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Información sobre BIBLIA

Denominación: “Biblia”, nombre femenino y singular en la mayoría de las lenguas


modernas, es neutro y plural en la forma griega de la cual procede. En su origen, significa “los
libros”, justamente, la Biblia se trata de un conjunto de libros. También, y atendiendo a su valor
religioso, se la denomina Sagradas escrituras y Libro santo. Los hebreos, por su parte, la llamaban
TNK, letras iniciales de los nombres de los tres grandes grupos en que distribuían los libros: Torah,
Nebiim, Ketubiim, es decir, Ley, Profetas y Otros escritos.

Es una obra múltiple: consiste en una colección de diferentes textos de diferentes épocas,
autores y géneros, escritas en varias lenguas; sin embargo, todas ellas logran una unidad que
permite considerarlas no como libros totalmente independientes sino como partes armónicamente
trabadas de un todo. Los autores, de variada cultura y tendiendo a distintos fines, trataron diversos
temas, en prosa y en verso, y sus obras tienen las características personales de su estilo y las
peculiares de su época.
Tres lenguas han sido usadas en la composición de la Biblia: hebrea, aramea y griega.

Características del pensamiento religioso hebreo:


MONOTEÍSMO – ALIANZA – MESIANISMO – MORAL

MONOTEÍSMO: es la creencia de la existencia de una deidad o ente supremo.


En torno a este punto se plantea el primer problema. Los partidarios del evolucionismo religioso
juzgan que el pueblo hebreo fue, durante siglos, monolátrico pero no monoteísta. Yahvé no habría
sido el único dios, sino el dios al que se adoraba con exclusión de los demás, la divinidad nacional a
la que se rendía culto, pero no el solo Dios. Según esta teoría, el pueblo hebreo fue primero idólatra
y politeísta, luego enólatra (culto al dios del pueblo, religión nacional) y, por último, monoteísta. La
historia de las religiones en su estado actual, considera el monoteísmo como forma primordial; el
politeísmo y la idolatría serían degradaciones de un concepto religioso superior y más antiguo.
En la Biblia se utilizan diferentes expresiones para aludir a la divinidad: Yahvé (“Soy el que soy”),
Adonai (“el Señor”), El Sadday (“El Todopoderoso”). También el Creador, el Padre, Él.

ALIANZA: la idea de pacto o alianza entre la Divinidad y el pueblo elegido por ella, lo
encontramos en el libro del Génesis, en la historia de Abraham.
Las ideas fundamentales que este pacto encierra son: a) de parte de Yahvé: protección y ayuda
constantes, simbolizadas en la bendición, la concesión de la tierra prometida, una descendencia
numerosa como las arenas del mar y las estrellas del cielo, y el señorío sobre las demás naciones; b)
de parte de Abraham: la fidelidad y el acatamiento a la voluntad de Yahvé. El rito de la
circuncisión, que tiene la sangre del varón, sería la señal externa del pacto por la que cada
descendiente de Abraham entra a tomar parte de su herencia y acepta su obligación frente a Yahvé.
Este pacto fue formulado por segunda vez en Egipto y es la reiteración de la alianza con Abraham,
que luego se explicita y ratifica solemnemente en el monte Sinaí. La sangre vertida del Cordero
Pascual, con la que se tiñera el dintel de la puerta de los hebreos, fue la señal externa de la Alianza.
En el correr de la historia, las grandes figuras y los más importantes acontecimientos de Israel
dieron realce al pacto, esclarecieron los deberes que imponía, y afirmaron su esperanza en la
fidelidad de Yahvé. Los Profetas fueron los defensores de la Alianza.
La Nueva Alianza innova sobre la Antigua, extiende los privilegios de Israel a los hombres de todos
los pueblos, y se encuentra narrada en los Evangelios. Esta nueva formulación se realiza en la
persona de Jesús y también se sella con la efusión de sangre, en el monte Calvario.

MORAL: Yahvé es el autor del hombre y tiene derechos sobre él. Dios es el único
conocedor de “la ciencia del bien y del mal”, por lo tanto, prohíbe lo que daña la perfección del
hombre y la felicidad del pueblo.
La Ley es proclamada en el Sinaí, se trata de los mandamientos. Estos son una formulación
ordenada de preceptos religiosos y morales conocidos por el pueblo. Los primeros conciernen a la
conducta frente a la religiosidad, los otros rigen las relaciones del hombre consigo mismo.

MESIANISMO: es una tendencia de la cosmovisión o la ideología donde el cambio de una


sociedad o grupo de creyentes será originado por la llegada de un "mesías" o salvador enviado por
Dios, al que corresponde el establecimiento de un nuevo orden, vendrá para renovar el mundo y
reivindicar la propia fe.
El concepto de mesías, por su parte, se utiliza en el ámbito de la religión para nombrar
al Ungido (el Hijo de Dios ).
Para el cristianismo, el Mesías de las profecías del Antiguo Testamento, es Jesús de Nazaret.
Para la tradición hebrea, el mesías es quien ayudará a liberar a Israel de sus enemigos y establecer
su reino en todo el mundo. Se puede así considerar el mesianismo, una corriente dentro del
judaísmo que tiene la esperanza en la llegada de un mundo nuevo, de la mano de la obra de un
descendiente de David. Esta Nueva Era, restablecería el Templo de Jerusalén y desde allí el mundo
sería gobernado.
Se conoce como judaísmo mesiánico al grupo religioso que sostiene que Jesús de Nazareth es
el Mesías. Los practicantes se consideran parte de la religión judía y siguen los preceptos de
la Torah, aunque ninguna corriente del judaísmo ni el Estado de Israel aceptan a los mesiánicos ya
que éstos siguen también el Nuevo Testamento. Por eso, algunos grupos cristianos sostienen que el
judaísmo mesiánico es una forma del cristianismo.

– Inspiración
La Biblia es el libro sagrado del pueblo hebreo y conserva ese carácter para los grupos
religiosos enraizados en la religión hebrea, como lo son los cristianos de las diversas confesiones
(católicos, protestantes y ortodoxos). Precisamente, lo que hace la unidad interna de los libros que la
componen es un valor religioso especial: la inspiración.
Literatura inspirada sería aquella por la cual, y a través de la obra de un hombre, Dios habla al
hombre o se comunica con él.
Cuando el texto trasmite, además, alguna enseñanza que el autor no hubiera podido conocer por
medios puramente humanos, se dice que es revelado. De acuerdo con las consideraciones anteriores,
la Biblia es literatura religiosa, y hebreos y cristianos la consideran su libro sagrado, inspirado por
Dios y vehículo de su revelación.
Las características de esta inspiración y su alcance varían según las diversas religiones, pero
podríamos encontrar una fórmula común para explicarlas y que fuera aceptable por todos: el autor
inspirado es el instrumento mediante el cual se expresa Dios a través del tema, del género y del
estilo, que constituyen el aporte del escritor.
Pero, la mayoría de las veces, es la autoridad religiosa quien define cuáles libros son inspirados y
cuáles no, basada en la tradición y mediante criterios propios. Según esa misma autoridad, la
inspiración supone la imposibilidad, para el escritor, de errar o equivocarse en la trasmisión del
mensaje.
Composición – Canon
La diversidad de criterios para atribuir calidad de inspirados a determinados libros y
negársela a otros, proviene de diferentes concepciones religiosas, incide en la composición de la
Biblia y en la selección de los textos que la integran. La gran división en Antiguo y Nuevo
Testamento se origina en esa diferencia. El AT es considerado como libro inspirado por hebreos y
cristianos, mientras que el NT lo es solo por los últimos. En este uso bíblico, la palabra testamento
significa alianza. Antiguo Testamento significa antigua alianza y fue hecha por Yahvé (Dios) con el
pueblo hebreo en la persona de Abraham y luego explicitada y ratificada por medio de Moisés, y a
ella se alude constantemente en la Biblia. La segunda, la nueva alianza, fue hecha por Dios con toda
la humanidad en la persona de Jesús. Cada Testamento comprende los libros relacionados, de
alguna manera, con una u otra.
Aparte de esta doble agrupación de libros, el concepto de inspiración genera otras divisiones, siendo
la principal la que los separa según cánones distintos (canon quiere decir vara de medir o regla).
Metafóricamente, y aplicado a la Biblia, designa el conjunto de libros que se consideran inspirados.
Para el AT existen dos cánones: el canon hebreo y el canon de Alejandría.

Canon hebreo: comprende veinticuatro libros clasificados en tres series: Torah (Ley),
Nebiim (Profetas) y Ketubiim (los otros escritos). El número de veinticuatro es artificioso, pues
para obtenerlo se agrupan varios libros en uno, lográndose así esa cantidad que corresponde a la de
letras en el alfabeto hebreo. En las versiones modernas, que distinguen cada libro por su nombre,
este canon aparece compuesto por treinta y nueve libros. Su ordenamiento es supuestamente
cronológico, sin rigor excesivo; así, el Libro de Rut se colocaba como apéndice del Libro de los
Jueces, pues la anécdota que narra se ubica en la época de estos últimos.
La Torah, que comprende el Pentateuco fue considerada siempre como la parte sagrada por
excelencia y, seguramente, fue la más copiada y, la mejor conservada.

Canon de Alejandría: incluye otros siete libros rechazados posteriormente en el Sínodo de


Jamnia como apócrifos (en el sentido bíblico significa no sagrado, no inspirado).
El canon alejandrino ordena los libros según su asunto, y los clasifica en Ley, libros históricos,
libros proféticos, y libros didácticos, sapienciales o poéticos.

Si tenemos en cuenta ambos cánones, el AT comprende cuarenta y seis libros: los treinta y nueve
del canon hebreo y los siete que agrega el alejandrino.

Nuevo Testamento:
La aparición de Jesús y la vinculación de su doctrina con el AT, incorporaron a la Biblia
otros veintisiete libros, que forman el Nuevo Testamento. Siguiendo el mismo criterio de
clasificación del AT, podemos señalar, en este, libros históricos, proféticos y sapienciales o
didácticos.
Al producirse la escisión religiosa que divide a los cristianos en católicos y protestantes, cada grupo
adoptó un canon distinto para el AT: los protestantes el hebreo, y los católicos el alejandrino. De ahí
proviene la diferencia más notable de las versiones hebreas, católicas y protestantes:
• los hebreos aceptan solo el AT y, de este, los treinta y nueve libros cuyo origen hebreo está
probado; • los protestantes aceptan esos treinta y nueve libros más los veintisiete del NT; • los
católicos y ortodoxos admiten, además, los siete libros incluidos en el AT de acuerdo al canon
alejandrino y rechazados por los hebreos.

Bibliografía: Argenzio, María. “Literatura bíblica”. Ed. Casa del estudiante. Montevideo.

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