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Léxico de términos

filosóficos y teológicos1

Actualización: Cuando un dato doctrinal sigue expresándose en términos del pasado, corre el
riesgo de fosilizarse y de perder todo significado. La actualización consiste en el esfuerzo
por conferirle un lenguaje nuevo, adaptado a las diversas culturas, y mostrar su relevancia
para la existencia humana con ayuda de comparaciones elocuentes.
Adopcionismo: Doctrina de ciertos autores cristianos antiguos según la cual Jesús no sería el
Hijo eterno del Padre, sino un hombre adoptado por Dios como Hijo suyo en el momento de
su bautismo. Esta doctrina ha sido considerada siempre en la Iglesia como «herética».
Agnosticismo: Doctrina que afirma la imposibilidad para el hombre de conocer todo lo que va
más allá de la experiencia inmediata, en particular la existencia de Dios y el sentido último
de la existencia humana.
Alianza: Término usado en el Antiguo Testamento para expresar el vínculo creado entre Dios y
el pueblo elegido por él (elección). La alianza es el contrato que une a Dios y a Israel. El
Antiguo Testamento narra varias alianzas sucesivas, con Noé después del diluvio (Gén
9,8-17), con Abrahán, merced a la fe de este (Gén 15,9-12 y 17) y, en fin, la alianza con
Moisés en el Sinaí, en la que se establece el decálogo y la exigencia de la Ley (Torá). El
acontecimiento pascual de Jesucristo es considerado por los cristianos, no como una
renovación de la antigua alianza, sino como una alianza nueva, grabada en los corazones.
Su teología está ampliamente desarrollada en la Carta a los hebreos.
Analogía: La analogía es un procedimiento del lenguaje que emplea una misma palabra para
dos realidades diferentes en función de su parecido. El pie es un órgano del cuerpo
humano, pero a menudo se habla «por analogía» de los pies de la cama. En virtud de la
analogía muchas palabras tienen al mismo tiempo un sentido material y espiritual. La altura
es algo que tiene un muro o una torre- pero se puede hablar también de «altura» en el
sentido de grandeza moral, superioridad o arrogancia. «Análogo» se opone a «unívoco» y a
«equívoco». Unívoco es el término que sólo se puede tomar en un sentido; son equívocos
dos términos homónimos o un término con dos sentidos que no tienen nada que ver entre
sí: un «banco» puede ser un objeto para sentarse o una entidad financiera.
Anatema: Fórmula jurídica (tomada por lo demás del Nuevo Testamento: Gál 1,8-9) que
expresa la pena de la excomunión mayor. Los concilios tomaron la costumbre de formular
tesis incompatibles con la fe y lanzar contra sus partidarios la pena de anatema. La fórmula,
llamada «canon» en el sentido etimológico de «regla», era la siguiente: «Si alguien dice...,
sea anatema». En el concilio Vaticano I, la fórmula con anatema pretendía expresar un
punto de fe considerado irreformable. Por deseo de Juan XXIII, el Vaticano II renunció a
toda fórmula con anatema.
Antiguo Testamento: Etimológicamente, el término «testamento» es próximo al de «alianza».
Progresivamente ha venido a significar el corpus literario formado por el conjunto de los
libros recogidos por la tradición judía antes de Jesús o más tarde. Ver Canon (de las
Escrituras).
Antropología: Conjunto de las disciplinas dedicadas al análisis del fenómeno humano en sus
diferentes aspectos: antropología física (historia del surgimiento progresivo del hombre a
partir de la animalidad), social (estudio de los comportamientos típicos de las sociedades
humanas), psicológica (por ejemplo, la psicología profunda), filosófica (estudio del hombre
en tanto que ser consciente de sí mismo y de su destino) y religiosa. El cristianismo incluye

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Bernard Sesboüé, Crer: Invitación a la fe católica para las mujeres y los hombres del siglo XXI, San
Pablo, Madrid 2000, 633-648.
un mensaje sobre el ser del hombre delante de Dios, que merece el nombre de
«antropología cristiana».
Apocalipsis: Etimológicamente, revelación. Designa un género literario que nació en el judaísmo
y fue adoptado por los ambientes cristianos (del 200 a.C. al 800 d.C.): presenta su mensaje
como fruto de una visión extraordinaria y fantástica, anunciando un futuro con rasgos
catastróficos, con el fin de llamar a la vigilancia, pero que desemboca en la salvación. El
Apocalipsis de san Juan, último libro del Nuevo Testamento, pertenece a este género
literario, al que le ha dado nombre. La interpretación de los textos apocalípticos es muy
delicada.
Apócrifos (libros): Ver Canon (de las Escrituras).
Apologética: Disciplina teológica que tiene por objeto defender y justificar la fe cristiana. El
término ha adquirido a veces un sentido peyorativo debido a justificaciones demasiado
fáciles y mal fundadas. La apologética debe renovarse generación tras generación para
hacer frente a objeciones siempre nuevas.
Artículo de fe: Desde los orígenes del cristianismo, el credo está construido sobre la
enumeración trinitaria del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En torno a cada uno de estos
nombres se agrupan varios puntos de fe: la creación por parte del Padre, la encarnación y
la salvación por parte del Hijo, la Iglesia y los sacramentos por parte del Espíritu Santo. Son
los tres «artículos» de la fe cristiana.
Biblia: Ver Escritura.
Bienaventuranza: Una bienaventuranza proclama que alguien es bienaventurado, dichoso. Son
conocidas las proclamaciones evangélicas de Jesús con las que se inicia en Mateo el
sermón de la montaña: « Bienaventurados los pobres..., etc». Este término se utiliza
también para designar a los elegidos que viven en comunión con Dios y en presencia suya:
son los bienaventurados.
Canon (de las Escrituras): El término griego «canon» (kanôn) significa regla. El canon de las
Escrituras es la lista oficial de los libros que pertenecen respectivamente al Antiguo y al
Nuevo Testamento. Dentro de la abundante literatura judeocristiana, el pueblo judío primero
y la Iglesia cristiana después, ejercieron el discernimiento para constituir los respectivos cá-
nones de ambos testamentos, por inclusión o exclusión de diferentes libros. Lo que se
pretendía era delimitar los libros cuya autoridad para la fe se reconocía. Históricamente,
esta delimitación se fue realizando por un proceso lento y complejo. Respecto de ambos
testamentos surgieron conflictos: 1) algunos judíos querían atenerse sólo a los libros
escritos en hebreo (Biblia palestina), mientras que otros querían incluir también algunos
escritos en griego; 2) algunos cristianos no reconocían los últimos libros del Nuevo
Testamento. Los libros discutidos durante algún tiempo suelen conocerse con el nombre de
«deuterocanónicos». A los libros rechazados se les da el nombre de apócrifos, porque se
atribuyen falsamente la autoría de un profeta o de un apóstol.
Carne: En la Biblia el término «carne» es simbólico. En san Juan y en san Pablo tiene dos
sentidos diferentes: en Juan expresa la totalidad del ser humano desde el punto de vista de
su fragilidad corporal; en Pablo expresa una potencia pecaminosa, simbólicamente situada
en la «carne de pecado».
Cisma: Este término griego (schisma) designa toda escisión en la unidad de la Iglesia. Es una
ruptura de la comunión. En principio, el cisma es diferente de la herejía. El derecho ca-
nónico católico lo define como la negativa a aceptar la autoridad del Papa.
Comunión de los santos: La comunión de los santos, mencionada en el tercer artículo del credo,
expresa la comunidad de fe, de vida y de intercambio espiritual que une a todos los cris-
tianos con Cristo y entre sí. Existe a la vez entre todos los cristianos vivos y entre los fieles
difuntos y los que están aún en la tierra.
Concilio: Asamblea universal o regional de los obispos. En los comienzos de la Iglesia los
concilios eran regionales. El primer concilio universal o «ecuménico» fue el de Nicea en el

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325. Los concilios ecuménicos constituyen la expresión más elevada de la autoridad
doctrinal en la Iglesia.
Concordismo: Sistema que armoniza ciertas afirmaciones bíblicas con los datos científicos,
suponiendo que unas y otros se sitúan en el mismo plano. El concordismo estuvo muy
extendido a finales del siglo XIX. El ejemplo clásico es la concordancia entre los días de la
creación y las eras geológicas. En el siglo XX, si bien el concordismo vulgar es
generalmente rechazado, vuelve a aparecer una forma muy sutil de concordismo.
Confesar, confesión: Estos términos tienen varias significaciones importantes, a la vez distintas
y relacionadas: 1. Confesar la fe, es decir, expresar públicamente la fe delante de la comu-
nidad cristiana. El credo es una confesión de fe. 2. Confesar los pecados, la mayoría de las
veces en el marco del sacramento de la reconciliación o la penitencia. La confesión es un
movimiento de alabanza a Dios (confesar sus beneficios) que invita tanto a confesar la fe
como a reconocer los pecados. 3. Una «confesión» es también un organismo eclesial cuya
unidad gira en torno a una confesión determinada. Las «confesiones cristianas» se han
multiplicado en Occidente desde la Reforma del siglo XVI.
Consubstancial: Transcripción latina del término griego homo-ousíos, literalmente «de la misma
sustancia». Afirmación según la cual el Hijo de Dios no es inferior al Padre, sino que forma
un mismo ser con él. El término fue añadido al credo el año 325 por el concilio de Nicea en
respuesta a las tesis arrianas.
Contingencia: Carácter de todo lo que ocurre de hecho, sin ser necesario. En latín, contingere
significa «ocurrir por casualidad». En filosofía se dirá que la existencia de un hombre o de
los hombres es contingente, así como todos los acontecimientos de la historia, mientras
que la reflexión especulativa busca razones necesarias.
Creacionismo: Designa una corriente muy particular, sobre todo anglosajona, que se atiene a
una lectura literal y cosmológica de los relatos de la creación. Es una forma de funda-
mentalismo, opuesta a toda idea de evolución, que no está justificada por la tradición
cristiana. Conviene no confundir la afirmación bíblica de la creación con el creacionismo.
Cristología: Desarrollo sistemático, recogido a menudo en un libro o un tratado, de la doctrina
cristiana en torno a la persona de Cristo y su identidad como hombre y como Dios.
Deísmo: «Opinión sobre Dios que acepta su existencia personal y admite que el mundo, con las
leyes naturales, ha sido creado por él, pero niega toda cooperación e intervención poste-
riores de Dios en su creación ( ... ). (Su representante más indiscutible: Voltaire)» (K.
Rahner, H. Vorgrimler).
Desmitologización o desmitización: Empresa llevada a cabo por primera vez con este nombre
por Rudolf Bultmann (18841976), teólogo luterano alemán, con la intención de hacer más
fácilmente creíbles al hombre de hoy ciertos datos de la Escritura que parecen mitológicos.
La intención en conjunto es legítima, pero su aplicación es delicada y no puede hacerse
sino caso por caso y a la luz del compromiso de la fe. Bultmann ha llevado a cabo un
programa de desmitologización radical, en particular en lo que concierne al acontecimiento
y la persona de Jesús.
Docetismo: Doctrina de ciertos cristianos griegos del siglo II que no podían admitir el realismo
de la encarnación. Según ellos, Cristo no habría asumido una humanidad corporal idéntica
a la nuestra, sino sólo una apariencia humana. No habría muerto por tanto en la cruz. Esta
doctrina siempre fue combatida por la Iglesia, en tanto que atentaba contra la encarnación
de Cristo, pilar de la fe.
Dogma: Término que, en su uso eclesial, ha experimentado una gran evolución de sentido.
Desde el siglo XVIII, designa una proposición de fe que la Iglesia enseña de manera
definitiva (cf Magisterio), como perteneciente a la revelación divina y contenida en la
«palabra de Dios» atestiguada en la Biblia.

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Doxología: El «gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo» es una doxología, es decir, una
expresión litúrgica que da gloria (doxa) a la Trinidad toda.
Economía de la salvación: Etimológicamente, la «administración de la casa» (oikonomia),
término predilecto de los padres de la Iglesia para expresar el conjunto de las disposiciones
tomadas por Dios para gestionar la historia de la salvación de los hombres. En estas
páginas hemos evitado en lo posible el uso del término, porque hoy parece
inseparablemente ligado a la idea de economía comercial o política.
Ecuménico, Ecumenismo: En la Iglesia antigua se llamaban ecuménicos los concilios que
reunían a obispos procedentes de toda «la tierra habitada» (oikoumene). La ecumenicidad
equivalía a la universalidad de la Iglesia. En el siglo XIX, el término «ecumenismo» adquirió
un sentido nuevo para designar el movimiento desarrollado sobre todo en las Iglesias
anglicanas y protestantes con vistas a restablecer la plena comunión de fe y de vida entre
las Iglesias divididas. Hoy todas las grandes Iglesias participan en este movimiento
ecuménico. La Iglesia católica «se convirtió» a este movimiento durante el Vaticano II.
Elección: En el sentido bíblico, el término «elección» designa el hecho de escoger Dios en la
historia al pueblo de Israel para manifestarse a él. Esta elección particular tiene un alcance
universal, que se expresa y se realiza por la elección en Jesucristo de todos los hombres.
Emanación: Teoría filosófica según la cual el universo «emana» necesariamente de la sustancia
divina, sin intención ni libertad por su parte. Este proceso supone una degradación
progresiva de los seres en función de su alejamiento con respecto a la fuente. La idea de
creación se opone a la de emanación.
Encíclica: Etimológicamente, «carta circular». Término usado desde comienzos del siglo XIX
para las cartas oficiales enviadas por el Papa a todos los obispos de la tierra. Hoy van
destinadas de hecho a todos los miembros de la Iglesia. Tienen normalmente un contenido
doctrinal y se han convertido en el modo más corriente de expresión del pensamiento
pontificio.
Epónimo (héroe): «Fundador más o menos legendario de una ciudad, cuyo nombre parece
proceder de él; héroe a quien una familia, una tribu o una dinastía atribuía su origen y su
nombre» (Larousse). Aplicado por analogía a ciertas figuras bíblicas, el término adquiere un
sentido específico,
Escatología: De la palabra griega eschatos, que quiere decir «último». La escatología es la
doctrina cristiana de los últimos tiempos, o el más allá de esta vida y de la historia.
Escritura, Escrituras, Sagrada Escritura: La Biblia, considerada como un todo, es aceptada por
la Iglesia como la palabra de Dios y se le da el nombre simplemente de Escritura. Como
está constituida por numerosos libros, se suele usar el nombre en plural: Escrituras. Se la
llama sagrada porque es el testimonio escrito de la palabra de Dios. Ver Canon (de las
Escrituras).
Etiología: Del griego aitia, que significa «causa». Un relato etiológico tiene por finalidad explicar
por qué las cosas son lo que son en nuestro mundo; los primeros relatos bíblicos sobre la
creación y el pecado son relatos etiológicos. Se habla también de etiología en medicina
para referirse a la búsqueda de las causas de las enfermedades.
Exégesis: Del término griego exégesis, que significa «explicación» o « interpretación ». La
palabra se emplea para designar la disciplina de la interpretación de los textos de la
Sagrada Escritura. El estudioso que se dedica a ello se llama exégeta.
Existencialismo: El existencialismo, nacido a mediados del siglo XX, concede mayor atención en
filosofía a los problemas de la existencia humana individual que a los relativos a la esencia
de las cosas. Según su gran representante francés, Jean-Paul Sartre, la libertad tiene como
consecuencia que la existencia del hombre precede a su esencia.
Expiación: La expiación es la reparación, normalmente dolorosa, de un mal cometido. Conlleva
en la mayoría de los casos la idea de compensación. Es incluida tradicionalmente en la
idea de hacer justicia. En la Biblia, la expiación dolorosa se fue convirtiendo

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progresivamente en intercesión (S. Lyonnet). En este sentido analógíco es como hay que
entender la expiación que Cristo ofrece al Padre en la cruz. El sufrimiento que soporta no
es un castigo del Padre, sino consecuencia del proyecto de muerte de los hombres
pecadores que rechazan su mensaje y ante los cuales se sitúa como intercesor y abogado.
Ver Sacrificio.
Fundamentalismo: Corriente religiosa nacida en los Estados Un¡~ dos, que se caracteriza por
una lectura inmediata de la Biblia, tomándolo todo al pie de la letra.
Gnosis: Se conoce como gnosis o gnosticismo un movimiento que se desarrolló en los primeros
tiempos del cristianismo y que proponía la consecución de la salvación por medio del
conocimiento. La gnosis representa una tentación constante del espíritu humano. Resurge
periódicamente. últimamente se habla de una nueva forma, científica, de gnosis: la gnosis
de Princeton.
Gracia: La gracia no es una «cosa», sino una actitud «gratuita» de benevolencia y generosidad
en la convivencia entre las personas. Se puede «caer en gracia» a alguien, «caer en
desgracia» o «congraciarse». Se puede tener gracia y hacer las cosas con más o menos
gracia. Los padres que adoptan un hijo le ofrecen gratuita y graciosamente su amor. El
ángel de la anunciación le dice a María: «Has encontrado gracia ante Dios» (Lc 1,30). La
gracia de Dios en el hombre es efecto de la benevolencia amorosa, generosa y gratuita de
Dios que se comunica a él. Estar en « estado de gracia » es vivir en la amistad divina.
Herejía: La herejía, del griego hairesis, elección, consiste en la negación formal o
cuestionamiento obstinado de una verdad de fe por parte de un bautizado. Todo error en la
fe no es una herejía. La herejía se distingue también del cisma. Véase esta palabra.
Hijo del hombre: En el Antiguo Testamento el Hijo del hombre es una figura celeste y misteriosa
(Dan 7,13). En el Nuevo la expresión Hijo del hombre aparece siempre en labios de Jesús,
que se designa así en referencia a los últimos tiempos, en que cumplirá totalmente su
misión.
Inculturación: La inculturación es la actitud que trata de presentar el evangelio teniendo en
cuenta la situación histórica, cultural y lingüística de cada pueblo, con el fin de que pueda
en todas partes hacerse indígena. Una inculturación lograda supone que la cultura en
cuestión ha vivido una conversión de lo que en ella es incompatible con el evangelio.
Infalibilidad: La infalibilidad en la fe es un carisma prometido por Cristo al conjunto de los fieles
de la Iglesia (Vaticano II, Lumen gentium, 12).Los órganos de expresión de esta infalibilidad
son el Papa y los obispos (LG 25). Ver Magisterio.
Infierno: Ver Sheol.
Inmanencia: «Inmanencia» (de in-manens, lo que permanece dentro) se opone a
«trascendencia ». Conviene distinguir el principio de inmanencia del método de inmanencia.
El principio de inmanencia sostiene que un más allá del pensamiento humano es
impensable y que el espíritu humano no puede conocer más que lo que procede de él. El
método de inmanencia, practicado por M. Blondel en su tesis de doctorado de filosofía,
L’action (1893), es totalmente diferente: consiste en buscar en la inmanencia del hombre la
estructura que lo hace capaz de acoger una verdad procedente del exterior, en particular su
apertura incoercible a la trascendencia.
Integrismo: Actitud religiosa que pretende guardar la integridad de la doctrina y la práctica
recibidas. Se traduce en un conservadurismo ciego, un endurecimiento del pensamiento,
una fijación en las posiciones y a veces cierta violencia hacia quienes no comparten su
actitud. Hoy el integrismo está presente en muchas grandes religiones (islam, judaísmo) y
confesiones cristianas.
Ireneo de Lyon: Nace en Esmirna (Asia Menor) hacia el 140, se hace sacerdote y llega a ser
obispo de Lyon. Según una tradición, muere mártir en el 202. Su gran obra titulada Contra
las herejías constituye el acta de nacimiento de una teología cristiana edificada sobre la
lectura de las Escrituras. Es testigo universalmente reconocido de la fe cristiana de los

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orígenes y ha ejercido una gran influencia. Por eso ha sido citado con frecuencia, en esta
obra.
Justificación: Doctrina cristiana según la cual el hombre pecador no puede salvarse por sus
obras, sino sólo por la gracia amorosa de Dios que le hace justicia por medio de la fe. Esta
doctrina fue desarrollada por san Pablo en la Carta a los romanos. En Occidente la retomó
san Agustín, quien la entendió a la luz de su experiencia espiritual. En el siglo XVI Lutero
hizo lo mismo, oponiéndola a las prácticas u «obras» propuestas por la Iglesia católica de la
época de manera ambigua, y declaró que era «el artículo que mantiene en pie o hace caer
a la Iglesia». Esta doctrina fue igualmente propuesta por la Iglesia católica en el concilio de
Trento, pero en un clima de polémica con la Reforma. Los diálogos ecuménicos recientes
entre diversas confesiones la han aclarado lo suficiente como para que se pueda decir que
hoy no constituye objeto de divergencia en la fe, al menos en lo esencial.
Kénosis: El verbo griego kenô significa «vaciar, evacuar, agotar, reducir a la nada». Es usado
en el himno de la Carta a los filipenses (2,7) a propósito de Cristo, quien «se anonadó a sí
mismo » al hacerse hombre e ir hasta la muerte en la cruz. Este término recapitula en
teología la paradoja del rebajamiento y la glorificación de Cristo.
Kerygma o Kerigma: De la palabra griega kerygma, que significa «proclamación». El kerigma es
la proclamación original de los apóstoles sobre el acontecimiento de Jesús. El gran modelo
del kerigma es el discurso de Pedro el día de Pentecostés (He 2,14-36).
Laico: Del griego laikos, miembro del pueblo (laos). Este término es usado desde los orígenes
del cristianismo para designar a los fieles cristianos que no son ni ministros de la Iglesia ni
religiosos. El laico es alguien que está consagrado a Dios por su bautismo y al mismo
tiempo vive su profesión cristiana inmerso en las tareas del mundo.
Magisterio: Este término designa desde comienzos del siglo XIX la función y la autoridad de
enseñar en la Iglesia. Se le llama magisterio «vivo» porque procede de instancias
institucionales permanentes, a saber, el Papa y los obispos. Según su manera de
expresarse, se distingue en él el magisterio ordinario y el extraordinario: el primero se
ejerce a través de la enseñanza pastoral corriente del Papa y los obispos; el segundo, por
medio de una decisión solemne, en caso de conflicto o de grave necesidad, de un concilio
o, eventualmente, del Papa cuando este declara expresamente comprometer la infalibilidad
de la Iglesia (véase esta palabra). Se trata pues de casos excepcionales. El magisterio
ordinario es igualmente infalible cuando a posterior¡ puede constatarse que una doctrina ha
sido enseñada en la Iglesia, de forma duradera y universal, como parte integrante de la fe.
Mediador: Un texto de la primera Carta a Timoteo confiesa así a Cristo: «Hay un solo Dios, y un
solo mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús» (2,5). El misterio de la salvación
realizada por Jesús es recapitulado en el término de «mediador». Jesús es mediador en el
sentido de que, siendo originariamente Dios, se ha hecho hombre y ha unido en él la divi-
nidad y la humanidad.
Metafísica: Literalmente, «más allá de la física». Fue el título que Aristóteles dio a sus escritos
filosóficos que seguían a los que trataban de «física». Estos no se ocupaban ya de las
realidades sensibles del cosmos, situadas en el espacio y en el tiempo, sino de cuestiones
concernientes a lo que es radicalmente invisible: el ser en general, el problema de Dios, el
orden fundamental de las cosas, etc.
Misterio: En la historia de las religiones el misterio evoca ante todo lo secreto. En las religiones
de «misterios» del Próximo Oriente antiguo, en la época de los comienzos del cristianismo,
los nuevos fieles eran «iniciados» en estos misterios. En el Nuevo Testamento, el término
«misterio» sirve para designar la iniciativa de Dios que se revela a los hombres y realiza su
salvación. Este misterio estaba oculto en Dios desde los orígenes; ahora se ha manifestado
en Jesús y atañe tanto a los paganos como a los judíos. Más tarde, el término «misterios»,
en plural, ha servido para designar los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo,
confirmación y eucaristía. En Occidente se ha hablado también de misterios en relación con

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los grandes episodios evangélicos de la vida de Jesús. Hoy sirve sobre todo para designar
las tres grandes afirmaciones específicas del cristianismo: la Trinidad, la encarnación y la
redención.
Nuevo Testamento: El testimonio escrito de la nueva alianza, es decir, el corpus literario
constituido por los cuatro evangelios, los Hechos de los Apóstoles, varias cartas de los
apóstoles y el Apocalipsis. Ver Canon (de las Escrituras).
Ortodoxia: Etimológicamente, «rectitud de la doctrina». El término tiene dos sentidos. El primero
expresa el carácter de una doctrina de la fe auténtica y libre de toda herejía. El segundo
designa a las Iglesias de Oriente, separadas de Roma desde 1054, y que han reivindicado
para sí la plena rectitud de la fe cristiana, del mismo modo que la Iglesia romana ha
reivindicado el título de «católica», y las Iglesias de la Reforma el de «evangélicas».
Padres de la Iglesia: Escritores cristianos anteriores al siglo VIII cuya autoridad doctrinal ha sido
siempre reconocida en la Iglesia, aunque ninguno de ellos pueda declararse infalible. El
conjunto de sus obras es conocido como Patrología; la disciplina que las estudia es la
Patrística.
Parusía: El término griego parousia significa «presencia» o «llegada». Se usa en la teología
cristiana para designar la vuelta de Cristo al final de los tiempos.
Patrística: Ver Padres de la Iglesia.
Pecado: En sentido cristiano, el pecado es la falta en tanto en cuanto se dirige contra Dios. El
pecado contradice el deber del hombre. No sólo perjudica al que lo comete y es nefasto
para la sociedad en la que vive, sino que además supone una ruptura, más o menos grave,
con Dios. Un pecado es grave cuando reúne estos tres aspectos: plena conciencia de su
maldad, pleno consentimiento en ella y materia objetivamente grave. Estos tres aspectos
no siempre se dan juntos, aun cuando se trate de una materia grave. Los pecados llamados
veniales no consuman la ruptura con Dios: pueden compararse con incidentes entre dos
amigos o dos esposos que dañan pero no destruyen la relación mutua. El pecado grave
exige la conversión y la reconciliación, para la que hay instituido un sacramento.
Psicología profunda (o psicoanálisis): Teoría y método de investigación psicológica que se
remonta a S. Freud y que subraya el papel del inconsciente en la existencia humana. Está
en el origen de las terapias psicoanalíticas.
Rahner (Karl): Teólogo católico alemán (1904-1984) cuya preocupación pastoral ha consistido
en mantener el contacto con el gran público, a pesar del carácter técnico y difícil a veces de
sus escritos. Especialista en el Vaticano II y autor de una obra inmensa, ha sido una figura
de proa de la teología del siglo XX. Todas estas razones explican la influencia que ha
ejercido sobre estas páginas.
Redención: Este término designa un aspecto de la salvación: el aspecto según el cual los
hombres son «rescatados» o «liberados» por Cristo del poder del pecado. Pero la palabra
se ha convertido en sinónimo de salvación (véase esta palabra).
Sacrificio: Según san Agustín, es sacrificio todo acto bueno que nos une a Dios para dicha
nuestra. De acuerdo con la inseparabilidad de los dos primeros mandamientos, el amor a
Dios y el amor al prójimo, es igualmente sacrificio todo acto realizado en favor de los otros y
remitido a Dios. Dicho de otro modo, el sacrificio es la actitud por la que un ser humano an-
tepone a Dios y a los otros a sí mismo. Es el ejercicio de la caridad. El sacrificio es doloroso
sólo como consecuencia del pecado, que nos mantiene en el egoísmo. En este sentido,
Cristo realizó en la cruz el sacrificio perfecto.
Saduceos: Escuela del judaísmo palestino en tiempos de Jesús, como los fariseos o los
esenios. Eran conocidos por no creer en la resurrección de los muertos.
Salvación: Este término, que aparece con frecuencia en el Nuevo Testamento, hay que tomarlo
en su sentido original: expresa la necesidad que tiene el hombre de lograr una vida plena y
feliz ya desde ahora y para la eternidad. Está fuertemente ligado a la idea de salud. Sus
dos imágenes más fuertes en la Biblia son la liberación de la enfermedad, sobre todo de la

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enfermedad mortal, y la liberación de la esclavitud o la servidumbre política. En la fe
cristiana la salvación expresa a la vez dos cosas: la liberación de la situación dramática de
sometimiento al pecado y la recepción por los hombres de la vida divina que los transforma
y los prepara para ver a Dios.
Satisfacción: No hay verdadera conversión sin el deseo de reparar, en la medida de lo posible,
el mal que se ha hecho. Satisfacer (= «hacer bastante») es reparar por amor lo que se pue-
da. No hay que buscar en esta palabra la idea de una compensación exacta del mal
cometido. El amor de Cristo en su pasión es una reparación que va infinitamente más allá
de todos los pecados del mundo.
Setenta: Traducción de la Biblia hebrea al griego realizada en parte en Alejandría entre los
siglos III y I a.C. Se llama así por una leyenda que se la atribuye a setenta y dos sabios,
cuyas traducciones habrían sido todas coincidentes. Como contiene algunas variantes
respecto de la Biblia hebrea y es utilizada por el Nuevo Testamento, juega un papel
importante en el debate exegético.
Sheol o Los infiernos: Es el lugar donde moran los muertos según la tradición judía antigua.
Corresponde al Hades de los griegos. No es el infierno en el sentido cristiano del término,
sino una morada provisional (simbólicamente situada en el centro de la tierra, especie de
prolongación fantasmal de la fosa del sepulcro) donde los muertos llevan una vida
atenuada, en una región de tinieblas y de sombras, a la espera de una salvación definitiva.
El descenso de Jesús a los infiernos es la expresión simbólica del hecho de que la
salvación aportada por Cristo es válida para todos los hombres anteriores a él.
Símbolo: El origen del término «símbolo» remite a una costumbre seguida muchas veces para
los contratos en la Antigüedad. Los contratantes rompen en dos una moneda o un pequeño
objeto, guardando cada uno la mitad como garantía del acuerdo que han concluido. Pueden
transmitirla a sus herederos. Cada una de las partes, por separado, no tiene ningún valor;
pero cuando las dos mitades son unidas (sym-balló, juntar; de ahí symbolon, símbolo) por
los contratantes o aquellos sobre quienes ha recaído el derecho, estas recuperan su valor y
cada uno tiene que respetar sus obligaciones. Hoy se puede decir que un billete de banco,
un cheque o una tarjeta de crédito son símbolos. El objeto en sí mismo no tiene ningún
valor; lo tiene cuando se utiliza dentro de un marco social determinado en el que se sabe
que corresponde a un haber real. En la Iglesia antigua se llamó a la confesión de fe símbolo
porque corresponde a una alianza entre el creyente y Dios. El símbolo era también un signo
de reconocimiento entre los cristianos, una especie de consigna que permitía el encuentro
entre hermanos. Por eso se habla de «símbolo de los apóstoles» en referencia al credo
occidental. El término «símbolo» ha conocido un gran desarrollo en la filosofía del lenguaje,
porque el lenguaje humano se basa en un complicado juego de correspondencias entre los
diversos significantes.
Símbolos pueden ser también las señales de tráfico o los pictogramas.
Sínodo: Un sínodo (de synodos, reunión, asamblea) es una asamblea cristiana. A los sínodos
ecuménicos o generales, que reúnen a todos los obispos del mundo o de una gran región,
se les llama generalmente concilios (véase esta palabra). A lo largo de la historia, los
concilios han asociado a sus trabajos, de maneras diversas, a sacerdotes, diáconos y
teólogos; a veces, a algunos laicos. Los sínodos diocesanos, presididos por el obispo del
lugar, suponen la participación normal de los laicos.
Sinópticos (evangelios): Se llama así a los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, porque el
parecido de la trama de sus relatos respectivos permite imprimirlos a tres columnas en una
misma página y «verlos juntos» (en griego synopsis), lo que facilita la verificación caso por
caso tanto de sus paralelos como de sus variantes.
Sobrenatural: Etimológicamente, lo que está por encima de la naturaleza. En sentido cristiano,
«sobrenatural» designa todo lo que supera las fuerzas y las exigencias de la naturaleza

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humana, es decir, todo lo que se debe a una iniciativa o un don de Dios al hombre. La
gracia es el don sobrenatural por excelencia.
Soteriología: Sección de la teología relativa a la salvación.
Subordinacionismo: Término usado para designar la cristología antigua de algunos Padres de
los siglos II y III que consideraron, o habrían considerado, al Hijo como inferior (subordi-
nado) al Padre.
Teologúmeno: Conclusión teológica, fruto de un razonamiento a partir de los datos de la fe. En
cuanto tal, no pertenece al contenido de la fe. Para ser legítimo, un teologúmeno ha de
expresar su lógica y, por supuesto, no ir en contra de ella.
Tradición: La tradición es la transmisión de generación en generación de lo que se ha recibido,
o el contenido de esta transmisión (doctrina o práctica). La tradición cristiana asume estos
dos sentidos, aunque concede preferencia al primero. Es la transmisión viva de la fe en el
evangelio, que se origina en la predicación de los apóstoles y llega hasta nosotros como
objeto de la interpretación confiada al magisterio de la Iglesia. Es la tradición apostólica,
que contiene en su núcleo la tradición de las Escrituras. La tradición se expresa igualmente
a través de datos que no tienen todos la misma autoridad, según en qué medida sean de
origen eclesiástico.
Tradicionalismo: Este término no tiene exactamente el mismo sentido en el siglo XIX que en el
siglo XX. En el siglo XIX designa una tesis muy concreta según la cual la razón humana no
tiene capacidad para llegar a un conocimiento cierto de Dios sin una enseñanza positiva
recibida por una revelación primitiva, transmitida desde Adán (cf. L. de Bonald, L. Bautain).
Este tradicionalismo fue condenado por la Iglesia en el concilio Vaticano I. De manera más
general, la «mentalidad tradicionalista» manifiesta conservadurismo. En el siglo XX, el
término se refiere más bien a una actitud hiper-conservadora, a menudo integrista (véase
esta palabra), manifestada con fuerza en el Vaticano II. Los tradicionalistas no aceptan
ningún cambio en la Iglesia, especialmente en materia litúrgica, porque, en su opinión, todo
tiene el mismo valor divino.
Trascendencia: Trascenderse es superarse. La trascendencia expresa, por un lado, el
dinamismo que empuja al hombre a superarse sin cesar, en una insatisfacción constante
por los propios logros; y por otro lado, designa lo que supera absolutamente al hombre, es
decir, todo lo que concierne a Dios.

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