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F
'tg .— Kümmell, H .: Enferm edades de la vejiga porque tienen menos causas que si se con­
^ urinaria. Tratado de Medicina Clínica de
M w . Ebstein, Tomo III: 533—614, Barcelona, sideran individualmente los signos o sín­
,;¡¡ José Espasa, 1891. tomas. (5).
%Q.— Lewy, J.E .; Boineau, F . G. y R othm an, J.P.:
Nefrosonograífa. Journal o í Pediatrics. vol.
8 : 195. T ribuna Médica, tom o n . No. 11:
Vamos a mencionar las características
21—22, 1978. generales de los síndromes:
21.— Lytle, J.D.: The Addis sediment count in
nonnal chüdren, J. Clin. Investigation, 12:
1 Insuficiencia renal aguda o rápidamen­
87,1933.
2 2 .— Nitze—Lehrbuch des cystoskopie. 1877.
te progresiva.—El Indice ¡ de Filtración Glo-
2 3 .— PiUay, V.: Pruebas clínicas de la función
merular disminuye en días (aguda) o sema­
renal. Clínicas Médicas de Norteamérica. nas (rápidamente progresiva). El paciente
231—240, Enero, 1971.
2 4 .— Rennie, I.D.: Proteinuria. Clínicas Médicas
presenta: anuria, oliguria, y disminución re­
de N orteam érica, 213—226, Enero, 1971. cientemente documentada en el IFG. Puede
25.— Robins, S.L.: Tratado de Patología. Terce­ ser prerrenal, renal o posrrenal. Se requiere
ra edición. 894. 950, ed. Interam ericana actuar rápidamente.
México, 1968.
26.— Rublano Vinueza, J. y Torres Serna, C.:
Rotura espontánea de vejiga. Tom o V,
No. 12: 3 1 ,1 9 8 0 .
2 .- Síndrome Nefrítico.- Se produce por
27.— Stewart, B.H.; Dustan, H.P.;Kiser, W.S., e t al: procesos inflamatorios, que pueden ser tran­
: . Correlation of angiography and natural his- sitorios, que predominantemente afectan al
tory in evaluation of patients w ith reno-
vascular hipertensión. J. UzoL, 1 0 4 :
glomérulo y se manifiesta por: hematuria,
231—238, 1970. cilindros hemáticos, elevación de los nitro­
28.— Stoopen, M.; Kimura, K. y Barois de S. V.: genados en sangre, oliguria, edema e hiper­
Diagnóstico por medio de ultrasonido. Tri­ tensión. Para su evaluación generalmente se
buna Médica, Tom o VI, No, 10: 3—4 ,1 9 8 0 .
requiere la biopsia renal.
29.— Teplieck—Haskin: Litiasis. Diagnóstico ra-
dilógico. Segunda edición. 658—661, Nue­
va editorial Interamericana, México, 1972.
3.— Insuficienca renal crónica— Conse­
30.— Viamonte, M. Jr.: Imagenología. Rassegna.
2: 4 ,1 9 8 0 . cuencia de la destrucción progresiva e irre­
31.— Zech, P. y Labeuw, M.: Litiasis renal en el versible de las nefronas, cualquiera que sea
■■i adulto. Tribuna Médica. Tomo III, No. 7: la etiología. Su presencia implica que el IFG
2 -1 3 ,1 9 7 9 .
ha estado disminuido al menos por 3 - 6 me­
ses. Clínicamente tenemos: elevación de los
CAPITULO 87 nitrogenados por más de 3 meses; síntomas
y signos prolongados de uremia; síntomas o
signos de osteodistrofia renal; riñones re­
SINDROMES Y DESTREZAS
ducidos de tamaño bilateralmente; cilindros
anchos en el sedimento urinario. Cuando se
'! Mediante la valoración clínica ru­ presenta IRA en presencia de IRC, el compo­
inaría podemos detectar la presencia de nente agudo debe evaluarse como si no exis­
un síndrome nefrológico particular. Los tiera IRC, debido a que el componente agu­
síndromes son de utilidad diagnóstica do es potencialmente reversible.
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4 .- Síndrome nefrótico— Originado por o heredadas. Defectos heredados anatómicos
la proteinuria masiva producida por lesión como las enfermedades quísticas renales. De­
glomerular. Se manifiesta con: proteinuria fectos funcionales heredados o adquiridos:
mayor que 3.5 g / 1.73 |m2/24h., hipoal- alteración en la secreción, reabsorción de
buminemia, hiperlipidemia y lipiduria. En electrolitos o solutos orgánicos (glucosa,
adultos generalmente se requiere biopsia aminoácidos, etc), alteración de la capacidad
renal. concentradora o diluyente de la orina, aci­
dosis metabólica.

5.— Anomalías urinarias asintomáticas.—


El paciente presenta aisladamente: 1) He­ 8 - Hipertensión.—Presión arterial por en­
maturia.- Podría ser la única clave de neo­ cima de 140 mmHg la sistólica o de 90 mmHg
plasma, cálculo, infección o cualquier otra la diastólica, en varias mediciones repetidas.
afección. Puede ser prerrenal, renal o posrre- Es importante detectar las hipertensiones se­
nal. 2) Proteinuria menor que el rango nefró­ cundarias, que son factibles de tratamiento
tico.- Común en las formas leves de las en­ definitivo.
fermedades que pueden dar síndrome nefró­
tico. También puede ser prerrenal: por
rebosamiento (ej. Mieloma Múltiple) y 9 — Nefrolitiasis.— Reconocida por la
por alteración de la hemodinámica renal eliminación o extracción de un cálculo, la
(ej. I. C. C.); renal: glomerular o tubular; y detección radiológica y sugerida por la
posrrenal. 3) Piuría.— Refleja infección o presentación de cólico nefrítico, hematuria
inflamación. dolorosa, piuría inexplicada, disuria, y po-
laquiuria.

6.— Infección de las vías urinarias.— Se


diagnóstica por la demostración en la orina 10.- Obstrucción de las vías urinarias.-
del germen. Así, obtendremos: bacteriuria Puede ser anatómica o funcional. Las ma­
significativa (más de 100.000 colonias/ml) o nifestaciones son numerosas, entre ellas:
demostración de otros agentes infecciosos en anuriá, oliguria, poliuria, nicturia, retención
orina; piuría, cilindros leucocitarios, pola- urinaria, elevación de los nitrogenados,
quiuria, urgencia miccional, sensibilidad en disminución del chorro urinario, agran-
hipogastrio o flancos. Puede haber hematu­ damiento prostático, ríñones grandes, sen­
ria, fiebre, proteinuria leve. Las manifesta­ sibilidad en flanco, vejiga llena aún des­
ciones pueden variar según el sitio del,tracto pués de la micción. El éstasis I de la orina
urinario afectado. secundario a la obstrucción predispone
a la infección recurrente o la obstrucción
crónica provoca la pérdida progresiva de la
7.— Defectos tubulares renales.—Compren­ función renal.
den un gran número de afecciones adquiridas
Fig. 87-2: Lám. XVII.
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UREMIA.- (9, 11,13) Es un término que se afectar a todos los sistemas y aparatos. De
diluye entre las descripciones de la insufi­ entre la diversidad de síntomas de la IRC
cien cia renal; pero que lo vamos a definir co­ mencionamos también:
mo la etapa terminal de la misma. Entre
otras manifestaciones de insuficiencia renal, Piel: Prurito, melanodermia, epidermis seca,
contiene: nausea, vómito, cefalea, vértigo, escamosa, frecuentemente infectada, con
somnolencia, coma, convulsiones, olor uri- procesos exantematosos y eritematosos.
noso del aliento, urea y creatinina elevadas. Fig. 87-1.
P re d o m in a alguna de las siguientes formas de
presentación: cerebral, gastrointestinal y res­ Tubo digestivo: Boca seca, sabor metálico,
piratoria. olor a orinas; nauseas y vómito; eventual­
mente diarreas, hematemesis, melenas.
El síndrome urémico se presenta
cuando la masa renal funcional se ha reduci­ Nutrición: Desnutrición, en los niños deten­
do tanto que es incapaz de realizar sus fun­ ción del desarrollo, cabello seco, disperso y
cio n es: regular el volumen y composición sin brillo.
de los líquidos corporales, excretar los pro­
ductos terminales del metabolismo, ser­ Sistema endocrino: La pubertad se retrasa;
vir como receptor endocrino y funcionar la libido y la potencia disminuyen, la ovula­
como órgano endocrino. Las manifestacio­ ción se suspende y puede sobrevenir ameno­
nes de uremia en un paciente particular va­ rrea secundaria.
rían según la velocidad a la que ocurrió la in-
suficienca renal, *la gravedad de esta insufi­ Cardiovascular: Hipertensión arterial en más
ciencia, y el estres homeostático al que está de 80o/o de los pacientes. Edema generaliza­
sometido el sujeto. do que puede reconocer 2 orígenes: nefróti-
co y dependiente de la ICC. Edema Agudo de
Los síntomas urémicos, que se rela­ Pulmón por I.C.I.. Pericarditis con dolor in­
cionan sobre todo con reducción del IFG, tenso, frote y eventualmente taponamiento.
comienzan cuando éste disminuye por deba­ Aunque no es admitida unánimemente, se ha­
jo de 5 a lOo/o de lo normal. En la insufi­ bla de miocarditis urémica. Pueden haber tras­
ciencia renal crónica, se producen cambios tornos de la conducción o arritmias activas.
funcionales de adaptación en las nefronas
residuales; la hipótesis de la nefrona intacta Anemia: Siempre hay anemia (Disminución
considera que la función de las nefronas re­ de la Eritropoyetina) (8).
siduales puede ser normal o supranormal. Es­
tas reacciones de adaptación pueden a la lar­ Neuropatía periférica: Sensación de hormi­
ga ser nocivas para el riñón; por ejemplo, la gueo y quemadura en las extremidades, hi-
hiperfiltración glomerular conduce a escle­ poestesia-anestesia ascendente, hiporreflexia-
rosis glomerular progresiva. arreflexia.

La uremia es en parte un síndrome de Miopatías: Marcha anormal, debilidad mus­


“autointoxicación” . No se han identificado cular manifiesta,* atrofia ligera. Calambres.
con claridad las sustancias “tóxicas”, pero Saltos musculares, hipo.
los síntomas urémicos mejoran por diálisis.
Así mismo mejoran otras manifestaciones de Otros: Fatiga física y mental. Convulsiones.
la insuficiencia renal, las mismas que pueden “Ojos rojos” .
DESTREZAS
SONDAJE VESICAL (2, 7, 12).
Instrumental Fig. 87-2
1.— Equipo esterilizado. (Charol).
Fig. 87-2 Charol para sondaje vesical.
1.1: Toalla para secarse las manos. Cortesía del Prof. De. José Durán Lucio.
1.2: Campo de ojc 6.— Se pone el campo de ojos, dejando li­
1.3: Un juego de jeringuillas de diferen­ bre solamente la zona que se necesita.
tes calibres. (Jeringas de 10, de 20 7.— Se toma el pene con una mano y se
y de 50 c.c.). expone el meato, o si se trata de una mujer
1.4: gasas. se separan los labios mayores y se deja al des­
2.— Sondas esterilizadas de diferentes ca­ cubierto el meato urinario.
libres. 8.— Un ayudante pone el lubricante en el
2.1: Sondas de Nelatón. meato y en una gasa que para el efecto se
deja en el charol.
2.2: Sondas de Foley.
9.— Se escoge una sonda de calibre apropia­
3.- Cuantes estériles. do y se la lubrica con una gasa. La sonda
4.— Lubricante. se enrrolla de tal manera que la punta quede
entre el índice y el pulgar y el resto, enrrolla-
TECNICA DE SONDAJE da, dentro de la mano.
1.— Limpieza (antisepsia), con agua y ja­ 10.— Se introduce la punta de la sonda en el
bón, de vulva o pene y sus alrededores. meato y con movimientos sucesivos, se la
2.— Asepsia de manos y codos: lavarse con empuja suavemente. En el varón es proba­
agua y jabón. Se debe utilizar cepillo. ble que se sienta en el trayecto, un obstáculo,
que es la próstata, al sobrepasar el cual, se
3.— Un ayudante abre o destapa el equipo.
llega a la vejiga. Inmediatamente sale orina;
El practicante con las manos levantadas y
a veces a presión, para evitar lo cual, sé
los dedos separados, se seca con la toalla es­
ocluye levemente la parte postérior de la
téril.
sonda. ;
4.— Se saca de entre la guantera una gasa o
11.—Si no pasa la sonda del calibre elegido,
torunda de algodón conteniendo talco y se
se probará con otras de calibres menores o se
talquea las manos con el objeto de que en­
reportará inmediatamente al urólogo para
tren los guantes con facilidad. Se ponen los
que utilice “bujías” o dilatadores de la ure­
guantes y se limpia el residuo de talco con
tra (Beniqués). Fig. 87-5.
una gasa.
12.— Si el objetivo es vaciar la vejiga por una
5.— Se vuelve a desinfectar la zona con de­
sola vez, se retira la sonda de nelatón.
sinfectante, mediante una gasa montada en
una pinza. El ayudante maneja el frasco con 13.— Si el objeto del sondaje es dejarlo a
el desinfectante. permanencia, se habrá elegido una sonda de
— —

Fig. 87-6 Sondas de N elaton y de Foley.


Cortesía del Prof. Dr. José Duran Lucio.

fig. 87-5 Sondas de diferentes calibres, bu­


jías, beniqués.
Foley, que tiene una bolsa infiable en la Sonda de Foley en posición^con
punta, la cual se llena con agua esterilizada, la bolsa de agua inflada.
constatando que esté en plena vejiga. 17.— Eventualmente, si el paciente es hom ­
Fig. 87-6 y 87-7. bre y rutinariam ente, si es mujer, se utilizará
14.- La sonda se unirá a una bolsa recolec­ la posición de “litotom ía” o “ginecológica”
tor o frasco. Actualmente se usan fundas con piemeras y mesa apropiadas.
¿on dispositivos antirreflujo.
15.- Si se mantiene el sondaje permanente,
extremar la antisepsia y la asepsia. La sonda BIBLIOGRAFIA
ho debería cambiarse antes de quince días, ha­
cerlo cuando ya no esté funcionando adecua­ 1.— Bacells A.: La Clínica y el Laboratorio,
12ava ed.; 293-302, Manuel Marin, Barcelo­
damente. Los cambios de sondas se asocian na, 1981.
con un lOo/o de incidencia de bacteriemia, 2.— Bartrina, J.: Tratado de Urología Clínica,
con el riesgo de desencadenar urosepsis (12). y Quirúrgica. 211—213, Espasa Calpe, Ma­
16 - Si se obstruye la sonda con coágulos, drid, 1934.
es imprescindible destaparla, mediante lava­ 3.— Bricker, N.S.: Insuficiencia Renal Aguda.
dos con agua destilada o esterilizada o con Tratado de Medicina Interna de Cecil—Loeb.
Tercera edición. 1.216—1.223, Nueva Edi­
soluciones desinfectantes y analgésicas. Me­ torial Interamericana, México, 1972.
diante estos lavados se introducirá el lí-
4.— De la Torre, A.: Síndrom e de Insuficien­
'¡Jüido a presión suave para movilizar el obs­ cia Renal: Semiología Renal y Urinaria.
táculo y se aspirará de vez en cuando, para Segunda edición. Tomo IV. 233—255, Ed.
¿procurar su expulsión. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1955.
—600 —
5 .- Coe F., Brenner B.: A pproach to the patient
with diseasses of the Kidneys and urinary
tract. en Isselbacher K y C o l: ^^ jrison s
T E S T Íc m a S-*S£HBKH DE------
Principies of Interna! Medicine. 13th fc*a., ru d o r ie s o N e it o t c o deshshdllq
1251-1255, Me Graw-Hill, USA, 1994.
DB «A tu fca o
6.— Gitter, A. y Heilmeyer, L.: Pruebas Funcio­ oer* •,}
nales Clínicas. Quinta edición.- 233—271,
El Ateneo, Buenos Aires, 1960.
7.— Guyon: Lecons cliniques sur les mala dies
des voies urinaires. París, 1894.
8 — Houssay, B.: Fisiología Humana. Cuarta
edición, 37, El Ateneo, Buenos Aires, 1969.
9 — Wyngaarden y Sm ith: T ratado de Medicina
Interna - Cécil. 18ava Ed. 560-561. Nueva
Edit. Interamericana, México, 1991.
C O M fiU A T O 6Q N D O C T Q
>6 nWOCFP T U N IC A A w B U « lU £ a

10. - Kolmer, J.: Diagnóstico Clínico por los A- Fig. 88-1 A parato de Wolff y de Müller.
nálisis de Laboratorio. Tercera edición.
44—74, 144—150, Ed. Interamericana, Mé­
xico, 1963.
11.— Oime, B.M.: Insuficiencia R enal Crónica:
Guía para su tratam iento. Tribuna Médica.
Tomo VI, No. 6 : 1—7, 1980.
12 .* Warren J.: Sondas e infección de vías uri­
narias. CL Med. N. A. 2:497-510, 1991.

13.— Wüson, D.: Anomalías Metabóiicas en la


Uremia. 1.381—1393, Clínicas Médicas de
Norteamérica, Noviembre de 1971.

Fig. 88-2 Pene y testículos.

CAPITULO 88
Evidentemente es el testículo, el órga
no que com anda el proceso de la formaciói
del varón. Si bien al comienzo están dente
APARATO GENITAL MASCULINO
del abdom en, su destino final es el escroto
al que baja en la vida fetal; en alguno
INTRODUCCION
casos tardíos hasta los 5 años. Su fonn;
es ovalada, mide alrededor de un cm.
Las características propias del varón
pesa un gramo al nacer. En cambio, en e
se deben a un juego de factores que se inician
adulto tiene de 3 a 5 cm. y pesa alrededo
en los cromosomas, con el sucesivo aporte
de los 25 grms. El tam año de los testíci
del mensaje genético y el cumplimiento del
los no está en relación directa con su c¡
mismo en el largo proceso de la conforma­
pacidad hormonal y reproductora ( 12;
ción de fenotipo. El aparato de Wolff pros­
pera, mientras el de Müller se atrofia; la zona Fig. 88-2.
cortical casi desaparece y se conforma en El falo o pene es el otro órgano sexua
testículo a favor de la zona medular (2). masculino que define al varón. Está íntimf
Fig. 88-1 mente ligado a la parte terminal de las v|a|

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