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Cosmovisión o concepción del hombre

Platón La filosofía platónica es el punto de arranque


filosófico de la visión dualista que ha
impregnado durante siglos la cosmovisión
intelectual y la creencia común sobre la
naturaleza humana. El objetivo que Platón
persigue es llegar a una definición objetiva y
universal, desde el plano de la physis, acerca de
la naturaleza humana. Su teoría nace para
defender esa perspectiva- que también
sostenía Sócrates- frente a la perspectiva del
nomos, que defendían los sofistas.

Los sofistas defendían el carácter subjetivo y


variable de la naturaleza humana. Así pues, no
existe nada absoluto, es decir, no hay
estabilidad ni esencia en la realidad: todo es
cambio, variación y convención. Este enfoque
relativista era la conclusión lógica de las
observaciones de Herodoto acerca de las
distintas formas de vida de los distintos países
y pueblos. Por tanto, el reino del nomos que
defendían los sofistas era pura arbitrariedad,
convención y capricho. Incluso algunos
pensadores, como Gorgias, declaraban que el
mundo en sí, o sea, la propia physis, era
incognoscible.

Platón quería superar ese escepticismo ético y


físico y ofrecer estabilidad al mundo ético del
nomos. Para ello, era preciso asegurar una
naturaleza humana invariable y eterna en el
reino de la physis. Para cumplir ese objetivo,
Platón ideó un sistema dualista.

Ese sistema dualista se basa en dos mundos.


Uno lo conocemos a través de los sentidos, y es
sensible y variable. El otro lo captamos a través
de la razón, y es inteligible e inmutable.
Recogiendo elementos de la religión órfica a
través de Pitágoras, Platón aplicó el dualismo
para explicar la naturaleza humana y lo
ejemplificó a través de tres mitos: el carro
alado, el de la caverna y el mito de Er. En ellos
se explica cómo el ser humano, ese "bípedo
implume", es un ser compuesto por dos
realidades antagónicas: el cuerpo y el alma. El
cuerpo es una realidad perecedera, fuente de
error y del mal moral, mientras que el alma es
una realidad inmortal.

Aristóteles Aristóteles (384-322 a. C.) sostiene que el ser


humano es una ser físico y biológico que, al
igual que las plantas, tiene un alma vegetativa,
y, como el resto de los animales, un alma
sensitiva. Todas sus actividades como ser vivo
están adaptadas a una determinación superior;
así lo indican las manos, los instrumentos del
habla, el tamaño de su cerebro. Sin embargo, lo
propio del ser humano es tener un alma
racional, lo cual le permite hablar, razonar y
distinguir el bien del mal.

A diferencia de Platón, Aristóteles no concibe


las almas de los vivientes como "algo distinto y
escondido en los cuerpos" que pueda separarse
de ellos, sino como un tipo de facultad o
función de los organismos. Así, en las plantas,
el alma explica que sean capaces de nutrirse y
reproducirse; en los animales, que huyan del
dolor y busquen el placer; en el humano, que
seamos capaces de hablar y pensar. Aristóteles
no cree posible aislar el alma vegetativa, es
decir, lo que mantiene viva a una planta, del
resto de la planta, ni separar el alma sensitiva
del cuerpo del animal. De la misma manera, la
facultad de hablar y pensar, el alma humana,
no puede existir al margen del ser humano
competo, que es quien la hace posible.

Así pues, para Aristóteles, el ser humano es una


unidad sustancial es decir, una única realidad
en la que podemos distinguir, pero no separar,
dos sustancias: el alma y el cuerpo. Gracias a su
condición racional el ser humano puede hablar,
pensar, juzgar, admirarse por las cosas que le
rodean, hacerse preguntas e investigar el
porqué de todo. La razón y el lenguaje
constituyen las facultades específicamente
humanas, y lo propio del hombre es vivir
conforme a ellas (por ello, decimos que el
hombre es un animal con logos porque el logos
es la palabra, la razón y medida o proporción).

Otro punto en el que Aristóteles se opone a su


maestro es en la creencia platónica de que la
naturaleza humana se realiza y alcanza su
plenitud en la vida eterna e incorruptible del
mundo de las Ideas.

Para Aristóteles, el cenit de la vida plenamente


humana está en el conocimiento contemplativo
de la realidad. Este tipo de conocimiento
promueve una ética de moderación y
equilibrio.

Además, el ser humano es sociable por


naturaleza (el ser humano es un animal político
y, como tal, su ser se establece en comunidad
con otro) y, gracias a la razón y al lenguaje,
puede establecer lo que es justo e injusto, y
descubrir las formas de vida más virtuosa. La
virtud humana consiste en seguir el juicio recto
de la razón, que nos indica cómo actuar para
ser más libres, sabios y felices. Sin embargo, no
siempre seguimos los dictados de la razón. Por
lo tanto, la virtud debe ser enseñada y
aprendida, y la sociedad debe crear las
condiciones para que podamos practicarla y
vivir conforme a nuestra naturaleza. Según
Aristóteles, el ser humano sólo podrá realizarse
como tal si la polis, a través de sus leyes,
costumbres y tradiciones, nos proporciona un
entorno adecuado.
(469-399) supera el escepticismo sofista y crea
la filosofía antropológica al contraponer a la
sensación la universalidad de la razón. El
Sócrates hombre debe alcanzar la verdad mediante el
autoconocimiento ("conócete a ti mismo" será
uno de sus planteamientos favoritos) y
desarrollar su intelecto ("sólo sé que no sé
nada"). La ignorancia nos llevará a la maldad,
por lo que a través del conocimiento y la
inteligencia alcanzaremos la virtud. Pero esa
inteligencia hay que desarrollarla, estimulando
la búsqueda del conocimiento y de la razón
"característica principal del hombre" según
Sócrates. El daimónion (voz interior) constituye
la única guía moral del individuo. Oponiéndose
a la relatividad manifestada por los sofistas,
Platón se interesa por la doctrina de Sócrates,
desde donde parte para desarrollar sus propios
planteamientos, basados en la existencia del
mundo de las Ideas y el mundo del Ser,
contrapuestos al mundo de las Apariencias. La
formación del mundo se debe a una
inteligencia, a un demiurgo, que desarrolla las
apariencias (no ser) tomando las ideas como
punto de partida. El individuo está formado por
cuerpo y alma, siendo ésta inmortal. Existe un
número limitado de almas, por lo que es
necesaria la reencarnación. Esta unión de alma
y cuerpo es accidental y violenta. El Estado
platónico está estructurado en tres clases: los
filósofos, que gobiernan; los guerreros, que
defienden a la sociedad, y los artesanos, que
trabajan. La finalidad del Estado es que sus
ciudadanos sean felices, por lo que la Justicia
debe ser la rectora, junto a la Prudencia, la
Fortaleza y la Templanza. Todos estos
planteamientos están recogidos en sus
principales obras como El banquete, La
república, Timeo o Fedón, estructuradas en
forma de diálogos, donde el protagonista es
Sócrates hablando con sus discípulos. En el año
387 a. C. fundó la Academia de Atenas.

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