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POCO
FRECUENTES
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PRÓLOGO
Quiero expresar mi especial afecto y agradecimiento al Dr. Antonio Criado, por la oportunidad
que me ofrece para prologar esta interesante publicación que dirige y coordina. Conozco al Dr. Criado
desde sus inicios en la especialidad y le debo un especial reconocimiento por su colaboración, ayuda
y amistad, durante nuestra dilatada labor en el Servicio de Anestesiología y Reanimación de la Clínica
Puerta de Hierro.
Durante los años que trabajamos juntos, conocí su capacidad de trabajo, su dedicación y habili-
dad para la docencia y su tesón e interés por la investigación que se reflejaría en la primera Tesis
Doctoral del Servicio y en el despertar al campo de las publicaciones, de los ensayos clínicos y de
los proyectos y líneas de investigación del Servicio.
Me consta que la idea del libro surgió, como una necesidad de plasmar el contenido de uno de
los Cursos del Doctorado en Anestesia sobre actualizaciones en Anestesiología y Reanimación. Ello
es fiel reflejo del gran interés y contenido docente que la especialidad va adquiriendo en los pro-
gramas pre y postgrado.
Se han revisado con orden, temas variados que abarcan desde la cardiología, neurología o endo-
crinología hasta la obstetricia y pediatría, pero concretando su contenido a las implicaciones anes-
tésicas en patologías poco habituales o menos frecuentes. Podríamos pensar que el libro debería ser
considerado tan sólo como un texto de consulta ante la eventual presentación de casos complicados
o raros, pero creo que por su interés deberemos incluirlo entre los textos de estudio y actualiza-
ción.
Los autores al escribir el libro han pretendido dar respuesta a todo tipo de dudas que se plan-
tean en pacientes quirúrgicos con patología asociada poco frecuente. Es evidente que textos con
un contenido tan bien estructurado, incrementarán el grado de seguridad y la calidad asistencial
entre todos los especialistas.
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Prólogo
Como profesional y amante de la Anestesiología, sólo me queda agradecer a los autores el enor-
me esfuerzo realizado en la elaboración del libro, que sin duda tendrá una excelente acogida entre
todos los profesionales de la Medicina a quienes va dirigido.
I
ANESTESIA Y DROGADICCIÓN
R. Uña Orejón
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
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R. Uña Orejón
OPIÁCEOS
Morfina + + ++ + ++ + +
Heroína + + ++ + ++ + +
PSICO-
ESTIMULANTES
Cocaína + + ++ ++ + + + +
Anfetaminas + + ++ ++ + ++ + +
PSICO-
DEPRESORES
Barbitúricos + + + + ++ + + +
Benzodiazepinas + + + + ++ + + +
ALUCINÓGENOS
LSD + + + + +
SOLVENTES + + + + +
Tabaco + + + + +
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continuada de 25 mg/día durante un período de 3-6 meses(10). Existen diversas hipótesis para
explicar el fenómeno de tolerancia-dependencia a los opiáceos:
1. Aumento del metabolismo periférico de los opiáceos(11-12).
2. Adaptación celular(13-14).
3. Teoría noradrenérgica: La administración exógena de opiáceos causa una inhibición del
“locus ceruleus”. El cese brusco de su administración se acompaña de una descarga nora-
drenérgica al quedar desinhibido el locus ceruleus(15-16).
La clonidina (alfa2 adrenérgico) puede emplearse en el síndrome de abstinencia pues reem-
plaza la inhibición mediada por dichos fármacos cuando dejan de administrarse.
4. Teoría de la redundancia: Se basa en la existencia de un sistema funcional morfino-sensi-
ble (S) junto a uno morfino no sensible (I) en el SNC La administración exógena de opiáce-
os inactivaría S causando una hipertrofia de I. Con la abstinencia la sintomatología sería la
traducción de un sistema S nuevamente activo, junto a un sistema I hipertrofiado(19).
5. Hipersensibilidad por denervación: Existiría una disminución de la liberación pre-sinápti-
ca de opiáceos endógenos, junto con una hipersensibilidad de los postsinápticos(20).
6. Aumento en la concentración de adenilciclasa secundaria a una disminución inicial de los
niveles de AMPc en las neuronas con receptores opiáceos(21).
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g) Otras infecciones; como el tétanos (ya que la quinina, usada como adulterante disminuye el
potencial redox y favorece la infección por anaerobios)(35).
Además de la patología infecciosa, el heroinómano presenta un cortejo sintomático típico
como la “hipotensión ortostática” por vasodilatación periférica, “estreñimiento pertinaz”
por disminución de la movilidad gastrointestinal, “náuseas y vómitos incohercibles” por efec-
to directo sobre los receptores opiáceos en el SNC, depresión respiratoria como resultado de
la respuesta disminuida del tronco del encéfalo al CO2 y una larga lista de afectación mul-
tiorgánica, que hace que nunca se pueda considerar al paciente adicto a heroína como grado
ASA-I(36).
Premedicación
En heroinómanos activos, que han recibido una dosis 3-4 horas antes de la cirugía, o bien
con signos de depresión respiratoria, intervenciones urgentes, cesáreas programadas o pacien-
tes inconscientes se recomienda premedicar sólo con atropina, debido al riesgo de causar sobre-
dosis si empleamos mórficos(37).
En los adictos no completamente deshabituados o bien que no hayan recibido heroína en
las últimas horas, suele ser necesario aumentar la dosis habitual de opioides(38). Se prefiere la
metadona a la meperidina por su mayor vida media y su mayor efectividad en suprimir el sín-
drome de abstinencia(39).
En casos necesarios se puede asociar droperidol, fentanilo o flunitrazepam a la metadona
titulando la dosis según respuesta.
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Cuando la intervención es programada, una pauta útil es comenzar con una dosis de meta-
dona equivalente a la heroína usada por el paciente; teniendo en cuenta las equivalencias entre
opiodes. (Tabla II).
* Dosis del opiáceo que administrada por vía subcutánea tiene un efecto analgésico equivalente a 10 mg. de morfina
también subcutánea.
** Vía i.m.
Inducción
No está demostrada una tolerancia cruzada entre barbitúricos y opiáceos, por tanto, si no
existe adicción conjunta a barbitúricos el tiopental puede ser usado eficazmente.
Los cuadros psicóticos asociados al uso de ketamina desaconsejan su uso en este tipo de
paciente, cuya conducta conflictiva ya suele ser por sí misma un problema.
Las benzodiazepinas pueden emplearse, aunque normalmente a dosis mayores de las habi-
tuales, ya que suele haber una tolerancia farmacológica al ser este tipo de fármacos los prefe-
ridos por el adicto en fases de carencia de heroína.
Mantenimiento
No existe acuerdo unánime en la mejor forma de mantener la anestesia en estos enfermos.
Para algunos autores(40) los agentes inhalatorios son la técnica de elección, mientras que otros(36)
preconizan la neuroleptoanalgesia para evitar el posible efecto hepatotóxico de los agentes inha-
latorios, que debido a la tolerancia cruzada a nivel central con los opiodes, obliga su uso a altas
dosis.
Frecuentemente aparecen episodios de hipotensión(41); el diagnóstico diferencial debe incluir
hipovolemia, sobredosis de fármacos anestésicos, síndrome de abstinencia e insuficiencia supra-
rrenal, debida a disminución de ACTH, (en este caso existe buena respuesta a 100 mg de acto-
cortina).
Los relajantes musculares despolarizantes y no despolarizantes pueden ser utilizados sin
ningún tipo de problema.
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En pacientes ex-heroinómanos siempre que sea posible se aconseja utilizar un agente volá-
til evitando los opiáceos (técnicas loco-regionales). Si es irremediable usar opiáceos debe efec-
tuarse una deshabituación postoperatoria rápida con metadona en dosis decrecientes.
Recuperación
Pueden emplearse fármacos anticolinesterásicos si no existe contraindicación. No se reco-
mienda el uso de naloxona, ya que puede desencadenar un síndrome de abstinencia aguda.
Durante su estancia en reanimación es imprescindible un adecuado tratamiento del dolor
para intentar una cooperación del heroinómano, no siempre fácil de conseguir. Para ello, se reco-
mienda bloqueos nerviosos con anestésicos locales. En caso de no ser posible las siguientes pau-
tas pueden ser útiles:
a) Heroinómanos activos. En caso necesario asociar meperidina (50 mg i.m. c/4-6 horas) con
neurolépticos (haloperidol 2,5 mg i.m. c/12 horas) y flunitrazepan (2 mg. i.m. por la noche).
Al tercer día del postoperatorio puede comenzarse una pauta con metadona (10 mg i.m./12
horas) para posteriormente utilizar la vía oral(36).
Si el procedimiento quirúrgico no es muy doloroso puede comenzarse directamente con
metadona, junto con analgésicos no opioides.
b) Pacientes en proceso de deshabituación con metadona pueden desarrollar gran tolerancia a
este fármaco, por lo que se aconseja dosis adicionales de meperidina.
Sobredosis de heroína
La sobredosis puede producirse con intenciones suicidas, por consumo de heroína con mayor
pureza que la habitualmente utilizada, o tras un período de deshabituación con metadona al
reincidir con dosis similares a las previas (darse un homenaje)(42).
El cuadro clínico incluye: estupor, coma y flaccidez generalizada. Pupilas puntiformes (excep-
to si la sobredosis es de meperidina o existe anoxia cerebral). Hipotermia, bradipnea, bradi-
cardia y otras arritmias, hipotensión arterial que puede llegar al colapso circulatorio, bronco-
espasmo y edema de pulmón no cardiogénico con presiones en la arteria pulmonar discreta-
mente elevadas y presión capilar pulmonar normal(43).
La actuación del anestesiólogo debe incluir(44):
1. Soporte respiratorio con intubación endotraqueal y ventilación asistida. Si es preciso se uti-
lizará FiO2 100%, PEEP si existe edema agudo de pulmón y broncodilatadores si el bronco-
espasmo es importante (la heroína tiene acción colinérgica).
2. Soporte circulatorio. El manejo de líquidos es difícil, pues existe, junto con el estado de shock,
una intolerancia relativa a la sobrecarga de volumen, por alteración de la membrana alve-
olo capilar, que puede precipitar fácilmente edema agudo de pulmón. La utilización de ino-
tropos (dopamina, efedrina) puede ser necesaria.
3. Antagonización con naloxona. Un miligramo de naloxona es capaz de antagonizar 25 mg.
de heroína. Su eficacia es de 90 minutos, por tanto habrá que mantener en continua vigi-
lancia al enfermo, pues la depresión inicial puede reaparecer. Una titulación incorrecta puede
provocar un síndrome de abstinencia agudo, grave, y de difícil tratamiento con grandes
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dosis de opiáceos. Una pauta útil es comenzar con 0,4 mg./i.v. y seguir con suplementos de
0,2 mg hasta conseguir respuesta. El mantenimiento puede realizarse con una infusión de
0,8 mg. en 500 cc. de SF a un ritmo de 1ml/min (=20 gotas/ minuto) con lo que se obtie-
nen niveles plasmáticos adecuados durante más de 8 horas(36).
4. Otros tratamientos coadyuvantes pueden incluir diazepam (10 mg/i.v.) en caso de convul-
siones; furosemida para evitar el fallo renal por rabdomiólisis aguda, lavado gástrico por la
posibilidad de ingestión de otras drogas y vigilancia en una Unidad de Reanimación duran-
te un período no inferior a 24-48 horas.
Síndrome de abstinencia
Los síntomas, no deliberados, aparecen a las 8-12 horas después de la última dosis e inclu-
yen: lagrimeo, rinorrea, bostezos y sudoración. A las 12 horas el adicto entra en un sueño intran-
quilo. A medida que progresa el síndrome aparecen midriasis; irritabilidad, temblor(46). Los sín-
tomas tienen su máxima expresión entre las 48-72 horas; siendo común, junto a lo anterior, la
diarrea, náuseas y vómitos, piloerección y la necesidad de patalear (pateando el hábito). Durante
este período existe taquicardia, HTA y leucocitosis (que, junto con el dolor abdominal seme-
jan un cuadro de abdomen agudo).
El tratamiento consiste en la administración de un opioide, junto con las medidas generales
requeridas (tratamiento de deshidratación; corrección de balance hidroelectrolítico y del equi-
librio ácido-base, etc.).
El opioide de elección es la metadona por poder administrarse vía oral (evita autorrefuerzo
de la inyección i.v.) y tener una vida media larga.
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Existen varias pautas. En procesos agudos se puede comenzar por 10 mg. i.m. o i.v. aumen-
tando 5-10 mg. cada 2 horas hasta que los síntomas sean leves. Después se pasará a su admi-
nistración por vía oral. Se recomienda el apoyo por parte del servicio de psiquiatría.
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Conducta anestésica
En general, el manejo no suele conllevar graves complicaciones. Se realizará una premedi-
cación suficiente, para evitar la aparición del síndrome de abstinencia. El adicto a barbitúricos
y benzodiazepinas puede necesitar mayores dosis que el paciente no adicto, debido a la tole-
rancia desarrollada sobre el sistema nervioso central(49).
En pacientes premedicados con fenobarbital disminuye el tiempo de sueño proporcionado
por el hexobarbital y el metohexital, debido al metabolismo hepático provocado por la induc-
ción enzimática(50). Sin embargo, cuando se utiliza tiopental probablemente no disminuye, ya
que en este caso es la redistribución más que la biotransformación la causa del fin de la acción.
Por el efecto inductor enzimático de los barbitúricos se requieren dosis más altas de warfarina
para mantener la hipocoagulación.
Experimentos(51) tanto “in vivo“, como “in vitro”, han demostrado que los barbitúricos, debi-
do a la inducción de enzimas microsomales hepáticas pueden aumentar la toxicidad de los agen-
tes halogenados, produciendo mayores concentraciones de ion fluoruro libre y aumentando
el riesgo de nefrotoxicidad (el metoxiflurano debe estar formalmente contraindicado).
Cuando se utilizan anestésicos inhalatorios, el tiempo de inducción no está aumentado; ni
tampoco se requieren mayores concentraciones para el mantenimiento de la anestesia en el adic-
to a barbitúricos(52), pero las benzodiazepinas disminuyen considerablemente la MAC de los
agentes inhalatorios(53).
En ocasiones el anestesista debe atender en el ámbito de la urgencia a adictos con sobre-
dosis de barbitúricos. En estos casos será necesario: 1) soporte respiratorio adecuado con intu-
bación endotraqueal y ventilación mecánica; 2) soporte hemodinámico. Al contrario que en los
adictos a la heroína suele existir una capacitancia venosa aumentada(54) que, junto con la
incapacidad para concentrar orina puede conducir a un estado de deshidratación e hipovo-
lemia, por lo que es necesaria una reposición enérgica de volumen ya sea con cristaloides o
coloides. En casos de hipotensión refractaria será necesario recurrir a inotrópicos (dopami-
na) para mantener una adecuada presión de perfusión. La hipotermia suele ser una manifes-
tación habitual; 3) como medidas generales se realizará un lavado gástrico por la posibilidad
de ingestión de otros fármacos; y se alcalinizará la orina para favorecer la eliminación de la
droga(55).
No existe un fármaco que antagonice de forma efectiva a los barbitúricos.
En caso de sobredosis de benzodiazepinas el fármaco de elección es el flumazenil.
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CONDUCTA ANESTÉSICA
Premedicación
Son enfermos que presentan hiperexcitabilidad del sistema nervioso simpático por lo que
se recomienda una sedación fuerte. Las benzodiazepinas pueden ser una buena elección. También
se ha empleado el haloperidol y los barbituratos. Recientemente se ha descrito un síndrome dis-
tónico agudo por el uso conjunto de cocaína + haloperidol que cede al tratamiento con difen-
hidramina.
Debido al mayor riesgo de complicaciones tromboembólicas en el postoperatorio, puede ser
interesante comenzar profilaxis con heparina de bajo peso molecular.
La mayor incidencia de patología coronaria puede hacer necesario la utilización de parches
de nitroglicerina incluida con la premedicación.
Inducción y mantenimiento
Aunque no existe ninguna técnica que puede considerarse de elección, habrá que consi-
derar a estos enfermos como portadores “en potencia” de cardiopatía isquémica y actuar como
tal(60).
Si existe taquicardia e hipertensión en el momento de la inducción, debe ser controlada. El
propanolol se ha utilizado, pero puede provocar vasoconstricción coronaria por lo que en el
momento actual se prefiere el uso de labetalol o de esmolol(61). Los nitritos, antagonistas del cal-
cio y bloqueantes adrenérgicos alfa son también útiles.
Durante el mantenimiento se deberían evitar aquellos agentes que sensibilizan el miocardio
o las catecolaminas. El isoflurano se ha utilizado con buenos resultados, si bien suelen ser nece-
sarias mayores concentraciones de lo habitual para conseguir una adecuada profundidad anes-
tésica(52), (excepto si han realizado tratamientos previos con fármacos que deplecionan al SNC
de catecolaminas o en adictos crónicos).
No existe ningún problema en utilizar narcóticos (son potenciados por la cocaína) ni rela-
jantes musculares, excepto si existe una taquicardia importante donde no se recomienda usar
pancuronio. La temperatura debería monitorizarse de forma rutinaria.
Recuperación
Durante el postoperatorio inmediato se evitarán aquellos estímulos que causen aumento en
el consumo de oxígeno como el dolor, los temblores, la taquicardia, etc. La naloxona intensifi-
ca los efectos de la cocaína.
Si aparecieran arritmias ventriculares la lidocaína puede ser útil, aunque puede potenciar
las convulsiones asociadas a la cocaína. Si aparecen convulsiones las benzodiazepinas son fár-
macos de elección. La clorpromazina se ha utilizado para disminuir la hipertensión en caso de
toxicidad por cocaína, pero también disminuye el umbral convulsivo.
En caso de presentarse hipotensión durante el postoperatorio, deben emplearse agentes
vasopresores directos (adrenalina, noradrenalina, isoprotrenol), ya que no son efectivos los vaso-
presores indirectos (efedrina).
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CONDUCTA ANESTÉSICA
Premedicación
Si existen signos de sobredosis, o consumo reciente de marihuana, el paciente suele pre-
sentar sequedad de mucosas y taquicardia, por lo que no se recomienda la utilización de atro-
pina.
Los barbituratos no deben emplearse, ya que pueden intensificar las alucinaciones produ-
cidas por THC.
Las fenotiazinas pueden agravar la hipotensión arterial(13).
Si existe gran componente de ansiedad el uso cuidadoso de las benzodiazepinas puede ser
útil.
Inducción
Las benzodiazepinas pueden ser de elección, aunque el uso de barbitúricos de acción corta,
como el tiopental probablemente no contribuyan a la aparición de alucinaciones en el posto-
peratorio; tampoco hay evidencia de un mayor tiempo de sueño, ya que deja de hacer efecto
por redistribución de forma rápida.
Mantenimiento
No existe ninguna técnica de elección. Los agentes inhalatorios pueden utilizarse, teniendo
en cuenta que habrá una disminución en la MAC(62). Estos fármacos pueden contrarrestar el
broncoespasmo en pacientes con la mucosa irritada por el uso de marihuana fumada(52). La pato-
logía pulmonar sobreañadida puede limitar el uso de protóxido, y hacen preferible una mezcla
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de O2/aire/agente inhalatorio. Los narcóticos pueden utilizarse, teniendo presente que puede
estar aumentando el tiempo de depresión respiratoria. Los relajantes musculares no provocan
problemas sobreañadidos.
Recuperación
Aunque el THC tiene alguna actividad anticolinesterásica, clínicamente tiene poca impor-
tancia, por lo que de ser necesario pueden usarse fármacos anticolinesterásicos para revertir en
relajantes musculares.
CONDUCTA ANESTÉSICA
Premedicación
Para evitar el estado de ansiedad y excitación que presentan estos pacientes, puede ser nece-
sario una sedación fuerte. Las benzodiazepinas son una alternativa adecuada(63). Los opioides pue-
den ser utilizados, pero de manera prudente, ya que estos fármacos tienen efecto analgésico(64).
Los anticolinérgicos deben evitarse en la medida de lo posible, pues aunque no afectan a
la intensidad y duración de la experiencia alucinógena, ellos por sí mismos pueden causar alu-
cinaciones; además la taquicardia suele ser un signo habitual si se ha consumido LSD en las últi-
mas horas.
La clorpromazina, aparte de sus efectos sedantes, puede ser eficaz en el control de la fiebre,
HTA y midriasis(13), pero no es un fármaco de elección en la premedicación de estos adictos ya
que puede exacerbar las apariciones de flashbaks(65).
Si la HTA y taquicardia no están controladas, antes de inducir la anestesia, puede ser útil
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utilizar fármacos con efecto alfa y β-bloqueante (propanolol y labetabol). El trimetafán debe ser
evitado, ya que los consumidores de drogas alucinógenas tienen un grado variable de inhibi-
ción de la pseudocolinesterasa, la enzima responsable del metabolismo del trimetafán(66).
La inducción anestésica puede realizarse, tanto con barbituratos, como con benzodiazepinas.
La succinilcolina debe utilizarse a menores dosis que las habituales, debido a la inhibición
de la pseudocolinesterasa por LSD(67); sin embargo, no se han descrito casos de apnea prolon-
gada en humanos por la utilización conjunta de fármacos alucinógenos y succinilcolina.
Se puede utilizar cualquier relajante muscular no despolarizante, pero por la tendencia a
la taquicardia se prefiere evitar el uso de pancuronio.
No existe ninguna contraindicación para el empleo de agentes inhalatorios.
La anestesia regional puede ser una alternativa válida en pacientes adictos a alucinógenos;
pero debe realizarse junto con una sedación fuerte e intentando evitar los anestésicos tipo ester
(tetracaína, procaína y clorprocaína), ya que debido a la inhibición de la pseudocolinesterasa se
podrían producir niveles tóxicos con pequeñas dosis.
ADICCIÓN A DISOLVENTES
Frecuente en adolescentes. Se absorben por vía inhalatoria, siendo los productos más fre-
cuentes la acetona y el tolueno de los pegamentos. La inhalación de disolventes produce un cua-
dro de excitación, euforia y ocasionalmente alucinaciones. A nivel somático produce disfunción
renal y hepática así como anomalía en la hematopoyesis(68).
Producen tolerancia en pequeño grado y no existe evidencia de dependencia física.
La inhalación abusiva puede producir la muerte por “ahogamiento” (al envolverse la cabe-
za en bolsas de plástico para aumentar la concentración del solvente inhalado), “edema pul-
monar” y arritmia ventricular grave.
El anestesiólogo puede estar implicado en la resucitación de estos pacientes con ingestas agu-
das. Debe sospecharse en adolescentes comatosos con olor característico al disolvente utilizado.
En caso de precisar algún procedimiento quirúrgico será de elección las técnicas locoregiona-
les. En aquellos casos que la anestesia general sea imprescindible, se evitarán los fármacos que
produzcan hepato y nefrotoxicidad. El isoflurano puede ser una alternativa aceptable. También
puede utilizarse desflurano.
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TOXICOMANÍA FÁRMACO
Ex-heroinómano Opiáceos
Cocainómano Haloperidol
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II
REACCIONES ALÉRGICAS EN ANESTESIA
INTRODUCCIÓN
La anestesiología aporta unas características farmacológicas especiales en la práctica de la
medicina. La mayoría de los fármacos empleados son, no-terapéuticos, potencialmente letales
y poseen un margen o índice terapéutico/tóxico muy estrecho. Además, todos ellos tienen un
riesgo potencial de provocar reacciones adversas.
Muchos de los fármacos utilizados en anestesia, excepto los agentes inhalatorios, pueden
inducir liberación de histamina y ser responsables de reacciones alérgicas. Estas respuestas pue-
den ser debidas a una reacción farmacológica adversa (reacción anafilactoide), o a un meca-
nismo inmunológico mediado por anticuerpos IgE, que precisan de una exposición previa a la
molécula responsable de la sensibilización (reacción anafiláctica).
Clínicamente el mediador más importante en las reacciones anafilactoides es la histamina,
mientras que en las reacciones anafilácticas verdaderas, el contacto de la molécula sensibilizante
(hapteno) con los anticuerpos IgE formados por contacto previo, es capaz de desencadenar una
gran liberación de mediadores (leucotrienios, prostaglandinas, serotoninas, etc.). Las reaccio-
nes anafilácticas son habitualmente las más severas y graves(1).
La incidencia de reacciones alérgicas graves en anestesia es del 1/3.500 anestesias con una
mortalidad del 5-6%.
En un 60% son de tipo anafiláctico. Su diagnóstico sólo puede realizarse por estudios inmu-
noalérgicos(2,3).
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REACCIONES A FÁRMACOS
Reacciones adversas
El riesgo de una reacción adversa es una consecuencia inevitable de la propia administra-
ción del fármaco. Algunos estudios revelan que hasta un 30% de los pacientes médicos ingre-
sados, desarrollan algún tipo de reacción adversa a medicamentos durante su período de hos-
pitalización.
Estas reacciones adversas en un 80% de los casos son predecibles, y se deben a la propia
acción del fármaco. Suelen ser dosis-dependiente y se corresponden con los efectos secunda-
rios descritos para cada fármaco.
Reacciones alérgicas
Corresponden el 20% restante de las reacciones a fármacos. Habitualmente no son prede-
cibles, tampoco son dosis-dependiente, ni tienen relación con la acción farmacológica del medi-
camento. Suelen estar relacionadas con una respuesta inmunológica del individuo.
Cuando la reacción alérgica está mediada por anticuerpos se denomina anafiláctica. Cuando
los anticuerpos no son responsables de la reacción o no pueden ser demostrados se denomi-
nará anafilactoide. Clínicamente es imposible diferenciar ambas reacciones y el diagnóstico
deberá realizarse por técnicas inmunoalérgicas.
De acuerdo con estos criterios, las reacciones alérgicas se clasifican en: reacciones anafilác-
ticas mediadas por anticuerpos IgE y reacciones anafilactoides no mediadas por IgE (activación
leucocitaria, liberación de histamina).
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la permeabilidad capilar y contracción del músculo liso. La fracción C5a provoca activación y
agregación de leucocitos y plaquetas, cuyos agregados desencadenan liberación de diversos
mediadores. Estos mecanismos se han atribuido a las reacciones provocadas por las transfu-
siones y por la protamina.
INCIDENCIA
En la consulta de anestesia hasta un 10% de los pacientes puede referir algún tipo de aler-
gia a cualquier fármaco y son especialmente atribuidas a los antibióticos (40-50%) y analgési-
cos (15-25%). Tan sólo un 10% es referido a los anestésicos. Sin embargo, los estudios alergoló-
gicos realizados en estos pacientes, indican que la mayoría de los cuadros que describen se deben
a reacciones adversas a medicamentos y que sólo un 3-10% son verdaderas reacciones alérgi-
cas(4-12).
Probablemente la incidencia de reacciones alérgicas en anestesia sea del 0,5-2% y la de
cuadros anafilácticos graves entre 1/3.000 a 1/10.000 anestesias(1,12).
Existen factores predisponentes que incrementan el riesgo de presentar reacciones de ana-
filaxia (Tabla I).
Tabla I Factores de riesgo alérgico
1. Edad: son más frecuentes en personas jóvenes entre 30-50 años. En niños son menos fre-
cuentes por la inmadurez del sistema inmune y por la menor probabilidad de exposicio-
nes previas.
2. Sexo: son 4 veces más frecuentes en mujeres que en varones, quizás por una mayor exposi-
ción a agentes alergénicos (tintes, detergentes, guantes de goma, etc.).
3. Antecedentes de atopia (asma bronquial, fiebre del heno, alergia alimentaria, etc.).
4. Estados de ansiedad.
5. Exposición repetida a fármacos o sustancias alergénicas, especialmente con intervalos supe-
riores a 2 semanas.
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Suxametonio 42%
Atracurio 23%
Vecuronio 21%
Pancuronio 8%
Alcuronio 6%
La mayor incidencia de reacciones alérgicas por anestésicos se debe a los relajantes mus-
culares (60%), especialmente al suxametonio, atracurio y vecuronio, aunque su distribución
se debe a la frecuencia de uso de cada uno. Se ha encontrado sensibilidad cruzada entre los rela-
jantes en el 60-80% de los pacientes, debido a su estructura química común del ion amonio.
Muchos cosméticos, tintes y detergentes poseen amonios cuaternarios en su composición
y pueden actuar como sensibilizantes, lo que explica las reacciones anafilácticas en la primera
exposición a los relajantes musculares y su mayor incidencia en mujeres(6,12,15,16).
Entre los barbitúricos se ha observado reactividad cruzada entre ellos, y las exposiciones
previas son un factor predisponente.
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La alergia a los anestésicos locales se ha descrito para el grupo éster (procaína), pero son
excepcionales para el grupo amida (lidocaína, mepi y bupivacaína). Su incidencia es muy baja
(0,5%) y en ocasiones las reacciones se han atribuido a los conservantes y aditivos (metilpara-
beno y metabisulfitos). No existe reactividad cruzada entre ambos grupos(10-17).
La incidencia de alergia al látex se ha visto incrementada en los últimos años especialmen-
te en personas con historia de contacto crónico con materiales que poseen látex, en pacientes
con intervenciones múltiples (espina bífida y malformaciones genitourinarias), entre el perso-
nal sanitario de quirófanos y entre trabajadores del caucho(18-20). Deberá de sospecharse siem-
pre en pacientes que refieran alergia a frutas (castaña, plátano, kiwi, aguacate), o dermatitis
de contacto a productos de goma. Su incidencia real está subestimada, porque muchos de sus
cuadros clínicos intraoperatorios pasan desapercibidos o no se diagnostican.
CLÍNICA
La sintomatología clínica suele ser independiente del mecanismo de reacción, aunque las
reacciones anafilácticas (mecanismo inmunológico por IgE) no dependen de la dosis admi-
nistrada, y la reacción puede autoperpetuarse precisando mayor cantidad de adrenalina
para bloquear el círculo de activación de mediadores. Las reacciones anafilactoides tienden a
ser autolimitadas (al cesar la administración del antígeno), por la corta vida media de la his-
tamina.
Los síntomas suelen aparecer a los pocos minutos de la administración del fármaco. Cuando
se producen de forma más tardía en la fase de mantenimiento anestésico, habrá que sospe-
char una reacción al látex. Algunas reacciones se han descrito al final de la cirugía ortopédica
tras la liberación del torniquete y son debidas a los antibióticos utilizados para desinfectar la
herida quirúrgica.
Las primeras manifestaciones de la anafilaxia se producen en las zonas con concentraciones
más altas de mastocitos, como ocurre en piel y mucosas, pulmón, sistema cardiovascular y trac-
to digestivo. Los signos muco-cutáneos aparecen en el 70% de las reacciones, la afectación cir-
culatoria (hipotensión y taquicardia) en el 85% y el broncoespasmo en un 35%.
En las formas menos graves predomina la taquicardia con hipotensión y los signos cutáne-
os preferentemente en tórax, aunque pueden generalizarse rápidamente. En las formas severas
puede desencadenarse un cuadro de shock anafiláctico cuya mortalidad es del 5-6%(7,11,13,14).
Generalmente, con la administración de adrenalina, la clínica revierte al cabo de 1 hora sin secue-
las, pero en algunos casos el shock es refractario a la adrenalina, especialmente en pacientes tra-
tados con ß-bloqueantes, necesitándose entonces infusión importante de líquidos y altas dosis
de adrenalina.
La evolución dependerá de la precocidad y eficacia del tratamiento instaurado. Los signos
clínicos de hipotensión, taquicardia y laringoespasmo pueden persistir durante horas a pesar
del tratamiento. El shock anafiláctico puede volver a reproducirse en las primeras 24 horas hasta
en un 20% de los pacientes, por lo que deberán permanecer vigilados en una Unidad de
Reanimación.
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ra positivo un habón > 9 mm. Puede haber falsos positivos con fármacos liberadores
de histamina.
Las pruebas cutáneas permiten identificar el agente causal en el 75-90% de los casos.
La sensibilidad para los relajantes musculares es hasta del 98%. Las pruebas de pro-
vocación están prácticamente desaconsejadas, excepto para los anestésicos locales(1,12,17).
El diagnóstico en alergia siempre tiene un apoyo básico en la historia clínica, en la secuen-
cia de los hechos y en su causalidad. Los tests in vivo o in vitro servirán para confirmar
los diagnósticos clínicos.
En todos los casos se deberá proporcionar a los pacientes un informe completo, de los agen-
tes responsables, del tipo de reacción y de las alternativas o fármacos seguros.
TRATAMIENTO
El tratamiento inicial debe orientarse a identificar al agente responsable (anestésico, coloi-
des, sangre, látex, etc.), para suprimir su administración y estabilizar los síntomas cardiovas-
culares y respiratorios. (Tabla V).
Tabla V Tratamiento de la reaccion anafiláctica
INICIAL
Identificar y suprimir la administración del antígeno
Mantener la vía aérea, y O2 100%
Expansión de volemia (2-4 L cristaloides si hipotensión)
Adrenalina: 5-10 µg en bolo si hipotensión
0,1-0,5 mg i.v. si colapso cardiovascular
Retirar los agentes anestésicos
SECUNDARIO
Corticoides: 0,25-1 g de hidrocortisona
1-2 g de metilprednisolona
Bicarbonato (0,5-1 mEq/kg) si hipotensión y acidosis
Adrenalina infusión: 0,1-1 µg/kg/min según efecto
Broncodilatadores: aminofilina i.v. y/o salbutamol aerosol
Antihistamínicos: 0,5-1 mg/kg difenidramina
Evaluar vía aérea previa extubación
La reposición de la volemia debe ser rápida y enérgica (cristaloides y coloides), para com-
pensar el descenso brusco de las resistencias vasculares periféricas. Colocar al paciente en posi-
ción de Trendelemburg puede favorecer el retorno venoso.
La adrenalina es el fármaco de elección para el tratamiento de la hipotensión, broncoes-
pasmo y el angioedema. En ocasiones cuando el shock es refractario se precisa asociar infusión
de noradrenalina (0,1-1 µg/kg/min) para preservar el riesgo cerebral y coronario. Los pacien-
tes con bloqueo simpático por anestesia epi o intradural, requieren, para su control, dosis
muy altas de catecolaminas y reposición más agresiva de la volemia.
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veces superior de reacción anafiláctica cuando se les administra protamina para revertir la hepa-
rina. Sin embargo, la incidencia de reacciones graves no alcanza el 2%(23).
Los antihistamínicos son aconsejables para prevenir la liberación de histamina, pero no evi-
tan las reacciones anafilácticas inmunológicas Ag-Ac. Actualmente no existen fármacos efica-
ces que eviten la síntesis de histamina, pero el cromoglicolato sódico (Intal®) inhibe la degra-
nulación de los mastocitos. Los antihistamínicos más eficaces son los que bloquean los recep-
tores H1 (Atarax®, Triludan® e Hismanal®). La utilización de los anti H2 (cimetidina, o ranitidi-
na) está más controvertida por sus efectos bronquiales y por la inhibición del sistema enzimá-
tico microsomal hepático.
En los estados de hiperansiedad, que favorecen la liberación de histamina, se recomienda
una premedicación adecuada con benzodiazepinas.
La profilaxis con corticoides está muy controvertida. Sólo suelen utilizarse en las alergias a
contrastes yodados y ocasionalmente al látex.
En los pacientes con riesgo de histaminoliberación deben preferirse los agentes inhalatorios
y los anestésicos menos histaminérgicos (Tabla VII).
Tabla VII Anestésicos poco histaminoliberadores
Halogenados inhalatorios
Hipnóticos: etomidato, propofol y benzodiazepinas
Mórficos: fentanilo y alfentanilo
Neurolépticos: droperidol
Relajantes: vecuronio y pancuronio
Anestésicos locales amidas: lidocaína y bupivacaina
Las técnicas anestésicas locorregionales son una buena alternativa en pacientes alérgicos o
con factores predisponentes. La anestesia epidural se ha recomendado combinada con la gene-
ral, en intervenciones que precisen relajación muscular, en pacientes con alergia a relajantes
musculares.
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III
OBESIDAD MÓRBIDA Y ANESTESIA
A. Seiz Martínez
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
La obesidad es una “enfermedad de la civilización” que afecta cotidianamente a la salud o
el bienestar de millones de personas. Su etiología resulta todavía mal conocida, aunque pare-
ce confirmarse la contribución decisiva de un componente genético (“gen de la obesidad”)(1).
La obesidad mórbida se caracteriza por un incremento de los riesgos de mortalidad y mor-
bilidad, sobre todo cardiovascular, una serie de severas implicaciones socioeconómicas y psi-
cosociales y por el fracaso de los métodos no quirúrgicos en el mantenimiento de la pérdida de
peso durante cinco años o más(2,3).
En estos pacientes la cirugía se oferta como la única alternativa viable de tratamiento(3) hasta
que en el futuro sean eficaces otras medidas preventivas o curativas para disminuir la preva-
lencia de esta condición.
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A. Seiz Martínez
Tabla I
CLASE BMI
Clase 0 < 25
Clase I 26-30
Clase II 31-35
Clase IV > 40
FISIOPATOLOGÍA
Con independencia de otras consideraciones etiológicas, en todos los casos de obesidad mór-
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 31
bida se detecta un balance positivo de energía por incremento de la ingesta calórica y dismi-
nución de la actividad física, el cual conduce, primariamente, a un aumento del depósito de
grasa (triacilglicerol) en el tejido adiposo, y, en consecuencia, del peso corporal. Secundariamente,
el exceso de peso corporal ocasiona una variedad de repercusiones sobre órganos y sistemas
cuya consecuencia es un incremento de morbilidad y mortalidad de causa específica(5).
Aparato respiratorio
A causa de la actividad metabólica de los depósitos grasos aumentados y del incremento del
gasto de energía para la actividad física y la respiración(10), en el paciente obeso aumenta la tasa
metabólica basal en términos absolutos en reposo y durante el ejercicio, incrementándose el con-
sumo de O2, la producción de CO2 y el trabajo respiratorio(11,12).
Por la sobrecarga de la masa corporal aumentada, en el obeso aumenta la resistencia elás-
tica de la pared torácica y disminuye la compliance torácica(12), sobre todo en decúbito; la com-
pliance pulmonar se mantiene normal, salvo obesidad de larga evolución o patología asociada
de ese órgano(10).
En el obeso disminuyen los volúmenes pulmonares estáticos. De manera característica
disminuye el volumen de reserva espiratorio (VRE), a causa de la reducción de la capacidad
residual funcional (CRF) por la sobrecarga de masa corporal(12). En los obesos jóvenes con
estado general todavía no deteriorado los tests básicos de exploración funcional respiratoria
que dependen de un esfuerzo voluntario máximo pueden encontrarse dentro de la normali-
dad(10). Más importante que las cifras absolutas de los volúmenes pulmonares resulta su varia-
ción con respecto a los cambios de posición en la obesidad. Aunque en posición erguida el volu-
men residual (VR) permanezca normal, la disminución del VRE y de la CRF ocasionan que el
volumen corriente (VC) se encuentre dentro del rango de la capacidad de cierre (CC), con atra-
pamiento de gas intratorácico(13), alteraciones de la relación V/Q por ventilación preferente de
vértices pulmonares y perfusión predominante en las bases(14), y grados variables de shunt dere-
cha-izquierda e hipoxemia; la eliminación de CO2 se suele mantener dentro de la normalidad,
en las fases iniciales de la obesidad no complicada, manteniendo un volumen-minuto de ven-
tilación suficiente por aumento de la frecuencia respiratoria. La posición supina incrementa el
efecto de sobrecarga de masa, disminuyendo aún más el VRE y la CRF, por el ascenso diafrag-
31
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A. Seiz Martínez
mático y el peso añadido del abdomen, hasta valores inferiores a la CC, acentuando las desi-
gualdades V/Q y la hipoxemia(12,15).
La progresión temporal y en magnitud de la obesidad, asociada o no a patología pulmo-
nar coexistente, conduce al síndrome de hipoventilación del obeso (OHS)(17), con disminución
de respuesta a la hipercapnia, hipersomnia, apnea del sueño y desarrollo, en fases más avan-
zadas, del síndrome de Pickwick (hipercapnia, hipoxemia, policitemia, hipersomnia, hiperten-
sión pulmonar y fracaso ventricular derecho).
Aparato cardiovascular
Los efectos de la obesidad sobre el sistema cardiovascular son complejos, y, en muchos aspec-
tos aún no bien comprendidos. Los cambios más significativos con respecto a la normalidad
son los siguientes:
a) Incremento del volumen circulante(10), a causa del incremento de masa corporal; se incre-
mentan proporcionalmente el volumen sanguíneo y el plasmático.
b) Incremento del gasto cardíaco(10), por el aumento del flujo sanguíneo a través del tejido graso
en términos absolutos, aunque se mantiene normal el flujo relativo (2-3 ml/100 g/min).
Los flujos sanguíneos regionales permanecen normales, salvo un incremento próximo al
20% en el flujo esplácnico(16).
c) Hipertensión arterial sistémica asociada frecuente.
d) Alteraciones de la contractilidad ventricular por incremento crónico de precarga (volumen cir-
culante), postcarga (resistencias vasculares sistémicas elevadas por la hipertensión) y gasto
cardíaco, con hipertrofia ventricular izquierda y aumento del tamaño de su cámara. La fun-
ción contráctil y la fracción de eyección inicialmente se mantienen normales(18), pero pos-
teriormente la fracción de eyección no puede incrementarse proporcionalmente a las abrup-
tas demandas de gasto cardíaco durante el ejercicio(19), aumentando crónicamente la pre-
sión telediastólica del ventrículo izquierdo y la presión capilar pulmonar.
e) Hipertensión pulmonar, a causa del incremento de volumen circulante pulmonar y la vaso-
constricción pulmonar hipóxica resultante de las complicaciones respiratorias(10).
Sistema gastrointestinal
Los obesos severos presentan una prevalencia incrementada de hernia hiatal y un aumen-
32
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to de presión intraabdominal en relación directa con el aumento de peso(10), y cerca del noven-
ta por ciento, no obstante el ayuno preanestésico, presentan un volumen de líquido intragás-
trico >25 ml con un pH < 2,5, debiendo ser considerados como sujetos con alto riesgo de aspi-
ración aun en caso de cirugía electiva(20). Es frecuente, asimismo, la presencia de hígado graso,
que no suele ser detectado por los tests bioquímicos habituales.
33
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Estimaciones antropométricas
Figura 1.
35
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A. Seiz Martínez
gos y especialistas en nutrición, con el adecuado soporte físico, técnico y de personal auxiliar.
Cualquier iniciativa de cirugía bariátrica sin contar con estas condiciones se encuentra inexo-
rablemente condenada al fracaso y a incrementar los riesgos para los pacientes.
Examen preanestésico
La valoración preanestésica del obeso mórbido debe realizarse con una actitud de neutra-
lidad emocional, sin discriminaciones negativas (prejuicios, actitud hostil) ni positivas (con-
descendencia, compasión) de los mismos. Esta valoración debe ser realizada por el anestesió-
logo a cuyo cargo va a encontrarse el paciente en quirófano, y debe incluir:
a) Valoraciones sistemáticas: historia clínica y examen físico completos, determinaciones de
laboratorio (hemograma, estudio de coagulación, perfil bioquímico por autoanalizador,
incluyendo transaminasas, colesterol total, triglicéridos, creatinina y glucemia), gaso-
metría arterial respirando aire ambiente, ECG estándar de 12 derivaciones y radiografía
de tórax.
b) Valoraciones complementarias no sistemáticas de acuerdo con la patología específica encon-
trada o sospechada, asociada o no a la obesidad.
En la anamnesis de estos pacientes deben investigarse específicamente duración de la obe-
sidad, clínica de disfunción cardíaca o respiratoria, especialmente apnea obstructiva durante el
sueño (por su asociación a enormes dificultades de manejo de la vía aérea), grado de tolerancia
al decúbito, antecedentes de tabaquismo y de tratamientos farmacológicos previos, historia psi-
quiátrica y antecedentes anestésicos. El examen físico y los exámenes complementarios de ruti-
na deben orientarse específicamente a detectar patología cardiorrespiratoria asociada a la
obesidad, y a predecir dificultad de intubación y canulación vascular (Tabla IV). Otras explo-
raciones no sistemáticas individualizadas para cada paciente incluirían exploración funcional
respiratoria (que puede detectar enfermedad broncoespástica previamente no sospechada), eco-
cardiografía, ergometría y radiografías de cuello en posición lateral y tomografías para valo-
ración de dificultad de intubación no predecible con los tests usuales(33). Las consultas a otros
especialistas (vg. cardiología, neumología) deben solicitarse sólo para valoración de la función
36
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Tabla IV
y para mejoría de la misma antes de la cirugía, y nunca para valoración del riesgo anestésico.
En lo referente a las mismas es norma de nuestro Grupo de Trabajo incluir una consulta preo-
peratoria al Servicio de Rehabilitación para fisioterapia respiratoria e instrucción en ejercicios
respiratorios postoperatorios. Al término de la valoración preanestésica se informa al paciente
del planteamiento anestésico, de reanimación y analgesia postoperatoria, y se solicita el con-
sentimiento informado.
Período perioperatorio
Preparación específica del quirófano
Todo el utillaje del quirófano, en dimensiones y resistencia, debe ser capaz de soportar el
elevado peso del paciente sin riesgo para su integridad. Los traslados a la cama y a la mesa qui-
rúrgica deben realizarse mediante grúas al efecto y no confiando en el esfuerzo combinado
del personal auxiliar. La vigilancia de la postura del paciente debe ser escrupulosa, pues los
rodetes adiposos pueden enmascarar hiperextensiones o flexiones peligrosas para la integridad
de plexos y articulaciones. Todas las zonas declive deben ser almohadilladas, pues los obesos
mórbidos, por la baja perfusión de la grasa, son propensos a desarrollar úlceras por decúbito
y por presión.
Premedicación
Sólo resultan admisibles las vías oral o intravenosa, pues existe el riesgo de administrar
las inyecciones intramusculares en el espesor de la grasa, con absorción impredecible. Se encuen-
tra contraindicada todo tipo de premedicación sedante en la habitación de hospitalización sin
una adecuada monitorización respiratoria.
La premedicación con metoclopramida y antagonistas de los receptores H2 de la histamina
disminuye el volumen del contenido gástrico del obeso mórbido en ayunas e incrementa su pH,
reduciendo el riesgo de aspiración(34,35). Nuestro protocolo consiste en administrar por vía intra-
venosa una hora antes de la cirugía 50 mg de ranitidina y 15 mg de metoclopramida.
La obesidad por sí misma representa un factor de riesgo de trombosis venosa profunda en
el postoperatorio, por lo que resulta recomendable la profilaxis preoperatoria con heparina de
bajo peso molecular, aunque no existen estudios controlados acerca de su efectividad en este
tipo de pacientes.
37
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A. Seiz Martínez
Monitorización
Aun en los casos de cirugía de breve duración la monitorización cardiovascular en el obeso
mórbido debe tener carácter invasivo (Tabla V). Los manguitos de presión arterial incruenta,
aun de mayor tamaño (70% del perímetro de la extremidad), ofrecen cifras inexactas. La canu-
lación venosa central se justifica, además de las razones de monitorización, por asegurar un
acceso venoso fiable. En la monitorización del bloqueo neuromuscular mediante estimulador
nervioso periférico suele ser necesario el empleo de electrodos de aguja, por la gran distancia
entre la piel y el nervio estimulado. El alto nivel de monitorización se encuentra justificado por
la elevada probabilidad de morbilidad cardiorrespiratoria de estos pacientes.
Tabla V
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39
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Período postoperatorio
A pesar del elevado riesgo anestésico-quirúrgico teórico del obeso mórbido, los resultados
de un estudio multicéntrico (National Bariatric Surgery Registry)(59) sobre 5.178 intervenciones de
cirugía bariátrica muestran una baja tasa de complicaciones (10,3%) y una tasa muy baja de mor-
talidad (0,1%). La mayoría de las complicaciones fueron de origen respiratorio y se incluyen en
la Tabla VI como miscelánea. El riesgo de complicaciones fue mayor en varones y guardó rela-
ción directa con la edad y con el BMI preoperatorio, pero no con el tipo de intervención.
Las claves para un postoperatorio no complicado en estos pacientes se resumen en:
40
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Tabla VI
Complicación Incidencia %
De acuerdo con nuestro protocolo, todos los pacientes son trasladados desde el quirófano a
la Sala de Reanimación intubados y sin revertir los efectos de los fármacos utilizados en la
secuencia anestésica. Si la situación hemodinámica es adecuada la cama se incorpora un míni-
mo de 45º y se permite una emergencia progresiva de la situación anestésica intentando la extu-
bación precoz, manteniendo hasta ese momento la asistencia ventilatoria mediante la secuen-
cia SIMV → CPAP con soporte de presión inspiratoria → O2 en “T”. La monitorización respi-
ratoria y hemodinámica se mantiene con la misma intensidad que en el área quirúrgica.
El paciente permanece en la Sala de Reanimación al menos 24 horas, y el criterio de alta,
en ausencia de complicaciones, es no presentar hipoxemia con oxigenoterapia con flujos bajos
de O2 por mascarilla facial/gafas nasales. La oxigenoterapia se continúa en la planta de hospi-
talización durante los períodos de decúbito y de sueño, pues el riesgo de hipoxemia postope-
ratoria se prolonga durante 4-6 días(60).
Se acepta que la movilización precoz es el método de profilaxis de trombosis venosa pro-
funda más efectivo. En el obeso mórbido intervenido debe intentarse la sedestación ideal-
mente no después de las 12 horas del postoperatorio y la deambulación a las 24 horas. Hasta
que se consiga una deambulación efectiva debe mantenerse la profilaxis con heparina de bajo
peso molecular.
Analgesia postoperatoria
La analgesia óptima tras cirugía bariátrica facilita la movilización precoz y mejora la oxi-
genación al incrementar la eficiencia de la ventilación y de la fisioterapia respiratoria. En la prác-
tica las técnicas de elección se reducen a dos: analgesia epidural mediante catéter y analgesia
controlada por el paciente (PCA) con opioides por vía intravenosa.
41
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 42
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a) Analgesia epidural
A diferencia de la posología anestésica, las dosis de opioides y anestésicos locales para anal-
gesia epidural son similares a las de pacientes con peso normal(41,61). El protocolo de nuestro
Grupo de Trabajo consiste, en caso de catéter epidural torácico,en administrar bupivacaína al
0,125% sin vasoconstrictor a razón de 1-2 ml/hora/dermatoma a bloquear + 0,1-0,2 mg/hora
de morfina sin conservante; en caso de catéter epidural lumbar únicamente se administra mor-
fina, a razón de 0,5 mg/hora. Si no se ha utilizado el catéter intraoperatoriamente se adminis-
tran previamente a la infusión continua una dosis de carga de bupivacaína al 0,25% (1 ml/der-
matoma) + morfina (0,05 mg/kg peso magro) en el caso de catéter torácico, o solamente mor-
fina (0,05 mg/kg de peso magro) si el catéter es lumbar.
CONCLUSIÓN
La anestesia del obeso mórbido se caracteriza por las enormes dificultades técnicas de
tareas, como mantener una adecuada función ventilatoria, accesos venosos fiables, control de
patología asociada coexistente y movilización, que resultan rutinarias en pacientes de peso nor-
mal. El trabajo en equipo multidisciplinario y el respeto a los protocolos elaborados por el mismo
es la única manera de no incurrir en errores que desencadenen una concatenación de eventos
con resultado fatal. Los problemas anestésicos pueden acortar la vida de muchos obesos sometidos a
cirugía, pero también la de algunos de sus anestesiólogos(36).
42
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1. PREOPERATORIO
2. INTRAOPERATORIO
• Relajación: atracurio 0,5 mg/kg ➴ 0,25 mg/kg si 2 respuestas en tren de cuatro estímulos
3. POSTOPERATORIO
Nota: todas las dosis de fármacos intravenosos están referidas a kg de peso magro.
43
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A. Seiz Martínez
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IV
ANESTESIA EN EL PACIENTE SÉPTICO
CON DISTRÉS RESPIRATORIO
D. Pestaña Lagunas
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
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D. Pestaña Lagunas
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xido (O2-), el peróxido de hidrógeno (H2O2) y los radicales hidroxilo (OH-). Pese a su acción bac-
tericida y quimiotáctica su formación excesiva da lugar a efectos tóxicos muy importantes como
son la peroxidación de membranas y la desestructuración de ácidos nucleicos y proteínas.
La liberación de mediadores y la activación de los sistemas enzimáticos descritos se acom-
paña de una marcada respuesta endocrinometabólica caracterizada por un aumento de las cate-
colaminas, cortisol, ADH, GH, glucagón e insulina circulantes(22). Este patrón hormonal condi-
ciona un mayor catabolismo con el consiguiente balance nitrogenado negativo. La hipergluce-
mia que se observa en estos pacientes no implica un menor consumo de glucosa, sino un incre-
mento de la gluconeogénesis que es superior al aumento de su metabolismo. Globalmente se
aprecia un incremento del consumo de oxígeno(23) dirigido a mantener la respuesta inflamatoria.
Por último destacaría el papel que juega la hipertermia en la respuesta a la agresión por su
posible efecto protector mediado por las denominadas “heat shock proteins”(24,25,26).
Clínica
Desde el punto de vista clínico, el conjunto de mediadores mencionado hasta el momento
condiciona una respuesta que podría resumirse en los siguientes apartados (Tabla I):
Tabla I Alteraciones orgánicas en la sepsis.
1. Cardiovascular
La función ventricular suele estar alterada a pesar de que el gasto cardíaco (GC) se encuen-
tra normal o aumentado(27). Aunque la fracción de eyección (FE) de los dos ventrículos se haya
disminuida, los volumenes telediastólicos están aumentados, de forma que se mantiene el volu-
men latido normal. Este hecho, unido a la taquicardia que se desarrolla precozmente, explica el
49
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 50
D. Pestaña Lagunas
que exista un aumento del gasto cardíaco, sobre todo en las fases iniciales del shock séptico(23,27).
La disminución de la fracción de eyección y la dilatación biventricular tienen lugar a las 24-48
horas del inicio de la sepsis, y es reversible en los enfermos que sobreviven. Una menor fre-
cuencia cardíaca, la dilatación ventricular y la disminución de la FE se asocian a un mejor pro-
nóstico, quizás porque reflejan una mejor compensación ventricular por el mecanismo de Frank-
Starling. Sin embargo, la falta de dilatación ventricular podría contribuir al fallecimiento de
estos pacientes(27). Las causas de esta depresión miocárdica no están claras. Se ha sugerido que
el factor depresor miocárdico podría ser el TNF, aunque probablemente también juega un papel
destacado el edema que se desarrolla en el miocardio a semejanza de otros tejidos(23).
Otro fenómeno llamativo de la sepsis es la caída de la resistencia vascular sistémica debi-
da a la liberación de mediadores con actividad vasodilatadora, destacando entre ellos el óxido
nítrico(13,18). A este hecho se une la disminución de la respuesta vascular a los vasoconstricto-
res (catecolaminas, angiotensina y ADH)(28,29). Pese a ello es habitual (y generalmente necesario)
que los pacientes sépticos reciban infusiones de vasoconstrictores (dopamina, noradrenalina)
y/o inotrópicos (dobutamina) para mantener una adecuada presión arterial media.
2. Pulmón
La afectación endotelial es la causa primaria de la disfunción pulmonar. Gran número de sus-
tancias (endotoxina, citoquinas, radicales libres, leucotrienos, tromboxano, proteasas, trombina,
fibrina, serotonina, histamina y bradiquinina) son capaces de dañar el endotelio pulmonar aumen-
tando así la permeabilidad y facilitando la aparición de edema pulmonar y distrés respiratorio
(SDRA). La etiología del SDRA es variada, aunque la sepsis es el principal factor de riesgo (hasta
un 38% de los pacientes sépticos desarrollan un SDRA)(30). La definición de SDRA es compleja. Se
trata de una insuficiencia respiratoria severa que incluye: hipoxemia con un gradiente alveo-
lar/arterial de pO2 muy aumentado, infiltrados difusos bilaterales, disminución de la complian-
za y presión capilar pulmonar inferior a 18 mm Hg (para excluir el edema pulmonar cardiogéni-
co)(31). El SDRA se acompaña de un importante aumento del shunt pulmonar y del espacio muer-
to que dificultan enormemente un intercambio gaseoso adecuado. Estos pacientes suelen reque-
rir un volumen minuto elevado para mantener cifras aceptables de CO2 por el aumento del espa-
cio muerto y de la producción de CO2 debida al importante catabolismo. La disfunción pulmonar
condiciona alteraciones en otros órganos, debido, en parte, a la hipoxemia que provoca.
3. Riñón
La función renal durante la sepsis está afectada en gran parte de los pacientes, y la evolu-
ción a necrosis tubular aguda no es infrecuente(32). El fracaso renal agudo que se desarrolla en
ocasiones se debe a varios mecanismos entre los que destacan la hipovolemia en fases inicia-
les de la sepsis, las alteraciones del flujo intrarrenal (vasoconstricción) y los efectos directos de
la cascada humoral(32,33).
4. Cerebro
La función cerebral está afectada en aproximadamente un 30% de los pacientes con shock
50
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por bacterias gramnegativos(32). Esta disfunción se suele manifestar como alteraciones del com-
portamiento, estupor, etc. Se ha postulado que existe un aumento de la permeabilidad de la
barrera hematoencefálica y una disminución del flujo cerebral desproporcionada a la hipoten-
sión, quizás debido a una hipovolemia relativa. También se ha sugerido que la encefalopatía
podría estar relacionada con anomalías en el metabolismo de los aminoácidos y/o mayor pene-
tración de diversos aminoácidos en el sistema nervioso central alterando el balance normal de
la neurotransmisión. Tampoco hay que olvidar la gran formación de óxido nítrico, conocido
neurotransmisor, durante la sepsis.
5. Circulación esplácnica
Últimamente ha recibido una gran atención por su posible papel en la perpetuación del shock
séptico. La mucosa intestinal es muy sensible a la hipoxia, y es frecuente observar una vaso-
constricción mesentérica mediada por derivados del ácido araquidónico (tromboxano, leuco-
trienos)(34). Hay un aumento de la permeabilidad de la mucosa(2,35) que facilita el paso de endo-
toxinas, la traslocación bacteriana y la liberación de citoquinas por parte del tracto gastroin-
testinal.
De lo expuesto hasta el momento podemos resumir, que la sepsis es una patología com-
pleja en la que la función de todos los órganos se ve comprometida en mayor o menor grado
por un mecanismo tóxico directo (neutrófilos, citoquinas, radicales libres...) y por un mecanis-
mo distributivo, esto es, por alteraciones del flujo a nivel local que condicionan un insuficien-
te aporte de oxígeno. A la hora de manejar estos enfermos en el quirófano deberemos intentar
preservar de una forma activa todas sus funciones fisiológicas, ya que la respuesta normal a
la agresión quirúrgica se ve muy afectada, y a los factores de inestabilidad derivados de la sep-
sis se añadirán los inducidos por la anestesia y la cirugía.
PREOPERATORIO
El estudio preoperatorio en un paciente séptico debería incluir análisis (hemograma, iones,
función renal, gasometría y coagulación), radiografía de tórax y electrocardiograma. En el caso
51
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de que el enfermo se encuentre ingresado suele disponer de todos estos datos actualizados. El
problema puede surgir en el enfermo que acude al hospital en situación de shock y que preci-
sa cirugía urgente. Dado que la cirugía es, probablemente, la mejor actitud terapéutica, no es
conveniente postponerla hasta la obtención de todos los datos, y deberíamos enfocar la anes-
tesia desde un punto de vista de reanimación y soporte vital, esto es, iniciar el procedimiento
quirúrgico con una adecuada monitorización mientras esperamos los resultados del laborato-
rio tratando las complicaciones de una forma sintomática. Mención especial merece la correc-
ción de los trastornos de la coagulación mediante el uso de plasma fresco congelado. La admi-
nistración de plasma en un modelo porcino de sepsis se asoció a una elevada mortalidad en
relación con la activación del complemento y la consiguiente vasodilatación y depresión mio-
cárdica(36). El hecho de que este fenómeno no haya sido descrito en humanos puede deberse a
que sea específico del cerdo o a que pase desapercibido por la administración de altas dosis
de vasopresores. En cualquier caso, mientras existan dudas, solo debería administrarse plasma
a aquellos pacientes sépticos con alteraciones severas de la coagulación y bajo estricta monito-
rización hemodinámica.
MONITORIZACIÓN
Los grandes trastornos hemodinámicos observados durante la sepsis, añadidos a los cau-
sados por la cirugía, hacen necesaria una monitorización lo más completa posible que, en muchos
casos, implica un cierto grado de agresión como son la cateterización de una vena central, de
una arteria periférica o de la arteria pulmonar. Sin embargo, la monitorización estrictamente
hemodinámica (presión venosa central, presión arterial cruenta, presión capilar pulmonar y
gasto cardíaco) no son suficientes en el caso de enfermos críticos(15) ya que no tienen en cuenta
la adecuación entre la demanda y el aporte de oxígeno a los tejidos. En este sentido, técnicas
desarrolladas en unidades de reanimación y cuidados intensivos para medir la perfusión tisu-
lar podrían aplicarse al paciente en quirófano. Entre ellas destacarían la saturación venosa mixta
(SvO2), la medición del ácido láctico, el gradiente (v-a) de CO2 y la tonometría gástrica. Las tres
últimas presentan diversos inconvenientes cuya explicación se aleja del motivo de este tema,
pero, sobre todo, no son técnicas continuas sino que precisan medidas repetidas separadas por
intervalos de tiempo más o menos largos. La SvO2, sin embargo, es una técnica de monitoriza-
ción continua que nos informa acerca de la relación entre el transporte de oxígeno (SaO2, gasto
cardíaco y hemoglobina) y el consumo de O2(37,38). Sus inconvenientes también son importantes:
la existencia de un shunt arterio venoso periférico, como sucede en la sepsis, dificulta su inter-
pretación (la SvO2 se mantiene elevada en presencia de hipoxia tisular), e informa acerca de la
perfusión global del organismo por lo que puede enmascarar déficits aislados de perfusión tisu-
lar. A pesar de ello ofrece una información superior a los parámetros clásicos, y un descenso de
la SvO2 nos debe alertar de que la situación del enfermo se está agravando (hemorragia, hipo-
xemia, bajo gasto). Es posible que en un futuro próximo la tonometría aérea continua (Tonocap®)
se muestre como una herramienta de monitorización de especial utilidad en estos pacientes,
aunque no existen datos concluyentes hasta el momento que apoyen esta hipótesis.
52
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FÁRMACOS ANESTÉSICOS
Los fármacos anestésicos presentan el inconveniente de ser depresores del aparato circula-
torio en su mayoría. El enfermo en shock séptico acude al quirófano sedado, intubado y con
soporte inotrópico, de forma que los vasopresores enmascaran la depresión circulatoria indu-
cida por los fármacos anestésicos que elijamos. De hecho, la técnica anestésica suele consistir
en prolongar la misma sedación que mantenía en la unidad de críticos con los suplementos de
relajación muscular y analgesia que requiera. En caso de presentar inestabilidad hemodiná-
mica se aumentaría el ritmo de infusión de inotrópicos y/o vasopresores (dopamina, dobuta-
mina, noradrenalina). El mayor problema se plantea en caso de pacientes sépticos no chocados,
ya que la inducción anestésica puede precipitar el shock al interferir con los mecanismos endó-
genos de mantenimiento de la tensión arterial y el gasto cardíaco.
Existen pocos trabajos que hayan estudiado el anestésico ideal en la sepsis, aunque parece
existir cierto acuerdo en que la ketamina podría ser el fármaco de elección(39,40,41). La ketamina
posee una acción estimulante sobre el aparato cardiovascular debido a un estímulo directo sobre
estructuras del sistema nervioso central, y a una inhibición de la recaptación de catecolaminas
semejante a la cocaína(42). Este efecto contrarrestra la depresión miocárdica y la vasodilatación
que induce de forma directa observada en estudios in vitro. La ketamina ha mostrado su supe-
rioridad sobre barbitúricos(39), halogenados y alfentanilo(40) en diversos modelos animales, así
como su eficacia en un caso de sepsis en humanos(41). Pese a sus ventajas, la utilización de keta-
mina presenta ciertos inconvenientes como son:
a) los pacientes críticos crónicos pueden responder a su administración con una caída ines-
perada de la tensión arterial debido al predominio de su acción vasodilatadora y cardiodepre-
sora directa sobre sus efectos simpaticomiméticos por un agotamiento de los mismos(43); b) la
administración conjunta con halogenados anula sus propiedades estimulantes cardiovascula-
res(44); c) se ha descrito que la ketamina aumenta de forma notable la presión de la arteria pul-
monar y el shunt pulmonar en pacientes sin enfermedad cardiopulmonar(45) y d) aumenta el
flujo sanguíneo cerebral secundario a la vasodilatación cerebral y al aumento de la presión arte-
rial, por lo que su uso debería evitarse en enfermos con hipertensión intracraneal(46). Como alter-
nativa a la ketamina podría utilizarse el etomidato como inductor anestésico, si bien la ausen-
cia de efectos cardiodepresores directos del mismo no impide una caída de la presión arterial,
al inducir la hipnosis por atenuar los mecanismos endógenos (angustia, dolor) que mantienen
una situación circulatoria aceptable. Lo mismo podría aplicarse a la inducción mediante el
uso de benzodiazepinas.
El mantenimiento de la hipnosis debería evitar el uso de halogenados, sobre todo el halo-
tano, por sus efectos cardiovasculares adversos y el empeoramiento de la perfusión tisular que
inducen(40), así como el N2O por ser depresor circulatorio y facilitar la aparición de atelectasias
por absorción(47). En enfermos sedados, como fue comentado anteriormente, bastará con con-
tinuar la infusión de sedantes (generalmente midazolam +/- fentanilo). En enfermos no seda-
dos previamente podría mantenerse una perfusión de ketamina o reforzar la inducción con
dosis progresivamente crecientes de benzodiazepinas y opiáceos suficientes para el manteni-
miento de la hipnosis sin afectar la estabilidad cardiovascular. En cualquier caso, es obligado
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1ª Elección Alternativa
Inducción Ketamina Etomidato
Benzodiazepinas
Mantenimiento Ketamina Benzodiazepinas
Opiáceos
Relajación muscular Vecuronio Atracurio
Para el uso de relajantes musculares hay que tener en cuenta una serie de consideraciones.
En primer lugar, existen múltiples interacciones entre los relajantes musculares y otros fárma-
cos de uso frecuente en pacientes críticos, especialmente los antibióticos (aminoglucósidos, van-
comicina, clindamicina, tetraciclina) que prolongan el efecto miorrelajante(49). También habrá
que tener en consideración los efectos cardiovasculares de cada uno de los relajantes disponi-
bles. A priori es el vecuronio el que parece de elección por la ausencia de los mismos(50). Por últi-
mo conviene citar un problema que ha cobrado cierta relevancia en los últimos años, como es
el bloqueo neuromuscular prolongado tras la administración de ciertos relajantes musculares
(vecuronio y pancuronio) en enfermos críticos(51). Existen dos grupos de pacientes con riesgo de
desarrollar una paresia prolongada (semanas y hasta meses) tras la administración continua de
estos agentes durante más de dos días. Por un lado, los enfermos con insuficiencia renal (por
acúmulo de los metabolitos 3-OH), y por otro lado, los pacientes que reciben corticoides y que
pueden desarrollar una miopatía severa. Aparentemente el uso de atracurio no se asocia a
esta complicación. Es evidente que la cirugía del paciente séptico requiere tan sólo unas horas,
por lo que este problema, de aparecer, no puede atribuirse al uso de un relajante muscular espe-
cífico durante la anestesia. Sin embargo, en pacientes que han recibido dosis continuadas de
vecuronio o pancuronio en la unidad de críticos quizás sea conveniente utilizar el atracurio para
no contribuir al desarrollo de este cuadro.
La realización de una técnica regional está, evidentemente, contraindicada en el paciente
séptico por el riesgo de absceso en el lugar de la punción y la inestabilidad hemodinámica
que acompaña al bloqueo simpático(52).
REPOSICIÓN HIDROELECTROLÍTICA
La reposición hidroelectrolítica adecuada supone un problema no fácil de resolver, ya que
los parámetros clásicos de relleno vascular (tensión arterial, diuresis, presión venosa central, pre-
sión capilar pulmonar) se ven influidos en mayor o menor medida por la sepsis: caída generali-
zada de las resistencias vasculares, insuficiencia renal, tono adrenérgico variable, hipertensión
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VENTILACIÓN
La ventilación y la oxigenación de los enfermos sépticos es uno de los mayores retos con el
que nos enfrentamos en el quirófano. La anestesia en pacientes con función pulmonar normal
se asocia a una disminución de la capacidad residual funcional (CRF) en un 15-20% (en posi-
ción supina). Esta disminución de la CRF se caracteriza por: a) tiene lugar en los primeros minu-
tos de la anestesia; b) no está influenciada por la inspiración de una alta concentración de oxí-
geno; c) no se ve influida por la relajación muscular y d) es mayor a medida que aumenta la
edad del paciente(56). La disminución de la CRF estaría en relación con la pérdida del tono de
los músculos inspiratorios que conducen a un descenso del volumen de la cavidad torácica.
También se observa una disminución de la complianza pulmonar y un aumento del shunt (lle-
gando a un 10% aproximadamente) atribuidos fundamentalmente al desarrollo de atelecta-
sias por compresión. Una inadecuada relación ventilación/perfusión en distintas áreas pul-
monares también contribuye al aumento del shunt y del espacio muerto alveolar. Los ancia-
nos están más expuestos a estos cambios que los jóvenes. Los hechos descritos cobran una rele-
vancia especial en pacientes sépticos no intubados previamente a la cirugía. En el caso de enfer-
mos sometidos a ventilación mecánica preoperatoria, la anestesia influirá menos en el inter-
cambio gaseoso, ya que presentan una disminución de la capacidad residual funcional y alte-
raciones de la relación ventilación/perfusión previas que, en general, son de mayor magnitud
que las atribuibles al acto anestésico. Sin embargo, existen factores intrísecos del acto quirúr-
gico que contribuyen a empeorar la mecánica ventilatoria, especialmente aumentando el shunt
pulmonar. Entre estos factores destacaría la presencia de valvas que dificultan el desplazamiento
normal del diafragma favoreciendo el desarrollo de atelectasias, la reposición agresiva de líqui-
dos en pacientes con una alteración de la permeabilidad capilar pulmonar, y la inhibición de la
vasoconstricción pulmonar hipóxica por parte de los halogenados.
55
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D. Pestaña Lagunas
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ANESTESIA PARA CIRUGÍA NO
CARDIOLÓGICA EN PACIENTES CON
CARDIOPATÍAS CONGÉNITAS
F. Reinoso Barbero
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid. Profesor Asociado de
Anestesiología. Departamento de Cirugía. Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Madrid.
INTRODUCCIÓN
En los últimos años, gracias al avance en el manejo perioperatorio y en las técnicas quirúrgicas,
un número importante de pacientes afectos de cardiopatías congénitas, hasta entonces considera-
dos inviables, ha conseguido sobrevivir y llegar a la edad adulta(1). Este hecho ha condicionado un
aumento en el número de operaciones no cardiológicas en este tipo de pacientes, ya sean debidas
a otras malformaciones asociadas a las cardiopatías congénitas, como labio leporino o hernia dia-
fragmática(2), o a patología característica de la población general adulta, como cirugía menor,
colecistectomías, feocromocitomas u obstetricia(3-7).
El manejo anestésico para la corrección quirúrgica de las cardiopatías congénitas, se reserva para
centros altamente especializados en el tratamiento de las mismas y, sin embargo, el manejo perio-
peratorio en estos mismos pacientes para otro tipo de cirugía, a menudo se desarrolla en centros con
una limitada experiencia. El anestesiólogo tiene entonces que enfrentarse con un grupo de patolo-
gías poco frecuentes, con una amplia y compleja gama de variaciones anatómicas en su presenta-
ción, que han sido sometidos a complicadas intervenciones correctoras o paliativas, y que requieren
un manejo fisiopatológico diferente del de las cardiopatías adquiridas. Así, en procedimientos no
cardiológicos la morbilidad anestésica asociada a los pacientes con cardiopatía congénita se cifra en
un 47%(8), de tal modo que 1/3 de los pacientes presentaban problemas ventilatorios, 1/4 de los
pacientes arritmias intraoperatorias, y 1/5 de los mismos inestabilidad hemodinámica. Todos
estos factores contribuyen a que la mortalidad perioperatoria de los mismos procedimientos no car-
díacos sea más de diez veces superior a la de los pacientes sin cardiopatía congénita(9).
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EMBRIOLOGÍA
Aproximadamente 1 de cada 100 recién nacidos vivos presenta algún tipo de malformación
cardíaca, siendo en un tercio de los casos una comunicación interventricular (CIV)(10). Sin embar-
go, en la edad adulta la cardiopatía congénita más frecuente es la comunicación interauricular
(CIA), de tal modo que casi un 2% de pacientes sometidos a angiografías por otra causa pre-
sentan dicha patología(11).
El desarrollo de todas estas cardiopatías tiene lugar entre la 3 semana y la 8 semana de vida
gestacional. De hecho una alteración anatómica en esta fase será permanente para el resto de la
vida.
En el día 18, el corazón embrionario está constituido por dos vasos angiocárdicos toraco-
abdominales bilaterales (Figura 1a). En el día 20, dichos vasos empiezan a sufrir determina-
das constricciones al mismo tiempo que se acercan a la línea media. Aproximadamente el día
21, coincidiendo con la fusión de ambos vasos, el corazón empieza a latir, recogiendo sangre
por el lado venoso y eyectándola por el polo arterial (Figura 1b). El día 22, las constricciones
dividen al corazón en una serie de sáculos: bulbo, ventrículo y sáculo atrial (Figura 1c).
Aproximadamente el día 23 se inicia el descenso de la zona bulbar coincidiendo con el ascen-
so del sáculo atrial, lo que consigue que para el día 24 la zona bulbar haya quedado antero-
caudal y la zona atrial posterocraneal (Figura 1d). Variaciones en la rotación de estas estructu-
ras podrán dar lugar en el futuro a alteraciones como dextrocardia o transposiciones de los gran-
des vasos. El día 26, dividiendo el sáculo atrial en dos aurículas, surge el septum primum como
una indentación de la zona bulbar. La falta de formación de dicho tabique dará lugar a CIA tipo
ostium primun. El día 28 surgen unas prolongaciones de tejido endocárdico para formar a nivel
atrial el septum secundum y a nivel de la encrucijada atrioventricular los cojines endocárdicos
responsables de la formación de las válvulas tricúspide y mitral, y de la porción membranosa
del tabique interventricular. Cualquier anomalía a este nivel se puede traducir en malforma-
ciones valvulares, como el canal atrioventricular común, la enfermedad de Ebstein, la atresia
mitral o tricúspide, etc... El día 32, en la zona bulbar y en el polo arterial se produce la divi-
sión definitiva entre arteria pulmonar y tronco aórtico. En caso de fallar dicha división nos
encontraremos ante la persistencia del troncus arterioso. El día 37, el septum secundum cierra defi-
nitivamente el tabique interauricular, a no ser que se produzca una CIA tipo ostium secundum.
Figura 1. Desarrollo embriológico del corazón entre los días 18 y 24 de edad postconcepcional.
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Finalmente, el día 44 el tabique interventricular queda cerrado y las válvulas formadas. Fallos
en dichos mecanismos pueden dar lugar a CIV o estenosis valvulares.
Otra fuente de cardiopatías congénitas puede deberse no ya a la malformación de estructu-
ras embrionarias, sino a la persistencia de estructuras anatómicas fetales (el foramen oval y el duc-
tus arterioso) necesarias para el desarrollo de la circulación fetal, caracterizada por un órgano oxi-
genador constituido por la placenta, un pulmón fetal constituido en una estructura no vital, y
un corazón que eyecta preferentemente a órganos vitales como corazón y cerebro (Figura 2).
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Figura 3. Cardiopatías congénitas en situación de hiperaflujo pulmonar. (Flechas negras = sangre más oxigenada; fle-
chas blancas = sangre menos oxigenada; flechas rayadas = sangre mezclada; CIA = comunicación interaricular; CIV =
comunicación interventricular; CAV = canal auriculoventricular común; DAP = ductus arterioso persistente; CDA =
origen aómalo de arteria coronaria derecha).
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Figura 4. Cardiopatías congénitas en situación de hipoaflujo pulmonar (Flechas negras = sangre oxigenada; flechas blan-
cas = sangre desaturada; flechas rayadas = mezcla arteriovenosa; TDF = tetralogía de Fallot; AT = atresia tricuspídea;
AP = atresia pulmonar; EP = estenosis pulmonar).
Grupo III. Pacientes cuyo flujo pulmonar depende de otras lesiones anatómicas asociadas
En estos pacientes se pueden producir situaciones, tanto de hiperaflujo, como de hipoaflu-
jo pulmonar, debido a que presentan una mezcla importante del retorno venoso y pulmonar,
ya sea a nivel del tracto de salida ventricular (truncus arterioso), del ventrículo (ventrículo único
-VU), de la aurícula (drenaje venoso pulmonar anómalo-DVPA), o en varios niveles a la vez,
como en la transposición de los grandes vasos (TGA) o en el corazón izquierdo hipoplásico
(SCIH). Esta mezcla casi total del retorno venoso sistémico y pulmonar condiciona que la eyec-
ción sistémica y pulmonar se desarrolle en paralelo en vez de en serie (Figura 5). Por lo tanto,
el más mínimo obstáculo a la salida del flujo pulmonar o sistémico condicionará el hiperaflujo
del contrario. La clínica puede ser, por lo tanto, de insuficiencia cardíaca derecha, si se produ-
ce una situación preponderante de hiperaflujo pulmonar, o de cianosis en caso de hipoaflujo
pulmonar, o de ambas. El manejo anestesiológico estará orientado a compensar la situación
de hiper o hipoaflujo manteniendo un balance entre flujo sistémico y pulmonar cercano a 1.
Figura 5. Cardiopatías congénitas cuya situación puede ser de hiper o hipoaflujo pulmonar. (Flechas negras = sangre oxi-
genada; flechas blancas = sangre desaturada; flechas rayadas = mezcla arteriovenosa; TA = truncus arterioso; SCIH =
síndrome de corazón izquierdo hipoplásico; TGA = transposición de grandes arterias; DVPA = drenaje venoso pulmonar
anómalo).
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Figura 6. Cardiopatías congénitas en situación de hipoaflujo sistémico. (No existe mezcla arteriovenosa; EA = estenosis
aórtica valvular, CoA = coartación aórtica, EAIH = estenosis aórtica idiopática hipertrófica).
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Figura 7. Principales operaciones “correctivas” cardíacas, (Flechas negras = sangre más oxigenada; flechas blancas =
sangre menos oxigenada; flechas rayadas = sangre mezclada).
tan complicadas como las de las mismas cardiopatías que tratan (Figura 8). Las podemos divi-
dir a su vez en tres grupos:
Figura 8. Principales operaciones paliativas cardíacas, (Flechas negras = sangre más oxigenada; flechas blancas = san-
gre menos oxigenada; flechas rayadas = sangre mezclada).
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vena cava superior y la inferior o directamente la aurícula derecha, son conectadas con tronco
o arterias pulmonares. En este caso, el conseguir unas presiones pulmonares más bajas que
las venosas sistémicas son fundamentales para permitir un adecuado flujo pulmonar(13). También
estaría incluido en este grupo la operación de Blalock-Taussing, que consiste en conectar direc-
tamente o mediante un tubo protésico, una rama sistémica, principalmente la arteria subclavia
derecha, con la arteria pulmonar derecha.
Operaciones cuyo fin es aumentar la mezcla arterio venosa para hacer viable la cardiopatía
La maniobra de Rashkind, consistente en rasgar el tabique interauricular mediante la intro-
ducción de un catéter por vía intravascular, o la resección del mismo tabique en la operación de
Blalock-Hanlon. Existen operaciones paliativas más complejas como la operación de Norwood,
que consiste en la creación de un corazón bicameral con una salida sistémica y pulmonar en
serie, al adicionar a la atrioseptectomía de Blalock-Hanlon, y a la fístula sistémica de Blalock-
Taussing, la creación de una neoaorta sobre la base de la arteria pulmonar. En estos casos, el
balance entre flujo sistémico y pulmonar irá orientado a conseguir una perfusión sistémica ade-
cuada, junto con un grado tolerable de cianosis.
MANEJO ANESTESIOLÓGICO
Manipulación fisiopatológica
La ley de Hagen-Poisseuille (Q=DPpr4/8Lh) nos indica cuales son los principales factores
que van a influir a la hora de determinar un flujo sanguíneo: la diferencia de presiones, el diá-
metro del orificio de shunt o de la obstrucción, y las resistencias a ese flujo. Así, una CIV peque-
ña, con unas presiones igualadas entre ventrículos derecho e izquierdo (situación de Eisenmenger),
o con unas resistencias vasculares pulmonares (RVP) elevadas (por “banding” pulmonar)
producirá poco desvío o “shunt” izquierda-derecha. Sin embargo, una CIV grande, con pre-
siones ventriculares derechas inferiores a las izquierdas, o con (RVP) disminuidas, puede pro-
ducir una mezcla sistémico-pulmonar, casi tan grande como la de un ventrículo único.
El anestesiólogo no puede aumentar o disminuir la precarga o la contractilidad del lado dere-
cho o izquierdo del corazón selectivamente. Sin embargo, sí puede aumentar y disminuir las
resistencias vasculares pulmonares (RVP) o sistémicas (RVS) de un modo selectivo y así, mani-
pular selectivamente el flujo pulmonar o sistémico, según la fórmula abreviada de Haggen-
Poiseuille (Q a PxD4 /R).
El manejo anestesiológico de distintos factores puede resultar en la modificación de las resis-
tencias vasculares (Tabla I). Factores como la estimulación simpática por una profundidad anes-
tésica inadecuada y el empleo de agentes α-adrenérgicos, provocan un aumento, tanto de las
RVS, como de las RVP. Los vasodilatadores directos (nitroprusiato, etc...), antagonistas α-
adrenérgicos, calcioantagonistas, agonistas β-adrenérgicos, y otros vasodilatadores, como las
prostaglandinas o los inhibidores de la fosfodiesterasas(14), también provocan un descenso con-
comitante en las RVS y RVP. Sin embargo, las alcalosis metabólica y respiratoria producen un
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Tabla I Factores que influyen en las resistencias vasculares sistémicas y pulmonares (RVS = resistencias
vasculares sistémicas, RVP = resistencias vasculares pulmonares).
HIPOVOLEMIA HIPERVOLEMIA
ESTIM. SIMPÁTICA α-ADREN. AGONISTAS
α-ADREN. AGONISTAS HIPOXIA
RVS ALCALOSIS METABÓLICA HIPERCARBIA RVP
HIPOCARBIA ACIDOSIS METABÓLICA
HIPER-Paw
HIPEROXIA
VASODILATADORES HIPOCARBIA
α-ADREN. ANTAGONISTAS ALCALOSIS METABÓLICA
β-ADREN. AGONISTAS VASODILATADORES
RVS CALCIO ANTAGONISTAS α-ADREN. ANTAGONISTAS RVP
HIPERCARBIA β-ADREN. AGONISTAS
CALCIO ANTAGONISTAS
ÓXIDO NÍTRICO
aumento de las RVS, junto con disminución de las RVP. Así mismo, la hipoxia tiende a produ-
cir RVP elevadas, y la administración de FiO2 elevadas tiende a disminuir dichas RVP. Finalmente,
se ha comprobado que el óxido nítrico (ON) produce vasodilatación pulmonar selectiva sin afec-
tar a las RVS(15).
Esto nos permite un manejo adecuado sobre la base de la modificación selectiva de las resis-
tencias vasculares, junto con el resto de componentes que intervienen en el gasto cardíaco, como
precarga, frecuencia cardíaca y contractilidad (Tabla II).
Tabla II Manejo fisiopatológico de las distintas cardiopatías (N = normal, PreC = Precarga, RVS =
resistencias vasculares sistémicas, RVP = resistencias vasculares pulmonares, FC = frecuencia
cardíaca, C = contractilidad, * en la estenosis aórtica idiopática hipertrófica).
HIPERAFLUJO PULMONAR ↑ ↑ ↓ N ↑N
HIPOAFLUJO PULMONAR N ↓ ↑ N ↑N
HIPOAFLUJO SISTÉMICO
Subvalvular ↑ N ↑N ↓ ↓*
Valvular ↑ N ↑ ↓ ↑
Supravalvular ↑ N ↓ N N
Finalmente, recalcar que este manejo fisiopatológico debe ir orientado a cada situación con-
creta, de tal modo que en el mismo paciente, durante una misma operación, y dependiendo
de las repercusiones de la manipulación anestésica o quirúrgica, se puede proceder a aborda-
jes terapéuticos distintos e incluso contrapuestos.
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Valoración preoperatoria
Debe establecerse perfectamente qué tipo de lesión tiene el paciente, qué procedimientos
correctivos o paliativos ha sufrido, y qué grado de compromiso cardíaco residual presenta(16).
Debe valorarse la función ventricular, la posible presencia concomitante de isquemia miocár-
dica, hipertensión sistémica o pulmonar, nivel y calibres de comunicaciones intra o extracar-
díacas, y la repercusión cardiológica que puedan tener estos factores frente al estrés quirúrgi-
co(17). Valorar el riesgo de arritmias o bloqueos auriculoventriculares completos(18), y tener pre-
paradas las medidas excepcionales para su tratamiento, como marcapasos transitorios, etc...
Habitualmente y en cirugías programadas, una consulta cardiológica, que incluya una valora-
ción ecocardiográfica, dará respuesta a la mayoría de estos interrogantes.
Deben tenerse en cuenta otras posibles secuelas no cardiológicas que puedan interferir
con la técnica anestésica. Desde el punto de vista respiratorio, y aunque los pacientes con car-
diopatías congénitas no tienen por qué presentar alteraciones de la capacidad residual funcio-
nal(19), sí presentan secuelas respiratorias del tipo de parálisis diafragmática(20) o malformacio-
nes asociadas de la vía aérea(21) que se relacionan con una elevada mortalidad (42%)(22). También,
dada la presencia de secuelas neurológicas asociadas a los procedimientos cardíacos(23), se reco-
mienda documentar el grado de lesión nerviosa previa a la cirugía, para evitar que dichas lesio-
nes puedan ser atribuidas a la nueva manipulación perioperatoria.
Dada la explicable mayor ansiedad de estos pacientes con antecedentes de repetidas inter-
venciones diagnósticas y terapéuticas, se recomienda una premedicación anestésica, habiéndo-
se objetivado que, tanto benzodiazepinas(24), como morfínicos(25) o ketamina(26), en dosis que evi-
ten la depresión respiratoria, no sólo no se siguen de efectos cardiovasculares adversos, si no que
en los pacientes cianóticos aumentan la saturación arterial por vasodilatación pulmonar.
En pacientes pediátricos, no conviene alargar el tiempo de ayuno preoperatorio, por las posi-
bles repercusiones negativas a la hora de una inducción anestésica en un paciente con una pre-
carga disminuida(27).
La canalización endovenosa deberá ser especialmente cuidadosa a la hora de eliminar el
paso de burbujas de aire y, por ende, la posibilidad de embolización paradójica(28), y habrá
que tener en cuenta la especial anatomía de la cardiopatía, para evitar complicaciones a la hora
de obtener un acceso venoso central.
Tampoco hay que olvidar, la obligatoriedad de administrar una profilaxis antibiótica ade-
cuada (generalmente una penicilina de amplio espectro o una cefalosporina), incluso para pro-
cedimientos menores(29). En casos de alto riesgo, debido a la cirugía (operaciones gastrointesti-
nales o genitourinarias, etc...), o debido al paciente (pacientes con prótesis sintéticas, endocar-
ditis previas, shunt sistemicopulmonar) se recomienda añadir un aminoglucósido. La eritro-
micina oral o la vancomicina intravenosa podrán usarse en caso de alergia a penicilinas.
Monitorización
El grado más o menos intensivo de monitorización dependerá, fundamentalmente, del fac-
tor predictivo de riesgo de mortalidad postoperatoria calculado por el trabajo del Hennein y
cols.(9): 1º) valoración ASA mayor de III; 2º) estancia preoperatoria larga; 3º) edad (mayor ries-
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go a menor edad del paciente); 4º) operación urgente no programada; 5º) procedimientos mayo-
res intracavitarios; 6º) pacientes con bajo peso o caquexia cardíaca; 7º) cardiopatías complejas
(por afectación de los cojinetes endocárdicos). Todos estos factores hacen referencia al estado
fisiopatológico de compensación o no de la cardiopatía, y a la posible descompensación por la
manipulación quirúrgica.
En pacientes en situación de compensación y para procedimientos menores se pueden uti-
lizar las medidas de monitorización habituales no agresivas (fonendoscopio precordial o eso-
fágico, electrocardiograma, tensión arterial no cruenta, capnografía, etc...).
En pacientes que, aunque compensados, vayan a ser sometidos a cirugías agresivas, o cual-
quier paciente descompensado, aunque sea sometido a una intervención no agresiva, debe uti-
lizarse una monitorización intensiva.
La monitorización intensiva de las constantes vitales incluye las mismas medidas que si el
paciente fuese sometido a una cirugía cardíaca. La valoración de la presión arterial y la obtención
de gases arteriales se hará por medio de un catéter intrarterial, que nos refleje adecuadamente el
estado ácido-base, ya que la capnografía del anhídrido carbónico espirado(30), o la pulsioximetría(31)
en los pacientes cianóticos se han mostrado como imprecisos. Además, deberá obtenerse una pre-
sión venosa central y, en aquellos casos en los que sea posible(32), un catéter de arteria pulmonar.
Se ha demostrado que el ecocardiógrafo transesofágico es el método más preciso y completo para
la monitorización fisiopatológica intraoperatoria de las cardiopatías congénitas(33).
Se consideran agresivos aquellos procedimientos quirúrgicos que afecten cavidades cor-
porales (craneotomías, toracotomías y laparotomías) y aquellos que supongan una especial alte-
ración de la fisiopatología cardiorrespiratoria, como la laparoscopia(34).
Anestesia locorregional
Los anestésicos locales amidas no presentan diferencias farmacocinéticas en los pacientes
afectos de cardiopatías congénitas(35), observándose las mismas concentraciones plasmáticas de
fármaco libre, y, por lo tanto, sin peligro aumentado de toxicidad sistémica(36).
Las mínimas repercusiones de un bloqueo local lo hacen preferible frente a una anestesia
general, siempre que la manipulación quirúrgica lo permita. Sin embargo, a la hora de esta-
blecer un bloqueo locorregional de tipo espinal, deben tenerse en cuenta las posibles repercu-
siones hemodinámicas, de tal modo, que ningún estudio hasta la fecha ha establecido de un
modo tajante el mayor beneficio de la anestesia locorregional frente a la anestesia general. A
pesar de ello, la existencia de numerosos casos clínicos de eficacia del bloqueo epidural(37), podrí-
an hacer recomendable el bloqueo epidural en aquellos procedimientos quirúrgicos que preci-
sen niveles anestésicos por debajo del dermatoma T5 y en los cuales las repercusiones hemo-
dinámicas son mínimas(38).
Anestesia general
La administración de los distintos agentes anestésicos inhalatorios depende de la existencia
de cianosis, insuficiencia cardíaca derecha o izquierda y de la existencia de hiperaflujo pul-
monar o no (Tabla III).
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Tabla III Técnicas anestésicas recomendadas en cada cardiopatía congénita (N = normal, ICC =
insuficiencia cardíaca, TIVA = anestesia intravenosa total.
Grupo I No No N N Normoventilación
No Sí Etomidato N, dosis bajas N-Hipoventilación
Grupo II Sí No N N N-Hiperventilación
Sí Sí Ketamina TIVA-Opiáceos Hiperventilación
Grupo IV No No N N Normoventilación
No Sí Etomidato Opiáceos Normoventilación
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tanto que, el etomidato sería el agente de elección por su gran estabilidad hemodinámica(45).
La ketamina, por sus características de vasoconstricción sistémica, es el inductor ideal en las
cardiopatías congénitas con “shunt” derecha-izquierda(46).
La técnica de altas dosis de narcóticos (fentanilo 50-100 µg/kg)-O2/aire-relajantes, se ha mos-
trado como la más segura, por su gran estabilidad hemodinámica y efecto arritmolítico, en todos
los tipos de cardiopatías congénitas(47). El empleo de agentes opiáceos µ-agonistas (como el fen-
tanilo, alfentanilo, o sufentanilo) parece aumentar la capacidad hipnótica de la anestesia por
interacción con estructuras hipnogénicas situadas en el tronco del encéfalo(48) evitando la posi-
bilidad de “recuerdos intraoperatorios” a pesar de no asociar dosis convencionales de agentes
hipnóticos.
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VI
ANESTESIA EN PACIENTES
CON ARRITMIAS GRAVES
J. Gómez-Arnau, A. González*
Área de Anestesia, Reanimación y Cuidados Críticos. Fundación Hospital Alcorcón. Madrid.
*Servicio de Anestesiología y Reanimación. Clínica Puerta de Hierro. Madrid.
INTRODUCCIÓN
La introducción de la electrocardiografía como método de monitorización intraoperatoria
supuso, entre otras cosas, la confirmación de que las arritmias eran muy frecuentes durante la
inducción de la anestesia y en el transcurso del acto quirúrgico. Así, un estudio precoz señaló
una incidencia cercana al 80%(1) y estudios posteriores observaban un 60%(2). Cuando la técni-
ca de registro fue continua (Holter) la incidencia llegó al 84%(3). Este porcentaje podría incluso
ser más alto en pacientes con patología seria, alteraciones fisiológicas groseras o en tratamien-
to con ciertas drogas(4). Mientras gran parte de estas arritmias cursan sin trascendencia clínica,
otras pueden comprometer la función circulatoria y requerir tratamiento inmediato.
La razón para este fenómeno radica en la concurrencia de numerosos factores que pueden
alterar los mecanismos de formación y propagación del impulso cardíaco, como agentes anes-
tésicos, alteraciones iónicas, estimulación simpática, etc. La existencia de estos factores en la
cirugía de pacientes con arritmias cardíacas graves preexistentes hace particularmente delica-
do su manejo anestésico. Por otra parte, el número de pacientes con historia de arritmias que
requieren anestesia y cirugía está en aumento debido a múltiples factores(5). El manejo perio-
peratorio de estos pacientes exige un conocimiento básico de la electrofisiología de la arritmia
y de su tratamiento, el cual evoluciona rápidamente con implicaciones para el anestesiólo-
go(6). En este trabajo revisamos brevemente dicha electrofisiología y la anestesia y manejo perio-
peratorio, en pacientes con 1. taquiarritmias supraventriculares por reentrada en el nodo aurí-
culo ventricular, preexcitación, o por fibrilación auricular y 2. arritmias ventriculares graves que
pueden requerir la inserción de un desfibrilador automático.
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J. Gómez-Arnau, A. González
ELECTROFISIOLOGÍA CARDÍACA
Desde un punto de vista eléctrico las células miocárdicas pueden considerarse de dos tipos:
células de conducción y células de contracción. A las primeras les correspondería el trabajo de
iniciación del impulso y propagación hasta las células de contracción que, una vez activadas,
desarrollarían el trabajo mecánico.Los fallos en la coordinación de ambos sistemas daría lugar
a la arritmia cardíaca. En esta sección se recuerda brevemente la actividad eléctrica normal
del corazón y los mecanismos responsables de las arritmias.
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Figura 1. Representación de un potencial de acción en una célula de Purkinje (A) y una célula del nodo sinusal (B). En
la célula de Purkinje la despolarización rápida (fase 0) y la meseta (fase 2) se deben a corrientes de Na+ y Ca++ respecti-
vamente mientras la repolarización rápida inicial (fase 1) y final (fase 3) obedecen al movimiento de iones K+. En la
célula sinusal el potencial de reposo (PTM) se positiviza progresivamente (en sentido estricto no hay potencial de reposo)
hasta que a -40 mV (potencial umbral, PU) se genera un PA de velocidad y amplitud menor que el de otras áreas del cora-
zón.
Refractariedad
Las células cardíacas no son excitables de nuevo hasta que el PA ha terminado. El período
de inexcitabilidad es denominado período refractario y es mucho más largo en las células del
corazón que en el músculo esquelético y evita que el corazón se reexcite hasta que la contrac-
ción previa se haya completado. El mecanismo es la inactivación de los canales de Na+ y Ca++,
que es completa durante parte del PA, período refractario absoluto o tiempo durante el que no
hay respuesta de membrana a un segundo estímulo, y parcial al final de la fase 3, período refrac-
tario relativo o tiempo en el que el estímulo requerido para generar el PA es mayor que el
normal. El término período refractario efectivo se referiría al período durante el que un PA
no puede ser conducido aunque el estímulo provoque respuesta activa a nivel celular.
ALTERACIONES ELECTROFISIOLÓGICAS
Hemos visto muy someramente las características electrofisiológicas de la conducción del
impulso que depende de determinados cambios iónicos transmembrana regulados por múlti-
ples factores. La alteración de los gradientes iónicos, de la concentración de iones o de los meca-
nismos de entrada y salida (bombas Na+-K+ y Na+-Ca++ por ejemplo), pueden dar lugar a varia-
ciones de la electrofisiología que resultan en arritmias clínicas, como veremos después. Las prin-
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J. Gómez-Arnau, A. González
Figura 2. Movimiento circular o reentrada. Cuando un frente de estímulo desciende por una fibra de Purkinje (FP) y
encuentra una zona de bloqueo, existe la posibilidad de que alcance el músculo ventricular por una vía alternativa. Si la
vía normal ha recobrado la excitabilidad, el estímulo retrógrado la reexcitaría y daría lugar a un impulso ectópico. Si
éste repite el ciclo se produce un movimiento circular o reentrada.
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Tabla I Posibles mecanismos celulares de las principales arritmias. Adaptado de Atlee y Bosnjak(4).
A: aurícula; V: ventrículo; AV: auriculoventricular; TA: taquicardia auricular; TV: taquicardia
ventricular; TSV: taquicardia supraventricular.
excitabilidad entre diferentes zonas adyacentes. Las condiciones de la reentrada son más posi-
bles con frecuencias cardíacas altas y cuando existe excitación prematura, ya sea espontánea
(automaticidad inducida, por ej.) o artificial (estímulo externo de marcapasos, por ej.), y son
también condiciones que aumentan la probabilidad de reentrada: una conducción lenta alre-
dedor de la zona de bloqueo, un PR corto en las células anteriores al bloqueo y una vía de
activación suficientemente larga(8). Se ha postulado que la reentrada es el mecanismo fisiopa-
tológico de arritmias como la taquicardia supraventricular paroxística, el flutter auricular, etc.
Debido a su conducción lenta, el NAV es un sitio propicio para la producción de reentradas. En
la tabla I, adaptada de Atlee y Bosnjak(4) se resumen los posibles mecanismos celulares de las
arritmias clínicas.
Agentes anestésicos
Inhalatorios
Aunque se sabe desde hace tiempo que los agentes anestésicos inhalatorios, y en particu-
lar el halotano, son capaces de potenciar el efecto arritmogénico de las catecolaminas circu-
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J. Gómez-Arnau, A. González
lantes y producir arritmias(9,10), todavía hoy se debate si sus efectos intrínsecos son arritmogé-
nicos o antiarrítmicos(4,11), pudiendo muy bien ser que tengan ambos dependiendo de las con-
diciones clínicas. Casi todos los halogenados, aunque menos el isoflurano, disminuyen la fre-
cuencia de descarga del NS y prolongan el tiempo de conducción en el NAV, por lo que pueden
favorecer la bradicardia y las alteraciones de conducción. El halotano y posiblemente también
el enflurano e isoflurano facilitan la reentrada en fibras dañadas(12) a través de la disminución
de la corriente lenta de entrada de Ca++ y aumento de las diferencias regionales en la duración
del PA que producen. Por el contrario, esta acción sobre la corriente de Ca++ puede disminuir la
actividad inducida por despolarizaciones tardías y la automaticidad anormal, lo que explicaría
su efecto antiarrítmico frente a la ouabaína(13) y en modelos experimentales de oclusión coro-
naria(14) (Tabla II). Por otra parte, es difícil extrapolar los resultados obtenidos en preparaciones
experimentales, tanto con anestésicos halogenados como intravenosos a la clínica, por la influen-
cia de otros factores como la modulación efectuada por el sistema nervioso autónomo. En cual-
quier caso, la interacción adversa entre los anestésicos volátiles y las catecolaminas sigue sien-
do un problema clínico a tener siempre en cuenta(15).
Tabla II Principales acciones de los agentes anestésicos halogenados sobre la fisiología cardíaca.
No existen apenas datos de los efectos electrofisiológicos del óxido nitroso (N2O) ya sea ais-
lado o en combinación con otros fármacos, salvo un estudio que sugiere la posibilidad de pro-
ducción de ritmos nodales al añadir N2O a una técnica anestésica basada en opiáceos o halo-
genados(4).
Intravenosos
En general, sus efectos arritmogénicos son menos pronunciados que los atribuidos a los volá-
tiles, siendo en ocasiones la interacción con éstos lo que produce la arritmia(11). Así, el pentotal
que tiene un efecto globalmente depresor sobre la formación y propagación del PA, no se aso-
cia a arritmias cuando se utiliza aisladamente, pero es capaz de potenciar las arritmias induci-
das por la interacción catecolaminas-halogenados(4) al provocar postdespolarizaciones tardí-
as. Los efectos de otros inductores intravenosos no son conocidos, pero posiblemente influye
más la estimulación simpática en la intubación como factor favorecedor de arritmias que el fár-
maco utilizado. La succinilcolina se ha asociado a diferentes arritmias, ya sea por la manipu-
lación de la vía aérea o por sus efectos bradicardizantes, mientras el pancuronio es taquicardi-
zante, quizá por bloqueo vagal o de los receptores muscarínicos cardíacos y el vecuronio puede
ser bradicardizante. También enlentece la frecuencia cardíaca el fentanilo. El droperidol tiene
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Modulación autonómica(15)
La activación de los receptores muscarínicos, α y β del corazón por acetilcolina, adrenalina
y noradrenalina tiene efectos marcados sobre la electrofisiología cardíaca que varían en dife-
rentes partes del sistema de conducción. La activación β, puede inducir automaticidad aumen-
tada, acortamiento de períodos refractarios y facilitación de la conducción, lo que parece aso-
ciado a cambios en casi todas las corrientes iónicas del PA y a la génesis de arritmias ventricu-
lares(17). La estimulación α puede aumentar o disminuir la automaticidad y, generalmente, pro-
longa la repolarización. Finalmente, la activación de los receptores muscarínicos colinérgicos
disminuye la automaticidad de las células marcapasos y globalmente sus efectos se oponen a
los mediados a través de los receptores catecolaminérgicos. Durante la anestesia y cirugía, la
estimulación de unos u otros receptores, además de otros factores, puede dar lugar a la pro-
ducción de arritmias.
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J. Gómez-Arnau, A. González
Manejo perioperatorio
Principios generales
La monitorización y accesos vasculares dependen, en parte, de la cirugía propuesta. Es impres-
cindible el electrocardiograma de superficie sea cual sea aquélla e idealmente debe incluir al
menos dos derivaciones. Las derivaciones estándar (I, II, III) son apropiadas, en general, para
el diagnóstico de las arritmias. En los monitores con sistemas de tres electrodos pueden obte-
nerse derivaciones ventajosas modificando la configuración bipolar estándar. Así, la deriva-
ción MCL1 (tierra en brazo derecho, electrodo de brazo izquierdo en zona subclavicular izquier-
da y el de pierna izquierda en precordial V1, seleccionando III en el monitor) y la CB5 (electro-
do de brazo derecho en escápula derecha, el de brazo izquierdo en V5, tierra en pierna izquier-
da, seleccionando I), son útiles en la valoración de las arritmias. Poco usado en Europa, el elec-
trocardiograma obtenido en esófago parece también ser más útil que el trazado de superficie.
Las derivaciones anteriores y la intraesofágica basan sus ventajas en una mejor imagen e iden-
tificación de la onda P.
La cateterización de venas centrales debe de ser vigilada electrocardiográficame, por la posi-
bilidad de precipitación de taquiarritmias. La colocación de catéter de arteria pulmonar en
pacientes con riesgo de arritmias es controvertida por dicha causa.
A menos de que exista disfunción miocárdica importante previa, es aconsejable garantizar
una adecuada profundidad anestésica desde la inducción. La estimulación simpática y libera-
ción de catecolaminas es uno de los factores que favorecen la aparición de arritmias, por lo que
debe prevenirse su producción. La intubación endotraqueal, particularmente, se asocia a arrit-
mias debidas a este mecanismo. Igualmente, la tracción peritoneal y traqueal y la compresión
cerebral y ocular, pueden ocasionar arritmias por estimulación del SNA. Por el mismo moti-
vo, deben evitarse situaciones de hiper o hipoventilación y procurarse siempre una adecuada
oxigenación.
La evaluación preoperatoria debe haber considerado la medicación antiarrítmica y dosis
óptimas para el paciente y puede incluso haberse consultado al cardiólogo responsable el tra-
tamiento a seguir en caso de arritmia perioperatoria. Dicho tratamiento debe estar disponible
en quirófano y el anestesiólogo, preparado para su administración. En muchos casos, sin embar-
go, puede ser ventajoso el tratamiento eléctrico (cardioversión).
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Arritmias supraventriculares
Son ritmos anormales originados por encima del haz de His. En este trabajo consideramos
aquellas con frecuencia cardíaca superior a 100 lpm (taquiarritmias), típicamente entre 150 y
200 lpm. Por definición, estos ritmos tienen principio y final bruscos y cursan, en general, con
complejos QRS estrechos y regulares. Son de especial importancia la taquicardia supraventri-
cular paroxística (TSVP) y el síndrome de Wolff-Parkinson-White (WPW).
La taquicardia por reentrada en el NAV es la forma más frecuente de TSVP, a veces difícil
de distinguir en el ECG de superficie. Suele ocurrir de forma esporádica con ECG de reposo
normal y en pacientes sin evidencia de enfermedad cardíaca estructural. En su forma clásica se
caracteriza por la utilización de un circuito de microrreentrada en el NAV y uno de los criterios
diagnósticos es su terminación por bloqueo de éste. Existe tratamiento quirúrgico, aunque el
tratamiento endovenoso por ablación puede tener éxito en más del 90% de pacientes. El anes-
tesiólogo puede enfrentarse al problema en ambos casos, pero también en cirugía no cardíaca
o cuando la arritmia se presenta por primera vez.
Las maniobras y fármacos que enlentecen la conducción en el NAV pueden terminar la TSVP.
Las maniobras vagales pueden ser resolutivas al principio de la taquicardia, pero mucho menos
cuando persiste o el enfermo está sujeto a una respuesta simpática y vagolítica. Dentro del
tratamiento, la adenosina, salvo en pacientes con asma o EPOC, es fármaco de elección. En los
casos inusuales de reiniciación de la taquicardia se puede probar con drogas de vida media más
larga tipo verapamilo. Ocasionalmente, un β-Bloqueante puede ser más efectivo(23). El fallo de
estos tratamientos debe sugerir un diagnóstico alternativo.
El tratamiento crónico suele basarse en bloqueantes del calcio o β-Bloqueantes aunque también
se ha usado la digital. Más raramente, dichos pacientes pueden llegar a la cirugía bajo tratamien-
to con fármacos como amiodarona, flecainida o propafenona. En pacientes en tratamiento con β-
Bloqueantes el uso intraoperatorio de verapamilo puede producir bloqueo AV completo. No exis-
ten datos que favorezcan el uso de determinados agentes anestésicos en estos pacientes.
El síndrome de WPW es otro grupo importante de taquicardias supraventriculares paro-
xísticas. La arritmia más frecuente en esta patología es la taquicardia recíproca con mecanis-
mo de reentrada, aunque hay una incidencia significativa de fibrilación auricular con res-
puesta ventricular rápida. El hecho anatómico más significativo en el WPW es la existencia de
una vía accesoria (VA) por la que el estímulo cardíaco puede propagarse desde la aurícula al
ventrículo sin el retardo fisiológico del NAV. Debido a la llegada precoz del estímulo al ven-
trículo, estos síndromes se agrupan bajo la denominación de preexcitación y electrocardiográ-
ficame, se caracterizan por la presencia de onda delta en ritmo sinusal y un PR corto.
La taquicardia recíproca se produce por reentrada en el circuito que conforman la vía nor-
mal y la accesoria. Cuando el estímulo desciende por la vía normal y reexcita ésta al propa-
garse en sentido retrógado por la vía accesoria, se denomina ortodrómica, y antidrómica cuan-
do el circuito de reentrada es a la inversa. El tratamiento en ambos casos persigue dificultar la
conducción por la VA para romper el circuito, por lo que muchos de estos pacientes son trata-
dos con fármacos de clase III (amiodarona, sotalol), Ic (flecainida y propafenona) o Ia (quini-
dina, procainamida, disopiramida). El uso de fármacos que enlentecen la conducción en el NAV
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J. Gómez-Arnau, A. González
Fibrilación auricular
Es la arritmia más frecuente. Puede ocurrir de forma sostenida o paroxística y se caracteri-
za por la despolarización desorganizada y rápida de la aurícula (macrorreentrada) con respuesta
ventricular irregular. Su presentación clínica abarca un amplísimo rango de condiciones pato-
lógicas: enfermedades que resultan en hipertensión y/o hipertrofia auricular, hipertiroidis-
mo, alcoholismo, neumonía, embolismo pulmonar, sepsis, estrés perioperatorio y fracaso
multiorgánico entre otras. Un 3% de las FA pueden ocurrir como episodios aislados sin pato-
logía cardíaca subyacente y en los enfermos críticos puede obedecer a causas transitorias, como
hipoxemia, hipopotasemia, isquemia miocárdica etc., revirtiendo espontáneamente a ritmo sinu-
sal cuando el trastorno desaparece. Sin embargo, su tolerancia puede ser pobre. La pérdida
aguda del latido auricular puede producir descompensación hemodinámica significativa, sobre
todo a frecuencias cardíacas altas.
En esta circunstancia y bajo anestesia general, el tratamiento de elección, como veíamos
antes, es la cardioversión con uno o más choques transtorácicos sincrónicos de ≥ 100 J. En pacien-
tes bajo anestesia locorregional o cuando la repercusión hemodinámica es escasa o el tratamiento
farmacológico es preferible, los ß-Bloqueantes como propanolol o esmolol o bloqueantes del
calcio, como verapamil o diltiazem pueden ser efectivos. Tras controlar la respuesta ventricu-
lar con dichos fármacos no es infrecuente la reversión a ritmo sinusal de modo espontáneo.
En este sentido, el esmolol parece más efectivo que el diltiazem. Una alternativa eficaz es la
amiodarona, que puede tener una eficacia superior al 80%(27). La digoxina, usada frecuente-
mente, no es droga de primera elección(28), sobre todo en el paciente inestable, siendo útil como
tratamiento de mantenimiento cuando la cardioversión es inefectiva, la FA es muy repetitiva
o cuando coexiste disfunción ventricular(23).
En algunos centros se aplica desde hace poco tratamiento quirúrgico en casos de FA refrac-
taria aislada o asociada a patología valvular mitral. El procedimiento ha sido desarrollado a
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 87
lo largo de los últimos años por el grupo de Cox y se denomina “de laberinto” o “maze”(29). Se
basa en la realización de múltiples incisiones auriculares para cortar los circuitos de reentrada
mientras se preserva una zona de corredor por la que el impulso del NS puede llegar al NAV(30).
La experiencia es todavía escasa y no hay datos sobre el manejo anestésico. En nuestra expe-
riencia, una técnica balanceada, similar a la empleada en otros tipos de cirugía cardíaca con
dosis moderadas de opiáceos ha sido bien tolerada.
Arritmias ventriculares
Debido a su gravedad no suelen pasar desapercibidas, por lo que suelen estar referidas en la
historia clínica o correctamente diagnosticadas y tratadas. Suelen ser resultado de enfermedad
isquémica cardíaca o cardiomiopatía de otro origen y menos frecuentemente son debidas a sín-
drome de QT largo o anomalías congénitas. Su tratamiento quirúrgico consiste en la resección
del miocardio arritmogénico, pero hoy día no es común. Por el contrario, la colocación de un des-
fibrilador automático subcutáneo (DAI) con electrodos endocárdicos transvenosos es cada día
más frecuente habiéndose colocado en nuestro país cerca de un millar de ellos. Su expansión obe-
dece al importante aumento de supervivencia que han posibilitado en la población de alto ries-
go de muerte súbita, siendo razonables actualmente en la población tratada con DAI unos obje-
tivos de supervivencia actuarial mayor del 95 y 75% al año y a los 5 años respectivamente(31), muy
superiores a las estimadas en población similar bajo tratamiento farmacológico.
Pese a la aparente simplicidad del procedimiento, el manejo perioperatorio en la colocación
de un DAI no es sencillo, debido, sobre todo, a la patología cardíaca de base(32). Por lo general,
son enfermos con disfunción miocárdica severa y baja fracción de eyección, la cual puede empe-
orar tras la inducción repetida de fibrilación ventricular y los choques de prueba del sistema(33).
El manejo anestésico de estos pacientes es similar al de otros enfermos cardiópatas de riesgo
alto, con el problema añadido de los posibles efectos de las drogas anestésicas sobre la conduc-
ción cardíaca. La energía necesaria para desfibrilar el corazón en los tests intraoperatorios debe
ser, idealmente, la misma que lo consiga postoperatoriamente, por lo que los anestésicos emple-
ados no debieran interferir en su determinación. Sin embargo, la información al respecto es esca-
sa. Nosotros hasta 1996 empleamos una técnica balanceada (isoflurano-N2O- fentanilo) en la colo-
cación de 82 DAI, que no pareció influir en dicha determinación. Tampoco se observaron dife-
rencias en los valores de la energía de desfibrilación al usar pentotal o etomidato como inducto-
res anestésicos o diferentes relajantes musculares(34). Igualmente LaBnigg et al(35) no observaron
relación entre energía de desfibrilación y drogas anestésicas (fentanilo-midazolam-propofol) a
diferentes dosis. No obstante, serían necesarios estudios prospectivos controlados para determi-
nar con exactitud la influencia de la técnica anestésica en la determinación de la energía de des-
fibrilación, si bien el procedimiento anestésico se ha simplificado mucho actualmente(36).
En pacientes no sometidos a colocación de DAI u otra cirugía cardíaca en la que la desfi-
brilación eléctrica es electiva, los episodios de taquicardia ventricular bien tolerados hemodi-
námicamente pueden tratarse con lidocaína o alternativamente con procainamida. En pacien-
tes sufriendo taquicardia incesante y, sobre todo en tratamiento crónico con antiarrítmicos de
clase Ic (flecainida, encainida, propafenona) es preferible la cardioversión. Pese a su aparatosa
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 88
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VII
MIOCARDIOPATÍA DILATADA Y ANESTESIA
J. Navia
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “Gregorio Marañón”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
La facultad de actuar como una bomba por parte del corazón depende de la capacidad de
acortamiento de sus fibras musculares. En condiciones normales, el sistema circulatorio requie-
re, para que la bomba sea eficaz, disponer de una ordenación anatómica determinada por una
serie de conductos con válvulas unidireccionales herméticas, de tal forma que, de la contracción
de las fibras, resulte la expulsión de la sangre intravascular hacia la aorta y la arteria pulmonar.
Un corazón cuyas válvulas funcionan bien, puede manejar adecuadamente el volumen san-
guíneo que recibe (precarga) y expulsarlo, venciendo la resistencia arterial periférica (postcar-
ga o impedancia).
Varios mecanismos de adaptación ayudan al corazón a manejar las cargas variables que pue-
den presentarse por situaciones como las enfermedades valvulares o el funcionamiento ina-
decuado del miocardio, siendo los más importantes: el principio de Frank-Starling, la contrac-
tilidad o inotropismo y la frecuencia cardíaca. Igualmente, algunos de los cambios fisiopatoló-
gicos tratan de compensarse con otros mecanismos, como la hipertrofia, la dilatación cardía-
ca, la constricción venosa y la vasoconstricción renal.
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J. Navia
latido y el volumen diastólico final. Esta relación puede estar reducida a causa de una dismi-
nución de la contractilidad (miocardiopatías, isquemias), de un aumento de la postcarga (hiper-
tensión, estenosis aórtica) o bien, por asinergia en la contracción del ventrículo izquierdo (aneu-
rismas)
El volumen diastólico final se encuentra elevado en el corazón con insuficiencia, como refle-
jo de su incapacidad para vaciarse durante la sístole, y este aumento normalmente va asociado
con un incremento de la presión diastólica final, por lo que ésta puede utilizarse como un
indicador de la función ventricular (Figura 1).
Función
Trabajo del
ventrículo Normal
izquierdo
Función
Básicamente existen tres factores responsables de que el corazón pierda su función de bomba
y se produzca una insuficiencia cardíaca: la sobrecarga de presión, la sobrecarga de volumen
y la enfermedad primaria de la fibra miocárdica (miocardiopatías). En cualquiera de ellos, el
miocardio trata de adaptarse a estas condiciones desde la situación hemodinámica inicial de
llenado normal, con hipertrofia de las fibras en una primera fase y posteriormente, dilatándo-
se hasta que progresa hacia un estadio final, en el que estos cambios resultan ineficaces y se pro-
duce una insuficiencia cardíaca siendo definida como la incapacidad del miocardio de con-
traerse con la suficiente fuerza para permitir a los ventrículos suministrar la sangre adecua-
da para satisfacer las necesidades de los tejidos periféricos.
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número de capilares por milímetro cúbico de miocardio, aumentando la distancia para la difu-
sión de oxígeno, decreciendo el número de mitocondrias por unidad de masa y la producción
de energía, mientras que aumenta el número de miofibrillas y la demanda de energía que
obliga a un incremento del flujo sanguíneo. En el caso de que la hiperrtrofia ventricular se pro-
duzca en enfermos sin compromiso de las arterias coronarias, este aumento de la demanda
puede equilibrarse, pero no sucede igual en aquéllos en que la reserva coronaria esté reducida,
produciéndose anomalías en los procesos de contracción y relajación miocárdica.
Como resultado de la incapacidad del corazón de satisfacer las necesidades de los tejidos
periféricos y la caída de la perfusión, se activan unos mecanismos neurohumorales que inclu-
yen el sistema nervioso simpático y el sistema renina-angiotensina. Mediante la secreción de
aldosterona se produce una expansión de volumen intravascular y de la precarga, para tratar
de mejorar el gasto cardíaco por el mecanismo de Frank-Starling. Igualmente la estimulación
del sistema simpático, hace que a nivel miocárdico aumente la contractilidad por liberación
de noradrenalina, a la que se une la secreción de adrenalina por la médula adrenal que tratan
de mejorar la precarga y la contractilidad. La presión arterial se mantiene por las catecolaminas
y por la vasoconstricción secundaria a la activación de angiotensina II (Figura 2).
RENINA ECA
AUMENTO DE VASOCONTRICCIÓN
ESTIMULACIÓN SISTENMA SIMPÁTICO
AUMENTO SECRECIÓN DE ALDOSTERONA
MAYOR LIBERACIÓN DE ADH
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J. Navia
cipio, a nivel de los receptores β-1, descendiendo la relación normal β-1/β-2 desde 80:20 a 60:40.
Este descenso de la regulación (“down regulation”) es directamente proporcional al grado de
disfunción ventricular, habiéndose conseguido resultados sorprendentes con la administración
de pequeñas dosis de β-bloqueantes, posiblemente por aumento de la densidad de β-recepto-
res y mejoría del efecto de las catecolaminas (Tabla I).
Tabla I Consecuencias de la insuficiencia cardíaca
A la insuficiencia cardíaca crónica, a veces se añade una disfunción miocárdica aguda, que
fue denominada por Braunwald “stunned myocardio” (“miocardio aturdido”) y que está rela-
cionada con períodos de isquemia y el posterior fallo ventricular de la zona afectada al volver
a la normalidad después de períodos hipóxicos y posterior reperfusión. El síndrome se carac-
teriza por: 1º) disfunción de la contractilidad tras la isquemia miocárdica; 2º) ausencia de necro-
sis miocárdica; 3º) bajos niveles de ATP y 4º) lenta reversibilidad.
Es importante distinguir la insuficiencia cardíaca de otras causas de aporte sanguíneo insu-
ficiente de oxígeno a los tejidos, tales como el colapso circulatorio por hemorragia o disminu-
ción del retorno venoso y aquellas situaciones secundarias a alteraciones, como la tirotoxicosis,
las fístulas arteriovenosas o la anemia.
La insuficiencia ventricular izquierda da clínicamente signos y síntomas de congestión pul-
monar, mientras que la insuficiencia ventricular derecha da síntomas y signos de hipertensión
venosa sistémica con edema de regiones declives y alteración hepática. Aunque es importante
recordar que la causa más frecuente de insuficiencia ventricular derecha es la producida por
el fallo del ventrículo izquierdo.
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J. Navia
perfusión renal asociada con una elevación del nitrógeno de urea sanguíneo, sugiere que los
niveles de digoxina pueden estar elevados en los pacientes que reciban una dosis de manteni-
miento. Algunas drogas como la quinidina, el verapamil y la amiodarona, también incremen-
tan los niveles sanguíneos de digoxina.
La intoxicación de digitálicos ocurre cuando sobreviene una elevación excesiva de sus nive-
les séricos. Además de los factores ya mencionados, existen otros que predisponen a la intoxi-
cación, entre ellos los niveles bajos de potasio extracelular (que causa una entrada más rápida
de los digitálicos a la célula miocárdica), hipomagnesemia, hipercalcemia, hipoxemia y las alte-
raciones del equilibrio ácido-base.
La manifestación más peligrosa de intoxicación por digitálicos es la alteración del ritmo car-
díaco (bloqueos, extrasistolias, bigeminismos, taquicardias ventriculares, etc.), que pueden poner
en serio compromiso al paciente.
En el tratamiento de la intoxicación digitálica, además de la supresión de la droga, ocasional-
mente es necesaria la implantación de un marcapasos temporal para tratar los bloqueos. La admi-
nistración intravenosa de difenilhidantoína o de lidocaína, es efectiva para suprimir las contrac-
ciones ventriculares prematuras asociadas a la intoxicación digitálica, así como los β-bloqueantes,
aunque éstos no pueden administrarse a pacientes con importante deterioro de la contractilidad.
Los diuréticos representan otro grupo de fármacos fundamental para el tratamiento de la
insuficiencia cardíaca. El hacer un estudio exhaustivo de ellos, rebasa los límites de este traba-
jo, pero sí es importante señalar que los pacientes tratados con diuréticos potentes deben ser
sometidos a un seguimiento cuidadoso de sus niveles de sodio, potasio y urea sanguíneos; un
aumento de ésta última es uno de los indicadores más precoces de que se pueda producir una
hipoperfusión renal por hipovolemia, debida a pérdida excesiva de líquidos.
Los vasodilatadores han asumido un papel importante en el tratamiento de la insuficien-
cia cardíaca congestiva. Los mecanismos de acción son múltiples y comprenden: efecto direc-
to sobre arteriolas y venas (nitroprusiato), efecto primario directo sobre las venas (nitratos), blo-
queos α-adrenérgicos con efecto sobre venas y arteriolas (prazosin), inhibición de la enzima
convertidora de angiotensina (captopril) y bloqueo de los canales del calcio (nifedipino).
El tratamiento con vasodilatadores se muestra especialmente eficaz en aquellos casos en que
la insuficiencia cardíaca se manifiesta por la puesta en marcha de lesiones mecánicas agudas
(insuficiencia mitral o comunicaciones interventriculares postinfarto, disecciones aórticas, endo-
carditis). La vasodilatación aumenta el gasto cardíaco al disminuir la impedancia a la eyec-
ción del ventrículo izquierdo. El único factor limitante para la utilización de los vasodilatado-
res es la tensión arterial, ya que es necesario mantenerla en límites aceptables para el paciente
evitando las hipotensiones.
Hace dos décadas, las catecolaminas se emplearon como agentes vasopresores en un inten-
to de mantener elevada la presión sistólica en la insuficiencia cardíaca grave. Entonces, los úni-
cos índices de función ventricular de que se disponía eran la presión arterial, la frecuencia
cardíaca y la presión venosa central y sin lugar a dudas en el momento actual, es fácil pensar
que los vasopresores aplicados así contribuyeron a aumentar la morbilidad y mortalidad de
estos pacientes.
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El conocimiento de la situación clínica y el efecto de los fármacos es ahora más fácil gra-
cias a la ecocardiografía y a la inserción del catéter de arteria pulmonar que permiten medir el
gasto cardíaco, las presiones y volúmenes de llenado de las cámaras cardíacas y las resistencias
pulmonares y sistémicas. últimamente, gracias a la incorporación de una fibra óptica, se puede
medir la saturación de oxígeno en la sangre venosa mixta, como índice del equilibrio entre la
oferta y la demanda de oxígeno por los tejidos.
En la actualidad, no sólo se tienen en cuenta los mecanismos para facilitar la sístole del cora-
zón insuficiente, sino que está recibiendo una considerable atención el papel de la relajación
miocárdica. El llenado de los ventrículos ocurre después de producirse una relajación activa y
correspondiendo a las diferencias de presión auriculoventriculares, por lo que las anomalías en
esta fase pueden afectarlo.
El término “lusitrópico” ha sido utilizado para distinguir la acción sobre la relajación mio-
cárdica, de los inotrópicos o de contracción; así pues, en los pacientes con insuficiencia cardía-
ca puede ser, a veces, más importante mejorar el llenado diastólico que actuar sobre el estado
inotrópico. En este sentido, la adición de un vasodilatador a la terapéutica con inotrópicos,
puede mejorar la función ventricular de una forma significativa al sumarse ambos efectos
inotrópicos y lusitrópicos.
Los agentes inotrópicos mejoran la contractilidad al aumentar el adenosin fosfato cíclico
(AMPc) en la célula miocárdica.
Las catecolaminas estimulan los receptores adrenérgicos β-1, β-2, α-1 y α-2. La actividad β-
1 mejora la contractilidad miocárdica, la β-2 produce vasodilatación y broncodilatación. La esti-
mulación de los receptores α-1 contrae la musculatura vascular mientras que la de los α-2 pre-
sinápticos, inhibe la secreción de los neurotransmisores provocando vasoconstricción cuando
se estimulan a nivel postsináptico.
La estimulación β-1 puede tener acción lusitrópica positiva al aumentar el grado de relaja-
ción, mientras que la α-1 la tiene negativa al disminuir la relajación. La elección del inotrópico
adecuado debe de hacerse teniendo en cuenta estos efectos.
Los β-agonistas, por tanto, aumentan el AMPc (adenosín monofosfato) a nivel de la célula
miocárdica por estimulación de los receptores β-1 (Figura 3). En la actualidad existe un grupo
de agentes con varias estructuras químicas que previenen la degradación del AMP-c, mante-
niendo un alto nivel intracelular, son los inhibidores de las fosfodiesterasas que, teóricamente,
tienen acción inotrópica y vasodilatadora a la vez -Inodilatadores-. Su principal ventaja radica
en el hecho de no comprometer el balance miocárdico de oxígeno, siendo su mayor riesgo el
descenso de la presión arterial relacionado con su potente efecto vasodilatador, por lo que se
recomienda su empleo con precaución en aquellos pacientes en los que las condiciones de lle-
nado ventricular no sean elevadas, debido a la posibilidad de producir taquicardia e hipoten-
sión severas (Figura 4).
La asociación con otras aminas β-adrenérgicas está siendo empleada con buenos resulta-
dos, ya que la estimulación adrenérgica eleva el nivel de AMPc en la célula miocárdica, mante-
niéndose estable y prolongándose su acción inotrópica gracias a la inhibición de la degradación.
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J. Navia
AGONISTAS BETA
FOSFODIESTERASA
Figura 3. Acción inotrópica de los agonistas beta y prolongación del efecto por los inhibidores de la fosfodiesterasas (AMP)
adenosin monofosfato.
VASODILATACIÓN
PAM - PVC
RVS =
GC
ACCIÓN INOTRÓPICA
Figura 4. Efecto de los Inodilatadores: disminución de la resistencia vascular (Rvs) y aumento del Gasto cardíaco (GC).
PAM (Presión Arterial Media). PVC (Presión Venosa Central).
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VISITA PREANESTÉSICA
La finalidad más importante de la visita preoperatoria, es la de valorar el estado funcional del
sistema cardiovascular; así pues, se debe poner un énfasis especial en los síntomas que presenta,
su severidad, progresión y actividad necesaria para provocarlos. El examen físico y las pruebas
complementarias (RX, ECG, cateterismo cardíaco) ayudarán a estimar el grado de afectación.
Es muy importante tener en cuenta la medicación que están tomando estos pacientes, inclu-
yendo los anticoagulantes, la digital y los diuréticos, calibrándose si estas drogas se deben sus-
pender o mantener, incluso en el postoperatorio inmediato, teniendo en cuenta las posibles com-
plicaciones que pueden producir, como hemos reseñado con anterioridad.
En líneas generales, la premedicación con un narcótico y escopolamina puede dar una seda-
ción adecuada sin que produzca un efecto indeseable sobre la frecuencia cardíaca, aunque deben
tenerse en cuenta de forma individual el tipo de premedicación para cada caso, e incluso la posi-
bilidad de no administrarla en función de las condiciones del paciente.
MONITORIZACIÓN
El grado de monitorización debe ser tenido en cuenta según la severidad de la enferme-
dad y el tipo de cirugía a realizar. En la actualidad, existen métodos que nos permiten estu-
diar sistemáticamente las funciones fisiológicas del aparato circulatorio; el problema radica
en conocer el momento oportuno de emplear dichos métodos y en saber qué constantes son las
más adecuadas para iniciar las medidas terapéuticas convenientes, tanto iniciales, como en la
vigilancia posterior.
De esta forma, además del ECG, la pulsioximetría, la capnografía y la presión arterial con-
tinua, se debe implantar un catéter en la arteria pulmonar, para constatar el estado hemodiná-
mico del paciente, controlar con exactitud la administración de líquidos, sobre todo en aquellos
casos críticos en que la terapéutica que se emplee sea especialmente agresiva a base de inotró-
picos y vasodilatadores. Últimamente se ha señalado que los aspectos funcionales de la circu-
lación se valoran mejor por medidas de transporte y consumo de oxígeno, por lo que la moni-
torización por oximetría de la deuda de oxígeno puede ser la constante más precisa a la hora
de detectar una insuficiencia circulatoria aguda y en el tratamiento precoz de la misma.
TÉCNICA ANESTÉSICA
La situación hemodinámica del paciente y las lesiones que sean la causa de ella, deben con-
dicionar en la elección apropiada de las drogas a utilizar y de la técnica anestésica a emplear. El
concepto esencial a seguir es la valoración cuidadosa de los agentes para obtener las mejores
condiciones anestésicas y quirúrgicas, manteniéndose la estabilidad circulatoria.
La utilización de altas dosis de narcóticos para la inducción y el mantenimiento anestésico en
pacientes con grave deterioro de la función miocárdica, se ha demostrado como una técnica segu-
ra por el bloqueo de la respuesta al estrés que produce. Igualmente, las benzodiazepinas cau-
san ligero efecto depresor miocárdico, aunque la asociación con narcóticos puede aumentarlo.
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J. Navia
ANESTESIA REGIONAL
Desde el punto de vista teórico, la anestesia regional es una alternativa aceptable para inter-
venciones de pacientes con insuficiencia cardíaca. Sin embargo, es importante tener en cuenta
que, a veces, la reducción de la resistencia vascular sistémica producida por una anestesia epi-
dural o raquídea no resulta fácil de controlar, por lo que se deben comparar los riesgos-bene-
ficios sobre la anestesia general a la hora de elegir esta técnica.
POSTOPERATORIO
Durante la intervención quirúrgica, hemos visto que es necesaria una vigilancia especial
para que las constantes hemodinámicas se mantengan estables y el corazón pueda trabajar en
condiciones que no le produzcan una sobrecarga.
El postoperatorio inmediato es una fase de gran trascendencia, debido a una serie de cir-
cunstancias, como son la aparición de estímulos nociceptivos y el recalentamiento, que provo-
can una hipertonía del sistema simpático con aumentos de la postcarga y del consumo de oxí-
geno por el organismo (Tabla II).
La precarga también se ve influida debido a la desaparición del efecto anestésico sobre los
vasos de capacitancia, el recalentamiento y la venoconstricción secundaria a la presencia de
catecolaminas circulantes, que tiene como consecuencia un aumento del retorno venoso y, por
tanto, del volumen telediastólicio ventricular.
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También hay que tener presente el descenso de la contractilidad que sufre el paciente y
que puede agravarse por diversos mecanismos como son los desequilibrios ácido-base, la hipo-
xemia, los trastornos iónicos o los episodios isquémicos.
Así pues, la vigilancia en el postoperatorio de los pacientes con insuficiencia cardíaca, debe
mantenerse con una monitorización que detecte precozmente una hipovolemia y que permita
obtener unas condiciones de carga óptimas, que prevengan el agravamiento de la insuficiencia
cardíaca y la presentación de un edema agudo de pulmón o un shock cardiogénico.
La ventilación artificial mantenida en este período representa una ventaja importante sobre
la hematosis, asegurando un aporte adecuado de oxígeno y ahorrando trabajo respiratorio,
unido a la posibilidad de administrar una sedación eficaz que disminuya la aparición de estí-
mulos nociceptivos.
El fracaso cardíaco aparece cuando los ventrículos son incapaces de administrar un flujo
sanguíneo suficiente para las necesidades del organismo, por lo que es necesario tratar inme-
diatamente todas las situaciones que hemos reseñado anteriormente, con antiarrítmicos, vaso-
dilatadores (nitroglicerina, nitroprusiato) o sustancias inotrópicas (dopamina, dobutamina, adre-
nalina y/o inodilatadores (milrinona).
En definitiva, se puede decir que la insuficiencia cardíaca es una de las complicaciones más
importantes que se pueden presentar en la práctica anestésica; pero el conocimiento cada vez
más completo de su fisiopatología y, sobre todo, los avances en la vigilancia y los cuidados de
estos pacientes en situación crítica, ha hecho que se reduzca, de una forma notable, la morbi-
mortalidad. Así, la predicción de riesgo cardíaco para cirugía no cardíaca que Goldman publi-
có en 1977, está siendo revisada en los últimos años.
La utilización durante la cirugía y el postoperatorio de técnicas de monitorización agresi-
vas, junto a fármacos apropiados para mantener la homeostasis han contribuido, sin lugar a
dudas, a este avance.
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VIII
MANEJO ANESTÉSICO DEL PACIENTE
TRASPLANTADO CARDÍACO
INTRODUCCIÓN
Los avances en el manejo del trasplante cardíaco, técnicas quirúrgicas más refinadas, mejor
selección de los receptores y donantes, inmunosupresión con ciclosporina (CsA), mejoría en las téc-
nicas de monitorización y manejo anestésico y un mejor cuidado postoperatorio, han provocado
que la tasa de supervivencia actual supere el 75% a los 5 años y el 70% a partir de los 10 años(1), sien-
do estas cifras cada vez mejores. Este fenómeno motiva el aumento de pacientes trasplantados car-
díacos sometidos a cirugía no cardíaca, de forma que, aproximadamente un 15-35% de ellos requie-
ren algún procedimiento quirúrgico posterior. Entre las complicaciones quirúrgicas más frecuen-
tes están la pancreatitis, sangrado gastrointestinal, perforación gastrointestinal, colecistitis, sep-
sis, perforación abdominal, abscesos por sangrado, etc. Hay que tener en cuenta que debido al tra-
tamiento inmunosupresor la clínica en muchas ocasiones va a estar larvada.
En líneas generales la anestesia del paciente trasplantado cardíaco para cirugía no cardía-
ca no supone grandes diferencias con respecto al paciente no trasplantado y diversos estudios(2,3,4)
concluyen que las dosis de anestésicos intravenosos y volátiles requeridas se encuentran den-
tro de los límites normales. Sin embargo, es necesario tener en cuenta dos aspectos fundamen-
tales que diferencian a estos pacientes del resto:
1. El uso de fármacos inmunosupresores conlleva una serie de efectos secundarios, así como
interferencias con varias drogas utilizadas en anestesia.
2. El corazón de estos pacientes es un órgano denervado, siendo su comportamiento fisio-
lógico diferente al de un corazón inervado.
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Efectos secundarios
Algunos de ellos no tienen implicaciones relevantes en el manejo anestésico (neurotoxici-
dad manifestada como temblor, hiperestesias, cefaleas e incluso convulsiones; alteraciones gas-
trointestinales como náuseas, anorexia, diarrea, ulcus péptico; tumores; etc.). Sin embargo exis-
ten otros con repercusión en el manejo anestésico, entre los que cabe destacar:
• Hipertensión arterial por CsA: la práctica totalidad de los pacientes tratados con CsA desa-
rrollan hipertensión. Actualmente se cree que podría ser el resultado de varios mecanismos:
en primer lugar, a través de un aumento de resistencias vasculares periféricas secundario
a liberación de tromboxano A2, disminución en la producción de prostaciclina, aumento
de la actividad simpática y la interacción con la homeostasis del calcio (favoreciendo la entra-
da del mismo en las células musculares lisas). En segundo lugar, por retención de sodio y
agua, mediada por tromboxano A2 y potenciada por la escasa aportación existente en estos
pacientes del sistema renina-aldosterona en la excreción de sodio y agua. Este mecanismo
es de especial importancia en situaciones de sobrecarga aguda de líquidos y/o sodio(6,7).
La hipertensión es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad vascu-
lar, así como un elemento de inestabilidad hemodinámica durante la anestesia. Para su con-
trol los agentes más recomendados son los antagonistas del calcio. De todas formas com-
parando los calcioantagonistas, con los inhibidores del enzima convertidor de la angioten-
sina (IECA), ambos se muestran igualmente eficaces en el control de la hipertensión pero
sólo los IECA mejoran la excreción del sodio, evitando la aparición de hipertensión tras la
sobrecarga aguda de sodio y/o agua(8).
• Nefrotoxicidad por CsA: parece ser debida a vasoconstricción renal mediada por trombo-
xano A2. El grado de toxicidad renal es dosis-dependiente, apareciendo insuficiencia renal
aguda reversible a partir de niveles séricos de 200 mg/ml (rango terapéutico). Durante este
período de lesión aguda el riñón es más susceptible a los insultos perioperatorios, por lo que
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hay que mantener una adecuada hidratación y monitorizar los niveles de la medicación
inmunosupresora.
• Aumento del riesgo de infección por gérmenes oportunistas. Es mayor durante los tres
primeros meses postrasplante, siendo una importante causa de morbimortalidad. La loca-
lización más frecuente es el tracto respiratorio, lo que obliga a extremar las condiciones de
asepsia y, a la utilización de profilaxis antibiótica, sobre todo con cobertura frente a estafi-
lococos.
• Trombocitopenia por azatioprina: puede provocar un aumento del riesgo de hemorragia
perioperatoria.
• Intolerancia a la glucosa por corticoides: con posibilidad de desarrollar hiperglucemia perio-
peratoria.
DENERVACIÓN CARDÍACA
El corazón trasplantado es un órgano denervado, es decir desconectado del sistema nervioso
autónomo, ya que durante el procedimiento quirúrgico la sección de la raíz aórtica y del tron-
co pulmonar provoca una interrupción del plexo cardíaco. Este estado de denervación es per-
manente, aunque algunos estudios en animales experimentales han mostrado cierto grado de
reinervación autonómica(10), si bien este hecho no ha sido demostrado en humanos(11).
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Inervado Denervado
Atropina ++++ 0
Pancuronio ++ 0
Succinilcolina –– 0
Anticolinesterásicos ––– 0
Fentanilo – 0
Digoxina ––– 0
Glucagon ++ ++
• Aquéllos cuya acción es mediada a través del sistema nervioso autónomo (atropina, pan-
curonio, succinilcolina, anticolinesterásicos, vasodilatadores como hidralazina, nifedipino
y nitroprusiato con efecto reflejo taquicardizante, etc.), no tienen efecto sobre la frecuencia
cardíaca en el corazón denervado.
• Los agentes con efecto directo sobre receptores cardíacos, sí se mostrarán eficaces (verapa-
milo, efedrina, adrenalina, noradrenalina, isoproterenol, etc.).
• Si el mecanismo de acción es mixto, como en el caso de la digoxina, desaparece el efecto
agudo bradicardizante indirecto, persistiendo el efecto tardío directo.
• En el paciente trasplantado el número y sensibilidad de receptores adrenérgicos es simi-
lar al corazón normal. Sin embargo, se produce una prolongación de los agonistas debi-
do a la no recaptación de éstos a nivel presináptico por la denervación y atrofia de la fibra
presináptica. Las catecolaminas naturales (adrenalina, noradrenalina) que, son las afec-
tadas por el proceso de recaptación tienen aumentado su efecto en el corazón denerva-
do. Las catecolaminas sintéticas (dobutamina, isoproterenol) no son normalmente recap-
tadas, por lo que su efecto sobre el corazón trasplantado no varía respecto al inervado(14).
Tabla II.
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Inotropismo Cronotropismo
Catecolamina Inervado Denervado Inervado Denervado
Noradrenalina +++ ++++ ++ +++
Adrenalina +++ ++++ +++ +++
Dopamina ++ + ++ +
Isoproterenol +++ +++ +++ +++
Dobutamina ++ ++ ++ ++
Período de preinducción
Respecto a la preparación del paciente, es necesario recordar una serie de recomendaciones:
• Dado el estado de inmunosupresión es necesario mantener unas condiciones lo más asép-
ticas posibles en la realización de maniobras invasivas y en la manipulación de accesos vas-
culares.
• Es fundamental la monitorización electrocardiográfica con varias derivaciones (sobre todo
las derivaciones II y la V5), para la detección precoz de episodios isquémicos silentes. Hay
que destacar el riesgo de isquemia secundaria a ateroesclerosis acelerada en el relación
con episodios de rechazo o infecciones por citomegalovirus.
• Respecto a la elección de la técnica anestésica, todas son seguras. En caso de utilizar técni-
cas regionales, como la anestesia intradural o epidural es necesario mantener una buena pre-
carga y, si fuese necesario, para evitar la hipotensión, administrar efedrina (algunos prefie-
ren administrarla de forma rutinaria).
Período de inducción
• El principal factor a tener en cuenta es evitar la aparición de hipotensión durante la induc-
ción. Para ello hemos de tener una precarga adecuada, que ha de mantenerse durante toda
la cirugía. Además, es importante que la inducción, al igual que el resto del procedimiento
anestésico, sean lentos para permitir la adaptación cardiovascular.
• En todo momento hemos de disponer de un veno y vasoconstrictor de efecto directo, como
la metoxamina o la efedrina.
• Otro aspecto importante es la profilaxis antibiótica, que debe cubrir la presencia de estafi-
lococos.
Mantenimiento de la anestesia
• Un aspecto a destacar es que la frecuencia cardíaca no nos servirá como uno de los pará-
metros para valorar el grado de profundidad anestésica, pudiendo ser sustituido por las
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variaciones de la tensión arterial, aunque estas se verán influenciadas por otros muchos fac-
tores, constituyendo, por tanto, un peor indicador de la profundidad anestésica.
• Debido a que estos pacientes pueden mostrar una hipotensión exagerada frente a hipovo-
lemia, a cambios repentinos de postura o a disminución de las resistencias vasculares peri-
féricas, es necesario mantener en todo momento una precarga adecuada, vigilando las
pérdidas excesivas de volumen y la posible deshidratación, y mantener las resistencias vas-
culares sistémicas en los límites normales.
• Por último, hemos de evitar en lo posible el uso de fármacos depresores miocárdicos, debi-
do a la dificultad el corazón denervado para la compensación inmediata de una disminu-
ción de la contractilidad cardíaca.
CONCLUSIÓN
Por los datos que hemos analizado anteriormente podemos concluir, que si bien el manejo
anestésico de los pacientes trasplantados cardíacos es similar al de los no trasplantados, el hecho
de que el paciente haya recibido medicación inmunosupresora y, lo que es más importante, la
denervación del corazón de estos pacientes, obliga a tomar unas precauciones añadidas a lo que
sería una anestesia rutinaria.
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IX
ANESTESIA EN ENFERMEDADES CUTÁNEAS:
EPIDERMÓLISIS BULLOSA, PÉNFIGO Y
ERITEMA MULTIFORME
E. García Higuera
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
HISTOLOGÍA
Antes de considerar las enfermedades que se manifiestan con erupciones ampollosas, es
conveniente recordar la ultraestructura de las áreas implicadas.
Unión dermoepidérmica
La unión entre las células epidérmicas y la membrana basal de la dermis, tiene una enor-
me importancia estructural para la integridad de la piel. Es, probablemente, el punto más débil
y el que tiene más probabilidades de separarse en multitud de patologías.
La células que se encuentran en la unión son los queratinocitos. Su membrana plasmáti-
ca forma la parte superior de la estructura que conocemos como membrana basal, sembra-
da por numerosos engrosamientos electrodensos, los hemidesmosomas. Justo debajo de la
membrana plasmática se encuentra un área electrolúcida, la lámina lúcida. La lámina densa
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Figura 1. Detalle de una de las estructuras de unión entre células epidérmicas: el desmosoma. (d = desmosoma;
t = tonofilamentos).
Figura 2. Esquema de la membrana basal (mb) y de las 3 capas que la componen: membrana plasmática celular (mp),
lámina lúcida (ll) y lámina densa (ld). (q = queratinocito; n = núcleo celular; hd = hemidesmosoma).
es una capa electrodensa que se encuentra bordeando la lámina lúcida y que discurre para-
lela a ella(1). (Figura 2).
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SIMPLE
Autosómica dominante generalizada
simple Ogna
de manos y pies
herpetiforme simple
con pigmentación moteada
simple superficial
Autosómica recesiva letal
generalizada
DE LA UNIÓN
Autosómica recesiva letal
no letal generalizada
no letal localizada
no letal inversa
progresiva
cicatricial
DISTRÓFICA
Autosómica dominante Cockayne-Touraine
Pasini
Autosómica recesiva generalizada
no mutilante
inversa
CUADROS CLÍNICOS
Vamos a ocuparnos de una serie de patologías que se caracterizan por la formación de ampo-
llas en la piel y las mucosas. La etiología es diferente en cada una de ellas. Así, las epidermóli-
sis bullosas están genéticamente determinadas, los pénfigos tienen su origen en mecanismos
inmunológicos, y en el eritema multiforme se desconoce cuál es el factor etiológico.
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E. García Higuera
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den apreciar algunos elementos dérmicos en la parte superior de la bulla. Al microscopio elec-
trónico, se aprecia la disolución de las fibras de colágeno y su fagocitosis por parte de los macró-
fagos. Asimismo, se observan anomalías en el número y tamaño de las fibras de anclaje.
Actualmente, se considera que todas estas alteraciones son secundarias a la afectación bioquí-
mica primaria: se han observado niveles aumentados de colagenasa(15), y parece que este enzi-
ma presenta anomalías ultraestructurales(16).
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E. García Higuera
Tratamiento
a) Protección de la piel: evitando fricciones y traumatismos. Cuando aparecen las lesiones se
debe administrar algún agente antibacteriano tópico para limitar las sobreinfecciones.
b) Corticoides: se han mostrado eficaces a dosis altas en los episodios que comprometen la vida
en las formas letales(22). En las formas distróficas recesivas pueden tener un papel para fre-
nar la progresión de la enfermedad y retrasar, en lo posible, la aparición de las deformida-
des.
c) Cuidado dental.
d) Fenitoína: se han descrito respuestas favorables, sobre todo en las formas distróficas recesi-
vas, ya que su efecto consiste en frenar la actividad de la colagenasa(23).
e) Soporte psicológico y emocional.
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Estudio preoperatorio
Además de un estudio preoperatorio rutinario y dadas las características de la propia enfer-
medad, hay que tener en cuenta otra serie de factores:
1. Anemia, hipoproteinemia y alteraciones hidroelectrolíticas: las pérdidas de hierro, proteí-
nas e iones a través de las lesiones determinan que estos pacientes presenten características
similares a los grandes quemados(26), siendo necesario corregir las alteraciones del iono-
grama y transfundir al paciente si estuviera indicado, en función de la severidad de la
anemia(18).
2. Insuficiencia renal: se deben solicitar las pruebas que nos permitan conocer la situación de
la función renal en el estudio preoperatorio (urea, creatinina, aclaramiento de creatinina). Si
el paciente presentara hipertensión arterial, se instaurará el tratamiento oportuno, para garan-
tizar una situación de normotensión antes de afrontar el acto anestesicoquirúrgico.
3. Acceso al sistema venoso: normalmente existe una red venosa superficial deficiente, impi-
diendo la colocación de un catéter a dicho nivel(27). Se puede recurrir a la venotomía, aun-
que en la mayoría de los casos esto no ofrece una solución adecuada, ya que el sistema veno-
so superficial suele ser de mala calidad. Como alternativa se puede recurrir a la cateteriza-
ción venosa central.
4. Problemas de intubación: la microstomía y la anquiloglosia pueden convertir en imposible
la intubación oro y nasotraqueal, por lo que es indispensable contar con material de tra-
queotomía en la sala de operaciones.
5. Localización y estado de las lesiones ampollosas: si se plantea realizar una anestesia regio-
nal, es fundamental inspeccionar la piel de la zona cercana a la punción para descartar la
presencia de lesiones infectadas. Esta situación sería una contraindicación absoluta para la
realización de una técnica regional, obligándonos a modificar todo el plan anestésico esta-
blecido.
6. Premedicación: la necesidad de emplear algún tipo de premedicación vendrá determinada
por el tipo de paciente (niño/adulto) y por el tipo de anestesia que esté previsto realizar.
Si se decide utilizar ketamina, es imprescindible administrar benzodiazepinas para evitar
los efectos psicomiméticos de este fármaco.
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a) Porque lo ideal es que sea el propio paciente el que se coloque en la mesa de quirófano
para evitar fricciones innecesarias(25,29).
b) Existen autores que desautorizan la vía intramuscular para la administración de la pre-
medicación por la posibilidad de originar lesiones en el lugar de punción. Sin embar-
go, son numerosos los trabajos en los que se ha empleado esta vía sin complicaciones.
c) La vía oral puede crear problemas si existe una estenosis esofágica importante, pero tam-
bién ha sido empleada con éxito(19).
Se puede intentar la premedicación por vía rectal si la mucosa está intacta a ese nivel(24,29,30,31).
Lo ideal es colocar un catéter intravenoso y administrar la premedicación una vez que el
paciente esté colocado correctamente en la mesa.
Intraoperatorio
La norma básica para llevar a cabo con éxito un procedimiento anestésico en estos pacien-
tes consiste en evitar la aplicación de fuerzas de fricción o tangenciales sobre la piel y las muco-
sas(21).
1. Preparación del material
La mesa de operaciones debe estar convenientemente almohadillada y las sábanas que la
recubren sin arrugas.
Todos los manguitos (TA, isquemia ) deben estar forrados con una capa de algodón para
evitar el contacto directo con la piel(32).
Se debe eliminar cualquier tipo de material adhesivo del quirófano, incluyendo por supues-
to, el esparadrapo del anestesiólogo.
Todo el material dispuesto para el manejo de la vía aérea (mascarillas faciales, laringoscopio,
tubos endotraqueales) debe estar adecuadamente almohadillado y correctamente lubricado.
Hay que tener siempre disponible el material necesario para realizar una traqueotomía urgen-
te(33).
Debido a la posibilidad de producir lesiones en las manipulaciones de la vía aérea, y de que
éstas sangren, hay que contar con torundas empapadas en suero fisiológico y adrenalina
al 1:200.000(34).
Las lesiones consecuencia de las fuerzas de fricción aplicadas directamente sobre la piel se
minimizan empleando pomadas de hidrocortisona, por lo que deberemos asegurar su dis-
ponibilidad en la sala de operaciones.
2. Monitorización
a) Canalización de vía venosa: las precauciones que se deben tener en cuenta son 3: no apli-
car soluciones antisépticas friccionando la piel, no realizar infiltraciones subcutáneas de
anestésico local y evitar la utilización de material adhesivo para fijar el catéter. Se puede
recurrir a suturar el material de canalización a la piel o a colocar un vendaje elástico alre-
dedor de la extremidad implicada(24,27,32).
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3. Anestesia general
Batería farmacológica
La técnica que con más frecuencia aparece en la literatura es la anestesia disociativa con keta-
mina(28,39). En este caso se hace imprescindible la premedicación con benzodiazepinas y el
empleo de algún agente anticolinérgico para minimizar el efecto sialogogo de este fárma-
co(40). Hasta hace pocos años esta técnica se consideraba de elección en estos pacientes, siem-
pre que el procedimiento quirúrgico no requiriera relajación muscular.
La anestesia inhalatoria también se ha empleado con éxito en estos pacientes(30,33).
Los barbitúricos han estado proscritos de la batería anestésica en este tipo de pacientes, por-
que se hablaba de una asociación entre la epidermólisis ampollosa distrófica y la porfiria(41).
Actualmente se sabe que la confusión nacía de la dificultad de establecer el diagnóstico dife-
rencial entre estas dos patologías, ya que las lesiones cutáneas son muy similares. Hoy, la
microscopía electrónica ha venido a disipar las dudas existentes y se sabe que son entida-
des diferentes, por lo que carece de sentido descartar el empleo de barbitúricos de entra-
da(42).
Se ha utilizado con éxito el propofol como agente anestésico(27).
En cuanto a los relajantes musculares, se deben tener en cuenta varios aspectos: los relajan-
tes despolarizantes inducen fasciculaciones, aumentando el riesgo de fricciones y de lesiones
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ulteriores; por otro lado, estos pacientes presentan atrofia muscular y hay que considerar-
los de alto riesgo en cuanto a la posibilidad de que se desencadene una hiperpotasemia con
la administración de estos fármacos(43). Por tanto, no se deben emplear en este tipo de pato-
logía(38,44), aunque algunos autores los han utilizado con éxito(27). Se pueden administrar rela-
jantes no despolarizantes, pero es posible observar diferencias en la duración de acción como
consecuencia de la atrofia muscular y de la hipoproteinemia. El de elección es el atracurio(19).
En cuanto a la dosificación de fármacos, variará en función de la existencia y del grado de
la hipoproteinemia y de la insuficiencia renal.
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Por esta razón se considera que la traqueotomía es un método seguro en caso de que
haya obstrucción de la vía aérea e imposibilidad para la realización de una intubación
convencional.
4. Anestesia regional
Actualmente la mayoría de los autores consideran de elección la realización de una téc-
nica de anestesia regional siempre que sea posible(29). Hay que tener en cuenta que debemos
inspeccionar cuidadosamente el lugar de punción para valorar la presencia de lesiones y de
sobreinfección en la zona. Hasta hace unos años se consideraba que estaba contraindicada
este tipo de anestesia en presencia de lesiones(38,47); actualmente, se considera aceptable
realizar una punción en presencia de bullas siempre que las mismas no estén sobreinfecta-
das(19,20,36,43).
Hay que evitar la fricción con solución antiséptica para no provocar la aparición de nue-
vas bullas. Por la misma razón están contraindicadas las infiltraciones subcutáneas de anes-
tésico local.
Se han descrito numerosas intervenciones realizadas en estos pacientes con técnicas de
anestesia regional y en la actualidad se considera la técnica de elección.
Cuidados postoperatorios
Los cuidados postoperatorios incluyen, como en todo el período pre e intraoperatorio, la
vigilancia y cuidados de la piel y la valoración de las nuevas lesiones producidas durante el
acto quirúrgico.
Siempre que se haya recurrido a la anestesia general, hay que procurar que el despertar se
produzca de una forma gradual en un ambiente adecuado para evitar las situaciones de agita-
ción.
No se han descrito complicaciones importantes en cuanto a la obstrucción de las vías aére-
as, siempre que se hayan adoptado las precauciones comentadas.
PATOLOGÍAS ADQUIRIDAS
Pénfigos
Este término agrupa a un número de enfermedades que se caracterizan histológicamente
por acantólisis y formación de ampollas en el espesor de la epidermis, y porque en su patoge-
nia se encuentran implicados mecanismos inmunológicos.
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lar al pénfigo. El mejor documentado es la D-penicilamina, pero se conocen otros con esta misma
capacidad, como el captopril y la rifampicina(49).
Con la ayuda del microscopio electrónico, se observa una pérdida de las uniones interce-
lulares epidérmicas. Las células basales permanecen fijadas a la membrana basal, pero se sepa-
ran las unas de las otras y de las células situadas en capas superiores.
En los estudios de inmunofluorescencia, se aprecian depósitos de IgG en el espacio inter-
celular. Con menor frecuencia aparecen depósitos de IgA y de IgM.
Pénfigo vulgar: lo más habitual es que el cuadro se inicie con lesiones orales dolorosas que
preceden a las cutáneas en varios meses(50). Pueden estar afectadas otras mucosas, como la con-
juntival, la esofágica y la rectal(51). Las bullas cutáneas se presentan en el tronco, ingles y axi-
las. El signo de Nickolsky es positivo.
Pénfigo vegetante: aparece a una edad algo más temprana y se diferencia en que las lesiones
erosivas desarrollan rápidamente granulaciones vegetantes en sus bordes.
Hay que considerar al pénfigo como una enfermedad grave. De hecho antes de la aparición
de los corticoides era mortal en un tiempo de unos 14 meses(52). Actualmente la mortalidad con
la administración de corticoides se sitúa en torno al 24%(50). Parece que en el caso del pénfigo
vegetante se han descrito remisiones espontáneas y la evolución es más larga en general.
Tratamiento
a) Corticoides: a dosis bajas en las formas localizadas y a dosis más altas en las formas gene-
ralizadas.
b) Azatioprina: eficaz en los casos leves sin necesidad de asociarla con corticoides(55).
c) Ciclofosfamida: eficaz cuando se asocia con esteroides.
d) Metotrexato: puede emplearse solo o en combinación con esteroides(56).
e) Ciclosporina: no es eficaz si no se asocia con esteroides, pero sí permite una reducción de
las dosis de estos últimos(57).
Penfigoide
Es una enfermedad ampollosa de pacientes ancianos que habitualmente comienza con lesio-
nes eritematosas urticaria-like. Posteriormente, aparecen grandes ampollas, tanto en las áreas
eritematosas, como en zonas de piel normal. Las bullas son subepidérmicas y el techo de las
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Tratamiento
a) Corticoides.
b) Plasmaféresis: debería reservarse para casos con compromiso vital.
Eritema multiforme
Se trata de un síndrome con características clínicas e histológicas diferenciales que puede
ser desencadenado por diversos agentes. Existe cierta confusión en cuanto a la terminología, ya
que se han aplicado diferentes nombres en función de la severidad del proceso.
Se desconoce cuál es la etiología. Es una forma de respuesta del organismo frente a dife-
rentes estímulos y están implicados fenómenos inmunológicos. Parece que podrían jugar algún
papel los mecanismos de hipersensibilidad. La célula diana de estos mecanismos a nivel de la
piel es el queratinocito(62) y se ha llegado a demostrar la presencia de anticuerpos contra las célu-
las epidérmicas(63).
En muchos casos no se llega a identificar el agente causal y el patrón no difiere en absoluto
de aquellos casos en los que sí se consigue implicar al factor desencadenante. La asociación más
frecuente se produce con las infecciones por el virus herpes simple o por micoplasmas.
Todas las formas pueden aparecer a cualquier edad. Las formas ampollosas severas son más
frecuentes en niños y adultos jóvenes y los varones se afectan con más frecuencia que las muje-
res (alrededor de tres a cuatro veces).
Las anomalías más frecuentes se producen en la dermis superficial o la epidermis profunda.
Los cambios iniciales son el edema y la vasodilatación con infiltrado linfohistiocítico alrededor de
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 129
X
ANESTESIA Y ENFERMEDADES
DEL COLÁGENO
E. Maseda Garrido
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
Este tema pretende revisar las llamadas enfermedades del colágeno, que comprenden el
lupus eritematoso sistémico, la esclerodermia, la dermatomiositis y la periartritis nodosa. Por
su interés para el anestesiólogo, intentaré destacar sus manifestaciones sobre el sistema car-
diopulmonar, el sistema nervioso central, y sobre aquellos órganos que tengan importancia para
el manejo intraoperatorio y postoperatorio del paciente. La experiencia publicada en el mane-
jo anestésico de estos pacientes es muy escasa, lo mismo que los estudios sobre farmacocinéti-
ca y farmacodinámica. Sin embargo, el conocimiento de estas enfermedades nos ayudará a evi-
tar situaciones que, de otro modo, pueden agravar el curso de la enfermedad durante el perí-
odo perioperatorio.
Consideraciones generales
Dos son las cosas fundamentales que debemos recordar cuando tengamos que manejar este
tipo de patología. Primero, se trata de enfermos con afectación sistémica y de características cró-
nicas, lo cual significa que van a presentar anemia, hipovolemia, hipoproteinemia, y tienen una
capacidad menor para manejar situaciones de estrés. Muchos de estos pacientes tienen mani-
festaciones pulmonares de su enfermedad, lo cual supone un riesgo añadido; con menos fre-
cuencia, pueden presentar afectación renal, gastrointestinal, cardíaca, o vasomotora.
Segundo, y muy importante para el anestesiólogo, el tratamiento preoperatorio de estos pacien-
tes, ya que la mayoría toman corticosteroides y en muchas ocasiones en dosis elevadas. Por lo
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 130
E. Maseda Garrido
tanto pueden presentar una crisis de insuficiencia adrenal aguda postoperatoria si no les prote-
gemos de forma adecuada, y cuyos síntomas son hipotensión, inquietud, debilidad, anorexia con
nauseas y dolor abdominal, y con frecuencia fiebre importante. Por otro lado, no debemos olvi-
dar las complicaciones que pueden derivarse del propio tratamiento corticosteroideo (Tabla I). En
aquellos pacientes que han tomado o están tomando corticosteroides, el fármaco de elección para
evitar una insuficiencia adrenal aguda es la hidrocortisona por vía intravenosa. Bajo condicio-
nes perioperatorias, las glándulas adrenales secretan de 116 a 185 mg diarios, pudiendo aumen-
tar a 200-500 mg al día en condiciones de un fuerte estrés(1). Se han propuesto distintas pautas si
bien la cantidad necesaria no se ha determinado, pero cuanto más agresiva es la cirugía, mayores
son las dosis administradas de hidrocortisona. Una pauta que me parece razonable es adminis-
trar la dosis mayor de glucocorticoide que el organismo produce en respuesta a una situación
de estrés máximo (200 mg/día de hidrocortisona por cada 70 kg de peso). Para procedimientos
quirúrgicos menores, podemos administrar 100 mg de hidrocortisona/día/ 70 kg de peso. Estas
dosis las disminuimos un 25%/día hasta que se restablezca la dieta oral, utilizando entonces la
dosis habitual de mantenimiento del paciente. En la tabla II aparecen otras posibles pautas; no
obstante, el anestesiólogo debe ajustar estas dosificaciones basándose en las circunstancias pre,
intra y postoperatorias particulares del paciente.
Si bien la etiología de estas enfermedades es desconocida, la patogenia es común, y la enfer-
medad se produce por depósitos de inmunocomplejos en órganos o tejidos específicos. siendo
el lugar más frecuente el glomérulo y la pared de los vasos sanguíneos. Estos inmunocomple-
jos constituidos por anticuerpos y antígenos formados en la circulación, una vez que se depo-
sitan en los tejidos activan una serie de mediadores de la inflamación como el sistema del com-
plemento, el cual produce efectos quimiotácticos sobre polimorfonucleares y monocitos. Estas
células activadas liberan proteasas y otras enzimas responsables últimas de la lesión tisular. Las
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Cirugía mayor (urgente) en un paciente con estado desconocido del eje hipotálamo-hipofisario
Preoperatoria 2 mg i.v. de dexametasona.
Intraoperatoria 4 mg i.v. de dexametasona.
Postoperatoria Realizar una prueba de estimulación rápida de ACTH.
Procedimientos menores
Preoperatoria Administrar la dosis usual de corticosteroides orales.
Postoperatoria Doblar la dosis usual de corticosteroides y disminuirla
progresivamente hasta dosis habitual
características clínicas de estas enfermedades son diversas, y varían desde erupciones cutáne-
as leves, hasta afectación importante de órganos produciendo pericarditis, glomerulonefritis, y
vasculitis.
Epidemiología
Ia. Sexo. La relación entre sexo femenino y masculino es de 9:1.
Ib. Edad. Los primeros síntomas suelen aparecer entre la segunda y cuarta décadas de la vida,
pero pueden aparecer a cualquier edad. Es más frecuente en la raza negra que en blanca.
Ic. Genética. Estudios familiares en pacientes con LES apoyan la presencia de un componente
genético en la enfermedad.
Clínica
La presentación más frecuente es una mujer joven con poliartritis; están afectadas, tanto arti-
culaciones pequeñas, como grandes de una forma simétrica (articulaciones interfalángicas pro-
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 132
E. Maseda Garrido
Plaquetas
Otros
Fosfolípidos implicados Anticoagulante lúpico 10%
en la coagulación
Cardiolipina Test para la sífilis falsamente positivo; 10-25%
anticuerpos anticardiolipina
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El síntoma pulmonar más común es la pleuritis, pudiendo aparecer derrame pleural hasta
en un 50% de pacientes y dolor pleurítico en un 60-70% de pacientes. La neumonitis por lupus es
un cuadro que se sule caracterizar por infiltrados migratorios y en la radiografía de tórax apa-
recen como una neumonitis basal con atelectasias focales(2) . No obstante, ante un cuadro clíni-
co como éste lo primero es descartar un cuadro infeccioso, puesto que se trata de pacientes
potencialmente inmunocomprometidos.
Pueden también aparecer síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, peritonitis
estériles (serositis) y vasculitis mesentéricas difíciles de documentar; pueden presentar perfo-
ración intestinal, especialmente en pacientes que toman corticosteroides, así como peritonitis
bacteriana espontánea, pancreatitis, y hepatomegalia en 1/4 de pacientes, aunque las pruebas
de función hepática alteradas se deben, en general, a los fármacos y no al propio LES.
Otros alteraciones que debemos valorar en estos pacientes son la presencia de conjuntivitis,
queratoconjuntivits seca, epiescleritis y exudados en la retina (cuerpos citoides). En un 8% de
los pacientes aparece un aumento de las parótidas con o sin boca seca.
Las mujeres con LES tienen una tasa de fertilidad normal, pero el porcentaje de abortos y
nacidos muertos es tan elevado como de un 30-50% según las estadísticas, especialmente en
mujeres con lupus portadoras de un anticuerpo denominado anticoagulante lúpico y/o anti-
cuerpos anticardiolipina. Una elevada proporción de niños que nacen de madres con LES pre-
sentan bloqueo cardíaco congénito, y, por lo tanto, una frecuencia cardíaca fetal lenta durante
el parto no indica siempre sufrimiento fetal.
La tabla III muestra los autoanticuerpos que podemos encontrar su incidencia y especificidad.
Cuidados anestésicos
1. En cuanto a la evaluación preoperatoria es importante que el anestesiólogo esté atento a una
posible afectación pulmonar, renal y alteraciones analíticas. Es importante valorar la radio-
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E. Maseda Garrido
grafía de tórax y descartar cuadros infecciosos pulmonares. Por otra parte, debemos evaluar
el número de plaquetas y obtener unas pruebas de coagulación.
2. Debido a las lesiones cutáneas en la cara, podemos tener problemas para poder fijar la mas-
carilla y ventilar de forma adecuada al paciente. Por otra parte, podemos tener dificulta-
des en la intubación, ya que pueden tener artritis cricoaritenoidea con un estrechamiento de
la vía aérea(3).
3. En cuanto al tipo de anestesia, yo creo que no es un candidato adecuado para realizar anes-
tesia espinal o epidural, ya que, aunque hay poca correlación entre las pruebas de coagu-
lación y la hemorragia clínica, no debemos olvidar el valor legal que este tipo de pruebas
tienen en el caso de tener una complicación anestésica. Desde luego si el paciente presenta
un sangrado clínico o petequias la contraindicación a la anestesia regional debe ser abso-
luta.
4. Si el paciente presenta una insuficiencia renal, debemos ser cuidadosos en valorar el grado
de eliminación renal de los fármacos elegidos. Por otra parte, evitaremos los episodios de
hipotensión que pueden empeorar el aclaramiento renal al disminuir el flujo sanguíneo renal.
5. No debemos olvidarnos de administrar la dosis de corticoides adecuada, tanto preopera-
toria, como intraoperatoria en aquellos pacientes corticodependientes.
ESCLERODERMIA
Se trata de una enfermedad autoinmune que se caracteriza por alteraciones microvascula-
res y por una excesiva e irreversible acumulación de tejido fibroso en múltiples órganos como
la piel, pulmón, vasculatura, riñones, y tracto gastrointestinal. Puede haber formas localiza-
das en la piel (linear y morfea) o generalizada (esclerosis sistémica progresiva) y suele aparecer
en la 3ª-5ª décadas de la vida, siendo más frecuente en mujeres(4-6) .
Clínica
Estos pacientes suelen presentarse inicialmente con fenómeno de Raynaud o con tumefac-
ción difusa de las manos. Las características de la piel con la evolución es de un aspecto fino,
tirante y brillante, con pérdida de los pliegues fisiológicos e hiperpigmentación. Se trata de una
piel que se erosiona fácilmente ante mínimos traumatismos, especialmente a nivel de las pro-
minencias óseas. Podemos encontrarnos con dificultades en la apertura de la boca por cambios
tróficos en la piel.
La afectación gastrointestinal se produce en un 50% de los pacientes, siendo la manifesta-
ción más común la disfunción esofágica(7). Estos pacientes pueden tener un peristaltismo dis-
minuido, una dilatación esofágica, y una disfunción del esfínter gastroesofágico, y pueden pre-
sentar disfagia, reflujo esofágico, esofagitis y estenosis esofágica.
Un 50% de los pacientes presentan enfermedad renal, con proteinuria, azotemia, o hiper-
tensión. La afectación renal es, sin duda, la causa más frecuente de muerte en estos pacientes.
Podemos encontrarnos con síntomas cardiopulmonares debido a fibrosis pulmonar y del
miocardio(7). En casi todos los pacientes con esclerodermia aparece una enfermedad pulmonar
134
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intersticial que aparece inicialmente en los segmentos basales del pulmón y que en un 25% de
los pacientes se hace progresiva, con hipertensión pulmonar. Por otra parte, en el pulmón de
estos pacientes se van a producir cambios quísticos subpleurales(9), y la aparición de neumotó-
rax espontáneo recurrente, debido a la ruptura de un quiste subpleural, no es raro(10,11); todo ello
deberá ser tenido en cuenta al someter a estos pacientes a ventilación mecánica. En las pruebas
de función respiratoria nos encontramos con una disminución de la distensibilidad pulmonar,
del volumen pulmonar estático, de la capacidad vital y de la capacidad pulmonar total. La mus-
culatura diafragmática puede estar afectada por una fibrosis extensa con degeneración de las
miofibrillas(8), lo cual podría explicar dificultades en la extubación del paciente. Las alteracio-
nes cardíacas incluyen: derrame pericárdico, insuficiencia cardíaca congestiva, miocarditis, arrit-
mias, alteraciones en la conducción con síncope e incluso muerte súbita(4,6). Las alteraciones mus-
culoesqueléticas incluyen poliartralgias y rigidez de las articulaciones, con tumefacción de los
tejidos blandos. Son relativamente frecuentes las contracturas en flexión secundarias a fibrosis
de las estructuras periarticulares.
Estos pacientes pueden presentar hipotiroidismo secundario a fibrosis del tiroides, lo cual
habrá que tenerlo en cuenta como posible diagnóstico diferencial en aquellos pacientes con
esclerodermia que no seamos capaces de extubar(7).
El embarazo puede precipitar un fallo renal brusco. Estas pacientes suelen tener una ele-
vada incidencia de aborto espontáneo, parto prematuro y mortalidad perinatal.
Un síndrome relacionado con la esclerodermia que creo interesante mencionar por su rela-
tiva frecuencia es el llamado síndrome de CREST, constituido por calcinosis, fenómeno de
Raynaud, disfunción esofágica, esclerodactilia y telangiectasias.
Diagnóstico
La anemia es un dato de laboratorio muy frecuente, y puede deberse a distintas causas: ane-
mia hipoproliferativa vista en las enfermedades inflamatorias crónicas, por deficiencia de hie-
rro, debido a sangrado gastrointestinal, por deficiencia de vitamina B12 o ácido fólico, debido
a sobrecrecimiento bacteriano por hipomotilidad gastrointestinal, o anemia hemolítica micro-
angiopática, debido a la presencia de fibrina en las arteriolas renales.
La velocidad de sedimentación suele estar elevada. Si realizamos un estudio inmunológi-
co podremos encontrarnos distintos autoanticuerpos: inespecíficos como los ANA hasta en un
96% de los pacientes, y específicos como anti-45-6S-RNA, anti-SS-A, anti-SS-B, anticentrómero,
y anti-Scl-70, el cual es relativamente específico de esclerodermia, pero se encuentra sólo en un
20% de los pacientes.
Cuidados anestésicos
Como ya he mencionado, el engrosamiento de la piel alrededor de la boca y la reabsorción
ósea mandibular pueden producir una disminución de la apertura bucal, lo cual es importan-
te valorar en la visita preanestésica y poder prevenir dificultades de intubación.
Es necesario realizar a estos pacientes pruebas de función respiratoria, ya que suelen pre-
sentar un patrón restrictivo en mayor o menor medida. Debemos tener en cuenta la posibilidad
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E. Maseda Garrido
de hipertensión pulmonar, y ante una situación clínica que nos haga sospechar el desarrollo de
la misma deberemos solicitar la realización de una ecocardiografía para cuantificarla y ver su
repercusión sobre el ventrículo derecho. En los pacientes con esclerodermia es mejor no utili-
zar protóxido, ya que en la mayoría de los casos vamos a desconocer el grado de hipertensión
pulmonar y además son pacientes con predisposición al neumotórax, debido a la presencia de
bullas apicales.
La temperatura de la piel suele estar disminuida, y además el frio puede precipitar el fenó-
meno de Raynaud, por lo que es conveniente mantener el quirófano a 21°C y administrar los
líquidos intravenosos calientes.
Un problema frecuente es el de localizar buenos accesos venosos, debido a las alteraciones
dérmicas y al fenómeno de Raynaud que dificulta la perfusión periférica. No es de extrañar que
tengamos que recurrir a vías venosas profundas.
Debemos ser cuidadosos con la protección ocular, puesto que estos pacientes presentan que-
ratoconjuntivitis seca y predisposición a desarrollar úlceras corneales(12).
La monitorización de la presión arterial nos puede plantear ciertas dificultades, puesto que
el flujo sanguíneo en el antebrazo puede estar disminuido en estos pacientes; si fuese preciso una
monitorización invasiva de la presión arterial, debemos evitar la arteria radial, debido al riesgo
aumentado de isquemia severa en las manos, y utilizaremos de elección la arteria femoral(12).
Si sospechamos la presencia de hipertensión pulmonar o bien la valoración ecocardio-
gráfica lo ha confirmado, es aconsejable utilizar el catéter de ventrículo derecho para moni-
torizar de una forma más precisa las alteraciones hemodinámicas que se puedan presentar,
si bien como es lógico debemos adecuar el grado de monitorización al tipo de cirugía (no es
razonable usar un catéter de ventrículo derecho para realizar una hernia inguinal).
Es aconsejable el pretratamiento con antiácidos y anti-H2, debido a que estos pacientes por
un lado, deben ser considerados como un “estómago lleno”, ya que presentan hipomotilidad
intestinal, y por otro lado, tienen reflujo gastroesofágico.
La inducción anestésica de elección es la de secuencia rápida (excepto si se prevee dificul-
tad en la intubación), debido a que son pacientes con “estómago lleno” en potencia, realizando
la maniobra de Sellick para prevenir la aspiración por la incompetencia del esfínter esofágico,
si bien puede ser ineficaz por fibrosis esofágica. Siempre debemos considerar estos pacientes
como intubaciones difíciles, y valorar la necesidad de intubación con fibrobroncoscopio.
La vasodilatación que se produce con la inducción puede producir una profunda hipoten-
sión, ya que son pacientes que presentan una disminución del volumen eficaz circulante, como
ocurre en los pacientes con feocromocitoma, debido a los fenómenos vasoespásticos que pre-
sentan.
Durante el mantenimiento de la anestesia debemos evitar situaciones que aumenten la resis-
tencia vascular pulmonar, como la acidosis respiratoria y la hipoxemia arterial(13).
Dado que la distensibilidad pulmonar puede estar disminuida, y además hay una cierta pre-
disposición al desarrollo de neumotórax, ajustaremos los parámetros del ventilador con un volu-
men corriente disminuido y una frecuencia respiratoria aumentada, evitando una presión pico
excesiva en la vía aérea.
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 137
Si atendemos a todas las consideraciones hechas anteriormente, en los pacientes con escle-
rodermia la anestesia regional puede ser preferible a la anestesia general, siempre que sea fac-
tible, y estando preparados, en todo caso, para manejar una intubación muy difícil si la técni-
ca regional elegida falla por cualquier motivo o bien se presenten efectos secundarios no dese-
ados. Debemos también considerar que distintos trabajos refieren una duración prolongada de
los anestésicos locales con adrenalina en pacientes con fenómeno de Raynaud(14,15), y la mayo-
ría de autores recomienda evitar la adrenalina. Por otra parte, el bloqueo de Bier está teórica-
mente contraindicado, porque la isquemia puede producir fibrosis muscular en estos enfer-
mos(16). El bloqueo axilar ha sido utilizado satisfactoriamente, y la única secuela es la posible
existencia de un bloqueo sensitivo prolongado, pero con recuperación total, debido a un flujo
sanguíneo disminuido(4,14). También se ha utilizado anestesia regional para realizar una cesárea
en una mujer embarazada con una esclerodermia de cuatro años de evolución, siendo los resul-
tados satisfactorios(15).
DERMATOMIOSITIS (DM)
Los pacientes con dermatomiositis presentan una enfermedad inflamatoria del músculo
esquelético estriado (polimiositis), y un rash cutáneo característico. Puede ocurrir a cual-
quier edad, si bien la mayoría de los casos se presentan entre la cuarta y la sexta décadas de la
vida, siendo más frecuente en mujeres. Existen formas infantiles que aparecen entre los 7 y
10 años de vida. En ocasiones la DM se asocia a tumores malignos, de tal forma que un 10-20%
de pacientes con DM tienen un tumor subyacente (cáncer de pulmón, mama, gastrointestinal
y útero)(18).
Clínica
Los pacientes presentan una debilidad en los músculos proximales simétrica con o sin dis-
fagia o afectación de los músculos respiratorios.
Pueden presentar una elevación de determinadas enzimas séricas como CPK, aldolasa, LDH,
y SGOT.
El electromiograma presenta una tríada típica: potenciales de unidades motoras polifásicos
y de pequeña amplitud, patrón de alta frecuencia pseudomiotónico, y fibrilación espontánea
y ondas puntiagudas positivas con los músculos en reposo.
En la biopsia muscular aparece un infiltrado celular inflamatorio con una degeneración y
necrosis de las fibras musculares. En la forma infantil puede aparecer una calcinosis. Un 10-20%
de las biopsias son normales.
El rash cutáneo característico presente en la DM consiste en una decoloración heliotropa vio-
lácea de párpados superiores con edema periorbital. En el dorso de las articulaciones interfa-
lángicas y metacarpofalángicas de las manos , en los codos y rodillas, aparecen las llamadas
pápulas eritematoescamosas de Gottron. El rash es la característica de presentación principal
de la DM y está presente en el 95% de los pacientes. Sólo un 50-60% de los pacientes tienen afec-
tación de los músculos proximales en la presentación del cuadro.
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E. Maseda Garrido
Laboratorio
La hemoglobina y los leucocitos suelen ser normales.
La mioglobina sérica está elevada, lo cual puede ser un precipitante de necrosis tubular
aguda.
Puede haber anticuerpos antinucleares: mRNP, MiZ, Ku, Pm1 (PMScl y Jo 1).
Cuidados anestésicos
Parece razonable que los pacientes con DM necesiten menos relajante muscular, ya que tienen
una disminución de su masa muscular. Por otra parte, la debilidad en la musculatura esquelética
que presentan estos pacientes hace que puedan manifestar respuestas prolongadas a los relajantes
musculares no despolarizantes(18); Flusche et al,(21) refieren un caso de bloqueo prolongado tras la
administración de vecuronio (0,13 mg/kg). No se ha observado un aumento de la sensibilidad(19).
Como respuesta a la succinil-colina puede aparecer una contracción prolongada de la muscu-
latura esquelética, haciendo difícil la ventilación del enfermo(18). Esta respuesta es semejante a la
que aparece en los pacientes con distrofia miotónica. Algunos autores aconsejan no administrar
succinil-colina en las fases agudas de la DM, por la gran inflamación muscular y un posible riesgo
de hiperpotasemia(19) , si bien otros autores no han observado este aumento del potasio sérico(17).
Los pacientes con DM pueden tener un carcinoma oculto asociado con debilidad muscular
y respuestas miasténicas, lo cual puede explicar una sensibilidad aumentada a los relajantes no
despolarizantes en determinados pacientes con DM, y el anestesiólogo siempre debe tener en
mente esta posibilidad, monitorizando el bloqueo neuromuscular siempre que sea posible.
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Los hallazgos de la exploración física van a depender de los órganos que estén afectados,
pero habitualmente encontramos signos vasooclusivos en los dedos, púrpura, articulaciones
doloridas, pero con pocos signos de artritis, e hipertensión.
En los estudios de laboratorio podemos encontrar anemia, aumento de la velocidad de sedi-
mentación, y leucocitosis, y además en la mayoría de los pacientes encontraremos alteracio-
nes en la función renal. Aunque es raro encontrar un síndrome nefrótico completo, si es común
una cierta proteinuria, hematuria, y cilindros. En los estudios inmunológicos no encontramos
autoanticuerpos u otras alteraciones, como crioglobulinas, o hipocomplementemia. Un 30% de
los pacientes con vasculitis sistémicas presentan antigenemia de la hepatitis B, y esto es parti-
cularmente cierto en la PAN clásica, en la cual también encontramos inmunocomplejos circu-
lantes formados por antígeno de la hepatitis B e inmunoglobulinas, así como depósitos en la
pared de los vasos de antígeno B, Ig M, y complemento, lo cual sugiere el papel de fenómenos
inmunológicos en la patogénensis de esta enfermedad. La mayoría de los pacientes sin trata-
miento mueren por la afectación renal, aunque también contribuyen la posibilidad de infarto
de miocardio, oclusión mesentérica, y enfermedad cerebrovascular.
Cuidados anestésicos
En pacientes con PAN se ha descrito un edema faríngeo agudo con tumefacción de la úvula
y de las áreas perifaríngeas(23) , lo cual puede dificultar considerablemente la intubación y, por
lo tanto, deberemos disponer de tubos endotraqueales más pequeños.
Son pacientes con hipertensión y afectación renal en mayor o menor grado, y es importan-
te conseguir una presión arterial en valores próximos a la normalidad para mantener una pre-
sión de perfusión adecuada, ya que la afectación de las arterias en los distintos órganos puede
comprometer el flujo en situaciones de hipotensión, incluso moderada.
Como en todos los pacientes con alteración renal, debemos valorar de forma preoperatoria
la función renal solicitando una creatinina e iones en sangre y orina de 24 horas, para poder cal-
cular el aclaramiento de creatinina del paciente. Posteriormente a la cirugía en la unidad de rea-
nimación haremos un seguimiento de la función renal de la misma manera, evitando, sobre
todo, situaciones de hipovolemia que puedan empeorar la función renal previamente deterio-
rada. Si es necesario para un manejo correcto de la volemia, colocaremos un catéter de ventrí-
culo derecho, aunque en la mayoría de las ocasiones será suficiente con monitorizar la presión
venosa central.
La monitorización invasiva de la presión arterial puede ser problemática en las arterias de
pequeños calibre, y es preferible utilizar arterias de mayor calibre, como la arteria femoral, y
siempre durante el menor tiempo posible.
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XI
ANESTESIA EN ENFERMEDADES
OSTEOARTICULARES: ARTRITIS
REUMATOIDE. ESPONDILITIS
ANQUILOSANTE
C. Baeza Gil
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
A) Concepto. Epidemiología
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad multisistémica, crónica, inflamatoria, de etio-
logía desconocida, caracterizada fundamentalmente por una poliartropatía simétrica y de
predominio periférico, junto a una amplia gama de manifestaciones sistémicas. Cursa con exa-
cerbaciones y remisiones y su pronóstico evolutivo es muy variable. La prevalencia de la AR es
aproximadamente del 1% de la población, con mayor predominio en mujeres. El comienzo típi-
co ocurre entre los 30 y los 50 años.
El factor reumatoide, está presente en el 90% de pacientes con AR, aunque no es específi-
co. El signo clave de la enfermedad es el potencial de la infamación sinovial para producir des-
trucción del cartílago, erosiones óseas y ulteriores deformidades articulares(1,2,3,4).
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C. Baeza Gil
C) Valoración preoperatoria
Su objetivo es evaluar la extensión del proceso con objeto de minimizar el riesgo anestési-
co-quirúrgico. Se destacan sobre todo tres aspectos:
I. Consecuencias articulares de la AR.
II. Grado de afectación extrarticular o sistémica.
III. Efectos adversos de drogas concomitantes.
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a. Columna cervical
Estudios radiológicos en pacientes con AR sugieren que más del 80% tienen afectación de
la columna cervical. Más del 30% pueden tener inestabilidad de la columna, sugerida clínica-
mente como: dolor referido a segmentos espinales (la articulación atlantoaxial a regiones cer-
vical superior y suboccipital; C3 y C4 a los lados del cuello y clavícula; C5 y C6 a región del-
toidea); cambios visuales o vestibulares, que sugieren insuficiencia de arteria vertebral; tras-
tornos motores o sensitivos como consecuencia de una mielopatía; rara vez se comprime la cade-
na simpática cervical, lo que conduciría a enrojecimiento facial ipsilateral y midriasis pupilar(3).
La afectación de la columna cervical es frecuente, tanto en la AR de comienzo juvenil, como
en la del adulto. El hallazgo patológico encontrado es la formación de pannus con destrucción
subsecuente del cartílago y hueso subcondral así como la producción de laxitud ligamentosa
e inestabilidad.
La radiología cervical es obligada antes de la anestesia, en cualquier caso, puesto que la ines-
tabilidad puede ser asintomática. El más frecuente hallazgo radiológico en la proyección lateral
cervical es la subluxación atlanto axial (SAA), ocurre en el 25% da los casos aproximadamente.
La subluxación puede ocurrir en los cuatro planos: anteroposterior, vertical, lateral, rotacional.
La SAA anteroposterior es la más frecuente, aproximadamente un 80% de las SAA, ocurre
más en mujeres, en pacientes con enfermedad de larga duración y con nódulos subcutáneos,
pacientes seropositivos y suele asociarse a la terapia esteroidea(5).
Radiológicamente se diagnostica cuando aumenta la distancia entre la parte posterior del
cuerpo del atlas y la cara anterior de la apófisis odontoides “distancia atlas odontoides”(DAO).
en la proyección cervical lateral con el cuello flexionado, siendo esta distancia, en los casos de
SAA, mayor de 4 mm en los menores de 44 años, o de 3 mm en pacientes mayores.
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C. Baeza Gil
Esta SAA anteroposterior ocurre como resultado del debilitamiento o interrupción del liga-
mento transverso seguido del desplazamiento anterior de la vértebra C1 sobre C2(3,5).
Los síntomas más frecuentes suelen ser: dolor, rigidez en el cuello, a veces “chasquido” del
cuello en flexión y ocasionalmente se perciben movimientos anteriores de cabeza sobre cuello.
A pesar de ser posible, la compresión medular entre la odontoides subluxada y el arco poste-
rior del atlas, la lesión neurológica no es frecuente, por ser el canal medular ancho a este nivel.
Sin embargo algunos autores, siguiendo series altas de AR encuentran que en pacientes con
SAA la incidencia de compresión medular llegaba al 10%, esta compresión ocurría exclusiva-
mente en seropositivos, cuando la distancia atlas-odontoides es superior a 8 mm y si hay una
subluxación vertical concomitante(5).
La subluxación vertical de la odontoides a través del foramen magno y dentro de la fosa
posterior puede ocurrir entre el 4 y el 35% de pacientes con AR, y generalmente ocurre junto a
una SAA anterior, produciendo así una seria disminución del canal medular, de modo que a un
10 de un 50% de estos pacientes puede desarrollar una compresión medular. La subluxación
vertical es más frecuente en ancianos con una severa enfermedad y de larga evolución.
La subluxación posterior es menos frecuente, ocurre aproximadamente en el 6,7% de los
casos y generalmente, sólo si la odontoides está erosionada o malformada congénitamente.
En la subluxación posterior es típica la compresión medular.
Subluxaciones rotacionales ocurren en el caso de destrucción de masas laterales de C1 y
C2.
Erosiones de la odontoides ocurren en 20-40% de pacientes con AR, una sinovitis crónica
de la articulación anterior y posterior del proceso odontoides es la responsable. Su resultado
funcional es pequeño, se comporta igual que una hipoplasia o aplasia congénita.
Subluxaciones subaxiales ocurren entre el 7 y el 29% de pacientes con AR y son caracte-
rísticas de pacientes con enfermedades severas y de larga duración. Se reconocen radiológica-
mente por existir una pérdida de alineamiento mayor de 2 mm entre los márgenes posteriores
de dos cuerpos vertebrales. El canal medular es más estrecho y la compresión neurológica es
más probable que a nivel atlanto-axial. La asociación de subluxación atlanto-axial y subaxial
aumenta la incidencia de complicaciones neurológicas.
Se ha descrito la posible presencia de una desviación laríngea adquirida en pacientes con
artritis poliarticular erosiva de la columna cervical, se trata de una desviación de la laringe en
tres planos: caudalmente, desviado a la izquierda, rotado a la derecha y angulado hacia delan-
te. El hallazgo radiológico más frecuente es una deformidad escoliótica de la tráquea y laringe,
secundaria al acortamiento del cuello por una subluxación vertical(6).
Algunos pacientes AR con afectación cervical encuentran alivio sintomático en el uso de
collarines cervicales, aunque ni los collarines duros, ni los blandos tienen efecto para inhibir
la subluxación de la odontoides en flexión y no proporcionan ninguna influencia estabiliza-
dora sobre el cuello reumático inestable durante los movimientos cervicales(5).
Otros cambios radiológicos que pueden observarse en la AR son: osteoporosis, estrecha-
miento de espacios discales, erosiones de cuerpos vertebrales o fusiones articulares o anorma-
lidades de las curvas cervicales.
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Así pues, pacientes con AR propuestos para cirugía que no afecte a columna cervical debe
ser evaluada la implicación reumática del cuello. Son pacientes de “alto riesgo” aquéllos con
síntomas en cuello; enfermos de larga duración; enfermedad erosiva; nódulos subcutáneos y
en particular pacientes ancianos.
La radiología lateral de columna cervical debe ser obtenida en posición neutra y en flexión
y extensión. La subluxación anterior y vertical debe ser sospechada y el espacio medular debe
ser medido, así como la distancia atlanto axial. En la columna cervical inferior deben buscarse
posibles subluxaciones subaxiales, así como estrechamientos de espacios discales. La combi-
nación de subluxación anterior con una subluxación vertical o una subaxial, coloca al paciente
en situación de alto riesgo de presentar lesión neurológica.
La radiología cervical anteroposterior debe realizarse para buscar la desviación laríngea
en pacientes con afectación importante del cuello(5). La tomografía axial computarizada o
resonancia también se usan para confirmar la presencia de afectación cervical en la AR.
b. Articulación temporomandibular
Su afectación está frecuentemente asociada a la presencia de fijación cervical y se presenta
como una artritis uni o bilateral produciendo limitación de la apertura de la boca. Se pueden
formar adherencias fibrosas entre las superficies articulares conduciendo a anquilosis. Son más
frecuentemente afectadas en la artritis juvenil. Se ha comunicado un aumento de incidencia
de obstrucción de vías aéreas altas en decúbito supino en pacientes con artritis temporoman-
dibular(3).
c. Alteraciones cricoaritenoideas
La afectación laríngea puede ser vista en más del 75% de pacientes con AR. Los síntomas
rara vez son importantes, pero la fijación bilateral de las articulaciones cricoaritenoideas puede
presentarse como una sensación de distensión en la garganta, disfagia, disnea de esfuerzo, ron-
quera y raramente con estridor y obstrucción de vías aéreas altas.
La laringoscopia puede revelar una disminución de movimientos cricoaritenoideos, adduc-
ción fija de las cuerdas o estenosis glóticas. Estos hallazgos sugieren la necesidad de vigilan-
cia postoperatoria para detectar signos de obstrucción de vías aéreas postintubación o consi-
derar técnicas regionales alternativas o incluso traqueostomía preanestésica(3,7).
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res respetando el esqueleto axial, salvo las cervicales. Los nódulos subcutáneos son una carac-
terística diagnóstica útil, así como la presencia de factor reumatoide, líquido de derrame sino-
vial inflamatorio con aumento de polimorfonucleares y radiología de desmineralización y ero-
sión ósea yuxtaarticular.
Criterios diagnósticos de AR. American College of Rheumatology (1987). Se precisan cua-
tro de los siete criterios siguientes:
1. Rigidez matutina. 2. Artritis de tres o más áreas articulares. 3. Artritis de las articulaciones de la
mano. 4. Artritis simétrica. 5. Nódulos reumatoideos. 6. Factor reumatoide sérico 7. Alteraciones radio-
lógicas típicas de AR en mano y muñecas.
El diagnóstico diferencial con la espondilitis anquilosante (EA) se muestra en la tabla I, modi-
ficado de Stoelting:
AR EA
Historia familiar Rara Frecuente
Sexo Mujer (30-50 años) Varón (20-30 años)
Artic. implicadas Poliartropatía simétrica Oligoartropatía asimétrica
Afect. vertebral Cervical Total
Afect. sacroilíaca No Sí
Afect. cardíaca Derrame pericárdico Cardiomegalia
Regurgitación aórtica Regurgitación aórtica
Alt. conducción card. Alt. conducción.
Fibrosis valvular
Arteritis art. coronarias
Afect. pulmonar Derrame pleural Fibrosis pulmonar
Fibrosis pulmonar
Ojos Queratoconjuntivitis seca Conjuntivitis. Uveítis.
Factor reumatoide Positivo Negativo
HLA-B27 Negativo Positivo
HLA DR4 Positivo Negativo
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D) PLANTEAMIENTO ANESTÉSICO
La elección de la técnica anestésica dependerá, fundamentalmente, de los hallazgos preo-
peratorios y del tipo de cirugía propuesta.
2. Técnicas de anestesia general. como ventajas incluyen: el permitir un mejor control sobre
los mecanismos fisiológicos cardiovasculares y respiratorios, pueden facilitar posiciones
inhabituales y evitan la teórica limitación temporal de las anestesias regionales.
Sin embargo, se precisa un hábil manejo, no siempre fácil, de la vía aérea superior.
Dadas las características de cuello inestable presentes en muchas AR fundamentalmente: la
deformidad en flexión del cuello que impide su estiramiento, con mayor probabilidad de
obstrucción de vías aéreas al quedar el paciente inconsciente; la subluxación atlantoaxial con
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1. Clasificación de Mallampati
Clase 1. Pilares de paladar, paladar blando y úvula visibles
Clase 2. Se ven iguales estructuras, en parte enmascaradas por la base de la lengua
Clase 3. Sólo paladar blando puede ser visualizado
Clase 4. Paladar blando tampoco puede ser visualizado
de una técnica en la que cuesta habituarse con destreza(5). Es útil ayudarse de un capnó-
grafo para localizar la tráquea(13).
La laringoscopia directa tras anestesia general con relajante muscular es controvertida, aun-
que ha sido propugnado por algunos autores(20). El papel de la relajación muscular sobre el
cuello reumático no ha sido bien estudiado.
Algunos autores defienden el uso de la intubación orotraqueal tras rápida secuencia de
inducción de anestesia en pacientes con cuello inestable, utilizando, además, presión cri-
coidea para estabilizar la laringe y estabilización lineal manual. No encontraron un aumen-
to de lesión o nuevas lesiones neurológicas, como resultado de la intubación(20).
La técnica con catéter retrógrado permite intubar en relativo breve tiempo y con escaso san-
grado, aunque tiene riesgo de dañar estructura. También puede ser usado como guía para
la intubación fibroóptica(21).
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1. Prueba de Sharp y Purser: proporciona una estimación clínica de la inestabilidad cervical. Con el paciente
de pie relajado y con el cuello flexionado. Con un dedo sobre la espinosa del axis se presiona la frente hacia
atrás con la otra mano. Normalmente el movimiento es mínimo, si hay SAA la cabeza se desplaza hacia atrás
al producirse la reducción.
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3. Farmacología anestésica en AR: es preciso tener en cuenta que la disposición de los fár-
macos anestésicos puede estar alterada en el paciente reumatoideo, como resultado de cam-
bios en la concentración de proteínas plasmáticas o de disfunción renal asociada.
La disminución de la albúmina sérica, el aumento de alfa 1 ácido glicoproteína pueden con-
ducir a una fracción libre aumentada de ciertas drogas, el balance del efecto resultante depen-
de de la extensión original de la unión a proteínas y de qué cantidad de molécula de droga
esté ligada. Ej. diazepam está normalmente muy ligado a albúmina, sus efectos pueden aumen-
tar mucho en presencia de hipoalbuminemia. Drogas sólo moderadamente unidas a proteínas
como los relajantes pueden sólo aumentar su fracción libre en pequeña proporción. Fármacos
con alta afinidad por alfa 1 ácido glicoproteínas, como verapamil, metoclopramida, propa-
nolol, pueden disminuir su fracción libre y como consecuencia reducir su acción terapéutica(3).
En el caso de los anestésicos locales, esto puede ser una ventaja. Bupivacaína y lidocaína tie-
nen alta afinidad por unirse al alfa 1 ácido glicoproteína al igual que antes la fracción libre
es reducida del 8,7% en pacientes normales al 2,9% en AR. Esto puede prolongar aclara-
miento de la bupivacaína, pero esta unión al alfa 1 ácido glicoproteína adicional disminuye
el riesgo de toxicidad sistémica(28).
Hay pocos datos que evalúen las implicaciones farmacocinéticas de la AR, pero es recono-
cido que, tanto la dosificación, como la tasa de administración de las drogas debe ser cui-
dadosamente titulada para evitar efectos tóxicos.
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A) CONCEPTO-DEFINICIÓN. EPIDEMIOLOGÍA
La espondilitis anquilopoyética (EA) es una enfermedad inflamatoria, sistémica, deformante
y progresiva, de etiología desconocida y comienzo insidioso, que afecta principalmente al esque-
leto axial, pudiendo afectarse también otras articulaciones y estructuras extraarticulares.
Es el prototipo de un un grupo de afecciones “las espondiloartropatias“ que tienen algunas
características comunes como: su frecuente asociación al antígeno leucocítico humano HLA B27,
su clínica característica con afectación predominante de la articulación sacroilíaca, así como una
artropatía inflamatoria periférica y ausencia de nódulos reumatoideos y factor reumatoide.
Es característico de la EA la infiltración inflamatoria de ligamentos y cápsulas articulares por
un tejido de granulación que progresa a fibrosis, calcificación y eventualmente anquilosis. La anqui-
losis completa de la columna cervical en posición de flexión característica es el resultado final.
Ocurre predominantemente en varones y suele iniciarse entre los 20 y 30 años, su comien-
zo suele ser insidioso. Su evolución es variable.
La EA presenta una estrecha correlación con el HLA B27, se da en todo el mundo, guardando
relación con la prevalencia geográfica del antígeno. Existen otros factores genéticos y ambien-
tales que intervienen en la patogenia de la enfermedad(1,30,31).
La sacroíleitis consiste en un tejido de granulación subcondral, primero se erosiona el iliaco
y luego el sacro. Los bordes escleróticos son sustituidos por fibrocartílago y luego se osifican.
En columna se da un tejido de granulación inflamatorio en el anillo fibroso en su unión con el
borde de hueso vertebral, las fibras anulares externas se erosionan, se osifican y dan sindes-
mófitos. La progresión ascendente da la “columna en bambú”.
En cuanto a la patogenia, presenta características de tipo inmunitario. No se conoce ningún
agente exógeno especifico, aunque las bacterias entéricas podrían desempeñar algún papel(30).
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B) VALORACIÓN PREOPERATORIA
Afectación osteoarticular:
La enfermedad suele iniciarse con dolor insidioso lumbar con rigidez matutina que mejo-
ra con la actividad, el dolor se va haciendo persistente, bilateral y con exacerbaciones. Se puede
acompañar de hipersensibilidad ósea en uniones costoesternales, apófisis espinosas, crestas ilí-
acas, trocanteres. Las artritis de caderas, hombros y articulaciones periféricas son más raras y
asimétricas. El dolor y rigidez en cuello suele ser tardíos. Además, se suele evidenciar una pér-
dida de movilidad de la columna con limitación de la flexión anterior, lateral y de la extensión
lumbar, así como limitación de la extensión torácica, hipersensibilidad ósea y espasmos en mús-
culos paraespinosos.
El proceso inflamatorio suele iniciarse en las articulaciones sacroilíacas y se extiende pro-
ximalmente a columna vertebral y articulaciones costovertebrales. Una limitación de la expan-
sión torácica de menos de 2,5 cm es criterio clínico. Los ligamentos interespinosos se osifican
y forman puentes óseos entre las vértebras lumbares. La afectación cervical varía entre un lige-
ro grado de limitación de movimiento de cuello hasta una anquilosis completa(30).
Los pacientes con enfermedad avanzada tienen un mayor riesgo de sufrir fracturas verte-
brales. Agresiones leves, especialmente de tipo de extensión, pueden conducir a fracturas ver-
tebrales a través de los espacios discales osificados, seccionando la columna. Todo potencial
movimiento sobre la columna fusionada se concentra ahora en el sitio de fractura. Hemorragias
epidurales masivas son frecuentes y contribuyen a una alta incidencia de déficit neurológicos
y mortalidad. Estos pacientes deben ser estabilizados en flexión, pues la inmovilización neutra,
probablemente, aumente los síntomas y la lesión neurológica(32). La columna cervical flexiona-
da inmóvil con su predisposición a las fracturas ante traumas en extensión leves, y que fre-
cuentemente se asocia a limitación de la apertura de la boca por afectación de la articulación
temporomandibular supone una gran dificultad para la intubación. En la valoración de los
pacientes con EA la atención debe ser centrada en el grado de movilidad cervical residual.
Pacientes con inicial o enfermedad no progresiva pueden conservar movilidad significativa. Es
importante tener en cuenta que cuando la movilidad desciende, el riesgo de lesión aumenta(5).
La afectación de la articulación temporomandidular limita la apertura de la boca en apro-
ximadamente un 10% de los pacientes, pero en enfermedad de larga evolución llega hasta un
30-40%. Puede progresar a veces hasta anquilosis completa.
Rara vez se da una artritis cricoaritenoidea con disnea, ronquera y fijación de las cuerdas
vocales(30,31).
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liferación fibrosa de la íntima de la aorta y válvulas dan una aortitis e insuficiencia aórtica, oca-
sionalmente se da una valvulopatía mitral. La afectación de las fibras de Purkinje puede dar
lugar a defectos de conducción. A veces se da bloqueo cardíaco completo, y sin embargo, sín-
tomas esqueléticos mínimos.
La complicación pulmonar más frecuente es la fibrosis del lóbulo superior simulando a veces
una tuberculosis. La gravedad de la lesión pulmonar se acentúa por la limitación de la expan-
sión torácica por afectación de articulaciones vertebrales torácicas o costovertebrales, que pue-
den disminuir la compliancia torácica y asociarse a una capacidad vital disminuida.
Los efectos neurológicos descritos más importantes son: compresión de la medula espinal
sobre todo en columna cervical por fracturas vertebrales, síndrome de la cola de caballo, epi-
lepsia focal, insuficiencia vertebrobasilar y lesiones de nervios periféricos. Además del riesgo
elevado de que traumas leves den fracturas cervicales.
Una amiloidosis ocurre raramente.
Laboratorio-radiología
No hay prueba específica. El gen HLA-B27 está presente en el 90% de pacientes con EA.
La mayoría de casos con enfermedad activa presentan elevación de la velocidad de sedimen-
tación y de la proteína C. Puede existir una anemia normocítica y normocrómica leve, y en los
casos graves elevación de la fosfatasa alcalina. Es frecuente el aumento de inmunoglobulina A.
Los casos con restricción de la movilidad de la pared torácica pueden mostrar en las prue-
bas de función respiratoria una disminución de la capacidad vital con aumento de la capacidad
residual funcional, aunque las mediciones de flujo suelen ser normales y la función ventilato-
ria se mantiene adecuadamente.
La radiología muestra una sacroileítis con erosiones, esclerosis, fibrosis y anquilosis que sue-
len ser simétricas. En columna lumbar se da una verticalización con pérdida de la lordosis y
una esclerosis reactiva de los cuerpos vertebrales. La osificación progresiva de las capas super-
ficiales del anillo fibroso y del disco provoca sindesmofitos marginales y puentes óseos.
Tratamiento
El tratamiento de la EA se basa, sobre todo en ejercicios destinados a mantener la movilidad
articular y una postura funcional, junto a drogas antiinflamatorias para alivio sintomático.
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Indometacina (en preparados de liberación lenta 75 mg una o dos veces al día) y fenilbutazo-
na (200-400 mg/día) son los fármacos más frecuentemente usados. La depresión medular es un
potencial efecto adverso de estas drogas, sobre todo la anemia aplásica y agranulocitosis de la
fenilbutazona que ha hecho restringir su uso a casos rebeldes. La sulfasalazina (2-3 g/día) tam-
bién puede ser útil(30).
La cirugía más frecuente en la EA es la artroplastia total de cadera. Un pequeño número
de pacientes puede requerir corrección quirúrgica de las deformidades en flexión extrema de
la columna con intervenciones de osteoclasias vertebrales cervicales posteriores, que requieren
un manejo anestésico específico al presentar un doble problema: el control difícil de la vía aérea
(generalmente logrado con fibrobroncoscopia en paciente sedado), junto a la necesidad de moni-
torización de la función neurológica mediante potenciales evocados o interrogando al pacien-
te despierto(33,34).
El pronóstico de la enfermedad es bueno con detección precoz y tratamiento.
Pruebas complementarias
En la analítica preoperatoria habitual sólo es posible encontrar la anemia leve o la discreta
elevación de la fosfatasa. Se buscarán indicios de depresión medular debida a drogas.
En el ECG se podrían encontrar posible defectos de conducción, o indicios de valvulopatía
aórtica.
En la radiología torácica se buscará patrón restrictivo. Realizándose, en su caso, pruebas de
función respiratoria y/o gases.
Se incluirá radiología de columna cervical en flexoextensión para valorar su movilidad e
igualmente de columna dorsolumbar para valorar las posibilidades de realización de una anes-
tesia regional
C) MANEJO ANESTÉSICO
Implicaciones anestésicas generales
Se tendrá en cuenta, sobre todo:
a) Grado de afectación de vías aéreas superiores; b) presencia de patrón restrictivo pulmo-
nar; c) grado de afectación cardíaca.
La afectación cervical, de movimientos limitados y en flexión dificultan las maniobras de
intubación.
Deben evitarse los movimientos forzados de cuello, sobre todo asociados a relajación mus-
cular por dos peligros: el riesgo elevado de fracturas y la posibilidad de insuficiencia vertebro-
basilar. Es imprescindible la valoración de los movimientos del cuello preoperatoriamente, inclu-
yendo un estudio radiológico sistemático de columna cervical, lateral y en extensión máxima.
Una vez previstas las dificultades de intubación, las opciones más seguras, como se vio ante-
riormente, pasan por: la intubación con el paciente despierto, moderadamente sedado, con
ayuda de anestesia local instilada en mucosas bucofaríngeas más la infiltración de nervios larín-
geos superiores y transtraqueal si es posible, utilizando laringoscopio directo si es posible intro-
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C. Baeza Gil
ducirlo en la boca; siendo otras opciones posibles la intubación a ciegas nasal u oral, la intu-
bación retrógrada(35). El método de elección es la intubación con fibrobroncoscopio en pacien-
te despierto, sedado y bajo anestesia local de mucosas(34).
Las alteraciones de la articulación temporomandibular aumenta aún más las dificultades de
intubación.
Durante el procedimiento anestesicoquirúrgico debe utilizarse un apoyo cervical, sobre todo
si se detectaron síntomas de insuficiencia vertebrobasilar.
La insuficiencia respiratoria y la limitación de la expansión de la pared torácica aumentan
la tasa de complicaciones pulmonares y la necesidad de ventilación pulmonar artificial posto-
peratoria.
Es posible la presencia de valvulopatías, sobre todo aórticas y defectos de conducción aso-
ciados. Es imprescindible la valoración clínica y del ECG. así como un ecocardiograma, si es
preciso, valorando adecuadamente la situación de riesgo cardiovascular.
Debido al uso de AINE, hay una elevada incidencia de hemorragia digestiva alta, siendo
preceptiva la protección gástrica.
El masaje cardíaco externo en presencia de pared torácica rígida puede ser ineficaz.
Anestesia regional
Es técnicamente difícil, tanto la anestesia espinal, como la epidural o caudal, debido a la
movilidad articular limitada, así como al cierre de los espacios interespinosos. Para algunos
autores, la probabilidad de dificultades a la intubación podrían contraindicar la realización de
una anestesia epidural.
Las dificultades técnicas pueden aumentar también el riesgo de complicaciones. Se ha des-
crito un caso de hematoma medular tras una anestesia epidural, así como otro caso con pre-
sencia de convulsiones tras una inyección intraósea accidental de 20 ml. de bupivacaína al
realizar un bloqueo caudal.
Los descensos súbitos o excesivos de la resistencia vascular sistémica son mal tolerados en
pacientes con regurgitación aórtica.
CONCLUSIÓN
Los pacientes con artropatías inflamatorias tienen el riesgo de padecer lesión medular cuan-
do la vía aérea es colocada para la intubación. Sin embargo, en el cuello de la AR potencialmente
hipermóvil con inestabilidad atlantoaxial y deformidad en flexión o en el cuello inmóvil de la
EA, donde movimientos inapropiados pueden conducir a fracturas, la intubación debe ser rea-
lizada con un mínimo de movimientos cervicales. Se tendrá en cuenta, asimismo, la posible afec-
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tación extraarticular o sistémica y los efectos colaterales de las drogas usadas en el tratamien-
to. Se realizará una correcta planificación de la técnica anestésica y del postoperatorio, depen-
diendo del tipo de cirugía programada.
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XII
ANESTESIA EN PROCESOS HEMOLÍTICOS
Mª S. Asuero de Lis
Jefe de Servicio de Anestesiología-Reanimación. Hospital “Severo Ochoa”. Leganés. Madrid
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Mª S. Asuero de Lis
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Esplenomegalia
El bazo tiene la función de atrapar y destruir hematíes con mínimos defectos. Aunque esta
función habitualmente no afecta a células normales, la esplenomegalia puede dar lugar a su
atrapamiento y destrucción. Este fenómeno de hiperesplenismo puede conducir a hemólisis. El
tratamiento está dirigido hacia la enfermedad causante de la esplenomegalia (enfermedades
inflamatorias, linfomas, de almacenamiento). La esplenectomía está indicada si el proceso no
se controla con tratamiento médico.
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Mª S. Asuero de Lis
infección neumocócica. A veces, estos pacientes están tratados con inmunosupresores. El tipo
de agente anestésico utilizado no influye en la morbilidad. La necesidad de transfusión san-
guínea en presencia de anemia severa, en el pre o intraoperatorio, supone un problema. Debido
a los anticuerpos circulantes, encontrar sangre compatible para estos pacientes es prácticamente
imposible y es necesario realizar pruebas cruzadas especiales con adsorción de la panaglutini-
na del suero del paciente. En general, dicha transfusión se debe evitar, siempre que se pueda, y
hay que estar preparados para reacciones adversas en caso de utilizarla, incluso durante la anes-
tesia general. Esta anemia hemolítica rara vez provoca la muerte del paciente, que puede pro-
ducirse, a veces en el postoperatorio, por complicaciones infecciosas o trombóticas.
La anemia hemolítica por anticuerpos fríos es una enfermedad idiopática secundaria a enfer-
medades infecciosas, como la neumonía por micoplasma, la mononucleosis infecciosa, y neo-
plasias. Los anticuerpos IgM reaccionan con los antígenos polisacáridos, a bajas temperaturas
(4° C), y producen la lisis intravascular 5-10 días después de la recuperación de la infección.
Es una situación rara, ya muy pocos pacientes con aglutininas por la infección desarrollan hemó-
lisis severa, generalmente, se presenta de forma moderada en personas mayores con enferme-
dades linfoproliferativas. Las manifestaciones cutáneas son las mejor controladas si se man-
tiene al enfermo en ambiente templado. Se debe evitar la hipotermia no intencionada que se
produce durante el procedimiento anestesicoquirúrgico, mediante la colocación de mantas de
calentamiento por convección de aire caliente.
La reacción hemolítica intravascular fatal a la transfusión sanguínea (1/100.000 U transfun-
didas(7)) es una situación catastrófica, generalmente, producida por incompatibilidad del siste-
ma ABO, por desarrollo de anticuerpos, y se puede desencadenar con sólo 20 cc de sangre homó-
loga. En muchos pacientes con transfusiones previas, se produce la reacción por anticuerpos
anamnésicos. La Hb libre puede precipitar en el túbulo renal y producir insuficiencia renal. Hay
que alcalinizar la orina y forzar la diuresis (> 75 cc/h) aumentando la administración i.v. de líqui-
dos y manitol al 20%. Bajo anestesia general parte de los síntomas de hemólisis, fiebre, dolor lum-
bar, temblores, etc. están enmascarados. Si la reacción es severa se puede producir la muerte. Los
anticuerpos del sistema Rh suelen producir hemólisis extravascular. La hemoglobinuria paro-
xística por frío ahora es muy rara y antes se veía asociada a sífilis terciaria.
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sencia de hemoglobinuria, alcalinizar la orina y forzar la diuresis con diuréticos osmóticos (mani-
tol 20%) para proteger el riñón.
Defectos en la síntesis de la Hb
En este grupo la enfermedad se produce por un desequilibrio en la síntesis de las cadenas
que forman la Hb o por síntesis de cadenas anormales, hemoglobinas anormales, secundarias
a la alteración de la secuencia de los aminoácidos que las componen.
La “talasemia” es un grupo de anemias hereditarias, en las que el desequilibrio en la síntesis
de las cadenas de globina de la Hb produce hematíes hipocromos y microcíticos (valor corpuscu-
lar medio < 80). Con frecuencia se diagnostica durante el embarazo y si la anemia es severa
puede tener consecuencias peligrosas para la madre y el feto. Los pacientes con α-talasemia tie-
nen una disminución de la síntesis de α-globina y los que tienen ß-talasemia una disminución
de la ß-globina.
En la α-talasemia, las manifestaciones clínicas dependen del número de genes afectados
en la cadena. En pacientes heterocigotos, con rasgos talasémicos, la hemólisis suele estar bien
compensada. En la enfermedad de la HbH están afectados tres genes de la cadena α, se preci-
pita y forma los cuerpos de Heinz. En las formas más severas, con cuatro genes de la cadena α
afectados, el tetrámero de Hb está formado sólo por cadenas γ (Hb de Barts), se produce hidrops
fetal, y la situación es incompatible con la vida, ya que esa Hb es incapaz de transportar O2 (el
transporte de O2 depende de la presencia de heterotetrámero). Esta enfermedad es más frecuente
en la población oriental.
La ß-talasemia es más común en las regiones mediterráneas. En la forma más grave,
anemia de Cooley, los pacientes tienen anemia severa, mal pronóstico y son transfusión depen-
dientes. Las manifestaciones clínicas aparecen alrededor de los seis meses de edad, la hemó-
lisis se produce en la médula ósea y en la periferia, se acompaña de hepatoesplenomegalia
y aumento del tamaño de los huesos malares, por aumento de la médula ósea, lo que origina
una facies característica. Las transfusiones aumentan la posibilidad de transmisión de enfer-
medades infecciosas y de sobrecarga de hierro que puede producir daño hepático, de los órga-
nos endocrinos y del corazón. El enfermo puede desarrollar lesión hepatocelular, hiperpig-
mentación de la piel, retraso de crecimiento, diabetes e hipotiroidismo. Frecuentemente hay
que instaurar tratamiento con quelantes del Fe, infusión de desferrioxamina 25-50 mg/kg/día.
La única medida para curar la enfermedad es el trasplante de médula ósea. La ß-talasemia
de mediana severidad tiene menos sintomatología y los pacientes suelen sobrevivir hasta la
edad adulta. La mayoría de los enfermos con ß-talasemia minor (heterocigotos) permane-
cen asintomáticos, el 20% tienen esplenomegalia, el nivel de Hb suele ser un 15% por deba-
jo del normal y no suelen plantear ningún problema anestésico durante la cirugía. Por tanto,
las implicaciones y riesgos anestésicos dependerán del grado de enfermedad, del grado de
anemia.
Respecto a la síntesis de “hemoglobinas anormales” hay que destacar tres variantes de la cade-
na ß con significación clínica. La Hb S, la Hb C, D y E, que se producen por la sustitución de
una base en el triplete del codón correspondiente.
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La anemia en los pacientes con anemia de células falciformes o drepanocitosis (sickle cell
disease) Hb SS, se debe a la sustitución de tiramina por adenina en el ácido glutámico del codón
del DNA, lo que produce una sustitución de la b-6-valina por ácido glutámico. Esta molécula
de Hb anormal, con carga menos negativa que la Hb A, tiene tendencia espontánea a la desa-
turación, a la agregación molecular y a su polimerización, al cambio en la forma del hematíe y
a su lisis. Es decir, las principales consecuencias fisiológicas de esta enfermedad son, por un
lado, la anemia hemolítica y, por otro, el daño tisular por la obstrucción vascular con los hema-
tíes afectados.
La herencia y los factores adquiridos influyen en la patogénesis de los síntomas clínicos, desde
formas asintomáticas a letales con crisis drepanocíticas. Los factores más importantes son:
1º. La cantidad de Hb S dentro del hematíe respecto a otras hemoglobinas. Los portadores
con concentraciones de Hb S menor del 50% no suelen tener síntomas severos. La presencia
de Hb F, que inhibe la polimerización, mejora el pronóstico.
2º. La interacción entre la drepanocitosis y la talasemia. La presencia de Hb A puede disminuir
la sintomatología.
3º. El grado de desaturación es el factor más importante en la producción de crisis siklémica.
Ese nivel varía con la concentración de Hb S en la célula. Mientras que en pacientes porta-
dores de la enfermedad, heterocigotos, sólo se producirán en situaciones de hipoxia severa,
con PO2 de 15 mm Hg, en los homocigotos (Hb SS) comenzará cuando la PO2 sea de 40
mm Hg.
4º. La hipotermia precipita las crisis por vasoconstricción.
5º. La presencia de acidosis, que desvía la curva de disociación de la Hb a la izquierda, favo-
rece la formación de Hb desaturada, la agregación de la Hb S y su polimerización.
6º. La concentración corpuscular media de Hb, ya que la tendencia a la agregación de la Hb S
depende de su concentración. Por eso una situación hiperosmolar, por deshidratación con
hipertonicidad y estasis vascular puede precipitar una crisis.
7º. El estado del endotelio vascular, puesto que los hematíes con esta Hb tienen aumentada
su adhesividad al mismo.
Las crisis drepanocíticas son episodios isquémicos músculo-esqueléticos, abdominales, lum-
bares o torácicos, muy dolorosos, por el infarto del territorio correspondiente a la obstrucción
vascular. Es muy importante controlar el dolor, generalmente muy intenso, incluso con mórfi-
cos.
Desde el punto de vista anestésico, tenemos que valorar en estos pacientes las manifesta-
ciones sistémicas de la enfermedad, si presentan anemia y los episodios vasculares obstructi-
vos que pueden dañar algún órgano. Dentro de las primeras hay que destacar la susceptibili-
dad a la infección, que origina en la infancia con frecuencia cuadros de meningitis (200-300 veces
más que en niños normales) y osteomielitis. Sufren retraso en el crecimiento y en el desarrollo
sexual y pueden presentar crisis de aplasia, con anemia severa, a veces mortal, debido a la depre-
sión medular secundaria a la infección por parvovirus(9).
Los pacientes heterocigotos son clínicamente normales y sólo presentan crisis drepanocíti-
cas cuando se asocian con enfermedad cardíaca cianosante, con intoxicaciones alcohólicas agu-
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Mª S. Asuero de Lis
das o cuadros de hipoxia severa o disminución del flujo sanguíneo periférico. Sin embargo, los
pacientes con Hb SS suelen presentar anemia crónica (Hb < 8 g/dl), moderada ictericia por la
hemólisis (vida media de hematíes 10-15 días), una incidencia alta de colelitiasis (33% en chi-
cos mayores de 10 años), cifoescoliosis, múltiples lesiones isquémicas por infartos repetidos que
producen: hipertensión pulmonar, autoesplenectomía, alteración de la función renal (isostenu-
ria), lesiones en el sistema nervioso central (alteraciones visuales, retinopatía, hemiplejía), úlce-
ras en las piernas, necrosis ósea avascular, priapismo, y alguna disfunción cardíaca (fibrosis
isquémica miocárdica), que se acentúa por la necesidad de mantener un gasto cardíaco eleva-
do por la anemia. Antes de realizar una cirugía los pacientes requieren una preparación espe-
cial dirigida a controlar, si existe, infección respiratoria, mejorar su hidratación y corregir la ane-
mia con un programa de transfusión sanguínea.
El programa de transfusión sanguínea preoperatoria, está controvertido, ya que la transfu-
sión sanguínea se asocia a sobrecarga de líquidos y de hierro, hepatitis y aloinmunización, más
frecuente en estos enfermos (15-20%)(10,11). No estaría indicado en intervenciones quirúrgicas
menores y algunos autores sólo la indicarían con un nivel de Hb < 7 g/dl, en caso de cirugía
mayor, que implica grandes pérdidas hemáticas, o en presencia de fallo cardíaco secundario a
la anemia(12). El programa se debe realizar a lo largo de varios días o un mes antes de la ciru-
gía y tiene la finalidad de reducir la concentración de Hb S al 40-30% del total, mantener un
hematócrito de 30% y suprimir la eritropoyesis(10,12). La sangre administrada, debe ser fresca (2-
4 días) y caliente(12). Se comienza con una primera transfusión de concentrado de hematíes, a
razón de 15 ml/kg, en las dos semanas siguientes muchos hematíes con Hb S morirán. Se con-
tinua con una segunda transfusión y se estudia el nivel de Hb S. La cirugía se podría realizar
a las dos semanas de la segunda transfusión.
En la premedicación hay que evitar el riesgo de hipoxia por depresión respiratoria. La téc-
nica anestésica es más importante que el agente utilizado en sí y existen pocos datos acerca de
las ventajas de la anestesia general o de la regional. Parece que la utilización de distintos tipos
de agentes anestésicos tienen poca incidencia sobre la morbilidad perioperatoria en estos pacien-
tes, que en algunos estudios alcanza el 45%(13). Es fundamental mantener la estabilidad cardio-
vascular. Las deformidades esqueléticas pueden hacer difícil la intubación orotraqueal. Durante
el mantenimiento de la anestesia es primordial mantener una buena oxigenación (FIO2 0,5), nor-
mocapnia, buena hidratación, al menos 3 L/m2/24 h, teniendo en cuenta las pérdidas en cirugía
mayor, evitar el desarrollo de acidosis, de hiperosmolaridad, de hipotermia mediante mantas de
calentamiento y calentamiento de líquidos i.v. (a 30° C la viscosidad aumenta un 30%), el estasis
venoso (mantener posturas fisiológicas) y la aplicación de torniquetes (limitar su tiempo si es
imprescindible para la cirugía). En el período postoperatorio hay que mantener las mismas medi-
das y prescribir suplementos de O2 (FIO2 0,5). Los pacientes portadores de rasgos drepanocíticos,
clínicamente asintomáticos se deben tratar durante la anestesia con las mismas precauciones.
La cirugía que precisan con más frecuencia es la colecistectomía y actualmente existen
buenos resultados cuando se realiza por vía laparoscópica(14,15,16). En caso de cirugía cardíaca
con circulación extracorpórea algunos autores recomiendan la utilización de altos flujos duran-
te la perfusión extracorpórea, evitando la hipotermia o hipotermia ligera y vasodilatación(17,9).
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XIII
ANESTESIA EN LA CIRUGÍA
DE LA EPILEPSIA
LJ. Goldman
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid
INTRODUCCIÓN
La prevención de las crisis en pacientes epilépticos, es una preocupación constante de los
anestesiólogos, tanto durante la anestesia como en el postoperatorio inmediato(1-2). Sin embar-
go, entre un 5-15% de los pacientes epilépticos son considerados intratables por medios far-
macológicos sufriendo, por tanto, una discapacidad progresiva, un cierto rechazo social y
dificultades laborales y emocionales. La cirugía ofrece una reducción entre el 60-90% de las cri-
sis en aquellos casos resistentes al tratamiento farmacológico(3-6).
Con la consolidación de la cirugía de la epilepsia como una opción terapéutica, la neuroa-
nestesia asume el reto de abordajes quirúrgicos más sofisticados y la implantación de nuevas tec-
nologías. Así, los registros neurofisiológicos intraoperatorios de la actividad del foco epiléptico
destinados a delimitar la zona de exéresis hacen necesaria una cuidadosa selección de los agen-
tes anestésicos a fin de evitar alteraciones en el EEG que dificulten su localización(7-10).
En esta misma dirección, la realización de corticotomías en áreas críticas ha hecho resurgir
la craniotomía con el paciente consciente para prevenir las alteraciones funcionales y preservar
la integridad neurológica. Esta intervención obliga a un ajuste preciso de los niveles de seda-
ción y analgesia necesarios para hacer tolerable el procedimiento evitando que el efecto depre-
sor de los fármacos suponga un riesgo para el mantenimiento de la vía aérea y el intercambio
gaseoso(11).
Las exploraciones diagnósticas preoperatorias como el Test de Wada, la resonancia nucle-
ar magnética (RNM), la estimulación de la actividad de focos epilépticos y la colocación de
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LJ. Goldman
EVALUACIÓN PREOPERATORIA
La naturaleza de la lesión, sus manifestaciones clínicas y el tratamiento farmacológico son
puntos a destacar de la valoración preoperatoria. Incrementar la comunicación con el paciente
en la medida de sus posibilidades intelectuales favorece la realización de procedimientos que
requieren un cierto grado de colaboración, como la colocación de electrodos intracraniales o
resecciones con el paciente despierto.
Frecuentemente se colocan electrodos intracraniales entre 7-14 días antes de la resección. En
algunos pacientes persiste un pneumoencéfalo durante un cierto tiempo, limitando el uso de
N2O en futuras intervenciones.
Interacciones farmacológicas
La duración del efecto del atracurio no parece afectada por la administración crónica de feni-
toína(13). Ha sido demostrada cierta resistencia al rocuronio, relajante muscular, cuya molécula
esteroidea está relacionada químicamente con el vecuronio (ORG 9426) y la fenitoína(14).
Los pacientes tratados crónicamente con medicación anticomicial parecen recuperarse más
rápidamente del efecto de los relajantes musculares vecuronio, pancuronio y pipecuronio que los
pacientes sin medicar(15-17). Además, el número de fármacos recibidos potencia la recuperación de
la actividad muscular. También ha sido observada una resistencia al efecto del fentanilo(18).
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continua a dosis relativamente bajas (3-5 mg/kg/h) aunque suficiente para los requerimien-
tos anestésicos del paciente, las repercusiones sobre los registros intraoperatorios han sido esca-
sas, permitiendo una identificación adecuada de la zona a extirpar.
Otros agentes anestésicos utilizados en la inducción y mantenimiento de la anestesia pue-
den reducir e inclusive suprimir la actividad del foco epiléptico a dosis usuales. La necesidad
de delimitar perfectamente la zona de exéresis por las posibles repercusiones funcionales jus-
tifica en algunos casos la utilización de anestesia local y sedación monitorizada durante la
craniotomía. Esta técnica permite la colocación de electrodos, la resección quirúrgica de lesio-
nes focales o lobectomías mientras el paciente está despierto.
Otras opciones incluyen la realización de una técnica anestésica convencional con isoflura-
no, intubación y relajación muscular hasta el inicio de los registros en que se superficializa la
anestesia administrando sólo óxido nitroso a menos del 30% y fentanilo en bolos intermitentes.
Esta estrategia, si bien elimina los inconvenientes de mantener despierto al paciente y permite
un adecuado control ventilatorio, anula las ventajas sobre la preservación de la integridad fun-
cional y ofrece una más que escasa protección frente al estrés quirúrgico mientras entraña el
riesgo que algunos pacientes se enteren del procedimiento. Fiol et al. han demostrado la supre-
sión de la actividad del EEG cuando la concentración inspiratoria de isoflurano es superior al
2%, y sugiere su utilización a dosis más bajas (inferiores a 1,25%) asociado a óxido nitroso (50-
70%) y alfentanilo. Según dicho estudio, la frecuencia media de descarga de puntas no dismi-
nuye con el aumento de la concentración de isoflurano, sin embargo, el rango de frecuencias es
tan amplio que algunos pacientes tenían sólo 2-5 ondas por minuto lo cual supone una activi-
dad inaceptablemente baja para un estudio neurofisiológico intraoperatorio(48).
Provocación de ataques
El test de provocación con tiopental en la evaluación prequirúrgica ha sido estudiado tanto
en adultos como en niños utilizando electrodos subdurales y monitorizando la desaparición de
las ondas β y la activación de las descargas intercríticas representativas de disfunción focal cere-
bral. Algunos pacientes presentan obstrucción de la vía aérea reversible mediante sujeción de
la mandíbula, crisis objetivables en el EEG y convulsiones clínicas. Aunque existe una cierta
concordancia entre la localización de los focos y los parámetros electrofisiológicos analizados,
el grado de especificidad y sensibilidad son inaceptablemente bajos(49-50).
La administración intravenosa de alfentanilo, un narcótico sintético de efecto rápido, en
pacientes con electrodos subdurales sometidos a una lobectomía temporal, provoca un aumen-
to de la frecuencia de potenciales intercríticos si bien la especificidad de la activación provo-
cada en pacientes con crisis parciales de origen temporal no es concluyente(51). Por otra parte,
los efectos de fármacos supuestamente proconvulsionantes no se limitan al foco epiléptico, sino
que repercuten sobre otras funciones. En un paciente intervenido de lobectomía temporal se
desencadenó un ritmo más rápido con 1 mg de alfentanilo, pero la disminución observada en
la presión arterial sistémica y en la saturación venosa yugular de O2 (SvyO2) medida con un caté-
ter de oximetría en el golfo de la yugular, sugieren un efecto metabólico global que puede afec-
tar la descarga del foco epiléptico (Figura 1).
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Figura 1. Efecto de la administración de una dosis de 1 mg i.v. de alfentanilo sobre la SvyO2 en un paciente de 25 años
durante una lobectomía temporal con el objeto de incrementar las anomalías en el EEG. En el registro de 45´ se observa
un disminución de la SvyO2 probablemente debido al descenso concomitante del 30% en la presión arterial sistémica, sugi-
riendo un efecto metabólico que no se circunscribe al foco a resecar.
CONSIDERACIONES ANESTÉSICAS
Aparte de la situación previa del paciente y de la patología concurrente, la estrategia anes-
tésica dependerá básicamente del tipo de intervención programada y de la realización de regis-
tros electrofisiológicos en el período intraoperatorio.
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LJ. Goldman
CIRUGÍA DE LA EPILEPSIA
El objetivo de las siguientes intervenciones es la resección del foco epiléptico y/o de las vías
que facilitan la propagación de la actividad crítica:
Lobectomías frontales y temporales(64)
Callosotomía(65-68)
Hemisferectomía(69)
Hipocampo-amigdalectomía
Resecciones focales
La estrategia anestésica en estos pacientes está dirigida a:
1. Asegurar una correcta perfusión cerebral, manteniendo la estabilidad hemodinámica, res-
piratoria y metabólica.
2. Facilitar el acceso quirúrgico empleando hipotensores, diuréticos e hiperventilación sin alte-
rar la situación metabólica del paciente.
3. Administrar aquellos agentes que menos interfieran con las determinaciones electrofisioló-
gicas destinadas a delimitar las zonas a resecar.
4. Vigilar la ausencia de conciencia durante todo el procedimiento, excepto cuando se requie-
re la colaboración del paciente para preservar la integridad de las zonas críticas.
5. Promover una emergencia rápida que permita una valoración neurológica precoz.
Premedicación
La realización de registros intraoperatorios obliga a dosificar adecuadamente e inclusive eli-
minar aquellos fármacos que, como las benzodiazepinas, disminuyen las descargas de las zonas
críticas. Un exceso de sedación disminuye la eficacia de las técnicas electrofisiológicas prolon-
gando innecesariamente la intervención y haciendo necesario un test de provocación cuya espe-
cificidad es cuestionable. Otro de los riesgos de la sedación excesiva es la hipoventilación que
puede, como en todos los pacientes neuroquirúrgicos, incrementar la rigidez del cerebro difi-
cultando la labor quirúrgica.
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Monitorización
Los pacientes seleccionados son, generalmente, intervenidos de resecciones temporales,
callosotomías y menos frecuentemente de resecciones focales extratemporales y hemisferecto-
mías. La monitorización incluye ECG, tensión arterial cruenta mediante una cánula en la arte-
ria radial, presión venosa central a través de un catéter de doble vía colocado en la yugular inter-
na derecha hasta el techo de la aurícula, pulsioximetría, determinaciones de la composición
de la mezcla anestésica inhalada (O2, CO2, N2O y agentes anestésicos inhalatorios), estimulador
neuromuscular, control de la temperatura corporal y diuresis horaria.
La indicación de colocar una vía central está fundamentada en el riesgo de embolia aérea
que presentan estos pacientes y que depende, básicamente, de la elevación de la cabeza en rela-
ción a las cavidades derechas. Si las posibilidades de un episodio de embolia aérea son eleva-
das otros medios de diagnóstico como la ecografía transesofágica facilitan su detección precoz.
Sin embargo, la sospecha clínica ante una arritmia inesperada, una disminución de la satura-
ción arterial de O2 o un descenso del CO2 espirado deberían alertar sobre esta complicación
antes que el deterioro de la situación hemodinámica sea evidente.
Esta complicación, aunque infrecuente, puede tener consecuencias devastadoras si se aso-
cia a un cortocircuito derecha-izquierda dando lugar a una embolia paradójica. En este caso pude
ser útil confirmar mediante eco-Doppler la existencia de dicha comunicación antes de indicar la
intervención. Por otra parte, un catéter central facilita el acceso vascular y el control de la pre-
carga de las cavidades derechas. En la hemisferectomía hay que prever importantes cambios
en la volemia requiriendo vías de infusión rápida para hemoderivados y cristaloides.
El mantenimiento de una presión de perfusión cerebral aceptable será un objetivo fundamental
durante toda la cirugía, ya que un desajuste entre las necesidades metabólicas cerebrales y el oxíge-
no aportado por el flujo sanguíneo puede favorecer un aumento del metabolismo anaerobio provo-
cando acidosis tisular y edema. El aumento del volumen del cerebro puede hacer impracticable una
intervención e inclusive si el edema es maligno constituir un riesgo vital para el paciente.
La información que proporciona la monitorización convencional en neurocirugía proviene de
los análisis bioquímicos realizados en sangre arterial, de la composición del aire espirado y del per-
fil hemodinámico sistémico. Se ha demostrado que la perfusión tisular de algún órgano vital puede
estar seriamente perturbada y, sin embargo, los gases en sangre arterial y los parámetros hemodi-
námicos sistémicos permanecer inalterables. Esta discrepancia que es evidente en el donante de
órganos cuyas funciones pueden estar preservadas mientras la circulación cerebral es inexistente,
ha estimulado el estudio de la circulación regional y la monitorización del metabolismo cerebral.
La SvyO2 refleja el grado de acoplamiento entre el flujo sanguíneo cerebral y el consumo
de O2 y, por lo tanto, es un indicador metabólico cuya utilización en pacientes con traumatismo
craneal está suficientemente establecida. En un grupo de pacientes neuroquirúrgicos la SvyO2
fue medida en el transcurso de la intervención con el objeto de valorar la repercusión de las
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Figura 2. Cáteter 4F de oximetría colocado en un paciente de 5 años intervenido de callosotomía a través de un intro-
ductor con válvula hemostática en dirección retrógrada hacia el golfo yugular. Se observa tambien el catéter de doble vía
colocado en la aurícula derecha.
Figura 3. Visualización de la yugular interna derecha hasta el golfo yugular mediante contraste inyectado a través del
catéter de oximetría.
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Figura 4. Disminución de la hiperventilación durante un registro intraoperatorio de la SvyO2 de 50´ en una callosotomía
subtotal en un niño de 5 años: efecto sobre la SvyO2 y los gases en sangre arterial. Un incremento 30,4 torr a 36,3 torr
en la PaCO2 produce un aumento de la PvyO2 de 7 torr.
Figura 5. Registro de 50´ durante una resección temporal izquierda y amigdalo-hipocampectomía en un paciente de 7
años. El catéter estaba colocado en el bulbo yugular ipsilateral y se observa un trazado inestable durante la craniotomía
hasta la apertura de la duramadre. La reducción progresiva en la SvyO2 se intentó revertir disminuyendo la hiperventi-
lación con el consiguiente incremento en el CO2 espirado de 25 torr a 31 torr.
lar interna hasta el golfo yugular. La posición del catéter fue confirmada radiológicamente
mediante inyección de contraste (Figuras 2 y 3).
La posibilidad de alterar la PaCO2 y en consecuencia influir sobre el flujo sanguíneo cerebral
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Figura 6. Efecto de la hipertensión sistémica en un paciente de 7 años en un registro de 45´ de la SvyO2 y su recupera-
ción al administrar dos bolos de labetalol de 10 mg/i.v. durante una transección del cuerpo calloso.
Figura 7. Cambios en la SvyO2 durante una lobectomía temporal en un paciente de 25 años. El registro de 40´ señala la
disminución y posterior recuperación de la SvyO2 al completar la exéresis.
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Figura 9. Gradiente ácido-base cerebral y extracción cerebral de O2 en un grupo de pacientes neuroquirúrgicos al inicio de
la craniotomía, con la duramadre abierta y al cerrar. Se observa que el gradiente y la extracción son mayores con la dura-
madre intacta. En las otras fases quirúrgicas, los gradientes de CO2 y pH se reducen al disminuir la extracción cerebral
de O2. El aumento del gradiente cerebral de CO2 y pH puede estar relacionado con una disminución del flujo sanguíneo
cerebral o bien con un aporte insuficiente de O2 que favorece el incremento del metabolismo anaerobio. Por el contrario, un
flujo sanguíneo aceptable se correspondería con un extracción de O2 reducida y un gradiente de CO2 y pH mínimo.
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establecer unas relaciones funcionales que dependen de cambios en el flujo cerebral o de la falta
de acoplamiento entre dicho flujo y el metabolismo cerebral(70-71). Estas relaciones pueden ayu-
dar a confirmar que dicho acoplamiento es el adecuado e incluso determinar el grado de hiper-
ventilación óptimo. (Figuras 8 y 9).
Los pacientes con traumatismo craneoencefálico sometidos a hiperventilación excesiva sue-
len tener peor pronóstico que los mantenidos con PaCO2 superiores. De una forma similar, en
los pacientes neuroquirúrgicos, optimizar el grado de hiperventilación intentando disminuir
los gradientes arterio-yugular de pH, PaCO2 y O2 debería preservar el metabolismo cerebral
favoreciendo la recuperación postanestésica.
Técnica anestésica
Una vez colocada la monitorización no invasiva el paciente recibe midazolam 1-2 mg i.v. y
una dosis de 2,5 mg de droperidol y 50 µg de fentanilo. A continuación y previa infiltración con
lidocaína 2% se introduce una cánula en la arteria radial. Se inicia la perfusión de propofol par-
tiendo de 100 µg/kg/min e incrementando la dosis hasta que en 3-4 minutos el paciente pier-
de la conciencia. La administración de propofol en perfusión creciente y previo relleno vascu-
lar con ClNa al 0,9%, atenúa la hipotensión que generalmente ocurre durante la inducción
con una dosis bolo. Mientras se asiste la respiración con O2 al 100% se administra atracurio o
vecuronio para facilitar la intubación traqueal. La respuesta hemodinámica a las maniobras
en la vía aérea deben prevenirse profundizando suficientemente la anestesia o administrando
1 mg/kg de lidocaína i.v. Se adecua, la ventilación del paciente tratando de mantener un CO2
espirado de 32-34 mmHg y una saturación de O2 mayor de 95% con una fracción inspirada de
O2 de 40% balanceado con N2O. Los gases en sangre arterial permitirán confirmar que los gra-
dientes alvéolo-arterial de O2 y CO2 están dentro de límites aceptables.
El mantenimiento durante la fase de registro neurofisiológico se realiza con propofol 3-6
mg/kg/h. La analgesia se suplementa con fentanilo a dosis de 1-2 µg/kg.
Despertar
Un vez que los registros han concluido es importante reinstaurar la medicación anticomi-
cial para disminuir la posibilidad de crisis en el postoperatorio. Generalmente, se utilizan feni-
toína y fenobarbital. Los anestésicos y los cambios en el volumen de distribución de los fár-
macos anticomiciales, la saturación enzimática y la competitividad por los sitios, ya sea a
nivel de los neuroreceptores o de las proteínas encargadas del transporte plasmático, pueden
alterar profundamente los niveles de los fármacos anticomiciales, repercutiendo sobre el nivel
de conciencia o bien sobre la incidencia de crisis en el postoperatorio inmediato.
La dosis de propofol puede disminuirse gradualmente durante el cierre de la cranioto-
mía. La hipertensión arterial que suele producirse como consecuencia de la superficialización
de la anestesia, puede controlarse con dosis de 25-50 mg de labetalol. La monitorización de la
función neuromuscular durante todo el procedimiento permite mantener un grado suficiente
de relajación muscular que facilite la ventilación mecánica, pero que no impida la detección
de convulsiones en caso de crisis intraoperatorias. En todo momento se intentará ajustar la admi-
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nistración del relajante muscular, para obtener dos contracciones en el tren de cuatro evitando
el efecto de dosis acumuladas que favorecen la aparición de apnea prolongada y obstrucción
respiratoria, al cesar el estímulo del tubo endotraqueal. Una vez que el paciente ha recuperado
su función neuromuscular, que la ventilación espontánea mantiene un CO2 espirado no mayor
de 45 mmHg y una saturación de O2 mayor del 95%, que la situación hemodinámica y meta-
bólica son aceptables y que han reaparecido los reflejos de protección laríngeos se puede extu-
bar la tráquea y trasladarle a la UVI. Generalmente, en pocos minutos el paciente recupera su
conciencia y es capaz de obedecer ordenes simples. Esta estrategia ha sido utilizada en un grupo
de 50 pacientes, excepto en uno de ellos sometido a una resección del lóbulo temporal y que
al presentar crisis intraoperatorias se prefirió mantener intubado y sedado durante 12 horas.
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 193
XIV
ANESTESIA EN PACIENTES CON SECCIÓN
MEDULAR AGUDA Y CRÓNICA
INTRODUCCIÓN
Se estima que la audiencia anual de lesiones medulares en nuestro país puede ser de 30 casos
por millón de habitantes, cifra similar a la de otros países. Aunque la supervivencia y el pro-
nóstico general de estos procesos ha mejorado considerablemente en los últimos años, su impac-
to social sigue siendo considerable(1). Desde el punto de vista etiológico, la causa más frecuen-
te son los accidentes de tráfico, seguidos por accidentes deportivos y laborales diversos. Los
tetraparéticos y tetrapléjicos constituyen algo más de la mitad de los lesionados medulares. Las
lesiones cervicales entre C5 y C7 y las toracolumbares entre D10 y L2 son las más frecuentes.
A efectos de valoración pronóstica y de actitud terapéutica, interesa distinguir entre lesión
medular completa e incompleta. En la lesión medular completa hay una interrupción funcio-
nal total de la médula, dando lugar al “shock medular“, estado caracterizado por una paráli-
sis fláccida con pérdida del tono y de la actividad motora, de la sensibilidad y de los reflejos por
debajo del nivel de la lesión. Las lesiones medulares incompletas pueden originar síndromes
diversos según el nivel de afectación, denominandose síndromes medulares central, de Brown-
Sequard, anterior y posterior.
193
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C2
3
4
5
C2 6
C3 7
8
C4 D1
5 2
D1 3
4
2 5
3 6
C5 4 7
5 8 C6
6 9
C6 10 C7
7 11
D1 8 12 C8
L1
9 2
10 L3
C7 4
11 L5
D 12 S 1
S2 S2
3
C8 S3 S4
5
L1 L1
L2 L5
L2
L3 S1
L4 S2
L5 L3
L4
S1
L5
Figura 1. Dermatomas.
derar la posibilidad de una lesión medular. En el paciente inconsciente, la lesión medular puede
ser sugerida por una deformidad espinal, por una respiración diafragmática (debida a paráli-
sis intercostal) o por flaccidez en los miembros paralizados. La cabeza y el cuello deben ser colo-
cados cuidadosamente en posición neutral, estabilizándose mediante una tracción longitudinal
suave; haremos un minucioso examen general, ya que con mucha frecuencia se presentan diver-
sas lesiones asociadas.
La valoración neurológica incluirá la exploración del dolor profundo -tracto espinotalámi-
co-, tacto fino y sentido de la posición -astas posteriores-, fuerza muscular por grupos muscu-
lares-tractos corticoespinales- (Tabla I), reflejos -abdominal, anal y bulbocavernoso- y pares cra-
neales. Mediante la evolución de los dermatomas y miotomas determinamos el nivel de la lesión
(Figura 1).
La lesión medular es seguida por un período denominado “shock espinal“ que dura de una a
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Consideraciones fisiopatológicas
Factores de especial importancia serán la insuficiencia respiratoria, la inestabilidad cardio-
vascular en relación a la pérdida del tono simpático, las alteraciones en líquidos y electrolitos,
así como posibles complicaciones derivadas de la alteración del control de la temperatura y la
respuesta a fármacos.
El grado de insuficiencia respiratoria va a depender del nivel de la lesión. El nervio frénico
se forma fundamentalmente a partir de C4 con pequeñas contribuciones de C3 y C5. Si la lesión
es inferior a C4 es posible una respiración espontánea con un 20-25% de la capacidad vital nor-
mal(10); si la lesión es superior a C4 no habrá respiración espontánea pudiendo también estar
afectados los pares craneales bajos con parálisis del esternocleidomastoideo y del trapecio y con
alteraciones del control motor de la faringe y de la sensibilidad de la cara. La posición del pacien-
te va a afectar considerablemente a la ventilación alveolar en el paciente tetrapléjico; mejora en
la posición de decúbito supino, con descenso del diafragma y con compresión del contenido
abdominal y desplazamientos de la pared abdominal fláccida. Durante la primera semana,
los valores, los valores espirométricos de capacidad vital funcional (FVC), incide de Tiffenau
(FEV1) y flujos espiratorios FEF 25-75º o van a reducirse hasta en un 30%, alrededor de la quin-
ta semana se produce una mejoría cuando desaparece el shock espinal y aumenta la espastici-
dad muscular. La ventilación alveolar puede verse comprendida por embolismos pulmonares
y edema pulmonar hasta en un 15% de los enfermos(11). La incidencia de edema agudo de pul-
món es alta y puede ser debida a la lesión del SNC y en muchos casos a la sobrehidratación a
la que se les somete erróneamente por la hipotensión inicial.
Experimentalmente se ha comprobado en animales que tras la lesión medular se produce
una breve elevación de la presión arterial durante dos a veinte minutos. A continuación, se desa-
rrolla una hipotensión prolongada con bradicardia, disminución de las resistencias vasculares
sistémicas y de la contractilidad miocárdica, todo ello, por la pérdida del tono simpático. La dis-
minución de la contractilidad puede acentuarse por hipoxia e hipercarbia, por fallo respirato-
rio, fármacos anestésicos y narcóticos depresores del miocardio, vasodilatadores y alcalosis res-
piratoria por hiperventilación(12).
Como complicaciones metabólicas, pueden aparecer acidosis metabólica por hipoventila-
ción alveolar o alcalosis metabólica por vómitos, aspiración gástrica, etc. Cuando la lesión es
superior a C7, se anula el centro de la sudoración, comportándose el paciente como poiquilo-
termo.
196
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 197
Consideraciones anestésicas
Monitorización
Debe ser minuciosa y amplia, incluyendo el control de la temperatura, estetoscopio esofá-
gico, electrocardiograma, diuresis, presión arterial cruenta y presión arterial pulmonar a través
de un catéter de Swan-Ganz colocado previamente a la anestesia. La presión venosa central es
de poco valor, ya que puede no alterarse incluso con grandes cambios en las presiones de lle-
nado del ventrículo izquierdo y en la presión arterial pulmonar. El uso de potenciales evocados
somatosensoriales puede ser útil en la cirugía de estabilización y descompresión.
Premedicación
Su uso es controvertido por su efecto depresor respiratorio. Si el paciente está muy bradi-
cárdico está indicada la utilización de atropina.
Inducción y mantenimiento
El paciente intubado es trasladado a la mesa de operación perfectamente despierto para
valorar posibles cambios en el estado neurológico tras la colocación. Situamos cuidadosamen-
te la cabeza y evitaremos zonas de presión directa sobre ambos globos oculares. Durante la larin-
goscopia o aspiración de secreciones se puede producir una bradicardia extrema o incluso
una parada cardíaca(13). La inducción la haremos con dosis hipnótica de barbitúricos o etomi-
dato, narcóticos y pequeñas dosis de relajantes no despolarizantes; es común una hipotensión
al comienzo de la anestesia, debida a la posición, uso de halógenos, etc. Para normalizar la ten-
sión arterial utilizaremos pequeñas dosis de algún vasopresor de acción directa ya que hay una
alteración en la liberación de noradrenalina. El reconocimiento de una hipovolemia aguda puede
ser muy difícil al faltar los signos patognomónicos, por lo que debemos estar muy atentos a las
pérdidas sanguíneas y la reposición de volumen vendrá guiada por las mediciones de la pre-
sión de enclavamiento pulmonar.
El uso de relajantes musculares presenta una serie de peculiaridades. En las dos primeras
semanas el músculo se atrofia y desarrolla una gran cantidad de receptores nicotínicos mus-
culares extraunionales, que se distribuyen por toda la membrana celular y son sensibles a los
agentes agonistas (acetilcolina, succinilcolina). La administración de succinilcolina, incluso en
dosis muy pequeñas puede producir una gran liberación de potasio a la circulación provocan-
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do serias arritmias, fibrilación ventricular y muerte(14), la succinilcolina debe ser evitada inclu-
so en las primeras 48 horas tras la lesión, ya que todavía no se sabe con exactitud el tiempo nece-
sario para desarrollar esta hipersensibilidad. La afinidad de los receptores extraunionales por
los relajantes no despolarizantes es menor; se ha descrito una cierta resistencia a estos agen-
tes, pero en pacientes con lesión cervical y torácica la dosis necesaria es menos; elegiremos aquel
que presente menos efectos cardiovasculares.
Una vez finalizada la cirugía procederemos a extubar al paciente cuando la lesión sea infe-
rior a C5, los valores de gases arteriales sean correctos y no haya lesiones asociadas que lo impi-
dan; asímismo, las secreciones bronquiales no deben ser excesivas y deben conseguirse un volu-
men tidal de al menos 400 ml y un volumen minuto de 8 L(15).
Tras varias semanas de la lesión hay un gradual retorno de los reflejos medulares y los pacien-
tes entran en un estado crónico caracterizado por una hiperactividad simpática y la presencia
de espasmos musculares involuntarios.
Alteraciones respiratorias
Si la lesión se localiza por encima de C4, el soporte ventilatorio se hace prácticamente defi-
nitivo. En las lesiones más bajas, todos los tetrapléjicos presentan una insuficiencia respiratoria
de tipo restrictivo por parálisis de los músculos respiratorios, a la que se añaden la contractu-
ra de los músculos abdominales y el frecuente meteorismo abdominal limitando la acción del
del diafragma. Son frecuentes el acúmulo de secreciones respiratorias y el desarrollo de ate-
lectasias pulmonares. Las pruebas funcionales respiratorias evidencian una disminución de la
capacidad vital y de los volúmenes de reserva inspiratoria y espiratoria, así como un incremento
del espacio muerto. Resultan imprescindibles las medidas encaminadas a reducir la distensión
visceral, los drenajes posturales y la fisioterapia respiratoria con aspiración de secreciones bron-
quiales.
Hiperreflexia autónoma
Característico de estos enfermos. La hiperreflexia autónoma es un síndrome agudo origi-
nado por la descarga simpática reflejada en el lesionado medular crónico. Ha sido también deno-
minado como disrreflexia autonómica, crisis hipertensiva autónoma, síndrome vegetativo de
disfunción visceral y como “reflejo en masa“. Aparece en el 85% de los pacientes 2 ó 3 semanas
tras el episodio agudo de lesión medular por encima de T7.
La hiperreflexia se produce como respuesta a la estimulación, a veces mínima, de áreas
por debajo del nivel de la lesión. Estos estímulos pueden ser de tipo cutáneo (vendajes ajusta-
dos, ropa), visceral (distensión vesical o rectal) o quirúrgicos. La expresión clínica de la hipe-
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 199
rreflaxia autónoma se debe a la estimulación simpática por debajo del nivel de lesión y a la reac-
ción parasimpática por encima de la misma. Clásicamente, el paciente desarrolla súbitamente
crisis paroxísticas de hipertensión y bradicardia. Por debajo de la lesión, aparecen palidez, pilo-
erección, intensas contracciones musculares y marcada espasticidad. Por encima de la lesión
hay enrojecimiento cervicofacial, congestión conjuntival, sudoración intensa, midriasis y retrac-
ción palpebral. El paciente se queja de intensa cefalea, disnea, visión borrosa, ansiedad, dolor
precordial y náuseas. Si la crisis sobreviene en el curso de una intervención, puede incremen-
tarse el sangrado quirúrgico. Si no se corrige, la marcada hipertensión puede conducir a pér-
dida de la conciencia, convulsiones, encefalopatía hipertensiva, hemorragia retiniana, cere-
bral y subaracnoidea, accidentes cerebrovasculares e incluso la muerte.
El tratamiento de la hiperreflaxia autonómica debe ser enérgico y precoz, mediante la eli-
minación del factor descendente, la profundización de la anestesia en el paciente que está sien-
do intervenido y el uso de agentes farmacológicos bloqueantes ganglionares, terminaciones post-
ganglionares o vasos sanguíneos. Los bloqueantes ganglionares (fundamentalmente el trimeta-
fán) y la guanetidina, frecuentemente utilizados en el pasado, hoy apenas se usan a causa de sus
efectos indeseables. Los agentes bloqueantes alfa (fentolamina, fenoxibenzamina) han sido uti-
lizados con variables resultados, así como la hidralacina, el diazóxido y el nitroprusiato sódico.
El calcioantagonista nifedipina goza actualmente de gran popularidad a causa de su eficacia,
rapidez, acción corta, escasos efectos colaterales y fácil administración vía oral o sublingual; en
cualquier caso, resulta muy eficaz de manera profiláctica administrado 30 minutos antes de la
realización de maniobras que puedan desencadenar el síndrome de hiperreflexia autónoma.
Alteraciones urinarias
La retención urinaria es un problema que en fase crónica origina una alta mortalidad. De
él derivan el reflujo vesicoureteral con infecciones repetidas y ascendentes que conducen a pie-
lonefritis, amiloidosis, hipertensión arterial e insuficiencia renal crónica. La obstrucción uretral
a nivel del esfínter externo puede agravar esta situación; de hecho, una alta proporción de ciru-
gía y procedimientos invasivos en la fase crónica está dominada por la patología urológica.
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bólico y la alteración circulatoria de la piel conducen a frecuentes úlceras por decúbito que pue-
den derivar en infecciones óseas y sepsis.
La presencia de una úlcera por decúbito en la proximidad del punto de inserción de una
aguja para un bloqueo anestésico regional, constituye una contraindicación para el mismo. Las
lesiones medulares incompletas pueden originar cifoescoliosis por desequilibrio del tono mus-
cular en la columna.
En prácticamente todos estos enfermos se desarrolla rápidamente una osteoporosis funda-
mentalmente sublesional. La pérdida ósea es de alrededor del 33% y conlleva una fragilidad
esquelética que facilita la aparición de fracturas. De manera espontánea o tras un estímulo
por debajo del nivel de la lesión, pueden aparecer espasmos musculares que deben ser teni-
dos en cuenta particularmente de manera intraoperatoria.
Alteraciones de la termorregulación
La interrupción de la información aferente al hipotálamo, la pérdida del tono simpático que
causa vasodilatación cutánea y la incapacidad para temblar y sudar por debajo del nivel de la
lesión, son factores que alteran la termorregulación de estos enfermos y los convierten en rela-
tivamente poiquilotermos.
Fenómenos dolorosos
Casi el 50% de los lesionados medulares presentan síntomas dolorosos, la mayoría de las
veces de tipo leve o moderado.
Desde el punto de vista fisiopatológico, el dolor puede ser por hiperestimulación, provo-
cado por la irritación de terminaciones libres, o por pérdida de los procesos normales de inhi-
bición nerviosa.
Trastornos psicológicos
Los problemas psicológicos son muy frecuentes, siendo enfermos que pueden estar bajo tera-
péutica medicamentosa durante mucho tiempo.
Consideraciones anestésicas
Evaluación preparatoria
La anamnesis, la exploración física y la revisión del historial clínico deben ser exhaustivos.
Son particularmente importantes la determinación de la frecuencia de fenómenos de hiperre-
flexia autónoma y la medicación habitual.
Premedicación
La elección de la medicación es similar a la que se hace en el resto de los enfermos.
Clásicamente, se asocia un fármaco anticolinérgico y una benzodiazepina. Deben evitarse las
inyecciones intramusculares en zonas paralizadas.
Monitorización
Seguiremos las normas de motorización aceptadas, siendo especialmente importante el con-
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Anestesia general
La anestesia general debe alcanzar el frágil equilibrio entre la excesiva profundización con
hipotensión y la excesiva superficialidad con hipertensión e hiperreflexia autónoma. En cual-
quier caso, la inducción se hará lentamente, controlándose la presión arterial con fármacos vaso-
activos directos, inotrópicos y líquidos intravenosos; deben evitarse los agonistas y antagonis-
tas simpáticos de acción indirecta. La succinilcolina provoca niveles inaceptables de hiperca-
liemia(23) que no se previenen eficazmente con precurarización, debiéndose evitar en lo posible.
Es aconsejable la intubación de secuencia rápida dado que en estos enfermos el estómago se
considera lleno. Puede predecirse la intubación traqueal con el paciente despierto en el caso de
una columna cervical inestable o cuando la vía aérea sea insegura; resulta ideal en estos casos
la intubación con fibroscopio. El mantenimiento de la anestesia puede hacerse con una técnica
inhalatoria balanceada. Los relajantes no despolarizantes no presentan problemas en su utili-
zación. La hemorragia intraoperatoria excesiva es muy frecuente, incluso con valores de hemos-
tasia analíticamente normales: las razones no están claras, pero no se postpondrá indebidamente
la indicación de transfundir. La colocación del paciente debe ser muy cuidadosa, protegiendo
las zonas de presión. Deben, asimismo utilizarse las medidas disponibles de conservación de
la temperatura. Al final de la anestesia, y antes de la extubación, hemos de asegurarnos de la
correcta aspiración de las secreciones respiratorias y la adecuada reversión de la relajación mus-
cular(24), confirmando la situación de estabilidad hemodinámica y normotermia.
Anestesia regional
No hay ninguna evidencia de que la anestesia regional empeore la situación neurológica del
paciente lesionado medular crónico. Los procedimientos regionales pueden ser buenas alter-
nativas a la anestesia general, bloqueándose las vías sensitivas aferentes y evitándose el sín-
drome de hiperreflexia autónoma(26). Para otras intervenciones, son útiles las técnicas mixtas
general-regional. Un problema técnico de procedimientos regionales es la difícil valoración clí-
nica del nivel anestésico. El bloqueo simpático presente en los bloqueos epidural e intradural
puede a menudo requiere un tratamiento energético en los lesionados medulares altos.
Técnicamente, podemos tener dificultades cuando realicemos un bloqueo central, al existir fre-
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Anestesia obstétrica
La mejoría en el pronóstico médico y social de las pacientes tetra y parapléjicas ha hecho
que la frecuencia de gestaciones y partos en estas enfermas vaya en aumento. Los cambios fisio-
lógicos propios de la gestación pueden agravar considerablemente su estado general al dismi-
nuir su capacidad respiratoria y aumentar la incidencia de fenómenos tromboembólicos e infec-
ciosos. La incidencia de hiperreflexia autónoma, incluso en pacientes que no han padecido pre-
viamente, está muy aumentada, particularmente en el momento del parto. La analgesia epi-
dural parece ofrecer una buena protección frente a este síndrome(27-29) aunque técnicamente
puede ser difícil de instaurar.
Período postoperatorio
En el período postoperatorio también pueden aparecer fenómenos de hiperreflexia autó-
noma, debiéndose eliminar causas desencadenantes como distensión vesical o intestinal. La vía
respiratoria debe seguir vigilándose cuidadosamente, instaurándose medidas de fisioterapia,
drenaje postural, aerosolterapia y aspiración de secreciones. La ventilación mecánica puede
tener que prolongarse tras intervenciones agresivas o de larga duración.
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XV
ANESTESIA EN ENFERMEDADES
NEUROLÓGICAS: ESCLEROSIS LATERAL
AMIOTRÓFICA, ESCLEROSIS MÚLTIPLE,
SIRINGOMIELIA, ENFERMEDAD DE
PARKINSON
INTRODUCCIÓN
En la práctica anestesiológica diaria, no es infrecuente la asociación de determinados pro-
cesos neurológicos en pacientes con patología quirúrgica habitual. No se conocen casuísticas
amplias que hagan referencia al manejo anestésico de dichos pacientes, y la experiencia actual
se limita a las publicaciones de un número limitado de casos.
Las enfermedades neurológicas clásicamente tienden a clasificarse según su localización en
intracraneales (parálisis cerebral, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, etc...), medu-
lares (esclerosis lateral amiotrófica, poliomielitis, etc...) y de nervios periféricos.
Aunque todas ellas componen un grupo muy heterogéneo, es importante hacer una serie
de consideraciones generales.
CONSIDERACIONES GENERALES
VALORACIÓN PREOPERATORIA
Apoyo psicológico: es muy importante, debido a que la mayoría de estos pacientes pre-
sentan alteraciones emocionales al conservar una función intelectual normal y ser conscientes
de su progresivo deterioro motor.
Interacciones farmacológicas: muchos pacientes reciben de forma crónica tratamientos que
pueden interaccionar con los fármacos anestésicos.
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CONSIDERACIONES INTRAOPERATORIAS
Aspectos generales:
La monitorización cardiovascular, respiratoria y de la relajación muscular se individualizarán
para cada paciente, dependiendo del grado evolutivo de la enfermedad y de su repercusión sis-
témica. Las alteraciones del SNA predisponen a una cierta inestabilidad hemodinámica y a la apa-
rición de arritmias. La debilidad muscular, hipertonía y/o deformaciones esqueléticas pueden
limitar la función pulmonar. El riesgo de trombosis venosas profundas es elevado por lo que se
recomienda profilaxis con heparinas de bajo peso molecular. La afectación bulbar cuando existe,
provoca disfunción de los músculos faríngeos y de la musculatura respiratoria accesoria, favo-
reciendo la broncoaspiración, por lo que se aconseja utilizar medidas habituales de profilaxis.
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ducirse la lesión, mientras que el EMG y los cambios histológicos aparecen dos meses después.
Este escaso tiempo transcurrido entre el inicio de la lesión y la resistencia a los RMND sugiere
un efecto directo del SNC sobre la unión neuromuscular. Existiría un balance entre los efectos
inhibitorios y los excitatorios; así, dependiendo del nivel de la lesión puede producirse inhibi-
ción o facilitación en respuesta a los RMND: en las lesiones de la neurona motora superior esta-
ría facilitada la función de la unión neuromuscular, provocando una resistencia frente a los
RMND, mientras que en las lesiones de neurona motora inferior estaría inhibida, provocando
un aumento de la sensibilidad.
Durante la anestesia general la monitorización de la relajación muscular en la región afec-
tada puede subestimar la intensidad del bloqueo neuromuscular y conducir a una adminis-
tración de RMND excesiva(15). La sensibilidad del diafragma a los RMND es normal, por lo tanto,
a pesar de una respuesta adecuada de la región afectada, el diafragma estará todavía relajado
produciendo una inadecuada ventilación espontánea.
Dada la gran variabilidad en la respuesta a los RM, es aconsejable monitorizar la relaja-
ción muscular colocando el neuroestimulador en un grupo muscular sano, aunque algunos
autores(16) han observado que también la zona sana puede ser relativamente resistente a estos
fármacos, quizás por un aumento de la regeneración de los receptores comparado con perso-
nas sanas. En principio, el atracurio es el que puede ofrecer mejores resultados dada su rapidez
de acción y su particular eliminación mediante la degradación de Hoffman.
CONSIDERACIONES POSTOPERATORIAS
Se debe prestar especial atención a la extubación y postoperatorio inmediato, pues es fre-
cuente la aparición de insuficiencia respiratoria por la afectación muscular previa y por cura-
rización prolongada.
Es importante realizar una exploración neurológica precoz para detectar posibles reagudi-
zaciones de la enfermedad.
Si el paciente recibía tratamiento crónico se reinstaurará lo más pronto posible.
Deberemos realizar un control adecuado del dolor para favorecer la movilización y la fisio-
terapia respiratoria precoz, que es de vital importancia en estos pacientes.
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ras periféricas conlleva denervación y atrofia de las fibras musculares. En las primeras fases de
la enfermedad, el músculo denervado puede reinervarse a partir de las terminaciones axonales
motoras distales vecinas. A medida que progresa la denervación, se produce retracción de los
músculos y atrofia de sus fibras. La peculiar selectividad de la lesión celular, deja intactos los
sistemas sensitivos, los sistemas encargados de la coordinación del movimiento y los compo-
nentes del cerebro implicados en los procesos cognoscitivos.
Aunque la etiología es desconocida, ocasionalmente se observa un componente genético.
También se ha propuesto una etiología viral.
Manifestaciones clínicas
Son variables dependiendo de que sean las primeras o segundas neuronas motoras las
más afectadas. Cuando se afectan las neuronas motoras inferiores lo más característico es la
debilidad y atrofia. Con el tiempo se afectan la mayoría de los músculos esqueléticos, incluso
los de la lengua, faringe, laringe y tórax. Cuando la denervación inicial afecta predominante-
mente a la musculatura bulbar, los primeros síntomas consisten en dificultad para la deglución,
masticar y hacer movimientos con la cara y lengua, pudiendo facilitar la aspiración pulmonar.
La muerte suele deberse a parálisis respiratoria. Cuando existe una importante participación
corticomedular, se produce hiperactividad de los reflejos y espasticidad. El SNA puede estar
afectado, manifestándose como hipotensión ortostática y taquicardia en reposo.
No existe un tratamiento específico de la enfermedad.
Consideraciones anestésicas
El riesgo de broncoaspiración es importante, sobre todo si existe afectación bulbar.
No existe evidencia de que un anestésico sea mejor que otro(1).
Puede producirse hipercaliemia tras la administración de succinilcolina(6-8) por lo que su
empleo debe limitarse a aquellos casos en los que se pueda descartar denervación extensa y
atrofia muscular. Si existe una CPK elevada tampoco se debe utilizar(7,9,10). En ocasiones tras la
administración del relajante se producen contracturas similares a las miotonías.
La respuesta a los RMND puede estar exagerada(17) y se recomienda utilizar los de vida media
corta (atracurio, vecuronio) e ir incrementando en pequeñas dosis según las necesidades.
Con anestesia regional se han descrito exacerbaciones de la lesión neurológica preexisten-
te, (18,19) aunque en la mayoría de los casos coexistían la presencia de una hernia discal lumbar,
tumores espinales o problemas relacionados directamente con la técnica anestésica. Sin embar-
go, algunos autores(20) han realizado anestesia epidural lumbar para intervenciones infraumbi-
licales teniendo en cuenta evitar un bloqueo sensitivo superior a T6 (para mantener una tos efi-
caz). Consideran que tiene mayor riesgo la anestesia general y administración de RM que la
anestesia epidural para intervenciones del abdomen inferior o de miembros inferiores.
ENFERMEDADES DESMIELINIZANTES
La más frecuente es la esclerosis múltiple. Es una enfermedad del SNC caracterizada por
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Manifestaciones clínicas
Reflejan los lugares de desmielinización en el SNC y en la médula espinal. Síntomas sen-
sitivos: entumecimiento y parestesias. Síntomas motores: monoparesia o paraparesia espásti-
ca. Afectación cerebelosa: ataxia y disartria. Trastorno visual por neuritis óptica con dismi-
nución de la agudeza visual y defectos pupilares a la reacción con la luz; y alteraciones del
movimiento ocular con diplopia y nistagmus.
Sensibilidad al calor: una aumento de la temperatura corporal tan pequeña como de 0’5 ºF
puede agravar los síntomas(21). No se conoce la causa pero probablemente el aumento de tem-
peratura origine un bloqueo completo de la conducción en las fibras desmielinizadas(1).
Se caracteriza por exacerbaciones y remisiones de los síntomas con intervalos impredecibles
e inicio variable. Lo más frecuente es que se desarrollen en pocos días y mejoren en semanas o
en meses. A veces persisten síntomas residuales durante la remisión. En otros pacientes el curso
es más benigno, con episodios de desmielinización infrecuentes seguidos de remisiones pro-
longadas o incluso permanentes.
Factores como el estrés emocional (incluido el estrés perioperatorio), infecciones, fiebre y
traumatismos pueden exacerbar los síntomas y convertir lesiones subclínicas en lesiones clíni-
camente evidentes. El embarazo también puede afectar a la evolución de la enfermedad. En
comparación con pacientes no embarazadas las gestantes sufren menos ataques durante el emba-
razo, pero más en los tres primeros meses del puerperio y puede ser debido al estrés emocio-
nal, cansancio físico o fluctuaciones hormonales. No se ha identificado efecto alguno del emba-
razo sobre la incapacidad o sobre la evolución global de la enfermedad(22).
Tratamiento
No existe tratamiento etiológico. Se deben evitar los factores que pueden exacerbar los sín-
tomas. El estrés que produce la cirugía puede ser excesivo y por ello las intervenciones electi-
vas son escasas.
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Tratamiento sintomático
• Espasticidad y rigidez: baclofeno y diazepam. El dantrolene puede producir una debi-
lidad inaceptable y su uso se reserva para los pacientes que no pueden deambular.
Deprime el músculo esquelético directamente y también bloquea la secuencia excitación-
contracción. Aunque no bloquea la transmisión neuromuscular, la respuesta mecánica
está deprimida. Potencia la respuesta a los RMND(25). Puede producir hepatopatía.
• Dolor (neuralgias del trigémino y disestesias dolorosas): carbamazepina, difenilhidan-
toína o amitriptilina.
• Crisis convulsivas: anticonvulsionantes.
• Labilidad emocional: antidepresivos .
Consideraciones anestésicas
El paciente puede llegar al quirófano por una patología urgente o para resolver algunas de
las complicaciones de la enfermedad (rizotomías, implantación de electrodos extradurales, ciru-
gía ortopédica, etc.).
Preoperatorio
Es importante prever los efectos que el período perioperatorio puede tener en los síntomas,
pues independientemente del tipo de anestesia seleccionada es probable que se produzca una
reagudización(1). Se han implicado, tanto la cirugía, como la anestesia, sin embargo, sólo hay
evidencia cuando se ha presentado fiebre(26). El curso impredecible de la enfermedad puede ori-
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ginar una asociación incorrecta entre una reagudización y el período perioperatorio. Si la inter-
vención es programada es aconsejable realizarla en período de remisión y con el paciente afe-
bril.
Si el paciente está en tratamiento con corticoides se debe suplementar con hidrocortisona
100 mg i.v. cada 4-6 horas(27).
En teoría deben evitarse los anticolinérgicos en la premedicación por su capacidad de aumen-
tar la temperatura corporal(28). Las benzodizepinas y/u opiáceos se pueden utilizar con amplio
margen de seguridad.
Intraoperatorio
La anestesia general no produce efectos adversos. No hay evidencia para recomendar anes-
tesia intravenosa o inhalatoria(1).
Hay estudios contradictorios de la respuesta a los RMND. Puede existir bloqueo prolon-
gado si existe debilidad y atrofia muscular, pero también se ha observado resistencia al efecto
de estos fármacos(29).
Los pacientes más afectados por la enfermedad pueden presentar hiperpotasemia tras la
administración de succinilcolina(7,9); si el paciente se encuentra en remisión o con una sinto-
matología moderada su uso no está contraindicado.
La anestesia regional en estos enfermos está controvertida. La punción lumbar sola no afec-
ta el curso de la enfermedad, pero tradicionalmente las enfermedades neurológicas se han con-
siderado como una contraindicación absoluta para la realización de las técnicas regionales. La
anestesia espinal se ha visto implicada en reagudizaciones(30), aunque su relación con la técni-
ca anestésica no está muy clara(21); sin embargo, no hay casos descritos tras anestesia epidural
o bloqueos de nervios periféricos(31). Bader(32) ha publicado su experiencia con anestesia epi-
dural obstétrica y no encontró un mayor índice de recaídas cuando lo comparaba con pacien-
tes que sólo habían recibido infiltración local. Sin embargo, todas las pacientes que presentaron
una recaída habían recibido concentraciones de bupivacaína mayores de 0’25%, sugiriendo que
altas concentraciones durante períodos prolongados de tiempo pueden tener efectos adversos
a nivel de recaídas.
El mecanismo por el que la anestesia espinal puede inducir exacerbaciones no se conoce,
pero se cree que la desmielinización del tejido neural predispone a la médula a la neurotoxici-
dad de los anestésicos locales(21). La barrera hematoencefálica puede ser más permeable a estos
fármacos y, por tanto, la dosis tóxica puede ser menor que en pacientes sanos. La anestesia epi-
dural quizá tiene menos riesgo, porque la concentración del fármaco en la sustancia blanca de
la médula es tres o cuatro veces menor(33). Esta ventaja disminuye cuando el fármaco se admi-
nistra de forma repetida o continua, como por ejemplo durante el parto(21).
Así, algunos autores(34) aconsejan evitar estas técnicas en pacientes con enfermedad del SNC
evidente, pues no se conocen los efectos a largo plazo en estos pacientes e incluso Bromage(35)
alega que el anestesista evitará el estar implicado en un litigio por demanda, si se desarrollara
una exacerbación natural de la enfermedad después de la intervención.
Por el contrario, otros estudios(31,36) no han encontrado exacerbación de los síntomas tras
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anestesia regional (epi y/o intradural) y postulan que su incidencia no es mayor que la habi-
tual. Leigh(37) incluso ha sugerido que en algunos pacientes con importante debilidad muscular
estas técnicas podrían resultar beneficiosas puesto, que la anestesia general con RM pueden
dificultar la desconexión de la ventilación mecánica. Además, la anestesia regional puede pro-
veer unas condiciones quirúrgicas adecuadas con escasa repercusión en la mecánica ventila-
toria y facilitar el control del dolor postoperatorio que es de gran importancia para facilitar la
fisioterapia respiratoria.
Por lo tanto, y dado que faltan estudios controlados para poder llegar a un conclusión, cada
caso clínico particular debe ser discutido analizando las ventajas y desventajas de cada técnica.
Actualmente no existe contraindicación absoluta para realizar una anestesia espinal(27), pero
se aconseja utilizar dosis menores que las habituales y evitar técnicas que incluyan grandes dosis
de anestésicos (por ejemplo, la anestesia regional intravenosa)(28). Es probable que dado que los
opiáceos no son neurotóxicos, su empleo esté más indicado en estos pacientes que los anesté-
sicos locales.
Postoperatorio
Se debe realizar una evaluación neurológica para detectar precozmente una recaída e ini-
ciar un tratamiento precoz, aunque por sí misma, una recaída no empeora el pronóstico(27).
Es importante reconocer y tratar precozmente cualquier aumento de la temperatura.
SIRINGOMIELIA
La siringomielia es una mielopatía progresiva caracterizada por la presencia de una cavi-
dad en la parte central de la médula espinal. Puede ser idiopática o secundaria a traumatismos,
tumores intramedulares primarios, compresión extrínseca con necrosis central de la médula
espinal, aracnoiditis, hematomielia o mielitis necrótica. La siringomielia por alteración en el
desarrollo suele iniciarse en la parte media de la médula cervical, extendiéndose hacia el bulbo
raquídeo o hasta la médula lumbar.
Frecuentemente la cavidad tiene una localización excéntrica y produce signos unilaterales.
Muchos casos se asocian con alteraciones craneovertebrales, principalmente la malformación
de Arnold-Chiari.
Manifestaciones clínicas
Los signos clínicos corresponden a un síndrome medular central con afectación de la médu-
la cervical superior. Se produce pérdida sensitiva, habitualmente de tipo disociado (pérdida de
sensibilidad térmica y dolorosa con conservación de la táctil y vibratoria), en la nuca, hom-
bros y parte superior de los brazos extendiéndose hasta las manos y cifoescoliosis dorsal por
la debilidad de la musculatura paravertebral.
La siringobulbia se produce por extensión de la cavidad hacia el bulbo o, rara vez, a la
protuberancia y produce parálisis del paladar y de las cuerdas vocales, disartria, nistagmus,
mareos episódicos, debilidad en la lengua y síndrome de Horner.
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Tratamiento
Las técnicas quirúrgicas aportan tan sólo un beneficio limitado. El abordaje depende de la
presencia o ausencia de una malformación de Arnold-Chiari asociada(38). Si existe una malfor-
mación de Arnold-Chiari se descomprime la cavidad extirpando el borde posterior del foramen
magnum y el arco posterior del atlas. Si persiste el deterioro o si no se acompaña de malforma-
ción de Arnold-Chiari, puede intentarse una siringostomía (drenaje de la cavidad de la sirin-
gomielia hacia el espacio de LCR circundante). Otra posibilidad es establecer una derivación
siringoperitoneal o realizar una sección del filum terminale (si la cavidad se extiende distalmente
hasta el cono medular).
Consideraciones anestésicas
La selección de la técnica anestésica no está influida por la enfermedad, aunque algunos
autores(11) aconsejan evitar los bloqueos regionales.
La administración de succinilcolina puede producir hipercaliemia y la coexistencia de debi-
lidad muscular puede estar asociado a una respuesta exagerada a los RMND(8).
Puede existir una alteración de la regulación de la temperatura por lo que ésta debe moni-
torizarse.
Se debe tener especial cuidado durante la extubación, puesto que los reflejos protectores de
la vía aérea puede estar disminuidos.
Algunas de las técnicas quirúrgicas se realizan en posición sentada y se deberán adoptar las
medidas habituales para la prevención y monitorización del embolismo gaseoso.
Enfermedad de Parkinson
Es una enfermedad degenerativa del SNC, caracterizada por la destrucción de las fibras
dopaminérgicas de los ganglios basales que se proyectan desde la sustancia negra hacia el núcleo
estriado. La dopamina es un neurotransmisor que actúa inhibiendo las neuronas que controlan
el sistema motor extrapiramidal. La acetilcolina tiene un efecto de excitación. Por lo tanto, la
depleción de dopamina produce una disminución de la inhibición del sistema extrapiramidal
y una liberación de función de la acetilcolina.
La etiología es desconocida. Los factores genéticos y los agentes virales no parecen ser impor-
tantes. Los factores ambientales sí parecen jugar un papel preponderante. Se ha observado que
ciertas toxinas exógenas en individuos drogadictos producen un parkinsonismo al destruir selec-
tivamente las células de la sustancia negra.
Debido a su etiología incierta se la denomina enfermedad de Parkinson idiopática, para dife-
renciarla del Parkinsonismo secundario, por fármacos (fenotiacinas, reserpina , butirofenonas
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Manifestaciones clínicas
Los síntomas más característicos son temblor, rigidez, que predomina en los músculos fle-
xores del cuello, el tronco y las extremidades y bradicinesia, con lentitud o escasez de movi-
mientos que afecta a los músculos faciales de la expresión, a los músculos de la masticación (dis-
fagia), el habla (disartria), la deglucción voluntaria y los músculos del tronco y las extremida-
des.
También existen trastornos de la función respiratoria. La musculatura de la vía aérea supe-
rior puede verse afectada(39), originando un cuadro respiratorio obstructivo que, junto a la dis-
fagia, la excesiva salivación y la mala colaboración en la fisioterapia respiratoria, hace que sean
frecuentes las complicaciones pulmonares, siendo la causa de muerte más frecuente la neu-
monía por aspiración. La rigidez de la pared torácica, junto con la hipocinesia pueden ocasio-
nar un patrón de afectación respiratoria restrictivo(40). Se ha descrito una disminución del volu-
men de reserva y de la capacidad vital y un aumento del volumen residual y de la capacidad
residual funcional que se correlaciona con el grado de afectación general(41). También suele obser-
varse una obstrucción crónica de la vía aérea debido a la hiperreactividad parasimpática.
Aparecen manifestaciones de alteración del SNA, por ejemplo hipotensión postural(42), sali-
vación y alteraciones del control respiratorio.
Tratamiento
Médico: es sintomático. Su objetivo es restablecer el equilibrio dopamina/acetilcolina.
• Anticolinérgicos: son útiles, sobre todo para el temblor. Se utilizan trihexifenidilo
(Artane), benzotropina (Cogentín), biperidén (Akinetón) y prociclidina.
• Aumento de dopamina:
- Levodopa: la dopamina exógena no atraviesa la barrera hematoencefálica, pero si lo
hace su precursor inmediato (levodopa) , que se convierte en el SNC en dopamina mediante
la enzima decarboxilasa. Se administra en combinación con un inhibidor extracerebral de la
enzima (carbidopa: Sinemet o benserazida: Madopar), que impide la destrucción de la levo-
dopa en la sangre y en los tejidos periféricos. La asociación permite utilizar dosis menores y
reducir la incidencia de efectos secundarios de la dopamina a nivel periférico. Con el tiempo se
reduce la ventana terapéutica entre las dosis eficaces y las capaces de producir discinesia, pro-
duciéndose los llamados fenómenos on/off donde se alternan rápidamente signos de la enfer-
medad (tratamiento insuficiente), con signos de sobredosis de fármacos (movimientos coreicos
y distónicos). El tratamiento es difícil. En ocasiones es útil administrar cantidades menores de
levodopa con mayor frecuencia o utilizar un preparado de liberación lenta.
Los efectos secundarios son: 1. Cardiovasculares: la dopamina que se produce a partir de
la levodopa puede estimular los receptores ß-adrenérgicos (aumento de la contractilidad, fre-
cuencia y la irritabilidad cardíaca); con dosis elevadas se puede producir vasoconstricción peri-
férica al activar los receptores α-adrenérgicos (explica las crisis hipertensivas que aparecen en
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Consideraciones anestésicas
Es una enfermedad importante desde el punto de vista anestésico, porque la anestesia geriá-
trica cada vez es más frecuente y es en ancianos donde prevalece la enfermedad.
Se sabe que la anestesia general se asocia a cambios en la actividad dopaminérgica, pero no
se conoce su implicación a nivel práctico, por lo que el manejo anestésico se basa, fundamen-
talmente, en el conocimiento del estado general del paciente, del tratamiento y de sus efectos
secundarios(1,20). No existe ninguna contraindicación absoluta para ningún tipo de técnica anes-
tésica.
Preoperatorio
La levodopa debe mantenerse en el período perioperatorio. La vida media de eliminación
es corta, por lo que la interrupción del tratamiento más de 6-12 horas puede producir un cua-
dro de rigidez(43) que puede interferir con una adecuada ventilación. También se han descrito
episodios de temblor en pacientes sometidos a anestesia regional(44) por retraso en la adminis-
tración del fármaco, por lo que se recomienda la administración de levodopa oral la mañana de
la cirugía a la hora habitual y repetirla durante la cirugía si la intervención es lo suficientemente
larga. Esta coordinación proveerá la máxima protección intra y postoperatoria de exacerba-
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 217
ciones de la enfermedad. Por otra parte, la suspensión brusca de levodopa puede desencade-
nar el síndrome neuroléptico maligno.
Además, estos pacientes tienen mayor riesgo de padecer laringoespasmo45 y su incidencia
disminuye si se administra la medicación en el período peroperatorio.
No se recomienda el uso fármacos que puedan provocar síntomas extrapiramidales como
los colinérgicos y los bloqueantes dopaminérgicos (fenotiacinas, butirofenonas y metoclopra-
mida).
Los agentes anticolinérgicos pueden reducir las secreciones y los anticolinérgicos bronco-
dilatadores (ipatropio), teóricamente pueden disminuir la obstrucción de la vía aérea por el
exceso de actividad parasimpática. Se deben utilizar anticolinérgicos de acción central (atro-
pina e hioscina), mejor que los que no atraviesan la barrera hematoencefálica (glicopirrola-
to).
Anestesia general:
La disminución del volumen intravascular, la depleción de los depósitos de noradrenalina
y la alteración del SNA pueden manifestarse como hipotensión durante la inducción. Por lo
tanto se recomienda una inducción cuidadosa y la reposición controlada con cristaloides y/o
coloides. Si se requieren vasoconstrictores deben utilizarse los de acción directa (fenilefrina).
Se han descrito tras la administración de opioides, óxido nitroso y ketamina... trastornos del
movimiento (temblores, rigidez...)(46). Pacientes con Parkinson han presentado rigidez muscu-
lar postoperatoria(47,48) tras la utilización de fentanilo, droperidol y sufentanilo. Incluso en pacien-
tes sanos se ha descrito rigidez postoperatoria generalizada tras dosis moderadas o altas de fen-
tanilo, sufentanilo o fentanilo-droperidol. Muravchick(49) describió un caso que presentó rigi-
dez muscular severa y prolongada durante el despertar de una anestesia general sin complica-
ciones por otra parte y que posteriormente desarrolló un Parkinson clásico.
Probablemente esta rigidez inducida por opioides sea de origen central por inhibición de la
liberación de dopamina. Esta hipótesis es consistente con la observación de que los pacientes
con parkinsonismo están más predispuestos a este efecto secundario de los narcóticos y que
es de tres a cuatro veces más frecuente en ancianos, subpoblación que se sabe que experimen-
ta un compromiso progresivo de la actividad dopaminérgica aun en ausencia de síntomas.
Sin embargo, a pesar de que esta posibilidad existe, desde el punto de vista práctico, el uso de
opioides en estos enfermos debe ser igual que en pacientes sanos. Se ha relacionado al receptor
mu de los opiáceos con la capacidad de desencadenar rigidez. La posibilidad de que los ago-
nistas kappa (pentazocina) tengan menos efecto a este nivel puede convertirlos en agentes de
elección, sin embargo presentan otros efectos secundarios que pueden contrarrestarlo en los
ancianos(50).
Se ha cuestionado el uso de ketamina por su capacidad para provocar una respuesta exa-
gerada del sistema nervioso simpático(50). Sin embargo, algunos autores(51) la han utilizado con
éxito y además la consideran como una alternativa válida en pacientes con manifestaciones
severas de la enfermedad, con deformaciones musculoesqueléticas importantes que prevean
una intubación difícil y con disfunción faríngea que potencie el riesgo de aspiraciones.
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Anestesia regional
Algunos autores(44) han recomendado la anestesia regional basándose en un diagnóstico y
tratamiento precoces de una reagudización. Además, piensan que el efecto relajante muscular
de algunos anestésicos generales y de los propios RM pueden enmascarar los miopotenciales
en el ECG a causa el temblor, que pueden ser el primer signo de exacerbación en algunos pacien-
tes.
Por otro lado, la alta incidencia de náuseas y vómitos asociados a la anestesia general impi-
de la administración precoz y eficaz de la medicación oral.
Se ha recomendado(56) para la sedación durante las técnicas locorregionales en los pacientes
con temblor importante utilizar difenhidramina (Benadril) a dosis de 25 mg repetidas si es nece-
sario. Es un antihistamínico H1 con actividad anticolinérgica central que además de producir
sedación controla el temblor de forma muy eficaz.
Postoperatorio:
La reinstauración del tratamiento habitual del paciente debe realizarse lo antes posible. Si
ha estado mucho tiempo sin medicación se debe instaurar de un modo gradual para evitar la
aparición de efectos secundarios.
La presencia de un íleo paralítico constituye un problema para los pacientes con enferme-
dad severa. La medicación disponible vía parenteral (difenhidramina y benzotropina) no es
suficiente en los estadios avanzados. Las formas parenterales de la levodopa sólo están dispo-
nibles de forma experimental. Se absorbe en la porción proximal del intestino delgado, por lo
tanto, su administración en forma de supositorio no es eficaz.
Para el tratamiento de los vómitos deben utilizarse bloqueantes dopaminérgicos periféri-
cos, como la domperidona (Motilium), ya que los que actúan a nivel central pueden empeorar
los síntomas(57) o fármacos antiserotoninérgicos (bloqueantes específicos de los receptores de
serotonina de la zona quimiorreceptora trigger).
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Cirugía estereotáxica
Se realiza en pacientes con enfermedad severa en los que el tratamiento médico no es efi-
caz. Consiste en la provocación de lesiones focales localizadas en estructuras centrales del cere-
bro (tálamo ventrolateral o el globo pálido contralateral al lado donde aparecen los síntomas
principales). El procedimiento se realiza con anestesia local pues requiere que el paciente esté
despierto para poder observar el temblor y entonces proceder a generar la lesión.
Se ha observado en algunos pacientes que el propofol tiene efectos antiparkinsonianos(58),
por lo que no se debe utilizar como sedación en estos pacientes, pues al eliminar el temblor no
se puede localizar la lesión. Sin embargo, otros autores(59) explican ciertos efectos del propofol
(fundamentalmente los movimientos involuntarios que a veces se observan durante la induc-
ción) por un mecanismo de inhibición de receptores dopaminérgicos tipo 2, por lo que son nece-
sarios más estudios para determinar sus indicaciones.
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XVI
ANESTESIA Y REANIMACIÓN EN LA
MIASTENIA GRAVIS
I. Moreno Gómez-Limón
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
Hace 20 años, el descubrimiento, del déficit de receptores de acetilcolina en la unión neu-
romuscular en la miastenia gravis (MG), y el desarrollo en animales de modelos de la enfer-
medad, dieron una nueva luz a este desorden que había sido descrito 300 años antes por el fisió-
logo británico Tomas Willlis. En las ultimas dos décadas, se han producido importantes pro-
gresos que han ayudado a conocer la enfermedad, y lograr un acertado diagnóstico y adecua-
do tratamiento incluso en las formas mas graves. La miastenia es de las enfermedades autoin-
munes, la más conocida, y ha servido de modelo para dilucidar mecanismos de otros desór-
denes autoinmunes.
La debilidad y fatigabilidad muscular son los signos mas conocidos de esta enfermedad.
Distintos mecanismos son responsables de la producción de anticuerpos, y el número de recep-
tores libres, son los que contribuyen a la severidad de las manifestaciones clínicas. El antígeno
blanco, los receptores de acetilcolina, son purificados en diversas fuentes, incluyendo el mús-
culo humano y la estructura molecular es actualmente conocida. Genes para todas las subuni-
dades de receptores de acetilcolina han sido clonados, y estas subunidades se han producido
por ingeniería genética. Un modelo experimental, de miastenia gravis, inducido por la inmu-
nización de animales para receptores de acetilcolina, han contribuido a comprender el meca-
nismo de esta enfermedad. Los avances en el diagnóstico y tratamiento de la miastenia gravis
han sido impresionantes. Un diagnóstico de seguridad se puede realizar en casi todos los pacien-
tes. Con el uso de la moderna inmunoterapia, el pronóstico de la enfermedad ha cambiado dra-
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I. Moreno Gómez-Limón
máticamente. Las formas fatales de otros tiempos se pueden tratar actualmente de una forma
efectiva, y casi todos los pacientes pueden desarrollar una vida normal activa. Los factores que
inician y mantienen la respuesta autoinmune no son conocidos. La inmunología celular es actual-
mente sujeto de estudios intensivos: el objetivo es determinar precisamente, cual de las célu-
las “T” o “B” específicas, para receptores de acetilcolina interactúan para producir autoanti-
cuerpos patógenos. La heterogenicidad de la respuesta inmune de las células “T” y “B” en los
receptores de acetilcolina plantean un problema y un reto.
CLASIFICACIÓN
Osserman y Genkins describieron en 1971 una clasificación clínica en el estudio de 1.200
pacientes miasténicos, y que tiene vigencia en la actualidad. Se divide en dos grupos: grupo
pediátrico y grupo adulto.
Grupo pediátrico
a) Grupo neonatal: la miastenia gravis del recién nacido es un modelo natural de miastenia gra-
vis, adquirida, autoinmune, transferida pasivamente, ya que se debe al paso de anticuerpos
antirreceptor durante el embarazo. La clínica de fatigabilidad aparece en las primeras 24 a
72 horas. El 20% de hijos de madres miasténicas padecen una miastenia transitoria. El emba-
razo a la mujer le puede producir una exacerbación o una remisión de la enfermedad. Los
signos están usualmente presentes al nacer, pero como se ha comentado previamente pue-
den retrasarse de 12 a 48 horas. Los signos asociados son hipotonía, llanto débil, mala suc-
ción y en ocasiones fallo respiratorio. No existe correlación entre la gravedad y duración de
la enfermedad de la madre y la gravedad de la enfermedad del niño. Esta miastenia del niño
tiende a remitir espontáneamente en el término de 2 a 4 semanas. En los niños que estén
muy afectados, el tratamiento, debe de comenzar inmediatamente con neostigmina oral
de 1-5 miligramos dependiendo de la severidad de la respuesta. La alimentación del niño
se realizará a los 15 ó 20 minutos de la administración del fármaco por vía parenteral.
b) Grupo juvenil: alrededor del 4% de todos los casos de miastenia los síntomas aparecen antes
de los 10 años de edad, y alrededor del 24% antes de cumplir los 10 años. Hay una marca-
da preponderancia de las mujeres. En contraste con las formas infantiles factores genéticos
juegan un pequeño papel. Al igual que en la miastenia del adulto, el mecanismo autoin-
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Grupo adulto
La incidencia es de 1 por cada 20.000 adultos. La hiperplasia tímica está presente en más del
70% de los casos y el 10-15% tienen timomas. La hiperplasia tímica es más frecuente en los
pacientes jóvenes y el timoma es más frecuente en el viejo. Los varones tienden a tener una más
rápida progresión de la enfermedad, y mayor mortalidad y menos frecuencia de remisión que
las mujeres. El curso clínico está marcado por períodos de exacerbación y remisión. Los mús-
culos extraoculares se suelen ver afectados en el primer año de la enfermedad, sin embargo
en las tres cuartas partes de los pacientes, el primer síntoma, suele ser la ptosis o diplopía. Del
primer al tercer año es cuando se da la máxima severidad del cuadro. La debilidad de los mús-
culos faríngeos o laríngeos pueden producir disfagia, disartria con dificultad en la elimina-
ción de restos bucales. Hay afectación muscular general asimétrica. La severidad clínica viene
dada por la clasificación o grados de Osserman.
Tabla I Clasificación miastenia gravis.
GRUPO II: IIa) Miastenia generalizada ligera con afectación bulbar y esquelética, pero no
respiratoria. (40%).
IIb) Miastenia generalizada moderada, los síntomas son más intensos, pero sigue
respetándose la musculatura respiratoria (28%).
GRUPO III: Miastenia aguda fulminante; rápida afectación de la musculatura bulbar, esquelética
y respiratoria (8%).
GRUPO IV: Miastenia severa tardía; los síntomas aparecen como en la III, pero al cabo de dos
años de comienzo de los síntomas.
Síndrome miasténico
El síndrome de Lambert-Eaton es una alteración adquirida del terminal del nervio motor en
el cual hay una reducción en la liberación de acetilcolina. La afectación es presináptica. Se da
en personas mayores a las que se les diagnostica erróneamente una miastenia. Suele estar aso-
ciado a tumores del tipo de células pequeñas del carcinoma de pulmón. El diagnóstico se basa
en la demostración del fenómeno de la facilitación (típico de un proceso presináptico), en la esti-
mulación repetitiva. Dada la dificultad para liberar acetilcolina, el primer estímulo ocasiona un
potencial de bajo voltaje y a frecuencias bajas se produce una caída miasténica del potencial. Si
se estimula a altas frecuencias lo cual hace que se libere más acetilcolina, el voltaje del poten-
cial aumenta. El tratamiento con anticolinesterásicos no suele ser eficaz, da mejor resultado el
tratamiento con guanidina o la administración de 4-aminopiridina. Existe buena respuesta a los
corticoides.
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I. Moreno Gómez-Limón
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Figura 1. *Esquema de una unión neuromuscular normal (A) y de un paciente con miastenia gratis (B). El nervio ter-
minal es normal en las dos situaciones. Los cambios se aprecian en la membrana postsináptica. (Tomado de NEJM. 1994.
Vol. 330. Pág. 1797. )
RECEPTORES DE ACETILCOLINA
Los receptores de acetilcolina en el músculo esquelético es el objetivo de la respuesta inmu-
ne en la miastenia gravis. Se trata de una glucoproteína con un peso molecular de 250.000 que
está proyectada a través de la membrana del músculo y compuesta de 5 subunidades que están
agrupadas y presentan un canal central. Cada molécula del receptor de acetilcolina consiste
en dos subunidades alfa, una subunidad beta, una subunidad delta y una subunidad gamma
o epsilon. Cuando los sitios de unión de las subunidades alfa son ocupados por la acetilcoli-
na, los canales iónicos se abren transitoriamente y se produce un rápido paso de cationes.
Los receptores de acetilcolina experimentan un recambio continuo en la unión neuromus-
cular. Los nervios motores tienen un importante papel en este proceso, regulando la síntesis,
composición de las subunidades, distribución y degradación de los receptores. Hay evidencias
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Enfermedades autoinmunes:
Tiroiditis
Enfermedad de Graves
Artritis reumatoide
Lupus eritematoso
Alteraciones de la piel
Pruebas farmacológicas
Los fármacos que son capaces de inhibir la enzima acetilcolinesterasa, y hacer que la nor-
mal liberación de acetilcolina interactúe con los escasos receptores, hace que en el paciente mias-
ténico aumente la potencia muscular. El edrofonio es el que se utiliza en este test, dado que pre-
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senta una respuesta rápida (30 segundos) y una duración corta (5 minutos). En el paciente mias-
ténico hay una mejoría de la debilidad muscular. Se inician con una dosis de 2 mg que puede
llegar hasta los 10 miligramos. La mejoría se puede valorar, además de clínicamente con dina-
mometría, electromiografía, ergometría y estudio de la capacidad vital. Dosis mayores de 10
miligramos pueden llegar a producir un bloqueo despolarizante.
Pruebas neurofisiológicas
- Estimulación repetitiva. Al estimular un nervio a 3 ciclos/s se puede observar en el EMG una
caída del potencial evocado motor del músculo correspondiente a partir de la cuarta o quinta
respuesta. Este descenso es patológico a partir del 8-10%, y puede valorarse más claramente
después de someter el músculo explorado a unos minutos de isquemia. En casos dudosos, se
puede repetir esta estimulación tras la tetanización, observándose, facilitación postetánica segui-
da de agotamiento postfacilitación. Es conveniente realizar este test en varios grupos muscu-
lares, ya que la rentabilidad es distinta según la localización. En la eminencia tenar da 30% de
positividades y en el deltoides llega a ser del 60%.
- Estudio del electromiograma de fibra única o aislada: Dentro de una unidad motora existe un
ligero desfase entre el momento de aparición de un potencial de acción en una fibra u otra. Se
debe a que la longitud del axón que llega a una y otra es diferente. Con un electrodo especial
se pueden obtener estos dos potenciales y se observa que uno sigue al otro con una diferencia
de tiempo. Esta diferencia de tiempo tiene un valor normal según estudios controles. Cuando
existe una miastenia la aparición del segundo potencial se retrasa (Jitter alargado) o puede no
aparecer (bloqueo). Estudiado en el músculo frontal tiene hasta un 94% de positividades. Sigue
siendo patológico a pesar del tratamiento y aunque haya existido mejoría clínica. Esto ultimo
tiene un enorme valor para el diagnóstico.
Estudios inmunológicos: Los anticuerpos antirreceptor postsináptico de acetilcolina tienen un
valor diagnostico, ya que se detectan hasta en un 70-90% de los enfermos. No existe relación
directa entre el titulo de anticuerpos y la gravedad del estado clínico, pero esta relación, si que
puede ser fiable durante la evolución. Aquellos pacientes en los que se ha hecho el diagnósti-
co de miastenia gravis, y tienen anticuerpos negativos, podemos decir que es de aparición recien-
te y con gravedad leve, confinada, por lo general, a los músculos oculares.
A parte de lo ya reseñado en el estudio del paciente con miastenia gravis, hay que realizar
una serie de pruebas adicionales relacionadas o para descartar patología o enfermedades aso-
ciadas. Un tumor mediastínico puede comprimir una serie de estructuras internas y plantear
problemas en la inducción anestésica por dificultades en la intubación; en la tabla IV expone-
mos un listado de otras determinaciones y pruebas a realizar.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Otras condiciones que producen debilidad muscular se tienen que considerar en el diagnósti-
co diferencial de la miastenia gravis. El síndrome miasténico congénito, la enfermedad de Graves,
síndromes miasteniformes, hipertiroidismo, botulismo, oftalmoplejía, tumores intracraneales...
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Resonancia magnética
TAC torácica
Test para lupus eritematoso:
Anticuerpos antinucleares
Factor reumatoide
Anticuerpos antitiroideos
Test de función tiroidea
Test de tuberculina
Radiografía de tórax
Test de función pulmonar
Densitometría en pacientes mayores
Determinaciones de glucemia
Los pacientes con miastenia gravis tienen una incidencia aumentada de enfermedades aso-
ciadas. Los tumores tímicos ocurren aproximadamente en el 12% de los pacientes. El timo tiene
una prevalencia en el adulto medio. En pacientes con miastenia gravis alrededor de los 40 años
con aumento del tamaño tienen la posibilidad de tener un timoma. El hipertiroidismo se da
en el 3-8% de los pacientes con miastenia gravis. Hipertiroidismo e hipotiroidismo pueden agra-
var la miastenia. Es importante a la hora de diseñar el tratamiento ver la terapéutica previa
del paciente, ya que en el caso más sencillo de existencia de un úlcus se podría ver agravado
por la inmunosupresión con corticoides. No es infrecuente el que pueda existir una diabetes
que igualmente necesitaría mejor ajuste insulínico...
En la tabla V se expone el diagnóstico diferencial de la miastenia gravis con otros procesos
anteriormente comentados, pero con algunas características especiales que nos pueden servir
para el diagnóstico diferencial.
Anticolinesterásicos
Los anticolinesterásicos siguen siendo utilizados en primera línea en la miastenia gravis.
Fueron utilizados por primera vez por Mary-Walker en 1933-1934. Representan tan sólo una
terapia sintomática y en ocasiones en miastenias graves y particularmente en aquéllas con afec-
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Fármacos que inducen miastenia Gatillo miastenia autoinmune Recuperación en semanas tras la
Penicilamina. supresión del fármaco
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tación orofaríngea y respiratoria tienen pocos efectos, experiencias en animales han demostra-
do que la medicación prolongada con anticolinesterásicos producen cambios en la configura-
ción del receptor de acetilcolina similar al paciente que presenta una miastenia.
Los más utilizados son los solubles y suelen utilizarse por vía oral en forma de compues-
tos mono o bicuaternarios. Se dispone de bromuro de neostigmina, bromuro de piridostigmi-
na; cloruro de ambenonio y cloruro de edrofonio.
El más utilizado es la piridostigmina (Mestinon), siendo el principio del tratamiento del
paciente miasténico. Las tabletas de piridostigmina son de 60 miligramos y equivalen a una
dosis de 2 miligramos i.v. Se inicia el tratamiento con dosis de 30-60 miligramos cada 8 horas
hasta llegar a un máximo de 120 miligramos día. Debe de darse 30 minutos antes de las comi-
das con el fín de permitir al paciente una buena ingesta de alimentos. La acción comienza a
los 10-30 minutos, es máxima a las 2 horas y tiene una duración normal de cuatro horas. exis-
ten preparados comerciales de acción prolongada.
El bromuro de neostigmina (prostigmina) se utiliza por vía i.m. si el paciente no puede hacer
ingesta oral o bien por vía i.v. si queremos que actúe con gran rapidez. Las equivalencias son
15 miligramos por vía oral a 0,5 mg por vía i.v..
El cloruro de edrofonio es de acción inmediata por lo que se utiliza de test diagnóstico. Sirve
para realizar el diagnóstico diferencial entre crisis miasténica y crisis colinérgica.
El cloruro de ambenonio es el anticolinesterásico que menos se utiliza, ya que aumenta, de
una forma importante, las secreciones bronquiales y produce una cefalea importante.
El papel fundamental de los anticolinesterásicos es el de favorecer la transmisión neuro-
muscular al aumentar la disponibilidad de la acetilcolina en la placa motora.
Los anticolinesterásicos presentan efectos secundarios colinérgicos por estimulo de los recep-
tores muscarínicos:
Lagrimeo.
Salivación.
Bradicardia.
Hipotensión.
Aumento de las secreciones bronquiales.
Midriasis.
Cefalea.
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I. Moreno Gómez-Limón
TRATAMIENTO INMUNOSUPRESOR
La terapia inmunosupresora está indicada cuando la debilidad no está adecuadamente con-
trolada con los anticolinesterásicos, y el paciente puede tolerar la morbilidad de estos com-
puestos. Prednisona, azatioprina, ciclosporina son los agentes que se utilizan actualmente. En
general, el tratamiento se realiza para un período largo e incluso indefinidamente. Es necesa-
rio en estos casos un riguroso control del paciente y evitar al máximo las interacciones medi-
camentosas.
Corticoides
Los esteroides es el tratamiento inmunosupresor más frecuentemente utilizado en la mias-
tenia gravis. Tienen notables efectos secundarios que deberemos de controlar. Los pacientes que
inician el tratamiento con corticoides deben de ser hospitalizados, ya que en ocasiones se pro-
duce un empeoramiento inicial y puede llegar a tener una miopatía esteroidea y que se dife-
rencia de la miastenia, porque no hay empeoramiento del jitter. El empeoramiento se produce
en las primeras semanas del tratamiento y en el 48% de los pacientes. El riesgo se puede dis-
minuir, introduciendo la medicación, muy lentamente. Se inicia con una dosis diaria de 15 mili-
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Azatioprina
Es metabolizada a un citotóxico derivado que es la 6-mercaptopurina. Utilizado en aquellos
pacientes, en los cuales los corticoides, están contraindicados. Actúa sobre los linfocitos T. El
tratamiento es iniciado con una dosis test de 50 mg día por una semana. Si es bien tolerado la
dosis se aumenta a 2-3 miligramos por kilogramo de peso y día. En los pacientes que toman alo-
purinol se debe de bajar la dosis y realizar control de niveles, ya que este ultimo fármaco
interfiere con la degradación enzimática de la azatioprina.
Ciclosporina
Inhibe la producción de interleuquina-2 por las células “T”. Se utilizó primeramente en un
modelo experimental, y actualmente, se está incrementando su uso en esta enfermedad. Su efi-
cacia es similar a la de la azatioprina. Los efectos secundarios son nefrotoxicidad e hiperten-
sión. Se utiliza en dosis repartidas (dos dosis) de 5 mg/kg/día. El ajuste de la dosis se debe
de hacer con niveles plasmáticos. El alto coste del producto limita su utilización.
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I. Moreno Gómez-Limón
Plasmáferesis
La mejoría transitoria de los enfermos miasténicos, con el drenaje de la linfa del conducto
torácico, y su empeoramiento al reinfundírsela, una vez separados los elementos formes, apo-
yaba la intervención de un factor sérico en el bloqueo neuromuscular de la miastenia gravis. Se
introduce en 1976, como una nueva posibilidad terapéutica en aquellos pacientes con miaste-
nia gravis que no habían respondido a otros tratamientos. La plasmaféresis produce un recam-
bio de anticuerpos en la circulación, y produce en muy poco tiempo una mejoría. Es usado pri-
mariamente para estabilizar las condiciones del paciente con miastenia gravis, y en pacientes
que van a ser sometidos en corto espacio de tiempo, de preparación a timectomía. El beneficio
de la plasmaféresis es temporal dura tan sólo unas semanas. El beneficio de la plasmaféresis de
forma repetida es útil en aquellos pacientes que no responden a otras terapias comentadas ante-
riormente. Los problemas de la plasmaféresis son aquellos derivados del acceso venoso, ries-
gos de infecciones, hipotensión, embolismo pulmonar.
La indicación para el uso de la inmunoglobulinas es similar a lo comentado en la plasma-
féresis. Produce una rápida mejoría. Tiene más ventajas en cuanto que no requiere un equipo
especial ni catéteres especiales. La dosis usual de inmunoglobulinas es de 400 mg por kilogra-
mo y día en cinco días sucesivos. La mejoría es de aproximadamente en el 73% de los casos,
según ultimas publicaciones. El efecto es temporal pero más sostenido y puede llegar a ser de
semanas o meses. Se producen reacciones adversas en el 10% de los casos que incluyen dolores
de cabeza, fallo renal en raras ocasiones y sobrecarga de líquidos.
TIMECTOMÍA
Sauerbruch efectuó la primera timectomía en el año 1911, en una enferma con hipertiroi-
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dismo y miastenia gravis, buscando una cura del hipertiroidismo y consiguiendo una mejoría
de la miastenia.
La primera observación de que la timectomía influía en el curso de la miastenia gravis fue
debida a Blalock en 1939. Otras aportaciones históricas importantes en el desarrollo de la ciru-
gía del timo son las de Campbel, Clagett, Viets y Harvey.
Los adelantos en las técnicas anestésicas, y cuidados postoperatorios, han hecho que cam-
bie la situación previa de esta enfermedad.
La realización de una timectomía se basa en la asociación hasta en un 75% de los casos de
alteraciones tímicas (persistencia del timo, hiperplasia, timoma) y miastenia gravis, y en el papel
de que el timo alterado, desempeña en la patogenia de la miastenia gravis.
La timectomía se puede realizar transcervical o trasesternotomía. Es cierto que a nivel qui-
rúrgico y estético es más adecuada la primera, pero casi todos los cirujanos se decantan por la
segunda, por las posibilidades de dejar restos tímicos con la transcervical.
La timectomía es el tratamiento de elección en todos los pacientes con miastenia generali-
zada, con hiperplasia tímica o timoma. No está indicada en la forma ocular y en la congénita.
Algunos autores aconsejan la timectomía en la forma ocular, basándose en una generalización
tardía. En los enfermos de edad avanzada y con miastenia generalizada la timectomía no está
indicada si no existe timoma.
La timectomía no debe de ser nunca un procedimiento de urgencia. Se debe de extremar la pre-
paración del paciente antes de la cirugía con la adecuada preparación ventilatoria y el estudio
de las interacciones medicamentosas y efectos secundarios de la medicación inmunosupresora
si al paciente se le están administrando. En algunas instituciones y según el grado realizan una
plasmaféresis previa. De todos estos acontecimientos previos el anestesiólogo debe de estar
informado, ya que en caso, por ejemplo, de emplear relajantes despolarizantes nos encontra-
mos con tasas de colinesterasa plasmática bajas tras la plasmaféresis y cambiaría la respuesta
de este tipo de relajantes.
La mortalidad operatoria y postoperatoria debe de ser hoy día nula. La mejoría o remisión
aparece entre el año y los cinco años posteriores a su ejecución, con un pico máximo a los dos
años para el 66-86% de los pacientes. En la miastenia gravis sin timoma, hay un 60- 80% de mejo-
rías con la timectomía y remisión completa en el 41% de los casos a los 5-10 años. Los resulta-
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dos no son tan satisfactorios en los pacientes con timoma. La remisión ocurre en el 10% de los
casos si el timoma es benigno. Existe una mejoría en el 25% de los casos y la supervivencia a los
5 años es menor del 50%.
Valoración preoperatoria
Los enfermos miasténicos pueden ser intervenidos para realizar una timectomía, o bien para
corregir una alteración que nada tiene que ver con la miastenia. No hay que olvidar la frecuencia
con la que pacientes miasténicos sufren otras enfermedades de carácter invalidante y con enor-
mes repercusiones anestésicas. Ya hablamos anteriormente en el diagnóstico diferencial, y rese-
ñábamos una serie de enfermedades frecuentes. La valoración preoperatoria incluye:
- Examen clínico y de laboratorio.
- Conocimiento del grado de miastenia.
- Tratamiento previo específico.
- Estudio radiológico.
- Resonancia nuclear magnética; TAC.
- Pruebas de función tiroidea.
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- Electromiograma.
- Pruebas de función respiratoria.
- Estado de nutrición.
- Apoyo psicológico.
Se habló anteriormente que la timectomía de urgencia no tiene ninguna indicación, y el
paciente debe de llegar a la cirugía lo más estable posible. En otros tiempos no era infrecuente
la traqueotomía electiva. Hay que destacar que en un hospital americano como el Mount Sinai
no se ha realizado una traquetomía desde el año 1972.
Una de las discusiones que se ha mantenido hasta nuestros días es la de si se debe o no reti-
rar, previo a la cirugía, la medicación colinesterásica. Esto no sólo se basa en intentar que la
unión neuromuscular recupere su sensibilidad disminuida a la acetilcolina, sino también en
intentar evitar los efectos secundarios de los anticolinesterásicos, como es el aumento del nume-
ro de secreciones que exige una adecuada limpieza. Sabemos que si utilizamos relajantes mus-
culares no despolarizantes los anticolinesterásicos revierten la acción y en este caso, existirá
menor sensibilidad y mayor resistencia a la acción de estos relajantes. En el caso de la succi-
nilcolina si damos anticolinesterásicos previos podemos aumentar el bloqueo o pasar a un blo-
queo de fase II. Hoy día se está de acuerdo en que en miastenias generalizadas o en aquéllas
donde el paciente es muy dependiente de ellos no se deben suspender previo a la intervención
y tan sólo mantendremos una estrategia adecuada de dosificación y control por monitoriza-
ción. En la clase I-IIA se retiran los anticolinesterásicos con el fin de ganar en sensibilidad y dis-
minuir los efectos vagales. Actualmente con nuestras técnicas anestésicas prácticamente se evita
la intubación prolongada de estos pacientes que antes podría ser la norma con las repercusio-
nes en cuanto a infecciones... que se producían en mayor grado, y en individuos que se encon-
traban inmunosuprimidos.
Si el paciente toma habitualmente corticoides, se debe poner una dosis de hidrocortisona de
100 mg antes de la intervención, y posteriormente, continuar por vía i.v. cada 8 horas hasta pasar,
si no existen problemas, a la vía oral habitual.
Premedicación
Es muy importante el realizar la intervención en las primeras horas de la mañana y el que
exista un buen apoyo psicológico. La confianza que se le dé en nuestra consulta de conoci-
miento previa será decisiva. Se debe de premedicar con benzodiazepinas por vía oral antes de
la intervención ajustando la dosis a la graduación que hallamos hecho en clínica. La preme-
dicación por vía parenteral se debe reservar para nuestras unidades de atención previa donde
existe la adecuada vigilancia. La atropina elimina los efectos vagales de aquellos que se encuen-
tran con medicación anticolinesterásica. Es muy necesario analizar la pruebas de función
respiratoria.
Monitorización
Salvo en pacientes que padezcan enfermedades asociadas de tipo respiratorio o vascular o
en aquellos que se prevean problemas en el abordaje de la vía aérea, no es necesario utilizar pre-
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sión arterial cruenta. A todos los efectos son pacientes con peculiaridades en cuanto a su enfer-
medad, pero que no presentan grandes prohibiciones cara a la actuación anestésica. Electrocardio-
grama, pulsioximetria, capnografía, medición o control de la transmisión neuromuscular, pre-
sión arterial automática no cruenta son normas para cualquier paciente que es sometido a cual-
quier procedimiento quirúrgico por banal que parezca. Se ha visto que en aquellos pacientes a
los que se realiza timectomía por vía esternal, la colocación previa a la inducción de un catéter
epidural obtiene unos mejores resultados con evidencia de extubación más precoz y más con-
fort postoperatorio. Se coloca un catéter epidural lumbar y se administra cloruro mórfico que
para una persona de unos 70 kg de peso y con talla normal, sería de unos 7 miligramos disuel-
tos en 14 ml de suero salino. Existen estudios donde se ha visto que en las esternotomías no es
más eficaz el catéter epidural torácico que el lumbar, y por ello, se prefiere este último aborda-
je en personas con poca práctica en epidural torácica. Hay que tener presente que en estos pacien-
tes existe la posibilidad, en un porcentaje alto, de apertura pleural bilateral con el consiguien-
te drenaje en el postoperatorio que puede ser especialmente molesto.
Se puede actualmente utilizar relajantes musculares tras la inducción anestésica y tan sólo
tendremos que tener presente las características del propio relajante, la adecuada dosificación
y las interacciones con el elemento inductivo.
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Durante mucho tiempo hemos evitado la utilización de los relajantes musculares en estos
pacientes, y se ha logrado la intubación y el mantenimiento prescindiendo de ello. Se puede uti-
lizar técnicas mixtas como las de infiltración de los laríngeos seguido o no de una administra-
ción transtraqueal de lidocaína (al 2 o al 5%, 2 ml) con cualquier agente inductivo, ya sea pen-
total, propofol con lidocaína i.v. y alfentanilo. Hay estudios (Acta Anaesthesiol Scan 1991: 35: 326-
328) donde esto último comparado en pacientes estables con el uso de succinilcolina a dosis
adecuadas se decantaban por la utilización de los relajantes musculares por las malas condi-
ciones de intubación que presentaban los que se hacia intubación tras administrar pentotal o
propofol. Es cierto que no se apoyaban en técnicas locales de control de la vía aérea. Nosotros
utilizando técnicas transtraqueales de administración de anestésicos locales, seguidos de induc-
ción con propofol, la intubación traqueal es adecuada y predecible.
Otras de las técnicas de inducción preferidas por nosotros para evitar la utilización de los
relajantes musculares, será la de inducción rápida inhalatoria. Es cierto que se pueden tener
mayores trastornos cardiovasculares, pero en la práctica diaria es una técnica segura. Se reali-
za inicialmente con halotano y protoxido previa desnitrogenización del paciente. Se le pide al
paciente que colabore con tres capacidades vitales administrando el halogenado por mascari-
lla. Progresivamente el paciente va profundizando su estado anestésico hasta que podemos rea-
lizar una intubación adecuada. Posteriormente, en el mantenimiento podemos utilizar el iso-
flurano en cuanto a que tiene menos problemas hemodinámicos y mejor despertar. En un artí-
culo reciente, publicado en la revista Canadian Journal Anaesthetic (1994/41: 2/pp 102-106, se
confirman los buenos resultados de esta técnica. Se ha visto que el sevoflurano tiene mejores
resultados que el halotano e isoflurano. La inducción es más rápida y menos irritante que el
halotano. En el caso de que nos veamos obligados a utilizar los relajantes musculares hemos de
tener en cuenta la potenciación que los halogenados hacen de estos agentes y, sobre todo el iso-
flurano con lo que debemos de ajustar más aún las dosis.
Recientemente (1992. Anesth Analg 1992; 75: 458-460) fue publicado un trabajo de una técni-
ca anestésica para solucionar en un síndrome miasténico una estenosis subglótica. En ella se hace
hincapié del valor que tiene combinar la inducción intravenosa con propofol y apoyada con halo-
genados (isoflurano) con las técnicas de bloqueo laríngeo, que ya se habló anteriormente. Las
conclusiones de este trabajo es que este bloqueo laríngeo : 1. Facilita la introducción de un bron-
coscopio rígido sin utilizar relajantes musculares; 2. Existe una adecuada relajación de la vía aérea
superior; 3. Disminuye los requerimientos anestésicos y es una alternativa cuando se quiera evi-
tar los relajantes musculares. (El bloqueo laríngeo se hace con 3 ml de lidocaína al 2%).
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El mivacurio por sus características en cuanto a la duración del bloqueo parece una buena
alternativa en los pacientes miasténicos. Obviamente, como todos se debe de reducir la dosis
inicial. El mivacurio es hidrolizado rápidamente por la colinesterasa plasmática, por lo que se
puede ver inhibida por los anticolinesterásicos produciéndose un aumento de la duración del
bloqueo neuromuscular. En algunas instituciones que lo utilizan, la dosis de piridostigmina la
dan 10 horas antes como mínimo, para evitar este aumento en el efecto. En pacientes con afec-
tación hepática donde los índices de colinesterasa plasmática puede ser bajo el bloqueo del miva-
curio se prolonga en el tiempo.
El besilato de atracurio es de elección en la miastenia gravis, por su rápida eliminación e
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El control del dolor se ha hecho básicamente con analgésicos narcóticos con reducción de la
dosis. El efecto de la morfina se ha visto que está aumentado por los anticolinesterásicos.
Actualmente han aparecido multitud de estudios realizando el control del dolor de la ester-
notomía con catéteres epidurales lumbares, tanto en el per, como en el postoperatorio. Se ha
visto que tienen igual rentabilidad que los catéteres epidurales torácicos y logran una mejor
calidad de extubación de estos pacientes. Se pueden utilizar los mórficos en sistemas de PCA o
NCA con un control inicial importante por la potenciación de efectos que sufre.
Todos los pacientes deben de ser estrechamente vigilados y evitar todas aquellas circuns-
tancias que pueden aumentar el grado de bloqueo, (cambios iónicos, necesidad de medica-
ción antiarrítmica, antibióticos...). No existe un acuerdo sobre si se debe de continuar en el pos-
toperatorio inmediato con anticolinesterásicos, ya que ha habido autores que han descrito mayor
sensibilidad a estos en los primeros días. Otros, por el contrario, los aconsejan, dado que el efec-
to de la timectomía no es inmediato y se deberían administrar observando la respuesta a la
administración.
RESUMEN
La miastenia gravis es una enfermedad autoinmune, que resulta de la producción de anti-
cuerpos contra los receptores de acetilcolina sobre la placa motriz. Estos anticuerpos reducen
el número de receptores activos, por un bloqueo funcional de los receptores, por un aumento
de la velocidad de degradación de los receptores o por una lisis provocada por el complemen-
to. Con los músculos miasténicos, la amplitud del potencial miniatura de la placa motriz está
disminuido y una gran proporción de potenciales está bajo el umbral de excitación. Una esti-
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mulación nerviosa repetitiva produce una respuesta que disminuye gradualmente. La enfer-
medad está asociada frecuentemente con anomalías morfológicas del timo. La hiperplasia del
timo es común en los pacientes jóvenes, mientras que el timoma es más frecuente en las per-
sonas de edad. El tratamiento médico de la miastenia busca la mejoría en la transmisión neu-
romuscular con la ayuda de fármacos anticolinesterásicos, la supresión del sistema inmunita-
rio con la ayuda de los corticoides y de inmunosupresores o la disminución de los anticuer-
pos circulantes con la ayuda de la plasmaféresis. Los adultos que presentan una miastenia gene-
ralizada deben sufrir una timectomía transesternal. Una técnica balanceada de anestesia gene-
ralizada puede ser utilizada con seguridad, incluyendo la utilización de los relajantes muscu-
lares en tanto que se monitorice la conducción. Los pacientes miasténicos son más sensibles a
los relajantes no despolarizantes, pero los relajantes de acción intermedia, como vecuronio y
atracurio son eliminados rápidamente y se pueden usar para obtener un bloqueo satisfactorio
y de fácil reversibilidad. El soporte ventilatorio es posible que sea necesario en pacientes de alto
riesgo. El tratamiento médico puede ser mantenido, eliminado o apartado tan solo en el día
de la cirugía. El 96% de los pacientes se benefician de la timectomía, 46% desarrollan una remi-
sión completa el 50% se mantienen asintomáticos o mejoran con el tratamiento.
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XVII
PORFIRIA Y ANESTESIA
M. Lobo Sánchez
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
LA ENFERMEDAD PORFIRIA
Las porfirias son errores congénitos del metabolismo de las porfirinas, debidos a hipoacti-
vidad de alguna de las enzimas que participan en la biosíntesis del hem(1,2,3).
Desde el punto de vista bioquímico, las porfirinas son tetrapirroles cíclicos carentes de metal
(menos la protoporfirina que contiene Fe) metabólicamente inactivos, por lo que se pueden acu-
mular y excretar por orina y/o heces (Figura 1).
CH CH
HC I CH3
HC CH
IV NH HN II
HC CH
N
HC III CH
HC CH
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M. Lobo Sánchez
ALA-s COPRO
Ferroquelatasa PROTOgeno-OX
Hemoglobina
Figura 2. Biosíntesis de las porfirinas. ALA: ac. aminolevulínico, PBG: porfobilinógeno. URO: uroporfirinógeno, COPRO:
coproporfirinógeno, PROTO: protoporfirinógeno, ALA-s: ala sintetasa, PROTOgeno-OX: protoporfirinógeno oxidasa.
El succinil Co-A se une a la glicina por medio de la enzima ALA-sintetasa (ALA-s) para for-
mar ácido aminolevulínico (ALA). Ya en el citoplasma, por cada dos moléculas de ALA se gene-
ra una de porfobilinógeno (PBG); ALA y PBG son los llamados precursores de las porfobilinó-
geno (PBG); ALA y PBG son los llamados precursores de las porfirinas que a diferencia de ellas
sí que tienen actividad metabólica. El PBG después se transforma en urógeno (URO), copro-
porfirinógeno (COPRO), protoporfirinógeno (PROTO) y finalmente protoporfirina.
La protoporfirina sirve de substrato a la ferroquelatasa(5) o hemosintetasa que por un meca-
nismo desconocido le incorpora una molécula de Fe con lo que se convierte en hem, producto
final de la porfirinosíntesis.
La mayoría de las células son capaces de efectuar estas diferentes reacciones enzimáticas,
aunque la síntesis más importante tiene lugar de una parte en el tejido eritropoyético para
(*) Las mitocondrias representan la central energética de la célula. Se comportan como los pulmones en el organismo humano.
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Porfiria y anestesia
formar Hb, y de otra, en el hígado para formar más hemoproteínas como la triptófano pirrola-
sa y el citocromo P-450 (grupo de enzimas microsomales destoxificantes imprescindibles para
el metabolismo de los fármacos). En el sujeto normal la producción de porfirinas es del 5 por
mil, el excedente una vez elaboradaslas hemoproteínas permanece en estado libre en el plasma,
los eritrocitos, la bilis y la médula ósea para terminar eliminándose por orina y heces(6,7,8).
La síntesis del hem es unidireccional e irreversible y los mecanismos reguladores están en
el 1er paso enzimático, es decir en el ALA-s, mediante un mecanismo de retroalimentación. Pero
además existen determinados factores endógenos y exógenos capaces de actuar sobre el ALA-
s, estimulándola o bloqueándola (Figura 3).
Endógenos estimulantes: ayuno, estrés, infecciones, etilismo.
Carbohidratos
BLOQUEANTES
Proteínas
Ayuno y estrés
Infecciones
ENDÓGENOS Etilismo
Menstruación
ESTIMULANTES
Barbitúricos
Sulfamidas
Hidantoínas
EXÓGENOS Anticonceptivos
Algunos antibióticos
Algunos insecticidas
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M. Lobo Sánchez
ALA
ALA-deshidrasa AGUDA DE DOSS
PBG
Urógeno AGUDA INTERMITENTE
sintetasa
HMG
Urógeno DE GÜNTHER
consintetasa
Isómeros I URÓGENO III
Urógeno
descarboxilasa CUTÁNEA TARDA
COPRÓGENO III
Coprógeno
oxidasa COPROPORFIRIA
PROTÓGENO
Protógeno VARIEGATA
oxidasa
PROTO
Hemosintetasa PROTOPORFIRIA
o ferroquelatasa
HEM
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Porfiria y anestesia
Figura 5. Clasificación de las porfirias. PV y PAALD son mixtas. PAI, CPH y PV son agudas. PEC, PPE y PCT
son cutáneas.
Porfiria de DOSS
HERENCIA RECESIVA
Eritropoyética congénita
Aguda intermitente
HERENCIA DOMINANTE Coproporfiria hereditaria
20% diagnosticados Porfiria variegata
80% sin diagnosticar Cutánea tarda
Protoporfiria eritropoyética
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M. Lobo Sánchez
CRISIS PORFÍRICA
Aunque los síntomas clínicos son muy importantes para el diagnóstico, no resultan espe-
cíficos de la crisis aguda, por eso lo principal para su identificación sin duda es la sospecha del
mismo(15,16).
El cuadro agudo es más frecuente en el sexo femenino, aparece después de la pubertad entre
los 20 y 40 años y a pesar de poder presentarse espontáneamente, lo más común es que sea
desencadenado por los agentes xenobióticos ya conocidos (ayuno, estrés, etilismo, etc.) y por
numerosos fármacos que podemos ver referidos en las tablas I y II.
Tabla I Medicamentos considerados inseguros.
Alcuronio Dipirona (metamizol) Metilsulfonal
Aluminio? Doxiciclina Metisergida
Aminofilina Enflurano Metotrexato
Amidopirina Ergotamínicos Metoxifluorano
Amitriptilina? Eritromicina? Metronidazol
Andrógenos? Espironolactona Minoxidil
Anfetaminas? Estrógenos Nalidixico, ácido
Anticonceptivos orales Etanol Nifedipino
Amilobarbitona Etidocaína Nitrazepam
Amiodarona Etinilestradiol Oxibato sódico (γ-OH)
Antipirina (fenazona) Etomidato Pentazocina
Astemizol Fenacetina Pentoxifilina
Barbitúricos Fenazona Pipemídico, ácido
Benziltiouracilo Fenilbutazona? Pirazolonas
Carbamazepina Fenitoína Piroxicam
Captopril Fenobarbital Pivampicilina
Cefalosporinas Flunarizina Prilocaína?
Ciclofosfamida Flunitrazepam Primidona
Ciclosporina Furosemida? Probenecida
Cimetidina Griseofulvina Progesterona
Cinarizina Halotano Prometazina
Clonazepam? Hidantoínas Propoxifeno?
Clonidina Hidralazina Rifampicina
Cloranfenicol Hidroclorotiazida? Sulfametoxazol
Clordiazepóxido Hioscina? Sulfonal
Clorpropamida Imipramina Sulfonamidas
Cocaína? Isoniazida? Sulfonilureas
Cotrimoxazol Lidocaína Teofilina
Dextropropoxifeno Mefenámico, ácido? Tetraciclinas
Diazepam? Mepivacaína Tetrazepam
Diclofenaco Meprobamato Tiopental
Dihidroergotamina Mercaptopurina Tolbutamida
Diltiazem Metildopa Valproato sódico?
Verapamilo
Fármacos usuales menos recomendables en el paciente porfírico. En negrita, los que sin duda se han asociado a una cri-
sis aguda. Con interrogante, los contradictorios.
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Porfiria y anestesia
La crisis porfírica se puede evidenciar por un síndrome dérmico y otro neurológico. Las 3
porfirias agudas no sólo son provocables, sino también son las únicas que pueden manifes-
tarse por el síndrome neurológico completo y a veces por fotosensibilidad(*), no obstante, la foto-
sensibilidad es más característica de las formas cutáneas que excepcionalmente se acompañan
de neurotoxicidad(17,18,19).
A consecuencia del síndrome neurológico los pacientes siempre aquejan dolor abdominal
inespecífico pseudoquirúrgico, sugerente de una porfiria si además va acompañado de: ori-
nas rojizas, taquicardias, hipertensión, náuseas, vómitos, insomnio, convulsiones y parálisis res-
piratoria que podría conducir a la muerte a las 2/3 partes de los afectados. (Figura 8).
El diagnóstico definitivo sólo se puede hacer por el análisis cuantitativo de las porfirinas
y sus precursores en orina y heces de 24 horas, (Tabla III). El procedimiento es laborioso y sobre
todo lento, por tratarse de un paciente grave, por ello mientras tanto se recurre a los tests cua-
litativos rápidos basados en la reacción colorimétrica con el reactivo de Ehrlich.
Las porfirinas almacenadas en los lisosomas muestran intensa fluorescencia bajo la radiación UV, en la banda de la máxima
(3)
sensibilidad cutánea (landa = 400 nm). La absorción de la radiación de dicha banda podría liberar enzimas hidrolíticas con las
consiguientes manifestaciones rotura celular, eritema, ampollas y cicatrización. Si se evita la exposición solar la fotosen-
sibilización puede quedar reducida a fragilidad de la piel, hipertricosis e hiperpigmentación.
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Dolor abdominal
Orinas rojizas HABITUALES
Taquicardia
SNA Hipertensión
Constipación
Vómitos
ALA: ácido aminolevulínico. PBG: porfobilinógeno. URO: uroporfirina. COPRO: coproporfirina. PROTO: protoporfirina.
Son muchas las hipótesis para intentar explicar la crisis, debido a los escasos estudios rea-
lizados hasta ahora sobre el metabolismo del hem en el tejido nervioso. Lo más verosímil es
pensar en un defecto de la biosíntesis neuronal del hem(20), porque en el fondo del cuadro clí-
nico subyace una polineuropatía motora de etiología desconocida, acompañada por desmieli-
nización y degeneración axonal que puede afectar a cualquier parte del sistema nervioso y que
se manifiesta por la disautonomía neurovegetativa (Tabla IV).
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Porfiria y anestesia
“ghosts“
REEMPLAZO ENZIMÁTICO
liposomas
HEMODIÁLISIS Y HEMOPERFUSIÓN
DETECCIÓN DE PORTADORES
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tiendo de sangre pasada de fecha de la que se extraía la hemina y una vez disuelta en un medio
alcalino se convertía en hematina. La hematina es muy inestable y sus productos de degrada-
ción tienen efectos secundarios (tromboflebitis, trastornos de coagulación), por lo que no es reco-
mendable que se improvise su preparación en la farmacia hospitalaria(25,26,27).
Actualmente existen preparados mucho más estables que todavía no están comercializados
en España, pero que se pueden conseguir como medicación extranjera o bien llamando al Centro
Francés de Porfirias del prof. Nordmann(+).
En EE.UU. existe una forma liofilizada de hidróxido de hemina.
En Europa tenemos el argininato de hemo (Normosang). La dosis es de 2-4 miligramos/kg
peso/12 ó 24 h según la gravedad del caso, durante 4 días consecutivos, para administrar a
ser posible por una vía central. El dolor remite enseguida.
No es aconsejable el uso de la hematina en embarazadas porque aún está por comprobar su
inocuidad sobre el feto.
En cuanto a los síntomas (Figura 11) el síndrome dérmico necesita prendas protectoras, reduc-
ción drástica de la exposición a la luz solar y filtros pantalla que contengan óxido de Zn y dió-
xido de titanio (no bien aceptados porque dan aspecto de máscara). La fotoprotección sistémi-
ca se consigue con altas dosis de carotenoides, por su acción barredora de radicales libres, y vit.
E por su efecto antioxidante.
El dolor abdominal suele remitir con analgésicos menores (AAS, paracetamol, dihidrocode-
ína), pero a veces se precisan opioides (petidina, morfina, buprenorfina) sólo durante la crisis.
Las náuseas y los vómitos responden bien a la promazina y clorpromazina que también con-
trolan la agitación y los cuadros psicóticos, inductores a veces de ideas suicidas.
La hiponatremia por vómitos de repetición, por encefalopatía hipertensiva o por secreción
inadecuada de la hormona antidiurética o vasopresina(*), puede provocar convulsiones por for-
tuna pasajeras, ya que la mayoría de los anticonvulsivantes (fenitoína, fenobarbital, carbama-
zepina, piramidón) son porfirinogénicos. Según parece, las benzodiazepinas y el valproato sódi-
(+)Centre Francais des porphyries. Prof. Y. Nordmann et Prof. JC. Deybach. Hôpital Louis Mourier. 178 rue des Renouillers.
92701 Colombes Cedey. Tel. (16.1) 47 60 63 31, 40 60 63 32. Minitel (16.1) 47 60 64 29.
(*)La vasopresina reduce la secreción urinaria al favorecer la reabsorción acuosa y eliminación de sal, en el túbulo renal. En dosis
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Porfiria y anestesia
Ropa protectora
Luz solar, NO
SÍNDROME DÉRMICO Filtros pantalla (ZnO y TiO2)
Vitamina E (antioxidante)
Dolor abdominal
(AAS, paracetamol, dihidrocodeína)
(petidina, buprenorfina, morfina)
Taquicardia e hipertensión
(propranolol y atenolol)
Afectación neuromuscular
(respiración controlada, fisioterapia)
co (Depakine) son los fármacos menos inseguros para el porfírico epiléptico, a pesar de la
falta de unanimidad entre los autores por su efecto dosis-dependiente(28,29).
La taquicardia e hipertensión se tratan con propranolol y atenolol, vigilando la hipotensión
postural que podría potenciarse con la disautonomía neurovegetativa(30).
Requerirá especial vigilancia la función respiratoria, por el riesgo de afectación neuromus-
cular que empieza a manifestarse con disfonía, generalmente; en caso de precisar ventilación
asistida se recomienda también una fisioterapia precoz.
Todas estas medidas específicas se completan con las siguientes medidas generales obliga-
torias: una dieta hiperproteica en la que se incluirán como mínimo 400 g de carbohidratos, aun-
que el llamado efecto glucosa esté en discusión. Mantener al paciente tranquilo. Vigilar el balan-
ce hidroelectrolítico. Coleccionar orina y heces de 24 horas con técnica estéril conservándolas
al abrigo de la luz y de las altas temperaturas el día de la crisis y 1 ó 2 días después de ésta, para
determinación del perfil bioquímico de las porfirinas y sus precursores.
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M. Lobo Sánchez
sis, en el transcurso de una anestesia convencional en la que se usen anestésicos también con-
vencionales, pero no seguros (por ej. el pentotal)(34,35,36,37,38).
Sólo presentan riesgo anestésico vital los pacientes afectados por cualquiera de las tres
porfirias llamadas agudas PAI, CPH y PV; en los demás tipos de porfiria el riesgo es exclusi-
vamente cutáneo por mayor fotosensibilización, nunca vital(39,40).
En los pacientes asintomáticos o en remisión ya diagnosticados, se pueden utilizar la mayo-
ría de los fármacos considerados seguros incluso de forma repetitiva en la misma o distintas
anestesias. En estos pacientes ni siquiera los barbitúricos desencadenan el cuadro agudo de
forma sistemática, pero siguen siendo muy peligrosos a pesar de las modernas terapias.
De cualquier forma es muy difícil durante una anestesia general imputar a un único fármaco
una crisis porfírica, puesto que siempre son varios los que se asocian(41,42,43).
Sin discusión todos los autores prefieren la anestesia general a la local, ante la posibili-
dad de activar mediante los anestésicos locales la polineuropatía motora y la disautonomía neu-
rovegetativa.
Entre los anestésicos locales se recomiendan (Tabla V): la procaína, procainamida, tetracaí-
na (o pontocaína) y la bupivacaína (o marcaína); se prohíben la mepivacaína (o carbocaína),
cocaína, etidocaína (o duranest), lidocaína y prilocaína (o citanest). Aunque experimental-
mente los del grupo amida son más porfirinogénicos que el propio pentotal, se usan con mucha
frecuencia.
La preparación obligatoria de un paciente porfírico diagnosticado que va a ser anestesiado
exige (Figura 12):
1º. Determinar los niveles de porfirinas y de sus precursores, en orina y heces/24 horas pre-
viamente a la cirugía y 1 ó 2 días después. Por técnica estéril y conservándolas protegidas
del calor y de la luz mediante un frasco oscuro.
2º. Vigilar el balance hidroelectrolítico para control de los niveles de sodio sérico, en preven-
ción de la hiponatremia por deshidratación debida a vómitos de repetición, encefalopatía
hipertensiva o secreción alterada de vasopresina.
3º. Durante los días previos a la cirugía se suprimirá de la dieta del paciente, que debe ser hiper-
proteica, las carnes rojas y las legumbres verdes, porque pueden falsear los niveles de por-
firinas, sobre todo las fecales.
4º. Se abreviará el ayuno al máximo e intraoperatoriamente se administrarán de 400-500 g de
carbohidratos, aunque su efectividad sea dudosa. También se controlará el estrés.
SEGUROS INSEGUROS
Procaína Cocaína?
Procainamida Etidocaína
Tetracaína Lipocaína
Bupivacaína Mepivacaína
Prilocaína?
Diferenciación de los anestésicos locales. Con interrogante, los que han resulatado contradictorios.
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Porfiria y anestesia
Vasopresina
VIGILAR HIPONATREMIA Encefalopatía hipertensiva
Vómitos
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Alcuronio Hioscina?
Amilobarbitona Mefenámico, ácido
Barbitúricos Metoxifluorano
Cloroformo Nitrazepam
Diazepam? Oxazepam?
Dipirona Gamma-OH
Enflurano Pentazocina
Etomidato Pirazolonas
Fenacetina Prometazina
Flunitrazepam Tetrazepam
Halotano Tiopental
Anestésicos y sedantes no recomendables. En negrita, los que se han asociado a una crisis. Con interrogante, los contra-
dictorios.
Anestésicos y sedantes recomendables. Con interrogante, los que resultan contradictorios. En negrita, los aceptados como
muy seguros.
De los agentes inhalatorios el más seguro es el óxido nitroso; de los halogenados se sabe que
en los modelos experimentales son porfirinogénicos y estimulan inespecíficamente las enzimas
microsomales, pero no han dado problema a excepción del metoxifluorano y enfluorano(47,48).
Entre los agentes inductores el gama-OH es muy seguro. La ketamina fue el de elección
durante unos años, después le sustituyó la propanidina, hasta que fue retirado y luego el eto-
midato considerado inocuo en bolo, pero no en perfusión continua. (Figura 13)(49,50).
En la actualidad el propofol (2, 6 diisopropil-fenol) está aceptado por la mayoría de los auto-
res como el inductor más seguro, tanto en bolo, como en infusión continua(51,52,53).
La casuística más numerosa ha sido publicada por Meissner et al. en 1991 en Escocia, con 13
casos de PV inducidos con propofol.
Pero también tiene detractores: Weir y Hodkinson en 1988, Hughes en 1990, Kantor y Rolbin
en 1992, Tidmarsh también en 1992, Kasraie y Cousins en 1993, Elcock y Norris en 1994.
Lo que sucede es que en estas publicaciones unas veces faltaban los perfiles bioquímicos
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Atropina, droperidol
MUY SEGUROS Suxametonio, pancuronio
Tubocurarina, petidina
Neostigmina, morfina
Atracurio, norcurón
POCA INFORMACIÓN Alfentanilo, sufentanilo
Buprenorfina, midazolam
Gamma-OH. Ketamina
Propanidida (Epontol)
INDUCTORES en bolo, sí
Etomidato perfusión, no
2,6 di-isopropil-fenol
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XVIII
PATOLOGÍA SUPRARRENAL Y ANESTESIA
C. Royo Peiró
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
Anatomía y fisiología de las glándulas suprarrenales
La patología de la glándula suprarrenal es muy compleja, esto se debe a la diversidad de su
producción hormonal y a la implicación del eje hipotalámico-hipofisario en su regulación.
Para el anestesiólogo es imprescindible conocer la fisiología de las glándulas suprarrenales.
Las hormonas secretadas por éstas, son las responsables de la respuesta fisiológica de nuestro
organismo a la postura erecta, al esfuerzo y al estrés. Por lo tanto, su disfunción por exceso o
por defecto, puede tener consecuencias desfavorables durante la cirugía y la anestesia(1).
Las glándulas suprarrenales están situadas en ambos polos renales superiores y se dividen
en dos estructuras bien diferenciadas por su anatomía y su función(2): la corteza, donde se sin-
tetizan las hormonas corticoesteroides, y la médula, que produce y libera catecolaminas.
1. La corteza ocupa el 80% de la glándula, en ella se sintetizan tres grupos hormonales, glu-
cocorticoides, mineralocorticoides y andrógenos.
Está formada por tres capas:
– Zona glomerular: es la más externa y fina, en ella se secretan los mineralocorticoides.
– Zona fascicular: capa intermedia, donde son secretados los glucocorticoides y andrógenos.
– Zona reticular: capa profunda, aquí también se secretan glucocorticoides y andrógenos.
Las hormonas de la corteza suprarrenal reciben el nombre genérico de corticosteroides, ya
que todas se sintetizan a partir del esteroide colesterol (Figura 1). Se han aislado más de 30 este-
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C. Royo Peiró
colesterol
Pregnenolona
Progesterona 17 - OH-pregnenolona
17-OH-progesterona
Tabla I Corticosteroides.
Actividad mineralcorticoide Actividad glucocorticoide
roides diferentes, con fórmulas químicas similares, pero con pequeñas diferencias de estruc-
tura molecular que les confiere funciones muy diferentes, de todos ellos, la aldosterona y el cor-
tisol son los más importantes, por tener funciones vitales para el organismo (Tabla I).
a) Glucocorticoides. Sus principales efectos y respuestas metabólicas son(2):
• Efectos sobre el metabolismo de los hidratos de carbono:
– Estimulación de la neoglucogénesis hepática a partir de las proteínas.
– Disminución de la utilización de la glucosa por las células.
– Aumento de glucemia y diabetes suprarrenal (por los dos efectos anteriores).
• Efectos sobre el metabolismo de las proteínas:
– Reducción de las proteínas celulares, excepto las hepáticas y plasmáticas que aumentan.
– Movilización de los aa. extrahepáticos, con aumento de los sanguíneos y hepáticos.
• Efectos sobre el metabolismo de las grasas:
– Movilización de ácidos grasos del tejido adiposo.
• Efectos en el estrés:
– El estrés aumenta la liberación de ACTH y, por lo tanto, de cortisol, produciéndose
una movilización rápida de aminoácidos y grasas que favorece la obtención de ener-
gía, la síntesis de glucosa y la neosíntesis proteica.
• Efectos antiinflamatorios:
– Estabilización de las membranas lisosómicas.
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C. Royo Peiró
2. La médula ocupa el 20% interno de la glándula, está relacionada funcionalmente con el sis-
tema nervioso simpático (SNS). La estimulación de los nervios simpáticos que inervan la
médula suprarrenal, hace que se liberen grandes cantidades de adrenanalina, el 80%, y nora-
drenalina, el 20%, a la sangre circulante y ésta las distribuye por todos los tejidos. Sus efec-
tos son similares a la estimulación simpática directa, aunque algo más duraderos. Su acción
fundamental es la estimulación de los receptores α y β, por lo que contribuyen a la regula-
ción del sistema cardiovascular y del metabolismo.
Hecho el recuerdo anatomofisiológico como introducción, podemos pasar a estudiar las
dos situaciones con las que se puede enfrentar el anestesiólogo(1):
1. Anestesia en pacientes con patología suprarenal para cirugía no suprarrenal.
a) Hiperfunción de la corteza:
– Síndrome de Cushing (exceso de glucocorticoides).
– Síndrome de Conn ( exceso de mineralocorticoides).
b) Hipofunción de la corteza:
– Síndrome de Addison (deficiencia de glucocorticoides y mineralocorticoides)
– Corticoterapia crónica.
– Hipocorticismo (por déficit de ACTH).
– Hipoaldosteronismo.
2. Anestesia en la cirugía suprarrenal
a) Tumor medular: feocromocitoma
b) Tumores corticales:
1. No funcionantes: no implicaciones anestésicas específicas.
2. Virilizante/feminizante: no implicaciones anestésicas específicas.
3. Funcionantes: implicaciones anestésicas específicas.
Síndrome de Cushing
Se caracteriza por exceso de glucocorticoides y su tratamiento radical es quirúrgico.
Etiología
Es muy variada:
– Tumor hipofisario secretor de ACTH.
– Producción ectópica de ACTH por tumor carcinoide, u otros tumores del riñón, páncreas,
timo o pulmón.
– Hiperplasia o tumor suprarrenal.
– Corticoterapia prolongada por artritis, asma o alergias.
Los tumores productores de ACTH, tanto hipofisarios, como no, es la causa endógena más
frecuente del síndrome de Cushing (60-70%). El aumento de producción de cortisol, por hiper-
plasia o tumor suprarrenal, representa el 10-20%.
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Clínica
Los síntomas y signos que debemos valorar y estabilizar antes de la cirugía por sus impli-
caciones anestésicas y quirúrgicas(3) son: aumento de líquido extracelular, edemas, hipertensión
arterial, hipernatremia, hipocaliemia, hiperglucemia, diabetes suprarrenal, obesidad, pérdida
y debilidad muscular, osteoporosis, hipercoagulabilidad, mala cicatrización e inmunosupre-
sión.
Preoperatorio
La preparación quirúrgica debe iniciarse 3 meses antes con fármacos corticosólicos(3):
– El OP’DDD o mitotano, derivado del insecticida DDT, es el más utilizado.
– El ketoconazol además de antifúngico, posee actividad anticortisónica.
– La aminoglutetimida y la metopirina son menos eficaces.
En la fase preoperatoria deberá mantenerse el tratamiento hipotensor y la dieta hiposódica,
control de la glucemia con insulina, y balance hidroelectrolítico adecuado, en especial del pota-
sio.
La espironolactona (antagonista de la aldosterona) permite detener la pérdida de potasio y
ayuda a movilizar los líquidos. Es imprescindible evitar cualquier foco infeccioso, esmerar las
medidas de asepsia en la piel y realizar profilaxis antibiótica y tromboembólica adecuadas. Debe
prevenirse la insuficiencia corticosuprarrenal con hidrocortisona, se inicia el día anterior, 100 mg,
y se repite la misma dosis el día de la intervención con la premedicación.
Manejo anestésico
Los problemas a los que nos enfrentan estos pacientes se derivan de sus alteraciones endo-
crinometabólicas(4):
• Difícil abordaje venoso superficial y profundo (obesidad, fragilidad capilar).
• Intubación difícil (limitación de la hiperextensión por la distribución de la grasa cervical:
“cuello de búfalo”).
• Riesgo de fracturas patológicas espontáneas y predisposición a la formación de escaras por
lo que la movilización y colocación del paciente debe ser muy cuidadosa.
• Fármacos anestésicos recomendados: en general, no existe contraindicación para ninguno
de los que habitualmente utilizamos, aunque se deben evitar los agentes más liposolubles.
El inductor de elección es el tiopental, ya que reduce la corticosolemia. El etomidato a pesar
de su acción inhibitoria de la esteroidogénesis, puede ser utilizado, porque esta acción no
tiene trascendencia clínica a dosis hipnóticas. El mantenimiento anestésico con halogena-
dos, opioides y relajantes musculares no despolarizantes deben conseguir sin problemas un
nivel adecuado anestésico.
• Más importante es la estabilidad hemodinámica(5) con reposición adecuada de volemia,
potasio y control intraoperatorio de glucemia. Ante una hipotensión arterial se debe hacer
el diagnóstico diferencial entre hipovolemia y adrenosupresión aguda(6).
• La corticoterapia sustitutiva es necesaria, ya que tras la extirpación quirúrgica del tumor se
produce una disminución brusca de los niveles plasmáticos del cortisol. Como hemos dicho
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C. Royo Peiró
Control postoperatorio
La mortalidad en el postoperatorio inmediato oscila entre el 2% y 15%(4). Es mayoritaria-
mente de causa cardiovascular por los efectos del hipercorticismo.
La morbilidad sigue siendo elevada, alrededor del 40%. Las complicaciones más habitua-
les son:
1. Quirúrgicas: dehiscencias de suturas (9%) e infección de la herida quirúrgica en las vías
anteriores, sangrado postoperatorio (3%), neumotórax en los abordajes posteriores que suele
resolverse espontáneamente, pancreatitis (poco frecuente).
2. Médicas: las respiratorias son las más frecuentes en los abordajes anteriores (26%); trombo-
embólicas del 1-10%: algunos equipos(7) aconsejan heparinización intravenosa, otros(4) solo
movilización precoz; la insuficiencia suprarrenal aguda se produce por insuficiente hormono-
terapia sustitutiva.
En la suprarrenalectomía, independientemente que sea uni o bilateral, total o subtotal, es
imprescindible la corticoterapia, se recomienda la siguiente pauta(8):
1er día: 200 mg de hidrocortisona.
2º y 3er: 100 mg, 4º y 5º: 50 mg, y a partir del 6º día 50 mg debiendo pasar a control por endo-
crinología. Algunos protocolos incluyen(4) a partir de la 1ª semana 9-α-fluorohidrocortisona,
0,05-0,1 mg/24 horas.
Síndrome de Conn
Se caracteriza por el exceso de mineralocorticoides. El tratamiento puede ser médico, cuan-
do se trata de una hiperplasia o quirúrgico se debe a un adenoma(9).
Etiología
– Hiperaldosteronismo primario o síndrome de Conn: se produce por un tumor corticosu-
prarrenal productor de aldosterona(10).
– Hiperaldosteronismo secundario: secreción excesiva de aldosterona en respuesta a un
aumento plasmático de renina de cualquier etiología.
Clínica
Se caracteriza por: HTA diastólica >100 mm Hg, aumento del volumen extracelular por reten-
ción renal de sodio, hipocaliemia <3,5 mEq/L no iatrogénica, alcalosis metabólica, debilidad
muscular, nefropatía, y alteraciones del ritmo cardíaco.
Estos pacientes pueden ser bien controlados con tratamiento médico: hipotensores y apor-
te suplementario de potasio:
– Espironolactonas, diuréticos ahorradores de potasio, inhibidores de la ECA, antagonistas
del Ca.
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Preoperatorio
Se necesitan de 1-3 semanas para controlar la TA y corregir la hipocaliemia antes de la
cirugía con el tratamiento médico, para evitar las alteraciones del ritmo cardíaco durante la ciru-
gía y en caso de bloqueo AV de 1er grado se deberá colocar un marcapasos temporal o utilizar
uno externo.
Manejo anestésico
Estos pacientes plantean los problemas de un hipertenso: inestabilidad hemodinámica con
cambios bruscos de la TA y posibilidad de alteraciones del ritmo cardíaco graves(7). Debe ser
por tanto, una anestesia estable y profunda:
– Se debe monitorizar ECG, PVC, PA cruenta, GSA y K+.
– Deben evitarse los fármacos arritmógenos(10).
– Normoventilación ( la hiperventilación aumenta la alcalosis y empeora la hipocaliemia).
– Pueden estar hipovolémicos por el tratamiento preoperatorio y sufrir hipotensión ortostá-
tica y/o hipotensión en la inducción.
– Debemos tener en cuenta la posible disfunción renal.
– No precisan hormonoterapia sustitutiva, ya que la extirpación quirúrgica suele ser unila-
teral.
Postoperatorio
– No suele plantear problemas de morbimortalidad.
– La caliemia se normaliza en el postoperatorio inmediato.
– La TA puede tardar meses en normalizarse, un 30% permanecen hipertensos a pesar de la
cirugía.
Etiología
– Síndrome de Addison o hipocorticismo primario por enfermedad autoinmune, hemorra-
gia, tuberculosis, metástasis, infecciones, SIDA. Cursa con disminución de cortisol y aldos-
terona.
– Corticoterapia prolongada: inhibe el eje hipotalámico-hipofisario. Al suspender la terapia
de forma brusca se produce una insuficiencia suprarrenal aguda(12).
– Hipocorticismo por déficit de ACTH por panhipopituitarismo, poco frecuente; mantienen
niveles normales de aldosterona con ausencia de cortisol.
Fisiopatología
1. La disminución de glucocorticoides va a producir:
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C. Royo Peiró
Clínica
Los signos y síntomas que pueden aparecer son las consecuencias viscerales de la disfun-
ción hormonal(13):
– Depresión miocárdica, hipotensión arterial, vómitos y diarrea, debilidad muscular, anore-
xia y pérdida ponderal, melanodermia, sensibilidad frente a la infección.
En las formas crónicas el tratamiento con hormonoterapia sustitutiva da buenos resultados:
cortisona (25 mg/mañana y 15 mg/tarde) y 9-α-fluorohidrocortisona si precisa (0,05-0,1 mg/día).
Lo más importante para nosotros es que, la insuficiencia suprarrenal aguda es práctica-
mente superponible a un shock hipovolémico(14,15): hipovolemia, oliguria, > BUN y creatini-
na, hiponatremia, hipercaliemia, hipoglucemia y hemoconcentración.
Ésta suele presentarse ante situaciones de estrés(15) y el tratamiento debe ser agresivo y pre-
coz: reposición de volemia con cristaloides, coloides y sangre si fuera necesario; corrección ióni-
ca; hidrocortisona intravenosa: (D. I.: 100 mg, continuar con infusión de 200 mg en 24 horas).
Los pacientes sometidos a corticoterapia crónica bien por hipocorticismo o por otras pato-
logías (asma, artritis reumatoide) pueden presentar signos de hipercorticismo: diabetes melli-
tus, ulcus gástrico, tromboflebitis, sensibilidad frente a infecciones, dificultad para cicatrizar y
descompensación suprarrenal durante la agresión quirúrgica.
Preoperatorio
– Anamnesis minuciosa para recoger: tiempo de evolución, tratamiento sustitutivo, cuantifi-
caciones hormonales, comportamiento en anestesias previas.
– Exploración clínica, analítica (sodio, potasio, pH, creatinina, glucemia, cuantificaciones hor-
monales).
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Manejo operatorio
1. Los fármacos anestésicos, en general, producen una inhibición transitoria del cortisol, que
modifica la respuesta frente a la agresión quirúrgica, a nivel central (anestesia general) o por
bloqueo de los impulsos nociceptivos (anestesia regional). Por tanto, no tienen una acción
directa sobre la función suprarrenal, a excepción del etomidato, que inhibe de forma evi-
dente la secreción suprarrenal, aunque este efecto no tiene repercusión clínica cuando se uti-
liza en dosis únicas como inductor.
Por lo tanto, el protocolo anestésico no requiere modificaciones específicas en esta patolo-
gía(17).
2. Es habitual y deseable la cobertura empírica hormonal:
a) Hidrocortisona: es aconsejable administrar dosis suplementarias, como se indica en la
tabla II.
b) Las necesidades de mineralocorticoides están cubiertas el día de la intervención por el
efecto mineralocorticoide de la hidrocortisona.
Inducción Mantenimiento
Cirugía mayor 100 mg/i.v. 100 mg/i.v./12 horas
Cirugía menor 25-100 mg/i.v. No necesario
La anestesia urgente en un paciente no tratado y sin tiempo para prepararlo es muy raro.
Ante esta situación deberemos tener en cuenta:
– Dosis de corticoides que habitualmente recibía el paciente.
– Reposición de volemia con aporte de sodio y glucosa.
– Dosis mínimas necesarias de fármacos anestésicos para evitar depresión miocárdica.
– Monitorización invasiva: PVC, TA, PCP, BNM.
– Control: ionograma, glucemia, pH... etc.
Postoperatorio
1. Se continuará la monitorización hemodinámica, balance hidroelectrolítico, control de glu-
cemia.
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C. Royo Peiró
– Reposición volémica con aporte de sodio y glucosa. Debe evitarse la reposición de solu-
ciones hipotónicas o de agua libre por la disminución de la capacidad del riñón de excre-
tar esta.
– Si no realizamos la reposición adecuadamente, aparecerán signos, bien de hiperhidra-
tación (edemas con disminución de la natriuresis) o por el contrario de deshidratación
(hipotensión arterial, hipovolemia).
2. Se mantendrá la terapia sustitutiva con hidrocortisona(13):
– 1º día 200 mg i.v. (como hemos referido en el apartado operatorio)
– 2º y 3º día 100 mg/ i.v./24 horas
– 4º y 5º día 50 mg/24 horas
– A partir del 6º día continuar según control hormonal por endocrinología.
3. En caso de necesitar mineralcorticoides: desoxicorticosterona 5 mg/i.m./24 horas, y pos-
teriormente 9-α-fluorhidrocortisona por vía oral.
Conclusiones
Los riesgos más importantes con los que nos podemos encontrar en este tipo de patología
no proceden de la cirugía, sino de la incapacidad del paciente para adaptarse al estrés qui-
rúrgico, sobre todo cuando no esta controlado desde el punto de vista hormonal, metabólico
o hidroelectrolítico.
El manejo peroperatorio adecuado en cirugía suprarrenal en pacientes con disfunción hor-
monal supone por lo tanto:
– El conocimiento de su situación clínica
– El estudio cuantitativo y cualitativo hormonal
– La correcta preparación cuando proceda
– Mantener al paciente durante el intra y postoperatorio estable hemodinámicamente, adecua-
do balance hidroelectrolítico, equilibrio ácido-base y glucemia controlada.
– Administrar corticoterapia sustitutiva cuando proceda.
ANESTESIA EN EL FEOCROMOCITOMA
Generalidades
Introducción
El feocromocitoma es un tumor poco frecuente, que exige al anestesiólogo conocer en pro-
fundidad su fisiopatología, para poder controlar adecuadamente sus graves repercusiones car-
dio-vasculares durante el período perioperatorio.
Es un tumor funcionante, secretor de catecolaminas (CA) en exceso, derivado de las células
simpático-cromafines APUD (amino-precursor-uptake-decarboxylatión), cuya principal mani-
festación clínica es hipertensión arterial (HTA), con alto grado de morbi-mortalidad si no se
diagnostica, y cuyo único tratamiento definitivo es la extirpación quirúrgica.
Estos tumores además de CA (como todos los apudomas) pueden excretar gran variedad de
276
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A. Esporádicos
B. Familiares
1. Simple
2. MEN tipo I Tumor pancreático
Feocromocitoma
MEN tipo II a (S. de Sipple) Carcinoma medular de tiroides
Adenoma paratiroideo
Feocromocitoma
MEN tipo II b (S. de Werner) Carcinoma medular de tiroides
o III Neuromas mucosos
Hábito marfanoide
Ganglioneuromatosis intestinal
Feocromocitoma
Figura 2. Clasificación.
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C. Royo Peiró
Fisiopatología
Su etiología es desconocida, se supone que es producido por una mutación genética de célu-
las pertenecientes al sistema APUD. Este sistema relaciona un conjunto de células amplia-
mente dispersas por el organismo, embrionariamente derivadas de las células neuroectodér-
micas de la cresta neural primitiva, las cuales emigrarían durante su desarrollo a distintos luga-
res, en su camino hacia la médula suprarrenal(21).
Tienen en común características citoquímicas y estructurales. A las primeras se debe su gran
capacidad por la captación de precursores de aminas: 5-hidroxitriptófano y DOPA, y su facili-
dad para su decarboxilación, con la producción subsiguiente de aminas biógenas: adrenalina
(AD), noradrenalina (NA), dopamina y 5-hidroxi-triptamina (Figura 3). A partir de estas ami-
nas y la riqueza de estas células en deshidrogenasa, esterasa y colesterasa, pueden resultar pép-
tidos de complejidad creciente. Su característica estructural distintiva es la presencia de grá-
nulos secretores. Sus funciones son almacenar y secretar las aminas y los polipéptidos forma-
dos.
Tirosina
↓ Tirosina-hidroxilasa
DOPA
↓ Dopa decarboxilasa
Dopamina
↓ Dopamina β-hidroxilasa
Feniletanolamina N metiltraferasa
Noradrenalina Adrenalina
Glucocorticoides
MAO MAO
↓ COMT ↓ COMT
A. vanililmandélico
El sistema APUD se puede considerar una tercera parte del sistema nervioso, cuya función
es mantener, modular o amplificar determinadas actividades de las neuronas somáticas y auto-
nómicas(21). La proliferación neoplásica de las células APUD origina los apudomas, entre los
que se incluye el feocromocitoma.
Estos conceptos embriológicos nos permiten entender la posible degeneración tumoral simul-
tánea en diferentes localizaciones(21), esto es, la explicación de la génesis de los feocromocito-
mas múltiples, o su asociación con otros apudomas.
La disfunción fisiológica en los pacientes con feocromocitoma se debe principalmente el
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exceso de catecolaminas plasmáticas. El patrón secretor es variable, pero no se conocen los meca-
nismos responsables de estas diferencias(22,23) (Tabla III).
Tabla III Patrón secretor.
NA AD Dopamina
1. +++ ++/o +/o
2. ++/o +++ +/o
3. ++ ++ +
4. +/o +/o +++
1. La mayoría de ellos secretan mayor cantidad de NA que de AD, al contrario que la médu-
la suprarrenal normofuncionante(24).
2. Sólo un 15% de los feocromocitomas liberan más AD, que NA y dopamina (éstos son siem-
pre de localización suprarrenal).
3. Muy pocos se han visto con igual proporción de NA y AD, además de dopamina en menor
cuantía.
4. Son excepcionales los secretores de dopamina, bien de forma exclusiva o predominante y
suelen asociarse a malignidad(22).
La síntesis y almacenamiento de CA en estos tumores se producen de forma similar que
en la médula suprarrenal(24); sin embargo, a diferencia de ésta, la secreción hormonal del feo-
cromocitoma es independiente de la estimulación simpática, ya que no tiene inervación. La
secreción de CA está en función de la velocidad de síntesis y de la capacidad de almacenamiento.
Una vez liberadas, las CA pueden ser recuperadas (fenómeno de recaptación) en las membra-
nas presinápticas, por las neuronas simpáticas postganglionares. Esto explicaría como un estí-
mulo simpático (emoción, dolor) puede desencadenar una respuesta adrenérgica por liberación
de CA almacenadas(23).
Clínica
El signo patognomónico es HTA acompañada de cefalea, palpitaciones y diaforesis, más
un cortejo variable de síntomas que depende del tipo de CA secretada por el tumor (Tabla IV).
1. Alteraciones vasculares
a) La HTA(19) se encuentra en el 90% de los pacientes, es lábil y con mala respuesta al tra-
tamiento médico habitual (excepto a los bloqueantes-α).
– En el 60% se presenta en forma de HTA mantenida sin taquicardia, sobre la que pue-
den aparecer crisis adicionales hipertensivas, suele corresponder a tumores secreto-
res de NA (por predominio del efecto-α).
– En el 40% restante se manifiesta en forma de HTA paroxística con taquicardia, de
aparición brusca y duración variable entre 10 y 60 minutos, generalmente se obser-
va en los feocromocitomas de mayor secreción de AD (por efecto-β).
– Sólo el 5% son normotensos, por predominio de dopamina. Los pacientes de este
grupo pueden sufrir colapsos paroxísticos y/o trastornos gastrointestinales(22).
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El factor desencadenante de la crisis puede ser por desplazamiento del contenido intes-
tinal que moviliza al tumor, como ocurre con cambios posturales y exploraciones diag-
nósticas invasivas, y/o por la administración de fármacos que potencian la acción de las
CA (antidepresivos tricíclicos, imipramina, reserpina, bloqueantes-β, histamina). No está
claro como factor desencadenante el estrés físico o psicológico.
Estas crisis se acompañan de diversos síntomas que suelen repetirse de forma similar en
cada paciente, pueden ser: diaforesis, palpitaciones, palidez, temblor, taquicardia, dolor
torácico, disnea, trastornos gastrointestinales y terminan, casi siempre, con un estado de
fatiga(19).
Independientemente de la forma de presentación, si se deja evolucionar al feocromocitoma,
pueden llegar a aparecer signos de HTA maligna con son la retinopatía y la proteinuria.
b) Pueden producirse en estos pacientes episodios de hipotensión ortostática por dismi-
nución del volumen plasmático debido al efecto de la vasoconstricción periférica man-
tenida, y por pérdida del tono de los reflejos simpáticos posturales; es más habitual su
aparición en los tumores secretores de AD.
2. Cardiopatía
Es frecuente encontrar en estos pacientes algún tipo de disfunción miocárdica:
a) Los pacientes con HTA mantenida pueden desarrollar una cardiopatía hipertrófica.
b) También es habitual la aparición de cardiopatía isquémica por el aumento de VO2 mio-
cárdico debido a la estimulación simpática, y por la posible existencia de coronariapatía
por aumento de ácidos grasos libres y engrosamiento de la capa media vascular.
c) En un 20-30% pueden aparecer anomalías estructurales y cambios bioquímicos en el teji-
do miocárdico que reciben el nombre de miocarditis catecolamínica(25). Las anomalías
estructurales consisten en pequeños focos de necrosis sin distribución vascular aparen-
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te, que producen degeneración miofibrilar; se pueden producir por un efecto inflama-
torio directo de las CA, por isquemia debida a vasoconstricción coronaria o isquemia
relativa por aumento de la demanda de O2, y por incremento de la agregación plaque-
taria. Los cambios bioquímicos consisten en el almacenamiento anormal de aminas endó-
genas y en el aumento de concentración de ácidos grasos libres en el tejido cardíaco.
3. Arritmias
Éstas pueden aparecer con diferentes formas: taquicardia sinusal, taquicardia nodal, extra-
sístoles ventriculares (EV), taquicardia ventricular, “torsades de pointes”, síndrome de Wolff-
Parkinson-White e incluso fibrilación ventricular. Se producen por los efectos cronotropos de
las CA, por las crisis de HTA y/o por la miocarditis. Estas alteraciones se reflejan en el ECG
de forma inespecífica como trastornos de la repolarización durante la crisis hipertensiva, sig-
nos de HVI y/o bloqueo de rama.
Todas estas disfunciones cardiovasculares, si se dejan evolucionar, pueden ser causa de infar-
to agudo de miocardio (IAM), edema agudo de pulmón (EAP) y/o insuficiencia cardíaca con-
gestiva (ICC).
4. Alteraciones metabólicas
a) La intolerancia hidrocarbonada(23) es la más importante y constante de los trastornos
metabólicos. Se manifiesta por hiperglucemia y glucosuria, y se debe al efecto metabó-
lico de las CA por un triple mecanismo: aumento de la glucogenólisis y neoglucogéne-
sis y disminución de la liberación de insulina. También puede contribuir el aumento de
ácidos grasos libres por incremento de la lipólisis.
b) La elevación del hematócrito, que habitualmente encontramos en estos pacientes, es
secundaria a la disminución del volumen plasmático. Más raro es el hallazgo de eritro-
citosis verdadera debida a la producción de eritropoyetina por el feocromocitoma.
c) Pueden cursar con hipercalcemia debido a estimulación adrenérgica directa de las glán-
dulas paratiroides, a secreción ectópica de la proteína relacionada con la hormona para-
tiroidea o puede ser un signo de neoplasia endocrina múltiple (MEN).
d) También es frecuente la presencia de acidosis láctica por acción de la AD que aumenta
el lactato sérico por estimulación de la glicólisis y glucogenólisis y de hipopotasemia
por estimulación intensa de los receptores β2. La disminución del potasio sérico puede
ser un factor favorecedor de la aparición de arritmias.
Otros trastornos que pueden observarse en los pacientes con feocromocitoma son: fiebre,
pérdida de peso corporal y colelitiasis, esta última aparece en un 30%.
El diagnóstico diferencial deberá establecerse con todas aquellas situaciones en las que se
produce aumento de CA: crisis de ansiedad, HTA hiperadrenérgica, hipertiroidismo, eclamp-
sia, tratamiento con aminas simpaticomiméticas, síndrome carcinoide(19).
Diagnóstico
El diagnóstico del feocromocitoma se realiza por:
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1. La sintomatología clínica.
2. La confirmación analítica de la producción excesiva de CA: diagnóstico bioquímico.
3. La localización anatómica del tumor: diagnóstico de localización.
a) Diagnóstico bioquímico/farmacológico
La metodología actual se basa en la cuantificación de CA por medio de cromatografía líqui-
da de alta resolución electroquímica, radioinmunocuantificación y espectrofotometría de masa.
Con estas técnicas podemos medir las CA plasmáticas (AD y NA), sus metabolitos en orina
de 24 h.: metanefrinas (MET), normetanefrinas (NMET), ácido vanililmandélico (AVM), dopa-
mina y otros metabolitos: 3,4-dihidroxifenilglicol (DHPG), 3,4-dihidroxifenilacético (DOPAC).
Ninguna de ellas alcanza una sensibilidad del 100% y se precisa preparar al paciente para eli-
minar todo aquello que pueda alterar los resultados (ayuno mínimo de 8 h, decúbito supino
durante 30 min, supresión de fármacos).
Para evitar los errores por las fluctuaciones de los niveles plasmáticos Shapiro y col.(26) intro-
dujeron la medición de NA intraplaquetaria, aunque también puede dar falsos positivos y nega-
tivos. Otra forma de aumentar la especificidad es hacer la determinación de CA plasmáticas
antes y después del ejercicio físico.
Todas las pruebas tienen partidarios, aunque al parecer, la medición de catecolaminas frac-
cionadas, metanefrinas y normetanefrinas en orina de 24 horas, generan la sensibilidad y la
especificidad máximas(27) (Tabla V).
Orina de 24 h:
NA < 75 ng/24 h > 1,5–2 veces más 70–90% 54–98%
AD < 25 ng/24 h > 1,5–2 veces más 50–75% 84–98%
NA + AD > 1,5–2 veces más 85–100% 72–99,5%
MET < 1,3 mg/24 h > 1,5–2 veces más 58–97% 96–99%
NMET > 1,5–2 veces más 90–97% 58–98%
NMET + MET < 1,8 mg/24 h > 1,5–2 veces más 97–100% 84–98%
AVM < 7-11 mg/24 h > 1,5–2 veces más 64–90% 87–98%
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CA y sus metabolitos; esta prueba permite predecir el tamaño del tumor y su capacidad fun-
cionante, tiene una sensibilidad del 83% y una especificidad del 96%(32). Todavía no hay mucha
experiencia clínica, por no estar disponible en todos los hospitales.
b) Diagnóstico de localización
Tras un correcto diagnóstico bioquímico es necesario precisar la localización anatómica
del tumor. Siempre se debe comenzar la búsqueda en las glándulas suprarrenales por encon-
trarse en ellas el 90% de los feocromocitomas.
Las técnicas invasivas (arteriografía, venografía suprarrenal, cateterización de la vena cava
con determinación de CA) han caído en desuso, habiendo sido sustituidas por:
La tomografía axial computarizada (TAC) tiene una sensibilidad del 95% para detectar tumo-
res mayores de 1 cm(30). Tiene el inconveniente de no diferenciar el feocromocitoma de otras
masas suprarrenales. Sigue siendo el estudio de imagen inicial en casi todos los centros.
La resonancia nuclear magnética (RNM) presenta una sensibilidad similar a la anterior, pero
tiene la ventaja de poder hacer el diagnóstico diferencial con adenomas y metástasis suprarre-
nales y además se puede realizar a embarazadas sin peligro de daño fetal por radiación(30).
La gammagrafía con metaiodobencilguanidina marcada con I131(MIBG) análogo radioacti-
vo de la guanidina y estructura similar a la de la NA, que es captado y almacenado por las vesí-
culas adrenérgicas, es de gran utilidad, porque proporciona una imagen positiva de la masa
tumoral, aunque esta sea inferior a 1cm., además de proporcionar caracterización funcional.
Tiene una sensibilidad del 77 al 88% y una especificidad del 88 al 100%. Es de gran utilidad para
localizar pequeñas masas tumorales extra-adrenales, múltiples y/o malignas(19).
La tomografía con positrones/electrones se encuentra en fase de experimentación con resul-
tados prometedores para detectar tumores de difícil localización.
La ecografía abdominal no es una prueba diagnóstica de elección, pero puede poner en evi-
dencia un “incidentaloma” (feocromocitoma no funcionante o secretor de dopamina).
En caso de sospecha de feocromocitoma vesical, además de las pruebas mencionadas, se
debe realizar una cistoscopia(9), nunca se debe practicar una biopsia, porque podría desenca-
denar una crisis.
PREPARACIÓN PREOPERATORIA
Una vez diagnosticado, el único tratamiento definitivo es la extirpación quirúrgica. Las vías
de acceso habituales son: la anterior transabdominal, más agresiva, pero permite la exploración
y extirpación de feocromocitomas múltiples; y la lumbotomía, con menor morbilidad, pero sólo
indicada en caso de tumor adrenal único bien localizado(9).
La finalidad del tratamiento médico preoperatorio es establecer un bloqueo eficaz de los
efectos adversos del exceso de catecolaminas, con el fin de mejorar el estado del paciente antes
de la cirugía, y reducir la inestabilidad hemodinámica en el período operatorio(33), para evitar
complicaciones potencialmente fatales, como son el infarto agudo de miocardio (IAM), la insu-
ficiencia cardíaca (IC) o el accidente cerebro-vascular (ACV).
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Nifedipina antagonista CA 30 mg 60 mg
Nicardipina antagonista CA 30 mg 60 mg
Diltiazem antagonista CA 120 mg 240 mg
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Los antagonistas del calcio(38), como la nifedipina(39) y la nicardipina(40), son también útiles
en el control de la HTA por feocromocitoma. Disminuyen la secreción tumoral de CA y atenú-
an sus efectos principalmente sobre la fibra muscular lisa vascular. La actividad de los anta-
gonistas del calcio es mayor cuando la fibra muscular se encuentra despolarizada, por eso tie-
nen poco efecto en el paciente normotenso. Tienen la ventaja de no producir “efecto rebote” por
lo que estarían indicados en la HTA paroxística. También impiden la entrada del calcio en la
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2. El bloqueo adrenérgico β(19) está indicado cuando el tumor produce algún tipo de taquia-
rritmias:
– Frecuencia cardíaca >130 lat./min.
– >110 lat./min. con bloqueo α.
– TSV, EV, bigeminismo, angina, diaforesis, tumor secretor de AD.
Este se debe realizar con bloqueo-α previo, ya que al bloquear el efecto-β2 vasodilatador, sin
estar bloqueado previamente el efecto-α1 vasoconstrictor pueden desencadenarse crisis hiper-
tensivas. Además, en caso de miocardiopatía, el aumento de las RVS, junto a la depresión
miocárdica por el bloqueo β1, puede generar un inadecuado gasto cardiaco y precipitar una ICC
y/o un shock cardiogénico(42).
El más utilizado es el propranolol no selectivo, por v.o. a dosis iniciales de 30 mg/día, aumen-
tando hasta 80-120 mg/día. El labetalol está muy controvertido(43), es bloqueante α y β, por lo
que teóricamente disminuye la TA y la FC, y estabiliza la glucemia; pero tiene predominio beta-
lítico (relación 1:3 por vía oral y 1:7 por vía intravenosa), la experiencia clínica no ha sido buena
y se han descrito casos de EAP(43). Otros beta-bloqueantes como el atenolol y el metoprolol(44)
son cardioselectivos y previenen mejor la hipoglucemia postoperatoria, pero no se ha confir-
mado que sean más eficaces que el propranolol. Estarían indicados en los pacientes con BNCO.
Igualmente se puede inhibir la síntesis de CA, el agente utilizado con este fin es la metiro-
sina(45), bloquea la tirosinohidroxilasa, consiguiendo disminuir un 50-80% la síntesis de CA.
Dosis inicial 250 mg/6h incrementando hasta 4 g/día. Actualmente no se recomienda por sus
efectos secundarios (signos extrapiramidales, diarrea y cristaliuria) a pesar de que se han obser-
vado beneficios como la menor necesidad de fenoxibenzamina preoperatoria y menor hipo-
tensión postquirúrgica.
Por otra parte, en el feocromocitoma la renina puede estar aumentada por los niveles altos
de NA y también por la presión del tumor sobre los vasos renales, por esto puede ser útil la aso-
ciación de inhibidores de la enzima de conversión con el bloqueo α como han aconsejado algu-
nos autores(46).
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so por vía intravenosa, junto a una dieta rica en sal; esto puede ser comprometido para los
pacientes con disfunción ventricular.
La mayoría(48) son partidarios del bloqueo-α y la dieta rica en sal en el preoperatorio, y dejar
la reposición del volumen plasmático para el momento de la inducción anestésica bajo moni-
torización hemodinámica(30).
MANEJO INTRAOPERATORIO
Los objetivos de la anestesia para el feocromocitoma son: el evitar todos los estímulos qui-
rúrgicos y/o anestésicos que provocan la liberación de CA, y minimizar la repercusión hemo-
dinámica durante la exéresis del tumor. Las fases más comprometidas son: inducción, larin-
goscopia-intubación, incisión, manipulación del tumor y ligadura del drenaje venoso tumo-
ral. Hay que tener presente que la hipoxia, hipercapnia, hipoglucemia, hemorragia y aneste-
sia superficial pueden aumentar la actividad tumoral.
Premedicación
Debe ir enfocada a eliminar todos los posibles factores de ansiedad para evitar la liberación
de CA. Es importante la visita preoperatoria personalizada con información clara sobre el pro-
ceso anestésico-quirúrgico al que el paciente va a ser sometido(38,49).
Se aconseja la administración la noche anterior de un ansiolítico-sedante por vía oral y la
mañana de la intervención, antes de acceder al bloque quirúrgico, una benzodiazepina, por vía
intramuscular (midazolam 0,1 mg/kg/i.m.). No se recomiendan fenotiazidas, porque pueden
potenciar el bloqueo adrenérgico. En los niños la premedicación es especialmente importante,
se aconseja pentobarbital rectal y diazepam oral 2 horas antes de la cirugía(49).
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Los anticolinérgicos, como la atropina deben evitarse, porque aumentan el tono simpático.
Si fuera necesario, la escopolamina es de elección por no ser arritmógena, ni vagolítica y tener
efecto sedante.
Pueden prescribirse analgésicos no histaminógenos, fentanilo y alfentanilo (no morfina
ni petidina). El droperidol fue preconizado en un tiempo por su efecto bloqueante sobre los α1
miocárdicos y, por lo tanto, ser antiarrítmico, pero sin embargo puede desencadenar crisis hiper-
tensivas por su acción bloqueante α2 al inhibir la recaptación de CA(50).
Se debe realizar tratamiento sustitutivo con hidrocortisona desde el inicio de la cirugía y
continuarla en el postoperatorio, si está indicada la suprarrenalectomía bilateral.
Aunque no hay consenso, la mayoría de los expertos son partidarios de mantener el bloqueo
adrenérgico hasta el mismo día de la intervención(51), para conseguir mayor estabilidad hemo-
dinámica; sin embargo, otros(52) prefieren suspenderla 12 h antes de la cirugía, para dejar sólo
un bloqueo parcial, y así facilitar la localización del tumor y evitar la hipotensión posterior a la
extirpación.
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lar interna derecha) para control de PVC. En el caso de disfunción ventricular debe moni-
tarizarse, mediante catéter de Swan-Ganz o catéter de fibra óptica, la PCP, PAP, SvO2 y el
GC por termodilución. Algunos autores aconsejan esto último en todos los casos, por la posi-
ble aparición de disfunción ventricular durante la manipulación del tumor(46). Últimamen-
te la introducción de la Eco-Doppler transesofágica nos puede proporcionar una informa-
ción rápida de los cambios hemodinámicos(53).
En esta cirugía es especialmente importante la monitorización de la temperatura central y
periférica, ya que el aumento del gradiente entre ambas puede ser el único signo precoz de
hemorragia, ya que a veces el bloqueo adrenérgico puede impedir la aparición de taquicardia
compensadora.
Por último se aconseja controlar periódicamente durante la cirugía: gasometría arterial (GSA),
glucemia, hematócrito e ionograma.
A nivel práctico es prudente y aconsejable antes de proceder a la inducción anestésica, tener
preparado y a mano un desfibrilador, bombas de infusión y diluciones habituales de todos fár-
macos potencialmente necesarios: hipotensores, aminas vasopresoras y antiarrítmicos.
La inducción debe ser suave, progresiva y debe alcanzar una profundidad anestésica ade-
cuada antes de la laringoscopia para evitar la respuesta simpática. El agente inductor de elección
en la actualidad es el etomidato por sus mínimos efectos sobre el sistema cardiovascular(48,51),
teniendo la precaución de atenuar los movimientos musculares involuntarios, que este anesté-
sico puede producir, mediante la administración de benzodiazepinas. Se puede utilizar también
el tiopental y el propofol(55) teniendo en cuenta sus efectos hemodinámicos. El hipnótico debe
potenciarse con altas dosis de opiáceos(33,55) (fentanilo o alfentanilo) y lidocaína tópica o i.v. (bolo
de 1-1,5 mg/kg). También se ha aconsejado la administración de isoflurane(49) con O2 al 100%
durante esta fase, con el fin de minimizar la respuesta catecolaminérgica a la laringoscopia.
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Para la intubación se debe evitar la succinilcolina, por su efecto estimulante de los ganglios
simpáticos. Si fuera necesaria se realizará “precurarización” para evitar las fasciculaciones, ya
que estas aumentan la presión del tumor con lo que se favorece la liberación de CA. Por lo tanto,
se debe usar un RMND de acción rápida que no libere histamina: el vecuronio, en la actualidad
es el recomendado por su mínima repercusión cardiovascular y no ser histaminógeno, a dosis
de 0,1 mg/kg.
Una buena opción para el mantenimiento anestésico puede ser: O2/óxido nitroso/isoflu-
rano, vecuronio, y fentanilo, sulfentanilo o alfentanilo.
El óxido nitroso no libera CA ni aumenta el efecto arritmogénico de las CA. De los haloge-
nados el halotano está contraindicado por sensibilizar el miocardio a la acción de las CA. El enflu-
rano ha sido recomendado por muchos autores(34,48,52), aunque otros han comprobado aumento
de NA durante la cirugía. El isoflurano es en la actualidad el halogenado de elección, porque
no sensibiliza el miocardio a las CA y sus efectos cardiovasculares son mínimos. Los nuevos
halogenados, el desflurano y el sevoflurano, por las mismas razones podrían estar indicados,
ya que tienen la ventaja de ser fácilmente manejables por la rapidez en los cambios alveolares,
pero todavía hay muy poca experiencia clínica(56,57).
En cuanto a los RMND el bromuro de pancuronio está contraindicado por su acción simpati-
comimética y el atracurio por ser histaminógeno, por lo tanto, el bloqueo neuromuscular en esta
cirugía se debe mantener con vecuronio. Una alternativa podría ser los nuevos RMND: el rocu-
ronio, el doxacurio, y el pipecuronio ninguno de ellos tienen efectos cardiovasculares ni son hista-
minoliberadores; el rocuronio puede ser el idóneo para la intubación por su rápido inicio de acción.
Como se ha documentado anteriormente la neuroleptoanalgesia está contraindicada por los
efectos del droperidol. La analgesia intraoperatoria se debe realizar con opiáceos no histaminó-
genos y a dosis altas para evitar las respuestas adrenérgicas: fentanilo (3-50 µg/k/h), alfenta-
nilo (10-75 µg/k/h) y sulfentanilo (0,2-0,8 µg/k/h).
Control cardiovascular
A pesar del tratamiento médico preoperatorio y de mantener un nivel adecuado de pro-
fundidad anestésica, la manipulación del tumor puede desencadenar crisis hipertensivas, taquia-
rritmias y tras la exéresis puede aparecer hipotensión arterial (Tabla X).
Crisis hipertensivas
Éstas se deben a dos causas distintas: 1) los reflejos nociceptivos producen liberación de CA en
fibras postganglionares (lugar de almacenamiento de las mismas) sin acompañarse de un aumen-
to importante de CA plasmáticas; suelen responder bien a la profundización anestésica; 2) la
manipulación tumoral, provoca elevaciones importantes de CA plasmáticas que son más difíci-
les de controlar y pueden inducir a una insuficiencia ventricular izquierda transitoria, que se
traduce en las mediciones hemodinámicas por el aumento de la PCP y las RVS y la disminu-
ción del GC. Debe interrumpirse momentáneamente la cirugía, y si la TAS persiste en cifras
superiores a 200 mm Hg durante más de 1 minuto, deberemos iniciar tratamiento farmacoló-
gico.
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Control de arritmias
Durante la cirugía puede aparecer taquicardia sinusal, EA, EV polimorfas, bigeminismo, o
incluso fibrilación ventricular. La más frecuente es la taquicardia sinusal por estimulación de
los receptores β1 cardíacos. El tratamiento más adecuado son los β-bloqueantes. El fármaco más
utilizado es el propranolol, a pesar de que no ser cardioselectivo y tener una acción relativa-
mente prolongada. Los cardioselectivos como el practolol y el nadolol tendrían la ventaja de dis-
minuir la hipoglucemia postoperatoria. El esmolol, aun siendo no selectivo, por su corta dura-
ción de acción puede ser en el futuro el de elección(62,63), aunque todavía no hay suficiente expe-
riencia clínica.
Otros trastornos del ritmo como las EA y EV acompañan a las crisis de HTA y suelen ceder
al controlar estas, sin necesidad de tratamiento específico. Su persistencia nos debe inducir a
investigar otras causas, como pueden ser la hipocaliemia. Si no desaparecen se deben tratar;
el antiarrítmico de elección para las EV es la lidocaína. En el caso de miocardiopatía se ha uti-
lizado con buenos resultados la amiodarona(64).
POSTOPERATORIO
Manejo postoperatorio
El paciente al terminar la cirugía debe trasladarse a una reanimación postquirúrgica donde
permanecerá al menos 48 h. El despertar debe ser progresivo, manteniendo soporte ventilato-
rio hasta que recupere por completo la conciencia y permanezca hemodinámicamente estable(38).
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Se debe mantener la misma monitorización utilizada durante la anestesia: ECG, TA, SpO2,
PVC, diuresis, temperatura, PCP y GC (estas dos últimas sólo si se controlaron en quirófano).
Es imprescindible el control sistemático de: hematócrito, ionograma, glucemia, gases sanguí-
neos arteriales, y niveles de CA en sangre y orina.
El tratamiento además de las medidas comunes a otros postoperatorios de cirugía abdo-
minal (protección gástrica, profilaxis tromboembólica), debe ir dirigido a optimizar la reposi-
ción volémica y el aporte de glucosa, y a adecuar los niveles de opiáceos a la menor demanda
de analgesia que presentan estos pacientes(65).
Complicaciones
1. HTA: deben descartarse y corregirse las causas comunes a cualquier postoperatorio (dolor,
hipoxemia, hipercapnia, hipervolemia, retención urinaria). Así mismo, hay que descartar
la posible ligadura accidental de la arteria renal. En un 50% es transitoria y se debe a que
los niveles de CA y sus metabolitos no se normalizan hasta pasados 7-10 días. Un 30%
quedan con HTA esencial crónica(26,34). La persistencia de HTA siempre nos debe hacer sos-
pechar la presencia de otro feocromocitoma no diagnosticado y por supuesto no extirpa-
do(9,30).
2. Hipotensión arterial: es preciso descartar la hemorragia en el lecho quirúrgico por su gra-
vedad y la necesidad de reintervención de urgencia. Otras causas pueden ser: reposición de
volemia insuficiente, alfabloqueo residual, falta de respuesta vascular a las CA por desen-
sibilización de receptores adrenérgicos, habituados a niveles muy altos (“down-regula-
tion“)(42) e insuficiencia cardíaca por miocardiopatía.
3. Hipoglucemia: es la complicación más frecuente, se produce al desaparecer el estímulo adre-
nérgico: disminuye la lipólisis, la glucogenólisis y disminuye también la inhibición de la
secreción de insulina, por lo que aumentan sus niveles en sangre(52). Por estas razones puede
haber hipoglucemia a pesar de la administración de glucosa durante la cirugía. En casos
extremos puede llegar a producirse encefalopatía y parada respiratoria.
4. Somnolencia: es habitual su tendencia en las primeras 48 horas, por el descenso brusco de
las CA plasmáticas y por el bloqueo-α residual, por el mismo mecanismo se observa una
mayor sensibilidad a los narcóticos(34).
5. Insuficiencia suprarrenal: ésta aparece cuando se realiza adrenalectomía bilateral. En este
caso se debe realizar terapia sustitutiva desde el inicio de la cirugía(14).
CONCLUSIONES
La cirugía del feocromocitoma, por su baja frecuencia y su elevado riesgo cardiovascu-
lar, supone un reto para el anestesiólogo, ya que requiere un importante nivel de exigencia
para conseguir un adecuado manejo perioperatorio. Para conseguir dicho control cardiovas-
cular en la práctica clínica es imprescindible:
1. Un conocimiento en profundidad de la fisiopatología del tumor.
2. Consensuar con el endocrinólogo y el cirujano un protocolo individualizado de acuerdo
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al estado cardiovascular y la patología asociada del paciente para realizar una correcta
preparación preoperatoria, habitualmente con alfabloqueo y a veces también bloqueo-
beta.
3. Como objetivos anestésicos prioritarios debemos plantearnos: una monitorización cuida-
dosa y suficiente, un nivel alto de profundidad anestésica, para atenuar las respuestas adre-
nérgicas indeseables durante la inducción, intubación y manipulación tumoral, con fár-
macos que no potencien la acción de las CA, una reposición adecuada de volemia, sobre
todo en el momento de la ligadura del drenaje venoso del tumor y el control farmacológi-
co de las alteraciones hemodinámicas cuando se presenten.
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XIX
ANESTESIA EN LA CIRUGÍA DE LA
GLÁNDULA TIROIDES
I. Moreno Gómez-Limón
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
La cirugía de la glándula tiroides responde a dos tipos de indicaciones:
- Exéresis de un tumor.
- Reducción permanente e irreversible, de un parénquima tiroideo hipersecretor, necesario
para suprimir los excesos de producción hormonal, cuando los tratamientos médicos previos
se han demostrado ineficaces o insuficientes.
Este tipo de cirugía ha de ser muy cuidadosa en su preparación, ya que comporta unas rela-
ciones anatómicas especiales, es un órgano cervical ricamente vascularizado y en relación muy
estrecha con la tráquea, nervios recurrentes y las glándulas paratiroides. Por otra parte, en nues-
tros estudios preoperatorios a la cirugía, debemos conocer perfectamente el estado funcional
del paciente en cuanto a la producción excesiva de hormonas tiroideas o bien en cuanto a su
defecto que puede comportar grandes alteraciones metabólicas.
El conocimiento de la medicación administrada antes de la cirugía es esencial para preve-
nir problemas de interacciones medicamentosas. Es necesario descartar enfermedades asocia-
das que pueden hacer que nuestra estrategia previa a la cirugía, y dentro de ella sea muy dis-
tinta. La vigilancia postoperatoria es esencial, ya que puede comportar situaciones críticas, como
serían los síndromes axfícticos por un hematoma comprensivo sobre la tráquea o por la lesión
inadvertida de nervios cercanos a la zona de exéresis tumoral.
Es necesario antes de empezar a evaluar las situaciones concretas desde el punto de vista
anestésico y de reanimación, el presentar una serie de conocimientos sobre la fisiología de la
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I. Moreno Gómez-Limón
glándula tiroides, así como las pruebas de laboratorio que nos lleven a hacer un diagnostico
preciso del funcionamiento glandular.
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I. Moreno Gómez-Limón
Figura 1. La biosíntesis de las hormonas tiroideas se realiza en varias etapas: a) captación y concentración del yodo por
las células foliculares del tiroides; b) oxidación de los yoduros; c) incorporación del yodo recientemente oxidado dentro de
los residuos de tirosina de la tiroglobulina localizado dentro del coloide de la glándula tiroides; d) combinación de dos diyo-
dotirosinas (DIT) para formar tetrayodotirosina (T4) o de una molécula de monoyodotirosina con otra de diyodotirosina
para formar T3; e) transporte de la molécula de tiroglobulina desde el coloide a la célula folicular por endocitosis, fusión
con los lisosomas e hidrólisis por los mismos y liberación de T4, T3, DIT, MIT; f) entrada de T4 y T3 a la circulación; g)
desyodinación de MIT y DIT dentro de la célula folicular para producir tirosina, que es liberada al plasma, y yodo que
queda libre para reincorporación hormonal; se producen cantidades adicionales de T3 en el tiroides y en los tejidos peri-
féricos por monodesyodinación de la T4. La TSH es un potenciador de las etapas A-F. Los inhibidores de las diversas
etapas incluyen tiocinatos y percloratos en el paso A, los derivados de tiourea en los pasos B, C, D y el yodo en el paso F.
(Scientific American Medicina-Tiroides)
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sis molecular de estos receptores, de hormonas tiroideas, muestra que son parte de un grupo
de proteínas receptoras, que de diversas formas, fijan esteroides sexuales, vitamina D, ácido
retinoico y T3. Los componentes de este grupo muestran una notable similitud estructural entre
sí y con los protooncogenes c-erb-A, que también fijan T3 con una alta especifidad y afinidad.
Se han identificado las características del receptor de hormonas tiroideas: cada proteína
receptora tiene un sitio de unión para el DNA y otro sitio distinto para la unión de la hormo-
na ligando. El dominio para la unión del DNA incluye dos proyecciones de zinc cuya secuen-
cia de aminoácidos está rigurosamente conservada. Otras secuencias del receptor son las res-
ponsables de la traslocación de la proteína receptora hacia el núcleo, de su dimerización a la
forma activa y de un efecto de transactivación. Cuando está unido a la hormona, el receptor
estimula la transcripción del gen, y la síntesis subsecuente de proteínas, produciéndose así el
efecto fisiológico. El receptor de T3 es único entre los componentes del grupo, porque perma-
nece unido a la cromatina incluso en ausencia de la hormona ligando. En esta situación, es decir,
cuando el receptor no está unido a la T3, se inhibe la transcripción del gen. Por lo tanto, es posi-
ble que la hormona tiroidea y su receptor actúen mediante regulación positiva y negativa de
uno o más genes. El aumento del RNAm específico producido por la hormona tiroidea puede
combinarse con un aumento de la estimulación de la síntesis de RNAm por otros factores.
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I. Moreno Gómez-Limón
Tabla I.
FACTOR TBG
Embarazo Aumenta
Anticonceptivos orales Aumenta
Estrógenos Aumenta
Hepatitis infecciosa aguda Aumenta
Alteraciones genéticas Aumenta-disminuye
Andrógenos Disminuye
Síndrome nefrótico Disminuye
Hipoproteinemia Disminuye
Acromegalia Disminuye
*Una cantidad elevada de fármacos como la fenitoína o el AAS desplaza a la T4 de sus lugares de fijación
a la TBG, produciéndose unos resultados falsamente bajos de la concentración total de T4 en suero.
3. Índice de tiroxina (T4) libre. El producto del valor de THBR (porcentaje de T3 captado
por la resina) por la concentración sérica total de la tiroxina se denomina índice de tiroxina
libre y constituye una estimación de la T4 libre.
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4. Tiroxina libre. Teóricamente esta determinación es la prueba óptima, puesto que refleja
de manera más exacta el estado tiroideo. Sin embargo, la determinación de la tiroxina libre
es difícil y tiene muchos errores técnicos.
5. T3 total en suero (triyodotironina total en suero). Se determina mediante RIA. Dado que
la T3 está unida también a proteínas séricas circulantes, como la TBG, la TBPA y la albúmi-
na, las alteraciones en las concentraciones de proteínas, modifican las concentraciones tota-
les de T3, de forma idénticas a como lo hacen la T4.
6. Hormona estimulante del tiroides (TSH) en suero. Se determina mediante RIA y es la mejor
prueba disponible para poner de manifiesto un hipotiroidismo primario y diferenciarlo de
un secundario. En el hipertiroidismo primario la TSH está elevada, mientras que en el secun-
dario está bajo o normal. Recientemente se han desarrollado métodos inmunorradiométri-
cos más sensibles para la determinación de la TSH, que permiten medir concentraciones de
esta hormona menores de 0,25 microgramos unidades por litro. Son altamente sensibles para
detectar la presencia de tirotoxicosis, y un valor normal de TSH descarta prácticamente el
diagnóstico de las formas habituales de hipertiroidismo como la enfermedad de Graves y
el bocio nodular tóxico. Hay que tener presente que una caída de la TSH se pueden dar en
otros trastornos, como el síndrome del enfermo eutiroideo, enfermedad psiquiátrica aguda,
insuficiencias hipofisarias e hipotalámicas. Así pues, los métodos de TSH más sensibles,
deben de continuar utilizándose, junto con otras pruebas de la función tiroidea en la valo-
ración del estado tiroideo.
8. Captación de yodo radiactivo (RAI). Esta prueba plantea inconvenientes, como es el coste,
tiempo, molestias para el paciente y exposición a la radiación. Es útil para el diagnostico del
hipertiroidismo, en el que la captación de RAI está aumentada, pero carece de valor en el
hipotiroidismo, puesto que la captación de RAI normal en 24 horas puede ser del 1% debi-
do a la elevada ingesta de yodo (I) en nuestra dieta. La captación de RAI resulta útil para
el calculo de la dosis cuando se utiliza un tratamiento con I131.
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I. Moreno Gómez-Limón
11. Anticuerpos antitiroideos. Los anticuerpos contra los componentes del tejido tiroideo sue-
len encontrarse en el suero de pacientes con hipertiroidismo y casi siempre están presentes
en la tiroiditis de Hashimoto y son útiles para hacer el diagnostico diferencial con el cán-
cer del tiroides en aquellos pacientes con bocio nodular de consistencia suficientemente
aumentada como para sospechar neoplasia.
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Eutiroideo. N N N N N N
Hipertiroidismo. A A A A A D
Hipotiroidismo D D D D D/N A
Exceso A D N N A N
TBG
Déficit D A N N, D D N
TBG
Etiología
El término tirotoxicosis se refiere a todo aquel desorden que curse con aumento de con-
centración de hormonas tiroideas circulantes. El término hipertiroidismo se refiere aquellos
desordenes, en los que la glándula tiroidea, secreta gran cantidad de hormonas. Esta distinción
es importante, ya que puede tener trascendencia en el tratamiento de estos pacientes. Un test
seguro para distinguir el hipertiroidismo de otras causas de tirotoxicosis es el de la captación
de yodo radiactivo (RAIU).
La tirotoxicosis no es una enfermedad específica, sino que se origina de múltiples formas
(tabla IV). La primera y más importante es la que abarca aquellas enfermedades con hiperpro-
ducción mantenida de hormona por la propia glándula tiroides. La hiperfunción glandular se
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I. Moreno Gómez-Limón
produce por una excreción excesiva de TSH, que constituye una causa rara asociada con tumo-
res hipofisarios o con resistencia hipofisaria a la hormona tiroidea; por efecto de sustancias esti-
muladoras tiroideas de origen extrahipofisario, con una regulación homeostática anormal tal
como ocurre en la enfermedad de Graves, el hipertiroidismo asociado con enfermedad de
Hashimoto y los tumores trofoblásticos, o por desarrollo de una o varias zonas de hiperfunción
autónoma dentro de la propia glándula.
La segunda categoría de la tirotoxicosis se asocia a la tiroiditis subaguda y origina un sín-
drome conocido, como tiroiditis crónica con tirotoxicosis de resolución espontánea. En este caso
se produce un escape de una cantidad excesiva de hormona ya sintetizada durante la fase infla-
matoria. Sin embargo, la síntesis de nueva hormona se reduce por la supresión de la TSH por
el exceso hormonal y a veces por la situación inflamatoria. Los trastornos inflamatorios son tran-
sitorios y por eso la tirotoxicosis remite de una forma espontánea y suele acompañarse de una
forma pasajera de insuficiencia tiroidea, ya que el depósito de hormona termina por reducir-
se.
La tercera categoría se refiere a una fuente de producción hormonal excesiva, fuera de la
glándula tiroidea, como ocurre en la tirotoxicosis ficticia, el consumo de carne contaminada
de animales, el carcinoma de tiroides metastásico funcionante y el estruma ovárico.
Los trastornos mencionados se asocian con tirotoxicosis, pero no todos lo hacen con hipertiroidismo,
término, que, como anteriormente reseñamos, sólo se debe de aplicar cuando la producción
excesiva sea de la glándula tiroides produciéndose tirotoxicosis. Por consiguiente, los estados
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Fisiopatología
El sistema cardiovascular es frecuentemente afectado por la tirotoxicosis. La taquicardia es
uno de los signos más frecuentes, pero existen una serie de alteraciones hemodinámicas, como
el incremento del volumen sistólico, aumento del consumo de oxígeno, del gasto cardíaco y de
los índices de trabajo ventriculares con reducción de las resistencias vasculares sistémicas. La
contractilidad se ve también afectada. Ha sido descrita una forma reversible de cardiomiopa-
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tía. Los pacientes jóvenes toleran el hipertiroidismo bien sin evidencia de disfunción cardio-
vascular. Los pacientes mayores pueden llegar a una insuficiencia cardíaca congestiva. Se puede
presentar clínica de cardiopatía isquémica sin lesiones coronarias evidentes por cateterismo.
Una de las arritmias más frecuentes es la fibrilación auricular y de forma extraordinaria se pue-
den presentar bloqueos y arritmias letales ventriculares, que posiblemente están más en rela-
ción con la disfunción miocárdica primaria.
El sistema respiratorio esta frecuentemente afectado. Se produce taquipnea, disminución de
la capacidad vital y de la difusión. Disminución de la compliancia pulmonar y un incremento de
la respuesta ventilatoria a la hipoxia e hipercarbia.
El sistema nervioso central y autonómico se ve afectado. Los pacientes con frecuencia desarro-
llan estados de ansiedad, temblores, movimientos involuntarios musculares, falta de concen-
tración, mal carácter. Otras manifestaciones son miopatías, parálisis periódicas, convulsiones,
corea, alteración del tracto corticoespinal. En los casos más graves se puede llegar al coma.
Alteraciones gastrointestinales: aumento de la actividad duodenal; aceleración del tránsito
intestinal, diarreas, aumento del apetito con pérdida de peso. Dolor abdominal. Hiperemesis
gravídica.
Tirotoxicosis Crisis
Por fortuna la tormenta tiroidea es rara. Los síntomas más frecuentes se deben a una des-
compensación multiorgánica. Hay una serie de factores que pueden desencadenar esta tormenta
o crisis: infecciones, cirugía, embarazo, fallo congestivo, cetoacidosis diabética, ACVA, embo-
lismo pulmonar, traumatismos, estrés...
El diagnóstico de la tirotoxicosis es usualmente fácil, tal y como hemos visto por las prue-
bas expuestas en la primera parte del trabajo. Normalmente presentan una elevación de la T4
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Tabla VI Efectos del Propranolol sobre los signos y síntomas del hipertiroidismo.
Medidas generales:
Antipiréticos
Paracetamol oral
Medidas físicas
Bloqueo de centros de termorregulación i.v.
Hidratación-fluidos y electrólitos i.v.
Nutrición-glucosa y vitaminas i.v.
Antibióticos i.v.
Terapia cardíaca oral/i.v..
Medidas específicas:
Inhibición de la síntesis de T4
PTU: 200-400 v.o. cada 6 horas oral/nasogast.
Metimazol: 20-40 mg v.o. cada 6 horas oral/rectal/nasg.
Inhibición de la liberación de T4
yoduros
SSIK: 5 gotas cada 6 horas oral
INa: 1-2 gramos i.v.
Litio: 300-900 mg/día oral
Inhibición de la conversión T4-T3
PTU oral
Glucocorticoides 2 mg/cada 6 horas oral/i.v.
Propranolol 1 mg/i.v.; 40-120 mg/6 horas oral/i.v.
Inhibición de efectos adrenérgicos
Propranolol oral/i.v.
Remoción de T4
Plasmaféresis
Diálisis
Hemoperfusión
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I. Moreno Gómez-Limón
co y bocio multinodular. Es esencial extremar las medidas para que el paciente llegue euti-
roideo a la cirugía. Para reducir el volumen de la glándula y su vascularización se emplea
una solución saturada de yoduro potásico 3 gotas tres veces al día durante dos semanas antes
de la cirugía. Se administran antitiroideos del tipo PTU para conseguir la eutiroicidad.
ANESTESIA-HIPERTIROIDISMO
Es esencial que el paciente llegue a la cirugía, de forma electiva, con el fin de no desenca-
denar una crisis tiroidea y se debe de mantener la medicación del paciente completada dentro
del área quirúrgica con beta-bloqueantes de acción corta del tipo del esmolol i.v. a razón de 100-
300 µg/kg/min. i.v.
Medicación preoperatoria: para disminuir la ansiedad se pueden utilizar benzodiazepinas
y se deben de evitar los fármacos anticolinérgicos, ya que pueden aumentar la retención de calor
y aumentar la frecuencia cardíaca. Es esencial el estudiar la vía aérea por todos los métodos posi-
bles, desde los más sencillos, como la radiografía de tórax, TAC. Así como el análisis clínico
que nos descarte una intubación tormentosa por compresión del tiroides sobre la tráquea.
Inducción anestésica: se pueden utilizar un gran número de fármacos hipnóticos aunque
desde un punto de vista teórico el pentotal sería el más adecuado, por su actividad antitiroidea
que en la practica es poco efectiva. No se deben de utilizar aquellos fármacos que desencade-
nan estímulos simpáticos o vagolíticos. La ketamina, por lo tanto, no sería deseable en estas cir-
cunstancias. Etomidato y propofol serían una buena alternativa. Si en el preoperatorio no se
han evidenciado problemas con el abordaje de la vía aérea se pueden utilizar los relajantes mus-
culares. A estos pacientes se les debe de contemplar bajo la posibilidad de enfermedades aso-
ciadas del tipo de la miastenia gravis o bien de alteraciones miopáticas. Una y otras hacen que
extrememos al máximo la dosificación de los relajantes musculares no despolarizantes, y que
en el segundo caso no utilizemos los relajantes despolarizantes. Es esencial en estos pacientes
monitorizar de la forma más precisa la transmisión neuromuscular. La utilización de vecuro-
nio y besilato de atracurio son buenas opciones. La necesidad de comprobar al final de la inter-
vención el funcionamiento recurrencial nos hace optar por los relajantes musculares de más
corta acción. Actualmente es una buena opción el mivacurio con la medición previa de la coli-
nesterasa plasmática.
Mantenimiento anestésico: hay que utilizar fármacos que controlen al máximo las respuestas
adrenérgicas. Las características de metabolismo exagerado y toxicidad nos debe de llevar a ele-
gir los mejores fármacos en el mantenimiento. En animales en que se utilizaron halogenados en
presencia de hipertiroidismo, se observó más frecuencia de alteraciones hepáticas. Hay datos
que sugieren que el tratamiento con hormonas tiroideas pueden predisponer a alteraciones
hepáticas en pacientes mantenidos con halotano. Sin embargo, los tests de función hepática
en pacientes que previamente habían sido hipertiroideos y que en el momento de la cirugía son
eutiroideos y que se administraron halogenados, no se produjeron alteraciones de dichos tests
hepáticos. Una buena elección en cuanto a las escasas repercusiones cardíacas de sensibilidad
sería el isoflurano combinado con el protóxido de nitrógeno. Si queremos eliminar los haloge-
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nados una buena técnica sería la utilización de mórficos de vida breve (alfentanilo) combina-
dos con una perfusión de propofol.
Existe una impresión clínica de que los requerimientos anestésicos están incrementados en
el hipertiroidismo. Sin embargo, en estudios en animales no se ha confirmado esta impresión
clínica. La discrepancia entre la impresión clínica y los datos objetivos pueden reflejar el impac-
to del gasto cardíaco aumentado en los pacientes hipertiroideos con aumento de la presión par-
cial alveolar de los agentes inhalados.
Hay que realizar un control muy preciso de la temperatura corporal, por lo que estos pacien-
tes debemos de tener monitorizada, al menos, la temperatura esofágica y adoptar las medidas
habituales de enfriamiento si esto es preciso. Hay que proteger los ojos para evitar al máximo
la laceración corneal.
Hay que evitar los relajantes musculares con acciones de cronotropismo positivo como es el
caso del bromuro de pancuronio y, por otra parte, dosificarlos con la máxima precaución aten-
diendo a las enfermedades concomitantes de estos pacientes, tal y como se señaló previamente.
La reversión del bloqueo neuromuscular introduce la necesidad de emplear un anticolinér-
gico con la repercusión que tiene en la frecuencia cardíaca en este sentido, y aunque esto últi-
mo no es prohibitivo es mejor opción el glicopirrolato en cuanto a que tiene menos efectos
cronotrópicos positivos.
Aunque todo lo dicho anteriormente tiene enorme valor en los enfermos hipertiroideos que
se someten a cualquier intervención quirúrgica debemos de extremar las precauciones en todo
lo que se refiere a la vía aérea, tanto en el preoperatorio para descartar intubación difícil, como
en el postoperatorio para evitar síndromes asfícticos. Estos hechos más específicos de la cirugía
directa sobre la glándula tiroidea la trataremos en un apartado posterior de este trabajo.
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I. Moreno Gómez-Limón
Primario
Tiroiditis autoinmune
Ablación del tiroides
Fármacos: litio, difenilhidantoína, amiodarona.
Secundario
Tumor pituitario
Aneurisma carotídeo
Enfermedades del hipotálamo
Meningiomas
Enfermedades infiltrativas (sarcoidosis, tuberculosis)
Fisiopatología: los efectos del hipotiroidismo sobre los diversos órganos son diametralmente
opuestos a los que vimos en el hipertiroidismo. Los efectos hemodinámicos se caracterizan por
la disminución de la frecuencia cardíaca, del gasto cardíaco, de los índices cardíacos, del con-
sumo de oxígeno, con un aumento de las resistencias vasculares sistémicas y de diferencia arte-
riovenosa de oxígeno. La contractilidad cardíaca está disminuida.
Las alteraciones en el sistema respiratorio incluyen la disminución de la ventilación alveo-
lar con hipoxemia e hipercapnia, apnea durante el sueño y debilidad muscular.
Se producen alteraciones en la excreción del agua con el consiguiente edema y la presencia
de hiponatremia dilucional. Hay autores que reportan el aumento de la secreción de vasopre-
sina, mientras que otros piensan que existe una disminución, bajas concentraciones de sodio y
disminución del péptido natriurético se han visto en el hipotiroidismo con la afectación en la
filtración glomerular y el balance de sodio.
La función gastrointestinal está afectada con una disminución de la motilidad y situación
de estreñimiento. La anemia es común en el hipotiroidismo. Ocurren deficiencias de hierro y
también se puede presentar una anemia megaloblástica.
El hipotiroidismo produce desórdenes miopáticos y altera la contracción y relajación mus-
cular. Existen neuropatías periféricas, alteraciones de los nervios craneales, ataxia, letargia,
demencia y se puede llegar al coma.
El reconocimiento temprano del hipotiroidismo es difícil, ya que se puede presentar de muy
diversas formas, a saber, anemia, fallo cardíaco, alteraciones abdominales, desórdenes hema-
tológicos...
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Hipotiroidismo Mixedema
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I. Moreno Gómez-Limón
Medidas generales:
Hipotermia
Usar mantas solamente. No sistemas de calefacción
Hidratación
Mantenimiento adecuado del volumen sanguíneo
Evitar intoxicación por agua
Nutrición–glucosa–vitaminas
Antibióticos
Terapia cardíaca
Corregir hipotensión
Glucocortiocides
Anticipar el tratamiento del fallo cardíaco
Corregir anemia
Terapia pulmonar
Monitorización de gases
Soporte ventilatorio
Tratar la infección
Atonía intestinal
Medidas específicas:
Hormonas tiroideas:
Dosis inicial: 200-300 microgramos de L-tiroxina i.v.
Dosis mantenimiento: 50-100 microgramos de L-tiroxina/día i.v.
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Hay una serie de circunstancias que pueden desencadenar una situación de coma mixede-
matoso a saber: infecciones, cirugía, desórdenes neurológicos, fármacos para la sedación,
traumatismos, hipotermia, enfermedades agudas graves.
ANESTESIA -HIPOTIROIDISMO
Durante tiempo se ha considerado los riesgos que existían de shock, hipoventilación y para-
da cardíaca. Durante tiempo ha estado considerado como un riesgo importante e incluso como
una contraindicación formal para la anestesia. Hoy día debemos de desechar estas actitudes y
existen estudios prestigiosos como los de Weinberg y Landeson, que muestran que los riesgos
han sido sobreestimados. Lo que sí debemos de conocer el grado de hipotiroidismo de nues-
tro paciente y las enfermedades asociadas, pero no con una actitud prohibitiva, si no de alcan-
zar el conocimiento más adecuado para la mejor prevención de los problemas.
Los grados de hipotiroidismo son muy variables de un paciente a otro y en la práctica se
puede distinguir: a) Hipotiroidismos infraclínicos o compensados, que son clínicamente asin-
tomáticos y el diagnóstico es biológico con una elevación de la TSH con tasas normales de FT3
y de FT4 en las formas infraclínicas y una FT4 baja con FT3 normal en las formas compensadas.
Estas formas no modifican el riesgo anestésico. b) Hipotiroidismos frustrados, comportan clíni-
camente una astenia, tendencia a la bradicardia, al frío, a la ganancia de peso con edemas sub-
palpebrales. La TSH está elevada y la FT3 y FT4 están disminuidas. c) Hipotiroidismo grave. En
su extremo esta el coma mixedematoso. En esta forma si existen mayores riesgos anestésicos.
Medicación preoperatoria
Es muy importante la visita preoperatoria con el fin de analizar todas las situaciones que se
pueden dar en esta entidad y que han sido señaladas anteriormente. Los opioides en la pre-
medicación han sido administrados de una forma segura, aunque están descritas depresiones.
Si el paciente estaba bajo terapia sustitutiva con corticoides se debe de poner una dosis de hidro-
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I. Moreno Gómez-Limón
Inducción anestésica
En principio, se pueden utilizar cualquiera de los fármacos hipnóticos empleados rutina-
riamente. Pentotal, propofol, etomidato..., pero siempre ajustando la dosificación a la situación
hemodinámica del paciente. Se puede utilizar “a priori“ cualquier relajante muscular, pero
aquí es imprescindible valorar la respuesta a través de un monitor de transmisión neuro-
muscular. Se deben descartar enfermedades concomitantes que sí hagan replantear los rela-
jantes musculares, como sería el caso de una miopatía que nos llevaría a no utilizar la succi-
nilcolina. Otros cuadros pueden llegar a exagerar el efecto de los relajantes musculares no des-
polarizantes.
Mantenimiento anestésico
Se realiza frecuentemente suplementando al protóxido de nitrógeno con pequeñas dosis de
benzodiacepinas y opioides. Todo el éxito esta en la dosificación de los fármacos rutinarios que
se emplean. Se deben de evitar aquellos que contribuyan a una mayor depresión de la con-
tractilidad miocárdica o que produzcan mayor caída de las resistencias vasculares sistémicas y
sobre todo en un paciente que no se encuentre con la adecuada precarga. Es por todo esto que
en otros tiempos no se ha aconsejado la utilización de los halogenados. Lo más importante en
estos pacientes son los medios de monitorización con el fín de ajustar una adecuada precarga
y evitar los shock imprevistos así como en el apartado de los relajantes musculares su correcto
empleo si precede y la dosificación y control de la respuesta neuro muscular. En estos pacien-
tes siempre hay que considerar que su estómago esta lleno por la disminución en la velocidad
de vaciado. Es necesaria una vigilancia intensiva postoperatoria por la mayor sensibilidad que
tienen a los fármacos sedantes. Hay que controlar la Temperatura a través de los nuevos siste-
mas que evitan los accidentes en cuanto a quemaduras en pacientes que no se pueden defen-
der de ellas. Los analgésicos que debemos de utilizar son preferiblemente los no opiáceos. En
múltiples trabajos publicados para niveles de hipotiroidismo moderado no hay diferencias con
respecto a personas eutiroideas.
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Frecuentes
Disnea
Disfagia
Presión en cuello
Menos frecuentes
Fallo respiratorio agudo
Síndrome de compresión de la vena cava superior
Varices esofágicas
Infrecuentes
Asma
Parálisis del nervio frénico
Parálisis del nervio laríngeo
Síndrome de Horner
Quilotórax
Abscesos
Apnea
Tabla XIII Causas de alteración de la vía aérea en las enfermedades del tiroides.
Preoperatorio
Desviación traqueal y compresión por el bocio
Bocio subesternal
Hemorragia intratiroidea
Infecciones de vías altas y bocio
Invasión traqueal por el tumor
Hemorragia intratraqueal
Insuficiencia respiratoria ( metástasis pulmonares)
Intraoperatorias
Problemas de intubación
Causas anestésicas ( obstrucción del tubo, acodamiento,..)
Postoperatorias
Hematoma
Edema laríngeo postintubación
Parálisis bilateral de cuerdas
Traqueomalacia
tras la extubación el paciente le es imposible respirar por lo que se puede plantear una traque-
otomía reglada tras la intervención.
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I. Moreno Gómez-Limón
Examen preoperatorio
Se ha de precisar el estadio de enfermedad que presenta y si la medicación ejerce un ade-
cuado control. Las alteraciones cardiovasculares deben de ser examinadas de forma especial.
Ver el control que se está haciendo de la presunta arritmia y el tratamiento especifico sobre ella.
Todos los fármacos antiarrítmicos sabemos que tienen interacciones medicamentosas con los
fármacos anestésicos. Todos son depresores de la contractilidad miocárdica que puede verse
aumentada, por ejemplo, por los halogenados. Analizar la función cardíaca, a través de los méto-
dos menos cruentos, como sería la ecocardiografía que además nos aportaría la información
sobre alteraciones segmentarias...
Control de la homeostasis fosfocálcica para descartar un hiperparatiroidismo concomitan-
te o para el control posterior del presunto hipoparatiroidismo postoperatorio. La hipercalcemia
no es rara en la enfermedad de Basedow, así como la aparición de un signo de Chvostek en el
15% de las mujeres.
Valoración de la extensión del bocio a nivel local con el fin de prevenir complicaciones en el
abordaje de la vía aérea. En ocasiones, y según la valoración clínica, se deberá de tener prepa-
rado un fibrobroncoscopio para el adecuado abordaje no lesivo de la vía aérea. A este respecto
hay que decir, que cuando se suponga la utilización del fibroscopio, la técnica anestésica debe
de estar encaminada a mantener la ventilación espontánea del paciente y jamás utilizar la
relajación muscular previa por la dificultad que esto entraña para la fibroscopia.
Realización de laringoscopia preoperatoria para evaluar la situación de los nervios recu-
rrentes y si estos están comprometidos por el tumor.
Premedicación
Los ansiolíticos son fundamentales en estos pacientes, ya que los cuadros de estrés emo-
cional pueden desencadenar crisis tiroideas. Por otra parte, se debe de ser muy cuidadosos en
su dosificación en los casos de hipotiroidismo por la magnificación de la sedación, de tal mane-
ra que se debe de administrar, no en la habitación, si no en zonas próximas a la sala quirúrgi-
ca.
La utilización de vagolíticos, anteriormente proscrita hoy día se podría utilizar en razón
de que los pacientes llegan o deberían de llegar eutiroideos a estas situaciones. Ha habido auto-
res que la han utilizado como test para valorar el estado tiroideo. Refieren que la administra-
ción de una dosis de 0,6 mg i.v. de atropina en un paciente eutiroideo no debería de aumentar
la frecuencia cardíaca en más de 30 pulsaciones por minuto, en relación a su valor inicial. De
todas maneras es un fármaco del cual se puede perfectamente prescindir.
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Inducción anestésica
Cuando el paciente se encuentra eutiroideo la intervención se suele relegar a una cervico-
tomía normal.
Intubación traqueal
Nunca se insistirá suficiente sobre la necesidad de conocer al paciente lo más profundamente
en este sentido, para evitar problemas en cuanto al abordaje de la vía aérea. Salvo bocios muy
voluminosos, que deberían de ser históricos, no deben de plantearse problemas en la intuba-
ción, y en caso de que se prevean habría que utilizar una técnica inductiva que mantuviera la
ventilación espontánea del paciente y evitara la inicial relajación muscular. Una alternativa en
este sentido sería la utilización de anestesia local del tipo de la lidocaína al 2-5% transtraqueal
seguida de inducción con pequeñas dosis de benzodiazepinas del tipo del midazolam y un ajus-
te adecuado de propofol o etomidadato para conservar reflejos y colaboración hasta el abor-
daje de la vía aérea o la utilización de fibrobroncoscopia. Hay que tener muy presente, al final
de la intervención, que las posibilidades de que una vez quitada la compresión la tráquea sea
de características malácicas con la pérdida de soporte nos llevaría a una situación de dificultad
ventilatoria muy semejante y difícil de diferenciar de la situación de broncoespasmo desde el
punto de vista clínico.
Abordaje venoso
Se deben proscribir inicialmente las vías centrales con abordaje yugular por la hipervascu-
larización que se puede presentar por el tumor y la pérdida de relaciones anatómicas fiables.
Tampoco debería de ser aconsejable la vía subclavia en las ocasiones donde exista compromi-
so de la vena cava. En ocasiones, cuando se utilice alguna de ellas, por que el tumor sea peque-
ño, intratorácico..., se debe de movilizar el catéter antes del cierre por planos después de la exé-
resis del tumor, ya que no es raro que al extirpar el bocio se lesionen vasos y se den puntos
que puedan atrapar el catéter y hacerlo materialmente imposible de retirar posteriormente con
peligro de sección o rotura. En casos de tener que monitorizar la presión venosa central, en con-
diciones especiales y extremas, el abordaje se realizará a través de la vena femoral y con un caté-
ter tipo Swan-Ganz introduciéndolo monitorizando presiones. Normalmente estos pacientes
llegan en adecuadas condiciones y tan sólo es necesario el abordaje de una vía visible en la zona
pedia...
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 324
I. Moreno Gómez-Limón
ción. Hay que realizar una adecuada protección ocular para evitar daños corneales o com-
prensivos que puedan afectar a la retina. Es imprescindible la utilización de pulsioximetría y
aconsejable la capnimetría en el sentido de diagnóstico precoz en esta última de desconexión
accidental del paciente.
La monitorización de la presión arterial será normalmente por métodos de registro auto-
máticos, aunque en las situaciones de inestabilidad del paciente previa a la cirugía sería dese-
able la utilización del acceso cruento femoral y/o radial.
Por las características de frecuente asociación, con enfermedades que producen alteraciones
de la placa motora, o bien por disminución del componente metabólico, en el hipotiroidismo,
se debe de tener monitorizada la transmisión neuromuscular y, así, ajustar al máximo las nece-
sidades en unos pacientes que es conveniente que al fin la de la intervención mantengan refle-
jos cara a valorar la función recurrencial que se puede ver afectada en estos procesos.
Complicaciones postoperatorias
1. Hemorragias postoperatorias: la vigilancia de los drenajes es vital. En ocasiones, la apari-
ción de hematoma externo es un signo tardío y la tráquea puede, en ese momento, estar com-
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primida y desplazada y ser muy difícil la reintubación, a lo que se puede sumar edema inter-
no. En estas condiciones la realización de una traqueotomía puede ser muy dificultosa o bien
su realización no ser adecuadamente rápida. Hay que hacer diagnóstico precoz de esta situa-
ción.
2. Parálisis recurrencial: en las parálisis unilaterales se obtendrá una voz característica bitonal
y aumento de la dificultad respiratoria si existe edema. La parálisis bilateral entraña el ries-
go de masiva aspiración o de asfixia con necesidad de reintubación del paciente. A las 48
horas se debe de hacer un nuevo intento de retirada de la intubación y ver la recuperación.
Existen tubos con sensores nerviosos que transmiten la posibilidad en trazados de la recu-
peración. Si la parálisis es persistente habrá que realizar una traqueotomía. La alimentación
se hace a base de productos que eviten el acceso a falsas rutas y aspiración. En los prime-
ros días son peor tolerados los líquidos que los sólidos.
3. Otras alteraciones respiratorias por: hematomas, edema de glotis, embolias gaseosas por
apertura de senos venosos, traqueomalacias, fenómenos de aspiración.
4. Alteraciones quirúrgicas síndrome de Claude Bernard-Horner, fístula quilosa por alteración
del conducto torácico.
5. Complicaciones endocrinas:
a) Crisis aguda tirotoxicótica: rara actualmente, ya que los pacientes llegan normalmente
a la cirugía en situación eutiroidea. Se da en pacientes insuficientemente preparados ante
una situación de urgencia.
b) Exoftalmos maligno: de manera excepcional la exoftalmia basedowniana puede evolu-
cionar de una manera maligna tras el postoperatorio inmediato. El tratamiento se basa
en colirios de guanetidina, corticoides. En ocasiones había que hacer una tarsiorrafia para
evitar queratitis. si el tratamiento médico fracasa habría que hacer un tratamiento qui-
rúrgico descompresivo para evitar la pérdida de visión.
c) Hipoparatiroidismo: la hipocalcemia paratireopriva con hiperfosforemia se pone de mani-
fiesto por una crisis de tetania o por la aparición de parestesias o calambres en los dedos
o los músculos orbiculares. Puede aparecer un signo de Chvostek. Ocurre entre el pri-
mero y el cuarto días de postoperatorio. El tratamiento es con calcio por vía i.v. En gene-
ral, es transitorio y refleja un estado de isquemia de las paratiroides, secundario a una
disección amplia y minuciosa del bocio. Raramente este hipoparatiroidismo se hace defi-
nitivo. Una discreta hipocalcemia ayuda como estimulo de recuperación del parénqui-
ma hipoparatiroideo restante.
d) Hipotiroidismo: la tiroidectomía subtotal es un tratamiento antiguo para tratar el hiper-
tiroidismo. Por razones desconocidas, la extirpación extensa, pero incompleta de la glán-
dula induce remisión en la mayoría de los casos de enfermedad de Graves. En las mejo-
res manos existe el riesgo de mixedema o la reaparición de hipertiroidismo. Se puede
producir también hipoparatiroidismo, hemorragias, lesión de los nervios laríngeos.
Las tiroidectomías amplias que se realizan en los tumores malignos pueden producir un
cuadro de hipotiroidismo que se manifiesta después de tres semanas y que necesita poner
en marcha un tratamiento substitutivo.
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I. Moreno Gómez-Limón
BIBLIOGRAFÍA
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326
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 327
XX
ANESTESIA EN EL SÍNDROME CARCINOIDE
INTRODUCCIÓN
Los tumores carcinoides (en adelante TTCC) pertenecen a la familia de los tumores neuro-
endocrinos o APUD (amine, precursor, uptake, decarboxilasa). Los tumores APUD pueden asen-
tar en numerosos órganos y tejidos del organismo, y tienen en común la capacidad de sinteti-
zar hormonas peptídicas y/o aminas.
El término carcinoide (parecido al carcinoma) proviene de la descripción original de
Oberndorfer en 1909(1). El aspecto histológico y el lento crecimiento de estos tumores hicieron
que inicialmente se infravalorara su potencial metastásico. También se denominan argentafi-
nomas por su capacidad para captar sales de plata.
Los TTCC son de origen neuroectodérmico. Suelen asentar en las células enterocromafines
(de Kulchistky) del aparato digestivo, aunque pueden aparecer en cualquier tejido que derive
embriológicamente de la cresta neural: árbol bronquial, timo, vías biliares, páncreas, gónadas
etc. Por su actividad endocrina pueden secretar: serotonina, calicreína, histamina, sustancia P,
neuropéptido K, HCG, ACTH, GHF, MSH, gastrina, glucagón, insulina, VIP, prostaglandinas,
ADH, PTH y gonadotropinas (entre otras sustancias). Algunos pacientes desarrollan síntomas
diversos en relación con la actividad secretora del tumor, lo que se conoce como síndrome
carcinoide (en adelante SC). La clínica dependerá: de la localización del tumor, del tamaño e
invasión local, de su diseminación (ganglionar o metastásica) y/o de su actividad endocrina.
No puede sorprender que los pacientes presenten una sintomatología muy variable y comple-
ja (calificada incluso de esotérica(2) o surrealista(3)).
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Para el anestesiólogo, sólo los pacientes con SC requieren una atención específica por los
riesgos relacionados con la secreción neuroendocrina del tumor.
RECUERDO ANATOMOCLÍNICO(4-8)
Son tumores raros y con frecuencia asintomáticos. En necropsias, se ha observado una
incidencia de 8,4 casos/100.000 habitantes/año(9), pero sólo uno de cada diez pacientes había
fallecido como consecuencia del tumor. También se han encontrado TTCC en el 0,3% de las pie-
zas de apendicectomía (efectuadas por cualquier causa)(10). Estos datos concuerdan con la menor
incidencia de diagnósticos clínicos: 1,5 casos/100.000 habitantes/año(11), y de casos sintomáti-
cos con metástasis: 0,7 casos/100.000 habitantes/ año(12).
Los TTCC se clasifican en función de la zona del intestino primitivo a partir de la cual
derivan sus células. Esta clasificación es útil para mostrar algunas diferencias biológicas y clí-
nicas entre los distintos tipos de tumores (Tabla I). El 95% de ellos asientan en el tubo digesti-
vo, y dentro de este grupo, son los de intestino delgado los que con más frecuencia producen
síntomas específicos, por lo que suelen ser considerados como "carcinoides clásicos(13).
Síndrome carcinoide
Sólo un 3-5% de los pacientes presentan alteraciones relacionadas con la actividad endo-
crina del tumor, que pueden manifestarse incluso antes de que se evidencien síntomas loca-
les. Los TTCC del aparato digestivo sólo manifiestan síntomas humorales cuando han produ-
cido metástasis hepáticas. En caso contrario, los productos hormonales vertidos a la circulación
portal son rápidamente aclarados por el hígado y no alcanzan la circulación sistémica.
El SC puede presentar algunas características peculiares según el origen embriológico y la
localización del tumor (Tabla I). La tríada clínica clásica la constituyen: diarrea, rubefacción súbi-
ta y valvulopatías. Con menos frecuencia pueden presentar: telangiectasias, crisis asmáticas,
hipotensión arterial, etc. Al principio los síntomas se presentan en episodios breves, apareciendo
después de forma más persistente.
La diarrea es el síntoma más habitual, aunque no siempre está relacionada con la activi-
dad endocrina, y puede deberse a factores locales.
La rubefacción súbita se observa en un 65-75% de los casos. Suele implicar la cara, el cue-
llo y la parte superior del tórax. No es raro que durante los paroxismos agudos aparezca hipo-
tensión.
La afectación cardíaca es casi exclusiva de los tumores derivados del intestino medio.
Su incidencia en los pacientes con SC varía entre un 11 y un 70% de los casos, según la
serie y la metodología utilizada para el diagnóstico(14,15).
La anatomía patológica muestra: fibrosis endocárdica con afectación preferente de la vál-
vula tricúspide y con menos frecuencia de la pulmonar. La lesión de la válvula tricúspide suele
producir insuficiencia, mientras que la lesión valvular pulmonar suele cursar con estenosis. La
afectación del corazón izquierdo es excepcional, pero puede verse en algunos tumores bron-
quiales cuya sangre drena directamente en las venas pulmonares.
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Tabla I FSC: frecuencia de apanción del síndrome carcinoide. 5 HTP: 5-hidroxitriptófano. 5-HT-
hidroxitriptamina (serotonina)(4,5,6,7).
Síndrome carcinoide
Origen Localización Asociaciones Valvulopatías
embriológico patológicas FSC. Metastasis Fibrosis Diarreas Rubefacción Principales
serosas Drchas. Izdas. monoaminas
liberadas
Generalizadas Rubefacción
Bronquios Poliendocri- 3,5% Lesiones + +/- + generalizada
nopatías osteoblásticas duración
horas
Intestino 5-HPT
anterior Úlcera Rubefacción 5-HT+/-
péptica generalizada Histamina+/-
Anemia 5% Rara Raras Muy raras y parcheada
Estómago perniciosa duración
Tiroiditis minutos
de Hashimoto
Hepáticas ++
Duodeno 40% rara vez ++ ++ Raras Rubefacción
Intestino Yeyuno extraab- facial 5-HT
medio Íleon dominal duración Histamina+/-
Apéndice Ninguna 1% minutos
Rubefacción
Intestino Colon Raro + Raras Muy raras facial
posterior Recto ligera 5-HT
duración
minutos
Fisiopatología
El SC se observa sólo si una cantidad suficiente de productos hormonales alcanza la circu-
lación sistémica. Se han identificado más de 20 sustancias activas(8).
La serotonina (en adelante 5-HT) es la sustancia secretada en mayor cantidad por estos tumo-
res. Se produce a partir del triptófano captado por las células carcinoides, mediante la actua-
ción de dos enzimas: la triptófano hidroxilasa y la dopa decarboxilasa. La primera puede inhi-
birse con para-clorofenilalanina y la segunda con metil-dopa. Las acciones farmacológicas de
la 5-HT (en especial su acción sobre los receptores periféricos 5-HT2) puede explicar algunos
síntomas: diarrea por hipermotilidad e hipersecreción, hipertensión por su efecto vasocons-
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Diagnóstico y tratamiento
Las técnicas diagnósticas destinadas a identificar anatómicamente el tumor y/o las posibles
metástasis varían según la localización: endoscopia, ecografía, tránsito baritado, TAC, radio-
logía torácica, etc. El diagnóstico anatomopatológico rara vez se realiza antes de la extirpa-
ción quirúrgica del tumor (salvo si se biopsian metástasis hepáticas)(12). Diferenciar histológi-
camente estos tumores de otros tumores APUD puede resultar imposible con el microscopio
óptico, y requerir técnicas inmunohistoquímicas o de microscopía electrónica(13).
En el caso de tumores secretores (SC clínico o bioquímico), la prueba de mayor fiabilidad es
la cuantificación de la excreción urinaria de ácido 5-hidroxiindolacético (5- HIAA). El SC es
excepcional con cifras normales de 5-HIAA en orina de 24 horas (< 5 mg), y el 65% de los pacien-
tes excretan más de 15 mg/24 h. La especificidad de la prueba puede alcanzar el 100% (si se des-
carta el consumo de alimentos o fármacos que eleven los niveles urinarios de 5-HIAA: pláta-
nos, piña, kiwis, nueces, ciruelas, aguacates, guaifenesina, paracetamol).
330
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 331
ANESTESIA REANIMACIÓN
El anestesiólogo puede tomar contacto con estos pacientes cuando son objeto de tratamiento
quirúrgico por: cuadros abdominales agudos (oclusión o sangrado), resección tumoral o de
las metástasis, cirugía valvular, u otros procedimientos por procesos intercurrentes. También
puede ser requerido para efectuar técnicas invasivas, especialmente la embolización percutá-
nea de la arteria hepática.
La bibliografía centrada en el manejo anestésico de los pacientes con SC es escasa, y suele
concretarse en el análisis de casos aislados. Hasta la fecha, se han publicado únicamente dos
series de pacientes: la de R. Miller y cols. en 1978(18), y la de G.R.Q. Veall y cols. en 1994. Esta últi-
ma incluye 21 pacientes intervenidos quirúrgicamente entre 1983 y 1993(19). También son escasos
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 332
los trabajos de revisión y actualización publicados(20,21,22). Existe, además, una enorme variabili-
dad en la expresión clínica del SC y de las complicaciones perioperatorias que ocasiona.
I.R. Fletcher y J. Carson(20) afirman que el manejo anestésico de estos pacientes es: "not of
necessity complex or difficult", y la ausencia total de incidentes en numerosos casos(19,23,24) justifi-
ca este planteamiento tranquilizador. Sin embargo, la variedad de las posibles complicaciones
y la extrema gravedad de algunas, hace aconsejable considerar que la anestesia en este grupo
de pacientes: “is hazardous and great care must be exercised”(19).
Las complicaciones más graves se relacionan con el desencadenamiento de crisis carcinoi-
des, que pueden poner en peligro la vida del paciente por: broncoespasmo e hipoxemia(25), hiper-
tensión(26) o hipotensión severa(27). También las descompensaciones hidroelectrolíticas (malnutri-
ción o diarrea), la patología cardíaca asociada, y la agresividad del tratamiento quirúrgico (espe-
cialmente la resección de metástasis hepáticas), pueden dificultar la actuación del anestesiólogo.
Preoperatorio
La anamnesis incluirá una descripción detallada de la sintomatología endocrina: clínica, fre-
cuencia de aparición y factores desencadenantes. Se prestará especial atención al estado de hidra-
tación y al ionograma sérico en caso de diarrea prolongada o grave.
Debe investigarse una posible afectación cardíaca en todos los casos, incluso en ausencia de
síntomas cardiológicos. Ocasionalmente se ha desestimado el tratamiento quirúrgico paliati-
vo del tumor por la severidad de las lesiones valvulares(28).
En pacientes con metástasis generalizadas, pueden observarse signos de malnutrición pro-
teica o de pelagra leve.
Preoperatoriamente debe continuarse la administración de los fármacos utilizados para con-
trolar la sintomatología carcinoide. El octreótido (50-500 µg/8h, s.c.) suele formar parte del régi-
men terapéutico. De no ser así, existe unanimidad en aconsejar su administración como parte
de la premedicación, por vía subcutánea (50-500 µg) y/o intravenosa (10-100 µg)(19,22). Roy y cols.
fueron los primeros en describir la utilización de este fármaco como profilaxis en anestesiolo-
gía en 1987(24).
La ansiólisis preoperatoria intensa puede evitar el desencadenamiento de crisis carcinoides
por estrés, y se ha aconsejado su utilización, aunque los resultados no han sido siempre satis-
factorios(19,24).
Manejo intraoperatorio
Desde un punto de vista teórico, y con objeto de evitar el desencadenamiento de crisis car-
cinoides, deben establecerse los siguientes objetivos:
a) Evitar la descarga simpática endógena asociada al estrés anestésico/quirúrgico.
b) Evitar la utilización de fármacos capaces de inducir un aumento directo o indirecto de la
actividad simpática.
c) Evitar la administración de fármacos histaminoliberadores.
Tiopental, etomidato y propofol son los agentes inductores más utilizados en estos pacientes.
De todos ellos, sólo el tiopental desencadena una liberación de histamina dosis dependiente(29), por
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Reanimación
Tras la resección del tumor, o la reducción quirúrgica de masa tumoral, cabe esperar una
rápida mejoría de la sintomatología humoral, con un menor riesgo de complicaciones agudas.
Analíticamente esto se corresponde con un brusco descenso en la eliminación urinaria de
5-HIAA. Sin embargo, también se han comunicado crisis carcinoides en el postoperatorio inme-
diato, e incluso en el tercer día(19). Esta mejoría no cabe esperarla en el postoperatorio de ciru-
gía cardíaca, que podrá verse complicado por la sintomatología carcinoide(15,36).
En el marco de las medidas habituales de reanimación postoperatoria, el control del dolor
adquiere especial relevancia por su capacidad para disminuir el estrés y secundariamente la
probabilidad de crisis. El fentanilo (en analgesia controlada por el paciente), la meperidina y el
cloruro mórfico, se han utilizado con buenos resultados, a pesar de la acción histaminolibera-
dora de estos últimos.
El bloqueo epidural con anestésicos locales, tiene un mayor riesgo por dos razones: si se pro-
ducen cambios bruscos de la presión arterial se pueden desencadenar crisis carcinoides, y el tra-
tamiento de la hipotensión puede verse complicado, al no ser aconsejable la utilización de sim-
paticomiméticos. Pese a ello, se han comunicado resultados favorables en anestesia(37) y anal-
gesia postoperatoria(l9). Se aconseja instaurar el bloqueo de forma lenta, asociar la administra-
333
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 334
ción epidural de mórficos, y asegurar una adecuada repleción de volumen para evitar las com-
plicaciones aludidas(l9).
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 337
XXI
ANESTESIA EN EL NEONATO CON
MALFORMACIONES CONGÉNITAS:
HERNIA DIAFRAGMÁTICA, HIPOPLASIA DE VENTRÍCULO
IZQUIERDO, ATRESIA DE ESÓFAGO
P. Bourgeois
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
Numerosas enfermedades neonatales suelen ser consecuencia de anomalías en el desarro-
llo embrionario. Cuando se ven afectados órganos principales (pulmón, corazón...), el pronós-
tico vital está en juego.
La anestesia neonatal precisa de una conducta basada en las peculiaridades anatomofisio-
lógicas, farmacológicas y farmacodinámicas del recién nacido (RN) y en las de la enfermedad
subyacente que motiva la intervención.
La hernia diafragmática congénita (HDC), el ventrículo izquierdo hipoplásico (VIH) y la
atresia de esófago (AE) se encuentran entre ellas.
La HDC fuente de complicaciones respiratorias severas, es de pronóstico reservado (30 a
70% de mortalidad)(1), siendo un rompecabezas terapéutico.
El VIH se incluye en una entidad clínica denominada síndrome de corazón izquierdo hipo-
plásico (SCIH) (atresia mitral, atresia de aorta ascendente...).
La supervivencia de pocos días o semanas dependerá de la persistencia del shunt fisiológi-
co derecho-izquierdo (foramen ovale, ductus arteriosus)(2). La corrección quirúrgica pasa por
“sistemizar” el ventrículo derecho.
La AE se asocia frecuentemente con fístula traqueoesofágica (85%). En su corrección, se trata
de establecer la continuidad esofágica y el cierre de la fístula. El cuidado perioperatorio se orien-
ta hacia la prevención de las complicaciones respiratorias secundarias a la aspiración del con-
tenido gástrico(3).
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P. Bourgeois
Patogenia
El diafragma se desarrolla en sentido anteroposterior como un tabique entre corazón e híga-
do, siendo la parte posterolateral izquierda (foramen de Bochdalek) la última en cerrarse apro-
ximadamente en la 8ª-10ª semana de gestación. El intestino migra del saco vitelino hacia la 10ª
semana, y si llega antes del cierre del diafragma, se produce una protrusión de órganos abdo-
minales dentro de la cavidad torácica(6). En el 98% de los casos ocurre a nivel posterior, de los
cuales el 90% es posterolateral izquierdo (hernia de Bochdalek)(7). Excepcionalmente afecta al
foramen retroesternal (hernia de Morgagni) o al hiato esofágico (hernia hiatal)(8).
Se ha visto en modelos experimentales que la compresión pulmonar desde una edad tem-
prana, se asocia a una hipoplasia pulmonar ipsilateral severa (reducción del 80-90%) y sor-
prendentemente, del lado contralateral (30-40%). Histológicamente esto corresponde a una dis-
minución de las generaciones bronquiales, del número de alveolos por acino y de vasos arte-
riales. Hay una hipertrofia muscular de la media de las arterias pulmonares y acinares con reduc-
ción del calibre del vaso(9), siendo la causa del aumento de las resistencias vasculares pulmona-
res (RVP).
Al igual que en recién nacidos prematuros con deficiencia de surfactante, se producen simi-
lares modificaciones en los parámetros ventilatorios (compliance...) y complicaciones (mem-
brana hialina)(10,11).
Recientemente datos ecocardiográficos señalan que la hipoplasia pulmonar se asocia a
una reducción significativa de la masa miocárdica del ventrículo izquierdo, constituyéndose
como un factor predictivo(12).
Diagnóstico
Prenatal: se realiza por ecografía (desviación del mediastino y polihidramnios)(13).
La asistencia obstétrica requiere la presencia de una unidad de cuidados intensivos neona-
tales(14).
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Pronóstico
El pronóstico depende del grado de hipoplasia pulmonar determinado por la edad gesta-
cional en la que se produjo la herniación(20). Actualmente se tiende a unificar criterios para cla-
sificar la HDC y adecuar el tratamiento. Son numerosos los factores predictivos:
Ecografía prenatal: la posición torácica del estómago es un elemento precoz de alta morta-
lidad. Según Hatch y cols. (1992) la supervivencia se reduce a un 29% en estos casos compara-
da al 93% cuando la localización es infradiafragmática(13).
Ecocardiografía neonatal: el índice de masa ventricular izquerda (IMVI) por kg de peso, es
significativamente menor del normal (1,96 g/kg vs 2,84 g/kg) y varía inversamente propor-
cional al grado de hipoplasia pulmonar. Un IMVI < 1,53 g/kg requiere OMEC prequirúrgica(12).
Parámetros gasométricos y ventilatorios: Boix-Ochoa y cols. determinaron una serie de
parámetros gasométricos de mal pronóstico(21) recogidos en la siguiente tabla:
Ventilación espontánea pH < 7 PaO2 < 50 mmHg postductal PaCO2 > 60 mmHg
Ventilación mecánica DO2 (A-a) > 500 mmHg PaO2 < 300 mmHg PaCO2 > 40 mmHg
convencional (VMC)
FiO2 = 1
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P. Bourgeois
Tratamiento
Medidas generales: en primer término, debemos prestar mayor atención al grado de:
HIPOXEMIA/HIPERCAPNIA consecuencia de la hipoplasia pulmonar, de la HTAP y de la
atelectasia (hiperdistensión gástrica)(29).
HIPOTENSIÓN ARTERIAL SISTÉMICA derivada de la desviación del mediastino y de los
grandes vasos, de la acidosis y del bajo gasto cardíaco (GC).
La primera medida consiste en introducir una sonda nasogástrica y aspirar continuamente,
con el fin de reducir la cantidad de aire gástrico y disminuir así la compresión del pulmón. A con-
tinuación, se realiza la asistencia respiratoria con intubación nasotraqueal (nº 3-3,5) con paciente
despierto (poco sedado + anestesia local de glotis) dado el riesgo de ventilar con mascarilla y bolsa.
Para realizar la anestesia general, prevalecen tres consideraciones:
- Efecto de los agentes anestésicos,
- Influencia de los parámetros ventilatorios sobre las RVP,
- El mantenimiento del GC y de la presión de perfusión coronaria.
Hipoxia Oxígeno
Hipercapnia Hipocapnia
Acidosis Alcalosis
Hiperinsuflación CRF normal
Atelectasia
Estimulación simpática Bloqueo de la estimulación simpática
Hcto. alto Hcto. bajo
Estímulo quirúrgico Agitación
Sedación
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PAP normal
PAP normal
PAP normal
cirugía
5. ECMO
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P. Bourgeois
transcurre muy poco tiempo ese valor de presión media de vías aéreas (PMVA). En vez de ello,
el pulmón está “ciclado” de un estado de baja a máxima insuflación(37). Durante la VAF, el volu-
men pulmonar permanece relativamente constante alrededor del volumen pulmonar medio.
La VAF parece desafiar la fisiología pulmonar convencional eliminando CO2 mediante venti-
lación rápida con volumenes corrientes menores que el espacio muerto anatómico. Los estu-
dios comparativos indican que la VAF se acompaña de un mejor patrón de insuflación pul-
monar(38). Hay una mejoría del cociente V/Q disminuyendo el shunt intrapulmonar. El riesgo
de barotrauma parece ser menor. La presión traqueal no refleja fielmente la alveolar, por lo que
se tiene que monitorizar el volumen pulmonar(39). Las lesiones ocurridas en este tipo ventila-
torio (neumopericardio y lesión del epitelio traqueal) se definen bajo el término VOLUTRAU-
MA.
Se indica VAF cuando persisten alteraciones gasométricas no corregibles con la VMC (Tabla
III).
Tabla III
VPPI VAF
FR (ciclos/min) 68 ± 24 457 ± 98
FiO2 0,92 ± 0,16 0,99 ± 0,04
PMVA (cm H2O) 15 ± 5 14 ± 7
P pico (cm H2O) 35 ± 14 37 ± 16
PPFE (cm H2O) 4,4 ± 1,5 4, 7 ± 2,1
F I/E 1/1,7 1/4,9
Otras medidas específicas consisten en colocar un catéter en la arteria radial derecha (pre-
ductal) para valorar el cortocircuito D-I(40), un catéter venoso central (PVC) y periférico para
corrección cardiovascular (hipovolemia, bajo gasto...). Se corrige la acidosis metabólica (bicar-
bonato sódico) una vez controlada la acidosis respiratoria.
Se deben poner en práctica medidas para la prevención del estrés térmico y de las embolias
gaseosas paradójicas.
Tratamiento de la HTAP: además del control ventilatorio de la PaCO2, existen fármacos y
técnicas específicos en el tratamiento de la HTAP:
SURFACTANTE: actúa indirectamente, instilado a través del tubo endotraqueal (100 mg/kg
en 20 min). Mejora la complianza pulmonar(11).
VASODILATADORES PULMONARES i.v. (prostaglandinas, tolazolina...): son frecuente-
mente incapaces de conseguir una PaO2 correcta utilizados a dosis que no produzcan efectos
secundarios sistémicos (hipotensión arterial, taquicardia, apnea...), incrementando el shunt
D-I(41,42).
ÓXIDO NÍTRICO (ON): es un factor de relajación derivado del endotelio vascular(43). Reduce
las RVP en adultos como en recién nacidos(44). Su inactivación rápida le impide desarrollar hipo-
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tensión sistémica(45,46,47). Según autores, las dosis pueden fluctuar desde 6-20 ppm hasta 80 ppm(45-
49). Pueden aparecer complicaciones tóxicas por síntesis de nitrosil-hemoglobina (metahemo-
Figura 1.
Se indica en recién nacidos que supuestamente, según los criterios de Bohn, tendrían una
mortalidad del 100%(23) y/o son refractarios al tratamiento farmacológico.
Se inicia antes o después de la cirugía, cuando aumentan las RVP(54). Tras 4 ó 5 días de tra-
tamiento, se suele reducir el flujo lentamente a fin de permitir al pulmón que reasuma su papel
fisiológico. En este momento, el tratamiento con ON es más efectivo(55).
Se contraindica en recién nacidos de peso < 2.000 g y/o < 34 semanas de gestación (por la
alta incidencia de hemorragia cerebral), y en malformaciones severas asociadas(56).
La supervivencia es variable. Según O´Rourke y cols. (1991) en una serie de 45 casos de HDC
tratados con OMEC tuvieron 47% de supervivencia(58).
Tratamiento quirúrgico: la cirugía se ve favorecida por un abordaje abdominal. Cuando el
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P. Bourgeois
Evolución
Según el grado de hipoplasia la expansión pulmonar puede requerir días, semanas o meses,
y se evalúa por control ecográfico(58).
A largo plazo, persiste cierto grado de hipoplasia, tanto parenquimatosa, como vascular,
predominando la última. Paradójicamente la Rx de toráx aparece normal. Pueden surgir otras
complicaciones digestivas (reflujo gastro esofágico) u ortopédicas (escoliosis) afectando la fun-
ción respiratoria que precisarán de tratamiento corrector(59,60).
Figura 2.
Perspectivas
Cirugía intraútero: desde la década de los 80, se han desarrollado programas de cirugía
experimental intraútero (Harrison y cols. 1985) verificándose el retroceso del proceso de cons-
titución de la hipoplasia pulmonar(61). Desde entonces, no se han conseguido buenos resultados
por la alta incidencia de abortos inducidos por la estimulación uterina(62,63) (Figura 2).
Trasplante pulmonar lobar o segmentario: en humanos, se realizaron los primeros tras-
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plantes para HDC a partir de donante cadáver y/o vivo en 1994(64). Es la última opción de super-
vivencia en las formas más graves. Se podría considerar como situación “puente” mientras se
desarrolla y madura el pulmón contralateral. Las condiciones inmunológicas durante el primer
año de vida favorecen esta situación.
Generalidades
El VIH se incluye como elemento del síndrome de corazón izquierdo hipoplásico (SCIH) des-
crito en 1958 por Noonan y Nadas(66): atresia o hipoplasia severa de VI y Ao ascendente (entre arte-
rias coronarias e innominada) y dilatación de VD y AP. Representa el 7,5% de las cardiopatías con-
génitas (1/6.000 RN vivos)(67). Su esperanza de vida era de 41/2 días(68,69). El entendimiento de su
fisiopatología permitió diseñar un tratamiento perioperatorio y una corrección paliativa especí-
fica (intervención de Norwood I)(69), incluso dio lugar al desarrollo de un programa de trasplan-
te cardíaco neonatal(70). Comenzó este programa en el H. Infantil “La Paz” en 1994(71).
Figura 3.
Fisiopatología
En el feto con hipoplasia de corazón izquierda, el foramen ovale (FO) reducido limita el cor-
tocircuito interauricular derecha-izquierda. Prácticamente todo el retorno venoso sistémico que
ingresa en la AD pasa al VD y es expulsado hacia la AP (Figura 3), ductus arteriosus y Ao des-
cendente debido a las resistencias pulmonares altas. Una pequeña fracción sigue por la Ao ascen-
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Figura 4.
dente atrésica nutriendo las arterias coronarias en sentido retrógrado, debido a la alta resis-
tencia mitro- aórtica.
En el RN, la RVP cae y la RVS aumenta favoreciendo el flujo pulmonar. La hipoplasia de la
AI y del FO puede determinar el desarrollo de edema agudo pulmonar (EAP).
La primera medida a adoptar es mantener la permeabilidad del ductus mediante la perfu-
sión continua de PGE1 (0,05-0,15 µg/kg/min i.v.) cuyos efectos secundarios son taquicardia,
hipertensión, hipertermia y apnea(72).
La viabilidad de esta cardiopatía depende del equilibrio entre la circulación sistémica y pul-
monar determinado por la resistencia de sus lechos. (Figura 4).
En condiciones ideales, un flujo balanceado tiene como resultado la desviación de una parte
igual del flujo cardíaco hacia los lechos sistémico y pulmonar, provocando un cortocircuito
Qp/Qs 1:1. La dimensión del FO define 3 grupos de pacientes:
GRUPO 1 Qp/Qs ≈1: corresponde a la mayoría de los pacientes, como consecuencia de la
comunicación interatrial moderadamente restrictiva. Son pacientes con Qp adecuado, HTAP
moderada sin congestión. Se encuentran bien perfundidos, sin acidosis metabólica. Respirando
aire ambiental, mantienen una gasometría arterial (pH 7,40; PaO2 40 mmHg, PaCO2 40-45 mmHg).
Estabilidad hemodinámica que debemos mantener hasta la intervención.
GRUPO 2 Qp/Qs > 1: presenta hiperaflujo pulmonar por amplia comunicación interauricular
cuya consecuencia se traduce por hipoperfusión sistémica y acidosis metabólica. Intentan com-
pensar la acidosis metabólica con hiperventilación, provocando disminución de RVP e incremen-
tando paulatinamente el Qp, la hipoperfusión sistémica y la acidosis. Provisionalmente la admi-
nistración de bicarbonato corrige la situación, pero resulta más eficaz el reajuste del balance Qp/Qs
modificando la PaCO2 (intubación traqueal, ventilación mecánica) de gran impacto sobre las RVP.
La hipoventilación conduce por disminución de la CRF, atelectasias,... a la desaturación arterial de
oxígeno. La medida más eficaz para mantener una PaCO2 de 40-45 mmHg con ventilación de pará-
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metros normales consiste en añadir dióxido de carbono (CO2) al 1-4% a la mezcla inspiratoria(73).
La PEEP desempeña un importante papel en el control de flujo del cortocircuito, porque en el RN
la capacidad de cierre está por encima de la CRF. Niveles bajos de PEEP pueden restaurar la CRF
y reducir la RVP. Con niveles altos de PEEP aparece una sobredistensión alveolar, que comprime
capilares alveolares e intersticio, provocando aumento de RVP y reducción del Qp.
GRUPO 3 Qp/Qs < 1: poco representado, con defecto septoatrial muy restrictivo, se mani-
fiesta con una hipoxemia profunda y un colapso circulatorio(72). La emergencia quirúrgica es
el único planteamiento racional. Se hiperventila con FiO2 = 1 asegurando la mejor estabilidad
hemodinámica hasta empezar la circulación extracorpórea (CEC). El soporte inotrópico (dopa-
mina y/o dobutamina de 3-5 µg/kg/min) debe reducir el bajo GC y evitar la vasoconstricción
sistémica. Se complementa con una perfusión continua de bicarbonato.
En resumen, en la mayoría de los casos el hiperaflujo pulmonar se reduce aumentando la
PaCO2 y/o reduciendo la FiO2 al 21% y/o añadiendo PEEP de 5-7 cm H2O.
Clínica
Por lo general, al nacer, los niños son normales, pero pronto debutan con taquipnea y dis-
nea. La cianosis rara vez es prominente, pese a la mezcla total de las circulaciones sistémica y
pulmonar, dado que el flujo pulmonar está muy aumentado(73). En este momento las pruebas
complementarias muestran:
ECG: taquicardia sinusal, alteraciones del segmento ST y de la onda T (en caso de isquemia
coronaria), desviación del eje a la derecha e hipertrofia de cavidades derechas.
RX TÓRAX: cardiomegalia derecha y signos de hiperaflujo pulmonar.
ECOCARDIOGRAMA: agrandamiento de corazón derecho e hipoplasia del izquierdo.
CATETERISMO: el cateterismo arterial y venoso femoral percutáneo valora el grado de hipo-
plasia de todas las estructuras afectadas. Indicado en los pacientes propuestos para trasplante
cardíaco. A veces se les realiza la maniobra de Rashkind para ampliación del FO.
La situación se hace más patente a medida que se cierra el ductus apareciendo ICC, hepa-
tomegalia, isquemia coronaria, acidosis metabólica... evolucionando hacia la muerte(74).
Manejo preanestésico
Se intenta estabilizar a los pacientes antes de la intervención. Para ello se lleva a cabo una
monitorización intensiva y extensiva (catéteres arterial y venoso umbilicales, venoso central).
El uso de PGE1 requiere asistencia ventilatoria con intubación intratraqueal (riesgo de apnea).
El trasporte hacia el quirófano de un enfermo crítico causa desestabilización clínica. Se prac-
tica en una cuna diseñada específicamente (respirador portátil, fuentes de O2/aire/CO2, moni-
tores de TA, FC, SpO2, EtCO2).
Anestesia
El agente anestésico idóneo tendría que preservar el Qp/Qs = 1 y no deprimir el miocardio.
Inducción: en el paciente no intubado se administra una dosis de atropina (5-10 µg/kg
i.v.) y fentanilo (10 µg/kg i.v.)(76), para controlar la respuesta adrenérgica a la maniobra de intu-
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Figura 5.
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Evolución
En el postoperatorio los pacientes necesitan soporte inotrópico y ventilatorio durante una
media de 7 días. La estancia media hospitalaria de los supervivientes (50%) es de 30 días.
Posteriormente, se someteran al segundo tiempo quirúrgico (procedimiento tipo Fontan o deri-
vación cavopulmonar) que separará de manera definitiva las dos circulaciones(82).
Generalidades
La AE y la FTE pueden aparecer como defectos congénitos independientes. Más frecuente-
mente se asocian de diversas formas (Figura 6)(83). La más común (85%) comporta un esófago
proximal terminando en fondo de saco ciego y una fístula que comunica el esófago distal y la
tráquea a nivel de los 2/3 inferiores (Figura 6a).
La incidencia de la AE con FTE varía desde 1/3.000 a 1/4.000 RN vivos. Del 30 al 40 % son
prematuros y con ligero predominio masculino(84).
Aunque no está esclarecida la participación de factores genéticos, se ha comunicado una
transmisión horizontal y vertical de la malformación(85).
El diagnóstico precoz disminuye el riesgo de complicaciones respiratorias graves y valora
la importancia de anomalías asociadas (40%). Por lo general, son múltiples: intestinales (atre-
sia anal y/o duodenal, malrotación, estenosis pilórica...), cardiovasculares (20%) (coartación
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Figura 6.
aórtica, CIA, CIV, tetralogía de Fallot...)(86). La asociación VATER (anomalías vertebrales, ana-
les, fístula Traqueoesofágica, atresia Esofágica y displasias Radiales y Renales), se observa más
frecuentemente en niños de madres diabéticas(87). La asociación VACTERAL es una extensión
de la precedente e incluye anomalías cardíacas y de los miembros (Limb).
Patogenia
Antes de la 8ª semana de gestación, el intestino anterior, se divide en un tubo ventral y
otro dorsal por replegamiento de sus paredes laterales, lo que da origen a la tráquea y al esó-
fago. Se desconoce el mecanismo exacto de este proceso malformativo(3).
Fisiopatología
Se han descrito múltiples variantes de la asociación AE y FTE (Figura 6). Su característica
común, en mayor grado, es la imposibilidad de tragar debido a la AE. Los recién nacidos afec-
tados sufren neumonitis química por aspiración de líquido gástrico, a causa de la FTE(15).
Diagnóstico
Prenatal: 1/3 de las gestantes cuyo feto tiene AE, presenta polihidramnios.
Neonatal: a las pocas horas de nacer, el neonato acumula gran cantidad de secreciones
orales que desencadenan tos y dificultad respiratoria(88). Este cuadro crítico ocurre en FTE
proximales (Figura 6d, 6e, 6f y 6g). Al inicio de la alimentación oral, aparecen vómitos, ciano-
sis y/o shock. La distensión abdominal progresiva puede también sugerir una FTE distal (Figura
6a). Secreciones bucales abundantes con abdomen plano o sin gas orientan hacia una AE sin
FTE (Figura 6b). En la forma común (Figura 6a), el diagnóstico se confirma ante los intentos
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Tratamiento
Los principales aspectos que el anestesiólogo debe vigilar son:
- La neumonía por aspiración,
- La hiperdistensión del estómago y
- Las manifestaciones clínicas de otras malformaciones.
A la menor sospecha de FTE, se coloca al paciente en Trendelenburg invertido y se suspen-
de la alimentación(89).
Una vez establecido el diagnóstico, algunos cirujanos prefieren realizar una gastrostomía
bajo anestesia local, demorando la reparación definitiva de 48-72h.; tiempo para diagnosticar
otras anomalías(3). La intervención de elección es la división de la fístula con anastomosis tér-
mino- terminal o látero-terminal de los segmentos mediante toracotomía derecha. En casos raros,
la esofagostomía cervical suple la imposibilidad inmediata de anastomosis.
Un tiempo esencial para el anestesista es el de la intubación. Se realiza en paciente des-
pierto y en ventilación espontánea. Existen tres técnicas de colocación del TET a fin de venti-
lar los pulmones excluyendo la fístula:
• Se intuba intencionadamente el bronquio principal derecho, desplazando la extremidad
del tubo hasta quedar justo encima de la carina para ventilar así el pulmón izquierdo
(habitualmente la fístula se encuentra 1-2 cm por encima de la carina).
• Se intuba selectivamente el bronquio principal izquierdo porque durante la toracotomía
derecha se comprime el pulmón homolateral(89).
• Se sumerge en agua la extremidad del tubo de gastrostomía. Si el TET se queda por enci-
ma de la FTE, durante la ventilación aparecen burbujas en el recipiente con agua y si el
TET sobrepasa la FTE, desaparecen(83).
La monitorización se lleva a cabo con: catéter para gasometrías seriadas, estetoscopio en
hemitórax izquierdo y pulsioxímetro, decisivos para controlar la posición adecuada del TET.
Fase postoperatoria: la extubación temprana reduce el estrés en las líneas de sutura. Durante
la primera semana se instaura una alimentación parenteral y/o enteral por la gastrostomía o
sonda traspilórica. Tras Rx con contraste verificando la ausencia de filtración periesofágica, se
inicia la alimentación oral.
Evolución
La dehiscencia de suturas origina mediastinitis, sepsis y empiema torácico de pronóstico
grave. Las formas menores se resuelven por fistulización espontánea hacia la piel(3).
A largo plazo, la mayoría de los niños suelen desarrollar secuelas como trastornos de moti-
lidad y deglución, estenosis esofágica que precisa de dilataciones y reflujo gastroesofágico
(70%)(15).
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355
12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 357
XXII
ANESTESIA EN LA PREECLAMPSIA,
ECLAMPSIA Y SÍNDROME DE HELLP
INTRODUCCIÓN
La enfermedad hipertensiva, siendo una afección de baja frecuencia en nuestro medio (0,7-
1,9), es la responsable de un alto porcentaje de causas de mortalidad perinatal (27%), así como
de morbimortalidad materna (63%) por hemorragia o edema cerebral(1,2,3,4) Además, los hijos
prematuros de mujeres hipertensas desarrollan más complicaciones que los nacidos de madres
normotensas(5). La incidencia de esta enfermedad en nulíparas es de un 6% y hasta un 20% pue-
den manifestar algún grado de hipertensión.
Las mujeres que presentan complicaciones médicas (diabetes, hipertensión crónica, insufi-
ciencia renal) pueden desarrollar hipertensión temprana del embarazo, manifestándose de forma
muy severa.
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12.libro anestesia 12/5/03 18:01 Página 358
Figura 1.
Las mujeres jóvenes en su primera gestación tienen con frecuencia niveles bajos de pre-
sión arterial. Los valores medios de la misma en posición sentada en el 1er trimestre son 105/110
de sistólica y 50/55 de diastólica. La presión sanguínea varía dependiendo de la edad ges-
tacional. La presión sistólica y la presión diastólica tienden a elevarse en el segundo trimes-
tre. (Figura 1).
HIPERTENSIÓN
Se define como elevación de la presión sistólica de al menos 30 mmHg sobre el valor previo
,o valor absoluto > 140 mmHg y/o elevación de la presión diastólica de al menos 15 mmHg, o
valor absoluto > 90 mmHg, en dos tomas separadas en el tiempo por cuatro o más horas, o cifras
tensionales diastólicas > 110 mmHg en una sola toma.
Hipertensión gestacional
En nuestro medio significa el 27-36% de la totalidad de los trastornos hipertensivos de la
gestación. Incluye a las mujeres que presentan criterios de HTA, pero que no van a desarrollar
otros signos de preeclampsia como edema o proteinuria.
La presión debe retornar a la normalidad a los 10 días después del parto. La mujer inclui-
da en esta categoría tiene cierto grado de recurrencia de HTA en embarazos sucesivos y riesgo
de desarrollar HTA crónica durante su vida.
Se caracteriza por aparecer durante la gestación, sobre todo en el tercer trimestre, y con
menor frecuencia intraparto o en las primeras 24 horas del postparto. También se denomina
hipertensión transitoria tardía.
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cen al finalizar el puerperio. La HIE engloba dos cuadros distintos denominados preeclamp-
sia y eclampsia, que se diferencian por la aparición de convulsiones en el segundo de ellos. La
HIE supone el 40% de los trastornos hipertensivos de la gestación, correspondiendo el 37% a la
presentación preeclámptica y el 3% a la eclámptica.
Preeclampsia
HTA después de 20 semanas de gestación, unida a edemas de manos o cara y proteinuria
> 300 mg/24 horas. La preeclampsia se puede dividir en severa y moderada.
• Preeclampsia moderada.
Ausencia de todos los factores que indican enfermedad severa.
• Preeclampsia severa.
Presencia de uno o más síntomas de los siguientes:
- TA sistólica > 160 mmHg o TA diastólica > 110 mmHg en 2 tomas/6 horas.
- Proteinuria > 5 gramos en orina de 24 horas.
- Oliguria < 400-500 mL/24 horas.
- Trastornos cerebrales o visuales.
- Cianosis o edema de pulmón.
- Dolor epigastrio o cuadrante superior derecho.
- Trastorno de la función hepática.
- Trombocitopenia o coagulopatía.
Eclampsia
Este síndrome se caracteriza por la aparición de convulsiones o coma en una mujer con pre-
eclampsia previa.
EPIDEMIOLOGÍA
La preeclampsia es la principal categoría de enfermedad HTA al final del embarazo y en tér-
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Anestesia (7,0%)
En 1970, en EE.UU. significó del l-.5% de todos los embarazos en la asistencia privada, y del
5- 10% si los mismos se realizaban con cobertura de beneficencia(9).
El 75% de las preeclampsias se desarrolló en primigestas, y el 80-90% de ellas en pacientes
de más de 30 años, correspondiendo sobre la 30 semana de embarazo en el 90-95% de los casos.
La incidencia fue mayor en embarazos múltiples y tres o cuatro veces mayor en caso de mola
hidatiforme, así como en embarazos de enfermas diabéticas o con hidramnios.
En un estudio realizado en 1989 por Koonin(10), el rango de muerte materna (mortalidad
materna/nacidos vivos) para la HIE fue de 1,4/100.000. La mayoría de las muertes fueron por
hemorragia cerebral.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia es poco conocida. Antes de que se desarrolle la hipertensión, la mujer des-
tinada a convertirse en preeclámptica presenta niveles de presión arterial más altos, aumento a
la sensibilidad de angiotensina II, incremento del aclaramiento metabólico de dehidroisoepial-
dosterona y elevación de los niveles de fibronectina en plasma(11,12).
Aunque la presentación clínica es de forma abrupta, estos estudios indican que el desarro-
llo del proceso es crónico, con cambios observables de su patofisiología en el primer y segun-
do trimestres del embarazo. La lesión endotelial se cree que es la causante de la disfunción mul-
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EMBARAZO NORMAL
PROSTACICLINA TROMBOXANO
↓ Vasoconstricción ↑ Vasoconstricción
↓ Agregación plaquetaria ↑ Agregación plaquetaria
↓ Actividad uterina ↑ Actividad uterina
↑ Flujo uteroplacentario ↓ Flujo uteroplacentario
Endoperoxidasas
↑
Ácido araquidónico
Figura 3.
PREECLAMPSIA
PROSTACICLINA
↓ Vasoconstricción
↓ Agregación plaquetaria TROMBOXANO
↓ Actividad uterina ↑ Vasoconstricción
↑ Flujo uteroplacentario ↑ Agregación plaquetaria
↑ Actividad uterina
Endoperoxidasas ↓ Flujo uteroplacentario
↑
Aspirina (60 mg/día)
Ácido araquidónico
Figura 4.
El endotelio vascular actúa como una barrera física y metabólica que regula el transporte
capilar, controla el contenido de líquidos plasmáticos, participa en la hemostasia, y regula la
reactividad del músculo liso vascular. La alteración funcional celular endotelial juega un papel
importante en la patogénesis de la preeclampsia. La lesión morfológica de la preeclampsia inclu-
ye: endoteliólisis glomerular, cambios estructurales en el lecho placentario y vasos uterinos y
pérdida de la función normal de transporte endotelial.
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EFECTOS MATERNOS
Es una enfermedad multisistémica. Además de hipertensión y proteinuria puede desarro-
llar: trombocitopenia, hemólisis, insuficiencia renal, insuficiencia hepática, y alteraciones del
sistema nervioso central.
Cambios cardiovasculares
Se produce aumento de las resistencias vasculares periféricas (RVP) con incremento varia-
ble del gasto cardíaco (GC). Estudios con Doppler o mediante termodilución del gasto cardía-
co, muestran valores desde de 4-13 L/min. Para Benedetti(18), el GC en mujeres preeclámpticas
no se encuentra aumentado con respecto a otras mujeres que presentan un embarazo normal.
Otros autores han puesto de relieve que incrementos en el GC, presentes a las 10 semanas
de gestación, han llevado consigo una evolución hacia la enfermedad preeclámptica(19). Estas
enfermas mantienen un gasto cardíaco en cifras por encima de 11 L/min con tensiones nor-
males; y cuando desarrollan preeclampsia, el gasto cardíaco disminuye por debajo de 6 L/min.
La presión en arteria pulmonar no está incrementada y las resistencias están bajas o en grado
bajo normal. La presión de enclavamiento en arteria pulmonar (PAWP) se ha demostrado que
varía con la severidad de los cambios de la red vascular sistémica. Si las resistencias se encuen-
tran incrementadas, la PAWP se encontrará baja por depleción de volumen. Habitualmente si
la función ventricular izquierda es buena, responderá bien al volumen.
El volumen sanguíneo está reducido en la preeclampsia, siendo esta reducción proporcio-
nal a la severidad del desorden hipertensivo. La presión osmótica ya de por sí reducida en el
embarazo, también lo está en la preeclampsia, guardando dicha disfunción relación con la seve-
ridad del cuadro. Esta disminución se debe a la alteración de la permeabilidad capilar. En estu-
dios, Oian(20,21), se evidencian resultados contradictorios a lo expuesto anteriormente.
Edema pulmonar
Este se puede desarrollar en el 3% de los pacientes con preeclampsia severa, y en el 70-
80% de las ocasiones en el período postparto(22,23), existiendo un mayor riesgo de presentación,
en aquellas pacientes con hipertensión crónica.
Se implican tres mecanismos, cobrando especial importancia el último de ellos:
- Alteraciones de la permeabilidad capilar.
- Disfunción del ventrículo izquierdo.
- Alteraciones de las fuerzas hidrostáticas y osmóticas.
En la embarazada es difícil distinguir el EAP cardiogénico del no cardiogénico. El diag-
nóstico se puede conseguir por cateterización de arteria pulmonar, evaluando la función car-
díaca y presiones de llenado de ventrículo izquierdo o viendo el contenido proteico en las secre-
ciones pulmonares. Ante esta eventualidad es necesario el soporte cardíaco y respiratorio.
El manejo del volumen intravascular debe ser monitorizado estrechamente por sus impor-
tantes implicaciones, ya que la sobreperfusión de líquidos a estos pacientes puede contribuir
a aumentar el edema pulmonar. Por otra parte, la diuresis exacerbada puede agravar la hipo-
volemia y tener efecto negativo sobre el gasto cardíaco.
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Convulsiones
Como se ha visto anteriormente es lo que distingue la preeclampsia de la eclampsia, siendo
la incidencia en 1940 en EE.UU. del 1% de todos los nacimientos, en 1960 el 0,1%, habiéndose
reducido la cifra en 1980 al 0,03%. La incidencia fue 7 veces más alta en pacientes con protei-
nuria patológica que las que no la presentaron. También se evidenciaron eclampsias de pre-
sentación anterior a la 20 semanas de gestación correspondiendo el 50% antes del trabajo de
parto, el 33% durante el mismo y un 17% en el posparto (24-48 horas).
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MANEJO OBSTÉTRICO
Prevención de la preeclampsia
Está dirigida a intentar modular el coeficiente prostaciclina/tromboxano, mediante la admi-
nistración de bajas dosis de ácido acetilsalicílico 150 mg. A mujeres con alto riesgo de pree-
clampsia, se les administró ácido salicílico 150 mg/día a las 12 semanas de gestación, y se obser-
vó un descenso del incremento de preeclampsias, incluso en mujeres con hipertensión cróni-
ca, y disminución del retraso del crecimiento intrauterino. Pero esta terapia se considera toda-
vía experimental y con resultados contradictorios.
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Manejo de la eclampsia
- Monitorización. La paciente preeclámptica que sufre una crisis convulsiva pasa a eclámp-
tica. El manejo se realizará en la la unidad de reanimación y la misma correrá a cargo del anes-
tesiólogo, obstetra, y neurólogo. Se realizará monitorización continua de la paciente: PA, FC,
PCWP, SpO2, monitorización fetal, pruebas complementarias encaminadas al manejo terapéu-
tico de la enferma determinando: equilibrio ácido-base, estudio hematológico, hepático, renal,
neurológico, hemostásico, ventilatorio, estudio hemodinámico,radiología torácica.
- Hipertensión. Si el grado de de tensión diastólica es > 110 mmHg se actuará con la pauta
descrita anteriormente en el grado severo.
- Convulsión. El manejo de la convulsión va a estar ligado a la utilización del sulfato de
magnesio. Una dosis de carga de 4 gramos en perfusión continua a 1g/1 min. Si persisten éstas
se puede administrar dosis de 2-4 gramos, añadiendo tiopental a dosis de 0,2-0,3 g.
Si el tratamiento con sulfato de magnesio es de forma profiláctica, se realizará con una dosis
inicial de 2-4 gramos en 20 min. y perfusión continua de 1-2 g/h., siempre y cuando la diuresis
sea superior a 150 ml/4 h. La prevención de los efectos nocivos del SO4Mg puede hacerse con-
trolando periódicamente la magnesemia, pero clínicamente basta saber que está en valores pato-
lógicos (> 9 mg/dl). Cuando se produce: desaparición del reflejo rotuliano, depresión respira-
toria con niveles inferiores a 14 por minuto, oliguria con valores menores en las cuatro horas pre-
vias de 100ml, el tratamiento será gluconato cálcico 10 ml al 1% a pasar en tres minutos.
El sulfato de magnesio para prevenir las convulsiones ha sido causa de controversias, pues
no tiene acción central, y cruza lentamente la barrera hematoencefálica. En los estudios reali-
zados se han obtenido mejores resultados con sulfato de magnesio que con difenilhidantoínas(25),
y equivalente con diazepam(26). Otros autores utilizan 10 g de SO4Mg al 50% de forma intra-
muscular, continuando con 1-2 g/h de mantenimiento 4 gramos cada 2-3 horas intramuscular,
para lograr niveles de 6-7 mEq/L; si convulsiona de nuevo, 2-4 g/i.v. Otros trabajos dicen que
si persiste la crisis comicial prefieren la administración de diazepam 20-40 mg/i.v. o 10 mg i.v.
y continuar con 3-4 mg/h.
Agentes como la difenilhidantoína o el diazepam no aportan ventajas con respecto al sul-
fato de magnesio en el manejo de la paciente eclámptica. (Figura 5).
El riesgo para Sibai(27) de eclampsia en pacientes tratadas con sulfato de magnesio fue de 0,2-
0,4% y sin tratamiento se incrementó al 3,6%.
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PREVENCIÓN CONVULSIÓN
Figura 4.
Manejo clínico
• No adelantar el parto por la bradicardia fetal si ésta coincide con la convulsión materna.
Esperar 10 minutos a que se recupere la frecuencia fetal, y si persiste, indicación de cesárea.
• Protección de la vía aérea, mantener oxigenación correcta de la paciente.
• Administrar anticonvulsionantes en especial SO4Mg, pues ningún otro se ha mostrado supe-
rior. Si persiste la crisis, administrar 4-6 g en 15 minutos.
• Si la paciente sufre una nueva crisis administrar barbitúricos de corta duración (tiopental).
• Prevenir el daño materno como resultado de las contracciones musculares.
• Monitorización de niveles de sulfato de magnesio y efectos secundarios.
• Tratar la aparición de acidosis respiratoria y metabólica.
• Evaluar la finalización del embarazo de forma individualizada, siendo necesaria la moni-
torización fetal con vista a la realización de cesárea electiva o inducción del parto con oxi-
tócicos.
Manejo anestésico
• Manejo del trabajo de parto vaginal
1. Situación fetal normal, y preeclampsia moderada. Puede emplearse anestesia epidural
lumbar para el trabajo de parto y para el parto vaginal, o bien puede emplearse aneste-
sia epidural durante la dilatación y bloqueo caudal para el parto vaginal.
Debemos tener precaución de emplear pequeñas dosis, y aumentar progresivamente
para evitar bloqueo simpático brusco con hipotensión asociada.
2. Situación fetal anormal y preeclampsia severa. La anestesia regional debe ser utilizada
cuidadosamente, mostrando especial interés al volumen intravascular materno, emple-
ando dosis inicial de anestésico local, seguido de dosis suplementarias del mismo y de
sulfentanilo diluido. Para el parto vaginal se puede emplear bloqueo de los pudendos
con o sin suplemento de N2O e incluso analgesia caudal. En todo momento se debe
evitar la hipotensión materna.
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SÍNDROME DE HELLP
Complicación multisistémica de la preeclampsia severa, que combina hemólisis, trom-
bopenia y elevación de las enzimas hepáticas(31). En 1982 Weinstein acuñó el nombre de
HELLP para denominar este síndrome cuyas iniciales corresponden a la denominación en
lengua inglesa de Hemolysis, Elevater Liver enzymes, Low Platelets. Diversidad de publica-
ciones hacen que exista una amplia confusión en cuanto al diagnóstico y terapia de estas
pacientes. Los criterios más ampliamente aceptados para identificar este síndrome son los
propuestos por Sibai:
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EPIDEMIOLOGÍA
Van a desarrollar síndrome de HELLP entre el 0,2 y el 0,6% de las mujeres gestantes. La inci-
dencia del síndrome entre mujeres con preeclampsia severa es del 4-15%. La probabilidad de
que aparezca en gestaciones siguientes es muy baja, para Sibai representa el 3,4%(32). Otros auto-
res publican cifras elevadas hasta del 25%, encontrando correlación entre la severidad del
cuadro y el riesgo de recurrencia.
CLÍNICA
No existe ningún signo o síntoma que nos ayude a diferenciar el síndrome de HELLP de la
preeclampsia severa. Aparece anteparto en el 70% (15% en el segundo trimestre y 85% en el ter-
cero), y el 30% se inicia en el puerperio, fundamentalmente en las primeras 48 horas(33). Por lo
general, en multípara de raza blanca, de edad algo avanzada, en el tercer trimestre de la ges-
tación, con dolor epigástrico, o en hipocondrio derecho (65-90%), acompañado de náuseas y
vómitos (36-50%). y malestar general previo al cuadro en el 50%. La hipertensión arterial está
presente de forma severa en el 50%, moderada en el 30% y un 20% sin incrementos tensionales.
El edema periférico se presenta en el 60% y dolor en hipocondrio derecho en el 60%.
En el suero, además de las alteraciones antes descritas, encontramos una creatinina y un
ácido úrico elevados, así como proteinuria en el 85-95% de los casos. Dado que algunos casos
no presentan ni hipertensión ni proteinuria, los signos en una gestante dentro del tercer tri-
mestre pueden ser tan específicos que se diagnostique erróneamente con otras entidades clí-
nicas (Figura 8).
Figura 8.
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COMPLICACIONES MATERNAS
Cursa con una morbimortalidad materna del 0-24%, dependiendo de la precocidad del diag-
nóstico. Las principales complicaciones son:
1. Coagulación intravascular diseminada (CID). En el 21-8%(33,34). Sibai considera CID si reúne los
siguientes criterios: fibrinogenemia < 300 mg/dl, productos de degradación del fibrinóge-
no (PDF) > 40 µg/ml y trombopenia por debajo de 100.000/µl. Además, podemos utilizar
marcadores que indican situación de hipercoagulabilidad como son la antitrombina III (ATIII),
complejo trombina-ATIII, proteína C y marcadores que ponen en evidencia la acción de la
fibrinólisis, como el activador del plasminógeno tisular (t-PA), el antígeno frente al inhibidor
del activador del plasminógeno, así podemos detectar una CID compensada antes de que
aparezca lesión hepática. Otras determinaciones de interés son el dímero-D, la fibronectina,
el fibrinipéptido A, el monómero de fibrina, la α2-antiplasmina, y la precalicreína(35).
Estas anomalías descritas, de continuar varios días lleva a un fallo multiorgánico, funda-
mentalmente renal, hepático, cerebral, placentario por microtrombos y acumulación de fibri-
na con hipoxia tisular y necrosis isquémica.
2. Abruptio placentae. Se presenta del 16-20%, favorece la mortalidad perinatal.
3. Ascitis severa. Del 8-10%. Predispone al desarrollo de insuficiencia cardíaca y SDRA.
4. Insuficiencia renal aguda. Se presenta en el 7,3% de los casos y presenta mayor mortalidad
materna, predispone al desarrollo de preeclampsias en sucesivos embarazos.
5. Otras complicaciones. Derrame pleural, edema de pulmón, hematoma subcapsular despren-
dimiento de retina, edema cerebral.
COMPLICACIONES FETALES
Sibai(34), publica una tasa de mortalidad perinatal de 367/1.000 con un 19,3% de muertes
intraútero y 9,9% de muertes neonatales precoces. Esta estadística se presenta con cifras obte-
nidas en los años setenta, en la actualidad(36), la mortalidad perinatal desciende hasta 29/1.000.
La prematuridad es el principal factor de riesgo de los recién nacidos con una media ges-
tacional de 32 semanas y peso de 1.600 g. No existe correlación hematológica entre los datos
maternos y los del recién nacido. El 21% presentan un Apgar < 7 a los 5 minutos y pH< 7,16
en cordón umbilical siendo necesaria la intubación orotraqueal en un 50%. La vía del parto va
a depender del grado de bienestar maternoinfantil, esperandose un alto índice de cesáreas.
ETIOPATOGENIA
Como describimos al hablar de la preeclampsia, la lesión endotelial va a estar presente con
alteración del balance TXA2/PGI2 y modificación en la liberación de óxido nítrico.
ACTITUD TERAPÉUTICA
Es un tema controvertido, para algunos la extracción fetal debe ser inmediata, debido al alto
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riesgo materno y los malos resultados perinatales(37,38) para otros no es una situación tan urgen-
te y se recomienda una conducta menos agresiva, con tratamiento conservador que permita
mejorar la madurez fetal. Pero la coincidencia es común en todos los autores y es la finalización
del embarazo.
El tratamiento va a ser similar al de la preeclampsia severa. La prioridad principal será eva-
luar y estabilizar a la madre, en especial su situación cardiovascular y tratar las alteraciones
de la coagulación. Si hay riesgo de convulsión se hará profilaxis con sulfato de magnesio(33). En
el manejo de la hipertensión tres drogas van a ser de elección: hidralazina, nifedipino y labe-
talol. Se vigilará de cerca la función renal, y la posibilidad de hematoma subcapsular hepáti-
co.
A continuación valoraremos el bienestar fetal, realizaremos un registro cardiotocográfico
basal y un perfil biofísico, estimando la edad gestacional con una biometría fetal.
La presentación de este síndrome no equivale a la realización de cesárea. Si el feto es inma-
duro o tiene menos de 32 semanas y la madre no presenta en su analítica datos que sugieran
CID, administraremos corticoides para acelerar la maduración pulmonar, y extraer el feto a
las 48 horas. La inducción se recomienda en gestaciones que superen las 32 semanas, siempre
cuando el cérvix sea favorable. La cesárea electiva está indicada en fetos de menos de 32 sema-
nas y con cérvix desfavorable.
En el parto se puede emplear meperidina (25-50 mg) y anestésicos locales para la episioto-
mía. El bloqueo de pudendos con anestesia locorregional está contraindicado por el riesgo de
hemorragia. Si se realiza cesárea se recomienda la utilización de aquellos fármacos menos hepa-
tóxicos.
La determinación más fiable de recuperación de las pacientes es la cifra de plaquetas cuyo
número va a ser normal al sexto día del posparto o a las 72 horas de alcanzar la cifra más baja.
La LDH tarda más en normalizar sus valores, pero al cuarto día de postparto debe comenzar
su descenso hacia valores de la normalidad.
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ANESTESIA PARA CIRUGÍA
ENDOTRAQUEOBRONQUIAL
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Dada la necesidad de movilidad que tiene el cirujano, la vía aérea se convierte para el anes-
tesiólogo en un sistema abierto, no estanco, que impide un control preciso del volumen de gas
suministrado en la ventilación, con un volumen de fuga variable hacia el ambiente.
De todos modos, a lo largo de los tiempos, se han ido desarrollando diversos métodos de
ventilación que permitieran la manipulación quirúrgica simultánea de la vía aérea.
En esencia, pueden describirse 2 tipos de técnicas de anestesia, atendiendo al modo de ven-
tilación (Tabla I):
Tabla I Características de la anestesia en cirugía endotraqueobronquial.
Por un lado, técnicas que intentan mantener un modo convencional de ventilación, pudien-
do ésta ser espontánea o controlada.
Por otro lado, técnicas que utilizan métodos específicos de ventilación (Tabla II).
Tabla II Posibilidades ventilatorias en anestesia endotraqueobronquial.
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broncoscopio es menor que la del broncoscopio rígido, que es el que se utiliza con más fre-
cuencia actualmente.
b. Mediante un broncoscopio rígido, sobre el que se enfunda un tubo endotraqueal de sufi-
ciente calibre, que permite sellar las fugas que se producirían a través de las ranuras del
broncoscopio, y entre éste y la pared traqueal(8,9,10,11).
Los inconvenientes fundamentales de este sistema los constituyen, por un lado, la limita-
ción impuesta por las dimensiones de la tráquea (suele ser necesario un tubo del calibre nº
9, como mínimo, para poderlo embutir sobre el broncoscopio), y por otro, la necesidad de
tapar el extremo externo del broncoscopio para evitar fugas, o aceptar que se produzcan
intermitentemente. Por otra parte, restringe la movilidad del broncoscopio y la posibili-
dad de progresión intrabronquial, dado el calibre total resultante, por lo que resulta un méto-
do lejos del ideal.
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por introducción de elementos como fibrobroncoscopio, pinzas, sondas, etc.), cambian a su vez
tanto la magnitud del flujo “Venturi”, como la FIO2 de la mezcla resultante, por lo que es impres-
cindible el control gasométrico a través de pulsioximetría, capnografía con las limitaciones que
conlleva en esta situación, y gasometrías arteriales periódicas.
Es precisa una vigilancia continua, asimismo, de las posibilidades de atrapamiento por res-
tricción de la salida espiratoria de los gases, con el riesgo de barotrauma.
Desde hace algún tiempo, en nuestro Grupo estamos aprovechando las posibilidades que
ofrece la conexión del “jet” a un catéter flexible, tipo “Oxycath”, que permite la ventilación
del paciente en muy diversas circunstancias, introduciéndolo, bien a través de un traqueosto-
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prepararse para cada caso, a partir de un carrete, cortándolo con la longitud más adecuada.
La coordinación entre cirujano y anestesiólogo se revela aquí aún más fundamental que de
ordinario, con disposición para suspender, en un momento dado, y según las necesidades de
uno y otro, tanto las maniobras quirúrgicas, como la ventilación, y, en general, para adaptarse
a los problemas del otro.
Habitualmente, la ventilación se lleva a cabo con una mezcla de O2/aire que proporcione
una FIO2 de 0,4, que variará, como hemos señalado, según la magnitud del efecto “Venturi”
obtenido, si bien, como también se ha indicado, el mezclador con aire a veces reduce la presión
del “jet” excesivamente. En todo caso, puede permitirse una FIO2 más alta cuando no se está
efectuando fotorresección, por el riesgo de deflagración(5).
La utilización de dispositivos de alta frecuencia puede ofrecer la ventaja de mantener una
cierta inmovilidad del campo visual, con menores presiones pico, y evitando la molestia de
las salpicaduras que a veces provocan los disparos del “jet”, aunque, a cambio, se produce un
mayor atrapamiento de aire. Constituyen una alternativa, si se dispone de ellos, aunque, de
cualquier modo, la técnica descrita con el “jet” resulta bastante satisfactoria(12).
TÉCNICA ANESTÉSICA
La base de la anestesia para cirugía endotraqueobronquial es la administración de hipnóti-
cos y analgésicos endovenosos. La vía inhalatoria resulta necesariamente irregular, y la admi-
nistración de N2O en el caso de utilizar una técnica que pueda vehicularlo, no es aconsejable,
tanto por su carácter favorecedor de la combustibilidad(13), como por el riesgo de incremento de
una posible cámara de neumotórax o neumomediastino, en caso de barotrauma o lesión ins-
trumental.
Las técnicas usuales, con métodos de ventilación no convencionales, sobre todo con el uso
de “jet”, obligan prácticamente a recurrir a la hipnosis endovenosa suplementada con narcóti-
cos y relajantes musculares (Tabla III).
En nuestra práctica, la base endovenosa la constituye el propofol, aunque podrían utilizar-
se otros hipnóticos, según preferencias. Utilizamos la perfusión continua, con bomba de per-
fusión de jeringa (Beckton Dickinson, Braun, etc.).
La dosis media de propofol necesaria para la anestesia en este tipo de cirugía resulta bas-
tante superior a la de la cirugía torácica convencional(11), ya que, por un lado, la cirugía endo-
traqueobronquial resulta bastante reflexógena, y, por otro, se carece del complemento inhala-
torio. Así, en nuestra experiencia, la dosis media de propofol oscila entre 8 y 12 mg/kg/h, fren-
te a los 4-6 mg/kg/h en la cirugía torácica abierta, pudiendo añadir bolos de 25-50 mg.
Administramos dosis intermitentes o en perfusión continua de analgésicos narcóticos (fen-
tanilo o alfentanilo), según preferencias. (Solemos administrar bolos de 50-100 µg de fentanilo
o perfusión continua de alrededor de 1 µg/kg/min de alfentanilo).
Las perfusiones suelen irse reduciendo en un 25% a partir de la mitad de la duración esti-
mada de la intervención, para descender a una perfusión residual en los últimos 15 minu-
tos.
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Técnica anestésica
- Base endovenosa
- Hipnosis: Propofol, perf. cont. 8-12 mg/kg/h
Con bolos adicionales, 25-50 mg.
- Analgesia: Fentanilo, alfentanilo, p.c.o intermitente
(fentanilo, bolos de 50-100 µg; alfentanilo, p.c. 1 µg/kg/min.)
- Relajación: No despolarizante de acción corta y rápida (vecuronio,
atracurio)
Vecuronio, 0,1 mg/kg inicial, y sucesivas de 2 mg.
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- Protección vegetativa
- Protección frente a actividad refleja (lidocaína, betabloqueantes de acción rápida: esmolol,
bolos de 0,5-1 mg/kg, o perf. cont. de 150 µg/kg/min.)
- Control hemodinámico
- ECG., T. art. cruenta. Considerar PCP en casos determinados.
- Control ventilatorio
- Pulsioximetría, capnografía (cuando sea posible), gasometrías arteriales
- Vigilancia ventilatoria específica:
- Vigilancia del atrapamiento
- Despistaje de barotrauma (neumotórax a tensión)
ción de este tipo de cirugía es a veces poco anticipable, y, por otra parte, es especialmente desea-
ble poder conseguir la ventilación espontánea lo más pronto posible al finalizar la misma.
Preferentemente utilizamos vecuronio, con una dosis inicial de 0,l mg/kg, y dosis sucesivas de
2 mg, según monitorización de la relajación.
La reversión del bloqueo neuromuscular con anticolinesterasas resulta frecuentemente inne-
cesaria con una técnica un tanto restrictiva en relajantes. Con ello evitamos una cierta hiperse-
creción que ya está favorecida por la irritación e inflamación mucosa, y el aumento del tono
bronquial que puede originar la acción vagal de las mismas. En todo caso, si se consideran nece-
sarias, debe utilizarse atropina para reducir estos efectos colaterales, salvo que la presencia de
taquicardia contraindique su administración.
El objetivo de conseguir la ventilación espontánea al finalizar la intervención está justifica-
do, fundamentalmente, para evitar tener que proceder a una indeseable intubación sobre la zona
recién tratada.
En los pacientes con traqueotomía previa, al finalizar la fotorresección suele procederse a la
colocación de un tubo de Montgomery, que sirve de soporte a la tráquea, y alrededor del cual
ésta epiteliza, y además mantiene asegurada una posibilidad de ventilación a través del extre-
mo en T abierto al exterior. Este sistema permite, además, una adaptación progresiva de la ven-
tilación a la vía natural, a medida que se va reduciendo la inflamación de la región subglótica,
hasta conseguir mantener cerrado permanentemente el extremo externo en T.
Al finalizar la intervención, la retirada del broncoscopio supone la pérdida de la vía a tra-
vés de la que se ha estado realizando la ventilación, hasta los momentos previos a la colocación
del tubo de Montgomery, y, si el paciente aún no ha recuperado su ventilación espontánea, hay
que optar entre 3 posibilidades:
a. Ventilación con mascarilla facial, ocluyendo el extremo exterior del tubo de Montgomery.
Este método puede presentar la dificultad esperable para una ventilación a través de unas
estructuras glóticas y subglóticas edematosas, con aumento de la resistencia al paso del aire,
posibilidad de insuflación gástrica con riesgo de regurgitación, e inseguridad en la eficacia
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Figura 3. Esquema de ventilación a través del tubo de Montgomery mediante catéter Fogarty.
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Figura 4. Esquema de ventilación utilizando catéter tipo “oxycath” a través de tubo de Montgomery, uña o cánula.
En nuestro Servicio, desde que ideamos este procedimiento, disponemos siempre de un sis-
tema de conexión con el Fogarty, empaquetado con el material de la intervención, para su
uso habitual (Tabla VI).
c. Ventilación con “Jet” a través del catéter tipo “Oxycath”, introducido por el tubo de
Montgomery o, en su caso, a través de una “uña”(tubo corto que sólo abarca el estoma tra-
queal), en dirección distal dentro de la tráquea, permitiendo una ventilación de asistencia
mientras se va recuperando la actividad espontánea del paciente (Figura 4).
Este método nos parece preferible al de mantener la ventilación “Jet” a través del broncos-
copio rígido, ya que su permanencia dentro de las vías aéreas superiores hasta una posición
justo por encima del traqueostoma resulta traumática y reflexógena, siendo mal tolerada
por el paciente que se está despertando.
Es frecuente que los pacientes con estenosis inflamatorias de la tráquea estén recibiendo cor-
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- Medidas complementarias
- Corticoterapia
- Profilaxis antibiótica
- Fisioterapia respiratoria
- Fluidificación y humectación
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