Está en la página 1de 6

LA PERSONALIDAD DEL DIRIGENTE

Cuando se abordan los problemas sociopsicológicos de la dirección, se hace referencia,


fundamentalmente, a los rasgos psicológicos-individuales de la personalidad, a la actividad y
estructura del colectivo, su dinámica, su clima socioemocional, etcétera.
De esta forma, al destacar en este tema la personalidad del dirigente, por constituir un factor de
gran peso en la manifestación de lo psicológico en los procesos de dirección, esto no quiere decir
que la consideremos de manera aislada, ya que personalidad y colectivo para la psicología social
constituyen una unidad dialéctica de fenómenos no idénticos, pero sí inseparables.
La personalidad del dirigente se forma en un proceso dinámico; responde a una biografía personal
vinculada a la actividad desplegada por este en los sistemas de relaciones de diversos colectivos,
en diferentes etapas del desarrollo de su personalidad: la familia, los colectivos escolares, de
juego, deportivos, artístico-culturales, laborales, políticos, etc. De ahí que al analizar la unidad
personalidad-colectivo en un sistema dado de dirección no podemos hacer depender
absolutamente las cualidades del dirigente de la influencia externa del colectivo laboral, porque ya
vimos que el dirigente llegó a él con una personalidad ya estructurada en toda su actividad
anterior. Habría que recurrir, para comprender en su justo sentido la unidad personalidad (del
dirigente)-co1ectivo, a dos ideas metodológicamente válidas para este análisis.
En primer lugar, a la aplicación adecuada del principio del determinismo dialéctico a la
personalidad: las-causas externas actúan a través de las condiciones internas, es decir, que a
partir del carácter determinante de lo externo (en este caso actividad, valoraciones y exigencias
del colectivo), "el efecto psicológico de cada influencia (incluida la pedagógica) sobre la persona,
está condicionado por la historia de su desarrollo, por sus leyes internas". 1
De este modo, lo psicológico no constituye un reflejo mecánico de la realidad social exterior, sino
el resultado de un reflejo activo; la personalidad se forma no como resultado de una simple
asimilación de lo externo, de lo social, sino producto de una compleja interacción de factores
externos e internos, en la que lo interno, lo psíquico, aparece como un fenómeno externamente
condicionado.
En segundo lugar, lo social hay que entenderlo como relaciones reales que se establecen en la
actividad de los hombres; de ahí que resulte imposible hacer abstracción de lo social al estudiar la
personalidad psicológica. Cualquier influencia social puede transformarse en el contenido interior,
psicológico, de la personalidad; pero, siendo infinita la cantidad de posibles combinaciones y
relaciones, dada la amplitud de las relaciones sociales (materiales y espirituales) en las que el
hombre se halla inmerso, resulta que el carácter socialmente determinado de la personalidad se
manifiesta en rasgos nuevos, en propiedades y cualidades de origen social que alcanzan una
relativa autonomía con respecto a los grupos y colectivos sociales en los cuales surgen. Así, la
segunda idea válida para comprender la unión dialéctica personalidad-colectivo, radica en que las
cualidades psicológicas no deriven mecánicamente de lo social. Resulta entonces válido expresar
que las cualidades psicológicas del dirigente se van formando y consolidando en el desarrollo
ininterrumpido de las diversas formas de actividad que preceden su vinculación con un nuevo
colectivo laboral, pero que, en cada caso, la interacción con este, desde su posición dirigente, lo
hacen recibir y dar, es decir, incorporar importantes vivencias que modifican en algún sentido sus
estados psíquicos, o sus valoraciones de la realidad, a la vez que su propia influencia se dirige y
actúa sobre la psicología del colectivo.
Esta idea, aplicada a la psicología de la dirección, se apoya en un principio de la psicología
general que formula el carácter dinámico de la personalidad, es decir, que la personalidad como
formación psicológica compleja rebasa los marcos de las condiciones en qué se forma y
constituye en su contenido psicológico algo nuevo y diferente que rebasa los límites de las

1
S. L. Bubinstein: El ser y la conciencia. Editora Universitaria. La Habana. 1965. p. 416.
influencias formadoras. Por la selectividad de la personalidad, una llamada de atención en el
colectivo produce, en unos, un efecto estimulante que moviliza su actividad, mientras que, en
otros, se produce un estado psíquico desestimulante, paralizante; por la dinámica interacción que
se produce entre el carácter del estímulo y el estado de la necesidad, la personalidad en calidad
de sujeto de la actividad ofrece como producto algo nuevo, es decir, un efecto psíquico producido
de manera mediata que traspasa los límites de las influencias externas.
Cabe ahora pensar en la valoración de lo nuevo, pues el hecho de que la personalidad no sea una
réplica mecánica del mundo social, no significa que su esencia transformadora siempre conduzca
a la formación de una cualidad esencialmente positiva. Este problema se resuelve solamente
cuando los objetivos sociales responden a propósitos progresistas; el tipo de relaciones que se
establece socialmente indicará si el carácter dinámico de la personalidad la conducirá a influir en
el perfeccionamiento de las relaciones sociales.
Así, este principio del carácter dinámico y activo de la personalidad, llevado al plano de las
relaciones socialistas, nos hace pensar que, en el caso de la personalidad del dirigente, sus
cualidades, acciones y reaccionas no pueden limitarse a reproducir condiciones de vida y
actuaciones ya caducas, sino a crear nuevas condiciones, nuevas cualidades del colectivo,
nuevas relaciones y productos cualitativamente superiores tanto en lo material como en lo
espiritual. Históricamente esta propiedad deja personalidad se ha expresado en sus productos: en
las ideas que han hecho avanzar a la humanidad, en las obras de la cultura humana;
psicológicamente este principio se expresa en el avance cualitativo de la interacción de las
personas, las nuevas cualidades que se forman en el resultado de esta interacción (clima
sociopsicológico) y de la actividad misma;
La personalidad del dirigente socialista se forma bajo la influencia de exigencias sociales
cualitativamente nuevas: hay que dirigir los procesos sociales para transformar la sociedad y para
transformar a los individuos. En el colectivo esto se traduce en que la personalidad del dirigente
debe convertirse en un elemento dinámico de los procesos de dirección encaminados a
perfeccionar las relaciones del colectivo, al individuo mismo y sus productos, es decir, los valores
materiales y espirituales que crea.
Las cualidades del dirigente socialista
Siguiendo las exigencias de un enfoque histórico-concreto de la dirección, no nos vamos a ocupar
de las cualidades de la personalidad de cualquier dirigente en abstracto, sino del dirigente
socialista.
Las ideas expresadas con anterioridad destacan determinadas exigencias sociales planteadas al
dirigente, que demandan su interiorización; su personalidad influirá en que la dirección trascienda
lo ya existente, y mediante su estilo individual eleve el nivel de actividad del colectivo. El dirigente
socialista tendrá que ser capaz de garantizar altos rendimientos laborales mediante la actividad
conjunta de los miembros del colectivo, el perfeccionamiento de la democracia socialista y del
sistema de dirección y el enriquecimiento de la personalidad de cada miembro del colectivo.
Para cumplir con tales exigencias se hace necesario coordinar los componentes de todo el
sistema, asegurar su equilibrio, desarrollar determinadas actividades que se manifestarán como
funciones. Así, actividad, funciones y tareas de dirección constituirán un modelo imprescindible
para el estudio del dirigente, en especial, de sus cualidades personales (psicológicas).
Con este enfoque, las funciones de dirección responderán a la especificidad del sistema social, y
las cualidades del dirigente se formarán bajo el influjo y el desempeño de las funciones que
dimanan de los objetivos del sistema.
Función de dirección es una categoría necesaria y fundamental de la teoría de la dirección, y sus
definiciones son abundantes y variadas aunque, en general, se entiende como el contenido de las
actividades de dirección ejecutadas o como la realización de operaciones que se corresponden
con las fases del ciclo directivo; estas últimas (la planificación, la organización, la dirección
operativa y el control) son funciones generales de dirección porque revelan su esencia. En este
trabajo fueron anteriormente expuestas algunas ideas en relación con las funciones del dirigente
que mayor influencia ejercen sobre la psicología de los subordinados, denominándolas funciones
sociopsicológicas; en este caso, pensamos que, a través de la comunicación, el dirigente no
solamente hace llegar a los miembros del colectivo el contenido esencial de los objetivos, las
metas, las tareas y las orientaciones para el trabajo, sino que también en la comunicación va
implícita la motivación, tanto en lo referente al estímulo, al contagio de estados psíquicos que van
a influir en la movilización del grupo, como en cuanto a la regulación que hace de la actividad
(establecer normas, valorar resultados parciales o finales, hacer indicaciones, etcétera).
No podría excluirse de las funciones sociopsicológicas la función educadora, es decir, la influencia
dirigida al desarrollo de la personalidad, a la estimulación de formaciones psicológicas y estados
psíquicos favorables al aprendizaje y a la socialización de la personalidad. La función educadora
comprende la influencia personal del que educa, pero no puede desempeñarse al margen de los
resultados de la práctica social y de los resultados de la propia actividad de aquellos que reciben
la influencia; de ahí que "el que educa" no podría desempeñarse en su actividad sin la existencia y
acción de quienes aprenden o reciben dichas influencias.
Sobre esta función se ha escrito mucho, y al igual que otras funciones sociopsicológicas, penetra
todo el ciclo directivo, es decir, no se manifiesta de forma aislada sino en la integridad de la
actividad dirigente. Si hacernos énfasis en ella es debido al peso de los factores sociopsicológicos,
fundamentalmente en lo que respecta a la apropiación, al aprendizaje y a la motivación.
Las funciones de dirección, vistas como actividad o agrupaciones de actividades afines por su
contenido, siempre se derivan de objetivos. El partido comunista elabora la línea general, el rumbo
político del desarrollo de la sociedad y organiza su materialización en la práctica; a partir de tal
línea se deriva toda una serie de objetivos para las organizaciones estatales, sociales y de masas,
siendo sus rasgos distintivos la consecuente orientación hacia fines concretos. Apoyándose en el
conocimiento y la utilización de las leyes y posibilidades objetivas, el partido desempeña la labor
de organización e ideológica para la aplicación práctica de esta línea.
Esta política partidista penetra todo el contenido de la dirección socialista, sus principios, su
orientación, sus métodos, a la vez que aglutina todos los eslabones del sistema de dirección,
encaminándolos a la solución de problemas tanto generales como particulares.
De ahí que al referirnos a la gran responsabilidad del dirigente en la sociedad socialista tengamos
que mencionar las cualidades que le van a permitir mantener un nivel de concordancia y armonía
entre los objetivos trazados por el partido y el nivel de la actividad, ante todo, en lo referente a
métodos y formas.
La construcción socialista presenta exigencias cada vez mayores a nuestros dirigentes; su función
coordinadora "se basa en el plan de la economía nacional, en las decisiones del partido y del
gobierno, así como en tas normas de la legalidad socialista", 2 por lo que no todo depende de sus
capacidades y de su psicología; sin embargo, la expectativa social es encontrar en él amplios
conocimientos de la teoría marxista-leninista y sobre la rama que dirige, madurez política,
profundo sentido de la responsabilidad y conocimientos sobre la ciencia de la dirección.
Estás crecientes exigencias que la sociedad socialista plantea a sus dirigentes tienen que
encontrar respuestas a nivel individual en las cualidades que en ellos existen y se desarrollan;
estas cualidades van a constituirse en los factores psicológicos que posibilitarán la realización de
conductas esperadas. Así vamos a encontrar en la literatura una abundante referencia a dichas
cualidades, teniendo en cuenta las exigencias que el partido y la sociedad les plantean.
Se desprende de lo anterior que las cualidades de los dirigentes surgen con la participación de
diversos factores determinantes, lo cuál indica que las cualidades psicológicas del dirigente no
dependen solo de su voluntad sino de factores tales como el propio régimen sociopolitico y la
etapa especifica del desarrollo social, este factor importantísimo explica que un dirigente excelente
ayer, en determinadas condiciones y circunstancias, hoy se convierta en un obstáculo para el
desarrollo, o que el dirigente de una empresa capitalista, cuyo objetivo es obtener ganancias, no
podría responder a las altas exigencias de una sociedad donde lo fundamental es cumplir el plan,
pero además, educar al hombre.

2
Autores varios: El dirigente, el colectivo, la personalidad. Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana. 1978, p. 9.
Estas cualidades están determinadas también por la rama en que se trabaja, ya que la estructura
de la actividad dirigente es diferente en la economía, la cultura, el partido, el sindicato, etc., e
incluso, dentro de una misma profesión o rama, pueden variar las cualidades, y, por supuesto, en
dependencia del nivel de dirección, las exigencias también serán diferentes; así, el director de un
policlínico o el jefe de un equipo de cirugía no necesariamente puede resultar un hábil director
provincial de salud; así tampoco un buen jefe de brigada puede estar apto de inmediato para
dirigir un departamento o empresa.
Sobre la base de estas condiciones generales y específicas, que se convierten en factores
determinantes (objetivos} de las cualidades del dirigente, es que se trabaja el problema referente a
la personalidad de este; la descripción de esta personalidad solo puede hacerse partiendo de las
condiciones de la sociedad socialista para con los dirigentes (en las que se sintetizan los
principios leninistas de la dirección partidista), y de ahí al análisis de las funciones que ellos deben
desempeñar.
Por todo esto, el esquema lógico para este análisis podría simplificarse de la siguiente forma;
Principios leninistas de dirección-funciones-tareas-cualidades.
El término "cualidades del dirigente" de cierta forma ha sintetizado, en la terminología de la ciencia
de la dirección, una serie de componentes de la personalidad psicológica; se habla de cualidades
para enfatizar una capacidad, un conocimiento, una actitud, o el sistema de algunos de ellos.
Pero, según la psicología marxista, la personalidad es mucho más, es una formación que se
caracteriza por una estructura compleja, con subestructuras jerárquicas (niveles), donde los
niveles superiores desempeñan un papel primordial en la regulación de la conducta dentro del sis-
tema de su actividad conjunta con otros miembros de la sociedad.
Hablar de la personalidad del dirigente es inmensamente más amplio que referirse a sus
cualidades, ya que la estructura de la personalidad incluye propiedades, procesos, estados,
cualidades generales, específicas, etc., y, dado que la personalidad constituye el nivel superior de
regulación de la conducta y de la actividad que la sociedad exige al dirigente; es en la
personalidad de este donde se encuentran los motivos, las ideas, las actitudes, que van a
convertirse en fuerza motriz de su conducta; para comprendería y estudiaría hay que penetrar la
estructura de su actividad, específicamente, de su actividad directriz.
Esta aclaración no debe limitar el uso del término económico de "cualidades del dirigente", sino
motivar el estudio sociopsicológico de estas, buscando en la compleja estructura de la
personalidad la riqueza psicológica que se esconde detrás de tal término.
Dado que las cualidades deben responder a un amplio programa de exigencias, lo más común es
encontrar agrupaciones de cualidades vinculadas a actividades afines (funciones) y de esta forma
se habla de:
1. Cualidades del dirigente como trabajador político. En este sistema de cualidades
desempeña un papel rector todo el pensamiento político-social del dirigente, su concepción del
mundo y convicciones; matizando estos conocimientos, motivos y actitudes de gran contenido
político social se encuentran la propia experiencia del cuadro, sus habilidades, sus éxitos o sus
dificultades en la práctica, en el manejo de los métodos partidistas (la persuasión, la crítica y la
autocrítica) y de dirección en general.
Cualquier dirigente en la sociedad socialista y, particularmente el dirigente partidista, es un
trabajador político; la labor política no se reduce a la propaganda, sino que en las condiciones de
la construcción socialista en alguna medida todo alcanza repercusión política: la organización del
trabajo, las condiciones de vida y trabajo de los hombres, la satisfacción de las múltiples
necesidades, etc. En este sentido es altamente aleccionador lo planteado por M. Nenashev sobre
este tipo de funciones y cualidades: "Hay casos en que se pierde de vista que, en un país
socialista, el dirigente administrativo es a la.par representante plenipotenciario del partido y del
pueblo, por lo cual no solo responde de la actividad laboral, sino también del estado político y
moral de la colectividad." 3

3
M. Nenashev La educación de la personalidad. Editorial Progreso. Moscú. 1978. p 112
Se incluyen en este sistema cualidades vinculadas al nivel de conciencia política, de madurez
ideológica, las cualidades morales del dirigente y el nivel de autoridad alcanzado por él sobre la
base de resultados concretos.
La fuerza y la eficacia de estas cualidades en la conducta real de los dirigentes se apoya en el
logro de que el partidismo se traduzca en hechos, en que se materialicen conducías que
respondan activamente a los objetivos e intereses de la clase obrera.
Los cuadros dirigentes, al ser trasmisores de la política del partido, tienen necesariamente que
tener una participación personal en la propagación de la teoría y la política del partido.
2. Cualidades del dirigente. Este sistema de cualidades se destaca sobremanera por el hecho
de que un dirigente con madurez ideológica, conocedor y laborioso podría fracasar en su labor si
no es capaz de planificar y plantear las tareas, distribuirlas, definir los plazos y exigir por los resul-
tados; ser dirigente implica coordinar, tomar decisiones, impartir instrucciones, controlar y exigir.
A estas cualidades se integran todos los conocimientos políticos, económicos y profesionales, en
particular, que permitan al dirigente alcanzar si no un nivel científico en la dirección, al menos, el
desarrollo de una forma de pensamiento y conducta cada día más sistemática y objetiva.
Escoger una táctica adecuada, examinar con rapidez la situación y tomar decisiones, incorporar
las experiencias colectivas, estimular y exigir, adoptar decisiones necesarias y oportunas son,
entre otras, las habilidades y los hábitos de cuya sistematización se podrán lograr las capacidades
óptimas para dirigir.
3. Cualidades profesionales. La formación profesional de los dirigentes es la condición que los
capacita para ocupar cargos de dirección dentro del partido, dentro de los órganos estatales, de la
economía, organizaciones de masas, etc. La realización de la revolución científico-técnica, los
nuevos ritmos del progreso y el cumplimiento de los planes económicos y sociales reclaman
sólidos conocimientos profesionales.
En la aceleración de estos logros, los dirigentes no pueden limitarse a los métodos económicos o
administrativos; premisa esencial para el desarrollo de la actividad laboral es una atmósfera
política sana y el despliegue de métodos de dirección que propicien la iniciativa y la creatividad;
pero, incuestionablemente, las acciones enérgicas en la eliminación de los obstáculos y en
la defensa de lo nuevo exigen conocimientos y habilidades en correspondencia con la esfera en
que se dirige y el cargo en cuestión que se desempeña. Este sistema de cualidades agrupa, por
tanto, los conocimientos, hábitos, habilidades, actitudes, motivos y experiencias vinculados con la
actividad profesional ya sea en la producción, en los servicios o en la vida espiritual.
Sin conocimientos técnicos y prácticos sobre la actividad en cuestión no se logran efectivas
cualidades profesionales que permitan el avance creador de ella. Esto no quiere decir que el
dirigente del colectivo tiene que ser, en todos los casos, el que más sabe; una adecuada
combinación de cualidades lo puede capacitar para ser el que mejor dirija la actividad; pero, entre
ellas, tienen que desarrollarse cualidades profesionales, conocimientos profundos sobre el
proceso u objeto que dirige, sin lo cual no habría condiciones para el trabajo creador, y el clima
sociopsicológico propiciaría la formación de estados afectivos negativos.
4. Cualidades de los dirigentes para relacionarse y ayudar a los subordinados. Este tipo de
cualidades es tratado en la literatura burguesa con el nombre de "relaciones humanas". Se refiere
específicamente a las capacidades, habilidades y hábitos que intervienen en las relaciones ínter-
personales.
Este tipo de cualidades se va formando en la medida en que los cuadros comprenden que cada
hombre tiene sus propias peculiaridades en cuanto a conocimientos, educación, intereses, etc., y
este hecho, al hacer que la influencia personal del dirigente se reciba de distinta forma según los
diversos niveles de conciencia, lo obliga a una acción directiva encaminada a combinar los
métodos colectivos y personales tomando en consideración los intereses y peculiaridades de
personalidades individualizadas.
De cómo las personas se perciben entre sí depende el desarrollo de sus relaciones recíprocas;
así, la personalidad del dirigente debe quedar claramente presentada al colectivo para que se
creen las bases de una impresión positiva (el conocimiento inmediato de su biografía ayudará al
descubrimiento de sus cualidades). Por otra parte, el dirigente debe profundizar en el
conocimiento de la composición de su colectivo; cantidad de personas, edades, experiencia,
capacidades, etc. Este mutuo conocimiento favorecerá la percepción recíproca apropiada
reduciendo efectos negativos que se originan en prejuicios, sobre estimación o justificación de
cualidades y defectos.
Los signos de las cualidades para el trabajo con las personas no se reducen a la comunicación
individual; hace falta también que el dirigente mejore su comunicación colectiva, creando las
condiciones apropiadas para un mejor trabajo y para el desarrollo de la emulación socialista; por
estas vías hay que comprender que las cualidades para relacionarse con las personas
individualmente y con el colectivo implican una interpretación correcta de que significa "ayudar" a
los subordinados.
En este sentido la ayuda al individuo rio puede amenazar la fuerza y estabilidad de los principios y
tareas socialistas materializadas en el quehacer cotidiano del colectivo, como tampoco la actitud
cuidadosa hacia la tarea social justifica amenazar la integridad psicológica del individuo. Ayudar a
los subordinados implica desarrollar en ellos actitudes y cualidades que a la larga o de forma más
breve beneficiarán no solo al hombre sino a la colectividad y de ninguna manera puede ser
entendido como la simple creación de lazos de amistad o dependencia afectiva con el jefe. Se
trata de una ayuda más humana porque debe promover el desarrollo de la inteligencia, del
pensamiento, de la independencia creadora, pero jamás una ayuda paternalista o amistosa al
margen de los objetivos laborales.
Esto plantea la correcta dialéctica entre lo individual y lo social en las relaciones del colectivo,
tener muy presente que las tareas sociales no van a ser realizadas por mecanismos, sino por
personas, que primero tendrán que comprenderlas y asimilarlas para después convertirse en
verdaderos agentes activos en su realización.
Las cualidades del dirigente para relacionarse con los subordinados incluyen muchas personales
de índole psicológica, pero, entre ellas, fundamentalmente, su capacidad comunicativa, su
sensibilidad y su creatividad para transformar los intereses sociales en tareas concretas del
colectivo.
Pudiera ampliarse mucho más la relación de cualidades del dirigente socialista, como que este
debe combinar sus convicciones comunistas y sus capacidades para organizar políticamente los
éxitos económicos y sociales en una atmósfera camaraderil entre los trabajadores; los sistemas
de cualidades mencionados sintetizan posiblemente aquellas cualidades más relevantes, las que
con mayor fuerza reflejan los principios leninistas de dirección: la firmeza política, la demostración
del ejemplo personal, el dominio de la actividad y su dirección, la defensa de lo nuevo, actitudes
enérgicas en la eliminación de los obstáculos y una conducta sensible, modesta y camaraderil
hacia el colectivo.
Las cualidades psicológicas del dirigente, así como las del propio trabajador, están estrechamente
vinculadas al desarrollo del colectivo laboral; de ahí que los problemas relacionados con la teoría y
con la práctica de estos colectivos se encuentran en el centro de la atención del partido. Es en el
colectivo donde la personalidad tiene la posibilidad de manifestarse más plenamente a través de
la interacción inmediata y las relaciones de colaboración, y en él, precisamente, surgen nuevas
cualidades que pertenecen tanto a la personalidad como al colectivo laboral.
Irma Barrios Osuna

Bibliografía
Afanasiev, V. B.: Dirección científica de la sociedad. Editorial Progreso, Moscú, 1975,
Autores varios: El dirígeme, el colectivo, la personalidad. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. 1978.
Nenashev, M.: La educación de la, personalidad. Editorial Progreso, Moscú, 1978.
Predvechni, G, P. y Yu. A, Sherkovin: Psicología social. Editorial Libros para la educación. La Habana,
1981.
REPRODUCE: COMISION NACIONAL DE FORMACION IDEOLOGICA Y POLITICA DEL CC - 2011

También podría gustarte