyung, reflexionó. Afortunadamente, sí sabía que tendría
tiempo para aprender. Ahora tenían todo el tiempo del mundo...
Jungkook sacó su cuaderno y le enseñó a Tae todos los dibujos que tenía en él,
todos y cada uno de los retratos que le había hecho desde el principio. Y él supo
que, en cada trazo, estaban enterradas mil palabras que, en su momento, no se
había atrevido a decirle. Y se amaron y se tuvieron aquella noche de todas las
formas en que dos personas pueden amarse y tenerse. Cuando el sueño venció
por fin a Taehyung, Jungkook estaba cansado, pero demasiado inspirado y
abrumado por las emociones como para dormirse. De nuevo tomó el cuaderno y
empezó a esbozar aquella figura que conocía y adoraba. La esencia de la
belleza, con rastros de su propio amor en cada rincón de su piel. Sonreía en
sueños, pero también sonreiría cuando despertara.
Estaba muy agradecido por tener a Taehyung, y por saber que Taehyung
estaba igualmente agradecido por tenerle a él.
Epílogo
Jungkook sabía que una de las razones de Tae para sacar tantas fotos no
era simplemente que las imágenes que le conmovieran. También había en
aquella costumbre cierto miedo a lo efímero que él compartía. Era por si se
perdían el uno al otro de nuevo, por el motivo que fuera. Él también se
despertaba temiendo aquello de vez en cuando, pero sabía que, siendo
realistas, las probabilidades de que Tae lo abandonara eran casi nulas,
inexistentes. Y él tampoco se iría. No estaban casados pero tendían a pensar
que no era necesario aquel sacramento para que la muerte fuese lo único capaz
de separar sus almas.
Habían pasado casi dos años desde la primera mañana en que Taehyung
se despertó y miró a Jungkook sonriéndole al otro lado de la cama, sabiendo
que que no volvería a irse. Su visión no había vuelto a ser tan buena como antes
del accidente, pero le bastaba. Todo seguía igual, pero nada era aburrido y
monótono. Porque cuando se decía que todo seguía igual a lo que se refería era
a que, cada día, lo quería un poco más, y estaba seguro de que era algo
completamente mutuo.
La corbata era tan vibrante que hacía daño a los ojos, y desde luego no
era del estilo de Yoongi, pero él se veía radiante, y a Hoseok le dio la risa al
verle con ella puesta.
-Es tan raro oírtelo decir-dijo Taehyung, con una sonrisa-. De forma tan
casual, cuando antes te rozaba la mano y entrabas en pánico. Pero yo tampoco
lo cambiaría por nada del mundo. Lo sabes, ¿verdad?
-Creo que van a llegar tarde a su propia boda, de todos modos-dijo Jin,
encogiéndose de hombros-. Y será culpa nuestra, porque les hemos dejado a
solas en la habitación y siempre que pasa algo así, llegan tarde.
Hoseok habló en sus votos de aquella vez que había ido a esconderse al
baño porque quería ocultar sus lágrimas, y de como no le había importado que
Yoongi las viera, y después le había dicho que era un arco iris. Habló también
de su primer encuentro, y de cómo su historia estaba atada a la de Jungkook y
Taehyung, y de lo mucho que le alegraba que ellos también se hubiesen
encontrado el uno al otro, en el mismo punto, después de tantas luchas.
Y tal vez era cierto que la magia no existía pero, cuando estaban juntos,
siempre parecía que sí.
Jungkook nunca ha vivido una Navidad feliz, pero sus amigos están dispuestos
a cambiar eso.
Lights
(Es recomendable haber leído antes "Your eyes tell" para entender la
historia)
Estaban en la primera semana de Diciembre, y hacía más de un mes que el
frío se había apoderado de la ciudad, y que las chaquetas de entre tiempo
habían sido reemplazadas por abrigos largos y los helados por chocolate
caliente para llevar. Las luces de Navidad empezaban a iluminar las calles,
y las vacaciones ya habían dado comienzo para mucha gente, por lo que
las plazas y centros estaban más concurridos que nunca.
-Es algo que estuve hablando con Jimin el otro día. Deberíamos
hacerlo por nuestros hijos...¿No crees?
Yoongi frunció el ceño:
Jimin estaba con él, ayudándole con los adornos florales. Era muy
delicado y tenía un gusto exquisito, a pesar de su ceguera. Taehyung lo
admiraba más aún porque, cuando él perdió la vista, había intentado seguir
trabajando en el invernadero y había perdido la paciencia de inmediato
cuando no le salió a la primera.
-Estoy muy ocupado preparando una fiesta de Navidad para él, pero
no quería que...Creo que llamaré a Seokjin y a Namjoon y les pediré que
hagan las compras hoy mientras yo salgo con Kookie. Yoongi y Hoseok
tuvieron la idea, pero cuando están juntos tienen problemas para
concentrarse en cualquier cosa que no sean los ojos del otro. A veces me
dan envidia y ni siquiera estoy soltero-bromeó.
-Amor, no hace falta que seas tan dramático. No voy a dejarte. ¿Cómo
puedes pensar eso...? He estado ocupado con algunas cosas, pero te lo
voy a compensar. Solo confía en mí, por favor...
-Lo siento, Tae...
-Es que todos los días estás muy guapo, Jungkook. Y todos los días
estoy agradecido de poder verte, y de poder oírte y tenerte a mi lado.
Ahora levanta el culo y ponte algo de ropa-dijo, clavando el dedo índice en
el pecho desnudo de su novio.
-Claro.
-Nunca hago nada por Navidad, pero...como estoy contigo, pensé que
tal vez...
-Cenaremos pavo o algo así. Pero no haremos nada en especial-
mintió Taehyung-. De todas formas, todas nuestras noches tienen algo de
especial.
Esa era una de las ventajas (o desventajas) de vivir en una casa tan
grande y estar tan enamorados. Muchas veces venían con prisas, y
dejaban casi toda la ropa regada por los pasillos desde la entrada hasta la
habitación que habían compartido desde mucho antes de empezar a
amarse. En ocasiones, Tae se perdía en su propia casa, pues le costaba
mantener el control cuando tenía los labios de su novio pegados a su
cuello o a su oreja. Ya habían pasado hacía mucho la primera fase de su
relación, pero parecían estar en una eterna luna de miel.
-Los mayores sueños que he cumplido son los que ni siquiera sabía
que tenía. Como enamorarme de ti, y aprender a aceptarlo y a aceptarme a
mí mismo. Y que tu me amaras también. Que me ames como lo haces, aún
cuando yo nunca he podido darte nada...
Jungkook le besó para impedir que Tae se diera cuenta de que estaba
a punto de ponerse a llorar otra vez. A esas alturas, ya tendría que haberse
acostumbrado a escuchar esa clase de cosas, o incluso a decirlas, pero en
el fondo se alegraba de que siguieran generándole la misma emoción y ni
pizca del mismo temor que el primer día.
fin