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INSTITUTO BÍBLICO BETEL CENTRAL

ASAMBLEAS DE DIOS

Asignatura : Teología Bíblica Sistemática I.

Tarea : El origen de la Biblia y cómo llega la traducción al


español.

Docente : Hno. José Lemus.

Estudiante : Moisés Otoniel Aguilar Santamaría.

San Salvador, 24 de agosto del 2019.


EL ORIGEN DE LA BIBLIA.
La Biblia (del latín biblĭa, y este del griego βιβλία biblía, «libros») es un conjunto de libros
canónicos que en el judaísmo y el cristianismo se consideran producto de inspiración divina y
un reflejo o registro de la relación entre Dios y la humanidad.

A lo largo de veintiún siglos, se han producido alrededor de cinco mil millones de copias de la
Biblia, lo que la convierte en el libro más vendido de la historia y es frecuente su reconocimiento
como el libro más influyente de todos los tiempos. La Biblia de Gutenberg fue el primer libro
impreso en una imprenta. Una edición de mayo de 2007 de la revista Time afirmó que «la Biblia
ha hecho más para construir la literatura, la historia, el entretenimiento y la cultura, que ningún
otro libro que se haya escrito. Su influencia en la historia mundial no tiene equiparable, y no
tiene síntomas de estar menguando». Cada año se venden cien millones de ejemplares de la
Biblia y ha sido traducida al menos a 2454 idiomas.

El nombre Biblia fue empleado, primero, por los judíos helenizados (aquellos que habitaban en
ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para
referirse al Tanaj (Biblia hebrea), el cuál fue traducido por setenta sabios entre los años 250 a
150 a.C. La traducción a griego recibió el nombre de Biblia de los LXX, Septuaginta o
Alejandrina.

La diferencia entre el Tanaj y la Biblia de los LXX radica en que el primero consta de 39 libros y
la segunda, de 46 libros. Esto porque hay 7 libros que fueron escritos en griego, que hoy se les
llama deuterocanónicos por ser del segundo canon y los judíos sólo aceptan los escritos en
hebreo y arameo.

Con todo, hay que señalar, que los primeros cristianos no usaban la Biblia hebrea, sino que
usaban la Septuaginta o de los LXX por cuanto varios de ellos fueron judíos de cultura griega,
como, por ejemplo, Pablo de Tarso, San Esteban, y los evangelistas San Lucas y San Marcos;
además, los manuscritos en hebreo y arameo reposaban en las manos de los judíos no
cristianos (Saduceos y Fariseos).

Muchos años después, hacia el 382 d.C., la palabra Biblia empezó a ser utilizada por los
cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo testamento y el Nuevo
testamento. El Antiguo testamento corresponde a los libros de la Biblia de los LXX y el Nuevo
testamento a los Evangelios de Jesucristo y cartas de sus Discípulos.

HISTORIA.

Resumiendo, la Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos


separados (llamados «libros») del griego τα βιβλία, ta biblía, ‘los libros’ y βιβλίον (biblíon,
‘papiro’ o ‘rollo’, usado también para ‘libro’).), escritos primero en hebreo, arameo y griego
durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj y luego el Antiguo y
Nuevo testamento. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1000 años (900 a.
C. – 100 d. C.).
El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiéndose bajo ningún concepto los
términos Antiguo testamento y Nuevo testamento porque aún siguen esperando al Mesías.

El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia Católica, bajo el
pontificado de San Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382 d.C., y esta versión es la que
San Jerónimo de Estridón tradujo al latín (Biblia Vulgata). Dicho canon consta de 73 libros: 46
constitutivos del llamado Antiguo testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente
Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc), que
han sido impugnados por judíos, y protestantes, ; y 27 del Nuevo testamento. Fue confirmado
en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año
397, y IV de Cartago, en el año 419.

Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente


confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546.
Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a
partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones paraprotestantes, surgidas a partir del siglo
XIX.

El Canon de las Biblias Cristianas Ortodoxas es aún más amplio que el Canon de las Biblias
Católicas Romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el
Libro III de los Macabeos. (En adición a éstos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los
Macabeos figuran, así mismo, como apéndices, en muchas importantes versiones y ediciones
de la Biblia.)

El Antiguo testamento narra principalmente la historia de los hebreos; el Nuevo testamento la


vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos.
El Nuevo testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo
testamento de la versión de los LXX.

La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para estos su inspiración
divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su
creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha
relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone
los atributos y el carácter de Dios.

Para los creyentes, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los
diferentes movimientos de la Reforma protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste
en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió
el principio llamado “sola escritura”, que significa que solamente la Biblia puede ser considerada
fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son
fuente doctrinal la tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los
apóstoles), y decisiones emanadas de concilios.

ESTRUCTURA.
La Biblia hebrea o Tanaj está dividida en tres secciones: los cinco libros de Moisés (la Ley o
Torá), los libros escritos por los profetas hebreos (los Profetas o Nevi’im) y unos libros que no
entran en las dos categorías anteriores (las Escrituras o Ketuvim); éstos son conocidos como
hagiógrafa o simplemente «las Escrituras». Fue escrita predominantemente en hebreo, pero
tiene algunas pequeñas partes que fueron escritas en arameo.

En la Biblia cristiana, la Biblia hebrea es llamada Antiguo testamento, para distinguirla del
Nuevo testamento, que es la parte que narra la vida de Jesús y su predicación, entre otras
cosas. El Nuevo testamento está dividido en los cuatro Evangelios, Historia (Hechos de los
Apóstoles), las Cartas a iglesias cristianas por Pablo y otros apóstoles, y el Apocalipsis.

Hasta el siglo XVI se mantuvo en Occidente la traducción latina de san Jerónimo conocida
como “la Vulgata.

CÁNONES BÍBLICOS.

Un canon es el conjunto de libros que integran la Biblia según una tradición religiosa concreta,
que los considera así “divinamente inspirados” y los distingue de otros textos que no se
consideran revelados. Estas diferencias entre las distintas ramas del cristianismo se dan
únicamente para el Antiguo testamento, ya que todas las Biblias tienen el mismo número de
libros en el Nuevo testamento.

El primer canon es el Pentateuco, el cual se compone de los libros del Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio y contiene la “Ley de Dios”, que es el conjunto de los 613 preceptos
del Judaísmo.

Dentro del Judaísmo surge disputa sobre el canon correcto. Un grupo religioso, los saduceos,
sostiene que solamente conforma el canon de las Escrituras la Torá o Pentateuco (la Ley);
después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., el grupo judío predominante fue el
de los fariseos, que sí considera al canon como conformado por el Pentateuco (la Ley), los
Nevi’im (Profetas) y los Ketuvim (los Escritos). Así, a finales del siglo I el Judaísmo estableció
en Yamnia (Yavne) como canon de sus libros sagrados aquellos que cumplieran tres requisitos:
que hubiera una copia del libro en cuestión que se supiera que fue escrito antes del año 300 a.
C. (cuando la helenización llegó a Judea, con los problemas culturales y religiosos
subsecuentes, y que pueden leerse en libros como los de los Macabeos o el de Daniel), que
dicha copia estuviera escrita en hebreo o cuando menos arameo (no griego, la lengua y cultura
invasora) y que tuviera un mensaje considerado como inspirado o dirigido al pueblo de Dios
(con lo que también algunos libros que cumplían las dos características anteriores tuvieron que
salir del canon).

En tiempos de Jesús de Nazaret es dominante la segunda opinión, la cual es sostenida y


transmitida por muchos cristianos hasta tiempos de la Reforma Protestante con la controversia
de los libros deuterocanónicos. Esta controversia probablemente se originó precisamente por el
hecho de que el Judaísmo había establecido su canon a fines del siglo I, con lo que para ellos
ya no estaban presentes aquellos textos que sólo se encontrarían en griego (en la versión de la
Biblia judía de los LXX). Lo interesante de esto es que en 1947, en las cuevas de Qumrán (mar
muerto) encontraron muchos manuscritos y entre ellos 6 de los 7 deuterocanónicos escritos en
hebreo y arameo, así que, de acuerdo a los criterios judíos, ambién deberían ser parte de la
Biblia hebrea.

Así pues, las versiones católicas de la Biblia constan de 73 escritos, en tanto que las más de las
versiones protestantes sólo contienen 66. Sin embargo, las Biblias de los anabaptistas,
luteranos, anglicanos y episcopalianos, incluyen los deuterocanónicos, si bien bajo el rubro de
“apócrifos”; ya que los consideran “lectura edificante”, aun cuando no canónica.

Conservación e integridad de la «Biblia».

Los defensores de la idea de que las escrituras bíblicas son fieles y están completas se basan
en la cantidad de copias idénticas que, desde tiempos remotos, se ha realizado de las mismas.
Los copistas hebreos de las Escrituras, denominados masoretas, que copiaron las Escrituras
Hebreas entre los siglos VI y X solían contar las letras para evitar errores. El experto en la
materia W. H. Green dice sobre las comparaciones entre textos antiguos y modernos lo
siguiente: Se puede decir sin temor a equivocarse que ninguna otra obra de la antigüedad se ha
transmitido con tanta exactitud.

Arqueología y coincidencias bíblicas.

Las investigaciones arqueológicas en la zona donde se desarrollan los hechos narrados en la


Biblia tienen como un resultado añadido la comprobación de los hechos, lugares y personajes
que aparecen citados en los diferentes libros que componen la Biblia. Incluso se ha llegado a
crear el término de arqueología bíblica para denominar a una parte de la arqueología que se
encarga de estudiar los lugares indicados en la Biblia.
Hay varios casos en que los descubrimientos arqueológicos han señalado congruencias con los
hechos o personajes bíblicos. Entre esos descubrimientos se encuentran los siguientes:
 Rey Sargón II de Asiria. Este personaje que aparece en Isaías 20:1 no pudo ser confirmado
hasta que en 1843 se descubrieron las ruinas de su palacio. Se hallaron escritos en los que
se relatan las conquistas de las ciudades de Samaria y Asdod que aparecen también
relatados en el libro de Isaías.
 Joaquín, rey de Judá. El descubrimiento de las tablillas de Babilonia permitió la confirmación
de la existencia del rey Joaquín de Judá y sus cinco hijos que aparecían nombrados en los
libros de 2ª de Reyes y 1ª de Crónicas.
 El sello de Yehujal. En 2005 la arqueóloga Eilat Mazar descubrió un sello de arcilla en el
cual se nombraba Yehujal (Jehucal o Jucal) que fue un funcionario judío que es nombrado
en el libro de Jeremías.
 Hallazgos en Nínive. En las excavaciones realizadas en la antigua ciudad de Nínive, capital
de Asiria, se han hallado varias piezas que confirman relatos bíblicos. En el palacio de
Senaquerib hay un bajorrelieve que muestra a las tropas asirias llevando cautivos a los
israelitas tras la caída de Lakís, hecho relatado en el Segundo Libro de los Reyes. En las
piezas conocidas como Anales de Senaquerib se relatan los hechos realizados durante el
reinado de Ezequías y a este mismo personaje. También es curioso como en el listado de
ciudades conquistadas por los asirios no aparece Jerusalén lo cual concuerda con el relato
bíblico de que fueron derrotados a sus puertas, al igual que se relata el asesinato de
Senaquerib que están incluidos en el Libro de Isaías.
 El Cilindro de Ciro. Se encontró en Sippar cerca de Bagdad, Irak. Narra la conquista de
Babilonia por Ciro el Grande. Algunos ven en el relato de Isaías 13:1, 17-19 e Isaías 44:26-
45:3 la profecía de la destrucción de Babilonia por Ciro. También en el cilindro se expone la
política de Ciro de dejar volver a los pueblos deportados a su tierra de origen, tal y como
sucedió con los israelitas.

TRADUCCIÓN DE LA BIBLIA AL ESPAÑOL.

HISTORIA.

Biblia de Casiodoro de Reina (1569)

La primera Biblia completa en español fue la Biblia Alfonsina (1280), pero no era una traducción
de los idiomas originales, sino del latín. Luego se hicieron traducciones del Antiguo Testamento
hebreo al español y del Nuevo Testamento griego al español. Esos trabajos se hicieron a través
del tiempo y por diferentes traductores.

Antes de la publicación de la Biblia de Casiodoro de Reina, ya hacía varios siglos que existían
Biblias completas en idioma español traducidas del latín al español e incluso ya existían
traducciones del Antiguo Testamento del hebreo al español y del Nuevo Testamento del griego
al español, pero la Biblia de Casiodoro de Reina es la primera Biblia completa en un solo tomo
traducida de los idiomas originales al español.

Casiodoro de Reina nació en la población de Montemolín, provincia de Badajoz, España, en el


año de 1520. Fue un monje jerónimo y con el tiempo se convirtió en el líder de los simpatizantes
de la Reforma Protestante en el monasterio de San Isidoro del Campo en Sevilla hasta tal punto
que casi la totalidad de los monjes se une a la ideología de la Reforma Protestante. También un
grupo de laicos de la ciudad de Sevilla se convierten a la ideología de la Reforma o simpatizan
con ella. Este hecho es prontamente notado por la Inquisición que ya estaba al acecho desde la
aparición en 1507 del grupo denominado «los alumbrados» quienes por iniciativa propia fueron
precursores del pensamiento reformista en España y en Europa. La reacción de la Inquisición
llego hasta el punto de desatar una tenaz persecución en la ciudad contra todo aquel que
simpatizara con la ideología de la Reforma. Esto obliga a Casiodoro de Reina y a otros muchos
monjes con él, a huir a Ginebra, Suiza, en el año 1557. Casiodoro publica su traducción en
Basilea, Suiza, en 1569.

La traducción de Reina se basa en el Antiguo Testamento del texto hebreo de la Biblia Rabínica
de Samuel ben Yaacob publicado por Bomberg en 1524, que es el Texto Masorético del Códice
de Leningrado (1008). También utiliza, como él mismo menciona en su introducción, la
traducción del hebreo al latín de Santes Pagnino quien era un respetado hebraísta de la época
y quien dividió por primera vez los capítulos de la Biblia en versículos. No sabemos si Casiodoro
de Reina se valió también de otra obra de Pagnino, el diccionario hebreo — latín.
En cuanto al Nuevo Testamento, Casiodoro de Reina utiliza el Nuevo Testamento en griego
publicado por Erasmo de Rotterdam. No menciona el Nuevo Testamento en griego de la
Políglota Complutense que fue terminado primero que el de Erasmo, pero publicado después
del de Erasmo, y que contaba con mejor base textual que el de Erasmo.

Otras fuentes de las cuales se sirvió Casiodoro de Reina fue la Biblia de Ferrara, o sea el
Antiguo Testamento traducido del hebreo al español, el Nuevo Testamento de Francisco de
Enzinas, traducido del griego al español, y la traducción del griego al español de Juan Valdés
de las epístolas de Pablo, entre otras. También siguió la práctica establecida por el biblista
Sebastián Castelión de colocar «Jehová» en vez de «El Señor» para referirse al nombre de
Dios en el Antiguo Testamento.

Casiodoro de Reina sufrió persecución y acoso por parte de la Inquisición española y por parte
de algunos líderes protestantes calvinistas. Esto le ocasionó tener que refugiarse en ciudades
como Basilea, Londres, Amberes y finalmente Francfort del Meno, donde murió en 1594.

Cipriano de Valera publicó dos años después de la muerte de Casiodoro de Reina un Nuevo
Testamento, El Testamento Nuevo de Nuestro Señor Jesu-Christo (1596) que está bajo el
nombre de Cipriano de Valera y donde no aparece el nombre de Casiodoro de Reina, pero que
es efectivamente la traducción del Nuevo Testamento de la traducción de Reina, quitando
algunas notas y poniendo otras pocas, y con algunas mínimas alteraciones al texto. Este Nuevo
Testamento se imprimió por muchos años sin reconocer que era obra de Casiodoro de Reina.

En 1602 Cipriano de Valera publica una revisión de la Biblia de Reina, la cual consistió en poner
los libros apócrifos entre los dos testamentos, no como los había puesto Reina según el orden
en que vienen en la Septuaginta. Valera también quitó algunas notas de Reina y añadió otras
siguiendo especialmente las notas de las Biblias calvinistas de Ginebra. El nombre de Reina no
aparece en la portada de la revisión de Valera, sino la frase «por Cipriano de Valera», aunque
menciona a Reina en la introducción.

Por otra parte, esta Biblia se ha dado en llamar Biblia Reina-Valera dentro de la comunidad
protestante y ha sido por muchos años la versión de la Biblia más leída y aceptada en el mundo
protestante de habla española. Esta Biblia ha sido reimpresa y revisada varias veces. La
primera reimpresión se hizo en 1625, luego se revisó en 1831, 1845, 1849,1860 y en 1862. Fue
en la edición de 1860 que el revisor español anglicano Lorenzo Lucena Pedrosa, profesor de
español de la Universidad de Oxford, le suprimió los libros deuterocanónicos o apócrifos.

En 1865 la Sociedad Bíblica Estadounidense (American Bible Society) patrocinó una revisión de
la Reina-Valera, la cual estuvo a cargo en mayor medida por el misionero norteamericano en
Bogotá, Colombia, Henry B. Pratt, con colaboración del español Ángel H. de Mora. Esta revisión
se apega estrictamente al Texto Recibido, colocando en letra cursiva toda palabra que no es
traducción literal de los idiomas originales. Esta revisión tuvo al menos nueve reimpresiones en
el período comprendido entre 1870 y 1905.
La primera revisión de la Biblia Reina-Valera en el siglo XX fue hecha en España en el año
1909 por Juan Cabrera, obispo de la Iglesia Española Reformada Episcopal y Cipriano Tornos,
pastor de la Iglesia Evangélica El Salvador. Luego se ha revisado en 1960, 1977, 1989 y 1995.
La revisión de 1995, realizada por un comité de revisores de las Sociedades Bíblicas Unidas,
actualizó extensamente la redacción, el vocabulario y la ortografía de la versión. También se
mantuvo el nombre «Jehová» para referirse al nombre divino. Se ha publicado, además, una
edición de estudio, también patrocinada por las Sociedades Bíblicas Unidas. En el año 2009 se
publicó el evangelio de Juan de otra revisión llamada Reina Valera Contemporánea, la Biblia
completa de esta revisión salió a la luz en el año 2011.

Como nota adicional a este artículo, es importante destacar que casi medio siglo después de
publicada la Biblia de Reina, esta Biblia probablemente sirvió al comité que tradujo al inglés la
Biblia del Rey Jacobo o King James Version (KJV) pues se menciona en las actas de las
reuniones de ese comité que hubo una Biblia en español en la reunión final donde se cotejó el
texto final de la KJV con otras traducciones para hacer las últimas correcciones al texto en
inglés. Es posible que fuera la Biblia de Casiodoro de Reina pues era la única Biblia protestante
en español de la época y porque un protestante hijo de español, Adrián Saravia, era miembro
del comité de traductores de la KJV. Saravia fue el único hablante que no tenía el inglés como
lengua materna que hizo parte del comité de traductores de la KJV debido a su erudición
sobresaliente en todos los campos del conocimiento bíblico, especialmente por ser uno de lo
mejores hebraístas de la época.

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