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CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSOSÓFICA

LA FILOSOFÍA DE LA ANTIGUA GRECIA

La filosofía de la antigüedad o simplemente “filosofía antigua” se extiende desde aproximadamente


los siglos V – VI AC hasta el siglo V DC. Muchos historiadores suelen tomar el año 529 como el fin
de esta era, cuando el emperador romano Justiniano cierra La Academia, la famosa escuela de
filosofía fundada por Platón. Tradicionalmente se considera que en este período se sientan las bases
del pensamiento occidental y aunque se cree que Grecia es el centro de producción intelectual
(porque en ella aparecen pensadores de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles), hay sin embargo
otros lugares como Jonia, el imperio Macedónico o el imperio Romano que tienen mucha
preponderancia en el desarrollo del pensamiento filosófico.

La filosofía antigua suele dividirse de distintas maneras según sea el criterio basado en la
problemática de que se ocupan en las diferentes etapas; y entonces tenemos:

1. Filosofía de la naturaleza (periodo cosmológico)


2. Filosofía del hombre (periodo antropológico)
3. Periodo de los grandes sistemas (epistémico-ontológico)
4. Filosofía ética
5. Neoplatonismo (periodo religioso)

Por supuesto que el nombre de cada periodo sólo alude a la problemática que predominó en dicho
periodo, pero esto de ninguna manera indica que sea el único tipo de problema que se aborda.

Filosofía del hombre (Periodo antropológico)

Lo distintivo de este periodo es que el hombre comienza a reflexionar sobre sí mismo y deja
momentáneamente de prestarle atención a la realidad exterior. Ahora el punto central de su
preocupación es el objeto y la naturaleza de la vida humana, en lugar del mundo que lo rodea. La
reflexión propiamente filosófica sobre el hombre mismo se inicia con Sócrates.

Protágoras: El hombre es la medida de todo.

Protágoras afirmaba que las cosas están sujetas a un cambio continuo. Y considero que lo mismo
ocurre con el cuerpo humano y los órganos de los sentidos y por todo ello concluyó que el contenido
de nuestra percepción es siempre distinto, es decir, que no podemos afirmar verdades absolutas.

Para Protágoras no podemos decir cómo son realmente las cosas, sino solamente cómo nos parece
que son en un momento determinado. A cada quien le parecen las cosas de manera distinta. Según
Protágoras, el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las
que no son en cuanto que no son.

Para él, el conocimiento es algo que se da en el sujeto, en su mente y por ello no pueden existir
verdades universales, absolutas; es decir, que sean válidas para todos, porque de cada cosa se
pueden decir cosas distintas o hasta contrarias y ambas justificarse por igual.
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Lo mismo ocurre con las costumbres y las leyes pues no son universalmente válidas ni eternas, sino
que se siguen por una especie de acuerdo, por eso son distintas en cada lugar y época. Lo justo y lo
injusto, lo bueno y lo malo son solamente nombres, aun cuando es necesario actuar como si fueran
algo más que eso por la utilidad y la práctica que tienen en la comunidad. Es importante señalar
que la importancia de Protágoras para la filosofía radica en haber planeado por primera vez el
problema del conocimiento.

Sócrates: conócete a ti mismo (470-399 a.C.)

Fue el primer pensador que se ocupó filosóficamente del ser humano. Se orientó
fundamentalmente a la mejora de la praxis educativa y política: pretende ayudar a vivir una vida
buena, como buen ciudadano de la ciudad, de acuerdo con la justicia. Sostiene que el ser humano
tiene un alma inmortal y considera al hombre como un proyecto no acabado, cuya vida debe
protagonizar por sí mismo. Esta tarea requiere encontrar algún punto de apoyo absoluto que
permita orientar bien su desarrollo. Ofrece definiciones esenciales sobre las realidades humanas y
los valores éticos

La dialéctica: Para llegar al verdadero conocimiento, Sócrates emplea el método de la dialéctica,


que consiste en una discusión dirigida siempre con rigor y precisión, un diálogo en el que se tiene
siempre presente la finalidad de llegar a la verdad, llegar a descubrir lo que las cosas son y no sólo
lo que parecen ser.

“Solo sé que no se nada”- solía decir Sócrates-, aun así, superó a la generalidad de los hombres que
no saben esto tampoco.

El centro de reflexión socrática es el hombre; el único en el que se da la moralidad. Incluso sus


reflexiones acerca del conocimiento se dan siempre a propósito de este tema, pues el único
conocimiento realmente importante es aquel que se refiere al hombre, a su vida, de la cual debe
hacer una tarea moral, un trabajo continuo en el que busque el verdadero bien.

El fin de Sócrates es hacer hombres mejores, mostrarles que no saben lo que es la virtud, el bien, la
justicia, etc. Hacerlos conscientes de su ignorancia es una manera de ayudarles pues cuando se den
cuenta de ello, entonces se propondrán alcanzar ese conocimiento y, ya en posesión de él, sólo
podrán obrar bien, porque quien conoce la virtud la busca; aquel que obra mal lo hace por
ignorancia, porque cree que hace bien. Por ello se dice que el primer paso hacia la virtud es
intelectual y la segunda moral; se trata de una ética intelectualista.

Felicidad: (eudomonia) Para Sócrates la felicidad es el último bien del hombre y se logra con la
práctica de la virtud. No se trata de la felicidad lograda de los placeres sensibles y fugaces, sino
aquella serena y estable que proviene de la contemplación de la verdad y que se logra con la práctica
de la virtud.

“Una vida sin examen no merece la pena ser vivida” es la conclusión que Sócrates usa para justificar
sus métodos de enseñanza que apelan por sobre todo a la importancia de examinarse a sí mismo y
a los demás para mantener una actitud crítica sobre nuestros actos y sobre nuestras vidas con el fin
último de evolucionar para ser la mejor persona que podemos ser.
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Platón (427-347 a.C.)

Siguiendo a Sócrates, su maestro, defendió el empleo sistemático de la razón para mostrar cómo se
debe vivir bien la vida humana: el conocimiento y el ejercicio de la virtud conducen a la felicidad
individual y a la estabilidad social. La importancia que atribuye a la inteligencia por encima del
conocimiento que proporcionan los sentidos representa el punto de partida del ideal del ser
humano vigente durante siglos en la tradición occidental. Su visión dualista del hombre ha tenido
también una gran influencia en la historia del pensamiento: considera que el ser humano está
compuesto por un alma inmortal preexistente que ha sido castigada a vivir encerrada durante un
tiempo en un cuerpo material, y cuyo destino es volver al mundo de las ideas al que pertenece
para contemplar el bien, la verdad y la belleza.

El mito del carro alado aparece en el diálogo de Platón, el Fedro, obra en la que el filósofo tratará el
tema del amor, pero también de la muerte, del destino del alma, de la belleza o de la ética. Para
explicar su visión del alma, el griego va a recurrir a una alegoría en la que un auriga, que representa
la parte racional del alma humana, conduce un carro tirado por dos caballos, uno bueno y uno malo,
que vendrían a ser la parte irascible y la parte concupiscible. El auriga (Hombre que, en la Antigüedad
clásica, conducía un carro de carreras en el circo), tiene serias dificultades para guiar a los caballos,
que se debaten entre el bien y el mal,
igual que ocurre en el alma humana.

El auriga, o la razón, ha de llevar al ser


humano hacia la verdad, hacia la luz, lo
que no será fácil, teniendo en cuenta el
conflicto entre los dos caballos, que
quieren ir en direcciones opuestas, lo
mismo que sucede en el interior del alma
humana. Platón recurre a la alegoría,
debido a las dificultades del tema a tratar
y, en resumen, explica que la misión del
alma es la de vigilar y proteger a todo lo
inanimado y, como tiene alas, puede volar por el cielo y observar todo lo que sucede en el mundo.

Lo que ocurre, es que algunas han perdido las alas, como el alma humana, y han caído en la tierra
quedando atrapadas en un cuerpo humano. Gracias al alma (anima), el cuerpo del ser humano es
capaz de moverse a sí mismo y, unido al alma, se convierte en ser humano. El alma es el principio
de movimiento y lo que distingue a los seres inanimados de los inanimados. No podemos olvidar
que, para los griegos, lo vivo está directamente relacionado con el movimiento.

Pero el alma, tiene la capacidad de elevarse hacia lo divino, esto es, lo bello, lo bueno, la sabiduría,
todas ellas virtudes que aumentan el tamaño de las alas del alma, mientras que la dirección opuesta,
provocaría la pérdida de las alas y todo lo malo que hay en el mundo. En el mundo supraceleste, las
almas encuentran su alimento, que es la justicia, a la que se accede únicamente a través de la razón,
es quien que dirige el alma de los seres humanos y representa a la verdadera sabiduría, el ser
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verdadero. Solo el alma divina puede ascender sin problemas hacia los cielos, ya que los caballos
que las guían son buenos debido a que su alimento, es la sabiduría. En cambio, el alma humana, es
guiada por dos caballos que viven en conflicto, por lo que guiarla por el camino del bien, puede ser
una ardua y fatigosa tarea.

Aristóteles (384-322 a.C.)

Realiza una síntesis original entre la concepción platónica y sus propias teorías. Considera a todo
ser vivo como una única substancia compuesta de dos coprincipios: psyche y materia—, presenta al
ser humano como un ser natural y social -viviente entre los vivientes y humano entre los humanos-
referido cognoscitivamente a la totalidad de lo real. La vida humana tiende naturalmente hacia la
felicidad, que se alcanza con el ejercicio de las virtudes y la contemplación. Formuló la definición del
ser humano como “animal racional, social y dotado de lenguaje” que ha tenido gran influencia en el
pensamiento posterior.

Aristóteles distinguirá en su tratado "De


Anima" tres tipos de alma: la vegetativa, la
sensitiva y la racional. El alma vegetativa
ejerce las funciones de asimilación y de
reproducción y es el tipo de alma propio de
las plantas; asume, por lo tanto, las
funciones propias del mantenimiento de la
vida, en lo que podríamos considerar su
escala más baja, ya que son ajenas a ella
todas las funciones sensitivas, así como el
control del movimiento local. Dado que
estas funciones vitales son comunes a todos los seres vivos todos han de poseer un tipo de alma
capaz de realizarlas.

El segundo tipo de alma, es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. No sólo está capacitada
para ejercer las funciones vegetativas o nutritivas, sino que controla la percepción sensible, el deseo
y el movimiento local, lo que permite a los animales disponer de todas las sensaciones necesarias
para garantizar su supervivencia, tales como las derivadas del gusto y el tacto; ello permite también
a los animales disponer de imaginación y memoria dos facultades que, para Aristóteles, derivan
directamente de la capacidad sensitiva de los animales.

El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. Además de las funciones
propias de las almas inferiores, la vegetativa y la sensitiva, el alma racional está capacitada para
ejercer funciones intelectivas. Es el tipo de alma propia del hombre. Siendo el alma la forma del
hombre no puede existir más que un alma que ha de realizar tanto las funciones "irracionales" de la
nutrición y la sensación, como las funciones racionales, intelectivas, la capacidad de razonar. Las
funciones "irracionales" son las señaladas anteriormente para los otros tipos de alma. Las funciones
racionales o intelectivas son el conocimiento de la verdad en sí misma (la capacidad del
conocimiento científico), y el conocimiento de la verdad con fines prácticos (la capacidad
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deliberativa). Para Aristóteles, pues, el alma es no sólo principio vital, sino, al igual que para Platón,
principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como animal racional,
atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia; aunque en la Política lo defina,
atendiendo también a las características de su naturaleza, como animal social o "político".

LOS CÍNICOS: Como cinismo se denomina, en filosofía, la doctrina de los cínicos, un grupo de
filósofos que consideran que la única preocupación del hombre debe ser la virtud, pues solo a través
de esta se puede alcanzar la felicidad. La escuela cínica fue fundada por Antístenes, discípulo de
Sócrates. La búsqueda de la felicidad para el cínico es la investigación, la educación del alma en la
virtud. La verdadera sabiduría es práctica, y por tanto, es aquella que tiene la facultad de lograr
gobernarse a uno mismo e independizarse de la alienación a la que nos vemos sometidos debido a
las opiniones. Los cínicos valoraban especialmente el autocontrol de las pasiones y los deseos, pues
esto los llevaba a lo que consideraban que era la más grande virtud: la independencia, que les hacía
libres de los demás y de sí mismos. No necesitaban nada ni a nadie para vivir. El cinismo busca un
hombre sabio y sereno, libre y esforzado, consciente de su animalidad, crítico, reflexivo y feliz.

LOS ESTOICOS: El estoicismo fue la última gran escuela de filosofía del mundo griego en ser fundada,
y continuó existiendo hasta que en el año 529 d. C. La palabra "estoico" comúnmente se refiere a
alguien que es indiferente al dolor, el placer, la pena o la alegría. El hombre, para los estoicos debe
conocer todo aquello que le permita conseguir la felicidad, primordialmente la felicidad interior, y
no el goce de las cosas externas.

El hombre es una parte del universo armónico y destaca de igual forma tanto la individualidad como
la necesidad de someterse a un orden universal. El alma humana es corpórea ("un soplo vivificante
que procede de los padres, que se extiende por todo el cuerpo y que es mortal"). Contrasta este
enfoque con el de Platón e incluso Aristóteles ya que no se contemplan divisiones, sino que se
sostiene la unidad anímica destacando la unidad de las partes, habiendo un principio racional y
hegemónico del cual irradia una suerte de "tensión" hacia todas las partes del cuerpo y se extiende
hacia los cinco sentidos, la parte reproductiva y la palabra. No hay acuerdo respecto a la localización
física de esta concepción del alma, algunos se inclinan por ubicarla en la cabeza y otros en el corazón.
En cualquier caso, del mismo modo en que el fuego sería el principio del mundo, el alma sería la que
da origen al cuerpo modelándolo y desarrollándolo desde el estado embrionario. Para los estoicos
la felicidad está en conocer el orden necesario del mundo y ser parte consciente del mismo. No
dejándose llevar por las pasiones (emociones deseos o pulsiones), porque separan al hombre de la
felicidad y le hacen correr detrás de falsos bienes materiales, sino más bien racionalizarlas. El
estoicismo considera la razón como remedio para los trastornos de la vida.

La ataraxia: consiste en alcanzar un estado mental que les permitiera vivir en calma, y desechaban
así cualquier sentimiento negativo que les inquietara y les alejara de esa meta espiritual.

FILOSOFÍA MEDIEVAL -CRISTIANA-

La filosofía medieval es todo el conjunto de corrientes de pensamiento y tratados filosóficos que se


desarrollaron desde la caída del Imperio romano (530 d. de C.) hasta el Renacimiento (siglos XV y
XVI). Las características principales de la filosofía medieval son:
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• Inspiración en filosofía clásica (grecoromana);


• Unión de fe y razón cristiana
• Uso de conceptos de la filosofía griega al cristianismo;
• Busca la verdad divina.

Los filósofos de esta época eran parte del clero o religiosos. En ese momento, los principales puntos
de reflexión para los eruditos fueron: la existencia de Dios, la fe y la razón, la inmortalidad del alma
humana, la salvación, el pecado, la encarnación divina, el libre albedrío, entre otros temas. Por lo
tanto, las reflexiones desarrolladas en la Edad Media, incluso si pudieran contemplar estudios
científicos, no podrían contradecir la verdad divina reportada por la Biblia.

Agustín de Hipona (354-430)

Lleva a cabo la primera gran síntesis en la que integra la filosofía griega con los conocimientos
revelados sobre el ser humano contenidos en la tradición judeo-cristiana. Tras su encuentro con el
platonismo y su adhesión a la fe, intentó llevar a cabo una reconstrucción intelectual del universo
—cosmos, individuo, sociedad e historia— donde el ser humano —cuerpo, alma y espíritu— pudiera
comprenderse en su desarrollo histórico, por referencia a Dios como principio y fin del mundo
creado.

El problema central de la filosofía agustiniana es el de la verdad. San Agustín siempre buscó el


conocimiento de la verdad y a los que no creían les argumentaba: Puede dudarse todo, menos de
que se duda y entonces: No sólo es cierto el hecho de dudar sino también es cierta la existencia de
quien duda o se equivoca. “Si yerro, sé que existo”.

Para Agustín: el hombre es una creación de Dios, que esta forzada a ir hacia el mismo creador, para
él: “El ser es la medida de la verdad”, de este modo cuanto más perfecto sea el ser más verdadero
será y solo llega a serlo estando cerca de Dios que es la perfección y verdad misma.

El ser humano este compuesto por cuerpo (materia) y alma (forma), la realidad más importante
para el ser humano es el alma, el cuerpo resulta siendo un mero instrumento del alma. El alma es
una sustancia espiritual, indivisible, encargada de todas las funciones cognoscitivas, pero la más
importante es la razón, es la más importante porque tiene como resultado la sabiduría. El alma es
el camino a Dios, que resulta el único camino para el ser humano, el alma es pasa de padres a hijos.
El ser humano fue creado y dotado de libre albedrío, que es la potestad que el ser humano tiene de
obrar según considere y elija. La razón permite conocer los contenidos de la fe, y la fe permite
conocer las verdades de Dios.

Para Agustín el mal es la ausencia del bien. El mal no es una cosa, el mal debe ser entendido como
ausencia del bien, no como algo que ha sido creado por Dios. Porque todo lo creado por Dios es
bueno, sin excepción.

Tomás de Aquino (1224-1274)

Retoma las enseñanzas de Platón y Agustín de Hipona, y los relaciona con ideas aristotélicas que se
mantenía viva entre los intelectuales árabes y judíos. Define al ser humano como una unión
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inseparable de alma inmortal y cuerpo. El alma es individual, inmoral y creada por Dios, está en
todo cuerpo y requiere de este para manifestarse. Esta unidad substancial de cuerpo corruptible y
alma espiritual e inmortal tiene en Dios su principio último y su destino final; y que está en este
mundo para alcanzarlo ejerciendo su libre albedrío, con la ayuda de la gracia. Por tanto, el cuerpo y
el alma son uno mismo, el cuerpo resulta siendo la forma sustancial del alma, se une al cuerpo al
momento de la concepción, lo que hace que tanto el cuerpo y el alma tengan una naturaleza
espiritual. El cuerpo da información de los sentidos y de lo que sucede en el mundo, mientras el
alma tiene el conocimiento de la fe y de las verdades de Dios.

Para Tomás la fe y la razón proceden de Dios y ambas son fuentes de conocimiento distintas e
independientes. Pues la fe se basa en la luz sobrenatural de la gracia y tiene como objeto los datos
revelados y la razón sólo se apoya en la luz natural de su propia inteligencia y su objeto es la realidad
inteligible. La fe no suprime a la razón, la supone. Para Tomas de Aquino: el hombre es una criatura
que se encuentra por encima de las demás creaturas entendido esto no como el dominio que puede
tener sobre aquéllas, sino como aquél que tiene una capacidad intelectual mayor, por lo que, en
lugar de aprovecharse de su entorno, deberá responder por el mismo con conocimiento de causa
puesto que todas sus acciones deberán dirigirse de acuerdo a su naturaleza la cual debe estar en
correspondencia con quien le ha creado. El ser humano es un todo y, fuera de ello debe estar
ordenado a un fin. No es un alma encerrada en un cuerpo (Platón), ni mucho menos alguien que se
reduce meramente al plano físico (Aristóteles), es una unidad que a través de los sentidos y
pensamiento deberá obedecer a su naturaleza.

La visión del hombre que tiene el Tomas de Aquino, le permite además dar a entender quién es y
cuál debe ser el direccionamiento de todos sus actos, puesto que no deberá obrar para algo
mediático, sino que, cada acción debe tener un fin último y, a su vez, corresponder a lo que él es
como animal racional y trascendental. El ser humado dotado de cuerpo y alma debe saber muy bien
que será a través de su cuerpo que podrá transmitir lo que surge de su propia inteligencia, dado
que, entre todas las creaturas, sólo él tiene tal disposición y por ende, cada acción deberá estar
marcada por su racionalidad, o como el también teólogo lo sostiene, por su inteligibilidad. El
hombre, contiene algo que se llama potencias del alma, que son partes que dentro de él le permiten
direccionar sus acciones y a su vez, le inspiran y afectan en su actuar. Una de estas potencias es la
voluntad, fuerza que guiada por el apetito - deseo y tendencia del ser humano para dirigirse hacia
el fin que se propone, le permite tener un punto de concentración para imprimirle su fuerza.
Prácticamente, es obrar según lo que se quiere teniendo presente que hay una razón superior que
lleva a que el hombre no pierda su rumbo para encontrar su fin último, el cual es el bien.

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